Безжизненность опущенных портьер Сомкнувшись с неподвижностью торшера, Являет равнодушие портье Клиенту с бурным натиском терьера. Застыл непроницаемой стеной, Как хрупкое укрывший подстаканник, В проеме твердо сдерживая ночь, Всего один кусок неплотной ткани; Как сталь несокрушимого щита, Принявшая бесчисленные стрелы От мрака, что вторжение счи

El Viaje De Los H?roes

El Viaje De Los H?roes Cristian Taiani En el mundo de Inglor una aparente paz est? a punto de ser socavada por un antiguo y malvado hechizo, una oscuridad que ya en el pasado hab?a causado la mayor guerra que las Siete Tierras hab?an visto. Cantada y narrada por los bardos como la Guerra Sangrienta, hombres y elfos participaron abandonados por el m?s antiguo linaje de enanos, gloriosa fue la batalla donde el Sin Nombre y su s?bdito Zetroc fue cazado. Veinte a?os despu?s, el mal vuelve a las calles de Radigast, la capital de las Siete Tierras, y en su camino se encuentra con Rhevi, una chica mitad humana y mitad elfa que creci? entre el amor del abuelo Otan, due?o de la posada, el Oso Blanco, Tras el abandono de la madre elfa, el padre, perdido en el dolor, se alista en el ej?rcito del emperador Adon Vesto, la pobre chica pierde todo rastro de ?l, la chica que sue?a con dejar la realidad de esa ciudad que no la acepta tendr? la forma de cumplir su deseo, ?pero a qu? precio? Un chico flaco con un alma noble pero con un temperamento arrogante acaba de convertirse en mago despu?s de una vida como recluso en la academia de magia m?s codiciada de Inglor, entrenado en las artes arcanas por los maestros m?s h?biles comandados por el director Searmon, mentor y amigo del mago hu?rfano, el ?nico puente con su misterioso pasado. Los dos chicos se encontrar?n durante una fiesta en la posada, pero el feliz encuentro los pondr? frente a un hombre misterioso que los llevar? a un largo viaje bajo un juramento que parecer? m?s bien una maldici?n. Durante su peregrinaci?n se encontrar?n con Adalomonte, el guerrero de ojos rubios sin un pasado claro, marcado por el s?mbolo del lobo y el le?n, la efigie de los hermanos que se cree que son dioses. Tres de ellos desafiar?n el destino en busca de la libertad iniciando un viaje que los pondr? frente a descubrimientos y misterios m?s grandes que ellos, entre la magia, las guerras, los enanos, los dragones y el viaje en el tiempo se encontrar?n para convertirse en los h?roes que Inglor estaba esperando. Se encontrar?n con los elfos de la Luz Elros An?rion, los hermanos gnomos a bordo de su nave artefacto, las profec?as legendarias, los exc?ntricos piratas capitaneados por el terrible corsario Frasso y los malvados elfos de la Oscuridad. Cruzar?n el caluroso desierto de Azir hasta que descubran los arcaicos secretos escondidos por el tiempo y la oscuridad sin nombre Cristian Taiani El Viaje de los H?roes El Juramento T?tulo | El Viaje de los H?roes. El Juramento Autor | Cristian Taiani Traducido por Jorge Ledezma Mill?n Ilustraci?n de la portada: Isabella Manara Concepto gr?fico: Giuseppe Cuscito P?gina de Facebook: https://www.facebook.com/GCDigita lArt/ (https://www.facebook.com/GCDigita%20lArt/) (https://www.facebook.com/GCDigita%20lArt/)Immagine folio: Grafica da pntree.com Edici?n a cargo de Miriam Mastrovito Primera edici?n © 2018 Cristian Taiani Todos los derechos reservados. La reproducci?n total o parcial est? prohibida por la ley. Esta es una historia ficticia. Los nombres de los personajes y las situaciones son el resultado de la imaginaci?n del autor. Cualquier referencia a hechos o personas existentes es puramente aleatoria. Escuch? que mi sue?o estaba destinado a quedarse en un caj?n. Ning?n sue?o es creado por el alma para ser encerrado. CAP?TULO 1 El encuentro V?gesima Era despu?s de la Guerra Sangrienta, ciudad de Radigast Radigast: nubes oscuras y cargadas presagiaban un invierno lluvioso m?s fr?o de lo normal en la ciudad de Ragia. Ca?a una lluvia densa, gruesa, que hac?a dif?cil incluso mirar m?s all? de la palma de la mano. Las gotas rebotaban en los tejados de las casas y en la Academia de Magia, la m?s grande de las Tierras del Escudo, una de las Siete Tierras del mundo de Inglor. Al sur de la capital estaba el Mar Profundo, mientras que en el lado norte se alcanzaban a vislumbrar los elevados picos de las monta?as de Morgrym, donde, seg?n se dec?a, viv?a la m?s antigua estirpe del pueblo de los enanos. El r?o, casi congelado, pasaba justo frente a una posada, reflejando hermosos colores que iban desde el p?rpura amatista hasta el azul marino. A trav?s de una ventana se pod?a distinguir una figura flotante y danzante; su cabello ten?a un color bastante extra?o e inusual en aquella zona: un azul celeste con reflejos color verde oscuro. Muy alta para ser mujer, de piel blanca y libre de imperfecciones, parec?a una criatura atemporal. Sus ojos color verde esmeralda parec?an esconder un tesoro, una riqueza dif?cil de alcanzar. Rhevi se encontraba ocupada limpiando la posada despu?s de un duro d?a de trabajo. Debajo del corpi?o de cuero, que sol?a usar, sus magros m?sculos se contra?an, entrenados no solo por su trabajo como camarera, sino por a?os de entrenamiento con la espada. Era sobre todo una guerrera, o eso le gustaba imaginar, no porque hubiera participado en alguna guerra, sino porque luchaba todos los d?as debido a su condici?n inusual: Rhevi no era como los dem?s, era descendiente, aunque s?lo por el lado materno, de una antigua raza de elfos. A veces incursionaba en peque?os robos, no solo porque la vida en el pueblo era bastante dura, sino para poner a prueba su formidable destreza. Su padre se hab?a marchado y ella no lo hab?a visto en a?os, se hab?a alistado en el ej?rcito del Imperio del Escudo y nunca hab?a regresado. A su madre, Elanor, nunca la conoci?; a veces intentaba imaginarla y en ocasiones so?aba con ella. En sus sue?os, ella era solo una figura femenina de aspecto elfo. Los elfos ahora viv?an escondidos, olvidados por otras razas, hab?an luchado y defendido a los pueblos de las Siete Tierras. Los miembros de dicha raza pose?an talentos ?nicos y raros; enamorados del amor, el arte y la naturaleza, se hab?an retirado a los bosques cuando se dieron cuenta de que el mundo que conoc?an hab?a cambiado y era cada vez menos respetuoso de los valores antiguos. "Cuando crezcas te lo contar? todo, hasta entonces no debes hacer preguntas". Quienes conoc?an a Rhevi trataban de no prestar atenci?n a su aspecto diferente, al menos en su presencia, pero ciertamente no faltaban los chismes de los transe?ntes y personas maliciosas. De repente la puerta se abri?. "?Vaya que hace fr?o! Buen trabajo, sobrina". Era el abuelo Otan, due?o de la posada el Oso Blanco, un hombre de aspecto generoso, baja estatura, vientre pronunciado y un rostro redondo bastante agradable. Ten?a una peque?a isla calva en la cabeza bordeada de cabello blanco, as? como los hombros encorvados por el trabajo duro, siempre estaba bronceado, incluso durante los fr?os y oscuros inviernos. "Gracias abuelo, como siempre eres muy amable", respondi? con una sonrisa Rhevi, dej? la escoba en un rinc?n y lo salud?. Su trabajo de aquel d?a hab?a terminado. La chica sali? al patio trasero de la posada y sac? su espada, una cimitarra de fabricaci?n elfa que hab?a dejado su madre en la casa que hab?a tenido que dejar a?os antes, cuando su padre se march?. El arma estaba bien conservada en un ba?l que hab?a descubierto mientras jugaba al escondite con su padre. Era el ?nico recuerdo tangible de mam?. Comenz? su entrenamiento estirando los m?sculos de la espalda y de las piernas, luego tom? su espada y comenz? a batirse en duelo con un enemigo imaginario. Su mente hab?a imaginado un formidable guerrero, no importaba cu?ntos golpes pudiera dar, ?l seguir?a girando, usando peque?as rocas para saltar, y medios giros para mantener el equilibrio. Al final del d?a, el oponente la conoc?a bien porque era ella misma. La resistencia, la velocidad y la fuerza eran cualidades importantes para convertirse en un buen espadach?n. Rhevi lo hac?a sola, recordando lo que su padre le hab?a ense?ado y lo que hab?a aprendido de sus escapadas fugaces al campo de entrenamiento de los soldados de las Siete Tierras. Para mejorar las t?cnicas que ya dominaba, necesitaba encontrar un maestro de artes marciales. Pero, ?c?mo alejarse de su abuelo? En su ausencia, el viejo se habr?a visto obligado a depender s?lo de su propia fuerza, ahora desgastada, y de su peque?o ayudante Merry, un muchacho flacucho de cabello alborotado y piernas torcidas. Sin mencionar el costo de las lecciones, imposible de sostener. Aquella noche sinti? que alguien la observaba, mir? a trav?s de los arbustos encalados, pero no vio nada, exhal? un profundo aliento que form? una nube blanca, y agotada, al notar que el sol se hab?a puesto, se fue a dormir. ?? "?Por el gran Eurotovar, lo has conseguido Talun! ?te graduaste!" El chico se gir? con una sonrisa burlona y dijo: "?Acaso hab?as dudado Gregor? ?Soy el mejor aprendiz de Radigast!" Talun era alto y muy delgado, su cara estaba cubierta de pecas, su cabello era rizado y negro como el carb?n, ten?a una perilla de un color rojo inusual, el cual no sabia de quien lo hab?a heredado, ya que nunca conoci? a sus padres. Hab?a crecido en la Academia de Magia, donde lo dejaron al nacer. Su ?nico atuendo era una t?nica oscura, remendada en varios lugares. Despu?s de a?os de estudios por fin lo hab?a logrado, ?era un mago! "?Ma?ana celebraremos! Iremos al Oso Blanco, tengo algunas monedas de cobre para gastar. M?s una que me debes, si bien recuerdo", dijo con una sonrisa bajo su bigote mientras miraba a su mejor amigo, un chico de enorme barriga con el cabello recogido en una peque?a cola de caballo, vestido igual que ?l. Los dos hab?an crecido juntos en la escuela y a lo largo de los a?os se hab?an vuelto como hermanos. Gregor era a menudo el blanco de los matones que lo llamaban "gordinfl?n" o "chancho". Esto hab?a acercado a?n m?s a los dos chicos, quienes se apoyaban mutuamente y luchaban juntos en las peque?as batallas diarias. Gregor respondi? con una carcajada, ya que entend?a lo que el mago quer?a decir. "?Cierto! Ahora que te has graduado, puedes salir de la torre, y puedes llevarme contigo, como compa?ero, es genial". La vida en la escuela de magia era muy dura para los aprendices, sus d?as estaban llenos de estudio y poco descanso. Ning?n aprendiz pod?a dejar la torre hasta su graduaci?n, excepto para alg?n recado fugaz. Y nadie que no formara parte de la academia pod?a entrar excepto con un permiso especial del maestro supremo. "Por supuesto, eres mi ayudante, y lo ser?s por mucho tiempo", respondi? Talun con un aire de superioridad, y el otro lo mir? con aire de gravedad, s?lo para estallar de nuevo en una risa estruendosa. Talun era amable, pero ten?a un defecto: siempre pretend?a estar por encima de todos, quiz?s para protegerse a s? mismo, o quiz?s porque era verdaderamente superior a los dem?s. Se levantaron del banco del jard?n de la academia, situado a los pies de la torre, se trataba de un vasto semic?rculo cubierto de vegetaci?n, y con una enorme rosa de los vientos en el centro, grabada en piedra y decorada con runas e im?genes de antiguas leyendas. Una de ellas narraba c?mo el grabado hab?a sido donado por los reyes enanos al viejo decano como muestra de agradecimiento despu?s de la Guerra Sangrienta. Los dos amigos caminaron hacia sus habitaciones. Talun no durmi? mucho aquella noche, todav?a estaba emocionado por el examen y su primera salida, sin compa?eros adultos escolt?ndolo. En la oscuridad de su habitaci?n, se sinti? observado. Se levant? y se dirigi? a la enorme ventana de su habitaci?n. Las gotas de agua se estrellaban contra el vidrio, dificultando la observaci?n del exterior. Talun pas? su mano por la superficie para limpiarla de la escarcha; un rayo ilumin? su rostro, casi asust?ndolo, luego vino el trueno. La ma?ana lleg? de todos modos, la tormenta hab?a dejado un olor a tierra h?meda y un aire helado. Talun sinti? que se filtraba en sus huesos. El d?a pas? r?pidamente entre peque?as tareas y algunos viajes por la capital. Y lleg? la noche, y con ella el fr?o punzante se convirti? en un viento helado. Sus pasos eran acompa?ados por el sonido de los postigos que se golpeaban contra las ventanas cerradas de las peque?as casas. El mago vio que Gregor caminaba hacia ?l, ten?a en su mano el permiso firmado por el maestro supremo para salir de la academia. "Est? helando, vamos a emborracharnos un poco", dijo el euf?rico Talun. Se dirigi? con Gregor a la posada y all? celebraron durante horas, recordando divertidas historias y cantando a todo pulm?n, hasta que s?lo quedaron ellos dos. En un momento dado la mesera les dijo que era hora de cerrar. "Oye, ?has visto eso? ?Es la chica mitad elfa! He o?do hablar de ella en ocasiones. ?Que hermosa es!", dijo Gregor, emocionado por el vino tambi?n. En la antig?edad, cuando las dos razas a?n estaban unidas, no era inusual que elfos y humanos se enamoraran. Pero despu?s de la Guerra Sangrienta, la gente de la luz se retir? a los bosques, decidiendo dejar de mezclar su sangre ?lfica con la humana. "S?, pero ahora debemos irnos, es tarde y estoy muy cansado, no he descansado mucho ?ltimamente y quiero recuperar mi energ?a para el estudio". Talun trataba de disuadir a su amigo antes de que pensara que pod?a hacerle preguntas imprudentes a la muchacha, avergonz?ndolo. Adem?s, cada ma?ana los magos se ve?an obligados a recitar f?rmulas con el objeto de activar la energ?a necesaria para realizar los hechizos y la pr?ctica requer?a tiempo y concentraci?n. Talun se levant? de la mesa y se dirigi? a la puerta, en eso, esta se abri? de par en par y entr? un hombre herido, trayendo consigo algo de aguanieve y el aire urticante del invierno. La chica camin? r?pidamente hacia ?l. El chico lo sostuvo y lo ayud? a sentarse, estaba completamente vestido de negro, podr?a pasar por un guerrero b?rbaro. Era alto, de cabello largo y blanco como la nieve y ojos cubiertos con un velo negro, como la noche m?s profunda. "?Se encuentra bien?" pregunt? Talun con voz preocupada. Pronunci? en silencio un hechizo, que la gente a su alrededor no entendi?, ya que su susurro fue demasiado r?pido. Este liber? una energ?a color verde claro de su mano y la herida se cerr? en el acto. "?Eres un mago!" exclam? Rhevi con asombro. Afortunadamente, el abuelo Otan ya se hab?a retirado a su habitaci?n. Si hubiera visto la escena, habr?a tenido un ataque al coraz?n. "S?, para ello hemos dedicado lo mejor de nuestro tiempo", respondi? Talun con convicci?n. "S?... s?lo que nadie lo sabe todav?a", respondi? Gregor con una expresi?n entre divertida y sarc?stica. El hombre se puso de pie y dijo: "Gracias, estaba buscando un mago, fui atacado fuera de la ciudad, por algo... una bestia... una bestia que nunca antes hab?a visto". Mientras pronunciaba estas palabras, la herida se reabri?, y la sangre brot? de nuevo. Talun estaba incr?dulo. "?C?mo es posible? Acabo de lanzar un poderoso hechizo de curaci?n, ?qu? podr?a haberle causado una herida que no puedo curar? ?Qu? tipo de bestia podr?a ser?" El extranjero lo mir? directamente a los ojos, y el mago se perdi? en aquella mirada hechicera y desconocida. "Una extra?a bestia, muy antigua, ?estar?an dispuestos a ayudarme?" Su voz era c?lida, su tono era intenso, encantador, hasta el mejor bardo se habr?a detenido a escuchar. Rhevi apenas pod?a creerlo, su imaginaci?n ya explotaba, proyect?ndola en incursiones, fugas y misiones imposibles, ?por fin tendr?a la oportunidad de vivir una verdadera aventura! Talun pensaba lo mismo, ya listo para responder de manera afirmativa. Gregor, en cambio, hizo un gesto con la cabeza, como indicando que no le atra?a mucho la idea, luego el hombre lo mir? a los ojos y algo se ilumin? en su mirada. "?Hora de ir a la escuela!" exclam? y sali? por la puerta, como una marioneta. "?Qu? le has hecho?" pregunt? Talun al extra?o. "Nada, pero no lo necesito, y t? ya has aceptado..." respondi? en un tono extra?o, como si hubiera le?do su mente. "No he aceptado nada, dinos que es lo que quieres", respondi? Rhevi, extra?ada pero curiosa... Todo era muy extra?o, y de repente se qued? desconcertada por aquella figura ambigua. "Quiero que me traigan una hoja... para que pueda curar la herida. ?Pueden hacerlo?" Talun dijo inmediatamente: "?Tan s?lo eso, una hoja? ?Para sanar? Us? magia y no pude hacer nada, ?c?mo es que que una simple hoja puede curarte? Pero si est?s tan seguro, dime d?nde puedo encontrarla". El hombre respondi? sin mirarlo. "Es m?gica, por eso puede curarme". Se volvi? hacia Rhevi. "?Puedes, chica?" Ella ni siquiera pareci? considerar la petici?n. "Por supuesto que puedo". "Con eso bastar?. No hay necesidad de pedir m?s ayuda", dijo Talun. El desconocido puso una mano en su