Как подарок судьбы для нас - Эта встреча в осенний вечер. Приглашая меня на вальс, Ты слегка приобнял за плечи. Бабье лето мое пришло, Закружило в веселом танце, В том, что свято, а что грешно, Нет желания разбираться. Прогоняя сомненья прочь, Подчиняюсь причуде странной: Хоть на миг, хоть на час, хоть на ночь Стать единственной и желанной. Не

Alas De La Victoria

Alas De La Victoria Daniel Wrinn ”Ficci?n hist?rica con un toque de realismo”. - Expositor de Emocionantes aventuras de la Segunda Guerra Mundial como nunca antes las hab?a visto. A medida que los nazis invaden Europa en una campa?a por la dominaci?n total, comienza a desarrollarse una guerra brutal que cambiar? el curso del mundo para siempre, y John Archer se ver? atrapado en medio de ella. Cuando este piloto aficionado se une al esfuerzo b?lico de los Aliados y se le asignan una serie de misiones que desaf?an a la muerte y lo colocan en las profundidades del territorio ocupado por los alemanes, sus espeluznantes aventuras ayudar?n a decidir el destino de Europa. Alas de La Victoria Copyright © 2021 por Daniel Wrinn Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicaci?n puede ser reproducida, distribuida o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio, incluyendo fotocopias, grabaciones u otros m?todos electr?nicos o mec?nicos, sin el permiso previo por escrito del editor, excepto en el caso de breves citas incorporadas. en revisiones cr?ticas y otros usos no comerciales permitidos por la ley de derechos de autor. Tabla de Contenido T?tulo (#ub0bc4d6d-fb2d-5849-9cb6-9b2aa624499c) Derechos de Autor (#u12d0c594-c7f1-59b0-ade7-abc9287b460c) Alas de La Victoria (#ubc77bb69-ca11-57b6-b7aa-e9114fc515e1) Cap?tulo 1 (#ua9d87ab4-4a89-5a47-b616-5136c44bb0e3) Cap?tulo 2 (#uac216b5a-a2b9-5a4b-94b3-fa66bc5492ca) Cap?tulo 3 (#u7bc41e7f-8d6c-5bf6-ac37-153ce2093ee7) Cap?tulo 4 (#u3e72cbf8-9c9d-52cc-ab2e-d426ab9221f2) Cap?tulo 5 (#ubf2a13b8-c48a-513d-b92f-61a86b50670c) Cap?tulo 6 (#u4f2fe302-f319-53d5-9a0f-08ed6002bb5d) Cap?tulo 7 (#ua83e635c-11c0-553c-b84a-633f1bdfea88) Cap?tulo 8 (#u153153ab-9ad1-5091-a2bd-c2ae278aed3a) Cap?tulo 9 (#u5f540d7b-5ab4-5716-a390-9b744e97f597) Cap?tulo 10 (#uabb8e45a-a7c8-5b20-b91f-40df5b5e4694) Cap?tulo 11 (#ub88d0e56-9645-5465-a14c-6baaca35d815) Cap?tulo 12 (#u98bbdb65-af53-5cab-b7f6-f0011b78cf4f) Cap?tulo 13 (#u475f639c-bfb4-5443-add8-c6fd47308f9d) Cap?tulo 14 (#u86d4b4b0-6fa2-5f4a-a754-4e6e476703e5) Cap?tulo 15 (#u23bfa922-4570-5142-ae02-751e9b1950d0) Cap?tulo 16 (#u7ff4664a-59cb-5801-87fb-f235c8a4a429) Cap?tulo 17 (#u1f64370d-3116-5582-a5ac-446689360e16) Cap?tulo 18 (#u608b4c16-5cd2-51eb-bbf3-d297ac594c95) Cap?tulo 1 (#ua8cfd25d-e5b8-5cf9-9f6e-bda35ba4e2a8) Cap?tulo 2 (#u1b5525fd-03a5-5218-9ed9-6aa37ed1fa7c) Cap?tulo 3 (#ud4c23d6f-23b8-5c8b-b0fa-ab71d0b2d7cf) Cap?tulo 4 (#ufb21bccb-d7ec-5564-b24a-c89df703e1d9) Cap?tulo 5 (#ue7370156-65bb-508c-91aa-880ba4262ca7) Cap?tulo 6 (#u9d118b65-e675-5aec-a186-c1ec3106e0f3) Cap?tulo 7 (#u96e43ce3-2142-52a8-bc11-28eda97ec068) Cap?tulo 8 (#ucbc6877b-6efc-5a6c-aa46-3b51f86a80bb) Cap?tulo 9 (#u8e9d1108-579b-598f-8bea-cc62c0be7612) Cap?tulo 10 (#u1a109fe7-9f12-569c-bcba-53dd83eae26c) Cap?tulo 11 (#ued91e086-9194-5871-abe1-afa2c963c135) Cap?tulo 12 (#ue699405d-cdd8-57b5-8f63-424bac832984) Cap?tulo 13 (#u915bea53-edf7-5b34-a794-b9864277cf81) Cap?tulo 14 (#ud7df6956-7a1f-553b-8051-390d97d02fbb) Cap?tulo 15 (#ueebf7db5-17e3-52f9-8c2e-22962ddd2f4f) Cap?tulo 16 (#u2356877a-967c-5cdf-81af-ede6b6a6e387) Cap?tulo 1 (#uf192267a-d378-5498-a165-4bdda5a32991) Cap?tulo 2 (#ub25c20ce-da48-592f-8a00-e1bf5b65157d) Cap?tulo 3 (#u9b906d65-a08f-5ffd-8c07-7c82111f36dd) Cap?tulo 4 (#ud0a54ae3-c05c-527b-8980-1e0ae8dde193) Cap?tulo 5 (#u40bbc16f-1f4f-591d-95a2-2e6dd914b228) Cap?tulo 6 (#u4efeebb3-240e-5c65-aded-e0da14eb7330) Cap?tulo 7 (#u85621b99-dbab-5240-a55c-85db9e10930a) Cap?tulo 8 (#u8305b15b-7ca8-5db4-9a12-8f656c20972c) Cap?tulo 9 (#uffebd965-8d84-56d8-97b6-67f91f327f98) Cap?tulo 10 (#uf009d7f7-26cb-5d8b-8794-0bf0fa95144f) Cap?tulo 11 (#u330482c1-cb80-5819-9a6d-bc96ba7aec88) Cap?tulo 12 (#u17032e03-12f8-5146-acab-44d803faa6d2) Cap?tulo 13 (#u1669bcca-9344-5b0a-bc78-865a5e722ec7) Cap?tulo 14 (#u28b7bf98-2dbf-59db-bd62-54775af648c2) Cap?tulo 15 (#u316fd855-0b50-583f-8eba-cd3dbd137492) Cap?tulo 16 (#u6e1cfa32-e780-54de-a5b0-dcd4905f9796) Cap?tulo 17 (#ufbb5d30b-d9a2-5857-9874-7383b56b19ae) Parte I Cap?tulo 1 Mayo 10, 1940 Nuestro peque?o autom?vil Renault recorri? la polvorienta carretera francesa como un peque?o bicho marr?n que huye para salvar su vida. El viaje fuera de Par?s era emocionante y deprimente al mismo tiempo. Mi piel temblaba con la piel de gallina cuando pasamos las largas filas de autos del ej?rcito y tropas en marcha. Los documentos militares del teniente Dubois despejaron el camino a trav?s de cada barrera levantada a lo largo de la carretera. Esos papeles eran como un hechizo m?gico. No solo estaban firmados por las m?s altas autoridades militares, sino por el propio presidente de Francia. Supongo que mi padre realmente ten?a conexiones aqu?. Me sent? en el coche con los brazos cruzados y la mand?bula apretada. ?Por qu? tuve que dejar Par?s? ?Por qu? estaba huyendo? ?Qu? peligro real habr?a? Me estaba divirtiendo much?simo en Par?s. ?Por qu? estoy escapando? ?Porque el peligro podr?a llegar a Par?s? ?Podr?a haber una guerra pronto? Supongo que solo estaba siguiendo las instrucciones de mi padre, pero, aun as?, la idea de irme de Par?s tan pronto me retorci? y apu?al? el est?mago. El teniente Dubois tom? el volante. El brillo de los ojos del franc?s se hab?a agotado. No m?s bromas, no m?s an?cdotas divertidas sobre Par?s. Ahora estaba sombr?o y parec?a asustado. Apret? el volante con fuerza. De vez en cuando, inclinaba la cabeza por la ventana para mirar el cielo azul lleno de sol, parpadeando con ansiedad temerosa. Segu? su mirada, pero no vi nada. "Todav?a no entiendo", dije. "?Inglaterra? ?Por qu? tengo que ir a Inglaterra?” "Tu padre quiere que vayas a Inglaterra por tu seguridad". Dubois se inclin? m?s hacia el volante." "?Por qu?? No lo s?. Recib? un mensaje inal?mbrico. En ?l, tu padre dec?a que te fueras a Londres de inmediato. Te llevar? a Calais, donde abordar?s un destructor. Es todo lo que s?." "Entonces, ?mi diversi?n en Par?s termin? debido a la invasi?n alemana a B?lgica?" “Oui, s?,” Dijo claramente el teniente Dubois, tratando de mantener su tono educado. Ugh. Demasiado para mis vacaciones en Francia. ?Y Audrey? En mis tres semanas viviendo en la Avenue des Champs-?lys?es, ya me hab?a enamorado de una chica sueca de cabellos dorados. Ni siquiera tuve la oportunidad de despedirme antes de que me recogiera como una barra de pan y me llevara, por mi propia seguridad. Soy americano. Esta guerra no involucra a mi pa?s. Somos neutrales y espero que sigamos as?. Pens? que todos hab?an aprendido la lecci?n de la Gran Guerra. No me voy a involucrar en ninguna guerra europea. Quiero mi libertad. Quiero vivir y amar. Quiero ser piloto y ver el mundo. No comprendo por qu? mi padre tiene que entrometerse en mi vida. Par?s est? a salvo. Nunca me pasar? nada en Par?s. ?Qu? piensa ?l: los nazis conquistar?n Francia? ?Ocuparan Par?s? Disparates. Siempre preocup?ndose y siempre arruinando mi diversi?n. El hecho de que sea un embajador importante no significa que pueda darme ?rdenes, como si yo fuera uno de sus empleados. Despu?s de llegar a Inglaterra, ir? directamente a la embajada y lo buscar?. Le dar? una parte de mi mente antes de arreglar todo este l?o. Ooh Audrey, Pronto volver? a verte. . . El teniente Dubois se sec? las h?medas gotas de sudor de su rostro con su pa?uelo. Me di cuenta de lo degastado y cansado que luc?a ahora. Sus ojos estaban demacrados y cansados. Su gracioso bigote parec?a incluso caerse de la fatiga. Pero a pesar de su impecable uniforme y las dos filas de relucientes metales, el teniente Dubois parec?a no haber dormido durante d?as. "?Qu? pasa?" Pregunt?. "Luces preocupado. ?Crees que va a pasar algo? El teniente Dubois se encogi? de hombros. Y quinientas veces m?s, mir? hacia el cielo. "No va a pasar nada. ?Es mi cuello, mon Dieu! Est? un poco r?gido. Se siente mejor cuando muevo la cabeza". Dubois trat? de a?adir un poco de risa para condimentar sus palabras, pero sab?a que estaba lleno de rigidez. “Dime la verdad,” dije. "Est?s buscando aviones alemanes, ?no es as?? Te ves preocupado. Te vi conversando con un mayor antes de irnos. ?Recibiste alguna noticia? "Estamos frenando a los alemanes", dijo Dubois con los dientes apretados. Nuestras tropas, junto con las inglesas, est?n llegando a B?lgica por miles. Sacaremos a les Boches. Aprender?n una lecci?n esta vez que no..." Nuestro coche gir? en una curva. Frente a nosotros hab?a un camino atestado de hombres, mujeres y ni?os. Un mar de gente, caballos, vacas, cabras e incluso perros se acerc? a nosotros. Dubois redujo la velocidad a medida que nos acerc?bamos a carromatos, carritos e incluso coches de beb? repletos de enseres dom?sticos. Por encima de todo se elevaba un balbuceo de habla temerosa. Se?al? la escena en desarrollo. "?Qu? est? ocurriendo?" Dubois no dijo ni una palabra. Redujo la velocidad del coche hasta detenerse. Luego abri? la puerta y salt? a la carretera. Desliz? su mano hacia su pistola enfundada mientras enjambres de humanos desesperados avanzaban hacia nosotros. El teniente Dubois levant? su mano. "Alto", grit? en franc?s. "?Qu? significa esto?" Mil personas respondieron a su pregunta al un?sono. "Los alemanes. Les Boches. Ya vienen”, gritaron casi al un?sono. “Se han abierto paso. Se lo han llevado todo. Est?n en todos lados. Nos matar?n como ganado si nos atrapan. ?Qu? tan lejos est? Par?s? Se siente como si hubi?ramos caminado durante a?os. Estamos tan cansados. Ay?denos por favor, ay?denos". "Suficiente. Ya basta”, grit? Dubois. “Los alemanes no se abrir?n paso. Los soldados de Francia luchar?n contra ellos y los derrotar?n nuevamente. Regresen a sus hogares. Sois un mont?n de tontos asustados, todos vosotros. Se lo estoy ordenando. Regresen a sus hogares y estar?n a salvo. Los alemanes no les har?n da?o". Una anciana que sosten?a un paquete de ropa corri? hacia Dubois. Ella agitaba su pu?o arrugado en su rostro y gritaba a todo pulm?n. “?Nuestros soldados? ?D?nde est?n? Los he visto retirarse. Hay demasiados alemanes. Les Boches tienen aviones, tanques y ca?ones. Los veo derribar a todos y a cualquiera. Te vuelvo a preguntar, ?d?nde? ?D?nde est? nuestro ej?rcito? ?D?nde est?n los ingleses, d?nde est?n?" Las l?grimas se deslizaron por las mejillas de la anciana mientras su boca continuaba balbuceando. "Te lo dir?. Los alemanes los han matado, los han matado a todos”. "C?llate, anciana" rugi? el teniente Dubois. “Suficiente de este tipo de charla. Solo los esp?as podr?an haberte llenado de esas mentiras. Esto es lo que ellos quieren. Para asustarlo, asustarlo y hacer que abandonen sus hogares para atestar los caminos. Esc?cheme-" El teniente Dubois alz? m?s fuerte la voz, pero fue menos que un d?bil grito en el desierto. Largas filas de refugiados aterrorizados lo ahogaron. Fue como una ola enorme que se part?a en el medio mientras pasaban a ambos lados de nuestro autom?vil. El rostro de Dubois estaba rojo como una remolacha de furia. ?l despotric?, grit?, y delir? en vano. Su voz y sus acciones fueron solo una p?rdida de aliento y energ?a. Trat? de ayudarlo. Trat? de razonar con esta masa humana aterrorizada que pasaba a nuestro lado en oleadas. Yo rogu?. Supliqu?. Amenac?. Pero era tan in?til como ordenarle al sol que apagara su brillo. Nadie me prest? atenci?n. Dudo que alguien me hubiera escuchado siquiera. Me cans? tanto de gritar, rogar y suplicar que me sent? en el coche. Mi voz estaba agotada y mi garganta se sent?a en carne viva. Mir? al teniente Dubois. Era una imagen miserable, y vi c?mo la ira brotaba de sus mejillas. Las l?grimas rodaron de sus ojos mientras trabajaba con su boca, pero ning?n sonido sali? de sus labios. Finalmente, regres? al auto y se sent? detr?s del volante. "Estoy muy avergonzado de mis compatriotas", dijo Dubois, mirando hacia la carretera. “Esta es la maldici?n de la guerra. La gente huye como gallinas cuando llega la guerra. No se detienen a pensar en la raz?n. No piensan en nada m?s que en sus propias vidas. Se comportan como ni?os". No supe que decir. Nos sentamos en silencio por unos momentos. Luego me acerqu? y apret? su brazo. En un tono tranquilizador, dije: "Est? bien, olv?dalo. Mira, estaremos atrapados aqu? para siempre si no hacemos algo. Intentemos salir de la carretera. Puedo salir y empujarlos hacia un lado, y puedes mantener el auto en una marcha baja, ?de acuerdo?" Un poco de ira se hab?a desvanecido de los ojos de Dubois. La comisura de su boca se inclinaba en una leve sonrisa y asinti? con la cabeza. "A sus ?rdenes, mon Capitaine. S?, salga y advi?rtales que se aparten, y yo conducir? el coche a un lado de la carretera para sobrepasarlos". Asent? en respuesta a ?l y me sal? del coche. Cuando mis pies tocaron el camino, sent? mi cuerpo atrapado en un torrente como un r?o embravecido. Como si fuera una astilla de madera que fue recogida y barrida. Pasaron varios segundos antes de que recuperara mi equilibrio y me forc? a dar la vuelta al frente del auto. Extend? ambas manos y comenc? a saludar mientras un flujo constante de refugiados balbuceando me rodeaba por todos lados. Fue un esfuerzo desgarrador y tedioso. M?s de cien veces estuve a punto de caer al suelo en la carretera bajo las ruedas de giro lento del Renault. Pero empuj? y empuj? a la gente a un lado mientras el auto avanzaba poco a poco. Pas? m?s de media hora antes de que nuestro coche recorriera cincuenta metros. Estaba empapado en sudor, mi sombrero hab?a desaparecido y mi ropa se estaba rasgando lentamente. Mir? hacia atr?s y vi a Dubois agitando los brazos, se?alando y gritando. Forc? mi camino de regreso hacia ?l. "Es in?til. Esto es una locura. No llegaremos a ninguna parte as?. La ciudad de Beaumont est? solo a unos kil?metros m?s adelante. All? hay un puesto del ej?rcito. Solicitar? un coche y un conductor nuevos. Estoy tan avergonzado de que esto suceda". M?s refugiados harapientos chocaron contra el teniente Dubois. Literalmente, un r?o de personas. Dubois luch? y luch?, pero fue arrastrado. Segundos despu?s, fui atrapado por las masas en movimiento. Tuve que moverme con la corriente de gente o ser pisoteado por la pesada rueda de un carro de bueyes o carreta. No era posible moverme, y habr?a sido un suicidio empujarme o luchar entre esa multitud abarrotada de gente desesperada. Tom? la ?nica ruta disponible para m?. Avanc? junto con el r?o de refugiados. Pulgada a pulgada, me abr? camino hasta el borde del arroyo y en un lugar despejado. Esper? para respirar y forzar la vista para vislumbrar al teniente Dubois, pero el franc?s no estaba a la vista. Hab?a sido tragado por el torrente de humanidad desesperada, avanzando ciegamente. Pens? en las tropas en las largas filas de autos del ej?rcito que pasamos desde que salimos de Par?s. ?Qu? pasar?a cuando estos refugiados se encontrar?n con el ej?rcito? ?Qui?n ceder?a o cualquiera? Pens? en otros oficiales franceses como Dubois tratando de abrirse paso. Intentando obligar a los refugiados a abandonar su furiosa huida y regresar a casa. No era una imagen bonita de imaginar. Una situaci?n espantosa para siquiera atreverse a contemplar. Tropas, tanques y ca?ones avanzan para enfrentarse al enemigo, pero en cambio se encontrar?n con miles de sus propios compatriotas. ?Qu? les ocurre a estas personas? Mi coraz?n se aceler?, golpeando contra mi caja tor?cica. Mientras respiraba suavemente para m? y tragaba saliva, un nuevo sonido lleg? a mis o?dos. Un sonido completamente diferente. Solo pod?a pensar en toneladas de ladrillos desliz?ndose por un techo de hojalata inclinado. Entonces supe lo que era. En ese mismo instante, comenzaron los crecientes gritos hist?ricos. "?P?nganse a cubierta! ?Los alemanes, les Boches, les Allemands! Era como si miles de cabezas de ganado en estampida rompieran filas y se dispersaran salvajemente en todas direcciones. Los carros y carromatos fueron abandonados. Abandonado donde se hab?an detenido con sus caballos y bueyes. Me qued? donde estaba. No me mov? ni un cent?metro. Mi cuerpo estaba congelado. Mir? el grupo de puntos que ca?an del cielo azul. Parpade?. Los puntos se convirtieron en planos. Aviones alemanes. Bombarderos en picada Messerschmitt 110 y Stuka. Se acercaban a un ritmo fren?tico. Mensajeros alados de la fatalidad aullaban sobre el camino, ahogados por innumerables refugiados desesperados. Los aviones que lideraban abrieron fuego. Una llama roja que sobresal?a escupi? hacia abajo. Un salvaje parloteo de ametralladoras a?reas reson? por encima del estruendo de los motores que helaba la sangre. Apart? mis ojos de la horrible vista. Ech? un vistazo a la carretera. Estaba llena de hombres, mujeres y ni?os que gritaban directamente debajo de donde las balas de los aviones en picada cortaban a los humanos como una guada?a corta el trigo. Mis pies estaban clavados al suelo. Mir? con horror. Uno de los Stukas lanz? una bomba mortal. La bomba cay? al suelo a menos de seis metros del borde de la carretera. Llamas rojas, naranjas y amarillas estallaron en el aire. Una ondulante nube de humo llena de tierra, polvo y piedras se elev? como un hongo. Entonces, un poderoso rugido como los sonidos de mundos en colisi?n martill? directamente en mi cara. Lo siguiente que recuerdo es que estaba boca arriba. Jadeaba y respiraba con dificultad mientras muchos gritos proven?an de refugiados heridos que mor?an en todas direcciones. Vi a una anciana, inclinada por bultos, tratando d?bilmente de salir de la carretera y de debajo de la rugiente armada buceadora de la muerte. Dio unos pasos y luego tropez? con sus rodillas. Con una mano seca, se estir? en un pedido de ayuda, pero nadie vino. Entr? en acci?n. Me puse de pie de un salto. Esa anciana, pobre anciana. Ella era solo una de los miles atrapados aqu? muriendo. Pero nunca olvidar? su triste situaci?n y lo instintivos que eran sus movimientos. Salt? hacia adelante y corr? a su lado. Con una mano, tom? sus dos paquetes y los puse debajo de mi brazo. "Le ayudar?", dije en mi franc?s apenas aceptable. “Solo ap?yese en m?. Le llevar? a un lugar seguro, no se preocupe". Los ojos de la anciana me mostraron una profunda gratitud a trav?s de su rostro arrugado y cansado. "Merci, Monsieur, merci", susurr? en mi o?do y se apoy? en mi brazo. Escuch? el sonido espeluznante por encima del estruendo general de la gente gritando, pero no vi la bomba cayendo. Ni siquiera me tom? el tiempo de mirar hacia arriba. Agarr? a la anciana por la cintura y la arrastr? hasta la protecci?n de una carreta. La empuj? hacia abajo y extend? mi cuerpo para que al menos pudiera protegerla parcialmente de lo que sab?a que se avecinaba. Creo que esto es todo. Solo dos meses despu?s de mi decimoctavo cumplea?os. Y luego vino. Un terrible estallido de sonido que pareci? abrir la tierra de par en par por las costuras. Cada hueso de mi cuerpo se convirti? en gelatina. El universo entero era un enorme oc?ano de luz y fuego centelleantes. El suelo se estremeci? y tembl? bajo mis pies. Unas manos me agarraron y me levantaron para flotar en una nube de lenguas lamidas de llamas de colores. Todo se volvi? oscuro como la noche y silencioso como una tumba, y luego no supe m?s. Cap?tulo 2 Cuando abr? los ojos, era de noche. Estaba acostado de espaldas debajo de unos ?rboles. Mir? a trav?s de las ramas destrozadas por las bombas. Un dosel de estrellas centelleantes y relucientes en lo alto. Durante varios segundos esper? all? completamente inm?vil, sin mover un m?sculo. ?Qu? sucedi?? ?D?nde estoy? ?Por qu? estoy aqu?, bajo unos ?rboles en la oscuridad? Las preguntas se arremolinaban en mi cerebro. Entonces, como si alguien hubiera corrido una cortina, mi memoria regres? lentamente. Fue un bombardero en picada de Stuka. Hab?a dejado caer su bomba cerca. Recuerdo que