Ðàñòîïòàë, óíèçèë, óíè÷òîæèë... Óñïîêîéñÿ, ñåðäöå, - íå ñòó÷è. Ñëåç ìîèõ ìîðÿ îí ïðèóìíîæèë. È îò ñåðäöà âûáðîñèë êëþ÷è! Âçÿë è, êàê íåíóæíóþ èãðóøêó, Âûáðîñèë çà äâåðü è çà ïîðîã - Òû íå ïëà÷ü, Äóøà ìîÿ - ïîäðóæêà... Íàì íå âûáèðàòü ñ òîáîé äîðîã! Ñîææåíû ìîñòû è ïåðåïðàâû... Âñå ñòèõè, âñå ïåñíè - âñå îáìàí! Ãäå æå ëåâûé áåðåã?... Ãäå æå - ïðàâ

Nunca Desaf?en A Una Leona

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Nunca Desaf?en A Una Leona Dawn Brower Lady Wilhelmina Neverhartt se encuentra en una situaci?n desesperada, y s?lo hay una soluci?n: un matrimonio de conveniencia con un viejo duque. Cuando ?ste muere, y su heredero toma posesi?n, la situaci?n da un giro, que puede ser bueno o malo seg?n la reacci?n de ambos. ?Qu? hace una dama cuando la muerte de sus padres deja a su familia en la indigencia? Para Lady Wilhelmina Neverhartt eso significa casarse con un hombre mucho mayor. Un hombre que tambi?n se compromete a mantener a sus cuatro hermanos menores. Desgraciadamente, su nuevo marido muere en la noche de bodas y deja su destino a cargo de su heredero, Zachary Ward, el nuevo duque de Graystone. Zachary encuentra a Lady Wilhelmina irritante y encantadora al mismo tiempo. Al principio cree que ella se cas? con su t?o por su dinero y su t?tulo, pero eso no detiene su creciente deseo por ella. La desea, pero no puede confiar en ella, y en el camino sus creencias originales ya no importan. Cambia de t?ctica y utiliza su conflicto de intereses para ganarse el coraz?n de la dama. S?lo un compromiso unir? a estos dos, pero sus diferencias podr?an ser demasiado imposibles de superar. Nunca Desaf?en a una Leona ?ndice Agradecimientos (#u0ce09ba8-b461-5b91-88f3-2b4d2b5511b9) Pr?logo (#u3141edaf-fca5-5074-bd32-c0c85b1a83db) Cap?tulo 1 (#u7e4ac3f9-55e0-5cd7-9d97-7dd91f286d06) Cap?tulo 2 (#ud45a9424-2cd2-5231-8e64-c9d2e506d8fc) Cap?tulo 3 (#ub3932e39-fd10-5f1a-905a-7bda6bc31b19) Cap?tulo 4 (#ue607c397-656d-5a3c-8d30-92a11b069106) Cap?tulo 5 (#uff74d97f-5452-5efb-90a3-d99a1d7da923) Cap?tulo 6 (#ucd2e795a-d833-532b-adff-29f04e31af7d) Cap?tulo 7 (#u6581da64-1c5c-58fa-8f0e-6e1ef4312b5c) Cap?tulo 8 (#u36ed070d-a4cd-59b9-befc-5a57aae1d5ad) Cap?tulo 9 (#u9369f201-0e63-5b0c-9027-782cc7535b96) Cap?tulo 10 (#ueede2647-8ee7-58ff-a8e7-c70d876dc853) Cap?tulo 11 (#u031953b2-f3bc-5e0f-9270-eda051a77994) Ep?logo (#ud505b37b-19c9-520a-95ca-0b55ed572182) Postfacio (#u776c641b-e6cb-573a-8ba0-c673b40f95ef) Acerca de la Autora (#u17abdb8b-cdd5-5e6a-9ed1-c6b155c04a71) Esta es una obra de ficci?n. Los nombres, personajes, lugares e incidentes son producto de la imaginaci?n del autor o se utilizan de forma ficticia y no deben interpretarse como reales. Cualquier parecido con lugares, organizaciones o personas reales, vivas o muertas, es pura coincidencia. Nunca Desaf?en a una Leona Copyright © 2021 Dawn Brower Dise?o de portada por Midnight Muse Editado por Victoria Miller Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser utilizada o reproducida electr?nicamente o en forma impresa sin permiso escrito, excepto en el caso de breves citas plasmadas en rese?as. Para todos aquellos que son los pilares de entorno, los dignos de confianza, las personas inquebrantables, implacables y honorables que se aseguran de que, de alguna manera, todo est? siempre bien. Este libro es para ustedes. Que las personas que conf?an en ti se den cuenta de que, a veces, t? tambi?n necesitas ayuda. Agradecimientos Aqu? es donde agradezco enormemente a mi editora y dise?adora de portadas, Victoria Miller. Ella me ayuda m?s de lo que puedo decir. Aprecio todo lo que hace y que me empuja a ser mejor... a hacerlo mejor. Gracias infinitas. Tambi?n a Elizabeth Evans. Gracias por estar siempre ah? para m? y ser mi amiga. Significas mucho para m?. Gracias no es suficiente, pero es todo lo que tengo, as? que gracias mi amiga por ser t? misma. Tambi?n gracias a una de mis mejores amigas, Samantha Morris. Te agradezco que hayas corregido y le?do esto por m?. Pr?logo Los rel?mpagos iluminaron el cielo nocturno, iluminando la habitaci?n m?s que la simple luz de las velas. Los truenos restallaron y resonaron en el silencio que impregnaba la habitaci?n. Era finales de marzo, pero podr?a ser pleno invierno por lo que a Lady Wilhelmina Neverhartt (Billie para su familia y amigos) le importaba. Ten?a cosas m?s importantes en mente. Trag? con fuerza y dio un paso hacia la cama de su madre. Su padre, Richard Neverhartt, el conde de Sevilla, no hab?a sobrevivido al d?a, la enfermedad lo alcanz? horas antes. Su madre, Augusta, la Condesa de Sevilla, parec?a estar perdiendo la batalla y pronto se unir?a a su marido en el m?s all?. “Billie”, le susurr? su hermana, Theodora-Teddy. “No entres ah?”