Ìíîãî ìîë÷èò â ìîåé ïàìÿòè íåæíîãî… Äåòñòâî îòêëèêíåòñÿ ãîëîñîì Áðåæíåâà… Ìèã… ìîë÷àëèâûé, òû ìîé, èñòóêàíèùå… Ïðîâîçãëàñèò,- äàðàõèå òàâàðèùùè… Ñòàíåò ñåêóíäîé, ìèíóòîþ, ãîäîì ëè… Ãðîõíåò êóðàíòàìè, âûñòóïèò ïîòîì è… ×åðåç ñàëþòû… Óðà òðîåêðàòíîå… ß ïîêà÷óñÿ äîðîãîé îáðàòíîþ. Ìÿ÷èêîì, ëåíòî÷êîé, êîòèêîì, ï¸ñèêîì… Êàëåéäîñêîïîì çàêðÓæèò êîë¸ñèêî,

El Legado De Los Rayos Y Los Zafiros

El Legado De Los Rayos Y Los Zafiros Victory Storm ”Cuando te burlaste de m?, quiz? olvidaste que pod?a matarte en cualquier momento.” Siempre hab?a sabido que hab?a algo especial y m?gico dentro de m?, pero nunca hab?a buscado respuestas. ?Por qu? descubrir el pasado, cuando era feliz con mi familia de acogida, mis libros y mi trabajo en la librer?a? Sin embargo, el destino ten?a otros planes para m? y la llegada de Scarlett Leclerc, mi hermana gemela, cuya existencia nunca hab?a sospechado, hab?a desbordado por completo mi vida. De repente, todas esas preguntas que nunca hab?a tenido el valor de hacerme hab?an tenido respuesta y... una familia que me reclamaba. Mantener el equilibrio de mi vida con esta novedad hab?a sido complicado, pero siempre me las hab?a arreglado, hasta que mi hermana me pidi? que hiciera un intercambio: vivir su vida durante una semana en Nueva York, mientras ella iba a Francia a descubrir la magia de Leclerc que nos hab?an arrebatado. Acept?, cumpliendo as? un sue?o m?o. Todo iba bien, hasta que un alumno de ojos azules te?idos de p?rpura me amenaz?: ”Cuando te burlaste de m?, quiz? olvidaste que pod?a matarte en cualquier momento”. ?Qu? quer?a ese chico de m?? ?Por qu? me persegu?a? ?Por qu? actuaba como si yo fuera su novia? Translator: Vanesa Gomez Paniza Victory Storm EL LEGADO DE LOS RAYOS Y LOS ZAFIROS EL LEGADO DE LOS RAYOS Y LOS ZAFIROS Victory Storm Siempre hab?a sabido que hab?a algo especial y m?gico dentro de m?, pero nunca hab?a buscado respuestas. ?Por qu? descubrir el pasado, cuando era feliz con mi familia de acogida, mis libros y mi trabajo en la librer?a? Sin embargo, el destino ten?a otros planes para m? y la llegada de Scarlett Leclerc, mi hermana gemela, cuya existencia nunca hab?a sospechado, hab?a desbordado por completo mi vida. De repente, todas esas preguntas que nunca hab?a tenido el valor de hacerme hab?an tenido respuesta y... una familia que me reclamaba. Mantener el equilibrio de mi vida con esta novedad hab?a sido complicado, pero siempre me las hab?a arreglado, hasta que mi hermana me pidi? que hiciera un intercambio: vivir su vida durante una semana en Nueva York, mientras ella iba a Francia a descubrir la magia de Leclerc que nos hab?an arrebatado. Acept?, cumpliendo as? un sue?o m?o. Todo iba bien, hasta que un alumno de ojos azules te?idos de p?rpura me amenaz?: ”Cuando te burlaste de m?, quiz? olvidaste que pod?a matarte en cualquier momento”. ?Qu? quer?a ese chico de m?? ?Por qu? me persegu?a? ?Por qu? actuaba como si yo fuera su novia? ©2021 Victory Storm T?tulo original: L'eredit? di fulmini e zaffiri Traducci?n de Vanesa Gomez Panisa Editorial: Tektime Cover: Dise?o gr?fico de Josephine Poupilou El C?digo de la Propiedad Intelectual proh?be la copia o reproducci?n destinada a un uso colectivo. Toda representaci?n o reproducci?n integral o parcial hecha para cualquier prop?sito, sin el consentimiento del autor, o de sus derechohabientes o causahabientes, es il?cita y constituye una falsificaci?n, seg?n los t?rminos legales L.335-2 y siguientes del C?digo de la Propiedad Intelectual. PR?LOGO El sue?o de mi vida acababa de hacerse realidad y a?n no pod?a creerlo. Por supuesto, ese sue?o estaba limitado en el tiempo y en el dolor de mis pies por esos tacones asesinos que no jugaban a mi favor, pero a pesar de todo, nada parec?a poder quitarme la felicidad. Nada podr?a quitarme el placer que sent? en ese momento, mientras caminaba por los pasillos de la Facultad de Artes y Filosof?a despu?s de asistir a la conferencia m?s incre?ble de mi vida. Nada podr?a quitarme el orgullo que sent? en mi coraz?n cuando me dije a m? misma que era una estudiante de la NYU. Sonre? y disfrut? de la sensaci?n, saboreando cada momento y mi nueva vida que representaba todo lo que siempre hab?a deseado. «?Scarlett!» O? dos voces fuertes que me llamaban. Suspir? y mir? a mi alrededor. Hab?a estudiantes por todas partes y todav?a me costaba reconocer a la gente. Me cost? un poco, pero pronto reconoc? a Ryanna y a Brenda. Esta vez no estaban solas. A su alrededor hab?a un grupo de chicos guapos que hac?an girar las cabezas de todas las que se encontraban. Suspir? inc?moda. Nunca me acostumbrar?a a la popularidad de mis dos amigas y su s?quito. Todo giraba en torno a ellas y... a m?. S?, yo tambi?n formaba parte de la ?lite, como dec?a Ryanna. Me detuve y trat? de permanecer inm?vil bajo la mirada hambrienta de nuestros admiradores que me saludaban y me revisaban de pies a cabeza en busca de la perfecci?n que yo sent?a que no me pertenec?a. Estaba a punto de alejarme de aquella peque?a multitud cuando algo llam? mi atenci?n. Sent? que una descarga el?ctrica me atravesaba la espalda y explotaba en mi pecho, haciendo que los latidos de mi coraz?n se aceleraran violentamente. Era una sensaci?n inusual, casi perturbadora, y parec?a querer decirme que saliera de all? r?pidamente, pero estaba demasiado confusa y curiosa. Como si me guiara una fuerza externa, me centr? en un punto concreto de la multitud, que de repente se abri?, mostr?ndome lo que estaba oculto a mi vista. Jade? cuando mis ojos se posaron en un chico tan hermoso que me dej? sin aliento. Ten?a el pelo negro, ligeramente largo y ondulado, con algunos mechones rebeldes que ca?an sobre sus ojos azul zafiro tan claros que me recordaban el agua clara de los arroyos de monta?a. Me qued? mir?ndolo durante mucho tiempo, encantada. Su pronunciada mand?bula, su carnosa boca curvada en una sonrisa seductora pero enga?osa, su nariz recta de l?nea aristocr?tica, su piel aceitunada y limpiamente afeitada... Era alto, musculoso, y la camisa ajustada mostraba su cuerpo perfecto junto con unos vaqueros oscuros y deste?idos. ?Oh, Dios m?o! ?Hubo un tipo m?s genial en el mundo? No. Imposible. De repente, sus ojos se posaron en m? y algo sucedi?. No s? qu? fue, pero la carga el?ctrica de un momento antes se hizo m?s intensa, tanto que me quemaba la piel, y cuanto m?s se acercaba aquel chico, m?s sent?a que mi est?mago se contra?a y mi mirada quedaba aprisionada en la suya. Intent? respirar para calmar la extra?a sensaci?n, pero no pude. Era como si el ox?geno que me rodeaba hubiera sido succionado por su presencia. Entonces, de repente, algo cambi?. La piel de la cara y de los antebrazos desnudos del chico adquiri? un tono opalescente y nacarado. Incluso los ojos cambiaron de color. Fragmentos de p?rpura y lila motearon los iris azules y las pupilas se contrajeron bruscamente, adelgaz?ndose como las de los gatos. ?Qu? demonios estaba pasando? ?Qui?n era ese chico? O m?s bien, ?qu? era? Asustado por esta visi?n, mir? a mi alrededor y vi que mis amigas segu?an riendo y charlando despreocupadamente a nuestro alrededor. Era como si lo que estaba viendo s?lo existiera en mi cabeza. Aterrada por mi alucinaci?n, intent? parpadear varias veces y frotarme los ojos. Se hab?a acercado tan r?pida y silenciosamente que no me hab?a percatado de su presencia. Retroced? asustada, pero de repente mis hombros se estrellaron contra la pared del pasillo. Me sigui? hasta que sus zapatos chocaron con los m?os, mientras estiraba su brazo derecho sobre mi hombro. Casi grit? cuando sent? el pu?o del chico contra la pared junto a mi cara. Sacudida por esta proximidad y el peligro que sent?a cada vez m?s inminente, me desvi? hacia la derecha, pero mi ruta de escape estaba bloqueada por su otra mano. Cerr? los ojos e intent? recuperar un poco de lucidez, pero de repente sent? el c?lido aliento del chico en mi cuello. En cuanto su nariz toc? mi garganta hasta mi oreja, me puse repentinamente r?gida. «Cuando te burlaste de m?, quiz?s olvidaste que pod?a matarte en cualquier momento», susurr? con una voz profunda y ronca, tan amenazante que tem? por mi vida. «Yo... no he hecho nada», tartamude? con dificultad, apart?ndolo, pero en cuanto puse las manos en su pecho, sus pupilas se dilataron de repente y su mirada depredadora se volvi? a?n m?s feroz. «Por favor, no me mates», susurr? en voz baja, con p?nico. No entend? qu? fue lo que hizo que el chico se apartara de repente y me mirara at?nito, mientras sus ojos volv?an a ponerse azules, pero en cuanto encontr? un hueco, aprovech? la oportunidad y corr?. Hu? lo m?s lejos posible. Lejos de esa alucinaci?n. Lejos de esa sensaci?n de haber arriesgado realmente la vida. Lejos de esa vocecita interior que me dec?a que mi sue?o pronto se convertir?a en una pesadilla. 1 Tres a?os antes «Pap?, ?has pedido una gu?a de Nueva York?», pregunt?, sacando el libro de la caja que acababa de llegar. « M e lo pidi? la se?ora Peters. Al parecer, quiere ir de vacaciones a Nueva York con su primo y me ha pedido que le consiga una gu?a para orientarse en los hoteles, restaurantes y museos.» «Todo lo que ten?a que hacer era ir a Internet o utilizar Google Maps.» «Hailey, la mujer tiene setenta y cinco a?os y no puede ni encender un ordenador. Tenemos que agradecer a personas como ella que esta biblioteca no est? ya en quiebra.» Suspir? y me dirig? a la caja, donde hab?a un compartimento reservado para todos los libros que hab?a pedido. Estaba a punto de pegar una nota adhesiva en el libro con el nombre de la clienta, cuando el tel?fono m?vil empez? a sonar. Lo saqu? del bolsillo de mis vaqueros. Era mi madre. «Adivina qu? acaba de llegar a casa», comenz? alegremente. «?El juego de pinceles que pediste?» «No. Es para ti.» «?Para m?? Sabes que nunca pido nada por internet.», le record?. Tras el desastre econ?mico que supuso la llegada de las librer?as online y de franquicia en la ciudad de mi familia, hab?a decidido que siempre ayudar?a al peque?o comerciante independiente, comprando s?lo en las tiendas y comercios de mi ciudad. «Es una carta, no un paquete.» «??Una carta?!» nunca he recibido nada por correo. «S?, tambi?n est? el remitente escrito en el sobre. Adivina de d?nde viene.» Mir? el libro que a?n ten?a en la mano. «?Nueva York?» «?Exacto! Mi hija m?gica nunca me decepciona.», exclam? mi madre con entusiasmo. Me sonroj?, porque ese extra?o poder m?gico m?o que me hac?a encontrar respuestas en las palabras que le?a era algo que a?n me costaba aceptar, ya que iba m?s all? de la l?gica a la que me aferraba para dar sentido a todo lo que me rodeaba o me suced?a. Mi madre, en cambio, era la cl?sica mujer que viv?a el presente, disfrutaba de las peque?as cosas y tomaba todo por lo que era, sin hacerse mil preguntas ni paranoias, como yo. ?ramos muy diferentes, pero nos quer?amos inmensamente. No hab?a secretos entre nosotras, y a pesar de su trabajo a tiempo parcial como administrativa y su afici?n a la pintura, siempre encontraba tiempo para m? y ten?a una palabra amable o reconfortante para todos. Mi padre tambi?n era genial, aunque menos extrovertido y vivaz que mi madre. Viv?a para su librer?a, que hab?a heredado de mis abuelos y que mantuvo a pesar de la crisis, porque su mayor deseo era que un d?a pasara a mis manos. ?Y no pod?a esperar! Gracias a mi padre, hab?a pasado la mitad de mi vida inmersa en los libros, ya que a menudo estaba con ?l cuando sal?a del colegio. Los libros fueron mi primer amor y esa librer?a era mi mundo. Mi madre se alegraba por m?, pero a menudo se quejaba diciendo que hubiera preferido verme en compa??a de una amiga o un chico, en lugar de encontrarme siempre con los ojos pegados a un libro. S?lo mi padre me entend?a. ?l y yo ?ramos muy parecidos. Tanto es as? que nunca cre? realmente que fuera adoptada. Sent?a que ten?a un v?nculo ?nico y especial con mi familia. No querr?a cambiarlo por nada del mundo. Por eso nunca se me ocurri? buscar a mis padres biol?gicos. De hecho, en mi coraz?n, les agradec? porque, al abandonarme, me hab?an dado la mejor familia que uno podr?a desear. «?Conoces a Scarlett Leclerc?», me pregunt? mi madre, devolvi?ndome a la realidad. «No.» «?Ni siquiera usas tu magia?» «Espera», resopl?, cogiendo un libro al azar en la secci?n de misterio. Cerr? los ojos y abr? el libro en una p?gina al azar. Entonces, con el dedo ?ndice de mi mano derecha, toqu? el papel. Abr? los ojos y le? la palabra que hab?a indicado con el dedo. Hermana. Suspir? con miedo. Utilizaba esa extra?a magia, como la llamaba mi madre, en contadas ocasiones porque me hac?a sentir extra?a e inc?moda. Cuando era ni?a, era una forma divertida de aprender a leer, pero en los ?ltimos a?os me di cuenta de que hab?a algo m?s poderoso e inquietante en el acto. Cada vez que tocaba una palabra con los ojos cerrados, descubr?a que la palabra suger?a o indicaba algo que deb?a afrontar. Nunca fue terrible ni grave, pero esa conexi?n m?gica siempre me incomod?, porque en el fondo sent?a que era una herencia dejada por mis padres biol?gicos y me repugnaba. Y ahora esa palabra: hermana. Era como si el destino me dijera que pronto mi vida cambiar?a y me arriesgar?a a perder el amor de mi familia adoptiva. «?Y bien?», inst? mi madre, que segu?a esperando una respuesta. Cog? otro libro. Cerr? los ojos y volv? a se?alar una p?gina cualquiera. Abr? los ojos. Hermana. ??Otra vez?! Asaltada por una agitaci?n sin precedentes, tom? un ensayo sobre los descubrimientos en el campo de la astronom?a. Abr? el libro y puse mi tembloroso dedo ?ndice sobre una palabra. Abr? los ojos. Hab?a se?alado “la paradoja de los gemelos” y mi dedo casi cubri? la palabra gemelos. Cerr? el libro con violencia, como si quisiera borrar esa palabra. «Hailey, ?est?s ah??» «Yo… S?