Êàê ïîäàðîê ñóäüáû äëÿ íàñ - Ýòà âñòðå÷à â îñåííèé âå÷åð. Ïðèãëàøàÿ ìåíÿ íà âàëüñ, Òû ñëåãêà ïðèîáíÿë çà ïëå÷è. Áàáüå ëåòî ìîå ïðèøëî, Çàêðóæèëî â âåñåëîì òàíöå,  òîì, ÷òî ñâÿòî, à ÷òî ãðåøíî, Íåò æåëàíèÿ ðàçáèðàòüñÿ. Ïðîãîíÿÿ ñîìíåíüÿ ïðî÷ü, Ïîä÷èíÿþñü ïðè÷óäå ñòðàííîé: Õîòü íà ìèã, õîòü íà ÷àñ, õîòü íà íî÷ü Ñòàòü åäèíñòâåííîé è æåëàííîé. Íå

Jes?s, Nacido En El A?o 6 «antes De Cristo» Y Crucificado En El A?o 30 (Una Aproximaci?n Hist?rica)

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Jes?s, Nacido En El A?o 6 «antes De Cristo» Y Crucificado En El A?o 30 (Una Aproximaci?n Hist?rica) Guido Pagliarino He aqu? algunas afirmaciones que el autor ha o?do por televisi?n y en otras ocasiones: «Con seguridad, el budismo es superior: no tiene la ingenuidad del cristianismo»; «?Cristo? Un mito, como Osiris o Dionisio»; «Jes?s es un personaje hist?rico, pero solo fue un buen rabino»; «El Apocalipsis, como el resto de los Evangelios, se escribi? como m?nimo en el siglo II o III»; «La estrella de Bel?n habr?a quemado el portal; m?s a?n, habr?a destruido el mundo: ?Son invenciones cristianas anteriores a Galileo!»: carta de un licenciado en f?sica a un peri?dico; «?El bautismo? Un rito m?gico-supersticioso»: una voz en la sala en la presentaci?n de un libro; «?El cristianismo? ?Mitos repetidos!»: sentencia de un estudiante de ciencias de la comunicaci?n despu?s de haber le?do un ensayo sobre mitos y no haber le?do nada sobre cristianismo (qui?n sabe qu? doctos art?culos escribir?). Podr?a continuar durante un buen rato. He aqu? algunas afirmaciones que el autor ha o?do por televisi?n y en otras ocasiones: «Con seguridad, el budismo es superior: no tiene la ingenuidad del cristianismo»; «?Cristo? Un mito, como Osiris o Dionisio»; «Jes?s es un personaje hist?rico, pero solo fue un buen rabino»; «El Apocalipsis, como el resto de los Evangelios, se escribi? como m?nimo en el siglo II o III»; «La estrella de Bel?n habr?a quemado el portal; m?s a?n, habr?a destruido el mundo: ?Son invenciones cristianas anteriores a Galileo!»: carta de un licenciado en f?sica a un peri?dico; «?El bautismo? Un rito m?gico-supersticioso»: una voz en la sala en la presentaci?n de un libro; «?El cristianismo? ?Mitos repetidos!»: sentencia de un estudiante de ciencias de la comunicaci?n despu?s de haber le?do un ensayo sobre mitos y no haber le?do nada sobre cristianismo (qui?n sabe qu? doctos art?culos escribir?). Podr?a continuar durante un buen rato. (…) Creo que si todav?a estuviera entre nosotros el agn?stico Croce vacilar?a, ?l y su breve ensayo «Por qu? no podemos no calificarnos como cristianos» (cristianos en sentido cultural), ?l que, en pol?mica con Bertrand Russell, a su vez no creyente, no expresaba opiniones superficiales y consideraba la civilizaci?n y la ?tica occidentales fruto, en parte notable, del cristianismo, de ese cristianismo que no se estudia, pero sobre el que tantas veces se juzga. Tambi?n el autor, como tantos, ten?a en la cabeza solo algunas astillas del cristianismo, pero luego, gracias a encuentros personales y bibliogr?ficos, se ha informado por fin. Pero, si el lector est? de acuerdo, est? dispuesto a transmitir lo que ha aprendido hasta ahora. No tiene intenci?n de convertir a nadie: es cristiano responder (en lo poco que se cree saber) a quien quiere saber, no imponer. Dios es tambi?n libertad absoluta y nos ha creado libres. No hay que confundir el catecismo con el estudio del cristianismo: el primero es para el creyente que desea profundizar en su fe, el segundo es indispensable para la cultura de todos. Guido Pagliarino Jes?s, nacido en el a?o 6 «antes de Cristo» y crucificado en el a?o 30 (Una aproximaci?n hist?rica) Copyright © 2020 Guido Pagliarino All rights reserved Book published by Tektime Tektime S.r.l.s. – Via Armando Fioretti, 17 – 05030 – Montefranco (TR) Guido Pagliarino Jes?s, nacido en el a?o 6 «antes de Cristo» y crucificado en el a?o 30 (Una aproximaci?n hist?rica) Ensayo sobre la historicidad de Jes?s y la predicaci?n apost?lica y sobre la correcta formaci?n del Nuevo testamento Traducci?n del italiano al espa?ol de Mariano Bas Copyright © 2020 Guido Pagliarino Distribuci?n Tektime Texto mecanografiado redactado en el bienio 1996-1997 Ediciones de la obra en italiano: 1 edici?n, «Ges?, Nato Nel 6 “a.C.” Crocifisso Nel 30: Un Approccio Storico – Saggio», publicaci?n impresa en 1997 en solo 100 copias en papel por el propio autor para regalar a amigos escritores y a cr?ticos literarios, con ocasi?n de la Navidad del mismo a?o. Copyright © Guido Pagliarino 2   edici?n, «Ges?, Nato Nel 6 “a.C.” Crocifisso Nel 30: Un Approccio Storico – Saggio», libro en papel, copyright © junio 2003 –  septiembre 2011 Prospettiva Editrice sas (obra premiada una Menci?n especial en el (http://www.pagliarino.com/premio_pace-2004_gesu'.htm)«PREMIO PER LA PACE 2004» (http://www.pagliarino.com/premio_pace-2004_gesu'.htm)del Centro Studi Cultura e Societ? (http://www.pagliarino.com/premio_pace-2004_gesu'.htm)) Desde el 1 de octubre de 2011, todos los derechos literarios, cinematogr?ficos, televisivos, radiof?nicos, de Internet y relacionados con cualquier otro medio de difusi?n volvieron y permanecen en poder del autor en todo el mundo. Copyright © Guido Pagliarino 3 edici?n, en e-book y libro en papel, «Ges?, Nato Nel 6 “a.C.” Crocifisso Nel 30: (Un Approccio Storico) Saggio sulla storicit? di Ges? e della predicazione apostolica e sulla concreta formazione del Nuovo Testamento», publicado por la editorial Tektime, copyright 2019 © Guido Pagliarino 4 edici?n, en e-book y libro en papel, «Ges?, Nato Nel 6 “a.C.” Crocifisso Nel 30: (Un Approccio Storico) Saggio sulla storicit? di Ges? e della predicazione apostolica e sulla concreta formazione del Nuovo Testamento», publicado a trav?s de Amazon, copyright 2019 © Guido Pagliarino Cubierta: Rostro del Hombre de la S?bana Santa de Tur?n. PR?LOGO DEL AUTOR (conforme al pr?logo de la edici?n de 2003 Prospettiva Editrice) Este es un libro de divulgaci?n hist?rica, no de catequesis, y pretende dirigirse a todos, aunque lo haya escrito un cristiano. Eso no significa que se trate de una obra de parte: desaf?o a cualquiera a que sea verdaderamente objetivo. Contiene datos ignorados por muchos, incluso por creyentes, o m?s bien conocidos de modo superficial y distorsionado, lo que resulta peor: lo s? porque durante muchos a?os he realizado conferencias sobre el verdadero cristianismo y siempre he comprobado el asombro de muchos de los presentes. En los ?ltimos dos milenios, junto a innumerables casos de caridad, se han cometido por parte de miembros y colectivos de la Iglesia, cl?rigos y laicos, muchas maldades, como guerras santas y hogueras encendidas con igual diligencia por cat?licos y protestantes, como si el precepto hubiera sido: «Odiar?s al enemigo» y Dios hubiera considerado como sus enemigos personales a los adversarios ideol?gicos de esos fieles. Aunque no fue menor el n?mero de atrocidades realizadas por los no creyentes y los miembros de otras religiones, al ser el Dios de Amor lo esencial del mensaje cristiano, muchos hoy califican al cristianismo como «incoherente» y «oscurantista»: el mal aparece r?pido y queda en la memoria, el bien, no. Es una lluvia de acusaciones a la «Iglesia», por otro lado, en parte, injustas. Aun as?, lo que importa realmente es: O Cristo realmente existi?, muri? y resucit? y, por tanto, nos ha salvado, o no. Si es as?, siempre tendr? sentido ser cristiano, aunque muchos creyentes usaron y usan su libertad para hacer el mal en lugar del bien; en caso contrario, no tendr?a sentido. No es en absoluto una novedad: ya el ap?stol San Pablo afirmaba en la Primera Ep?stola a los Corintios, que es parte del Nuevo Testamento y, por tanto, Palabra de Dios, que sin una resurrecci?n real no hay cristianismo: «Y si Cristo no resucit?, es vana nuestra predicaci?n y vana tambi?n vuestra fe» (1 Cor 15, 14) o, por decirlo de otra manera, se convertir?a en una de las muchas religiones que el hombre ha imaginado, solo como consuelo y ?tiles para el orden social. Por esto, con la Ilustraci?n y el Positivismo los cr?ticos del cristianismo buscaron primero derribar la realidad de la Resurrecci?n y, algunos de ellos, la propia historicidad de Jes?s. Por esta v?a se crey? adem?s, equivocadamente, que se salvar?a al cristianismo de los ataques de los racionalistas eliminando al Jes?s hist?rico o manteniendo solo un Cristo de la fe. Mi trabajo se ocupa de dos periodos hist?ricos, aunque no est? dividido en dos partes: el tiempo de Jes?s y la primera Iglesia y la ?poca que va de la Ilustraci?n hasta hoy, con sus diversas escuelas de oposici?n al cristianismo. Contempla, en un enfrentamiento con esos cr?ticos, la realidad hist?rica o no de Jes?s y la de la predicaci?n apost?lica sobre su resurrecci?n. Tambi?n la formaci?n concreta de los libros del Nuevo Testamento, obras literarias no dictadas desde lo Alto, sino sin contradicciones, como veremos, e inspiradas por Dios, en una ?poca en torno a los a?os 50 a 90, en la cual, al menos en parte, los testigos oculares de Cristo resucitado todav?a estaban vivos y activos en la comunidad cristiana. La hip?tesis contraria, hoy todav?a de moda, es que estos textos se escribieron mucho tiempo despu?s, cuando hac?a mucho que hab?an muerto los testigos y no era posible desmentirla. Escrib? en 1996-97 un primer borrador del ensayo, encargando imprimirla yo mismo y regal?ndola en diciembre de ese mismo a?o a una decena de amigos y colegas escritores, cristianos y no. Humildad y modestia son cosas distintas. La humildad es una virtud cristiana, que consiste en no envanecerse, sabiendo que se trata de dones del Esp?ritu Santo, pero, al tiempo, no disminuirse, lo que ser?a un desprecio de esos dones y una ofensa a la verdad que se conoce. La modestia, sin embargo, no es un valor, siempre temerosa del juicio de los dem?s y que, adem?s, a veces, es c?mplice silente de los presuntuosos, por lo que no oculto que los comentarios de esos lectores fueron positivos: entre los m?s gratos estuvieron los de Giorgio B?rberi Squarotti y Vittorio Messori (incluidos a continuaci?n en dos im?genes fuera del texto y en italiano), expresados sobre la primera edici?n, todav?a no integrados en el texto ni en las notas; adem?s, no hab?a encontrado a?n nueva bibliograf?a, gracias a mis conferencias sobre el tema y por tanto no se hab?a a?adido a esta nueva redacci?n m?s amplia. Sobre ella he decido hacer una apuesta al presentar la obra a un p?blico m?s amplio, a trav?s de un editor: un ensayo que solo quiere presentar el argumento cristiano desde una aproximaci?n hist?rica, teniendo en mente los m?todos de la antigua escuela cristiana de Antioqu?a (de la que hablar?). Guido Pagliarino Imagen fuera del texto Opini?n de Giorgio B?rberi Squarotti sobre la primera edici?n de 100 copias, de 1997 [Traducci?n de la carta precedente] Tur?n, 18 de marzo de 1998 Querido Pagliarino: He le?do su libro sobre Jes?s y estoy completamente de acuerdo con todos sus comentarios y sus juicios justamente pol?micos en los enfrentamientos contra quienes, sin tener ning?n conocimiento de historia, ni de filolog?a, ni de filosof?a y sin haber le?do nunca la Biblia, de improviso se convierten en sentenciadores acerca del cristianismo. (Omitido) Gracias por el env?o. Con mis mejores deseos y saludos. Giorgio B?rberi Squarotti Imagen fuera del texto Opini?n de Vittorio Messori sobre la primera edici?n de 100 copias, de 1997 [Traducci?n de la carta precedente] Querido Pagliarino: Gracias por haberme enviado su «Jes?s». Lo encuentro bien hecho, con un lenguaje ?gil y comprensible. Es cierto que est? algo sintetizado, solo un primer «bocado» sobre la historicidad del cristianismo. Pero creo que este era precisamente el objetivo de un op?sculo que genera ganas de profundizar en ello. Advierto una recuperaci?n «apolog?tica», no solo en los movimientos, sino tambi?n en muchos «individualistas» que se entregan realmente para dar a conocer la verdad. Har?a falta recurrir a coordinar estos esfuerzos. Incluso me lo han pedido. Pero ?c?mo se puede hacer todo? Hago todo lo que puedo con mis libros. ?Ha visto mi Algunas razones para creer? En dos meses, ya se han vendido cincuenta mil ejemplares. Hay siempre sed de Jesucristo, incluso creo que siempre est? aumentando. Tal vez de vez en cuando sea preciso encontrar la valent?a de volver a hablar sin complejos y sin simplificaciones injustas. Con una renovada amistad y contando con su recuerdo [cursiva escrita a mano] Vittorio Messori Enero de 1998 Cap?tulo I A PROP?SITO DEL ANALFABETISMO CRISTIANO «Con seguridad, el budismo es superior: no tiene la ingenuidad del cristianismo»; «?Cristo? Un mito, como Osiris o Dionisio»; «Jes?s es un personaje hist?rico, pero solo fue un buen rabino»; «El Apocalipsis, como el resto de los Evangelios, se escribi? como m?nimo en el siglo II o III»; estas son algunas afirmaciones que he o?do por televisi?n. «La estrella de Bel?n habr?a quemado el portal; m?s a?n, habr?a destruido el mundo: ?Son invenciones cristianas anteriores a Galileo!»: carta de un licenciado en f?sica a un peri?dico. «?El bautismo? Un rito m?gico-supersticioso»: una voz en la sala en la presentaci?n de un libro. «?El cristianismo? ?Mitos repetidos!»: sentencia de un estudiante de ciencias de la comunicaci?n despu?s de haber le?do un ensayo sobre mitos y no haber le?do nada sobre cristianismo. Qui?n sabe qu? doctos art?culos escribir?. Podr?a continuar durante un buen rato. No hacer a los otros… Yo tambi?n he querido leer ese ensayo de Citati[1 - Pietro Citati, La luz de la noche: Los grandes mitos en la historia del mundo.] y all? he encontrado, entre otras cosas, una admiraci?n absoluta por el Tao, cuyo libro, de Chuang Tzu, es para el autor ?nico y maravilloso. Muy bien, la libertad por encima de todo, pero libertad quiere tambi?n decir informarse bien. Cuando en un cap?tulo posterior el autor se enfrenta a la antigua cultura china y el cristianismo llevado a China por el misionero Matteo Ricci, a finales del siglo XVI, afirma que el principio cristiano (?) de «No hag?is a los dem?s lo que no quer?is que os hagan» ya les resultaba familiar a los chinos, porque se encontraba en los Di?logos de Confucio. Ya, pero, si es por eso, ese principio se recoge tambi?n en el Antiguo testamento, por ejemplo, en el libro de Tob?as y no es otra cosa que la s?ntesis de los mandamientos que van del cuarto al d?cimo y que se refieren al comportamiento hacia los dem?s seres humanos.