. —Tengo que hacerlo, —respondi?, pero incluso ella pod?a o?r el temor en su voz. Ninguno de ellos quer?a presenciar el ?ltimo aliento de su madre. Cualquiera que fuera la enfermedad que sus padres hab?an tra?do consigo en sus viajes parec?a mortal, y la idea de que ellos tambi?n pudieran enfermar... Billie trag? con fuerza. Ten?a que ser fuerte. Pronto ser?a responsable de s? misma y de sus cuatro hermanos. Damon, el m?s joven de todos con apenas tres y diez a?os, hab?a heredado el t?tulo de su padre. No es que le sirviera de mucho a ninguno de ellos porque la hacienda hab?a quedado en la miseria. Por eso su padre hab?a viajado a otro pa?s. Se hab?a visto envuelto en una inversi?n que le promet?a una ganancia inesperada. Billie estaba casi segura de que su padre esperaba un resultado muy diferente al de la muerte de su esposa y de ?l mismo. Los hab?a condenado a todos. Se volvi? hacia su hermana y le dijo con tono firme: “Teddy, ve a asegurarte de que Carly y Chris no vengan aqu?. No podemos arriesgarnos todos a contraer esta enfermedad. Damon est? dormido, gracias a Dios”. Las gemelas, Carolina y Christiana, eran testarudas y ten?an dificultades para seguir instrucciones. Teddy era t?mida y reservada. No podr?a convencerlas de que permanecieran en sus habitaciones. Chris era m?s propensa a hacer lo que quisiera. Carly podr?a entrar en raz?n. —Lo intentar?, —dijo Teddy en voz baja. “Pero ya sabes c?mo son...” Su voz se interrumpi?. Se mordisque? el labio inferior, la aprehensi?n casi sal?a de ella mientras miraba fijamente la habitaci?n del enfermo. “?Realmente necesitas entrar ah??” —S?, —insisti? ella. “Ahora, ve a ocuparte de nuestras impetuosas hermanas”. Billie no pod?a lidiar con todas ellas y con la muerte segura de su madre. Necesitaba que Teddy hiciera esta ?nica cosa. Teddy asinti? y se apart? de Billie. Ella dio otro paso tentativo hacia la habitaci?n mientras un rel?mpago guiaba su camino. El trueno que sigui? la hizo saltar aunque lo esperaba. Lentamente, avanz? hasta acercarse a la cama de su madre. Su cabello rubio parec?a casi tan blanco como la almohada bajo su cabeza. Su piel hab?a perdido todo el color y sus labios estaban secos y agrietados. Respir? de forma superficial y casi crepit? con cada bocanada de aire en sus pulmones. Sus mejillas se hab?an hundido y se hab?an acentuado con la p?rdida de peso. La mujer que yac?a en la cama era su madre, pero hab?a dejado de parecerse a la mujer que la hab?a criado hac?a d?as, no, semanas. Cap?tulo 1 —Mam?, —dijo. La palabra apenas se oy? al salir de sus labios. Billie trag? y lo intent? de nuevo, m?s fuerte esta vez. “Mam?, estoy aqu? para ti”. Los p?rpados de la condesa se abrieron y se volvi? hacia Billie. Los ojos de su madre estaban vidriosos, casi desenfocados mientras la miraba fijamente. “?Billie?” —S?, mam?, —dijo ella. ?Deb?a tocarla? ?Poner su mano en la de ella? Billie no ten?a ni idea de c?mo actuar ante esa fr?gil criatura que era su madre. No ten?a experiencia con la muerte o la enfermedad. Billie ten?a miedo de dar un paso en falso o de empeorar algo, si es que pod?a ser peor. “Qu?...” Billie respir? profundamente. “Dime qu? necesitas”. —Ac?rcate un poco m?s. Billie dio otro paso tentativo. No hab?a mucha distancia entre ella y la condesa. Tal vez si se separaba de alguna manera de la visi?n que ten?a ante ella podr?a soportarla. Al menos durante un rato... No hab?a m?s sirvientes para ayudar. Todos se hab?an ido en cuanto se dieron cuenta de lo enfermos que estaban el conde y la condesa. Ninguno de ellos quer?a arriesgarse a enfermar, y bueno, no ten?an fondos para pagarles. Esa tarea hab?a reca?do en Billie, y hab?a agotado cada gramo de energ?a que pod?a reunir. Estaba dispuesta a rendirse, pero ya hab?a perdido a uno de sus padres y esperaba que hubiera una oportunidad de salvar a su madre. Por alg?n milagro, ni ella ni sus hermanos hab?an enfermado, pero eso no significaba que no lo hicieran. Todav?a pod?an, y ella rezaba para que el destino no les pasara factura. Su madre movi? la mano hacia Billie. “Siento que hayamos sido una carga para ti”. Billie hab?a decidido no mencionar la muerte de su padre. Eso podr?a ser demasiado para su madre. Ella ya estaba luchando todo lo que pod?a. No necesitaba saber que el conde hab?a perdido la batalla. “Me temo que ser? m?s dif?cil a medida que pasen los d?as”. Respir? con fuerza. “No quiero morir”. Su voz tembl? un poco al hablar. Las l?grimas amenazaron con caer, pero Billie las contuvo. Podr?a llorar m?s tarde en la intimidad de su habitaci?n. —Pero la muerte est? aqu? para reclamarme. Lo siento mucho, mucho, —dijo. “No puedo decirlo lo suficiente, y nada de lo que diga mejorar? esto. Tu padre fue un insensato, y yo lo fui a?n m?s al seguirle a ese pa?s abandonado. Ahora ambos estamos pagando ese precio”. A Billie le costaba m?s luchar contra las l?grimas. “Est? bien, mam?”