coraz?n y la otra en el de la chica. Sin darle mucha importancia a las declaraciones del mago. "Bien, pero deben jurarlo". Ante el contacto, Rhevi sinti? una pesadez en el pecho, como si le hubieran colocado encima una piedra. Pero a?n as? respondi?: "Lo juro". Y luego dijo: "?Por qu? no conf?as en nosotros?" Ni siquiera la mir?, e hizo que Talun repitiera el mismo juramento, y luego dijo: "Por supuesto que conf?o en ustedes, pero soy un hombre de la vieja escuela, ?y cuando decides ayudar a alguien, tienes que jurarlo!" Dicho esto, camin? hacia la puerta con gran dificultad, dejando un peque?o rastro de sangre detr?s de ?l. "Una disculpa, olvid? presentarme, mi nombre es Cortez. Ma?ana saldr?n de la ciudad, se dirigir?n a la roca negra. ?Saben d?nde est??" "S? d?nde est?", respondi? Rhevi, mirando a Talun. "Encontrar?n una casa y yo los estar? esperando". Y el hombre regres? a la oscuridad de donde hab?a venido. Rhevi y Talun se miraron. Se quedaron sin palabras. Nunca se hab?an visto o conocido antes, y ahora estaban a punto de irse juntos a qui?n sabe d?nde, a petici?n de un extra?o. Rompiendo aquel silencio inc?modo, se despidieron. "Bueno, te ver? ma?ana aqu? en la posada y nos iremos juntos", concluy? Talun, no muy convencido. Se despidi? de Rhevi, sali? y se dirigi? a la escuela de magia. Camin? con gran velocidad, de repente no pod?a esperar para volver a la academia, al lugar que ahora llamaba hogar, pero que hab?a deseado fervientemente dejar en el pasado. Rhevi cerr? la puerta con cuatro cerrojos, si tuviera m?s los habr?a usado todos. Apart? suavemente la escarcha de la ventana con la mano para asomarse a la oscuridad, pero aparte del mago que avanzaba por el camino a paso r?pido, no vio nada. La escena le hizo sonre?r, el tipo era, despu?s de todo, agradable, con todo y sus extra?as maneras. CAP?TULO 2 El prisionero Vig?sima Era despu?s de la Guerra Sangrienta, ciudad de Radigast Aquella ma?ana estuvo acompa?ada por la quiz?s m?s intensa ola de fr?o en los ?ltimos cincuenta a?os. El aire g?lido manten?a a toda la ciudad encerrada. La torre de la academia de magia estaba cubierta por la nieve que hab?a ca?do durante la noche. Talun se levant? de su cama con m?s fr?o que de costumbre, adem?s porque no solo era un mago en su alma sino tambi?n en su cuerpo, su f?sico no era ciertamente el de un guerrero, era muy delgado y de aspecto fr?gil. Desayun? leche de cabra y una manzana, luego se coloc? delante de su grimorio, un libro antiguo que utilizaban todos los magos del mundo de Inglor y que guardaba la informaci?n de casi todos los conocimientos de magia adquiridos a lo largo de los a?os por el propietario. El volumen conten?a una larga lista de recetas para crear pociones y medicinas, f?rmulas para evocaciones y correspondencias astron?micas. A Talun le gustaba consultar el impresionante libro frente a la ventana porque durante los descansos pod?a observar el hermoso paisaje circundante. Como todas las ma?anas, comenz? a estudiar su magia. Despu?s de unas horas, estaba listo para reunirse con Rhevi en la taberna. Tom? el grimorio y su morral de viaje, y baj? por la larga escalera de m?rmol blanco, cuidando de no tropezar con su largo atuendo bordado en oro, de color rojo intenso. El d?a anterior hab?a gastado casi todos sus ahorros para comprarlo, hab?a sido su regalo por aprobar el examen. Desde las enormes ventanas de la torre de la academia de Radigast se pod?a ver el concurrido puerto, donde cada ma?ana se pod?an encontrar innumerables variedades de productos del mar; los viejos pescadores, incluso con tiempo desfavorable, lograban extraer del mar sus preciosas criaturas, que casi siempre terminaban en las fauces de los nobles obesos. "?Ad?nde te diriges esta ma?ana?" pregunt? Gregor en voz alta. "Voy a dar un paseo. Como sabes, soy un mago graduado. No he tenido ninguna clase obligatoria desde ayer. Pero vete, o llegar?s tarde y el maestro supremo se enfadar?. Te ver? esta noche", respondi? apresuradamente al tiempo que le hac?a un gesto con la cabeza. El edificio que albergaba la escuela parec?a un laberinto, y lo m?s probable es que hubiese sido construida de esa manera a prop?sito, llena de t?neles, pasillos y criptas, para proteger sus secretos. Mientras Talun caminaba rodeado por el ruido de la multitud de muchachos que pronto tomar?an sus lugares en las aulas, se encontr? con el maestro supremo que intentaba calmar las almas de sus alumnos. "?Buenos d?as director! Me dispon?a a dar un paseo por la ciudad", le salud?. El director Searmon lo mir? con altivez, era bastante alto y superaba a su alumno por lo menos en un palmo y medio; era delgado, ten?a una barba gruesa y una larga cabellera color p?rpura berenjena; su imponente figura estaba cubierta por una larga t?nica de colores brillantes, la cual parec?a tener vida propia, ya que cambiaba de color constantemente. Sonri? al joven mago. "Ve, amigo m?o, pero ten cuidado, he o?do rumores sobre una bestia en las afueras de la ciudad; si fuera cierto lo que dicen, podr?a ser muy peligroso; tendr? que hablar con el comandante de los guardias lo antes posible para intensificar las patrullas. Por supuesto, mientras s?lo se trate de habladur?as, no es prudente crear alarma, pero nunca hay que subestimar los chismes del pueblo. Nos vemos esta noche, Talun, y felicitaciones por tu examen, sigue as? y un d?a puede haber una silla aqu? esper?ndote". Talun no pudo evitar sonrojarse e hizo una reverencia para despedirse. Ten?a que darse prisa, una nueva amiga le estaba esperando. El mago supremo lo observ? mientras sal?a corriendo, su relaci?n iba m?s all? del mero ?mbito escolar, a?os antes, Searmon le hab?a prometido a un hombre muy importante que lo cuidar?a como si fuera su propio hijo. Searmon le deb?a a ese hombre un gran favor que hab?a recibido y no pod?a rechazar su petici?n. Desde ese d?a hab?a existido una sucesi?n de consejos y afecto entre los dos, pero siempre con el debido respeto dentro de la academia para no provocar rumores innecesarios. Talun sali? de las grandes puertas de la escuela y respir? el aire fr?o, llen?ndose los pulmones, aquello le produjo una sensaci?n de lo m?s placentera, se sinti? libre. Camin? por las concurridas calles del mercado, le encantaba esa parte de la ciudad, con los mercaderes gritando sus ofertas, los ancianos intentando todo tipo de regateos para ahorrar algo de dinero, los ni?os aferrados a las faldas de sus madres. Si hubiera sido verano habr?a sido a?n m?s hermoso con los carruajes llenos de vegetales coloridos y las grandes fuentes llenas de p?rvulos. Se dio cuenta de que estaba perdiendo el tiempo, mir? al cielo gris y decidi? apresurar el paso para llegar a tiempo a la posada. ?? Rhevi se levant? muy temprano esa ma?ana, sali? de la posada, admir? la suave capa de nieve, y con su habitual dedicaci?n realiz? su entrenamiento sin escatimar esfuerzos. Un tajo a la izquierda, otro a la derecha, y luego se detuvo con su espada larga y brillante. Se dio cuenta de las gotas que cubr?an la cimitarra. Una ligera lluvia ca?a del cielo, pronto se convirti? en nieve. Se prepar? para reunirse con Talun, tom? la espada, la puli? y, aunque no era necesario, la afil?. La empu?adura y la hoja estaban hechas de una extra?a y casi indestructible aleaci?n con una piedra azul en la parte superior. El filo de la espada ten?a venas del mismo verde que los reflejos de su cabello, pero ella no conoc?a el secreto, y en ese momento ni siquiera se lo preguntaba. Finalmente, la coloc? en su vaina, entr? en la posada, se dirigi? a su habitaci?n y llen? una tina de madera con una infusi?n de hierbas y agua caliente. Se sumergi? en ella y se qued? un rato para disfrutar del calor del agua caliente hasta que esta se enfri?. Cuando sali? de la ba?era, observ? su cuerpo reflejado en el espejo y qued? fascinada. Este era simplemente perfecto, magro, ?gil. Con un gesto inusual para sus rudos modales, acarici? su larga cabellera azul y mir? el brillo de sus propios ojos, de un verde esmeralda profundo, aquello la asombr?. Era de una belleza ?nica, a pesar de esas orejas puntiagudas que a veces le sobresal?an de la cabellera, haci?ndola sentir graciosa a los ojos de los dem?s. Se visti? con su t?pico atuendo masculino. Con su corpi?o, su espada y sus pantalones de cuero oscuro era mal vista por las chicas de la ciudad, pero aquello no le preocupaba en absoluto. De hecho, le divert?a. Baj? a la cocina de la posada, como siempre, bastante ordenada y limpia. "?Ad?nde vas? Trabajaremos esta noche, ?s? lo sabes?" dijo el abuelo Otan, mientras secaba un vaso detr?s del mostrador y luego lo colocaba junto a un plato lleno de huevos cocidos al vapor y dos rebanadas de tostadas. Se acerc? a la chica que com?a con avidez. "S?, lo s?, pero quer?a pedirte una tarde libre, tengo que hacer una entrega de comida para un hombre que vive fuera de la ciudad, ?o de lo contrario t? tendr?s que ir!" minti?. "De ninguna manera, soy un pobre viejo y con este fr?o ni siquiera llegar?a a las puertas de la ciudad, pero ?vas a ir sola? All? afuera es peligroso y m?s peligrosos a?n son los hombres que buscan la compa??a de chicas hermosas". Rhevi lo mir? y sac? su espada con una velocidad sobrehumana. "No te preocupes, puedo cuidar de m? misma", sonri? suavemente. Otan enrosc? su labio en una mueca. "?Ah, lo olvid?! Traer? agua y verduras", dijo la chica al entrar en la cocina. "No llegues tarde, sabes que me preocupo, aunque en mi coraz?n s? que puedes arregl?rtelas, te ver? esta noche, mi peque?a", dijo el abuelo en un tono meloso. Al final del d?a ella segu?a siendo su ni?a, ella hab?a tomado el lugar de su hijo, y ?l la hab?a criado sin que le faltara nada. Rhevi sali? de la posada y esper? al mago, y despu?s de unos minutos lo vio llegar, ya cansado. "Hola, Rhevi, ?est?s lista?" dijo el chico tiritando de fr?o. "Por supuesto, tengo mucha curiosidad respecto a ese hombre", respondi? ella. Salieron del lugar y en poco tiempo llegaron a las puertas de Radigast. Saludaron a los guardias en las puertas y salieron. El fr?o cortaba sus rostros, los ?rboles estaban desnudos y el barro hac?a m?s dif?cil la marcha, el cielo estaba bastante nublado y promet?a una tormenta en breve. "Espero que no llueva antes de que lleguemos a la casa de Cortez", dijo Talun, quien se hab?a cubierto con un abrigo muy pesado y ten?a una capucha sobre su cara. Rhevi s?lo llevaba una camisa gruesa y su corpi?o, pero por el momento no ten?a fr?o, su cuerpo parec?a estar acostumbrado al clima. "Vamos, camina m?s r?pido, Talun. Un poco de entrenamiento en el bosque no te vendr?a mal". La joven comenz? a re?rse. "No te r?as, llevo una t?nica, mira, est? sucia por barro, me la acabo de regalar y ya se est? arruinando", respondi? el joven mago. Despu?s de aproximadamente una hora de marcha, vieron la roca negra que el hombre les hab?a mencionado, miraron a su alrededor, se desviaron del camino y se perdieron entre los arbustos, hasta que divisaron una columna de humo blanco a lo lejos, y se dieron cuenta de que estaban en el camino correcto. Empapados, debido a que el clima no les hab?a perdonado, llegaron a la casa. El exterior se estaba desmoronando y parec?a abandonada, pero en realidad alguien estaba all?. Sal?a humo de la peque?a chimenea. Rhevi se acerc? y golpe? la puerta, pero para su sorpresa not? que ya estaba abierta. Talun la mir? con una expresi?n de sospecha y entr?. "?Hola?" preguntaron con voz fuerte y clara, pero no obtuvieron respuesta alguna. El lugar estaba lleno de libros y desordenado, la chimenea estaba encendida y hab?a una olla en el fuego en la que herv?a una sopa. Se pod?a percibir un olor nauseabundo en el ambiente. Rhevi y Talun buscaron en las otras habitaciones, pero no encontraron a nadie. Esperaron un rato, y luego la chica mitad elfa dijo: "?Qu? hacemos, nos vamos?" En ese momento, el fuego de la chimenea se extingui? de repente y un chorro de aire comprimido sali? de un agujero bajo las brasas. Ambos saltaron asustados. "?Qu? hay ah? abajo?" pregunt? Talun mientras se acercaba. Con un movimiento de su mano, levant? la reja sin tocarla y qued? al descubierto una escalera debajo. "?Qu? hacemos?" pregunt? el mago, ya imaginando la respuesta. "?Y lo preguntas? ?Bajemos, no he venido hasta aqu? s?lo para coger fr?o y agua!" Rhevi baj?, seguida por su compa?ero. Al final de las escaleras hab?a un t?nel, se pod?a percibir un hedor a moho y no se ve?a nada, o al menos Talun no ve?a nada, porque Rhevi, con el m?s m?nimo rayo de luz que sal?a de la parte superior de las escaleras, pod?a ver muy bien, un rasgo heredado de su madre. "?Espera, no veo nada, por Eurotovar!" exclam? Talun decepcionado, y con un gesto acompa?ado de unas palabras incomprensibles hizo que saliera de sus manos una esfera de luz danzante. "Ahora podemos aventurarnos a qui?n sabe d?nde, ?eh?" dijo con un gui?o burl?n y engre?do mientras la bola de luz los segu?a. El t?nel era estrecho, casi claustrof?bico, muy sucio y de paredes ennegrecidas. Rhevi, que estaba de pie frente a ?l, not? una puerta redonda de bronce. Mientras caminaban, se escuch? un chasquido y con una pirueta tan ?gil que hizo que el mago abriera la boca, esquiv? cuatro dardos que salieron disparados de las peque?as grietas. Hizo un adem?n de aprobaci?n. "?Estamos seguros de que queremos seguir?" pregunt? Talun casi d?ndose la vuelta para volver, pero ella lo agarr? por la manga, tirando de ?l. La chica ignor? sus palabras y se acerc? a la puerta. Hab?a una extra?a imagen grabada en ella, un rostro mitad lobo, mitad le?n y misteriosas runas a su alrededor. El lobo ten?a las mand?bulas abiertas de par en par, entre las que se pod?an ver perfectamente sus afilados dientes, mientras que el le?n ten?a una pose orgullosa, parec?a una representaci?n del caos y la calma. Rhevi roz? con su mano el escudo de armas. "?Puedes descifrar lo que dice?" pregunt?. "Lo intentar?". Talun pareci? entrar en trance, y sus ojos se volvieron de color amarillo dorado. Sus p?rpados se mov?an con rapidez, como si estuviera escaneando todo su acervo de lenguajes en busca de s?mbolos similares, despu?s se detuvo de repente. "No, es un lenguaje muy, muy antiguo, lo siento". Rhevi trat? de abrir la puerta pero estaba cerrada con llave. Sac? unas herramientas de extra?o aspecto de su cintur?n y comenz? a trabajar en la cerradura, despu?s de unos minutos se escuch? un chasquido y la puerta se abri?. "?Veo que tienes otros talentos ocultos adem?s de ser acr?bata!" coment? el chico, ella sonri? mientras cruzaban el umbral. Ninguno de los dos esperaba en absoluto la escena que se present? ante ellos: se encontraron con un ser de piel muy clara, con brazos largos y c?nicos, almohadillas espinosas que sobresal?an de sus palmas, y un rostro sin boca. Por un momento, la criatura los mir? fijamente. Con movimientos bastante r?pidos la criatura se lanz? contra los chicos, pero con la misma velocidad Rhevi desenvain? su espada. La criatura la agarr? del brazo, hundiendo sus garras en este y haci?ndola gritar de dolor, la chica le dio un golpe en la barriga, oblig?ndolo a soltarlo inmediatamente. Talun pronunci? una frase en un idioma desconocido y de sus manos, se liberaron dardos de energ?a color verde oscuro que penetraron en la espalda del monstruo, luego lo golpearon en el pecho y lo derribaron. En sus mentes, los dos compa?eros escucharon una voz sibilante. "Mi amo los encontrar? y los matar?..." No tuvo tiempo de decir nada m?s porque la espada de Rhevi cay? con fuerza en el cr?neo de la bestia y la mat?. Talun se levant? r?pidamente y lleg? a donde estaba Rhevi, temblando y herida; hab?a entrenado, s?, pero no con dolor, era la primera vez que se enfrentaba a un monstruo en una pelea real. Ella estaba asustada y feliz al mismo tiempo por el resultado de la lucha. "D?jame ver esa herida", dijo Talun; con un r?pido y extra?o gesto de sus manos cre? una luz p?rpura que la hizo sanar completamente. "Gracias, eres genial", dijo Rhevi, haci?ndolo sonrojar. Miraron a su alrededor, vieron varios instrumentos de tortura, la misma escritura grabada en la puerta se reproduc?a en el suelo manchado de sangre, a unos metros de ellos hab?a un pozo, y al lado hab?a un gran espejo negro que no reflejaba nada. Los dos se acercaron para observarlo de cerca. Talun estudi? su forma ligeramente ovalada, parec?a ?nix pero no lo era. Lo toc? y por un momento le pareci? que reflejaba una mano m?s peque?a que la suya. Dej? el objeto detr?s de ?l y se acercaron al pozo, se asomaron al interior y lo que vieron los aterr?. Dentro hab?a un hombre sin camisa, con las mu?ecas y los pies encadenados, formando una X. Completamente maltratado, ten?a muchas heridas, era obvio que alguien hab?a disfrutado tortur?ndolo. "Vamos a levantarlo", dijo Talun con un tono de enojo en su voz. Aunque no conoc?a al hombre, la escena lo