Художник рисовал портрет с Натуры – кокетливой и ветреной особы с богатой, колоритною фигурой! Ее увековечить в красках чтобы, он говорил: «Присядьте. Спинку – прямо! А руки положите на колени!» И восклицал: «Божественно!». И рьяно за кисть хватался снова юный гений. Она со всем лукаво соглашалась - сидела, опустив притворно долу глаза свои, обду

Monstruos En La Oscuridad

Monstruos En La Oscuridad Rebekah Lewis Cinco cuentos seductores de deseo paranormal... Cada Halloween, se abre una puerta entre nuestro mundo y Svartalfheim para que los mortales puedan atravesarla. ?La trampa? Hay que emparejarse con alguna de las criaturas que all? viven y son insaciables. El monstruo bajo la cama. Maddy tiene un secreto inconfesable: hay un monstruo bajo su cama. Por alguna raz?n, siempre la ha seguido de casa en casa, aunque nunca ha permitido que lo vea. Ella ha aprendido a vivir con ?l, pero algo ha cambiado. Ha puesto sus ojos en ella y su lujuria muy bien podr?a ser su perdici?n. El monstruo en el armario. Cuando la bella Phoebe se va temprano de una fiesta tem?tica de Halloween sobre cuentos de hadas, se encuentra cara a cara con una bestia escondida en su armario. Aunque ella no puede verle, sabe que est? all?. Afirma ser el rey de una raza de criaturas que solo existen en los cuentos y su objetivo es llevarla a su reino para procrear. El monstruo en el s?tano. Tara no sabe qu? sucede cuando en varias ocasiones se despierta desnuda en el s?tano. Para intentar averiguar si es son?mbula o se trata de alg?n otro problema, instala c?maras con la finalidad de estudiar si pedir ayuda profesional —o llamar a la polic?a. No obstante, la verdad es mucho m?s atractiva de lo que jam?s hubiera podido imaginar. El monstruo en el ?tico. Cuando Ayla Swan descubre una roca misteriosa en el ?tico, comienzan a suceder cosas extra?as. Al principio percibe que alguien —o algo— la acompa?a en casa por las noches. Luego se presenta un hombre misterio en su puerta a hacerle todo tipo de preguntas ins?litas. Pero cuando llega a... conocerle, ya nada volver? a ser lo mismo. El monstruo en el espejo. Todo acaba. Brynjar de los D?kk?lfar es el asesino del Rey Eerikki. Cuando un elfo desterrado ha tenido una relaci?n prohibida este es enviado para hacerse cargo del problema. Tal y como ha querido el destino, los Lj?s?far tambi?n se han dado cuenta... y la evoluci?n tiene una manera curiosa de darse a conocer. Monstruos en la oscuridad ?ndice I: EL MONSTRUO BAJO LA CAMA (#u5fac73f4-7e20-5fbc-a53f-1df5dea69712) Cap?tulo 1 (#u956ed54a-454a-5a47-9c70-a71e4c76a36a) Cap?tulo 2 (#u26d49091-7265-52b2-904a-72b85a1225b3) Cap?tulo 3 (#u6a1effbf-1df3-5e01-a190-0077336ddfa4) Cap?tulo 4 (#u421575aa-e3c9-5d51-b18b-4a13ea0a6d0e) II: EL MONSTRUO EN EL ARMARIO (#ufe7eb2bd-5551-5029-87ce-88715dfd581d) Cap?tulo 1 (#u5867ff67-c7b0-50a1-ab33-937572675d8d) Cap?tulo 2 (#u9c3f3eba-dd0a-5e12-b288-01afd9e14286) Cap?tulo 3 (#u8ed75c2a-e75f-5623-959b-a7a663aff095) Cap?tulo 4 (#u739f9713-843f-506e-8ebe-a232c8cb5923) III: EL MONSTRUO EN EL S?TANO (#u56e76fab-4cc0-5297-b8f9-ceea63f01888) Cap?tulo 1 (#u3644cae6-9719-5f07-a332-96b570c72f88) Cap?tulo 2 (#uede29526-30ad-58ba-9c96-d4fdf1a7898c) Cap?tulo 3 (#uadc07067-9cea-5155-999d-8e9865fd5dad) Cap?tulo 4 (#ucee8bbd9-2c92-5f0a-ad21-981169e77244) Cap?tulo 5 (#ua36c7aae-91ed-507c-9af3-0de43815b61f) IV: EL MONSTRUO EN EL ?TICO (#u5d8f0803-79aa-578f-9eff-f6a79a8663a2) Cap?tulo 1 (#u1ac45391-fe1c-5b4c-9e03-7b443d05eb21) Cap?tulo 2 (#u9ee42b4f-8f49-5186-b97e-0712c1663179) Cap?tulo 3 (#udd58a1cc-f5a7-5a65-8b22-dcec3d8b5a9b) Cap?tulo 4 (#u35c5a29d-34b5-54f1-97d9-27f5d7ca64f7) Cap?tulo 5 (#u6d4221c1-3f84-5cdc-bfcb-054f775ce967) Cap?tulo 6 (#u3acfaa66-fa54-57d9-90a0-f5cfa089aaeb) V: EL MONSTRUO EN EL ESPEJO (#u283dc5e5-991f-5b40-9ae4-f0d36e6b5825) Cap?tulo 1 (#u96cba72b-9698-5788-b2ae-267d150a5cba) Cap?tulo 2 (#uac26fc68-7484-519f-8eda-fb46a084d2c2) Cap?tulo 3 (#u86270ade-bd1b-515c-b771-61239f757178) Cap?tulo 4 (#u9dd37210-7674-572b-9345-b4b83bcaf19b) Cap?tulo 5 (#u39fe6c9b-21f6-5fb0-8ead-bdca4044ce8d) Sobre la autora (#u5d4dfcb8-a41f-5782-a926-2bca07c118c3) Esta es una obra de ficci?n. Los nombres, los personajes, las actividades comerciales, los sucesos e incidentes relatados son fruto de la imaginaci?n de la autora o est?n usados de manera ficticia. Cualquier parecido con personas (vivas o muertas) o hechos reales son pura coincidencia. Copyright © 2019 por Rebekah Lewis Todos los derechos reservados. Esta publicaci?n no puede ser reproducida en su totalidad o en parte en ninguna forma sin el consentimiento expreso y por escrito de la autora a excepci?n de aquellos casos en los que se cite brevemente en una rese?a. Impreso en los Estados Unidos de Am?rica www.Rebekah-Lewis.com Creado con Vellum (http://tryvellum.com/created) Dedicado a todo aquello que nos asusta en la noche y nos intriga. VOLUMEN I EL MONSTRUO BAJO LA CAMA Cap?tulo 1 ?C?mo podr?amos definir el t?rmino «monstruo»? Se trata de un sustantivo con varias acepciones, pero la connotaci?n es siempre la misma: negativa. Es una palabra que se utiliza para describir lo m?s depravado de la humanidad. Mucho m?s que eso, la literatura y el cine se han encargado de describir al monstruo como a una criatura que no pertenece al mundo civilizado. Debe ser, por tanto, feo, violento o antinatural —los hay bellos, aunque son demasiado diferentes para ser aceptados. De cualquier forma, todo monstruo es sin?nimo de miedo as? que su prop?sito es siempre el de asustar. ?O acaso me equivoco? Los monstruos pueden ser malinterpretados o falsamente etiquetados. Si a cualquier ser poco corriente se le puede denominar monstruo, con lo que pasar?a a convertirse en algo normal, ?puede seguir llevando esa etiqueta? Maddy guard? los cambios antes de apagar y cerrar su port?til. Luego, se qued? mirando fijamente a la superficie plateada del dispositivo. Le hab?an pedido que escribiera un especial para la edici?n de Halloween que se publicar?a en La gaceta de Espectro. Naturalmente que en un lugar llamado Espectro, la celebraci?n de Halloween supone una gran expectaci?n. No obstante, siendo la encargada de la columna de consejos, Madison Wright no disfrutaba especialmente escribiendo sobre fantasmas y monstruos. Sobre todo, desde que descubriera uno bajo su cama. Cerr? los ojos y sinti? verg?enza. El mero hecho de pensarlo la hac?a parecer rid?cula, pero ?qu? otra explicaci?n pod?a haber? Desde que iba a la universidad hab?a estado escuchando ruidos debajo de su cama por las noches. Cuando a?n viv?a con sus padres podr?a haber asegurado que se trataba del gato. Despu?s, cuando se mud?, achacaba esos ruidos a sus vecinos del piso de abajo. Hoy en d?a, en su apartamento alquilado en un vecindario tranquilo de un barrio de Nueva Inglaterra no ten?a a nadie a quien culpar. Exterminadores hab?an buscado, sin ?xito, la presencia de ratas, serpientes y cualquier otra plaga. Fontaneros y electricistas tampoco hab?an sido capaces de encontrar una explicaci?n a los ruidos. Por tanto, una de dos: o eran imaginaciones suyas, lo cual es lo que ella esperaba que fuera; o se hab?a instalado bajo su cama un monstruo que la llevaba siguiendo m?s de diez a?os. Justo a partir de su decimotercer cumplea?os la hab?a visitado casi todas las noches. Maddy nunca hubiera imaginado que su vida a los 30 consistir?a en evitar continuamente que sus manos y sus pies se salieran por fuera de la cama de matrimonio. Por no decir que tampoco