Îíà ïðèøëà è ñåëà ó ñòîëà,  ãëàçà ñìîòðåëà ìîë÷à è ñóðîâî, Ïóñòü ýòà âñòðå÷à íàì áûëà íå íîâà, ß èçáåæàòü îçíîáà íå ñìîãëà. Ïîòîì îíà ïî êîìíàòàì ïðîøëà, Õîçÿéêîé, îáõîäÿ äóøè ïîêîè, Ÿ ê ñåáå ÿ â ãîñòè íå çâàëà, Ñàìà ïðèøëà, çàïîëíèâ âñ¸ ñîáîþ. ß ñ íåé âåëà áåççâó÷íûé ìîíîëîã, Îíà è ñëîâîì ìíå íå îòâå÷àëà, ß îò áåññèëèÿ â íå¸ ïîðîé êðè÷àëà, Íî

El Fantasma De Girolamo Riario

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El Fantasma De Girolamo Riario Ivo Ragazzini A veces el pasado vuelve y cuenta historias. Preparaos para descubrir novedades y secretos del Renacimiento italiano que no siquiera sospechabais. . El libro parte de un hecho que ocurri? realmente en Forl? en 2010, cuando algunas personas contaron en los peri?dicos locales haber visto un fantasma en el viejo palacio del ayuntamiento que aparec?a sin una parte de la cabeza y se lamentaba de alguien y de algo. ?Pero qui?n era y qu? le hab?a reducido a esa condici?n? Seg?n el autor, se trataba de Girolamo Riario, capit?n general de la Santa Iglesia Romana y primer marido de Catalina Sforza, asesinado hace m?s de quinientos a?os en ese palacio por un ajuste de cuentas con Lorenzo el Magn?fico y por otros asuntos pendientes entre la Toscana y la Roma?a durante el Renacimiento. Escrito a medio camino entre el ensayo y la narraci?n, es un libro que os llevar? sin rodeos a redescubrir misterios y trasfondos de una historia que vuelve de un pasado que nadie parece ya recordar. Ivo Ragazzini EL FANTASMA DE GIROLAMO RIARIO T?tulo original: Il Fantasma di Girolamo Riario Traducido por: Mariano Bas Un ajuste de cuentas con la conjura de los Pazzi que sigue reapareciendo en la historia. Preparaos para descubrir secretos del renacimiento italiano que no sospechabais. «El fantasma de Girolamo Riario» © 2012 Ivo Ragazzini Primera edici?n en formato electr?nico de marzo de 2020 (Primera edici?n en papel 2012 – MJM Edizioni) Edici?n en espa?ol: Diciembre de 2020 Traducido por: Mariano Bas Editorial: Tektime – www.traduzionelibri.it Todos los derechos de esta obra, incluida la traducci?n a cualquier otra lengua, est?n reservados al autor. La reproducci?n y uso de la obra, aunque sea parcial y por cualquier medio, ya sea gr?fico, electr?nico o mec?nico, no est? permitida sin la autorizaci?n escrita del autor. Igualmente, no se autoriza la modificaci?n de una o m?s partes de esta. Escribir a [email protected] (mailto:[email protected]) o contactar con el autor en el tel?fono 3477496534 para cualquier solicitud. Pr?logo Esta es la historia de un hombre llamado Girolamo Riario, sobrino, o tal vez hijo ileg?timo, del papa Sixto IV, que gobern? y fue asesinado hace cinco siglos en la ciudad de Forl?, en el norte de Italia, pero que pocos o ninguno parecen recordar ya. Por tanto, esta historia habla de una conjura que se produjo hace cinco siglos y desde entonces, aunque hayan cambiado muchas cosas, parece que cada cierto tiempo contin?a reapareciendo. Contrariamente a lo que se podr?a pensar, esta no es una historia nueva, sino una historia antigua olvidada por todos, que cada cierto tiempo reaparece y se repite en el tiempo. En pocas palabras, parece que, por alg?n misterioso motivo, estos hechos fluct?an y flotan en el tiempo como algo que no quiere ser olvidado. Ahora bien, una pregunta que podr?a plantearse para tratar de entender este tipo de cosas podr?a ser: ?Por qu? algo acaecido hace muchos siglos contin?a flotando en el tiempo? O bien: ?Por qu? algo parece no querer cesar y pervive en el tiempo? Bueno, puede haber un par de motivos para comprender estas cosas. Uno de ellos es que hay muchos pormenores y cosas no bien analizadas sobre esos hechos. Y el otro es que las cosas poco claras e incompletas parecen tomarse su tiempo y reaparecer con el paso de este. ?Cu?l de estos dos ser? el verdadero motivo? A mi juicio, un poco uno y un poco otro: el resto creo que lo descubrir?is solos poco a poco al leer el resto de esta historia. Buen descubrimiento. El autor EL FANTASMA DE GIROLAMO RIARIO Introducci?n Hacia finales de agosto de 2010, una persona, mientras se encontraba junto al palacio comunal de Forl?, vio la sombra de una figura bailar sobre los muros exteriores junto a una ventana del primer piso de dicho palacio. Como era al atardecer, pero todav?a hab?a sol, crey? que se trataba de un reflejo sobre los cristales y no le dio mucha importancia. Pero, unos d?as despu?s volvi? a ver a esa sombra gemir con un profundo tajo en la cabeza, salir de una habitaci?n cercana a la sala de juntas municipal y huir por el pasillo. Posteriormente alg?n otro cont?, no solo haber visto la misma sombra, sino incluso haberla o?do hablar. En resumen, los testigos dijeron haber visto a un hombre con una parte de la cabeza rota o desaparecida, que hablaba y se lamentaba por querer defender a su se?ora en peligro y ped?a venganza contra quien le hab?a traicionado. Algunos detalles de estos avistamientos fueron relatados luego el 31 de enero de 2011 en la primera p?gina de los peri?dicos locales de Forl? y, en realidad, hubo m?s personas que reconocieron haberlo visto, aunque quisieron permanecer en el anonimato. En un primer momento, algunos pensaron que se trataba de Jacopo Feo, el segundo marido de Catalina Sforza, pero, para el autor, se trataba de una vieja historia olvidada por todos, que se remontaba a 1488, cuando Riario fue asesinado en el palacio comunal de Forl?, por tres sicarios que lo apu?alaron en el primer piso y luego lo arrojaron a la plaza, algo que muchos historiadores, por alg?n motivo, parecen haber olvidado o rechazado. ?Pero, qu? se sabe hoy de Riario? Poco. Actualmente se sabe que de ?l queda, o mejor est? a salvo en el Vaticano, una presunta imagen al haber sido retratado al lado de su t?o, el papa Sixto IV, por el pintor Melozzo degli Ambrogi, de Forl?. Tampoco en Forl?, donde gobern? y fue asesinado, queda casi nada de ?l, a pesar de que en su ?poca fue el comandante general del ej?rcito pontificio, y pocos saben en realidad aun hoy qui?n fue realmente, por qu? fue asesinado y qui?nes fueron los que ordenaron matarlo. Por otro lado, como ver?is m?s