Приходит ночная мгла,  Я вижу тебя во сне.  Обнять я хочу тебя  Покрепче прижать к себе.  Окутала всё вокруг - зима  И кружится снег.  Мороз - как художник,  В ночь, рисует узор на стекле...  Едва отступает тьма  В рассвете холодного дня, Исчезнет твой силуэт,  Но, греет любовь твоя...

Papi Toma Las Riendas

Papi Toma Las Riendas Kelly Dawson Una aprendiz de jinete con s?ndrome de Tourette. Un director de cuadra sexy que resulta ser su jefe. Una hermana moribunda. Un caballo maltratado. ?Podr? dejar de lado sus miedos y permitir que este hombre la ame? ?Puede confiar en que estar? a su lado para siempre? Cuando consigue un trabajo como aprendiz de jinete en un establo de carreras, Bianca est? decidida a no dejar que su s?ndrome de Tourette interfiera en su carrera so?ada, y hace todo lo posible por ocultar sus tics ocasionales a su rid?culamente apuesto nuevo jefe. Pero Clay Lewis no es un hombre f?cil de enga?ar. Pronto descubre su secreto, y cuando menciona casualmente que deber?a ser azotada por su enga?o, el coraz?n de Bianca se acelera como nunca antes. Cada d?a ella se enamora m?s y m?s de Clay, pero mientras se esfuerza por impresionarlo en el trabajo, Bianca lucha por lidiar con circunstancias tr?gicas en su propia vida. Con su hermana peque?a y mejor amiga de toda la vida, incapacitada por un c?ncer terminal y cada vez m?s dependiente de ella, se ve obligada a saltarse comidas y a no dormir. Clay se da cuenta de que el estr?s est? afectando a Bianca, y cuando ella se derrumba por agotamiento en el establo, sabe que ha llegado el momento de intervenir, pero no como jefe ni como novio. Lo que ella necesita es un papi cari?oso que la consuele cuando est? triste y que le de unas buenas nalgadas por ser una ni?a traviesa cuando no se cuide adecuadamente. Bianca est? encantada con las atenciones que recibe de Clay, y cuando ?l la toma en sus brazos y la reclama como suya le produce m?s placer del que jam?s hubiera cre?do posible, pero no puede evitar preguntarse si ?l permanecer? a su lado incluso cuando sus tics est?n en su peor momento. ?Podr? confiar en Clay lo suficiente como para entregarle su coraz?n y dejar que su papi tome las riendas? Nota del editor: Papi toma las riendas es una novela independiente que constituye la primera entrada de la serie Papis Nueva Zelanda. Incluye azotes, escenas sexuales y juegos de edad. Si este material le ofende, por favor no compre este libro. Papi toma las riendas Por Kelly Dawson Copyright © 2016 por Stormy Night Publications y Kelly Dawson Copyright © 2016 por Stormy Night Publications y Kelly Dawson Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio, electr?nico o mec?nico, incluyendo fotocopias, grabaciones, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperaci?n de informaci?n, sin el permiso por escrito del editor. Publicado por Stormy Night Publications and Design, LLC. www.StormyNightPublications.com Dawson, Kelly Papi toma las riendas Dise?o de portada por Oliviaprodesign Este libro est? destinado s?lo a adultos. Los azotes y otras actividades sexuales representadas en este libro son s?lo fantas?as, destinadas a adultos. Tabla de Contenido Derechos de Autor (#uf6beae44-405a-5c20-924b-56d01f44712d) Derechos de Autor (#u0c680e59-87ac-515a-a5d0-bf374f595c0c) Cap?tulo Uno (#u051e31ef-4efc-5dcb-b270-d5f510f8d892) Cap?tulo 2 (#u0dec6fa8-c8fe-5e16-a75b-89636eeb7334) Cap?tulo 3 (#u5f3cb871-b2cb-5d68-b50e-f859bce04232) Cap?tulo cuatro (#u36f36119-29b2-5d5b-9528-3dfdf2e27002) Cap?tulo cinco (#ud3ebc400-2f2c-5781-8b93-18896ad6a496) Cap?tulo seis (#ued1e7fbb-7a4e-5750-a533-670e52703e41) Cap?tulo siete (#uf6102d40-6a26-5c96-bd89-da8fcb070300) Cap?tulo ocho (#u474ec7b3-06aa-57a8-b94c-e38ec959aaa4) Cap?tulo Nueve (#uc6768914-2098-5ba9-aab9-6c909f8336b6) Cap?tulo diez (#u214a4a81-03b1-520c-b3b3-32470d95e9d5) Cap?tulo Once (#ubaf7a3a9-0fbe-54b7-b6d1-4feabbaff231) FIN (#u3480ef98-7d2a-5f5e-859a-001a7c4997f7) Cap?tulo Uno "?He conseguido el trabajo, Annie!" exclam? Bianca triunfante, dando un pu?etazo en el aire, mientras entraba en el sal?n de la casa de su infancia, donde su hermana estaba sentada en el sill?n de cuero La-Z-Boy, con una colorida manta de punto sobre las rodillas, y una revista abierta en la mesita de caf? a su lado. "Empiezo ma?ana". Annie le sonri?. "Me alegro", dijo. "Sab?a que lo lograr?as". "Me di cuenta de que el Sr. Lewis, estaba reacio a aceptarme, por ser una chica, pero est? dispuesto a darme una oportunidad, a diferencia de los dem?s establos de los alrededores". "Har?s un buen trabajo, Bee", murmur? Annie. "Tienes un don con los caballos. Recu?rdalo. No dejes que tu Tourette te impida seguir tus sue?os". Suspir? suavemente y se dej? caer en la silla; el esfuerzo de hablar la hab?a agotado. "No saben lo de mi Tourette", confes? Bianca. Annie se incorpor? bruscamente. "?Qu?? ?No se lo has dicho? ?Por qu? no?". Bianca se encogi? de hombros. "Ya sabes c?mo es para m?, Annie", dijo. "Nadie se molesta en preguntarme c?mo me afecta, simplemente dan por hecho que lo saben, gracias a que los medios de comunicaci?n hablan de esta condici?n de un modo sensacionalista". Annie asinti? ligeramente. "Supongo que es cierto. Pero tienes que dec?rselo, Bee. Diles c?mo es para ti. Aseg?rate de que entiendan tus peculiaridades y de que sepan que puedes ponerte nerviosa. Tal vez no se den cuenta de tus tics, pero Bee, tienes que dec?rselo". Hab?a urgencia en el tono de Annie, y Bianca sab?a que ten?a raz?n. Hac?a mucho tiempo que el s?ndrome de Tourette no interfer?a en su vida, pero sab?a lo f?cil y r?pido que eso pod?a cambiar. Suspir?. "De acuerdo, Annie", acept? ella. "Se lo dir?". Luego sonri?. "Sabes, es curioso. T? eres la enferma, y sin embargo aqu? est?s, protegi?ndome". Bianca cogi? la mano de su hermana y la apret? suavemente. El apret?n de Annie era suave; se sent?a muy fr?gil. Pero su sonrisa era c?lida. "Siempre nos hemos protegido la una a la otra, Bee; siempre hemos estado ah? para la otra". "No s? c?mo voy a seguir sin ti, Annie", murmur? Bianca en voz baja, con un tono te?ido de tristeza. "Te voy a echar mucho de menos". "Todav?a no estoy muerta, Bee", dijo Annie con determinaci?n. Pero ambas sab?an que era s?lo cuesti?n de tiempo: el pron?stico de Annie no era bueno. Le hab?an diagnosticado un c?ncer terminal hac?a tres a?os y, aunque hab?a luchado con valent?a, estaba claro que el tiempo se le estaba acabando. Con s?lo veinticinco a?os, quince meses menos que Bianca, Annie era un despojo de su antiguo ser. La que fuera una joven vibrante se hab?a reducido a una estructura esquel?tica, casi calva por los estragos de una quimioterapia ineficaz, y ahora era incapaz de caminar unos pocos pasos sin que su cuerpo se viera vencido por la debilidad y atormentado por oleadas de n?useas. Acomod?ndose en el sof? junto al sill?n de Annie, Bianca se estir? y se puso c?moda para pasar la velada con su hermana. Ahora que la enfermedad hab?a progresado tanto y tan r?pidamente, a Annie ya no le gustaba estar sola, y su padre, adicto al trabajo, en estos momentos estar?a sin duda ahogando sus penas en alcohol en el pub local. Desde que las abandon? cuando