[2 - Los primeros tres mandamientos se refieren a la actitud del hombre hacia Dios.] Habla Tobit, padre de Tob?as, recomendando al hijo: «No hagas a nadie lo que no te agrada a ti…» (Tb 4, 15); pero el conjunto de las recomendaciones es incluso mayor, por ejemplo: «Da la limosna de tus bienes y no lo hagas de mala gana. No apartes tu rostro del pobre y el Se?or no apartar? su rostro de ti» (Tb 4, 7); aunque estas recomendaciones (estamos todav?a en una ?poca anterior a Jes?s, en torno al siglo III-II a. de C.) no son a favor de los pecadores, sino solo de los justos: «Derrama tu vino y ofrece tu pan sobre la tumba de los justos, pero no lo des a los pecadores» (Tb 4, 17). Hay otro ejemplo en el Lev?tico, cap?tulo 19, vers?culo 17, que impone: «No odiar?s a tu hermano en tu coraz?n». Se aprecia que la conocida orden de Jes?s que leemos en el Evangelio de San Mateo: «Ama a tu pr?jimo como a ti mismo» (Mt 22, 19), se encuentra ya en el mismo Lev?tico (19, 18): «No ser?s vengativo con tus compatriotas ni les guardar?s rencor. Amar?s a tu pr?jimo como a ti mismo. Yo soy el Se?or». Sin embargo, tampoco en este libro se llega al precepto de amar al enemigo. El pr?jimo al que hay que amar es a?n solo el amigo o como mucho al compatriota desconocido, no al adversario. Seg?n el Eclesi?stico (12, 4-5) a quien peca, no se le ayuda: «Da al hombre bueno, pero no ayudes al pecador. / S? bueno con el humilde, pero no des el imp?o / reh?sale su pan, no se lo des». En resumen, se trata, en el fondo, del principio en vigor en cualquier sociedad organizada, por el cual quien crea desorden no debe ser tratado igual que quien act?a respetando la libertad de los otros, sino que, por el contrario, debe ser perseguido. Para el Salmo 139, 21-22, el «enemigo» de Dios es tambi?n enemigo del creyente: «?Acaso yo no odio, Se?or, a los que te odian / y aborrezco a tus enemigos? / Yo los detesto implacablemente / como si fueran mis enemigos»: as? como en las diversas otras sociedades organizadas hay odio para los que son considerados como los enemigos de la patria, externos e internos, tambi?n era as? en el antiguo Israel, y tengamos presente que este es un estado teocr?tico, del cual el verdadero y ?nico rey es Dios. No se trata solo de los antiguos hebreos y del confucianismo, ya que en otras culturas se encuentra el precepto de no hacer el mal al pr?jimo (pero no el de amar a todos) e incluso, en algunas de ellas, de tener compasi?n: v?ase, en los tiempos de Jes?s y de los ap?stoles, la ?tica de S?neca con su derecho humano. Era y es un principio general de convivencia, base de la moral y esencia de lo que se suele llamar la ley natural (que, para los creyentes est? igualmente dictada por Dios), pero, y aqu? viene lo bueno, no es a?n un principio cristiano. Cristo, seg?n el Evangelio de San Juan, estando ya muy cerca de su crucifixi?n hace de la orden de amar al pr?jimo algo absolutamente m?s importante, pidiendo a los disc?pulos que amen «como yo os he amado» (es decir, incluso hasta la muerte), ya que «No hay amor m?s grande que dar la vida por los amigos» (Jn 15, 13). Hay que advertir que, como se deduce claramente del Nuevo Testamento, siempre por boca de Cristo, todos, pecadores o no, son hijos muy amados de Dios y por amigos debe entenderse a todos, incluidos los «enemigos». Por otro lado, el propio Jes?s, agonizando, ruega desde la cruz para que sus perseguidores sean perdonados. Seg?n los evangelistas Mateo y Lucas, Cristo habr?a afirmado claramente: «Hab?is o?do que se dijo: "Amar?s a tu pr?jimo" y odiar?s a tu enemigo. [3 - El precepto de odiar al enemigo no aparece en el Antiguo Testamento, al menos tal cual. Tal vez sea una remisi?n de Jes?s al citado salmo 139, 21, expresado de una forma fuerte, en contraposici?n a su orden muy fuerte de amar al enemigo.] Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, rogad por vuestros perseguidores, porque sois hijos del Padre que est? en el cielo, porque ?l hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos»;[4 - Mt 5, 43-45: Aqu? queda claro que, seg?n Jes?s, la justicia divina no est? en este mundo, lugar de la libertad del hombre de amar y de odiar, es decir, de seguir o no la voluntad del Padre del Cielo. Por tanto, no tiene sentido para un cristiano sorprenderse ante Dios porque a menudo los malvados triunfan y los justos son humillados. Pero todo cristiano ha recibido de Jes?s la orden precisa de buscar la justicia en esta tierra y debe obedecerla, aunque nunca ser? posible conseguir un mundo perfecto, debido precisamente a la libertad dada al hombre para pecar, en su d?bil carnalidad (por cierto, este es el tema de fondo de mi novela hist?rica El juez y las brujas, Tektime, 2017). Por otro lado, el mismo Cristo, justo perfecto que ha predicado el amor y la justicia absoluta, sufre la suerte de la cruz: sin Resurrecci?n, el mundo del hombre no tendr?a sentido. He tratado el argumento de la Resurrecci?n en La vita eterna, saggio sull’immortalit? tra Dio e l’uomo, Prospettiva Editrice, 2003.] «Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian. Bendecid a los que os maldicen, rogad por lo que os maltratan».[5 - Lc 6, 27-28.] Solo en la plenitud de los tiempos de la que habla el Nuevo Testamento, con Cristo, se llega a la revelaci?n final de Dios con la ense?anza de que no basta con no hacer el mal, sino que hay que comportarse como en la famosa par?bola, como el buen samaritano con el hebreo herido por los ladrones (hebreos y samaritanos eran adversarios), que tiene que socorrer al pr?jimo y adem?s amar al enemigo, si se quiere ser cristiano. No era «No hacer el mal» el principio cristiano que el padre Matteo Ricci hab?a llevado a China, sino «Haced el bien y hac?dselo tambi?n a los enemigos, considerando a todos los seres humanos, incluso a los que est?n socialmente m?s abajo, como hijos iguales de Dios y hermanos de Jes?s», actitud esta seguramente alejada de la cultura china, y de la nuestra, en la que han vuelto a contar los roles sociales y no la persona en s?: el concepto de persona nace con el cristianismo.[6 - «Durante los primeros siglos de la era cristiana, la asamblea de los cristianos a la que, con Cristo al frente, se le suele llamar Iglesia, combate el absolutismo del estado romano, rechazando que la persona se defina por su dimensi?n p?blica. Pero est? claro que tampoco en ese tiempo los cristianos rechazaban la autoridad estatal. La convivencia civil es para ellos algo natural: es necesario que la sociedad est? organizada, pero quien la manda no debe pretender, como hace el emperador, tener un poder absoluto, sin l?mites trascendentes. Es muy significativo que, entre 124 y 177, un grupo de cristianos, llamados los apologistas, Cuadrado, Ar?stides, Justino, Aten?goras o Melit?n y desde 180 hasta los primeros a?os del siglo III, Te?filo, Tertuliano o Minucio F?lix, escriba, con algunos dirigi?ndose directamente a los emperadores, pidieron valerosamente libertad para los individuos y para el pueblo y, en particular, la exenci?n de la obligaci?n del culto al dios-emperador: es la idea de una sociedad, organizada, s?, pero que consiente la libertad de pensamiento y de expresi?n. Todos estos escritores no solo se esfuerzan por responder punto por punto a las cr?ticas de los paganos, sino incluso por presentar, con muchos a?os de anticipaci?n de lo que ocurrir? con el emperador Constantino, al cristianismo como garante religioso de la unidad del imperio. Sin embargo, se puede anticipar que, si bien hacia el inicio del siglo IV el imperio se hizo cristiano, el absolutismo no va a caer, sino que va a usar al cristianismo como ideolog?a para reforzar su imperio. Tambi?n los emperadores cristianos, sobre todo los del Oriente, tienden a darse un valor absoluto, contra las posturas de los cristianos que defienden la libertad de la conciencia personal. Tendr? que producirse la ca?da del Imperio de Occidente para que el pensamiento humanista cristiano se imponga completamente. El hombre para los cristianos es persona en cuanto hijo del Creador y no porque tenga cierta posici?n social bajo un poder, privado del l?mite de Dios: el poder pol?tico es para el hombre, no el hombre para el poder. Jes?s dijo: “Quien quiera ser rey, que sirva a los dem?s”. El desaparecido mundo grecorromano, a pesar de que muchos hoy lo idealizan en este sentido, no resultaba dar al individuo su verdadero valor. Esta cultura, permeada de filosof?a griega, separaba la b?squeda de Dios de la historia, e incluso consideraba a la historia, la sociedad, la materia, indignas de Dios y de la chispa divina presente en el hombre. La Iglesia, desde el principio, act?a en el tiempo de la sociedad, donde la persona, ya aqu?, experimenta a Dios, seg?n la Palabra encarnada en la historia en lo que San Pablo llama la plenitud de los tiempos: Dios ha revelado, encarn?ndose, la tarea y el Fin ?ltimo (el propio Dios) del ser humano (…) Desde los primeros tiempos de la Iglesia, a partir del ejemplo de Cristo, trata de construir, en la medida de lo posible, un mundo mejor. Todo verdadero cristiano ejercita una completa humanidad en sus relaciones con otros, eligiendo construir el bien seg?n su propia buena conciencia. En el mundo grecorromano solo unos pocos elegidos esperaban, con ayuda de la filosof?a, elevarse al Ser, huyendo de la despreciada materia. Para los dem?s, la vida estaba condicionada por poderes innumerables y caprichosos, dioses y demonios, tir?nicos, como el poder pol?tico. Con el cristianismo, que afirma que Dios ama a todos y quiere salvar a todos los que lo deseen, que la vida en el mundo visible es un bien, porque es una prueba libre de elevaci?n a Dios, la magia se pulveriza y entran en todos, no solo en unos pocos elegidos, el principio de lo sagrado y la Esperanza. Desaparece el ciego destino. Finalmente, la posici?n del hombre sobre la tierra tiene sentido para cada uno, las buenas obras sirven para sublimar para el Fin ?ltimo, la alegr?a en Dios, alegr?a que en parte ya est? aqu? si se act?a de buena fe: es algo felizmente nuevo, antes inesperado. Ha nacido el concepto cristiano de persona. Esta palabra indicaba hasta entonces, en sentido estricto, la m?scara del actor y hoy podr?amos decir sociol?gicamente que el papel social: en un extremo del elenco el dios-emperador, en el otro, el esclavo y en medio diversas posiciones sociales, apreciadas m?s o menos o nada: las personas se estiman o desestiman, no por su valor intr?nseco, sino solo por su papel social. Por ejemplo, si una persona altruista e inteligente ca?a en la esclavitud, a la sociedad no le importaban nada sus cualidades, como mucho las apreciaba el amo porque le serv?a mejor. Con el cristianismo ya no es as?. San Pablo dice claramente que no hay ya griegos ni jud?os, ni libres ni esclavos, ni hombres ni mujeres. No tienen todav?a fuerza pol?tica para abolir la esclavitud, sino que los cristianos son despreciados y perseguidos, pero el principio es muy claro y todo verdadero cristiano trata el esclavo que encuentra como hermano en Dios. En cuanto a las mujeres, San Pablo les pide que no hablen en la asamblea, pero se trata de prudencia, si no de necesidad, porque la sociedad de la ?poca es todav?a tan antifeminista que se arriesgaban a que las asambleas cristianas se vaciaran: la Iglesia, o por mejor decir, su cabeza, Jes?s, quiere que los seres humanos se santifiquen, pero sabe que se dirige a personas normalmente colmadas de defectos y considera, por tanto, la prudencia (?no la vileza!) como una virtud. Por tanto, finalmente, persona significa el sujeto humano que tiene un valor absoluto por ser hijo de Dios, creado a su imagen espiritual sobre el modelo del Ad?n perfecto y hermano Jesucristo. Antes que nada en este mundo est? la persona dotada de conciencia libre y nadie delante de Dios, ni, por tanto, delante de sus hermanos en Cristo es superior a otro: como han evidenciado los historiadores y te?logos m?s atentos, entre ellos Luigi Negri, la humanidad debe al cristianismo este concepto de persona. Para poder elegir el bien, el sujeto humano debe ser libre, sin coacciones por parte de un Estado absoluto, en el sentido de privado del l?mite de Dios y para el que solo cuentan los papeles sociales. Los muchos m?rtires cristianos no aceptan la muerte por fanatismo, sino para testimoniar la libertad de elegir a Dios y rechazar el culto al emperador. Pero Cristo dijo claramente que, en el mundo, y por tanto en la Iglesia, habr? siempre grano y grama. Por tanto, la historia del cristianismo incluir? por dos milenios espl?ndidos ejemplos por una parte y actos negativos, en ciertos casos llegando a la atrocidad, por otra. He escrito ejemplos y actos y, de hecho, es necesario precisar que en el cristianismo el bien y el mal, el grano y la grama, conciernen a la conciencia de la persona y que, por tanto, pueden incluso ejercerse actos da?inos de buena fe. M?s o menos en el segundo milenio, los actos da?inos o incluso atroces, ser?n, como es sabido, cada vez graves y extendidos, hasta la edad barroca y, en algunos lugares, como en Espa?a, llegando hasta la Revoluci?n Francesa. [Extracto del ensayo de Guido Pagliarino, La volont? di coscienza, saggio storico-sociale]] En el mismo cap?tulo, un poco m?s adelante, Pietro Citati afirma que el ?xito del padre Ricci y los suyos fue escaso porque los chinos no ve?an diferencias esenciales entre lo Alto y lo bajo, mientras que los misioneros cristianos cre?an en un Dios trascendente. Cuidado: los cristianos cre?an y creen en un Dios encarnado en Jes?s, un hombre verdadero. Por el contrario, son los hebreos y los mahometanos los que creen en la sola trascendencia de Dios y tambi?n los testigos de Jehov? y otros similares: para estos ?ltimos, Jes?s no es Dios coeterno y consustancial al Padre, sino que es solo el primero de los creados.