adelante, muchos personajes y detalles de este hecho fueron olvidados y sepultados bajo una especie de damnatio memoriae, es decir, condenados a desaparecer de la memoria y el recuerdo hist?rico de las personas. Pero los recuerdos y la memoria no se consiguen eliminar completamente y, en cuando se mira atentamente, parecen de alg?n modo reaflorar y reafirmar su presencia, como si protestaran por haber estado apartados durante tanto tiempo. Y se podr?a suponer que un hombre con una memoria hist?rica muy grande podr?a crear cosas olvidadas que persisten y reaparecen en el tiempo, a las que se podr?an llamar fantasmas del pasado, si as? lo prefer?s. Escrito de manera r?pida y general, a medio camino entre el ensayo y la narraci?n, este relato hist?rico desvela, tal vez por primera vez de modo franco y directo, muchos hechos, lugares y pormenores impensables relacionados con una persona llamada Girolamo Riario, primer marido de Catalina Sforza y sobrino del papa Sixto IV, asesinado hace m?s de 500 a?os por una conjura en el palacio comunal de Forl?. Tambi?n explica acontecimientos nunca observados o completamente olvidados desde hace mucho tiempo, que pr?cticamente nadie recuerda ya. He aqu? una lista de algunas cosas que descubrir?is en este libro: ?Se escribi? un libro de profec?as que anunciaban la muerte de Riario? ?Qui?n lo escribi? ?Por cuenta de qui?n? ?Era la primera vez que alguien ve?a el fantasma de Riario? ?Por qu? ten?a el fantasma la cabeza rota? ?Se vio al fantasma bailar sobre el muro exterior del palacio comunal? ?Por qu?? ?Cu?les fueron los verdaderos instigadores de los sicarios de Riario? ?Qu? hab?a hecho Riario para acabar asesinado? Lorenzo el Magn?fico y su hermano Juliano de M?dicis, asesinado diez a?os antes en Florencia, ?tuvieron algo que ver con esta historia? ?Se cre? una compa??a de sicarios con el objetivo de asesinarlo? ?Por parte de qui?n? ?Por qu? Riario solo entraba en una iglesia rodeado por muchos guardias? ?Qu? inscripciones aparecieron sobre las puertas y columnas de las iglesias de Forl? antes de su asesinato? ?Qu? hicieron los sicarios de Riario despu?s de matarlo? ?Es verdadera o falsa la historia de que Catalina Sforza mostr? sus verg?enzas desde las almenas de la fortaleza de Forl? cuando sus enemigos le pidieron que se rindiera? ?Qu? hizo entonces? Y muchas m?s cosas que descubrir?is y entender?is vosotros mismos durante la lectura. Por tanto, os deseo una buena lectura y un buen redescubrimiento de este acontecimiento hist?rico completamente olvidado. Y si, despu?s de haber le?do este libro, alguien se encuentra por casualidad con el fantasma, estoy seguro de que lo entender? mucho mejor que antes. Forl?, oto?o de 2010 En una peque?a habitaci?n no muy alejada del centro hist?rico, un investigador de fen?menos biomagn?ticos, o un cazafantasmas si prefer?s llamarlo as?, entrevista a algunos testigos de misteriosos hechos y presencias. —?Ha visto por tanto al fantasma, se?ora? —pregunt? el investigador mientras entrevistaba a la se?ora, que deseaba permanecer en el anonimato. —?S?! Aparece m?s a menudo al atardecer, o tal vez se vea mejor hacia esa hora —respondi? la se?ora. —?Lo ha visto m?s veces? —S? —respondi? de nuevo la mujer. —?D?nde y cu?ndo lo ha visto? —En el palacio comunal de Forl?. Una vez lo vi fuera, en la PiazzaSaffi, suspendido en el exterior del muro, junto a una ventana del primer piso del palacio —respondi? la se?ora. —?Quiere decir que estaba de pie sobre el antepecho de una ventana o sobre una cornisa del muro? —pidi? que precisara el investigador. —No, estaba alejado del muro y parec?a suspendido en el vac?o. —?Tal vez estaba suspendido sobre una cornisa antigua que ya no est? en ese muro? —coment? el investigador. —No lo s?. —La entiendo, se?ora. ?Qu? hac?a alejado del muro? —continu? el investigador. —Nada. Solo parec?a bailar junto a una ventana —respondi? la mujer. —?Qu? ventana? —Era la tercera ventana del palacio comunal, contando desde la derecha —respondi? la mujer. —?C?mo era el fantasma? —Gris?ceo, era una sombra gris y ten?a la cabeza abierta y rota por un lado, como si le faltara o lo hubieran cortado una parte de la cabeza. —No est? mal como tarjeta de visita para presentarse a alguien. Imagino que se qued? un poco sorprendida, se?ora —coment? el investigador. —S?, correcto. —Est? bien, se?ora. ?Lo ha visto m?s veces? —pregunt? el investigador. —S?, varias veces en un pasillo, otra en una sala antigua m?s grande. —?Lo ve cuando est? oscuro o hay poca luz? —pregunta el investigador, cada vez m?s curioso. —No. Siempre lo he visto al atardecer, pero nunca cuando est? completamente oscuro. —De acuerdo, se?ora. ?Qu? otras cosas ha visto al respecto? —Le he o?do gemir y decir algo. —?Qu? dec?a? —No le entend?, su voz era muy tenue y d?bil, igual que su imagen —respondi? la mujer. —Est? bien, se?ora ?Qu? m?s ha visto? —Nada m?s. Eso es todo —respondi? la mujer. —Gracias por sus informaciones, se?ora. Si es necesario le har? m?s preguntas —dijo el investigador al tiempo que conclu?a la entrevista con la se?ora y se preparaba a entrevistar a otro testigo presente en la habitaci?n. —?Y usted c?mo lleg? a verlo? —pregunt? el investigador, dirigi?ndose a otro testigo que tambi?n dec?a haber visto al fantasma. —Supe por unos amigos de esta presencia en el palacio y lo he estado buscando. —?Por qu? quer?a buscarlo? —pregunt? curioso el investigador. —Me interesaba verlo. —?Y qu? vio? —M?s o menos lo que vio la se?ora, pero con algunos detalles m?s —respondi? el testigo. —?Qu? es lo que usted vio de m?s? —M?s bien le o? decir algo —respondi? el testigo. —?Qu? le oy? decir? —Estaba preocupado por su esposa. —?Hablaba directamente con usted? —M?s que otra cosa, se lamentaba ante cualquiera que pudiera escucharlo —respondi? el testigo. —?Se lamentaba de qu?? —De lo que le hab?an hecho y quer?a vengarse contra los traidores y conjurados que le hab?an atacado—respondi? el testigo. —?Le dijo qui?n era su esposa? —No, pero dec?a que deb?a apresurarse a defenderla, porque estaba en peligro en la habitaci?n de al lado. —?As? que se preocupaba porque que su