Êàê ÷àñòî ÿ âèæó êàðòèíêó òàêóþ Âîî÷èþ, èëè îíà òîëüêî ñíèòñÿ: Äâå äåâî÷êè-ãåéøè î ÷¸ì-òî òîëêóþò, Çàáûâ, ÷òî äàâíî èì ïîðà ðàñõîäèòüñÿ. Íà óëèöå ò¸ìíîé âñå äâåðè çàêðûòû. Ëåíèâîå ïëàìÿ â ôîíàðèêå ñîííîì… À äåâî÷êè-ãåéøè êàê áóäòî çàáûòû Äâóìÿ îãîíüêàìè â ïðîñòðàíñòâå áåçäîííîì. Íó ÷òî âàì íå ñïèòñÿ, ïðåêðàñíûå ãåéøè? Âåäü äàæå ñâåð÷êè íåóìîë÷íû

Los Obsidianos

Los Obsidianos Morgan Rice «Un poderoso primer libro de una serie mostrar? una combinaci?n de protagonistas en?rgicos y circunstancias desafiantes para involucrar plenamente no solo a los j?venes adultos, sino a los adultos aficionados a la fantas?a que buscan historias ?picas avivadas por poderosas amistades y adversarios».-- Midwest Book Review (Diane Donovan) (re Un trono para las hermanas)«?La imaginaci?n de Morgan Rice no tiene l?mites!» --Books and Movie Reviews (re Un trono par alas hermanas)De la autora de fantas?a #1 en ventas Morgan Rice llega una nueva serie para j?venes lectores -?y tambi?n para adultos! Los fans de Harry Potter y Percy Jackson ?no busqu?is m?s!En LOS OBSIDIANOS: OLIVER BLUE Y LA ESCUELA DE VIDENTES (LIBRO TRES), Oliver Blue, de 11 a?os, se encuentra de nuevo en la carrera de su vida. Su querida amiga Ester est? muriendo de la enfermedad del viaje en el tiempo, y la ?nica manera de salvarla es arriesgar su vida y viajar atr?s en el tiempo una vez m?s.Esta vez, es a la Italia de los a?os 1400, para visitar a dos personas muy importantes: Leonardo Da Vinci y su rival, Michelangelo. Solo los inventos de Leonardo tienen la respuesta; y solo los cuadros de Michelangelo tienen la clave.Pero los Obsidianos est?n empe?ados en vengarse y Chris est? decidido a no parar hasta acabar con su hermano peque?o.Una novela de fantas?a inspiradora, LOS OBSIDIANOS es el libro#3 en una nueva y fascinante serie llena de magia, amor, humor, desamor, tragedia, destino y una serie de giros sorprendentes. Har? que te enamores de Oliver Blue y no podr?s ir a dormir hasta tarde.?El Libro#4 de la serie pronto estar? disponible!«El principio de algo extraordinario est? aqu?».--San Francisco Book Review (re La senda de los h?roes) LOS O B S I D I A N O S (OLIVER BLUE Y LA ESCUELA DE VIDENTES—LIBRO TRES) MORGAN RICE Morgan Rice Morgan Rice tiene el #1 en ?xito de ventas como el autor m?s exitoso de USA Today con la serie de fantas?a ?pica EL ANILLO DEL HECHICERO, compuesta de diecisiete libros; de la serie #1 en ventas EL DIARIO DEL VAMPIRO, compuesta de doce libros; de la serie #1 en ventas LA TRILOG?A DE SUPERVIVENCIA, novela de suspense post-apocal?ptica compuesta de tres libros; de la serie de fantas?a ?pica REYES Y HECHICEROS, compuesta de seis libros; y de la nueva serie de fantas?a ?pica DE CORONAS Y GLORIA. Los libros de Morgan est?n disponibles en audio y ediciones impresas y las traducciones est?n disponibles en m?s de 25 idiomas. A Morgan le encanta escucharte, as? que, por favor, visita www.morganrice.books (http://www.morganrice.books/) para unirte a la lista de correo, recibir un libro gratuito, recibir regalos, descargar la app gratuita, conocer las ?ltimas noticias, conectarte con Facebook o Twitter ?y seguirla de cerca! Algunas opiniones sobre Morgan Rice «Si pensaba que no quedaba una raz?n para vivir tras el final de la serie EL ANILLO DEL HECHICERO, se equivocaba. En EL DESPERTAR DE LOS DRAGONES Morgan Rice consigue lo que promete ser otra magn?fica serie, que nos sumerge en una fantas?a de trols y dragones, de valent?a, honor, coraje, magia y fe en el destino. Morgan ha conseguido de nuevo producir un conjunto de personajes que nos gustar?n m?s a cada p?gina… Recomendado para la biblioteca habitual de todos los lectores que disfrutan de una novela de fantas?a bien escrita». --Books and Movie Reviews Roberto Mattos «Una novela de fantas?a llena de acci?n que seguro satisfar? a los fans de las anteriores novelas de Morgan Rice, adem?s de a los fans de obras como EL CICLO DEL LEGADO de Christopher Paolini… Los fans de la Ficci?n para J?venes Adultos devorar?n la obra m?s reciente de Rice y pedir?n m?s». --The Wanderer, A Literary Journal (sobre El despertar de los dragones) «Una animada fantas?a que entrelaza elementos de misterio e intriga en su trama. La senda de los h?roes trata sobre la forja del valor y la realizaci?n de un prop?sito en la vida que lleva al crecimiento, a la madurez, a la excelencia… Para aquellos que buscan aventuras fant?sticas sustanciosas, los protagonistas, las estrategias y la acci?n proporcionan un fuerte conjunto de encuentros que se centran en la evoluci?n de Thor desde que era un ni?o so?ador hasta convertirse en un joven adulto que se enfrenta a probabilidades de supervivencia imposibles… Solo el comienzo de lo que promete ser una serie ?pica para j?venes adultos». --Midwest Book Review (D. Donovan, eBook Reviewer) «EL ANILLO DEL HECHICERO tiene todos los ingredientes para ser un ?xito inmediato: conspiraciones, tramas, misterio, caballeros valientes e incipientes relaciones repletas de corazones rotos, enga?o y traici?n. Lo entretendr? durante horas y satisfar? a personas de todas las edades. Recomendado para la biblioteca habitual de todos los lectores del g?nero fant?stico». -Books and Movie Reviews, Roberto Mattos «En este primer libro lleno de acci?n de la serie de fantas?a ?pica El anillo del hechicero (que actualmente cuenta con 14 libros), Rice presenta a los lectores al joven de 14 a?os Thorgrin “Thor” McLeod, cuyo sue?o es alistarse en la Legi?n de los Plateados, los caballeros de ?lite que sirven al rey… La escritura de Rice es de buena calidad y el argumento intrigante». --Publishers Weekly Libros de Morgan Rice OLIVER BLUE Y LA ESCUELA DE VIDENTES LA F?BRICA M?GICA (Libro #1) LA ESFERA DE KANDRA (Libro #2) LOS OBSIDIANOS (Libro #3) EL CETRO DE FUEGO (Libro #4) LAS CR?NICAS DE LA INVASI?N TRANSMISI?N (Libro #1) LLEGADA (Libro #2) ASCENSO (Libro #3) EL CAMINO DEL ACERO SOLO LOS DIGNOS (Libro #1) SOLO LOS VALIENTES (Libro #2) UN TRONO PARA LAS HERMANAS UN TRONO PARA LAS HERMANAS (Libro #1) UNA CORTE PARA LOS LADRONES (Libro #2) UNA CANCI?N PARA LOS HU?RFANOS (Libro #3) UN CANTO F?NEBRE PARA LOS PR?NCIPES (Libro #4) UNA JOYA PARA LA REALEZA (Libro #5) UN BESO PARA LAS REINAS (Libro #6) UNA CORONA PARA LAS ASESINAS (Libro #7) DE CORONAS Y GLORIA ESCLAVA, GUERRERA, REINA (Libro #1) CANALLA, PRISIONERA, PRINCESA (Libro #2) CABALLERO, HEREDERO, PR?NCIPE (Libro #3) REBELDE, POBRE, REY (Libro #4) SOLDADO, HERMANO, HECHICERO (Libro #5) H?ROE, TRAIDORA, HIJA (Libro #6) GOBERNANTE, RIVAL, EXILIADO (Libro #7) VENCEDOR, DERROTADO, HIJO (Libro #8) REYES Y HECHICEROS EL DESPERTAR DE LOS DRAGONES (Libro #1) EL DESPERTAR DEL VALIENTE (Libro #2) EL PESO DEL HONOR (Libro #3) UNA FORJA DE VALOR (Libro #4) UN REINO DE SOMBRAS (Libro #5) LA NOCHE DEL VALIENTE (Libro #6) EL ANILLO DEL HECHICERO LA SENDA DE LOS H?ROES (Libro #1) LA MARCHA DE LOS REYES (Libro #2) EL DESTINO DE LOS DRAGONES (Libro #3) UN GRITO DE HONOR (Libro #4) UN VOTO DE GLORIA (Libro #5) UNA CARGA DE VALOR (Libro #6) UN RITO DE ESPADAS (Libro #7) UNA SUBVENCI?N DE ARMAS (Libro #8) UN CIELO DE HECHIZOS (Libro #9) UN MAR DE ARMADURAS (Libro #10) UN REINO DE HIERRO (Libro #11) UNA TIERRA DE FUEGO (Libro #12) UN MANDATO DE REINAS (Libro #13) UNA PROMESA DE HERMANOS (Libro #14) UN SUE?O DE MORTALES (Libro #15) UNA JUSTA DE CABALLEROS (Libro #16) EL DON DE LA BATALLA (Libro #17) LA TRILOG?A DE SUPERVIVENCIA ARENA UNO: TRATANTES DE ESCLAVOS (Libro #1) ARENA DOS (Libro #2) ARENA TRES (Libro #3) LA CA?DA DE LOS VAMPIROS ANTES DEL AMANECER (Libro #1) EL DIARIO DEL VAMPIRO TRANSFORMACI?N (Libro #1) AMORES (Libro #2) TRAICIONADA (Libro #3) DESTINADA (Libro #4) DESEADA (Libro #5) COMPROMETIDA (Libro #6) JURADA (Libro #7) ENCONTRADA (Libro #8) RESUCITADA (Libro #9) ANSIADA (Libro #10) CONDENADA (Libro #11) OBSESIONADA (Libro #12) ?Sab?as que he escrito m?ltiples series? ?Si no has le?do todas mis series, haz clic en la imagen de abajo para descargar el principio de una serie! ?Quieres libros gratuitos? 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Si est? leyendo este libro y no lo ha comprado, o no lo compr? solamente para su uso, por favor devu?lvalo y adquiera su propio ejemplar. Gracias por respetar el arduo trabajo de esta escritora. Esta es una obra de ficci?n. Los nombres, personajes, empresas, organizaciones, lugares, eventos e incidentes, son producto de la imaginaci?n de la autora o se utilizan de manera ficticia. Cualquier semejanza con personas reales, vivas o muertas, es totalmente una coincidencia. Imagen de la cubierta Copyright DreamcatcherDiana, usado bajo licencia de Shutterstock.com. ?NDICE CAP?TULO UNO (#u50c3a0b0-bee0-5b59-b2ce-ddd6d7acb041) CAP?TULO DOS (#u6fe85f62-f352-55fe-b3e5-2d8a8227ac4c) CAP?TULO TRES (#u2bea01a1-f661-5bb9-948e-eeefe4e20e25) CAP?TULO CUATRO (#uef9a4f3f-e2d7-5747-a0b8-9e545fa3cbef) CAP?TULO CINCO (#u0128a679-ab59-5305-8d9d-d8f0bf674be4) CAP?TULO SEIS (#ubbf8f17b-6494-58c0-b6ea-99de0e3e7ab0) CAP?TULO SIETE (#u734222c3-530d-5128-a3aa-4fcabba6d2a7) CAP?TULO OCHO (#litres_trial_promo) CAP?TULO NUEVE (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIEZ (#litres_trial_promo) CAP?TULO ONCE (#litres_trial_promo) CAP?TULO DOCE (#litres_trial_promo) CAP?TULO TRECE (#litres_trial_promo) CAP?TULO CATORCE (#litres_trial_promo) CAP?TULO QUINCE (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIECIS?IS (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIECISIETE (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIECIOCHO (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIECINUEVE (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTE (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTIUNO (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTID?S (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTITR?S (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTICUATRO (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTICINCO (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTIS?IS (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTISIETE (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTIOCHO (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTINUEVE (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y UNO (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y DOS (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y TRES (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y