intent? proteger a esa anciana. Est?bamos en la carretera en un coche y yo estaba debajo de unos ?rboles. ?Por qu?? ?Me hab?a volado la bomba bajo los ?rboles? Mir? a m? alrededor de nuevo. ?Estoy herido o aturdido? ?No siento ning?n tipo de dolor? Uf, es de noche. Debo haber estado aqu? durante horas. Me incorpor? hasta quedar sentado y lament? la idea. Sent? como si cien mazos golpearan dentro de mi cabeza. Las estrellas de la noche se arremolinaban a mi alrededor. Cerr? los ojos y apret? los dientes hasta que todo dej? de girar. Los latidos en mi cabeza se convirtieron en un dolor punzante que apenas pod?a soportar sin estremecerme. Durante los siguientes momentos, me sent? en la hierba, agarrando diferentes partes de mi cuerpo, buscando huesos rotos o heridas. No hab?a nada roto. La ?nica herida era un chich?n en el lado izquierdo de mi cabeza. Lentamente me levant? y apoy? una mano contra el tronco del ?rbol. Mir? a mi alrededor en la oscuridad. Mis ojos a?n no se hab?an adaptado y mi cabeza a?n giraba. Estaba en un campo, por lo que pude ver, y no hab?a ninguna carretera cerca. La corriente de refugiados, carretas y carros en la carretera hab?a desaparecido. Como si me hubieran dejado caer en medio de la nada. Desconcertado por la extra?eza de mi nuevo entorno, encontr? la Estrella Polar y camin?. A lo lejos, en la distancia, se oy? un d?bil estruendo, como un trueno lejano, pero supe de inmediato que era el rugido de ca?ones pesados. Si necesitaba m?s pruebas, solo ten?a que mirar hacia el noreste. Un tenue resplandor de llamas en el horizonte trazaba una l?nea entre el cielo nocturno y la tierra. "?D?nde estoy?" Grit?. Deber?a haber volado en pedazos. Ni siquiera tengo un tobillo esguinzado. ?D?nde est? el teniente Dubois? Todos esos pobres refugiados. Espero que los aviones franceses corten a esos alemanes y les den lo que... A lo lejos, hacia la izquierda, hab?a un par de luces en movimiento. Comenc? a correr. Deb?a ser una especie de coche en la carretera. Quiz?s podr?a conseguir un viaje de regreso a Par?s. Ser?a una locura intentar llegar a Calais ahora. Lo mejor que puedo hacer es volver a Par?s lo antes posible y pedir ayuda. Corr? a toda velocidad hacia ese par de luces tenues en movimiento. A cada paso que daba, crec?a un miedo punzante de no poder llegar a tiempo. Llegu? al borde de la carretera a menos de veinte metros de esas luces y me detuve. Ignor? el peligro de ser atropellado en la oscuridad y salt? al medio de la carretera. Hice saltos, agitando ambos brazos, gritando a todo pulm?n como un loco. Los frenos chirriaron y el coche se detuvo bruscamente. "?Qu? diablos est? haciendo?" grit? una voz desde detr?s de las luces. "Estuve cerca de atropellarle". Una voz con acento ingl?s. El alivio se apoder? de m?. Trot? hacia las luces y luego las rode? hasta el lado del conductor. El coche era una ambulancia. Nueva y agradable con la Cruz Roja pintada encima de las palabras: Servicio Brit?nico de Ambulancias Voluntarias. "?Habla ingl?s?" pregunt? el conductor. Lo mir?. No iba de uniforme. Vest?a ropa de civil y parec?a cercano a mi edad. Quiz?s incluso unos meses m?s joven. Bajo el tenue resplandor de la luz del tablero, su rostro ten?a una expresi?n sarc?stica. Su cabello ca?a sobre su frente a una pulgada de sus brillantes ojos azules. Al instante me agrad?. "Puedes apostar que hablo ingl?s", dije y extend? mi mano para estrecharla. "Soy americano. Mi nombre es John Archer. Pero todos me llaman Archer". "El m?o es Barney James", dijo el ingl?s. “Encantado de conocerte, americano, pero ?por qu? est?s aqu?? M?rate, ?te cay? una bomba? No pude reprimir una risa. “Claro, estuvo cerca. Me di cuenta de tus luces hace unos minutos. Estoy intentando volver a Par?s. ?Qu? tan lejos estoy? "?Par?s?" Dijo Barney. "Est? a m?s de ciento sesenta kil?metros atr?s. Estamos en B?lgica, amigo. ?No lo sab?as? ?Qu? ocurri? de todos modos? Dijiste que te bombardearon". Permanec? at?nito durante unos segundos y no pude hablar. Espera, ?esto es B?lgica? ?C?mo? Debe estar equivocado. Estaba seguro de que Dubois y yo no est?bamos a m?s de setenta millas de Par?s cuando chocamos contra esos refugiados. ?B?lgica? ?Esa bomba me vol? a treinta millas de distancia? Esto es una locura. "S?bete y viaja conmigo", dijo Barney. "No puedo llevarte a Par?s, pero Courtrai est? m?s delante. Puede que haya alguien all? que pueda llevarte de regreso a Par?s". Asent? y salt? adentro. Las marchas cambiaron y la ambulancia se tambale? hacia adelante. Le cont? a Barney sobre mis emocionantes experiencias desde que sal? de Par?s esa ma?ana. Mi nuevo amigo ingl?s no me interrumpi?, pero de vez en cuando apartaba los ojos de la carretera y me miraba con una sonrisa genuina. "Fue decente por tu parte ayudar a esa anciana", dijo Barney cuando hube terminado. “Hab?amos o?do que los alemanes disparaban y bombardeaban a los refugiados. Un asunto desagradable, pero as? es como Hitler hace la guerra". "Esa pobre gente no tuvo ninguna oportunidad", dije. “Estaban indefensos. No veo c?mo Hitler piensa que puede ganar la guerra de esa manera". Barney apret? el volante de la ambulancia. Sus nudillos estaban blancos. Me mir? con la nariz ensanchada y la barbilla alta. "Hitler no ganar? esta guerra. Puede que nos tenga un poco contra las cuerdas, pero al final, ganaremos como antes". Mi cuello y mand?bula se tensaron. "Creo que parte de su plan es asustar a la gente en las carreteras y obstruir el tr?fico para que las tropas no puedan pasar". “Vi esa clase de cosas hoy”, dijo Barney. “No pude hacer m?s de cinco millas en seis horas. Tuve que luchar contra ellos para que no robaran mi ambulancia y la usaran como autob?s". Ech? un vistazo a mi nuevo amigo ingl?s. Sus mejillas estaban p?lidas por la fatiga y ten?a una mirada vidriosa. Extend? la mano para tocar el volante. “Pareces exhausto. Dorm? bastante bien. ?Puedo tomar el volante por un tiempo? Solo dime qu? camino tomar". Barney volvi? la cabeza y frunci? el ce?o. “No estoy cansado en lo absoluto, amigo. Y nadie conduce esta ambulancia excepto yo. Adem?s de no mucho m?s por recorrer, solo unas pocas millas m?s". "Si cambia de opini?n, av?seme", le dije. “?Lleva mucho tiempo conduciendo una ambulancia? ?Sales y ayudas a recoger a los heridos? ?Debes haber visto muchas batallas?" "?Qu? son todas esas preguntas?" "Solo estoy conversando, no estoy intentando..." "Es extra?o", dijo Barney. “Ah?” “Dije que es extra?o encontrar a un estadounidense en medio de la carretera, cuando lo hice. No hablas alem?n, ?verdad?" Apret? mis labios en una fina l?nea. "?Me est?s preguntando si soy un esp?a alem?n?" “No directamente. Dije que es extra?o que” "?Luzco como un esp?a?" Grit?. "No quiero ser parte de esta est?pida guerra. Estoy aqu? tratando de pasar el verano en Par?s y ahora estoy en medio de este l?o". Barney se ri?. Claramente disfrutaba provocando esa reacci?n en m?. “C?lmate, amigo. No te estoy acusando de nada. Simplemente declarando un hecho". Pasamos los siguientes minutos en un silencio inc?modo. "No soy realmente un conductor de ambulancia", dijo Barney en voz baja. “Tienes que tener dieciocho a?os para unirte al servicio voluntario, y todav?a me faltan un par de meses. Iba a la escuela fuera de Par?s y mi familia decidi? que deber?a volver a Inglaterra". "Eso suena familiar", dije. "Ayer, varias de estas ambulancias llegaron a la sede en Par?s", continu? Barney despu?s de un profundo suspiro. “Las hab?an enviado a Par?s por error. Se necesitaban en B?lgica y no hab?a conductores voluntarios habituales en Par?s. O no lo suficiente, de todos modos. Pens? que ser?a divertido conducir una antes de cruzar el Canal de la Mancha. Salimos de Par?s anoche a medianoche y todos nos perdimos la pista. Ha sido divertido, aunque me alegrar? cuando termine este viaje". "?Has estado conduciendo desde la medianoche?" Pregunt?. Seguro que puedes aceptarlo, Barney. "?Tomarla?" Los hombros de Barney se encorvaron y me mir? con el ce?o fruncido. "No s? a qu? te refieres". Me re?. "Esa es la jerga estadounidense para ti. Significa que tienes mucho coraje. Que eres un buen chico". "Gracias, Archer. Pero no se necesita coraje. Me alegra colaborar para ayudar a las tropas. Tenemos que vencer a estos alemanes. ?Sabes a lo que me refiero?" "Ah, en realidad, no", respond?. "Esta no es mi pelea. Prefiero no involucrarme. Tengo planes para mi futuro que no implican que me maten antes de que cumpla dieciocho a?os". Barney arrug? su nariz y se frot? la boca. Durante las siguientes millas, nos sumergimos en otro silencio. Me qued? mirando el tenue resplandor rojo de los edificios en llamas en la distancia. As? que as? es como se ve la guerra. Aparentemente, ha comenzado en serio. ?Pero qu? podr?a hacer yo? Incluso si quisiera ayudar, soy estadounidense y Estados Unidos es neutral en esta guerra. Mi sangre hirvi? hoy despu?s de lo que vi. No sab?a mucho sobre Hitler y los nazis antes de hoy. Algo dentro de m? anhelaba ayudar a los franceses y brit?nicos. Muchos chicos de mi edad participaron en la ?ltima guerra. Pero muchos resultaron heridos, muy heridos tambi?n. Perdieron brazos y piernas, tantos muertos. Mi padre luch? y result? herido. Dos t?os murieron combatiendo en Francia. Jur? que nunca me involucrar?a. Pero ser?a divertido luchar para ayudar a derrotar a los nazis. Pero, ?y si me lastimo? ?O matan? No volver?a a ver a Audrey ni a Par?s. No, no me voy a involucrar. Quiz?s podr?a ofrecer mis servicios como piloto. Casi tengo mi licencia. Ya he tenido un par de vuelos en solitario. Soy fuerte y grande para mi edad. Podr?a mentirme. Hablar? con mi padre al respecto cuando llegue a ... La ambulancia se detuvo con un fuerte chirrido. “Qu? ocurre?” Pregunt?. “Creo que podr?a habernos metido en un problema. Estamos perdidos. En realidad, no tengo ni la menor idea de d?nde estamos. Lo siento, amigo.” Un hormigueo atraves? mi piel y una sensaci?n de nerviosismo se apoder? de mi est?mago. "?Pens? que hab?as dicho que est?bamos cerca de Courtrai?" Barney se encogi? de hombros y se hundi? en su asiento. La noche estaba tranquila sin luna. Oscura y dif?cil de ver nada. Despu?s de varios minutos, un leve estruendo se acerc?. Barney se?al? la tenue luz que se acercaba. “Aqu? viene un coche. Espera, suena como un cami?n. Cu?nto esc?ndalo". Los faros brillaban a lo largo del camino que conduc?a a la derecha. Rebotaban hacia arriba y hacia abajo en la superficie irregular. Un ruido de golpes en el motor me hizo pensar en una pieza de maquinaria agr?cola que trilla el grano. Entr? al resplandor de las luces de nuestra ambulancia y agit? los brazos. El coche o cami?n, o lo que fuera, se detuvo con los engranajes chocando y chirriando. "Bueno, Archer, parece que estamos a punto de averiguar qu? es". Coment? Barney mientras caminaba hacia los rayos gemelos de luz que se acercaban lentamente. Segu? a mi compa?ero ingl?s, solo hab?amos caminado unos pocos metros cuando escuchamos una ?spera voz gritando: "?Alto!" Me congel?. Mis ojos se cegaron temporalmente mientras parpadeaba hacia la luz. Barney contuvo el aliento con un jadeo agudo. Mi propio coraz?n lat?a como una pelota de ping pong contra mi caja tor?cica. Una sequedad sofoc? la parte posterior de mi garganta. Las botas con clavos repiqueteaban en la carretera. La figura de un soldado sali? a la luz. Llevaba un casco en forma de cubo. En sus manos hab?a una ametralladora de aspecto perverso. Se movi? cautelosamente hacia m?. Vi su uniforme claramente. Mi coraz?n se hel?, mis manos se sent?an entumecidas, fr?as y h?medas. Era un soldado alem?n. Cap?tulo 3 “Alemanes,” Murmur? Barney. Qued? aturdido en medio del trance. Parpade?. Tragu? saliva mientras trataba de controlar los latidos de mi coraz?n. El soldado alem?n se detuvo a menos de tres metros. Nos mir? fijamente. Otro chasquido de botas con clavos y detr?s de ?l una segunda figura sali? a la luz. El segundo hombre era un oficial de infanter?a alem?n. Mantuvo una mano sobre su pistola Luger enfundada y camin? hacia nosotros. "Hola, amigo", dijo Barney. "Estamos perdidos aqu?. ?D?nde estamos?" "?Son ingleses?" pregunt? el oficial alem?n con una voz pesada y nasal. "?Por qu? est?n aqu?? ?Una ambulancia? ?Est?n intentando escabullirse a trav?s de nuestras l?neas? Mantengan las manos en alto, los dos". El soldado alem?n nos cache? en busca de armas. "No estamos armados, Capit?n", dije. “No somos soldados. Estamos perdidos". El rostro del oficial alem?n se puso rojo. "No soy un capit?n, soy un teniente. Se dirigir?n a m? como tal. Entonces si ustedes no son soldados, ?por qu? tienen esta ambulancia? ?Por qu? est?n aqu??" "Ya te lo he dicho", dijo Barney con voz tranquila. "Estamos perdidos. Ahora dinos el camino a Courtrai y nos pondremos en camino". "As? que eres ingl?s". El oficial alem?n se acerc? un paso y lade? la cabeza. "Y estoy orgulloso de ello", dijo Barney y puso r?gida la espalda. Y este tipo de aqu?, si debe saberlo, es un compa?ero americano m?o. Ahora, ?Cu?l camino a Courtrai? El oficial alem?n no dijo nada durante unos segundos que parecieron minutos. Apret? los labios con fuerza en una mueca en su rostro de rasgos afilados. Tal vez estaba decepcionado de no haber encontrado una pistola o un rifle autom?tico en ninguno de los dos. Dio un paso atr?s y se par? con los pu?os apretados en las caderas. "Un estadounidense y un ingl?s", murmur? el oficial alem?n. “Esto es inusual, incluso extra?o. ?Y dicen que no saben d?nde est?n? "Es as?, teniente", le dije. Mis m?sculos temblaron y el calor recorri? mi cuerpo. “?D?nde estamos de todos modos? ?Qu? est?n haciendo aqu?? ?Estamos en Alemania? El teniente sonri?, revelando una hilera de dientes manchados de amarillo. "Creo que me mienten". Camin? a nuestro alrededor en un semic?rculo. "S?, estoy seguro de eso. Los llevar? frente al Kommandant. ?l les har? hablar. Nuestros enemigos env?an a chicos como ustedes a espiarnos. Los adultos deben tener demasiado miedo. No pueden enga?arme con sus trucos". Respond?: “?Trucos? Ac? no hay truco. Le dije la verdad. Estamos en camino a-" "No desperdicies tu aliento", dijo Barney, colocando su mano sobre mi hombro. "Despu?s de que le cuente esta historia a su oficial al mando, nos dejar?n ir". "?Entonces?" El oficial alem?n me lanz? una mirada penetrante. “Entonces veremos si son esp?as, y si lo son, se pondr? dif?cil para ustedes. ?Ahora! Entren en ese auto que est? frente a m?". El teniente alem?n volte? y le espet? algo al soldado que estaba detr?s de ?l. El soldado entr? en acci?n. Corri? junto a nosotros y se subi? al asiento delantero de la ambulancia. Tom? a Barney del brazo. "No te preocupes. No pueden hacernos nada. No dejes que vean que estamos preocupados". "?Qu? dijiste? ?Qu? le est?s diciendo? El teniente sac? su pistola Luger. Me congel?. Mi piel se humedeci? y comenc? a temblar. Estaba decidido a seguir mirando al oficial alem?n directamente a los ojos. "Le dije que el c?nsul estadounidense nos arreglar? las cosas". El oficial alem?n resopl?. "Tal vez", expres? en voz baja y gru?ona. "Veremos." Caminamos hacia el auto con la cabeza erguida, los hombros hacia atr?s y mi pecho sobresaliendo. Cuando pasamos m?s all? de los faros, nos sumergimos en la oscuridad. Por un momento, no vi nada. Entonces mis ojos se acostumbraron al cambio y vi que era una combinaci?n de auto y camioneta. En realidad, era un transporte de tropas blindado. Las l?minas de acero proteg?an el asiento del conductor y, en lugar de neum?ticos de alta resistencia en las ruedas traseras, eran huellas de tractor. Este cami?n pod?a viajar a campo traviesa a trav?s de barro y carreteras pavimentadas. La parte trasera del cami?n llevaba quince soldados alemanes, todos armados con peque?as ametralladoras. Nos miraron a Barney y a m? cuando el oficial les indic? que nos hicieran subir al transporte; ninguno de ellos nos habl?. O no entend?an ingl?s o ten?an demasiado miedo del oficial para hablar. Barney y yo subimos a bordo en silencio. Nos sentamos en una dura tabla que serv?a de asiento. El oficial se puso al lado del conductor y gru?? una orden. El motor rugi?, los engranajes repiquetearon y chocaron, y el transporte se lanz? hacia adelante. Solo estaba a unos pocos metros antes de salirse de la carretera y se dirigiera en la direcci?n de donde hab?a venido. La direcci?n era el este, y tan pronto como me di cuenta, presion? mi rodilla contra la de Barney. Devolvi? la presi?n. Esperaba que mi nuevo amigo ingl?s entendiera la situaci?n en la que nos encontr?bamos y no estuviera planeando nada est?pido. Mir? por encima del hombro del conductor y observ? la carretera. Bombas y proyectiles hab?an destrozado el pavimento. El conductor se desvi? para evitar vagones de municiones destrozados y piezas de artiller?a esparcidas por la carretera. Los ca?ones grandes fueron destrozados hasta quedar irreconocibles, rodeados de soldados belgas muertos y refugiados que no pudieron escapar de las hordas alemanas que avanzaban. Un rugido de motores de avi?n llam? mi atenci?n y mir? hacia el cielo. No pude ver los aviones. Estaban demasiado alto, pero el sonido de sus motores me dijo que eran los bombarderos nocturnos de Hitler patrullando. Apret? mis pu?os. La idea de unirme a esta pelea cruz? por mi mente. ?Y si estuviera all? arriba en una persecuci?n mortal r?pida o en un avi?n de combate? He tomado lecciones de vuelo durante algunos a?os. Yo podr?a hacerlo. Mi instructor dijo que era demasiado imprudente, pero tambi?n que era un piloto natural. ?Y si me derriban? ?Y si tuviera que aterrizar un avi?n con el motor ametrallado? ?Qu? pasa si me estrello contra el suelo y me destrozo en una bola de fuego? Ser?a mucho m?s f?cil evitar todo este l?o. Ni siquiera es mi guerra o mi problema. El mareo se apoder? de m?, mi est?mago se endureci?, mis rodillas se sent?an d?biles. Me volv? hacia Barney. "Me gustar?a estar all? en un Curtis P-Forty. Apuesto a que podr?a hacer algo, o al menos podr?a intentar ayudar". Barney se inclin? para acercarse. "?Eres piloto, Archer?" "He volado solo. Alg?n d?a espero obtener mi licencia de piloto privado, pero todav?a soy demasiado joven. Volar es lo mejor. No hay nada igual. ?Puedes o?r esos aviones all? arriba? "Bombarderos alemanes Heinkel, creo", dijo Barney. O tal vez Dorniers, no puedo determinarlo por los sonidos. Yo tambi?n estoy loco por volar. Me un? a un aeroclub en casa. Tambi?n tengo algunas horas en solitario en mi haber. Cuando estall? la guerra, trat? de enlistarme en la Real Fuerza A?rea, pero descubrieron que era demasiado joven y no pude. Alg?n d?a usar? alas de la RFA. Por lo menos eso espero" "Silencio", la voz ?spera del teniente alem?n chirri? contra mis t?mpanos. "No hablen". "Ese tipo se cree un pez gordo", susurr? Barney. Sonre? y asent?. Nuestro transporte alem?n continu? retumbando y rodando hacia el este. Estaba tan cansado que ya no pod?a mantener los ojos abiertos. Hab?a pasado por muchas cosas desde esta ma?ana. No tard? en quedarme dormido. * * * El sonido met?lico de los engranajes, los gritos y el chirrido de las voces alemanas me sacaron de mi profundo sue?o. A?n estaba oscuro, pero la tenue luz de un nuevo amanecer se alzaba en el este. Nuestro transporte se detuvo en el centro de un peque?o pueblo. Bombas y proyectiles hab?an devastado el ?rea, pero muchos edificios a?n estaban intactos. Por todas partes hab?a soldados alemanes con todo tipo de uniformes. Una mano poderosa me dio una palmada en el hombro. Me gir? y mir? a los peque?os ojos grises de nuestro teniente alem?n. "Despierta a tu amigo", espet?. "Fuera de ac?, los dos". "?D?nde estamos?" Le pregunt? y sacud? suavemente a Barney, todav?a profundamente dormido. "?En qu? pueblo estamos, teniente?" El oficial alem?n sonri? con una mirada maliciosa en su rostro. Sent? la molestia brotando cuando parpade?. Agarr? a Barney por el hombro y lo sacudi? salvajemente. "Despierta, Englander", grit?. "Ya dormiste suficiente, despierta". Le dio una bofetada a Barney en la mejilla. Mi amigo ingl?s se despert? instant?neamente y parec?a que estaba a