eran ni?as, su madre hab?a hecho un intento poco entusiasta de volver a sus vidas cuando se enter? de que Annie estaba enferma, pero Bianca hab?a rechazado sus avances. S?lo sent?a amargura hacia la mujer que las hab?a abandonado cuando eran ni?as, dej?ndolas con su padre para buscar una nueva vida junto al gur? yogui del que se hab?a hecho amiga, march?ndose con ?l a la India para "encontrarse a s? misma", como le gustaba decir. Bianca no ten?a ni idea de si hab?a tenido ?xito en su misi?n, pero sab?a que hab?a perdido a sus dos hijas en el proceso. Annie era m?s indulgente que Bianca, pero incluso su tolerancia hacia la mujer indolente y simp?tica ten?a sus l?mites. Como su padre trabajaba tantas horas, a Bianca le tocaba cuidar de Annie por las tardes. Algunas se?oras de la iglesia ven?an a verla un par de horas durante el d?a, pero eso era todo. El resto del tiempo, Bianca ten?a que encargarse de todo. No es que le molestara, en absoluto. Annie era su hermana, su mejor amiga, la persona m?s importante del mundo para ella. Pero a veces resultaba agotador y sab?a que, dentro de poco, Annie tendr?a que ser atendida por profesionales de la salud a tiempo completo. Despu?s de preparar la cena y limpiar la cocina, Bianca se acurruc? con Annie en la cama matrimonial de su habitaci?n. No siempre la compart?a con ella, pero esta noche, sabiendo que se ir?a temprano por la ma?ana, quer?a sentir la presencia de su tranquila y serena hermana. . * * * Lleg? a los establos precisamente a las seis de la ma?ana, como hab?a pedido el Sr. Lewis. Aunque era muy temprano, el complejo de establos estaba iluminado y el lugar era un hervidero de actividad. "Buenos d?as, soy Clay. T? debes ser Bianca. Pap? me dijo que te esperara". El hombre que estaba en la doble puerta abierta de los establos sonri? y le tendi? la mano. ?Qu? manos! Ella sinti? su firme agarre al estrecharle la mano. Dej? que sus ojos recorrieran r?pidamente su cuerpo, intentando que no se notara que lo estaba observando. Las piernas largas y delgadas, vestidas con jeans azules, desaparec?an dentro de las botas negras. Era alto, con hombros anchos que se estrechaban hasta las caderas. Llevaba una camisa de cuadros azules remangada hasta los codos, que dejaba al descubierto unos antebrazos musculosos. Pero lo mejor de todo era que ten?a los ojos m?s bondadosos y azules que ella hab?a visto nunca, enmarcados por un cabello rubio sucio y desgre?ado que le ca?a en la cara, con la insinuaci?n de una perilla ensombreciendo su mand?bula. Ten?a unas leves arrugas en el rabillo de los ojos y estaba muy bronceado. Adivin? que ten?a unos veinte a?os. Conseguir el trabajo de aprendiz de jinete en la cuadra de Tom Lewis era estupendo de por s?, pero este perfecto esp?cimen de hombr?a que estaba en la puerta, todav?a agarrando su mano, iba a hacer que el trabajo fuera a?n mejor. "Uh, s?", tartamude?, forzando un tic. "Soy Bianca". Los nervios siempre empeoraban sus tics, y la tensi?n estaba creciendo dentro de su cara, detr?s de sus ojos, en su mand?bula, pidiendo ser liberada. Se concentr? en contenerla. No estaba preparada para que ese apuesto desconocido viera esa faceta suya todav?a. Ya habr?a tiempo para eso m?s adelante. "Bueno, vamos, pap? me pidi? que te mostrara el lugar. Vendr? m?s tarde". En el momento en que Clay se apart? de ella, Bianca liber? el tic que hab?a estado reprimiendo: crujir el cuello y la mand?bula, y esconder los ojos detr?s de las manos mientras los hac?a girar en su cabeza en una extra?o movimiento que implicaba estirar los ojos de par en par hasta que le dolieran. Luego giraba los hombros, tratando de relajar los m?sculos, sabiendo que estar tranquila era la clave para minimizar el tic. Bianca sigui? teniendo tics s?lo cuando Clay no la miraba, mientras ?l le mostraba los establos, le presentaba a los caballos y al personal, le explicaba la rutina diaria en detalle, le se?alaba la pizarra con la lista de los paseos del d?a que colgaba en la pared fuera del cuarto de aperos. "Ma?ana estar?s en la lista de salidas", le asegur?. "Hoy realizaras tareas sencillas, podr?s asear y alimentar a los caballos, para que los conozcas". "Aj?", murmur? Bianca distra?damente. ?l se contoneaba al caminar, y como ella iba detr?s de ?l, no pudo evitar fijarse en lo bien que le quedaban los vaqueros y en el buen trasero que ten?a. Incluso de espaldas, luc?a muy bien. Su cabello revuelto le rozaba la nuca y ella deseaba acercarse y enredar sus dedos en ?l. "Y aqu?", dijo ?l deteni?ndose y abriendo una puerta al final del edificio, m?s all? de los establos, "est? la sala de alimentaci?n". Movi? el brazo por la habitaci?n indicando los sacos de pienso apilados en una esquina, los barriles que conten?an pienso premezclado y suplementos vitam?nicos en polvo alineados contra la pared del fondo. Las redes de heno colgaban de ganchos sobre los barriles y media docena de pacas de heno estaban apiladas precariamente una encima de otra a lo largo de la pared lateral. Una red de heno se hab?a ca?do y estaba en el suelo, quebrantando el orden de la sala meticulosamente organizada y Clay se agach? para recogerla. Estaba tan cerca que ella pudo oler su desodorante, y un escalofr?o sexual la recorri? cuando su hombro le roz? el pecho. Contuvo la respiraci?n mientras la energ?a el?ctrica recorr?a su cuerpo, acelerando su pulso y endureciendo sus pezones. ??l tambi?n lo hab?a sentido? No pudo apartar los ojos de ?l, mientras colgaba la red en el gancho donde deb?a estar. Estaba hipnotizada por la elegancia con la que se mov?a, por la forma en que su cabello se mov?a y le rozaba el cuello. Cuando ?l se volvi? hacia ella, sacudi? la cabeza para salir del aturdimiento en el que se encontraba y se oblig? a concentrarse. Ning?n hombre la hab?a afectado as?, nunca. ?Qu? ten?a Clay? ?Por qu? un simple contacto pod?a tener tal efecto? La visita continu? y Bianca qued? impresionada por la forma en que se gestionaba el complejo. Mientras Clay le mostraba los alrededores, le presentaba a los dem?s mozos de cuadra con los que se cruzaban, y la camarader?a entre todos ellos era evidente. El ambiente de trabajo era desenfadado, divertido y ligero, y Bianca sab?a que encajar?a bien. Lo sigui? por el pasillo, esquivando las carretillas aparcadas fuera de los puestos, hasta el final. Unos cuantos j?venes estaban trabajando duro para limpiar los establos, y Bianca no pudo evitar imaginarse c?mo ser?a Clay paleando serr?n... con los m?sculos flexionados mientras usaba el rastrillo, movi?ndose con elegancia por el suelo del establo. "Puedes empezar aqu?", dijo Clay cogiendo un rastrillo de un gancho en la pared y se lo entreg?. "?Supongo que sabes c?mo limpiar un establo?", le pregunt? ?l. ?Acaso bromeaba? Ella neg? con la cabeza, tratando de mantener una expresi?n seria a pesar de la sonrisa que se le estaba formando en la comisura de los labios. "No", dijo. "Tendr?s que ense??rmelo". Mantuvo la cara de p?quer mientras ?l la miraba con dureza por un momento. Seguramente no le cre?a. S?lo porque hab?a estado en otro trabajo recientemente... hab?a trabajado en los establos desde la escuela, ?pod?a