Вдали от сУетных волнений, за перекрёстками дорог, вуалью робких откровений грустил осенний ветерок. Не обнажал... и буйство красок с деревьев прочь не уносил, - он их ласкал, но в этой ласке ни счастья не было, ни... сил. Прощался, видно... - нежный, тёплый... У всякой грусти есть предел - до первых зимних белых хлопьев он не дожил...

El Viento Del Amor

El Viento Del Amor Guido Pagliarino Segunda edici?n de lujo, con im?genes internas en color, del mismo ensayo publicado en primera edici?n con Tektime en a precio econ?mico. El car?cter de la obra es hist?rico. Asuntos comunes entre Antiguo y Nuevo testamento y la direcci?n de la historia por parte de Dios: de acuerdo con la impresi?n de los escritores veterotestamentarios, la Palabra se revela progresivamente a lo largo de los siglos mediante hechos hist?ricos que inducen a la reflexi?n teol?gica. Segunda edici?n de lujo, con im?genes internas en color, del mismo ensayo publicado en primera edici?n con Tektime en a precio econ?mico. El car?cter de la obra es hist?rico. El autor considera que la nota com?n entre el Antiguo y Nuevo testamento es la direcci?n de la historia por parte de Dios y que, de acuerdo con la impresi?n de los escritores veterotestamentarios, la Palabra se revela progresivamente a lo largo de los siglos mediante hechos hist?ricos, que inducen a la reflexi?n teol?gica. El ensayo trata del Dios-Amor al servicio de los hombres ya presente en el Antiguo Testamento, aunque no tan claramente como en el Nuevo. Despu?s de exponer una premisa sobre la influencia de la historia sobre la Biblia, el autor retrocede, con respecto a la ?poca de Jes?s, hasta el 1200-1000 a.C., siglos en los que surge en Palestina la primera tradici?n oral que se reflejar? en la Biblia. Atravesando los siguientes doscientos a?os, los de los primeros reyes, llega a los siglos VIII – VI a.C., en los cuales se escriben los primeros textos prof?ticos, en ciertas partes ya anunciadores de Dios amoroso, y tambi?n de un esbozo del Deuteronomio, perdido anteriormente y recobrado en el templo en el 622 a.C. bajo Jos?as: en el Deuteronomio, Yahv? es el Dios de la Ley, defensor ante todo del pueblo llano y en particular de los pobres, a diferencia de ese formalista-legalista, deseoso sobre todo de culto, del Lev?tico. El autor habla luego de la deportaci?n a Babilonia del pueblo de Israel y la ?poca de la liberaci?n y la repatriaci?n y de la posterior reconstrucci?n del segundo templo. Trata luego ese largo periodo, llamado el juda?smo en sentido estricto, que empieza en el siglo VI a.C., que sobrepasar?a en unos cuarenta a?os la ?poca de Jes?s, periodo en cual se pone por escrito la mayor parte de la Escritura Antigua que nos ha llegado: esta es una ?poca esencial por la formaci?n de la conciencia pol?tico-religiosa jud?a y por el abandono definitivo del polite?smo. El autor habla luego de las tradiciones que los estudiosos consideran fuentes tanto del Pentateuco como de los siguientes seis libros hist?ricos b?blicos, aunque no est?n exentos de idealizaciones, de acuerdo con el modo apolog?tico antiguo de escribir la historia. Luego vuelve atr?s en el tiempo para ocuparse de nuevo de los a?os cercanos a Jes?s de Nazaret, tratando el polite?smo entre los hebreos, el primer monote?smo (no jud?o, sino ideado, por razones meramente pol?ticas, por el fara?n Akenat?n), de la mejor comprensi?n del amor de Dios por parte de Israel, del nacimiento de la esperanza en un mes?as profeta, sacerdote y rey y del resurgir de la idea de la vida eterna. La b?squeda teol?gica del pueblo hebreo, que seg?n los fieles es una b?squeda de inspiraci?n divina, descubre al avanzar en el tiempo un Dios distinto de los paganos adorados antes por los hebreos junto a un Yahv? que mostraba a su vez la inquietante caracter?stica de querer ser temido y servido bajo pena de graves castigos. Finalmente, o paralelamente si consideramos las profec?as de Oseas y algunos otros profetas, la b?squeda religiosa llega al conocimiento de un Yahv? esencialmente amoroso, de ese Dios que ser? revelado plenamente por Jes?s como el Amor puro. Guido Pagliarino El viento del Amor Copyright © 2020 Guido Pagliarino – Todos los derechos reservados Libro publicado por Tektime Tektime S.r.l.s. – Via Armando Fioretti, 17 – 05030 Montefranco (TR) – Italia Guido Pagliarino El viento del Amor Una aproximaci?n hist?rica a la Revelaci?n progresiva del Dios-Amor en el Primer Testamento Ensayo Segunda edici?n (con im?genes internas en color) Traducci?n del italiano al espa?ol de Mariano Bas Distribuci?n Tektime Copyright © 2020 Guido Pagliarino Primera edici?n en espa?ol: Guido Pagliarino, El Viento del Amor – Una aproximaci?n hist?rica a la Revelaci?n progresiva del Dios-Amor en el Primer Testamento – Ensayo, 2019. Traducci?n del italiano al espa?ol de Mariano Bas, Tektime Editore Ediciones de la obra en italiano («Il Vento dell’Amore»): 1? edici?n, solo en e-book, Smashwords Edition, copyright © 2015 Guido Pagliarino 2? edici?n en e-book y 1? edici?n en papel (con im?genes internas a color), distribuidora Editrice Tektime, copyright © 2018 Guido Pagliarino 3? edici?n en e-book y 2? edici?n en papel, de bolsillo, sin im?genes internas, distribuidora Editrice Tektime, copyright © 2018 Guido Pagliarino La cubierta fue creada electr?nicamente por el autor: la imagen insertada es la pintura «El viento» de Vincent Van Gogh Una hoja del C?dice Sina?tico (Codex Sinaiticus) conservado en el Monasterio de Santa Catalina del Monte Sina?. De este c?dice, 347 hojas se encuentran archivadas en la Biblioteca Brit?nica de Londres, 43 en la Biblioteca de la Universidad de Leipzig, 12 hojas y 15 fragmentos en el Monasterio de Santa Catalina del Monte Sina? y fragmentos de tres p?ginas diversas se guardan en la Biblioteca Nacional Rusa de San Petersburgo. El manuscrito est? en griego (en la versi?n procedente del hebreo de los Setenta o Setenta y dos en lo que respecta al Antiguo Testamento). El c?dice se puede datar entre el 330 y el 350 d.C. y conten?a originalmente todo el Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento y escritos cristianos no can?nicos pero muy importantes del siglo II, El pastor de Hermas, la Ep?stola de Bernab? y textos de los Padres Apost?licos. Parte de las hojas de este c?dice no se han recuperado. Hoja del C?dice Vaticano (Codex Vaticanus)con el texto de Esdras 2, 1-8. El Codex Vaticanus es el documento m?s antiguo encontrado hasta ahora de la Biblia completa, con el Antiguo y el Nuevo Testamento. Fue copiado, a partir de textos precedentes, en la primera parte del siglo IV. Est? escrito en griego en su totalidad. Se conserva en la Biblioteca Vaticana. El rostro terrible, en absoluto amoroso, de Dios, seg?n Miguel ?ngel (Juicio Universal, detalle, Capilla Sixtina, Museos Vaticanos) PR?LOGO Esta obra trata del Dios-Amor al servicio de los hombres, ya presente en el Antiguo Testamento, antes de la Revelaci?n neotestamentaria. La cisura es hist?rica y considera que lo que tienen en com?n el Antiguo y el Nuevo Testamento es el gobierno de la historia por parte de Dios y que la Palabra, seg?n la impresi?n de los escritores veterotestamentarios, se revela progresivamente a lo largo de los siglos a trav?s de hechos hist?ricos, los cuales inducen a la reflexi?n teol?gica. Se considera que, como es conocido entre los historiadores y ha expresado por otro lado el Concilio Vaticano II en su constituci?n Dei Verbum, el testamento s? se «inspira, y quienes lo crearon fueron inspirados en la medida en que contribuyeron a su constituci?n» y que no solo el Nuevo Testamento, sino tambi?n el Antiguo «es palabra de Dios y conserva un valor perenne», pero debe tenerse en cuenta que los escritos del Antiguo Testamento «contienen tambi?n cosas imperfectas y temporales» y que «asumidas integralmente en la predicaci?n evang?lica, adquieren y manifiestan su significado completo en el Nuevo Testamento y, a su vez, lo iluminan y explican» («Constituci?n dogm?tica Dei Verbum sobre la Revelaci?n divina», nn. 14, 15, 16). Con esto, conf?o en que los lectores que solo ocasionalmente frecuentan la Biblia, al considerar ciertos pasajes veterotestamentarios donde Dios-Yahv? ordena o realiza actos sanguinarios, evitar?n tomarlos al pie de la letra escandaliz?ndose, mientras que, por el contrario, espero, gracias a las citas de la Dei Verbum, que no sea yo, cuando presento secciones meramente