…» «?Sabes qui?n es Scarlett Leclerc de Nueva York?» «No», jade? con el coraz?n latiendo como un loco en mi pecho. «?Qu? l?stima! ?Puedo abrir la carta?» «?No!», dije de golpe. «En realidad s? qui?n es Scarlett. Es una chica con la que inici? una correspondencia en la escuela. Ya sabes, esos intercambios culturales...», me lo invent? mientras sent?a que estaba a punto de desmayarme. La idea de que mi madre pudiera descubrir la identidad de Scarlett me aterrorizaba, porque sab?a que la destruir?a. Era una mujer alegre y nunca la hab?a visto llorar en mi vida, salvo una vez. Ten?a siete a?os y era de noche. Me hab?a despertado para ir al ba?o y pas? por la habitaci?n de mis padres. Estaban hablando y mi madre lloraba. «?Y si nos la quitan?» «Hailey es nuestra hija. Nadie puede quit?rnosla», mi padre la hab?a tranquilizado abraz?ndola. No me hab?a quedado mirando. Hab?a entrado en la habitaci?n de mis padres y me hab?a enfrentado a ellos. Fue ese d?a cuando me enter? de que era adoptada y jur? que nada cambiar?a entre nosotros. Biol?gicos o no, Alex y Helena Evans ser?an mis verdaderos y ?nicos padres para siempre. 2 Cuando llegu? a casa, el tiempo hab?a cambiado. El sol hab?a desaparecido por completo y hab?a nubes llenas de lluvia que cubr?an todo el cielo. «?Mam??», llam?, caminando hacia la cocina. No la encontr?, pero vi una nota de color pegada a la nevera junto con una carta. “ La nevera est? vac?a. Voy a comprar algo para esta noche. Mam?”, estaba escrito en la nota adhesiva. Suspir? rendida. Desde esa ma?ana se quejaba de tener que hacer la compra, pero luego se encerraba en su estudio a pintar y se olvidaba de ello. Con un nudo en la garganta, cog? la carta blanca en la que aparec?a mi nombre en letras de molde con corazoncitos en lugar de puntos en las ?es. Odiaba las may?sculas. Me encantaba la letra cursiva y descubrir la personalidad de las personas a trav?s de su escritura. En cuanto toqu? la carta, se desat? una violenta tormenta que me hizo saltar. Abr? la carta y casi me ceg? el rayo que cay? por la ventana de la cocina. Asustada, corr? a mi habitaci?n donde me acurruqu? en la cama llena de libros y notas. Aunque las vacaciones de verano acababan de empezar, yo ya hab?a empezado a estudiar y a hacer los deberes y ya me hab?a adelantado al a?o siguiente. Ten?a la media m?s alta de mi clase y pretend?a mantenerla hasta la graduaci?n. Cuando empec? a leer la carta, me di cuenta de que estaba temblando, y no s?lo por el ensordecedor trueno que me sacudi? hasta la m?dula. “ Querida Hailey, te escribo esta carta sin saber si realmente te llamas as? y si esta carta te llegar? alguna vez. S? que puedo parecer una loca, pero he estado busc?ndote durante mucho tiempo y las cartas del juego “Aprender el alfabeto” me trajeron a ti. Vale, me doy cuenta de que puedo parecer una chiflada en este momento, pero no lo soy y, por favor, sigue leyendo. Me llamo Scarlett Leclerc y soy tu hermana. Nac? el 3 de septiembre hace quince a?os. S?lo supe de tu existencia tras la muerte de nuestra abuela. Guardando sus cosas, encontr? un viejo diario en el que dec?a que ten?a una hermana que hab?a sido adoptada y apartada para ‘evitar cat?strofes’. Habl? con nuestra madre al respecto y me rog? que no te buscara y me asegur? que estabas bien. Le pregunt? c?mo lo sab?a y me dijo que te visita todos los a?os, pero que nunca revela su identidad. Sin embargo, no puedo perdonarle que me haya ocultado algo tan importante. Si hay algo que odio son los secretos, as? que me puse a investigar. Llevo meses intentando encontrar la forma de contactar contigo, pero cada vez que pasa algo malo me obliga a dejar de buscar. Estoy segura de que es esa bruja madre nuestra, aunque el diario de la abuela ya me hab?a advertido de las cat?strofes. En este sentido, te aconsejo que nunca me busques en Internet o en Facebook si no quieres que tu ordenador explote o tu tel?fono m?vil se queme. Este a?o he cambiado cuatro smartphones. La carta enviada por correo es mi ?ltimo intento y espero que no acabe incinerada en alg?n lugar. Aqu? en Nueva York, cuando lo envi? por correo, casi me cae un rayo. Me doy cuenta de que estoy poniendo nuestras vidas en peligro, pero necesito saber qui?n eres y hacerte saber que siempre he sentido que ten?a una hermana. Sol?a so?ar mucho contigo cuando era ni?a. Adem?s, ya tenemos casi diecis?is a?os, nuestros poderes m?gicos empiezan a crecer y me siento sola. Necesito a alguien con quien pueda compartir lo que me pasa o que no piense que estoy loca si cojo al azar un pu?ado de letras del alfabeto y consigo componer una palabra que me lleve a la respuesta que busco. No s? si alguna vez has tenido la oportunidad de leer palabras o letras y encontrar una respuesta, o de hacer vibrar objetos con tus pensamientos. En su diario, mi abuela hablaba de un poder incre?ble que s?lo pod?a encontrar fuerza en nuestra uni?n, pero a?ad?a que, por algo que yo no entend?a, deb?amos permanecer separadas. ?Pero no quiero! Eres mi familia. Nunca conoc? a nuestro padre porque muri? antes de que naci?ramos. No quiero no conocerte. Eres mi hermana y no es justo que hayas vivido separada de m? hasta ahora. Cada d?a me pregunto d?nde est?s, si est?s bien, qu? est?s haciendo, qu? sabor de helado prefieres o si eres al?rgica a algo... Me siento perdida y angustiada porque cada vez siento que el v?nculo entre nosotras crece, pero nunca puedo llegar al otro lado de la l?nea. S?lo quiero conocerte, que sepas que existo y que sufro esta carencia que me provoca tu ausencia. Espero que sea lo mismo para ti, y si lo es, te pido que me conozcas. Estar? en Gloucester en nuestro cumplea?os. Si esta carta te ha llegado y eres la hermana que tanto busco, te pido que nos reunamos el 3 de septiembre a las 16:00 horas frente al Monumento a los Pescadores. Esperando verte o saber de ti pronto (si los rayos lo permiten), un abrazo fuerte. Tu hermana Scarlett PS: En el sobre tambi?n puse una foto m?a y de mam?. Te busqu? en Internet, pero en cuanto apareciste en la pantalla, mi ordenador se bloque? y no pude verte bien, pero si mi vista no me falla, realmente somos dos gotas de agua, como en mi sue?o. Cuando termin? la carta, me di cuenta de que estaba temblando y, en cuanto puse los ojos en la peque?a foto que estaba pegada al pie de la carta, romp? a llorar. «Tengo una hermana», murmur? con voz quebrada, acariciando a la ni?a fotografiada bajo el ?rbol de Navidad frente al Rockefeller Center de Nueva York. Era exactamente igual que yo. El mismo pelo casta?o claro, ondulado en las puntas. Los mismos ojos color avellana con un corte ligeramente alargado y gruesas pesta?as oscuras. La misma cara en forma de coraz?n con p?mulos pronunciados. La misma altura. Las ?nicas diferencias eran que ella no llevaba gafas y que su look era mucho m?s sofisticado que el m?o. Entonces desplac? la mirada y vi a una mujer que era una fotocopia de Scarlett pero de cuarenta a?os. ?Mi madre! Scarlett hab?a escrito que me hab?a estado buscando y ahora sab?a que era verdad. Hab?a visto a la mujer antes. Hab?a acudido a la librer?a unos meses antes para comprar un libro para su hija. Me hab?a dicho que ten?a la misma edad que yo pero que odiaba leer y me hab?a pedido un consejo. Hab?a sido muy amable y dulce conmigo, pero la mirada triste de su rostro se me hab?a quedado grabada. Record? que ten?a la impresi?n de haberla visto antes, pero me dije que tal vez s?lo estaba siendo paranoica. Pero ahora sab?a que eso no era cierto. Esa mujer era mi madre y hab?a venido a buscarme. Hab?amos pasado una hora hablando de mis libros favoritos. Record? que ella tambi?n me hab?a preguntado por mis padres, y yo le hab?a dicho que eran estupendos, aunque me reprochaban mi vida solitaria, siempre inmersa en los libros. Hab?a sonre?do y me hab?a dicho que era una chica especial. Pensar que ella sab?a que estaba hablando con su hija, mientras que yo estaba convencida de que simplemente estaba vendiendo un libro a una clienta, me hizo sentir mal. ?Por qu? me busca? ?Se arrepiente de haberme abandonado? ?Por qu? me entreg? s?lo a m? y no a mi hermana? ?Por qu? yo? ?Por qu? no revelar qui?n era? Mir? detr?s de la foto. "Scarlett y Sophie Leclerc", dec?a. Nada m?s. Mi mente estaba llena de preguntas, pero un trueno ensordecedor me despert? y, antes de darme cuenta, una fuerte r?faga de viento abri? violentamente la ventana de mi habitaci?n. Sent? un aire extra?amente fr?o que me golpe? de lleno en la cara y una fuerza invisible me rob? la fotograf?a de las manos. Me levant? de un salto, pero la foto sali? volando por la ventana antes de que pudiera recuperarla. Extend? la mano, pero un rayo cay? a pocos metros de m?, golpeando la foto, que se volvi? negra y se desintegr? en mil pedazos arrastrados por el viento. Cerr? apresuradamente la ventana y corr? a proteger la carta antes de que cayera otro rayo. Era evidente que alguien o algo estaba haciendo todo lo posible para alejarme de mi hermana. Fue en ese momento cuando me di cuenta por fin de que hab?a algo m?gico dentro de m?, algo que, si entend? bien, hab?a heredado de mi familia y se hab?a transmitido de generaci?n en generaci?n. Sin embargo, al mismo tiempo me asust?, porque me di cuenta de que en esa magia hab?a algo oscuro y peligroso, algo a lo que incluso los elementos naturales de la tierra se opon?an. Me re?, d?ndome cuenta de que si hubiera le?do el diario de mi abuela sobre las cat?strofes, nunca habr?a ido en busca de mi hermana. No fui lo suficientemente valiente para desafiar... ?qu?? ?Magia? ?Porque eso s? que fue m?gico! Como los que mencion? Scarlett cuando habl? de los mensajes que encontr? en las palabras y letras del juego. El mismo don que yo ten?a. La ?nica diferencia era que no vibraba nada. Rele? la carta unas diez veces. Me emocion? saber que en alg?n lugar del mundo hab?a alguien que no me conoc?a, pero que me echaba de menos. A diferencia de Scarlett, nunca hab?a so?ado con ella, y nunca hab?a pensado en tener una hermana gemela. Siempre hab?a estado orgullosa y feliz de ser hija ?nica, ya que no me gustaba compartir mi espacio y mis libros con los dem?s. Pero ahora las cosas estaban cambiando. 3 Hab?an pasado dos meses desde aquella carta. Dos meses en los que hab?a convertido la vida de mis padres en un infierno. No le hab?a hablado a nadie de mi hermana, pero hab?a intentado llamarla con el n?mero que me hab?a dejado en la carta, que destruy? mi tel?fono m?vil. Decidida a no volver a cometer el mismo error, prob? el tel?fono de mi casa, pero me qued? sin electricidad y mi padre tuvo que llamar al electricista. Fue lo mismo cuando intent? buscar a Scarlett en el ordenador. En ocho semanas, una buena parte de los ahorros de mis padres se hab?a evaporado en fusibles para volver a poner en marcha el sistema el?ctrico y en un nuevo ordenador. Scarlett ten?a raz?n: algo nos imped?a comunicarnos. Al final, yo tambi?n opt? por una carta, pero una fuerte tormenta frustr? mis esfuerzos y la carta se destruy?. S?lo faltaba concertar la cita. Aunque hab?a intentado permanecer impasible ante mis padres, ellos se hab?an dado cuenta de lo alterada que estaba, pero me las arregl? para mantener mi encuentro en secreto. Adem?s, hab?a intuido la llegada de Scarlett a Cape Ann. Llevaba dos d?as lloviendo a mares y, nada m?s salir de casa, se desat? una tormenta el?ctrica. Me hab?a vuelto sensible a los cambios de tiempo. Cuando sal? para mi cita, escondida en un gran mackintosh azul, mi coraz?n lat?a como loco. Llegu? frente al Monumento a los Pescadores quince minutos antes. Las calles estaban vac?as a causa del aguacero, pero delante de la estatua hab?a una mujer envuelta en un ligero mackintosh blanco y con un paraguas que intentaba sujetar a pesar de las r?fagas de viento cada vez m?s fuertes. Me acerqu? lentamente y cuando vi la cara de mi madre, me sobresalt?. No parec?a contenta, pero en cuanto sus ojos se posaron en m?, una amplia sonrisa llen? su rostro. Una sonrisa que no borr? el velo de tristeza de sus ojos. «Hola», la salud? t?midamente. Ahora que sab?a qui?n era, sent?a demasiadas emociones encontradas en mi interior como para poder hablar o