pod?a invitar a ning?n hombre a pasar la noche en casa. ?C?mo iba a explicar que jam?s podr?a dormir con alguien porque el hombre del saco, envuelto en s?banas, la coger?a del tobillo si no ocupaba el centro de la cama? El monstruo nunca la hab?a tocado, al menos ella no hab?a sido consciente de ello, y le gustar?a que as? siguiera siendo. Condenada a una vida en soledad, sol?a romper con sus parejas en cuanto surg?a el tema de dormir juntos. Ten?a un m?ster en asustar a los hombres con multitud de excusas. Era, cuanto menos ir?nico, que se encargara de asesorar a la gente sobre relaciones en pareja cuando ella actuaba de una forma tan demencial. Maddy se quej? cuando el reloj de pared dio las doce. Si continuaba despierta, no lograr?a despertarse a tiempo para ir a trabajar. Cada noche pospon?a la hora de irse a la cama, evitaba a toda costa el dormitorio. Esa cosa, fuera lo que fuera, la segu?a de casa en casa. No lograba deshacerse de ella. Coloc? el port?til en la encimera de la cocina, lo puso cargar y se asegur? de que la puerta principal estaba cerrada con llave. Luego, cogi? el mando a distancia de las luces de la casa. Le hab?a costado lo suyo la instalaci?n, pero val?a la pena poder encender la luz de las habitaciones antes de entrar en ellas o apagarlas una vez hab?a salido. Se meti? en la cama a toda prisa y apag? todo excepto la hilera de luces navide?as que adornaba el tocador e iluminaba el dormitorio con un suave resplandor. Tengo treinta a?os y sigo necesitando dejar una luz encendida por las noches, murmur? mientras se met?a debajo de las s?banas. Es rid?culo De alg?n modo, la tensi?n que le esperaba al d?a siguiente la empuj? a dormirse. Apurar la hora del sue?o hasta que apareciera la fatiga la ayudaba a asegurarse de que dormir?a de un tir?n toda la noche. No obstante, a los monstruos no les gusta pasar desapercibidos... El fresco aire oto?al hac?a que el aire acondicionado sobrara. Sin embargo, por alguna extra?a raz?n, en la habitaci?n hac?a m?s fr?o de lo normal. Se removi? en la cama buscando a tientas, con los ojos a?n cerrados, las mantas, que no pudo encontrar. Este hecho le hizo recobrar la conciencia. Maddy hab?a debido de sacarlas literalmente a patadas de la cama. La segunda cosa que le llam? la atenci?n fue la falta de luz. El miedo la invadi? y a punto estuvo de ponerse a llorar. Su dormitorio estaba envuelto en oscuridad y las mantas se encontraban tiradas en el suelo. Ten?a dos opciones: pasar fr?o toda la noche o enfrentarse cara a cara con el miedo. Los monstruos no existen. No son reales. No hay nada debajo de la cama. Con cuidado desliz? una mano debajo de la almohada, buscando el mando a distancia de la luz. Pero, ?d?nde estaba? —Maddy —el sonido se expandi? a trav?s del silencio como si de un trueno se tratara. Su coraz?n empez? a latir aceleradamente y los ojos se le abrieron de golpe. ?Nunca hubiera imaginado que alguien la llamara por su nombre! Justo all?, a los pies de su cama hab?a una figura en penumbra, m?s oscura que la oscuridad que la inundaba, flotando en el aire. Pudo distinguirla a pesar de la falta de luz en la estancia. —Por favor, no me hagas da?o —ten?a los ojos anegados en l?grimas. El miedo siempre hac?a que se le llenasen los ojos de l?grimas. El monstruo nunca se hab?a dejado ver. ?Por qu? ahora? ?Qu? es lo que quer?a? No dijo una palabra. De repente se tir? al suelo, y se alej? de su vista. Ella lo escuch? moverse bajo la cama, deslizarse, arrastrarse, y entonces, la hilera de luces volvi? a encenderse como si nada hubiese ocurrido. Cap?tulo 2 Tras bajarse de un salto de la cama, cerrar dando un portazo el dormitorio, dejar todas las luces de la casa encendidas e intentar dormir en el sof? sin conseguirlo, Maddy hizo algo que se hab?a reservado para cuando la situaci?n la superara: llam? al trabajo para decir que no iba. El mero hecho de pensar en cumplir con plazos de entrega y asistir a reuniones se le hac?a insoportable, pero tampoco pod?a quedarse en casa todo el d?a. As? que cogi? el port?til y la cartera y se dirigi? a la cafeter?a del pueblo en busca de una dosis de cafe?na y respuestas. Un a?o despu?s de haber notado la presencia del monstruo por primera vez hab?a ido a hablar con el orientador de la universidad. Tambi?n hab?a asistido a terapia cuando el orientador no tuvo m?s remedio que comunic?rselo a sus padres. El terapeuta trat? de buscar una raz?n a toda costa, empezando por el acoso hasta terminar con alg?n problema de tipo familiar que necesitara atenci?n. Pero nada de eso era cierto. Ella hab?a gozado de una buena vida familiar. Sus padres no estaban divorciados, no ten?a hermanos y no hab?a sufrido abusos. ?Falta de atenci?n? ?Por qu?? A ella le gustaba estar sola. Entonces hab?a fingido que el monstruo hab?a desaparecido, con lo que el terapeuta consider? que ya hab?a superado su problema. Pero, en verdad, no era as?. Si hab?a sufrido un colapso mental, ?qu? hab?a cambiado entonces? Maddy aparc? el coche y se qued? agarrada al volante con fuerza. ?Y si estuviera loca de verdad? No encontr? a nadie bajo la cama cuando la revis? por la ma?ana a la luz del d?a, pero es que nunca antes hubo nadie, aunque encendiera la luz despu?s de haber escuchado el sonido de alg?n movimiento. Nadie hab?a salido del dormitorio mientras estuvo tumbada en el sof? que est? cerca de la puerta. Las mantas y el mando a distancia de las luces estaban en el suelo cuando se visti? al amanecer. Y las ventanas se encontraban bien cerradas. Lo cierto es que el monstruo llevaba m?s de una d?cada asust?ndola. Nunca hab?a intentado comunicarse con ella, pero Maddy lo hab?a escuchando susurrar su nombre en la oscuridad antes de verlo (otro nuevo detalle). En ocasiones se hab?a percatado de una sombra por el rabillo del ojo, pero jam?s se hab?a dejado ver tan claramente. Algo hab?a cambiado y se hab?a propuesto averiguar el qu? antes de regresar a casa. Cogi? sus cosas, cerr? el coche y entr? en la cafeter?a. Se sinti? aliviada al ver que no hab?a cola. Con su doble expreso con leche en mano, encontr? una mesa acogedora en un rinc?n apartado, fuera del alcance de la vista de la gente. Nadie hubiera podido ponerse a leer por encima de su hombro y encima hab?a un enchufe cerca de la silla. Cinco minutos despu?s, Maddy abri? la p?gina del buscador y se qued? mirando fijamente al cursor parpadeando en el cuadro de texto. —Esto no tiene sentido —murmur?. ?Qu? esperaba encontrar? Estas cosas solo pasan en las pel?culas o en los libros, no en la vida real. Debo intentarlo. Refunfu?? mientras tecleaba: Monstruo bajo la cama se revela. Miles de entradas que se ajustaban a la b?squeda saltaron en la pantalla de su ordenador y volvi? a refunfu?ar. Fue descartando los primeros resultados por tratarse de listados de pel?culas y enlaces a libros de terror e historias para ni?os. A partir de la cuarta p?gina dej? de buscar y se qued? mirando con cara de tonta a la pantalla. Monstruos en la oscuridad. Qu? sucede cuando siguen acompa??ndote en tu etapa de adulto sin visos de que vayan a marcharse. Quiz? no te guste la explicaci?n. Resoplando, pinch? dos veces en el enlace y le dio un sorbo a su caf?. En realidad, el asunto no pod?a ir a peor. Maddy se atragant? con la bebida a medida que su mente se fue adentrando en las palabras que aparec?an ante sus ojos. Quiz? se hab?a adelantado al pulsar en el enlace pues se trataba claramente de una obra de ficci?n. Se cree que los D?kk?lfar, elfos