. —De eso nada, —dijo ella. “Pero eres un encanto por decirlo. Ojal? pudi?ramos haberte dejado algo, cualquier cosa, para ayudarte en los momentos dif?ciles que se avecinan. No hace falta que me digas que tu padre ya no est? en este mundo. Lo sent? pasar, y pronto me reunir? con ?l”. —Lo siento, —susurr? ella. Nunca hubiera esperado que su madre le confesara algo as?. Billie ni siquiera sab?a que era posible... “No quer?a agobiarte con la verdad”. Sus labios se levantaron en una sonrisa menguante. Apenas pod?a mantenerlos inclinados hacia arriba, y le dol?a ser testigo de esa falta de fuerza. “Eres una chica resiliente y valiente. Vas a tener que ser m?s dura de lo que nunca has sido y luchar por ti, y por tu hermano y hermanas. Van a necesitarte. Ojal? hubiera sido diferente. Ve a ver al Duque de Graystone: es el padrino de tu padre y te ayudar?”. Poco despu?s de esas palabras, su madre dio su ?ltimo suspiro. Una l?grima solitaria rod? por la mejilla de Billie. Ten?a el presentimiento de que no le iba a gustar la forma en que el duque de Graystone les iba a ayudar en sus dificultades, pero ten?a que reunir toda la entereza que pudiera y manejarlo. Eso era lo que su madre esperaba que hiciera y lo que sus hermanos necesitaban de ella. Ya no pod?a vivir su vida para s? misma, y una parte de ella odiaba a sus padres por haberle dejado tantas complicaciones que superar. Eran ego?stas, y ella no ten?a espacio para ser otra cosa que la hermana mayor confiable. Su vida ya no era suya, si es que alguna vez lo hab?a sido... Cap?tulo 2 Un mes despu?s... Billie se qued? mirando el ornamentado escritorio de caoba y frunci? el ce?o. Quer?a estar en cualquier otro lugar que no fuera su ubicaci?n actual. El duque de Graystone a?n no se hab?a reunido con ella, y le resultaba extra?o que su mayordomo la hubiera acompa?ado a lo que ella supon?a que era el estudio de Su Alteza. Ella hab?a venido a pedirle ayuda al duque, as? que quiz?s de alguna manera el mayordomo lo hab?a sabido. ?D?nde estaba? Se revolvi? en su asiento. La silla era dura y no pod?a encontrar una posici?n c?moda. Esperaba que el duque no tardara mucho m?s. Aunque ten?a que admitir que tem?a la conversaci?n que se avecinaba. Billie odiaba mendigar, pero no ten?a muchas opciones. Si el duque se negaba a ayudarles... Ella trag? con fuerza. Billie no pod?a pensar en eso. El duque les ayudar?a. Su madre le hab?a dicho que acudiera a ?l, y ella lo hab?a aplazado todo lo posible. Esta era su ?ltima oportunidad. Los acreedores se hab?an llevado todo lo que no estaba clavado. No pod?an quedarse con la finca de Sevilla porque estaba vinculada, pero ya no pod?an permitirse su mantenimiento. No ten?an forma de alimentarse ni de seguir pagando lo m?s b?sico de sus necesidades. Unos ruidos de arrastre resonaron detr?s de ella. Se volvi? hacia el sonido cuando un hombre mayor entr? en la habitaci?n. Ten?a el cabello blanco a los lados de la cabeza y una calva brillante. Su est?mago resaltaba hacia fuera y colgaba por encima de sus pantalones. Los botones de su chaleco parec?an que iban a saltar si respiraba demasiado fuerte. Llevaba un bast?n de madera en la mano izquierda que raspaba el suelo cuando se acercaba a ella. —Hola, cari?o, —dijo. Su voz era un poco d?bil al hablar, y ella tuvo que esforzarse un poco para o?rle. —Hola, —contest? ella con recato. Billie no sab?a qu? m?s deb?a decir. Parec?a un poco est?pido y repetitivo. Se aclar? la garganta. “Es decir... ?c?mo est? usted, Su Excelencia?” No mucho mejor, pero podr?a bastar. —Estoy bien. Arrastr? los pies y desliz? su bast?n por el suelo mientras se dirig?a a su asiento detr?s del escritorio. Una vez que lleg? a su silla, se baj? gradualmente. Era doloroso verlo. Cuando se acomod?, dirigi? su atenci?n a ella. “Me entristeci? la noticia de la muerte de tu padre. Si hubiera podido asistir al funeral, lo habr?a hecho. Mi salud ya no es lo que era”. Ella lo crey?. Al presenciar su lento andar, Billie jurar?a que casi pod?a o?r el crujido de sus huesos con cada paso que daba. “Est? bien, Su Excelencia, fue un peque?o funeral”. Ni siquiera pod?an permitirse eso. Si se hubieran visto obligados a hacer uno m?s grande, ella habr?a estado a los pies del duque suplicando el mismo d?a. “Es mejor que no te esfuerces. Mi padre lo habr?a entendido”. Su padre era ego?sta hasta la m?dula y probablemente habr?a maldecido la negligencia del duque, pero ella no expresar?a ese sentimiento. El duque tosi?. “Has estado esperando un tiempo, y no deseo retenerte m?s de lo necesario. ?Qu? te trae por aqu? hoy?” Billie no estaba segura de s? se alegraba de que hubiera decidido prescindir de las sutilezas sociales o si le irritaba que no quisiera mantener una conversaci?n agradable con ella. Aunque, pens?ndolo bien, no deseaba pasar m?s tiempo del necesario en su compa??a. Hab?a un olor extra?o en la habitaci?n que tem?a que proviniera de ?l, teniendo en cuenta que no lo hab?a notado antes de que ?l entrara. —Antes de que mi madre... Respir? hondo y fortalecido. “Mi madre dijo que si necesitaba ayuda deb?a acudir a ti”. Billie rez? para que no la mandara a la mierda por pedir caridad con valent?a. Le dol?a tener que acudir a ?l. Si hubiera podido encontrar otra manera, lo habr?a hecho. —?Lo hizo? ?l levant? una ceja. “Augusta siempre pens? lo mejor de m?”