punto de arremeter contra el alem?n con el pu?o cerrado cuando lo agarr? del brazo y lo empuj? hacia atr?s. "Tranquilo, Barney", le dije. “Este es el final de la l?nea. Bajamos de aqu?. ?Est?s bien?" Barney neg? con la cabeza y hundi? los nudillos en sus ojos llenos de sue?o. En unos segundos m?s, pareci? estar completamente despierto. "?D?nde estamos? ?Qu? es este lugar?" El teniente alem?n ech? la cabeza hacia atr?s y se ri?. Movi? su dedo en nuestras caras. Est?n en el cuartel general de la inteligencia del ej?rcito alem?n. Se los dije antes, los llevar? al Kommandant. Ahora, sabremos todo sobre ustedes dos. Mi consejo es que responda todas las preguntas que Herr Kommandant haga con sinceridad". El teniente asinti? brevemente y los alemanes descendieron del cami?n. Nos hicieron se?as para que baj?ramos y los sigui?ramos. El teniente se?al?. Ese edificio de all?. No sean tontos y traten de escapar. Se los advierto. Les disparar?n". Me encog? de hombros y cruc? la calle hasta la entrada de un edificio de piedra de s?lida construcci?n. Mir? por encima del hombro y vi a Barney detr?s de m?. Un guardia que estaba al frente hizo clic con los talones y sostuvo su rifle en se?al de saludo cuando el teniente alem?n se acerc?. El teniente grit? una orden en alem?n y el guardia volvi? a saludar. Hizo un inteligente giro de cabeza e ingres? por la puerta. Ech? un vistazo r?pido a los escritorios y sillas y parte de una pared cubierta por un mapa enorme antes de que la puerta se cerrara en mi cara. Mir? a Barney y asent? con la cabeza y luego mir? hacia los peque?os ojos brillantes de nuestro teniente alem?n. “Nos dir?n toda la verdad”, dijo el teniente con los labios apretados. "Har?n bien en recordar eso". La puerta se abri? y el guardia nos salud? con la cabeza. Un soldado me empuj? por la puerta abierta. "Entra, entra ahora". Cap?tulo 4 Despu?s de tropezar con mis pies a trav?s de la puerta abierta, me arrastr? frente a un enorme escritorio. Al menos nueve pies de largo y cinco pies de profundidad. Ocupaba casi todo el lado de la habitaci?n. En ?l hab?a papeles, libros, aparatos de radio port?tiles de onda corta y media docena de tel?fonos. Un alem?n de rostro enrojecido y cuello de toro vestido con uniforme de coronel estaba sentado en el escritorio. “Herr Kommandant, mis prisioneros,” dijo el teniente. “Heil Hitler.” El fornido coronel alem?n levant? la mirada de los papeles que ten?a delante. Nos mir? a Barney y a m?, permiti?ndome sentir la violencia en ?l. La maldad goteaba de cada parte de su cuerpo. Despu?s de un largo segundo de mirarnos, gir? la cabeza hacia el teniente. "?Es esto una broma, Herr Leutnant?" dijo en un ingl?s con acento y camin? hacia nosotros. Su voz retumbante sacudi? las gruesas paredes de la habitaci?n. "?Por qu? me ha tra?do a estos campesinos?" El coronel alem?n levant? un dedo del tama?o de un pl?tano y me lo apunt?. "Mira la ropa en este, harapos". "No son campesinos, Herr Kommandant", dijo el teniente con la voz quebrada. “Este de aqu? con el cabello casta?o dijo que es estadounidense. El rubio es ingl?s. Los pill? tratando de escabullirse m?s all? de nuestras l?neas, conduciendo una ambulancia. Dijeron que estaban perdidos y quer?an saber el camino a Courtrai. Los pill? a cuarenta millas al sureste de la ciudad. No les cre? y los traslad? aqu? de inmediato". "?Y qu? hay con la ambulancia?" pregunt? el coronel lentamente. "?Encontr? soldados heridos dentro?" "No, Herr Kommandant", dijo el teniente negando con la cabeza. "No hab?a nada. Estaba vac?a. Parec?a que no se hab?a utilizado. Eso tambi?n aument? mis sospechas. Siguiendo sus ?rdenes, examinar? m?s a fondo la ambulancia". "Bien", el coronel alem?n hizo un gesto de despedida con la mano. “Inmediatamente, Herr Kommandant” dijo el teniente con voz melosa. Empuj? su brazo hacia adelante en un saludo nazi, gir? sobre sus talones y se dirigi? hacia la puerta. El coronel se sent? detr?s de su escritorio. Se qued? callado por unos momentos mientras nos miraba. "?De qu? se trata todo esto? ?C?mo llegaron tan lejos de nuestras l?neas?" "Le dijimos la verdad al teniente, se?or", dijo Barney. "Yo estaba perdido. Todo fue mi culpa. No ten?a idea de d?nde estaba. No tiene derecho a retenernos aqu? como prisioneros. Todo lo que hemos hecho es perdernos". La sonrisa del coronel alem?n se ampli? y sus hombros temblaron mientras se re?a entre dientes. La forma en que su nariz gorda se bamboleaba en su cuello de toro lo hac?a parecer como si tuviera el hocico de un cerdo. “?No tengo ning?n derecho, dices? Supongo que me lo contar?s todo. Por qu? est?s aqu?. ?Qu? hac?as conduciendo una ambulancia?" Barney hizo una pausa moment?nea antes de narrar la historia de c?mo dej? la sede de Par?s con el Servicio Voluntario Brit?nico de Ambulancias. C?mo se hab?a separado de los dem?s y c?mo me recogi? en la carretera. "Ah? lo tiene, se?or", finaliz? Barney. "Fue un incidente desafortunado, y nuevamente, ya les dije que todo fue mi culpa". El coronel Snout se encogi? de hombros. Comenz? a hablar, pero se detuvo. Gir? en su silla y observ? el mapa bien marcado que ocupaba la pared detr?s de ?l. Luego se volvi? hacia nosotros y clav? su mirada en m?. "?Y usted? ?Por qu? lo obligaron a dejar su coche? ?Y d?nde est? ese teniente del ej?rcito franc?s? "No s? d?nde est?, se?or", dije. "Cuando los aviones alemanes comenzaron a disparar y bombardear a los pobres refugiados, yo..." "Espere", espet? el coronel. “Nuestros pilotos no disparan ni bombardean a civiles. Esos deben haber sido aviones franceses, o incluso brit?nicos fabricados para parecerse a aviones alemanes. Contin?e." La ira brot? dentro de m?. Vi esos aviones con mis propios ojos. Sab?a lo suficiente sobre aviones extranjeros y no eran ni brit?nicos ni franceses. Eran alemanes. Estaba seguro de ello. Mi mand?bula cay? para arrojar la mentira a la cara del coronel alem?n, luego lo pens? mejor. Le expliqu?: “A setenta millas al norte de Par?s, creo, unos minutos antes, pasamos por un peque?o pueblo llamado Roye. Recuerdo mirar mi reloj. Era un poco m?s de la una de la tarde". "Ya veo", dijo el coronel Snout en un susurro. Ten?a una expresi?n extra?a y confusa en su rostro. “?Y cu?ndo despertaste, era de noche? ?Viste la ambulancia de este chico ingl?s y te recogi?? "As? es, se?or", dije y asent?. "Y entonces", dijo el coronel Snout en el mismo tono, "un poco despu?s de la una de la tarde, su amigo lo recogi? y viaj? m?s de treinta millas, ?estando inconsciente? ?Espera que me crea eso? "No estoy mintiendo", espet?. “Puede creer lo que quiera, pero esa sigue siendo la verdad. No s? c?mo llegu? all?. Quiz?s alg?n coche me recogi? y luego me dej? pensando que estaba muerto. Quiz?s alguien me llev? m?s lejos para robar por mi ropa americana. Tal vez pensaron que ten?a algo de dinero y.... " Me detuve en seco ante el pensamiento y busqu? en los bolsillos de mi ropa rota. Saqu? un pa?uelo, un l?piz roto y un centavo doblado que llevaba a todas partes como mi pieza de la suerte. Todo lo dem?s se hab?a ido: mi billetera, mi dinero, mi pasaporte, todo. Mir? al coronel Snout con enojado triunfo. "Eso debe ser lo que pas?", dije con voz emocionada. "Alguien debi? haberme recogido y robado. Y luego me dejaron en ese campo bajo los ?rboles. Y ahora estoy arruinado. Necesitar? dinero para llegar a Inglaterra. Yo -" Me detuve en seco cuando el coronel sonri?. Esa era un tipo de sonrisa diferente. Una sonrisa diab?lica sin nada agradable: una sonrisa amarga de labios apretados. Me estremec? y sent? el cosquilleo de la piel de gallina por todo el cuerpo. "No ir? a Inglaterra, todav?a", dijo el coronel. "Hay algo extra?o aqu?, y necesito averiguar qu? es". "?Por qu??" Exclam?. "Nos perdimos en la oscuridad, y eso es todo". "Tiene raz?n", intervino Barney. "Es la verdad. A?n no tenemos la edad suficiente para ser soldados". El coronel Snout frunci? el ce?o. Sus espesas cejas negras formaban una l?nea s?lida en la parte inferior de su frente. Tu lengua afilada puede meterte en m?s problemas de los que crees, peque?o mentiroso ingl?s. Ser? mejor que tengas cuidado de no mentirme. Tengo m?s preguntas ?Ambos salieron de Par?s esta ma?ana? ?Cu?ndo? ?Viste tropas y tanques franceses y otras cosas en marcha?" "Vi millones de ellos", respondi? Barney. Y tambi?n aviones. Nunca vi tantos soldados y tanto equipo militar en mi vida”. "?Entonces?" El coronel dej? escapar un largo suspiro. "Debes haber visto hacia d?nde se dirig?an, ?por supuesto?" "Naturalmente", dijo Barney. “Se dirigen a B?lgica, por supuesto. Y no solo tropas francesas con tanques y ca?ones. Miles de brit?nicos y canadienses con miles m?s de Australia, Nueva Zelanda y Sud?frica. El cielo estaba lleno de aviones de la RFA, aviones franceses y ... " La risa estruendosa del coronel Snout detuvo a Barney en seco. El gordo alem?n se estremeci? como gelatina y se son? la nariz antes de continuar. Te admiro, joven ingl?s. Creo que ahora deber?a estar muy asustado y ordenar una retirada general de las tropas alemanas de inmediato, ?eh? "Te ver?s obligado a hacerlo, en breve", dijo Barney. El rostro del coronel se puso serio y su risa se desvaneci?. "Los alemanes nunca escuchar?n una orden como esa porque nunca se dar?". El coronel alz? la voz. "?Pero veo que quieres tratar esto como una broma?" "?Espera usted que le demos informaci?n militar?" Dije. “Le ayudar?a, tal vez incluso le salvar?a la vida. Quiere volver a Inglaterra, ?eh?” "No como traidores, no lo haremos". Saqu? mi pecho. "No responder? preguntas sobre informaci?n militar, incluso si tuviera alguna para darte". "Bien por ti, amigo", dijo Barney en voz baja. "No nos convertir? en unos malditos traidores". Me par? con los hombros hacia atr?s, la cabeza erguida y enmascar? mi rostro con la mirada m?s desafiante que pude reunir. El coronel Snout me devolvi? la mirada por un momento. Luego, las comisuras de sus labios se apartaron y sonri?. Me gustas m?s por negarte. Si estuviera en tu lugar, tampoco dir?a nada, incluso si me capturaran. Muy bien, no hablaremos m?s sobre esto. Pero debo hacer un informe. Necesito sus nombres y direcciones. Enviar? un mensaje a trav?s de la Cruz Roja a sus familias para que sepan d?nde se encuentran". "Vivo en Estados Unidos", dije, "pero mi padre est? en Londres, como le dije, no s? d?nde". "?Cu?l es su nombre?" El coronel alem?n tom? un l?piz. "Har? que env?en un mensaje al hotel donde se hosped? en Par?s. Se le reenviar? donde sea que est?". Dud? un momento. Entonces decid? que no se pod?a hacer nada m?s. “Douglas C. Archer. Mi nombre es John Archer. Estuvimos en el Hotel de Ney, Rue Passey n?mero veintiuno, Par?s". Esa peque?a informaci?n sorprendi? al coronel Snout. Me lanz? una mirada larga y penetrante y luego garabate? algo en una hoja de papel frente a ?l. Luego mir? a Barney. “Y t??” “Mi nombre es Barney James. Vivo en el 97 de la calle Baker en Londres. Pero mire aqu?, se?or. Realmente no pretenden dejarnos prisioneros, ?verdad? Quiero decir, despu?s de todo lo que sabe". El coronel Snout se ri? y neg? con la cabeza. ?Mantenerlos prisioneros? Por supuesto que no. Pero no puedo dejarlos ir hasta que tenga una prueba de qui?n eres, ?verdad? En poco tiempo, sabr? si me dijeron la verdad o no. Y si lo han hecho, los pondr? en un autom?vil y los pasar? por las l?neas belgas". "Les hemos dicho la verdad", dijo Barney con una voz llena de molestia. "Entonces no hay nada de qu? preocuparse", dijo el coronel. "?Y ahora probablemente tengan hambre? Me asegurar? de que los cuiden y les den algo de comer". El coronel Snout puls? un bot?n del escritorio con su grueso dedo. Como por arte de magia, una puerta lateral se abri? y un soldado alem?n apareci? en la habitaci?n. El coronel le lanz? palabras en alem?n tan r?pido que sonaban como un gru?ido gutural bajo. El soldado salud? y nos hizo un gesto para que sali?ramos delante de ?l. Una vez que cerr? la puerta, se?al? hacia un tramo de escaleras. El soldado nos detuvo en el segundo rellano, abri? una puerta y nos indic? que pas?ramos. Dos catres militares con una manta para cada uno y un par de sillas rotas fue todo lo que nos recibi?. Una sola ventana en la parte trasera de la habitaci?n brillaba a la luz de la luna a unos cinco pies del suelo. Estaba lleno de telara?as y polvo y parec?a que no se hab?a abierto en a?os. Mir? a Barney y luego de nuevo a la habitaci?n. Escuch? el clic del pestillo de la puerta y luego el chirrido del cerrojo al dispararse. Salt? hacia la puerta y agarr? el pomo. Gir? en mi mano, pero la puerta no se abr?a. Tragu? saliva, apoy? el pie contra la pared y trat? de abrirla de un tir?n. Sin suerte. Volv? a mirar a Barney, su rostro hab?a palidecido, pero sus ojos a?n brillaban desafiantes. Cap?tulo 5 "Mant?n la barbilla en alto, Barney", le dije. “No pueden hacernos nada. No se atrever?an". Barney levant? la cara y asinti?. Ni siquiera la m?s leve insinuaci?n de derrota brill? en sus ojos. "No les tengo miedo. Estoy enojado conmigo mismo. Podr?a patearme por toda esta habitaci?n. Debido a mi propia estupidez, me fui y ahora perd? una ambulancia en perfecto estado. Es por eso por lo que estoy jodidamente enojado. Ahora ha ca?do en manos de los alemanes. Simplemente no soy bueno, Archer". “Ya basta. Estuviste bien abajo. Le respondiste de inmediato cuando yo estaba all? temblando en mis botas. No se preocupe por la ambulancia. Lo recuperaremos. Tal vez incluso rob?rselo”. Los ojos de Barney se iluminaron con un destello brillante de esperanza. ?Crees eso, Archer? ?Crees que existe la posibilidad de que podamos salir de esto? "Podemos intentar. Solo tienes que mantenerte bajo control y... espera. Alguien sube las escaleras. Barney, no podemos dejar que piensen que estamos preocupados o asustados en lo m?s m?nimo". "Bien, amigo", susurr? Barney. "Puedes contar conmigo para aguantar mi parte". Se o?an pasos fuera de la puerta. El cerrojo exterior se desliz? hacia atr?s y la puerta se abri? con un crujido. Un guardia alem?n estaba en el pasillo afuera. En una mano llevaba una bandeja abollada y destartalada con pan y salchichas, y en la otra un fardo de ropa vieja. El coronel Snout estaba detr?s de ?l. El rostro gordo del coronel resplandec?a bajo el resplandor de la ventana iluminada por la luna. "?Crees que te he olvidado?" Entr? en la habitaci?n. "Por supuesto que no. Aqu? tienes algo de comida y ropa limpia. Tendr? todo lo que llevas puesto arreglado y todo limpio". “Muy amable de su parte, coronel” dijo Barney en tono burl?n. "Sin embargo, quedar? decepcionado". "?Decepcionado?" El coronel alem?n mir? a Barney desconcertado. "S?, me temo que s?". Barney se quit? la ropa sucia y cubierta de polvo. "No encontrar? mensajes secretos ni mapas sembrados en el forro. No importa lo que sospeche, no somos unos malditos esp?as". El coronel Snout se ri? de nuevo, pero una mirada en sus ojos no fue se?al de risa para m?. Al coronel alem?n obviamente no le gustaba el hecho de que un chico ingl?s de diecisiete a?os pudiera ver a trav?s de ?l. "Eso es rid?culo", dijo el coronel. "Por supuesto que no son esp?as. Solo quiero que se cambien la ropa. Los alemanes cuidamos bien a las personas que protegemos. Le har? bien recordar eso cuando regrese a su tierra natal. Ahora tome su ropa limpia y coma". El coronel Snout esper? hasta que el guardia recogi? nuestra ropa, luego nos sonri? antes de dar media vuelta y salir de la habitaci?n, seguido por el guardia. Esper? hasta que el pestillo de la puerta estuvo atascado, y luego medio muerto de hambre, comenc? a devorar mi bandeja de pan reci?n horneado y jugosas salchichas. Desde el primer bocado, fue una sorpresa deliciosa: excelente comida y en abundancia. Empezamos a devorar nuestra comida como refugiados desesperados que no hubieran comido en d?as. Luego me detuve, todav?a masticando una salchicha, y la escup? en la bandeja. Puse mi mano sobre el hombro de Barney. "Espera, esto podr?a ser un truco". "?Por qu? amigo?" Barney dijo y abri? la boca, salchicha colgando. "?Crees que est?n tratando de envenenarnos? Una vez escuch? una historia sobre alemanes que usaban alg?n tipo de droga para hacer hablar a la gente. Pero Archer, me muero de hambre". "Yo tambi?n", dije. "Eso no es lo que quiero decir, sin embargo. Estoy seguro de que la comida est? bien. Ese es el punto. Apuesto a que las tropas no consumen este tipo de comida. Tengo el presentimiento de que quiere dejar claro un punto. Alim?ntenos bien, as? que hablaremos de las unidades militares francesas y brit?nicas que vimos ayer". Barney resopl?. Entonces es un maldito tonto. Si cree que llenar mi est?mago con comida me har? decirle cualquier cosa". "Lo mismo para m?, pero lo que quiero decir es esto: creo que ser?a inteligente si no comi?ramos toda esta comida. Guardemos algo. Al menos el pan. Puede que lo necesitemos m?s tarde y ..." "?Qui?n te nombr? Winston Churchill?" Barney se asegur? de lentamente introducir otro trozo de pan en la boca. "No estoy seguro de que me guste que me des ?rdenes. Deber?a ser yo quien d? las ?rdenes y haga los malditos planes aqu?". Gru??. "Muy bien, adelante y cu?ntame tu plan sobre c?mo escaparemos". "?Escapar?" Barney dej? su bandeja de pan y salchichas sobre el catre. "?No es ese nuestro deber?" Dije. "?No deber?amos resistir y tratar de escapar?" "Pens? que esta no era tu guerra, amigo. ?Pens? que estabas aqu? de vacaciones en Par?s y no quer?as participar en nada de esto? "No quiero ser parte de esto. Pero tampoco quiero quedarme aqu? como prisionero". Barney le dio a su bandeja de comida una ?ltima y larga mirada antes de alejarla. Entonces eso es lo que tenemos que hacer: escapar. Y cuando lo hagamos, necesitaremos algo de comida para llevar. Asent?, pero no dije nada. Una sensaci?n de inquietud se elev? dentro de m?, y la parte de atr?s de mi cuello se estremeci?. Una se?al segura de que se avecinaban problemas. Es posible que tengamos al coronel Snout confundido acerca de qui?nes somos realmente. Realmente no puede creer que seamos esp?as. Pero, ?c?mo puedo estar seguro? Los alemanes esperan quitarnos cualquier informaci?n que podamos darles. El coronel Snout nos mantendr? prisioneros aqu? hasta que este satisfecho. Tal vez incluso nos mantenga prisioneros mucho tiempo despu?s. ?Nos dejar?an pasar a salvo a trav?s de las l?neas belgas, sabiendo muy bien que les dir?amos a las autoridades lo que hab?amos visto en el lado alem?n? Nunca. Mi hambre desapareci?. Me levant? y camin? hacia la ventana. El alf?izar me llegaba a la barbilla y trat? de concentrarme en la noche iluminada por la luna. Limpi? el polvo y las telara?as con la palma de la mano, y lo que vi no me alegr? mucho. La ventana daba a una colina tachonada de ?rboles que bloqueaba todo lo que hab?a m?s all?. La luna creciente revel? grupo tras grupo de aviones en formaciones V. Todos volando r?pidamente hacia el oeste. Aguc? mis o?dos para apenas captar el latido de los motores alemanes. A medida que esos sonidos se desvanec?an, escuch? ruidos m?s fuertes y atronadores en direcci?n hacia el oeste. Los bombarderos alemanes volvieron a arrojar sus cargas de muerte y destrucci?n sobre los soldados y civiles del pa?s que Adolf Hitler aplast? bajo su tal?n de hierro. Me apart? de la ventana y me qued? mirando a la nada. Solo hab?a tenido diecisiete a?os durante unos meses, pero hoy me sent?a al menos una docena de a?os mayor. ?Qu? era lo que hab?a visto desde que sal? de Par?s que agreg? a?os a mi pensamiento si no era mi cuerpo? Todav?a sent?a una rabia feroz por las injusticias que hab?a visto desde ayer. Quiero hacer algo al respecto. ?Pero qu?? ?Luchar yo solo contra los nazis? ?O con Barney? Este apasionado deseo ard?a por dentro de m? y me instaba a hacer todo lo posible para ayudar. "?Qu? est?s pensando Archer?" Pregunt? Barney, sac?ndome de mi ensue?o. Hice una pausa y us? el nudillo de mi dedo para frotar mi sien. “Puede que est? loco, pero quiero tener la oportunidad de hacer algo. Quiero tener la oportunidad de vengarme de los alemanes por lo que han hecho. Somos demasiado j?venes para alistarnos, pero