[7 - Muchos piensan que los testigos de Jehov? son una iglesia cristiana, pero en su momento la Uni?n de las Iglesias Cristianas Evang?licas no quiso admitir a su iglesia en su organizaci?n, porque no la juzgaba cristiana, pues los testigos de Jehov? no creen en la divinidad de Jes?s, aunque lo honren por considerarlo un mandato de Jehov?. Si se les pudiera definir como cristianos, tambi?n lo ser?an los creyentes isl?micos, puesto que tambi?n para ellos Jes?s es un personaje venerado, el profeta que anuncia la venida de Mahoma, pero no es Dios eterno no creado, pero, con raz?n, nadie los llama cristianos. Bueno, al menos para evitar equ?vocos, que se defina como cristiano solo quien crea que Jes?s es tambi?n Dios. No creemos confusiones con los calificativos.] «Por qu? no podemos no calificarnos como cristianos» Creo que si todav?a estuviera entre nosotros el agn?stico Croce vacilar?a, ?l y su breve ensayo «Por qu? no podemos no calificarnos como cristianos» (cristianos en sentido cultural), ?l que, en pol?mica con Bertrand Russell, a su vez no creyente, no expresaba opiniones superficiales y consideraba la civilizaci?n y la ?tica occidentales fruto, en parte notable, del cristianismo, de ese cristianismo que no se estudia. En su momento, el te?logo franc?s M. D. Chenu ha escrito, en la argumentaci?n de la segunda edici?n de La teolog?a como ciencia en el siglo XII:[8 - Segunda edici?n en italiano, La teologia del XII secolo; Mil?n, Biblioteca di cultura medievale, Jaca Book, 1999.] «Si tuviera que rehacer esta obra, prestar?a mucha mayor atenci?n a la historia de las artes, la literatura y todas las bellas artes, porque no son solo ilustraciones est?ticas, sinos verdaderas expresiones teol?gicas». D?ndole la vuelta: hay hoy en d?a personas que no saben reconocer el tema de una pintura religiosa, aunque sea elemental, que creen que caridad significa limosna, no amor a Dios y al pr?jimo y hay quienes piensan que el amor cristiano es un hecho sentimental, no fruto de la buena voluntad y que, por tanto, no hay culpa en no amar al pr?jimo. Hay… Si est?is entre los bautizados que han dejado de estudiar el cristianismo desde ni?os, desde el catecismo para la primera comuni?n o incluso, no siendo cristianos, no sab?is lo que dicen peri?dicos y televisiones; peor a?n: si solo lo hab?is conocido por obras como el Diccionario filos?fico de Voltaire y si pens?is que antes de hablar en una discusi?n es mejor conocer, al menos b?sicamente, algo de los argumentos sobre sus fundamentos hist?ricos… ?ya os he aburrido? Si no os apetece seguir, tranquilos: libertad, ante todo. Aun as?, ya sab?is que no tengo intenci?n de convertir a nadie y tampoco ser?a capaz: es cristiano responder (en lo poco que se cree saber) a quien quiere saber, no imponer. Dios es tambi?n libertad absoluta y nos ha creado libres. No hay que confundir el catecismo con el estudio del cristianismo: el primero es para el creyente que desea profundizar en su fe, el segundo es indispensable para la cultura de todos. Si os apetece, os aseguro que no os har? perder mucho tiempo. Tal vez ni siquiera os aburra. Este es un breve ensayo de alguien que, como tantos, ten?a en la cabeza solo algunas astillas del cristianismo, que lo consideraba una fantas?a y lo hab?a abandonado por cosas que consideraba m?s serias, de alguien que se desconect? durante muchos a?os, quedando privado de esta parte esencial de la cultura occidental. As? que intento dirigirme a no creyentes y a creyentes y, entre estos, de modo particular a quienes desde ni?os no han profundizado m?s y muchas veces se callan delante de las ?nfulas anticristianas de ciertos intelectuales que, para empezar, saben realmente poco y mal del verdadero cristianismo. Naturalmente, esta breve obra ser? solo un peque?o paso: hay que conocer m?s para llegar a un conocimiento suficiente. Para vosotros y para m?, «la investigaci?n no tiene fin», como escrib?a el que considero el m?s grande de los te?ricos de la ciencia, Karl R. Popper. Dado que, obviamente, me referir? sobre todo a documentos hist?ricos cristianos, que algunos denuncian por «ser parciales», en primer lugar, explicar? por qu? se trata de un prejuicio. Cap?tulo II A PROP?SITO DE LOS DOCUMENTOS HIST?RICOS CRISTIANOS A prop?sito de los documentos cristianos, ya desde los libros del Nuevo Testamento, no es justo ni racional alimentar espont?neamente una menor confianza en ellos que en las fuentes hist?ricas no cristianas: adem?s, se considera que para los hechos narrativos unos y otros est?n esencialmente de acuerdo. La buena fe de los autores debe admitirse siempre, salvo prueba en contrario, es decir, el eventual descubrimiento de pruebas opuestas convincentes. Por ejemplo, ning?n documento ha demostrado que sea falso el libro de San Lucas de los Hechos de los Ap?stoles y, por tanto, es correcto pensar que la vida de la primera Iglesia se desarrollara, sustancialmente, como dice el autor.[9 - Puede ser interesante saber que los Hechos de los Ap?stoles parecen constituir la segunda parte de una sola obra, de la cual la primera se transmiti? como el Evangelio de San Lucas. Seg?n Luciano Canfora, esta idea no se ve afectada por el hecho de que tengamos un proemio dedicado a un tal Te?filo (tal vez, a?ado, un personaje simb?lico para indicar a cualquier amante de Dios, es decir, cualquier creyente): el proemio al principio de los Hechos de los Ap?stoles, afirma este estudioso, es «seg?n la pr?ctica de la historiograf?a helen?stica (Polibio, Diodoro, etc.), un enlace entre el libro precedente y el siguiente», mientras que «el proemio que leemos al principio del Evangelio de San Lucas (es decir, el primero de los dos libros) se refiere a ambos libros», cfr. Luciano Canfora, Storia della Letteratura greca, pp. 657 y ss.] Adem?s, si se asumiera la postura contraria, no habr?a ning?n testimonio de la historia antigua, ya que todas las fuentes relativas son apolog?as, predispuestas hacia una parte, como saben los historiadores. Para los autores antiguos importaba sobre todo destacar la figura de la persona que era protagonista de un acontecimiento. En ciertos casos se trataba adem?s de memoriales de los propios protagonistas, como los dos libros de Julio C?sar sobre la guerra de las Galias y la guerra civil, que nadie puede excluir como fuentes hist?ricas. Ponerse de un lado no significa, por s? mismo, tener mala fe, inventarse las cosas. Por otro lado, incluso en la historia m?s reciente cabe la manipulaci?n, la mala fe, por ejemplo, montando un documental de tal manera que se cambia la cronolog?a de los acontecimientos, pero tambi?n en estos casos se debe demostrar que el autor miente. No ser?a una actitud cultural, sino visceral, presuponer la mala fe de los autores cristianos solo porque no se acepta el cristianismo. Hay que advertir adem?s que las copias de documentos neotestamentarios en nuestro poder, al ser las m?s antiguas de los siglos II y III, son las m?s cercanas en el tiempo a los hechos que narran con respecto a todas los hasta ahora descubiertas: de los originales, aparte de los documentos arqueol?gicos, no queda nada. Por ejemplo, el c?dice m?s antiguo relativo a Virgilio, el Veronensis, que contiene fragmentos de las Buc?licas, de las Ge?rgicas y de la Eneida, es solo del siglo IV; cinco siglos separan a Tito Livio de la copias m?s antiguas de que nos han llegado; cerca de novecientos a?os separan la ?poca de C?sar de las transcripciones m?s antiguas que nos han llegado de sus libros y hay casi mil quinientos a?os de distancia temporal entre Arist?fanes y S?focles y los manuscritos m?s antiguos de sus obras en nuestro poder. Adem?s, los documentos neotestamentarios son bastante m?s numerosos: se han encontrado cerca de cinco mil. De entre estos, el m?s antiguo es el P52 Rylands, un fragmento de los a?os 120/130, de cerca de 6 cent?metros por 9, que contiene algunos vers?culos del Evangelio de San Juan:[10 - Exactamente de Jn. 18, 31-33 y 37-38.] as? que lo separan unos 90/100 a?os de los acontecimientos narrados. Poseemos adem?s algunos fragmentos escritos en torno al a?o 200, como el papiro P64 Magdalena (aunque este podr?a ser m?s antiguo: ver m?s adelante), el P65 Bodmer y P67 Fondazione San Luca. Del siglo III y menos incompleto, tenemos el P45 Chester-Beatty, compuesto por una treintena de peque?as hojas que contienen largos fragmentos y cap?tulos enteros de los Evangelios. Todos los manuscritos citados son papiros, [11 - La letra P con la que se designan indica precisamente que se trata de un documento sobre papiro y el n?mero da el orden de descubrimiento.] un soporte no muy caro, pero f?cilmente deteriorable. Los documentos que permanecen m?s completos se escribieron desde el siglo IV sobre un m?s resistente pergamino, cuando a la Iglesia, en tiempos de Constantino, se pudo permitir acumular bienes y, por tanto, entre otras cosas, proveerse con regularidad de esta base de escritura m?s cara. Entre otros documentos, y de gran valor para la investigaci?n, poseemos, del siglo IV, el Vaticanus, que contiene casi toda la Biblia y el Sinaiticus, con el Nuevo testamento pr?cticamente completo, mientras que las hojas del Antiguo se han perdido en su mayor parte. Del siglo V y todav?a m?s importante, porque reproduce todo el Testamento, tenemos, siempre entre otros, el Alexandrinus del Museo Brit?nico, el Codex Ephraemi de la Biblioteca Nacional de Par?s y el C?dice de Beza de Cambridge (en lat?n adem?s de en griego). Es verdad que algunos fragmentos neotestamentarios se han datado todav?a m?s pr?ximos a los hechos, concretamente al hecho de Jes?s, documentos considerados por algunos estudiosos de en torno a la mitad del siglo I. Sobre todo, un fragmento clasificado como 7Q5, que contiene trece cartas todav?a legibles, en varios renglones, que pertenecer?an al cap?tulo 6, vers?culos 52-54 del Evangelio de San Marcos, los cuales, completos, dicen «… porque no hab?an comprendido el hecho de los panes, al estar su coraz?n endurecido. – Al acabar la traves?a llegaron a Genesaret y atracaron all?. Apenas desembarcaron, la gente lo reconoci?». Para empezar, en 1972, Jos? O’ Callaghan sugiri? que esta coincidencia y tambi?n que otro fragmento recuperado, el 7Q4, se referir?a al Nuevo Testamento y exactamente que se tratara de letras de la Primera Ep?stola de San Pablo a Timoteo, cap?tulo 4, vers?culo 1: esta segunda hip?tesis ha sido contestada casi un?nimemente, pero, seg?n el estudioso y docente Harald Riesenfeld, luterano bultmaniano convertido al catolicismo, el fragmento incluir?a realmente letras de la Primera Ep?stola de San Pablo a Timoteo, 4, 1, que, en su totalidad dice: «El Esp?ritu afirma claramente que en los ?ltimos tiempos habr? algunos que renegar?n de su fe, para entregarse a esp?ritus seductores y doctrinas demon?acas». Tambi?n la hip?tesis sobre el 7Q5 ha sido contestada por algunos, pero asimismo ha recibido la aprobaci?n de no pocos estudiosos. El 7Q4 y el 7Q5 forman parte de los manuscritos del Mar Muerto, encontrados en unas grutas en Qumr?n entre 1947 y 1955 y guardados en Jerusal?n y son, en orden de recuperaci?n, el cuarto y quinto documento descubiertos en la s?ptima gruta, gruta-custodia cerrada, como otras en la zona, para proteger de los romanos esos y otros escritos, antes del 68. Este es el a?o de la aniquilaci?n de Qumr?n por parte de la legi?n Fretensis, tras la revuelta hebrea que habr?a llevado en el a?o 70 a la destrucci?n de Jerusal?n y su templo. Adem?s, tenemos tres fragmentos, que son parte del ya citado papiro P64, guardado en colegio universitario Magdalen, descubiertos en Egipto a finales del siglo XIX por Charles Bousfield Huleatt y que muestran seguramente frases del Evangelio de San Mateo, cap?tulo 26, vers?culos del 6 al 16, en los que se describe la unci?n de Jes?s en casa del leproso Sim?n y la traici?n de Judas Iscariote. Seg?n el investigador Carsten Peter Thiede, los fragmentos P64 Magdalen se escribieron entre el a?o 40 y el 70. Pero para este documento no hay, como en el 7Q4 y el /7Q5, un hecho bien datado, como la destrucci?n de Qumr?n: como ya he indicado, otros investigadores establecieron en su momento, en el a?o 1950, que el P64 Magdalen era de finales del siglo II.