У Есенина – береза! У меня их – рощица! Пробудились ото сна Милые притворщицы. Тонкостволые подружки – Девы говорливые. Водят в белых сарафанах Хороводы дивные. Задевают веточками Всех, кто с ними шепчется. На ветру их ленточки Да сережки треплются. Терпкие, смолистые Почки зреют в косоньках. В островках-проталинках Ножки стынут босоньки. Вдр

Como Besar A Una Debutante

Como Besar A Una Debutante Dawn Brower Un encuentro fortuito en un tren llevar? a dos personas a encontrar el amor cuando menos se lo esperaban, durante las Navidades… Aletha Dewitt tiene una vida de ensue?o. O al menos eso parece desde afuera. S?, tiene lo que todo el mundo sentir?a respeto. Tiene m?s ideas y ambici?n que su hermano pueda tener, pero los hombres de su familia son demasiado anticuados para darse cuenta. Nada ir? como tiene pensado, ni el amor. Rafael, el Conte Leone est? de viaje para asistir a la boda de uno de sus mejores amigos. Nunca imaginar?a que encontrar?a a la mujer de sus sue?os en un tren, pero har? todo lo imposible para ganarse su coraz?n. La barrera est? alta y no tiene intenci?n de perder… Convencer a la dama que desea pasar su vida junto a ella resultar? m?s dif?cil de lo que cre?a. Con las Navidades a la vuelta de la esquina los milagros pueden ocurrir y tanto Rafael como Aletha se preguntan si la magia real es el amor. Dawn Brower C?mo besar a una debutante: Marsden Descendants Libro Cuatro C?MO BESAR A UNA DEBUTANTE MARSDEN DESCENDANTS LIBRO CUATRO DAWN BROWER Traducido por OLARIA JORDI C?mo besar a un debutante Copyright © 2019 por Dawn Brower Todos los derechos reservados. Portada de Victoria Miller (https://victoriamillerartist.com/) Ninguna parte de este libro puede ser reproducida de ninguna forma tanto electr?nica como mec?nicamente, incluyendo informaci?n almacenada en sistemas, sin el permiso por escrito del autor, a excepci?n de citas cortas para rese?as del libro. Publicado por Tektime CAP?TULO UNO Noviembre 1922 Aletha Dewitt le ajust? a ?l su abrigo mientras caminaba hacia la oficina central de Carter Candy. Su abuelo materno era el due?o y CEO de una multinacional. Su madre, Esther Carter Dewitt, su ?nica heredera. El abuelo, Philip Carter, proven?a de una familia de patriotas que consideraban que el lugar de toda mujer era al lado de su marido o en casa cuidando de los hijos. Puesto que su madre era la hija ?nica del abuelo de Aletha, Esther jam?s tendr?a el control de la compa??a. El control ir?a o bien al padre de Aletha o a su hermano, Christian Dewitt. Su madre jam?s mostr? inter?s por la empresa… lo que hizo que no la entendiera en absoluto. El padre de Aletha, Thomas Dewitt, estaba ocupado con su propia empresa familiar. Seguramente dejar?a en herencia la Carter Candy a Christian. No importaba que su padre estuviera preparando a Christian para hacerse cargo de la empresa Dewitt. Su padre se parec?a mucho a su abuelo. Nunca la considerar?a para un cargo en los negocios. Por eso Aletha esperaba cambiar la opini?n de su abuelo acerca de que una mujer se involucrara en los negocios. Se dirigi? hacia las escaleras. Se hab?a instalado un ascensor en el edificio, pero Aletha en aquel espacio cerrado se sent?a… inc?moda. Hab?a algo que parec?a un poco inseguro en esos artilugios. Le tomar?a mucho confiar en ellos. Adem?s el edificio de su abuelo ten?a solo tres pisos. No llevar?a mucho tiempo subir hasta el ?ltimo donde se encontraba su oficina. Aletha estaba sin aliento cuando lleg? al piso superior. Por lo general, no se esforzaba tanto. Se tom? un minuto para recuperar el aliento y luego pas? las manos por la falda. No ser?a bueno acercarse a su abuelo en ese estado. Sus