CUATRO (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y CINCO (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y SEIS (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y SIETE (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y OCHO (#litres_trial_promo) CAP?TULO UNO Oliver sent?a que su latido recorr?a insistentemente su cuerpo. Ester Valentini estaba muriendo. Cada segundo que pasaba era un segundo malgastado. Ten?a que salvarla, pasara lo que pasara. La quer?a demasiado para decepcionarla. Se enfrentar?a a cualquier peligro al que tuviera que enfrentarse. No importaba lo peque?a que fuera la posibilidad de ?xito, ten?a que arriesgarse. Mir? al otro lado de la mesa de centro al Profesor Amatista, que estaba sentado en un maltrecho sof? de piel bebiendo t? de una delicada taza de porcelana. El director de la Escuela de Videntes hab?a dado permiso a Oliver para aventurarse en un peligroso viaje atr?s en el tiempo para encontrar un invento oculto de videntes que podr?a salvar la vida de Ester. Pero ahora Oliver necesitaba los detalles exactos para cumplir una misi?n as?. —Har? todo lo que haga falta —le record? Oliver una vez m?s, con voz fuerte y decidida—. No importa lo peligroso que sea, yo salvar? a Ester. El director de la Escuela de Videntes asinti? lentamente. —Es mi deber como mentor tuyo decirte que esta ser? una prueba arriesgada. Una que podr?a muy bien fracasar. —Cualquier posibilidad es mejor que ninguna —dijo Oliver con firmeza. El Profesor Amatista dej? su taza de t?. Tintine? y el ruido reson? a lo amplio de su despacho en la sexta dimensi?n. —Para salvar la vida de Ester —dijo—, debes viajar atr?s en el tiempo y encontrar algo llamado el Elixir. Es la ?nica cosa que puede curarla. «El Elixir» —repiti? Oliver dentro de su mente, sinti?ndose anonadado. Sonaba muy importante. —Han escondido el Elixir —continu? el director— porque es muy poderoso. Y muy peligroso. —?D?nde lo han escondido, Profesor? —pregunt? Oliver. —Nadie lo sabe. Es un secreto firmemente guardado. A Oliver se le cay? el alma a los pies. ?C?mo iba a encontrar el Elixir si estaba escondido? ?Si nadie sab?a d?nde estaba? Justo entonces, vio un peque?o destello en los ojos del director, un brillo que le dec?a que no todas las esperanzas estaban perdidas. —Pero creo que he encontrado una manera de encontrar el sitio escondido —le dijo el anciano vidente. El pecho de Oliver se llen? r?pidamente de esperanza. —?Ah, s?? —No te emociones demasiado —dijo el profesor, templando el repentino optimismo de Oliver—. Conozco un portal que podr?a llevarte hasta all?. —?A qu? se refiere? —pregunt? Oliver, que parec?a perplejo. Los portales un?an dos lugares creando agujeros espacio-temporales que se entrelazaban entre el espacio y el tiempo. Sin duda alguna, o el portal del que hablaba el profesor llevaba a Oliver all? o no hab?a otra posibilidad. El director se aclar? la garganta y empez? a explicar. —No es un portal corriente. Es uno muy especial impregnado de una magia rara. Puede llevarte exactamente a donde tienes que ir. A Oliver le dio un salto el coraz?n. ?Eso era perfecto! Pero entonces ?por qu? el gesto del Profesor Amatista era tan serio? El anciano vidente continu?: —Para hacerlo funcionar, debes retener la intenci?n en tu mente cuando entres, de que vas al sitio correcto por el mayor de los bienes. Si no se volver? extremadamente inestable y te expulsar?. A Oliver se le sec? la garganta como la mojama. Ahora lo comprend?a. Si entraba en el portal sin el coraz?n puro, sin duda iba a fracasar. —?Solo funcionar? si mis intenciones son verdaderas? —pregunt?. —S? —respondi? el profesor asintiendo solemnemente—. Si tus intenciones no son puras, te expulsar? al vac?o del espacio. ?Entiendes ahora lo arriesgado que es? Oliver sent?a que los escalofr?os le recorr?an el cuerpo como miniterremotos. Ten?a miedo del portal, de si a este le parecer?a que sus intenciones eran lo suficientemente buenas. Pero ten?a que intentarlo. Por Ester. Estaba decidido. Oliver levant? la barbilla con valent?a. —Estoy preparado. El Profesor Amatista lo mir? larga y fijamente. Despu?s se levant?. —Ven conmigo. Oliver hizo lo que le dijo, notando que sus nervios se le aceleraban diez veces m?s mientras sal?a de la sexta dimensi?n tras el director y volv?a a la concurrida Escuela de Videntes. Estaban en la planta de arriba del todo, mirando hacia abajo al atrio central y a los cincuenta pisos de pasarelas entrecruzadas llenas de estudiantes, que llegaban hasta abajo al ?rbol del kapok. —Todo esto es gracias a ti, Oliver —dijo el Profesor Amatista—. A causa de tus heroicas acciones, de tu voluntad de poner todo por encima de ti mismo, la Esfera de Kandra ha vuelto. La escuela ahora es m?s fuerte de lo que lo jam?s hab?a sido. Oliver sinti? sus mejillas sonrojadas. ?Por qu? le mostraba esto el profesor? —Es precisamente esta la pureza de coraz?n que necesitas para enfrentarte a este pr?ximo viaje —explic? el profesor. Sus ojos brillaban con intensidad. Oliver asinti?. Lo comprend?a. El profesor quer?a que sintiera –realmente, que sintiera de verdad- lo que hac?a falta, para atravesar el portal; recordarle exactamente lo que estaba en juego y d?nde se encontraba su coraz?n. Pero Oliver no estaba del todo de acuerdo con lo que le acababa de decir el profesor. Solo no hubiera logrado su anterior misi?n. Hab?a tenido a sus amigos. Sin que ellos le recordaran lo que era importante, nunca habr?a tenido ?xito en la ?ltima misi?n por salvar a Sir Isaac Newton y rescatar la Esfera de Kandra. —No lo hice solo —le dijo Oliver al profesor, con un poco de indecisi?n. Para sorpresa de Oliver, apareci? de repente una amplia sonrisa en la cara del director. —?Exactamente! —Chasque? los dedos, como si acabara de ganar una competici?n—. Exactamente por eso lo he organizado todo para que te embarques en esta misi?n con otros. Oliver abri? los ojos como platos por la sorpresa. —?Ah, s?? ?Qui?nes? Ester lo hab?a acompa?ado en su ?ltima misi?n, y ahora yac?a moribunda en el ala m?dica. Ralph tambi?n hab?a ido en su ayuda y casi se ahoga en el R?o T?mesis por sus problemas. Llevar a la gente atr?s en el tiempo era muy peligroso. Oliver odiaba pensar en poner a alguno de sus otros amigos en peligro. Oliver oy? el ring del ascensor desde la otra punta del pasillo. Ech? un vistazo cuando se abrieron las puertas. Se le alegr? el coraz?n al reconocer a quienes estaban saliendo. Eran Hazel Kerr, con el pelo color de dulce de az?car y mantequilla recogido en un mo?o alto, y Walter Stroud, que llevaba una camiseta retro de un juego de ordenador, el color amarillo vivo complementaba su oscura piel. Eran dos de sus amigos m?s cercanos. Pensar en que ellos le acompa?ar?an en esta misi?n era muy reconfortante. Pero mientras sus dos amigos ?ntimos iban andando hacia ?l, Oliver vio que una tercera persona sal?a por las puertas. Esta persona era desconocida para Oliver. Era un chico alto con la piel bronceada y el pelo oscuro y ondulado que le ca?a hasta la barbilla. —?Qui?n es ese? —le pregunt? Oliver al profesor. —Dejar? que se presente ?l mismo —respondi? el director. Los tres estudiantes llegaron hasta Oliver. Hazel le dio su golpe de hombro de costumbre. Walter le dio golpecitos en la espalda, como hac?a a menudo. Oliver hizo un saludo con la cabeza a los dos, agradecido por tenerlos a su lado. Pero dirigi? su mirada al tercer estudiante, al que no conoc?a. —Me llamo David Mendoza —dijo el chico, ofreciendo la mano a Oliver para que se la diera—. Soy de segundo curso. —Ah —respondi? Oliver, d?ndole la mano—. ?Vas a venir conmigo? El profesor habl? m?s alto. —David est? altamente entrenado en el combate. El mejor de la escuela. Quiero que tengas protecci?n en tu viaje. Piensa en ?l como la fuerza para el cerebro de la Se?orita Kerr y el coraz?n del Sr. Stroud. Con estos tres compa?eros a tu lado, tendr?s las mejores posibilidades de triunfar. Oliver asinti?. Confiaba en el Profesor Amatista –su mentor todav?a no lo hab?a decepcionado- pero no conoc?a de nada a David Mendoza. No sab?a si pod?a confiar en ?l. —Aqu? tienes algunas cosas que necesitar?s —continu? el profesor. Sac? un amuleto del bolsillo—. Es un amuleto de zafiro. Puedes usarlo para ver c?mo est? Ester. ?l te la mostrar?. Se lo pas? a Oliver. Oliver mir? la extra?a joya negra con el ce?o fruncido. Solo pod?a distinguir la hermosa cara de Ester Valentini brillando en su superficie, como si la hubieran dibujado con carb?n. Ten?a los ojos cerrados y parec?a gravemente enferma. A Oliver le dol?a el coraz?n al verla. —?Esto es a tiempo real? —pregunt? Oliver. El director asinti?. —S?. Te ayudar? a mantener tu coraz?n puro. Si alguna vez dudas, mira el amuleto y recuerda por qu? est?s en ese viaje. Oliver se puso el valioso amuleto alrededor del cuello. Lo guardar?a como un tesoro, su conexi?n con Ester. A continuaci?n, el Profesor Amatista le pas? un cetro enjoyado. Oliver lo mir? con asombro. Ten?a un tubo interior hueco por el que corr?a arena y no importaba las veces que Oliver girara el cetro, la arena continuaba corriendo en la misma direcci?n y a la misma velocidad, como si estuviera encantado. —?Qu? es esto? —pregunt? Oliver. —Cuando golpees el cetro, este crear? una luz brillante que causa ceguera temporal. As? que ?salo sabiamente. La arena de dentro te muestra lo que le queda de vida a Ester. Oliver se qued? sin aliento, el miedo se apoder? de ?l. Una sensaci?n nauseabunda lo recorri? mientras observaba el cetro. El director lo cogi? por los hombros, interrumpiendo sus pensamientos. —No solo se trata de Ester —explic?