razonar con calma. «Hailey», susurr?, mientras una l?grima solitaria le manchaba la cara. « S iento lo que te hice, pero ten?a que hacerlo. Te echo de menos cada d?a, pero no podr?a...» «?Por qu? me abandonaste? ?Por qu? yo? ?Por qu? no me dijiste qui?n eras cuando viniste a la librer?a?», le pregunt? de repente, sin poder controlarme. «Hay muchas cosas que no sabes.» «Como... ?la magia?» «S?, es nuestra maldici?n. Gracias a ella, todas las mujeres de nuestra familia dan a luz a gemelos. Dos mujeres que juntas tienen un poder m?gico devastador, tan fuerte y poderoso que lleva a la muerte. La ?nica soluci?n es mantener a las hermanas separadas y no permitir que se encuentren. Este compromiso siempre ha sido una fuente de dolor inimaginable para nuestra familia. Tu abuela tuvo que separarse de su hermana y luego hizo lo mismo con una de sus hijas. Yo misma nunca conoc? a mi hermana gemela y cuando te toc? a ti, tuve que renunciar a una de ellas. Nunca he sufrido tanto en mi vida por esa decisi?n que tuve que tomar. Y todo por un poder que no ped? y que podr?a destruir a las personas que quiero.» «?Por qu? yo? ?Por qu? te has rendido conmigo?» «Porque eras maravillosa y una dulce ni?a. Siempre estabas sonriendo y nunca llorabas, mientras que tu hermana era m?s dif?cil de tratar. Te entregu? porque sab?a que ser?as f?cilmente adoptada y utilic? la magia para atraer a la familia perfecta para ti, la que podr?a darte todo lo que yo nunca podr?a darte: amor.» «Gracias», murmur?, conmovida, antes de perderme en su abrazo. Intent? contenerme, pero finalmente ced? y romp? a llorar. A trav?s de ese contacto pod?a sentir su afecto por m?, pero tambi?n su dolor, como si me perteneciera. Cuando nos separamos, me limpi? la cara y trat? de regalarle una sonrisa. Sent? la necesidad de hacerle saber que estaba bien y que la hab?a perdonado. «?D?nde est? Scarlett?», pregunt? cuando nos recuperamos mientras camin?bamos hacia el puerto. «T? y tu hermana deb?is entender que no pod?is estar juntas. S? que te busca y te quiere en su vida, pero eso no es posible.» «Debe haber una manera.» «Estaba ah?, pero se nos neg? hace muchos siglos. Hoy lo ?nico que podemos hacer es reunirnos con la otra hermana en un lugar protegido y sagrado.» «?D?nde?» «En una isla.» «?Por qu? una isla?» «Porque la tormenta y la tempestad te persiguen y a medida que te acercas se vuelven m?s y m?s violentas.» «?D?nde est? esta isla?» «Donde t? quieras. Ahora eres joven, pero con los a?os aprender?s a llamarla en caso de necesidad.» «S?lo s? encontrar palabras en los libros.» «Es un don que todas tenemos, pero cada generaci?n tiene su propio elemento. El m?o es el elemento agua. Cuando intent? buscar a mi hermana, caus? inundaciones. Hoy puedo controlar mi poder, pero es d?bil por la parte que le falta a mi gemela. T? y Scarlett, por otro lado, atra?is los rayos. Con el tiempo, aprender?s a manejar este poder, pero a medida que aprendas, se desvanecer?.» «?No deber?a ser m?s fuerte?» «Ya no. En el pasado, las mujeres de nuestra familia han abusado de sus poderes y hemos sido castigadas por ello.» «?Por qui?n?» «Por aquellos que controlan el mundo de la magia.» «?El mundo?» «Una dimensi?n paralela controlada por los Guardianes. Esa puerta est? ahora cerrada, pero la magia en nuestra sangre permanece, y ha causado tales desastres y muertes que los Guardianes han decidido quitarnos algunas de nuestras libertades y separarnos.» «?Has intentado hablar con ellos?» «?Te has vuelto loca? La primera regla de la familia Leclerc es permanecer oculta a los Guardianes. Pueden tener el control total de nuestras vidas y no es nuestra intenci?n dej?rselo. Por lo tanto, tenemos prohibido practicar la magia fuera de casa o del c?rculo m?gico.» «?C?rculo m?gico?» «S?, eso es lo que encontrar?s grabado en la piedra del centro de la isla. S?lo all? podr?s reunirte con tu hermana sin arriesgarte a morir o atraer la atenci?n de un Guardi?n.» Mi cabeza estaba confusa, pero cuando vi a mi madre subiendo a un barco, me qued? helada. «El mar est? demasiado agitado para navegar», me preocup?. «No si yo dirijo el tim?n. No olvides que el agua es mi elemento.» Decidida a confiar en ella, sub? al barco. Mi madre parti? inmediatamente hacia Babson Ledge. A nuestro alrededor las olas eran altas y agitadas, pero delante era como si hubiera una calma plana. Era como navegar en un canal separado. Para mi sorpresa, mi madre se desvi? hacia la izquierda y pas? la peque?a isla. «Mira, despu?s de Babson Ledge no hay nada m?s.» «Lo es. Es la Isla de Leclerc, pero yo la llamo el Pa?s de Nunca Jam?s, como Peter Pan. Aparece cuando la llamas. Espera», explic?, se?alando un punto frente a nosotras, ligeramente oculto por la incesante lluvia. Entrecerr? los ojos y finalmente vi un peque?o promontorio con altas paredes rocosas. A medida que nos acerc?bamos, me di cuenta de que la costa era siempre muy alta, sobresaliendo del mar. En todo el per?metro, el acantilado se elevaba decenas de metros, haciendo imposible el amarre. En el punto m?s alto, se pod?a ver un gran roble que se alzaba como un faro en esa cima, sus ramas se extend?an por metros incluso sobre el precipicio, su grueso y nudoso tronco firmemente plantado en la roca. Mi madre naveg? hacia la otra orilla, donde la escarpada costa se sumerg?a ligeramente, zigzagueando entre los escollos cubiertos de peque?as piedras azules que brillaban e iluminaban el mar como peque?as luces de ne?n de colores, y arcos de piedra que daban a la isla una atm?sfera surrealista. Tras varios minutos de navegaci?n tranquila, llegamos a una peque?a hendidura que conduc?a a una cueva semioculta por la vegetaci?n. La entrada era baja y tuvimos que agacharnos para entrar. El interior estaba bastante oscuro y esa oscuridad me hac?a sentirme inc?moda. Odiaba los lugares oscuros y sin ventanas. Con una antorcha, mi madre ilumin? la caverna. Avanzamos y not? que el techo se iba elevando. Estaba cubierto de estalactitas transparentes de un tono azul. Parec?an formaciones de hielo, pero la temperatura era demasiado alta y el agua estaba tibia. «Mi viaje termina aqu?. Tendr?s que continuar por tu cuenta ahora», dijo mi madre, amarrando el barco junto a una escalera tallada en la piedra caliza, que continuaba bajo el agua por un lado y conduc?a a un t?nel iluminado por las mismas gemas que hab?a visto en las chimeneas. «Sube estas escaleras. En la parte inferior encontrar?s una puerta. ?brela y empieza a correr tan r?pido como puedas.» «?Por qu??», pregunt?. «Para evitar los rel?mpagos que tratar?n de impedirte continuar. Frente a ti habr? un prado que parece no tener fin, pero corre con la mirada siempre puesta en el ?nico ?rbol que veas a lo lejos. Debes llegar al c?rculo m?gico. S?lo all? estar?s a salvo.» 4 Cien pasos, hab?a dicho mi madre, pero cincuenta fueron suficientes para que me diera un ataque de claustrofobia. Cuanto m?s avanzaba, m?s me aplastaba y sofocaba la oscuridad. Las peque?as gemas azules incrustadas en las paredes irregulares me aliviaron un poco, pero las sombras que mi antorcha proyectaba en las paredes me hac?an sentir inquieta y ansiosa. Por no hablar del olor terroso y h?medo y del silencio sepulcral. Lo ?nico que pod?a o?r era mi propia respiraci?n agitada por el esfuerzo y el miedo. Sonaba casi asm?tica y mi vida inactiva me estaba dando la espalda, haciendo que el aire ardiera en mis pulmones ya contra?dos por la tensi?n. Rezaba para llegar cuanto antes a esa maldita puerta y salir de all?. Ten?a una necesidad espasm?dica de luz, cielo y aire fresco. Cuando llegu? al ?ltimo escal?n, estaba temblando, sudando y sin aliento. Ni siquiera me detuve a mirar el peque?o claro en el que se encontraba la salida. Lo ?nico que o? fue el crujido de mis zapatos en el suelo de piedra, mientras el d?bil y fino haz de luz de la linterna me mostraba un grueso pomo de plata envejecida que destacaba sobre la madera de ?bano de la puerta. Aliviada y agotada, me apresur? y extend? la mano, pero al posarla en el picaporte, algo negro se movi? hacia m?. Llegu? justo a tiempo para ver c?mo una serpiente negra con dos zafiros por ojos me mord?a la mu?eca. Sent? sus dientes penetrar en mi piel. Grit? de dolor y miedo. Debido a la conmoci?n, la antorcha se me escap? de la mano, pero de repente vi que se encend?an peque?os fuegos sobre las doce ?nforas de cer?mica que rodeaban la habitaci?n. Ese calor y esa luz me permitieron recuperar un m?nimo de lucidez. Revis? mi mu?eca derecha y encontr? dos agujeros azules que se un?an lentamente, creando una especie de tatuaje de serpiente azul. «?Qu? demonios?», iba a decir, pero entonces mi mirada se desvi? hacia la puerta y las palabras murieron en mi garganta. Frente a m?, decenas de serpientes negras de dos metros de largo se mov?an sinuosamente a lo largo de la puerta, hacia el exterior, arrastr?ndose unas sobre otras hasta separarse y desbloquear la puerta, que finalmente se abri?. Me acerqu? con cautela y not? que los animales se hab?an detenido y me miraban fijamente. Parec?an esculturas de madera, inm?viles y perfectamente talladas en ?bano. Intent? tocar una de ellas, reprimiendo un escalofr?o. Con asombro, comprob? que estaban duras como la piedra y sin vida. Sin embargo, el mordisco en la mu?eca me dec?a algo m?s, aunque me sent?a bien. Ya no sent?a dolor y una parte de m? me dec?a que no me estaba muriendo. Baj? lentamente la manivela y, finalmente, apareci? ante m? un enorme c?sped, bien cuidado y de un verde intenso. Por encima de ?l, todo el infierno se estaba desatando en el cielo. Mir? hacia arriba y vi el roble que hab?a visto desde el barco. Apuntando al ?rbol, part? a paso firme en esa direcci?n, pero de repente cay? un rayo a pocos metros. Record? las palabras de mi madre: «Empieza a correr tan r?pido como puedas», as? que obedec?. Nunca antes me hab?a dado cuenta de que no bastaba con leer decenas de libros sobre carrera y rendimiento f?sico para convertirse en una atleta. «Prometo que, si sobrevivo, me dedicar? al deporte», me dije, zigzagueando lo m?s r?pido que pude entre los rel?mpagos y los grupos de truenos de formas inquietantes. Me encontr? subiendo una peque?a colina, luego bajando de nuevo, y cuando mir? hacia abajo sobre el valle, not? una plaza de piedra en el centro. Un gigantesco bloque circular de labradorita azul de al menos doscientos metros de di?metro. Parec?a lisa, aunque los reflejos iridiscentes y multicolores le daban un efecto din?mico, como si fuera una plataforma en movimiento, que se balanceaba como la superficie del mar. Lo que m?s me fascin? fueron las grietas negras que formaban un c?rculo alrededor del per?metro y una estrella en el centro con las cinco puntas tocando el patr?n exterior. En el centro de esa plaza estaba Scarlett. Fue como si mi mirada atrajera la suya porque, de repente, corr?a hacia el l?mite y me llamaba en voz alta, dici?ndome que tuviera cuidado. Sab?a que no pod?a salir del c?rculo o ambas estar?amos muertas, as? que aceler? hasta estar directamente en sus brazos y ca?mos al suelo juntas. En cuanto nuestros cuerpos chocaron, una luz blanca brill? a trav?s de las grietas de labradorita y la tormenta ces?, dejando la isla en un silencio surrealista. «?Lo lograste!», grit? mi hermana, abraz?ndome con fuerza y rompiendo a llorar. «?Por fin te he encontrado!» «S?, estoy aqu?», susurr? suavemente, acariciando su pelo. «?No sabes lo que he pasado para llegar hasta aqu?!» «?Un mar tormentoso?» «?Peor!» «?Una r?faga de rayos decidida a matarte?» «?Peor!» «?Una escalera claustrof?bica e interminable?» «?Peor!» «?Oh, no! ?No hay nada peor que esa escalera infernal!» «?No dir?as eso si te hubiera mordido una serpiente!», solloz? a?n m?s fuerte, mostr?ndome el tatuaje azul de su mu?eca derecha, el mismo que el m?o. «Te equivocas», intent? consolarla mostr?ndole la misma marca en el brazo. Finalmente Scarlett se recompuso. «?Y no te has muerto de miedo?» «Me gustan los animales.» «Las serpientes no son animales.» «?Y qu? son?» «?Monstruos!» Finalmente la tensi?n de todo lo que hab?amos pasado desapareci? y nos echamos a re?r. No era as? como me hab?a imaginado empezar mi primera conversaci?n cara a cara con mi hermana, pero me trat? como si me conociera de toda la vida y me dej? llevar por su carisma y emoci?n. Nos sentamos en el centro de la plaza de piedra, una frente la otra. Scarlett me cogi? la mano y a partir de ese contacto se extendi? una luz blanca y azul que se uni? a la luz cada vez m?s intensa que proven?a de los dibujos grabados en la labradorita. La luz nos dio una sensaci?n de bienestar y paz que nunca antes hab?amos sentido y nuestra ropa empapada por la lluvia se sec? en segundos. «Somos iguales», susurr? mi hermana, jugando con un mech?n de mi pelo. Asent? con la cabeza. Lo que estaba viviendo era tan incre?ble que no encontraba las palabras para expresar lo que sent?a. Por suerte, Scarlett fue mucho m?s comunicativa que yo y enseguida comenz? un mon?logo sobre su