hab?a sacudido profundamente, seg?n su estricto sentido de la justicia nadie podr?a merecer tal tratamiento. Se acerc? a la polea conectada a las cadenas, agarr? los pelda?os fijados a una rueda dentada, con fuerza, y con la ayuda de la chica mitad elfa, levant? al prisionero. Liber?ndolo de las cadenas. Talun liber? la luz p?rpura curativa de sus palmas y cur? algunas heridas, haciendo que el hombre recuperara la conciencia. A la luz de la esfera m?gica que a?n flotaba a su alrededor, pudieron ver su aspecto: a pesar de las heridas, no parec?a tener miedo, su cuerpo musculoso tambi?n estaba cubierto de viejas cicatrices, su pelo era muy corto y negro. Pero la verdadera sorpresa fue cuando abri? los ojos: sus pupilas e iris eran de un color rojo rub?. "?Qui?n eres?" pregunt? el sujeto con una voz profunda, casi cavernosa. "Mi nombre es Talun y ella se llama Rhevi, vinimos aqu? por una misi?n, pero lo m?s probable es que fuera una trampa ?C?mo te metiste en esto?" Le hizo la pregunta mientras lo ayudaba a levantarse. "No... no me acuerdo, ni siquiera s? cu?nto tiempo llevo aqu?, s?lo s? que tenemos que irnos antes de que vuelva el que me tortur?, s?lo recuerdo su terrible risa", respondi? el hombre aturdido. Se dispusieron a salir, pero el s?mbolo bajo sus pies se ilumin? con un color carmes? cegador y los tres gritaron de dolor cuando se tocaron el pecho. S?lo el hombre sin camisa vio, en el lado de su coraz?n, un s?mbolo marcado con fuego: Inmediatamente reconocieron la cabeza mitad lobo y mitad le?n. El sufrimiento desapareci? y dej? el s?mbolo grabado en la piel. Talun mir? bajo su t?nica y vio que ?l tambi?n ten?a esa marca, y Rhevi descubri? lo mismo. "Salgamos de aqu? r?pidamente", dijo. Corriendo tan r?pido como pod?an, subieron las escaleras y se encontraron en la casa. El hombre golpe? con el pu?o un ata?d que estaba cerca de la chimenea y con una fuerza tremenda lo rompi? en mil pedazos. En su interior se encontraba una armadura con una correa de metal negro en forma de cr?neo, y una enorme espada. "Ahora podemos irnos", dijo mientras sosten?a el arma con una mano y agarraba el torso de la armadura con la otra. Cuando salieron de la casa ya era tarde. "Vamos a la ciudad, all? buscar? en la biblioteca de la academia el significado de este extra?o s?mbolo. Lo siento, pero ?c?mo te llamas, te acuerdas?" pregunt? al hombre. "Me llamo Adalomonte, ?as? que eres un mago? Bueno, espero que seas de utilidad", dijo en un tono serio mientras llevaba la armadura, pero estaba demasiado emocionado para luchar. Talun se levant? la t?nica y empez? a correr como nunca antes, Adalomonte y Rhevi lo siguieron. CAP?TULO 3 El juramento Vig?sima Era despu?s de la guerra sangrienta, ciudad de Radigast El fr?o y el mal tiempo apenas los dejaron avanzar, as? que llegaron a la academia a la mitad de la noche. Todo parec?a estar en paz. Pasaron por una entrada secundaria, de la que s?lo los magos conoc?an su existencia, apresuradamente, no tuvieron tiempo de pedir permiso al maestro supremo, el rostro de Talun no ocultaba su preocupaci?n; el mago ya se hab?a dado cuenta de que hab?an tropezado con algo m?s grande que ellos mismos. Bajaron por una larga escalera de caracol que parec?a no tener fin. El muro que los rodeaba ten?a varios metros de espesor y no se pod?a escuchar ning?n ruido proveniente del exterior. En cierto punto, la escalera termin?; frente a ellos se alzaba un puente de m?rmol, seguramente construido por los enanos. S?lo ellos podr?an haber creado tal maravilla. Majestuoso en su grandeza y belleza, a sus lados estaban representados todos los maestros supremos de la academia, desde su fundaci?n hasta el presente, incluyendo al actual maestro supremo. Las esculturas ten?an m?s de tres metros de altura. La primera, tallada en la antigua piedra, representaba al decano Satinder, en toda su magnificencia, parec?a m?s un guerrero que un mago. A pesar del poder que le confer?a la magia, nunca hab?a perdido la oportunidad de sacar su espada flam?gera y decapitar a docenas de orcos. Satinder Cuchilla de Fuego con frecuencia era llamado a la retaguardia de los ej?rcitos, era famoso por haber construido la academia y por haber participado en la Guerra Sangrienta. Inmediatamente despu?s su mirada se pos? en la ?nica mujer de los diez, Tasha, con el pelo largo recogido en una cola que siempre llevaba a un lado, conocida como la Venerable, hab?a sido la octava directora. Se dec?a que era la guardiana de muchos secretos. No se sab?a c?mo los coleccionaba, pero los antiguos bardos cantaban muchas historias que la se?alaban como protagonista de varias aventuras, la m?s famosa era el descubrimiento de una antigua piedra conocida como el Ojo ?nico. Luego fue el turno de un gnomo de aspecto gracioso, el cual sosten?a un peque?o telescopio en sus manos: era Guildor el astr?nomo, capaz de leer el futuro y el pasado de cada persona a trav?s de un cuidadoso estudio de las estrellas. Luego su mirada pas? bajo los ojos de Fenir, el hombre estaba representado con docenas de armas. El quinto director era capaz de crear armas con su propia voluntad y pod?a interactuar con el due?o, incluso convenci?ndolo de hacer cosas buenas o malas. Seguramente los magos no habr?an ocultado la existencia de su mayor error: un mago que, a trav?s del enga?o y la violencia, hab?a usado el nombre de la academia y sus secretos para sus juegos de poder. Se llamaba Utrech y su escultura estaba envuelta en un sudario. Enseguida estaba Orgon el bueno, Arcus el inventor, Kramer el erudito, Malleu el hechicero. Rhevi estaba fascinada por todas aquellas figuras y disminuy? la velocidad para mirar mejor a su alrededor. "Te contar?a todo sobre ellos pero tenemos que darnos prisa ahora, no puedes quedarte aqu?", dijo Talun. Despu?s de caminar varios metros se encontraron frente a una s?lida puerta de acero con muchas runas grabadas en la jamba. Talun se acerc? y pronunci? la contrase?a en un idioma que ni Adalomonte ni Rhevi conoc?an. Las runas se iluminaron con un resplandor blanco, se escuch? una especie de cerradura, y la puerta se abri?. Los tres la traspasaron y quedaron inundados de un olor antiguo. "Por fin hemos llegado, no toquen nada", dijo Talun con un resoplido y comenz? a buscar en la inmensa biblioteca que estaba ante sus ojos. Era virtualmente imposible ver el final. Una infinidad de escudos y tomos los rodeaban, cualquiera se perder?a en la mara?a de esa estructura, pero no el mago. Pronto apareci? un anciano de la nada. "Oye, ?qu? est?s haciendo aqu??" Talun lo mir? tiritando y con fr?o y dijo: "Soy yo, Emorex, nos han atacado y probablemente nos han maldecido". Emorex era un viejo gnomo, que llevaba una sucia t?nica azul descolorida y sosten?a una linterna, la luz tenue iluminaba su rostro cansado, se acerc? al grupo con una cojera. "Ac?rcate y d?jame ver lo que te hicieron", dijo resoplando. Coloc? la linterna en un escritorio, mientras que con un gesto encend?a una gran chimenea en medio de la biblioteca, el fuego no s?lo calent? la habitaci?n sino que tambi?n la ilumin?. Talun y los otros se acercaron, mostrando la marca. Emorex la estudi? cuidadosamente, tom? algunos libros y silenciosamente comenz? a buscar. Despu?s de unos minutos, dijo: "No hay nada aqu? que pueda ayudarte, lo ?nico que puedes hacer es ir al ala de la magia prohibida, pero necesitas el permiso del director Searmon Tamarak. Adem?s, sin su permiso, ?ni siquiera deber?an estar aqu?!" Talun respondi? al bibliotecario. "Nunca nos lo dar?... a menos que le contemos todo lo que pas?". El gnomo puso los libros en su lugar y dijo: "Cuando tengas el permiso, estar? aqu? para ayudarte. Mientras tanto, tendr? que pedirte que te vayas". Los acompa?? hasta la puerta. Adalomonte no apreci? sus palabras y se acerc? al gnomo que se tambale? ante su vista. Rhevi y Talun, que estaban de pie detr?s de ?l, pudieron ver que el guerrero emanaba un aura extra?a del mismo color de sus ojos. El mago se interpuso inmediatamente entre ?l y el gnomo. "?Para, yo me encargo!" grit?, pero al darse cuenta de que hab?a roto el silencio sepulcral que reinaba en la biblioteca, cerr? la boca. "Necesitamos esas respuestas, ?c?mo vas a resolver esto?" pregunt? Adalomonte. "Tengo un plan... siempre tengo un plan", asegur? Talun. Emorex se sent? all?, asustado por lo que hab?a visto reflejado en los ojos de Ado. Era tarde en la noche pero ninguno de los tres pensaba en irse a descansar, Rhevi mir? a Talun. "?Qu? haremos?" pregunt?. Este la mir? sonriendo y dijo: "Vamos a despertar al director Searmon". Corrieron a su habitaci?n, pasando por estrechos t?neles que parec?an todos iguales, con cuidado de que nadie los viera, y rodeando h?bilmente a los centinelas voladores, peque?as luci?rnagas de aspecto inofensivo capaces de emitir un sonido ensordecedor cuando ve?an a un extra?o. Cuando lleg? a su destino, el mago se detuvo frente a una puerta de cinco dedos de espesor con varios grabados, una bonita alfombra verde esmeralda con la representaci?n de un ?rbol estaba a sus pies, en la parte superior hab?a una antorcha que desprend?a una luz azul, la misma que se reflejaba en los costados de la armadura. "Qu? lugar tan extra?o, es un laberinto", coment? Adalomonte, nervioso por la situaci?n. "Es un hechizo de protecci?n, s?lo nosotros los magos conocemos el camino correcto", explic? Talun mientras llamaba a la puerta. El mago supremo, aunque era tarde en la noche, estaba despierto y se dedicaba a preparar algunas pociones para luego verterlas en varios frascos cuando escuch? que alguien golpeaba la puerta con fuerza e insistencia. Se acerc? a esta y observ? por la mirilla. Las cabezas de los caballeros se volvieron hacia los visitantes. El director murmur?, reconociendo a Talun. "?Qu? quieres a esta hora de la noche?", pregunt? educadamente. "Director, necesito ayuda urgente", dijo Talun. La puerta se abri? de par en par. La habitaci?n ten?a forma ovalada, y en el centro estaba un escritorio muy largo lleno de frascos, libros y objetos extra?os. Hab?a un par de gafas con lentes de varios colores, peque?as piedras que cambiaban de forma al chocar unas con otras. "?Crees que esta es una hora adecuada? Y luego, ?qui?nes son estos?", tron? Searmon. El joven mago lo explic? todo, dejando de lado el juramento que le hizo al hombre llamado Cortez y le mostr? la marca. El director observ? y se sent?. "Es un antiguo sello de juramento, no hay magia u objeto capaz de destruirlo o disolverlo. ?Qu? juraste, y especialmente a qui?n? Pocos saben c?mo activarlo", dijo. Rhevi mir? a sus amigos y respondi?: "Un hombre llamado Cortez vino a mi posada, ten?a una herida en su vientre, Talun trat? de curarlo pero su herida no se cerraba, as? que nos pidi? que lo ayud?ramos, dijo que s?lo una hoja podr?a curarlo. Talun y yo aceptamos". El director mir? a Adalomonte y le hizo la misma pregunta, ?l respondi? lo mismo que los dem?s, mintiendo porque no pod?a recordar nada. El mago supremo lo mir?, seguramente hab?a captado que no hab?a sido sincero, pero no dijo nada. "?Bueno, si puedes decirlo! En cuanto a la hoja, no s? qu? es ni d?nde encontrarla, pero puede que conozca a alguien que s? lo sepa. Es una amiga m?a y una poderosa alquimista de hierbas, podr?a ayudarte, est? al norte de Radigast. Si sigues el r?o, llegar?s a un ca??n, una especie de abismo. Cerca hay un pueblo llamado Stoik. Pregunta por Agata, y cuando la encuentres, dile que yo te envi?. Me debe un favor. Ahora duerme. Puedo ver que est?s cansado. En cuanto a ustedes", mir? a Rhevi y Adalomonte, "la academia puede alojarlos". Los acompa?? hasta la puerta, chasque? los dedos, hizo que se materializara un pergamino, dio el permiso a los invitados de Talun y los invit? a salir. El joven mago not? una cierta inquietud, mir? al director con aire de interrogaci?n, pero este le cerr? la puerta en la cara sin responder. Cuando estuvo solo, el director se dirigi? al espejo, se mir? y dijo con tristeza: "?Qu? has hecho, qu? has hecho...?" al tiempo que miraba su pecho, en el cual tenia grabada la marca en forma de lobo y le?n. Al salir de la habitaci?n, los tres amigos llegaron a las habitaciones de los estudiantes. "Voy a volver a la posada, mi abuelo debe estar preocupado", dijo Rhevi. El mago la acompa?? hasta las puertas, mostrando el permiso del amo supremo a los guardias m?gicos, su armadura vac?a estaba alimentada por un hechizo de protecci?n. "Te ver? dentro de unas horas en la posada, debemos descansar para recuperar fuerzas y luego nos iremos todos juntos, ten cuidado. Buenas noches, Rhevi". La chica mitad elfa se despidi? de ellos, los soldados la escoltaron hasta afuera, dieron un golpe en el suelo con sus talones, se dieron la vuelta y regresaron a la academia. Rhevi corri? a la posada... Estaba oscuro y la lluvia segu?a cayendo, pero cuando un rayo cay? en la zona, crey? ver a Cortez, a pocos metros de ella. Despu?s de un parpadeo, desapareci? sin dejar rastro. La chica se detuvo frente a la puerta de la posada, mirando a izquierda y derecha con el presentimiento de que estaba siendo vigilada, pero no vio a nadie y entr?. "?D?nde diablos has estado? Estaba preocupado". El abuelo Otan la salud? con un tono agitado. "Abuelo, lo siento pero hoy, despu?s de la entrega, fui a la Academia de Magia a ver a mi amigo Talun, y el director me pidi? que lo acompa?ara a un pueblo a una semana de viaje. Dijo que me recompensar?a bien, y como necesitamos el dinero, acept?". El anciano la mir? fijamente. "De ninguna manera te necesito en la posada, no puedes abandonarme ahora que se acerca el invierno, Merry todav?a no puede estar solo". Ahora que Rhevi estaba a un paso de distancia, pod?a ver las l?grimas cayendo por su rostro. "Sab?a que este d?a llegar?a, pero esperaba que no fuese tan pronto... No s? si me est?s diciendo la verdad, pero supongo que no puedo detenerte, ?verdad?" "As? es, partir? ma?ana al amanecer", respondi? ella y lo abraz? con fuerza. CAP?TULO 4 El ?nico recuerdo Vig?sima Era despu?s de la Guerra Sangrienta, ciudad de Radigast En la academia, la habitaci?n estaba llena de libros y se pod?a sentir como si uno entrara en una habitaci?n provista. Ol?a a encerrado, todo estaba bastante desordenado, pero Talun, en medio de toda esa confusi?n estaba perfectamente c?modo. "Puedes dormir aqu?, lo que necesites", le dijo al guerrero. Inmediatamente despu?s lo dej? solo. Ado se acomod? en la cama y sin decir una palabra, se gir? hacia el otro lado fingiendo estar dormido y comenz? a escarbar en su memoria. ?Por qu? no recordaba nada? ?De d?nde hab?a salido? ?C?mo lleg? a la maldita casa? ?Qui?n lo atrap? y por qu?? Todas, preguntas que no pudo responder por el momento. Por mucho que intentara recordar, no hab?a nada m?s que vac?o en su mente; termin? con un dolor de cabeza y finalmente se desplom? en un sue?o profundo, y so??. Estaba en una habitaci?n totalmente blanca. Mir? a su alrededor y se dio cuenta de que estaba atrapado en el interior de una estalactita de hielo opaco. Agudizando su vista, vio a un hombre, o m?s bien a una figura humanoide, delante de ?l. Llevaba una media t?nica y pantalones de cuero negro, su tez era azulada y ten?a el cabello largo y negro. Lo estudi? cuidadosamente y tom? notas. Ado no pod?a moverse ni hablar. Sinti? que estaba sufriendo, aunque no sent?a ning?n dolor en su cuerpo; el sufrimiento se concentraba en su mente, era como si alguien estuviera vaciando su alma, finalmente escuch? una voz: "Eres m?o, hagas lo que hagas o intentes hacer, tu destino est? escrito. No puedes rebelarte contra m?". Una risa escalofriante lo despert?. Estaba sudando y temblando, y se dio cuenta de que ya era de d?a. No se sent?a descansado en absoluto, pero se jur? a s? mismo que encontrar?a una respuesta a sus preguntas. CAP?TULO 5 Cuidado con lo que deseas Vig?sima Era despu?s de la guerra sangrienta, ciudad de Radigast Talun entr? en su habitaci?n muerto de cansancio, no estaba acostumbrado a ese ritmo de vida. Hab?a pasado veinte a?os en la academia estudiando f?rmulas m?gicas y prob?ndolas, sin dar largos paseos bajo la lluvia o el fr?o, ni correr o pelear. Estaba dividido entre la excitaci?n causada por los nuevos acontecimientos y el miedo a enfrentarse a un futuro desconocido, en el que un juramento que hab?a hecho le parec?a una maldici?n y se confund?a entre el sue?o y la realidad. ?Qu? deb?a hacer? ?Dejar la academia, que tambi?n era su casa, y sus amigos, e ir a d?nde? ?A un lugar lejano, con un hombre que no recordaba nada de su pasado y una chica mitad elfa, para ir a pedirle ayuda a una mujer? Le pareci? que su destino estaba escrito. Sent?a que no terminar?a pronto, y lo m?s probable es que su viaje durar?a m?s de una semana. Hac?a tiempo que quer?a vivir una aventura como la de Satinder, que hab?a luchado en la Guerra Sangrienta junto a los m?s valientes guerreros humanos, enanos