oscuros en n?rdico antiguo, habitan en uno de los nueve reinos m?ticos conectados por Yggdrasi, el ?rbol de la vida. El reino de los elfos oscuros se llama Svartalfheim, y la ?nica luz que all? hay proviene del brillo de los cristales de sus cavernas. Con la ausencia del sol, el cielo es tan negro que la piel de los elfos oscuros ha perdido todo su color a lo largo de los siglos, haciendo que se confundan con sombras cuando abandonan su reino para visitar otros mundos. Como la luz exterior quema la piel de los habitantes de Svartalfheim, estos entran en nuestro mundo a trav?s de lugares en donde ellos saben que la luz no puede llegar. Si alguna vez has pensado que hay un monstruo en tu armario, bajo la cama o en cualquier otro lugar de tu casa, posiblemente se trate de un elfo oscuro desliz?ndose sigilosamente; deambulando por Midgard (el reino de los humanos) en la oscuridad. S?, claro... elfos diminutos que viven bajo mi cama. ?Construir?n tambi?n juguetes para Pap? Noel? No ten?a sentido. ?No se supone que con la falta de luz solar su piel ser?a blanca como la leche y no negra como el carb?n? Maddy sigui? avanzando por la pantalla, pasando de largo im?genes de figuras misteriosas de orejas puntiagudas. Algunos hasta ten?an cuernos o antenas. Los elfos oscuros son altos. Son criaturas ?giles que, al igual que sus primos, los elfos de la luz o Lj?s?lfar de Alfheim, no suelen molestar a los humanos. Les divierte observarlos o jugar con ellos. Cuenta la leyenda que los elfos oscuros han evolucionado a favor de la especie masculina, por lo que, debido a la escasez de f?minas con las que procrear, a menudo secuestran a mujeres humanas con las que aparearse y reproducirse en su hogar, Svartalfheim. Maddy se carcaje?. Algunos clientes la miraron y ella se aclar? la garganta, volviendo la vista r?pidamente hacia la pantalla. No hab?a m?s informaci?n, solo un formulario para hacer preguntas o comentarios. Esto no puede ser cierto, pero de todas formas puls? en el enlace del formulario. Tras cumplimentar sus datos, dej? un breve mensaje: ?Se trata de una broma? He entrado en esta p?gina pensando que podr?a encontrar la soluci?n a un problema, pero en su lugar, lo que descubro es una sarta de tonter?as sobre los elfos. Adem?s, ?de d?nde han sacado ustedes todos esos detalles? Maddy apag? el port?til. Ya hab?a le?do suficientes estupideces por hoy. Elfos. Cap?tulo 3 Una vez hubo abandonado la cafeter?a, Maddy decidi? que necesitaba ejercer control sobre algo, por lo que fue a la peluquer?a a arreglarse el pelo. Sin pensarlo dos veces, opt? por darse un tinte de color rosa. ?Por qu? no? Nada a su alrededor ten?a sentido y ella siempre hab?a querido tener el pelo de color rosa, as? que eso fue lo que hizo. Durante un par de horas dej? de pensar en monstruos, elfos y sombras en la oscuridad. Ya de vuelta en casa, se puso a mirar la puesta de sol a trav?s de la ventana a la vez que echaba un vistazo a un correo nuevo que hab?a recibido en su port?til. Re: Su comentario sobre «Monstruos en la oscuridad». De haber sabido Maddy que lo mejor para ella hubiera sido borrarlo, lo habr?a hecho. Despu?s habr?a apagado el port?til y se hubiera ido a la cama temprano para volver al trabajo a la ma?ana siguiente. Sin embargo, era una mujer adulta, aunque necesitara tener todas las luces de la casa encendidas porque hab?a un monstruo debajo de su cama. As? que se deb?a a s? misma descubrir si exist?a alguna posibilidad o, al menos, tener la esperanza de encontrar una soluci?n a ese tema. Abri? el mensaje antes de que pudiera convencerse a s? misma de que no deb?a hacerlo. Hola Maddy. Gracias por haberte puesto en contacto conmigo. Te puedo asegurar que no se trata de ninguna broma. S? todos estos detalles porque yo misma conoc? a un elfo oscuro y rechac? su oferta. Quiz? no me haya expresado bien en el art?culo. Por cierto, ?hay alg?n elfo interesado en ti? Estar? disponible todo el d?a si necesitas hablar de ello. El correo no estaba firmado. Quienquiera que fuera esa persona, no quer?a hacer p?blica su identidad. Como no ten?a nada que perder, le cont? brevemente su problema con el monstruo y el encuentro de la noche anterior. Le dio al bot?n de enviar y se levant? a preparar un s?ndwich de pavo. Maddy comi? de pie en la cocina, sin quitarle ojo al ordenador, que hab?a dejado en una mesa al otro lado de la habitaci?n. Al escuchar la se?al de un nuevo correo entrante, fue corriendo hacia el port?til y abri? r?pidamente la respuesta. Debe de estar realmente interesado en ti. Por lo general, ellos contactan con los humanos cuando estos empiezan a hacerles preguntas o a molestarlos... Si no quieres tener nada con ?l, dile que no est?s interesada. Puede que nunca se vaya, pero se volver? menos agresivo y dejar? de intentar que le prestes atenci?n, como pas? anoche. Son muy particulares cuando se trata de la felicidad de sus parejas. Aparentemente es bastante dif?cil que una humana pueda llevar a t?rmino el embarazo de un elfo oscuro. La insatisfacci?n puede ser peligrosa. Si, por el contrario, estuvieras interesada, sed?celo. Ll?vatelo a la cama. Y no te preocupes, no te puedes quedar embarazada sin haber pasado por los ritos sagrados en Svartalfheim. Hasta que decidas abandonar Midgard, se tratar? solamente de sexo placentero. La boca de Maddy se abri? de par en par. Hab?a pasado de preocuparse por la existencia de un monstruo espeluznante debajo de su cama a la posibilidad de que este fuera un monstruo sexual que podr?a estar loco por ella. Se rio a carcajadas, esta vez no hab?a nadie que pudiera escucharla, as? que continu? ri?ndose mientras iba apagando el ordenador. No ten?a por qu? seguir respondiendo a una tarada que claramente viv?a en un mundo de fantas?a. Ahora que Maddy hab?a apartado todas esas tonter?as de su vista, era el momento de dejar de pensar y seguir adelante. Pero Maddy no pudo quitarse de la cabeza lo que hab?a le?do. Las luces del dormitorio estaban encendidas, el mando a distancia temblaba ligeramente entre sus manos y las s?banas le cubr?an m?s arriba de la barbilla. No se hab?a molestado en arreglar las mantas y el edred?n antes de acostarse, ya que no quer?a pasar mucho tiempo de pie junto a la cama despu?s de lo que hab?a pasado la noche anterior. El edred?n estaba ladeado y arrastraba por el suelo, pero no le importaba. Se sent?a segura con la luz encendida porque de esta manera el elfo oscuro, si eso es lo que era aquella cosa, no podr?a atraparla. Mientras miraba al techo, se dio cuenta de que no hab?a tenido sexo desde hac?a meses, quiz? un a?o... No. Calcul? mentalmente. Hace m?s de un a?o. La idea de mantener relaciones con un extra?o siempre le hab?a fascinado a pesar de no ser el tipo de persona que pudiera hacerlo. Sus fantas?as sexuales sol?an ser de ese estilo —curioso si se tiene en cuenta que se trata de algo que una persona no deber?a hacer nunca. No obstante, si la chica de la p?gina web estaba en lo cierto, Maddy podr?a convertir en realidad su sue?o. Una vez hubieran consumado, se deshar?a del elfo oscuro y nadie tendr?a por qu? enterarse jam?s. Seguro que no es tan f?cil. Debe de haber alguna pega. ?De veras se lo estaba planteando? A pesar de todo, Maddy se movi? bajo las mantas y sinti? la humedad que mojaba su entrepierna. Nunca se masturbaba en la cama, por la paranoia de que lo que estuviera bajo la cama pudiera escucharla, pero si no apartaba de su cabeza lo que estaba pensando podr?a caer en la