fuertes opiniones tambi?n incluyeron un aspecto descuidado. Casi pod?a escucharlo en su cabeza. “Las se?oritas no salen en p?blico con ropa gastada o arrugada. Muestra falta de clase el ser vista de una manera descuidada” No se lo pod?a creer. La perspectiva anticuada de su abuelo en todo era el mayor problema. Convencerlo de arriesgarse con ella, una mujer humildemente ignorante, ser?a dif?cil en el mejor de los casos. Quiz?s estaba poniendo sus esperanzas y sue?os en algo que ser?a imposible hacer realidad. Aletha tuvo que, por lo menos, intentarlo. –Estoy lista —dijo a si misma. Si segu?a dici?ndose eso a s? misma, quiz?s tambi?n lo estar?a. Fue a la oficina de su abuelo. La puerta estaba abierta. Eso har?a esto un poco m?s f?cil. Aletha levant? la mano y la golpe? contra el marco de la puerta. Su abuelo levant? la vista y encontr? su mirada. Ten?a el cabello plateado mezclado con gotas de blanco. La apariencia era como de seda plateada espolvoreada por nieve. Sus ojos eran de un azul hielo que combinaban con sus cerraduras heladas. Phillip Carter podr?a congelar a cualquiera con simplemente su mirada. Esta no se calent? cuando la vio en la puerta. Nadie estaba a salvo de su actitud g?lida, especialmente su familia. Se neg? a ser blando. De alguna manera, Aletha lo respetaba por eso, pero sobre todo deseaba tener un abuelo atento. –Hola abuelo —dijo antes de entrar a la oficina. Los nervios la atravesaron cuando ?l no se dign? saludarla. Continu? mir?ndola como si esperara algo de ella, pero no sab?a qu?. El impulso de balbucear la saci?. Sin embargo, ella no ceder?a. Si lo hiciera, solo le mostrar?a a su abuelo lo acertado que era al descartarla como alguien inferior a ?l. En su lugar decidi? entrar lentamente en la habitaci?n manteniendo la espalda recta. No le mostrar?a ninguna debilidad. Finalmente dej? su bol?grafo y suspir?. —?Qu? pasa ahora, Aletha? ?Por qu? supuso al acto que… Ella sacudi? ese pensamiento antes de que se formara por completo en su cabeza. –Me gustar?a discutir mi futuro contigo. ?l levant? una ceja. —No pens? que hubiera mucho que discutir. Encontrar?s sangre azul para casarte, tener un hijo o dos, tal vez ser parte de una organizaci?n ben?fica o dos. ?Qu? hay que discutir? Ella volte? sus ojos. –Qu? anticuado suena esto—dijo jocosamente. Le parec?a todo muy absurdo—. Pens? que podr?a contribuir un poco m?s que a traer hijos al mundo. ?C?mo ten?a pensado que ser?a su vida? –?Qu? m?s puedo hacer? —pregunt? encogi?ndose de hombros—. Es tu destino en la vida. –Este no es un abuelo moderno. Las mujeres tienen m?s derechos, m?s que en el pasado. La decimonovena enmienda garantiz? eso. Me gustar?a pensar que muestra que una mujer vale m?s que su capacidad para tener hijos. Hubo muchas mujeres que lucharon por el derecho al voto. Para tomar el control de sus vidas. –No entiendo qu? tiene que ver esto con tu futuro —respondi? su abuelo. Ten?a un tono arrogante en su voz—. Ese tipo de cosas es para otras mujeres. Eres un debutante. La sociedad tiene diferentes expectativas para ti. Ella levant? las manos con frustraci?n. –Ese es el tipo de actitud contra la que lucharon en cada paso de la conversaci?n. Quiero tener la oportunidad de demostrar que soy m?s que una cara bonita con una dote considerable para ofrecer. –?Por qu? molestarse? —cogi? su bol?grafo y comenz? a escribir. Su abuelo claramente no estaba de humor para continuar esta discusi?n—. Al final, terminar?s casada y tendr?s hijos para ocupar tu tiempo. Para eso es mejor una mujer. Aletha estaba cansada de escuchar esa pat?tica excusa. Ella dej? escapar un suspiro y rez? por paciencia. No era nada nuevo. Ella podr?a