humanas y transe?ntes de la Biblia, el que suscite esc?ndalo en alg?n creyente fundamentalista que lea la Biblia al pie de la letra: solo la resurrecci?n de Cristo, so pena del fin del cristianismo, no debe interpretarse en sentido simb?lico, como pensaba la Escuela M?tica del te?logo luterano Rudolf Bultmann y otros autores como Marxen y Dibelius, ya superada de hace mucho tiempo. Esta escuela, al afirmar que el Nuevo testamento es m?tico, no se basaba en la ciencia exeg?tica, sino en el prejuicio racionalista de base liberal del cual proven?a dicha Escuela M?tica (cf., entre otros muchos, el art?culo de Giuseppe di Rosa S.J, tambi?n disponible en la web (https://books.google.it/books?id=Sgg5AQAAMAAJ&pg=PA566&lpg=PA566&dq=scuola%20mitica%20Bultmann&source=bl&ots=YRldT8stMY&sig=YGwD69AbHPpuSbVpIIup8KOMIHs&hl=it&sa=X&ei=9s9eVdqgG8bSU4eEgYgC&ved=0CDsQ6AEwBQ#v=onepage&q=scuola%20mitica%20Bultmann&f=false), en La Civilt? Cattolica, n? 125, Volumen II, Cuaderno 2971, 6 de abril de 1974, «Ricciardetto e la sua vana ricerca di Dio»). Tambi?n yo he escrito sobre la escuela m?tica en el ensayo de Guido Pagliarino Ges?, nato nel 6 ‘a.C.’ crocifisso nel 30 – Un approccio storico, Tektime Editore (traducido del italiano al espa?ol por Mariano Bas con el t?tulo “Jes?s, nacido en el a?o 6 «antes de Cristo» y crucificado en el a?o 30”). A?ado, siempre siguiendo la Dei Verbum («Constituci?n dogm?tica Dei Verbum sobre la Revelaci?n divina», n. 12), que «para interpretar con exactitud el contenido de los textos sagrados, se debe atender al contenido y a la unidad de toda la Escritura». Despu?s de exponer una premisa sobre la influencia de la historia sobre la Biblia, volver? atr?s con respecto a la ?poca de Jes?s, hasta los a?os 1200-1000 a.C., siglos en los que surge en Palestina una primera tradici?n oral que se reflejar? en la Biblia. Pasando por los doscientos a?os siguientes, los de los primeros reyes, llegar? a los siglos VIII – VI a.C., en los que se escribieron los primeros textos prof?ticos, en algunas partes ya anunciadores del Dios amoroso, y se redacta, apareciendo cuando menos en el texto b?blico posterior a Reyes II (2 Re 22, 3-20), un esbozo del Deuteronomio, perdido y reencontrado en el templo en a?o 622 a.C. bajo el rey Jos?as: en el Deuteronomio, Yahv? es el Dios de la Ley, defensor ante todo del pueblo llano y en particular de los pobres, a diferencia de ese Dios formalista-legalista, deseoso sobre todo de culto, del Lev?tico. Pasar? a la deportaci?n a Babilonia del pueblo de Israel y la ?poca de la liberaci?n y la repatriaci?n, bajo la autorizaci?n del rey persa Ciro II el Grande (590-529 a.C.), vencedor de Babilonia, y del segundo templo, erigido entre el 536 y el 515 a.C. sobre las ruinas del de Salom?n, que hab?a sido construido por orden suya en el siglo X antes de Cristo y fue destruido en el 586 a.C. por el ej?rcito del rey babilonio Nabucodonosor y luego hablar? de ese largo periodo, llamado el juda?smo en sentido estricto, que empieza en el siglo VI a.C. y que sobrepasar?a en unos cuarenta a?os la ?poca de Jes?s, periodo en cual se pone por escrito la mayor parte de la Escritura antigua que nos ha llegado: esta es una ?poca esencial por la formaci?n de la conciencia pol?tico-religiosa jud?a y por el abandono definitivo del polite?smo. Hablar? del valor de su escuela teol?gica, formada por sacerdotes y escribas que, habiendo conservado las tradiciones durante el exilio y habi?ndolas transmitido a sus sucesores, del siglo VI al IV a.C. en parte las redactan ex novo y en parte las integran en los libros del Pentateuco (G?nesis, ?xodo, N?meros, Lev?tico y Deuteronomio), en los que Yahv? es, ante todo, aunque no exclusivamente, el Dios de la Ley que estipula un pacto de alianza (testamento) jur?dica con Israel: un Dios legislador y juez, en varias escenas castigador, de forma similar al Yahv? ya presentado por Am?s, profeta del siglo VIII a.C. La teolog?a sacerdotal tiene una perspectiva en general optimista, con sacerdotes y escribas creyendo ser los favoritos de Yahv? y que era posible, al menos para ellos, vivir como «justos», lo que significaba para ellos practicar el culto y estar sometidos a las prescripciones legales. Los profetas son por el contrario radicalmente pesimistas, convencidos de que el ego?smo de los seres humanos tiene unos cimientos muy profundos y que solo Dios puede librarlos del pecado, que afecta a todos: quien conf?a en Dios es bendecido por ?l y quien conf?a en s? mismo (se dirigen, sobre todo, a los hombres del gobierno pol?tico-religioso, justos sedicentes) o conf?a en otros hombres (en primer lugar, en los que pertenecen a su propio entorno de poder) es maldecido por ?l. «As? habla el Se?or: ?Maldito el hombre que conf?a en el hombre y busca su apoyo en la carne, mientras su coraz?n se aparta del Se?or! Es como un matorral en la estepa que no ve llegar la felicidad; habita en la aridez del desierto, en una tierra salobre e inh?spita. ?Bendito el hombre que conf?a en el Se?or y en ?l tiene puesta su confianza! Es como un ?rbol plantado al borde de las aguas, que extiende sus ra?ces hacia la corriente; no teme cuando llega el calor y su follaje se mantiene frondoso; no se inquieta en un a?o de sequ?a y nunca deja de dar fruto» (Je 17, 5-8).[1 - La mayor parte de las traducciones b?blicas se basan en la traducci?n de la Biblia que se ofrece en la web del Vaticano (http://www.vatican.va/archive/ESL0506/_INDEX.HTM (http://www.vatican.va/archive/ESL0506/_INDEX.HTM)). N.d.T.] Las dos l?neas, por una parte la aristocr?tica de la justicia inflexible y la primac?a de las formas del culto y, por la otra, la prof?tica del amor por los pobres y los extra?os y la piedad para con los pecadores, coexisten y llegar?n hasta Jes?s, el cual, al seguir esta segunda v?a y, seg?n los cristianos, concluirla, revelar? que Dios no es solo Amor que perdona, sino que sirve al hombre y quiere divinizarlo asumi?ndole en S? despu?s de la muerte y por eso se enfrentar? a los dirigentes de Israel, en particular a los sacerdotes saduceos que no cre?an en la vida eterna, jefes del pueblo defensor del Yahv? justiciero de la Ley, no del Dios-Amor. En las costumbres hebreas, los rollos que contienen los cinco textos b?sicos hist?rico-legislativos de Israel se llaman la Tor? (Torah), palabra que deriva del verbo jar?h, ense?ar, que significa precisamente ense?anza, pero tambi?n se los llama los Rollos de la Ley o la Ley de Mois?s o sencillamente la Ley. La tradici?n hebrea indica los libros de la Tor? con la palabra inicial de cada uno. La palabra espa?ola Pentateuco deriva del griego y se refiere a los cinco (penta) contenedores (teuchos = contenedor) de esos rollos. Los t?tulos de estos libros se deben a los llamados Setenta, n?mero convencional de los muchos estudiosos, en realidad un n?mero impreciso, encargados por Ptolomeo Filadelfo, soberano de Egipto, de traducir la Biblia del hebreo al griego hacia la mitad del siglo III a.C., que habr?an completado el encargo en solo setenta y dos d?as. Seg?n ciertos cr?ticos, la traducci?n tendr?a que datarse en el siglo II antes de Cristo. La dataci?n en mitad del siglo III a.C. deriva de un ap?crifo en alabanza de Israel escrito en un entorno judaico alejandrino, la Carta de Aristeas, obra en realidad de autor desconocido, que habla precisamente de esta traducci?n: se atribuy? err?neamente a Aristeas, alto funcionario del rey Ptolomeo II Filadelfo entre los a?os 285 y 247 a.C. Tambi?n el n?mero 70 de los traductores y el n?mero 72 de los d?as que tard? en completarse provienen de este ap?crifo (cf. La bibbia apocrifa, Editrice Massimo s.a.s., 1990, p. 171 y ss.). Los Setenta titularon esos rollos considerando su contenido: G?nesis (los or?genes); ?xodo, la salida de Egipto de los hebreos; Lev?tico, libro de la ley dictada por los sacerdotes de la tribu de Lev?; N?meros, por las diversas enumeraciones contenidas en los primeros cap?tulos; Deuteronomio, o segunda ley, siempre con palabras griegas. Para los escribas del templo de Jerusal?n, y para los sacerdotes saduceos, este Pentateuco, esta Tor?, era la ?nica Palabra de Dios. Los dem?s libros del Antiguo Testamento, indicados en Israel bajo los nombres de Profetas y Escritos, eran reconocidos como inspirados, pero no todav?a por todos los hebreos en los tiempos de Jesucristo, solo en un entorno farisaico. Hablar? de los documentos o tradiciones que los