tentaci?n. Ech? un vistazo al reloj de la mesilla de noche. Eran las dos de la madrugada. ?C?mo es que a?n segu?a despierta? Algo se movi? bajo la cama. Reptaba con sigilo. Luego se hizo el silencio. Se le form? un nudo en la garganta. Est? ah?. La humedad que hab?a entre sus piernas se volvi? m?s patente. Esto hizo que Maddy se sintiera molesta a la vez que excitada. Si se tocaba, el monstruo la escuchar?a. Lo sabr?a. Las luces estaban encendidas, lo cual quer?a decir que este no podr?a salir a por ella. Si lo que hab?a le?do antes era cierto, podr?a meterlo en su cama con solo apagar la luz y ped?rselo. El problema es que sonaba rid?culo y la hac?a parecer est?pida, un ser inocente. Sin embargo, lo cierto es que hab?a algo debajo de su cama. ?Por qu? no podr?a ser un elfo oscuro? Sus labios se curvaron en una sonrisa. Si se tocaba mientras le hablaba y este no abandonaba la oscuridad reinante bajo la cama, entonces comprobar?a que, en realidad, se trataba de un elfo oscuro. Estir? las piernas y dej? a un lado el mando a distancia. Desliz? las manos por debajo de la banda el?stica del pantal?n de su pijama y de sus braguitas. Se mordi? el labio notando una fricci?n placentera y cerr? los ojos. Inmersa en esa sensaci?n, casi se olvid? de que hab?a algo arrastr?ndose bajo la cama y se qued? inm?vil. El monstruo parec?a... inquieto. No deb?a hablar con ?l. En realidad, no deber?a hacerlo. —S? que est?s ah? abajo. Los movimientos se detuvieron con el sonido de su voz. —Es muy grosero interrumpir a una chica que se est? toqueteando —casi se rio de lo absurdo de la situaci?n—. Estoy segura de que tienes alguna excusa para hacerlo. No esper? respuesta. En su lugar, comenz? a centrarse en movimientos que le proporcionaban placer. Entonces, un timbre de voz masculina, con un acento caprichoso que no pudo reconocer, volvi? a paralizarla. —M?s grosero a?n es burlarte de m?. Te escucho suspirar. Puedo oler tu excitaci?n. Apaga la luz e inv?tame a salir para poder ayudarte —se sent?a demasiado aturdida para contestar. Entonces ?l a?adi?: —si te atreves. Su coraz?n palpitaba. —?Sabes hablar? —?por qu? no lo hab?a hecho antes entonces? Durante todos estos a?os hab?a estado en silencio, as? que ten?a que existir algo m?s que la raz?n de querer poseerla. Nadie espera m?s de diez a?os sin un prop?sito. —?Me cre?as un ser primitivo? —rio el monstruo—. Supongo que es normal que lo pienses. Cuando pueda ponerte las manos encima, entonces s? que mi comportamiento ser? bastante salvaje. Un escalofr?o recorri? su cuerpo y no pudo contenerse la aclaraci?n. —Me refiero a que sabes hablar ingl?s. —Mi madre es humana y me ense?? su idioma —hizo una pausa para continuar diciendo, con voz profunda: —?vas a seguir martiriz?ndome? Apaga la luz. La rebeld?a se apoder? de ?l. No podr?a tocarla mientras la luz estuviera encendida. Ella no deber?a de tenerle miedo. El deseo que sent?a por ella hac?a que su excitaci?n fuera en aumento. —No lo har?. ?Por qui?n me tomas? ?Crees que soy el tipo de persona que mete en su cama a extra?os que aparecen bajo ella? Ese ser gru?? de una forma tan poco humana que a punto estuvo de dar un salto de la cama para escapar del dormitorio. Pero no estaba segura de que esa cosa no pudiera agarrarla del tobillo en caso de que intentara llevarlo a cabo. Entonces, el monstruo dijo con suavidad: —Yo s? que sabes qui?n soy. Siento mucho haberte asustado anoche. Una vez hubo dicho esto, Maddy se sent? en la cama. —?A qu? te refieres exactamente? —?Acaso ?l mismo hab?a tenido algo que ver con la p?gina web que hab?a encontrado? —Svartalfheim es un mundo m?gico, no solo hay oscuridad. Me asegur? de que encontraras la informaci?n que buscabas —hizo una pausa—. Te repito que mi madre es humana. Nos hemos adaptado a los tiempos tanto como lo hab?is podido hacer vosotros. Sacudi? la cabeza sin poder dar cr?dito a lo que estaba escuchando. —?Has hackeado internet desde tu mundo? ?Es que entonces no te hace da?o la luz que emiten los ordenadores? —por no decir que la conexi?n ser? una aut?ntica mierda. —No me afecta la luz si est? creada a partir de cristales existentes en mi reino. Puede que Svartalfheim sea la tierra de la noche eterna, pero tambi?n tiene su encanto y otras maravillas. Yo podr?a mostr?rtelas... ?Quieres? Cerr? los ojos y se meti? bajo las s?banas. Estaba tratando de ganarse su confianza para que lo acompa?ase. ?Extra?o peligroso! —Sab?as cu?l ser?a mi reacci?n. Tras una larga pausa, el monstruo coment?. —Es lo que esperaba. Te dije que podr?as deshacerte de m? —volvi? a hacer una pausa antes de continuar—. Has dejado de tocarte. ?En serio que lo hab?a notado? —Me aburr? de hacerlo —el elfo oscuro lo ten?a todo planeado. Primero la hab?a asustado y luego hab?a hecho que encontrara la informaci?n que ?l quer?a... ?Pero por qu?? ?No podr?a haber iniciado antes una conversaci?n con ella? ?No hubiera sido eso lo mejor para ?l, en lugar de haber estado al acecho ah? abajo? —Mientes. Tienes m?s ganas que antes. Quieres meterme en tu cama. El solo hecho de pensarlo hace que me desees con m?s fuerza. —Eso no es cierto —en realidad el monstruo ten?a raz?n, pero era todo tan surrealista que no alcanzaba a entenderlo. —Maddison Wright, apaga la luz —dijo con una autoridad que a punto estuvo de hacerla sucumbir, hasta que cay? en la cuenta del control que intentaba ejercer sobre ella. Diablos, a?n no se fiaba de ?l ni usando su nombre completo. —Nunca voy a apagarla. —As? que quieres jugar. Perfecto. Tengo paciencia. He esperado durante a?os a que maduraras y justo ahora tu aroma me dice que est?s lista para aparearte. —?Por eso no has intentado hablar conmigo o tocarme antes? —Cuando te encontr?, a?n no estabas preparada para m?, as? que tuve que satisfacerme en otros lugares. Tu momento ha llegado y con ?l termina mi paciencia —replic?. A punto estuvo Maddy de burlarse del monstruo cuando la cama volc? cerca de la pared, dejando un tramo de sombra en una de las esquinas, lejos de cualquier tipo de iluminaci?n. —Pero qu?... —Uno de los D?kk?lfar ha mordido tu anzuelo esta noche. El colch?n y las mantas se movieron. A continuaci?n, unos pliegues en la manta dieron forma a dos brazos. El monstruo estaba gateando hacia la cama con el edred?n echado por encima. Hab?a colocado la cama de forma que llegara menos luz cerca del suelo y el edred?n hab?a estado tocando el suelo por un lateral. Seguramente as? es como habr?a apagado la hilera de luces la noche anterior. Hab?a tirado de las mantas hasta dejarlas en el suelo, luego hab?a ido a gatas hasta ellas para luego desenchufar las luces. Una sombra masculina se deslizaba por el borde del colch?n. Maddy chill? e intent? deshacerse de las s?banas hasta que una mano c?lida le agarr? el tobillo. La calidez del tacto la sorprendi? pues de alguna manera, hab?a imaginado que su tacto ser?a g?lido. Los elfos no aparentan ser criaturas c?lidas o quiz? es que ella deseaba que no pareciera humano. —Deshazte de las s?banas para llevarte conmigo bajo la cama —dijo—. Iremos a Svartalfheim. ?No es eso lo que deseas? —?No! —?C?mo es posible que una persona pudiera estar excitada y asustada al mismo tiempo? Creo que tengo serios problemas mentales a los que tengo que enfrentarme en cuanto amanezca. —Qu?date ah? entonces —dej? de agarrarla y continu? arrastr?ndose por debajo de las s?banas hasta que la figura de un hombre alto asom? a los pies de su cama. Gir? la cabeza hacia ella y comenz? a meterse entre