[12 - Fuentes: C. P. Thiede y Matthew D’Ancona, Testimone oculare di Ges?; AA.VV., Il Cristianesimo questo sconosciuto; Michel Quesnel, La storia dei Vangeli; y, para la noticia del c?dice relativo a Virgilio, Sebastiano Saglimbeni, «Sulle Bucoliche virgiliane e i luoghi della natura», en la revista Le Muse, 1, 2002, A.G.A.R Editrice.] Cap?tulo III SOBRE LA RESURRECCI?N Es natural empezar con Jes?s crucificado y, para los creyentes, resucitado: como desgraciadamente no todos, ni siquiera todos los cristianos, saben con claridad, el cristianismo se funda en realidad esencialmente a partir de la resurrecci?n de Cristo. No sobre los diez mandamientos, como se oye tantas veces, incluso a alg?n cristiano desinformado: sobre Jes?s resucitado. No, aunque menos imprecisamente, sobre el ama a Dios y ama y sirve al pr?jimo, incluido el enemigo. Hay no creyentes que aceptan este principio y tratan de ponerlo en pr?ctica. Como veremos con m?s detalle, seg?n el cristianismo[13 - M?s exactamente, para el cristianismo cat?lico, tras el Concilio Vaticano II, ya que hay protestantes que lo niegan, e incluso algunos cat?licos, entre los integristas, que no ven favorablemente este concilio.] tambi?n ellos est?n en Dios, aunque para ellos Jes?s es solo un hombre que ense?a y aplica este mandamiento nuevo, «un hombre entre los mejores, si no el mejor», como he o?do decir a una persona justa y atea, «y de quien se puede, por tanto, tratar de seguir su ejemplo». S?, pero Jes?s dice ser «el camino, la verdad y la vida», se proclama expresamente Dios-Hijo de Dios y, si no lo fuera, se tratar?a de un loco o de un gran embustero: ser?a un hombre irrelevante, no el mejor de los hombres. Para que sea el mejor debe ser tambi?n Dios y puedo ahora decir m?s exactamente que el cristianismo se basa en Cristo, que, resucitando, demuestra ser Dios y que todo lo que ha dicho y hecho viene de Dios. Nada se crea, nada se destruye En su Diccionario filos?fico, Voltaire se burla de la idea de la resurrecci?n del cuerpo, que para los cristianos es un dogma. Da el ejemplo de los muertos en la guerra, cuyos cad?veres son sepultados en el campo de batalla. Sobre sus despojos, con el tiempo, crecen plantas, se cultivan y recolectan mieses que adquieren la materia de los cad?veres. P?jaros y seres humanos se alimentan de esos frutos, y adem?s los segundos de la carne de esos animales, adquiriendo as? en sus cuerpos las mol?culas de otros seres humanos difuntos. ?C?mo van a resucitar los cuerpos si su materia pertenece a m?s personas?, concluye sustancialmente, burl?ndose, el gran fil?sofo. Hay que precisar qu? entiende por cuerpo resucitado el cristiano (si conoce el Nuevo testamento). En contra de lo que pensaba Voltaire, no se refiere a nuestras mol?culas. San Pablo, en la Primera Ep?stola a los Corintios,[14 - 1 Cor 15, 39-49: al ser parte del Nuevo Testamento, para los creyentes es Palabra de Dios.] dice claramente que, a imitaci?n del de Jes?s resucitado, nuestro cuerpo resucitar? de otra manera, de forma gloriosa espiritual y, en concreto, que nuestro cuerpo animal-material y adem?s ps?quico al estar dotado de raz?n-yo, se transformar? en cuerpo glorioso y pneum?tico (espiritual) eterno. Lo dice despu?s de haber antepuesto una alegor?a, la de que si se siembra un grano y nace una espiga, la cual es en cierto modo esa semilla, pero, en sentido estricto, ya no es el grano, que se ha marchitado: ninguno de los de la espiga es el grano sembrado, sino, de una nueva forma gloriosa, esa espiga entera es la semilla marchitada.[15 - Hablo m?s a fondo de esto en La vita eterna – Saggio sull’immortalit? tra Dio e l’uomo, Prospettiva Editrice, 2003, escrito en 1998 y ya publicado por m? mismo, por primera vez en e-book MS Reader nel 2001, bajo el t?tulo L’eterno corpo umano.] Por tanto, es mejor no estudiar el cristianismo con el Diccionario filos?fico de Voltaire, quien, evidentemente, al burlarse de la resurrecci?n bas?ndose en el principio del nada se crea y nada se destruye, no conoc?a el Nuevo Testamento. Todav?a hoy se oye decir que, ante los descubrimientos de la ciencia, el dogma de la resurrecci?n de Cristo ya no es sostenible. Por el contrario, la qu?mica y la f?sica no cuentan, no tiene ninguna importancia que la materia del cuerpo de un sepultado acabe en la de una planta o que los seres humanos coman sus frutos e incorporen esa materia: para el cristianismo, lo que resucita es nuestra persona en forma sublime y gloriosa espiritual, es algo que tiene que ver con lo Trascendente que no se puede conocer: Jes?s, para quien cree en los Evangelios, al presentarse resucitado a los ap?stoles, entra en un lugar cerrado, pasa, por decirlo as?, a trav?s de las paredes, algo que ser?a irreconciliable con el principio de la impenetrabilidad de los cuerpos si el Resucitado trascendente estuviera hecho de materia inmanente. ?C?mo puede ser trascendente la materia? El cristiano tiene la curiosidad de experimentarlo cuando sea el momento. Por ahora, tiene lo que dice San Pablo y lo que afirma la Primera Ep?stola de San Juan: [16 - 1 Jn 3,2.] «Desde ahora somos hijos de Dios, y lo que seremos no se ha manifestado todav?a. Sabemos que cuando se manifieste, seremos semejantes a ?l, porque lo veremos tal cual es». Cap?tulo IV SOBRE LA HISTORICIDAD DE JES?S Saduceos, fariseos, escribas En los Evangelios se habla a menudo de saduceos, fariseos y escribas, que se relacionan con Cristo, como enemigos, hasta conseguir del procurador de Roma, Poncio Pilatos, su condena a muerte. Puede ser oportuno, antes de proseguir, explicar estas figuras. Se llaman saduceos a los pertenecientes a familias sacerdotales, junto a sus apoyos laicos. Se proclaman los herederos de las tradiciones saduceas, es decir de los descendientes del antiguo sacerdote Sadoq o Saduq, que vivi? antes del exilio de Babilonia: de ah? su nombre. Constitu?an una minor?a noble y rica durante el periodo del segundo templo, construido por Herodes el Grande, llegando a su culminaci?n a partir del a?o 20 a. de C., una ?poca que concluir? con la destrucci?n de Jerusal?n y el mismo templo en el a?o 70. Los saduceos aceptaban el valor vinculante de la ley de Mois?s y los libros sagrados m?s antiguos, seguramente todo el Pentateuco (G?nesis, ?xodo, Lev?tico, N?meros y Deuteronomio); no consideraban palabra de Dios los libros m?s recientes, desde los siglos II-I a. de C., como el Segundo de los Macabeos (por otra parte rechazado, junto al m?s antiguo Primero de los Macabeos, por todos los hebreos) y el libro de la Sabidur?a, libro de mano farisea, en el que aparece la creencia en la resurrecci?n al final de los tiempos. Los saduceos piensan, como los hebreos m?s antiguos, que todo acaba con la muerte. Tal vez tambi?n por esta idea, se rebajan a pactar con los dominadores romanos, con el objetivo concreto de defender sus intereses terrenales, los ?nicos reales, seg?n ellos. Sostienen convencidos el libre albedr?o y se oponen teol?gicamente a los fariseos, que esperan la resurrecci?n de los cuerpos y son providencialistas hasta el punto de que parte de ellos cree en la m?s estricta predestinaci?n. Los fariseos aparecen en el siglo II a. de C. como una facci?n pol?tica y religiosa de «separados» (perushim en hebreo, pharis?ion en griego). Se consideran una ?lite con respecto a los numerosos no observantes, ya sea por falta de voluntad o por ignorancia, a los que llaman con desprecio «pueblo de la tierra», es decir, personas materiales destinadas a no resucitar. Se oponen desde el principio a la clase sacerdotal en el poder, helenizada, a la que podemos llamar los saduceos. Durante la guerra hebrea librada contra el rey Alejandro Janneo, muy sangrienta, decenas de millares de fariseos mueren en batalla y el soberano hace crucificar a 50.000 prisioneros, lo que es apoyado por los saduceos, que hab?an llegado a un compromiso pol?tico con ?l. Muerto el rey, su viuda, por temor, busca la paz y llama a la corte tambi?n a los fariseos, confi?ndoles las reglas de la observancia, junto a los sacerdotes colaboracionistas saduceos. De la oposici?n original entre saduceos y fariseos se llega por tanto a una alianza, aunque no siempre estable, para defender sus intereses comunes. Parte de los fariseos entra junto a los saduceos en el sanedr?n, una especie de senado y tribunal religioso-pol?tico, que condenar? a Jes?s, aunque sin poder convertirse en sacerdotes, por razones de nacimiento. Pero en las ceremonias del templo son los fariseos los que establecen el comportamiento, tambi?n en lo que se refiere a los sumos sacerdotes. Los fariseos se dividen en muchas corrientes, siete principales, que se agrupan en dos grandes escuelas llamadas: de Shammai, que acepta con muchas reticencias el proselitismo entre los no hebreos, y de Hillel, que quiere el mayor n?mero posible de pros?litos de origen pagano y facilita lo m?s posible las conversiones, incluso a costa eventualmente de normas de observancia consideradas demasiado duras para los gentiles. Los segundos no est?n muy distanciados de la mentalidad de Jes?s. A diferencia de los saduceos colaboracionistas, los fariseos son hostiles a los romanos, pero se trata de una oposici?n despreocupada y sin manifestaciones externas; sin embargo, los que giran en torno al templo y el sanedr?n, sustancialmente colaboraban con los ocupantes. Los escribas, por fin, tienen a su vez una posici?n particularmente importante, unidos y en parte integrados en el sacerdocio. En los tiempos de Jes?s eran fariseos o aliados de los fariseos, a los que en cualquier caso se un?an en su af?n minucioso por cumplir con la Torah.[17 - En conjunto, los libros sagrados hebreos constituyen el Tanak, del que la Tor? es la Ley (los cinco libros del Pentateuco cristiano); los Nevi'im, los Profetas; los Ketuvim, los escritos. En la ?poca de Jes?s, son aceptados sin excepciones los libros de la Tor?, mientras que los dem?s libros son admitidos o no, en todo o en parte, seg?n la corriente religiosa. El canon hebreo solo se fijar? hacia el 85-90 d. de C. por la academia de Iamnia (o Jabn?), entonces dirigida por el rabino fariseo Gamaliel II (nieto del gran Gamaliel I, maestro de Saulo-Pablo antes de su conversi?n). La academia hab?a logrado la direcci?n de juda?smo despu?s de la destrucci?n de Jerusal?n y el templo en el a?o 70 por parte de Roma y el fin del sacerdocio saduceo.] Durante el exilio, y por tanto muchos siglos antes, hab?an conservado el patrimonio literario religioso israelita, convirti?ndose luego en los depositarios oficiales de las antiguas tradiciones de los padres, muy respetadas y entrando as? parte de ellos en el sanedr?n. Eran laicos y, al menos en teor?a, pod?an ser de cualquier estrato social, ascendiendo gracias al estudio, lo mismo que pasaba con los fariseos y a diferencia de los saduceos que eran tales por razones hereditarias. Lucas define a los escribas como doctores de la ley porque se dirige a los gentiles y no quiere que estos los entiendan como simples secretarios escribanos. Saduceos, fariseos y escribas constitu?an entonces, y desde hac?a tiempo, la ?lite pol?tico-religiosa en Israel durante la predicaci?n de Cristo. Este era un grave peligro para su poder, como veremos en el siguiente par?grafo, as? que decidieron quit?rselo de en medio. Causas y entorno de las acusaciones contra Jes?s Seg?n el Evangelio de San Juan,[18 - Jn 18, 12-24.] en cuanto Jes?s fue arrestado, es conducido ante An?s, suegro del sumo sacerdote Caif?s y An?s lo interroga. En los otros evangelios no hay menci?n del interrogatorio ante este. Este episodio descrito por Juan tiene naturaleza teol?gica, pero no se puede excluir que tenga cierta naturaleza hist?rica. El encuentro con An?s no es un proceso judicial. Este hab?a sido sumo sacerdote entre el a?o 6 y el 15 y ten?a todav?a una grand?sima influencia moral, pero ya no era el jefe del templo ni del tribunal del sanedr?n. Despu?s de ?l y antes de su descendiente Caif?s, hab?an sido sumos sacerdotes todos sus hijos: un asunto de familia. An?s queda como una especie de gran anciano, una eminencia gris, pero ya no era un personaje oficial con poder pol?tico y jur?dico personales y era todav?a un consejero escuchado, como todos los antiguos sumos sacerdotes y miembros del sanedr?n. Quien ha sido sumo sacerdote contin?a teniendo el t?tulo, como hoy en Italia a los expresidentes de la rep?blica se les sigue llamando «presidente». Por eso en los evangelios encontramos muchas veces la expresi?n «los sumos sacerdotes», en lugar de «el sumo sacerdote y sus predecesores». En An?s hay voluntad de saber con qui?n se est? enfrentando. En el interrogatorio, el tema central es «ser disc?pulo» seg?n la «doctrina» (didach?) de Jes?s, seg?n su «ense?anza» (did?skein). Se puede suponer que An?s quiera saber tambi?n si existe una doctrina m?s profunda, secreta, no manifestada al pueblo, pero Jes?s le responde de hecho: «He hablado al mundo en p?blico, he ense?ado (did?sk?) en la sinagoga y en el templo donde se re?nen todos los jud?os y no he dicho nada en secreto». Ese «hablar» de Jes?s en el original griego es «lale?n», que, en lenguaje p?blico es una palabra que indica revelaci?n divina a trav?s de profetas o de ?ngeles o de visiones, en absoluto es la Palabra-Verbo de Dios. Jes?s ha ense?ado en el lugar central del juda?smo, el templo. All? y en la sinagoga ha hablado «abiertamente»: por tanto, no es una doctrina religiosa para adeptos que, tal vez, si solo se hubiera tratado de esto, no habr?a preocupado mucho a los sacerdotes, como no les preocupaba excesivamente la fan?tica, pero aislada, secta esenia, sino que se trata de un estilo de vida para todo Israel, y luego para el mundo entero, con sus m?s que posibles implicaciones de orden pol?tico. La bofetada