estudiosos consideran fuentes tanto del Pentateuco como de los siguientes seis libros hist?ricos b?blicos, aunque no est?n exentos de idealizaciones, de acuerdo con el modo apolog?tico antiguo de escribir la historia. Luego volver? atr?s en el tiempo y me remontar? de nuevo a los a?os de Jes?s, tratando el polite?smo entre los hebreos, el primer monote?smo (no jud?o, sino ideado por el fara?n Akenat?n, por razones meramente pol?ticas), la mejor comprensi?n del amor de Dios por parte de Israel, el nacimiento de la esperanza en un mes?as profeta, sacerdote y rey y el resurgir de la idea de la vida eterna. La b?squeda teol?gica del pueblo hebreo, que seg?n los fieles es una b?squeda de inspiraci?n divina, descubre al avanzar en el tiempo un Dios distinto de los dioses paganos adorados antes por los hebreos junto a un Yahv? que mostraba a su vez la inquietante caracter?stica de pretender ser temido y servido bajo pena de graves castigos. En cierto momento, los redactores b?blicos empiezan a entenderlo como un Dios que s? castiga, pero solo con el prop?sito amoroso de corregir: igual que los padres que, en el pasado, trataban violentamente a sus hijos creyendo que as? los hac?an mejores. Finalmente, o paralelamente si consideramos las profec?as de Oseas y algunos otros profetas, la b?squeda religiosa llega al conocimiento de un Yahv? esencialmente amoroso, de ese Dios que ser? revelado plenamente por Jes?s como el Amor puro y, aunque hasta entonces lo hab?a sido imperfectamente, ya estaba bien presente en el curso de los ?ltimos dos siglos anteriores a Cristo, en los libros m?s recientes de la Primera Escritura, los llamados deuterocan?nicos en la Iglesia latina y griega. Estos libros no forman parte de la fe de la religi?n hebrea y tampoco de la de los cristianos de la reforma protestante, que los califican de ap?crifos. El lector encontrar? partes no esenciales que he escrito gr?ficamente en cursiva: he tenido en cuenta al lector presuroso, que, si quiere, se las puede saltar. Para ayudar a las personas que acuden solo ocasionalmente a los Testamentos, he a?adido un ap?ndice con las abreviaturas de los libros b?blicos.     Guido Pagliarino PREMISA – SOBRE LA INFLUENCIA DE LA HISTORIA SOBRE LA BIBLIA «Dios es amor», afirma m?s all? de cualquier duda el Nuevo testamento en la primera Ep?stola de Juan (1 Jn, 4, 8b), una imagen muy distinta de la fisionom?a de un Dios enojado y terrible como el que podemos observar en el Juicio Final de Miguel ?ngel. No se trata solo de un anuncio neotestamentario. Como veremos, las apariencias del Dios-Amor, presentadas de manera completa en Jes?s de Nazaret con la palabra y el ejemplo, ya se estaban trazando antes, a lo largo de la historia del antiguo Israel, reflej?ndose, aunque todav?a no plenamente, en el Antiguo Testamento gracias en primer lugar a los profetas inspirados. No obstante, en esos libros los rasgos del Dios amoroso no parecen absolutos, de hecho, se refieren a la figura del Yahv? de la Ley que encontramos en otros pasajes veterotestamentarios que, como veremos, se origina de la reflexi?n teol?gica, no de los profetas, sino de los sacerdotes y escribas del templo. Al leerlos, hay que tener siempre presente que el argumento del gobierno de la historia por parte de la Providencia, dirigido a la Salvaci?n de la humanidad, abarca toda la Biblia, Antiguo y Nuevo Testamento, y tambi?n que cada texto b?blico est? influido por la situaci?n hist?rica en la que se prepar? y escribi?. Por ejemplo, la esclavitud de los jud?os en Babilonia y su liberaci?n por parte del rey Ciro II, que encontraremos en el pr?ximo cap?tulo y reaparecer? a lo largo del ensayo, influye en los vers?culos de la Biblia que hablan de la esclavitud en Egipto y del ?xodo de los hebreos bajo la gu?a de Mois?s, hechos hist?ricos que se produjeron muchos siglos antes: para ciertos comentaristas extremistas, el contenido de esos textos ser?a incluso solo m?tico-aleg?rico. EscribeCarlo Buzzetti (en Carlo Buzzetti (con Carlo Ghidelli), Le tappe della lettura della Bibbia. Come leggere una pagina biblica, come leggere una parabola, un discorso, un miracolo, San Paolo, Cinisello Balsamo, 2003.): «Todo texto escrito surge en un contexto vital (o situaci?n originaria) del que es expresi?n. Pero no siempre esa situaci?n de los or?genes puede advertirla f?cilmente quien lee dicho texto. A menudo resulta bastante f?cil para los primeros destinatarios, para los primeros lectores, porque les resulta cercano, pero esa situaci?n se va oscureciendo o haciendo m?s enigm?tica o m?s ardua de conocer por los lectores sucesivos, que, por el contrario, quedan bastante lejos. (…) Distingamos dos fases de dicho texto para hacer expl?cito el contexto impl?cito: primero, se trata de reconstruir la situaci?n que refleja el texto; luego se tiende a una reconstrucci?n de la situaci?n desde el punto de vista del autor del texto. Ambas fases requieren un cierto esfuerzo de investigaci?n hist?rica que, evidentemente, no puede limitarse a solo una aproximaci?n directa al texto: quien lee debe considerar tambi?n varias indicaciones procedentes de otras voces m?s o menos contempor?neas y en todo caso paralelas o convergentes con respecto a ese texto». Es por esto que, al tratar nuestro tema de fondo, Dios-Amor en el Primer Testamento, debemos examinar, aunque sea a grandes l?neas, los acontecimientos hist?ricos del pueblo de Israel y, cuando menos a grandes rasgos y donde sea posible, considerar la situaci?n personal de los redactores b?blicos. Por ejemplo, veremos que a Esdras, impulsor principal aunque probablemente no sea el redactor del Pentateuco, le mueve y ayuda ser funcionario jud?o en el reino de Persia y custodio de las antiguas tradiciones hebreas, superviviente de la deportaci?n a Babilonia. Empezaremos en la ?poca de los jud?os, hacia el final de la Edad del Bronce. Pieter Paul Rubens, Sans?n y Dalila, ?leo sobre tabla, ca. 1609, National Gallery de Londres. Cap?tulo I DEL 1200 A.C. A LA ?POCA DEL SEGUNDO TEMPLO Bibliograf?a principal de este cap?tulo: AA. VV. (a cargo de David y Pat Alexander), Guida alla Bibbia, Edizioni Paoline – Roma, 1980; AA. VV. (Joseph Schreiner y colaboradores), Introduzione letteraria e teologica all’Antico Testamento, Edizioni Paoline s.r.l., quinta edici?n 1990; AA. VV. (bajo la direcci?n de John A. Garraty y Peter Gay), Storia del mondo, Vol. I, Arnoldo Mondatori Editore, 1973; Abraham Cohen, Il Talmud, traducci?n de Alfredo Toaff, Gius. Laterza & Figli S.p.A., Roma-Bari, 2003; Giovanni Filoramo, «Giudaismo», en, de AA.VV., Manuale di storia delle religioni, Gius. Laterza & Figli, 1998; A cargo de P. Bonsirven (elecci?n de los textos a traducir del original), Daniel-Rops (pr?logo), Enrico Galbiati (presentaci?n), La Bibbia apocrifa, Editrice Massimo s.a.s., 1990; Edmondo Lupieri, Cap?tulo Il«Giudaismo del secondo tempio e le origini del Cristianesimo», pp. 7-19, y «Radicalizzazione dell’osservanza e aperture ai non giudei (da Pompeo a Nerone)», pp. 20-68, en, de AA. VV. (a cargo de Giovanni Filoramo y Daniele Menozzi), Storia del Cristianesimo, Gius. Laterza & Figli, vol I, 1997; Alviero Niccacci, La casa della sapienza, voci e volti della sapienza biblica, Edizioni San Paolo s.r.l., 1994; Giovanni Odasso, «L’esilio come luogo di salvezza», in Leggere la storia come salvezza, n?mero monogr?fico de Parola, Spirito e Vita – quaderni di lettura biblica, n. 1 enero-junio de 2003, Centro editoriale devoniano; Michel Morre, Dizionario Mondadori di Storia Universale, primer tomo, Arnoldo Mondatori Editore, 1973; Enzo Cortese, art?culo «Per una teologia dello spirito nel tardo profetismo», Studium Biblicum Franciscanum, Jerusalem, Liber Annuus, ISSN 0081-8933 (1997) volumen 47 p?ginas 9-32, Edizioni Terra Santa. Se puede encontrar una extensa discusi?n en el siguiente volumen (todav?a en el mercado): Enzo Cortese, «Il tempo della fine: Messianismo ed escatologia nel messaggio profetico», Edizioni Terra Santa https://www.edizioniterrasanta.it/shop/il-tempo-della-fine/ (https://www.edizioniterrasanta.it/shop/il-tempo-della-fine/) Los ideales heroicos La Edad del Bronce se cierra con dos series de invasiones. Una provino del nordeste, llevada a cabo por los Pueblos del mar, que es como llamaron los egipcios a los invasores, y en esta serie de ocupaciones, poco antes del 1200 a.C., la tribu de los Peleshei, llamados filisteos por los griegos y en la