manejarlo. Ella lo manejar?a. —Tengo una propuesta. Me gustar?a que lo consideraras. –No tengo tiempo para esto —dijo en un intento de despedirla. –Abuelo —dijo bruscamente—. Escucha lo que tengo que decir hasta el final. Si entonces crees que no funcionar?, me ir? y nunca m?s volveremos a discutirlo. Solt? un suspiro de disgusto. –Ning?n problema. Escuchar? pero no te prometo nada. Por supuesto que no lo har?a. —No espero menos de ti. –Ni?a, deja de hacerme perder tiempo. Tengo un trabajo importante que terminar. Di lo que tengas que decir y luego vete. –Tengo ideas que podr?an contribuir a esta empresa. Dame una oportunidad para demostrarte que tengo buen sentido comercial. Si fracaso… –Si cometes un error, perderemos dinero —la interrumpi?. –Este no es un riesgo que vaya a tomar. Quiso pisotearlo y gritarlo. ?Por qu? no le quer?an dar una oportunidad? Si fuera Christian, seguro que le dir?a lo maravillosa que es su idea. –Creo que podemos expandir la compa??a a Inglaterra. Ella continuar?a con su propuesta y ?l la escuchar?a. –En lugar de enviar los dulces en vapores y perder algo de frescura, podemos fabricarlos all?. El costo… –Ser?a astron?mico —dijo—. Necesitar?amos una nueva f?brica, equipos, empleados… Probablemente nos llevar?a meses, tal vez a?os, obtener una ganancia. –Pero una vez que lo hici?ramos, ser?a bueno. Es un riesgo que creo pondr?a a Carter Candy Company por encima de cualquier otro fabricante. Por favor, d?jelo ver c?mo podr?a funcionar. –No digo que sea una buena idea —comenz?— pero estoy dispuesto a considerarlo. Vas a ir con tu familia a esa boda. Mientras est?s all?, explorar?s posibles ubicaciones. Re?nete con el abogado y descubre qu? se necesitar?a hacer para que funcione. Esta es solo una idea sin nada que lo respalde. Necesito m?s informaci?n antes de poder considerarla. Aletha casi salt? de alegr?a. Sin embargo, ella no mostrar?a ninguna emoci?n. –Yo puedo hacer eso. —Ahora vete —dijo mientras agitaba su mano hacia ella—. Ya has interrumpido mi d?a lo suficiente. Ella no se molest? en responder a su comentario. Le estaba dando la oportunidad de demostrarle que podr?a ser una ventaja para la empresa. Se asegurar?a de que ?l la viera por algo m?s que su g?nero. Dos d?as despu?s… Aletha cerr? la tapa de su ba?l y puso el seguro. Part?an ma?ana por la ma?ana para viajar a Inglaterra para la boda de William Collins y Victoria Grant. Ella todav?a no entend?a por qu? decidieron casarse en Navidad y en Inglaterra. William Collins era un estadounidense que viv?a en una plantaci?n en Carolina del Sur. No iba a mudarse a Inglaterra aunque su futura esposa viniera de all?. –?Tienes todo listo? Aletha mir? por encima del hombro a su madre. –S?. —Bien —dijo Esther Carter Dewitt—. Ahora baja a la sala de estar. Hay algunas cosas que debemos discutir. Aletha gimi?. Ella conoc?a ese tono. Su madre ten?a una conferencia planeada para ella. Ten?a la sensaci?n de que ten?a algo que ver con su visita a la Carter Candy Company. –Pronto bajar?. —No —dijo su madre—. Vendr?s ahora. No hab?a parada para su madre. Aletha suspir? y dio un paso atr?s de su madre. Baj? las escaleras y luego entr? en la sala de estar. Una criada se detuvo frente a un carrito de t?. –Eso ser? todo Matilda. Vamos a servir nuestro propio t?. Su madre agit? su mano despectivamente. Aletha, p?rtate bien. Por supuesto, su madre no lo har?a ella misma. Ella no hizo nada por s? misma si pod?a evitarlo. Aletha fue al carrito y sirvi? t?. Dej? caer un terr?n de az?car en una taza y se la entreg? a su madre, luego fue a preparar la suya. Puso un poco de leche en su t? y luego se sent? en el sof?. Tom? un sorbo y esper? a que su madre hablara. –Tu abuelo dijo no se qu? por la ma?ana. Mencion? algunas tonter?as acerca de que quieres tomar un papel activo en la empresa —su madre sorbi? su t?