que recibe Jes?s del sirviente de An?s, siempre seg?n el Evangelio de San Juan, es el s?mbolo de rechazo indignado de la revelaci?n de Cristo, que, para An?s, es imp?a. Pero An?s tambi?n ha visto un peligro pol?tico y, por eso, manda a Jes?s inmediatamente al poder jur?dico-pol?tico-religioso del sanedr?n para que sea procesado. A diferencia de los dem?s evangelistas, Juan omite este proceso. ?Por qu? no habla de ?l? Es verdad que lo conoce y ha entendido su significado. El hecho es que, como ya hemos aludido, Juan considera el coloquio con An?s y luego en el tribunal romano de acuerdo con la teolog?a y con iron?a, en vez de hist?ricamente: el que para ?l es condenado realmente es el pueblo hebreo que no acepta el cristianismo y, para este evangelista, juzgar significa condenarse a s? mismo diciendo «no» a la Revelaci?n que trae Cristo. Jes?s es el juez delante del cual el pueblo (o, mejor dicho, los presentes que eligen rechazar a Jes?s) se autocondena. La misma muerte en la cruz de Cristo es para Juan el juicio divino sobre el mundo, palabra que, para ?l, con algunas excepciones, coincide con el pecado. No le interesa que Jes?s haya sido hist?ricamente condenado, pues teol?gicamente es exactamente lo contrario y as? se ve en el ?nico proceso que describe, el que se produce delante de Pilatos. Entretanto, veamos algo del proceso delante del sanedr?n, acudiendo a los evangelios de San Mateo, San Marcos y San Lucas (llamados sin?pticos, porque tienen varias partes casi coincidentes). ?Por qu? Cristo es acusado y condenado por el sanedr?n? Sobre todo, por su distinta mentalidad. Jes?s cura tambi?n en s?bado, cuando est? prohibido desarrollar ni siquiera la m?s m?nima actividad f?sica, y, adem?s, muchas veces, en la sinagoga. Metaf?ricamente, Cristo quita el demonio de la enfermedad: para los hebreos, toda enfermedad, no solo la locura y la epilepsia, la causa un demonio. Seg?n Lucas,[19 - Lc 13, 10 -17.] cuando Jes?s cura a una mujer encorvada, que no consegu?a ponerse erguida, el jefe de la sinagoga se indigna: «Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jes?s hab?a curado en s?bado, dijo a la multitud: “Los d?as de trabajo son seis; venid durante esos d?as para haceros curar y no el s?bado”». Jes?s es tratado como un curandero, como un hechicero y se le dice sustancialmente que, si quiere ejercer su profesi?n de charlat?n, lo haga en los otros seis d?as de la semana, como sus iguales. Por tanto, una de las acusaciones que los jefes religiosos y pol?ticos lanzan a Cristo es precisamente la de trabajar en s?bado, blasfemando as? contra Dios. Entonces, y resulta inaudito, Jes?s afirma p?blicamente que «el s?bado se hizo para el hombre y no el hombre para el s?bado» y se declara al respecto «Se?or del s?bado», es decir, Dios mismo, lo que es absolutamente escandaloso para la mentalidad de sus adversarios. Seg?n el cristianismo, Cristo es una sola persona con dos naturalezas, divina y humana: en el Evangelio de San Marcos es particularmente evidente la humanidad real de Jes?s, podr?amos decir en cierto sentido la carnalidad y los contrastes son tan v?vidos con la de sus enemigos. En el cap?tulo 1, vers?culos 14 y 15, leemos: «Despu?s que Juan fue arrestado, [20 - Se trata de San Juan Bautista, pariente de Jes?s y su precursor, no del ap?stol hom?nimo.] Jes?s se dirigi? a Galilea. All? proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: “El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios est? cerca. Convert?os y creed en la Buena Nueva”».[21 - Es decir, la «buena nueva» de la salvaci?n eterna.] Ese «Convert?os y creed en la Buena Nueva» es lo esencial del mensaje: «cambiad de mentalidad». Poco despu?s,[22 - Mc 1, 16-20.] el evangelista nos hace entender bien qu? significa cambiar de mentalidad: los pescadores Sim?n y Andr?s, llamados por Jes?s, abandonan sus redes y lo siguen y lo mismo ocurre inmediatamente despu?s con Santiago y Juan, socios en los negocios de los primos. Para los disc?pulos de Cristo, cambiar de mentalidad es sustancialmente adherirse en todo a ?l, aceptarlo como la luz de todos. Podemos entender cu?nto miedo generaba esto a los jefes de Israel, los hombres del templo y el sanedr?n, que quer?an ser los gu?as del pueblo. Adem?s, Jes?s es «alguien que tiene autoridad», como nos dicen los evangelios. En el cap?tulo 1, vers?culos 21-28, Marcos describe la curaci?n de un hombre pose?do por un esp?ritu impuro que ha tratado de revolverse contra Jes?s, pero calla y sale de esa persona en cuanto Cristo lo amenaza imponi?ndole exactamente: «?Calla! ?Y sal de este hombre!»;[23 - Mc 1, 25-27] «Todos quedaron asombrados y se preguntaban unos a otros: “?Qu? es esto? ?Ense?a de una manera nueva, llena de autoridad, da ?rdenes a los esp?ritus impuros y estos le obedecen!”». La misi?n de Jes?s tiene como objetivo la aniquilaci?n de lo que es impuro: en el coraz?n, no seg?n la mentalidad farisea y saducea de una impureza externa, material, derivada, por ejemplo, de haber tocado un cad?ver o de haber entrado en la casa de un gentil. En Mateo, Cristo dice a la multitud, en particular a prop?sito de los alimentos impuros como la carne de cerdo o los peces sin escamas, pero tambi?n en un sentido general: «Lo que mancha al hombre no es lo que entra por la boca, sino lo que sale de ella».[24 - Mt 15, 10-20.] Igualmente, en Marcos.[25 - Mc 7, 14-23.] Son los prop?sitos malvados que vienen del coraz?n los que vuelven impuros, es decir, los pecados, las decisiones con la mala intenci?n de hacer el mal. Seg?n las ense?anzas de Cristo, la ruina de lo que es verdaderamente impuro, del pecado, es libertad para el hombre. Pecar es esclavitud y tambi?n aplaudirlo es esclavitud. Es precisamente esa servidumbre, inadvertida porque no han cambiado de mentalidad, la que crean por s? solos y para s? los l?deres de Israel y los que les rodean: sienten amenazados por Cristo su admiraci?n por la multitud y su poder. Jes?s, hombre verdaderamente libre, debe elegir delante del poder constituido y de la ley formalista que sostiene el sistema, esta presunta «ley de Dios», abarrotada de preceptos humanos que abanderan los jefes de Israel. Para Jes?s es muy arriesgado, y ?l se da cuenta.[26 - Se puede suponer que precisamente por ese motivo San Marcos lo presenta cuando se enoja en una situaci?n que no parece irritante a primera vista: cuando en el cap?tulo 1, vers?culos 40-45, encuentra al leproso y lo cura, encontramos: «Jes?s, conmovido» (pero, en algunos manuscritos m?s antiguos y, por tanto, cabe suponer que m?s fieles a la predicaci?n apost?lica, est? escrito «Jes?s se irrit?») «extendi? la mano y lo toc?, diciendo: “Sea, queda sano”» (Mc 1, 41). Despu?s, en el vers?culo 43 leemos: «advirti?ndole severamente» (en otros manuscritos dice «habl?ndole con mucha dureza» o «se enfad?») «Lo despidi? y le dijo: “No le digas nada a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificaci?n la ofrenda que orden? Mois?s, para que les sirva de testimonio”» El Jes?s de Marcos es aquel que solo con querer puede, por gracia divina inmediata, pero se presenta en cada ocasi?n, como hemos dicho, con su humanidad concreta y al ver a esa persona que sufre, espont?nea e inmediatamente la ayuda, pero, a la vez, se da cuenta de que est? actuando contra las normas de la pureza y de que se est? arriesgando: haber quebrantado la ley podr?a obstaculizar gravemente su misi?n. Por eso se preocupa. Incluso con dureza, como si estuviera adem?s enfadado, hace que el leproso le obedezca al ordenarle que calle y haga que lo vean los sacerdotes como prescribe la ley y tambi?n para que el sanado, por supuesto, pueda volver a moverse de nuevo libremente, pero asimismo con el objetivo de no dar pretextos a sus adversarios. In?tilmente, porque seguir?n pronto nuevos enfrentamientos con los jefes de Israel, como se refiere en el cap?tulo 2 del mismo Evangelio.] Cristo ha elegido al hombre y no hay ley que lo contenga cuando est? de por medio el ser humano hijo de Dios. Por tanto, afronta las situaciones que derivan de haber infringido, y continuar infringiendo, las normas. Llega adem?s a lo que para la ley mosaica es una absoluta blasfemia; perdonar los pecados. As? es, por ejemplo, en la curaci?n del paral?tico, al cual, antes de sanarlo, le dice: «Hijo, tus pecados te son perdonados».[27 - Mc 2, 5.] Ese hijo lo dice, no el hombre, sino el Dios, Padre de todos, «Unos escribas que estaban sentados all? pensaban en su interior: “?Qu? est? diciendo este hombre? ?Est? blasfemando! ?Qui?n puede perdonar los pecados, sino s?lo Dios?”». En la comunidad religiosa hebrea, seg?n el pensamiento dominante fariseo, los pecadores, incluidos por este solo hecho los que serv?an al poder de Roma (mientras que los fariseos y los saduceos consideraban que se serv?an de ella) deb?an mantenerse a distancia. Jes?s elige como disc?pulo a un impuro, un pecador, Lev? Mateo, recaudador de impuestos para los ocupantes romanos y se sienta a la mesa con ?l y otros pecadores. Naturalmente, recibe una estupefacta reprobaci?n de los escribas de la secta de los fariseos que pasan por ah?: «Mientras Jes?s estaba comiendo en su casa, muchos publicanos y pecadores se sentaron a comer con ?l y sus disc?pulos. Los escribas del grupo de los fariseos, al ver que com?a con pecadores y publicanos, dec?an a los disc?pulos: “?Por qu? come con publicanos y pecadores?”».[28 - Mc 2, 15-16.] No le hablan directamente, pues se deb?an sentir menospreciados, pero lo dejan caer. «Jes?s, que hab?a o?do, les dijo: “No son los sanos los que tienen necesidad del m?dico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”».[29 - Mc 2, 17.] Cristo no afirma que los publicanos sean justos. No equipara justos y pecadores. En cierto modo, al decir que llama a los pecadores se pone en la posici?n de los fariseos, que consideran a esas personas alejadas de Dios, pero, con fuerza y autoridad, Jes?s se opone al sistema del aislamiento de los pescadores defendido por los escribas y los dem?s l?deres, al sistema de falta de perd?n, y estos se escandalizan. Llegan as? nuevos reproches a Jes?s, tanto de fariseos como de miembros de la facci?n de Juan el Bautista: lo reprueban porque come en vez de hacer ayuno como est? prescrito para los d?as de cualquier norma formal de pureza.[30 - Mc 2, 18-22.] Esta vez Jes?s lo dice con absoluta claridad, en bloque, que lo viejo est? rasgado como ropa vetusta y est? tan ra?do como los otros consumidos, que estos est?n a punto de romperse a la luz de lo nuevo que ?l lleva, del vino nuevo que ser? la sangre que ha de verter, la Salvaci?n gracias a la muerte y resurrecci?n del propio Cristo: dice que la viejas normas rituales est?n totalmente obsoletas y que del Antiguo Testamento queda lo esencial, que ha de verse y matizarse de acuerdo con el Nuevo que ?l porta. ?Podemos figurarnos c?mo pod?an entenderlo los jefes del pueblo, que basaban todo su poder en las normas! El evangelista Lucas analiza sint?ticamente la distinta mentalidad en el cap?tulo 11, vers?culos 37-53 y an?logamente, en un entorno distinto, es decir, en una plaza, leemos en Mateo 23, 1-39. En Lucas, invitan a Jes?s a comer, junto a doctores de la ley, en casa de un fariseo, despu?s de haber hablado ya muchas veces contra la mentalidad farisaica y saducea. Se puede suponer que quer?an conocerlo mejor, para entender lo grande que era la aversi?n de Jes?s hacia ellos. Cristo, en su absoluta libertad, sin remordimiento, les complace plenamente, defini?ndolos como sepulcros blanqueados, llenos de podredumbre y copas limpias por fuera, pero sucias por dentro: «Un fariseo lo invit? a cenar a su casa. Jes?s entr? y se sent? a la mesa. El fariseo extra?? de que no se lavara antes de comer. Pero el Se?or le dijo: “?As? son ustedes, los fariseos! Purifican por fuera la copa y el plato, y por dentro est?n llenos de voracidad y perfidia. ?Insensatos! El que hizo lo de afuera, ?no hizo tambi?n lo de adentro? Dad m?s bien como limosna lo que ten?is y todo ser? puro. Pero ?ay de vosotros, fariseos, que pag?is el impuesto de la menta, de la ruda y de todas las legumbres, y descuid?is la justicia y el amor de Dios! Hay que practicar esto, sin descuidar aquello. ?Ay de vosotros, fariseos, porque os gusta ocupar el primer asiento en las sinagogas y ser saludados en las plazas! ?Ay de vosotros, porque sois como esos sepulcros que no se ven y sobre los cuales se camina sin saber!”