vida. Me encant? su voz, que ten?a cadencias francesas, brit?nicas y neoyorquinas, pero sobre todo su timbre, tan parecido al m?o. Me habl? de sus viajes por el mundo, de nuestros or?genes franceses, de sus amigas Ryanna y Brenda, con las que pasaba todo su tiempo libre yendo de compras y al cine, de los tres chicos de los que estaba enamorada y de los que segu?a pendiente porque no se decid?a por uno, de su odio a la escuela y a los libros y de c?mo eso la llevaba a discutir casi todos los d?as con nuestra madre, que era profesora en la Universidad de Nueva York. Fue inevitable una peque?a pelea cuando le confes? que viv?a inmersa en los libros y que no ten?a amigos ni novios. «Nuestra madre dio a la hija equivocada», Scarlett resopl? de envidia cuando le habl? de mi madre, una pintora que me animaba a divertirme en lugar de enterrarme en las novelas. Finalmente, la conversaci?n pas? a temas m?s serios, como la muerte de mi abuela Cecile y su diario secreto. «Quiero que te lo quedes, para que le eches un vistazo.», dijo Scarlett, entreg?ndome un cuaderno arrugado de tapa dura forrado en tela azul. «Aqu? encontrar?s mucha informaci?n sobre nuestra familia. Termin? de leerlo anoche y me maldije por mi pereza en la lectura. Si hubiera le?do todo antes, habr?a evitado el riesgo de electrocutarme un par de veces. Al final del libro, se habla de la generaci?n Leclerc que atrae a los rayos. Dice que para comunicarse siempre es bueno incluir un trozo de electrocuci?n en tus cartas. Cog? un trozo mientras te esperaba. S?lo tienes que introducir un trocito en el sobre y puedes estar segura de que tu carta me llegar?», explic?, poniendo en mi mano una masa vidriosa blanca y gris de electrocuci?n. «Por si acaso, lleva siempre contigo un trozo. As? no te arriesgar?s a que te caiga un rayo o qui?n sabe qu? m?s es capaz de producir nuestra magia.» «Gracias.» Me hubiera gustado que nuestra charla continuara, pero el sonido de una concha marina nos despert?. «Es nuestra madre. Nos est? advirtiendo que nuestro tiempo juntas ha terminado.» «?Ya?», murmur?, angustiada. Ahora que hab?a conocido a mi hermana, no quer?a separarme de ella. «Prom?teme que me escribir?s y no me olvidar?s», me suplic? Scarlett, rompiendo a llorar y abraz?ndome con fuerza. «Te lo prometo.» Desgraciadamente, se produjo un segundo sonido de advertencia y Scarlett se alej?. «Yo ir? primera, para que puedas visitar la isla sin electrocutarte. Una vez que est? m?s all? de las pilas, el cielo se despejar? y podr?s descubrir tu patrimonio.» «?Mi patrimonio?» «S?. Esta isla tambi?n es tuya. El veneno de la serpiente era la clave para acceder. Ahora que la marca est? en nuestra mu?eca derecha, no habr? m?s problemas y podr?s llamar a la isla cuando quieras.», dijo, se?alando nuestros tatuajes. Nos abrazamos una vez m?s. Entonces Scarlett se fue y la luz que entraba por las grietas de la labradorita se apag?. Me qued? sola. Me tumb? en el suelo y observ? c?mo se despejaba el cielo. Curiosa y decidida a disfrutar de la isla que ahora tambi?n era m?a, comenc? a caminar por la pradera que cubr?a el promontorio. Aqu? y all? hab?a bancos de arena de los que surg?an rayos. Camin? durante mucho tiempo y cuando llegu? al roble del lado opuesto me qued? sin aliento. Fascinada por el grueso y robusto tronco, acarici? la corteza y observ? varios nombres grabados en ?l. No sab?a a qui?n pertenec?an, pero estaba segura de que eran todas las mujeres de mi familia que hab?an llegado all? antes que yo. Estaba a punto de dar la vuelta cuando vi la huella de una mano grabada en la madera. Puse la mano sobre el dibujo y, de repente, las ra?ces del ?rbol se levantaron y se separaron, dejando al descubierto un pozo en el centro. Alumbr? con mi linterna, pero estaba oscuro. Todo lo que pude ver fueron escalones que descend?an bajo tierra hasta el centro de la isla. Casi me dieron ganas de llorar ante la idea de acabar de nuevo en un lugar oscuro y sin ventanas. Entonces pens? en el t?nel que hab?a atravesado para llegar all? y que ahora tendr?a que volver a atravesar para regresar. Grit? de frustraci?n y miedo, lo que sab?a que me nublar?a la mente hasta que saliera de all?. En ese momento, o? el sonido de una trompeta y me di cuenta de que mi madre me estaba esperando. Empec? a correr y cuando llegu? a la puerta, respir? profundamente. Salud? a las serpientes que se arrastraban por la madera para sellar la entrada y me pareci? ver que me asent?an. Entonces empec? a contar de cien a uno, esperando llegar pronto al otro lado. Para cuando llegu? al barco estaba de nuevo agotada por la tensi?n y el sudor. «Por favor, dime que no fue una pesadilla para ti tambi?n, ser mordida por esa serpiente. Scarlett me rega?? e insult? todo el camino.» «No, tranquila», me limit? a decir, aunque en el fondo quer?a desahogarme sobre ese t?nel claustrof?bico. «Te habr?a dicho que para acceder a la isla ten?as que demostrar tus or?genes con una gota de sangre, pero s? el miedo que tiene Scarlett a las serpientes y no quer?a alertarte del riesgo de que metieras la pata.» «No me dan miedo las serpientes, s?lo los espacios cerrados y asfixiantes.» «Lo siento. Quien cre? esa escalera para acceder a la isla no deber?a haber tenido este problema.» «Parece que no.» «He o?do que eres la mejor de la clase», mi madre intent? cambiar de tema. «S?.» « ? Estoy muy orgullosa de ti! Ojal? Scarlett sintiera ni una d?cima parte del amor que t? sientes por el estudio y los libros.» «Y t?, en cambio, eres profesora en la Universidad de Nueva York.» «S?, me ofrecieron la c?tedra de historia el a?o pasado. Por eso vinimos a Estados Unidos.» « ? Enhorabuena! Esa universidad siempre ha sido mi primera opci?n cuando tengo que elegir una universidad para estudiar.», confes?. «Entonces, dentro de un a?o podr?as ser mi alumna.», exclam? mi madre con alegr?a, pero pronto se le borr? la sonrisa. En el puerto nos esperaban mis padres y los guardacostas. 5 Mientras mi madre arreglaba el barco y se enfrentaba a la ira de los guardacostas por navegar en un mar tormentoso, yo corr?a hacia mis padres. Al acercarme a ellos, vi los ojos rojos y llorosos de mi madre, la adoptiva, y se me rompi? el coraz?n. «?Hailey!», exclam? mi padre aliviado, con la voz rota por la emoci?n, mientras me abrazaba con fuerza a ?l. «Cuando nos dijeron que te hab?an visto salir en el barco, yo... nosotros... ?Oh, Dios! ?No quiero pensar en ello! Pensamos lo peor.» «Lo siento, pero te garantizo que estaba a salvo.», intent? consolarle, pero no pude. Mir? a mi madre, Helena, y me di cuenta de que no se hab?a acercado. Fue extra?o. Normalmente era ella la que daba los abrazos, pero se qued? paralizada a un par de metros de m? y no parec?a poder moverse. Hab?a algo en su mirada que me asust?, como si algo dentro de ella se hubiera roto. «Oye, no quer?a preocuparos. Lo siento.», repet?, acerc?ndome a ella. «?Estuviste con ella... con... con tu madre?», tartamude? con una voz llena de tristeza. «No… Yo… Esto…», ment?, sin saber qu? decir. Despu?s de lo que acababa de vivir, a?n no hab?a decidido c?mo afrontar esta nueva situaci?n. «No nos mientas. Lo sabemos», intervino mi padre con cautela. «?La conoces?» «No, pero conocimos... a tu hermana.» «? ?Qu??!», me alarm?. «Pensamos que eras t? y la detuvimos, pero no nos reconoci? y finalmente nos dijo que estabas en Babson Ledge con tu madre. Eso fue un golpe. ?Por qu? no nos dijiste nada?» «?D?nde est? ahora?», me asust?, agarrando la electrocuci?n en mi mano y mirando al cielo amenazante. «Se fue y nos prometi? que nunca ser? parte de su vida aqu? en Cape Ann. Lo siento... ?Las cosas no funcionaron entre vosotras?» «Bueno, yo... Mi vida est? aqu? y ella vive en Nueva York, as? que decidimos escribirnos algunas cartas de vez en cuando. Nada m?s.» «Scarlett Leclerc... eres t?, ?no?», incluyendo a mi madre a?n m?s molesta que antes. «S?, pero no tienes que preocuparte. Te tengo a ti. Vosotros sois mi familia...» «Ya no nos necesitas. Ahora has encontrado a tu verdadera madre y...», Helena intent? dec?rmelo, pero entonces rompi? a llorar y sent? que se me romp?a el coraz?n. «No soy su madre», intervino Sophie, detr?s de m?. «S?lo soy la mujer que la dio a luz. Vosotros sois su familia. La abandon? hace diecis?is a?os y nunca podr?a cambiar eso, aunque quisiera.» Mi madre Helena se qued? sin palabras y mir? durante mucho tiempo a mi otra madre Sophie. «S?lo te pido permiso para llamar a tu hija de vez en cuando para saber c?mo est?.», a?adi? t?midamente. «?Acabas de poner la vida de nuestra hija en peligro!», mi padre se enfad?, dej?ndome at?nita. Nunca se enfadaba. «Este no es el caso, pero entiendo tu punto de vista. Te pido que me perdones, pero mentir?a si te dijera que la pr?xima vez ser? diferente.» «? No habr? pr?xima vez!» «Hablaremos de ello en el pr?ximo cumplea?os de Hailey y Scarlett, dentro de un a?o.», negoci? Sophie, calmando los ?nimos. Luego se volvi? hacia m? y me dedic? una amplia sonrisa. «Estoy orgullosa de la persona en la que te has convertido y, por primera vez, no he odiado esa parte de m? que me niego a aceptar desde que nac?.» Sab?a que se refer?a a la magia y asent? con la cabeza. No me atrev? a abrazarla delante de mi madre adoptiva y ella lo entendi?. Antes de bajar del barco le hab?a dado mi n?mero de m?vil y sab?a que pronto estar?amos en contacto. Eso era todo lo que necesitaba. Sophie gir? sobre sus talones y se fue. Al quedarme sola, corr? a abrazar a mi madre, Helena. «?C?mo podr?a elegir a otra madre cuando la m?a es tan pesada y siempre huele a pinturas t?xicas?», le rest? importancia. «?Es esto realmente lo que quieres?», me pregunt? con l?grimas en los ojos. «Ten?a siete a?os cuando jur? que siempre ser?ais mi ?nica familia. No tengo intenci?n de romper esa promesa, aunque ahora s? que tengo una hermana y una madre biol?gica. Quiero estar con vosotros. Con ellas bastar?n algunas llamadas telef?nicas y cartas de vez en cuando, pero nada m?s.» «?Est?s realmente segura?» En realidad no, pero si quisiera seguir viviendo sin electrocutarme, s?. «S?.» 6 Hab?an pasado dos a?os desde aquel primer encuentro con mi hermana. Dos a?os de altibajos. Dos a?os en los que hab?a formado un v?nculo maravilloso con mi madre Sophie, con la que ten?a un feeling ?nico, y en los que hab?a jugado al tira y afloja con Scarlett, que era mi ant?tesis. Tan iguales en apariencia como diferentes en car?cter. Sin embargo, hab?amos hecho un esfuerzo por parecernos m?s la una a la otra, intercambiando tareas o lo que nos gustaba. Por lo tanto, Scarlett hab?a empezado a leer algunas novelas y a dedicar al menos una hora a sus deberes todos los d?as. Nuestra madre afirmaba que s?lo gracias a m? mi hermana pudo graduarse en el instituto, ya que no estaba muy comprometida. Adem?s, la hab?an aceptado en varias universidades, incluida la Universidad de Nueva York, que rechaz? para que yo ocupara su lugar, ya que no pod?amos permanecer juntas en la misma ciudad sin desencadenar tormentas y violentos truenos. En cuanto a m?, tuve que seguir las instrucciones de mi hermana y su vadem?cum para encontrar un novio. Con sus consejos hab?a conseguido mejorar mi aspecto y mis relaciones sociales. En el cine tambi?n me hab?a besado por primera vez un chico australiano que se fue dos d?as despu?s para volver a Sydney. Estaba encantada, pero entonces lleg? la carta de Scarlett dici?ndome que no pod?a graduarme sin tener sexo al menos una vez. Nunca respond? a sus provocaciones de ese tipo, como tampoco me permit? criticar su promiscua y demasiado variada vida sexual. Recib?a una carta suya una vez al mes y cada vez me hablaba de alg?n tipo nuevo. A veces m?s de uno, y para entonces ya hab?a perdido la cuenta. Todo hab?a sido siempre estupendo, y cuando cumplimos diecisiete a?os y nos reencontramos en la isla de Leclerc, fue a?n mejor. Hab?amos pasado tres horas hablando, riendo y leyendo juntas el diario de nuestra abuela, y finalmente me hab?a dejado antes de volver a Nueva York. Ese fue mi ?ltimo recuerdo feliz. Entonces todo se hab?a desmoronado. Acababa de terminar el instituto y ya estaba haciendo las maletas para ir a la Universidad de Nueva York, cumpliendo mi sue?o y teniendo por fin la oportunidad de estar cerca de Sophie (no la llamaba mam? ), cuando mi padre sufri? un infarto. Nunca olvidar? ese d?a. Est?bamos en la librer?a. Est?bamos hablando de la universidad y de mi elecci?n de literatura, cuando de repente mi padre se llev? la mano al pecho y poco despu?s se desplom?, arrastrando una pila de libros. No sabr?a decirte de d?nde saqu? la lucidez para llamar a una ambulancia y a mi madre. Todo lo que recordaba era llorar, gritar, suplicar a mi padre que se despertara, que me contestara, que no me dejara sola. Estaba desesperada y la repentina tormenta que se hab?a desatado me hab?a dado un extra?o consuelo. Incluso el hormigueo el?ctrico de mis manos me hab?a ayudado, hasta el punto de que cuando puse las manos en el pecho de mi padre, por un momento tuve la sensaci?n de que ten?a el poder de reiniciar su coraz?n. Nunca investigu? lo que hab?a podido hacer y si lo que hab?a sentido era real o irreal, pero escuchar a los m?dicos decirme que mi padre estaba a salvo fue suficiente para superar mi miedo a perderlo. Sin embargo, nada era tan sencillo como eso. La vuelta a la normalidad tard? m?s de lo necesario. Mi padre estaba d?bil y no hab?a que alterarlo, as? que tom? una decisi?n: dejar la universidad y tomar las riendas de la librer?a en su lugar. Nunca dej? que el dolor mostrara a mis padres lo mucho que me hab?a costado. S?lo Sophie y Scarlett sab?an el dolor que sent?a. Sophie incluso se hab?a ofrecido a ayudarme econ?micamente. Al parecer, nuestra familia era rica y, como heredera, ten?a derecho a utilizar la cuenta bancaria de Leclerc para hacer lo que quisiera, pero me negu?. A cambio, Scarlett decidi? ocupar mi plaza en la Universidad de Nueva York pero inscribi?ndose en econom?a, renunciando a su a?o sab?tico, para alivio de nuestra madre. 