—. Seguramente est? equivocado. ?Por qu? querr?as hacer algo que suelen hacerlo los hombres? Deber?a haber sabido que su madre no querr?a que trabajara. –Me gusta —ella sorbi? su t?. El abuelo acept? darme una oportunidad—. No voy a desperdiciarlo. –Me gustar?a que reconsideraras —su madre la inmoviliz? con los ojos—. Esto no se hace en nuestra familia. –Nada de lo que tengas que decir va a cambiar su opini?n —ella peg? una sonrisa en su rostro—. Esto es lo que quiero. Su madre apret? los labios con disgusto. —Bueno. No discutir? contigo sobre eso. Es poco probable que vaya a ning?n lado. Tu abuelo no es del tipo que permite que una mujer trabaje en su empresa. Estoy seguro de que solo te est? humillando. Aletha tem?a que tuviera raz?n, pero a?n ten?a que intentarlo. Ten?a que haber una manera de hacerle ver lo importante que era ella. Tal vez ella podr?a organizar algo extra especial para la boda. Habr? muchos invitados importantes all?. William Collins estaba conectado con la alta sociedad de Inglaterra. Ten?a miembros de la familia unidos a los duques. Ten?a que haber una manera de asombrarlos. –De cualquier manera voy a ver esto —dijo—. Me alegra que no te interpongas en mi camino. –No s? d?nde encontrar?s el tiempo. Es Navidad y tenemos una boda. No habr? mucho tiempo para que trabajes en esto mientras estemos all?. Ella ten?a raz?n. No habr?a mucho tiempo antes de la celebraci?n. Pero Aletha lo resolver?a todo. Donde hay voluntad hay un camino. Todav?a no hab?a terminado todas sus compras navide?as. Afortunadamente hab?a algunas tiendas maravillosas en Inglaterra. Termin? su t? y dej? la taza. –Si me disculpas madre. Hay algo que necesito investigar antes de irnos. Ten?a una idea para la boda, pero no estaba segura de que fuera posible. La f?brica tendr?a que trabajar horas extras para hacer lo que ten?a en mente. Sin embargo, si pudiera lograrlo… esto ser?a lo perfecto para la recepci?n de la boda. Ser?a algo que los invitados nunca olvidar?an… CAP?TULO DOS Una semana m?s tarde… El sol estaba alto en el cielo, pero hab?a un fr?o distintivo en el aire. Aletha se estremeci? cuando una brisa fr?a la envolvi?. Ella camin? hacia la pasarela para poder salir del barco de vapor. El trayecto por el Atl?ntico se hab?a retrasado un poco al encontrearse con una tormenta. Por unos momentos terror?ficos temi? no poder llegar a Inglaterra… Despu?s del desastre del Titanic, no dio nada por sentado cuando viajaba por el oc?ano. Su barco de vapor lleg? a un puerto de la costa en Bristol. Su familia iba a tomar un tren a Londres para ir de compras antes de la boda. Ten?a planeado un viaje para visitar algunos lugares potenciales para la ubicaci?n en ingl?s de Carter Candy Company. Hab?a conectado antes de irse para tener un autocar preparado para ella. Tener un mont?n de dinero disponible allan? el camino… Muy bien, ayud? la mayor?a de las veces. –Cargue mis ba?les en la parte trasera del auto —le orden? a un sirviente—. El resto ser? transportado a la estaci?n de tren con mi familia. Aletha se puso los guantes. Afortunadamente, ella hab?a aprendido a conducir para poder hacer lo que ten?a que hacer. Su madre se horroriz? cuando Aletha tom? lecciones. Deber?a hacer sus mandados en unas pocas horas y luego podr?a relajarse en el hotel que reserv? para pasar la noche. Ma?ana tomar?a el primer tren a Londres. La boda fue en unos d?as, por lo que no pod?a perder el tiempo en Bristol. Entr? en el auto y lo encendi?. Afortunadamente, result? en