mujer estaba en peligro en la habitaci?n contigua? —pregunt? el investigador. —S?, m?s o menos se lamentaba de eso y ped?a venganza contra los conjurados que hab?an hecho todo esto —explic? el testigo. —?Le dijo el fantasma qu? hab?an hecho? —No lo dijo, pero sab?a bien qui?nes eran los conjurados y reclamaba venganza contra ellos —respondi? con firmeza el testigo. —?Le dijo qui?nes eran los sicarios y conjurados? —S?. Y sab?a qui?nes eran los verdaderos instigadores. —?Qui?nes eran? —pregunt? curioso el investigador. —No se lo voy a decir. —?Por qu?? —Es una larga historia y no creo que usted me entienda. —No es as?, pero respeto su parecer. En todo caso, ?tiene alguna idea de qui?n podr?a ser la mujer a la que quer?a defender? —pregunt? el investigador curioso. —S?. Era Catalina Sforza, en esa ?poca se?ora de Imola y de Forl? —respondi? el testigo. —?Y el fantasma qui?n ser?a por tanto? ?Uno de sus tres maridos? —Ese fantasma no era uno cualquiera de sus tres maridos, sino Girolamo Riario, primer marido de Catalina Sforza y sobrino del papa Sixto IV, que fue asesinado en ese palacio hace 500 a?os por una conjura, mientras Catalina se encerraba y parapetaba en la habitaci?n contigua y ped?a ayuda desesperadamente. Es una historia que sigue sin aclararse y misteriosa en bastantes puntos hasta hoy —respondi? de golpe el testigo. El investigador qued? ligeramente sorprendido por algo de lo que acababa de o?r y luego pregunt?: —?Y no pod?a ser Jacopo Feo? ?No fue ?l tambi?n marido de Catalina Sforza y muri? en una emboscada por un golpe de espada en la cabeza? —No. Era Riario y fue asesinado en ese palacio. Jacopo Feo fue asesinado en la calle en un lugar muy distante a ese, en mitad de la calle del actual corso Garibaldi, donde en su momento estaba el puente de los Morattini —respondi? el testigo. —?Y entonces por qu? al fantasma le faltaba parte de la cabeza? —Porque alguien se la hab?a puesto as? — respondi? el testigo. —?Por qu? raz?n iba a hacer una cosa as?? —pregunt? el investigador. —Me parece usted un ingenuo. Puede haber muchos motivos en el mundo para poner as? a alguien —respondi? sonriendo el testigo. —D?galos. —Ya le he dicho que es una larga historia. —Intente resumirla —lo apremi? el investigador. —Est? bien. Oficialmente Riario fue asesinado por la tarde en la Sala de las Ninfas de ese palacio por tres conjurados a los que consideraba amigos de confianza. Uno de ellos, mientras los dem?s esperaban fuera, entr? con una excusa en aquella sala que ya no existe y lo apu?al?. »Despu?s de la primera pu?alada, Riario cay? al suelo y trat? de esconderse detr?s de una mesilla, pero enseguida lo alcanzaron y liquidaron los otros dos conjurados, que lo sujetaron y apu?alaron hasta matarlo, mientras Catalina Sforza se parapetaba con unos sirvientes en la habitaci?n de al lado y gritaba pidiendo ayuda. »Despu?s de cerca de media hora, fue arrojado de mala manera al exterior por la ventana por otros conjurados, que entretanto se hab?an apoderado del palacio comunal y su cuerpo fue despedazado por otros amotinados que gritaban libertad mientras lo arrastraban por la plaza —respondi? el testigo de un tir?n. —Parece una historia muy fea —respondi? el investigador, pensando en ella por un momento. Luego, tratando de intuir m?s o menos c?mo pudieron haber pasado las cosas, a?adi?—: Por tanto, si lo he entendido bien, ?podr?a ser que Riario, cuando fue arrojado por la ventana, cayera de cabeza como un peso muerto y se la rompiera? —No. No he dicho eso ni tampoco me cuadra. M?s bien creo que Riario cay? de pie y no de cabeza —explic? el testigo. —?Entonces c?mo se produjo la fractura de la cabeza? —Existen muchos modos de romperle al cabeza a alguien —respondi? el testigo. —Entonces, ?c?mo habr?an pasado las cosas? —Hay que conocer un poco otros hechos para entender bien todo. —?Y usted los conoce? —Bastantes s? —respondi? el testigo. —?Y c?mo consigui? saber todas estas cosas? ?Es que se las cont? el fantasma? —pregunt? sonriendo un poco el investigador. —No. Soy hijo del hijo del hijo del hijo de gente de Forl? desde hace muchas generaciones y algo he heredado de ellos —respondi? el testigo. —Vamos… c?mo puedo creerle… —El investigador sonri? de nuevo—. ?Tal vez est? intentando ocultarme la realidad? —No. —?Entonces se lo ha contado todo el fantasma? —pregunta el investigador. —No, ?l solo ha dicho algunas cosas. Otras, en cambio pasaron despu?s de su muerte y tal vez tampoco ?l las sepa —explic? el testigo. —?Y usted s? las sabe? —Ya le he dicho que bastantes s?. —Perdone, pero ?qui?n es el fantasma? ?Usted o ?l? —pregunt? en broma el investigador. —?l, naturalmente. —?Y usted qui?n es? —Un ciudadano de este lugar —respondi? el testigo. —?Y c?mo consigui? saber todo esto? —Lo s? y basta —respondi? el testigo, que no parec?a querer entrar en detalles. —?Tal vez ha le?do todo en libros de historia? —Algunas cosas he tratado de comprobarlas en libros de historia, pero muchas no est?n escritas en ning?n libro de historia —respondi? el testigo. —?Y entonces c?mo las sabe? —insisti? el investigador. —Ya se lo he dicho. Soy hijo del hijo del hijo de gente de estos lugares y he heredado algo… —Es usted muy curioso. ?Qu? m?s le ha dicho el fantasma? —pregunt? el investigador que cada vez se sent?a m?s envuelto en esta historia. —Promet?a venganza y muerte a quien lo mat? y le hizo todo esto. —?Usted le pregunt? algo? —S?. —Usted tambi?n es muy valiente. ?Qu? le pregunt?? —Le pregunt? acerca de algunos detalles. —?Y qu? le dijo? —No me respondi?. —Espere un momento. ?Realiz? una sesi?n de espiritismo o algo similar para hacer esas preguntas? —pregunt? el investigador, empezando a sospechar que deb?a haber ocurrido algo por el estilo. —No, yo no. No soy espiritista —respondi? el testigo. —?Entonces qui?nes las han hecho? —Muchas personas, por lo que s?, pero no han conseguido nada. —?Y por qu? no est?n aqu? entonces en su lugar? —Ha pasado much?simo tiempo y muchos ya han muerto —respondi? el testigo. —?Qui?nes eran? —Prefiero no contarle eso tampoco. —?Por qu?? —Me temo que no lo entender?a. —Adelante… me lo puede decir con toda tranquilidad. Soy un investigador y he visto muchas cosas a lo largo de mi vida. —Creo que yo he visto m?s, pero si eso es lo que quiere… —a?adi? en testigo. —Eso quiero. —Est? bien, p?ngase c?modo, que la historia no es breve —dijo el testigo, mientras se preparaba para contar el resto de la historia. No era la primera vez que alguien ve?a el fantasma de Girolamo Riario en el palacio comunal… —dijo el testigo al investigador. Luego explic?