limpiar un establo con los ojos vendados! Sinti? que le ven?a un tic, pero se oblig? a reprimirlo, lo que sab?a que la hac?a parecer a?n m?s seria. No pod?a dejar que Clay se enterara de su s?ndrome de Tourette; seguro que la despedir?a. Ya hab?a ocurrido antes. Fue todo lo que pudo hacer para mantener su sonrisa oculta mientras ?l entraba en la caseta y le demostraba c?mo recoger el serr?n sucio y h?medo y volcarlo en la carretilla. En cuanto ?l le dio la espalda, ella dej? salir el tic que hab?a estado reprimiendo con un violento movimiento de giro, sacudida y crujido de rostro. Su cuello cruji? satisfactoriamente, y se estremeci? cuando un dolor agudo le baj? por el cuello hasta los hombros. Pero el dolor moment?neo era mejor que la presi?n de los tics acumulados. Gir? los hombros, tratando de aliviar la tensi?n en sus m?sculos. Funcion?. Una vez que su rostro se relaj? de nuevo, observ?, hipnotizada, el cuerpo ?gil y musculoso de Clay, que se mov?a con facilidad por el amplio y aireado puesto, sacudiendo el serr?n a los lados para dejar que se secaran los parches h?medos de hormig?n. ?Es un hombre muy guapo! Sonri?, complacida. Hac?a tiempo que no ve?a un bomb?n como Clay. Reprimi? una risita cuando Clay se deshizo del ?ltimo serr?n h?medo y se volvi? para mirarla. "?Crees que puedes continuar t??", dijo ?l tendi?ndole de nuevo el rastrillo. Ella volvi? a negar con la cabeza, pero no pudo ocultar su risa. "?No puedo creer que hayas ca?do en eso!", exclam?. "Fui moza de cuadra cuando a?n estaba en la escuela antes de convertirme en aprendiz de jinete; ?claro que puedo limpiar un establo!", exclam? ella sonri?ndole con descaro. "?S?lo quer?a ver c?mo lo hac?as!". ?l la mir? por un momento, estupefacto, y luego se ri? tambi?n, una risa baja y estruendosa que sali? de lo m?s profundo de su ser y la hizo re?r a?n m?s. "?Necesitas unas buenas nalgadas!", la amonest?, todav?a riendo. Ella se qued? sorprendida por un momento y se qued? mir?ndolo, con la boca abierta. ?Le hab?a o?do bien? Sus palabras la exaltaron. Hab?a esperado toda su vida a que un hombre le dijera eso. Segu?a all?, sin palabras pero emocionada, cuando ?l le sonri?, le gui?? un ojo y le puso el rastrillo en la mano. Mientras observaba su espalda en retirada, se pregunt? por qu? sent?a un calor tan intenso entre sus muslos. Claro que ?l era sexy, pero tambi?n lo eran muchos otros hombres que hab?a conocido, y ninguno de ellos hab?a tenido nunca ese efecto en ella. Fue por lo de las nalgadas. ?Ten?a que ser por eso! * * * "Es guap?simo, Annie", le dijo Bianca a su hermana. Hab?a llegado a casa para comer. Como en todos los establos de carreras, las primeras horas de la ma?ana y las ?ltimas de la tarde y la noche eran las m?s ocupadas, por lo que ten?a unas horas para s? misma a mitad del d?a, lo que le ven?a muy bien para cuidar de Annie. Annie le sonri? d?bilmente. "Me alegro", dijo suavemente. "Espero que sea bueno tambi?n; te mereces un buen hombre". "Bueno, todav?a no es mi hombre", se?al? Bianca. Luego apret? la mano de Annie. "Pero parece agradable. Y le gustan los caballos, as? que es un buen comienzo". Luego sonri? y se acerc? a su hermana. "Y creo que le gusta dar azotes". La sonrisa de Annie ilumin? toda su cara. "?Oh, hermana, me alegro tanto por ti!", exclam?. "Puedo morir feliz, sabiendo que has encontrado a tu hombre perfecto". Apret? suavemente la mano que sosten?a, e incluso ese peque?o apret?n pareci? restarle fuerzas. "No puedes dejarme todav?a", suplic? Bianca, con una ?nica l?grima resbalando por su rostro. "Todav?a no estoy preparada para que te vayas". Agarr? las dos manos de Annie con fuerza entre las suyas. "Todav?a no", confirm? Annie. "Pero pronto. Ser? un alivio, hermana. El fin del dolor". Bianca se recost? en la cama junto a su hermana. La salud de Annie se estaba deteriorando r?pidamente. El c?ncer estaba diezmando su cuerpo; era una forma cruel de morir. Demasiado pronto, las pocas horas de descanso se acabaron y tuvo que volver al trabajo. Annie estaba casi dormida, pero sonri? cuando Bianca se inclin? y le dio un suave beso en la mejilla, y luego sali? en silencio de la habitaci?n. * * * Clay hab?a estado observando su trabajo durante el ?ltimo cuarto de hora. Le hab?a tirado h?bilmente un fardo de heno de la pila del comedero que llegaba hasta por encima de su cabeza y la hab?a estado observando desde la puerta de su despacho mientras ella se mov?a por el establo, llenando todas las redes de heno. La rutina del trabajo no manten?a su mente ocupada, y sus pensamientos volvieron a su hermana. La vida era tan injusta. Annie era la persona m?s incre?ble que conoc?a, hermosa por dentro y por fuera, y se estaba muriendo. No se merec?a morir. "?Qu? es eso que haces con la cara?". Ella se sobresalt?. No hab?a o?do sus pasos acerc?ndose. Entonces gimi?. ?l se hab?a dado cuenta antes de lo que ella esperaba. Sus tics deb?an ser peores de lo que ella pensaba, para que ?l los notara en su primer d?a de trabajo. "?Y bien?" le pregunt? Clay, sonando enfadado. Ella suspir? y baj? la mirada. "?Por qu??", pregunt?. Clay la fulmin? con la mirada. "Como capataz del establo creo que tengo derecho a saberlo. ?Est?s drogada?". "?No!", exclam? ella. "No es nada de eso". Mir?ndolo, era obvio que no iba a dejarlo pasar. Ella suspir?. Otra vez no. Toda su vida hab?a estado luchando contra el estereotipo que los medios de comunicaci?n perpetuaban sobre el s?ndrome de Tourette; hab?a estado luchando para demostrar que era tan buena como cualquier otra persona, a pesar de que hac?a cosas raras al azar con su cara. "?Y bien? Estoy esperando", gru??. "Tengo el s?ndrome de Tourette". "As? que has mentido". "No." Ella neg? con la cabeza de forma rotunda. "Te preguntaron espec?ficamente en el formulario de solicitud si ten?as alguna condici?n m?dica. Marcaste que no, lo le?". "No, me preguntaron si ten?a alguna condici?n m?dica que pudiera interferir con mi trabajo", le corrigi? ella. "No la tengo. Esto no me impide hacer mi trabajo". Habl? con firmeza, con pasi?n, esperando sonar persuasiva. "As? que todas las palabrotas, los tics corporales que incapacitan a la gente, la repetici?n de palabras... ?todo eso es falso?", pregunt? ?l con dudas, obviamente sin estar seguro de si creerle o no. Ella neg? con la cabeza. "No, eso es cierto, para algunas personas. Lo que ocurre es que el s?ndrome de Tourette afecta a todos de forma diferente. A los medios de comunicaci?n les gusta dar un toque sensacionalista al respecto, pero la realidad es que yo no hago nada de eso. La principal forma en que me afecta es la que se puede ver, la que ya has visto: los tics faciales. Cuando era ni?a ten?a algunos tics vocales, pero hace a?os que no los tengo. Lo que ves ahora es lo que me pasa a m?". "Entonces, ?por qu? no se lo dijiste a pap? en la entrevista?", pregunt?, a?n sonando molesto. "?Porque no me habr?a dado el trabajo!", exclam? ella. "Mira, ya he pasado por esto antes. Las leyes de discriminaci?n de este pa?s no funcionan. Ning?n empleador va a contratar a alguien con Tourette si tienen otros candidatos que no lo padezcan. No entienden lo suficiente