el primer intento. Aletha alej? el auto del puerto y se dirigi? por la carretera. Las instrucciones que recibi? no eran cr?pticas, pero aun as?, esperaba no lograr perderse. Odiaba cuando no pod?a cumplir con una cita programada. Unos quince minutos despu?s estacion? el auto cerca de una f?brica. Sali? del auto y camin? alrededor del edificio. Lo hab?an cerrado y abandonado antes del comienzo de la Gran Guerra en 1914. No mir? en su interior, pero el exterior del edificio parec?a seguro. El techo necesitaba algo de trabajo, y algunas de las ventanas reparaci?n, pero el resto estaba en ?ptimas condiciones. –?Se?orita Dewitt? —pregunt? un hombre. Ella se gir? para encontrarse con su mirada. Ten?a el pelo casta?o y unos ojos marrones aburridos y poco interesantes. No hab?a casi nada notable en ?l. Probablemente se olvidar?a de ?l si se lo encontrara en cualquier otra situaci?n. Aletha se sinti? un poco mal por ese hecho. No not? a nadie a menos que tuviera una raz?n para hacerlo. –?Se?or Baldwin? –S? —dijo asintiendo con entusiasmo—. Lamento haberte hecho esperar. Me llev? m?s tiempo llegar aqu? de lo que originalmente pretend?a. ?Deseas ver el interior del edificio? Aletha no podr?a tener una buena idea sobre el edificio sin examinar todos los aspectos del mismo. Ella asinti?. —S?, por favor. –S?gueme —dijo el Sr. Baldwin haciendo un gesto hacia una puerta. Sac? una llave y la abri?, crujiendo. El Sr. Baldwin entr? y Aletha entr? detr?s de ?l—. Como puede ver, el edificio ha estado vac?o durante alg?n tiempo. –Ya veo —dijo Aletha pasando el dedo por el marco de la ventana. El polvo se pos? en la punta de su dedo al instante—. Pero parece que sigue teniendo buena la estructura. Se volvi? hacia el se?or Baldwin. —?El propietario est? dispuesto a venderlo? –S?, de hecho —dijo— ya no desean aferrarse a la propiedad. Dio un paseo por el edificio y examin? cada cent?metro del mismo. El edificio funcionar?a para lo que ten?a en mente como sucursal inglesa de Carter Candy Company. Ella no quer?a extender demasiado su mano. No pod?a aprobar la venta sin la aprobaci?n de su abuelo. Ella le enviar?a la informaci?n y esperar?a a que ?l tomara una decisi?n. Eso es todo lo que pod?a hacer por el momento. Aletha se volvi? hacia ?l. —Todav?a hay varias otras propiedades que necesito visitar. Despu?s de que termine de revisarlos, me comunicar? contigo. –Debo advertirle que hay otras personas interesadas en la propiedad. No esperar?a demasiado para tomar una decisi?n. –Lo tendr? en cuenta —dijo—. Si esperamos demasiado y perdemos la oportunidad de comprar la propiedad, entonces no ser? nada bueno para nosotros. Ella camin? hacia la puerta y sali? del edificio. —Gracias por su ayuda hoy, Sr. Baldwin. –Ha sido un placer —se inclin?—. Espero hablar contigo de nuevo. –Tratar? de no hacerte esperar mucho. Ella le sonri? y luego se apart?. Hab?a algo en ?l que no le gustaba. Tal vez fue su sencillez o tal vez ella era demasiado cr?tica. Aletha no estaba segura. Ella solo sab?a que quer?a poner algo de distancia entre ellos lo m?s r?pido posible. Aletha se subi? a su autocar y encendi? el motor, luego se alej? del edificio. Habr?a alguien esper?ndola cerca de la estaci?n de tren para quitarle el veh?culo por la ma?ana. Le enviar?a un telegrama a su abuelo y luego ir?a al hotel. Quiz?s cenar temprano y pasar la noche leyendo en su habitaci?n. Ella no ten?a ganas de socializar. ?Adem?s de qu? compa??a se podr?a tener en una posada pintoresca? Puso el auto en el estacionamiento y entr? para enviar su telegrama. Cuando termin? con eso, condujo hasta el hotel y le entreg? las llaves a un ayudante de c?mara. Sus