—: Ya en el a?o 1500 se afirmaba que el lugar donde cay? Riario estaba manchado y sucio para siempre por su sangre y, casi doscientos a?os despu?s, en torno a 1650, algunos cristianos llegaron a escribirlo. »En el a?o 1700 hab?a quienes hablaban del esp?ritu o alma de Riario y en el 1800 corr?an algunas historias de c?mo, a partir de su homicidio, su fantasma vagaba en busca de alguien. »En la segunda mitad del siglo XIX se lleg? a la culminaci?n y varios grupos de espiritistas y masones dijeron estar en contacto, no solo con ?l, sino tambi?n con Catalina Sforza y con alg?n otro que estuvo en la fortaleza de Ravaldino. »En pocas palabras, despu?s de su asesinato ocurrido en la Sala de las Ninfas, sala que fue destruida y ya no existe, ese fantasma fue visto m?s veces y en distintas ?pocas dando vueltas por el palacio, alguno incluso dec?a haberlo visto en la fortaleza de Ravaldino. Solo que la mayor parte de la gente prefer?a olvidarlo o call?rselo todo. »Tambi?n la tercera ventana del primer piso contando desde la izquierda delante de la fachada del palacio comunal fue considerada maldita por muchos, porque algunos pensaban que fue desde all? desde donde fue arrojado Riario tras su asesinato, bajo una multitud que gritaba y que despedaz? su cad?ver. Pero esa no era la verdadera ventana desde la que fue arrojado Riario despu?s de su asesinato. —?Y desde d?nde fue arrojado? —pregunt? el investigador. —Desde otra ventana. Riario fue asesinado en la Sala de las Ninfas, pero luego su cuerpo se traslad? fuera y se llev? a otra sala. —?Y entonces cu?l fue la ventana desde la que fue arrojado? —le interrumpi? el investigador. —La ventana estaba en la parte opuesta de la fachada del palacio, la tercera ventana contando desde la derecha. —Pero esa es la ventana donde la mujer ha dicho haber visto bailar al fantasma —dijo estupefacto el investigador. —Exactamente, esa mujer lo ha visto en esa ventana, solo que en realidad no estaba bailando —respondi? sonriendo un poco el testigo. —?Entonces qu? estaba haciendo? —Es demasiado pronto para entenderlo, hay muchas otras cosas que deber?a saber antes —explic? el testigo al investigador. —Est? bien. Entonces, ?la Sala de las Ninfas es aquella en la que se le vio bailar? —pregunt? el investigador. —No, esa era solo una ventana junto a la cual se traslad? su cad?ver despu?s de su muerte. La Sala de las Ninfas la destruy? su esposa Catalina Sforza despu?s de su homicidio y hoy ya no existe. —?Y despu?s de cinco siglos usted conoce a?n detalles similares? —A decir verdad, conozco muchos otros. —Entiendo, contin?e entonces —respondi? el investigador. —Volviendo a la ventana desde la que fue arrojado, el punto en que Riario cay? a la plaza permaneci? se?alado por mucho tiempo y muchas personas en todas las ?pocas y todos los siglos sab?an esto. Solo que hoy pocos o nadie lo recuerda ya. Desde entonces muchas personas en todas las ?pocas dijeron haber visto su fantasma y alguno haberlo escuchado —explic? el testigo. —?C?mo sabe todo esto? —pregunt? el investigador. —Corre demasiado. Ya le he dicho que hay que saber otras cosas —respondi? el testigo mientras se preparaba para contar m?s. La Roma?a hace cinco siglos Mercado de Faenza a inicios de 1488. Un maestro de esgrima se acerca en medio de la plaza a un campesino adinerado de Forl?, que ha viajado al mercado de Faenza rodeado de amigos, para pedirle que entregue un libro de profec?as a un cronista de Forl? El maestro de esgrima llega delante del campesino y sus amigos y le pide en alta voz: —Se?or, necesito de vos un favor. —?Qui?n sois? —responde el campesino. —Soy Cesare Scrimidore, de Faenza y conozco desde hace mucho tiempo a Leone Cobelli, pintor y cronista de vuestro ayuntamiento de Forlivio. »S? que lo conoc?is bien y debo entregarle a trav?s de vos una cosa que le debo desde hace mucho tiempo. Ambos os estaremos muy agradecidos por vuestro favor. —S?, Conozco bien al cronista Leone Cobelli. Decidme de qu? se trata —respondi? el campesino. —Me pidi? que le hiciera llegar personalmente este libro que me ha entregado un fraile adivino menor de San Francisco, y, al no tener la posibilidad de ir a Forolivio, os pido a vos, que sois amigo suyo, que se lo entregu?is en mi lugar —dijo el espadach?n. —Est? bien. ?Qui?n debo decirle que sois? —respondi? el campesino. —Decidle que soy un espadach?n de Faenza y que le mando un libro de un fraile astr?logo para que sepa que el destino de vuestro se?or y de vuestras tierras ya est? predestinado, deseado y escrito en los cielos. —?Pero de qu? destino celeste escrito est?is hablando, maestro de la espada? —intervino un escribano amigo del campesino. —Se?or, no os pong?is a pelear o discutir conmigo sobre las cosas decididas y queridas desde lo alto de las esferas celestes. Todo est? escrito en este libro y no puedo decir nada m?s —respondi? el espadach?n. —No pretendo pelear ni discutir con vos delante de todos, pero sabed que muchos en Forl? saben bien lo que est? ocurriendo en nuestras tierras y al conde Girolamo Riario. Y no necesitan ni de frailes adivinos ni de astr?logos para saber lo que est? pasando en nuestra ciudad —respondi? el escribano. —Est?is hablando de cosas que no conoc?is. Deb?is saber que este libro fue escrito hace diez a?os por un astr?logo de estas tierras y cuenta cosas que ya han pasado y otras que todav?a tienen que pasar en el gobierno de vuestra ciudad hasta el a?o 1500. —?Y qu?? Hay muchas profec?as sobre estas tierras dominadas por los enemigos del conde Riario. —Pues que narra cosas todav?a destinadas a pasar, queridas por Dios y la mec?nica celeste — replic? el maestro de esgrima. —Vos dec?s que fue escrito