y elfos. Talun habr?a querido pasar a la historia como el mejor mago de su tiempo. Lo hab?a anhelado tantas veces, pero ahora ten?a miedo de sufrir, de morir. Se quit? la t?nica y se puso el pijama de lana, se pregunt? si pod?a llevarlo consigo, pero inmediatamente abandon? esa idea imagin?ndose vestido as? al lado de Adalomonte. Se coloc? bajo las mantas y trat? de dormirse, s?lo tuvo ?xito cuando finalmente se rindi? a s? mismo. CAP?TULO 6 Preparativos Vig?sima Era despu?s de la guerra sangrienta, ciudad de Radigast Rhevi estaba en su habitaci?n haciendo las maletas para el viaje. Cuando termin?, se puso a pulir su espada. Not? un s?mbolo que nunca hab?a visto antes. Estaba grabado en la hoja, era muy peque?o. Representaba tres cuchillos que se cruzaban en un reloj de arena. ?Cual era su significado? ?Podr?a ser que nunca lo hubiese notado? Observ? toda la cimitarra para tratar de descubrir otros detalles que se le hubiesen escapado, pero nada, no hab?a ning?n rastro de estos. Seguramente le preguntar?a a Talun a la ma?ana siguiente, tal vez el mago sab?a m?s. Se desnud?, se puso su camis?n y se meti? en la cama bajo las pesadas mantas de invierno. No se durmi? enseguida y pens? en su padre y su madre. Si hubieran estado all?, tal vez podr?an haberla ayudado. Una l?grima rod? sobre su mejilla. Esa noche so?? con su madre, tal como la hab?a imaginado. "No te preocupes, hija m?a, s? que puedes hacerlo." Su voz era tan suave como su aspecto, se parec?a mucho a ella, aunque su cabello azul no ten?a ning?n reflejo. Era m?s alta que ella, llevaba un vestido color verde oscuro con un colgante alrededor del cuello, pero Rhevi no vio c?mo era. S?lo dijo con una voz llena de tristeza, "?Me ayudar?s, madre?" La elfa la mir? y sonri?. Era por la ma?ana, y quiz?s ya era tarde, cuando se levant? para prepararse. CAP?TULO 7 En marcha Vig?sima Era despu?s de la Guerra Sangrienta, ciudad de Radigast Finalmente el amanecer lleg? a Radigast, Talun y Adalomonte se prepararon en silencio, despu?s de todo eran s?lo dos extra?os compartiendo una situaci?n algo inc?moda. Descendieron al patio de la academia donde el decano Searmon los esperaba con tres caballos, uno blanco como la nieve, el otro marr?n como la madera m?s fina, y uno negro como la oscuridad. "Buenos d?as, tomen estos tres caballos, son fuertes y r?pidos, los necesitar?n para llegar primero a Stoik". Talun se acerc?, tom? la brida del caballo blanco y mont? en la silla, Adalomonte se volvi? hacia el negro y con un salto mont? de espaldas a su vez, al contacto con el guerrero el animal relinch? fuerte y repar?. Tir? de las riendas con fuerza y el animal se detuvo al instante, el guerrero se acerc? al o?do del animal y le susurr? algo. El caballo pareci? feliz, y Talun lo mir? con curiosidad, luego se volvieron hacia el amo supremo. "Muchas gracias director, tendr? noticias m?as en el camino, usar? los mensajes m?gicos, es el m?todo m?s r?pido y seguro". Searmon sosten?a la brida del caballo blanco, miraba al mago a los ojos y trataba de penetrar en su mente. "Talun, ten cuidado con este tipo. Ninguna raza que haya conocido tiene esos ojos. Ll?mame cuando quieras y all? estar?". Adalomonte mir? al maestro supremo, asinti? con la cabeza y sali? galopando con su corcel, poco despu?s Talun lo sigui?. Aquella ma?ana, el mago hab?a hecho todo lo posible para evitar encontrarse con Gregor. En su coraz?n ten?a miedo de no volver a verlo y este pensamiento se apoder? de ?l. Cuando llegaron a la posada, no vieron a nadie esper?ndolos. "Mujeres, como siempre, impuntuales. No es que sea un experto en mujeres, quiero decir. Olvid?moslo", dijo Talun, cruzando los ojos del guerrero que parec?a una estatua. "Vigila atr?s, voy a entrar, no quiero que le pase nada". Adalomonte hizo lo que su compa?ero le orden?, mientras que el mago desmont? de su caballo, lo at? a la valla y entr? en la posada. "?Hola?", grit?. Escuch? un ruido que ven?a de arriba, como si alguien corriera. "?Aqu? estoy! ?Qui?n est? aqu? a esta hora de la ma?ana?" Otan lleg? unos segundos despu?s con el cabello alisado y unas zapatillas. "?Ah, eres t?! ?Qu? haces aqu? a esta hora? Rhevi est? durmiendo", dijo amargamente. El viejo pensaba que era culpa del mago el que su sobrina deseara hacer el viaje. Talun ensanch? los ojos. "?Qu??" parpade? molesto. "?Aqu? estoy, aqu? estoy, aqu? voy!" dijo Rhevi, bajando las escaleras. "Siento llegar tarde. Estoy lista. Adi?s, abuelo. Te ver? pronto. No te preocupes y p?rtate bien en mi ausencia". Otan abraz? a su nieta y se despidi? de Talun con una expresi?n de disgusto. Salieron de la posada y la chica pregunt?: "?D?nde est? Adalomon...?" No hab?a terminado la frase cuando el hombre sali? por la parte de atr?s de la posada. "La encontraste, ?d?nde estabas?" "Lo siento, me estaba preparando". Adalomonte la interrumpi? abruptamente. "Empezamos mal, ap?rate, el norte est? lejos y no asumas que tenemos una semana de vida". Rhevi y Talun se miraron el uno al otro con una mirada de extra?eza en sus ojos. "Este es tu caballo. El director Searmon te lo envi?". Rhevi lo mir?. "Eres hermoso, ?tienes un nombre?" "No, ll?malo como quieras. Yo llam? al m?o Flama Blanca", respondi? el mago. Inclin? la cabeza, mir? al animal a los ojos y dijo: "Te llamar? Amdir, significa el que protege los campos de batalla". Adalomonte los mir? con los ojos entrecerados y luego se lanz? hacia el norte. "Es un tipo simp?tico", dijo Rhevi y, con un salto felino, mont? a Amdir y se puso en marcha seguida por Talun. Atravesaron las Tierras del Escudo hechas de vastas llanuras que en invierno se convert?an en extensiones blancas, afortunadamente para ellos la nieve a?n no se hab?a acumulado en el suelo, pero era s?lo cuesti?n de d?as para ello. Dispersos aqu? y all?, todav?a hab?a charcos, que el sol no hab?a secado. El aire estaba fr?o y el grupo hab?a estado cabalgando a toda velocidad durante horas cuando un silbido ensordecedor de Talun llam? la atenci?n de Rhevi y Adalomonte. "Podemos parar aqu? para comer, ya que no llegaremos a la entrada del bosque antes del anochecer", dijo. Acamparon en un claro, peque?os arbustos se dispersaban por todo el territorio. Violetas de cuerno, flores resistentes al fr?o y a las heladas, enmarcaban el peque?o espacio en el que hab?an decidido detenerse. Sus p?talos eran de color p?rpura oscuro. Cuando la nieve ca?a, se cerraban y luego volv?an a florecer tan pronto como esta se derret?a. A lo lejos, en el cielo, pod?an ver un Gr?, una inmensa ave de presa con una envergadura de veinticinco metros m?s o menos, su largu?simo pico pod?a tragar un elefante. Por lo regular eran de color blanco, pero aquel esp?cimen era dorado. Seguramente volaba en busca de comida, tuvieron suerte porque no los vio y con su en?rgica envergadura cambi? su curso hacia las monta?as del norte. "Si pudi?ramos conseguir algunas de esas plumas, tendr?amos para vivir todo el a?o, en el mercado negro s? que se venden por un mont?n de monedas de oro", dijo Rhevi mirando hacia arriba. Talun tom? la palabra antes de que la media elfa a?adiera m?s: "?Olv?dalo, no lo creo, nos matar?a en un dos por tres!" Adalomonte desmont? de su caballo y se sent? sobre una roca. "Tengo hambre". Esas fueron sus ?nicas palabras. El mago y Rhevi se miraron el uno al otro suspirando. Comieron las raciones que la chica hab?a preparado el d?a anterior, descansaron los caballos y saciaron su sed con agua del r?o. La marcha comenz? de nuevo despu?s de un par de horas. Cabalgaron hasta el atardecer y con los ?ltimos rayos del sol vieron la entrada a un bosque caducifolio. Los ?rboles eran muy altos y densos, delante del grupo hab?a un sendero, una vez dentro ya no ver?an ni el r?o ni el cielo estrellado. Los caballos estaban cansados y tambi?n sent?an dolor de espalda y un tir?n en el est?mago: ten?an hambre, las peque?as raciones de Rhevi no eran suficientes para alimentarlos, pero ten?an que economizar. Talun no pod?a dejar de pensar en su amigo Gregor, si ?l estuviera all? con ellos, habr?a serios problemas. "?Eres feliz?" dijo el guerrero al pasar por delante de ?l. "En realidad estaba pensando en..." El mago se dio cuenta de que a Adalomonte no le interesaba en absoluto su respuesta. Empiezo a odiar a este tipo, pens?. Poco despu?s, el sol se puso completamente, y el bosque cobr? vida con ruidos y sonidos espeluznantes. "Yo dir?a que paremos aqu? por la noche", propuso Adalomonte, desmontando de su caballo. Tom? algunas ramas y las junt? para encender un fuego. "Me ocupar? de ello, sin intentarlo con el polvor?n", dijo Talun al acercarse, orgulloso de s? mismo. "Te lo mostrar?". Pero el otro mir? los pedazos de madera, y se incendiaron inmediatamente sin que ?l los tocara. "?Eres un mago?" Pregunt? asombrado. "No, nunca he estudiado magia", respondi? con dureza. Rhevi se acerc?, se sent? junto al fuego y distribuy? las raciones, arroj? las raciones de Adalomonte y las dej? caer al suelo sin cuidado. "Te traemos con nosotros y no te hacemos preguntas, no te pido que seas amable, probablemente no podr?as, pero apreciar?a el esfuerzo". El hombre la mir? fijamente con sus ojos de rub? y dijo: "Lo intentar?". Recogi? su raci?n y le dio la espalda sonriendo. Montaron las carpas que les proporcion? el director Searmon, pero s?lo las usaron el mago y la media elfa. Adalomonte se qued? afuera, trep? a un ?rbol, se subi? a una gran rama y se qued? dormido. Rhevi y Talun contaron las horas de descanso y se dividieron la tarea de las guardias, para mayor seguridad. A trav?s del follaje, de vez en cuando, pod?an vislumbrar el cielo, el tiempo era ben?volo, el clima se volv?a cada vez m?s duro a medida que pasaban los d?as, el verdadero invierno estaba a la vuelta de la esquina. Los d?as pasaron r?pidamente, casi hab?an llegado al final del bosque cuando estall? otra tormenta. En esas zonas eran fuertes y frecuentes. Aceleraron su marcha, pero parec?a que cuanto m?s montaban m?s pesada se hac?a la lluvia, los poderosos cascos de los caballos resbalaban en el suelo empapado, el barro hab?a pintado el manto blanco de un color gris claro. El rostro de Adalomonte, mojado y goteando, no expresaba ninguna emoci?n, mientras que Rhevi y Talun estaban visiblemente cansados y casi listos para rendirse ante la lluvia. El mago se fij? en algunas calas de piedra y esper? encontrar refugio en ellas, y as? fue. "?Paremos aqu?!" grit? en medio de la ventisca, para luego entrar en una cueva. "Mago, ?no tienes un hechizo para secarnos?" pregunt? el guerrero, sonriendo. "No, podr?as hacerlo t? mismo con uno de tus peque?os fuegos", respondi? Talun en tono desafiante. "Shhh, hay alguien aqu?", susurr? Rhevi. El grupo se silenci? cuando escucharon un ruido que se asemejaba al de un trozo de hierro de desguace. "No es seguro entrar ah?. Esperen". Talun cerr? los ojos, balbuce? algo incomprensible, y cuando los abri? de nuevo se materializaron unas esferas en el aire, eran transparentes y flotaban como burbujas. "Enviar? esto por delante". Las burbujas comenzaron a moverse hacia el interior de la cueva, se alejaron hasta que desaparecieron. "Veo que hay un giro a la derecha, a unos diez metros de nosotros, y luego veo esqueletos humanos y animales, ?Aaah!" grit? Talun. "Algo ha golpeado mis ojos m?gicos". Desde el fondo de la cueva se pod?a escuchar algo muy grande. Rhevi desenvain? su espada, la mirada de Adal?n se incendi? y sus manos tambi?n comenzaron a arder. Talun se posicion? detr?s de ellos y se prepar? para el ataque. "No eres un mago, ?eh? ?Eres un hechicero, eso es!" Frente a ellos vieron un enorme ser de acero, plomo y piedra, todo cubierto de runas. Adalomonte solt? la energ?a que ten?a en sus manos y golpe? el pecho mismo del ser. Cuatro runas se iluminaron y absorbieron la energ?a lanzada por el guerrero. En un abrir y cerrar de ojos, el monstruo de metal ya no estaba delante de ellos, sino detr?s. Talun, sorprendido, no tuvo tiempo de hacer nada m?s que pronunciar algo muy r?pido. La criatura lo golpe? con una fuerza extraordinaria, pero su pu?o cay? sobre algo invisible que se rompi? como un cristal, liberando polvo de estrellas en el impacto. A pesar de todo, el golpe fue directo al pecho del chico y lo lanz? a varios metros del grupo; si no hubiera habido una barrera, habr?a muerto por el impacto. Rhevi lanz? a la derecha y luego a la izquierda para confundir a su oponente con su notable agilidad, logr? golpearlo en la pierna y le hizo un profundo corte. Adalomonte se lanz? hacia el monstruo sacando la enorme espada de detr?s de sus hombros, cuando casi entr? en contacto con ?l, liber? un destello de energ?a de su pecho, pero Ado lo detuvo. La energ?a produjo una gran fuente de luz rojiza que le impact? en la espada causando chispas. El guerrero continu? lanz?ndose contra el ser met?lico, hundi?ndose en la tierra a cada paso, todas las runas del ser estaban encendidas, pero era demasiado tarde porque Rhevi desde detr?s de ?l y Talun desde el suelo lo golpearon al un?sono. La media elfa lo agarr? de un hombro y le rompi? un trozo de su armadura, mientras Talun gritaba algo que hizo temblar la tierra bajo los pies del monstruo. Esta se abri? y se lo trag? y luego se cerr? sobre ?l con una explosi?n que golpe? a Adalomonte. Rhevi lo rescat? de inmediato, pero el guerrero no ten?a ni un rasgu?o. "No te preocupes, ve a ver al mago", dijo impasible. Talun vio la escena y luego todo se volvi? negro. Cuando volvi? a abrir los ojos, estos le ard?an, su garganta estaba seca y todav?a pod?a sentir la lluvia golpeando fuera de la cueva. "?Qu? me ha pasado?" pregunt? en voz baja. "Perdiste el sentido y dormiste durante dos d?as, te curamos con lo poco que ten?amos y con un poco de hierba que traje conmigo", contest? Rhevi mientras le ayudaba a incorporarse. "Como te encuentras?" Adalomonte pregunt? mientras Talun se esforzaba por ponerse de pie, no pod?a usar su magia para curarse, ya que no hab?a estudiado su grimorio como lo hac?a cada ma?ana. De repente record? los poderes mostrados por el guerrero. La idea de que hab?a conocido a un hechicero lo sacudi?, se pensaba que todos hab?an muerto durante la Guerra Sangrienta. A diferencia de los magos, que se ve?an obligados a estudiar su magia y extraer energ?a de los libros, los hechiceros nac?an con el don. Sus hechizos no eran tan perfectos como los de los magos, siendo naturales, pero ciertamente no menos poderosos, al contrario, algunos estaban seguros de que lo eran mucho m?s porque pod?an despertar antiguos poderes. Muchos hechiceros, sin embargo, mor?an sin saber que ten?an el don. "Ahora est? mejor, gracias", dijo Talun a Adalomonte, quien lo mir? y luego se fue al fondo de la cueva. "Si puedes caminar, s?gueme, debemos mostrarte algo que encontramos mientras estabas inconsciente". Avanzaron a m?s y m?s profundidad hasta que encontraron un acantilado donde hab?a un extra?o artilugio. Era una polea con una cuerda que parec?a de metal, conectada a una plataforma que se usaba para descender, y se pod?a ver, ahora erosionada por el tiempo, una placa de piedra con una inscripci?n en una lengua elfa muy antigua. Adalomonte se par? en la plataforma e intent? activar el extra?o artefacto pero sin ?xito, Talun intent? durante unos minutos descifrar aquella escritura ?lfica, pero no entendi? nada, mientras que Rhevi extrajo algunos objetos de su cintur?n e intent? activar la m?quina. El artefacto se puso en marcha, y Talun y Rhevi se montaron en ?sta. El descenso comenz? a una velocidad vertiginosa, tanto que los miembros de la pandilla tuvieron que sujetarse de unas asas especiales. No les llev? mucho tiempo descender al abismo, y se encontraron detenidos por un estallido. "?Oh! Esta cosa debe ser obra de los enanos, s?lo sus mentes podr?an haber dado nacimiento a tal idea", dijo Talun, emocionado, formando una linterna luminosa con sus manos. Se encontraron en un gran claro, a pocos metros se alzaba una puerta gigantesca con representaciones de elfos, hombres y enanos luchando contra un ej?rcito de elfos oscuros, criaturas inmundas, duendes y enormes orcos. Todo estaba tachonado de piedras preciosas y en lengua ?lfica Antigua estaba escrito: Aqu? descansa la gente olvidada. El grupo se adelant? a la puerta que estaba extra?amente abierta. Adalomonte hizo un gesto con la mano como para disuadir a sus compa?eros y se detuvieron. Mir? con mucha circunspecci?n m?s all? de la puerta y entr? en ella. Los otros lo siguieron con un h?bil movimiento y, sin ser notada, Rhevi desprendi? una de esas preciosas y bellas piedras. M?s adentro se quedaron sin aliento, estaban ante una verdadera ciudad subterr?nea, con altos edificios hechos de m?rmol y piedra. Todo parec?a suspendido en el tiempo, ni siquiera un sonido proven?a de aquellas calles y edificios. La pandilla camin? muy despacio por la calle principal y miraron a su alrededor como