Biblia, se apoderaron de la tierra de Palestina, d?ndole su nombre, mientras que el resto se dispersa en diversas zonas en torno al Mediterr?neo realizando incursiones hasta Grecia y, tal vez, incendiando los palacios de Micenas y Pilos. El declive de la civilizaci?n mic?nica se produce en torno al 1200 a.C. por razones poco claras. Tras el hallazgo en Pilos de tablas endurecidas por un incendio en el palacio real, se ha planteado la invasi?n mar?tima, porque en ellas se habla de preparaciones militares para defender la costa de un peligro inminente de invasi?n y porque, en ese mismo periodo, la civilizaci?n egipcia pas? serias dificultades y la hitita desapareci? por los llamados pueblos del mar, por lo que se puede suponer que esos mismos pueblos fueron los invasores. Una explicaci?n m?s tradicional es sin embargo la de la invasi?n por la poblaci?n indoeuropea de los dorios. Por otro lado, otros estudiosos consideran que el declive de la civilizaci?n mic?nica fue causado por meros factores econ?micos y demogr?ficos, y tal vez clim?ticos, y los incendios no se deber?an necesariamente a los invasores. La otra serie de invasiones viene del sudeste y son tribus semin?madas de lengua aramea que provienen de los confines del desierto de Arabia, que se infiltran primero y se apoderan luego por la fuerza de Siria, Mesopotamia septentrional, Asiria, Babilonia y Palestina, llamada Cana?n en la Biblia. En cuanto al pueblo al que se llamar? israelita, est? en esta zona en torno al 1200 a.C., unos cincuenta a?os despu?s de la ?poca del ?xodo hebraico de Egipto y convive, no sin problemas, con la poblaci?n ind?gena. No todo el pueblo hebreo proviene de otra tierra, ya sea o no la de los faraones: muchos agricultores, me refiero a la ?poca hist?rica, dejando aparte las migraciones precedentes, ten?an or?genes locales (eran, por decirlo as?, cananeos) y con el tiempo se mezclan con los pastores n?madas invasores (digamos con los hebreos), formando el pueblo de Israel. Es a esta ?poca, desde cerca de a?o 1000 a.C., a la que la Biblia llama de los Jueces, de la que se solo puede conocer la historia de fondo, siguiendo las informaciones relativas veterotestamentarias, transformadas de forma m?tica. Es ?til la comparaci?n con otras sociedades del momento. En Palestina o otras zonas del Cercano Oriente, adem?s de en Grecia y en las costas e islas mediterr?neas de Asia Menor, se aprecian en primer lugar los ideales heroicos, en los que un simple insulto basta para desencadenar una terrible reacci?n, como, en Grecia, en el primer canto de La Il?ada, donde el h?roe Aquiles, ultrajado por el rey Agamen?n que le ha robado a su esclava Briseida, se retira de la guerra contra Troya despu?s de haber tenido el impulso de matarlo. O, como en Palestina, en la Biblia (1 Sam 25, 9-42), donde el rey David, ofendido por la actitud soberbia de su s?bdito Nabal, quiere matar a todos los hombres de la familia, aunque se apiade ante las s?plicas de Abigail, mujer del ofensor, pero poco despu?s un Yahv? terrible se tomar? la justicia por su mano matando al presuntuoso Nabal y entonces David tomar? a la viuda entre sus mujeres. Es una sociedad en la que la posici?n de la persona depende de su estatura moral, su valent?a personal y su contribuci?n a la sociedad, como por ejemplo en la figura b?blica del juez Sans?n. Es un ideal que se refleja entre los a?os 1100 y 750 a.C. en cuentos legendarios en prosa y en versos recitados oralmente y solo posteriormente reunidos por escrito, como los argumentos de los poemas griegos La Il?ada y La Odisea y, en tierra hebrea, las narraciones primitivas que se exponen principalmente en el G?nesis y en Samuel 1 y Reyes 2 hacia el siglo V a.C., con muchos a?adidos y variantes sacados de sagas y leyendas conocidas por los hebreos durante la esclavitud babil?nica, que se extraen de la antigua mitolog?a de Mesopotamia. Dos ejemplos: el episodio del diluvio universal en el G?nesis se inspira en un mito del ciclo sumerio de Gilgamesh (cuyas tablas se conservaban en la biblioteca del rey Asurbanipal), en el que uno de los h?roes, Utnapishtim, sobrevive a un diluvio similar y, a diferencia de No?, recibe la inmortalidad de los dioses. La torre de Babel se imagina similar a los zigurats, altos edificios destacados con los que los antiguos habitantes de Mesopotamia, supuestos antepasados del caldeo Abraham de Ur, proclamaban tocar, al menos simb?licamente, el cielo de los dioses. Son por tanto historias que entran en el imaginario hebreo, mezcl?ndose con las aut?ctonas judeo-cananeas que hablan de la prehistoria, desde la creaci?n de hombre, y de la historia m?s antigua. En cuanto a estas, se trata de epopeyas como la del imp?o rey Sa?l en el primer libro de Samuel, que simbolizar? a los diversos malos soberanos de muchos herederos sucesivos de los justos, o mejor de los justificados por Dios, David y Salom?n. Hay historias inventadas, como la de Jos? vendido por sus hermanos, que acabar?n en el libro del G?nesis, mientras que otras tienen cierto trasfondo hist?rico y contienen fragmentos de los c?digos legales comunes a todo el antiguo Oriente Medio. Hacia el a?o 1000 a.C., no solo en Cana?n-Palestina, sino tambi?n en otras zonas de Oriente Medio, en Grecia y a lo largo de las costas de Asia Menor, todos los grupos de invasores, y por tanto todas las ciudades fundadas por estos, muchas veces no m?s grandes que un par de campos de futbol modernos y con pocos centenares de habitantes, ten?an leyes propias. En varias zonas conviv?an conquistadores y aut?ctonos, aunque en ciertas ?reas, como en el Peloponeso en Grecia, toda la poblaci?n de los vencidos (ilotas) era esclava de los vencedores (espartanos), mientras que Cana?n conoce por el contrario la esclavitud personal. Hay casos en los que una ciudad o un grupo todav?a semin?mada conquistan las zonas vecinas, pero las pierden en poco tiempo. Una tierra, despu?s de ser unificada, normalmente, m?s pronto que tarde, se desmembraba de nuevo debido a jefes militares hostiles al soberano, como ocurre en el reino de Salom?n, que, a la muerte de este monarca, se divide en los dos reinos de Israel y Judea o Jud?. Un reino se identifica sobre todo por la capital, en el caso de Samar?a para Israel y de Jerusal?n para Jud?, mientras que las zonas no urbanas siguen siendo m?s o menos tribales y no se consideran sometidas al rey local. En Palestina esto vale para las tierras de pasto y los terrenos primitivos de agricultura, dejados en barbecho por mitades en a?os alternos, zonas que eran ocupadas peri?dicamente por tribus de pastores semin?madas que se consideraban independientes del rey y superiores a cualquiera, aparte de su jefe de clan y cuyos reba?os da?aban los cultivos colindantes. Estos beduinos se enfrentaban a los agricultores sedentarios, que no quer?an que se da?aran las tierras que cultivaban y los pastos que estaban dispuestos a cultivar: la leyenda del G?nesis de Ca?n, que mata a su hermano Abel, pastor (Gen 4, 1-16), deriva de esa situaci?n hist?rica, idealizada muchos a?os despu?s en sentido religioso, presentando a la v?ctima como devota de Yahv? y a su asesino como un hombre que no tiene verdadero respeto por Dios, al que ofrece en sacrificio productos malos: los hebreos, aunque proven?an de ambas categor?as, se consideraban sobre todo descendientes de las antiguas tribus de pastores, simbolizadas por los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob, y por eso la figura de Abel es la positiva. Socialmente no ser? as? en tiempo de Cristo: los pastores estar?n considerados entre los seres humanos impuros, imposibilitados de redimirse debido a su profesi?n. El evangelio de Lucas, en su defensa de los pobres y para acabar con esa idea preconcebida, los presentar? como los primeros que acuden, por voluntad divina, a rendir homenaje al Ni?o Jes?s (Lc 2, 8-20); el episodio podr?a incluso ser hist?rico, aunque tenga religiosa y socialmente en ese evangelio un valor simb?lico. Los patriarcas son figuras simb?licas de Israel que se refieren a los antiguos, an?nimos pero concretos, jefes de las tribus semin?madas de Cana?n que se establec?an durante las estaciones con sus reba?os en tierras externas, fundadores, seg?n la tradici?n, de los lugares sagrados de Palestina y que los hebreos, despu?s de haber derrotado a los habitantes anteriores, habr?an considerado como sus propios ilustres antepasados. El fen?meno