sobre el tema, salvo lo que oyen en los medios de comunicaci?n, y s?lo oyen hablar de los casos raros y extremos. As? que me juzgar?an bas?ndose en ese estereotipo". Clay se rasc? la barbilla, sumido en sus pensamientos. "?Y qu? pasa si te ocurre eso cuando est?s montando? Tuerces el rostro de manera brusca y violenta. Si eso ocurre cuando vas a todo galope en la pista, es probable que pierdas el equilibrio, te caigas y te hagas da?o, o peor a?n, te mates. ?Sabes cu?nto papeleo hay en los accidentes laborales hoy en d?a?". ?l le gui?? un ojo, sonriendo ligeramente por su mal chiste, pero ella no le devolvi? la sonrisa. No pod?a, ?l ten?a raz?n y ella lo sab?a. Algunos de sus tics faciales eran movimientos violentos y, a menudo, se combinaban con un giro de cabeza que alteraba todo su sentido de la percepci?n, desequilibr?ndola por completo. "No me ocurre cuando estoy montando. Ni cuando trabajo con caballos, en realidad. Es la mejor forma de terapia que existe, al menos para m?. A caballo, me siento realmente normal". Cruz? los dedos detr?s de la espalda para tener suerte, esperando que ?l le diera una oportunidad. No ser?a la primera persona que la despidiera por su Tourette, y sin duda no ser?a la ?ltima. "Si me das una oportunidad en este trabajo, te prometo que no te arrepentir?s", le suplic? ella. No quer?a parecer desesperada, pero en realidad lo estaba. Ning?n otro establo hab?a estado dispuesto a aceptarla; la mayor?a de los entrenadores segu?an queriendo aprendices de jinete varones, incluso en esta ?poca de liberaci?n femenina e igualdad de derechos. Y ella necesitaba un trabajo, preferiblemente con un horario que le permitiera seguir cuidando de Annie. Clay la mir? con severidad por un momento antes de relajar su rostro y mostrar un leve indicio de sonrisa. "Tienes suerte, aqu? no se contratan ni se despiden personas, as? que est?s a salvo. Hablar? con pap? y le explicar?". Luego le gui?? un ojo. "?Pero si fueras m?a, te pondr?a sobre mis rodillas y te dar?a una buena nalgada para castigarte por haberme enga?ado!". "?Oh, gracias, se?or!" Se sinti? tan aliviada que fue todo lo que pudo decir, aunque en realidad quer?a arrojarse a sus brazos y abrazarlo con alegr?a. No fue hasta m?s tarde, mucho m?s tarde, cuando estaba arropada en la cama esa noche, que record? la otra parte de su comentario, la parte de "ponerte sobre mis rodillas y darte buena una nalgada", y no pudo evitar excitarse un poco al recordar esas palabras y su profunda voz. No se lo hab?a contado a Annie, pero sab?a que ?sta lo entender?a. Era una de las pocas personas que conoc?a su obsesi?n por los azotes y las nalgadas. Annie sab?a todo sobre los sitios web que ella frecuentaba a altas horas de la noche, para intentar saciar sus deseos. Y tal vez Annie sabr?a si estaba o no leyendo demasiado en las palabras de Clay. Intrigada, se qued? dormida pensando en ?l, pregunt?ndose c?mo ser?a ser azotada por ?l. Era ciertamente guapo, con manos grandes y fuertes, lo suficientemente grandes como para abarcar todo su trasero. Se imagin? a s? misma sobre su regazo sintiendo como su gran palma enrojec?a su trasero, escuchando su profunda voz rega??ndola por alguna fechor?a imaginaria. Se durmi? con una sonrisa en la cara, esperando que llegara la ma?ana para volver a ver al apuesto capataz del establo. Cap?tulo 2 Los establos ya eran un hervidero de actividad cuando ella lleg? justo antes de las seis de la ma?ana, lista para un d?a completo de trabajo. Clay ya estaba all?, luciendo sus desgastados vaqueros rotos que resaltaban sus estrechas caderas y se ce??an de manera sexy a sus largas y delgadas piernas. La camiseta negra que llevaba destacaba sus anchos hombros y los m?sculos de sus brazos se flexionaban mientras llevaba un cubo de pl?stico azul lleno de agua en cada mano. Se uni? al resto del equipo comprobando la pizarra que colgaba fuera del cuarto de aperos para su primera monta de la ma?ana: le hab?an asignado a Big Red, un enorme caballo castrado de color h?gado que se alzaba sobre ella con m?s de diecisiete pies, f?cilmente el caballo m?s grande y fuerte del establo. Estaba claro que Clay y su padre la estaban poniendo a prueba, al asignarle a Big Red en su primera monta como aprendiz de jinete. No los culpaba: siempre hab?a sabido que tendr?a que demostrar su val?a, ella era peque?a, incluso para ser una mujer. As? que ten?a sentido que le dieran primero el caballo m?s fuerte. Pero no s?lo se necesitaba fuerza f?sica para triunfar como jinete; tambi?n eran esenciales el valor y la fortaleza mental, adem?s de la conexi?n con el caballo, y ella ten?a todo eso a raudales. Por eso, el reto de montar el caballo m?s grande y fuerte no la asust? lo m?s m?nimo. Recogi? lo que necesitaba para limpiar el establo y luego sac? al caballo castrado, asegur?ndolo a las vigas del establo. El gigante le acarici? el hombro mientras ella le hablaba en voz baja y le frotaba el cuello antes de colocar la carretilla en la puerta del establo. "Soy Darren". El joven que limpiaba el puesto de al lado le tendi? la mano mugrienta y, aunque estaba manchada de barro y polvo, ella la estrech?, sonriendo t?midamente. Nunca le hab?a molestado un poco de suciedad. No era un hombre grande; incluso para un jinete era peque?o. Su mano era s?lo un poco m?s grande que la de ella, pero hab?a una fuerza inconfundible en su agarre cuando sus dedos callosos encerraron los de ella. "Bianca", respondi? ella mir?ndolo. Parec?a bastante simp?tico, pero no era muy bien parecido, sobre todo compar?ndolo Clay. "?Cu?nto tiempo llevas trabajando aqu??", le pregunt? ella. "M?s de cinco a?os. Tom me contrat? como aprendiz". "?Y ahora eres un jinete con licencia?". "S?". El asentimiento fue espont?neo, pero orgulloso. "Hoy corro, en uno de los favoritos. Otro ganador, ?espero! Luke est? all? preparando la potra ahora". Se?al?, y Bianca mir? hacia los establos para ver a un hombre que se parec?a a Clay, preparando una hermosa potra casta?a. "?Luke?". "El hermano de Clay. Hay tres chicos Lewis; Luke es el mayor. Luego Clay, luego Cody. Los conocer?s a todos eventualmente; todos trabajan aqu?, aunque Cody tambi?n trabaja mucho en la granja". "Clay parece agradable". Era s?lo una observaci?n, pero la cara de Darren se ensombreci?. "S?." Luego sonri?. "?Qu? vas a hacer esta noche? ?Quieres ir a tomar algo conmigo? El local vende unos buenos bocadillos de costillas". "?No!", dijo ella. Su negativa son? mucho m?s horrorizada de lo que pretend?a, y por la mirada cabizbaja de Darren, no se tom? bien el rechazo. "Lo siento, es que..." Se interrumpi?. No pod?a hablarle de Annie, de c?mo quer?a pasar cada minuto libre con su hermana moribunda. Todav?a no. "Tengo planes, eso es todo". "Lo que t? digas". Su ce?o fruncido demostr? que no le cre?a, y eso la hizo sentir mal. Volvi? a su trabajo, pero ella se qued? all?, apoyada en el rastrillo, sinti?ndose inc?moda y culpable. Este trabajo no iba bien. Ya se hab?a descubierto su Tourette y hab?a ofendido a alguien. No estaba aqu? para hacer enemigos, pero eso era justo lo que estaba logrando. Levant? la vista de sus cavilaciones cuando oy? que