. ?Qu? significaba eso? “Mi madre ve?a lo bueno de todos”. De lo contrario, nunca se habr?a casado con el padre de Billie, ni le habr?a seguido a donde fuera. Ella podr?a seguir viva si se hubiera quedado en casa. —Es cierto, —dijo el duque. Se inclin? hacia delante, apoyando los codos en el escritorio, y luego junt? los dedos. “D?game, Lady Wilhelmina, ?por qu? deber?a ayudarla?” Billie deber?a haber esperado esa pregunta, pero la tom? por sorpresa. No ten?a ni idea de c?mo responderla. Su madre dijo que el duque les ayudar?a. ?Y si se hab?a equivocado? “Mi madre...” —No lo sab?a todo, la interrumpi? el duque. “Nunca debi? suponer nada”. Estaban condenados. El duque no los ayudar?a. Las l?grimas amenazaron con caer, pero ella las contuvo. Este hombre odioso no la reducir?a a una tonta llorona. “Entonces, ?no nos ayudar?s a m? y a mis hermanos? ?Nos dejar?s morir de hambre?” O peor... —No soy responsable de ti ni de tu familia. Mi obligaci?n era con tu padre, lo poco que era, y con su muerte esa obligaci?n, en mi opini?n, termin?. Era un hombre odioso. “Ya veo”. Y lo hizo. El ego?smo del duque superaba mil veces el de su padre. “Siento haberte hecho perder el tiempo”. Ella se puso de pie y se curv? para alejarse de ?l. —Nunca dije que no ayudar?a. Billie se detuvo y se volvi? hacia ?l. “Tanto como dijiste que no lo har?as. ?Por qu? iba a creer lo contrario?” —Podemos llegar a un acuerdo. Se?al? hacia el asiento. “Tienes algo que me hace mucha falta, y si est?s de acuerdo, mantendr? al resto de esa prole que Oscar y Augusta engendraron”. La mir? de soslayo y se lami? los labios, casi como si le hubieran puesto delante su comida o postre favorito. Se le revolvi? el est?mago. “?Qu? necesitas de m??” Billie ten?a la sensaci?n, en el fondo, de que no le iba a gustar lo que ten?a que decir. —Si?ntate, le orden?. “Esto no es algo que debamos discutir contigo revoloteando sobre m?”. Ella no estaba haciendo tal cosa. Billie ni siquiera estaba cerca de ?l; no obstante, hizo lo que ?l le orden? y se acomod? en la inc?moda silla. “Ahora que he hecho lo que me has pedido, ?puedes explicarme lo que quer?as decir?” —Es muy sencillo, empez? ?l. “El canalla de mi sobrino es mi heredero, y preferir?a que no heredara mis bienes”. El est?mago de Billie se desplom? ante esas palabras. “As? que quieres que...” “Se case conmigo y d? a luz a mi hijo,” termin? por ella. “Puedo tener una licencia especial hoy, y podemos consumar el matrimonio esta noche. Mi difunta esposa no cumpli? con su obligaci?n, pero no tengo dudas de que t? lo har?s bien. Tu madre tuvo cinco hijos. Seguro que t? puedes con uno”. Lo ?ltimo que Billie quer?a era casarse con un viejo, y la idea de dejar que la tocara... Su est?mago volvi? a rodar. Ser?a horrible. Sin embargo, de alguna manera, tendr?a que superarlo. Era la ?nica manera de salvar a su familia. “De acuerdo,” acept? antes de cambiar de opini?n y salir corriendo de la casa gritando. —Bien. ?l sonri?. “T? y yo nos vamos a divertir mucho juntos”. Billie lo dudaba mucho... La boda estaba programada para celebrarse en menos de una hora. Billie estaba a punto de perder el poco contenido que hab?a en su est?mago. —No hagas esto, —dijo Teddy. “Encontraremos otra manera”. —No hay otra manera, —dijo Billie con firmeza. “Tengo que hacerlo. De esta manera Carly, Chris y t? podr?n formar fabulosas parejas. Damon podr? ir a Eton”. Ella peg? una sonrisa en su cara. “Eso vale cualquier precio que tenga que pagar, y al menos ser? una duquesa”. No quiso pensar en la noche de bodas. El duque seguramente la aplastar?a en su empe?o por engendrar un hijo en ella. —Tal vez tengas suerte y el viejo duque muera pronto, —dijo Carly. —Eso ser?a una bendici?n, —convino Chris y luego mir? a Billie. “?Qu? posibilidades hay de que eso ocurra?” Billie deseaba poder decirles a sus hermanas que todo estar?a bien. No lo cre?a del todo, as? que no pod?a pronunciar esas palabras. Todas hab?an sufrido mucho ya, pero Billie... el suyo continuar?a. Su ?nica esperanza era que el resto saliera adelante y tuviera un verdadero futuro. Sacudi? la cabeza y luego suspir? mientras la enormidad de su situaci?n la invad?a. —No antes de tener que sufrir la consumaci?n, —dijo tajantemente. “Mi suerte no es tan buena”. Los gemelos se rieron. —Al menos todav?a tienes sentido del humor. Lo vas a necesitar casada con esa vieja cabra, —dijo Chris. “Realmente me gustar?a que no tuvieras que hacer esto”. Tambi?n lo hizo Billie. “No hay otra opci?n”. Su est?mago retumb?. Todav?a podr?a vomitar... “Todos estaremos bien”. Y el duque era viejo. Ella podr?a tener un segundo matrimonio construido sobre el amor y no la necesidad. “Prometo que ninguno de ustedes tendr? que hacer este tipo de sacrificio”. Teddy dio un paso adelante y rode? a Billie con sus brazos. “Te amo, y quiero hacer esto bien para ti. Por favor, no lo hagas. Quiero que seas feliz, y nunca ser?s feliz casada con un viejo que quiere usarte”. Su voz se tambale? un poco mientras hablaba. Claramente, estaba luchando contra las l?grimas. —Tienes raz?n, —dijo mientras abrazaba a su hermana con fuerza. “No ser? feliz como su esposa. Al menos no de la manera que sugieres. Lo que me har? feliz es saber que mis hermanas, y mi hermano, est?n a salvo y cuidados. Puedo hacer que eso suceda. Sopes? el costo y consider? que val?a la pena tomarlo. No te pongas triste por m?”