—. Ella est? destinada a morir. T? cambiar?s el destino para salvarla. Como t? bien sabes, esto tendr? un efecto colateral. Habr? otros cambios que no podemos prever. Pero yo he mirado a trav?s de muchas l?neas temporales y, si Ester muere, el resultado ser? peor. A Oliver le dio un vuelco el est?mago. —?Qu? quiere decir? —Su vida est? unida a la escuela, Oliver. Su muerte tendr? una reacci?n en cadena a trav?s del tiempo. Pero no puedo decir nada m?s espec?fico que esto. Sabes que no puedo revelar lo que he visto en l?neas temporales alternas. Oliver lo entend?a. Pero pensar que aqu? hab?a m?s en juego que Ester le causaba una gran ansiedad. De alg?n modo, la escuela tambi?n estaba en peligro. Mir? de nuevo el temporizador de arena que hab?a dentro del cetro. Cada segundo que pasaba permit?a que otro granito de arena se colara. —Del mismo modo, tambi?n pasar? si sobrevive —continu? el profesor—. El Elixir no solo curar? a Ester, tambi?n permitir? a todos los videntes viajar a momentos dif?ciles en el tiempo y regresar a salvo, para cumplir misiones urgentes seg?n sea necesario. Este tipo de viaje ilimitado en el tiempo es arriesgado. As? que ahora ya ves, Oliver, por qu? esto es tan importante. Oliver sinti? que los nervios le sub?an a la garganta y la apretaban como si la estrujara una boa constrictor. Hab?a mucho m?s en juego de lo que ?l hab?a pensado. Mir? a Walter y Hazel, sus mejores amigos, y despu?s a David, su nuevo compa?ero. Finalmente, mir? al Profesor Amatista. —No le decepcionar? —dijo. El Profesor Amatista asinti? con rotundidad. Le dio un golpecito en el hombro. —Entonces quiz?s ahora sea el momento de decir adi?s. Oliver asinti?. —S?. Pero primero, necesito ver a Ester. —Por supuesto. El profesor gui? a Oliver hasta el ascensor y este los llev? hasta el ala del hospital. Al entrar, Oliver examin? la sala en busca de Ester. Cuando la encontr?, vio que hab?a una persona encorvada a su lado. Se le tens? el pecho. Era Edmund. Edmund se gir? bruscamente cuando Oliver se acerc?. Le lanz? una mirada asesina y, a continuaci?n, se puso de pie de un salto, furioso. —?Qu? est? haciendo ?l aqu?? —pregunt? Edmund al profesor, se?alando con un dedo acusatorio a Oliver—. ?l es la raz?n por la que Ester est? en este estado. Sus palabras atravesaron a Oliver como un rayo de dolor. Era cierto. Para empezar, que Ester contrajera la enfermedad del viaje en el tiempo fue culpa suya. Pero el Profesor Amatista neg? con la cabeza. —Ester sab?a que se estaba muriendo incluso antes de marcharse a Inglaterra —le dijo a Edmund—. Oliver no tuvo nada que ver con eso. Oliver no acababa de creer al profesor. Ester le hab?a dicho lo mismo, pero ?l a?n sent?a que le estaban mintiendo para hacerle sentir mejor y que no se culpara a s? mismo. ?De qu? otra forma Ester podr?a haber contra?do la enfermedad del viaje en el tiempo sino por su viaje atr?s en el tiempo con ?l? No a?adieron nada m?s. Mientras Edmund estaba all? echando humo, Oliver se dio cuenta de que ten?a las manos apretadas en pu?os. Sab?a que Edmund tambi?n quer?a a Ester. Deb?a de haber sido m?s f?cil para ?l culpar a alguien de su problema, especialmente si ese alguien era Oliver, a quien ya odiaba. —No le creo —replic? Edmund—. Ella estaba bien antes de ir a esa misi?n con Oliver. Ahora est? as? —Dej? caer el brazo hacia donde Ester yac?a muy quieta, con los ojos cerrados—. ?Y a?n conf?a en Oliver para que le salve la vida? Su mirada mostraba rabia. Oliver casi no pod?a creer que Edmund estuviera hablando al Profesor Amatista de ese modo. Era su venerado profesor, ?y Edmund estaba discutiendo con ?l como un ni?o con sus padres! Pero lo que era a?n m?s sorprendente era que el Profesor Amatista se lo permitiera. Cualquier otro estudiante, en cualquier otra circunstancia, seguramente ser?a castigado por comportarse de una manera tan brusca y enfadada. Esto solo sirvi? para que Oliver tomara conciencia de lo excepcionalmente desesperada que era la situaci?n de Ester ahora mismo. El Profesor Amatista observ? a Edmund con calma. —El coraz?n de Oliver es puro —explic?—. Sus sentimientos hacia Ester son puros. Los tuyos, me temo, Edmund, no lo son. Edmund se sonroj?. —?C?mo se atreve a decir eso? ?Yo tambi?n la quiero! ?La quer?a mucho antes de que ?l pusiera un pie en la escuela! Yo podr?a hacer esta misi?n tan bien como Oliver. Mejor, incluso. Pero el director simplemente dijo que no con la cabeza. —Lo siento, pero eso no es verdad. Solo hay una persona que tiene posibilidades de lograrlo. Y ese es Oliver. Edmund se qued? quieto durante un instante m?s, mirando con furia del director a Oliver. Despu?s dio un golpe fuerte con el pie y sali? hecho una furia, empujando a Oliver con el hombro al pasar. El ruido de gemidos ahogados llen? el ala del hospital mientras ?l se iba a toda prisa. Oliver observaba c?mo se iba. No pod?a evitar sentir l?stima por Edmund. ?l tambi?n estar?a hecho polvo si Ester no hubiera correspondido a su cari?o. Sin Edmund all?, Oliver dirigi? su atenci?n al cuerpo dormido de Ester. Se acuclill? a su lado y le cogi? la mano. Ten?a la piel fr?a, como si no fuera capaz de producir suficiente calor corporal. La apret?. Para sorpresa de Oliver, not? que ella tambi?n lo apretaba. Oliver aguant? la respiraci?n. ?Estaba despertando! En ese momento, los p?rpados de Ester empezaron a temblar. Un peque?o gemido escap? de su garganta. —Estoy aqu? —murmur? Oliver—. ?Ester? Oliver pod?a ver que sus ojos se estaban moviendo bajo los p?rpados. Era evidente que se estaba esforzando por abrirlos. Despu?s, por fin, como si le costara un gran esfuerzo, abri? los p?rpados y Oliver se qued? mirando fijamente sus hermosos ojos color verde esmeralda. Ella lo observaba en silencio. La m?s peque?a de las sonrisas tir? de las esquinas de sus labios. A continuaci?n, con un suspiro, sus p?rpados cayeron de nuevo. Se hab?a vuelto a quedar dormida. —No te decepcionar?, Ester —susurr? Oliver, sintiendo que su voz hac?a gallos por la emoci?n—. No dejar? que te mueras. CAP?TULO DOS Christopher Blue estaba sentado empapado y temblando en el despacho de paredes negras de la Se?orita Obsidiana. Su pelo rubio oscuro colgaba de su cabeza en unos tirabuzones mojados. Hab?a tra?do con ?l el mal olor del R?o T?mesis y toda la habitaci?n apestaba por ello. Todos los dem?s Obsidianos estaban sentados alrededor de la mesa con gesto abatido, los brazos cruzados y fulmin?ndolo con la mirada. La mirada de Malcolm Malice era la mirada m?s irascible de todas, el tipo de mirada que pod?a convertirte en piedra. Era obvio que Malcolm culpaba a Chris de su fracaso en el a?o 1690. Con una dolorosa pu?alada de frustraci?n, Chris record? el momento en el que casi hab?a matado a Oliver a orillas del R?o T?mesis. ?Ten?a la mano alrededor de su tobillo y lo ?nico que ten?a que hacer era arrastrarlo a las profundidades del agua! Pero de alg?n modo su hermano hab?a logrado escapar de su agarre y deslizarse a trav?s del portal. La puerta se abri? de golpe, arrancando a Chris de sus reflexiones. La Se?orita Obsidiana entr? tranquilamente, con su negra capa alzada tras ella. Chris la observaba con cauteloso recelo mientras se dejaba caer en su asiento pesadamente y echaba un vistazo a cada par de ojos con una mirada penetrante. La tensi?n en la habitaci?n aumentaba con cada segundo de silencio. Finalmente, habl?: —Me hab?is decepcionado. Recorri? a Chris con la mirada. ?l se sent? m?s recto, m?s erguido y hundi? las mejillas. Se prepar? para su reprimenda. Pero, ante su sorpresa, pas? de largo de ?l y se concentr? en su lugar en Malcolm. —T? m?s que nadie, Malcolm Malice —Su tono era fr?o como el hielo. —?Yo? —exclam? Malcolm. Lanz? un brazo hacia Chris—. ?Fue ?l el que dej? que Oliver escapara con la Esfera de Kandra! Si hay que culpar a alguien, es a ?l. ?l era nuestro l?der. —Se supon?a que t? ten?as que dirigir —replic? la Se?orita Obsidiana. —Usted dijo que deb?a dirigir el m?s fuerte —protest? Malcolm. La Se?orita Obsidiana dio un golpe fuerte con las manos sobre la mesa para callarlo. —?T? deber?as de haber sido el m?s fuerte, Malcolm! ?T?! ?Un vidente preparado! ?A Christopher le acab?bamos de infundir sus poderes, sin embargo, tan solo despu?s de unas horas, su fuerza super? a la tuya! Chris sinti? que el pecho se le hinchaba con orgullo. Siempre hab?a sospechado que era especial. La cara de verg?enza en el rostro de Malcolm era algo que valorar?a para siempre. Pero, de golpe, la Se?orita Obsidiana dirigi? su mirada hacia ?l. —Ya puedes borrar esa sonrisita de tu cara, Christopher Blue —grit?—. A ti te tengo guardado m?s. Chris not? que su pulso llegaba a su punto m?ximo por la ansiedad. R?pidamente cambi? su gesto hacia una expresi?n neutra. —S?, se?ora —gimi?, su mente dando vueltas a todos los posibles castigos que ella iba a infligir con toda seguridad. La Se?orita Obsidiana lo clav? en su asiento con su mirada fr?a y cruel, y continu? en el mismo tono firme. —Yo te he infundido la m?s poderosa magia negra. Tienes mucho potencial. Pero tienes que entrenar. Chris parpade? conmocionado. A su alrededor, o?a el ruido de los otros estudiantes obsidianos revolvi?ndose en sus asientos. Las palabras de la Se?orita Obsidiana les cogieron a todos por sorpresa. —?Entrenarlo? —solt? Malcolm—. ?Y qu? tal castigarlo? La Se?orita Obsidiana ignor? su arrebato. Su mirada segu?a fijada en Chris. —?Entrenar? —repiti? Chris. —S?. Como es debido. Tus poderes son demasiado como para que cualquiera de los profesores de la Escuela de los Obsidianos puedan manejarlos. La directora chasque? los dedos y la puerta de detr?s suyo se abri? de golpe. Un hombre entr? en el despacho. Iba vestido con una larga t?nica negra que cubr?a la totalidad de su rostro y tambi?n todo su cuerpo. Las ?nicas cosas que se ve?an eran sus brillantes ojos azules, los ojos azul chill?n de un vidente canalla. —Este es tu nuevo entrenador —le dijo la Se?orita Obsidiana a Chris—. El Coronel Ca?n. Chris reconoci? al hombre al instante. Era uno de los luchadores del ej?rcito oscuro que hab?a luchado contra la Hermana Judith junto a ?l en la Inglaterra de los a?os 1690. Su coraz?n empez? a latir con fuerza. Se sent?a mareado por la emoci?n. Unos segundos atr?s esperaba un duro castigo, ?pero ahora en su lugar descubr?a que lo entrenar?a un soldado del ej?rcito oscuro! Era un cambio bastante grande el que ten?a que hacer su mente. A pesar de todos sus intentos por mantener un gesto inexpresivo, Christopher sinti? que una sonrisa aparec?a en la comisura de sus labios. Cuando estuvo en Inglaterra en los a?os 1690, luchando junto al ej?rcito oscuro, hab?a sentido una llamada hacia ellos, una especie de se?al que le dec?a que ?l encajaba mucho m?s en el ej?rcito que en la escuela obsidiana. Ahora su deseo se estaba haciendo realidad. —Ser? extremadamente duro —grit? la Se?orita Obsidiana, forzando su atenci?n de nuevo hacia ella y alej?ndolo de su pensamientos. Chris asinti? apresuradamente varias veces y habl? con voz r?pida: —Lo entiendo. Trabajar? duro para usted, se?ora. La directora se qued? parada, sus labios fruncidos en una fina l?nea mientras lo observaba durante un par de segundos. Chris not? que se le retorc?an las entra?as. La Se?orita