hace diez a?os. Vamos, decidme qui?n lo ha escrito. ?Qui?n es el fraile que os lo ha entregado? —pregunt? el escribano. —Esto no es de vuestra incumbencia. —Entonces apuesto a que ha sido el astr?logo Girolamo Manfredi, fraile y astr?logo curandero, emparentado por su nombre con vuestros se?ores de Faenza, amigos de Florencia y enemigos de los Riario —respondi? el escribano. —Tampoco esto es de vuestra incumbencia, pero ?qu? importar?a que fuera as?? —respondi? el espadach?n. —?Qui?n ha pagado entonces a este fraile astr?logo para que haga este libro? Los astr?logos y los hor?scopos cuestan bastante y alguien rico debe haberlo pagado —pregunt? a?n m?s cr?tico el escribano. —Tampoco s? esto, pero no pretendo discutirlo con vos. Pero si intent?is decir que soy un ciurmadore y quer?is averiguar la verdad en una giusta d'arme , estoy dispuesto a ello —respondi? el maestro de esgrima. —Soy escribano y no pretendo decir que se?is un estafador, ni pretendo pelearme con vos en una justa de armas, solo quiero saber de vos c?mo estaban las cosas para tomar nota para m? y mis ciudadanos —El escribano baj? la voz. —Entonces dejad hacer esto al cronista Leone Cobello y terminemos la conversaci?n, que es mejor as? —concluy? el maestro de esgrima con el escribano. —Vos —orden? el esgrimista al campesino—, tomad este libro y entregadlo al maestro Leone Cobelloy ?l sabr? qu? hacer. Os agradeceremos todo lo que hag?is. —Est? bien, no nos peleemos por esto —dijo el campesino, tomando el libro y d?ndose la vuelta para ponerlo en un lugar seguro de su bolsa de viaje—Escuchad, ?c?mo hab?is dicho que os llamabais? —pregunt? el campesino volvi?ndose a girar hacia el espadach?n, pero este ya se hab?a ido en silencio entre el bullicio del mercado. —Una vez llegado a Forl?, el campesino entreg? al cronista Leone Cobelli el libro y se lo cont? todo, pero Cobelli, por mucho que esforzara en recordar qui?n pod?a ser el espadach?n y ese fraile, dijo no recordar a nadie que le hubiera prometido algo parecido. En todo caso, el cronista Cobelli tambi?n era astr?logo y tuvo en gran consideraci?n esas profec?as. »Y en cuanto aparec?a en el cielo cualquier se?al extra?a, escrib?a que hab?a llegado de Faenza y se hab?a visto encima del convento de los frailes franciscanos —concluy? la explicaci?n de su relato el testigo. El investigador le hab?a escuchado atentamente y pregunt?: —En pocas palabras, ?quiere decir que el libro lo escribieron los asesinos de Riario para preparar a la gente de Forl? ante su muerte y hacer creer al pueblo que era alguien destinado a morir? —Algo parecido, pero mejor planificado. En realidad, se orden? un libro similar diez a?os antes en el entorno de Lorenzo de M?dicis y este conten?a el modo y la manera en que deb?a morir Riario —respondi? el testigo. —?Lorenzo de M?dicis? ?Lorenzo el Magn?fico? —pregunt? sorprendido el investigador. —?l mismo. —?Qu? ten?a contra Riario? —pregunt? el investigador. —Mucho, para empezar, fue un ajuste de cuentas entre ellos. —Pero ?qu? me est? contando? —Le cuento que eso es lo que pas?. Todo empez? cuando al papa Sixto IV y a su sobrino Girolamo Riario se les meti? en la cabeza tomar Florencia para derrocar a Lorenzo de M?dicis y su hermano Juliano. —?Y luego? —Luego no encontraron nada mejor que tratar de asesinarlos juntos durante una misa solemne en la catedral de Florencia, donde dejaron sobre charco de sangre a Juliano de M?dicis, mientras Lorenzo el Magn?fico consegu?a salvarse encerr?ndose en una sacrist?a. —?Est? hablando de la conjura de los Pazzi? —pregunt? el investigador. —Esa misma, y la organizaron Roma y el papa, Riario y sus secuaces durante una misa en la catedral de Florencia —respondi? el testigo. Luego a?adi?—: Las repercusiones, el desprecio y el resentimiento por lo que hab?an organizado un papa y su sobrino en una iglesia durante una misa p?blica fueron enormes incluso para esa ?poca. Y la reacci?n y la venganza de los florentinos y de Lorenzo de M?dicis, fue igualmente proporcional a lo que hab?a pasado, hasta el punto de crear una compa??a de sicarios o matarifes con el objetivo de hacer una lista de las personas implicadas, para vengarse de los conjurados que hab?an tomado parte en ese atentado. —?Y Riario? —pregunt? el investigador. —Riario encabezaba la lista. —?Y qu? diferencia hab?a entre una compa??a de sicarios y una de matarifes? —pregunt? el investigador. —No mucha. Entonces los sicarios eran considerados asesinos al servicio de alguien, mientras que los matarifes eran vengadores secretos con la misi?n de ajustar cuentas y vengar las acciones de conjurados y asesinos. Pero, aparte de estos peque?os detalles, ambos hac?an m?s o menos las mismas cosas y actuaban de una manera muy similar —respondi? el testigo. —?Entonces ese libro de profec?as dec?a la verdad? —pregunt? de nuevo el investigador. —Solo en parte, porque no hab?a nacido como un verdadero libro de profec?as propiamente, sino como una especie de broma en versos macabros que escarnec?a y narraba el fin que deb?a haber tenido Riario y la suerte que le aguardaba en Forl? inmediatamente despu?s de su muerte —respondi? el testigo. —?De d?nde ven?a ese libro? —En principio ven?a de Florencia y narraba hechos y cosas que deb?an pasar a Girolamo Riario y a nuestra ciudad hasta 1500. Pero no eran otra cosa que los planes de venganza y de conquista de Forl? por parte de Florencia, camuflados entre versos y profec?as, para vengarse del atentado de los Pazzi de Florencia. —?Y ese fraile y ese astr?logo qu? ten?an que ver? —Esos versos florentinos los encargaron a algunos frailes de Florencia y alrededores, como propaganda pol?tica habitual de la ?poca. As? narraban y hac?an saber al vulgo de aquellos lugares el fin que deb?an dar a los enemigos de Florencia. Despu?s de un poco, tambi?n se lo encargaron a un prestigioso y conocido astr?logo de la Roma?a, a fin de que leyera en las estrellas y explicara cient?ficamente a todos lo que iban a hacer los sicarios de los M?dicis, porque en esa ?poca el vulgo consideraba a la astrolog?a una ciencia. —Incre?ble —respondi? el investigador. —No tanto. En