. —No puedo evitarlo, —respondi? Teddy. Dio un paso atr?s y se limpi? las l?grimas de los ojos. Un golpe reson? en la habitaci?n. —El sacerdote est? aqu? y listo para celebrar la ceremonia, —dijo el mayordomo. “Si me siguen, les mostrar? el sal?n. A Su Excelencia no le gusta que le hagan esperar”. Pero no ten?a ning?n problema en hacer esperar a los dem?s... Sin embargo, Billie no dijo esa parte en voz alta. Asinti? y sigui? al mayordomo, con sus hermanas detr?s de ella. Pronto har?a votos para honrar y obedecer a un hombre del que apenas sab?a nada. ?l tendr?a poder sobre ella y lo usar?a en su beneficio. Odiaba la sola idea de entregarse a ?l. No es que su madre le hubiera informado de las particularidades del lecho matrimonial. Como era una persona curiosa, Billie hab?a le?do algunas cosas en revistas m?dicas, y se hab?a topado con un libro bastante embarazoso con dibujos interesantes en el estudio de su padre. No entend?a muy bien c?mo era posible hacer algunas de esas posiciones en particular, pero los detalles no importaban. Al menos no esos. La informaci?n relativa a la creaci?n de ni?os s? lo era. As? que comprendi? que tendr?a que dejarle meter su miembro dentro de ella. Eso no significaba que tuviera que gustarle, y dudaba mucho que lo hiciera. Billie no cre?a que le gustara con nadie, pero supon?a que amar al hombre que se lo hac?a podr?a ayudar. Si era posible conseguir el amor... Una parte de ella no cre?a en el amor, al menos no para s? misma. Tal vez esto era lo mejor. Tal vez deber?a hacerse un voto a s? misma... de no enamorarse nunca, y de no permitir que un hombre entre en su coraz?n que la haga querer tirar la cautela al viento. No cometer?a el error de su madre. No hab?a ninguna decoraci?n ni indicaci?n de que se celebrara una boda en el sal?n. El duque estaba de pie junto a un hombre mucho m?s joven, pero a?n mayor que Billie. Si tuviera que adivinar, el vicario estaba m?s cerca de la edad de su padre. El duque era f?cilmente tres d?cadas mayor, probablemente m?s, que su padre. —Bien, —dijo el duque. “Ya est?s aqu?. Ahora podemos empezar". Hizo un gesto para que Billie se uniera a ellos”. —Estoy lista, —murmur? ella. Aunque en realidad no lo estaba. Se dirigi? hacia el duque y el vicario. Sus hermanas tambi?n estaban all?, pero todo empez? a pasar a un segundo plano. Si ten?a alguna posibilidad de superar la ceremonia, no pod?a permitirse pensar demasiado en ello. La boda sucedi? en un abrir y cerrar de ojos, porque hab?a dejado de lado todos sus temores y se limit? a cumplir con el tr?mite. Estaba firmando su vida, y despu?s nada volver?a a ser lo mismo. “Los declaro marido y mujer,” dijo el sacerdote. “Que el Se?or bendiga su matrimonio por muchos a?os”. Billie esperaba que no. Si era posible, esperaba que su parte en este matrimonio terminara en el primer a?o y no tuviera que soportar la atenci?n del duque despu?s. Aunque ?l podr?a querer intentar un repuesto. Que el Se?or la ayude si lo hace... —Ahora que las formalidades han terminado, comenz? el duque. “Es hora de la parte divertida. Me reunir? con usted en su alcoba”. —?Tan pronto? Se le hizo un nudo en las tripas. Esperaba al menos una peque?a pr?rroga. No ten?a ning?n deseo de volver a la que ser?a su alcoba por el resto de su vida, o al menos mientras el duque viviera. Era una habitaci?n bastante agradable, pero ten?a un aspecto desagradable. En esa habitaci?n tendr?a que soportar las atenciones del duque. —Es de noche, —dijo el duque. “No hay raz?n para esperar”. Trag? con fuerza y sigui? a una doncella hasta su habitaci?n. Billie perdi? toda capacidad de pensar mientras la criada la ayudaba a desvestirse. Cuando se quit? la bata y Billie se qued? sola en su turno, el duque entr? en la habitaci?n. Llevaba una bata que apenas se ajustaba a su robusta cintura. “Vete”, le orden? a la criada. Se acerc? a Billie. “D?jame ver lo que he pagado”. Su respiraci?n era pesada y ?spera mientras se acercaba a ella. A cada paso que daba, su rostro se enrojec?a m?s y m?s, siendo sus mejillas las m?s sonrojadas. Quiso dar un paso atr?s pero sab?a que no pod?a. Billie cerr? los ojos y se prepar? para sus tanteos. Pod?a hacerlo. Pod?a... y si segu?a dici?ndoselo a s? misma, tal vez llegar?a al final de una pieza. Jade? y luego un fuerte golpe llen? la habitaci?n. Billie abri? los ojos y mir? al duque tendido en el suelo. Su rostro hab?a perdido todo el color, lo cual era incre?ble teniendo en cuenta lo rojo que hab?a estado hace unos momentos, y no parec?a que... respirara. “?Su Excelencia?” Su voz se quebr? al