Obsidiana ten?a ese efecto en la mayor?a de las personas. Por extra?o que pareciera, su miedo por ella no hac?a m?s que incrementar su admiraci?n y deseo de complacerla. —M?s te vale —dijo por fin, coloc?ndose de nuevo en su trono—. Pues no habr? una tercera oportunidad. Las palabras golpearon a Chris como un rayo. No necesitaba que la Se?orita Obsidiana le explicara lo que eso significaba. Hab?a fallado una vez. Esta era su ?ltima oportunidad para demostrarle lo que val?a. Si volv?a a fracasar, se acababa. Por el rabillo del ojo, ve?a que el aviso –no, mejor dicho, la amenaza- de la Se?orita Obsidiana hab?a convertido la mirada fulminante de Malcolm Malice en una malvada sonrisa de placer. La visi?n de su est?pida cara hizo que la determinaci?n creciera en el est?mago de Chris. —No la decepcionar? —dijo Chris contundentemente, con la atenci?n dirigida a la Se?orita Obsidiana como un dardo a una diana—. Cueste lo que cueste. Me mande donde me mande. Sea quien sea quien usted quiera que mate. Lo har?. La Se?orita Obsidiana levant? la barbilla, con la mirada clavada en la suya. Chris vio el brillo que hab?a detr?s de sus ojos que le dec?a que cre?a en ?l. Se le quit? la tensi?n en su pecho. Se sent? un poco despatarrado en su silla, agotado por el estr?s de todo aquello, pero aliviado por saber que ten?a fe en ?l. Su aprobaci?n lo significaba todo para Chris. —Bien —dijo la Se?orita Obsidiana asintiendo bruscamente con la cabeza una vez—. Porque no hay tiempo que perder. Se inclin? hacia delante apoy?ndose en sus codos y pas? la mano por encima de el cuenco de las visiones que estaba en la mesa que ten?a enfrente. Era su artilugio para espiar, el que usaba para vigilar a sus rivales en la Escuela de Videntes de Amatista. Normalmente hab?a una imagen dentro, pero esta vez no hab?a nada a excepci?n de un manch?n borroso, como una nube oscura de tormenta. —Desde vuestras correr?as fallidas en la Inglaterra de los a?os 1690, la Escuela de Videntes de Amatista se ha fortalecido a?n m?s —explic?—. Ya no puedo ver dentro. Pero no os preocup?is. Tengo gente trabajando para nosotros desde dentro. —?Se refiere a un topo? —pregunt? Madeleine, la vidente pelirroja. Era la primera vez que alguno de los estudiantes obsidianos a excepci?n de Malcolm o Chris se hab?a atrevido a hablar. La Se?orita Obsidiana la mir? y sonri?. —S?. Madeleine parec?a encantada. Aplaudi?. —Qu? emocionante. ?Qui?n es? ?Un estudiante? ?Un profe…? Pero antes de que Madeleine pudiera acabar su frase, la Se?orita Obsidiana movi? la mano en el aire simulando el movimiento de cerrar algo con cremallera. En un abrir y cerrar de ojos, los labios de Madeleine desaparecieron, dejando solo una capa carnosa donde ten?a la boca. Chris se encogi? de miedo en su asiento. La visi?n de Madeleine sin boca le perturbaba. Pero lo que le perturbaba a?n m?s era por qu? la Se?orita Obsidiana hab?a decidido exhibir sus poderes de ese modo. Chris se dio cuenta de que era una advertencia. Una advertencia para ?l. Esto, o algo parecido, era el destino que le esperaba si met?a la pata en la misi?n. Madeleine ten?a los ojos abiertos como platos por el susto mientras apretaba las manos contra la boca. Ahora su voz no era m?s que un ruido ahogado. —?A alguien m?s le apetece interrumpir? —pregunt? la Se?orita Obsidiana, recorri?ndolos a todos con su mirada fulminante. Todos se quedaron callados. La directora continu? como si no hubiera pasado nada. —Las fortificaciones que tapan mi habilidad para ver solo abarcan los terrenos de la escuela. Lo que significa que en el segundo en el que Oliver Blue traspase los l?mites de la escuela, podr? seguirlo de nuevo. Al o?r el nombre de su hermano, Chris se incorpor? y se puso m?s erguido en su asiento. Su deseo de matar a ese mocoso de una vez por todas creci? a?n m?s en su interior, aumentando hasta un extremo asesino que resonaba en sus o?dos como un tambor tribal. —Y en el segundo en el que lo haga —continu? la Se?orita Obsidiana, con voz maliciosa—, os mandar? a vosotros tras ?l. Dio un pu?etazo sobre la mesa y todos pegaron un salto. Pero su mirada solo estaba clavada en la de Christopher. Trag? saliva mientras la intensidad de su mirada quemaba en su interior. Su voz se hizo m?s fuerte, m?s seria, m?s ansiosa. —Esta vez, no fallaremos. No podemos fallar —Sus ojos brillaban con maldad. Se puso de pie y levant? un pu?o al aire—. Esta vez, mataremos a Oliver Blue. CAP?TULO TRES Dejar la Escuela de Videntes siempre era dif?cil para Oliver. No solo porque esto supon?a dejar atr?s a los amigos y profesores que adoraba, sino porque la escuela estaba situada en 1944, justo en mitad de la guerra, y eso significaba que marcharse de all? era siempre arriesgado. Oliver oy? que Hazel silbaba a su lado. La mir? y vio que estaba mirando fijamente alrededor a la fila de ruidosas f?bricas, todas construyendo cosas por el esfuerzo de la guerra. Sus altas chimeneas escup?an humo al aire. Las escaleras de incendio de acero estaban colocadas en zigzag en sus exteriores. Unos p?steres grandes adornaban cada edificio, instando a los hombres a unirse a la guerra contra el tel?n de fondo de banderas americanas. Unos peculiares coches negros que parec?an directamente sacados de una pel?cula de g?nsteres circulaban sin prisa pero sin pausa. —Hab?a olvidado c?mo era el mundo fuera de la Escuela de Videntes —dijo Hazel—. Hace mucho tiempo. Como el resto de los estudiantes, Hazel hab?a abandonado su antigua vida para formarse y convertirse en vidente, para participar en importantes misiones de viaje a trav?s del tiempo para mantener en orden la historia. Esta era su primera misi?n. Oliver entend?a por qu? parec?a tan abrumada. Walter se acerc? a su lado, qued?ndose en la acera mientras el tr?fico pasaba zumbando. —?Y ahora hacia d?nde? —pregunt?. David se acerc? tambi?n a su lado. ?l llevaba el cetro; Oliver pens? que ten?a m?s sentido que guardara el arma el luchador que hab?a entre ellos. Ve?a que la arena corr?a dentro del tubo hueco que ten?a dentro. Saber que el tiempo estaba pasando para ellos le mand? un sobresalto de p?nico. —Debemos encontrar el portal —dijo Oliver con urgencia. R?pidamente, sac? su br?jula del bolsillo. Su gu?a, Armando, le hab?a dado el artilugio especial. Hab?a pertenecido a sus padres. Junto a un cuaderno de los viejos apuntes de clase de su padre, era el ?nico v?nculo que ten?a con ellos. Le hab?a ayudado en una misi?n anterior y Oliver estaba seguro de que le ayudar?a ahora. Aunque nunca los hab?a conocido, Oliver sent?a que sus padres siempre le estaban guiando. Los s?mbolos, cuando se interpretaban correctamente, le mostraban el futuro. Pod?a usarla para guiarlos al portal. Mir? la br?jula. La manecilla principal, la m?s gruesa de todas, se?alaba directamente al s?mbolo de una puerta. Oliver pens? que eso era muy sencillo de entender. Su misi?n era encontrar el portal y eso, sin duda, estaba representado por el s?mbolo de la puerta. Pero cuando mir? de cerca las otras manecillas de oro, cada una se?alando a s?mbolos que parec?an jerogl?ficos egipcios, se hizo un poco m?s dif?cil averiguar el significado que la br?jula intentaba mostrarle. Una imagen parec?a un pi??n. Otra parec?a ser un b?ho. Un tercer s?mbolo se identificaba f?cilmente como un perro. Pero ?qu? significaban todos ellos? —Un pi??n. Un b?ho. Un perro… —reflexion? Oliver en voz alta. Entonces, de repente, se dio cuenta. Cuando se percat? de a donde le dirig?a, dijo con la voz entrecortada: —?La f?brica! Si hab?a interpretado correctamente la br?jula, le dirig?a a un lugar que a Oliver le resultaba muy familiar. La f?brica de Armando Illstrom, Illstrom’s Inventions. La f?brica no estaba muy lejos de all?. El pi??n pod?a representar la m?quina en la que trabajaba, el b?ho era por los p?jaros mec?nicos voladores que se acurrucaban en sus vigas y el perro pod?a representar a Horacio, el sabueso de confianza del viejo inventor. Oliver no estaba seguro de si su interpretaci?n era correcta, pero sin duda parec?a cre?ble que el portal pudiera estar en alg?n lugar dentro de los l?mites de la f?brica. No pod?a evitar sentirse emocionado ante la expectativa de volver a ver a su viejo h?roe. Daba la sensaci?n de que hab?a pasado mucho tiempo desde la ?ltima vez que Oliver hab?a puesto un pie en la f?brica m?gica. —Por aqu? —les dijo a los dem?s, se?alando en la direcci?n en la que sab?a que estaba la f?brica. Empezaron a caminar, pasando por delante de una fila tras otra de f?bricas de munici?n de tiempos de guerra. Trabajadores vestidos con monos marrones y beige entraban y sal?an en fila por las puertas de acero pesado, tambi?n muchas mujeres. Cada vez que se o?a una puerta, los ruidos de sierras, taladros y maquinaria pesada crec?an. —Espero que Ester no est? sufriendo mucho —dijo Hazel mientras avanzaban. Solo mencionar su nombre lanzaba flechas de angustia al est?mago de Oliver. —Est?n cuidando de ella —respondi? Walter—. El hospital de la Escuela de Videntes es el mejor del universo. David se acerc? al lado de Oliver. Le sacaba por lo menos una cabeza a Oliver y se hab?a recogido su pelo negro, que le llegaba por la barbilla, en una peque?a cola. Con su vestimenta totalmente blanca y el cetro colgado en la espalda, se parec?a un poco a un ninja. —?Por qu? est?s conmigo en esta misi?n? —le pregunt? Oliver. En cuanto lo hubo dicho, se dio cuenta de que su tono hab?a sido muy directo. No hab?a sido su intenci?n, simplemente estaba confundido. Llevar a un extra?o a la misi?n a?ad?a otro nuevo nivel de incertidumbre. David lo mir?, con una expresi?n neutra. Ten?a un aire serio. —?No te lo cont? el Profesor Amatista? Oliver neg? con la cabeza. —En realidad no. Solo dijo que eras un buen luchador. David asinti? lentamente. Su cara continuaba inexpresiva, de un modo que a Oliver le recordaba a un soldado entrenado—. Me han mandado como tu guardaespaldas personal. Oliver trag? saliva. ?Guardaespaldas? ?l sab?a que ir a misiones de viajes en el tiempo era peligroso, pero tener guardaespaldas parec?a un poco desmesurado. —?Por qu? necesito un guardaespaldas? —pregunt?. David frunci? los labios. —No me han contado todos los detalles. Pero el Profesor Amatista fue bastante claro acerca de mis instrucciones para esta misi?n. Mantenerte con vida. Hacer todo lo necesario. Su explicaci?n le sirvi? poco de consuelo a Oliver. El Profesor Amatista nunca hab?a considerado que necesitara