sus muslos. Ella lo miraba boquiabierta, sin poder dar cr?dito a lo que estaba sucediendo ante sus ojos. As? y todo, junt? las piernas mientras la risa mel?dica del elfo resonaba por toda la habitaci?n. Cap?tulo 4 —?Vas a apagar la luz de una vez? —insisti? el monstruo acarici?ndole los muslos. Ella se estremeci? de emoci?n antes de volver a separar las piernas. Maddy no estaba segura de hasta d?nde le permitir?a llegar, pero sent?a demasiada curiosidad como para irse (y no precisamente porque pensara que podr?a raptarla y llev?rsela). La luz segu?a encendida y eso le daba ventaja. —Yo... creo que no est? bien—dijo con voz tr?mula— ?qu? tienes pensado hacer? —mientras ella hablaba, ?l dirigi? sus manos hasta la cintura y muy despacio le baj? el pantal?n y las braguitas. En ese momento, ella deber?a sacarlo de una patada de la cama. Es lo que en realidad deb?a hacer, pero... ?y qu? si no lo hac?a? —Tu aroma lleva tent?ndome durante a?os. —Eso es lo que me has dicho —el monstruo le hab?a confesado que hab?a estado con otras mujeres mientras la visitaba. T?pico varonil. Desvi? la mirada. Sin embargo, no le molestaba. Lo convert?a en un ser considerado al saber que a?n no estaba preparada para dar el paso. Maddy no ten?a ni idea de lo que hab?a cambiado, pero lo cierto es que ahora ?l estaba en su cama y ella quer?a experimentar qu? podr?a suceder a continuaci?n. —El olor de la compa?era siempre es m?s dulce que el de otras hembras y cuando la encontramos de este modo, nos quedamos para protegerla. Una vez el aroma cambia, a veces muy sutilmente, sabes que ya est? lista para aceptarte. Que ya sabe c?mo tratarte y esos cambios oscilan del inter?s a la lujuria. Entonces, ninguna otra mujer nos interesa a menos que seamos rechazamos y tengamos que esperar a que aparezca nuevamente una posible pareja —dicho esto se acerc? y le acarici? la cara interna del muslo—. Tan delicada. Tan agradable... La cara y las manos parec?an las de un hombre. Puede que no se tratara de un monstruo, a pesar de ser un elfo oscuro con todo lo que eso conllevaba. Llevaba el pelo largo y not? lo fino y sedoso que era cuando, al rozarle la piel, sinti? un cosquilleo seductor. No poder verlo era una situaci?n muy er?tica. Algo prohibido. Maddy se estremeci? y el elfo aspir? su aliento. —Tu cuerpo me invita a saborearlo. Mira qu? humedad hay en esta parte sagrada de tu cuerpo. Su respiraci?n se volvi? superficial. ?Lo har?a? ?Y ella quer?a que lo hiciera? —S? —susurr? sin pensar. El elfo tom? su monos?labo como una invitaci?n y lami? su sexo, explorando con la lengua lo m?s escondido de su cuerpo. Se recost? sobre la almohada y cerr? los ojos. Dios m?o, el monstruo era real. Quer?a tener sexo con ella. Y se lo iba a permitir. Con la lengua iba formando c?rculos en el cl?toris que la hac?an jadear y abrirse de piernas. Rebusc? entre las mantas el mando a distancia. Como si el monstruo fuera consciente de lo que ella estaba haciendo, increment? su placer introduci?ndole un dedo en la vagina. Los dedos de Maddy se agarraron al aparato de pl?stico que sac? bruscamente de debajo de las mantas. Escogiendo h?bilmente los botones apropiados, fue apagando una luz tras otra hasta quedar ?nicamente una junto a la cama. Puls? el ?ltimo bot?n y dej? caer el mando a distancia en la mesilla de noche. Fue recompensada con unos movimientos de cadera cuando atrajo los muslos hacia ?l, de forma que sus piernas quedaron enrolladas en su musculada espalda. ?l lam?a, mordisqueaba y chupaba cada parte de su cuerpo. Cuando el ?xtasis se apoder? totalmente de ella, emiti? un grito de placer que la hizo temblar violentamente. Retir? las s?banas y vislumbr? una silueta en la oscuridad que se arrastraba por su cuerpo, buscando instalarse entre sus muslos. Estaba totalmente desnudo y su erecci?n era m?s que evidente. —Has apagado las luces por m? —dijo sorprendido. —As? es —afirm?, disfrutando de la pasi?n que a?n la invad?a. —?Quieres ser m?a? Maddy iba a responder justo cuando record? la informaci?n que hab?a le?do y se tom? un respiro antes de hacerlo. —?Te refieres a culminar el acto aqu? o a llevarme contigo? —Lo que desees. Le gust? que no diera una respuesta directa. —?Me prometes que no me quedar? embarazada sin haber pasado por los ritos sagrados de tu reino? —Lo juro —dijo acarici?ndole la cadera—. Hasta que no te unas a m?, no podr?s concebir un hijo. —No estoy preparada para ser madre —confes? aproxim?ndose a ?l para acariciarlo. Ten?a la mejilla c?lida y suave. Al apoyar la cara sobre la palma de su mano, pudo ver que ten?a las orejas puntiagudas. Aunque no alcanzaba a distinguir sus rasgos, pudo sentirlo. Era alto, delgado y fuerte. Ten?a el pelo largo y orejas de elfo. No hab?a notado nada de vello facial o corporal. —?C?mo te llamas? —era l?gico que quisiera saber su nombre, puesto que ?l conoc?a el suyo. —No puedo dec?rtelo —contest?. En aquella p?gina web hab?a sido tan franco atendiendo a sus dudas. Sin embargo, ahora no daba respuesta a sus preguntas. —?Por qu? no? —Los elfos oscuros no pueden desvelar su nombre hasta pasados los ritos sagrados. —?Qu? anticuado! —repuso Maddy —?C?mo os llam?is entonces entre vosotros? —?No quer?as un ser primitivo? —repuso alegremente—, pues ya lo tienes. —Touch?, elfo. —Maddy —dijo con voz profunda—, cont?stame. Deja que te demuestre que soy digno de ti. Se sent? sorprendida en la cama. Acto seguido, ?l la imit?, arrodill?ndose enfrente de ella. Era una sombra hecha carne. —?De verdad que no podr?s tener sexo conmigo si no te lo pido? —S? que podr?a... —replic?—, pero no sentir?a placer... Ah, y ser?a m?s dif?cil para m? procrear. ?Lo pillas? A Maddy no le gustaba la idea de ser vista como una m?quina de fabricar beb?s, pero ?l le hab?a afirmado que no podr?a quedarse embarazada a menos que pasara los ritos. As? que ese momento podr?a posponerse. Quiz? de forma indefinida. A lo mejor no era buen amante y decid?a descartarlo por completo. Si eleg?a tener sexo con ?l aqu? y ahora no la compromet?a y como ?l mismo hab?a dicho, solo ser?a sexo placentero. El elfo cogi? su mano y le bes? los nudillos. Luego la guio hasta su sexo erecto y lo sostuvo rode?ndolo con la palma de su mano. ?l lanz? un gemido y ella trag? saliva. No cre?a que el grosor del miembro fuera un problema, a pesar de ser impresionante, pero s? que dud? sobre el tama?o. ?Qu? pasar?a si era demasiado grande? Dej? que moviera su mano de arriba a abajo, de la base al glande una y otra vez. Ten?a un sexo grande, pero no era monstruoso. Y tampoco parec?a que tuviera tent?culos ocultos o ap?ndices de ning?n tipo. Gracias a Dios. Maddy se ech? sobre ?l, rode?ndole la nuca con la mano que le quedaba libre. Ten?a que besarle. No ser?a capaz de tomar una decisi?n sin saber si besaba bien. Se dio cuenta enseguida de lo que ella pretend?a y se abandon? a sus labios con furia desmedida. Dej? de acariciarlo para enredar ambas manos en su pelo, mientras se acercaba hasta ponerse a horcajadas en sus rodillas. ?l fue besando lentamente sus caderas hasta llegar a su sexo. La atrajo hacia ?l y se coloc? de forma que la punta de su miembro chocara con la entrada de su vagina, lo cual hizo que le suplicara. No recordaba haber sentido nunca tal necesidad de ser pose?da con tanta antelaci?n. Mientras ?l le mordisqueaba los labios, Maddy sinti? c?mo unos caninos afilados le rozaban ligeramente la piel. No eran como los de un vampiro, pero s? mucho m?s largos que los de un humano normal. Era