pronunciar esas dos palabras. ?l no respondi?. Billie se inclin? y comprob? su respiraci?n. Oh Dios... estaba muerto. ?Qu? diablos iba a hacer ella ahora? El matrimonio nunca se consum?... una parte de ella estaba aliviada y la otra... estaba aterrorizada. No ten?a ning?n derecho real y el hombre que iba a heredar el t?tulo podr?a muy bien echarla a ella y a su familia. Si eso ocurr?a, no sab?a qu? har?a. Era bastante inconveniente que el anciano muriera justo despu?s de casarse con ella. Tal vez no deber?a decirle nada al nuevo duque. No, no pod?a hacerlo. Si ?l le preguntaba tendr?a que ser sincera con ?l. Su matrimonio apenas era v?lido, y la muerte del duque la dejaba exactamente donde hab?a empezado... en la indigencia. Cap?tulo 3 Zachary Ward, el nuevo duque de Graystone, se recost? en los lujosos asientos de terciopelo de su carruaje mientras se dirig?a a su nueva finca para reclamar su herencia y determinar el estado de los asuntos del ducado. La finca ducal probablemente ten?a lujos similares, aunque no lo sab?a de primera mano. Su t?o nunca le hab?a invitado a visitar el castillo de Graystone, ni siquiera a cenar con ?l en su casa de Londres. No era ning?n secreto que odiaba a Zach y que deseaba tener hijos propios a los que transmitir su t?tulo. No era de extra?ar que el anciano se hubiera casado con una joven, que ni siquiera hab?a salido a la sociedad, para intentar engendrar ese deseado heredero. Lo ?nico que sorprend?a a Zach era que no se hubiera casado antes. La antigua duquesa hab?a muerto hac?a un a?o. Seguramente su t?o podr?a haber encontrado una forma de sortear el periodo de luto para casarse antes... Tal vez le costara convencer a una joven de que se casara con ?l. ?Qu? ten?a que hacer para convencer a su nueva novia de que se casara con ?l? ?La idea de ser duquesa era suficiente para convencerla de que se casara con ?l? Ten?a que haber algo, porque Zach apostar?a su considerable fortuna, que ahora inclu?a el patrimonio ducal, a que no hab?a sido un matrimonio por amor. En cualquier caso, no pod?a esperar a conocer a la novia mercenaria de su t?o. As? era como se la imaginaba. Ninguna dama amable, compasiva o normal se habr?a casado con el viejo lujurioso de su t?o. Duque o no, el anterior duque de Graystone no era un hombre agradable. El carruaje sigui? traqueteando por el camino. Pronto llegar?a a su nueva finca y por fin podr?a tomarle la medida a la novia de su t?o. Probablemente insistir?a en utilizar su condici?n de duquesa y querr?a que se refirieran a ella como "Su Excelencia". Ya le desagradaba s?lo por sus principios. Zach odiaba a las mujeres que se preocupaban por su posici?n en la sociedad y que rechazaban a los que consideraban m?s bajos que ellos. Ya hab?a experimentado eso de ni?o. Su madre era institutriz cuando conoci? a su padre. El abuelo de Zach pr?cticamente hab?a repudiado a su hijo cuando se cas? con alguien tan inferior a ?l. Hab?a cortado todo acceso a los fondos y hab?a dejado a los padres de Zach a su suerte. Por eso su t?o lo odiaba. Cre?a que su sangre estaba contaminada por el linaje de su madre, pero como su padre, Lord Andrew Ward, nunca hab?a sido desheredado oficialmente, eso convert?a a Zach en el heredero de su t?o. No es que ?l quisiera ser el pr?ximo duque. Zach no quer?a el t?tulo ni las responsabilidades que conllevaba, pero una parte de ?l no pod?a evitar el regocijo que le produc?a la idea de que su t?o se estuviera revolviendo en su tumba. Ten?a mucho dinero por su cuenta. Su padre hab?a hecho algunas buenas inversiones y, cuando muri?, Zach se hizo cargo de la empresa y la triplic?. Esperaba que el patrimonio ducal fuera tan abundante como le hab?an hecho creer. Odiar?a que empezara a drenar sus propios fondos ganados con esfuerzo para mantenerlo. Pronto lo descubrir?a. Zach mir? por la ventana. Una gran finca, un castillo en realidad, se alzaba en la distancia. Estaban mucho m?s cerca de lo que hab?a pensado. Se frot? las manos. Pronto podr?a echar un vistazo a los libros... y a la duquesa residente. Se mor?a de ganas de echarla a la calle. El duque no hab?a dejado muchas provisiones para su esposa. No hab?a tenido tiempo de hacer un nuevo testamento, el que hab?a hecho redactar tampoco hab?a sido pr?digo con la duquesa anterior. Su mujer pod?a vivir en la Casa de la Viuda, como todas las duquesas viudas anteriores, y vivir del capricho de la generosidad del actual duque. Ella ten?a el dinero de la clavija, nada m?s para usar sin ella. Zach no quer?a tener nada que ver con ella ni con sus perversas costumbres. No cre?a que se sintiera inclinado a engrosar su cartera. El carruaje no tard? en llegar a las afueras del castillo de Graystone. Cuando se detuvo, Zach se prepar? para salir. Un lacayo abri? la puerta y ?l se desliz? con facilidad. —Su Alteza, le salud? el lacayo. “Estamos contentos de tenerle aqu?”