si esperaran un ataque en cualquier momento. Llegaron a lo que parec?a ser la plaza principal de la ciudad, en el centro hab?a una enorme fuente en desuso, frente a ellos estaba el mayor templo que hab?an visto, la enorme puerta estaba abierta. Entraron inmediatamente, y tuvieron una gran sorpresa. Estaba lleno de gente arrodillada, parec?a que estaban rezando a algunos dioses, pero nadie hablaba o se mov?a. Rhevi y Talun se detuvieron, Adalomonte sigui? caminando, se acerc? a una de esas personas y mir? directamente a su cara. "?Son estatuas de elfos!" dijo. Mir?ndolos m?s detenidamente, los tres compa?eros notaron que no eran estatuas talladas a mano, sino seres vivos petrificados. El mago y la media elfa se acercaron. "?Qu? les ocurri??" pregunt? Rhevi, pero nadie respondi?. Buscaron por todo el templo, el guerrero se sinti? inexplicablemente atra?do por el altar. Talun y Rhevi lo siguieron, encontraron un peque?o cofre incrustado en el m?rmol, trataron de levantarlo, pero ni siquiera se movi?, el mago intent? con alguna f?rmula m?gica, pero nada, estaba pegado al piso. Tan pronto como se acercaron para estudiarlo mejor, notaron una peque?a escritura que brillaba en una cerradura: Este es un sello hecho por los diez descendientes, dado a los olvidados... La inscripci?n continuaba, pero era demasiado vieja y deteriorada para leerla. Rhevi lo mir? con un aire inquisitivo... "?Qu? es ese s?mbolo brillante?" Talun respondi?: "Es una runa enana, pero no entiendo muy bien lo que significa, es muy antigua, parece que dice: aqu? se encuentra lo que est? maldito por todos los pueblos... En ese momento algo se movi? a la sombra del templo. "Mejor volvamos a la superficie", dijo Talun, y salieron r?pidamente. Ado se dio la vuelta por un momento, en ese lugar olvidado hab?a algo que no pod?a explicar, un sentimiento de abandono y resignaci?n, luego sigui? al grupo. Subieron con el artilugio y se encontraron en la entrada de la cueva, montaron sus caballos y r?pidamente dejaron atr?s aquel extra?o lugar. Los corceles volaron sobre las charcas de barro, los ruidos de la noche los acompa?aron a trav?s del bosque, la luna ilumin? su camino y arroj? sus largas sombras sobre la llanura. Corrieron como si los persiguieran. S?lo cuando se sintieron seguros decidieron detenerse para descansar. Comenzaron a preparar todo lo que necesitaban para pasar lo que quedaba de la noche. Rhevi y Talun avanzaron siguiendo el sonido de lo que parec?a un r?o. "Vamos a buscar agua para los caballos y luego volv?remos", dijo Talun a Ado sin obtener respuesta. La media elfa y el mago caminaron durante unos minutos en silencio. Vieron a una serpiente de agua abri?ndose paso por el bosque, era de color negro, igual que las amenazantes nubes que los persegu?an, una sombra constante que nunca los abandonaba. A orillas del r?o, para su sorpresa, encontraron a Cortez esper?ndolos. "?Qu? est?s haciendo aqu??" tron? Rhevi enfadada. "Los he estado siguiendo desde ayer y no se han dado cuenta. Veo que est?n manteniendo su juramento, y eso me complace. Significa que son confiables". Talun lo mir? de manera amenazadora. "?No podemos hacer nada m?s, ya que el juramento es tambi?n nuestra maldici?n!" Cortez los mir? con suficiencia y dijo: "No s?lo eres confiable, tambi?n eres inteligente. ?Encontraste la hoja? ?Tienes alguna noticia?" El mago se acerc? a ?l y en tono severo le respondi?: "?Nos has tendido una trampa! ?Qu? es lo que realmente quieres? ?Qu? es esta hoja? ?Y por qu? siempre nos encontramos con un s?mbolo que representa una cabeza mitad lobo y mitad le?n?" El hombre se acerc? tanto a ?l que Talun podia oler la sangre que sal?a de aquella desagradable herida en el vientre, la cual parec?a a?n m?s grande que la ?ltima vez. "?Cu?ntas preguntas, amigo m?o, y cu?ntas respuestas puedo darte? No te tend? una trampa, te ofreciste a ayudarme, y por eso te doy las gracias. Lo que realmente quiero es la hoja, para poder curar esta desagradable herida, y en cuanto al s?mbolo, no s? de qu? est?s hablando". "O nos lo cuentas todo o no te ayudar? m?s, esa es mi decisi?n", dijo el mago, que inmediatamente despu?s se puso p?lido y cay? al suelo, con saliva blanca brotando de su boca y tocando su coraz?n marcado por el s?mbolo, ardi? como si fuera una brasa ardiente. Talun no pod?a respirar, y mucho menos hablar, y sent?a la muerte cerni?ndose sobre ?l. "?Qu? le has hecho?" grit? Rhevi mientras se acercaba a su amigo y lo tomaba en sus brazos. "Nada, simplemente hizo un juramento, y ahora que ha cambiado de opini?n, ser? mejor que lo piense de nuevo r?pidamente", respondi? Cortez, moviendo su hermoso cabello blanco como la nieve. Ante tales palabras Talun, con un enorme esfuerzo, dijo: "Est? bien... no har? m?s preguntas" y comenz? a retomar el color en su tez, la presi?n en su pecho se hizo menos intense y su respiraci?n m?s regular. Rhevi mir? a Cortez. "Estamos en camino a Stoik. All? tal vez encontremos algunas respuestas y tal vez la hoja". ?l la mir? y dijo: "Buena chica". Luego desapareci? como una nube arrastrada por el viento. Talun se incorpor? con la ayuda de Rhevi y volvieron al campamento juntos. "Por favor no le digas nada al guerrero, no conf?o en ?l", dijo el mago. Ella asinti?. Despu?s de varios d?as de viaje, sin ninguna sorpresa, vieron un peque?o pueblo al noreste del r?o. "Por fin hemos llegado", dijo la chica con entusiasmo. "Tenemos que cruzar el r?o por aqu?", dijo Adalomonte mientras galopaba su caballo. Cruzaron el r?o y llegaron a la entrada del pueblo, a?n con la amargura en su boca leyeron un cartel que dec?a: "Bienvenidos a la ciudad de Caporna". "No es nuestro pueblo, pero al menos dormiremos en una cama. Todav?a tengo algunas monedas, espero que sea suficiente para los tres", dijo el mago. "Ser? mejor que te cubras el rostro si no quieres tener problemas o asustar a alguien con esos ojos", dijo Rhevi a Adalomonte, el guerrero se puso una capucha negra sobre su cabeza, dejando s?lo la boca y la barbilla descubiertas. Ahora parec?a una monta?a envuelta en trapos negros, la media elfa lo mir? por detr?s y pens? que todav?a tenia un aspecto que podr?a atemorizar a quienes se encontraran en su camino, sus movimientos se parec?an a los de un demonio encarnado. El misterioso hombre cruz? el umbral y entr? en la ciudad. La vida del pueblo parec?a concentrarse en una sola calle. Las casas estaban en mal estado, la pobreza reinaba y s?lo hab?a unas pocas tiendas peque?as, inmediatamente el grupo puso los ojos en todas estas. Vieron una posada miserable, sin ning?n letrero, la puerta estaba remendada en varios sitios con tablones de madera, lo ?nico que pod?a hacerles saber de qu? tipo de negocio se trataba eran los borrachos que descansaban en la entrada y los ruidos que proven?an del interior. Desmontaron de sus caballos, ataron los corceles en el establo proporcionado por el posadero y entraron. Dentro encontraron a mucha gente, casi todos eran granjeros locales que se relajaban despu?s de un duro d?a de trabajo en el campo. El grupo se sent? y el posadero envi? inmediatamente una criada a su mesa. "Qu? puedo traerles, caballeros, tambi?n pueden quitarse la capucha aqu?", dijo. Pero Adalomonte se hizo de la vista gorda y ni siquiera respondi?. "Tr?enos vino y sopa, y nos gustar?a una habitaci?n, ?ser? suficiente con esto?" dijo Talun, colocando las pocas monedas de oro que ten?a sobre la mesa. La criada las tom? y dijo: "Para la cena, s?, pero no para la habitaci?n, lo siento". "Entonces aqu? tienes". Rhevi a?adi? unas cuantas monedas m?s. "?Muy bien, sopa y vino para esta mesa!" grit? la criada. La media elfa mir? alrededor y le pregunt? a un hombre que estaba sentado enseguida: "Oye, ?sabes cu?nto tiempo m?s para llegar a Stoik?" El sujeto se dio la vuelta y cuando abri? la boca para hablar dej? escapar un desagradable aliento a cerveza. "?Tres d?as a caballo, siempre al norte a lo largo del r?o, hermosa!" Le dio las gracias y cuando se dio la vuelta, tom? aire. Despu?s de comer una buena sopa de zanahoria, varias verduras y beber un poco de vino, subieron al piso superior de la posada donde se encontraban las habitaciones. Entraron y Rhevi inmediatamente se acost? en la cama. "?Esto es m?o!" exclam?. "Tenemos la cama, no te preocupes y duerme bien", dijo el mago. "Nos vamos ma?ana al amanecer. Buenas noches". Rhevi se desplom? inmediatamente en un sue?o profundo, Adalomonte se gir? hacia el otro lado, y Talun, murmurando, tambi?n se durmi?. Adalomonte so?? esa noche. Estaba oscuro, no pod?a ver nada m?s que unos ?rboles cercanos, no sab?a d?nde estaba, pero escuch? una risa escalofriante a lo lejos y una voz que repet?a: "Eres m?o, m?o... me perteneces, no te dejar? ir". El guerrero comenz? a correr muy r?pido, pero sinti? que estaba siendo cazado. "Corre, corre... Estoy en todas partes, no puedes esconderte, no puedes vencerme, no tienes m?s remedio que arrodillarte ante m? y rezar para que cumpla pronto con mi deber, porque ser? muy doloroso". Se despert? gritando: "?Int?ntalo, estoy aqu?!" Sus compa?eros despertaron. "?Qu? pasa?" dijo Rhevi. Adalomonte la mir? y respondi?: "He sido perseguido por voces y visiones desde que me encontraste, no s? si esto tiene algo que ver con mi p?rdida de memoria, escucho una voz familiar que dice que le pertenezco, pero no s? qui?n es. Todo parece tan real". "No te atormentes, si necesitas nuestra ayuda estaremos aqu?. Ahora somos un equipo", dijo Talun, tratando de conseguir un consenso. Adalomonte se dio la vuelta y trat? de dormir de nuevo sin ?xito. Por la ma?ana fue ?l quien los despert?. "Miren, el viaje ser? m?s duro de lo esperado, ha nevado esta noche", dijo, se?alando con el dedo por la ventana. Se prepararon y bajaron a la planta baja, despidi?ndose del posadero y dejando la posada. La vista era hermosa, toda la ciudad estaba cubierta de una suave nieve, pero el clima no era bueno y tambi?n hac?a mucho fr?o. "Espera aqu? un momento", dijo Rhevi. "?Ad?nde vas? No tenemos tiempo", respondi? el mago. "Vuelvo enseguida. Saca los caballos mientras tanto", corri? a una tienda cerca de la posada. Cuando entr? en la tienda, son? la campanilla de la puerta. La tienda estaba muy ordenada, hab?a muchas cosas en las tablas usadas como estantes, pociones, botellas de colores, algunas armas mal hechas. Rhevi inmediatamente capt? lo que necesitaba con sus ojos. "Dame estas tres cuerdas, pagar? con esto y me dar?s el resto, si no quieres problemas en tu tienda", dijo en tono amenazador, colocando la gema tomada del pueblo de piedra sobre el mostrador. "Claro, claro, lo que t? digas". El dependiente le dio las tres cuerdas y una bolsa de monedas de oro. "S?lo tengo estos, no s? si ser?n suficientes". Seguramente la mercanc?a no cubr?a el valor de la gema, pero ella se conform? con eso. Las tom? y se fue sin decir una palabra, dejando al comerciante incr?dulo en el trato. "Aqu? estoy, he ido a buscar estas cuerdas para que no nos perdamos en una ventisca", dijo. Se subieron a sus caballos y salieron a toda prisa de la ciudad. Hac?a mucho fr?o y delante de ellos s?lo se abr?a una vasta estepa, la vegetaci?n estaba cubierta de nieve, peque?as estalactitas goteaban de las hojas de los ?rboles, el tiempo parec?a no pasar nunca. Cabalgaron durante todo un d?a sin parar para comer, ten?an que darse prisa... ?Quer?an darse prisa! S?lo se detuvieron por la noche, comieron algo y encendieron un gran fuego para calentarse. Por suerte no hab?a nevado de nuevo, pero qui?n sabe cu?nto tiempo durar?a la tregua. Al d?a siguiente se despertaron antes del amanecer, y volvieron a galopar tan r?pido como un rayo, pero, como hab?an predicho, empez? a nevar de nuevo. No pod?an continuar, el intenso fr?o pod?a perjudicar seriamente la salud de los caballos y la suya. Talun fren? a Flama Blanca frente a Ado y Rhevi, desmont? y con amplios movimientos circulares cre? una esfera grande y transparente que los englob? a todos, incluso a los pobres caballos. Un agradable calor se materializ? en el interior. Talun y Rhevi charlaron casi hasta la ma?ana. Sin importar el cansancio, se confiaron y se contaron algunas historias que pertenec?an a su pasado, estaban muy en sinton?a, era como si se conocieran desde siempre. Esa noche Rhevi aprovech? la oportunidad para mostrarle el s?mbolo de su arma, pero hab?a desaparecido. ?Acaso lo hab?a so?ado? "?Conoces el s?mbolo de los tres cuchillos y el reloj de arena?" pregunt?. El mago pareci? pensar en ello. "Creo que he o?do hablar de ello, pero no recuerdo d?nde. "Tan pronto como pueda, dar? un vistazo en mi grimorio, tal vez pueda encontrar alguna informaci?n". Cuando dej? de nevar, era de d?a, y Talun estaba exhausto. "Tenemos que llegar hoy o no aguantar? otra noche como esta, y t? no la aguantar?s si vuelve a nevar", dijo preocupado. "Habla por ti mismo", dijo Ado. Cabalgaron todo el d?a y la mitad de la noche siguiente. Los pobres animales estaban agotados, igual que Rhevi y Talun, mientras que el guerrero no mostraba se?al alguna de cansancio. Pasaron un pueblo en la distancia, con algunas antorchas encendidas. "?Ap?rate, estamos aqu?!" dijo Ado. Aquellas peque?as antorchas y las chimeneas de las que sal?a un humo blanco hicieron que los chicos sintieran el calor que s?lo una casa pod?a brindar, aquello les brind? confianza y fue suficiente para que se relajaran y encontraran las ?ltimas energ?as que necesitaban para llegar a su destino. CAP?TULO 8 Stoik Vig?sima Era despu?s de la Guerra Sangrienta, ciudad de Stoik En Stoik, fueron recibidos por un enorme letrero de bienvenida, finalmente hab?an llegado al pueblo, no hab?a puertas ni guardias en el acceso, la calle principal era una avenida arbolada. Las casas estaban todas concentradas alrededor de una plaza con un peque?o jard?n. Se detuvieron en el centro para mirar m?s de cerca y vieron una sola posada abierta con antorchas encendidas. En el cartel se le?a "La guarida del conejo"; entraron y estaba casi vac?a, incluso a altas horas de la noche, excepto por un par de campesinos y un hombre que llevaba puesta una indumentaria muy extra?a, hecha de varios trozos de tela. Era de constituci?n fr?gil, ten?a una nariz larga, perilla y cabello rubio rizado. Estaba sentado a la mesa con un enano, que ten?a puesta una tosca armadura, probablemente construida por ?l mismo, dentro de la cual una generosa barriga estaba a punto de explotar. Su cabello cobrizo estaba recogido en una trenza y la larga barba en otras dos, una sonrisa se dibujaba en sus dos grandes mejillas, enrojecidas por el alcohol. Parec?an divertidos con algunos dibujos que ten?an en sus manos. Tan pronto como los reci?n llegados se sentaron, se callaron y parecieron estudiarlos. Talun pidi? bebidas, comida y una habitaci?n, pero Rhevi lo corrigi? y pidi? tres cuartos separados. "No te preocupes Talun, tengo algunos ahorros conmigo, yo pagar?, pero debes descansar bien esta noche", explic?. Despu?s de unos minutos, el hombre del traje extravagante se levant? e hizo las presentaciones: "Bienvenidos, mi nombre es Brady el Magn?fico y aqu? mi amigo se llama Drum spaccatesta". Talun y Rhevi los observaron mientras Adalomonte se paraba con la capucha sobre su cabeza y continuaba comiendo. S?lo se escuchaba el sonido de los huesos de la pobre gallina tritur?ndose bajo la capucha. El hombre lo mir? por un momento con una expresi?n de indignaci?n. La media elfa dijo: "Gracias, pero estamos muy cansados, ?necesitan algo?" Brady abri? los ojos. "Oh, dulce doncella, no, no somos vendedores ambulantes, ?somos actores! Queremos invitarles a nuestro espect?culo, que tendr? lugar esta noche en la plaza", respondi? hacienda una reverencia profunda, dejando sobre la mesa tres entradas en las que destacaba la imagen de un carruaje y las palabras "Los Illuminanti". "Pero no estamos interesa..." Rhevi fue interrumpida. "No te disculpes si no puedes venir, hermosa ni?a", el actor gui?? un ojo y se inclin? con otra reverencia. Le dijo a su amigo que era tarde y salieron de la posada juntos. Rhevi se asom? por la peque?a ventana al lado de la mesa, alej?ndose del tel?n y vio a los dos extra?os actores caminar, tambale?ndose y cantando, en cuanto vieron encenderse las luces, corrieron como ni?os hacia la tienda. "Tipos extra?os" coment? Adalomonte mientras continuaba comiendo. Cuando subieron a sus habitaciones, se despidieron el uno del otro. "Nos vemos ma?ana, buscaremos a Agata, ?buenas noches!" dijo Rhevi, bostezando. Al entrar en su habitaci?n, tambi?n encontr? la chimenea encendida; la habitaci?n estaba muy caliente, pero se meti? en la cama vestida, sin ni siquiera fuerzas para desvestirse, e inmediatamente se durmi?. ?? La chimenea tambi?n estaba encendida en la habitaci?n de Talun, y ocasionalmente sal?an de esta unas peque?as chispas. El mago coloc? todo su equipaje bajo la ventana y ech? un vistazo afuera: todo