un monstruo y a la vez no. Era un hombre, pero... no se parec?a a ninguno que hubiera conocido antes. Deber?a tenerle miedo porque representaba a lo desconocido, pero no era as?. El elfo la quer?a solo para ?l. Quer?a poseerla. Pre?arla. Raptarla como Hades hab?a hecho con Pers?fone. —Mu?strame qu? se siente siendo tuya —le susurr? pegada a sus labios. Roz? su piel con las comisuras de los labios mientras la penetraba. Jade? de placer. —Esto, fuera —dijo el elfo a la vez que le quitaba la camiseta y la tiraba—. S?, perfecta. Eres perfecta —dirigi? sus manos hacia los pechos y los acarici?. Luego la fue besando: primero la mejilla, despu?s el cuello, para ir bajando hasta el pecho. Finalmente, se agarr? a su pecho izquierdo y comenz? a moverse dentro de ella. En un movimiento tan tenue que casi no se notaba, el elfo la empuj? contra la almohada, las manos apoyadas sobre la cama, y aceler? el ritmo. Ella jadeaba, le agarraba la cabeza y se la acercaba a los pechos, enrollando las piernas alrededor de su cintura. ?C?mo es que le estaba sucediendo esto? Ella era una mujer normal. No ten?a nada de especial. Sin embargo, un elfo oscuro la hab?a elegido (o quiz? hab?a sido el destino). Era todo tan... incre?ble. Cada movimiento la pon?a al borde de un nuevo orgasmo. ?l se incorpor? y le puso las manos entre las suyas, elevando los brazos sobre la cabeza mientras aminoraba el ritmo de sus embestidas. Cada movimiento tocaba su fibra nerviosa; la hac?a ver chispas y hac?a que asomaran l?grimas a los ojos. Se sent?a tan bien, era demasiado para poder tenerlo bajo control. Lo m?s probable es que se desgarrara de placer cuando sintiera el orgasmo. Sac? su miembro y ella protest?, pero luego le dio la vuelta y atrajo sus caderas contra las suyas hasta ponerse de rodillas por detr?s de ella. La penetr? muy despacio, acto tremendamente sensual. Al penetrarla mucho m?s adentro que antes, gimi? de placer. Antes de que ella pudiera imaginarse lo que iba a suceder a continuaci?n, volvi? a ponerla frente a ?l y entr? en ella con r?pidas y fuertes embestidas. Apret? las s?banas y grit? porque una oleada de placer atravesaba su cuerpo. Pero ?l a?n no hab?a terminado. Mantuvo el ritmo hasta hacerla gemir y estremecer de liberaci?n. Cuando pensaba que ya no podr?a pasar nada m?s, ?l se puso tenso y not? como expulsaba su semen caliente dentro de ella. Eso fue lo ?ltimo que recordaba antes de que todo se volviera oscuridad. Maddy no estaba segura de cu?nto tiempo hab?a estado durmiendo, pero cuando se despert? ten?a la sensaci?n de que era una gelatina caliente. Tambi?n not? que alguien le estaba acariciando la cadera y el muslo. Abri? los ojos y efectivamente, alguien estaba haciendo justo eso. La habitaci?n segu?a envuelta en oscuridad y el reloj parec?a marcar las cinco y cuarto de la ma?ana. Ten?a que levantarse y prepararse para ir al trabajo. Pero, ?podr?a ponerse en pie? Gir? la cabeza y su elfo en la sombra se inclin? para darle un beso, meti?ndole la lengua en la boca para unirla a la suya y danzar juntas. Despu?s, le introdujo dos dedos en la vagina. Maddy gimi? y se movi? al comp?s de la mano. —?Has visto que tu cuerpo se despierta hambriento de m?? —susurr? pegada a sus labios—. ?Alguna vez hab?as sentido esto por alguien? —y acto seguido retir? r?pidamente los dedos, le levant? la pierna y la penetr?. Trazaba c?rculos con los dedos alrededor del cl?toris a la vez que la embest?a suavemente—. Dime que me cambiar?s por una vida mediocre y me volver? a Svartalfheim para no regresar jam?s. Podr?as conservar esta noche en tu recuerdo, como un secreto, si as? lo deseas. En lo m?s remoto de su mente se dec?a a s? misma que no deb?a hacer promesas mientras el placer estuviera en medio. En lugar de contestar, gimi? cuando le retir? el pelo de la nuca para bes?rsela y pellizc?rsela. Ni siquiera sab?a su nombre. Aument? el ritmo, frotando el cl?toris con firmeza y cada vez m?s fuerte al comp?s de sus movimientos. —Dime que te vendr?s conmigo. Podemos estar haciendo esto durante d?as sin cesar. Abandona tu mundo. Vente al m?o. Le empezaron a temblar las piernas. Ella estaba tan cerca. —Dilo, Maddy —insist?a con sensualidad en su o?do. Su cuerpo estaba r?gido, a punto de correrse y tan en sincron?a con el suyo. No deber?a, la verdad es que no deber?a decir nada. Finalmente empez? a hacer movimientos r?pidos dentro de ella, presionando el cl?toris con la palma de su mano. As? estuvo un rato. Era tan posesivo, pero otra vez la hab?a puesto al l?mite. —?Quieres llevarme contigo? ?Hazlo! —clam? invadida por el ?xtasis. No estaba segura de si lo hab?a dicho en serio o como resultado de sentirse bendecida. Lo cierto es que, en ese momento, no le import?. El placer la invad?a. Dios, su cuerpo estaba vivo, caliente y pleno de satisfacci?n. Entonces, con la misma rapidez del orgasmo, el elfo oscuro sali? de ella y la rode? con sus brazos. Se sent?a tan extasiada, que ni siquiera tuvo tiempo de pensar o de plantearse las consecuencias antes de que ?l saltara al suelo, abandon?ndola para deslizarse debajo de la cama, desapareciendo as? ante sus ojos en la oscuridad. Cuando hubo recobrado la consciencia, el elfo sac? las manos y tir? de sus tobillos, arrastr?ndola tambi?n debajo de la cama hasta Svartalfheim con ?l. VOLUMEN II EL MONSTRUO EN EL ARMARIO Cap?tulo 1 —?Llego tarde! —exclam? Phoebe mirando la pantalla de su tel?fono. Hab?a pensado que podr?a maquillarse sola, pero se hab?a equivocado. Hab?a tenido que limpiar todo el maquillaje tres veces y volver a empezar. Un simple tutorial en internet no era suficiente para aprender. En su lugar, termin? aplic?ndose una sombra de ojos sencilla en color dorado y m?scara de pesta?as, prescindiendo del delineador de ojos. Algunas mujeres tienen el don del maquillaje, pero su ?nico talento era pifiarla. Ahora llegaba tarde a su fiesta preferida del a?o, una de las pocas a las que hab?a asistido. Cada noche de Halloween, su antigua hermandad organizaba una fiesta de disfraces tem?tica sobre los cuentos de hadas y a ella la hab?an invitado en calidad de antigua alumna. Este a?o se centraba en La bella y la bestia, donde a las mujeres se les animaba a disfrazarse de princesa y a los hombres de monstruo. Naturalmente, cada uno pod?a llevar el disfraz que quisiera, pero la mayor?a de los asistentes sol?a respetar la tem?tica. Phoebe llevaba semanas deseando que llegase este d?a. No obstante, su novio, con el que llevaba saliendo tres meses, no estaba tan convencido de querer ir. Adam odiaba los disfraces, entre otras muchas cosas m?s. Por ejemplo, odiaba que no fuera maquillada en p?blico. Por eso hab?a estado intentado con todas sus fuerzas maquillarse bien. No deber?a hacerlo, lo sab?a, pero ah? estaba ella. Intentando complacer a un hombre al que, por norma general, no sol?a gustarle nada. Suspirando, recogi? los cosm?ticos del lavabo y los meti? en el neceser. Luego, se apresur? para terminar de vestirse en su dormitorio. Se hab?a puesto lencer?a sexy con la esperanza de que Adam quisiera disfrutar quit?ndosela cuando volvieran a casa. Unas tangas de encaje de color crema, unas medias hasta el muslo con su liguero a juego y un top bandeau que se ataba a la espalda como un cors?. Parec?a sacada de un cat?logo. O de una pel?cula porno. ?Eso iba a depender de c?mo se presentara la fiesta! Tir? de la enagua para darle forma a su vestido y se calz? unos zapatos dorados de tac?n con purpurina. Su vestido ten?a dos partes: una era blanca y la otra era una capa dorada que brillaba y resplandec?a con la luz. El pelo negro le ca?a suelto sobre la espalda. Estaba deseando ver la cara que pondr?a Adam cuando la viera. Phoebe le dio al interruptor de la luz del vestidor, sali? y cuando empez? a cerrar la puerta, se detuvo. En el fondo del vestidor percibi? una silueta que destacaba entre la oscuridad. La hab?a visto en un par de ocasiones desde que se hab?a mudado a este apartamento unos meses atr?s. Si volv?a a encender la luz, no hab?a nada y no ten?a ni idea de lo que provocaba que se produjera esa sombra. Se estremeci? y cerr? la puerta, comprobando despu?s que se quedaba bien cerrada. Esa maldita cosa lograba abrirla algunas veces y ella se estremec?a con solo pensar que algo pudiera estar observ?ndola. —Es solo la mente que te juega malas pasadas —murmur? mientras cog?a su bolso y su m?vil. Le envi? un mensaje a Adam para recordarle que dejara de trabajar y fuera a la fiesta. El pobrecillo estaba m?s pendiente de las cuentas y finanzas de su empresa que de la diversi?n. ?Pero d?nde diablos estaba Adam? Phoebe se pon?a de puntillas alternando de pie para intentar ver por encima de las cabezas de docenas de personas disfrazadas. Los zapatos que llevaba se ve?an divinos en la tienda, pero no luc?an de la misma manera en sus pies. Ahora mismo matar?a por unas zapatillas de andar por casa. Adam a?n no hab?a llegado y ella se estaba aburriendo de tanta socializaci?n. Le dol?an los pies y adem?s se hab?a puesto toda esa lencer?a sexy porque pensaba que tendr?a algo de acci?n esa noche vestida de princesa, pero al parecer no ser?a as?. Lanz? un suspiro y se dirigi? a una de las habitaciones de la segunda planta, que hac?a las veces de guardarropa, para estar un rato a solas. Cerr? la puerta y se dirigi? tranquilamente hacia la cama para sentarse. Una vez all?, sac? el m?vil de su bolso. Una vez la presi?n hubo abandonado sus pies, lanz? un clamor de satisfacci?n. No obstante, Phoebe no se atrevi? a quitarse los zapatos. Volver a pon?rselos despu?s ser?a diez veces peor. En su lugar, llam? a Adam, pero salt? el contestador autom?tico de inmediato. —?D?nde est?s? —fue todo lo que dijo antes de colgar. Luego comprob? los mensajes y vio con estupefacci?n que no hab?a recibido ninguno. Le lleg? el chirrido de una puerta por su lado derecho y lanz? un grito. El armario se abri? y ella se qued? mirando, tratando de averiguar si hab?a alguien all?. ?Acaso hab?a pillado a alguien intimando o, lo que es peor, robando las carteras que se hab?an dejado en los bolsillos de los abrigos? Cuando la calefacci?n se activ?, se rio de s? misma. Eran solo los ruidos propios de una casa vieja. No hab?a ning?n monstruo acechando ni en este armario ni en el de su apartamento. Los monstruos no exist?an. Sinti?ndose est?pida, Phoebe se recuper? y sali? de la habitaci?n. Era agradable estar sola y tener tiempo para una misma, pero no iba a continuar fingiendo que estaba feliz cuando no ten?a ni idea de si Adam pensaba aparecer en la fiesta. Definitivamente, ese rechazo hab?a terminado por arruinarle la velada. ?Por qu? no era capaz de encontrar a alguien que la apreciara? ?Que quisiera acompa?arla a sitios y hacer cosas con ella? ?Que contestara a sus llamadas? No era demasiado pedir que la quisieran, que la desearan. Tener la sensaci?n de que el mundo de alguien no estar?a completo sin ella a su lado. A Phoebe se le llenaron los ojos de l?grimas, recogi? su abrigo y se dirigi? a las escaleras rumbo a la puerta principal. Se despidi? r?pidamente y se fue directamente hasta su coche. Una vez dentro, dej? que las l?grimas que se hab?a estado aguantando fluyeran libremente y le envi? un mensaje de texto a Adam. En ?l pon?a punto y final a toda esta mierda. Ahora le tocaba vivir solamente para ella. Si no la quer?a, qu? hac?a esperando a que cambiara de idea. Todo se hab?a terminado entre ellos. Ten?a la esperanza de que se volviera loco cuando leyera el mensaje. Cuando levant? la cabeza, una sombra en movimiento entre los ?rboles por el lateral derecho del coche capt? su atenci?n. Entonces grit?. Un animal grande estaba de pie, en medio de las sombras, oscureciendo toda la vista. Ten?a la forma de un ciervo y casi pudo apreciar sus astas. Ser salvaje y no preocuparse por nada m?s que lo que la naturaleza quiera. Phoebe arranc? el motor. Las luces iluminaron el ?rea en donde el ciervo hab?a estado. No quedaba rastro alguno. Cap?tulo 2 Hombres. ?Qui?n los necesitaba? Phoebe entr? en su apartamento y cerr? dando un portazo. Nada m?s gratificante que vivir en la planta baja, en especial cuando su noche hab?a sido un aut?ntico desastre. Lo primero que har?a ser?a cambiarse de ropa. Luego darse una ducha y comerse un cuarto de helado. Aunque quiz?s no hiciera las cosas en ese orden. Se quit? todo el maquillaje de la cara. En dos ocasiones tuvo que controlarse para no llorar tanto que la m?scara de pesta?as le quemaba en los ojos. Phoebe sorbi? por la nariz y se dirigi? por el peque?o pasillo hasta el cuarto de ba?o para terminar de limpiar lo que quedaba de maquillaje. Vio su reflejo en el espejo y empez? a llorar con intensidad. Todo el esfuerzo que hab?a hecho por lucir guapa para ese est?pido y ni siquiera hab?a aparecido en la fiesta. La hab?a dejado plantada. No le hizo ni una llamada para darle alguna explicaci?n. Ni tan siquiera una excusa de mierda. ?Le estaba siendo infiel o es que simplemente hab?a dejado de desearla? En realidad, siempre hab?a intentado mejorarla. C?rtate el pelo. No te comas esa galleta o te pondr?s gorda. Deber?as maquillarte m?s a menudo. Blanqu?ate los dientes. ?Has pensado en hacerte un aumento de pecho? Phoebe se abraz? y luch? contra un nuevo mar de l?grimas. Adam no la merec?a. Sinti? fr?o al escuchar el ruido de pisadas que ven?an del otro lado de la pared, entre el cuarto de ba?o y el dormitorio. —?Adam? —se gir?, son?ndose la nariz con un pa?uelo de papel que tir? en la papelera—. ?Eres t?? —a lo mejor hab?a venido para darle una sorpresa (y, de paso, para que lo echara de su apartamento). Imb?cil. Atraves? el sal?n hasta llegar a su dormitorio donde le dio al interruptor de la luz. Phoebe ech? un vistazo. —?Adam? —la habitaci?n estaba vac?a y la puerta del armario estaba abierta de par en par, a pesar de que estaba segura de que la hab?a cerrado justo antes de ir a la fiesta. Sin pensarlo dos veces, se fue corriendo al sal?n y cogi? su tel?fono y las llaves. No se detuvo en cerrar con llave, sino que se fue directa al coche. Una vez dentro, cerr? la puerta y llam? a la polic?a. No la creyeron. No hab?a signos de que la entrada hubiera sido forzada y tampoco hab?an robado nada, as? que aseguraron que si alguien hab?a entrado en la casa y abierto el armario era porque ten?a llave. Phoebe hab?a escuchado ruidos de pisadas, pero no pod?a probarlo. Una agente advirti? que su cara presentaba signos de haber estado llorando, por lo que le pregunt? si hab?a vivido alguna experiencia traum?tica. Ella le habl? de Adam, que no hab?a ido a la fiesta, con lo que hab?a roto con ?l. Obviamente, la conclusi?n fue que Adam hab?a intentado asustarla. La agente propuso a Phoebe que pasara la noche en casa de alguna amiga y que cambiara la cerradura al d?a siguiente. Sabio consejo si es eso lo que hab?a sucedido. Ella descubrir?a si hab?a sido Adam. Este no ten?a problema alguno en gritarle cuando algo no le gustaba. Si le importaba que hubiera terminado con ?l