. Seguro que lo estaban. Despu?s de todo, ?l era la fuente de sus ingresos. Zach asinti? y se dirigi? a la entrada. No ten?a nada m?s que decirle. La puerta se abri? cuando se acerc? a ella. Un hombre de cabello oscuro y canoso a los lados estaba de pie al otro lado. El mayordomo se puso de pie y mantuvo la mirada fija en algo que no era Zach. “Su Excelencia”, salud?. Le llevar?a un tiempo acostumbrarse a su nuevo t?tulo. —?Bentley? —pregunt?. Zach hab?a mantenido correspondencia con el mayordomo unas cuantas veces desde la muerte de su t?o. No hab?a asistido al funeral porque no le importaba mucho que el viejo estuviera muerto. Tampoco ten?a intenci?n de guardar el luto. Zach no lloraba a su t?o y nunca lo har?a. El mundo estaba mucho mejor sin ?l. —S?, Su Excelencia, —dijo Bentley. “Me alegro de que haya llegado bien”. Todos estaban tan contentos de verlo... era casi enfermizo. Lo adoraban como si fuera de la realeza. Era posible que estuviera siendo demasiado duro con ellos. Despu?s de todo, eran sirvientes. Eso era lo que se supon?a que deb?an hacer. Sin embargo, dudaba de la veracidad de sus reacciones —?D?nde est? la nueva novia de mi t?o? Zach quer?a prescindir de la basura lo antes posible. Si se sal?a con la suya, ella estar?a instalada en la Casa de la Viuda antes del anochecer. —Creo que est? en el sal?n con sus hermanas. El mayordomo se?al? el largo pasillo. “Suele tomar el t? con ellas a esta hora del d?a”. Ahora ella... “Que lleven mis maletas a mis aposentos. Conf?o en que hayan sido debidamente preparadas para mi llegada”. —Efectivamente, —respondi? el mayordomo. “Las rec?maras ducales fueron limpiadas y toda la ropa de cama reemplazada como usted lo especific?”. —Bien. No quer?a que quedara ni rastro de su t?o en la habitaci?n. Zach esperaba que tuviera m?s cambios que hacer, pero no sabr?a en qu? consistir?an hasta que examinara la habitaci?n. “Voy a conocer a mi nueva t?a. Despu?s, me gustar?a reunirme contigo en el estudio de mi t?o. Tenemos mucho que discutir”. —Muy bien, Su Excelencia. Se inclin?. “Ahora me ocupar? de sus ba?les”. Zach asinti? y se dirigi? al pasillo para reunirse con la esposa de su t?o. El eco de las risas de la habitaci?n en la que se encontraba recorri? el pasillo. Parec?an estar disfrutando. Se detuvo en la entrada y se qued? mirando, embelesado. Hab?a cuatro se?oras rubias en el interior, de edades comprendidas entre los quince y los veinte a?os, si se atrev?a a adivinar. Dos eran gemelas id?nticas. La m?s joven, supuso, estaba sentada en la tumbona con otra de sus hermanas. La mayor estaba sentada serenamente en una silla azul que casi coincid?a con el color de sus ojos. Hab?a un brillo travieso en esos estanques de agua que le atrajo m?s de lo que esperaba. Las cuatro eran encantadoras, pero la mujer solitaria de la silla... le parec?a impresionante, y eso no le gustaba nada. Se aclar? la garganta. “Perd?nenme, pero ?qui?n de ustedes tuvo el descaro de casarse con un viejo?” Los cuatro dejaron de hablar y lo miraron con la boca abierta. Oh, bien, se hab?a ganado su atenci?n... Billie se qued? mirando al caballero que estaba de pie, melanc?lico, en la entrada del sal?n y perdi? toda capacidad de pensar. Ten?a que ser el hombre m?s guapo que hab?a tenido el privilegio de contemplar. Ten?a el cabello casta?o, besado por el sol y con unos ricos reflejos rojizos y dorados. Sus ojos eran del color de la hierba en un c?lido d?a de verano. El problema era que esos brillantes ojos verdes la miraban con nada m?s que desprecio. No le gustaba, y ella no ten?a ni idea de por qu?. Billie ni siquiera sab?a qui?n era, pero ten?a un problema con su reciente matrimonio. Eso podr?a significar que ?l... era el heredero. Trag? saliva mientras se le formaba un nudo en la garganta. Su est?mago retumb? y tuvo que resistir el impulso de levantarse y pasearse por la habitaci?n para aliviar su creciente ansiedad. “Creo que soy la persona que busca”. Mantuvo un tono ligero y neutro. Puede que ?l haya irrumpido en la habitaci?n con malas intenciones, pero ella no ten?a por qu? reaccionar de la misma manera. Entr? en la habitaci?n, tom? una taza y se sirvi? t? en ella. Lo bebi? negro, sin adornos. A Billie le gustaba al menos un poco de dulzura en el suyo y casi se encogi? cuando engull? su t?. Coloc? la taza en un platillo que ten?a en la mano y luego la encar?. “Ahora que me he refrescado un poco, podemos hablar de tu situaci?n”. —Disculpe... Ella le mir? fijamente, sorprendida por sus palabras. “?De qu? situaci?n est? hablando?” ?Sab?a ?l lo indigente que hab?a sido cuando se cas? con el duque? ?Ten?a la intenci?n de echarla de casa? No, no pod?a. Ella era leg?timamente la duquesa. Nadie sab?a que el matrimonio no se hab?a consumado, y ella nunca admitir?a que no lo hab?a hecho. Los sirvientes tampoco sab?an que segu?a siendo virginal y no parec?a importarles si lo sab?an. Para ellos segu?a siendo la duquesa, y ella quer?a fomentar ese comportamiento en la medida de lo posible. El bienestar de su familia depend?a de ello. —No perteneces a esta casa, y eres muy consciente