parec?a tranquilo. Tom? un pergamino y escribi?: Estimado maestro supremo Searmon, Llegamos sanos y salvos a Stoik, pero no sin algunas sorpresas. Ma?ana iremos a casa de Agata y esperamos que nos ayude a encontrar las respuestas que buscamos. Saludos. Talun. Dobl? la carta y, pronunciando algunas palabras m?gicas, la hizo desaparecer en sus manos. ?? Adalomonte entr? en la habitaci?n, se desvisti? y dej? su sable cerca de su cama, no se sent?a tranquilo, pero extra?amente no estaba cansado, no sent?a la necesidad de dormir y no entend?a por qu?, ya que el viaje hab?a sido agotador. Mir? por la ventana y vio un carruaje pasando a gran velocidad por la calle principal. Enfoc? los ojos, notando un detalle nada despreciable, y abri? la ventana para mirar m?s de cerca. El carruaje viajaba sin ruedas ni caballos. ?Estaba flotando! Se dirig?a al norte, fuera de la ciudad. Qui?n sabe que diablos era eso, se pregunt? el guerrero mientras yac?a en su cama. Al final, se durmi? y esa noche, afortunadamente, no so??. ?? Al d?a siguiente, todos, excepto Adalomonte, se levantaron tarde y bajaron al sal?n principal de la posada. La habitaci?n estaba inundada con un aroma a pan caliente que hizo que rugieran los est?magos de Rhevi y Talun. Se sentaron a una mesa y les sirvieron un buen desayuno: leche caliente, pan y mermelada. "Todo hecho por nosotros, disfruten, el desayuno est? incluido en el precio", dijo la criada. Se comieron todo. "Disculpe, ?conoce por casualidad a una dama llamada Agata? Vive aqu? en la ciudad", pregunt? la media elfa. "S?, la conozco, pero no vive en la ciudad. "Ve al norte, encontrar?s un ca??n, sigue el ?nico camino y encontrar?s su casa. Personalmente nunca la he visto, pero s? que vive all?. Est? a un d?a de camino, deber?a llevarte unas horas con los caballos", respondi? la amable y regordeta camarera, gui??ndole un ojo a Talun, que se sonroj?. "Tsk" fue la respuesta desde?osa del guerrero. Salieron, tomaron los caballos del establo e inmediatamente se dirigieron al norte. CAP?TULO 9 El enga?o Vig?sima Era despu?s de la Guerra Sangrienta, ciudad de Radigast, la academia. El primero en llegar fue Searmon, se dirigi? a su estudio ubicado en la torre justo despu?s de la hora de la cena. Entr? y, para su gran sorpresa, en su sill?n de cuero, frente a la chimenea, vio la figura de un hombre que lo salud? sin darse vuelta para mirarlo. "Buenas noches, director. Tome asiento. Ha recibido una carta, est? ah? en el escritorio, l?ala por m?, ya sabe, con la edad mi vista no es lo que sol?a ser", comenz? con una voz ?spera. El mago supremo lo reconoci? de inmediato. "?Qu? est?s haciendo aqu?, Cortez? Sabes que no eres bienvenido". Dio un portazo a la puerta de la habitaci?n y con un movimiento de su mano gir? el sill?n. El hombre se aferr? a sus brazos, riendo como un ni?o en un tiovivo. "Pareces muy viejo y no creo que haya pasado tanto tiempo", dijo el director, sent?ndose en su escritorio. "S?, ?cu?nto tiempo ha pasado? ?Un par de a?os? Pero ya sabes, soy un hombre de mundo, siempre estoy fuera, lucho contra las bestias y el mal tiempo, mi cuerpo sufre, ?no lo crees, Searmon? De todos modos, no pierdas el tiempo y lee, tengo mucha curiosidad por saber qui?n escribe", respondi? gui?ando el ojo. Lo mir? y abri? la carta, como si no pudiera rechazar la orden, y comenz? a leer, era el mensaje de Talun. "Pero bravo, los enviaste a buscar a Agata. Me atrevo a decir que es fant?stico. Sabes, esa vieja ni siquiera me abri? la puerta la ?ltima vez. Pero es mejor as?, mucho mejor, no esperaba encontrarme con chicos tan capaces, apuesto a que har?n cualquier cosa para ayudarme. Tambi?n te felicito por haber elegido a Agata... nos veremos muy pronto" y desapareci? en el aire. Searmon quem? la carta con la llama de una vela, la vio deshacerse lentamente y record? a Agata, su valiente Agata. El remordimiento se apoder? de su coraz?n, inmediatamente dio vuelta sus pensamientos, tom? el papel y el tintero y respondi? a su alumno. Mi buen chico, no te preocupes, ella encontrar? una soluci?n. Hasta pronto. Y la carta desapareci?. El director se mir? el pecho donde estaba la marca, la misma que esos pobres chicos ten?an en el coraz?n, y pens?: Lo siento, un juramento as? no se puede romper, pero a costa de mi propia vida te ayudar?. CAP?TULO 10 La herbolaria Vig?sima Era despu?s de la Guerra Sangrienta, gran Ca??n Cabalgando por veredas entre desfiladeros rocosos y escarpados, llegaron al ca??n al atardecer. El desfiladero estaba erosionado por el clima y las lluvias torrenciales que se lo hab?an tragado a lo largo de los siglos. Las rocas eran de un color naranja brillante y con la ca?da de la nieve, la naturaleza brind? a los caminantes un espect?culo extraordinario. Al avanzar se encontraron frente a un enorme abismo en la tierra, pero al acercarse no vieron nada m?s que oscuridad. De abajo ven?a un viento muy fuerte que asust? a los caballos, no hab?a nada alrededor, excepto un poco de maleza. "?Qu? es esto, una broma? No hay nada aqu?", tron? Adalomonte enojado. "No lo s?. El director dijo que la casa estaba aqu?, incluso la criada lo confirm?. Se giraron para ver si hab?a un camino que no hubiesen notado, pero nada, el sol se hab?a puesto completamente y la desesperaci?n se apoder? de sus corazones. El guerrero se baj? de su caballo y con toda la fuerza que ten?a en su cuerpo y esp?ritu lanz? un rayo de energ?a escarlata al abismo, maldiciendo y gritando. Fue como un reflejo instintivo. Pero fue ese gesto desesperado el que hizo que la chica se diera cuenta de que algo andaba mal en el barranco. "?Mira eso! La energ?a de Ado baj? en algo invisible", dijo, se?alando un punto espec?fico en el barranco. "?Hay alguien ah?? El director Searmon nos envi?, por favor ay?denos", grit? Rhevi a todo pulm?n. Despu?s de unos segundos, una peque?a luz flotante, como las creadas por Talun, se materializ? para alcanzarlos, y dentro de ella, se pudo vislumbrar el rostro distorsionado de una mujer. Una voz sali? tan distante como un eco. "?Quienes son ustedes? ?Y qu? es lo que quiere Searmon?" El mago hizo espacio entre Rhevi y Ado y respondi? solemnemente: "Soy Talun, alumno de la escuela de magia de Radigast y ellos son mis amigos. Searmon dijo que pod?a ayudarnos". La esfera se acerc?, como para estudiarlos, y la voz dijo: "?Cu?l es el problema que el gran Searmon no puede resolver? ?l lo sabe todo, puede hacerlo todo, pregunta y luego veremos si puedo ayudarles". Adalomonte se quit? la coraza de su armadura mostrando la marca. La esfera se retir?. "No hay tiempo que perder. Entren". Volvi? a su lugar de origen, pero a diferencia de antes, ahora estaba all? una casa de ladrillo y madera. En la puerta vieron a una dama de edad madura que se vio obligada a gritar por el fuerte viento que ven?a del abismo: "Ah? al lado, miren bien, hay una escalera, bajen y entren", se?alando unos escalones excavados en la piedra y bien camuflados. El grupo descendi? y se encontr? en un puente tembloroso. Las tablas apenas eran visibles, era como si fueran transparentes. Rhevi lo cruz? muy r?pido, contando con su agilidad, al igual que Adalomonte, mientras que el mago caminaba con paso incierto y maldiciendo a Turuk, dios de los orcos y las bestias. Llegaron delante de la anciana, quien les hizo se?as para que entraran. Cuando entraron, la anciana mir? hacia arriba y dio un portazo con una expresi?n aterrorizada en el rostro. Ten?a una larga cabellera plateada con algunos reflejos cobrizos, su rostro estaba desgastado, pero debajo de las arrugas se pod?a adivinar lo que debi? ser el rostro de una bella muchacha; sus ojos eran de un color que se acercaba a la amatista y llevaba una larga t?nica verde oscuro con un chal amarillo canario bordado con motivos florales. "Entonces, ?qu? es lo que quieren?", pregunt?. "Estamos aqu? para pedirte ayuda, ?eres Agata?" pregunt? Talun. "S?, soy yo. ?Habla y mu?vete, porque estoy ocupada!" dijo, agitando un pincel que activ? un extra?o sello pintado en una pared de la entrada y que representaba un ?rbol. Las gruesas ra?ces se materializaron en el escudo de armas y abrazaron toda la puerta. "?No perdamos el tiempo, vieja!" dijo el guerrero gru?endo y mostrando la marca. "?Puedes ayudarnos?" Agata lo mir? fijamente por unos segundos y luego dijo: "?No, no puedo ayudarte, pero s? qui?n puede hacerlo, y... muestra respeto, demonio, tengo un nombre y ciertamente no es "vieja"!" Talun se interpuso entre la herbolaria y el guerrero y amablemente dijo: "Lo siento, ha sido un viaje largo y cansado, por favor denos esta informaci?n y le estaremos eternamente agradecidos". Agata se dirigi? a la cocina, el lugar era muy acogedor y c?lido, hab?a una enorme chimenea y un mostrador en el que se pod?an ver muchas plantas de varios colores y tama?os. "Si?ntense, les ofrecer? una infusi?n y les dir? lo que s?". Se acercaron a una mesa redonda llena de grietas de las que sal?an peque?as plantas, que apenas se mov?an cuando estaban sentados. La mujer verti? una extra?a, humeante y roja infusi?n en copas transparentes, y sirvi? algunas golosinas. Todos las probaron y ni siquiera Adalomonte pudo resistirse. Sobre la maesa hab?a suaves galletas de mantequilla con un aterciopelado relleno de crema de ar?ndanos, acompa?adas de un suave pastel redondo con un agujero en el medio, cubierto con manzanas glaseadas y humeantes. La cocina estaba impregnada de un intenso olor a comida. Un humo colorido sal?a del t? de hierbas. Talun pas? su mano sobre todos los vasos y platos, pronunci? unas palabras m?gicas y a?adi?: "Disculpa, no es por desconfianza, pero quer?a estar seguro. Sabes, nunca se puede estar demasiado seguro en estos d?as". Agata lo mir? y sonri?. "S?, tienes raz?n, y viendo la marca, te entiendo". Rhevi la interrumpi?. "Nosotros tambi?n tenemos la misma marca", y explic? la historia desde el principio. "Bueno, debo decir que Cortez se hizo m?s inteligente con el paso de los a?os. Me quit? todo, incluso el amor de mi vida, mi marido, que tambi?n jur? ayudarle, pero no pudo, y lo cogi?... pero esa es otra historia". Los ojos de la herbolaria se aclararon, su mente vag? desde el primer encuentro con su amor hasta el ?ltimo adi?s. Entonces recobr? el sentido. "As? que, en varios a?os de b?squeda, despu?s de que mi amado Breno desapareci?, me encontr? con un pueblo que sab?a algo sobre este ser. Sabes, Cortez no es un hombre sino una criatura de alguna dimensi?n o tiempo oscuro. Sab?an de su existencia y me ense?aron a reconocerlo en sus muchas formas y a mantenerlo alejado de mi vida, pero sobre todo a no hacerme sentir, porque es muy poderoso y puede sentir y ver a todos los que han tenido que ver con ?l. El sello pintado en la pared contrarresta su poder, as? que estamos a salvo aqu? y podemos hablar libremente, aunque lo vi antes de que entraran, est? justo afuera. Qui?n sabe, tal vez los est? esperando". Agata los mir?. Rhevi y Talun estaban aterrorizados. "?C?mo lo haremos? Si est? aqu?, en cuanto salgamos, har? todo lo posible para enterarse de lo que hemos hablado. -dijo la media elfa desesperada. "No creo, por lo que me han dicho, est?n a salvo por ahora. ?l necesita que encuentren esa hoja, y no se interpondr? en su camino mientras mantengan su juramento. No tengan miedo por el momento... deben dirigirse al oeste, a un bosque llamado Vesve, est? a unas dos o tres semanas de aqu?. All? viven los elfos de la luz, un pueblo muy antiguo y poderoso, y", se dirigi? a la chica, "mir?ndote con atenci?n, te digo que tienen una oportunidad de ser aceptados, porque la sangre de los elfos fluye en ti", dijo Rhevi. "Hacen todo lo que pueden para ayudar a sus semejantes, puedo estar equivocada, pero no tienes elecci?n, son los ?nicos que pueden ayudarlos". Se alej? un momento y luego volvi? con un pergamino. "Tomen este mapa, lo necesitar?n para encontrar el lugar, es muy antiguo y lo quiero de vuelta si es posible. Pueden quedarse aqu? todo el tiempo que quieran. No hago esto solo por Searmon, sino tambi?n porque Talun me recuerda a mi amado marido". El guerrero mir? al mago. "Tsk, qu? suerte." El chico se sonroj? y todos, excepto Ado, estallaron en risa. Agata les mostr? una peque?a habitaci?n ovalada, sin ventanas, iluminada por unas pocas velas consumidas, los ?nicos muebles eran una ba?era y una cama. "S? que no es mucho, pero es mejor que dormir ah? fuera". Esas fueron las ?nicas palabras de la herbolaria antes de cerrar la puerta. El grupo se acomod? lo mejor que pudo. Extra?amente, Adalomonte se sinti? muy cansado y se desplom? descansando en el muro de piedra, incluso Rhevi y Talun no se hicieron del rogar, la chica se desplom? en la cama concedida por el mago y el chico se acost? como un perro guardi?n a los pies de la cama. Esa noche durmieron profundamente, incluso Adalomonte durmi? sin tener pesadillas o visiones. Antes de cerrar los ojos pens?: El sello funciona, si no me sintiera tan d?bil, me quedar?a aqu? con esta dulce anciana, en lugar de buscar la forma de morir, porque eso es lo que haremos, ?moriremos todos! Cuanto m?s horas pasan, m?s cansado me siento, mejor dejarlo ir y descansar ahora que tengo la oportunidad. La ma?ana lleg? y trajo consigo una fuerte lluvia. Dios sabe por qu? el clima tambi?n parec?a haberse vuelto en su contra, el agua ca?a al abismo como una cascada, el cielo estaba cubierto por nubes negras, como si algunos dioses se divirtieran atormentando a esa pobre tierra. Rhevi y Talun se despertaron temprano, pero bastante descansados. Agata hab?a preparado un delicioso desayuno y el olor del pan caliente con mermelada llenaba toda la casa. Con bastante asombro se dieron cuenta de que Adalomonte segu?a durmiendo profundamente, ni siquiera parec?a escuchar el ruido de la lluvia, y era extra?o. Normalmente era el primero en despertarse. El mago se acerc? a ?l e intent? despertarlo, pero no pudo. "?Qu? le ocurre? Agata, por favor, ven aqu?", grit?. La herbolaria lo alcanz? e intent? sacudirlo con fuerza, pero nada. "Ahora s? con certeza que est? ligado a Cortez o a su mundo, no s?lo por el juramento, sino por algo muy misterioso". Se?al? al mago que el mismo sello pintado en la pared estaba estampado en los p?rpados de Ado, representando un mundo inscrito en un pent?culo enredado en gruesas ra?ces. Talun lo mir? e intent? descifrar ese s?mbolo. Tom? el grimorio, pero no encontr? ninguna referencia a ?l. "Necesito m?s tiempo para buscar", anunci?. "?Deshaz el sello, por favor!" Rhevi le dijo a Agata. "Lo deshar?, pero deben salir de mi casa inmediatamente, ?est? claro?" los mir? y esper? una respuesta. "S?, est? claro... gracias de todos modos", respondi? la chica. La mujer arroj? semillas en la pared, una fuerte luz lila inund? la cocina y el sello desapareci?. Ado se despert? inmediatamente, sin mirar a los ojos. "Era consciente de que pod?a escucharlos, pero no pod?a hacer nada, vamos y dejemos a la anciana con sus asuntos", dijo. Abrieron la puerta y fueron inmediatamente abordados por un fuerte viento fr?o y una lluvia torrencial. Cuando el grupo se hab?a ido, Agata se desplom? en una silla, su pasado hab?a vuelto a surgir, y pon?a su mano en el fuego que no terminaba all?. CAP?TULO 11 Los Illuminanti Vig?sima Era despu?s de la Guerra Sangrienta, Stoik Salieron de nuevo por la escalera bajo la lluvia, teniendo cuidado de no resbalar, una vez en la cima, Rhevi mir? hacia atr?s pero la casa ya hab?a desaparecido en el aire. Talun pronunci? unas palabras m?gicas, las cuales fueron seguidas inmediatamente por Flama Bianca y C?rcel Oscuro, los tres caballos llegaron desde un peque?o bosque nevado cercano. Los tres amigos saltaron sobre sus lomos. "Volvamos a Stoik para conseguir algunas raciones, y luego continuemos el viaje", propuso Rhevi mientras galopaban. Despu?s de unas horas, llegaron a la entrada del pueblo, se empaparon de agua y se dirigieron a la posada, metieron los caballos en el establo y entraron. El lugar estaba medio vac?o, caliente e iluminado. "Hola, ?podemos comprar algunas raciones para una semana de viaje?" pregunt? el mago al posadero, un hombre de unas cincuenta rotaciones, con un bigote grueso y calvo como una pelota. "Por supuesto, estar?n listas ma?ana por la ma?ana, pero tengan claro que quiero que me paguen por adelantado!" El guerrero lo mir? con expresi?n oscura y le dijo: "?No puedes hacerlo antes?" El hombre respondi? con temor, como si toda la altivez que hab?a mostrado se hubiera derretido como la nieve al sol. "No... lo siento, tengo que conseguir algunos suministros, no tengo todas esas cosas aqu?, una semana es larga y..." "S?, s?, est? bien, nos instalaremos aqu? por la noche" interrumpi? Adalomonte. "No me aburras con tus excusas." Se sent? en una mesa y cruz? los brazos. "S? m?s amable Ado, estos d?as la gente lo est? pasando mal. ?A d?nde deber?amos ir? Esperemos a que mejore", dijo Rhevi