de la mitificaci?n de los antiguos es general en esos siglos, no solo en el pueblo jud?o: por ejemplo, Roma identificar? en el m?tico fundador rey R?mulo los jefes de los clanes de pastores, luego agricultores, establecidos en la zona, donde construyeron caba?as primitivas. Los patriarcas y sus familias son pastores, como, muchos a?os despu?s, los miembros de las tribus protagonistas de la liberaci?n de Egipto que se convierten idealmente, en el libro del ?xodo, en descendientes directos de Abraham, Isaac y Jacob, este ?ltimo llamado en cierto momento por Dios, seg?n el G?nesis, con el nuevo nombre de Israel, lo que equivale a decir que se hacen s?mbolo de todo el pueblo jud?o: est? claro el patri?tico fin pol?tico-religioso del redactor que escribir? sobre estos acontecimientos ya en el siglo V a.C., despu?s de volver del exilio babil?nico. El tal vez legendario Jacob-Israel, si nos atenemos al cap?tulo 46 del G?nesis, que es m?s o menos contempor?neo del ?xodo, y, siguiendo la cronolog?a b?blica, hab?a emigrado 470 a?os antes de la liberaci?n de Egipto a las tierras del fara?n con toda su familia, los reba?os y las tiendas para huir de la escasez. Pero es interesante se?alar, en funci?n de la posible historicidad del evento, que los textos egipcios de los primeros siglos del II milenio a.C. y otros del siglo XIII a.C. afirman que a los beduinos asi?ticos provenientes de la tierra de Palestina y que trataban de escapar de la carest?a de alimentos, se les hab?a concedido, como un favor excepcional, entrar en Egipto con sus reba?os para que pudieran mantenerse con vida (cf. «L’antico vicino Oriente – Egitto», en Storia del mondo, Vol. I, Arnoldo Mondatori Editore, 1973). En Palestina, durante otros dos siglos, los hebreos combatieron con sus vecinos, que intentaron invadirlos, y con tribus no hebreas establecidas en su mismo territorio. No se trata de una guerra real, sino m?s bien de incursiones ocasionales de peque?os grupos y de guerrillas de defensa, y son episodios que aparecen en el libro de los Jueces, basado en las figuras de los jefes populares elegidos por Dios, de vez en cuando, para conducir a Israel a la batalla. En el primer libro de Samuel se volver? a un caso similar centrado en la figura del legendario rey Sa?l y su hijo Jonat?n, o como quiera que se llamasen en realidad los jefes de la tribu en esa ?poca, derrotados y muertos combatiendo a los filisteos despu?s de haberlos vencido provisionalmente: primero el favor de Dios y la victoria sobre sus enemigos, luego el pecado y la derrota. Los filisteos, durante la ?poca de los Jueces y de Sa?l, entre escaramuzas de distinto signo, dominan en el fondo Palestina, mientras no son derrotados definitivamente por las bandas de los «hombres poderosos» del pastor guerrillero y luego primer rey hist?rico de las tierras de Jud? e Israel, David. Su hijo Salom?n logra recabar de su pueblo, sobre todo de los peque?os campesinos, lo que hace falta para construir en Jerusal?n su propio palacio y el templo de Yahv?, consiguiendo tambi?n mantener una corte rica y fortificar ciudades estrat?gicas contra posibles invasiones. Despu?s de ?l, como sabemos, el reino se divide: tribus hebreas de la zona septentrional se rebelan y fundan el reino independiente de Israel con capital en Samar?a. No mucho despu?s, se rebelan tambi?n algunas poblaciones sometidas al reino superviviente de Jud? y una parte de esta ?rea meridional acaba fraccion?ndose en peque??simos estados tribales. La raz?n de ambas rebeliones podr?a ser de orden fiscal, dado que, a causa del lujo de la corte, el pueblo, y sobre todo los peque?os campesinos, se sienten aplastados. La historia no sirve de ense?anza y la situaci?n se repite con los sucesivos soberanos. Durante el reinado de Oz?as de Jud? y de Jeroboam de Israel, el profeta Am?s proclama que Yahv? va a destruir a los opresores de los pobres y otro or?culo de Dios, Oseas, repite la advertencia. Comienza as? a dibujarse la figura misericordiosa de Yahv?, que se perfila en los escritos de los profetas Isa?as y Miqueas: Dios se manifiesta a los hebreos como quien, sobre todo, protege absolutamente a los pobres contra los abusos: estamos hacia el final del siglo VIII a.C. En cuanto a Isa?as, son al menos tres autores los que escriben bajo este nombre. El primero es Isa?as persona f?sica, llamado Proto Isa?as: probablemente naci? en Jerusal?n y su vocaci?n prof?tica se manifiesta en torno al 740 a.C., a?os de la muerte del rey Oz?as. Los otros escriben en ?pocas posteriores y la tradici?n ha atribuido luego sus escritos a Isa?as. En conjunto, el libro atribuido a Isa?as se escribi? entre el 740 a.C. y el 445 a.C. Escribe Proto Isa?as (Is 1, 13-17), «No me sig?is trayendo vanas ofrendas; el incienso es para m? una abominaci?n. Luna nueva, s?bado, convocaci?n a la asamblea… ?no puedo aguantar la falsedad y la fiesta! Sus lunas nuevas y solemnidades las detesto con toda mi alma; se han vuelto para m? una carga que estoy cansado de soportar. Cuando extiend?is vuestras manos, yo cierro los ojos; por m?s que multipliqu?is las plegarias, yo no escucho: ?vuestras manos est?n llenas de sangre! ?Lavaos, purificaos, apartad de mi vista la maldad de vuestras acciones! ?Cesad de hacer el mal, aprended a hacer el bien! ?Buscad el derecho, socorred al oprimido, haced justicia al hu?rfano, defended a la viuda!» Escribe el profeta Am?s (Am 5, 21-24): «Yo aborrezco, desprecio sus fiestas, y me repugnan sus asambleas. Cuando me ofrec?is holocaustos, no me complazco en vuestras ofrendas ni miro vuestros sacrificios de terneros cebados. Aleja de m? el bullicio de tus cantos, no quiero o?r el sonido de tus arpas. Que el derecho corra como el agua, y la justicia como un torrente inagotable» En cuanto al profeta Miqueas, es testigo en Judea de importantes acontecimientos, sobre todo la guerra entre los reinos hebreos de Jud? e Israel. Condena con dureza a los sacerdotes y falsos profetas y ataca con vehemencia a los ricos propietarios de latifundios, que oprimen y explotan sin compasi?n a los pobres, sobre todo a los braceros agr?colas y los peque?os propietarios. Denuncia la corrupci?n de las ciudades, sobre todo de Jerusal?n, a la que hace s?mbolo de la corrupci?n de los religiosos y pol?ticos y los funcionarios p?blicos m?s importantes. Como Am?s en su misma ?poca, Miqueas predica la justicia de Yahv? y reclama en su nombre un comportamiento absolutamente honrado y no solo de justicia formal: Dios reclama que, siguiendo su ejemplo, se ejercite la piedad (Mi 6, 8). Es interesante se?alar que Miqueas presenta una de la profec?a m?s claras, figura que el Nuevo Testamento identificar? con Jesucristo (Mi 5, 1-14): afirma que nacer? en Bel?n, no ser? un ?ngel, sino un ser humano, sus origen se remontan al pasado m?s lejano, se rodear? de un c?rculo de hombres justos, cuidar? de los m?s pobres y fundar? un reino universal de justicia, paz y bienestar (Mi 4,1-5) del que ser? soberano el mismo Dios y el que las lanzas se transformar?n en hoces y las espadas en arados, porque no habr? m?s guerras. Todo esto es simb?lico. Esencialmente ser?a un reino ultraterreno de Paz, es decir, la vida eterna en el Dios de los santos. Profeta Miqueas, t?mpera sobre tabla, escuela v?neta, primer cuarto del siglo XVI. Sobre la mentalidad henote?sta y polite?sta entre los hebreos Antes de la esclavitud babil?nica, los hebreros fueron atra?dos por el polite?smo: al convivir estirpes y religiones diversas en el mismo territorio palestino, no es algo que deba sorprender. Muchos adoraban, junto a Yahv?, a dioses de la tierra y, en general, de la fertilidad. Al principio, hay un Padre El, que llega en ciertos momentos a confundirse con Yahv?, una Madre Asherah, equivalente a la babilonia Ishtar, a su vez equivalente a la fenicia Astart? y considerada por otros la esposa del propio Yahv?, y sus hijos Anath y Baal, nombre este ?ltimo de m?ltiples significados como Marido, Se?or y A?o. Esta ?ltima divinidad es la m?s adorada y aplacada, m?s que Yahv? por algunos. Los hebreos erigen sus estatuas y estelas y les ofrecen sacrificios, incluso en el patio de templo construido por Salom?n. Se levantan otros monumentos de culto, delante de una puerta de Jerusal?n dedica a Josu?, incluso a los peludos, divinidades inferiores de los campos, similares a los faunos de los bosques de los griegos. Varios soberanos son c?mplices o algo peor. Es id?latra