. Un doctor de la Ley tom? entonces la palabra y dijo: “Maestro, cuando hablas as?, nos insultas tambi?n a nosotros”. ?l le respondi?: “?Ay de vosotros tambi?n, porque impon?is a los dem?s cargas insoportables, pero vosotros no las toc?is ni siquiera con un dedo! ?Ay de vosotros, que constru?s los sepulcros de los profetas, a quienes vuestros mismos padres han matado! As? os convert?s en testigos y aprob?is los actos de vuestros padres: ellos los mataron y vosotros les constru?s sepulcros. Por eso la Sabidur?a de Dios ha dicho: Yo les enviar? profetas y ap?stoles: matar?n y perseguir?n a muchos de ellos. As? se pedir? cuenta a esta generaci?n de la sangre de todos los profetas, que ha sido derramada desde la creaci?n del mundo: desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacar?as, que fue asesinado entre el altar y el santuario. S?, os aseguro que a esta generaci?n se le pedir? cuenta de todo esto. ?Ay de vosotros, doctores de la Ley, porque os hab?is apoderado de la llave de la ciencia! ?No hab?is entrado y se lo imped?s a los que quieren entrar”». La afirmaci?n de Jes?s: «Dad (…) como limosna lo que ten?is y todo ser? puro» debe entenderse, no a trav?s de los siervos, sino personalmente, y es revolucionaria en ese entorno, donde acercarse a los necesitados se considera impuro: dar limosna no tiene aqu? solo el significado de compasi?n, sino tambi?n el de obras de bien material, incluso ensuci?ndose si hace falta. Jes?s no se opone en conjunto a las pr?cticas farisaicas, pero s? a la costumbre de descuidar mandamientos esenciales y dar un peso excesivo a los secundarios, como por ejemplo lavarse al menos veinte veces al d?a manos y brazos hasta los codos, despreciando al que no lo haga. El fariseo le hab?a reprochado, al inicio de la comida, precisamente porque no hab?a realizado las abluciones: evidentemente, Jes?s lo hab?a hecho a prop?sito, para provocar lo que sucedi? a continuaci?n. Los fariseos no llegan ni a rozar los sepulcros, porque piensan que eso les har?a impuros ante Dios y Cristo, en respuesta, los define como esos mismos sepulcros. Los escribas se consideran los portavoces de la sabidur?a de Dios y Jes?s los define como hip?critas que cargan pesos insoportables sobre otros y, personalmente, cuando no los ven, no los cargan. Adem?s, llama a todos los presentes hijos de asesinos de profetas, tambi?n en esto hip?critas, porque, metaf?ricamente, esconden esos restos mortales en sepulcros que han construido ellos mismos, elogiando as? las ense?anzas de esos profetas a los que, en realidad, no siguen. Cuanto Jes?s condena en ellos es, por tanto, m?s que suficiente como para considerar a los presentes todav?a m?s enemigos. De hecho, olvidan las obligadas buenas maneras y, como a?ade Lucas, «Cuando Jes?s sali? de all?, los escribas y los fariseos comenzaron a acosarlo, exigi?ndole respuesta sobre muchas cosas y tendi?ndole trampas para sorprenderlo en alguna afirmaci?n que saliera de su boca». Quien mantiene las formas, en la mentalidad habitual en ese tiempo en Israel, es considerado un justo, un puro y adem?s un santo y, seg?n los l?deres y su grupo, todos los dem?s son pecadores. Jes?s se enfrenta a ellos. Ciertas disputas que tienen entre ellos pierden importancia en ese caso y se agrupan en contra de ?l. Hay que a?adir que tienen otras grandes querellas. En Palestina, durante los a?os de Jes?s, hay de hecho fuerzas que podr?an comprometer la estabilidad del poder judaico establecido, es decir, los zelotas y los falsos profetas. Los zelotas (zelotes) son personajes antiguos, aparecen en el siglo II a. de C. en respuesta a las tentativas de los reyes macedonios de helenizar Israel. Son defensores a ultranza de la ley mosaica, no pertenecientes a un grupo concreto, sino compuestos por los que de hecho se comportan como fan?ticos. Durante la insurrecci?n del siglo II a. de C. contra Ant?oco IV Epifanio, el rey extranjero que quer?a helenizar a los hebreos y llevarlos a la apostas?a, en un s?bado, un grupo de zelotes insurrectos se hace matar por los enemigos antes que empu?ar las armas en el d?a sagrado dedicado a Dios y al reposo. Los jefes de la revuelta, Matat?as y sus hijos, los macabeos, deciden llegar a un acuerdo: observar el s?bado no atacando ese d?a, pero defenderse en caso de un ataque enemigo. Las victorias dan la raz?n a su pol?tica, pero los zelotes y todos los que se consideran observantes estrictos (hasidim) siguen decepcionados, de lo que deriva una separaci?n que lleva a la aparici?n de la secta de los fariseos. Son acontecimientos narrados en los libros 1 y 2 de los Macabeos, el primero en hebreo, tal vez de impronta saducea, y el segundo en griego, teol?gico y que en parte incluye los mismos hechos y es de mano farisea. [31 - Son aceptados por los cristianos cat?licos, pero rechazados, no solo por hebreos, sino tambi?n por los cristianos protestantes.] Los partisanos antirromanos del tiempo de Cristo asumen el nombre de los antiguos zelotas. Tambi?n en los a?os de Jes?s se escriben otros dos libros sobre los Macabeos, 3 y 4, que pudieron ser de origen zelota o de personas cercanas a ese entorno, pero son considerados ap?crifos por todos. Los zelotas operan tendiendo emboscadas a pelotones romanos, robando provisiones de los ocupantes, haciendo sabotajes, parte de ellos matando a traici?n con la sica, una espada corta, de donde deriva el nombre de sicarios. Al contrario de la situaci?n unas d?cadas despu?s, los zelotas todav?a no tienen la posibilidad de levantar la insurrecci?n que desean, pero despiertan fuertes preocupaciones entre saduceos y fariseos, que temen por el mantenimiento de su poder a causa de des?rdenes, dado que nominaci?n del gran sacerdote y sus colaboradores es, de hecho, aunque no oficialmente, acordada con el gobernador romano y Roma pretende que los hombres del sanedr?n del templo contribuyan a mantener el orden. Como se ha dicho, adem?s de los zelotas exist?a para los jefes de Israel el problema de los falsos profetas que pod?an «confundir al pueblo». Jes?s es un profeta. A su vez, se le ve como un profeta sedicente, un agitador, un curandero profesional, pero bastante m?s poderoso, a diferencia de los dem?s, porque habla con autoridad, sabe hacer que le obedezcan y le siguen grandes multitudes: aunque solo sea por ese entusiasmo, que desaparecer? con el arresto de Jes?s, pero entretanto les da miedo. Los verdaderos disc?pulos de Cristo, que han elegido cambiar de mentalidad siguiendo las ense?anzas del amor de Jes?s, son pocos (incluso en su momento lo dejar?n solo tras su arresto) pero esto no lo saben los sacerdotes: lo que m?s les asombra es la multitud que le alaba, desbordante incluso cuando llega a Jerusal?n, multitud a la que se dirige Cristo denunciando en un tono muy duro el modo de pensar y el comportamiento de los jefes de Israel. Estos temen adem?s que los zelotas podr?an estar de su parte. Jes?s, a quien el pueblo reconoce como hijo de David, como Mes?as, se inscribe en la tradici?n de la espera del rey Ungido por Dios y, adem?s, de la misericordia de Dios hacia los pecadores: frente a la distinta tradici?n teol?gica, bastante dura, admitida por los hombres del templo, por la cual la ley debe cumplirse al pie de la letra por derivar de un pacto con Dios y por la cual los jefes de Israel son los sacerdotes, que deben hacer respetar la ley, y no un rey. En realidad, en esta ley incluyen much?simas normas que no son Palabra de Dios. Conviene, para comprender las cosas m?s a fondo, explicar un poco mejor las dos l?neas teol?gicas del Israel m?s antiguo, dos versiones distintas de la relaci?n con el Creador. Para una, hab?a habido una alianza entre Dios y el pueblo. A cambio de su obediencia, el Creador se obligaba a proteger a los hebreos. Por tanto, la salvaci?n del pueblo depend?a de la observaci?n estricta de la ley de Dios comunicada a Mois?s, comenzando por las formas de culto, que una clase especializada, la de los sacerdotes, deb?a hacer respetar. En tiempos de Jes?s, esta es tambi?n la opini?n de los saduceos y sus aliados, los fariseos, aunque para los primeros la salvaci?n se refiere al pueblo en la historia y para los segundos tambi?n a la salvaci?n individual eterna. Se trata de una l?nea completamente minoritaria. Para la otra l?nea teol?gica, la de la gran mayor?a de los hebreos en tiempos de Jes?s, Dios en un cierto momento habr?a elegido y ungido a un rey, un cristo (un ungido, precisamente, seg?n el t?rmino griego christ?s) como representante de todo el pueblo y ese habr?a sido David, prometi?ndole protecci?n personal y ayuda a su descendencia. La salvaci?n del pueblo ven?a del recuerdo de esta promesa de Dios y de su intervenci?n en la historia, a pesar de los pecados de Israel, a trav?s de un mes?as (siempre ungido, pero al estilo hebreo), descendiente de David, al final de los tiempos antiguos, que deb?a fundar el nuevo reino milenario. Las dos l?neas coexist?an, entre los hombres en el poder, en el periodo precedente al exilio de Babilonia, pero, tras la vuelta a Palestina en el siglo V a. de C., con el rey reducido a un vasallo de soberanos extranjeros, primero hab?a prevalecido y luego hab?a triunfado la primera versi?n, la que giraba en torno a sus sacerdotes. Se puede pensar que los sacerdotes y su grupo ten?an realmente miedo a que Jes?s quisiera y consiguiera hacerse rey con el apoyo del pueblo, pero no ocupar el lugar del C?sar, como luego dir?n a Pilatos, es decir, echando a los romanos de Palestina, sino llegando a un acuerdo con Roma y derrocando al sanedr?n. El poder romano no vacila en cambiar a un rey fantoche cuando le conviene y los romanos podr?an, cuando lo juzgaran ?til para la tranquilidad social, sustituir con un fiel rey-tetrarca al procurador del emperador y gobernador de la regi?n de Judea o incluso a todos los tetrarcas entonces reinantes en las dem?s tierras de Israel, igual que al procurador romano, con un rey ?nico sometido al emperador, bien visto por la poblaci?n, como hab?a pasado con Herodes el Grande, que hab?a tenido un gran poder sobre la clase sacerdotal, llegando a hacer matar a sacerdotes que se le opon?an, al tiempo que consegu?a tener suficiente apoyo popular.[32 - Al principio, hab?a sido bastante abusivo con los tributos. Eso produjo descontento al pueblo. Temiendo una rebeli?n, Herodes el Grande hab?a entonces disminuido los impuestos en un tercio. A continuaci?n, para granjearse el favor de sus s?bditos, hab?a reconstruido, magn?fico, el templo de Jerusal?n, afirmando que los impuestos serv?an para ese fin. Adem?s, con el fin de resarcirse, al menos en parte, hab?a saqueado la riqu?sima tumba de David.] Adem?s, los jefes jud?os sienten seguramente que les ataca un enorme odio personal por Jes?s, que no es algo secundario en su decisi?n de procesarlo. Seg?n los Evangelios, a duras penas evitan arrestarlo muchas veces, pensando que la multitud estaba con ?l: hasta que Judas no lo traiciona, con «nocturnidad», lo que significa en pecado, pero tambi?n en secreto, no encuentran la ocasi?n oportuna. Advirtamos que esa gente antigua no conoc?a la separaci?n moderna entre pol?tica y religi?n: se trataba de la misma cosa y los romanos pretend?an una lealtad total pol?tico-religiosa hacia el imperio. El proceso ante el sanedr?n Jes?s, considerado por tanto por el sanedr?n como una amenaza tanto pol?tica como religiosa, es detestado personalmente, se encuentra prisionero y acusado en el primero de los procesos que sufre, el que se realiza delante del centro del poder jud?o: el sanedr?n. Seg?n el evangelista Mateo, en la noche del arresto, Jes?s es conducido inmediatamente al palacio de Caif?s, que es una parte o tal vez es contiguo al de An?s. All? encuentra ya reunidos a los escribas y ancianos que componen el sanedr?n. Si entre ellos se sienta An?s, pueden ser hist?ricas las preguntas que estos dirigen a Cristo y que encontramos en Juan, aunque estas no se realicen en su casa, sino en algo parecido. Para Marcos, se re?nen solo despu?s de la llegada de Jes?s: tal vez sus enemigos no estaban demasiado seguros de que se produjera la operaci?n de arresto. Un par de d?as antes hab?a habido un tumulto en la ciudad. Marcos escribe: «Hab?a en la c?rcel (en la c?rcel romana, N. del A.) uno llamado Barrab?s, arrestado con otros revoltosos que hab?an cometido un homicidio durante un tumulto».[33 - Mc 15, 7.] Lucas usa sedici?n, una palabra m?s grave: «Lo hab?an encarcelado por una sedici?n que tuvo lugar en la ciudad y por homicidio».[34 - Lc 23, 19.] Barrab?s era uno de los l?deres, como se deduce de la definici?n «prisionero famoso» en Mateo 27, 16 y del hecho de que es arrestado durante esos des?rdenes.[35 - Es curioso saber que, bas?ndose en algunos textos antiguos, su nombre completo es Joshua Bar'abb?, que es en espa?ol Jes?s (o Josu?), hijo del padre (o, mejor dicho, del pap?). Se puede suponer que se llamaba hijos del padre, de un padre, a los hijos ileg?timos. La omisi?n del nombre de Jes?s, por otro lado muy com?n entre los hebreos, por parte de sucesivos copistas puede haber tenido el fin de no escandalizar provocando una combinaci?n insolente y una iron?a involuntaria, dado que el Hijo del Padre por excelencia es Jesucristo. A prop?sito de la famos?sima liberaci?n de Barrab?s por parte del gobernador a solicitud del pueblo, de la cual solo habla el Evangelio, y suponiendo que fuera hist?rica y no solo simb?lica, teniendo en cuenta la pol?tica y la personalidad de Pilatos, se puede suponer, aunque no haya documentos, que cuando libera a este peligroso l?der zelota, lo hace sabiendo ya c?mo volver a capturarlo o incluso que, para no crear posteriores des?rdenes, el gobernador lo hace seguir y matar secretamente por sicarios.] Podemos pensar que Caif?s y los suyos habr?an aprovechado los tumultos, que hubieran acordado inmediatamente despu?s con el ap?stol traidor Judas Iscariote c?mo arrestar m?s f?cilmente a Jes?s, con el fin concreto de condenarlo y, como el sanedr?n no pod?a dictar sentencia, presentarlo r?pidamente a Poncio Pilaros como el l?der de una rebeli?n religioso-pol?tica, de la cual el tumulto hab?a sido el inicio, para as? conseguir la condena a la cruz y con una clamorosa motivaci?n romana. Adem?s, se puede suponer que quer?an conseguir una ventaja secundaria al mostrarse como fieles defensores del orden romano, porque as? se corroboraba su poder, que irradia de Roma. Por tanto, el proceso del sanedr?n era algo urgente y por esto los ancianos y los escribas se re?nen a una hora ins?lita y durante la semana de la Pascua hebrea, en la que, normalmente, no se celebran procesos. Han buscado testigos contra ?l, sin duda falsos, seg?n Mateo, mientras que para Marcos se trata sencillamente de una b?squeda de testigos: Mateo quiere subrayar de inmediato la doblez del sanedr?n, pero cayendo en una especie de contradicci?n, al buscar y hacer hablar a testigos falsos, primero se los prepara bien, mientras que estos no consiguen crear nada jur?dicamente v?lido contra Jes?s. Seg?n las pr?cticas judiciales hebreas, los testigos deben ser escuchados independientemente uno de otro, sin que se oigan entre ellos y sus testimonios deben coincidir para ser considerados dignos de confianza. El significado de lo que refiere Marcos: «Muchos de hecho testificaban en falso contra ?l y por eso sus testimonios no concordaban» se puede leer exactamente al contrario: que no siendo concordantes sus testimonios, deb?an considerarse falsos. Tal vez los sacerdotes y los fariseos no tuvieran tan mala fe como para crear anticipadamente un proceso falso. Se podr?a considerar que, para ellos, las motivaciones de la condena lo sean realmente y que su problema sea realmente conseguir demostrarlas seg?n la ley, de la cual se consideran custodios. Para Lucas, el proceso se realiza en los locales del sanedr?n y sus miembros se re?nen solo para las tareas diarias. Las diferencias a este respecto entre los evangelistas no son sustanciales. El palacio de An?s y Caif?s linda con el templo, as? como con la sede del sanedr?n. Como veremos mejor m?s adelante, los Evangelios no son actas de los acontecimientos, sino noticias contadas por escrito algunas d?cadas despu?s y transmitidas antes oralmente, por lo que son inevitables algunas discordancias secundarias. Que el proceso haya tenido lugar en la sede del sanedr?n o en la casa de Caif?s no tiene ninguna importancia real, lo que importa en todo es que los miembros del sanedr?n estaban presentes. Entretanto, Jes?s se encontraba en prisi?n, objeto de burlas y de golpes por parte de los hombres que lo custodiaban.