debe haber algo que podamos hacer. Quiero hacerlo." "?As? que ahora quieres pelear?" Pregunt? Barney. "?Tienes alguna otra pregunta tonta?" Barney neg? con la cabeza. "Me alegro de que hayas recuperado el sentido, amigo". “?Tienes idea de d?nde estamos? Nunca antes hab?a estado en B?lgica. Creo que todav?a estamos en B?lgica, ?verdad?" Barney peg? la frente a la ventana. "Por el aspecto de los edificios y algunos habitantes del pueblo que vimos cuando llegamos, creo que s?. Pero en qu? ciudad estamos, no tengo ni puta idea. I . . . " "?Qu? pasa?" "Espera. Ese mapa en la oficina de abajo del coronel. ?Lo viste? ?Y viste c?mo estaba marcado con esos peque?os alfileres y banderitas? Barney coment? con una amplia sonrisa. "S?, supongo", dije. "Pero no le prest? mucha atenci?n". "Yo tampoco", dijo Barney. "Pero amigo, estamos en un cuartel general de inteligencia, y apuesto a que esos peque?os alfileres y banderas son los puntos marcados para el avance de las fuerzas alemanas. ?Ves lo que quiero decir? Si pudi?ramos echar un buen vistazo a ese mapa, y al menos recordar algunas de las cosas que dice, y luego, si pudi?ramos escapar de aqu?, podr?amos. . ." Barney se qued? dormido. Estaba temblando de entusiasmo. Lo agarr? por ambos hombros. "Barney, tienes raz?n. Podr?amos decirles a los comandantes aliados d?nde est?n algunas de las unidades alemanas y hacia d?nde se dirigen. Necesitamos averiguar c?mo podemos echar otro vistazo a ese mapa". “?Y si vamos y golpeamos la puerta ensangrentada? Le diremos al soldado Kraut que traiga al coronel Snout. Fingiremos decirle todo lo que sabemos si nos deja ir. Apuesto a que al menos nos llevar? a su oficina para escuchar lo que tenemos que decir". “Quiz?s,” respond?. “Pero es demasiado pronto para hacerle pensar que estamos asustados y nos rendimos. Adem?s, tal vez no nos est? enga?ando realmente. Tal vez ?l realmente va a ver c?mo estamos y nos dejar? ir". "?Qu?? Vamos amigo, ?crees que nos dejar? volver y contarle a alguien lo que hemos visto detr?s de las l?neas alemanas?" Dijo Barney. “No hay posibilidad, Archer. Tienes que estar fuera de tu cabeza". Me re?. "Si, tienes raz?n. No nos dejar? ir. Incluso si piensa que est?bamos atrapados en el lugar y el momento equivocados". Barney se sent? frente a m? en su catre con los brazos cruzados, asintiendo con la cabeza como un perro ansioso esperando un hueso. "S?lo nos queda una cosa por hacer", continu?. "No podemos intentar escapar ahora a plena luz del d?a. Vamos a ponernos esta ropa y recuperar un poco de sue?o. Todo lo que podemos hacer ahora es esperar un poco. Esperar a ver cu?l es su pr?ximo movimiento". "Odio esperar", Barney se puso el resto de la ropa que hab?a tra?do el guardia. Pero estoy de acuerdo, Archer. No hay nada m?s que podamos hacer en este momento". Me dej? caer sobre el catre y me puse las palmas de las manos detr?s de la nuca. "Tendremos mucho que hacer m?s adelante. Esperemos a ver a Barney. S?lo espera y mira." * * * Estaba en medio de un sue?o profundo cuando escuch? un golpeteo y el tintineo de las llaves en la cerradura cuando nuestra puerta se abri? con un chirrido. Un guardia alem?n grit? y nos hizo se?as para que lo sigui?ramos escaleras abajo. Parece que el coronel Snout va a dar el siguiente paso. Seguimos al guardia escaleras abajo y nos llevaron de regreso a la oficina del coronel, donde esperaba detr?s de su escritorio. “Tomen asiento”, dijo el coronel, haciendo un gesto expansivo con la mu?eca. "Quiero hablar con ustedes de nuevo". Mir? a Barney y luego me sent? como me ordenaron, lentamente. Sent? que algo andaba mal en el aire. Mi coraz?n se aceler?. Los pelos invisibles en la parte de atr?s de mi cuello comenzaron a levantarse, y mis palmas sudaban, poni?ndose h?medas y fr?as. El coronel Snout se inclin? hacia delante y junt? sus grandes manos en el borde de su escritorio. “Nuestro l?der es un hombre de paz. Ama la paz y con mucho gusto dar?a su vida por la paz entre las naciones". Se?al? a Barney. “Ustedes, ingleses, ?el F?hrer declar? la guerra a su pa?s? ?O en Francia? No. Sus pa?ses nos declararon la guerra, Alemania. Escucha bien, ?no quieres la paz?" "Por supuesto", dijo Barney. Luego, una sonrisa traviesa apareci? en su rostro. “. . . en ?l momento adecuado." "?No!" El coronel golpe? la mesa con el pu?o del tama?o de un jam?n. “Queremos la paz lo antes posible. Ahora es el mejor momento antes de que haya m?s derramamiento de sangre. Ustedes, dos j?venes, pueden ayudar a que esta guerra termine pronto. Estar?n haciendo un favor a los enemigos de Alemania. Ahora, ?por qu? no me dicen la verdad? Y entonces todo estar? bien". Ninguno de los dos pronunci? una palabra. Me sent? como si estuviera escuchando un disco rayado. Todo lo que escuch? resonando en mi cabeza fue d?ganme la verdad, d?ganme la verdad, d?ganme la verdad, como el t?tulo de la misma canci?n aburrida que hab?a escuchado diez veces antes. Me sent? all? con la boca cerrada y los ojos fijos sobre el enorme mapa colgado en la pared. Trat? de memorizar d?nde estaban los alfileres y las banderas, y los nombres de los pueblos y ciudades en las ubicaciones. Una ciudad en el mapa estaba manchada por un dedo con algunas marcas. Se llamaba Stalin y estaba cerca de la frontera belga-alemana. Tuve la corazonada de que era precisamente donde est?bamos. Cerca de la frontera con Alemania. Pero, ?qu? tan lejos de las l?neas alemanas? Pens? en ese largo viaje en el transporte motorizado anoche, y mi coraz?n se hundi? hasta las rodillas. "Bueno, por ?ltima vez", dijo el coronel Snout con voz atronadora. "?Van a decirme la verdad?" Barney se puso de pie de un salto. "Nosotros ya lo hicimos. Le dijimos lo mismo, la verdad. M?s de una docena de veces. ?Qu? m?s tiene que escuchar para creernos? El coronel golpe? el escritorio con las manos, ech? hacia adelante su enorme corpulencia y nos mir?. "He tratado de ser amable y justo con ambos. Ya que rechazan mi amabilidad, ahora debo tratarlos como mi enemigo. Har? que les disparen a los dos". Cap?tulo 6 ?Dispararnos? Mi boca se abri? de par en par y mir? al coronel Snout, esperando a que se echara a re?r. El coronel alem?n no se ri?. Se inclin? hacia adelante sobre el escritorio y me mir? con sus ojos brillantes que parec?an cubitos de hielo gemelos. "No puedes dispararnos", dije. "No hemos hecho nada". "Est? fanfarroneando", dijo Barney. "Todo esto es solo un enga?o". "?Un enga?o?" El coronel Snout gru??. "?Crees que soy un tonto? Yo nunca fanfarroneo". El coronel levant? un mapa en su mano. "?Y qu??" Dije. "No conozco ese mapa. Nunca lo hab?a visto antes". Mir? a Barney y ?l se encogi? de hombros. "Fue encontrado debajo del asiento de su ambulancia". Dijo el coronel Snout con una voz plana que me hizo temblar. “Tiene marcas. N?meros y cifras escritas a l?piz cerca de los nombres de las ciudades por las que pas? antes de que lo atraparan". El coronel respir? profundo. “?Me han dicho la verdad? No, mintieron. Este mapa contiene informaci?n que ser?a ?til para los enemigos de Alemania. ?Pensaron que podr?an protegerse conduciendo una ambulancia? Equivocado. Pero ahora pueden salvar sus vidas escuchando lo que tengo que decir". Consider? intentar decir algo, pero mi lengua estaba pegada al paladar. Mis rodillas se estaban debilitando y mi est?mago se revolvi?. Me concentr? en quedarme quieto y erguido. ?Era todo esto un sue?o loco? ?Una pesadilla? En unos minutos, ?me despertar?a y me encontrar?a sano y salvo en mi hotel de Par?s? Nunca hab?a visto ese mapa antes. No sab?a nada de un mapa. Gir? mi mirada hacia Barney. Se qued? all? un poco m?s p?lido, pero con una barbilla firme, sus ojos llenos de desprecio y desaf?o. "No tengo ni idea de lo que est?s hablando", dijo Barney. “Como le dije, estaba llevando la ambulancia a Courtrai. Y por en?sima vez, perd? el rumbo". El coronel Snout movi? la mu?eca en un ademan exagerado, como si estuviera apartando las palabras de Barney. “Basta de mentiras. ?sa es una infracci?n grave. Quiz?s no recopil? informaci?n sobre nuestras unidades avanzadas. Quiz?s solo se lo est? llevando a otra persona. S?, tal vez ni siquiera sab?as que te estaban utilizando para tal tarea". Di un paso hacia el coronel y me despidi? antes de que pudiera hablar. "Digamos que es cierto", continu? el coronel. “Esta informaci?n fue recuperada de ustedes, y eso es serio. Para evitar ser tratados como esp?as, debes responder las preguntas que les hago". "?Cu?les preguntas?" Pregunt? Barney. El coronel Snout sonri? y la expresi?n severa desapareci? de su rostro. "Mejor." Extendi? el mapa sobre el escritorio. "Aqu?, ha marcado una l?nea que muestra la ruta que viaj? desde Par?s. Cada ciudad por la que pas? est? marcada. Esas ciudades son guarniciones de tropas y equipos franceses. Esta ciudad aqu? cerca de la frontera belga. ?Qu? viste all?? ?Tropas brit?nicas? ?Tropas francesas? ?Cu?l era su equipo? ?Tanques? ?Grandes, peque?os? ?Hab?a bater?as antia?reas motorizadas? ?Estaban all??" El coronel se detuvo y mir? hacia arriba del mapa. "?Me est? escuchando?" "Por supuesto que estoy escuchando", dijo Barney. "Pero no voy a responder ninguna de esas malditas preguntas, incluso si me dispara". Barney se humedeci? los labios y luego ech? los hombros hacia atr?s y se puso un poco m?s r?gido. Negu? con la cabeza y sonre?. Barney ten?a ese coraje sereno y tranquilo que hizo famosos a los ingleses en todo el mundo. Esa situaci?n estaba comenzando a dirigirse hacia el sur r?pidamente. Me volv? para mirar al coronel Snout. "No responderemos nada", grit?. “Exijo ver al c?nsul estadounidense. Ahora." El coronel Snout mir? a Barney. Me ignor?, me trat? como si ni siquiera hubiera hablado. Durante unos largos momentos, continu? mir?ndolo y luego suspir?. El coronel levant? ambas manos en un gesto lleno de desesperaci?n. "Muy bien. Eso es todo lo que tengo ahora. Les dar? hasta ma?ana por la ma?ana para que lo piensen y cambien de opini?n, H?ten ". La puerta lateral se abri? de golpe y apareci? otro guardia. El coronel Snout nos se?al? con el dedo. En ingl?s, dijo: “Ll?valos de vuelta. Y monta guardia fuera de la puerta. Si alguno de los dos intenta escapar, disp?rales". El coronel nos mir? enojado y asinti?, luego se entretuvo con los papeles en su escritorio. Despu?s de que volvimos a nuestra habitaci?n de la prisi?n, la puerta se cerr? y pasaron el pestillo. Escuch? el repiqueteo de botas con clavos mientras el guardia caminaba de un lado a otro por el pasillo exterior. Barney se sent? en su catre frente a m? y se estremeci?. Dije: “Estaba fanfarroneando. Nunca nos disparar?a. Har? que me deje ver al c?nsul estadounidense. Har? que me deje llamar al embajador estadounidense en Bruselas ". Espero que lo hagas por tu bien, amigo. Pero Inglaterra est? en guerra y yo soy ingl?s. Y Archer. . . ese mapa era m?o. Lo us? para marcar mi ruta hasta que se hizo demasiado oscuro". Sent? como si dedos de hielo apretaran mi coraz?n y me asfixiaban. Aspir? aire con fuerza en mis pulmones. "Espera, ?escribiste todas esas cosas de las que estaba hablando?" “Oh no, eso no. Simplemente escrib? a l?piz la ruta que hab?a tomado hasta que oscureci? demasiado. Despu?s de eso, perd? mi l?piz cuando trat? de marcarlo con el brillo de la luz del tablero. El resto debe haberlo marcado ?l mismo". "No entiendo. ?Por qu??" “Mira, Archer”, dijo Barney, “lo hicieron para asustarnos y hacernos responder preguntas. Llevar?n a cabo un tribunal militar y usar?n ese mapa como prueba. Van a intentar asustarnos para que hablemos. Conoc? a un ni?o jud?o en Inglaterra que escap? con su familia de la Gestapo”. Barney se inclin? hacia adelante en su catre. Ten?a una mirada ardiente y penetrante en sus ojos. “Me habl? de los trucos que hacen para asustarte y que les cuentes cosas. Eso es lo que planean hacer con nosotros. Pero no les dir? nada, nada. S?, es mi mapa. ?Y qu?? No me asustar?n para que les cuente ninguna maldita cosa que pueda da?ar a los Aliados. No pueden obligarme". "Puedes apostar a que no pueden", dije. "Ellos tampoco obtendr?n nada de m?". Nos sentamos en silencio en nuestros catres, absortos en nuestros propios pensamientos. El ?nico ruido era el chasquido de las botas del soldado alem?n afuera y el latido de mi propio coraz?n. Sacud? la cabeza para deshacerme de los pensamientos sobre c?mo se sentir?a recibir un disparo y morir a causa de un pelot?n de fusilamiento. Me atemorizaba, pero lo que m?s me preocupaba era lo que le pasar?a a mi nuevo amigo, Barney. "No creo que te vayan a lastimar, Archer", dijo Barney. “Solo sigue pidiendo ver al c?nsul estadounidense. Eres estadounidense. Estar?s bien." "S?, tal vez, pero ?y t??" "No les dir? ninguna maldita cosa, no importa lo que me hagan", dijo Barney con una sonrisa torcida. Abr? la boca para hablar y luego me contuve. Me levant?, camin? hacia la esquina de la habitaci?n y gir? hacia Barney. "As? que ese es el tipo de amigo que eres, ?eh? ?Solo me levantas y me decepcionas as??” Barney se?al? con la cabeza hacia arriba. “?Te decepcion?, amigo? ?Qu? demonios...?” "S?, me decepcionas", espet?. Sent? que el calor sub?a por mi est?mago y se extend?a por todo mi cuerpo. "?No somos amigos? ?Pens? que ?bamos a terminar con esto juntos?" "Pero Archer, t? ..." "?Qu?, huir y dejarte atr?s?" Lo interrump?. "?Dejar a un amigo as? porque yo soy estadounidense y t? eres ingl?s? Ninguna posibilidad. Nos mantenemos unidos". Mira Archer, te met? en este l?o. Solo estaba pensando en ... " En un instante, la ira desapareci? de mi cuerpo. Le sonre? a mi amigo. "Te sacar?. Tenemos hasta ma?ana por la ma?ana para pensar en esto. Espera. . . hemos terminado de pensar en las cosas. Es hora de empezar a hacer cosas. ?Est?s listo, Barney? Respondi? extendiendo la mano. Cuando los abrochamos. Sent? un rayo de esperanza deslizarse a trav?s de m? cuando el color volvi? a la cara de Barney. "Vi algo adem?s de aviones por la ventana hace un tiempo". Asent? con la cabeza. "Quiero mostrarte." Barney me sigui? hacia la ventana. "Mira hacia abajo", le susurr?. "?Ves? La mitad inferior de este edificio sobresale del techo. No puede haber m?s de dos metros por debajo de esta ventana. Ni m?s de diez pies desde el borde del techo hasta el patio trasero. ?Crees que podr?as saltarlo? "Seguro. Pero, ?qu? haremos con esta ventana, aqu?? Est? atornillada". Barney sacudi? la base de la ventana. Saqu? una cuchara de cantimplora del ej?rcito del bolsillo de mi ropa nueva. “Tengo todo eso resuelto. Cog? esto de la bandeja del desayuno. Tuve una corazonada y la guard? en el bolsillo. Las cucharas pueden ser buenos destornilladores". Deslic? la punta del mango de la cuchara en la ranura del tornillo m?s cercano y presion? con ambas manos. Gir? el tornillo un dieciseisavo de pulgada m?s o menos y luego me detuve. "Bien. Ten?a miedo de que estuviera tan oxidado que no se moviera". Me volv? hacia Barney. "Parece que funcionar?. Ve a la puerta y empieza a hablarme muy alto. Habla de cualquier cosa. Hablemos de b?isbol". "Soy ingl?s. No s? nada de b?isbol". "Buen punto. L?stima que no s? nada sobre el Cricket. Solo preg?ntame sobre b?isbol y responder?", baj? la voz hasta susurrar, "pero mant?n un o?do atento a ese guardia. Si comienza a abrir la puerta, preg?ntame: "?Qu? es un jonr?n?" Entonces, sabr? que debo alejarme de la ventana". Barney se ri?. "Eres un tortuoso, ?no es as?, Archer?" Sonre?. ?Soy tortuoso? Quiz?s decidido, decidido a salir de este l?o. Decidido a recuperar algo de los nazis por arruinar mi viaje a Par?s. Y, sobre todo, por matar a tanta gente inocente. No puedo dejar que eso se mantenga. Tan pronto como Barney estuvo junto a la puerta, prest? toda mi atenci?n al primer tornillo. Por suerte para nosotros, la ventana estaba tan sucia que nadie desde afuera pod?a ver lo que estaba haciendo. Barney realiz? una pregunta tras otra sobre el b?isbol, y yo autom?ticamente las respond?. Trabaj? con la punta de la cuchara en los tornillos. Ocho de ellos. Debe haber pasado m?s de una hora antes de que tuviera siete de ellos. Afloj? el octavo y lo dej? parcialmente en el agujero para que la ventana permaneciera en su lugar. Tom? peque?os trozos de telara?a y cubr? los orificios de los tornillos para que nadie se diera cuenta. Luego me acerqu? a mi peque?o catre militar y me sent?. "Por ahora, es suficiente sobre el b?isbol”. Barney dijo con voz retumbante, gui?ando un ojo. "Parece que no vamos a comer nada esta noche. Entonces, supongo que intentar? dormir un poco". Barney se estir? en su catre. Se?al? la ventana y sonre?. Cap?tulo 7 En alg?n lugar a lo lejos, son? el reloj de una iglesia. Me incorpor? lentamente en mi catre y cont? diez campanadas. Un ligero resplandor de la luna alumbraba espeluznante la penumbra en nuestra celda oscura y h?meda. Me sent? all?, escuchando cualquier sonido. El guardia que estaba afuera en el pasillo tosi? y encendi? una cerilla. Los sonidos amortiguados de botas con clavos desfilaron por la calle. El sonido met?lico de los tanques y las orugas de los veh?culos de exploraci?n pisando las piedras. Un estruendo sordo ocasional de armas pesadas o bombas, e incluso el sonido de aviones zumbando en lo alto del cielo nocturno. Contuve la respiraci?n mientras escuchaba. Tambi?n escuch? otro sonido. Uno que pod?a sentir adem?s de o?r: el latido de mi propio coraz?n. Me dol?a el pecho, mi garganta estaba completamente seca por la emoci?n y el suspenso de lo que iba a suceder a continuaci?n. Durante las ?ltimas horas, Barney y yo permanecimos tendidos e inm?viles en los catres. Cada segundo dur? un minuto, cada minuto una hora y as? sucesivamente hasta la eternidad. Me contuve de ponerme de pie de un salto y gritar a todo pulm?n. Estaba temblando de la emoci?n y por la frustraci?n reprimida de esperar, esperar, esperar. Tres o cuatro veces, ese guardia abri? nuestra puerta y alumbr? con el rayo de su linterna. La primera vez que el coronel Snout estuvo con ?l, pude reconocer su voz incluso en alem?n. Murmur? algo y luego se fue, bajando las escaleras. No pod?a quedarme m?s esperando. Era como si cada fibra de todo mi ser pidiera acci?n a gritos. Hab?a esperado lo suficiente para hacer creer a nuestros captores que hab?an terminado por esta noche. Hac?a solo un par de minutos, el guardia hab?a echado otro vistazo. Era el momento de hacer esto. Ahora o nunca. Me deslic? de mi catre tan silenciosamente como pude. Me arrastr? hacia Barney. Sostuve una mano, lista para ponerla sobre su boca en caso de que despertara con un grito. Le susurr? al o?do. "Barney, despierta". Lo estrech? suavemente con mi otra mano. "Estoy despierto Archer. ?Estamos listos?" "S?. El guardia no volver? aqu? hasta dentro de unos minutos. ?Dormiste algo? "Hasta que me despertaste, estaba so?ando con una pinta en un pub". El rostro de Barney se arrug? y su buen humor se desvaneci?. Su voz ten?a un tono serio. Mira Archer, ?seguro que no quieres cambiar de opini?n? Puedo intentarlo solo. Entender?. Todav?a podr?as tener una salida con el c?nsul estadounidense. Vendr?n a buscarnos, ?sabes? "Ni un chance", dije. “Ahora, c?llate y qu?tate los zapatos. No podemos arriesgarnos a hacer ning?n sonido. Ese guardia puede tener orejas grandes". Atravesamos la peque?a habitaci?n hasta la ventana. Saqu? mi destornillador de cuchara y me puse a trabajar en el ?ltimo tornillo. En el instante en que sali? el ?ltimo tornillo, trat? de sacar el marco con los dedos. No se mov?a. Aspir? aire hasta mis pulmones adoloridos y met? la punta de la cuchara en la grieta lateral como palanca. La ventana segu?a sin moverse. Mi coraz?n se hundi? cuando sent? que la cuchara se doblaba debajo de mi mano. "?Qu? pasa?" Barney susurr?. "Est? atorada. Hinchada por el clima". La luz de la luna se hab?a desvanecido. Estaba oscuro. Tan oscuro que apenas pod?a ver. El reloj de la iglesia dio tres campanadas. Ten?amos que apurarnos. Pas? la mano por el marco de la ventana, un clavo en la parte inferior. No lo vi, pero pude sentirlo. Uno delgado. Quiz?s la ventana se deslice sobre ?l. Durante dos largos minutos, trabaj? en ese clavo presionado