Jeroboam, primer rey de Israel tras la separaci?n de Jud? de las tierras del norte: est? escritos en Cr?nicas 2 que Jeroboam hab?a instituido «por su cuenta sacerdotes para los lugares altos, para los s?tiros y para los terneros que ?l hab?a fabricado» (2 Cr 11, 15): en el original hebreo se dec?a exactamente que se trataba de estatuas de peludos y terneros. A lo largo del tiempo van acaeciendo desgracias sobre el pueblo hebreo y ah? surge en el entorno prof?tico la idea, que se reflejar? en la Biblia, de que Yahv? castigar? a los id?latras entre sus s?bditos: s?bditos porque el ?nico rey de Israel es Dios, mientras que David y los posteriores soberanos son sus delegados, sus virreyes. El profeta de turno levanta por tanto la voz para que se deje de adorar a divinidades extrajeras, pero siempre en vano, y los castigos divinos llegan de nuevo puntuales, muchas veces en forma de una derrota en la guerra. Adorar a los dioses de otros pueblos es una pr?ctica tan habitual en Israel que traer? al final lo que se entender? como el enorme castigo de la deportaci?n a tierras babilonias para que todo Israel acepte la idea de un Dios ?nico. Se forma en el siglo IX a.C. un movimiento, dirigido por los profetas El?as y Eliseo, particularmente duro contra el polite?smo y que llega al homicidio de los sacerdotes y los profetas de las divinidades extranjeras. Este partido inspira una revoluci?n con fines religiosos en el reino de Israel hacia el a?o 840 a.C., aunque el movimiento no consigue afirmarse y sigue siendo bastante minoritario. Por su parte, el rey Asa (en torno a 913-873 a.C.), nieto de Salom?n, hab?a combatido en vano contra la mentalidad polite?sta. Luego se produce una acontecimiento nuevo y cr?tico, la dominaci?n asiria. En el siglo VIII antes de Cristo, Asiria, bajo Tiglatpileser III, rey desde el 744, pasa de ser reino a convertirse en imperio al conquistar muchos estados e instaurar sus gobernadores y la pr?ctica de deportar a parte de las poblaciones vencidas, sustituy?ndolas por otras: los asirios son enviados a norte, hacia Urartu, al sur han conquistado Babilonia, que fue suya en el pasado y al este han vencido a los medos, al norte se expanden hacia las zonas mediterr?neas y finalmente derrotan al reino de Israel y, poco despu?s, a Egipto. En el 721 a.C., el rey asirio Sarg?n II ha conquistado Samar?a, la capital de Israel. Deporta posteriormente «a los israelitas a Asiria. Los estableci? en Jalaj y sobre el Jabor, r?o de Goz?n, y en las ciudades de Media» (2 Re 17, 6). Traslada a otros pueblos a las tierras de Samar?a desde regiones distantes del imperio, que, al unirse con los remanentes no deportados, constituir?n los que se llamar?n samaritanos, mal vistos por los hebreos todav?a en el tiempo de Jes?s, porque se les consideraba bastardos: con ese t?rmino denominaban los hebreos a los supuestos descendientes de padre hebreo y madre no hebrea. La ciudadan?a jud?a y el estatus de hebreo se transmit?an por parte de la madre y todav?a hoy en el estado de Israel es hebreo quien tiene madre hebrea. Las diez tribus del norte son por tanto absorbidas por otros pueblos, mientras que algunos componentes bajan al sur y se suman a Jud?. La duod?cima tribu, descendiente del hijo de Jacob de nombre Lev?, era la sacerdotal (a ella pertenec?an Aar?n y Mois?s) y, a diferencia de las otras once, no hab?a tenido una asignaci?n concreta de un territorio despu?s de la conquista de la Tierra Prometida. En los tiempos de Jes?s, los levitas eran los ayudantes de los sacerdotes, formando todav?a parte de la clase restringida de los saduceos y supuestos herederos del antiguo sumo sacerdote Sadoc, de la ?poca de David. En todas las zonas sometidas por los asirios, y por tanto tambi?n en los territorios hebreos, se refuerza el culto del dios nacional, momento en el que, en concreto en el protectorado del reino de Jud?, se refuerza el culto exclusivo a Yahv?, aunque todav?a se le considera solo el primero entre los dioses (henote?smo), no el solo y ?nico Dios. Adem?s, como ya Yahv? se entiende por ese movimiento como la Divinidad a quien de modo particular agradan los pobres y los protege, aparece una reclamaci?n de una reforma legislativa a su favor. Un jurista de Jerusal?n, el escriba Sab?n, propone un nuevo c?digo, que incluye tanto la prohibici?n de adorar a los otros dioses como mejoras a favor del pueblo indigente. Lo llama la Ley de Yahv?. No hay seguridad de si lo presenta expresamente como el Documento de la alianza mosaica, aunque Sab?n afirma que el rollo de esta Ley lo ha encontrado el gran sacerdote Elcias en el 621 a.C., en los laberintos subterr?neos de un santuario del templo de Jerusal?n, lugar sagrado ya dedicado a Yahv?, pero donde posteriormente se hab?a erigido un altar pagano. De ese modo, el jurista presenta la Ley al rey Jos?as, soberano que hab?a ascendido al trono muy joven y que reina en un periodo (640-609 a.C.) en el que el nuevo imperio babilonio est? a punto de sustituir al asirio. Es posible que Sab?n hubiera puesto por escrito una tradici?n oral y luego, de acuerdo con Elcias, la haya presentado como un documento antiguo encontrado en el templo. En todo caso, el soberano acepta como aut?ntico este libro, despu?s de haber sido convalidado por una profetisa: es un material que se integrar? durante o despu?s del exilio en el libro del Deuteronomio, sobre todo en los cap?tulos del 12 al 26 y en el 28: en ese libro, influido por el profetismo tras el exilio, resonar? la antigua legislaci?n de Jud? con la apelaci?n moral b?sica de tutelar las relaciones de hermandad e igualdad entre los miembros de la sociedad. En el extremo opuesto, en otro texto del Pentateuco que es expresi?n del elitista grupo sacerdotal, el Lev?tico (ver, en este ensayo, el Cap?tulo II – LAS TRADICIONES VETEROTESTAMENTARIAS BASICAS), estar? en primer plano la exigencia de pureza, identificando la ?tica con la pureza ritual y legal y ser? el c?digo lev?tico, m?s que la idea deuteron?mica de justicia, el que seguir? siendo prioritario en Israel, todav?a en tiempos de Cristo. Debido a la recuperaci?n, Jos?as intenta una reforma monote?sta, o m?s probablemente henote?sta, eliminando de su reino a nigromantes y adivinos y derribando ?dolos. Se trata de una gran reforma religiosa, cultural y pol?tica que, sin embargo, no entra en el coraz?n de Israel: cuando el soberano es derrotado y muere en la guerra contra el rey Necao II de Siria, un hecho considerado como un mal augurio, el reino de Jud? vuelve al polite?smo, hecho que los profetas Jerem?as y Ezequiel considerar?an como la causa de su ruina, aunque la esperanza no estar? ausente en ellos y anunciar?n tiempos nuevos y mejores. As? Jerem?as, despu?s de que Jerusal?n caiga por obra del ej?rcito babilonio, profetiza: «Llegar?n los d?as –or?culo del Se?or– en que establecer? una nueva Alianza con la casa de Israel y la casa de Jud?. No ser? como la Alianza que establec? con sus padres el d?a en que los tom? de la mano para hacerlos salir del pa?s de Egipto, mi Alianza que ellos rompieron, aunque yo era su due?o –or?culo del Se?or–. Esta es la Alianza que establecer? con la casa de Israel, despu?s de aquellos d?as –or?culo del Se?or–: pondr? mi Ley dentro de ellos, y la escribir? en sus corazones; yo ser? su Dios y ellos ser?n mi Pueblo. Y ya no tendr?n que ense?arse mutuamente, dici?ndose el uno al otro: “Conozcan al Se?or”. Porque todos me conocer?n, del m?s peque?o al m?s grande –or?culo del Se?or–. Porque yo habr? perdonado su iniquidad y no me acordar? m?s de su pecado» (Je 31, 31-34) y Ezequiel, durante el exilio en Babilonia, escribir? como portavoz de Dios: «Los rociar? con agua pura, y quedar?is purificados. Los purificar? de todas sus impurezas y de todos sus ?dolos. Les dar? un coraz?n nuevo y pondr? en vosotros un esp?ritu nuevo: os arrancar? de vuestro cuerpo el coraz?n de piedra y os dar? un coraz?n de carne. Infundir? mi esp?ritu en vosotros» (Ez 36, 25-27). Mientras que estos profetas anunciaban la liberaci?n pol?tica de los hebreos de la servidumbre en Babilonia, el cristianismo, teniendo otras intenciones humanas, ver? en sus textos inspirados los anuncios del Cristo Salvador, portador de la alianza nueva y definitiva. En el Evangelio, Jes?s se refiere a Jerem?as despu?s de haber bendecido el pan eucar?stico: «Despu?s de la cena hizo lo mismo con la copa, diciendo: “Esta copa es la Nueva Alianza sellada