se acercaban pasos, y divis? a Clay caminando hacia ella. Golpeaba distra?damente una fusta contra la palma de su mano mientras avanzaba por el amplio pasillo del establo. Dej? de caminar, la mir? y le apunt? con la fusta en se?al de advertencia silenciosa. "Est?s aqu? para trabajar, no para so?ar". La mir? con severidad, con su pelo desgre?ado cay?ndole en la cara, con una ceja levantada en un gesto de autoridad. Para una persona normal, sus ?rdenes no supon?an ninguna amenaza. Pero para ella, lo que insinuaba la excitaba un poco. –––––––– Ella asinti? t?midamente, recogi? su rastrillo y se puso a trabajar, observando a hurtadillas como ?l se alejaba de ella. Incluso a lo lejos, era evidente que ten?a un buen cuerpo. No parec?a tener ni un gramo de grasa; era delgado y musculoso y parec?a estar incre?blemente en forma. Mientras ?l segu?a bajando por el establo, ella se preguntaba qu? sentir?a ?l al golpearla con la fusta. ?Utilizar?a s?lo la peque?a punta de la fusta, que le provocar?a un peque?o y delicioso pinchazo? ?O la azotar?a duramente con el mango, blandi?ndolo como un bast?n, hasta enrojecer su trasero? Decidida a no provocar su ira, limpi? el establo en un tiempo r?cord, vaciando la carretilla en el mont?n de esti?rcol mucho antes de que Darren hubiera terminado. Big Red patale? y se escabull? un poco mientras ella lo acicalaba, pero parec?a estar lo suficientemente pl?cido. A pesar de estar tan cerca, Darren la ignor? y ni siquiera mir? en su direcci?n. Colocar la silla de montar correctamente en el lomo de Big Red fue un reto, ya que era muy alto, pero se las arregl?, y para cuando los otros jinetes de la pista hab?an montado y se dirig?an a la pista, Tom, el padre de Clay y due?o de los establos, apareci? junto a ella para ayudarla a subir. Big Red en movimiento era hermoso. Sus largas patas devoraban el suelo con zancadas suaves y fluidas, y mientras volaban por la pista, a?n sin alcanzar la m?xima velocidad, la pura potencia del caballo la dejaba sin aliento. Pod?a sentir c?mo se tensaban todos los m?sculos de su cuerpo mientras sus poderosos cuartos traseros lo impulsaban hacia adelante. ?Por eso luch? tanto por este trabajo! grit? su voz interior. ?Esto es incre?ble! Montar, especialmente a velocidad, era lo que m?s le gustaba en el mundo. Era tan natural para ella volver a la silla de montar y, mientras se mov?a al ritmo de las largas zancadas del caballo castrado, se relajaba, disfrutando de haberse liberado por un rato de los tics. El viento acarici? su cabello y ech? la cabeza hacia atr?s y se ri?, feliz de volver a montar y de estar haciendo lo que le gusta. Al final del entrenamiento, trat? de levantar a Big Red, pero el gran caballo la ignor? y sigui? corriendo. Maldita sea, pens? ella. Apuesto a que Clay sab?a que esto iba a pasar y est? tratando de hacerme quedar mal. Pero ese pensamiento s?lo le hizo sentir m?s coraje. No se sent?a bien hab?a con aquellas personas que le dec?an que no pod?a hacer algo, y eso hab?a sucedido muchas veces a lo largo de los a?os, ya fuera por su s?ndrome de Tourette o por el hecho de ser una mujer tan peque?a. Volvi? a tirar de las riendas. Hab?a visto a caballos escaparse con sus jinetes antes, da?ando las vallas, a ellos mismos y a sus jinetes, y ese pensamiento le dio la fuerza que necesitaba para controlar al gran y fuerte caballo. "Whoa, chico grande," ella llam?. "?Tienes que ayudarme!". Apoyando todo su peso en los estribos, se inclin? hacia atr?s en la silla de montar y tir? de las riendas tan fuerte como pudo, aserr?ndolas mientras lo hac?a, habl?ndole al caballo castrado todo el tiempo. Poco a poco, el caballo respondi?, reduciendo su paso primero al galope y luego al trote. "Buen chico", canturre? ella, frot?ndole suavemente el cuello, todav?a sentada en la silla, comunic?ndole la necesidad de seguir reduciendo la velocidad. El caballo resopl? con fuerza y se detuvo hasta que ella le hizo volver a caminar, para que se refrescara en el camino de vuelta a los establos. Ja, ja, Clay, ?lo he conseguido! He superado tu prueba: ?he controlado a Big Red! grit? triunfante su voz interior. Lo he conseguido. * * * El trabajo en la pista era mucho m?s agotador de lo que ella recordaba. O quiz?s el tiempo que hab?a dejado de montar a caballo la hab?a dejado m?s fuera de forma de lo que pensaba. En cualquier caso, le apetec?a un r?pido descanso en la sala de profesores con una taza de caf? antes de ponerse a limpiar los establos. "Lleg? un nuevo caballo", le inform? Clay. "Una potra. La han maltratado mucho y no deja que nadie se le acerque, pero Pops ha accedido a hacerse cargo de ella, a ver si podemos ayudarla. Tiene un buen pedigr? y deber?a ser capaz de correr, si conseguimos que supere su miedo. Ven a ver, si quieres". "?C?mo se llama?" "Rose. Sapphire Rose". Siguiendo a Clay fuera, se apoy? en la barandilla de madera del corral redondo, observando c?mo Tom guiaba la carroza mientras retroced?a hasta la puerta. Un escalofr?o la recorri? al escuchar el sonido de los cascos pateando el costado de la carroza, acompa?ado de un relincho agudo. El pobre caballo parec?a aterrorizado. "Cre? que hab?as dicho que la tranquilizar?an". La profunda voz de Clay retumb? justo detr?s de ella. "Se les olvid?", resopl? uno de los repartidores. "Es peligrosa. Est?n locos. Deber?an haberla sacrificado". "Mmmm", murmur? Clay en lo que parec?a un acuerdo, apoy?ndose en la barandilla junto a ella. "?No!" Bianca respir?. "S?lo est? asustada. Por favor, dale una oportunidad". Clay le dio unas suaves palmaditas en el hombro, forzando una sonrisa en sus labios. "Lo haremos". Bianca observ?, con los ojos muy abiertos y horrorizados, c?mo uno de los hombres se met?a por la puerta lateral de la carroza con un gran palo y persegu?a a la potra por la rampa hasta el corral redondo. Necesit? toda su fuerza de voluntad para morderse la lengua en lugar de gritarle, y fue una lucha para no trepar por la valla y lanzarse sobre ?l. ?Qu? hab?a de malo en ser amable? Pero se oblig? a permanecer quieta y en silencio; no le correspond?a decir nada, no con Tom y Clay all? mirando. La potra era hermosa. Incluso en el estado en el que se encontraba -esquel?tica, rota y maltratada- ten?a la cabeza y la cola en alto mientras brincaba por el per?metro del peque?o corral, resoplando ruidosamente a trav?s de las fosas nasales abiertas. De color bayo claro, con una mancha blanca en la cara y tres calcetines blancos, parec?a tener s?lo unos dos a?os. Al pasar junto a ellos, Bianca se dio cuenta de que ten?a una herida abierta bajo la coleta que rezumaba sangre y que las marcas de los l?tigos cubr?an su cuerpo desde el flanco hasta el hombro. Jade? y sinti? que Clay se pon?a r?gido a su lado. Observaron desde las barandillas c?mo Tom se deslizaba entre ellos, con la mano extendida, pero la potranca ni siquiera dej? que se acercara a ella. En cuanto entr? en el corral redondo, aplan? las orejas sobre la cabeza, ense?? los dientes y carg? contra ?l, golpeando con las patas delanteras cuando se acerc?. Oy? a Clay maldecir en voz baja mientras Tom esquivaba, evitando por poco que le dieran una patada, y