en la base de la tabla del alf?izar. Presion? de nuevo con la cuchara. La ventana empez? a moverse. Mi cara estaba empapada de sudor salado y nervioso. Mi cuerpo tembl?. Apenas pod?a controlar mi mu?eca para que la cuchara no hiciera clic contra el alf?izar de la ventana. Luch? contra mi miedo y nerviosismo. Me concentr? en cumplir esa tarea. Finalmente, hab?a trabajado lo suficiente en la ventana para poder meter los dedos debajo de una esquina. Desde all?, arranqu? todo el marco, pero una esquina se enganch? en una astilla del alf?izar. La astilla se parti? como un disparo de pistola. Me qued? helado. Mis o?dos aguzaron los sonidos del guardia en el pasillo. Sin chasquido del cerrojo ni traqueteo del pestillo. Liber? lentamente el aire de mis pulmones. Baj? el marco de la ventana hasta el suelo, a un lado donde estar?amos seguros de no golpearnos cuando sali?ramos por la ventana. Agarr? a Barney del brazo. "Vas primero. Dar? un paso con mis manos. Coloca tu pie y te dar? un empuj?n". Me agach? y entrelac? los dedos con las palmas hacia arriba para formar un escal?n. Barney puso un pie en ?l y una mano en mi hombro para estabilizarse. Lentamente lo empuj? por la pared. Tan pronto como tuvo la mitad de su cuerpo a trav?s de la ventana cuadrada abierta, liber? la presi?n de su pie en mis manos entrelazadas. Se retorci? el resto del camino como una serpiente. “Saca los pies y luego d?jate llevar por las manos”, susurr?. “El techo no debe estar a m?s de unos pocos cent?metros de los dedos de tus pies. Cuidado. Se inclina un poco hacia abajo". "Estar? bien, amigo". Barney se retorci? en el alf?izar, colgando sobre su est?mago. "?Puedes hacerlo solo?" "No me esperes", le susurr?. “Simplemente desl?zate por el techo y t?rate al suelo. Estar? justo detr?s de ti". Esper? hasta que escuch? el ruido sordo de los pies de Barney golpeando el techo. Agarr? el alf?izar con las manos y levant? mi cuerpo. Me sent? en el alf?izar, sonriendo a la habitaci?n a oscuras. Luego me di la vuelta y me baj?. Me sent? como un gato arrastr?ndose suavemente por este techo inclinado. Apret? mi est?mago y asom? la cabeza por el borde del techo. Debajo de m? no hab?a nada m?s que un mar de tinieblas. Por alguna raz?n, me congel? con una punzada de p?nico recorriendo mi cuerpo. "?Barney?" Susurr?. "Estoy aqu?, Archer. En el suelo a la izquierda. Todo despejado aqu? abajo. Suelo blando. Salta." Me di la vuelta y me decepcion?, siguiendo el sonido de la voz de Barney. Cuando mis pies tocaron el suelo, sent? una mano en mi brazo. "Bueno, ah? va la primera parte", susurr? Barney. "?Cu?l es el pr?ximo movimiento?" “Nuestros zapatos,” dije y los baj? al suelo. "Luego nos dirigimos directamente a esa colina y seguimos hacia el norte". "?Norte?" Barney dijo en un susurro desconcertado. “?Por qu? no nos dirigimos al oeste hacia las l?neas belgas? Ech? un buen vistazo a ese mapa. Creo" Un rayo de luz amarilla atraves? la oscuridad. Me congel? y retrocedimos contra la pared trasera del edificio. Mi coraz?n salt? a mi garganta. Esper? con miedo a que ese rayo de luz pasara y nos revelara en su resplandor. Mis nervios tensos vibraban como cuerdas de viol?n pulsadas. Entonces me di cuenta de que alguien hab?a encendido una luz dentro del edificio contra el lugar donde est?bamos agachados. El rayo de luz hab?a estado adentro, la luz flu?a a trav?s de una ventana trasera. Brillaba al pie de la ladera de la colina, a una docena de metros de distancia. Tuve este repentino y loco deseo de romper a re?r. "Eso me asust? much?simo", dijo Barney, jadeando. "Hablamos m?s tarde", le dije. “Necesitamos iniciar el recorrido. ?Te has puesto los zapatos?” "Derecha. T? lideras a Archer. Estoy detr?s tuyo." Llegu? a la esquina y me detuve. Mir? alrededor, esperando que la dama de la suerte estuviera conmigo. Casi esperaba estar mirando hacia un callej?n que condujera hacia la calle del frente. Pero no era un callej?n. Era un peque?o patio que conectaba con el siguiente edificio. Ten?a una cerca alta en el frente, bloqueada por una vista de la calle. No pod?a ver el camino, pero cuando comenzamos a subir la ladera de la colina, no hab?a soldados que pudieran vernos. "Mantente cerca Barney", le susurr? por encima del hombro. "Vamos a llegar a la cima de esa colina all?". Me agach? y gir? a la izquierda. Corr? a trav?s de diez metros de terreno desnudo y me sumerg? en los arbustos que bordeaban la base de la colina. Ten?a las manos extendidas al frente para no chocar contra un ?rbol. Trotamos cuesta arriba lo m?s r?pido que pudimos. En el momento en que estaba a medio camino, mi respiraci?n se convirti? en jadeos perversos y mis piernas se sent?an como palos marchitos que podr?an romperse en cualquier segundo. Apret? los dientes y exig? cada gramo de fuerza en mi cuerpo. Eso fue m?s dif?cil de lo que pensaba. Desde la ventana de la habitaci?n de la prisi?n, la pendiente de la colina no parec?a tan empinada. Pero ahora, trep?ndola en la oscuridad, esquivando troncos de ?rboles y rocas sobresalientes, parec?a elevarse directamente frente a m?. De vez en cuando, me giraba para asegurarme de que Barney todav?a estaba conmigo. Y cada vez, estaba justo detr?s de m?. Pis?ndome los talones, resoplando y jadeando y pegado a m? como un calcet?n mojado. Me negu? a permitirme un descanso, ni siquiera por un momento. Barney no se quejaba, y si ?l pod?a soportarlo, yo tambi?n. Aunque Barney era m?s bajo y pesaba menos, ten?a un fuerte esp?ritu de lucha y coraje en su coraz?n. Continu? subiendo una y otra vez a trav?s de la noche negra hasta que llegamos a la cima. Me tambale? a lo largo de la cresta plana durante unos metros y me hund? en la tierra blanda. Barney se dej? caer a mi lado. Durante varios minutos, solo los sonidos de nuestra respiraci?n dificultosa rompieron el silencio. Me incorpor? hasta quedar sentado y me limpi? el sudor que goteaba de la cara con la manga de la camisa. "Supongo que estoy fuera de forma para la pista. Eso fue duro. No pens? que lo lograr?amos nunca. ?Est?s bien, Barney? Mi amigo ingl?s gimi? mientras se sentaba. "Supongo", aspir? grandes bocanadas de aire fresco de la noche. "Sin embargo, espero que no tengamos que seguir haciendo esto". Barney se recost? en el suelo y se estir?. "No puedo ver mucho desde aqu?. Probablemente no se arriesguen a mostrar luces en caso de que se acerquen los bombarderos. Me encantar?a ver caer una gran bomba en la oficina de inteligencia del coronel Snout. ?l se lo merece." Me re? m?s fuerte de lo que pretend?a, pero me sent? mucho mejor. * * * Contemplamos la ciudad desde la cima. Se ve?an menos de un par de docenas de luces, y al menos la mitad de ellas eran luces tenues de autom?viles y camiones del ej?rcito que se mov?an por la calle principal de la ciudad. “Sobre ese mapa,” dije en voz baja. “No puedo imaginar qu? tan lejos estamos de las l?neas belgas. No puede estar tan lejos. Comenzaron la invasi?n ayer por la ma?ana, por lo que todav?a no podr?an haber ido tan lejos en el pa?s". "No lo creo, amigo. Escuch? que los alemanes recorrieron noventa millas por d?a con la guerra rel?mpago a trav?s de Polonia. Mi padre me ense?? mucho sobre c?mo marcar mapas del ej?rcito. Por supuesto, no s? qu? significan todas esas marcas en el mapa del coronel. Pero estoy seguro de que esos peque?os alfileres amarillos eran sus unidades m?s avanzadas". “Entonces podr?an estar tan al oeste como Bruselas y Charleroi. Eso est? a millas de distancia. ?Qu? pasa con los fuertes fronterizos belgas? ?Debieron haber podido detenerlos?" "No lo s?, Archer. Apuesto a que los alemanes est?n haciendo lo mismo que hicieron contra los polacos. Est?n usando sus unidades m?viles ligeras y r?pidas para desplazarse m?s all? de los centros fuertemente fortificados y capturar peque?as posiciones en la parte trasera. Luego, los bombarderos y los tanques de ataque pesado se lanzar?an contra los grandes fuertes. Como dijo mi padre poco despu?s de la invasi?n polaca, ya no se lucha con la guerra de trincheras. Hoy en d?a se trata de blitzkrieg. Un ataque rel?mpago con unidades peque?as y r?pidas, el cuerpo principal movi?ndose hacia atr?s y concentr?ndose en los puntos principales de defensa ". "Suenas como un experto militar", le dije. "?C?mo lo sabes?" "Y no te olvides de la Luftwaffe", continu? Barney, sin darse cuenta de que me interrumpi?. “Les abri? el camino en Polonia, Dinamarca y Noruega. Hitler est? haciendo lo mismo contra los belgas. Eso es al menos hasta que los detengamos. Y los detendremos, no te preocupes". "Est? bien, entendido", dije, finalmente capaz de decir una palabra. "Esta guerra va a ser diferente a la anterior. Pero mire, hab?a unos alfileres azules en ese mapa en la oficina del Coronel Snout, y al lado de cada uno de ellos hab?a una fecha. Vi fechas dentro de una semana y dentro de dos semanas. Y hab?a alfileres azules a lo largo de B?lgica hasta el Canal de la Mancha. Eso debe significar. . . los pines amarillos muestran d?nde est?n los alemanes hoy y los pines azules marcan los lugares que esperan capturar. ?Es eso cierto? ?Qu? opinas?" “Hemos visto algo por lo que el alto mando aliado pagar?a millones de libras. Tuvimos acceso a un mapa de inteligencia de todo el plan de invasi?n alem?n. Estoy seguro de ello." Me puse de pie de un salto. "Entonces vamos. Tenemos que encontrar al alto mando aliado, donde sea que est?n. No podemos mostrarles el mapa, pero entre nosotros deber?amos recordar lo suficiente como para ayudar mucho, podemos..." Un grito salvaje desde la base de la colina seguido de tres disparos de pistola cort? el aire de la noche. Mir? hacia abajo de la colina y vi un grupo de luces entrar en acci?n. Estaba seguro de que proced?an del edificio donde nos hab?an retenido. Segundos despu?s, m?s disparos y gritos. El guardia probablemente ech? otro vistazo y descubri? que hab?amos escapado. Ahora que son? la alarma, me sent? como un tonto por perder todo este tiempo hablando. Agarr? a Barney y lo levant?. "Tenemos que irnos. R?pido. Qu?date cerca de m?. Todav?a podemos dirigirnos al norte". “Archer, ?por qu? al norte? Necesitamos ir al oeste. B?lgica est? al oeste". "No, nos vamos al norte", dije en un tono m?s duro de lo que quer?a decir. Mira, los alemanes deben pensar que intentaremos ir al oeste para llegar a las l?neas belgas. Nos esperar?n, avisar?n con anticipaci?n y nos perseguir?n hacia el oeste. Si vamos al norte, los enga?aremos. Al menos eso espero. Es nuestra mejor apuesta ". Se?al? hacia la carretera. “Mira, los coches del ej?rcito ya se dirigen hacia el oeste. Vamos." Cap?tulo 8 No pude dar un paso m?s. El amanecer debe llegar pronto. Caminamos penosamente por este extra?o pa?s a trav?s de la oscuridad. Intentando poner m?s terreno entre los alemanes y nosotros. Pasamos a trompicones y nos escondimos de las patrullas errantes de limpieza alemanas. Nos agach?bamos durante una hora en una zanja de la carretera mientras una larga fila de tanques y artiller?a pasaba retumbando en direcci?n oeste. No me importaba si todo el ej?rcito alem?n me pisaba los talones. Iba a parar y descansar. Llegu? al l?mite de mi resistencia. Barney y yo hab?amos demostrado que ?ramos hombres durante nuestro alocado tr?nsito a trav?s del territorio controlado por el enemigo. ?D?nde est?bamos? Seguimos la Estrella Polar durante todo el camino. Nos vimos obligados a cambiar de direcci?n para rodear pueblos bombardeados y llenos de tropas alemanas y carreteras obstruidas con la maquinaria de guerra nazi. Era imposible adivinar qu? tan lejos hab?amos llegado o incluso en qu? direcci?n. Nos detuvimos en el borde exterior de un bosque cubierto de roc?o y divisamos las sombras de los campos est?riles m?s all?. Me arroj? bajo unos arbustos espinosos y entregu? mi cuerpo a la fatiga total. Esta cautela hab?a luchado por arrastrarme hacia abajo durante las ?ltimas millas. Mi garganta era como papel de lija. Ansiaba agua. Mi est?mago gru?? por m?s de ese pan y salchicha que hab?amos guardado y metido dentro de nuestras camisas antes de arrastrarnos por la ventana. Parpade? y ese olor a pan reci?n horneado y jugosas salchichas me dio esperanza, pero tendr?a que esperar hasta m?s tarde. Ahora estaba demasiado cansado. Recuerdo que Barney se dej? caer a mi lado como en un sue?o, y segundos m?s tarde se sumi? en un sue?o placentero. * * * Una calidez relajante en mi espalda me despert?. Trat? de moverme, pero los dolores y molestias que recorr?an mi cuerpo me hicieron reprimir un gemido. Me qued? donde estaba, mi rostro enterrado en mis brazos cruzados, absorbiendo el suave calor de mi espalda. Me di la vuelta y mir? hacia el cielo a trav?s de las ramas de los arbustos, otro d?a perfecto de primavera. El sol estaba muy alto. Entonces mi cansado cerebro hizo clic y me sent? de golpe. "Debe ser cerca del mediod?a", dije. “A?n nos queda un largo camino por recorrer. ?Pero hacia d?nde? ?En qu? direcci?n? Me volv? para sacudir a Barney dormido a mi lado, pero no tuve el coraz?n para despertarlo cuando vi su rostro p?lido y demacrado. Mi amigo ingl?s estaba muerto para el mundo. Una mirada a la expresi?n exhausta de su rostro me dijo que no estar?a en condiciones de viajar, incluso si estuviera despierto. ?Era peligroso quedarnos donde est?bamos? Los soldados alemanes podr?an tropezar con nosotros en cualquier momento. Pero un extra?o sentido de responsabilidad se apoder? de m?. M?s o menos por nuestro mutuo consentimiento, me hab?a convertido en el l?der. Y un l?der necesita usar su cabeza. No estar?a usando mi cabeza para despertar a Barney y obligar a este pobre ni?o a seguir adelante. "Es mejor quedarse aqu?, al menos hasta que oscurezca", discut? conmigo mismo. “Adem?s, estamos bastante bien escondidos debajo de estos arbustos. Y no tengo el coraz?n para despertarte en este momento". Met? la mano dentro de mi camisa y saqu? la mitad de mi hogaza de pan triturado y un trozo de salchicha sudada. Mordisque? un poco de ambos y luego me obligu? a poner el resto en mi camisa. Mi est?mago quejumbroso me dol?a por m?s, y ahora ten?a a?n m?s sed. Prefiero tener un vaso de agua fr?a para saciar mi sed ahora mismo que tener la oportunidad de clavar una bayoneta en el pecho de Hitler. Me recost? en el suelo y comenc? a pensar en Par?s y Audrey. Cualquier cosa para distraerme de las circunstancias actuales. Pero despu?s de un par de segundos, no sirvi? de nada. Me sent? y mir? a mi alrededor. Vi una casa de campo a media milla de distancia. El humo sal?a de la chimenea de la casa de campo. Las figuras se mov?an por el patio. El sol que brillaba en mis ojos hac?a dif?cil saber si eran tropas alemanas. Una nube de polvo en movimiento que soplaba en c?rculos se?al? un autom?vil que viajaba por la carretera a la derecha. El coche apareci? a la vista desde detr?s de una hilera de ?rboles. Condujo hasta la casa de campo y luego se detuvo. Cuatro hombres bajaron y se apresuraron a entrar en la granja. Mi d?bil esperanza se desvaneci? de inmediato. Me esforc? por distinguir los cascos en forma de cubo y los ajustados uniformes grises de campa?a de los oficiales alemanes. Intentar acercarse a la casa de campo estaba fuera de discusi?n. Esperaba que fueran campesinos. Pero eso no iba a ser as?. Este lugar estaba lleno de soldados de Hitler. Luchando contra mi derrota moment?nea, lentamente me puse de pie y me asegur? de que Barney todav?a estuviera dormido. Me arrastr? hacia el bosque en busca de un riachuelo o un peque?o estanque. Romp? ramas de arbustos de vez en cuando para encontrar el camino de regreso. Al final de un cuarto de milla hacia adentro, el terreno se inclinaba hacia un valle poco profundo con un peque?o riachuelo que lo atravesaba. Corr? hacia ?l y me tir? al suelo, enterrando mi cara en el agua helada. Nunca en mi vida nada hab?a sabido tan bien, tan completamente satisfactorio como la frescura de ese arroyo. Ahuequ? mis manos y beb? como un camello en un oasis en el desierto. Luego me arranqu? parte de las mangas de la camisa y la us? para lavarme la cara y el cuello. Me sent? como un hombre nuevo y volv? sobre mis pasos de regreso a mi escondite. Barney estaba despierto cuando regres?. Parec?a un gato asustado y harapiento. “?Qu? demonios, amigo? Cuando despert?, no pod?a recordar si llegamos juntos a este lugar o si nos perdimos. Estuve a punto de gritarte y luego vi a esos malditos alemanes en esa granja. ?D?nde has estado? ?D?nde estamos?" "Ojal? supiera. Pero hay un arroyo como a un cuarto de milla adentro. ?En caso de que desees un largo trago de agua fr?a?" "Yo dir?a que s?". Barney se puso de pie de un salto. "Mi garganta se siente como si estuviera llena de polvo". Se?al? hacia el arroyo. "Ver?s ramas arrancadas de los arbustos. Esperar? aqu? y dilucidar? nuestro pr?ximo movimiento". Barney asinti? y se apresur? a bajar al bosque. Me sent? en el suelo con las piernas cruzadas y clav? los ojos en esa granja. Anoche en nuestra habitaci?n de la prisi?n, mi cerebro se concentr? en ese ?nico problema: salir de esa habitaci?n. Ahora que nos hemos escapado y nos hemos alejado mucho de all?, todav?a tenemos m?s problemas que afrontar y considerar. En primer lugar, tenemos que averiguar d?nde estamos. Luego, debemos decidir si es seguro dirigirse hacia el oeste o continuar hacia el norte. Y luego el problema de la comida. Sea cual sea la direcci?n que vayamos: nos enfrentamos a un largo camino. Y nuestro pedacito de pan y salchicha no durar?a para siempre. Necesit?bamos comida. . . y esa granja parec?a nuestra mejor opci?n. Mis pensamientos se desvanecieron cuando Barney se acerc? y se sent? a mi lado. Parec?a una persona diferente. Sus ojos brillaban, no cargados de fatiga. El color volvi? a su rostro. Ten?a una sonrisa satisfecha y radiante en los labios. "Recordar? ese arroyo por el resto de mi vida", dijo Barney. “El agua nunca supo tan bien. ?Has dado ya con un plan? Espero que no tengas la intenci?n de llevarnos directamente a los nazis. Supongo que nos quedamos aqu? hasta que oscurezca. Seguro que nos pillar?n a la luz del d?a. Apuesto a que enviaron una descripci?n de nosotros por radio por todas partes". "?Eso crees?" Sonre?. "?Solo para atrapar a un par de tipos como nosotros?" Barney dijo con voz sobria: "Ese coronel estar? sangrando enfadado por habernos escapado. Y adem?s de aguijonear su orgullo, se sumar? a sus ideas sobre nosotros como esp?as. Ser? mejor que estemos atentos. ?Qu? opinas de esa casa de campo?" "Lo he estado pensando. Hay alemanes, pero tambi?n comida. Si pudi?ramos tragar algo de comida, me sentir?a mejor al comenzar de nuevo. Ser? una caminata larga y no podremos hacer autostop con tanques alemanes y carros blindados por todas partes". "Est? bien. Pero es posible que tengamos que caminar durante d?as. En este momento, la informaci?n que tenemos podr?a no ser de mucha utilidad. Archer, tenemos que volver r?pido y no caminar todo el camino". "?Tienes una idea mejor?" Dije con un destello de ira en mi voz. Barney se encogi? de hombros. "Mira", le dije, "nos arriesgar?amos much?simo si intentamos dar un paseo. Tal vez si nos acercamos a ese camino de all?, podr?a pasar un cami?n vac?o o algo. Podr?amos subirnos a bordo un poco y tomar un paseo". Caminamos m?s cerca de la carretera. Era como si la Dama de la suerte nos estuviera esperando en ese momento exacto. En el cielo hacia el este, escuch? el zumbido palpitante de un avi?n alem?n. Dimos la vuelta y nos cubrimos los ojos con las manos, mirando hacia arriba. El avi?n estaba a poca altura y ven?a directamente hacia nosotros. El p?nico se apoder? de m?. Agarr? a Barney y nos sumergimos entre los arbustos. Se?al? despu?s del avi?n. “Tal vez ahora tengan aviones busc?ndonos. No te muevas. Quiz?s no nos vean". Nos quedamos agachados bajo las ramas de los arbustos protectores y entrecerramos los ojos en el avi?n. "Es un biplano con una esv?stica", dijo Barney. “Lo reconozco ahora. Es un Arado Ar 95 biplaza. Un avi?n torpedo de tipo antiguo. Ya apag? el motor y se desliz? hacia abajo. Tenemos que salir de aqu?. Ese vig?a en la parte de atr?s probablemente nos