protecci?n extra, ?por qu? ahora? ?Qu? era tan peligroso en esta misi?n en particular? Pero ?qui?n era ?l para dudar de c?mo dirig?a el director? El Profesor Amatista era el vidente m?s poderoso de todos, ten?a siglos de edad, y hab?a visto evolucionar muchas l?neas temporales. Sab?a qu? era lo mejor. Si el extra?amente militarista David Mendoza era parte de eso, entonces Oliver ten?a que aceptarlo. Mientras caminaban dando largos pasos por las calles, Oliver dirig?a su atenci?n una y otra vez al tubo hueco de dentro del cetro. La arena ya se hab?a movido visiblemente, indicando que el tiempo ya se estaba colando. Pensar que a Ester se le estaba terminando el tiempo hizo que una descarga de dolor le apu?alara el coraz?n. No hab?a tiempo que perder. Ten?a que llegar al portal. Aceler? el paso. El cielo empezaba a oscurecer cuando llegaron a la calle en la que estaba situada la f?brica. Pero antes de que Oliver tuviera ocasi?n de caminar directamente hacia all?, Hazel lo detuvo poni?ndole suavemente la mano en el brazo. —?Qu? pasa? —pregunt?. Hazel se?al? a la br?jula que Oliver ten?a en las manos. —Las manecillas de la br?jula, han cambiado todas de repente. Con el ce?o fruncido, Oliver se acerc? la br?jula a la cara para interpretarla mejor. Todos se amontonaron para poder mirar tambi?n. Algunas de las manecillas hab?an cambiado de posici?n, aunque la manecilla principal continuaba se?alando decididamente a la puerta. —Todav?a nos lleva hasta el portal —explic? Oliver—. Pero parece que ahora quiere que vayamos por otro camino. Entrecerr? los ojos, intentando descifrar los s?mbolos y lo que le mostraban ahora. —No lo entiendo —murmur? frustrado—. Ahora se?ala a un ?rbol, una pared de ladrillos, una llave y… —Puso la br?jula del rev?s para intentar encontrarle el sentido al ?ltimo s?mbolo— …?una boca de incendio? —Oh —se oy? la voz de Hazel—. ?Quieres decir como estas? Oliver levant? la cabeza de inmediato y vio que Hazel se?alaba al otro lado de la calle. En efecto, hab?a una boca de incendio delante de un gran roble. Un poco por detr?s de ellos, hab?a una pared alta de ladrillos rojos. En la pared hab?a una puerta vieja de madera con el ojo de la cerradura grande y oxidado. Oliver se qued? sin respiraci?n. La br?jula debi? de haberlo dirigido hacia la f?brica para llevarlo hasta este lugar concreto. —?Piensas que la puerta es el portal? —pregunt? Hazel. Oliver se volvi? a meter la br?jula en el bolsillo. —Solo hay un modo de averiguarlo. Llev? a los dem?s al otro lado de la calle hasta la puerta. Alzaron la mirada hacia ella. Parec?a completamente normal. Sin ninguna se?al de que fuera un portal. Walter prob? el pomo. —Est? cerrada con llave. Entonces la inspiraci?n le vino como un rayo a Oliver. Record? el s?mbolo de la llave en la br?jula. Se agach? y coloc? su ojo en el ojo de la cerradura para mirar a trav?s. Al otro lado, un v?rtice lila y negro giraba en remolino, con unos rayos de un blanco brillante que se bifurcaban y golpeaban su superficie. Estupefacto, Oliver dio un grito ahogado y se encogi? hacia atr?s de forma tan violenta que cay? justo sobre su trasero. —?Qu? viste? —pregunt? Hazel, agarr?ndole el brazo para parar la ca?da. David le cogi? del otro brazo con la misma rapidez. —Un portal… —tartamude? Oliver—. Ese es el portal. Mientras David y Hazel ayudaban a Oliver a ponerse de pie, Walter fue corriendo a toda prisa emocionado hacia el ojo de la cerradura y mir? dentro. Cuando se gir? para mirarlos, ten?a una amplia sonrisa en la cara. —?Esto es una locura! —exclam?. ?l siempre era el m?s entusiasta de los amigos de Oliver, aunque tambi?n era propenso a los ataques de mal genio. Hazel era la lista. Ella hab?a ayudado a Oliver a desactivar la bomba at?mica de Lucas. Hazel se apresur? a ser la siguiente en mirar por el ojo de la cerradura. Pero cuando se dio la vuelta, su expresi?n era bastante diferente a la de Walter. —Parece un poco aterrador. Oliver asinti? lentamente. Se sent?a igual que Hazel. Las luces lilas que daban vueltas en remolino y el largo t?nel interminable eran m?s que intimidatorios. Pensar en entrar all? lo aterrorizaba. Ya hab?a atravesado los suficientes como para saber lo extra?o y desagradable que resultaba viajar a trav?s de un portal. Pero sab?a que no le quedaba elecci?n. Ten?a que ser valiente por Ester y por la escuela. —?Y c?mo entramos? —pregunt? David, agitando el pomo. A diferencia de los dem?s, no parec?a interesado en mirar el portal a trav?s del ojo de la cerradura. —Necesito intenciones puras —explic? Oliver—. Eso me conectar? a donde sea que tenga que ir —Mir? a sus amigos que estaban tras ?l—. Y todos me seguir?is. Oliver sab?a que exist?a un modo de asegurarse de que sus intenciones eran puras. Mir? en el amuleto de zafiro. En la superficie del reluciente ?nix negro, pod?a ver que Ester estaba durmiendo. Estaba igual de guapa que siempre. Pero parec?a preocupada, como si estuviera sufriendo un dolor terrible. A Oliver le dio una sacudida el coraz?n. Ten?a que salvarla. —Estoy preparado —dijo. Cogi? el pomo y lo gir?. Pero la puerta estaba atascada. —?No funcion?! —dijo Oliver. Su pecho palpitaba. ?Sus intenciones no eran lo suficientemente puras despu?s de todo? La duda empez? a apoderarse de ?l. Quiz? el Profesor Amatista hab?a cometido un error mand?ndolo a esta misi?n. Quiz? no ten?a un coraz?n suficientemente puro a fin de cuentas. —D?jame probar —dijo Hazel—. Ester tambi?n es mi amiga. Ella tambi?n agit? el pomo. Pero no se abri?. Walter fue el siguiente en probar. ?l tambi?n fracas?. A Oliver se le cay? el est?mago a los pies. ?No pod?an caer en el primer obst?culo! Y el reloj haciendo tictac dentro del tubo hueco del cetro era un recordatorio constante de que el tiempo de Ester era finito, de que estaban en una carrera por salvarla. Ten?an que darse prisa. Justo entonces, David dio un paso adelante. Oliver sab?a que David, que no ten?a para nada ninguna intenci?n hacia Ester, pues no la conoc?a, no pod?a ser de ninguna manera el que abriera la puerta al portal. Pero se hab?an quedado sin opciones, as? que ?l tambi?n pod?a probar. David parec?a contemplativo mientras examinaba la puerta de madera que ten?a delante, inclinando la cabeza de izquierda a derecha. Despu?s dio un par de pasos hacia atr?s, clav? los pies firmemente en el suelo y le dio una fuerte patada a la puerta con la suela de su bota. Us? la fuerza de un boxeador. Para sorpresa de todos, la puerta se abri? de golpe. El portal giraba delante de ellos, una bestia enorme y rugiente como un violento remolino agitado. Oliver solt? un grito ahogado cuando una enorme r?faga de viento parec?a intentar trag?rselo hacia dentro. Pero incluso ahora con acceso, no pod?a deshacerse de la sensaci?n de ser un fracaso. ?Por qu? la puerta no se hab?a abierto para ?l? ?Por qu? David? Ech? un vistazo, con el pelo volando delante de su cara, al chico que el Profesor Amatista hab?a mandado con ?l a esta misi?n. —?Por qu? funcion? para ti? —pregunt? Oliver por encima del rugido del viento. —Porque —respondi? Davis gritando— imagin? que si el portal solo te lleva a donde tienes que ir con intenciones puras, quiz? la puerta del portal solo se abre para alguien con la intenci?n pura de abrirla. T? est?s completamente centrado en Ester, en el destino. Pero mi concentraci?n est? en ayudarte en cualquier cosa que deba. As? que mi intenci?n pura era abrirte la puerta. Sus palabras impactaron profundamente a Oliver. ?As? que la ?nica intenci?n de David en esta misi?n era ayudarle? Su habilidad para abrir la puerta hab?a demostrado su lealtad. Por eso el Profesor Amatista lo hab?a mandado. —Ahora te toca a ti, Oliver —dijo Hazel—. Te toca demostrar tus verdaderas intenciones. Oliver lo entendi?. La motivaci?n entr? r?pidamente en sus venas mientras cog?a de nuevo el amuleto y se concentraba en Ester durmiendo dentro. El coraz?n le dio una sacudida. El viento daba vueltas. Mir? de nuevo a sus amigos. —All? vamos. Saltaron. CAP?TULO CUATRO Chris estaba en el campo fangoso en la sombra de la Escuela Obsidiana de Videntes. Estaba cubierto de barro hasta la cintura. La lluvia ca?a sobre ?l de forma torrencial. —Otra vez —exigi? el Coronel Ca?n. Sus inquietantes ojos azules destellaban. Chris apret? los dientes. Estaba agotado. Hab?a estado dando vueltas corriendo durante lo que parec?an horas. Pero entonces record? su misi?n –matar a Oliver- y su motivaci?n regres?. Su riguroso entrenamiento para el combate hab?a empezado de inmediato. Y mientras, por una parte, estaba emocionado por ser el ?nico vidente que exist?a en poseer el poder de la materia oscura, los entrenamientos de buena ma?ana le estaban destrozando el entusiasmo. Chris siempre hab?a sido un chico fornido –prefer?a picotear que hacer deporte- y todas las horas corriendo en el barro y la lluvia mientras le vociferaban ?rdenes a la cara le estaban agotando. Y, a?n as?, a pesar de todas las dificultades, su motivaci?n no hac?a m?s que crecer. Matar?a a Oliver. En la pr?xima misi?n, no lo dejar?a escapar. Empez? a correr de nuevo, su pecho se mov?a agitadamente. Ten?a un fuerte dolor en el costado, pero lo ignor? y continu?. Por el rabillo del ojo ve?a que el Coronel Ca?n lo estaba observando, sus ojos azules brillaban incluso a trav?s de la lluvia torrencial. Justo entonces, avist? una silueta que estaba en una de las ventanas de los dormitorios de la Escuela de los Obsidianos. Supo de inmediato que era Malcolm Malice. Sonri? con satisfacci?n, lleno de orgullo de que Malcolm le estuviera observando. Sab?a que Malcolm estaba celoso de sus poderes y de la atenci?n especial que estaba recibiendo. A Malcolm le hubiera encantado que le entrenara el ej?rcito oscuro. Todav?a estaba resentido por su misi?n fallida y por caer en desgracia a ojos de la Se?orita Obsidiana. Mientras corr?a, resbalando y patinando sobre la hierba embarrada, Chris record? de nuevo aquel momento a orillas del R?o T?mesis en el que tuvo cogido el tobillo de Oliver con la mano durante un instante y, a continuaci?n, lo hab?a perdido de repente y Oliver hab?a desaparecido a trav?s del portal. Chris estaba decidido a no permitir que eso volviera a suceder. La pr?xima vez que se encontrara cara a cara con Oliver, acabar?a con ?l. Entonces conseguir?a todo el prestigio de todos los Obsidianos y Malcolm Malice se quedar?a sin nada. Chris se percat? de que el cielo estaba oscureciendo. Gir? la esquina