con mi Sangre, que se derrama por vosotros”» (Lc 22, 20). Gebhard Fugel, Sobre las aguas de Babilonia, Museo Diocesano, Freising. Las deportaciones a Babilonia El reino de Jud? cae bajo el influjo de Babilonia y, a consecuencia del rechazo en el a?o 598 a.C. del rey Joaquim, hijo de Jos?as, de permanecer bajo esta influencia, al a?o siguiente la capital Jerusal?n es asediada por el rey Nabucodonosor: Despu?s de unos pocos meses, muerto Joaquim, tal vez asesinado por algunos de los suyos con la vana esperanza de que el soberano invasor levantara el asedio, su hijo Joaqu?n (o Jecon?as) se rinde (2 Re 24,12) y, como refiere el libro del poeta Ezequiel (Ez 17) es deportado a Babilonia en el a?o 597 (o 596) a.C. con la familia, los principales miembros de la aristocracia, los guerreros, los eunucos de la corte, adem?s de los herreros y los dem?s artesanos cualificados. El segundo libro de los Reyes (2 Re 24, 14-16) precisa que los exiliados se ubican en diversas localidades, sobre todo en Tel Arsa, Tel Abib, Addam, Kerub, Kasifya e Immer, a lo largo de las orillas del r?o Kebar, en las cercan?as de la antigua ciudad, entonces semirruinosa, de Nippur. Nippur fue erigida por los sumerios en el sur de Mesopotamia y hab?a tenido su m?xima expansi?n en el III milenio antes de Cristo, debido a la importancia del templo en honor del dios Enlil. Qued? semiabandonada hacia el a?o 1000 a.C. y solo volvi? a tener de nuevo importancia siglos despu?s del exilio hebreo, en el siglo III a.C., bajo los partos. Se trata de aquellos lugares de la Mesopotamia meridional en los que surg?a la ciudad de Ur de los caldeos, desde la cual, seg?n tradici?n y como se indicar?a por escrito en el siglo V a.C. en el libro del G?nesis, hab?a empezado a actuar Abraham, el padre de la estirpe de los hebreos, debido a la llamada de Dios (Gen 17, 1-14). Ezequiel (circa 628 – 570 a.C.), hijo de sacerdote y destinado en convertirse en uno, fue deportado en el curso de esta oleada, junto al rey Joaqu?n. Como el cargo sacerdotal solo se puede ejercitar a partir de los treinta a?os y ?l cumplir? esta edad estando ya en el exilio, al contrario que su padre, nunca llegar? a ser sacerdote, pero se convierte en profeta. Trata de infundir en sus compa?eros la fe en la redenci?n de Israel, que se producir? hist?ricamente unos sesenta a?os despu?s, por decisi?n del rey Ciro II de Persia. El largo libro de Ezequiel tiene tres partes. En la primera se denuncian los pecados de Israel que llevan al castigo de Dios con la ca?da de Jerusal?n (cap?tulos 1-24). La segunda comprende el anuncio de la desgracia en la que incurren las naciones id?latras (25-32). Por fin, en la ?ltima parte (33-48), Dios encarga a Ezequiel exhortar a los hebreos a la confesi?n de sus pecados y anunciar una nueva Jerusal?n.  Entretanto, se deja al reino de Jud? formalmente con vida bajo el rey fantoche Matan?as, t?o de Joaqu?n, al que Nabucodonosor cambia de nombre a Sedec?as, como se?al de sumisi?n (2 Re 24, 17). El soberano babilonio mantiene parte de su ej?rcito vigilando a Jud?. El d?bil rey, influido por una corte antibabilonia y teniendo dificultades para pagar el duro tributo a Babilonia, se rebela aprovechando el hecho de que el fara?n egipcio Hofra ha enviado una expedici?n contra Nabucodonosor para conquistar tierras fronterizas y este, debido a esta urgencia, ha alejado sus tropas. Egipto es derrotado, Nabucodonosor act?a contra Jerusal?n y la ciudad es vencida, saqueada y entregada a las llamas: las murallas y el templo son destruidos (2 Re 24-25; Je 39; 2 Cr 36). Una parte notable de la poblaci?n, como refiere la Biblia en 2 Re y en Jerem?as (2 Re 25, 8-21 y Je 52), es llevada a la fuerza a Babilonia en una deportaci?n posterior que afecta a la nueva clase aristocr?tica y a cualquiera que se haya declarado a favor del rey Sedec?as. Este es cegado, deportado a su vez y encarcelado, despu?s de haber visto como se ejecutaba a sus hijos, asesinados para que no tuviera m?s descendencia. En Judea y en lo que queda de su capital permanecen los hebreos pobres, a cuyo frente se pone al rey fantoche Godol?as, antes primer ministro y traidor amigo de los babilonios. No mucho despu?s, este soberano es asesinado y el reino de Jud?, en ese momento, deja de ser tal: el territorio se convierte, tambi?n formalmente, en s?bdito de Babilonia.  Seg?n el profeta Jerem?as, se produce, asimismo, en los a?os 582-581 a.C., otra deportaci?n que afecta a ciertos palestinos que hab?an intentado resistir desesperadamente en connivencia con moabitas y amonitas (Je 52,30). En resumen, una gran parte del pueblo hebreo viv?a entonces en el exilio, a causa de las sucesivas deportaciones, en lo que se llama habitualmente la servidumbre babilonia. El exilio resulta un punto de inflexi?n en la historia pol?tico-religiosa de Israel. Los que quedan en Judea contin?an el culto donde se erig?a el templo, manteniendo una relaci?n directa con el pasado, y no se excluyen del todo las composiciones b?blicas: fue tal vez entre los que quedaron en la patria y no entre los exiliados donde nace el libro de las Lamentaciones, obra de autor desconocido, atribuida en el pasado err?neamente a Jerem?as, cinco composiciones po?ticas escritas siguiendo el estilo y el ritmo de los antiguos c?nticos f?nebres jud?os, en las que se refleja el tormento por la p?rdida de los seres queridos exiliados o muertos, por la p?rdida de la naci?n y la devastaci?n de la capital y el templo, por la disminuci?n del sacerdocio y de los sacrificios rituales. Se trata de un ritmo f?nebre peculiar, llamado kinah, en el que falta un elemento: se trata de un artificio estil?stico para evidenciar la falta de la persona perdida, en este caso la ciudad de Jerusal?n personificada. En cuanto a los deportados, al principio sus pensamientos y el sufrimiento personal del exilio les supusieron una grave crisis. Sin embargo, la fuerza de la tradici?n judaica, tanto oral como expresada por escrito en los textos de los profetas antiguos y en una primera redacci?n de la obra deuteron?mica, fuente b?blica de la que hablar? en el pr?ximo cap?tulo, textos transportados por sacerdotes y escribas, hacen al lugar y la ?poca, en las reflexiones teol?gicas de los deportados expresadas en primer lugar por Ezequiel y, hacia el final del exilio, por el Deutero Isa?as, autor de los cap?tulos del 40 al 55 del libro de Isa?as, extremadamente favorables a una maduraci?n de la fe de Israel. La servidumbre babilonia se concibe en cierto modo por la gente m?s culta como una furia del Se?or constructiva, dirigida, no tanto a castigar las culpas, lo que equivale a decir la indiferencia por el dios de Israel por parte de los hebreos y tambi?n la idolatr?a de otros, como a causar el arrepentimiento positivo y la vuelta a pleno culto de Yahv?. Los exiliados eran normalmente seguidores de la fuente b?blica deuteronomista, influida por los profetas anteriores al exilio, igualitaristas y populistas, pero entre ellos no se encuentra el profeta Ezequiel, que no solo tiene un vocabulario y estilo diferentes, sin tambi?n ideas legales distintas, las cuales pasan a un grupo de seguidores, cuyos estudios confluir?n, despu?s del retorno a Israel, en la escuela teol?gica sacerdotal, compuesta por archiveros y estudiosos de tradiciones en funci?n del futuro, a los cuales debemos escritos como el libro del Lev?tico y la historia de la Creaci?n en el primer cap?tulo del G?nesis. La idea de Yahv? como creador tiene mucha importancia tambi?n en el Deutero Isa?as, que concibe adem?s la escena de Yahv? sentado sobre el trono en los c?rculos celestes, que declara solemnemente ser el primero y el ?ltimo y que aparte de ?l no hay otro dios, porque los dioses de otros pueblos son solo ?dolos de piedra o de madera que no pueden da?ar ni ayudar a nadie: un claro paso del henote?smo al monote?smo. Al formarse un monote?smo riguroso, se va creando la tradici?n espiritual del pueblo elegido por Yahv?, que se refleja por escrito en los nuevos profetas y en el Pentateuco, en los seis libros hist?ricos posteriores y en los salmos. Por tanto, Babilonia se convierte en el lugar de la salvaci?n: entra en la conciencia colectiva la idea de que Dios ha castigado a Israel por sus pecados de idolatr?a e indiferencia hacia ?l solo para que meditara. En otras palabras, nace una concepci?n m?s refinada de Dios, se considera que no se ha tratado de una verdadera furia