vio". "Espera", sise? y dispar? mi mano para evitar que Barney se pusiera de pie y se adentrara en el bosque. "Si ya nos han visto, no llegaremos lejos antes de que nos atrapen. No creo que nos hayan visto. Mira, va a hacer un giro deslizante. Te apuesto un mill?n de d?lares a que aterrizar? en ese campo liso de all?". Barney asinti?. “Algunos de esos alemanes en la granja est?n corriendo para recibirlos. Pero, ?y si les dicen d?nde estamos?" “No aterrizar?an. Dejar?an un mensaje o usar?an la radio si tuvieran una. Se quedar?an en el aire para ver en qu? direcci?n nos dirig?amos. Esa es una especie de cuartel general all?". Se?al? la casa de campo. "Apuesto a que ese avi?n est? trayendo un mensaje". "Espero que tengas raz?n", dijo Barney con voz temblorosa. Sus ojos azul claro se nublaron por la duda. "Mira amigo, est? en el suelo, deteni?ndose". "Ese es un avi?n de aspecto dulce", murmur?. “Un Arado Ar 95, ?eh? Creo recordar haber visto fotograf?as de ese dise?o. Tiene un motor radial BMW. Escuch? que los alemanes los usaban para entrenar a nuevos pilotos. No tan r?pido como los otros aviones, pero escuch? que son f?ciles de volar". Mi mano estaba en el brazo de Barney, mis dedos apretados en su piel. “Hey. ?Qu? te pasa, Archer? ?Qu? pasa?" Barney se frot? el brazo. No respond?. Vi que el avi?n alem?n se deten?a. El piloto y el observador bajaron de un salto y corrieron hacia un grupo de alemanes que avanzaban desde la granja. Se conocieron y hablaron durante un par de segundos. Luego todos dieron media vuelta y entraron en la mas?a. Una vez dentro con la puerta cerrada, ech? un vistazo r?pido al Arado con su h?lice haciendo tictac y luego me volv? hacia Barney. "Nuestro problema est? resuelto", dije en un susurro tenso. "Ese avi?n". "?Avi?n?" Barney hizo eco con el ce?o fruncido. Ten?a la mirada m?s divertida y confusa en su rostro. “?Qu? pasa con eso? No te refieres a ..." "?Por qu? no? Hice mi primer vuelo en solitario en un avi?n mejor que ese. Apuesto a que puedo pilotarlo. ?Qu? dices? ?M?s r?pido que hacer autostop? Barney trag? saliva y pareci? indeciso. Tom? su silencio y presion? mi punto. “Esta es la mejor oportunidad que podemos tener. En ese avi?n, podr?amos ponernos detr?s de las defensas aliadas en poco tiempo. Intent?moslo. Podr?amos quedarnos atrapados aqu? durante meses y no sabemos con qu? nos podr?amos encontrar. “?Qu? dices? ?Est?s jugando?” Mi amigo ingl?s ya estaba sonriendo y asintiendo con la cabeza. "Soy un jugador. Cualquier cosa es mejor que sentarse aqu? esperando a ser capturado. Deber?amos hacerlo bien ". Le di a Barney un golpe amistoso en el hombro. "Esperaba que dijeras eso". Me sent? energizado y despierto mientras una nueva adrenalina lat?a a trav?s de m?. "Est?n todos dentro de la granja. Si nos mantenemos detr?s de la pared del campo, podemos acercarnos sin que nos vean. Luego, a mi se?al, corre hacia ese avi?n. Podemos lograrlo, tenemos que hacerlo". Cap?tulo 9 El avi?n alem?n estaba a treinta metros de distancia en el extremo del muro del campo. La h?lice se detuvo, llenando el aire con un ronroneo que envi? sangre a mis venas con una excitaci?n salvaje. Cualquier cansancio o cautela en mi cuerpo se hab?a ido. Todo lo que me quedaba era una emoci?n de aventura que surg?a a trav?s de m? con una renovada sensaci?n de fuerza salpicada de una determinaci?n sombr?a. Me apoy? sobre una rodilla como un corredor de pista en su marca en la l?nea de salida. Mir? a Barney por encima del hombro y asent?. “Ahora,” susurr?. Salimos como conejos por el extremo del muro del campo. Llegu? al avi?n al menos una docena de pasos por delante de Barney y salt? a la cabina. Abr? la hebilla del cintur?n de seguridad mientras Barney se sub?a a la cabina del observador. "Estoy adentro", grit? Barney desde atr?s. Di un puntapi? a la liberaci?n del freno de la rueda. Luego agarr? la palanca de control con mi mano derecha. Cog? el acelerador con la izquierda y lo empuj? hacia adelante. El motor BMW rugi? en una canci?n de poder y gracia. Abr? m?s el acelerador y empuj? la palanca de control hacia adelante para levantar la cola mientras nuestro avi?n avanzaba pesadamente. "Date prisa, Archer", grit? Barney por encima del rugido del motor. "Nos han visto. Est?n saliendo de la casa con fusiles cargados". Un ladrido agudo de fuego de fusil me aterroriz? mientras me inclinaba sobre los controles. Un viento escalofriante de balas con camisa de n?quel pas? por encima de mi cabeza. Me agach? m?s abajo y empuj? el acelerador completamente abierto. El avi?n rebot? sobre el suelo sobre sus ruedas. La cola estaba levantada y luego el gas aliment? al motor, lo que hizo que el avi?n saltara hacia adelante como un caballo de carreras que salta una barrera. Ese estallido de velocidad me arroj? hacia atr?s en el asiento. Por un instante, mis manos se separaron de la palanca de control. Se me soltaron los pies de los pedales del tim?n. Desvi? el avi?n para evitar una ca?da repentina en la superficie del campo. Luego tir? de la palanca de control hacia mi est?mago. Los segundos pasaron mientras las ruedas del avi?n a?n se pegaban al suelo. Cuando finalmente se despejaron y nuestro Arado se dirigi? hacia el cielo azul dorado, el aire exhalado sali? de mis pulmones como un proyectil explosivo. Tos?, escup? y me sacud? el sudor de la cara. Mantuve nuestro avi?n en el ?ngulo de escalada correcto. El motor en la nariz cant? una canci?n de poder tan dulce que, por un momento, estuvo en sinton?a con la salvaje canci?n de alegr?a en mi coraz?n. Nuestro avi?n era f?cil de manejar, respondiendo instant?neamente con un toque de los pedales del tim?n o la palanca de control. Mientras nuestro avi?n ascend?a, me gir? en mi asiento y mir? a Barney. Mi amigo ingl?s estaba mirando el campo que acab?bamos de dejar. Segu? su mirada y vi a treinta hombres con uniformes militares alemanes en el campo, la mitad de ellos dispar?ndonos con fusiles. Los otros hicieron gestos enojados para que nuestro avi?n regresara. "Ser? mejor que crean que no vamos a volver all?", grit? por encima del rugido del motor. "No estamos tan locos". Barney gir? la cabeza para mirarme, sus ojos brillaban de emoci?n. ?l sonri? y luego junt? ambas manos por encima de la cabeza y apoy? la cabeza en las palmas. Apenas lo escuch? decir: "Bien hecho, amigo". Asent? con la cabeza a mi amigo ingl?s y luego me di la vuelta. Todos los instrumentos estaban en alem?n, pero yo estaba lo suficientemente familiarizado con el idioma como para leerlos. La aguja de mi alt?metro temblaba en la marca de los mil ochocientos metros, que ser?an unos seis mil pies. Est?bamos lo suficientemente altos y nivele nuestra escalada en una quilla establecida. Ech? un vistazo al suelo para orientarme. Lo primero que vi fue un peque?o pueblo a la izquierda. Otra mirada y el coraz?n me dio un vuelco en el pecho. Vi la colina y la ?nica calle principal por donde pasaban camiones, carros blindados y artiller?a en una corriente constante e interminable. ?Qu? pueblo era ese? ?Una ciudad amiga? ?Directamente debajo de nosotros? Me lam? el labio inferior y me estremec? con una oleada de emoci?n. No podr?amos haber viajado m?s de ocho o nueve millas al norte durante nuestra carrera por la libertad anoche. Tal vez dimos en c?rculos el doble de millas, pero no m?s de diez millas en la direcci?n que quer?amos ir. Barney me dio un golpecito en el hombro. Se?al? el pueblo y articul? la palabra "Aliados". Entend? la esencia de lo que quer?a decir y asent?. Me limpi? el sudor de la frente con el dorso de la mano libre y luego me di la vuelta. Ech? un vistazo al sol y trat? de decidir qu? direcci?n era el oeste. Algo andaba mal con la br?jula del panel de instrumentos. La aguja simplemente giraba en c?rculos. Record? un consejo de un as de la Gran Guerra sobre c?mo encontrar tu direcci?n cuando estabas perdido. Por la ma?ana, si pudieras ver el sol, todo lo que ten?as que hacer era mantener el sol en tu cola y estar?as volando hacia el oeste. Apliqu? el tim?n para que el sol estuviera principalmente en mi cola y me concentr? en la vasta extensi?n de terreno que ten?a por delante. Todo el horizonte occidental era una nube masiva de humo gris sucio, surcado de lenguas de llamas rojas, anaranjadas y amarillas. Casi como si toda B?lgica estuviera en llamas. Incluso m?s cerca estaba un largo r?o de bancos que atravesaba el campo de noroeste a sureste. Lo mir? fijamente, pensando que era un r?o de aspecto extra?o cuando Barney me toc? el hombro de nuevo. "Ese es el canal Prince Albert", grit? por encima del rugido del motor. “Es como la l?nea belga Maginot. Los alemanes nunca podr?an haberlo cruzado todav?a. Si podemos superarlo, Bruselas no estar? muy lejos". Se?al? y grit? por encima del hombro: “Ah? abajo, a la izquierda. Los alemanes pululan a trav?s de ?l como hormigas. Tiene que haber un mill?n de puentes de pontones tendidos a trav?s de ese canal. Mira todos esos bombarderos en picado de Stuka". ?Podr?a ser esto cierto? ?Las fuerzas de avance de Hitler ya hab?an atravesado las defensas? ?Obligar al ej?rcito belga a retirarse al lado sur del canal? Tropas alemanas y divisiones Panzer corriendo a trav?s de puentes de pontones atacando a los belgas con cientos de bombarderos en picada Stuka. Mi coraz?n se sent?a como si estuviera alojado en mi garganta. Hoy se est? escribiendo una historia terrible. Mi alma estaba en llamas con un deseo ardiente de hacer algo, cualquier cosa, por la causa de la justicia y la civilizaci?n. La libertad del mundo entero pronto estar?a en juego aqu?. Pero primero ten?a otro trabajo que hacer. Levant? la mirada y mir? hacia el cielo lleno de humo y llamas. Adem?s del humo y el fuego, decenas de aviones volaban y se dirig?an a todas direcciones. El aire estaba lleno de ellos. Capa tras capa de aviones que se extend?an desde lo m?s bajo sobre el campo de batalla hasta el sol. Por lo que pude ver, ni uno solo era un avi?n aliado. Todos eran alemanes. Barney golpe? mi hombro por tercera vez. "M?s r?pido Archer, un Messerschmitt detr?s de nosotros". Su voz estaba te?ida de miedo y alarma. "Creo que nos est? persiguiendo. ?Y si intenta derribarnos? ?Qu? hacemos?" Mir? por encima del hombro al elegante avi?n en forma de aguja con su ala baja de monoplano. Grit?: “Tenemos que seguir adelante. Una vez que lleguemos al otro lado del canal, estaremos a salvo. Podemos aterrizar all?". Solo dije esas palabras para animar a Barney. Mi coraz?n lat?a con miedo y pavor. Mis palmas estaban tan sudorosas que se deslizaron de la palanca de control. Mir? por encima del hombro. El otro avi?n se acerc? a nosotros como un tren r?pido adelanta a un lento carguero. Era un Messerschmitt 110. Un momento despu?s, vi al artillero-observador en el foso trasero empujar hacia atr?s la escotilla de la cabina de piloto a prueba de balas y levantarse, salud?ndonos con ambos brazos. Nos estaba indicando que aterriz?ramos de inmediato. Pero fing? no verlos. Pas? la palma de mi mano libre con fuerza contra el acelerador ya completamente abierto como si pudiera obtener m?s velocidad y superar al Messerschmitt. Fue un intento in?til, y en solo unos segundos, el Messerschmitt se mantuvo junto a nosotros. Mir? a trav?s del espacio a?reo que nos separaba. Un nudo rebot? en mi garganta tan r?pido que casi choc? contra mis dientes traseros. El observador alem?n todav?a nos estaba enviando se?ales para que aterriz?ramos. Pero no con sus brazos. Ahora estaba usando la ametralladora fijada al soporte giratorio que rodeaba el borde de su cabina. Nos apuntaba con su arma y la inclinaba hacia el suelo mientras asent?a con la cabeza cubierta por el casco. Me qued? mirando el arma como si estuviera en trance, hipnotizado. La sangre palpitaba en mis sienes. Mi cuerpo estaba en llamas un instante y helado al siguiente. La muerte me mir? fijamente y apenas pude obligar a mi cerebro a pensar. Sab?a que no pod?a seguir volando. Ten?a que hacer algo. Ese alem?n abrir?a fuego y convertir?a mi avi?n en un infierno en llamas. Prefiero morir luchando que rendirme y enfrentar la ira del coronel Snout. Ese Messerschmitt sin duda hab?a sido enviado tras nosotros. ?Qui?n sabe? Quiz?s el coronel Snout hab?a sido el alem?n que hab?a visto salir del foso de observaci?n de este avi?n que intentaba volar detr?s de las l?neas belgas. Habr?a sido f?cil para el alem?n telefonear al aer?dromo m?s cercano y enviar un avi?n ... Tac-a-tac-a-tac-a-tac-a-tac-a-tac-a-tac Una lengua de fuego surgi? de la boca de la ametralladora en el Messerschmitt. Un ladr?n salvaje me rompi? los o?dos. Huellas onduladas de humo trazador atravesaban el morro de nuestro avi?n. El rugido de su arma me puso en acci?n. Pero no ten?amos armas. Nuestro avi?n no estaba armado. ?ramos un avi?n de mensajer?a destinado a ser utilizado mucho m?s all? de las l?neas solo en misiones seguras. Est?bamos a merced de este Messerschmitt volando ala a ala con nosotros. Aunque no estaba entrenado en combate a?reo, era aterrador no luchar por nuestras vidas. "Fue un buen intento, amigo", grit? Barney. Pero ahora no sirve de nada. No podemos hacer nada m?s que aterrizar". El Messerschmitt dispar? una segunda r?faga de advertencia que traquete? y atraves? la parte delantera de la nariz de nuestro avi?n. Extend? mi mano para tirar del acelerador. En cambio, mi mano se congel? en el aire, y en ese momento, mir? al suelo debajo. Lo que vi endureci? mis nervios y me dio una feroz determinaci?n. Est?bamos sobre el canal Albert. Las tropas belgas se estaban atrincherando en el lado sur, colocando los ca?ones en posici?n y arrojando unidades de acci?n de retaguardia. Est?bamos a menos de media milla de la seguridad. Esto fue demasiado. Pens? en el esp?ritu de lucha de Estados Unidos de Lexington y Concord, y se encendi? en mi pecho. No me rendir?. No me rendir?. Luchar? contra estos alemanes en el Messerschmitt. Que intenten derribarme de nuevo. No me importaba si hab?a aviones alemanes por todas partes. Quiz?s era una ventaja para m?. Este artillero de Messerschmitt tendr?a que tener cuidado de no chocar con ninguno de sus propios aviones. La voz de Barney era d?bil sobre el estruendo del rugido del motor. "Archer, lo dice en serio, desciende o nos disparar?n". La voz de Barney sonaba como si viniera de miles de kil?metros de distancia. Lo ignor?. Ni siquiera negu? con la cabeza. Todo mi cuerpo estaba fr?o y entumecido por el miedo a lo que iba a hacer. Tuve un pensamiento. Me arm? de valor con una sola determinaci?n. Un prop?sito. Solt? el acelerador y dej? caer el morro. Apliqu? la palanca y el tim?n como si fuera a enviar el avi?n alrededor y hacia abajo en un giro deslizante que nos llevar?a de regreso al este. Mientras el avi?n giraba, lanc? una r?pida mirada lateral al Messerschmitt. Mi coraz?n estaba a punto de estallar de alegr?a. El observador alem?n vio el movimiento de nuestro avi?n y adivin? err?neamente su significado. El hombre asinti? con la cabeza, solt? el arma y se hundi? en su asiento. En ese instante, empuj? el acelerador completamente abierto de nuevo y empuj? la palanca hacia adelante hasta que nuestro avi?n se pos? aullando en una ca?da vertical. "Espera", le grit? a Barney sin volver la cabeza. "Todav?a no nos tienen y no nos van a tener". Me prepar? contra la velocidad de la inmersi?n y mantuve la boca abierta para que no se me partieran los t?mpanos. Me mantuve encorvado hacia adelante sobre los controles y clav? los ojos en las llamas y el suelo manchado de humo debajo de nosotros. El humo y las llamas saltaron hacia nosotros a la velocidad de la luz. Por el rabillo del ojo, vislumbr? los bombarderos en picada Stuka cortando el aire a una velocidad incre?ble. Luego, el parloteo mortal de m?s ametralladoras alemanas. No mir? atr?s para ver si ese Messerschmitt me segu?a. Me atasqu? con fuerza con el tim?n izquierdo y envi? mi avi?n desvi?ndose hacia un lado. Las armas sobre m? continuaron aullando y gru?endo, pero ninguna bala pas? volando por mis o?dos. Solo escuch? el rugido atronador de nuestro propio motor BMW. El canal Prince Albert pas? como un rel?mpago ante mis narices y desapareci? de la vista. Estaba al otro lado y justo encima de las tropas belgas. Sal?amos rugiendo de una zona de peligro a otra. No hab?a pensado en las consecuencias de volar un avi?n con marcas alemanas sobre las l?neas belgas. Cuando los soldados belgas vieran nuestro avi?n pintado con la esv?stica cayendo hacia ellos, nos atacar?an con todo lo que ten?an. Tal vez fue una de esas cosas raras de la guerra, o tal vez la Dama de la suerte nos sonre?a de nuevo, pero ni una sola bala belga alcanz? nuestro avi?n descendiendo. Saqu? nuestro avi?n de su loca, loca picada y corr? hacia la parte trasera de las l?neas belgas. Pero antes de viajar m?s de un par de millas, escuch? un gru?ido m?s de disparos de ametralladoras a?reas detr?s de nosotros. Esta vez hubo m?s que solo el sonido. Nuestro avi?n se sacudi? y se estremeci? como si hubiera sido aplastado por el pu?o de alg?n gigante invisible en el cielo. El violento movimiento de nuestro avi?n arranc? mis manos de los controles y me arroj? tan fuerte que me part? la cabeza en la cabina y vi estrellas por un breve segundo. Luego, tan pronto como mis sentidos se aclararon, agarr? nuevamente los controles. El motor y el morro chisporrotearon, tosieron y lanzaron una nube de espeso humo negro y luego murieron al enfriarse. Lo primero que hice fue tirar del acelerador hacia atr?s y cortar el cebador. Luego empuj? el morro hacia abajo y mir? el suelo a menos de quinientos pies debajo de m?. Un gemido de desesperaci?n sali? de mi garganta y se derram? de mis labios. No vi ni un pedazo de terreno liso lo suficientemente grande como para que se sentara una mosca. Muchos campos, pero estaban picados de un extremo al otro y llenos de cr?teres de bombas y proyectiles. Vislumbr? un lugar donde podr?amos aterrizar sin estrellarnos demasiado. Pero chocarnos all? lo har?amos. Nada que hacer m?s que intentar "Nos vamos a estrellar", grit? por encima del hombro. “Af?rrate a todo lo que puedas. Ag?rrate fuerte." Cap?tulo 10 Deslic? nuestro lisiado avi?n hacia el campo deteriorado con bombas y proyectiles. Trazas de miedo se apoderaron de mi coraz?n. Hab?a hecho uno o dos aterrizajes forzosos en mi corta carrera como piloto, pero hab?a sido como posar un avi?n sobre una gigantesca mesa de billar en comparaci?n con lo que tendr?a que hacer ahora. Si alcanzaba a pasar por debajo de ese trozo de terreno, me estrellar?a contra una bater?a de ca?ones de artiller?a belga lanzando proyectiles contra hordas de alemanes que atacaban. Y si sobrepasaba ese campo o me desviaba demasiado, me estrellar?a contra un laberinto de tocones de ?rboles destrozados por los proyectiles que har?an trizas mi avi?n. Ahora solo ten?a una esperanza. Y era golpear el centro de ese campo y verificar el balanceo hacia adelante de mi avi?n. En el impacto, nos deslizar?amos hacia el cr?ter de la bomba y nuestro choque no ser?a demasiado violento. Tengo una posibilidad entre mil de salir de este l?o sin que me maten. Nuestro destino estaba en manos de los dioses. El motor de nuestro avi?n estaba muerto, solo quedaba un camino por recorrer ahora: averiado. Me di la vuelta y le di a Barney una ?ltima mirada. No hab?a dicho nada durante los ?ltimos minutos. El p?nico me invadi?. ?Barney estaba bien? ?Lo hab?an golpeado? ?Era por eso que no estaba hablando? En el r?pido segundo que tard? en dar la vuelta y mirar, sent? que ya hab?a muerto cien muertes agonizantes. La Dama de la suerte viajaba en la cabina con los dos hoy. Barney todav?a estaba vivo. Sus labios estaban retra?dos en una sonrisa tensa a pesar de que su rostro estaba fantasmalmente blanco y ten?a una mirada vidriosa en sus ojos. Como piloto, Barney deb?a saber de qu? se trataba todo esto. Tuvo el suficiente sentido com?n como para no intentar volar en el asiento trasero. Me dej? todo y confi? en mi juicio. Se sent? quieto en el asiento y levant? los brazos, listo para ubicarlos frente a la cara cuando golpe?ramos para protegerse. Saber