y en un tono suave y dulce. "Est? bien, pero no me quedar? un d?a m?s, ?que quede claro!" "No le haga caso", dijo, "se despert? enfermo". Talun lo mir? y luego se r?o de ?l. Al mismo tiempo, otras dos personas se rieron en la posada. El guerrero se dio vuelta tan r?pido que se le cay? la capucha que usaba para ocultar su rostro. Vio a un hombre y a un enano que reconoci? como los actores de la compa??a de teatro "Los Illuminanti". En cuanto vieron sus ojos rojo rub?, dejaron de re?rse. "Disc?lpenos, se?or, pero la escena fue muy divertida, usted podr?a ser un actor", le dijo Brady al mago, quien inmediatamente sonri?. "No fueron a nuestro espect?culo ayer, escuchamos que seguir?n aqu? esta noche, ?por qu? no vienen? Los boletos siguen siendo v?lidos. Si pudiera hacer una oferta, se los agradecer?amos. Entonces, ?qu? dicen?" Talun mir? a sus compa?eros y con cara de ni?o dijo: "?Estaremos all?! No tenemos nada que hacer de todos modos". Sonri? a Rhevi, que le devolvi? la sonrisa, y a Ado, que permaneci? serio. El actor hizo una reverencia y dijo: "Perfecto, nos vemos esta noche. Estamos en una gran carpa, ser? f?cil de encontrar, les aseguro que ser? divertido, ?nos hemos vendido bien! Esto es una garant?a, ?que tengan un buen d?a, les desea la compa??a de los Illuminanti!" grit? al salir de la posada seguido por el enano. El d?a transcurri? muy lentamente, quiz?s porque el grupo s?lo vagaba por la posada, charlando y viendo la lluvia golpeando las ventanas. Al final de la tarde se dirigieron a sus habitaciones. Rhevi tom? un agradable ba?o caliente mientras Talun comenz? a estudiar y buscar informaci?n sobre el antiguo s?mbolo del ?rbol, hojeando su grimorio, buscando entre las leyendas escritas y estudiadas en la academia, pero sin ?xito. Ado puli? su armadura y encaden? su espada, un trabajo lento y concentrado que necesitaba para mantener su mente ocupada. Finalmente lleg? la hora de la cena y pronto comenzar?a el espect?culo. Bajaron, comieron una buena sopa de verduras hervidas, en la que se pod?an ver algunos tub?rculos flotando. Las especias utilizadas iban muy bien con el caldo amarillo, unas cuantas hebras de queso fundido pegadas a los cubiertos de madera, algunos tiernos trozos de carne hab?an sido agregados s?lo en el plato del mago y el guerrero. La media elfa estaba en contra de comer animales. "Tengo mucha curiosidad por ver el espect?culo de esos dos", dijo Talun, limpi?ndose la boca. "Bueno, ?qu? estamos esperando? ?Vamos!" respondi? Rhevi, levant?ndose de la mesa. Adalomonte us? su mano para limpiarse la boca y acab? con las sobras del mago, luego todos salieron juntos de la posada. La calle estaba cubierta de nieve, las luces de las casas estaban todas apagadas, hab?a muy poca gente alrededor y casi todo el mundo iba de camino al espect?culo. El fr?o era realmente insoportable, drenaba el aire de los pulmones. "No puedo recordar la ?ltima vez que el invierno fue tan fr?o, mis huesos est?n congelados", dijo el mago temblando. "Tal vez porque eres todo huesos", respondi? el guerrero. "?Has o?do eso, Rhevi? Siempre me provoca. Si sobrevivimos a esto, te mostrar?..." A la vuelta a la esquina de la calle principal divisaron una enorme carpa, toda de color, con una docena de carruajes afuera. Se apresuraron a pasar por la vereda y se dirigieron a la entrada, mostrando el billete a un mezclado sentado en un taburete. Optimistas y alegres por naturaleza, incapaces de defenderse y siempre dispuestos a esconderse, estos peque?os seres eran sobre todo famosos por su suerte y curiosidad innatas. A menudo iban descalzos, ten?an la piel almendrada y el cabello rizado. El mezclado respondi? sonriendo: "Gracias, son bienvenidos". Ya desde fuera se o?a mucho ruido, pero cuando entraron se asombraron: pr?cticamente todo el pueblo estaba all?. Hab?a un estruendo ensordecedor, en el centro de la carpa hab?a un hermoso escenario que representaba un bosque, desde detr?s de la escena Brady vio al grupo y le dijo a un ayudante: "Escolten a esos tres al frente del escenario, reserv? algunas sillas s?lo para ellos, ?vamos!" Como si fuera un soldado, ?l tipo salt?. El grupo vio entrar a un chico que les hizo una reverencia, "?Por favor, por aqu? caballeros, hay algunos asientos para ustedes, el incre?ble Brady me env?a!" dijo de nuevo con la cabeza inclinada. Rhevi, con una sonrisa que lo hizo sonrojar, lo sigui? y tambi?n el guerrero y el mago. Se sentaron en los sillones, eran robustos y muy c?modos, de color rojo. Las luces se apagaron y, como por arte de magia, el ruido se convirti? en silencio absoluto. Del falso bosque salieron un caballero y un enano armados hasta los dientes, y comenz? el juego, con peleas, falsos monstruos, fuegos artificiales, damas en apuros, todo ello acompa?ado de aplausos y gritos de ni?os. Al final, el p?blico qued? extasiado, Rhevi y Talun tambi?n quedaron impresionados por la habilidad de los actores y aplaudieron como todos los dem?s, mientras que Adalomonte permaneci? impasible. Salieron de la tienda y fueron llamados inmediatamente por Brady. El actor, vestido para la escena que acababa de terminar, ten?a el cabello mojado por el sudor y segu?a con su brillante sonrisa. "?Disfrutaron del espect?culo?" pregunt?, feliz por el ?xito. "No estuvo mal, lo hicieron bien, ?felicidades!" respondi? Talun. "Much?simas gracias" respondi? el actor. Arriba en el cielo estrellado, en las nubes, una criatura se dirig?a hacia ellos. Mientras hablaban, se abalanz? de manera terror?fica. Vieron al monstruo estrellarse contra la pobre gente, algunos quedaron gravemente heridos, otros gritaban aterrorizados mientras hu?an. La aterradora criatura ten?a rasgos que recordaban a una mujer, y tal vez en el pasado lejano hab?a sido una mujer. Sus piernas eran esquel?ticas con enormes garras, ten?a alas de murci?lago y ojos negros como el carb?n. "El dios oscuro volver?, me lo prometi?, me lo prometi?" grit? con una voz chirriante. De repente, un rayo de color rojo oscuro la golpe? en el pecho y la hizo estrellarse contra la tienda; rebot? y luego golpe? el suelo fangoso. Todos se volvieron para ver d?nde hab?a ca?do el rayo y notaron que el mago pronunciaba una frase que no entend?an, entonces un rel?mpago sali? de su boca y golpe? a Adalomon, que se sinti? tan ligero como una pluma. Con un destello que ning?n hombre de las Siete Tierras podr?a haber hecho, se dirigi? hacia el monstruo. La aferr? de la garganta con un pu?o de hierro. "?Qui?n te env?a?" grit? mientras Rhevi se un?a a ?l. "?C?lmate!" le dijo. "La matar?s y no sabremos nada". Afloj? el agarre y la criatura respondi?: "Mi amo quer?a probar el..." Literalmente se pulveriz? a s? mismo sin terminar la frase. La gente segu?a huyendo. "?Qu? ocurri?? ?Qu? era eso?" pregunt? Talun. "Vivimos en tiempos oscuros, s?lo tenemos que seguir nuestro viaje y esperar, mago", dijo el guerrero, sacudi?ndose el polvo. A lo lejos se escuch? al actor gritando: "?Fant?stico! ?Fantasmag?rico! ?Sublime!" Brady estaba preso de una mezcla de miedo y excitaci?n. "No tengo otras palabras para describir lo que acabo de ver. Si les parece bien, Drum y yo los seguiremos para escribir sus incre?bles aventuras. ?Vamos a ser ricos!". "?Seguidme y os arrancar? las cabezas! Idiota" dijo Adalomonte en tono amenazante mientras se alejaba. "Disc?lpenos, el espect?culo fue hermoso, pero tenemos que irnos." Rhevi y Talun siguieron al guerrero a los caballos. "Buena suerte a los h?roes valientes", susurr? el actor. Insistir no ayudar?a, pero en su coraz?n esperaba encontrarse con ellos de nuevo. CAP?TULO 12 Negocios Vig?sima Era despu?s de la Guerra Sangrienta, Stoik Un malestar tangible se hab?a despertado en el grupo. Era tarde en la noche, el ataque de la arp?a los hab?a afectado. No hab?an hablado ni cruzado la mirada, se sent?an culpables por la gente que hab?a resultado lastimada. Dejaron el pueblo y se dirigieron al oeste. Las poderosas patas de los caballos levantaban el barro que se hab?a formado con las lluvias pasadas, escupiendo humo blanco de sus bocas, el fr?o segu?a siendo intenso, pero al menos el cielo estaba despejado de nubes y las estrellas brillaban en lo alto. "?Por qu? no paramos?" pregunt? Talun, frenando el galope de Flama Blanca. Se detuvieron bajo un ?rbol, acompa?ados por los sonidos del bosque. Encendieron un fuego para calentarse, dieron de beber a sus caballos, se pusieron c?modos, por as? decirlo, en sus lechos y se durmieron en silencio. Estaban cansados en cuerpo pero especialmente en alma. A la ma?ana siguiente Rhevi abri? los ojos y vio a Adalomonte ya montado en su corcel negro mientras Talun preparaba sus ?ltimas cosas. "?Buenos d?as!" los salud? la media elfa. "Llego tarde, lo siento, podr?an haberme despertado sin problemas". Se levant? y empez? a empacar sus cosas. "Me dorm? m?s tarde que de costumbre, de lo contrario ya estar?a lista. Los elfos duermen mucho menos que los humanos". Se inici? una conversaci?n informal, para recuperar la confianza que parec?a perdida tras los acontecimientos del d?a anterior. El mago meti? su libro en la gran bolsa que llevaba al hombro y se volvi? hacia la chica. "Estudi? las razas antiguas en la academia, ?y t?? Siempre te encontramos de pie. ?Alguna vez duermes?" Pregunt? Talun a Adalomonte. "No duermo mucho, pero es tarde, dense prisa", respondi? el gru??n guerrero. "Finalmente, un d?a soleado, hace fr?o, pero al menos no llueve. De todos modos, me pregunto c?mo nos metimos en este problema, si hay una pr?xima vez, me parar? sobre mis manos", dijo Talun, riendo. "?Recuerdas algo de c?mo te metiste en esta situaci?n?" a?adi? poco despu?s mientras masticaba un poco de cecina de vaca. "Nada, s?lo tengo algunos recuerdos, he estado parado ah? qui?n sabe cu?nto tiempo, s?lo recuerdo el dolor y la oscuridad, no s? qu? me hicieron". El chico lo mir?. "?Qu? estaban haciendo? ?Hab?a alguien m?s adem?s de ese monstruo?" pregunt?, dubitativo. "S?, recuerdo que hab?a una peque?a criatura. Ten?a una risa aterradora, la mayor?a de las veces se re?a de s? misma mientras me causaba dolor. Estaba hablando con alguien m?s all? de un espejo negro, no puedo recordar qui?n era o sobre qu? discut?an". "Nosotros tambi?n lo vimos, pero no reflejaba nada, era completamente negro", dijo Rhevi. El guerrero tens? sus hombros. "No importa, s?lo quiero encontrar este maldito bosque y la gente de la que nos habl? la herbolaria, pensar? en todo lo dem?s cuando termine". Mientras cabalgaba, la media elfa pens? en su abuelo, se pregunt? qu? estar?a haciendo y su coraz?n se tens? al imaginar que estar?a preocupado por ella. Lament? todas las veces que quiso escapar de su vida, del pueblo, de la posada. Siempre hab?a so?ado con vivir una aventura como en los cuentos de hadas que el abuelo Otan le contaba, pero la realidad era diferente, pod?as resultar gravemente herido o pod?as morir. Cabalgaron a paso de tortuga por el bosque, el impresionante paisaje les mostr? a sus ojos vastas llanuras y colinas blancas en la distancia, donde de vez en cuando se pod?a ver alguna peque?a granja. Los rayos del sol se filtraban a trav?s de las ramas de los ?rboles y parec?an peque?os caminos de luz. Talun, a espaldas de Flama Blanca, se ocupaba de estudiar las f?rmulas m?gicas; en un cierto momento descans? el libro antiguo en una alforja, tom? un pergamino y comenz? a escribir. Apreciado mago supremo, El viaje contin?a, desgraciadamente, no sin inc?gnitas e incertidumbres. Fuimos a ver a la Sra. Agata, mencionamos que ven?amos de su parte y debo decir que hab?a un cierto resentimiento en ella. Sin embargo, nos ayud? d?ndonos un viejo mapa que nos llevar? nada menos que a los elfos de la luz. En mi desgracia, sin embargo, me pone nervioso encontrarme con esta raza, desear?a que usted estuviera aqu? a mi lado. Espero que su investigaci?n, si alguna vez tuvo lugar, sea m?s afortunada que la nuestra. No s? qu? o a qui?n encontraremos en nuestro viaje, pero rezo para que Erymus, el se?or del conocimiento, nos proteja y nos gu?e. Mis cordiales saludos, su pupilo, Talun. Enroll? el pergamino, pronunci? la f?rmula, y desapareci? con un rotundo chasquido. Siguieron cabalgando durante d?as sin recibir ninguna respuesta del director, un acontecimiento que provoc? dudas y perplejidad en el mago. S?lo se permit?an unos pocos momentos de descanso. "A este ritmo nunca llegaremos, mientras exista este bosque", exclam? el mago, casi frustrado. "Det?nganse, ?escuchan algo?" pregunt? Rhevi aguzando los o?dos. "?Escuchan ese ruido? Es agua que fluye, tal vez haya un r?o". Camin? hacia el ruido y vio una peque?a cascada, mir? hacia afuera y vio un enorme r?o, en la distancia, hab?a un peque?o puerto con un barco. "Deber?amos pedir informaci?n, preguntar si vamos en la direcci?n correcta. Tal vez ellos conocen un camino que nosotros no". El guerrero asinti? con la cabeza y dijo: "Mov?monos r?pido, as? llegaremos antes del atardecer". Tomaron un camino empinado con sus caballos, levantando nubes de polvo detr?s de ellos. Se encontraron en un nivel m?s bajo, continuaron cabalgando hacia el peque?o puerto en la distancia, llegaron al puerto cuando el sol casi se hab?a puesto. El peque?o puerto era viejo y deteriorado, los tablones de madera cruj?an bajo el peso de los corceles. Vieron un barco lo suficientemente grande como para transportar ganado, meci?ndose en el r?o. Sobre cuatro postes de madera sumergidos en el agua se alzaba una peque?a casa habitada, se pod?a ver una luz tenue que proven?a de las ventanas empa?adas. El grupo se baj? de sus caballos y se dirigi? hacia la entrada, pod?an escuchar voces que ven?an de adentro, Rhevi llam? a la puerta. "Una aguda voz masculina pregunt?: ?Qui?n es? ?Qu? est?n buscando?" Escucharon ruidos extra?os desde detr?s de la Puerta. "Somos viajeros". ?Podr?as abrir la puerta, por favor? Tenemos algunas preguntas que hacerte. Necesitamos tu ayuda". La puerta se abri?, al principio no vieron a nadie, luego, al bajar los ojos los ojos, vieron dos gnomos: med?an unos noventa cent?metros de altura, ten?an la piel bronceada y el cabello dorado, una barba del mismo color que cubr?a su peque?o rostro, ten?an unos ojos muy grandes de un color azul profundo, iban vestidos con una peque?a t?nica de cuero y llevaban botas tobilleras de cuero marr?n. Los miembros de aquella raza eran graciosos, con fama de bromistas. Eran maestros en los juegos de palabras, codiciosos admiradores del oro y las piedras preciosas, excelentes inventores gracias a su innata curiosidad. Los gnomos estudiaron a los tres viajeros, luego se miraron y dijeron al un?sono: "Si quieren informaci?n tienen que pagar" y se rieron. "?Qu? necesitan saber? Estamos muy preparados y somos muy sabios". "Estamos de viaje", dijo el mago, "y nos gustar?a saber si este camino lleva a un bosque llamado Vesve". "Lo sabemos. "Me llamo Boddybock pie de pato y mi hermano se llama Bimpotin doble cerradura," respondi? uno de los gnomos, "pero por favor, pasen y si?ntense, hace fr?o all? afuera. Para que podamos hablar de negocios". La casa era muy peque?a, en su interior se pod?a ver una colorida cocina con vajilla a la vista y una gran mesa llena de quesos y botellas de vino. Desde un peque?o pasillo se podia ver una habitaci?n con dos catres, los techos eran muy bajos, de hecho, los tres visitantes tuvieron que agacharse para entrar. Se sentaron en peque?as sillas, cerca de la chimenea crepitante, a la mesa ya puesta los gnomos a?adieron un poco de carne, un poco de cerveza y unos trozos de pan. Al menos en la superficie parec?an amistosos. "?Cu?nto nos costar? esta informaci?n? Espero que no mucho", dijo Ado, mir?ndolos con sus ojos color rub?, en un intento de intimidarlos. Se miraron el uno al otro y Bimpotin respondi?, "Eee... no mucho". Su hermano le dio una peque?a patada bajo la mesa y dijo: "No, no mucho, pero tampoco ser? barato. Digamos que una docena de monedas de oro". El guerrero se levant?, golpe? su cabeza contra el techo, lanz? una moneda de plata sobre la mesa y tron?, "?Creo que con esto bastar?!" No hab?a acabado de girar sobre la mesa cuando el gnomo la tom?. "Oh, t?melo con calma, se?or, creo que con esto no ser? suficiente, dados los tiempos que vivimos". Talun mir? a Adalomonte de forma divertida. "?Has o?do eso? Has encontrado algo para tus dientes". Levant? una ceja. "Apuesto a que eso lo convencer?". Esta vez su voz no sonaba bien, e incluso Talun estaba alarmado. Rhevi se puso entre el guerrero, el gnomo y se inclin? y ella le dio un mont?n con diez monedas. Boddybock las tom? con suficiencia. "S?, con esto bastar?, podemos trasladarlos en nuestra barca, remontando el r?o, se ahorrar?an al menos veinte d?as a caballo, o si lo prefieren, pueden continuar por este camino, y estar?n en las tierras verdes en muchos d?as m?s", dijo, se?alando con su dedo rechoncho un mapa sobre la mesa. "?Cu?nto nos