7 Estaba colocando los ?ltimos libros en las estanter?as cuando escuch? un fuerte trueno que sacudi? el aire a mi alrededor, desatando una poderosa y el?ctrica vibraci?n que se dispar? por todo mi cuerpo. Lo hab?a escuchado varias veces en mi vida, pero siempre ocurr?a cuando Scarlett estaba en la ciudad. «?Imposible!», exclam?. Me hab?a reunido con mi hermana apenas un mes antes, justo antes de comenzar su segundo a?o en la universidad, que iba a dedicar a ponerse al d?a con todos los ex?menes que hab?a perdido o suspendido en el primer a?o. Hab?a hablado a menudo con Sophie sobre su falta de compromiso con los estudios, pero no hab?amos conseguido que cambiara su escala de prioridades, que consist?a en: 1. divertirse y salir de fiesta 2. salir de compras con sus amigas Ryanna y Brenda 3. sexo, sexo y m?s sexo 4. viajes por carretera 5. sesiones en la esteticista 6. estudiar Lo sab?a todo sobre los dos primeros, porque las cartas de Scarlett eran a menudo una lista de cosas que hab?a comprado y lugares donde se hab?a emborrachado mucho. Incluso hab?a intentado enviarme algunas fotos, incluso de sus amigos, pero cada vez s?lo encontraba un mont?n de cenizas. Ni siquiera la electrocuci?n que pusimos en los sobres evit? que los rayos salieran en las fotograf?as. Mis invitaciones a leer algunos buenos libros no hab?an servido de nada. Cada vez me respond?a que evitaba las librer?as como la peste. Aquella frase me dol?a siempre, ya que era la due?a de una librer?a, pero me di cuenta de que Scarlett no era tan sensible como yo y su falta de tacto no se deb?a a la maldad, sino a su forma de vida despreocupada, siempre el centro de atenci?n, sin remordimientos ni responsabilidades. Sin embargo, ella tambi?n comprend?a lo mucho que me molestaban sus fugaces historias de amor, que chocaban con las incre?bles que le?a en mis novelas favoritas, especialmente las de Coraline Leighton, mi autora favorita. Por lo tanto, decidimos que yo no la molestar?a m?s con mis libros y ella no me molestar?a con sus novios. As? que el resto de su escala de prioridades era un misterio para m?. Si yo hubiera estado en su lugar, mis prioridades habr?an sido: 1. estudiar 2. leer 3. seminarios de mis escritores favoritos 4. compras en la librer?a o d?as de biblioteca 5. ser voluntaria y/o hacer un trabajo a tiempo parcial para pagar mis gastos 6. visitar Nueva York Un poco diferente, ?eh? Incluso los regalos que intercambi?bamos por correo en Navidad eran diferentes. Empec? con libros, pero luego me di cuenta de que prefer?a algo m?s personal, as? que pas? a enviarle sets de perfumes y cremas, que le gustaron mucho m?s. Fue entonces cuando me di cuenta de lo rica que era cuando me regal? un colgante de oro con un zafiro en forma de l?grima y unos pendientes que lo acompa?aban. Mis padres no se tomaron bien estos regalos, y para no hacerles da?o, ya que nunca me hab?an regalado cosas tan caras, nunca me las pon?a, salvo cuando iba a la isla de Leclerc. Otro fuerte trueno me despert? de mis pensamientos. Pronto cerrar?a la tienda para la hora del almuerzo. Mientras tanto, llam? a Sophie. «?Hailey, cari?o! Me alegro de saber de ti.», respondi? mi madre con alegr?a. «Hola, perdona que te moleste, pero quer?a preguntarte si Scarlett est? contigo.» «No, creo que est? en clase. ?Por qu??» «No s?... Hay una fuerte tormenta y ten?a la sensaci?n de que Scarlett estaba aqu? en Cape Ann.» «No me ha dicho nada.» «?As? que no pas? nada? Ya sabes, ten?a miedo de que hubiera pasado algo. Nunca nos hemos visto tan cerca de la ?ltima vez.» «No lo s?. Tuvimos una discusi?n, pero nada serio.» «?De verdad?» «S?. No te preocupes», respondi? tensa, dando a entender que deb?a de ser una pelea real de la que no quer?a que me enterara. Sab?a que nuestra madre sol?a culpar a Scarlett por su falta de compromiso con los estudios y por las noches que pasaba de fiesta. «Vale, es s?lo una tormenta y me he puesto nerviosa.», me rend?. Sin embargo, cuando la llamada termin?, la sensaci?n de tener a Scarlett a pocas millas de distancia aument?, as? que una hora m?s tarde ya estaba en una peque?a embarcaci?n a motor prestada, en direcci?n a Babson Ledge. Hab?a le?do el diario de mi abuela y sab?a que, una vez obtenido el tatuaje de reconocimiento de la isla de Leclerc, era posible llamarla en cualquier momento. Sin embargo, nunca lo hab?a intentado. Tal y como se describe en el cuaderno, trat? de imaginar el promontorio, los acantilados, la costa alta y escarpada, el c?rculo m?gico de labradorita en medio de una inmensa pradera, el roble que dominaba todo el mar desde arriba... A pesar del mar agitado y de los rel?mpagos que me persegu?an, trat? de mantener la concentraci?n y, al cabo de un par de minutos, incluso antes de llegar a Babson Ledge, tuve que girar bruscamente a la izquierda para evitar una pila cubierta de gemas azules que brillaban e iluminaban el agua. “ ?He llegado!”, comprend? felizmente, pregunt?ndome c?mo lo hab?a hecho. El mar se calm? de repente y el barco se desliz? suavemente sobre las olas hasta la cueva. Con alivio me di cuenta de que hab?a un segundo barco amarrado cerca de la escalera. No me hab?a equivocado. Mi hermana me estaba buscando de verdad. Maldiciendo uno a uno aquellos claustrof?bicos pelda?os, llegu? a la cima, salud? a las serpientes que me devolvieron el saludo (hab?a dejado de preguntarme si estaban vivas o eran esculturas de madera) y abr? la puerta de ?bano. Respir? profundamente dos veces y me lanc? entre los rayos, con m?s confianza y despreocupaci?n que la ?ltima vez. Correr tres d?as a la semana me ha ayudado a mejorar y a ser m?s r?pida. Llegu? al c?rculo m?gico y, al pasar por ?l, los dise?os del c?rculo y la estrella de su interior se iluminaron, poniendo fin a la tormenta. «Pero, ?cu?nto tiempo te ha llevado?», Scarlett apareci? de repente, viniendo hacia m?. «No sab?a que estabas aqu?», me justifiqu?. «Toc, toc, ?hay alguien ah??», dijo, golpeando mi frente. «?Qu? tengo que hacer para llamar tu atenci?n? ?Desatar el apocalipsis?» «Oye, lo siento. Estaba trabajando. ?Por qu? no se lo dijiste a Sophie? Me dijo que no sab?a nada, y...» «??Llamaste a mam??! ??Est?s loca?! ?He pasado por el aro para salir de su vista y conseguir que el coche venga hasta aqu?!» «No lo sab?a. ?No pod?as enviarme un mensaje?» «?No he tenido tiempo, hermana! Resulta que he descubierto que hay una forma de utilizar la magia como queremos y que nos permitir? estar juntas sin correr el riesgo de electrocutarnos.» «?En serio?», me emocion?. Me hubiera gustado quedarme con mi hermana y mis padres adoptivos. A menudo me preguntaban por qu? Scarlett nunca hab?a querido quedarse con nosotros un fin de semana o pasar las vacaciones juntos. Para ellos era absurdo que mi hermana no estuviera nunca conmigo, salvo unas horas una o dos veces al a?o y siempre sola. No lo entendieron y no pude explicar el motivo de esta decisi?n. «?S?! Ahora mis poderes crecen cada vez m?s, pero no puedo controlarlos como quisiera.» «?Qu? poderes?» «Estos», dijo, levantando una mano al cielo y atrapando un rayo. «?Oh, Dios m?o!», grit? conmocionada, temiendo que se quemara, pero la mano de Scarlett permaneci? intacta a pesar de estar rodeada de filamentos el?ctricos azules que se mov?an sin control. Pero entonces, de repente, algo se le escap? de la mano y se estrell? contra la hierba ennegrecida a veinte metros de distancia. « ? All?, mira! ?Eso es lo que no soporto! ?A ti tambi?n te pasa?» «No lo s?, nunca lo he intentado. En el diario de nuestra abuela estaba escrito que los poderes m?gicos pueden ser peligrosos y no deben usarse s?lo por probar», le record?. «?Eres tan aburrida como la abuela y mam?!», se puso nerviosa, concentr?ndose en una escultura de un rayo no muy lejos del c?rculo. Observ? con miedo, y cuando la piedra explot? disparando trozos por todas partes, grit? de miedo. Uno de los trozos vol? alto en el cielo y golpe? a una gaviota, que se precipit? al mar. «?Scarlett, basta!», me asust?. «No quer?a matar a ese p?jaro, ?pero ya ves que los poderes que tenemos son incre?bles! Hace un tiempo, activ? la alarma de incendios durante una clase y fue una locura.» «??Est?s loca?!», me agit?. «Una de las principales reglas de la magia es no utilizarla nunca fuera del c?rculo m?gico o del hogar. Esto est? escrito varias veces en el cuaderno de la abuela.» «?Por casualidad has memorizado todo el diario?» «S?, ya que la familia Leclerc lleva siglos eludiendo a los Guardianes por miedo a ser encarcelados o algo peor.» «Bueno, ?te aseguro que nadie se dio cuenta!» «?Est? segura?» «?Claro!» «?Y c?mo se puede saber? ?Conoces a alg?n guardi?n? ?Sabes c?mo son?» «No, pero la magia de nuestra familia es lo suficientemente poderosa como para sentir su presencia.» «La abuela nunca escribi? algo as?. Ella misma admite que no sabe nada de ellos porque s?lo unos pocos elegidos tienen la capacidad de reconocerlos.» «La abuela era una violonchelista francesa con mucho talento, pero nada m?s. En todos sus a?os, nunca la he visto usar sus poderes. S? que cuando era ni?a prendi? fuego a un gallinero y, desde entonces, nunca ha utilizado la magia y s?lo ha ido una vez a la isla para ense??rsela a nuestra madre.» «Lo siento.» «No lo s?. ?l es la raz?n por la que no conseguimos el Libro del C?rculo M?gico. Tiene todo lo que necesitamos para romper esta maldici?n de las gemelas. Recuerdo que hace a?os, nuestra madre me habl? de ese libro y de c?mo estaba enterrado con los esp?ritus de nuestros antepasados. ?Quiero encontrarlo!» «?D?nde?» «En Nantes, Francia, est? el cementerio de Leclerc. Casi todos nuestros antepasados est?n enterrados all?. ?Estoy segura de que ah? est? el libro!» «?Y c?mo vas a llegar a Francia?» «En avi?n, tonta. Gracias a estos», me explic?, mostr?ndome tres grandes zafiros que guardaba en su bolsillo. «?De d?nde los has sacado?» «De las pilas alrededor de la isla. Son zafiros reales y valen mucho. Los vender? a un joyero y me ir? a Francia con el dinero. Ya he reservado mi vuelo para esta noche.» «?Qu? tiene que ver eso conmigo? ?Quieres que vaya a Francia contigo?» «?Sabes que no podemos! Te necesito en Nueva York. » «??A Nueva York?! ?No puedo ir! La librer?a... » «S?lo ser? por una semana, vamos.» «?Y qu? har? en Nueva York?» «Me sustituir?s.» «??Qu??! ?Est?s loca!» «Mira, tuve una pelea con nuestra madre por este libro. Me ha prohibido ir a buscarlo y ha estado encima de m? en la universidad. Como es una de las profesoras, me vigila y la encuentro en todas partes. Somos id?nticas . Si te haces cargo durante una semana, ella nunca lo sabr?. Por favor.» «Tu plan es malo, y si nuestra madre insiste tanto en dejar estar ese libro, debe haber una raz?n, ?no?» «No me importa. ?Tengo derecho a decidir mi propia vida!» «Tal vez s?lo quiere protegerte.» «?O m?s bien mantenerme en la oscuridad para que no me vuelva m?s poderosa que ella!» «No lo creo. Scarlett, Sophie te quiere.» «Pero te prefiere a ti antes que a m?.» «No es verdad.» «Eso no lo sabes. Soy yo quien habla con ella todos los d?as, no t?.» «S?lo est? preocupada porque sigues salt?ndote las clases y...» «Me aburro, ?vale?» «Vale», estuve de acuerdo. Scarlett estaba definitivamente enfadada y no quer?a pelear con ella. «Estas son las llaves del coche que aparqu? en el aparcamiento del Burger King . Ya he introducido mis rutas en el sistema de navegaci?n, as? que lo ?nico que tienes que hacer es pisar el acelerador...», dijo, entreg?ndome el mando a distancia de un BMW. «En el asiento encontrar?s una carpeta y un pase para entrar en mi habitaci?n. Est?s de suerte. Como hija de una profesora de la Universidad de Nueva York, me dieron una habitaci?n individual, as? que no tendr?s que compartirla con nadie. Adem?s, te he dejado un mapa de la universidad y mi horario de clases. Por favor, s?guelos todos y toma apuntes si puedes. Est?s libre ma?ana por la ma?ana, pero...» «??Ma?ana por la ma?ana?!» «S?, tendr?s