se agachaba entre los ra?les para ponerse a salvo. "La han maltratado", observ? Clay. Bianca se sinti? mal. ?Qu? le hab?a pasado la pobre yegua para que reaccionara as?? A juzgar por la herida de la cabeza, era evidente que la hab?an golpeado con alg?n tipo de garrote, pero ?qu? m?s le hab?an hecho? Se oblig? a reprimir la oleada de n?useas que surgi? en su interior al pensar en el sufrimiento que hab?a padecido el caballo. Tom sacudi? la cabeza con tristeza. "Est? peor de lo que pensaba", afirm?. "Ir? a llamar a los propietarios y har? que el veterinario venga esta tarde a sacrificarla. No podemos tener un caballo as? por aqu?; alguien puede morir". "?No!" Bianca grit?. "Por favor, d?jame intentarlo". Tom asinti?, pero Clay neg? con la cabeza. "?De ninguna manera! ?Es demasiado peligroso! Ya has visto lo que le ha hecho a Pops". Ignorando a Clay, Bianca trep? por la barandilla y contuvo la respiraci?n mientras se dirig?a al centro del corral redondo y se qued? quieta. Era muy consciente de lo que la potra estaba haciendo, pero se concentr? en mantener un lenguaje corporal atrayente y acogedor con los ojos en el suelo, mientras extend?a la mano hacia el caballo. Lentamente, la potra se acerc? a ella con cautela, resoplando con fuerza, con las fosas nasales abiertas. Bianca se mantuvo firme. Con cautela, la potranca estir? la nariz y Bianca le frot? suavemente el aterciopelado hocico. "Hola, preciosa", canturre?. La yegua la mir? con ojos llenos de desconfianza, sus orejas se movieron hacia adelante y hacia atr?s y su cuerpo tembl?, pero cuando Bianca continu? habl?ndole suavemente a la potra y mantuvo su mano all?, ella se relaj? gradualmente. Pod?a sentir los ojos de Tom y Clay sobre ella mientras estaba en el corral con la potra, y su coraz?n se hinch? de orgullo. Annie siempre le hab?a dicho que ten?a un don con los caballos, pero nunca hab?a tenido la oportunidad de ver hasta d?nde llegaba ese don. "Tranquila, chica. Tranquila, Rose". Bianca habl? en voz baja, tratando de tranquilizar al caballo, mientras se acercaba, pasando las manos por el cuerpo lacerado. Era desgarrador, ver el estado en que se encontraba; el terror que sent?a. Sus orejas se mov?an constantemente, se le ve?a el blanco de los ojos y su temblor no hab?a disminuido. La furia la envolvi? al darse cuenta de la profundidad del abuso que la potra hab?a sufrido. En lugar de ir a casa durante la parte tranquila del d?a para pasar m?s tiempo con Annie, Bianca se qued? en el corral con la potra, trabajando con ella, ganando su confianza, forjando un v?nculo con ella. Cuando tuvo que empezar las tareas de la tarde en el establo, la potra camin? nerviosa junto a Bianca por el amplio pasillo del establo hasta llegar a un puesto justo al fondo. Bianca se qued? all? un rato, inclinada sobre la media puerta, observando c?mo se instalaba la potra. Levant? la vista cuando oy? que se acercaban unos pasos y se encontr? con un hombre alto y rubio que era la viva imagen de Clay. Parec?a tener uno o dos a?os menos que Clay, pero era evidente que eran hermanos. Al igual que Clay, la barba incipiente oscurec?a su mand?bula, su pelo era demasiado largo y desgre?ado y necesitaba un corte, y sus ojos eran amables. Pero ol?a diferente a Clay, se dio cuenta, mientras se acercaba. No ten?a ese embriagador aroma a caballo que lo impregnaba; ol?a m?s a hierba, a grano, a tierra, a perro y a algo m?s, que ella no estaba segura de qu?. Ol?a como un granjero. "Cody". Le tendi? una mano mugrienta y ella la estrech? t?midamente, su enorme mano engull? la suya. Era a?n m?s grande que Clay, y parec?a tener una presencia a?n m?s imponente, si es que eso era posible. Ni siquiera lo conoc?a y ya se sent?a atra?da por ?l, por su aire autoritario. Se?al? al caballo. "?Qui?n es ese?". "Esta es Rose. Acaba de llegar hoy. Deb?a estar tranquilizada, pero se le pas? el efecto y lleg? aqu? pateando y luchando". Bianca sonri? con orgullo al recordarlo. Le gustaban los caballos luchadores. Pero su sonrisa se desvaneci? r?pidamente cuando record? la raz?n por la que la potra estaba all?. "La han maltratado mucho". Cody asinti? y dio un paso adelante, uni?ndose a ella en la puerta del establo. Inmediatamente, la potranca que hab?a en su interior ech? las orejas hacia atr?s y se abalanz? sobre ?l, mostrando los dientes en una feroz muestra de agresividad provocada por el miedo, y Cody se apresur? a dar un paso atr?s, dejando escapar un silbido bajo. "S?lo est? asustada", dijo Bianca en voz baja. "Est?s bien, chica", le canturre? al caballo, que ahora estaba d?cil, temblando, con las fosas nasales abiertas. "?Est? un poco enfadada?" pregunt? Cody. Bianca neg? con la cabeza. "S?lo est? asustada. La han maltratado mucho". Gir?ndose, lo mir? de arriba abajo. "?No eres un hombre de caballos? ?No es obvio al mirarla por lo que ha pasado?" "No." Cody neg? con la cabeza. "Soy agricultor. Aqu? tenemos ovejas y carne y cultivamos un poco de grano, adem?s de entrenar a los caballos. Pops se encarga de los caballos, el hermano de mam? siempre fue el granjero, es un establecimiento familiar. Pero desde que el t?o Max muri?, yo me encargo de la parte agr?cola. No me pondr?as en una de esas bestias locas, ?dame una moto cualquier d?a!" "Oh." Bianca sonri? mientras se preguntaba si el tercer hermano, Luke, era tan guapo como los dos que ya hab?a conocido. Y si tambi?n era amable... Hac?a tiempo que un hombre guapo no le daba la hora; normalmente, cuando se enteraban de sus tics, no se interesaban. "?Pap? la deja quedarse aqu??" Cody sonaba dudoso. Bianca asinti?. "En este momento". Aunque sab?a que eso no era del todo cierto: Tom no se hab?a retractado de su decisi?n de aplicar la eutanasia al caballo; al menos, por lo que ella sab?a. Cody se qued? unos minutos m?s, observando al caballo, y a ella, con el rabillo del ojo. Era obvio que la estaba observando, aunque intentaba ocultarlo, y un peque?o escalofr?o la recorri? al mismo tiempo que una ola de ligero p?nico la invad?a: ten?a que hacer un tic. La presi?n estaba creciendo detr?s de sus ojos, y contenerla era cada vez m?s dif?cil. Ya no pod?a reprimirla. Se apart? de ?l y trat? de minimizar el tic en la medida de lo posible, pero sab?a que si ?l la miraba, notar?a el movimiento. ?Seguir?a siendo amable con ella una vez que lo hiciera? "?Est?s bien?" Ella asinti?. "Estoy bien". "Pero esa cara..." Su voz se interrumpi? al expresar su incredulidad ante los movimientos que ella era capaz de hacer con su cara. "Se llama s?ndrome de Tourette", espet? ella. "Preg?ntale a Clay sobre ello. O mejor a?n, b?squelo alguna vez. Los medios de comunicaci?n te dir?n todo lo que creen que necesitas saber". Su tono era amargo cuando le gru?? las palabras, pero no le importaba. Los hermanos Lewis ya la hab?an juzgado lo suficiente por su s?ndrome de Tourette. Cody dio un paso atr?s, con el dolor escrito en su rostro. "Te dejar? entonces". "Hazlo t?". Sus palabras le dolieron. La hab?an rechazado tantas veces, pero cada nueva negativa tra?a consigo una nueva oleada de dolor. ?Encontrar?a alg?n hombre que la aceptara tal y como era? * * * "?Mira esto!" La voz