y volvi? corriendo hacia el Coronel Ca?n. Hab?a estado entrenando desde el amanecer, sin parar ni para comer. El coronel era como un sargento instructor. Pero no importaba lo duro que fuera el entrenamiento, Chris nunca se quejaba. Incluso ahora, que su respiraci?n consist?a en jadeos intensos y roncos, no dejar?a que el hombre viera el dolor en su cara. El Coronel Ca?n era duro, s?, pero era admirable. Chris lo respetaba de un modo que nunca lo hab?a hecho con su padre. Lleg? hasta el Coronel Ca?n. A trav?s de la t?nica oscura del hombre, Chris ve?a que miraba hacia abajo detenidamente con los ojos sobrenaturales y brillantes de un vidente canalla. El Coronel Ca?n apret? el bot?n de arriba de su cron?metro. —?Qu? tal lo hice? —pregunt? Chris. —Est?s yendo m?s lento —fue la respuesta del coronel, con una voz imponente y estruendosa. —Tengo hambre —respondi? Chris, colocando las manos sobre sus rollizas caderas—. ?Cu?ndo vamos a parar para comer? El coronel entrecerr? sus brillantes ojos azules. Parec?a furioso. —Tienes el poder de la materia oscura en tu interior, Christopher —dijo bruscamente—. No deber?as tener ninguna necesidad. El poder que la Se?orita Obsidiana te otorg? es la envidia de todo soldado oscuro del universo. Entre las punzadas de hambre, Chris sinti? una ola de orgullo. —Ven aqu? —dijo el Coronel Ca?n, haciendo un gesto a Chris. Chris se acerc? cauteloso, resbalando un poco sobre la tierra embarrada. —Levanta las manos —dijo el coronel. Chris hizo lo que le hab?an ordenado. —?Sabes el poder que contienen? —pregunt? el coronel. Chris asinti?. —Puedo lanzar chorros de ?cido con ellas —dijo con orgullo, recordando c?mo hab?a destrozado las valiosas obras de arte de Newton en Inglaterra en los a?os 1690. —Puedes hacer mucho m?s que eso —dijo el coronel. Cogi? las manos de Chris por las mu?ecas. Su agarre era firme. Sus dedos eran como garras, protuberantes y largos, casi inhumanos. —Concentra tu mente —exigi? el coronel—. Accede a tus poderes oscuros. Despu?s usa ese poder para derretir el tejido de las dimensiones. —Debe de estar gast?ndome una broma —murmur? Chris. —Yo no gasto bromas —respondi? el coronel. Chris hab?a descubierto el tejido dimensional cuando la Se?orita Obsidiana hab?a llamado al ej?rcito oscuro para que los ayudaran en la ?ltima misi?n. Hab?a usado un sofisticado cuchillo para hacerlo. Pero ?se esperaba que Chris lo hiciera solo con sus manos? El coronel lo estaba mirando con insistencia. Chris respir? profundamente y dej? que su mente encontrara aquel lugar meditativo en el que la realidad empezaba a difuminarse. Cada vez que acced?a a sus poderes era emocionante para Chris, pues cada vez que los encontraba en su interior pod?a ver que hab?an crecido. Sus poderes estaban situados como una enorme roca volc?nica ardiente, justo en el centro de su barriga. Incluso desde el poco tiempo que hab?a estado entrenando con el coronel notaba lo mucho m?s grandes que eran, lo mucho m?s que deseaban ser utilizados. Era como si fueran algo extra?o para ?l, un alien?gena que resid?a dentro de su cuerpo, que le daba la clase de poder con el que la gente solo so?aba. Busc? en su interior y empez? a tirar de sus poderes hasta llevarlos a sus brazos. Sinti? que el calor se deslizaba por sus antebrazos extendidos y hasta sus mu?ecas, que el Coronel Ca?n todav?a agarraba con fuerza. Entonces not? que se filtraba hasta sus manos, calentando su piel hasta una temperatura abrasadora. Finalmente, lo expuls?, proyectando la imagen que hab?a creado en su mente del tejido derriti?ndose y convirti?ndolo a la fuerza en una realidad. Al hacerlo, se dio cuenta de que el ambiente alrededor de sus manos empezaba a cambiar. Empez? a resplandecer. —Funciona… —tartamude? Chris. Alz? la mirada hacia el Coronel Ca?n. Aunque la capucha del hombre hac?a sombra en su rostro, Chris pod?a ver por sus ojos que ahora sonre?a diab?licamente. Chris sinti? que su coraz?n empezaba a golpearle el pecho. —Lo estoy haciendo —dijo, sintiendo una ola de victoria. —Ahora, suelta —orden? el coronel. Chris dej? caer las manos. En el lugar donde sus manos hab?an coincidido con el tejido de la dimensi?n, ahora hab?a dos agujeros chamuscados. —Impresionante —murmur? Chris. —As? es c?mo tienes acceso al espacio entre el tiempo —dijo el coronel—. El vac?o. El reino donde reside el ej?rcito oscuro —Alarg? los brazos hacia delante y, apretando, junt? de nuevo las partes chamuscadas del cielo—. ?Ves lo valioso que es el poder que hay en tu interior? Chris asinti?. —S?. —Bien. Entonces corre. Chris sinti? un tir?n en el pecho. —?Correr? ?Otra vez? El momento de amabilidad del Coronel Ca?n se esfum?. Su voz se volvi? fr?a y dura de nuevo. —He dicho que corras. Chris no iba a discutir. Volvi? a dispar?rsele el coraz?n, para hacer a?n otra vuelta al campo. Esta vez, cuando alz? la vista hacia la ventana de los dormitorios, vio que Malcolm ahora no estaba. Al girar y avistar la silueta del Coronel Ca?n a lo lejos, Chris se percat? de que su mentor ya no estaba solo. Hab?a una segunda silueta a su lado. Alguien m?s peque?o. Un estudiante, se percat? Chris. Al acercarse a?n m?s, se dio cuenta. Malcolm, que hab?a estado observando a Chris entrenando, ahora hab?a bajado a los campos de juego. Chris tens? la barbilla. No quer?a que Malcolm interactuara con el Coronel Ca?n. ?El coronel era su mentor! Aceler? a?n m?s el paso, hasta que el dolor de su costado parec?a la hoja de un cuchillo. Le dol?an los pulmones pero se forzaba a avanzar m?s y m?s y m?s. Por fin, lleg? donde estaba el coronel con un gran estruendo, disparando barro hacia las piernas del pantal?n de Malcolm. El Coronel Ca?n parec?a sorprendido. Par? su cron?metro. —Esta ha sido tu vuelta m?s r?pida, Christopher —dijo, con la m?nima expresi?n de orgullo en su voz. Mir? a Malcolm y, de nuevo, a Chris—. Imagino que un poco de competici?n es buena para ti. Chris respir? muy profundamente, los pulmones le dolieron al hacerlo. —?Competici?n? —balbuce?—. ?Qu? quiere decir? Pero estaba claro que el Coronel Ca?n hab?a tenido una idea. —Malcolm me estaba hablando de vuestra ?ltima misi?n. Se ha ofrecido voluntario para ir contigo a la pr?xima. Iba a decirle que no. Pero ahora que he visto lo r?pido que puedes ser para derrotar a un contrincante, he decidido mandarlo a ?l tambi?n. —?No! —grit? Chris. Lo ?ltimo que quer?a era que Malcolm le robara su prestigio, le quitara el protagonismo—. Yo soy el ?nico en el que la Se?orita Obsidiana conf?a para esto. Malcolm ya ha fracasado. Me toca liderar a m?. Pero el coronel no estaba escuchando. Hab?a ido hacia un lateral del campo donde hab?a dispuesto equipamiento de pelea y guantes de boxeo. Cogi? un par de guantes rojos. —Toma —dijo, ofreci?ndoselos a Chris. Le pas? otro par a Malcolm—. Veamos c?mo os bat?s en duelo. Chris no pod?a creerlo. ?Se supon?a que este era su momento para brillar! Ahora Malcolm se hab?a abierto camino a empujones. La rata est?pida hab?a sido la mitad del problema en la ?ltima misi?n. ?Llev?rselo a esta era una idea horrible! Tendr?a que dejarlo inconsciente y causarle una conmoci?n tan grande que no hubiera modo de que pudiera venir. Fulminando con la mirada a Malcolm, se fij? los guantes. La fr?a lluvia ca?a con fuerza pero ?l ya no la sent?a. Toda su atenci?n estaba en Malcolm. En darle una buena paliza. Malcolm se puso los guantes y choc? sus pu?os de una forma amenazadora. Hizo su horrible sonrisa de comadreja. Chris estrech? a?n m?s los ojos. —El ?ltimo que quede de pie —anunci? el Coronel Ca?n—. ?Vamos! Malcolm no perdi? el tiempo. Fue a toda velocidad hacia Chris como si hubiera estado esperando esta oportunidad toda su vida. Chris adopt? su posici?n de defensa. Pod?a utilizar el arrebato de Malcolm contra ?l. El chico estaba lleno de rabia, no pensaba. Lo ?nico que ten?a que hacer Chris era agotarlo antes de darle un golpe certero. Malcolm lanz? un pu?etazo. Chris alz? los brazos y lo bloque? f?cilmente. Este hab?a sido un primer intento chapucero. Malcolm lo intent? de nuevo, probando con un gancho de izquierda. Pero Chris ya lo hab?a previsto. Lo volvi? a parar. Esta vez, contraatac? con un golpe en el lado descubierto de Malcolm. —?Uff! —susurr? Malcolm mientras se tambaleaba. El barro era resbaladizo y tropez?. Chris se dio cuenta enseguida de que all? ten?a una oportunidad. Hab?a estado entrenando durante horas sobre el barro resbaladizo y se manten?a m?s estable de pie, pero Malcolm no y apenas pod?a mantenerse. Chris sab?a que deb?a aprovechar este momento en el que Malcolm hab?a bajado su defensa. Dio dos grandes pasos hacia delante y se concentr? en el hombro descubierto de Malcolm y, a continuaci?n, puso todo el peso de su cuerpo en estrellar su pu?o derecho contra ?l. Pero Malcolm de repente se irgui? y se agach? en el ?ltimo instante. En lugar de darle una paliza en el hombro, la mano de Chris pas? r?pidamente por delante de ?l, llev?ndose todo el cuerpo con ella. Se tambale?. Hab?a cometido un gran error. Un error de c?lculo. Un fuerte golpe repentino le impact? detr?s de la oreja derecha. El dolor creci? r?pidamente hacia la mand?bula, el cuello y la mejilla. Las orejas empezaron a zumbarle. Desorientado, Chris dio una vuelta, intentando echarle el ojo a Malcolm. Pero Malcolm deb?a de haberse puesto a toda prisa detr?s de ?l, pues lo ?nico que pudo ver Chris era el campo embarrado y la lluvia torrencial. Se le met?an las gotas en los ojos, lo que dificultaba m?s la visi?n. Entonces sinti? que otro horrible golpe le impactaba detr?s de la cabeza. Este fue tan fuerte que le repiquetearon los dientes. Unas estrellas negras bailaban en sus ojos. Empez? a intentar golpear, intentando encontrar a Malcolm desesperadamente, para intentar acertar con cualquiera de sus golpes. Pero fallaba. Solo estaba sacudiendo brazos y piernas. La verg?enza se apoder? de ?l. Lleg? un tercer golpe. Este le alcanz? en la garganta. El dolor fue tan horrible que Chris sinti? que los ojos se le llenaban de l?grimas. Respirando entrecortadamente, cay? de rodillas sobre el suelo empapado. Despu?s se desplom? hacia el lado, sin poder ya sostener su cuerpo, que estaba debilitado por una tos angustiosa. Su cara impact? contra el suelo. Mientras jadeaba, prob? el sabor del barro. Los pies de Malcolm aparecieron a su lado. Cuando alz? la mirada hacia su silueta enmarcada por gotas de agua, el chico sonri? diab?licamente. Despu?s el Coronel