[36 - Lc 22, 63-65.] Lo hab?an vendado y le hab?an dicho: «Adivina qui?n te ha pegado» y le hab?an lanzado muchos insultos. Lucas no habla de testigos. En Mateo se presentan «finalmente» dos testigos que afirman, se puede suponer que, seg?n las reglas, uno independientemente del otro: «Este hombre dijo: “Yo puedo destruir el Templo de Dios y reconstruirlo en tres d?as”».[37 - Mt 26, 61.] En este caso, la acusaci?n puede ser de nigromancia, castigada con la muerte como se deduce de Lev?tico 20, 27. El evangelista no dice que caen en contradicci?n. Pero s? lo dice Marcos:[38 - Mc 14, 57-59.] algunos se levantan para hablar: «“Nosotros lo hemos o?do decir: ‘Yo destruir? este Templo hecho por la mano del hombre, y en tres d?as volver? a construir otro que no ser? hecho por la mano del hombre’” Pero tampoco en esto concordaban sus declaraciones». Para los testigos de Mateo, Jes?s afirma que puede hacerlo, para los de Marco, que promete hacerlo. No concordando tampoco estos testimonios, Caif?s pide explicaciones a Jes?s: «?No respondes nada? ?Qu? testimonian estos contra ti?» Se puede pensar que pretenda decir: «?Solo has dicho que puedes hacerlo o han prometido hacerlo?» Jes?s no responde nada,[39 - Mc 14, 60 y ss. y Mt 26, 62 y ss.] no explica al sanedr?n que se hab?a referido simb?licamente, o bien a la resurrecci?n de su cuerpo, o bien a la Iglesia que habr?a sustituido a su cuerpo. La acusaci?n del sanedr?n se basa en la profec?a que Jes?s hab?a hecho de la futura destrucci?n del templo por parte de Roma en el a?o 70, que los testigos deb?an haber o?do por otros y tergiversado. En Marcos, Cristo solo hab?a dicho a uno de sus disc?pulos, pero p?blicamente: «?Ves esa gran construcci?n? De todo esto no quedar? piedra sobre piedra: todo ser? destruido»[40 - Mc 13, 2.] y, de forma similar en Mateo[41 - Mt 24, 2.] y en Lucas[42 - Lc 21, 6.]; en Juan, despu?s de haber expulsado a los mercaderes del templo, los jud?os presentes le piden una se?al que atestig?e su derecho a hacer estas cosas. Jes?s responde: «Destruid este templo y en tres d?as lo volver? a levantar».[43 - Jn 2, 19.] En este caso, hay un doble significado: en el primer sentido, es un desaf?o concreto a los jud?os y, en el segundo, el sentido teol?gico de la resurrecci?n de su cuerpo. Jes?s esencialmente solo ha profetizado la destrucci?n del templo, ciertamente no por ?l, pero sabemos que las noticias pueden ser solo de o?das y adem?s que, manipul?ndolas, se modifican y generan m?s versiones similares, pero no id?nticas. Veamos la conclusi?n de este proceso. Una vez desaparecida la esperanza de poder condenar a Jes?s gracias a los testigos, a Caif?s no lo queda m?s que una pregunta, motivada por el hecho de que durante su vida p?blica Cristo se ha proclamado se?or del s?bado y ha perdonado pecados (una blasfemia): En Marcos: «?Eres el Mes?as, el Hijo de Dios bendito?».[44 - Mc 14, 62.]. En Mateo, Caif?s pide a Jes?s que responda, bajo juramento: «Te conjuro por el Dios vivo a que me digas si t? eres el Mes?as, el Hijo de Dios».[45 - Mt, 26, 63.] Jes?s responde inmediatamente: «Yo lo soy» o, mejor, «YO SOY», que es la definici?n misma de Dios y afirmando «… y ver?is al hijo del hombre sentarse a la derecha del Todopoderoso – (es decir, de Dios – N. del A.) y venir sobre las nubes del cielo – (Cielo es uno de los sobrenombres de Dios – N. del A.).[46 - Cita sintetizado el Salmo 110, 1: « Dijo el Se?or a mi Se?or: / “Si?ntate a mi derecha, / mientras yo pongo a tus enemigos / como estrado de tus pies”» y la profec?a de Daniel 7, 13-14: « Yo estaba mirando, en las visiones nocturnas / y vi que ven?a sobre las nubes del cielo / como un Hijo de hombre / ?l avanz? hacia el Anciano y lo hicieron acercar hasta ?l / Y le fue dado el dominio, la gloria y el reino / y lo sirvieron todos los pueblos, naciones y lenguas. / Su dominio es un dominio eterno / que no pasar?, y su reino no ser? destruido nunca».] En Lucas,[47 - Lc 22, 67-70.] que, como sabemos, ha omitido los testimonios in?tiles, el sanedr?n pide inmediatamente al acusado: «Dinos si eres el Mes?as». Aqu? Jes?s dice algo antes: «Si os respondo, no me creer?is y si os interrogo, no me responder?is». Luego proclama: «Pero en adelante, el Hijo del hombre se sentar? a la derecha de Dios todopoderoso». Entonces le preguntan: «?Entonces eres el Hijo de Dios?» Advirtamos que Lucas distingue mejor que Mateo y Marcos entre Cristo e Hijo de Dios: primero le han preguntado a Jes?s si se proclama el Mes?as, que para los hebreos es un hombre con un enorme carisma, pero solo un hombre, no Dios. A la respuesta de Jes?s de ser Dios, le piden que lo repita, como si dijeran: ?Pero ahora adem?s te proclamas Dios? Jes?s responde: «Vosotros mismos lo dec?s: yo lo soy». Tambi?n aqu? «YO SOY». En este punto no hacen falta m?s testimonios contra Jes?s. Seg?n la ley, no ilegalmente, Jes?s es condenado a Muerte: por blasfemia muy grave, tanto que Caif?s se rasga las vestiduras. Leemos en Mateo: «Entonces el Sumo Sacerdote rasg? sus vestiduras, diciendo: “Ha blasfemado. ?Qu? necesidad tenemos ya de testigos? Acab?is de o?r la blasfemia. ?Qu? os parece?”. Respondieron: “Merece la muerte”. Luego lo escupieron en la cara y lo abofetearon. Otros lo golpeaban, dici?ndole: “T?, que eres el Mes?as, profetiza, dinos qui?n te golpe?”».[48 - Mt 26, 65-68.] Si los acuerdos con Roma lo hubieran consentido, Cristo habr?a sido lapidado, pero en ese periodo los hebreos no pod?an condenar a muerte.[49 - Salvo en lo que se refiere a la lapidaci?n de ad?lteras, que se trata como un asunto privado que a los invasores no parece interesarles.] El proceso ante Poncio Pilatos El sanedr?n ten?a que hacer que los romanos crucificaran a Jes?s y para ello era necesario conseguir del procurador Poncio Pilatos una sentencia que se basara en la ley de Roma. Con esta intenci?n lo conducen y lo acusan delante de ?l. Acudamos a Juan.[50 - Jn 18, 28-38.] Se entiende, por la pregunta directa de Pilatos a Cristo: «?Eres t? el rey de los jud?os?» y de la afirmaci?n: «… los sumos sacerdotes te han puesto en mis manos», que el sanedr?n ha acusado esencialmente a Jes?s de ser el l?der pol?tico y religioso de los autonomistas y que el gobernador quiere entenderlo bien, antes de aceptar inmediatamente la acusaci?n. El calificativo de «malhechor» dado a Cristo al presentarlo a Pilatos, tiene el sentido romano de activista pol?tico-religioso contra el emperador. «Desde la casa de Caif?s llevaron a Jes?s al pretorio. Era de madrugada. Pero no entraron en el pretorio, para no contaminarse y poder as? participar en la comida de Pascua. Pilatos sali? adonde estaban y les pregunt?: “?Qu? acusaci?n tra?is contra este hombre?” Ellos respondieron: “Si no fuera un malhechor, no te lo hubi?ramos entregado”. Pilatos les dijo: “Tomadlo y juzgadlo vosotros mismos, seg?n la ley que ten?is”. Los jud?os le dijeron: “A nosotros no nos est? permitido dar muerte a nadie”. As? deb?a cumplirse lo que hab?a dicho Jes?s cuando indic? c?mo iba a morir. Pilatos volvi? a entrar en el pretorio, llam? a Jes?s y le pregunt?: “?Eres t? el rey de los jud?os?” Jes?s le respondi?: “?Dices esto por ti mismo u otros te lo han dicho de m??” Pilatos explic?: “?Acaso yo soy jud?o? Tus compatriotas y los sumos sacerdotes te han puesto en mis manos. ?Qu? es lo que has hecho?” Jes?s respondi?: “Mi reino no est? en este mundo. Si mi reino estuviera en este mundo, los que est?n a mi servicio habr?an combatido para que yo no fuera entregado a los jud?os. Pero mi reino no es de aqu?”. Pilatos le dijo: “?Entonces t? eres rey? Jes?s respondi?: “T? lo dices: yo soy rey. Para esto he nacido y he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. El que es de la verdad, escucha mi voz”. Pilatos le pregunt?: “?Qu? es la verdad?” Al decir esto, sali? nuevamente a donde estaban los jud?os y les dijo: “Yo no encuentro en ?l ning?n motivo para condenarlo”». Êîíåö îçíàêîìèòåëüíîãî ôðàãìåíòà. Òåêñò ïðåäîñòàâëåí ÎÎÎ «ËèòÐåñ». Ïðî÷èòàéòå ýòó êíèãó öåëèêîì, êóïèâ ïîëíóþ ëåãàëüíóþ âåðñèþ (https://www.litres.ru/pages/biblio_book/?art=57158966&lfrom=688855901) íà ËèòÐåñ. Áåçîïàñíî îïëàòèòü êíèãó ìîæíî áàíêîâñêîé êàðòîé Visa, MasterCard, Maestro, ñî ñ÷åòà ìîáèëüíîãî òåëåôîíà, ñ ïëàòåæíîãî òåðìèíàëà, â ñàëîíå ÌÒÑ èëè Ñâÿçíîé, ÷åðåç PayPal, WebMoney, ßíäåêñ.Äåíüãè, QIWI Êîøåëåê, áîíóñíûìè êàðòàìè èëè äðóãèì óäîáíûì Âàì ñïîñîáîì. notes 1 Pietro Citati, La luz de la noche: Los grandes mitos en la historia del mundo. 2 Los primeros tres mandamientos se refieren a la actitud del hombre hacia Dios. 3 El precepto de odiar al enemigo no aparece en el Antiguo Testamento, al menos tal cual. Tal vez sea una remisi?n de Jes?s al citado salmo 139, 21, expresado de una forma fuerte, en contraposici?n a su orden muy fuerte de amar al enemigo. 4 Mt 5, 43-45: Aqu? queda claro que, seg?n Jes?s, la justicia divina no est? en este mundo, lugar de la libertad del hombre de amar y de odiar, es decir, de seguir o no la voluntad del Padre del Cielo. Por tanto, no tiene sentido para un cristiano sorprenderse ante Dios porque a menudo los malvados triunfan y los justos son humillados. Pero todo cristiano ha recibido de Jes?s la orden precisa de buscar la justicia en esta tierra y debe obedecerla, aunque nunca ser? posible conseguir un mundo perfecto, debido precisamente a la libertad dada al hombre para pecar, en su d?bil carnalidad (por cierto, este es el tema de fondo de mi novela hist?rica El juez y las brujas, Tektime, 2017). Por otro lado, el mismo Cristo, justo perfecto que ha predicado el amor y la justicia absoluta, sufre la suerte de la cruz: sin Resurrecci?n, el mundo del hombre no tendr?a sentido. He tratado el argumento de la Resurrecci?n en La vita eterna, saggio sull’immortalit? tra Dio e l’uomo, Prospettiva Editrice, 2003. 5 Lc 6, 27-28. 