que irte esta tarde», afirm? Scarlett con firmeza. «Pero mis padres...» «Lo tengo todo resuelto. Diles que te vas de acampada con tu novio.» «No tengo novio.» «Entonces, ?con amigos?» «Lo i ntentar?», murmur? pensativa. No ten?a ninguna amiga lo suficientemente cercana como para ir de viaje; la ?nica con la que charlaba todos los d?as era Patty, de la panader?a y la cafeter?a que hab?a frente a la librer?a. Era un a?o mayor que yo y siempre fue amable y simp?tica. Sin embargo, no pod?a decir que iba con ella, ya que esa chica trabajaba all? casi todos los d?as. «?Perfecto! Por desgracia, ya es tarde y en una hora tengo el autob?s a Boston, desde donde tomar? el vuelo a Par?s.», exclam? felizmente, desnud?ndose. «?Qu? est?s haciendo?» «No estar?s pensando en ir a Nueva York con esos trapos, ?verdad? Recuerda, cuando llegues all?, ?t? eres yo y yo soy Scarlett Leclerc!» «?Y qu??» «La famosa e inalcanzable Scarlett Leclerc», repiti? mi hermana con ?nfasis, afirmando cada palabra. «Yo... no puedo hacer esto... no s? nada de ti y...» «Soy parte de la ?lite.» «?Qu? ?lite?» «Lo descubrir?s. Lo importante es que siempre te vistas bien y te juntes con los de mi grupo, especialmente con Ryanna y Brenda. Son mis mejores amigas y significan el mundo para m?. As? que aseg?rate de no meter la pata y arruinar nuestra amistad o mi vida.» «?No se enterar?n de que soy tu hermana?» «Nadie sabe de tu existencia», me revel? con ligereza, mientras sent?a que un cuchillo me apu?alaba en el coraz?n. Yo le hab?a dicho a todo el mundo que hab?a descubierto que ten?a una hermana gemela. Estaba convencida de que ella tambi?n lo hab?a hecho, de que estaba orgullosa de m?... de nosotras. En ese momento, mientras me entregaba su ropa de dise?o, me di cuenta de que hab?a un abismo entre nosotraos. Un abismo del que nunca fui realmente consciente. «De todos modos, tengo un regalo para ti», me dijo en un momento dado, mientras llevaba sus pantalones ajustados y unos zapatos con un tac?n tan vertiginoso que tem?a caer al suelo. «Scarlett, no s? si puedo hacer esto.» «?Est?s segura?», me pregunt? en tono divertido, entreg?ndome un folleto. «?O has cambiado de opini?n?» Le? el peri?dico y ahogu? un grito. Al d?a siguiente hab?a un seminario en la Facultad de Letras, y la ponente era Coraline Leighton, mi escritora favorita. Siempre hab?a sido mi sue?o conocer a Coraline Leighton. Ten?a todos sus libros y hab?a seguido sus entrevistas, e incluso me hab?a apuntado a un curso de escritura creativa online que inclu?a una conferencia grabada por ella. «Esto es un golpe bajo.» «Me gusta ganar f?cil, ?y qu??», se ri? triunfante. «Vale, pero s?lo una semana.» «S?, tambi?n te dejar? mi tel?fono m?vil. En el interior encontrar?s v?deos y fotos que pueden ayudarte.» «?Y el m?o? ?Puedo qued?rmelo?» «En realidad, pens? que podr?as d?rmelo hasta que comprara uno nuevo. No he tenido tiempo y ya voy muy retrasada.», dijo, arrebat?ndome literalmente el tel?fono de la mano. «Vale», murmur? con desgana y preocupaci?n. «Pero prom?teme que siempre contestar?s a mis padres cuando te llamen y ser?s amable con ellos.» «Te lo prometo. Tengo que irme ya», se inquiet? mientras miraba la hora. Entonces se acerc? a m? y me tom? por los hombros con firmeza. «Poner mi vida en tus manos me est? costando mucho esfuerzo, as? que no me falles.» «Prometo que seguir? las clases y tomar? apuntes por ti.», intent? tranquilizarla, pero su mueca me hizo ver que no era su primer pensamiento. «Tres reglas, Hailey», dijo, saliendo del c?rculo y gritando ante los truenos cada vez m?s fuertes. «No le digas a nadie qui?n eres. Especialmente a mam?. Que no te echen de la ?lite y no te acuestes con mi chico.» «?Qu? chico?», grit?, pero ya estaba lejos y no pod?a salir del c?rculo hasta que ella estuviera fuera de la isla si no quer?a matarnos a las dos. Frustrada y asustada por lo que acababa de acordar, busqu? el tel?fono de Scarlett, pero las interferencias hicieron que la pantalla parpadeara. Preocupada por la posibilidad de romperlo como hab?a hecho con los m?os en el pasado, me lo guard? en el bolsillo y, tras varios minutos, sal? del c?rculo. Por desgracia, apenas di un paso y me ca? al suelo. Realmente ten?a que aprender a caminar con tacones si no quer?a arruinar el plan de Scarlett en un d?a. 8 «?D?nde has estado?», me pregunt? mi padre, levantando la vista del peri?dico. Jade? asustada porque no me hab?a percatado de su presencia. «He comido fuera», ment? mientras cog?a un pl?tano de la cesta de la fruta. Ten?a mucha hambre, ya que me hab?a quedado en la isla hasta tarde. «?Con tu hermana?» «?Qu?? No... S?... No fue as? en absoluto.», dije con verg?enza. «?C?mo lo sabes?» «Supongo que ella te dio esa ropa.», respondi?, cuadr?ndome de pies a cabeza. «S?», admit?. Al fin y al cabo, ?cu?ndo me hab?a visto mi padre con tacones o con unos vaqueros tan ajustados que me hac?an sentir desnuda? Por no hablar del escote de la camisa y el blazer de Versace que nunca podr?a comprar. «Y supongo que ya ha empezado.» «S?, aunque me pregunt? si pod?a unirme a ella en Nueva York durante una semana.» Sab?a que Scarlett me hab?a pedido que mintiera, pero no pod?a mentir a mi padre. «?Cu?ndo?» «Hoy.» La mirada de asombro de mi padre hizo que dejara de respirar. «?Y la librer?a?» «Yo... Yo...», literalmente entr? en barrena. La biblioteca se hab?a convertido en mi responsabilidad, mi legado, y mi padre contaba conmigo. Me sent? mal por irme sin tener en cuenta mis obligaciones. «Yo me encargo de la librer?a. T? vete.» «No tienes que cansarte», me agit?. «Estoy mejor, Hailey. Llevo un mes dici?ndote que puedo volver a la librer?a, pero ahora te has vuelto tan ansiosa y sofocante como tu madre.» «S?lo tratamos de protegerte.» «Lo s?, y te lo agradezco, pero es hora de que vuelva al trabajo. Creo que este viaje es justo lo que necesitaba para deshacerme de ti y sacarte de mi estanter?a.», se ri? con ganas. «?De verdad? ?Realmente est?s preparado para esto?» « S ?. Hailey, ya has renunciado a la universidad. No quiero que sacrifiques tu vida por m?.» «Sabes que har?a cualquier cosa por ti.» « S?, mi peque?a. Pero ahora tienes que empezar a decidir sobre tu futuro.» «De acuerdo», me rend?, a pesar de que esa parte de la ansiedad no ten?a intenci?n de irse. «M?s bien, no creo que tu madre se lo tome tan bien. Es muy susceptible cuando se trata de tu hermana o...» «De la que me dio a luz», termin? la frase por ?l. «?De qu? est?is hablando?», mi madre estall?, provocando el p?nico. Mir? a Helena. Ten?a los labios apretados y la cara tensa. Me di cuenta de que ya hab?a escuchado la conversaci?n. «Scarlett me pregunt? si pod?a quedarme con ella una semana en Nueva York.», murmur? en voz baja, como si confesara un crimen. «Haz lo que quieras», respondi? agriamente, colocando la bolsa de la compra sobre la mesa de la cocina con demasiada violencia. «Sab?a que este momento llegar?a tarde o temprano.» «?No os estoy abandonando! Vosotros sois mi familia.» Mi madre no respondi?. «Es s?lo una semana», lo intent? de nuevo, pero el silencio continu? mientras guard?bamos la compra. «Ya eres mayor de edad. Puedes hacer lo que quieras.» «No, si existe el riesgo de que cuando vuelva ya no me acojas como una hija», exclam? dolida. «?Esto nunca suceder?!», se apresur? a decirme mi madre, acerc?ndose a abrazarme. «?Me lo prometes?» «Por supuesto, cari?o. Lo siento si te he hecho pensar eso. Es que estoy celosa y me sigue costando compartirte con otra madre.» «Soy yo quien se disculpa por haberte molestado. Nunca imagin? que un d?a me encontrar?a con mi familia biol?gica y os causar?a tanto dolor.» «No es culpa tuya.» Esa tarde cog? lo esencial, ya que las instrucciones de mi hermana me prohib?an llevar mi propia ropa, y me fui. S?lo me llev? tres de mis novelas favoritas de Coraline Leighton para que me las firmaran despu?s del seminario. Con el tr?fico tard? cinco horas en llegar. No era f?cil moverse por las ajetreadas y bulliciosas calles de Nueva York, tan diferentes de las de Cape Ann, donde el ritmo de vida segu?a siendo tranquilo y conectado con la naturaleza. Sin embargo, me fascin? esta ciudad ecl?ctica. Cuando llegu? al campus, me sorprendi? encontrarme en el coraz?n de Nueva York. Era como entrar en una peque?a ciudad dentro de la Ciudad. ?Incre?ble! Con el sistema de navegaci?n ajustado, llegu? a un edificio moderno con las paredes cubiertas de grafitis. Aparqu? y entr? en el edificio. Revis? el archivo que Scarlett hab?a dejado para m?. "Segundo piso. Habitaci?n 1A", le?. Con mi precioso equipaje, entr?. Me qued? sin palabras en cuanto me encontr? en una enorme sala llena de sof?s de colores de diferentes formas, mesas rebosantes de libros y apuntes, j?venes estudiando, viendo una pel?cula, charlando, debatiendo.... Son grupos tan diferentes, pero que juntos llenan mi coraz?n de ilusi?n, de vida, de ganas de hacer... Era la misma sensaci?n de la que Sophie me hab?a hablado a menudo y que yo hab?a so?ado con experimentar alg?n d?a. «?Scarlett! Hola, te he tra?do tu caf? favorito. Sin az?car y con sabor a canela», una chica, con las mejillas sonrojadas por la timidez, me entreg? un vaso con gestos de veneraci?n. «Gracias», me limit? a decir, tomando mi caf? aunque sab?a que nunca lo beber?a. Odiaba el caf?. «Muy amable», a?ad? con una amplia sonrisa que dej? a la joven at?nita, tanto que tem? que estuviera a punto de desmayarse. Sin decir nada m?s, me desped? con la cabeza y continu? hacia el segundo piso. No tom? el ascensor, ya que mi claustrofobia no hab?a disminuido con los a?os. Con facilidad llegu? a la habitaci?n correcta. Cog? el pase y abr? la puerta. «?Oh, Dios m?o!», exclam? sorprendida, entrando t?midamente. La habitaci?n no era muy grande, pero estaba tan desordenada que no pod?a saber d?nde estaba. La cama estaba cubierta de tela de felpa rosa, pero hab?a ropa apilada en el cabecero. El escritorio blanco, que deb?a servir para estudiar, se hab?a convertido en un tocador. En lugar de un portaplumas, hab?a cajas y estuches dorados llenos de l?pices de ojos, esmaltes de u?as y barras de labios. Lo que me llam? la atenci?n en particular fue que algunos de los maquillajes estaban marcados con n?meros del 1 al 7. Enseguida supe que ese era mi tutorial: el pintalabios rojo sangre deb?a llevarse con el l?piz de ojos negro, el pintalabios melocot?n con el l?piz de ojos beige y as? sucesivamente. Los libros estaban dispuestos en una pila inestable a los pies de la mesa, mezclados con una cantidad indescriptible de zapatos muy caros y tacones altos. Frente al escritorio apoyado en la pared hab?a un espejo con fotos de ella y de sus amigas, Ryanna y Brenda, pegadas en ?l. En cuanto los mir?, o? el primer trueno. Me alej? r?pidamente. Me adentr? en la habitaci?n y me fij? en el desbordante armario abierto. Tambi?n hab?a ropa marcada con n?meros y otras inscripciones que distingu?an las que se usaban en clase, con los amigos o en las fiestas. Estaba a punto de coger un top de lentejuelas, pregunt?ndome si alguna vez tendr?a el valor de pon?rmelo, cuando sent? un brazo alrededor de mi cintura. Grit? y, asustada, dej? caer mi bolsa y mi caf?. Intent? luchar pero no pude y cuando me empujaron hacia la cama, me ca? estrepitosamente debido a los altos tacones que me hicieron perder el equilibrio. Me di la vuelta y vi a un chico rubio de ojos verdes saltando literalmente sobre m?. «C?mo te he echado de menos, cari?o», dijo, apret?ndome contra el colch?n, bes?ndome con fiereza y meti?ndome la lengua en la boca. Quer?a gritar. No s?lo me sent? acosada sexualmente, sino que ese chico acababa de robarme mi primer beso real que hab?a atesorado por amor verdadero. «Me vuelves loco, ?lo sabes? No puedo alejarme de ti», susurr?, bes?ndome y chup?ndome el cuello, mientras sus manos corr?an febriles bajo mi ropa. ?Qu? hab?a dicho mi hermana? ?No te acuestes con mi novio? ?Llevo menos de un minuto aqu? y ya estoy empezando a romper sus reglas? ?No, no, no! Empuj? al chico para que se alejara, pero en respuesta se ech? a re?r. «?Me encanta cuando te haces la valiosa!», se ri?, volviendo a besarme. «Lo siento, pero estoy ocupada ahora mismo y no puedo», murmur? angustiada. ?C?mo podr?a rechazar las insinuaciones de un novio cachondo sin ofenderle o sin parecer "poco Scarlett"? «Pero te quiero», se enfad?. «Yo tambi?n», respond? con un ligero tono de interrogaci?n. «S?lo lo dices para librarte de m?.» «No es lo que piensas. Es que no estoy bien y...» «?Me est?s mintiendo?», se ofendi?. «Ha sido un d?a duro», volv? a intentarlo, pero su mirada sombr?a s?lo me indic? que segu?a haciendo una estrategia equivocada. «Disfrutar te relaja», me record?, poniendo su mano en mi ingle. «Hoy no», jade?, apartando su mano. «Si es por ?ltima vez, yo...», trat? de entender, volviendo a besar mi cuello y mi pecho. ?Que alguien me ayude! «?Scarlett!» La voz severa de mi madre me dej? sin palabras. El chico tambi?n se apresur? a salir de mi cama. «Profesora