mediante un mensaje de texto, tendr?a noticias suyas. No perder?a el tiempo deambulando sigilosamente por el apartamento solo por diversi?n. Derrotada, Phoebe volvi? a su apartamento, se quit? los zapatos y se meti? en el dormitorio. Lo ?nico que deseaba era dormir. Ech? un vistazo a su m?vil cuando lo puso a cargar y vio que ten?a un mensaje de Adam. Puls? en la bandeja de entrada para leerlo y la tristeza le desgarr? el coraz?n. No se hab?a dignado a discutir sobre la ruptura. Ni siquiera hab?a tratado de razonar con ella. Hab?a escrito un simple «Ok». ?nicamente dos letras para indicar que estaba de acuerdo, ni siquiera hab?a escrito las palabras enteras. Adam hab?a economizado hasta para terminar su relaci?n. Sin importarle las luces, comenz? a quitarse la ropa. El top del vestido le cost? un poco —m?s de lo que hab?a invertido en pon?rselo—, pero lo consigui?. Luego lo lanz? con rabia al cesto de la ropa sucia que estaba en la esquina. Despu?s de quitarse la falda se qued? en ropa interior, una lencer?a que se hab?a puesto para nada. —Deber?a salir y acostarme con el primer desconocido que me encuentre para fastidiarte, Adam. ?Capullo! Se desabroch? el collar y se lo quit?. Seguidamente, los pendientes. Coloc? ambos sobre la c?moda, junto a su monedero. —Soy un desastre y al parecer no soy lo suficientemente atractiva para retener a un hombre a mi lado. ?Qui?n me va a querer a m?? —su sombra frunci? el ce?o o eso parec?a si se hubieran distinguido sus rasgos en la oscuridad. Se notaba que la puerta del armario estaba abierta —?y t?? —pregunt? en tono acosador mir?ndola —?por qu? no te quedas cerrada? —Porque entonces no podr?a verte. Voy a dejarte claro que te quiero y que aceptar?a de buen grado tu oferta. Se qued? mirando boquiabierta al espejo, sin estar segura de si lo que hab?an escuchado sus o?dos era real o producto de su imaginaci?n. Se supon?a que no deber?a haber respuesta a sus preguntas. Para empezar, su mon?logo le serv?a tan solo para expulsar su frustraci?n. Era perfectamente normal, incluso un poco tonto. Sin embargo, la voz masculina que ella hab?a escuchado no era normal. De hecho, si la polic?a hab?a revisado cada cent?metro de su apartamento y no hab?a sido capaz de encontrar nada extra?o, no deber?a haber ning?n hombre all?. Los pensamientos l?gicos suenan perfectamente razonables. Pero, es que hay alguien en mi armario... Se gir? para mirar hacia el lugar de donde hab?a salido la voz del hombre. Quienquiera que fuese ten?a una voz profunda y ronca con un extra?o acento. Era extranjero, sin lugar a dudas. —?Qui?n anda ah?? —se estir? hasta el interruptor de la luz que estaba junto a la c?moda y lo accion?. No vio a nadie, pero una parte del armario estaba fuera de su ?ngulo de visi?n. Phoebe busc? un arma y cogi? un florero con rosas rojas. No servir?a de mucho, puesto que eran de pl?stico, pero si se las arrojaba al atacante le dar?a ventaja para empezar a correr y as? poder escapar. —Te lo advierto... Se dirigi? sigilosamente hasta el armario, sin saber lo que podr?a encontrar. La puerta se abr?a hacia adentro, as? que la empuj? con el pie hasta que la perilla toc? en la pared. No hab?a nadie all?, a menos que estuviera escondido entre la ropa. Entr? toqueteando toda la ropa. De repente, la puerta se cerr? tras ella. Dio un grito, se le cay? el florero, haciendo un ruido sordo en la alfombra al caer a sus pies. Phoebe levant? el brazo en busca de la cuerda que encend?a la luz y tir? de ella cuando la encontr?. Nada sucedi?. Volvi? a repetir la operaci?n, pero el resultado fue el mismo. —?Buscabas esto? —el hombre que estaba en el armario le cogi? una mano y le puso algo en ella. La bombilla. Hab?a desenroscado la bombilla y le hab?a tendido una trampa para que entrara. ?Pero d?nde se hab?a escondido? —?Qu? qu? es lo que quieres? —pregunt? Phoebe en su lugar. Este dio vueltas a su alrededor como si fuera un depredador felino a punto de saltar sobre su presa. Ella no alcanzaba a ver nada, pero el calor que desprend?a su cuerpo lo delataba. Fue la falta de respuesta lo que le caus? m?s miedo que el saber lo que iba a pasar. Finalmente, este contest?. —?Sigues queriendo acostarte con un desconocido para fastidiar a ese idiota que no te ha merecido nunca? —le pas? un nudillo por la mejilla, hecho que la hizo estremecer —el mismo que te ha hecho llorar... si t? quisieras, podr?a mandar a uno de mis mejores hombres para que le hicieran da?o. ?Te apetecer?a tener sus partes de trofeo? Podemos llegar a un acuerdo. ?Pero de qu? hablaba? ?Acaso estaba ofreci?ndose para castrar a Adam? —Por mucho que se lo merezca, no soy partidaria de la violencia —se puso recta y entonces pudo advertir que este hombre superaba su metro ochenta. —Una pena —replic? justo detr?s de ella. De repente, se encontraba apoyada contra un pecho musculado—. En cuanto a lo que dijiste antes... ?Es que pensaba que se pod?a esconder en su armario y poseerla por una tonter?a que hab?a dicho anteriormente? ?Ja! —Esc?cheme, caballero. No tengo ni idea de qui?n es usted o c?mo ha llegado hasta aqu?, pero no har? nada con usted. La polic?a est? afuera. Todo lo que tengo que hacer es gritar—. De alguna forma, ten?a la sensaci?n de que ?l no quer?a forzarla. Si lo que buscaba era hacerle da?o, ya lo hubiera hecho. El hecho es que no se explicaba por qu? lo present?a. —Los hombres que has llamado para que me busquen hace tiempo que se han marchado. No debes tener miedo de m?. No te har? da?o —la hab?a rodeado con sus brazos sin hacerle da?o. ?La estaba... abrazando? —cuando follemos, querr?s ser m?a. Ya has hecho esa oferta sin pensarlo, y si yo no fuera una buena persona, podr?a haberla aceptado de inmediato —dicho esto, la liber?. Phoebe se dio la vuelta para mirarlo a la cara y volvi? a darle la espalda. La puerta hab?a dado en la pared cuando se abri? por completo. —Est?s delirando si crees que vamos a estar... follando, tan alegremente como lo describes. El hombre rio y por la calidez de su cuerpo, Phoebe advirti? que se hab?a acercado. Le retir? el pelo de la cara y le dijo: —Supongo que quieres marcharte. ?Me equivoco?—no hubo respuesta. Lo que quer?a era que ?l se fuese. Era su armario, joder—. Te he hecho una pregunta. ?Quieres marcharte? Este tipo era raro como el demonio. —S?, as? es. ?Por qu? insistes? —el ambiente se enfri?, pero ten?a asuntos m?s importantes de los que preocuparse que la calefacci?n. —Me alegra saberlo —sigui? el hombre avanzando un paso. Phoebe se gir?, pero no podr?a avanzar mucho puesto que la pared estaba cerca. ?A no ser que se alejara de ?l! Dio un paso, dos, luego tres. La pared hab?a desaparecido y eso termin? por atemorizarla. Dio un grito aterrador antes de intentar escapar de all?, hacia donde se supon?a que estaba la puerta del armario. Pero el hombre se inclin?, la carg? sobre los hombros y avanz? justo hacia donde la hab?a estado acorralando. Конец ознакомительного фрагмента. Текст предоставлен ООО «ЛитРес». Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию (https://www.litres.ru/pages/biblio_book/?art=63533121&lfrom=688855901) на ЛитРес. Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.
Наш литературный журнал Лучшее место для размещения своих произведений молодыми авторами, поэтами; для реализации своих творческих идей и для того, чтобы ваши произведения стали популярными и читаемыми. Если вы, неизвестный современный поэт или заинтересованный читатель - Вас ждёт наш литературный журнал.