orgullosa de Annie estaba te?ida de emoci?n mientras sosten?a la camiseta azul p?lido que acababa de tejer. Bianca sonri?, pero estaba demasiado cansada para sentir mucho. El agotamiento era mucho m?s que un cansancio f?sico; tambi?n estaba agotada mentalmente. Ver a la potra traumatizada en un estado tan horrible hab?a sido dif?cil, y ganarse su confianza tambi?n hab?a sido exigente. Y despu?s de todo su esfuerzo, Tom no hab?a podido garantizar que no la sacrificar?an. Era desgarrador. Las l?grimas llenaron sus ojos cuando se sent? junto a Annie y le cont? su d?a. "Podr?s ayudarla, Bee; tienes un don con los caballos". Bianca asinti?. "Hoy he hecho algunos progresos. S?lo espero que sea suficiente". Annie se limit? a sonre?r. "Yo tambi?n lo espero". * * * Aunque se fue a la cama completamente agotada, Bianca dio vueltas en la cama toda la noche. No pod?a quitarse de la cabeza la imagen de la potra traumatizada, no pod?a bloquear sus gritos aterrorizados mientras pateaba el costado de la carroza. No pod?a olvidar la forma en que los hombres la hab?an perseguido fuera de la carroza con un gran palo. Y no pod?a olvidar a Annie, y lo r?pido que se estaba deteriorando. Perd?a fuerzas cada d?a. ?Cu?nto tiempo le quedaba? Cap?tulo 3 Los paseos matutinos y las tareas del establo pasaron r?pidamente, y Bianca estaba en el establo cepillando suavemente la sangre seca del pelaje de la potra cuando oy? pasos que resonaban en el suelo de cemento reci?n barrido, dirigi?ndose hacia ella. El coraz?n le dio un vuelco. Un sentimiento de presentimiento la invadi?. Esto no ser?a bueno. Segundos despu?s, Tom apareci? en la puerta del establo con dos mujeres bien vestidas y de aspecto profesional que parec?an estar fuera de lugar en el ambiente ecuestre. Pero cuando vio la expresi?n de sus rostros, su horror absoluto, supo al instante qui?nes eran. Obviamente eran los due?os de Rose. La potra empez? a temblar de nuevo ante la presencia de los hombres; sopl? con fuerza a trav?s de las fosas nasales abiertas y dio un pisot?n con la pata delantera. Bianca le puso una mano reconfortante en el cuello, tratando de tranquilizarla, de asegurarle que esa gente no iba a hacerle da?o, que estaba a salvo. Vio c?mo las l?grimas llenaban los ojos de ambas mujeres. "Pobrecita", grit? una de ellas. "La han maltratado mucho. Lo m?s amable es liberarla de su miseria". Bianca observ?, horrorizada, c?mo las otras asent?an en silencio. "Roger pagar? por esto", gru?? uno de los hombres. "?C?mo se atreve a hacerle eso a un caballo?". Intent? entrar en el establo, pero Rose no se dio por aludida: aplan? las orejas, ense?? los dientes y carg? contra Bianca, derrib?ndola con el hombro. "?Est?s bien, Bianca?" pregunt? Tom, sin atreverse a ir a rescatarla. "Nunca he visto un caballo tan traumatizado", dijo con tristeza. "Creo que lo mejor es sacrificarla". "?No!" grit? Bianca. "?Tienes que darle una oportunidad! Por favor". "No lo creo, cari?o", dijo la otra mujer. "Es lo mejor para ella". Levant?ndose del suelo del establo y quit?ndose torpemente el serr?n de los vaqueros, Bianca se apresur? a acercarse a la potra, que hab?a retrocedido y ahora estaba de pie en la esquina m?s alejada del establo, temblando. Se coloc? junto a la cruz de la potra, la tranquiliz?, le pas? la mano por el cuello y le habl? suavemente, y poco a poco Rose se relaj?. "?Mira!", argument?, sabiendo que ?sta ser?a la ?nica oportunidad que tendr?a de luchar por el caballo. "?Ya empieza a confiar en m?!" Pero pod?a sentir que estaba luchando una batalla perdida: el escepticismo estaba escrito en las caras de los propietarios. Clay lleg? con el veterinario y Bianca se qued? dentro del establo con Rose, tratando de mantenerla lo suficientemente calmada para que el veterinario la examinara. Tom hab?a pedido espec?ficamente una veterinaria y Rose se qued? quieta, pero estaba tensa, su cuerpo temblaba, incluso con Bianca de pie all?, calm?ndola. El rostro de la veterinaria era sombr?o mientras examinaba a la yegua, y cuando sali? de la caseta negaba con la cabeza. "Ha sufrido muchos abusos", dijo la veterinaria. "Ha sufrido da?os f?sicos y mentales", dijo con tristeza, enumerando las lesiones de la potra mientras las marcaba con los dedos. "No estoy segura de que pueda ser rehabilitada. Podr?a valer la pena intentarlo, pero no puedo garantizar que funcione. Lo m?s amable ser?a sacrificarla". "?No!" protest? Bianca, abrazando a la yegua para protegerla. Asustada, la potra se encabrit?, tirando a Bianca de sus pies. "?S?!", respondi? uno de los hombres. "Es peligrosa. Un caballo peligroso no es bueno para nadie". Se dirigi? a sus compa?eros y, aunque no pudo entender lo que dec?an en voz baja, supo que estaban conspirando para aplicar la eutanasia al caballo. "?Clay!", grit?, desesperada ahora, con l?grimas en su rostro, mientras una vez m?s se levantaba del suelo. "?Est? asustada! Diles. Haz que la salven. La entrenar? a mi debido tiempo, ?s?lo dale una oportunidad, por favor!" Pero cuando pronunci? esas palabras y se comprometi? a hacer ese sacrificio, sinti? una punzada en su coraz?n. ?Estaba realmente dispuesta a renunciar a ese tiempo con su hermana? ?Lo entender?a Annie si lo hiciera? Clay se par? frente a la puerta de la caseta y le hizo una se?a. Le cost? mucho darse la vuelta y alejarse del caballo, dej?ndolo a su suerte, pero sigui? a Clay unos metros m?s abajo en el edificio, en la relativa intimidad de un establo vac?o. "?Por qu? quieres quedarte con ella?", le pregunt?. "Est? destrozada; lo m?s amable es acabar con su miseria". Estaba apoyado despreocupadamente en la pared, con un pie apoyado en el tobillo y los brazos cruzados sobre el pecho. Si no hubiera estado tan disgustada, habr?a disfrutado contempl?ndolo en esa posici?n. Parec?a tan dominante, tan controlado y tan incre?blemente guapo. "No puedo explicarlo", respondi? ella. "S?lo s? que necesito ayudarla. Es como si ella fuera parte de m?, como si nos hubi?ramos encontrado por una raz?n. Las dos estamos rotas, los dos necesitamos sanar, las dos necesitamos que nos den una oportunidad". Entonces lo mir? fijamente con sus ojos grandes y redondos, esperando que ?l la entendiera. "Me diste una oportunidad, Clay, ?por favor, dale una a ella tambi?n!". Clay la mir? en silencio durante unos instantes, sumido en sus pensamientos, y luego asinti? una sola vez. "De acuerdo", le dijo. "Lo intentar?. No puedo prometer nada, pero lo intentar?". Mientras Bianca volv?a a entrar en el establo para pasar m?s tiempo con la potra, Clay habl? en voz baja con su padre y luego condujo a los propietarios hasta el despacho. Cogiendo de nuevo el cepillo para terminar de quitar la sangre seca del pelaje de la potra, cruz? los dedos para tener suerte. * * * Annie estaba metida en la cama cuando Bianca lleg? a casa esa noche; ni siquiera ten?a fuerzas para levantarse. Se le llenaron los ojos de l?grimas cuando Bianca le habl? de Rose y del destino que probablemente le esperaba. "Podr?s salvarla, Bee", le asegur? Annie. "Si alguien puede ayudar a ese caballo a curarse, eres t?". "Pero eso significa que tendr? que pasar menos tiempo