que mi amigo estaba bien me dio un nuevo valor. Gir? hacia el frente. El suelo estaba justo debajo de nuestras ruedas. No iba a sobrepasar o salvar ese campo. Hab?a demostrado mis habilidades de vuelo hasta ahora. Diez pies, nueve pies, ocho. . . Siete . . . seis . . . Tir? de la palanca de control hasta el fondo contra mi est?mago. El morro se elev? unos cent?metros y luego el avi?n se par? y cay?. Mi cuerpo se congel? en el momento en que el avi?n se detuvo. Solt? el palo. Enterr? la cabeza en mis brazos y dej? que todo mi cuerpo se relajara. Pasaron dos segundos como dos largos a?os. Nuestro avi?n qued? inm?vil en el aire. Luego cay? el vientre primero como una piedra. Las ruedas golpearon con fuerza. Rebotamos en el aire, golpeamos con fuerza el suelo, volvimos a rebotar y golpeamos una vez m?s. Sent? que la rueda trasera se enganchaba en algo y nos precipitamos hacia la derecha. Atasqu? el tim?n izquierdo con fuerza para contrarrestar el movimiento, pero ya era demasiado tarde. El destino coloc? un enorme cr?ter de bomba en nuestro camino. Nuestro avi?n se desliz? sobre el borde del cr?ter y nos sumergimos profundamente en un abismo. Me record? a un viaje salvaje en una monta?a rusa de Coney Island. Nuestro avi?n se retorci?, se retorci? y se tambale? hasta aterrizar de costado, hasta la mitad de la nariz. All? nos balanceamos con la cola del avi?n apuntando hacia el cielo. Rodamos dos veces como el ca??n de un rev?lver y luego ca?mos con un ruido sordo. Sent? como si alguien me golpeara en el pecho con un mazo. El aire de mis pulmones sali? silbando por mi boca. Luces de colores giraban alrededor de mi cerebro. El universo se sinti? como si estuviera lleno de un fuerte estruendo de trueno rugiente. Pasaron largos segundos, mi respiraci?n volvi?, el giro se detuvo. Me colgu? de cabeza en mi arn?s de seguridad. Pens? en Barney. Trat? de girarme y mirar atr?s. No pod?a moverme. "Barney", grit? con voz ahogada. “?Barney? ?Est?s bien?" Nada. Un silencio escalofriante respondi? a mi pregunta y congel? mi coraz?n. Luego una voz d?bil, "Estoy bien Archer. Pero este maldito arn?s de seguridad se rompi?. Y estoy en un charco de barro ensangrentado. ?Puedes darme una mano?" Me re? hist?ricamente. Romp? las hebillas de mi cintur?n de seguridad. Las desabroch? lo m?s r?pido que pude y me agarr? a los lados de la cabina antes de caer al fondo fangoso del cr?ter de la bomba. Di una voltereta por accidente y aterric? con los pies primero. Ech? un vistazo a Barney. Se dej? caer sobre el trasero de sus pantalones en veinte cent?metros de barro. Cubierto de barro desde la parte superior de la cabeza hasta el final. Aterriz? de cabeza, pero se retorci? y se sent? antes de asfixiarse. Se estaba quitando el barro apelmazado de la cara como limpiaparabrisas sin escobillas en un hurac?n. Abr? el barro, lo levant? de debajo de sus axilas y tir?. El cuerpo de Barney emergi? del barro como un chef sacando el corcho de una botella de vino. Me colgu? de ?l y me agach? bajo una secci?n del ala arrugada. Tir? y tir? y nos arroj? a ambos fuera del cr?ter para dejarnos caer en tierra firme y seca. Saqu? un pa?uelo de mi bolsillo y se lo entregu? a mi amigo ingl?s. Levant? una V con los dedos. Barney resopl? y entrecerr? los ojos con uno de sus ojos cubiertos de barro. "La pr?xima vez, pilotar? el maldito avi?n". “Fue un aterrizaje terrible”, dije. “Quiz?s pens? que era demasiado bueno. La pr?xima vez te dejar? volar". “?Aterrizaje forzoso? No pueden volar mejor que eso en la RAF. Estaba seguro de que nos iban a matar a los dos. Ninguno de los dos tiene un rasgu?o". "Fue suerte. Estaba muy asustado. Menos mal que esos tipos de Messerschmitt eran un mont?n de ... " Un pelot?n de infanter?a belga corri? por el campo hacia nosotros. Sus bayonetas brillaban al sol en los extremos de sus rifles. Gritos y llantos salvajes brotaron de sus labios. Espera. Estos belgas piensan que somos nazis. Est?n corriendo hacia aqu? para matarnos. Para vengarse de lo que les han hecho los bombarderos en picado de Stuka. Me levant? y agit? las manos sobre mi cabeza. Uno de los soldados que corr?an coloc? su rifle sobre su hombro y dispar?. La bala pas? tan cerca de mi cara que sent? el calor y escuch? el silbido. Salt? frente a Barney, todav?a limpi?ndole la cara, y arroj? ambas palmas hacia adelante. "Esperen. No disparen, no disparen", grit? en franc?s. “No somos alemanes. Am?rica. Inglaterra. No dispare. Vive les Alli?s”. Los soldados belgas se apresuraron hacia nosotros y nos apuntaron con sus rifles al est?mago. Sus ojos estaban inyectados en sangre, sus rostros cubiertos de barro seco. Sus uniformes estaban rotos, y algunos incluso hechos jirones por la furia de la guerra que les hab?an arrojado durante las ?ltimas setenta y dos horas. Lo ?nico limpio de ellos eran sus rifles. Un soldado con galones de cabo en la manga andrajosa se adelant?. La punta de su bayoneta se balance? en la nuez de mi garganta. "Ustedes son les Boches", dijo en franc?s y se?al? el avi?n siniestrado. “Le vimos lanzarse sobre nosotros. No volver?n a atacarnos " "Espera, espera", grit? en un franc?s masacrado. “No somos alemanes. ?l es ingl?s y yo soy estadounidense. Huimos de Alemania. Nosotros ?ramos prisioneros all?. Llegamos al cuartel general de los Aliados de inmediato. Tenemos informaci?n. Informaci?n valiosa." El cabo belga vacil? y pareci? desconcertado. Era obvio que sus hombres no me cre?an. Ten?an el ce?o fruncido y gru??an en sus gargantas, acerc?ndose lentamente. Abr? la boca para explicar m?s. Barney me apart? de la bayoneta y dio un paso adelante. Un torrente de claras palabras en franc?s brot? de sus delgados y fangosos labios. “Esc?chenme, dutskes”, grit? en un franc?s claro y los se?al?. Mon amie dice la verdad. Acabamos de escapar de Alemania y tenemos informaci?n importante. ?Nos parecemos a los alemanes? ?D?nde est? su cerebro? ?No nos han visto arriesgar nuestras vidas tratando de llegar a este lado de las l?neas? Ll?vanos con tu oficial al mando de inmediato. Incluso puedo recomendarte para una medalla. ?Me escuchas? Presentar? una queja personal al comandante en jefe del ej?rcito brit?nico, general Gort. ?Ll?vanos con tu oficial al mando ahora!" El cabo se ri? y baj? la bayoneta. Los cansados ??soldados belgas sonrieron. “El peque?o escupe fuego cuando habla”, dijo el cabo belga en ingl?s. "No creo ahora que seas alem?n. Pero tuviste un escape afortunado. S?gueme. Te llevar? con mi teniente". El cabo belga se encogi? de hombros y se sec? los ojos cansados ??con la mano manchada de barro y tierra. Caminamos junto a los soldados belgas, evitando los cr?teres y los soldados muertos que cubr?an la tierra destrozada. "?Pueden detener a los alemanes?" Pregunt? Barney. "?No les est?n ayudando los brit?nicos y los franceses?" "No lo s?", dijo el cabo belga. “Es posible, aqu? no hay brit?nicos ni franceses. Solo belgas. Y no podemos detener a esos alemanes. No tenemos armas, hombres ni tanques. No tenemos aviones. Todos nuestros aviones se han ido". Se?al? hacia el cielo. “Lleno de nada m?s que aviones Boche. Es malo para nosotros, pero no tenemos miedo de morir". El cabo belga se encogi? de hombros y continu? por el campo, cargando su rifle como si pesara tanto como un tanque en lugar de las pocas libras que pesaba. Barney y yo nos pusimos a caminar con los dem?s. Nadie habl?. Solo escuchamos los sonidos de las bombas y proyectiles a unas pocas millas de distancia, acerc?ndonos r?pidamente. Me inclin? hacia Barney. "No los culpo. Deben haber pasado por algo perverso aqu?. Tenemos suerte de que no nos dispararan y no hicieran preguntas despu?s de que ya nos hubieran matado". Barney sonri?. "Si hubiera seguido tratando de hablarles en franc?s, probablemente te habr?an disparado". “S?,” dije. Puedes parlotear mejor que yo. Pero sigues siendo bajito e ingl?s". Barney apret? los labios y neg? con la cabeza. Bostec?. Una oleada de cansancio se apoder? de m?. Me sent? viejo. Como si mi fuerza se hubiera agotado hasta el l?mite y mi esp?ritu se tambaleara bajo un gran peso aplastante. Cerr? los ojos y me imagin? a las hordas alemanas atravesando el canal Albert. Aplastando a los belgas como un poderoso maremoto, estrell?ndose en su avance sin nada m?s que una valla para detenerlos. Seguimos a los belgas y giramos a la izquierda sobre un camino de tierra estrecho y sinuoso. Bajamos por este camino otros cincuenta metros y luego entramos en el bosque. En el coraz?n del bosque hab?a varias compa??as de tropas belgas. Se movieron fren?ticamente, construyendo sus emplazamientos de ametralladoras y desenrollando alambre de p?as. Arrastraron piezas de campo de artiller?a en su lugar para soportar el sinuoso camino de tierra. El cabo se detuvo frente a un joven teniente y lo salud?. Nos detuvimos y esperamos mientras el cabo hablaba con el oficial. Un par de momentos despu?s, el teniente se acerc? y nos mir? con ojos tristes y cansados. "?De qu? se trata todo esto?" Dijo con voz plana. Asent? con la cabeza a Barney. Despu?s de vivir en el continente durante algunos a?os, hablaba franc?s como un nativo. Barney parlote? sobre nuestra historia durante varios minutos. Cont? nuestros movimientos desde que los ej?rcitos nazis irrumpieron en B?lgica hasta que estrellamos el avi?n en el campo. El oficial belga escuch? en silencio. Cuando Barney termin?, el teniente sac? un mapa de su bolsillo y lo extendi? en el suelo. "?D?nde estaban algunos de esos pines y banderas en ese mapa?" pregunt? el teniente. Barney fue quien habl?. Observ? mientras se?alaba varios puntos en el mapa. El teniente belga asinti? de vez en cuando y luego dobl? el mapa y se puso de pie. "Estoy seguro de que han visto un mapa importante. Los llevar? al Cuartel General Belga de inmediato. Debe informarles todo lo que sabe. Se comunicar?n con el alto mando aliado. Han hecho lo correcto". La cara de Barney se sonroj? y parec?a inc?modo. "Solo queremos ayudar". "Si tan s?lo tuviera un mill?n m?s como t? bajo mi mando", dijo el teniente. Sus labios cansados ??se retorcieron en una sonrisa nost?lgica mientras miraba de m? a Barney. “Si solo la mitad de lo que dicen es verdad, es m?s que suficiente. Sargento." Un sargento belga barbudo que pon?a una ametralladora en funcionamiento se puso de pie y se acerc? pesadamente. Pas? sus ojos inyectados en sangre sobre Barney y sobre m?, luego los fij? en el oficial. "Estos dos", dijo el teniente, se?alando con la cabeza hacia nosotros. Ll?velos donde el general Michiels. Toma uno de los coches ligeros de exploraci?n y ll?valos all? de inmediato". El enorme sargento parpade? y ten?a una expresi?n de desconcierto en su rostro. "Probar? con mi teniente. Pero podemos encontrarnos con dificultades. Hace un momento lleg? un corredor. Los tanques de los Boches cortaron la carretera a Namur. Est?n tratando de ponerse detr?s de nosotros. Los aviones de los Boches bombardean toda la carretera. Ser? dif?cil, pero lo intentar?". El rostro del teniente belga palideci? bajo una capa de sangre y suciedad. Apret? los pu?os en un gesto de impotencia, y algo parecido a l?grimas de amarga rabia brillaron en sus ojos demacrados. En ese momento, el universo se sinti? como si estuviera lleno por un grito espeluznante. Los belgas se lanzaron al suelo y cayeron de bruces. El teniente me empuj? al suelo y trat? de cubrirme con su cuerpo. Conoc?a ese sonido. Lo hab?a o?do a lo largo de ese camino, ese camino lleno de l?grimas de los refugiados aterrorizados. Recuerdo haber arrastrado a esa anciana a la sucia protecci?n de una carreta de bueyes. Mi coraz?n se puso de pie en mi pecho. La sangre dej? de fluir por mis venas. Mis pulmones se bloquearon con aire, y mi cerebro se entumeci? y se hizo in?til mientras esperaba que pasaran esos terribles segundos. La carga mortal de los Stukas que se zambull?an golpe? al otro lado de la carretera. La mitad de B?lgica pareci? brotar hacia el cielo. Lo que quedaba se estremec?a y se balanceaba. Un sonido atronador se apoder? de m? y me empuj? m?s contra el suelo. De una manera loca, me pregunt? si estaba muerto. Luego, el teniente belga me ayud? a ponerme de pie. "Lo que importa son s?lo los golpes directos", dijo el oficial belga con voz suave. "Lo suficientemente directo para m?", dije. "Cuando se sumergen, varios a la vez, no es agradable", dijo el oficial belga. "Pero no hay nada que puedas hacer. As? es la guerra. Sobre este viaje a la sede del general Michiels. Escuchaste lo que dijo el sargento. Podr?a ser peligroso. ?Quieres esperar aqu? y descansar primero? Sacud? mi cabeza hacia arriba. “Listo para empezar ahora mismo. ?Est? bien, Barney?” Barney asinti?. "En este mismo momento. Vamos, amigo". “Muy bien”, dijo el oficial belga. “Quiz?s no sea mejor esperar aqu?. Pronto estaremos muy ocupados. ?Sargento! Tiene sus ?rdenes". El cansado oficial belga tacone? y nos salud?. Le devolvimos el saludo. Lo mir? a los ojos y vi una mirada que nunca olvidar?. Ese oficial belga sab?a lo que le esperaba. Sab?a que tendr?a que quedarse donde estaba y enfrentarlo. Estoy seguro de que tambi?n sab?a que nunca vivir?a para ver otro amanecer. Su lealtad y coraje me conmovieron hasta lo m?s profundo de mi alma. Extend? la mano y agarr? la mano del oficial para estrecharla. "Espero que pueda derrotarlos, teniente", le dije en un torrente de palabras. "Te apoyaremos". Trat? de parpadear para alejar la l?grima que se estaba formando en mi ojo. Barney intervino. "Espero que los persigas todo el camino de regreso a Berl?n". El teniente nos sonri? y volvi? a saludar. Dimos la vuelta y seguimos al macizo sargento barbudo hasta el bosque del otro lado, donde una unidad de tanques de exploraci?n y coches peque?os estaban aparcados bajo los ?rboles. El sargento se puso al volante del coche de exploraci?n m?s cercano y nos indic? que subi?ramos. Un par de momentos despu?s, el motor estaba haciendo su trabajo. El sargento barbudo condujo h?bilmente el coche a trav?s de los campos abiertos hacia el suroeste. Las tropas belgas estaban en un frenes? de actividad a nuestro alrededor. Me di cuenta de que los belgas estaban haciendo preparativos febriles para una ?ltima batalla contra los alemanes. La pesadilla del cruce del canal Albert todav?a estaba fresca en mi mente. En mi coraz?n, sab?a que esto era solo un esfuerzo valiente. Esas hordas alemanas, protegidas por los enjambres de aviones, atravesar?an a los belgas. Mi pecho se sent?a hueco pero pesado mientras los ve?a esforzarse en lo que sab?a en mi coraz?n ser?a en vano. Me dej? caer en el asiento trasero. Dej? que mi cuerpo se balanceara con los golpes y mir? la nuca de nuestro conductor. "An?mate, Archer", dijo Barney. "Saldremos de esto bien. Solo espera y ver?s". "No estoy preocupado por eso. Solo estaba pensando." "?Acerca de?" “Sobre estos pobres belgas y ese avi?n que destru?. Me siento muy mal por eso. Ojal? hubiera podido aterrizarlo en una sola pieza". “Tuviste suerte de conseguirlo en su mayor parte de una pieza. Si fuera yo, seguro que nos habr?a matado a los dos". "?Todav?a quieres volar el pr?ximo avi?n que robemos?" Dije, tratando de contener el sarcasmo. "Ahora puedo decirte que no cre?a que pudieras volar y estaba muy asustado cuando despegamos. Pero parece que me probaste que estaba equivocado. Vuelas un poco bien, Archer. Realmente lo digo en serio". “Deja de ser tan tonto. ?No se supone que eres ingl?s? " "Eso es lo m?s almibarado que me pongo, amigo. Y el ?ltimo maldito cumplido que te he dado". “Ah, vamos, amigo. No seas as?". Barney neg? con la cabeza, cruz? los brazos sobre el pecho y arque? las cejas. "Est? bien, est? bien", le dije. “D?jame decirte algo, hice un mal aterrizaje en mi primer solo. Romp? el avi?n. Romp? un ala y limpi? el tren de aterrizaje. No me rasgu?. Estaba tan asustado que sal? del avi?n llorando como un ni?o. Mi instructor pens? que me hab?a pasado algo horrible. Pero cuando finalmente lo saqu?, estaba de acuerdo con todo. Dijo que era una reacci?n normal para alguien que realmente pod?a ir a volar. A pesar de todo, me hizo sentir mejor". "Entonces, ?cu?l es tu punto, Archer? Que este no es el primer avi?n que destruyes y ..." Los ojos de Barney se abrieron como neum?ticos de tractor y jade?. Nuestro autom?vil rebot? fuera del campo y gir? hacia una carretera florecida con g?iseres de llamas rojas brillantes y columnas imponentes de humo negro aceitoso. Un sonido atronador se precipit? hacia nosotros. Nuestro peque?o coche de exploraci?n se detuvo bruscamente. “Aluvi?n de metralla,” grit? el sargento. "C?branse debajo del coche". Cap?tulo 11 Los tres nos acurrucamos debajo del coche mientras los artilleros alemanes disparaban una furia de acero chirriante y monta?as de llamas. Cubr? mis o?dos con las palmas de las manos mientras todo el mundo a mi alrededor se volv?a loco de balas y proyectiles. Nunca en mi vida hab?a escuchado un sonido tan rugiente y estrepitoso. Mi cuerpo estaba paralizado por el miedo. Pero cuando no mor?, me sent? entumecido. El trueno retumbante no tuvo m?s efecto en m?. ?Fue el coraje venir a mi rescate? Porque no fue por falta de miedo. En medio de ese furioso bombardeo, estaba demasiado aturdido para registrar alguna emoci?n. Solo dur? diez minutos. El alcance de los ca?ones cambi? y el bombardeo avanz? hacia otro objetivo. Ninguno de nosotros se movi?. Era como si cada uno de nosotros hubiera esperado a que el otro diera el primer paso. No pod?a soportar el suspenso. Levant? la cabeza sin pensar y la golpe? con fuerza con la parte inferior del coche. Grit? como si me hubiera picado una abeja. El sonido de mi voz pareci? liberar lo que sea que estuviera reteniendo a Barney y al sargento barbudo. Salimos a gatas de debajo del coche, nos pusimos de pie y miramos a nuestro alrededor. El sargento barbudo se encogi? de hombros y murmur? entre dientes. Ya no quedaba camino. Se hab?a ido por completo. Perdido en una vasta ?rea de agujeros de proyectiles humeantes que se extend?an en todas direcciones hasta donde alcanzaba la vista. Tocones dentados y ennegrecidos marcaban lo que una vez fueron ?rboles. Campos que alguna vez fueron verdes, la hierba primaveral se transform? en acres marrones llenos de tierra y piedras. Ese lugar donde hab?a visto una granja por ?ltima vez estaba ahora tan desnudo como la palma de mi mano. "Ustedes dos son un amuleto de la suerte", dijo el sargento barbudo, moviendo la cabeza hacia arriba y hacia abajo, mir?ndonos. “Pueden quedarse a mi lado siempre. Quiz?s, podr?a salir vivo de esta guerra. Mira nuestro auto. Solo una ventana rota y una abolladura". Nuestro peque?o coche de exploraci?n estaba ba?ado en tierra y polvo. Los vidrios rotos cubr?an el suelo. Una de las ventanas del lado del pasajero se rompi? y un proyectil del tronco de un ?rbol se estrell? en el cap?. Pero el motor se detuvo con la mayor suavidad posible. El sargento Barbudo lo mir? como si estuviera perdido en un sue?o. Luego neg? con la cabeza, murmur? entre dientes y se sent? detr?s del volante. El sargento meti? la velocidad de nuestro coche y alrededor de los cr?teres de la bomba con una facilidad descuidada. Rode? un trozo de bosque hacia un camino a?n intacto. Y para hacer ese viaje a?n m?s insoportable, comenz? a cantar en un franc?s desafinado a todo pulm?n. Durante la siguiente media hora, la guerra se desvaneci? a pesar de que hab?a se?ales de ella por todos lados y por encima de nuestras cabezas. Una cierta sensaci?n de seguridad se apoder? de m? cuando el Sargento Barbudo dio un traspi? por la carretera, esquivando los agujeros de los obuses, las bater?as de artiller?a y las tropas de reserva que se apresuraron hacia el frente. Hace unas horas, me hab?a estado escondiendo en territorio enemigo. Barney y yo fuimos prisioneros de guerra cazados. Pero ahora, est?bamos bastante detr?s de las l?neas belgas, acelerando hacia un cuartel general donde entregar?amos nuestra informaci?n sobre posiciones enemigas de gran valor para los aliados. Barney y yo, ambos de s?lo diecisiete a?os, hab?amos vencido a los alemanes en su propio juego. En lugar