realidad, se trataba de la propaganda negra preparatoria habitual, seguida por la pol?tica de conquista militar de la ?poca —explic? el testigo. —?Y luego qu? sucedi?? —Luego, a la vista de que pasaban los a?os y no ocurr?a nada de lo que dec?an la estrellas, alguien orden? a la Compa??a de matarifes que hiciera aquello que estaba tambi?n escrito en alg?n lugar de los cielos, pero que, por diversos motivos, no acababa de pasar en la tierra —explic? el testigo. —En cuanto a Riario, ?qui?n era…? —trat? de preguntar el investigador. —Girolamo Riario era quien hab?a organizado el asesinato de los M?dicis por cuenta de su t?o, el papa Sixto IV. Y deb?a tomar el mando de Florencia en lugar de Lorenzo el Magn?fico una vez asesinado. Y es por esto por lo que hab?a acabado encabezando la lista de esa compa??a de matarifes, o sicarios, si lo prefiere —explic? el testigo. —Pero ?por qu? raz?n hab?a tratado Riario de hacer algo as?? —pregunt? el investigador. —Por varios motivos. Uno, porque era capit?n general de la Iglesia y el papa le hab?a ordenado tomar Florencia. El otro, porque a ?l tambi?n le interesaba tomar Florencia para unirla a sus se?or?os de Imola y Forl? y crear as? un gran ducado ?nico, a?adiendo tambi?n Faenza, entonces aliada de Florencia, que se interpon?a entre Imola y Forl?. Ese plan fracas? y solo muri? Juliano de M?dicis, mientras que Lorenzo el Magn?fico se salv? del ataque de dos sacerdotes sicarios y el resto pronto lo entender? a medida que se lo vaya explicando —respondi? el testigo. —Contin?e entonces —asinti? el investigador. —Volviendo al libro de la profec?a, antes de la muerte de Riario, se encontraron sobre una columna del altar mayor de la iglesia de San Mercuriale de Forl?unas inscripciones misteriosas en griego que alud?an a algo, y esto hizo sospechar a algunos. —?A qu? alud?an esos escritos de la iglesia? —Seg?n muchas personas de la ?poca, alud?an a su muerte. Sin embargo, el cronista Leone Cobelli tom? ese libro en verso que le hab?an entregado, escribi? algo titubeante y habl? por ah? haciendo tambi?n propaganda a los enemigos. Pero algunos sospecharon que era un truco de los conjurados para ocultar el homicidio que estaban preparando y sepultar a Riario bajo una especie de damnatio memoriae —explic? el testigo. —?Qu? es una damnatio memoriae? —pregunt? el investigador. Damnatio memoriae La condena a ser olvidado por la historia —?Se ha preguntado alguna vez por qu? de algunos se saben muchas cosas y hechos, mientras que de otros solo se sabe que existieron o que les pas? algo, pero poco a nada de ellos o de lo que les pas? de verdad? —pregunt? el testigo al investigador. —S?, pero pienso que se debe al hecho de que el lugar en que viv?a o donde sucedi? algo no hab?a buenos escritores o cronistas que decidieran escribir los acontecimientos. Y as? se acab? perdiendo el recuerdo de algo o de alg?n personaje —respondi? el investigador. —Podr?a ser as? en unos pocos casos, pero lo ha dicho correctamente al acabar la respuesta: se acaba perdiendo el recuerdo de alguien o de algo. —Bueno, eso tambi?n puede ser por causas diversas —replic? el investigador. —S?, es posible. Pero tambi?n existen algunas maneras de hacer que esto suceda. Es imposible que ocurra algo en un lugar y que nadie vea que ha pasado algo y se olvide del todo, a menos que alguno se ocupe de que se olvide todo o haga que de alguna manera todos los dem?s olviden todo —respondi? el testigo. —Le escucho, contin?e. —Al contrario que otros acontecimientos y personajes del pasado, de Riario y sus empresas no queda casi nada, incluida la mayor parte de los documentos oficiales que escribi? y firm?. Tampoco los recuerdos, las palabras y las historias que habitualmente se transmiten oralmente parecen ya existir en el caso de Riario, mientras que, por ejemplo, de su esposa, Catalina Sforza, quedan cartas, relatos escritos, palabras y recuerdos que persisten en el tiempo. —?Y cu?l es la raz?n? —Damnatio Memoriae la llamaban los latinos. Era una condena a ser olvidado y eliminado del recuerdo hist?rico de todos. Una pr?ctica habitual entre romanos y egipcios desde hac?a tiempo y que tambi?n se us? despu?s de ellos para eliminar a alguien de la historia —explic? el testigo. Luego a?adi?—: En la pr?ctica, se eliminaban todos los recuerdos y cosas que la persona hubiera hecho en vida. Todos sus escritos, todas las im?genes en las que estuviera retratado, todas sus insignias y cualquier cosa que la recordase. Si se hab?an acu?ado monedas con su nombre e imagen, estaba prohibido usarlas y ten?an que entregarse para fundirlas o acu?arlas con otra forma. »Incluso sus propiedades se demol?an hasta los cimientos o se despojaban de cualquier recuerdo y eso es lo que hicieron con Riario. Y tambi?n lo que luego hizo Catalina Sforza con los asesinos de Riario: se apoder? y arras? hasta los cimientos sus casas y propiedades, para que desapareciera todo recuerdo de ellos y se eliminaran y olvidaran tambi?n en la historia. —?Y d?nde est?n escritas ahora estas cosas? —pregunt? el investigador. —No tengo ni idea de d?nde est?n escritas ahora. Pero puedo decirle d?nde estaban escritas entonces. —D?gamelo. —El cronista Leone Cobelli escribi? algunas en sus cr?nicas y, si mira su correspondencia original, ver? que algunas p?ginas est?n arrancadas justo en el punto en que habla de hechos de Caterina y Riario. Y tambi?n otro escritor y cronista de Forl?, hoy pr?cticamente desconocido, Guido Peppo, llamado de la Estrella, tuvo el mismo final y hoy sus escritos ya no existen. Este escribi? muchos libros de historia que contaban muchos hechos y cr?nicas acaecidos en la Roma?a, pero todos sus escritos desaparecieron tras su muerte, porque hab?a sido amigo y cronista de Riario y tal vez tambi?n por alg?n otro motivo —explic? el testigo. —Qui?n era este Guido Peppo, llamado de la Estrella? —Un escritor y m?dico curandero de Forl?, capaz de leer y traducir como pocos el hebreo antiguo y el griego. —?Y todo esto se lo susurr? un fantasma en los o?dos? —pregunt? el investigador. —No, el primero que me lo cont? fue mi bisabuelo cuando ten?a once a?os —respondi? el