divina, sino de afecto por su pueblo elegido, del que Yahv? ha querido que aprendiera en el dolor solo para que volviera a ?l. En estos a?os se adquiere una nueva conciencia de Dios, descubriendo que la historia del pueblo hebreo es enteramente una historia salv?fica guiada por este. Surge la convicci?n de que Yahv? ha querido a los hebreos en la misma tierra que, seg?n la tradici?n oral, hab?a sido la de Abraham, para que, despu?s de la expiaci?n, Israel siguiera las huellas del patriarca: los profetas Ezequiel y Deutero Isa?as razonan sobre el pasado y entienden, no solo que la servidumbre babilonia, como todos los males precedentes, tiene una causa precisa, que es el pecado de idolatr?a de Israel, sino tambi?n un fin providencial: su purificaci?n para el retorno de Dios, para una nueva creaci?n, un nuevo ?xodo hacia Cana?n, una nueva alianza despu?s de la del Sina? y un nuevo reino de Jerusal?n. El dolor sirve para redimir, como se expresa en Deutero Isa?as en los cantos del Siervo de Yahv?, un concepto que tendr? su culminaci?n en Jesucristo. Despu?s de haber comprendido que el amor divino por Israel no ha disminuido, los profetas en el exilio empiezan adem?s a entender que hay que ser testimonio de Dios, sobre todo y tambi?n con un comportamiento ejemplar con el fin de convertir a otros pueblos a la fe en ?l: Yahv? no solo quiere reconocimiento y vida para Israel, sino que desea lo mismo para todo el mundo, algo que se cumplir? siglos despu?s con Jes?s y su Iglesia evangelizadora. Cristo, remiti?ndose a los cantos de Deutero Isa?as, ser? representado en el Evangelio como el siervo inocente de Dios que sufre por la salvaci?n de todo el g?nero humano: as? como el pueblo hebreo, an?logamente al servicio de Yahv?, ha penado con la esclavitud babilonia en funci?n de la liberaci?n y la vuelta a Jerusal?n, as? sufrir? el Siervo de Yahv?-Jes?s para liberar a los hombres de la esclavitud del pecado y dirigirlos a la Nueva Jerusal?n, el Reino de Dios: «Jes?s (el resucitado) les dijo (a los disc?pulos que, habiendo dejado de creer, estaban huyendo a Ema?s despu?s de su crucifixi?n y muerte): “?Hombres duros de entendimiento, c?mo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas! ?No era necesario que el Mes?as soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?”» (Lc 24, 25-26). La liberaci?n del exilio babilonio se asimila religiosamente como la se?al divina del perd?n. (Ez, cap?tulos 41-48. Ver tambi?n Esdras, 1, 1-9). Se atribuye teol?gicamente a la intervenci?n de Yahv? en el coraz?n de Ciro el liberador, a quien Deutero Isa?as llama amigo de Dios, su elegido y su pastor: el reino de Nabucodonosor no fue muy largo, hacia el a?o 539 a.C., Ciro II de Persia hab?a conquistado Babilonia y, por tanto, Palestina se convirti? en tributaria de su gran imperio. El soberano, persona con una mente bastante abierta, a diferencia del rey babilonio que hab?a tratado de eliminar la identidad hebrea, siendo consciente de que la tolerancia puede favorecer el orden, respeta las culturas de los pueblos sometidos (2 Cr 36, 23): «En el primer a?o del reinado de Ciro, rey de Persia, para se cumpliera la palabra del Se?or pronunciada por Jerem?as, el Se?or despert? el esp?ritu de Ciro, el rey de Persia, y este mand? proclamar de vida voz y por escrito en todo su reino: “As? habla Ciro, rey de Persia: El Se?or, el Dios del cielo, me ha dado todos los reinos de la tierra y ?l me ha encargado que le edifique una Casa en Jerusal?n, de Jud?. Si alguno de ustedes pertenece a ese pueblo, ?que el Se?or, su Dios, lo acompa?e y se vaya!”». Como se ve, el autor imagina a un Ciro simple instrumento de Dios. Tambi?n en otras partes de la Biblia se presentan soberanos paganos como enviados de Yahv?, pero estos son instrumentos de castigo de pueblos adversarios de Israel, que los derrotan. Por ejemplo, en Ezequiel ese encargo, contra los egipcios, lo da Dios a Nabucodonosor. Ya en el 538 a.C., el ilustrado Ciro concede a los israelitas deportados que lo deseen volver a su tierra, en todo caso sometida a ?l. No todos deciden volver: tras haber pasado tantos a?os y trat?ndose de la segunda o tercera generaci?n, ya radicada en Babilonia, parte de los deportados escogen quedarse como s?bditos libres de Ciro. El retorno de quienes deciden la repatriaci?n es por etapas, afecta a varios grupos y se desarrolla en un periodo de m?s de un siglo. Entretanto, el rey, para granjearse el favor de la mayor?a del pueblo hebreo y asegurar mejor el orden social, ordena tambi?n la reconstrucci?n del templo de Jerusal?n y la reanudaci?n del culto, devolviendo los objetos sagrados robados en su momento por Nabucodonosor. El emperador da autoridad al jud?o Sesbasar, descendiente de la casa de David, y le encarga reconstruir el templo. Este acepta con entusiasmo, pero el trabajo resulta ser bastante dif?cil y no avanza. Adem?s, aparecen otros obst?culos debidos a los otros habitantes del lugar: Jerusal?n se encuentra comprendida en la prefectura de Samar?a, gobernada en nombre de los persas por ciertos hebreos considerados impuros por los repatriados, porque los consideraban descendientes de mujeres no jud?as, as? que eran, en sentido ?tnico-religioso, bastardos, personas que no solo se resist?an a colaborar, sino que se mostraban como enemigas por reacci?n. Despu?s de veinte a?os, en el lugar del nuevo templo hay todav?a un mont?n de escombros: evidentemente, el entusiasmo por la libertad recuperada, aunque fuera dentro de ciertos l?mites, no hab?a durado mucho entre el pueblo. Durante alg?n tiempo, desaparecido Sesbasar de la escena, Persia nombra rey vasallo a Zorobabel, tambi?n descendiente de David, que vuelve a Jerusal?n al frente de un segundo grupo de repatriados. Los profetas Zacar?as y Ageo conf?an en ?l (Zc 6, 9 y ss.; Ag 2, 20 y ss.) y esperan que reconstruya por fin el templo, pero en vano. Despu?s de Zorobabel, tambi?n el poder pol?tico pasa de hecho a los sacerdotes, el primero de los cuales tiene el nombre de Josu?, como el antiguo lugarteniente de Mois?s, pero no llamado as? necesariamente por los padres en su memoria, ya que Joshua (o Jeshua), en espa?ol Josu? o Jes?s, eran nombres bastante comunes entre los hebreos. Zigurat Un periodo hist?rico fundamental Los siglos VI y V antes de Cristo constituyen un periodo fundamental para el mundo entonces conocido: es la ?poca de Zoroastro en Persia, de Confucio en China, de los fil?sofos-cient?ficos griegos y es la ?poca de los profetas ?ticos hebreos y de la formaci?n definitiva de muchos libros del Antiguo Testamento, en los que se unen la historia del pueblo jud?o con una narraci?n fant?stica ideada durante o despu?s de la deportaci?n a Babilonia, proyectando sobre el Israel del pasado las preocupaciones y las esperanzas de los nuevos tiempos. En esos mismos dos siglos, en los pa?ses mediterr?neos nace y se refuerza la preocupaci?n por la pureza del pueblo, que antes se daba por descontada: los entonces difundidos viajes comerciales y las deportaciones forzosas, que erradicaban a los pueblos vencidos traslad?ndolos a las tierras de los vencedores, privan a muchas personas de su identidad aut?ctona, mientras que los extranjeros que arriban y los compatriotas que vuelven a casa influyen en aquellos nativos que nunca abandonaron la patria, escandalizando a los conservadores que querr?an inalterado el sistema de vida y la mentalidad locales. La preocupaci?n por la pureza lleva por ejemplo a Grecia a llenarse de purificadores, m?s o menos honrados o no, muchos de los cuales afirman usar los encantamientos del m?tico Orfeo, mientras que el or?culo de Apolo en Delfos realiza continuamente purificaciones oficiales. Con los ritos, prosperan adem?s ciudades enteras, entre ellas Atenas. En Jerusal?n, como veremos, la purificaci?n del pueblo hebreo est? guiada por el sacerdote Esdras y el pol?tico Nehem?as. Конец ознакомительного фрагмента. Текст предоставлен ООО «ЛитРес». Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию (https://www.litres.ru/pages/biblio_book/?art=57159416&lfrom=688855901) на ЛитРес. Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом. notes 1 La mayor parte de las traducciones b?blicas se basan en la traducci?n de la Biblia que se ofrece en la web del Vaticano (http://www.vatican.va/archive/ESL0506/_INDEX.HTM (http://www.vatican.va/archive/ESL0506/_INDEX.HTM)). N.d.T.
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