quehaceres hab?an terminado y, con suerte, hab?a dado el primer paso para demostrarle a su abuelo que pod?a ser una ventaja para la empresa. Despu?s de registrarse, fue a su habitaci?n. Su ba?l ya la estaba esperando all?. El servicio de aquel hotel era bueno. Se acomod? en la cama y cerr? los ojos. Hab?a sido un d?a largo y el viaje acababa de comenzar… Rafael, Conte Leone pase? por el and?n de la estaci?n de tren. Hab?a tenido negocios en Bristol que no hab?an salido como esperaba. La noche en el hotel no hab?a sido mucho mejor. Era hora de ir a Londres. No pudo postergarlo m?s. Uno de sus amigos m?s cercanos, William Collins se iba a casar y no lo echar?a de menos por nada. William depend?a de ?l para estar all? y no lo decepcionar?a. El tren silb? a lo lejos. Pronto llegar?a a la estaci?n y luego podr?a abordar. El viaje de Bristol a Londres no deber?a tomar mucho tiempo, pero ?l quer?a seguir su camino. No le importaban las bodas. Hac?an que cualquier caballero soltero se sintiera inc?modo y todas las mujeres solteras ansiaban una boda propia. No estaba particularmente ansioso por ese aspecto de las festividades. Se apoy? contra un poste cercano y cerr? los ojos. Rafael quer?a irse a casa. Sus responsabilidades en Inglaterra lo dejaron amargado. Su madre, Lady Pearla Montgomery Leone ten?a muchas propiedades que necesitaban atenci?n en Inglaterra. Su padre, Damian, Marchese d’Bari, ten?a demasiados deberes en Italia para cuidar su propiedad. Muchas de las propiedades de su madre eran parte de las dotes de la hermana de Rafael, Sof?a y Gabrielle. Hasta el momento ninguno de los dos se hab?a casado. No pod?a culparlos. El matrimonio era un lazo alrededor del cuello, uno en el que no ten?a intenci?n de pisar voluntariamente. El tren se detuvo ante la plataforma. El vapor ondulaba a su alrededor. Rafe sac? su reloj y abri? la tapa. Hasta ahora todo parec?a estar a tiempo. Los pasajeros desembarcaron del tren y se apresuraron a donde sea que se dirig?an. Golpe? su pie impacientemente mientras esperaba que llamaran a todos a bordo. Algo llam? su atenci?n por el rabillo del ojo. Un destello verde… Se volvi? para ver de qu? se trataba, pero para empezar hab?a desaparecido, quiz?s nunca hab?a estado all?. Los minutos pasaron mientras esperaba. Se mov?an a paso de tortuga. Los har?a moverse m?s r?pido si tuviera la habilidad. Otro silbido reson? a su alrededor y finalmente el anuncio que hab?a estado esperando. –Todos a bordo —bram? un hombre y el sonido reverber? a su alrededor. Rafe recogi? su cartera solitaria y camin? hacia el tren. Le entreg? al trabajador su boleto y se dirigi? hacia la secci?n de primera clase del tren. No se hab?a molestado con el auto de su familia en este viaje. No era necesario para algo tan r?pido e inocuo. Si hubiera planeado viajar mucho, se lo habr?a sacado cuando saliera de Londres a principios de semana. Aunque el viaje ser?a r?pido, Rafe estaba cansado. Lament? su decisi?n de no tomar el tren. Si lo hubiera hecho, podr?a descansar para el r?pido viaje de regreso a Londres. Se apresur? a pasar a otros pasajeros y atraves? el vag?n hasta que encontr? su asiento. Empuj? su cartera debajo de su asiento y se dej? caer. Al menos ten?a un asiento junto a la ventana. Pod?a recostar su cabeza contra ella y cerrar los ojos un poco. Si tuviera suerte, podr?a ahogar los sonidos a su alrededor y fingir que estaba solo. Rafe odiaba a las multitudes. No le gustaban tanto las personas en general. –Perd?n —dijo una se?ora interrumpiendo su depresi?n. ?Puedo molestarte por algo de ayuda? Estoy teniendo dificultades con mi bolso. Permiti? que sus p?rpados se abrieran y apenas