testigo. —?Su bisabuelo le explic? todas estas cosas cuando ten?a once a?os? —pregunt? incr?dulo el investigador. —Aunque le parezca extra?o, es as?. ?Quiere explicarme mejor qui?n es usted y qu? le ha pasado? —pregunt? cada vez con mayor curiosidad el investigador. —Mi apellido es hoy Plaxxxxx y los antepasados de mi familia en los tiempos de Riario eran nobles y favorables al papado, pero entonces ten?amos otro apellido y nos llam?bamos Paoxxxxx. Ten?amos vivienda y negocios en Imola y Forl? por concesi?n pontificia y luego algunos miembros de mi familia tomaron parte junto a otras familias de Forl? en la conjura contra Riario y fueron considerados traidores, mientras que otros miembros de la familia se mantuvieron fieles. »Es por eso que mis antepasados se vieron obligados a cambiar el apellido a Plaxxxxx: para diferenciarse de la familia original que no hab?a traicionado la confianza recibida, y siguieron siendo una familia noble. Luego, con el paso de los siglos, pasamos de ser nobles en decadencia a administradores y funcionarios ciudadanos y poco a poco a simples empleados trabajadores de todo tipo aqu?, en la Roma?a. —?Todos aqu?? —pregunt? el investigador. —Tal vez le parezca poco, pero le aseguro que ser de una casa sin memoria y caduca es tambi?n una condena al olvido —explic? el testigo. —Podr?a ser verdad, pero usted ha tratado de recordar y mantener vivas muchas cosas y no me parece un desmemoriado. —S?, pero muchos en mi familia se han convertido en eso desde hace mucho. Y podr?a ser que no baste con que yo recuerde todo para rescatar, redimir y elevar nuestros destinos. —?Tiene muchos parientes? —Tengo muchos parientes. Pero la mayor?a tienen un apellido similar al m?o y no saben ya qui?nes fueron una vez ni que ?ramos parientes. —Trate de explic?rselo o dec?rselo de alg?n modo —dijo el investigador. —Por favor. La mayor?a no sabr?a ni siquiera de qu? hablo y a otros no les interesar?a tampoco recordar. Los hombres crean solos sus propias prisiones. —Tal vez tenga raz?n —dijo el investigador, tras pensarlo un momento. Luego a?adi?—: Contin?e, por favor. —Al final del siglo XVIII, un antepasado m?o con ideas ilustradas se convirti? en funcionario colaboracionista con los jacobinos del gobierno napole?nico, entonces establecidos en Forl?, y escribi? tambi?n algunas relaciones e indagaciones sobre nuestra poblaci?n para su administraci?n. »Este formaba parte de un grupo mas?nico esot?rico con algunos funcionarios napole?nicos y empez? a estudiar mesmerismo, que en Francia entonces hab?a enraizado con fuerza. —Contin?e —le anim? el investigador. —Estos sol?an reunirse de noche con franceses en algunas salas de palacio comunal y trataban de mesmerizar a muchas personas para ver qu? hab?a pasado en esos lugares. Mi antepasado ilustrado transcribi? asimismo algunas cosas de lo que averigu? durante esos experimentos. —?Mesmerizar? ?La pr?ctica hipn?tica descubierta por Anton Mesmer? —pregunt? estupefacto el investigador. —No exactamente. Mesmerizar no era como hipnotizar y adormecer a alguien, sino que equival?a a magnetizar o sintonizar, como dir?amos hoy, a una persona con alguien o algo. —Nunca lo hab?a o?do de antes —respondi? sorprendido el investigador. —Depende de por cu?nto tiempo entienda antes. Exist?a en los tiempos de Mozart y hace solo un siglo todav?a se o?a hablar de esta pr?ctica. Hoy ya no se utiliza, pero entonces se usaba para poner a una persona en comunicaci?n con un lugar o con otra persona. —Me da escalofr?os solo pensarlo. En todo caso, ?qu? pas?? —pregunt? el investigador. —Averigu? que algunas personas mesmerizadas contaron qu? hab?a pasado y c?mo hab?an sido algunas cosas en siglos anteriores, mientras otros revivieron detalles de lo que hab?a pasado y lo contaron sin ambages. —?Qui?nes eran estas personas? —Algunos eran jacobinos de Forl? favorables al gobierno napole?nico que se estableci? por tiempo breve en la ciudad, otros simples ciudadanos y funcionarios, otros eran, por el contrario, militares franceses. —Contin?e. —Hubo personas que contaron muchos detalles, otras que revivieron cosas pasadas, otros, por el contrario, eran un poco reticentes y estaban asustados y contaron poco o nada —explic? el testigo. —?Y su bisabuelo le cont? todo esto cuando ten?a once a?os? —pregunt? el investigador. —No. Mi bisabuelo no hab?a nacido a?n en esos tiempos, pero supo por su padre lo que hab?a pasado en esos lugares y me cont? lo que hab?an hecho y lo que todav?a sab?a. —?Por tanto, sus descendientes se contaron con el tiempo de padres a hijos lo que sab?an y muchas de estas cosas han llegado desde sus antepasados hasta algunos de ustedes? —pregunt? el investigador. —Pr?cticamente s?. —Contin?e —dijo el investigador. —Pasado el gobierno napole?nico, mi antepasado jacobino se convirti? en funcionario del ayuntamiento de Forl? y muri? asesinado por un presunto hijo ileg?timo en 1830. »Muchos a?os despu?s, su nieto se convirti? en guarda de los almacenes comunales que se encontraban entonces en la planta baja del patio del palacio comunal. Y tambi?n ?l, siguiendo los pasos de nuestros antepasados, hizo investigaciones esot?ricas con otras personas hacia finales del siglo XIX. —?Solo hicieron investigaciones esot?ricas o hicieron algo m?s? —pregunt? el investigador. —Hicieron tambi?n otras cosas. As?, entretanto hicieron algunas sesiones espiritistas en la fortaleza de Ravaldino, o sea, la fortaleza de Riario y Catalina Sforza, de la cual ten?an las llaves de acceso —respondi? el testigo. —?Sesiones espiritistas a finales del siglo XIX? —pregunt? el investigador. —De verdad. Ese fue el periodo del m?ximo esplendor de esas cosas en todo el mundo. —Es verdad, pero ?qu? paso finalmente con todas esas sesiones de mesmerismo y espiritismo? —pregunt? el investigador. —Sucedi? que trataron de llamar a diversos personajes, y no solo a Riario, para que les contaran nuevas cosas y muchos detalles. —?A qui?nes invocaron? —A varias personas. Una fue Catalina Sforza, los otros eran ciertos personajes de Forl?. Entre otras cosas, despu?s de aquellas sesiones, en la fortaleza de Ravaldino se