Leclerc», la salud? inc?modo. «Stiles, necesito hablar con mi hija.» «S?, ahora mismo... me voy», se quej?, asintiendo r?pidamente con la cabeza y saliendo a toda prisa. Por lo visto, mi madre, la natural, era una t?a dura que intimidaba a sus alumnos. Ahogu? una risita divertida y me puse de pie. «Hola… mam?», la salud? como Scarlett. Ten?a que recordar que Sophie era mi mam? ahora. «?Es tan dif?cil ordenar esta habitaci?n de vez en cuando?», resopl? inmediatamente con irritaci?n, mirando a su alrededor. Me puse r?gida al instante. No estaba acostumbrada a que Sophie me hablara as?. Normalmente era muy dulce y amable por tel?fono. Pero ten?a raz?n, y en ese momento me avergonzaba estar en el lugar de Scarlett. «Hoy pondr? todo en su sitio.» «S?, siempre dices eso pero luego... Da igual, no estoy aqu? por eso.» «Si se trata de Stiles, yo...» «No quiero saber qu? haces con ese chico. Cre?a que hab?ais roto hace meses, pero hace tiempo que dej? de entenderte. Lo ?nico que no puedo superar es que pisotees los sentimientos de los que te quieren, burl?ndote de ellos.» Por desgracia, no sab?a a qu? se refer?a, ya que Scarlett se hab?a marchado sin dejarme mucha informaci?n sobre ella y su tel?fono m?vil parpadeaba y graznaba cada vez que lo tocaba. «?Necesitas algo?», le pregunt?, tratando de cambiar de tema. «S?. Estoy preocupada. Me temo que algo le ha pasado a Hailey.» «?Por qu??» «Llevo horas llam?ndola pero no contesta. Eso no es propio de ella. Hailey siempre me responde o me devuelve la llamada en menos de media hora. Esta vez, ni siquiera me dej? un mensaje diciendo que estaba ocupada o... no s?. Estoy pensando en llamar a sus... padres.», explic? con voz ansiosa. Comprend? su preocupaci?n. No era propio de m? no contestarle cuando me llamaba. Sin embargo, era imprescindible que no llamara a mi familia. «En la ?ltima carta me escribi? que se iba de acampada con unos amigos y un novio.», me invent?. «Ella o dia acampar.» «Lo s?, pero dijo que quer?a probar nuevas aventuras.» «?Est?s segura?», me pregunt? con escepticismo. Sonre? porque Sophie me conoc?a muy bien ahora. «S?, y creo que ni siquiera se lo dijo a sus padres.» «??Hailey ha mentido a su familia?!» Ahora estaba realmente incr?dula. «No lo creo. No, debe haberle pasado algo. S?lo espero que no tenga nada que ver con la magia.» «No te preocupes. S?lo intenta hacer lo que siempre le he aconsejado, que es disfrutar de la vida.» «?Y cu?ndo vas a seguir su consejo? Ordenar esta habitaci?n y estudiar podr?a ser un buen comienzo.» «Tengo otras prioridades», ment? e interpret? el papel de Scarlett. «Lo s?... es que a veces me gustar?a que te parecieras m?s a Hailey.», murmur? sombr?amente, antes de despedirse y marcharse. Volv? a pensar en esa frase. Quiz?s mi hermana ten?a raz?n al decir que nuestra madre ten?a debilidad por m?. 9 Estaba ordenando la habitaci?n cuando o? que llamaban a la puerta. Fui a abrir. «?D?nde has desaparecido hoy? Te hemos estado llamando durante horas», una chica de tez oscura y pelo muy largo y liso hasta el culo, resaltado por un ajustado vestido amarillo que resaltaba cada una de sus perfectas curvas. «Mi tel?fono m?vil no funciona correctamente», respond? con dudas, pregunt?ndome con qui?n estaba hablando. Ech? un vistazo r?pido a las fotos pegadas al espejo y reconoc? a esa chica, as? como a la que entr? poco despu?s. «?Tambi?n te has cortado el pelo?», me pregunt? sorprendida con una mueca en la cara. Estaba a punto de buscar alguna mentira plausible cuando me interrumpieron. «?Chicas, tengo una noticia fant?stica!», exclam? la reci?n llegada, dando saltos de alegr?a sobre sus brillantes zapatos rojos con un vertiginoso tac?n. A diferencia de la primera, esta ten?a el pelo rojo y rizado, maquillada con abundante delineador de ojos que alargaba su mirada. Se parec?a a Cleopatra, y por su actitud altiva pens? que era una descendiente suya. «Brenda, contr?late», la otra la detuvo, arrebat?ndole la nota que sosten?a entre los dedos. «Oh, dios m?o…», ella tambi?n se agit? despu?s de echar un vistazo a lo que estaba escrito all?. Era obvio que algo incre?ble estaba escrito en ese papel. «Scarlett, si?ntate y promete no desmayarte.» Obedec? en mudo silencio. «?Nos acaban de invitar a la fiesta de Kappa Kappa Delta!», me grit?, perforando mi t?mpano, antes de saltar de alegr?a. Sonre?. Nunca hab?a estado en fiestas de fraternidad, y tampoco me entusiasmaba. «Qu? bien», dije con calma. «?Solo bien?», se preocup?, sent?ndose a mi lado. «Llevamos meses persiguiendo a esas zorras que no paran de desairarnos, aunque seamos la ?lite, s?lo porque son todas hijas de los fundadores de Nueva York... ?que es realmente cierto?» «Vamos, Scarlett, no tienes que fingir que no te importa.», Brenda me rega??. «S?, lo siento, es que acabo de tener una discusi?n con mi madre y...», me invent?. «?No te preocupes por esa bruja!» Tuve que morderme la lengua para no insultarla. ?C?mo se atrev?a a insultar a Sophie? «Vamos, prep?rate. La fiesta es en una hora y tenemos que darnos prisa.», la que deb?a ser Ryanna intervino. «Deber?a estudiar», intent? zafarme. Ten?a hambre porque me hab?a saltado la cena, estaba cansada por el viaje y la idea de ir a una fiesta me pon?a nerviosa. «?Est?s tomando Adderall?» «No, pero…» «?Sin peros! Levanta el culo y v?stete.» «No s? qu? ponerme», me puse nerviosa. «?Qu? te parece esto?», sugiri? Brenda, sacando de mi armario un vestido negro muy corto y brillante con un escote de locura. «No me he depilado», solt?, rogando por salir de la situaci?n. «?Pero si fuimos a la esteticista hace diez d?as!» «Deben ser las hormonas.» «?Sigues tomando la p?ldora?» «No», jade? con ansiedad. «Tienes 20 minutos para ponerte presentable», orden? Ryanna, entreg?ndome una maquinilla de afeitar, el vestido y un traje interior de encaje con tanga. Quer?a llamar a Scarlett y rogarle que me ayudara o que me devolviese el puesto, pero no pude. En ese momento estaba en un avi?n con destino a Francia. Sofocando un sollozo de miseria, me dirig? a mi ba?o privado que, a diferencia de mi habitaci?n, estaba muy ordenado y limpio. Me duch? y me depil?. Cuando me puse el vestido, me puse roja como una amapola. Nunca podr?a salir de all? con la espalda completamente descubierta, el tanga molestando much?simo y la falda tan corta que si se me agachaba mostraba mis partes ?ntimas. ?Por no hablar del escote! Era tan profundo que se pod?a ver mi sujetador. Tard? diez minutos en convencerme de que saliera del ba?o, dici?ndome a m? misma que, fuera lo que fuera lo que hiciese, no era yo sino Scarlett. «?Qui?n me maquilla?», pregunt?, fingiendo euforia, mientras volv?a a mi habitaci?n. En un abrir y cerrar de ojos Brenda estaba trabajando, mientras Ryanna me alisaba el pelo. Para cuando terminaron, estaba irreconocible. «?Est?s borracha?», me pregunt? Brenda asombrada, al notar la forma en que caminaba con esos zapatos. No era culpa m?a que, hasta el d?a anterior, s?lo hab?a llevado zapatillas de deporte y de ballet. «Me torc? el tobillo», ment?. Afortunadamente, mis nuevas amigas me creyeron y nos fuimos a la fraternidad. Cuando llegamos, la fiesta ya estaba animada. Hab?a chicos por todas partes. «Pero hay clase ma?ana», murmur?, pregunt?ndome si alguna de ellas hab?a pensado en irse a casa a descansar. Nadie dio se?ales de haberme escuchado y cuando entramos en el sal?n de la house , fuimos recibidas alegremente por muchos de los presentes que se acercaron a saludarnos y a decirnos lo hermosas que ?ramos. Me sonroj?. Nunca hab?a recibido tantos cumplidos en mi vida. «?Vamos a bailar!», propuso Ryanna, tom?ndome de la mano y arrastr?ndome al centro de la sala. Me dio mucha verg?enza, pero pronto me di cuenta de que hab?a tanta gente que las posibilidades de moverme bien o de ser observada eran m?nimas. ?ramos como sardinas en una caja. Estudi? los movimientos de las dos chicas y los copi?. El baile no era mi fuerte, aunque me gustaba hacerlo sola, en mi habitaci?n, lejos de las miradas indiscretas. Para mi sorpresa, incluso consegu? divertirme, y despu?s de un vaso de cerveza ya estaba tan animada que no me asust? cuando sent? las manos de un hombre apoyadas en mi espalda desnuda. Me di la vuelta y encontr? a Stiles mir?ndome embelesado. Ahora que estaba m?s tranquilo, me qued? con su cara. Era realmente guapo, con esos rizos rubios rebeldes enmarcando su cara, sus ojos verdes brillando mientras me observaban. Nunca hab?a envidiado a una persona en mi vida, pero en ese momento dese? ser Scarlett y poder disfrutar de esa mirada ansiosa y excitada que flu?a sobre mi cuerpo semidesnudo. As? que cuando se inclin? y puso sus labios sobre los m?os, me solt? y sabore? el maravilloso beso. Por dentro, me disculp? con mi hermana y le promet? que no volver?a a hacerlo, pero en ese momento s?lo quer?a sentirme querida y deseada por un chico, sobre todo por uno que acababa de robarme mi primer beso. Dej? que Stiles me abrazara mientras sus manos me acariciaban suavemente. «No sabes cu?nto tiempo he estado esperando este momento, cari?o.», me susurr? al o?do, antes de besar mi cuello. Yo tambi?n quise responder, pero guard? silencio y cuando su cuerpo se adhiri? al m?o en una danza sensual y er?tica, me apart?. Un beso. Eso era todo lo que pod?a pagar. Mir? a mi alrededor y vi a Brenda ri?ndose. «Preveo que habr? problemas, cari?o.» «Esta vez s? que lo has hecho», Ryanna se ri? en se?al de esc?ndalo. Me pregunt? si conoc?an mi identidad y si se refer?an a cuando mi hermana se enterase de lo que hab?a hecho con su novio. Dios m?o, si hubiera besado a mi novio no habr?a sido tan magn?nima y no la habr?a perdonado f?cilmente. «Lo siento, tengo que irme», apenas logr? decirle a Stiles. «Scarlett…» «No, hice una promesa y debo cumplirla.», respond? inc?moda, alej?ndome. «Brenda, Ryanna, ?ven?s?» «No, nos quedamos. Nos vemos por la ma?ana.» «?Pero c?mo llegar?is a casa?» «Pediremos que nos lleven. No te preocupes», Brenda respondi?. Aliviada, busqu? en mi bolso las llaves del coche y me dirig? a la salida. Para mi gran disgusto, me di cuenta de que la cerveza hab?a tenido m?s efecto en m? de lo que pensaba. Adem?s de las luces psicod?licas, pude ver filamentos de electricidad como cargas electrost?ticas y un chico medio oculto en la oscuridad cuya piel ten?a un brillo opalescente. No mir? m?s all?, tambi?n porque estaba oscuro y mis pupilas ya no pod?an encogerse y dilatarse seg?n las luces estrobosc?picas. Empec? a sentirme desorientada y mi mente estaba nublada por el alcohol. Hasta que no sal? de la fraternidad no pude volver a respirar, pero el miedo a que me hubieran drogado o a no poder conducir me hizo entrar en barrena. Me quit? los zapatos y corr?, aunque me sent?a inestable, y cuando llegu? al coche, lo abr? apresuradamente y me sent? en el asiento del conductor, con las piernas colgando fuera del veh?culo. Inspir? profundamente y trat? de calmarme. Entonces o? un ruido. Me asom? y not? que un chico se acercaba a m?. Ten?a el pelo oscuro, pero no pod?a verle bien y volv?a esa perturbaci?n visual que me hac?a ver sombras, reflejos y electricidad. Sent? que mi est?mago se contra?a de miedo. Un miedo nuevo e inexplicable, pero que, unido a los anteriores, me llev? a vomitar toda la cerveza que hab?a tragado nada m?s salir del coche. Ten?a ganas de llorar. No era as? como quer?a terminar mi primer d?a en Nueva York. Me limpi? r?pidamente y antes de que ese tipo pudiera llegar a m? y posiblemente hacerme da?o, me encerr? en el coche y me fui. No fue hasta que pude alejarme en coche que me sent? mucho mejor. El devolver esa est?pida cerveza me hab?a hecho bien. Las alucinaciones hab?an desaparecido y mi mente volv?a a estar despejada. 