6 «Durante los primeros siglos de la era cristiana, la asamblea de los cristianos a la que, con Cristo al frente, se le suele llamar Iglesia, combate el absolutismo del estado romano, rechazando que la persona se defina por su dimensi?n p?blica. Pero est? claro que tampoco en ese tiempo los cristianos rechazaban la autoridad estatal. La convivencia civil es para ellos algo natural: es necesario que la sociedad est? organizada, pero quien la manda no debe pretender, como hace el emperador, tener un poder absoluto, sin l?mites trascendentes. Es muy significativo que, entre 124 y 177, un grupo de cristianos, llamados los apologistas, Cuadrado, Ar?stides, Justino, Aten?goras o Melit?n y desde 180 hasta los primeros a?os del siglo III, Te?filo, Tertuliano o Minucio F?lix, escriba, con algunos dirigi?ndose directamente a los emperadores, pidieron valerosamente libertad para los individuos y para el pueblo y, en particular, la exenci?n de la obligaci?n del culto al dios-emperador: es la idea de una sociedad, organizada, s?, pero que consiente la libertad de pensamiento y de expresi?n. Todos estos escritores no solo se esfuerzan por responder punto por punto a las cr?ticas de los paganos, sino incluso por presentar, con muchos a?os de anticipaci?n de lo que ocurrir? con el emperador Constantino, al cristianismo como garante religioso de la unidad del imperio. Sin embargo, se puede anticipar que, si bien hacia el inicio del siglo IV el imperio se hizo cristiano, el absolutismo no va a caer, sino que va a usar al cristianismo como ideolog?a para reforzar su imperio. Tambi?n los emperadores cristianos, sobre todo los del Oriente, tienden a darse un valor absoluto, contra las posturas de los cristianos que defienden la libertad de la conciencia personal. Tendr? que producirse la ca?da del Imperio de Occidente para que el pensamiento humanista cristiano se imponga completamente. El hombre para los cristianos es persona en cuanto hijo del Creador y no porque tenga cierta posici?n social bajo un poder, privado del l?mite de Dios: el poder pol?tico es para el hombre, no el hombre para el poder. Jes?s dijo: “Quien quiera ser rey, que sirva a los dem?s”. El desaparecido mundo grecorromano, a pesar de que muchos hoy lo idealizan en este sentido, no resultaba dar al individuo su verdadero valor. Esta cultura, permeada de filosof?a griega, separaba la b?squeda de Dios de la historia, e incluso consideraba a la historia, la sociedad, la materia, indignas de Dios y de la chispa divina presente en el hombre. La Iglesia, desde el principio, act?a en el tiempo de la sociedad, donde la persona, ya aqu?, experimenta a Dios, seg?n la Palabra encarnada en la historia en lo que San Pablo llama la plenitud de los tiempos: Dios ha revelado, encarn?ndose, la tarea y el Fin ?ltimo (el propio Dios) del ser humano (…) Desde los primeros tiempos de la Iglesia, a partir del ejemplo de Cristo, trata de construir, en la medida de lo posible, un mundo mejor. Todo verdadero cristiano ejercita una completa humanidad en sus relaciones con otros, eligiendo construir el bien seg?n su propia buena conciencia. En el mundo grecorromano solo unos pocos elegidos esperaban, con ayuda de la filosof?a, elevarse al Ser, huyendo de la despreciada materia. Para los dem?s, la vida estaba condicionada por poderes innumerables y caprichosos, dioses y demonios, tir?nicos, como el poder pol?tico. Con el cristianismo, que afirma que Dios ama a todos y quiere salvar a todos los que lo deseen, que la vida en el mundo visible es un bien, porque es una prueba libre de elevaci?n a Dios, la magia se pulveriza y entran en todos, no solo en unos pocos elegidos, el principio de lo sagrado y la Esperanza. Desaparece el ciego destino. Finalmente, la posici?n del hombre sobre la tierra tiene sentido para cada uno, las buenas obras sirven para sublimar para el Fin ?ltimo, la alegr?a en Dios, alegr?a que en parte ya est? aqu? si se act?a de buena fe: es algo felizmente nuevo, antes inesperado. Ha nacido el concepto cristiano de persona. Esta palabra indicaba hasta entonces, en sentido estricto, la m?scara del actor y hoy podr?amos decir sociol?gicamente que el papel social: en un extremo del elenco el dios-emperador, en el otro, el esclavo y en medio diversas posiciones sociales, apreciadas m?s o menos o nada: las personas se estiman o desestiman, no por su valor intr?nseco, sino solo por su papel social. Por ejemplo, si una persona altruista e inteligente ca?a en la esclavitud, a la sociedad no le importaban nada sus cualidades, como mucho las apreciaba el amo porque le serv?a mejor. Con el cristianismo ya no es as?. San Pablo dice claramente que no hay ya griegos ni jud?os, ni libres ni esclavos, ni hombres ni mujeres. No tienen todav?a fuerza pol?tica para abolir la esclavitud, sino que los cristianos son despreciados y perseguidos, pero el principio es muy claro y todo verdadero cristiano trata el esclavo que encuentra como hermano en Dios. En cuanto a las mujeres, San Pablo les pide que no hablen en la asamblea, pero se trata de prudencia, si no de necesidad, porque la sociedad de la ?poca es todav?a tan antifeminista que se arriesgaban a que las asambleas cristianas se vaciaran: la Iglesia, o por mejor decir, su cabeza, Jes?s, quiere que los seres humanos se santifiquen, pero sabe que se dirige a personas normalmente colmadas de defectos y considera, por tanto, la prudencia (?no la vileza!) como una virtud. Por tanto, finalmente, persona significa el sujeto humano que tiene un valor absoluto por ser hijo de Dios, creado a su imagen espiritual sobre el modelo del Ad?n perfecto y hermano Jesucristo. Antes que nada en este mundo est? la persona dotada de conciencia libre y nadie delante de Dios, ni, por tanto, delante de sus hermanos en Cristo es superior a otro: como han evidenciado los historiadores y te?logos m?s atentos, entre ellos Luigi Negri, la humanidad debe al cristianismo este concepto de persona. Para poder elegir el bien, el sujeto humano debe ser libre, sin coacciones por parte de un Estado absoluto, en el sentido de privado del l?mite de Dios y para el que solo cuentan los papeles sociales. Los muchos m?rtires cristianos no aceptan la muerte por fanatismo, sino para testimoniar la libertad de elegir a Dios y rechazar el culto al emperador. Pero Cristo dijo claramente que, en el mundo, y por tanto en la Iglesia, habr? siempre grano y grama. Por tanto, la historia del cristianismo incluir? por dos milenios espl?ndidos ejemplos por una parte y actos negativos, en ciertos casos llegando a la atrocidad, por otra. He escrito ejemplos y actos y, de hecho, es necesario precisar que en el cristianismo el bien y el mal, el grano y la grama, conciernen a la conciencia de la persona y que, por tanto, pueden incluso ejercerse actos da?inos de buena fe. M?s o menos en el segundo milenio, los actos da?inos o incluso atroces, ser?n, como es sabido, cada vez graves y extendidos, hasta la edad barroca y, en algunos lugares, como en Espa?a, llegando hasta la Revoluci?n Francesa. [Extracto del ensayo de Guido Pagliarino, La volont? di coscienza, saggio storico-sociale] 7 Muchos piensan que los testigos de Jehov? son una iglesia cristiana, pero en su momento la Uni?n de las Iglesias Cristianas Evang?licas no quiso admitir a su iglesia en su organizaci?n, porque no la juzgaba cristiana, pues los testigos de Jehov? no creen en la divinidad de Jes?s, aunque lo honren por considerarlo un mandato de Jehov?. Si se les pudiera definir como cristianos, tambi?n lo ser?an los creyentes isl?micos, puesto que tambi?n para ellos Jes?s es un personaje venerado, el profeta que anuncia la venida de Mahoma, pero no es Dios eterno no creado, pero, con raz?n, nadie los llama cristianos. Bueno, al menos para evitar equ?vocos, que se defina como cristiano solo quien crea que Jes?s es tambi?n Dios. No creemos confusiones con los calificativos. 8 Segunda edici?n en italiano, La teologia del XII secolo; Mil?n, Biblioteca di cultura medievale, Jaca Book, 1999. 9 Puede ser interesante saber que los Hechos de los Ap?stoles parecen constituir la segunda parte de una sola obra, de la cual la primera se transmiti? como el Evangelio de San Lucas. Seg?n Luciano Canfora, esta idea no se ve afectada por el hecho de que tengamos un proemio dedicado a un tal Te?filo (tal vez, a?ado, un personaje simb?lico para indicar a cualquier amante de Dios, es decir, cualquier creyente): el proemio al principio de los Hechos de los Ap?stoles, afirma este estudioso, es «seg?n la pr?ctica de la historiograf?a helen?stica (Polibio, Diodoro, etc.), un enlace entre el libro precedente y el siguiente», mientras que «el proemio que leemos al principio del Evangelio de San Lucas (es decir, el primero de los dos libros) se refiere a ambos libros», cfr. Luciano Canfora, Storia della Letteratura greca, pp. 657 y ss. 10 Exactamente de Jn. 18, 31-33 y 37-38. 11 La letra P con la que se designan indica precisamente que se trata de un documento sobre papiro y el n?mero da el orden de descubrimiento. 12 Fuentes: C. P. Thiede y Matthew D’Ancona, Testimone oculare di Ges?; AA.VV., Il Cristianesimo questo sconosciuto; Michel Quesnel, La storia dei Vangeli; y, para la noticia del c?dice relativo a Virgilio, Sebastiano Saglimbeni, «Sulle Bucoliche virgiliane e i luoghi della natura», en la revista Le Muse, 1, 2002, A.G.A.R Editrice. 13 M?s exactamente, para el cristianismo cat?lico, tras el Concilio Vaticano II, ya que hay protestantes que lo niegan, e incluso algunos cat?licos, entre los integristas, que no ven favorablemente este concilio. 14 1 Cor 15, 39-49: al ser parte del Nuevo Testamento, para los creyentes es Palabra de Dios. 15 Hablo m?s a fondo de esto en La vita eterna – Saggio sull’immortalit? tra Dio e l’uomo, Prospettiva Editrice, 2003, escrito en 1998 y ya publicado por m? mismo, por primera vez en e-book MS Reader nel 2001, bajo el t?tulo L’eterno corpo umano. 16 1 Jn 3,2. 17 En conjunto, los libros sagrados hebreos constituyen el Tanak, del que la Tor? es la Ley (los cinco libros del Pentateuco cristiano); los Nevi'im, los Profetas; los Ketuvim, los escritos. En la ?poca de Jes?s, son aceptados sin excepciones los libros de la Tor?, mientras que los dem?s libros son admitidos o no, en todo o en parte, seg?n la corriente religiosa. El canon hebreo solo se fijar? hacia el 85-90 d. de C. por la academia de Iamnia (o Jabn?), entonces dirigida por el rabino fariseo Gamaliel II (nieto del gran Gamaliel I, maestro de Saulo-Pablo antes de su conversi?n). La academia hab?a logrado la direcci?n de juda?smo despu?s de la destrucci?n de Jerusal?n y el templo en el a?o 70 por parte de Roma y el fin del sacerdocio saduceo. 18 Jn 18, 12-24. 19 Lc 13, 10 -17. 20 Se trata de San Juan Bautista, pariente de Jes?s y su precursor, no del ap?stol hom?nimo. 21 Es decir, la «buena nueva» de la salvaci?n eterna. 22 Mc 1, 16-20. 23 Mc 1, 25-27 24 Mt 15, 10-20. 25 Mc 7, 14-23. 26 Se puede suponer que precisamente por ese motivo San Marcos lo presenta cuando se enoja en una situaci?n que no parece irritante a primera vista: cuando en el cap?tulo 1, vers?culos 40-45, encuentra al leproso y lo cura, encontramos: «Jes?s, conmovido» (pero, en algunos manuscritos m?s antiguos y, por tanto, cabe suponer que m?s fieles a la predicaci?n apost?lica, est? escrito «Jes?s se irrit?») «extendi? la mano y lo toc?, diciendo: “Sea, queda sano”» (Mc 1, 41). Despu?s, en el vers?culo 43 leemos: «advirti?ndole severamente» (en otros manuscritos dice «habl?ndole con mucha dureza» o «se enfad?») «Lo despidi? y le dijo: “No le digas nada a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificaci?n la ofrenda que orden? Mois?s, para que les sirva de testimonio”» El Jes?s de Marcos es aquel que solo con querer puede, por gracia divina inmediata, pero se presenta en cada ocasi?n, como hemos dicho, con su humanidad concreta y al ver a esa persona que sufre, espont?nea e inmediatamente la ayuda, pero, a la vez, se da cuenta de que est? actuando contra las normas de la pureza y de que se est? arriesgando: haber quebrantado la ley podr?a obstaculizar gravemente su misi?n. Por eso se preocupa. Incluso con dureza, como si estuviera adem?s enfadado, hace que el leproso le obedezca al ordenarle que calle y haga que lo vean los sacerdotes como prescribe la ley y tambi?n para que el sanado, por supuesto, pueda volver a moverse de nuevo libremente, pero asimismo con el objetivo de no dar pretextos a sus adversarios. In?tilmente, porque seguir?n pronto nuevos enfrentamientos con los jefes de Israel, como se refiere en el cap?tulo 2 del mismo Evangelio. 27 Mc 2, 5. 28 Mc 2, 15-16. 29 Mc 2, 17. 30 Mc 2, 18-22. 31 Son aceptados por los cristianos cat?licos, pero rechazados, no solo por hebreos, sino tambi?n por los cristianos protestantes. 32 Al principio, hab?a sido bastante abusivo con los tributos. Eso produjo descontento al pueblo. Temiendo una rebeli?n, Herodes el Grande hab?a entonces disminuido los impuestos en un tercio. A continuaci?n, para granjearse el favor de sus s?bditos, hab?a reconstruido, magn?fico, el templo de Jerusal?n, afirmando que los impuestos serv?an para ese fin. Adem?s, con el fin de resarcirse, al menos en parte, hab?a saqueado la riqu?sima tumba de David. 33 Mc 15, 7. 34 Lc 23, 19. 35 Es curioso saber que, bas?ndose en algunos textos antiguos, su nombre completo es Joshua Bar'abb?, que es en espa?ol Jes?s (o Josu?), hijo del padre (o, mejor dicho, del pap?). Se puede suponer que se llamaba hijos del padre, de un padre, a los hijos ileg?timos. La omisi?n del nombre de Jes?s, por otro lado muy com?n entre los hebreos, por parte de sucesivos copistas puede haber tenido el fin de no escandalizar provocando una combinaci?n insolente y una iron?a involuntaria, dado que el Hijo del Padre por excelencia es Jesucristo. A prop?sito de la famos?sima liberaci?n de Barrab?s por parte del gobernador a solicitud del pueblo, de la cual solo habla el Evangelio, y suponiendo que fuera hist?rica y no solo simb?lica, teniendo en cuenta la pol?tica y la personalidad de Pilatos, se puede suponer, aunque no haya documentos, que cuando libera a este peligroso l?der zelota, lo hace sabiendo ya c?mo volver a capturarlo o incluso que, para no crear posteriores des?rdenes, el gobernador lo hace seguir y matar secretamente por sicarios. 36 Lc 22, 63-65. 37 Mt 26, 61. 38 Mc 14, 57-59. 39 Mc 14, 60 y ss. y Mt 26, 62 y ss. 40 Mc 13, 2. 41 Mt 24, 2. 42 Lc 21, 6. 43 Jn 2, 19. 44 Mc 14, 62. 45 Mt, 26, 63. 46 Cita sintetizado el Salmo 110, 1: « Dijo el Se?or a mi Se?or: / “Si?ntate a mi derecha, / mientras yo pongo a tus enemigos / como estrado de tus pies”» y la profec?a de Daniel 7, 13-14: « Yo estaba mirando, en las visiones nocturnas / y vi que ven?a sobre las nubes del cielo / como un Hijo de hombre / ?l avanz? hacia el Anciano y lo hicieron acercar hasta ?l / Y le fue dado el dominio, la gloria y el reino / y lo sirvieron todos los pueblos, naciones y lenguas. / Su dominio es un dominio eterno / que no pasar?, y su reino no ser? destruido nunca». 47 Lc 22, 67-70. 48 Mt 26, 65-68. 49 Salvo en lo que se refiere a la lapidaci?n de ad?lteras, que se trata como un asunto privado que a los invasores no parece interesarles. 50 Jn 18, 28-38.
Íàø ëèòåðàòóðíûé æóðíàë Ëó÷øåå ìåñòî äëÿ ðàçìåùåíèÿ ñâîèõ ïðîèçâåäåíèé ìîëîäûìè àâòîðàìè, ïîýòàìè; äëÿ ðåàëèçàöèè ñâîèõ òâîð÷åñêèõ èäåé è äëÿ òîãî, ÷òîáû âàøè ïðîèçâåäåíèÿ ñòàëè ïîïóëÿðíûìè è ÷èòàåìûìè. Åñëè âû, íåèçâåñòíûé ñîâðåìåííûé ïîýò èëè çàèíòåðåñîâàííûé ÷èòàòåëü - Âàñ æä¸ò íàø ëèòåðàòóðíûé æóðíàë.