costar?a hospedarnos aqu? y trasladarnos en tu barco?" pregunt? la media elfa en un tono meloso, las orejas de Boddybock se pusieron rojas como la lava volc?nica, y mirando su escote respondi?: "La cena, un catre para dormir, un pasaje r?o arriba, todo por una moneda de oro". Ado mir? a Rhevi de una manera poco amable. "?Dile que con lo que le has dado ser? suficiente!", tron?. La chica le echo una mirada g?lida, pero esta vez no dijo nada. Ni siquiera el gnomo prob? suerte por segunda vez, asintiendo t?midamente con su cabeza. Bimpotin tom? un taz?n de zanahorias y ensalada y se lo pas? a Rhevi, mientras que el mago y el guerrero comenzaron el banquete con los dos hermanos que estaban fren?ticos en el servicio y felices de haber cerrado un gran trato. "?Por qu? se dirigen al bosque, si no les importa que pregunte?" pregunt? Boddybock con curiosidad mientras encend?a una larga pipa, que desprend?a un humo bastante fragante. "Asuntos de negocios, nada peligroso. Hay un peque?o pueblo cerca de all?, ese es en realidad nuestro destino. Como bien sabes, no podemos decir nada m?s", respondi? Rhevi. "?Puedo probar un poco de esa hierba arom?tica? Parece bastante buena", pregunt? Talun, extendiendo su mano a Boddybock. El gnomo le pas? la pipa y el mago le dio una Buena fumada, y luego arroj? una gruesa nube de humo. "Mmm, muy bien, felicitaciones, ?tienes, algunas hojas que puedas venderme? Puedo darte esto", dijo, mostrando una moneda de plata. "Puedes comprar algunas hojas con nuestro amigo Bimpotin". El gnomo entr? en el dormitorio y volvi? con una bolsa de cuero. "Aqu? tienes, de lo mejorcito", dijo, entreg?ndosela. "?Puedo pre... preguntar cu... cu?l es su... nombre?" a?adi?. El chico tom? la bolsa y dijo: "Talun el mago". Rhevi mir? al peque?o gnomo y le dijo: "Rhevi, encantado de conocerte, y este es Adalomonte". Se?al? al guerrero que fing?a no o?r y estaba sentado junto a la ventana mirando hacia afuera. "Bueno, el placer es todo nuestro. Pasaremos mucho tiempo juntos. Parecen buena gente". "Por nuestro trabajo a veces tenemos que tratar con bandidos violentos" explic? Boddybock, pero no hab?a terminado la frase cuando su hermano le interrumpi?. "Hemos estado en peligro de de... mo... morir un... muchas veces, pero tenemos la piel dura, una vez que escapamos de las garras de un uuubriaco, ?l no... que…quer?a pagarnos, pero mi hermano, cuando... se trata dinero, se convierte en una m?quina de gueeerra, ?l... le… le cort? el dedo", dijo con una risa y una expresi?n divertida mientras sacaba su pipa tambi?n. "?Felicidades! Pero no les daremos estos problemas", respondi? la media elfa. Pasaron la tarde acordando la hora de salida y los detalles de lo que har?an al d?a siguiente. Finalmente, le dieron las buenas noches a los gnomos y se fueron a dormir a sus camas. S?lo a Rhevi se le permiti? dormir en una cama peque?a. Los otros tuvieron que conformarse con el h?medo piso de madera. La noche transcurri? r?pidamente tanto para la media elfa como para el mago, no ocurri? lo mismo con Adalomonte, que fue asaltado por sus pesadillas. Se encontr? en un campo bajo una lluvia torrencial, corriendo, ?pero de qu? estaba huyendo? Sinti? el aliento en el cuello de un ser que lo persegu?a, diciendo: "?Pero no entiendes que no puedes escapar? Te encontrar?, no puedes esconderte de m?, yo soy t?, soy quien cumplir? tu destino tarde o temprano." La fr?a voz proven?a de su interior. Ado abri? los ojos, para dares cuenta de que a?n era de noche, sali? a la oscuridad armado tan s?lo con su espada. El fr?o le golpe? con fuerza, se hab?a olvidado de vestirse, pero esto no le molest?, no pod?a recordar por qu?, pero su cuerpo parec?a endurecido e inmune al clima. Se sent? en el muelle mirando el r?o que flu?a debajo de ?l, acompa?ado por el sonido del agua, se relaj? con su espada, se durmi? como un guerrero que muere en su ?ltima batalla. Rhevi oy? abrirse la puerta y vio salir a Adalomonte. Se preguntaba a d?nde iba. No perdi? tiempo, se levant? en silencio y se acerc? a la ventana que daba al peque?o puerto, peque?os copos de nieve ca?an a trav?s del crep?sculo, el guerrero estaba inm?vil, sus poderosos hombros parec?an haber sido forjados para soportar el mundo, y ella lo mir? fijamente. CAP?TULO 13 ?Navegamos! Vig?sima Era despu?s de la Guerra Sangrienta, el puerto Lleg? el amanecer, los c?lidos rayos del sol se filtraban por las ventanas, la luz iluminaba el polvo del aire. Tal?n abri? los ojos y observ? a Rhevi mientras preparaba la embaraci?n con los gnomos. "Buenos d?as", dijo mientras se estiraba. "?Qu? fr?o!" Rhevi le trajo una taza de leche caliente. "B?belo, te servir? para entrar en calor, ha nevado esta noche. Prepara tu bolso, zarparemos tan pronto como termines de comer", dijo. Se levant? y cuando se acerc? a la ventana vio al guerrero que barr?a el aire con tal fuerza que la nieve debajo de ?l se arremolinaba como si el fuerte viento del este estuviera soplando. "Eso me da escalofr?os". "Durmi? toda la noche afuera tan solo con esos pantalones de cuero", dijo Rhevi al acercarse a la ventana. Talun abri? los ojos. "Rhevi, ?podemos confiar en ?l? No parece normal", coment?. "Conozco muchas razas, pero nunca hab?a visto a nadie parecido a ?l, no creo que sea de las Siete Tierras". "Por ahora no tenemos elecci?n, y hasta ahora no ha sido un mal amigo. Por el contrario, ha luchado a nuestro lado con valent?a", se?al? la media elfa. "No con valent?a, m?s bien con locura en sus ojos", concluy? el mago. Los gnomos estaban listos, hab?an cargado la peque?a bodega y los estaban esperando. El guerrero entr? en la casa, se sec? y se puso su armadura. "?Est?n listos?" pregunt?. "Aqu? vamos, podemos zarpar", dijo Talun al salir de la casa. Viendo s?lo a los peque?os gnomos, a?adi?: "?Pero s?lo son ustedes? ?C?mo van a dirigir la nave? ?No tienen una tripulaci?n?" Los gnomos se rieron y Boddybock respondi?: "?Sube, te mostrar? algo interesante que responder? a tus preguntas!" Todos saltaron al barco y el mago sigui? al gnomo arriba donde estaba el tim?n, hab?a una caja rectangular de madera sujeta a extra?os artilugios, todos conectados entre s? y a las velas con cuerdas. El gnomo activ? un artefacto que el mago no pudo reconocer, el barco despleg? las velas como por arte de magia y comenz? a moverse. "?Yo controlo todo desde aqu?, es nuestro invento, lo llamamos la nave voladora!" "?Por el sabio Erymus!" exclam? Talun. "?Navegamos!" grit? Bimpotin. El efecto era muy divertido, normalmente esa frase era gritada por grandes capitanes o piratas, o?rla pronunciada por el peque?o gnomo s?lo pod?a hacer sonre?r incluso a Adalomon. Rhevi lo not?, pero fingi? que no hab?a pasado nada. El barco sali? del puerto, el cielo estaba gris, algunos copos de nieve ca?an lentamente. Rhevi y Talun estaban impresionados por el ingenio de los dos gnomos. El mago se par? junto a los gnomos y tom? notas sin ser visto, Rhevi subi? al m?stil y observ? la impresionante vista: las aguas del r?o eran bastante turbias y la corriente era tranquila, a los lados hab?a un espeso bosque mientras que al norte se ve?an los picos helados de las imponentes monta?as Morgrym. Bajando los ojos vio a Ado apoyado en la balaustrada de proa, descendi? y fue hacia ?l. "?Te encuentras bien?" pregunt? ella. "Por supuesto, me preguntaba si una vez que lleguemos al bosque todo esto terminar?", respondi? el guerrero. "Siento que me vigilan todo el tiempo, ?qu? es lo que realmente quiere Cortez? ?Qui?n es ?l? Estas son preguntas que har? a estos gnomos, espero que tengan las respuestas", a?adi?. Los d?as pasaron, la vida a bordo era muy agitada, siempre hab?a algo que hacer. S?lo Talun se quedaba encerrado en su habitaci?n y sal?a ?nicamente para comer. De vez en cuando se le o?a gritar o pronunciar alg?n conjuro a qui?n sabe qu? dioses, era evidente que el mago estaba probando nuevos hechizos. Hab?an pasado siete d?as desde que zarparon, y desde su partida nunca hab?an pasado tanto tiempo en paz. Sin embargo, ese silencio se interrumpi? inesperadamente cuando Boddybock grit?: "?Atenci?n! ?Cuidado!" Algo golpe? el barco y lo hizo moverse violentamente, Rhevi y Ado inmediatamente miraron para ver lo que hab?an golpeado, y vieron una enorme sombra nadando bajo las aguas del r?o. "Es el Cchuul", grit? Bimpotin, pero no hab?a terminado de hablar cuando el Chuull se adhiri? al casco y salt? sobre la cubierta. Era una criatura similar a un cangrejo pero ten?a cuatro patas protegidas por su exoesqueleto tan duro como el acero, sus garras eran muy afiladas, estaba cubierto de algas y ten?a largos tent?culos en el hocico. Ado inmediatamente desenvain? su poderosa arma, Rhevi sostuvo su espada y los gnomos se armaron con peque?as espadas. La criatura rugi? y se lanz? sobre ellos. Era sumamente r?pida, hundi? sus garras y rompi? la armadura del guerrero, mientras que Rhevi lo golpeaba en el poderoso caparaz?n sin hacer ning?n da?o. Los gnomos pasaron por debajo de las largas piernas apu?alando y cortando desde abajo, la criatura grit? de dolor. Ado dejo caer pesadamente su espada sobre la cabeza de la bestia, pero esta con un r?pido gesto la golpe? con su garra. El roce de la hoja hizo que salieran chispas de color naranja, de los tent?culos la criatura sali? una sustancia verde que roci? el rostro de Bimpotin, su hermano, gritando de miedo sac? del cintur?n una peque?a arma con un mango de metal y resortes a los lados, apret? el gatillo y dispar?, causando un fuerte ruido y una herida mortal al monstruo, que cay? al suelo. La puerta de la bodega se abri? como una explosi?n. "?Qu? es todo este alboroto?" pregunt? el mago, y luego se fij? en la bestia muerta. El peque?o gnomo, con la cara cubierta de una sustancia verde y muy viscosa, se dio la vuelta y vio a Ado con un corte en la armadura, que acababa de salvarle la vida, y a Rhevi arrodillada junto a Boddybock, tratando de ayudar a su hermano. "No toques la baba", grit?. "Es venenosa, tr?eme un poco de agua, ?date prisa!" Talun pronunci? una f?rmula y una peque?a cascada de agua clara se materializ? en la cara de Bimpotin, limpi?ndola; aunque el gnomo no se recuper?, su respiraci?n era laboriosa. El problema no hab?a terminado, debido a la lucha hab?an perdido el control del barco que se dirig?a a una cascada muy alta. Boddybock, recuperado de su trauma, se levant? y tom? el tim?n. "?Ado a estribor, Rhevi a babor, Talun a popa! Giren esas manivelas doradas con todas sus fuerzas, a la cuenta de tres... ?TRES!" El grupo gir? las manivelas, el gnomo manipulaba el tim?n lleno de botones y peque?as perillas. Mientras tanto, el barco hab?a llegado al borde de la cascada y... cay? al vac?o. Algo enorme surgi? en la salpicadura, era la nave con su tripulaci?n. ?Volaban! Enormes membranas en forma de alas de drag?n, colocadas a los lados, m?s una en la popa, le permit?an volar por el cielo. El color de las membranas era de un azul profundo. "?Es fant?stico!" grit? el mago, quien inmediatamente se recompuso mientras se dirig?a hacia Bimpotin. Una luz verde que surgi? sus manos inund? al peque?o gnomo, pero no tuvo ning?n efecto. "No funciona. ?Por qu? esta magia nunca funciona? Tendr? que revisar mis notas", dijo, desanimado con voz apenas perceptible. Ado tom? el peque?o cuerpo en sus brazos y lo llev? a la bodega, Rhevi encendi? una vela y lo coloc? en una cama, el cuerpo estaba caliente y ten?a fiebre alta. "??l morir?, mi hermano morir?!" Gimi? Boddybock. "?No! Lo llevaremos a los elfos de Vesve", respondi? Talun. "Ellos sabr?n qu? hacer, mientras tanto probar? todos los hechizos que conozco". La media elfa mir? a sus amigos y dijo: "Se lo debemos a ellos. Nos dirigimos a los elfos de la luz, Boddybock, siento no hab?rtelo dicho enseguida. No te preocupes, ellos lo salvar?n". Los mir? y dijo: "No es culpa tuya, no estamos lejos del bosque, llegaremos esta tarde". Los tres amigos dejaron la habitaci?n y se dirigieron a la cubierta del barco. Una vez en la cubierta, todos estaban asombrados, estaban volando, estaban a tal altura que pod?an ver el r?o debajo de ellos, la cascada estaba ahora detr?s de ellos. En el fondo se erig?a la capital del imperio: Radigast. Las antiguas leyendas contaban que hab?a sido construida por los siete dioses. Detr?s del palacio imperial se encontraba la estatua m?s grande que el pueblo humano hubiese visto jam?s, la cual representaba a un arquero apuntando su arco m?s all? del cielo. El guerrero estaba de pie sobre todo, gruesas murallas rodeaban toda la ciudad como armas protectoras. La ciudad estaba distribuida en tres niveles distintos, todos conectados por numerosas escaleras, custodiadas por los guardias imperiales. En el primer nivel viv?a la poblaci?n, en el segundo estaba uno de los mercados m?s grandes de las Siete Tierras, y en el tercero estaban las enormes villas de los nobles, los ?nicos que pod?an acceder a ellas. M?s al norte, hab?a un enorme bosque color esmeralda, con ?rboles tan altos y densos que resultaba imposible ver el centro. "Aqu? est?, el bosque de Vesve, el bosque siempre verde, donde vive la gente olvidada..." dijo Rhevi, suspir?. All? pronto conocer?a a los ancestros de su madre, parte de su sangre flu?a en ella y se sent?a orgullosa de ello. Se dec?a que el bosque estaba habitado por elfos, seres agraciados, excelentes jueces, apegados a la naturaleza y enamorados del arte. "A este ritmo llegaremos por la tarde", dijo el mago emocionado, dando una palmada a la armadura del guerrero, que no se movi?. Sus ojos rojos estaban fijos en el bosque. ?Qu? es esta rabia oscura que siento dentro de m?? Si pudiera prenderle fuego a ese bosque, pens?. "Avisemos al gnomo", dijo Talun en su camino a la bodega. Entraron todos en la habitaci?n, hab?an pasado unos minutos desde que lo dejaron al cuidado de Boddybock. Bimpotin se ve?a peor, respiraba sin aliento y donde el animal hab?a arrojado el l?quido verde ahora se pod?an ver grandes burbujas llenas de pus. "D?j?nme a solas con ?l". Los otros salieron y el mago comenz? a formular varios hechizos de curaci?n que parec?an tener efecto, pero poco despu?s Bimpotin volv?a a caer en la enfermedad. Talun insisti? durante varias horas, pero finalmente cedi?. "Estoy exhausto, hice todo lo que pude". Se levant? y fue a llamar a Rhevi y Ado, que entretanto hab?an subido con Boddybock para corregir el rumbo de la nave voladora. Tan pronto como el mago los alcanz? en la cubierta, se qued? sin aliento, las nubes a su alrededor eran de color naranja cuando el sol se pon?a y cre? una imagen que s?lo un dios pod?a pintar, el aire estaba muy fr?o. Se acerc? a Rhevi diciendo: "Nunca hab?a visto nada como esto, s? que algunos magos han viajado en naves voladoras construidas por otras razas pero pensaba que eran s?lo leyendas, sin embargo, aqu? estoy. ?Cuando se lo cuente a Gregor, no lo creer?!" Cuando mir? hacia afuera vio la tierra debajo de ?l, a varios metros de distancia, y estaba un poco molesto, pero tom? coraje y mir? hacia el oeste. "?Ah? est?, el bosque! Ya casi llegamos", exclam? contento. Boddybock, que estaba al mando del barco, comenz? a bajar el barco, se detuvo justo encima del bosque, empujando una cosa redonda con una gran ancla en ella, la desenganch? y la desliz? hasta el suelo. Esto en el impacto, con el suelo, cre? un gran agujero en la tierra, la nave voladora estaba ahora amarrada. "Hemos llegado", anunci? en un tono sombr?o y lanz? una escalera de cuerda. "No te preocupes, traeremos a tu hermano tambi?n. ?Alguien sabe c?mo bajarlo de aqu? arriba?" pregunt? Rhevi. "Ve a por ?l, yo me encargar? del resto", acept? el mago. Ado entr? en la bodega, carg? a Bimpotin y lo llev? al puente. El mago cruz? sus manos y una cuna et?rea con reflejos brillantes se form? bajo el cuerpo del gnomo, el chico se concentr? y la cuna se levant? y luego se pos? en tierra. La escena fue seguida en silencio pero con gran aprensi?n por Rhevi y Boddybock, Ado fue el ?nico que no mostr? preocupaci?n. Una vez que el gnomo lleg? al suelo, el resto de la compa??a descendi? de la escalera. "Los esperar? aqu?, por favor, hagan todo lo que puedan para salvar a mi hermano", grit? Boddybock desde arriba. Ado tom? el gnomo, lo envolvi? en una manta, lo puso sobre sus hombros y se adentr? al bosque junto con los otros. Desde lejos, Cortez los vio partir. Конец ознакомительного фрагмента. Текст предоставлен ООО «ЛитРес». Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию (https://www.litres.ru/pages/biblio_book/?art=63533131&lfrom=688855901) на ЛитРес. Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.
Наш литературный журнал Лучшее место для размещения своих произведений молодыми авторами, поэтами; для реализации своих творческих идей и для того, чтобы ваши произведения стали популярными и читаемыми. Если вы, неизвестный современный поэт или заинтересованный читатель - Вас ждёт наш литературный журнал.