contuvo el aliento. El acento de la mujer dec?a que era estadounidense, como William, pero no de la misma regi?n que su amigo. No hab?a querido tratar con ella, pero sus modales estaban demasiado arraigados para ignorarla por completo. Ahora estaba contento de que su madre los hubiera perforado en ?l cuando era ni?o. La mujer ante ?l era positivamente encantadora. Ten?a el pelo rubio oscuro resaltado con bronce y oro. Sus ojos eran tan azul oscuro que casi parec?an negros a primera vista. Entonces la luz los golpe? justo cuando brillaban como finos zafiros. Ten?a unos labios perfectos en forma de arco que eran de un rosado encantador. Su rostro ten?a una delicadeza que lo hac?a querer protegerla. Rafe se adelant? y dijo: —?Cu?l parece ser tu dilema? Eso sonaba positivamente est?pido. —Quiero decir, ?en qu? puedo ayudarte? –Eres demasiado amable —dijo dulcemente—. Me temo que mi bolso es demasiado grande para caber debajo de mi asiento correctamente. ?Sabes si vamos a tener otros pasajeros sentados con nosotros? Ech? un vistazo alrededor del compartimento. —No sabr?a decirte. Deber?a haber comprado todo el compartimento y luego podr?a decirle que ser?an solo ellos dos para el viaje a Londres. Aunque si lo hubiera hecho, ella no estar?a sentada con ?l. –Puedes poner tu bolso aqu? junto a la pared. No ser? una molestia. Por lo que a ?l respectaba, nada de ella lo ser?a. –?Estas seguro? —ella mordisque? esos deliciosos labios. Estaba celoso de sus dientes. –Lo estoy —dijo y le sonri?—. Si alguien m?s se sienta aqu?, siempre podemos moverlo. Si lo hacen… Se encogi? de hombros ligeramente. —El viaje a Londres no durar? mucho. Realmente no es una molestia. –Si est?s seguro… –Lo estoy —la tranquiliz?—. Por favor si?ntate. Hizo un gesto hacia los asientos. Ella hizo lo que ?l le indic? y se sent? frente a ?l. Le gustaba tenerla all?. Rafe pod?a mirarla sin tener que disculparse por mirarla. Ella era realmente encantadora. –Perd?name, mi se?ora —dijo—. Me faltan los modales. Mi madre tendr?a mi cabeza si me escuchara. –Tiene modales impecables, se?or… –Rafe —dijo— no seamos formales. No hay mucha diversi?n en eso. Sus labios se inclinaron hacia arriba en una sonrisa desenfrenada. —Debo decirte que no soy una dama. Aunque a mi padre le encantar?a que me casara con la nobleza. –Est?s vestida como una dama —dijo—. Eso es lo suficientemente cerca como para observar las propiedades. –Entonces tendr?amos que volver a las formalidades y eso ser?a una pena… Se lami? los labios de una manera tentadora. Rafe logr? aplastar el gemido antes de que saliera de su garganta. –Me gustar?a que seamos… amigos. Creo que esa es la palabra que estoy buscando. Si queremos ser amigos, puede usar mi nombre de pila y yo puedo usar el suyo. –Eso suena justo —dijo. Rafe quer?a ser m?s que amigo de ella—. Pero primero debes decirme tu nombre para que podamos seguir con esto. –Tienes raz?n, por supuesto —dijo y luego suspir?—. Mi nombre es Aletha. –Es un placer conocerla, se?orita Aletha. –Creo que seremos buenos amigos. Se?or Rafe. Sus labios se torcieron. Quiz?s la corregir?a m?s tarde. Por ahora iba a disfrutar de la pretensi?n… CAP?TULO TRES Aletha no hab?a esperado tener un encuentro con un hombre enigm?tico durante su viaje a Londres, pero estaba eternamente agradecida por ello. Era hermoso con cerraduras oscuras que corr?an hacia el lado largo. Su cabello le rozaba un poco m?s all? del cuello y ten?a una bonita sonrisa. Ella quer?a extender la mano y tocar su cabello para ver si era tan sedoso como aparec?an, pero en su lugar sostuvo sus manos recatadamente en su regazo. Lo ?ltimo que quer?a hacer era asustarlo. No pod?a