manifestaron los esp?ritus de algunos oficiales franceses y jacobinos italianos que, ochenta a?os antes, durante el reino napole?nico-jacobino hab?an realizado sesiones de mesmerismo dentro de esa fortaleza, que usaban entonces como cuartel para los soldados franceses —explic? el testigo. —?Qui?nes eran? —Eran militares franceses y algunos funcionarios de Forl? de la ?poca napole?nica. Es un hecho que ochenta a?os despu?s, cuando lleg? la moda del espiritismo, otros ciudadanos, hacia finales del siglo XIX, empezaron a tratar de invocar a personas de todo tipo para descubrir qu? hab?a pasado. —Y estas personas que hicieron las sesiones de espiritismo ochenta a?os despu?s de la ca?da de Napole?n, ?qui?nes eran? —pregunt? el investigador. —No le dir? los nombres, pero algunos eran ciudadanos de diversos tipos. Otros, exgaribaldinos y republicanos. El guarda del castillo que tom? parte en todo esto era mi antepasado y en 1957, cuando yo ten?a once a?os, mi bisabuelo me cont? mucho de lo que entonces supieron y descubrieron. —?Y qu? descubrieron? —Muchas cosas sobre Riario y Catalina Sforza —respondi? el testigo. —Est? bien. Contin?e habl?ndome de Riario y de Catalina Sforza —pide el investigador cada vez m?s atento y curioso por el relato de ese testigo. ?Qui?n era Girolamo Riario y c?mo lleg? a la Roma?a? El testigo empieza a narrar: —Girolamo Riario naci? en Savona, su t?o era el papa Sixto IV. As?, se convirti? en conde de Imola y Bagnara di Romagna por voluntad de su t?o, que le regal? esas tierras. »Adem?s, Girolamo ten?a un hermano, Pietro Riario, quien, tambi?n gracias a su t?o o, seg?n algunos, su padre, se convierte muy joven en cardenal y obtiene multitud de cargos eclesi?sticos y la direcci?n de numerosos monasterios. »Oficialmente, su hermano era cardenal, arzobispo, legado pontificio y muchos otros cargos. Era tan rico como joven y no se llegaba a saber cu?ntas influencias gestionaba ni cu?ntos bienes pose?a. »Por dar un ejemplo, con solo veintis?is a?os sus rentas anuales llegaban a sesenta mil ducados, que por aquel entonces era una cifra enorme. —Seg?n algunos, tambi?n era un poco disoluto y lujurioso, pero yo ser?a cauto con esto —concluy? el testigo. —?Por qu?? —Porque tambi?n ?l fue objeto, junto a Sixto IV, de otra especie de damnatio memoria que consist?a en denostarlos. Solo que ?l y su t?o formaban parte de la Iglesia y entonces era m?s dif?cil que les atacaran aquellos que se ocupaban de estas cosas. »Para empezar, le implicaron en ciertos tr?ficos de influencias pol?ticas y dio en Roma algunas fiestas hist?ricas, que, por coste y trabajo, dejaban a las antiguas romanas a la altura del bet?n, pero no parece que fuera un atontado disoluto, como algunos quisieron presentarlo. Igual que su hermano y su t?o, fue un ferviente protector y observador de la regla franciscana. Muri? repentinamente con solo 28 a?os, algunos dicen que envenenado o por una indigesti?n causada por sus muchas juergas y sus memorables fiestas que pasaron a la historia, pero m?s bien parece que enferm? durante un viaje —explic? el testigo. —As? que, tras la muerte de Pietro Riario, Girolamo hered? tambi?n el poder econ?mico y eclesi?stico de su hermano, convirti?ndose en administrador y gestor tambi?n de los bienes de este, hasta el punto de que la apodaron el «Archipapa», frente al apodo de «Antipapa», que entonces recib?an las personas enemigas del papa. »Probablemente en ese momento Riario se convierte en uno de los hombres m?s ricos de Italia, pero Girolamo era m?s prudente y estaba m?s atento a la gesti?n de los dineros que su hermano Pietro, hasta el punto de no se permit?a banquetes ni placeres, salvo el de la caza. »Girolamo Riario no ten?a vicios, de hecho era de temperamento valiente, pero con un car?cter algo reservado y, aunque, como su t?o, fue un protector de los franciscanos, era m?s adecuado para las armas que para la iglesia. »As?, tres a?os despu?s de la muerte del cardenal Pietro Riario, el papa Sixto IV se cubri? las espaldas y nombr? cardenal al primo de Girolamo, Raffaele Riario, que ten?a apenas 17 a?os. »Este nuevo cardenal, junto a Girolamo, rehac?a una pareja de sobrinos dedicados al servicio de Sixto IV. »El papa hizo un buen uso de ambos, uno como su mano derecha en las cuestiones diplom?ticas y espirituales y el otro en las cuestiones pol?ticas y militares. As? us? a ambos en la lucha por la ca?da de los M?dicis y la conquista de Florencia. »Florencia era entonces una ciudad muy hermosa y rica, enfrentada a la Iglesia, que ve?a en los M?dicis sus principales enemigos y en los Pazzi, otra familia noble florentina, sus principales aliados. »Los M?dicis se hab?an hecho muy ricos y nobles gracias a sus bancos de cr?dito, mientras que los Pazzi eran algo menos ricos, pero m?s nobles desde hac?a siglos y fieles a la Iglesia. »En particular, los Pazzi se vanagloriaban de descender de Pazzino de Pazzi, un caballero que hab?a participado en la primera cruzada y, con las manos desnudas, hab?a sido el primero en escalar las murallas de Jerusal?n, abriendo as? el paso a todos los dem?s para la conquista de la ciudad. »De vuelta a Florencia, con tres fragmentos de piedra del santo sepulcro, recibi? un regalo por su empresa y fue festejado con honores y glorias solemnes por todos los florentinos. Y desde entonces su familia fue considerada noble y al servicio de la Iglesia. »Estos fueron igualmente los principales aliados del papa Sixto IV para tratar de hacer caer a los M?dicis y conquistar Florencia por parte de Riario, con la c?lebre conjura de los Pazzi —concluy? su explicaci?n el testigo. Êîíåö îçíàêîìèòåëüíîãî ôðàãìåíòà. Òåêñò ïðåäîñòàâëåí ÎÎÎ «ËèòÐåñ». Ïðî÷èòàéòå ýòó êíèãó öåëèêîì, êóïèâ ïîëíóþ ëåãàëüíóþ âåðñèþ (https://www.litres.ru/pages/biblio_book/?art=63808411&lfrom=688855901) íà ËèòÐåñ. Áåçîïàñíî îïëàòèòü êíèãó ìîæíî áàíêîâñêîé êàðòîé Visa, MasterCard, Maestro, ñî ñ÷åòà ìîáèëüíîãî òåëåôîíà, ñ ïëàòåæíîãî òåðìèíàëà, â ñàëîíå ÌÒÑ èëè Ñâÿçíîé, ÷åðåç PayPal, WebMoney, ßíäåêñ.Äåíüãè, QIWI Êîøåëåê, áîíóñíûìè êàðòàìè èëè äðóãèì óäîáíûì Âàì ñïîñîáîì.
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