contigo", susurr? Bianca, abrumada por la culpa. Annie se limit? a sonre?r d?bilmente. "Siempre estoy contigo", susurr?. "Cada momento de cada d?a, estoy a tu lado, justo ah?, en tu coraz?n". La fuerza en la mano de Annie desment?a su fragilidad, pero el dolor se vislumbraba en sus ojos cuando sonre?a. "?Est?s c?moda?" pregunt? Bianca, sabiendo perfectamente que no lo estaba, pero sin saber c?mo ayudarla. Si pudiera, le habr?a quitado el dolor a su hermana, o lo habr?a soportado ella misma, pero ninguna de las dos opciones era posible. "Estoy bien", le asegur? Annie. "Hablar? con las enfermeras ma?ana para que me suban el analg?sico". Bianca frunci? el ce?o, pero se mantuvo callada. Sab?a que Annie odiaba que la molestaran, pero era muy duro ver a la persona que m?s quer?a en el mundo con tanto dolor. Esa noche volvi? a compartir la cama de Annie, abrazando a su hermana mientras ?sta gem?a en sue?os, atormentada por el dolor. Bianca apenas durmi? en toda la noche. Oy? a su padre llegar a trompicones hacia la medianoche, despu?s de otra noche de ahogar sus penas. La enfermedad de su hija le hab?a golpeado duramente: despu?s de todos sus a?os de esfuerzo como padre en solitario, estaba perdiendo a una de sus preciosas hijas y, para colmo, no pod?a hacer nada al respecto. Bianca sab?a lo mucho que le molestaba no ser capaz de ayudar a Annie, y sab?a mejor que nadie lo mucho que lo hab?a intentado. Con cu?ntos terapeutas complementarios hab?a hablado, a cu?ntos onc?logos hab?a acudido, a cu?ntas citas hospitalarias hab?a llevado a Annie. Nada ayudaba. Hab?a luchado con valent?a, pero su tiempo se agotaba, la lucha estaba a punto de terminar. Sec?ndose las l?grimas con la funda del edred?n de su hermana, Bianca volvi? a llorar hasta quedarse dormida, con los hombros temblando por los sollozos silenciosos. * * * A la ma?ana siguiente, sus tics se hab?an intensificado. El cansancio, combinado con la agitaci?n emocional, la hac?a retorcerse casi constantemente. Para empeorar las cosas, sus tics vocales hab?an vuelto. El carraspeo estaba bien, era un ruido normal que todo el mundo hac?a de vez en cuando, pero la ecolalia era un problema. Hasta ahora, hab?a podido mantener la repetici?n de palabras en voz baja, pero sab?a que, al ritmo que aumentaban sus tics, no pasar?a mucho tiempo antes de que se hiciera eco de las palabras que dec?an los que la rodeaban. ?Qu? pensar?a entonces Clay? ?La dejar?a conservar su trabajo? ?O presionar?a para que la despidieran? O, mejor a?n, ?volver?a a mencionar los azotes, por haberle mentido? No es que ella le hubiera mentido -la ecolalia no hab?a hecho acto de presencia cuando Tom Lewis la hab?a contratado-, pero a menos que Clay entendiera el s?ndrome de Tourette, no se lo creer?a. Se qued? ensimismada mientras sacaba a Big Red de su caseta y lo ataba con seguridad fuera. Sonri? pensando en Clay. Hab?a tratado mucho con ?l desde que empez? a trabajar en los establos, pero no hab?a habido m?s momentos de coqueteo. Tampoco hab?a habido m?s indicios de que ?l disfrutara dar azotes tanto como a ella le gustaba recibirlos. Segu?a siendo muy dominante, claramente un macho alfa, con un aire de autoridad que a ella le apetec?a desobedecer, simplemente para ver qu? pasaba, pero hasta ahora no hab?a surgido la oportunidad. No era exactamente su jefe, pero como capataz del establo, era su superior. No le rend?a cuentas, pero el control de calidad era responsabilidad de ?l, y no dudaba de que si no hac?a bien su trabajo, ?l la pondr?a al tanto. ?Pero qu? har?a realmente? ?Simplemente la rega?ar?a con su voz profunda y sexy y la har?a sentir como una ni?a peque?a? ?O usar?a realmente la fusta que le hab?a agitado amenazadoramente cuando empez?? No pod?a recordar la ?ltima vez que se hab?a enamorado de alguien, hac?a tanto tiempo. Y esta vez estaba realmente embelesada. Mientras acicalaba al gran caballo castrado, se imagin? que se met?a en problemas con Clay, s?lo que no era s?lo una reprimenda lo que ?l le daba... "Qu?date quieto, Red", le dijo Bianca al caballo grande mientras se agachaba y le agarraba el menudillo con la mano izquierda, con el pico para cascos preparado en la derecha. Red era su ?ltimo caballo de la ma?ana y estaba deseando subirse a su lomo. Su gran zancada, que devoraba el suelo, era un paseo emocionante, y ahora que hab?a establecido un v?nculo con ?l, era capaz de levantarlo al final del entrenamiento sin esfuerzo. El caballo castrado era un gigante gentil y se estaba convirtiendo r?pidamente en su caballo favorito en el establo. ?Golpe! La picadura de una fusta aterriz? en su trasero mientras estaba ocupada agachada, recogiendo la pezu?a delantera de Big Red. Grit?, dejando caer el pie apresuradamente, y se enderez?, decidida a atrapar al culpable, segura de que ser?a Clay. Apuntando, lanz? el pico de la pezu?a que sosten?a con toda la fuerza que pudo a la espalda del macho que se retiraba y que se parec?a sospechosamente a Clay, pero con el pelo m?s corto y ligeramente m?s oscuro. El pico de la pezu?a le dio de lleno entre los om?platos y ?l se gir? para mirarla amenazadoramente. No era Clay. El mayor de los hermanos Lewis sonri? ampliamente al verla y su mirada desapareci?. "Lo siento, no pude resistirme a un blanco tan perfecto. Todo por diversi?n, ?no?" Sonri?, haci?ndole un gui?o p?caro mientras se inclinaba para recoger el casco del suelo. "Soy Luke", dijo, lanzando el pico de casco hacia ella. "Pens? que eras otra persona o nunca te habr?a golpeado. Todas las mujeres que vienen aqu? est?n acostumbradas a nuestra tendencia de dar nalgadas de vez en cuando, pero no solemos hacerlo con las reci?n llegadas. Te pido disculpas". Su coraz?n se derriti?. ?Tan guapo y tan cort?s! Bueno, cort?s despu?s de los hechos, al menos, pero eso era mejor que no tener ninguna cortes?a. "?Quieres decir que todos ustedes tienen la costumbre de hacer esto?". Luke se encogi? de hombros. "No hay muchas mujeres que trabajen aqu?, pero s?. Cuando podemos". Entonces le sonri? ampliamente. "Las bromas sexuales ocurren en todas las industrias dominadas por los hombres, ?no es as??" Su sonrisa abandon? el rostro y se puso serio. "Pero no todas las mujeres lo aceptan, as? que si no te gusta, s?lo tienes que decirlo. No suceder? si no quieres, te lo aseguro". Bianca quer?a saltar de alegr?a. Su fijaci?n con los azotes hab?a sido su peque?o y sucio secreto durante a?os. ?Por fin hab?a encontrado a alguien que compartiera su fetiche? ?Era posible que sus d?as de satisfacer sus fantas?as a trav?s de b?squedas en Internet hubieran terminado? "De acuerdo entonces", dijo t?midamente, frot?ndose el ligero escozor del trasero mientras volv?a a su tarea de preparar a Red para una cabalgata, tratando de ocultar la excitaci?n que sinti? al ser golpeada con la fusta. ?Y todos lo hac?an, todos azotaban a las mujeres? ?Los tres hermanos? ?Era mejor de lo que esperaba! Конец ознакомительного фрагмента. Текст предоставлен ООО «ЛитРес». Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию (https://www.litres.ru/pages/biblio_book/?art=65164561&lfrom=688855901) на ЛитРес. 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