de revelar informaci?n a los alemanes, hab?amos escapado con informaci?n alemana valiosa para los aliados. Ech? la cabeza hacia atr?s. Me sent? bien al saber que al menos ser?a de alguna ayuda en esta guerra. Me hizo sentir mejor saber que ten?a un amigo como Barney James conmigo. Barney se prob? a s? mismo ante mis ojos. Y aunque estaba siendo modesto, Barney probablemente habr?a hecho un mejor trabajo pilotando ese avi?n. A cada paso, mi amigo ingl?s aparec?a con un lado nuevo de ?l. Tuve suerte y me alegr? de haber tropezado con Barney y su ambulancia, y de que vinieran cuando lo hicieron. ?Cu?nto tiempo hab?a pasado ahora? tres d?as o tres a?os? Ya ni siquiera puedo hacer un seguimiento del tiempo. Barney se sent? y toc? al sargento belga en el hombro. "?Por qu? te diriges al este?" Se?al? los ?ltimos rayos del sol poniente. "Si est?s intentando llegar a Namur, vas por el camino equivocado". "Tiene raz?n", grit? el sargento por encima del hombro. “Les Boches han cortado el camino. Debemos rodearlos. Pronto oscurecer?. No ser? dif?cil cuando est? oscuro. No se preocupe, llegaremos all? ". Barney me mir? y puso los ojos en blanco. Se sent? erguido en su asiento como si quisiera discutir, pero luego pareci? haberlo pensado mejor. Lentamente se hundi? en su asiento con el ce?o fruncido y se qued? mirando el sol poniente. "?Qu? pasa?", Le pregunt?. "?No crees que el sargento Barbudo sepa lo que est? haciendo?" Barney sonri? y articul? la palabra Barbudo? "No, tiene raz?n." Barney se inclin? m?s cerca. “Si la carretera de Namur fue cortada por los alemanes, tenemos que intentarlo. Es solo. . . Pas? varios veranos en esta parte de B?lgica y." Barney volvi? a inclinarse hacia delante. Sargento, ?por qu? no podemos rodearlos hacia el oeste? Podemos cortar y tomar la carretera que conduce al sur desde Wavre". El sargento Barbudo pis? los frenos tan repentinamente que casi me lanc? sobre el respaldo del asiento delantero. "?Mon Dieu!" grit? y golpe? su enorme pu?o contra su frente. "Por supuesto por supuesto. Las bombas y los proyectiles. Deben haber hecho huevos revueltos con lo que tengo en la cabeza". El sargento volvi? a poner la marcha baja y volvi? a arrancar. En una encrucijada, cien metros m?s adelante, gir? bruscamente a la derecha y pis? el acelerador. Un momento despu?s, una ametralladora retumb? detr?s de nosotros. Me di la vuelta y vi un coche blindado con la esv?stica alemana corriendo hacia el desv?o que hab?amos tomado, pero en la direcci?n opuesta. Una ametralladora estaba montada en el veh?culo, y un soldado alem?n con casco estaba decidido a ponernos al alcance. El sargento Barbudo mir? por encima del hombro y pis? el acelerador. "Una vez m?s, qu? amuleto de la suerte son". Grit? y se inclin? sobre el volante. "Si no hubiera tenido sentido en mi cabeza y me hubiera desviado por esa carretera, nos habr?amos topado con los alemanes". Barney y yo nos miramos y no dijimos una palabra. Estaba demasiado ocupado aferr?ndome a la vida que me quedaba y tratando de permanecer en el auto mientras se disparaba hacia adelante, saltando a trav?s de los agujeros de bala en la carretera. El sargento Barbudo no era el guijarro m?s brillante de la playa, pero sab?a c?mo manejar nuestro coche. Salt? a trav?s de los agujeros de los obuses, esquiv? y gir? alrededor de los ?rboles que fueron derribados, y rugi? a trav?s de los escombros dispersos de los camiones de suministros bombardeados mientras la ametralladora detr?s de nosotros gru??a y aullaba su canci?n de muerte. Los alemanes que nos persegu?an salieron a la carretera y lucharon por alcanzarnos. Levant? la cabeza para ver si hab?an ganado terreno, pero antes de que mi cabeza saliera de su caparaz?n de tortuga, Barney me agarr? por la cintura y me tir? al suelo del coche. “?Qu?date abajo, Archer! ?Est?s loco?" grit? por encima del rugido del potente motor del coche de exploraci?n. "Hemos esquivado suficientes balas por un d?a". Le di a Barney una sonrisa t?mida y asent?. “Eso fue tonto. Gracias." Una r?faga de balas gimi? bajo sobre el coche. Tragu? saliva y agach? la cabeza a?n m?s. Nuestro peque?o coche gir? a la derecha y tom? aire. Bajamos con una sacudida estrepitosa. Una lluvia de ramas de arbustos se desliz? sobre nosotros. Nos arrojaron en la parte trasera del coche como un par de dados en una taza. Estaba resoplando y jadeando y luch? por sujetarme antes de que me lanzaran de cabeza a la carretera llena de cr?teres. En cuanto consegu?a agarrar algo en el coche, el sargento Barbudo sal?a disparado en otra direcci?n y yo volv?a a rebotar como una patata caliente. Durante otros diez minutos, atravesamos el crep?sculo cada vez m?s oscuro, primero de esta manera, luego de otra. Entonces cesaron las sacudidas. El coche andaba en equilibrio. Sent? golpes y moretones mordi?ndome el cuerpo de la cabeza a los pies. Me levant? del piso del auto y me dej? caer en el asiento. El sargento Barbudo detuvo nuestro autom?vil bajo un refugio de ramas de ?rboles colgantes. Apag? el motor, se dio la vuelta y nos sonri?. Ten?a una mirada tonta pero triunfante en su rostro. "Hemos perdido a les Boches", dijo. "Todo est? bien. Cuando oscurezca, continuaremos. Merci, mis amuletos de la suerte". "Un poco de conducci?n", dijo Barney, "pero estuviste demasiado cerca de romperme el cuello". El sargento Barbudo solt? una carcajada e hizo un gesto con sus grandes manos. "Eso no fue nada. Estos peque?os coches pueden subir por la ladera de un acantilado. ?Esa cosa alemana? Avanza como un caracol. Deber?a haber estado ayer con el teniente y conmigo. Ese fue un viaje salvaje. Nos dispararon por todos lados durante una hora. Aun as?, lo pasamos sin un rasgu?o". "Me alegro de no haber estado all?", dijo Barney. “?Pero ahora qu?? ?D?nde estamos?" El belga se meti? un cigarrillo sucio entre los labios y lo encendi?. “Ahora esperamos la oscuridad, no mucho tiempo. Se?al? al otro lado del campo a la izquierda. “Una o dos millas en esa direcci?n y encontraremos la carretera a Namur. A partir de ah?, son tres horas como m?ximo". "A menos que los alemanes tambi?n hayan bombardeado esa carretera", dije. El sargento Barbudo me mir? y resopl?. “Imposible, de ninguna manera podr?an haber avanzado tan lejos. No te preocupes, te llevar? a Namur en poco tiempo. Yo-" Un ruido sordo de disparos estall? detr?s de nosotros ya la izquierda: un sonido profundo y retumbante de piezas de largo alcance, pero tambi?n un ladrido agudo de armas de peque?o calibre. El sargento Barbudo sac? el cigarrillo y sali? del coche. Se detuvo un momento, inclin? la cabeza hacia un lado y escuch? atentamente en direcci?n a los ca?ones. No sabr?a decir si se estaban acercando. Era imposible saberlo porque la franja de bosque cercana interrump?a el sonido. Not? la expresi?n de preocupaci?n en el rostro del sargento belga. Ten?a l?neas profundas que indicaban que estaba tratando de convencerse a s? mismo de que la verdad era falsa. Bajo las luces que se apagaban r?pidamente, su rostro se profundiz? hasta convertirse en una m?scara de sombras. Luego murmur? algo en voz baja y sac? su pistola de la pistolera en la cadera. "Qu?dense aqu?", dijo el sargento con voz firme. "Esto es extra?o. Tengo que investigar. Voy a echar un vistazo r?pido y luego regresar?". El sargento Barbudo se escabull? del coche y fue tragado por las sombras proyectadas por los ?rboles. Mir? a Barney. "?Qu? opinas? Si son alemanes que vienen por aqu?, estar?amos locos si nos quedamos aqu?". “Tal vez, pero puede que no lo sean. Esperemos un poco aqu?. No ser?a demasiado justo irse y dejar que el sargento regrese caminando". “Fue un viaje salvaje. Menos mal que le dijiste lo que hiciste cuando lo hiciste. Nos salv? de otro lugar dif?cil". Los disparos de ametralladora resonaron en el bosque. Barney salt? del coche y me avis? con la mano. “Ser? mejor que miremos, Archer” dijo con voz preocupada. “Si los alemanes est?n cerca, no tenemos ninguna posibilidad en ese coche. Nuestra mejor apuesta es escondernos en el bosque hasta que pasen". Salt? del coche y agarr? a Barney del brazo. "Crees . . . ?Crees que el sargento se tropez? con ellos y lo mataron?” "Eso creo, amigo", dijo con una mirada de preocupaci?n en su rostro. Sin embargo, ser? mejor que nos aseguremos. "Claro", dije, aunque no me sent?a as? por dentro. "Dirige. Estar? justo detr?s de ti." Cap?tulo 12 Avanzamos sigilosamente por el bosque. Hacia el lugar donde escuchamos la r?faga de disparos de ametralladora. Antes de llegar a cien metros, escuch? un grito que nos detuvo en seco. De mi clase de alem?n de la escuela secundaria, pude traducir lo que dijo a: Solo un perro belga. Probablemente un desertor. Menos mal que le disparamos. Un g?lido fr?o se apoder? de mi pecho. Ese amargo resentimiento hacia los nazis volvi? a arder en m?. Barney se arrastr? hacia adelante a cuatro patas y luego cay? al suelo. Llegamos a una brecha en los ?rboles que nos dio una vista de un gran campo en la distancia. Tres tanques ligeros alemanes estaban estacionados en el campo. Un hombre con casco, un oficial, se paraba en la torreta de cada tanque. Sesenta metros frente a los tanques, los soldados alemanes se inclinaban sobre una figura arrugada en el suelo. Estaba demasiado oscuro para tener una buena vista. Pero no necesitaba una vista clara. El sargento Barbudo estaba muerto. Nunca volver?a a conducir, pelear, re?r o cantar. "Malditos animales", susurr? Barney. “Tres tanques contra un sargento belga. Era un buen tipo. Al diablo con estos alemanes". "Si tuviera una ametralladora en este momento", susurr?, la ira se filtraba de mi voz. "Deseo. Ojal? tuviera una ametralladora ahora mismo ". “No contra los tanques, Archer. Estar?amos fritos. Tenemos que hacerlo solos de nuevo. Ahora, si lo hicieran. . ." Barney no tuvo que terminar la oraci?n. Tuve el mismo pensamiento. Si esos tanques se desviaran hacia la derecha, nuestro auto no ser?a descubierto. Todav?a podr?amos intentar llegar a Namur. Pero si los tanques giraban a la izquierda, hacia el bosque donde nos agachamos. Detectar?an nuestro coche y lo har?an pedazos con sus municiones perforadoras de blindaje si no lo tomaban para ellos mismos. Mi coraz?n se aceler? y tuve ganas de orinar. Contuve la respiraci?n mientras los motores de los tanques cobraban vida. Cuando avanzaron poco a poco, quise gritar de alivio. El tanque m?s alejado de nosotros gir? sobre sus orugas hacia la derecha. Le sigui? el segundo tanque. Y luego el tercero. Hicieron un estruendo que resonaba y retumbaba de un lado a otro a trav?s del campo arrasado por la guerra. Los tanques se movieron fuera del campo y rugieron hacia abajo sobre el borde de la pendiente y pronto se perdieron de vista. Dej? salir el aire de mis pulmones y silb?. "Un descanso por fin", dije. "Podemos usar ese auto de exploraci?n ahora". "Tienes toda la raz?n, ahora podemos". Barney se puso de pie de un salto. “Tambi?n es un Renault. Conducir?." "Entonces eres el chofer", le dije. "Vamos." Regresamos a nuestro auto de exploraci?n en menos de un minuto, y Barney encendi? el motor. Se puso en marcha y continuamos en la direcci?n que nos hab?a mostrado nuestro sargento antes de que lo mataran en el bosque. "Espero que haya sabido de lo que estaba hablando", grit? Barney por encima del sonido de los engranajes rechinando. “Despu?s de ese viaje loco, no estoy seguro de d?nde estamos. Pero reconocer? el camino a Namur cuando lleguemos. Es una de las pocas carreteras decentes de B?lgica". Barney pis? el acelerador. Mi cabeza se ech? hacia atr?s y me aferr? a algo. Viajar en el asiento delantero de nuestro auto de exploraci?n fue mucho mejor, m?s f?cil para mis huesos, golpes y moretones. A pesar de que el coche corr?a por una superficie irregular y ?spera, no percib? la mitad de los rebotes mientras me sentaba en la parte delantera. Pero cuando nos apresuramos hacia un grupo de ?rboles, Barney tir? del volante y se desvi? con un par de pies de sobra. Presion? mis codos contra mis costados y trat? de hacer mi cuerpo lo m?s peque?o posible. "Es divertido conducir estos", grit? Barney. “Un Renault es un buen coche. Mi padre tiene uno". Grit? de vuelta, “?Qu? tal algunas luces? Se est? haciendo de noche." Barney asinti? y accion? un interruptor en el tablero. Dos p?lidos rayos de luz pasaron por delante de nuestro coche. Ayudaron algo, pero eran demasiado d?biles y no me tranquilizaron. Objetos oscuros aparecieron y luego se deslizaron mientras Barney giraba la rueda de una manera u otra. Salimos de un campo a un camino de tierra. ?bamos a toda velocidad por la carretera en direcci?n oeste. Barney fren? de golpe, gir? a un lado de la carretera y apag? las luces. "Aviones, ?los escuchas? Podr?an haber visto nuestras luces. Son alemanes y tambi?n vuelan bajo". Un infierno de truenos estridente y palpitante rod? hacia nosotros desde el cielo. Los aviones estaban a un par de miles de pies de altura y, por el sonido, al menos un par de escuadrones. Entrecerramos los ojos y vimos una armada de alas avanzando contra las estrellas. Sus luces estaban apagadas. Su posici?n fue revelada por el resplandor azulado de las columnas de escape del motor que se arrastraban hacia atr?s. "Al menos un centenar de ellos", dije. “Se parecen a Heinkel. Me pregunto hacia d?nde se dirigen. M?ralos Barney, ?no es genial?” Barney guard? silencio. Mir? a la armada de la muerte mientras pasaba y su boca se abri? ligeramente. “Se dirigen al mismo lugar que nosotros. Namur. Estoy seguro de ello." "?Y qu??" Dije. Barney respir? profundo. “Apuesto cinco libras a que los alemanes saben que el cuartel general belga est? en Namur, y lo van a destruir. ?Est? tan claro para ti? "No hay necesidad de ser tan gru??n", le dije. "Todo lo que podemos hacer ahora es seguir adelante". El rugido de los bombarderos se desvaneci? hacia el sur. Barney puso en marcha el coche y encendi? las luces. Cinco minutos m?s tarde llegamos a una carretera ancha bien pavimentada. "Ese pobre sargento belga ten?a raz?n", grit? Barney y gir? hacia el sur por la carretera. "Mira." Se?al? hacia adelante. Ese resplandor rojo all? abajo. Es como si el horizonte estuviera en llamas. Espera. ?Escuchas eso? ?Escuchas los sonidos? Apuesto a que son aviones que lanzan bombas ". Barney aceler? el coche. "?Caray! Llegamos demasiado tarde. Apuesto a que el cuartel general belga se movi? de aqu? hace mucho tiempo. Nunca los encontraremos all?, aunque est? en Namur". Barney golpe? la parte superior del volante con el pu?o cerrado. Durante los siguientes minutos, ninguno de los dos habl?. Nos quedamos boquiabiertos ante el resplandor rojo cada vez mayor que se elevaba hacia el cielo del horizonte. Un resplandor rojo mezclado con vetas de amarillo y destellos de un naranja intenso. El Pahrump, Pahrump, Pahrump de bombas de alto explosivo detonando hizo vibrar nuestro coche. Me record? a una pel?cula que hab?a visto sobre el fin del mundo: el apocalipsis. Los efectos esc?nicos hab?an sido como los que ve?amos ahora. Solo que no hab?a sido ni la mitad de v?vido ni tan escalofriante como esto. Pero eso fue una pel?cula. Esta era una verdadera guerra. A lo lejos, en la distancia, la ciudad estaba muriendo. Las bombas de los man?acos guerreros estaban convirtiendo una ciudad viviente en ruina polvorienta. Qu? horrible pesadilla. ?Qu? puedo hacer? ?Qu? debo hacer? Barney tir? de mi hombro, oblig?ndome a apartar los ojos del aterrador espect?culo. Apart? mi brazo de un tir?n. "?Qu?? ?Qu? pasa?" Se?al? hacia la carretera. “Se acercan las luces. Tengo un sentimiento extra?o sobre esto, Archer". La carretera hab?a estado vac?a desde que entramos. "S?. Esto no puede ser bueno. Eso no es un auto. Las luces no est?n juntas ". "?Y si son alemanes? Ser? mejor que saltemos y ... " “Demasiado tarde ahora,” dije. Las luces se desviaron hacia nuestro lado de la carretera. "Nos han visto. Aqu? vienen." Un par de motocicletas rugieron junto a nuestro coche. Sus frenos se detuvieron con un chirrido. Dos figuras sombr?as saltaron de sus sillas. El rayo de una linterna blanca me apunt? directamente a la cara y me ceg?. Me congel? y sent? como si mis piernas fueran ramas de ?rbol, fijas al lugar. Quer?a gritar que no ?ramos soldados, pero las palabras no sal?an. Una voz en franc?s grit?: “?Qui?nes son? ?Qu? es esto? Nom de Dieu! ?Dos chicos y un coche de exploraci?n? Ca? de rodillas en una inesperada liberaci?n de tensi?n. Las l?grimas brotaron detr?s de mis p?rpados. Barney respondi? en franc?s. "Estamos tratando de llegar a la sede del general Michiels. Tenemos informaci?n importante. Aparta la maldita luz de mis ojos ya, ?quieres? No estamos armados". El soldado baj? su luz brillante. Pasaron varios segundos antes de que pudiera ajustar mis ojos a la oscuridad total. Despu?s de parpadear cuatrocientas veces, me di cuenta de que hab?a dos cabos belgas frente a nosotros. Sus ojos estaban entrecerrados, casi entrecerrados, y sus pistolas estaban desenfundadas, listas para dispararnos. "?General Michiels?" dijo uno de ellos. “?Por qu? quieren verlo? ?Qu? est?n haciendo en este auto de exploraci?n? ?Lo robaron? ?Va a llev?rselo a su familia y llenarlo de muebles?" "?Joder!" Les grit? en ingl?s. “No somos belgas. ?l es ingl?s y yo soy estadounidense. Hemos escapado de Alemania con informaci?n valiosa. Un teniente belga nos dio este auto y un sargento para conducirlo. Est? en el bosque, muerto. Nos topamos con tres tanques alemanes y ..." "?Tanques alemanes?" uno de los cabos respondi? en ingl?s. "?D?nde?" “All? atr?s,” dije, y se?al? en la direcci?n general de donde ven?amos. "?El general Michiels todav?a est? en Namur?" Los cabos belgas se miraron. Sus rostros estaban pintados con una mueca. Un cabo habl? en un franc?s r?pido: “Si vieron tanques Boche, debe haber un movimiento de flanqueo para aislarnos de Bruselas. Debemos movernos de inmediato". Su compa?ero asinti? y se volvi? para regresar a su motocicleta. "Esperen", grit?. "?Est? el general Michiels en Namur o qu??" “Nada en Namur excepto la muerte y la agon?a. Est? lleno de alemanes”, dijo el cabo, llev?ndose el pu?o a la boca. "Vamos a la nueva sede del general. Pueden seguirnos. Pero dense prisa, a menos que quieran que les disparen o les hagan prisioneros. Esos tanques que vieron significan que estamos rodeados por esos carniceros". Los cabos belgas se subieron a sus sillas y aceleraron los motores de sus motocicletas con un rugido que rebot? claro hacia las estrellas. Iban disparados como balas y m?s de cien metros por delante de nosotros antes de que Barney pudiera darle la vuelta a nuestro coche. Una vez que nos se?alaron en la direcci?n correcta, no perdimos el tiempo. Corrimos detr?s de las dos motocicletas como si estuvi?ramos en un t?nel de viento. Me aferr? al costado del auto y solt? una serie de respiraciones r?pidas mientras Barney nos conduc?a al infierno. Los belgas transitaron otra milla por la carretera y luego se desviaron hacia la izquierda hacia una carretera que conduc?a al noroeste. "Se dirigen a Bruselas", grit? Barney mientras el viento pasaba por el coche. “El sargento ten?a raz?n cuando dijo que se ve?a mal. Los alemanes ya deben estar en las profundidades del pa?s... " "Barney, ten cuidado", grit? y se?al? hacia adelante. El camino por delante se abri? en un mar de luz cegadora y tierra colapsada. Los dos cabos belgas se fundieron en ella y desaparecieron. Fue como si unas manos invisibles agarraran nuestro peque?o autom?vil y lo lanzaran al aire. Desde un mill?n de millas de distancia, escuch? a Barney gritar mi nombre. Me sent? como si estuviera girando de un extremo a otro a trav?s de un fuego al rojo vivo de ondulante humo negro. Un mill?n de pensamientos locos y salvajes dieron vueltas en mi cerebro, y luego todo se volvi? negro. Конец ознакомительного фрагмента. Текст предоставлен ООО «ЛитРес». Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию (https://www.litres.ru/pages/biblio_book/?art=65746001&lfrom=688855901) на ЛитРес. Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.
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