recordar estar tan enamorada de un hombre. Este ten?a unos ojos deslumbrantes que parec?an m?s plateados que grises. Rafe… Incluso le gust? su nombre. Su acento hizo que sus dedos se curvaran. En resumen, fue decadente. –?Qu? te trae a Inglaterra? —pregunt?. Sus ojos casi parec?an brillar a la luz de la ma?ana. Aletha atenu? un suspiro. Ella no necesitaba ponerse tan so?adora con ?l. Eso podr?a alejarlo por completo de ella. –Una obligaci?n familiar —respondi? ella. Aletha no quer?a discutir la boda con ?l. Este era su momento y quer?a disfrutarlo. Adem?s, solo conoc?a a William Collins. Su hermana era la que se hab?a casado con la familia. Eso no impidi? que sus padres aprovecharan la oportunidad de asistir a la boda y tambi?n se lo ordenaran. Esperaban que ella pudiera encontrarse con un se?or de algo u otro y atraparlo. Habr?a mucha asistencia. –Ah —dijo Rafe, su tono suger?a que entend?a—. Esos pueden ser un poco tediosos. Aunque, a veces, tambi?n es divertido. Tengo algo similar en viaje hacia Londres. Ella levant? los labios. —Espero que lo tuyo sea m?s entretenido. –Estoy seguro de que lo ser? —sus labios se torcieron hacia arriba. Aletha pens? en preguntarle sobre esas ocasiones anteriores, pero decidi? no hacerlo. El pasado no importaba. Lo que hizo fue el aqu? y el ahora. Su tiempo. La primera reuni?n entre los dos y hacia d?nde podr?a conducir. Ella podr?a invitarlo a la boda. A nadie le importar?a. Sus padres… seguro que desean a alguien m?s elevado para ella. Nadie le pregunt? qu? deseaba. Si tuvieran a su abuelo, le habr?a permitido ser parte de la Carter Candy Company hace varios a?os. Incluso ahora no hab?a aceptado nada. Esta era una prueba e incluso si ella lo aprobaba, ?l podr?a pasarla por alto como una empleada potencial solo porque hab?a nacido mujer. Aletha no le dijo a Rafe nada de eso. Le gustaba, pero en realidad no lo conoc?a. Aunque le dio algo de qu? hablar aparte de la boda. Si ?l era como la mayor?a de los hombres conocidos, no ten?a ning?n deseo de establecerse y encontrar una esposa. La mera menci?n de una boda llev? a su hermano a excusarse de la conversaci?n y casi salir corriendo de la habitaci?n. –Eso es bueno. Mucho mejor que inspeccionar propiedades potenciales para negocios desde el tono de su voz. Aunque Aletha disfrutaba mirando el ?ltimo edificio. Hab?a sido estimulante y ella disfrutaba el desaf?o. Ella esperaba que su abuelo fuera razonable… –?Oh? —?l levant? una ceja—. ?Qu? tipo de propiedad estabas mirando? No he tenido el privilegio de tener una conversaci?n con una mujer de negocios antes. Los estadounidenses son muy progresistas. No es tan progresista como le gustar?a… –Uno lo suficientemente grande como para expandir nuestras operaciones a Inglaterra. Lo sabr? cuando lo vea. Tengo un par m?s que necesito visitar antes de regresar a casa. De alguna manera, encontrar?a el tiempo entre las festividades de la boda. –Qu? encantador —dijo. Su tono suger?a que se refer?a a esas palabras tambi?n. Fue bastante refrescante. –Supongo que estabas mirando antes de que parti?ramos. ?Es por eso que estabas all?? Ella sacudi? su cabeza. —Bueno —comenz?—. Parcialmente. Nuestro barco atrac? all? en lugar de Londres. Mi madre odia los muelles de Londres. Ayer me qued? atr?s y vi una propiedad y siguieron adelante para… Aletha casi mencion? la boda, pero se contuvo. Ella no quer?a esperar. Londres la llam? y creo que ella mencion? ir de compras. Eso no fue del todo mentira. Su madre hab?a balbuceado sobre visitar algunas de sus tiendas favoritas. Конец ознакомительного фрагмента. Текст предоставлен ООО «ЛитРес». 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