de ello. Tom? otro sorbo de su t?. Luego se?al? hacia las hermanas de Billie. “Parece que has trasladado a toda la familia a mi casa. Eso no est? bien en absoluto”. —Mi marido acept? que vivieran aqu?, —dijo ella con austeridad. —Tu marido…, empez? ?l. “Est? muerto. Esta ya no es su casa”. Ella abri? la boca y la cerr? varias veces. Esto se estaba convirtiendo en una mala costumbre. Segu?a diciendo cosas espantosas. ?Acaso el hombre no sab?a hablar con tanta franqueza? “Es cierto, supongo...” Una parte de ella empezaba a entender por qu? el viejo duque no hab?a querido que este hombre heredara su t?tulo. Era grosero y arrogante. —Bien, —dijo y dej? el t? y el platillo en el suelo. “Entonces estamos de acuerdo. Har?s las maletas y te ir?s antes de que anochezca”. —?Qu?? —dijeron sus tres hermanas a la vez. —No puedes hacer eso, le dijo Billie. Ten?a que hacerle entender que no ten?an ning?n sitio al que ir. Seguramente no pod?a ser tan desalmado como parec?a. “Este es nuestro hogar ahora”. ?l levant? una ceja. “?Es as?? ?Cu?nto tiempo llevas aqu? exactamente? Tengo entendido que su matrimonio se celebr? hace quince d?as. ?Se mudaron antes de decir sus votos?” —No seas rid?culo. Ella se burl? de ?l. “Qu? absurdo. Por supuesto que no nos mudamos antes de la boda". Eso no era exactamente cierto. Se hab?an mudado el d?a de su boda, apenas unas horas antes de la misma, pero ?l lo hizo sonar como si ella hubiera vivido all? meses antes de sus votos. "Eso no niega el hecho de que este es ahora nuestro hogar. No nos iremos a ninguna parte”. Se rio suavemente. “?Porque t? lo dices?” —S?, —dijo ella desafiante y levant? la barbilla. Billie no renunci? a cada gramo de su orgullo para casarse con un anciano por nada. “Soy una duquesa y pertenezco a este castillo”. —Sab?a que dir?as algo as?. Sacudi? la cabeza, el asco brotando de su voz mientras hablaba. “No eres diferente de todas las j?venes debutantes que se lanzan al t?tulo m?s alto que tienen delante. Te vendiste al mejor postor y m?rate ahora. Sin marido y sin opciones”. Levant? la barbilla casi desafiante. ?C?mo se atreve a tratarla as?? “Ahora tengo muchas m?s opciones que antes de casarme”. Al menos ahora ten?a algo de dinero en el que confiar. Aunque no ten?a ni idea de lo que eso supon?a. —Est?s a merced de mi generosidad, le inform? ?l. Se?al? con la cabeza a sus hermanas. “T? y tu familia, aparentemente. Tu pensi?n es una miseria y mi t?o ten?a poca fe en el sexo d?bil. Si quieres seguir en esta casa, ser? porque yo lo permito, y ahora mismo, no veo ninguna raz?n para darte lo que quieres”. Cualquier fondo era mejor que ninguno. Billie sab?a lo que era ser tan pobre que pasaba hambre durante d?as. Hab?a sido malo antes de la muerte de sus padres, pero fue mucho peor despu?s, cuando los acreedores se llevaron todo lo que no estaba clavado. Ella no quer?a volver a experimentar eso. Quer?a una raz?n para que ella y sus hermanas se quedaran... bueno, ella encontrar?a una para d?rsela. Todav?a no estaba segura de cu?l podr?a ser, pero ya discernir?a el mejor curso de acci?n. Todo lo que necesitaba era un poco m?s de tiempo. "Dime lo que quieres, y tal vez podamos llegar a un acuerdo... har? lo que desees". Billie har?a casi cualquier cosa por su familia. Ya se hab?a casado con un anciano. Qu? pod?a querer este duque que fuera m?s desagradable que eso. ?l inclin? la cabeza hacia un lado y la estudi?. Hab?a una expresi?n extra?a en su rostro, casi como si no comprendiera qu? hacer con Billie, o lo que ella hab?a dicho. Parec?a... desconcertado. Sacudi? la cabeza y luego dijo: “Ten cuidado con lo que aceptas sin conocer los t?rminos”. Este nuevo duque parec?a creer que pod?a darle ?rdenes. Pronto descubrir?a que estaba equivocado. —Hablaremos m?s tarde. Me temo que si te dijera lo que puedes hacer por m? ahora, saldr?as corriendo. Se dirigi? hacia la puerta, se detuvo y se volvi? hacia ella. “No te pongas demasiado c?moda. Todav?a no estoy convencido de que debas quedarte”. Con esas palabras de despedida, dej? a Billie sola con sus hermanas. Hab?an permanecido inusualmente calladas durante todo el intercambio. Ella ten?a la sensaci?n de que no seguir?an as? por mucho tiempo. Êîíåö îçíàêîìèòåëüíîãî ôðàãìåíòà. Òåêñò ïðåäîñòàâëåí ÎÎÎ «ËèòÐåñ». Ïðî÷èòàéòå ýòó êíèãó öåëèêîì, êóïèâ ïîëíóþ ëåãàëüíóþ âåðñèþ (https://www.litres.ru/pages/biblio_book/?art=65164831&lfrom=688855901) íà ËèòÐåñ. Áåçîïàñíî îïëàòèòü êíèãó ìîæíî áàíêîâñêîé êàðòîé Visa, MasterCard, Maestro, ñî ñ÷åòà ìîáèëüíîãî òåëåôîíà, ñ ïëàòåæíîãî òåðìèíàëà, â ñàëîíå ÌÒÑ èëè Ñâÿçíîé, ÷åðåç PayPal, WebMoney, ßíäåêñ.Äåíüãè, QIWI Êîøåëåê, áîíóñíûìè êàðòàìè èëè äðóãèì óäîáíûì Âàì ñïîñîáîì.
Íàø ëèòåðàòóðíûé æóðíàë Ëó÷øåå ìåñòî äëÿ ðàçìåùåíèÿ ñâîèõ ïðîèçâåäåíèé ìîëîäûìè àâòîðàìè, ïîýòàìè; äëÿ ðåàëèçàöèè ñâîèõ òâîð÷åñêèõ èäåé è äëÿ òîãî, ÷òîáû âàøè ïðîèçâåäåíèÿ ñòàëè ïîïóëÿðíûìè è ÷èòàåìûìè. Åñëè âû, íåèçâåñòíûé ñîâðåìåííûé ïîýò èëè çàèíòåðåñîâàííûé ÷èòàòåëü - Âàñ æä¸ò íàø ëèòåðàòóðíûé æóðíàë.