10 Estaba huyendo como una mujer desesperada. ?C?mo hab?a acabado huyendo de lo que hasta el d?a anterior hab?a sido mi sue?o? No lo sab?a. Sin embargo, todas las pistas hab?an estado ah?, pero yo hab?a decidido que ese ser?a mi d?a perfecto y hab?a ignorado cualquier sentimiento anormal. Al parecer, despertarse con un gran vac?o por lo que hab?a pasado la noche anterior en la fiesta no hab?a sido suficiente, pero en ese momento lo hab?a achacado al hambre. Me hab?a saltado la cena del d?a anterior y esa ?nica cerveza en la fiesta hab?a sido fatal. Lo ?ltimo que recordaba era ese incre?ble beso con Stiles mientras bail?bamos. Otra cosa que deber?a haberme alertado. No era propio de m? soltarme as? con un tipo que ni siquiera me pertenec?a. Hab?a traicionado a mi hermana y me sent?a fatal. Si pensaba en aquella ma?ana, cuando me hab?a despertado en una cama en la que estaba convencida de que no hab?a estado sola... Y ni siquiera pod?a echarle la culpa a estar borracha, porque hab?a una marca de cabeza en la almohada junto a la m?a y la tela estaba caliente. La idea de que me hab?a acostado con Stiles me hab?a dado n?useas de nuevo, pero luego me hab?a convencido de que era s?lo una ilusi?n. La forma de la almohada era definitivamente mi cabeza, porque me hab?a movido durante la noche. Por suerte, ese pensamiento se hab?a evaporado poco despu?s, en cuanto tuve que ponerme la ropa y los zapatos de Scarlett, siguiendo sus instrucciones. Falda azul plisada, camisa blanca y blazer azul y blanco de Prada, sandalias plateadas de Jimmy Choo a juego con el bolso de Marc Jacobs que hab?a llenado de libros para que me los firmaran en el seminario de mi escritora favorita. Maldiciendo en silencio a cada paso por el dolor de pies, hab?a llegado a la primera cafeter?a, donde me tom? un t? verde aromatizado con frutos rojos y un enorme donut. Estaba a punto de dirigirme al auditorio cuando me encontr? con Brenda. «Hola», la salud? a toda prisa. El seminario estaba a punto de empezar y no pod?a llegar tarde. «??Est?s loco?!», me hab?a atacado inmediatamente, bloque?ndome, cogiendo mi donut a medio comer y tir?ndolo a la primera papelera. «?Quieres que todo el mundo empiece a pensar que est?s gorda?» «?Sabes lo mucho que me importa!», lo solt?, pero la mirada desconcertada de Brenda me hizo comprender que hab?a dicho algo poco escareliano , as? que trat? de reparar el da?o. «Tienes raz?n, anoche beb? demasiado y creo que todav?a estoy borracha.» «?Con una sola cerveza?» «Estaba con el est?mago vac?o.» «?Y qu??» «Escucha, tengo que ir a un seminario de literatura. ?Necesitas algo?», Hab?a desviado la conversaci?n, sin saber ya c?mo salir del paso. «He reservado para peinarnos.» «Yo paso.» «?Por un est?pido seminario?» «Se lo promet? a mi madre. Tuve que comprometerme y me vi obligada a aceptar, pero s?lo lo tendr? durante un par de horas.» «?Tu madre es realmente asfixiante!» «Me voy. Adi?s», me desped?, march?ndose antes de insultarla y de decir algo m?s equivocado. No pod?a soportar la opini?n que las amigas de mi hermana ten?an sobre nuestra madre. As? que el d?a no hab?a empezado como hab?a imaginado, pero luego hab?a entrado en aquel auditorio y hab?a visto a Coraline Leighton. Fue en ese momento cuando todos los pensamientos y preocupaciones se desvanecieron. Por primera vez me sent? como una verdadera estudiante universitaria y el seminario incluso super? mis expectativas. Por fin todo era tan perfecto como siempre hab?a imaginado. Incluso me emocion? al final de la conferencia cuando vi a Sophie acercarse a Coraline con todos los libros de la autora bajo el brazo y pedirle que autografiara cada volumen, dedic?ndoselos a Hailey. « F uiste amable», se lo dije cuando se cruz? conmigo al salir. «?Qu? est?s haciendo aqu??», sospech?. «Tuve la misma idea que t?», respond?, sacando las novelas de Leighton de mi bolsa. Mi madre me hab?a sonre?do alegremente. «Ojal? estuviera aqu? con nosotras ahora mismo. A veces la extra?o tanto...» «Yo tambi?n», respond? con una voz rota por la emoci?n. Saber que me echaba de menos hizo que mi coraz?n latiera m?s r?pido y que me sintiera mal al mismo tiempo. Afortunadamente, antes de que rompiera a llorar, ella se hab?a ido a hablar con un compa?ero, mientras yo me relajaba y disfrutaba de ese momento inolvidable. Sent?a que estaba a punto de alcanzar la perfecci?n a la que aspiraba desde el principio del d?a, cuando todo se torci? y ocurri? algo que me hizo huir de mi sue?o y de la facultad, a pesar del dolor en los pies. Con la garganta ardiendo y la respiraci?n fragmentada y dolorosa, pens? en aquel chico que se hab?a acercado a m?, mientras su cuerpo hab?a cambiado. «Cuando te burlaste de m?, quiz?s olvidaste que pod?a matarte en cualquier momento.», me dijo, mientras su cara rozaba la m?a. No pod?a recordar el miedo loco y abrumador que se hab?a apoderado de m?. S?lo recordaba que le hab?a rogado que no me matara y que hab?a huido. Y ahora, all? estaba yo, aterrorizada, en el patio del campus, buscando algo o alguien que me hiciera sentir segura. Afortunadamente, mis oraciones fueron atendidas y vi a mi madre. «As? que... ?Mam?!», grit?, arriesg?ndome a caer sobre ella. «Scarlett, ?est?s bien?», se preocup?. No necesitaba un espejo para saber que estaba tan p?lida como un cad?ver y temblando como una hoja en oto?o. «Yo... Yo... No... Algo pas?...», balbuce?, tratando de recuperar el aliento, pero de repente la mirada de mi madre se pos? en algo detr?s de m? y de pronto sent? que el est?mago se me volv?a a apretar y el miedo me apretaba las sienes. Me gir? aterrorizada y vi a aquel chico de antes saliendo del edificio y viniendo hacia nosotras. Sus ojos azules, fijos en m?, desped?an destellos y rel?mpagos como si quisieran incinerarme. «Espero que esto no afecte a Stiles y a lo que has hecho.», me dijo mi madre en voz baja, como si no quisiera ser escuchada. «??Stiles?! No. Me quiere y es amable conmigo.» «Entonces tal vez sea mejor que abordes el problema y hables con Vincent.» ?Qui?n demonios era Vincent? «??Vincent?!» «S?, cari?o, a ning?n t?o le gusta compartir a su novia, y que yo sepa nunca le has contado a Vincent lo que est?s haciendo con Stiles. Tal vez sea hora de que te sinceres y dejes de burlarte de ?l en lugar de jugar con sus sentimientos.» «Yo... no entiendo.» «Soy yo quien no te entiende. ?C?mo puedes dormir con Stiles cuando est?s comprometida con Vincent?», me rega?? con una voz llena de desaprobaci?n. Entonces, de repente, se puso r?gida y su mirada volvi? a mirar algo detr?s de m?. La vi esbozar una amplia sonrisa y exclamar en voz alta. «Hola, Vincent.» Estaba a punto de darme la vuelta cuando volv? a sentir peque?as descargas el?ctricas en la piel y el est?mago se me apret? como un tornillo de banco. «Oh, no…», sopl? d?bilmente, sintiendo la falta de ox?geno en el aire. Estaba a punto de darme la vuelta cuando un brazo grande y musculoso me rode? los hombros y se desliz? alrededor de mi cuello. Ese contacto hizo que mi coraz?n latiera tan r?pido que tem? que me diera un infarto. Intent? liberarme, pero el agarre era firme y cuanto m?s empujaba, m?s parec?a arder mi piel por el contacto. «Profesora Leclerc», una voz c?lida, profunda y ligeramente ronca la salud? detr?s de m?. «Vincent, puedes llamarme Sophie, lo sabes. Ahora eres uno de la familia.», respondi? mi madre con una suave sonrisa y sus ojos brillando. «Es una costumbre desde que me inscrib? en tu curso de historia del Renacimiento. Por cierto, ya he terminado el informe que me pediste. Te lo enviar? por correo electr?nico hoy mismo.» «Estoy segura de que ser? impecable como siempre.» «Gracias.» «Bueno, me tengo que ir. Os dejar? solos», mi madre se despidi?, lo que me hizo entrar en p?nico a?n m?s. No pod?a entender lo que estaba pasando y c?mo mi madre no pod?a ver lo que me estaba pasando. Algo me ten?a cautiva y estaba a punto de desmayarme, pero Sophie segu?a sonriendo y hablando tranquilamente, como si no pasara nada. ?Podr?a ser que esa visi?n de antes s?lo me estaba volviendo loca? ?Podr?a realmente haber estado alucinando? ?Estaba drogada? «Entonces, princesa, ?podemos hablar o vas a huir de m? otra vez?», el chico se volvi? hacia m? en cuanto mi madre se fue. Por un momento el agarre se afloj? y aprovech? para escabullirme. Finalmente libre, me di la vuelta. Me qued? sin aliento cuando me encontr? frente a la misma estudiante de antes. Nunca olvidar?a su pelo, negro como las plumas de un cuervo, con algunos mechones cayendo hacia delante, mientras sus ojos azules me miraban fijamente como los de un depredador. Di un paso hacia atr?s, pero ?l inmediatamente acort? la distancia, tanto que casi choc? conmigo. «?De qu? tienes tanto miedo, eh?», sise? amenazadoramente, estirando la mano para acariciar mi cara. «Quieres matarme», susurr? d?bilmente, recordando sus palabras de antes. «?Otra vez con eso? ?Se puede saber con qu? te colocaste anoche?» «T?... dijiste que pod?as matarme en cualquier momento.», consegu? decir a pesar del nudo en la garganta que me ahogaba. «Princesa», susurr? tan cerca de m? que pude sentir su aliento el?ctrico en mi piel. «Nunca dije nada de eso.» «S?, tu...», estaba a punto de replicar, pero de repente esos ojos azules como el hielo se volvieron p?rpura y su piel tuvo reflejos nacarados que iban y ven?an. Esa visi?n hizo que las palabras murieran en mi boca. «Tal vez lo hayas imaginado. Adem?s, sabes muy bien que tendr?a una larga lista de razones para enfadarme contigo despu?s de lo de anoche. ?O tengo que recordarte que hace s?lo tres d?as me juraste que dejar?as de tontear con otros chicos? ?Me aseguraste que Stiles no volver?a a acercarse a ti! ?Que terminasteis hace meses!», gru?? con voz grave y vibrante. «Yo... comet? un error», entend?. Por fin las palabras de mi madre, Brenda y Ryanna hab?an cobrado sentido. «Soy tu novio. No lo olvides. Y no dejar? que te burles de m?. Ni ahora, ni nunca. Me lleva un momento...» No termin? su frase y no necesit? preguntarle qu? quer?a decir. En ese momento sent? una necesidad espasm?dica de calmar a ese chico y al mismo tiempo reparar lo que hab?a hecho. Si Scarlett descubriera que he enga?ado a su novio besando a otro chico... Oh, Dios. Lo hab?a hecho de verdad. Por supuesto, todav?a hab?a un mont?n de preguntas en mi cabeza, como ?qu? demonios me estaba pasando! Era obvio que estaba bajo la influencia de alg?n tipo de sustancia, porque si fuera magia, hasta mi madre habr?a visto que la piel y los ojos de Vincent cambiaban de color. «Ayer fui a una fiesta con mis amigas, beb?, me emborrach? y bes? a Stiles.», confes?, angustiada. «Lo s?. Yo tambi?n estaba all?, aunque fingiste no verme cuando fuiste a bailar. Por no hablar de cuando vomitaste. Me trataste como un extra?o.» «Hab?a bebido mucho», recalqu? para convencerlo, mientras mi memoria se agotaba. «Me disculpo.» Finalmente, sus ojos se volvieron azules y su piel oliva. «??Mi princesa disculp?ndose?! ?Est?s segura de que s?lo besaste a Stiles y no...?» «Segur?sima», me inquiet?, notando las primeras motas amatistas que reaparec?an en sus ojos. «Bien», murmur? con m?s calma. Finalmente el aire que me rodeaba volvi? a la normalidad y pude respirar libremente. «Pero no te dar? otra oportunidad», me advirti? con fiereza, antes de posar sus labios sobre los m?os y besarme. Una onda el?ctrica recorri? todo mi cuerpo, reaviv?ndolo con nueva energ?a y algo indefinible pero que me dej? inquieta. Era como si me acabaran de marcar y ahora llevara un signo de pertenencia que desconoc?a. Sus suaves labios se mov?an sobre los m?os mientras su lengua persegu?a la m?a. Le dej?, dividida entre el deseo de seguir ese baile de sus labios y el impulso de huir, de esa invasi?n. Cuando se separ? de m?, sent? la cabeza nublada y las piernas blandas. La carga el?ctrica se hab?a desvanecido y con ella esa incre?ble energ?a de antes. Mir? a Vincent. ?l tambi?n me miraba fijamente y parec?a preocupado e inquieto. ?Tal vez no estaba besando como Scarlett y ?l lo hab?a notado? «?Te ver? esta tarde?», me pregunt? despu?s de un largo momento. «No puedo. Voy a la peluquer?a con Brenda», me invent?. «Vale, entonces ir? a verte esta noche», decidi?, girando sobre sus talones y march?ndose antes de que pudiera responder. ?Qu? significa? ?Que ?bamos a dormir juntos? ?Tener sexo? ?Oh, no! ?No! ?No! Lo vi alejarse. Era alto, con una espalda ancha y musculosa. Era impresionantemente guapo, y en ese momento me hab?a dejado sin aliento, ?pero no por eso! Con la energ?a agotada, me derrumb? en el suelo. Mi bolsa se abri? y mis novelas de Coraline Leighton cayeron. Recog? uno y luego... Pens? en el novio de Scarlett, Vincent. Cerr? los ojos y llev? el dedo ?ndice derecho a cualquier p?gina del libro. Me concentr?. No ten?a una pregunta concreta, sino m?s bien una imagen de los ojos y la piel cambiando de color. Respir? profundamente, pero de repente sent? un dolor agudo en el dedo y ol? humo. Abr? los ojos de par en par y me di cuenta de que la p?gina del libro estaba ardiendo y la palabra que ten?a bajo el dedo estaba completamente devorada por las llamas. Apart? la mano. Mi dedo ?ndice estaba rojo y dolorido. Me hab?a quemado. Intent? apagar el fuego, pero no pude, y finalmente me rend? y cerr? el libro. En cuanto lo hice, las llamas se apagaron, pero el libro era ilegible, as? que lo tir? a la basura de mala gana. Pens? en el incidente. Nunca me hab?a pasado. ?Debo preocuparme? ?Me estaba volviendo loca? Êîíåö îçíàêîìèòåëüíîãî ôðàãìåíòà. Òåêñò ïðåäîñòàâëåí ÎÎÎ «ËèòÐåñ». Ïðî÷èòàéòå ýòó êíèãó öåëèêîì, êóïèâ ïîëíóþ ëåãàëüíóþ âåðñèþ (https://www.litres.ru/pages/biblio_book/?art=66740468&lfrom=688855901) íà ËèòÐåñ. Áåçîïàñíî îïëàòèòü êíèãó ìîæíî áàíêîâñêîé êàðòîé Visa, MasterCard, Maestro, ñî ñ÷åòà ìîáèëüíîãî òåëåôîíà, ñ ïëàòåæíîãî òåðìèíàëà, â ñàëîíå ÌÒÑ èëè Ñâÿçíîé, ÷åðåç PayPal, WebMoney, ßíäåêñ.Äåíüãè, QIWI Êîøåëåê, áîíóñíûìè êàðòàìè èëè äðóãèì óäîáíûì Âàì ñïîñîáîì.
Íàø ëèòåðàòóðíûé æóðíàë Ëó÷øåå ìåñòî äëÿ ðàçìåùåíèÿ ñâîèõ ïðîèçâåäåíèé ìîëîäûìè àâòîðàìè, ïîýòàìè; äëÿ ðåàëèçàöèè ñâîèõ òâîð÷åñêèõ èäåé è äëÿ òîãî, ÷òîáû âàøè ïðîèçâåäåíèÿ ñòàëè ïîïóëÿðíûìè è ÷èòàåìûìè. Åñëè âû, íåèçâåñòíûé ñîâðåìåííûé ïîýò èëè çàèíòåðåñîâàííûé ÷èòàòåëü - Âàñ æä¸ò íàø ëèòåðàòóðíûé æóðíàë.