Ca?n dio un paso adelante y mir? hacia abajo a Chris. —S? —dijo el Coronel Ca?n, asintiendo con la cabeza—. Creo que vosotros dos har?is un buen equipo. CAP?TULO CINCO Oliver not? la extra?a sensaci?n de que tiraban de su cuerpo al cruzar el portal. No importaba cu?ntos portales atravesara, nunca se acostumbrar?a a esa sensaci?n. Parec?a que le separaran los ?tomos y se los volvieran a juntar. Las parpadeantes luces lilas del portal pasaban zumbando por delante de ?l, con un brillo cegador, que aumentaba su malestar general. Notaba que las n?useas le revolv?an el est?mago. Oliver no pod?a evitar sentir l?stima por sus amigos. Ni Walter ni Hazel hab?an viajado jam?s a trav?s de un portal y este era particularmente salvaje, especialmente teniendo en cuenta que no hab?a ninguna garant?a de que consiguieran llegar al otro lado. Solo pod?a rezar para que fuera capaz de llevarlos a salvo a su destino deseado. Pero si sus intenciones no hab?an sido lo suficientemente puras, todos ser?an expulsados al espacio. Contemplar ese pensamiento era demasiado horroroso. Despu?s de lo que parecieron horas, Oliver oy? un extra?o ruido de succi?n, como agua escurri?ndose por un desag?e. A continuaci?n, con un pum como cuando explota un globo, todas las luces intermitentes y las sensaciones de tir?n desaparecieron. Oliver sinti? que volaba por los aires como si lo lanzaran con una catapulta. Fue a parar al suelo violentamente y se quej? de dolor. Por detr?s de ?l se oyeron tres claros golpes secos y Oliver supo que era el ruido de cada uno de sus compa?eros al ir a parar al suelo. Mir? hacia atr?s. Todos parec?an aturdidos y desali?ados. A David se le hab?a deshecho la cola durante el viaje y el mo?o de Hazel se ve?a revuelto y torcido. Una vez m?s, Walter era el que menos se hab?a inmutado. Se levant? de un salto y lanz? un pu?o al aire. —?Ha sido genial! Oliver se puso de pie con dificultad r?pidamente. —?Chss! —dijo, corriendo hacia Walter—. No sabemos d?nde estamos. ?No llamemos mucho la atenci?n! Lleg? a Walter a la vez que Hazel y David. —Lo que lleva a la pregunta —dijo Hazel—. ?D?nde estamos? Todos empezaron a mirar alrededor. Estaban rodeados de una serie de edificios que parec?an estar en diferentes estados de abandono. Era evidente que en alg?n momento hab?an sido iglesias extremadamente decoradas y extravagantes, con escalones de piedra, altas columnas blancas y tejados abovedados, pero algo las hab?a deteriorado. ?El tiempo? ?La guerra? Incluso parec?a posible que se hubieran llevado los materiales de los edificios. En general, parec?a que todo estaba a punto de derrumbarse. Las calles tambi?n estaban sucias. El ganado salvaje deambulaba por ah?, dejando caer excrementos a su paso y algunos zorros entraban y sal?an a toda prisa de las iglesias. Oliver se estremeci?. —Alg?n lugar de Europa. Pero d?nde y cu?ndo exactamente, no tengo ni idea. Vamos a buscar pistas. Empezaron a pasear por las calles. No hab?a ning?n coche, pero s? un mont?n de esti?rcol de caballo, lo que les ayud? a restringir la ?poca a antes de la invenci?n del autom?vil. Hab?a muy poca gente desperdigada por ah?, principalmente mendigos, lo que hac?a que el lugar pareciera un poco una ciudad fantasma. —Me da la sensaci?n de que la poblaci?n debe de haberse reducido hace poco —dijo Hazel—. Parece que hay demasiada poca gente para todos estos edificios. —As? que quiz?s estemos en alg?n tipo de ciudad antigua que ha perdido a su gente por alguna raz?n —sugiri? Oliver—. Eso explicar?a por qu? los edificios parecen tan deteriorados. —?Mirad all?! —dijo Hazel, se?alando hacia una zona rectangular rodeada por unos grandes edificios que parec?an importantes—. Eso parece un foro romano. Solo que est? lleno de ganado y mercados —Ten?a los ojos muy abiertos por la emoci?n—. Creo que podr?amos estar en Roma. Justo en el umbral del Renacimiento. —?De qu?? —pregunt? Walter. —El momento en el que Europa marca la transici?n de la Edad Media a la ?poca moderna —respondi? con entusiasmo—. Cuando prosperaron el arte, la arquitectura y la filosof?a. ?No te suena la era de los descubrimientos? A Walter se le escap? una risa burlona. —Eres una empollona. Pero Hazel estaba en racha. Ignor? por completo a Walter y parec?a cada vez m?s emocionada. —Por eso est?n cayendo todos los edificios. En el siglo catorce, la econom?a se desplom? a causa de la guerra y la plaga adem?s de la hambruna por una peque?a edad de hielo. La poblaci?n se redujo entre un veinticinco y un cincuenta por ciento. —As? que esto debe ser principios del siglo diecis?is —respondi? Oliver. —Creo que s? —dijo Hazel asintiendo. Justo entonces, pasaron dos mujeres charlando por delante de ellos. Oliver no entend?a el idioma. Pero David estaba escuchando con atenci?n, como s? ?l tal vez lo entendiera. Oliver mir? a David con las cejas levantadas con esperanza. —?Y bien? ?Las entendiste? David asinti? lentamente. —S?. Yo hablo varios idiomas. Quiz?s esta sea otra raz?n por la que me envi? el Profesor Amatista. —?Y? —pregunt? Oliver—. ?Tenemos raz?n? ?Estamos en Italia? David asinti?. —Estamos en Italia. Oliver no pudo evitar exclamar: —?Italia! Hazel tambi?n parec?a completamente fascinada por donde hab?an ido a parar. —?Roma! ?Durante el Renacimiento! Walter giraba y estiraba la cabeza para internalizar la visi?n de las altas iglesias derruidas. —Me alegro de que est?is tan contentos con el sitio al que hemos ido a parar. Yo estoy contento de que no estemos muertos. —Entonces, el portal nos llev? a la Italia del siglo diecis?is —dijo Hazel, que todav?a parec?a impresionada a pesar de su intento por volver al trabajo—. ?Por qu? iba a estar la cura para Ester precisamente aqu?? Al mencionar el nombre de Ester, a Oliver le dio un vuelco el est?mago. No hab?a tiempo para quedarse embelesado con el entorno, para sorprenderse por haber llegado a la Italia del siglo diecis?is, pues cada segundo que pasaba era un segundo desperdiciado. —Tenemos que averiguar d?nde vamos a ir ahora —dijo apresuradamente. Oliver sac? su br?jula. Pero, para su sorpresa, mientras la manecilla de oro principal se?alaba a un vial -que seguramente representaba la medicina- todas las dem?s manecillas m?s peque?as se?alaban al mismo s?mbolo. No les daba ninguna otra pista. Oliver dej? caer los hombros. Se sent?a derrotado. —Es… Esto no funciona —tartamude?, con gesto de impotencia. —?Y ahora qu?? ?Estaban en Roma durante el Renacimiento sin tener ni idea de ad?nde ir o qu? hacer a continuaci?n! Cada momento que estaban all? vacilando era otro momento en el que Ester iba hacia la muerte. —Ehhh… Oliver… —dijo David con voz de alarma. Oliver apart? la mirada de su br?jula in?til. Para su sorpresa, un ni?o ven?a corriendo hacia ellos. Parec?a desesperadamente preocupado. Oliver sinti? que el terror crec?a en su interior. ?Qui?n era el chico y por qu? se dirig?a hacia ellos de esa manera, con una mirada de pura ansiedad? Lleg? corriendo hasta ellos y empez? a hablar en italiano de manera urgente y r?pida. Oliver mir? a Oliver y Hazel, que parec?an igual de perdidos que lo que estaba ?l, con gesto de impotencia. David tom? la iniciativa. Dio un paso adelante y asent?a mientras el chico hablaba. Cuando el chico de piel tostada por fin termin?, David mir? por encima del hombro a Oliver. —Es un vidente —dijo. Oliver arrug? las cejas. —?Un vidente? ?C?mo nos encontr?? —Dice que cuando activamos el portal, este mand? una luz de alarma a su escuela. Dice que debemos seguirle. Estar aqu? es demasiado peligroso. —Pero ?por qu?? —pregunt? Hazel—. ?Qu? tiene de peligroso estar inocentemente en las calles? —Quieres decir aparte del ganado que deambula y de los mendigos —brome? Walter. David le tradujo su pregunta al chico. Este neg? con la cabeza, parec?a estar cada vez m?s exasperado. Hablaba de un modo r?pido y exagerado, moviendo los brazos de forma melodram?tica. —?Y bien? —pregunt? Oliver, cada vez m?s nervioso a cada segundo que pasaba. —La luz —dijo David con la voz entrecortada, transmitiendo el mensaje a los dem?s. Clav? su mirada en Oliver, cuya expresi?n ahora era de profunda preocupaci?n—. No solo manda una se?al de alarma a la escuela. Todos los videntes pueden captarla. Hazel solt? un grito ahogado. —Te refieres a… —Los canallas —termin? David por ella—. Les hemos mandado una se?al de que estamos aqu?. Oliver sinti? que el calor desaparec?a de su cara. Por fin entend?a por qu? el chico vidente italiano estaba tan fren?tico. ?Pr?cticamente, hab?an mandado una se?al para que viniera cualquier vidente canalla a complicar la historia! —?R?pido! —les dijo Oliver a sus amigos—. Salgamos de aqu?. Hazel le cogi? del brazo. —?Est?s seguro de que podemos fiarnos de este chico? —Se arriesg? mucho solo para venir a buscarnos aqu? —dijo Walter. Pero Oliver no estaba tan seguro. —David, ?puedes preguntarle m?s sobre ?l? ?Y enterarte de si existe alguna manera de probar lo que nos est? diciendo? —pregunt?. David gir? la vista hacia el chico y le pregunt? algo en italiano. —Se llama Gianni —les transmiti? a los dem?s—. Dice que puede demostrar que es de confianza. El chico, Gianni, dio un paso adelante y se sac? una llave de bronce del bolsillo. Se la pas? a Oliver y la apret? contra su mano. Pregunt?ndose por qu? parec?a que Gianni quer?a que la tuviera ?l, Oliver cogi? la llave, con el ce?o fruncido y la gir? en sus manos. Entonces lo comprendi?. En la parte de atr?s hab?a un s?mbolo conocido. Un anillo con tres ojos separados uniformemente. El s?mbolo de la Escuela de Videntes. Oliver sinti? que se formaba una sonrisa en sus labios. Aquel s?mbolo le hac?a sentir como en casa. Se lo mostr? a los dem?s. Walter asinti?, satisfecho, pero Hazel cruz? los brazos. —Todav?a no lo s? —dijo. Su escepticismo le recordaba a Oliver c?mo ?l se hab?a sentido respecto a David. Pero David hab?a demostrado su val?a en el portal y ahora confiaba plenamente en David. Su guardaespaldas no los conducir?a al peligro. —Si David dice que podemos fiarnos de Gianni, entonces creo que podemos confiar en ?l —le dijo. Una mirada de orgullo apareci? en la cara de David. —Te lo prometo, Hazel. Gianni es exactamente quien dice ser. Un vidente. Un amigo al que han mandado a buscarnos. Hazel se mordi? el labio como si reflexionara. Pero, finalmente, asinti?. —Supongo que, estad?sticamente hablando, es m?s probable que nos pillen los videntes canallas si nos quedamos aqu? que si vamos con ?l. Contad conmigo. Walter gir? los ojos. —?Confiemos en la decisi?n que ha tomado Hazel basada en estad?sticas! Guiados por Gianni, el chico vidente de la era del Renacimiento en Roma, los amigos empezaron a correr. CAP?TULO SEIS La Se?orita Obsidiana estaba sentada en su despacho, mirando fijamente el cuenco de las visiones. Lo hab?a estado vigilando de cerca casi de manera constante, ignorando todas las se?ales de fatiga que hab?a en su interior que le ped?an que durmiera, todas las se?ales de hambre que le dec?an que comiera. Nada era m?s importante para ella que encontrar a Oliver Blue y destruirlo de una vez por todas. Pero el agotamiento ya era dif?cil de combatir. Hab?a perdido la cuenta de los d?as. ?Dos? ?Posiblemente tres? Su vida se hab?a convertido en mirar fijamente y de manera obsesiva dentro del cuenco de las visiones, escuchando los gritos constantes del Coronel Ca?n desde fuera de su ventana mientras entrenaba a Christopher Blue en las artes oscuras. El pensamiento dibuj? una retorcida sonrisa en sus labios. Esta vez no hab?a ninguna posibilidad de fracaso. Christopher ten?a la magia m?s peligrosa en su interior. Junto con el mejor entrenamiento que pod?a ofrecer el ej?rcito oscuro y el incomparable deseo asesino de Chris por matar a Oliver, esta vez lo lograr?an. Solo deseaba que su topo se diera prisa. ?De qu? serv?a colar a un esp?a en la Escuela de Videntes de Amatista, para tender una trampa que atrajera a Oliver, si le iba a llevar mucho tiempo llevar a cabo el plan? Puede que tuviera que hacer aparecer otro, uno que acelerara un poco las cosas. Quiz? pudiera encontrar a alguien a quien manipular dentro de la escuela. A?adir algo de viaje en el tiempo por diversi?n. De hecho, cuanto m?s pensaba en ello, m?s cuenta se daba de lo divertido que ser?a. Ten?a que haber un estudiante dentro de la Escuela de Videntes que se sintiera insatisfecho. Moldear una joven mente influenciable –tal como hab?a hecho con Malcolm Malice, y ahora con Christopher Blue- era una de las cosas que m?s le gustaba hacer. S?, embaucar?a a uno de los estudiantes para que obedeciera sus ?rdenes. En cuanto hubo decidido su nuevo plan, algo parpade? en su cuenco de las visiones. La Se?orita Obsidiana se alz? de golpe, con la espalda erguida y se inclin? m?s hacia el cuenco. A trav?s de las oscuras nubes de tormenta que le hab?an tapado la visi?n durante d?as, ahora ve?a una resplandeciente luz lila que giraba. Enseguida supo lo que estaba mirando. Era un portal. Oliver Blue estaba en marcha. La emoci?n chisporroteaba por sus venas. Observ? atentamente mientras la imagen se volv?a a?n m?s clara. Entonces el coraz?n le dio un vuelco en el pecho. ?All? estaba! ?Oliver Blue! Estaba en una calle muy ornamentada. La Se?orita Obsidiana frunci? el ce?o, intentando identifica la arquitectura. —?Roma? —murmur? en voz baja—. ?Siglo diecis?is? Continu? observando, las n?useas daban vueltas en la boca de su est?mago, mientras Oliver y sus molestos amiguitos se acercaban. Entonces vio a otro chico que los llevaba a toda prisa por las calles. El grupo lleg? a una pared de ladrillos y el chico presion? una serie de ladrillos. La pared se abri?. La Se?orita Obsidiana supo lo que estaba sucediendo de inmediato. ?El otro chico era un vidente de la ciudad que llevaba a Oliver Blue a su escuela para que estuviera a salvo! ?En el instante en el que se metieron dentro, ya no pudo verlo m?s! La frustraci?n la venci?. Dio un golpe con los pu?os sobre la mesa cuando la rabia se apoder? de ella. De su pecho sali? un gru?ido de rabia. —?No importa donde vaya, ese mocoso siempre consigue ayuda! —grit? furiosa. Echando humo, se dirigi? hacia la ventana y se agarr? al alf?izar. No soportar?a otros tres d?as mirando fijamente dentro del cuenco de las visiones. Hab?a visto lo suficiente como para averiguar que Oliver Blue estaba en Roma en el siglo diecis?is. Ya ten?a ventaja. Y ayuda. No hab?a tiempo que perder. Abri? la ventana de golpe, ignorando la lluvia torrencial que le ca?a encima. —?Es la hora! —vocifer? hacia el cielo oscuro. Su voz, magnificada, reson? en la noche como una campana descascarillada. Volvi? a la mesa hecha una furia y se dej? caer en su trono. Un instante despu?s, oy? que se abr?a la puerta. Entraron el Coronel Ca?n, Christopher Blue y Malcolm Malice, en respuesta a su llamada. Parec?an ratas ahogadas, cubiertas de barro, ten?an las mejillas muy rojas por el esfuerzo excesivo. Era satisfactorio verlos de ese modo. —Sentaos —les dijo de forma brusca a todos. Ellos hicieron lo que les orden?. Lo que m?s le gustaba a la Se?orita Obsidiana era la obediencia absoluta. —He localizado a Oliver Blue —anunci?—. No hay tiempo que perder. Deb?is viajar hacia ?l de inmediato. Christopher puso cara de espanto. —Pero yo he estado entrenando desde el amanecer. Es casi medianoche. Estoy agotado. La Se?orita Obsidiana sinti? que el enfado chisporroteaba en su interior. Estos estudiantes eran muy quejicas siempre. Ella les daba la mejor educaci?n, los poderes m?s oscuros, todas las oportunidades para prosperar y poder apoderarse del universo, y lo ?nico que hac?an era quejarse. —He estado aqu? sentada durante tres d?as esperando esta se?al —le dijo la Se?orita Obsidiana—. Cuando t? hayas hecho lo mismo, entonces podr?s hablarme de estar cansado. Hizo una pausa. Pens?ndolo mejor, quiz? Christopher ten?a raz?n. Mandar a dos videntes cansados para esta tarea era una p?rdida de tiempo. Necesitar?an ayuda, al menos hasta que hubieran descansado y hubieran renovado sus fuerzas. —Cada uno de vosotros puede llevarse a alguien con ?l —dijo—. Vigilantes que se preocupen de cu?ndo necesit?is dormir. Pero deb?is decidiros r?pidamente. ?A qui?n os llevar?is? —A Natasha Armstrong —dijo Malcolm sin perder un segundo. —Buena elecci?n —respondi? la Se?orita Obsidiana. Natasha era una de las alumnas que asist?a a sus clases para los dotados y los que ten?an talento. Ser?a una buena incorporaci?n a la misi?n—. ?Christopher? Chris se hab?a quedado sin palabras. —Yo no conozco a nadie. Nunca he tenido la oportunidad de hacer amigos aqu?. —Entonces ll?vate a alguien que conocieras en tu ?ltima misi?n —le dijo impaciente la Se?orita Obsidiana, intentando meterle prisa—. Quien sintieras que m?s te ayud?. —Madeleine —dijo Christopher, encogiendo los hombros. La Se?orita Obsidiana se mof?. —?Madeleine? La pelo de zanahoria a quien le cerr? la boca con cremallera el otro d?a? Muy bien. Es tu decisi?n. Accedi? a sus poderes de vidente, buscando en su interior el arranque de energ?a que necesitaba para mover ?tomos. Conoc?a todos los rincones y recovecos de su adorada escuela y para su mente era f?cil captar los lugares exactos done Madeleine y Natasha estaban durmiendo. Ser?a un despertar muy brusco para ellas. Usando su espl?ndido talento, la Se?orita Obsidiana agarr? sus ?tomos, los movi? y tir? de ellos hasta su despacho. Los recoloc? de nuevo hasta que las dos chicas se materializaron delante de ella. Ambas parpadeaban, parec?an sobresaltadas, se sonrojaron al darse cuenta de que estaban en camis?n en pleno despacho de la directora. —Madeleine. Natasha —anunci? la Se?orita Obsidiana—, hoy es vuestro d?a de suerte. Hoy vais a ir a una misi?n muy importante, una que tendr? como consecuencia la aniquilaci?n de Amatista de una vez por todas. Hoy vais a ir a Roma. Hoy matar?is a Oliver Blue. CAP?TULO SIETE Gianni, el vidente italiano, guiaba a los cuatro amigos a trav?s de la pared de ladrillos encantada. Cuando aparecieron al otro lado a trav?s del velo, Oliver solt? un grito ahogado al ver lo que les aguardaba. Nunca hab?a visto nada parecido. La versi?n italiana de la Escuela de Videntes era el lugar con el aspecto m?s extravagante que hab?a visto. Al contrario que la escuela de la Hermana Judith en Inglaterra, que ten?a el ambiente de un monasterio, y su propia escuela en los EE. UU., que a veces daba la sensaci?n de ser una nave espacial futurista, esta ten?a el ambiente de un palacio real. De alguna manera esperaba ver a un rey entrando a sus anchas por las enormes puertas, o a una fila de m?sicos con corneta para anunciar su llegada. —Por aqu? —dijo David, inform?ndoles de lo que Gianni estaba diciendo. Entraron a toda prisa dentro de la enorme escuela. Aqu?, la opulencia no hac?a m?s que aumentar. Hab?a columnas de m?rmol y estatuas por todas partes, por no hablar del techo abovedado y pintado con gran detalle. Esto hizo pensar a Oliver en los artistas de la ?poca Renacentista, como da Vinci y especialmente Miguel ?ngel, que pintaban enormes murales en los techos de edificios religiosos. Se preguntaba si algunos hab?an visitado la escuela. Mientras iban a toda prisa por los pasillos, Oliver sinti? que una extra?a sensaci?n de d?j? vu se apoderaba de ?l. No pod?a entenderlo, pero le daba la sensaci?n de que ?l ya hab?a estado all?. —?Est?s bien? —pregunt? Hazel. Oliver asinti?. —He tenido una sensaci?n extra?a, eso es todo. Como si yo ya hubiera estado aqu?. Entre las cejas de Hazel apareci? un ce?o fruncido. —Tal vez has estado. Otro t?, quiero decir. De una l?nea temporal diferente. Oliver reflexion? sobre sus palabras. Evidentemente, era posible que una versi?n diferente de s? mismo hubiera estado antes en este lugar, pero esto no justificaba la extra?a sensaci?n de familiaridad que estaba teniendo Oliver. Cualquier Oliver diferente de una l?nea temporal diferente tendr?a recuerdos diferentes. No hab?a manera de que ?l pudiera acceder a ellos. Era un completo misterio. Y aun as?, a cada paso que daba, m?s ten?a la sensaci?n de que ?l ya hab?a hecho este camino. Oliver se sacudi? los pensamientos de la cabeza. Era imposible. Deb?a de haber estado pensando en un libro de historia que hab?a le?do o en un documental que hab?a visto. Tal vez estaba recordando un sue?o. En cualquier caso, no ten?a tiempo que perder pensando en ello. Ten?a que concentrarse en Ester, en encontrar el Elixir para salvarle la vida. Gianni los llev? hasta una gran puerta barnizada y la golpete? con los nudillos. Gir? la cabeza y le dijo algo a David. David pas? el mensaje en ingl?s a los dem?s. —Esta es la oficina de la directora. Oliver trag? saliva. No pod?a evitar sentirse nervioso cada vez que conoc?a a otro vidente poderoso y venerado. Respetaba al Profesor Amatista m?s que a nadie en el universo y conocer a sus hom?logos a lo largo de la historia siempre era una experiencia aleccionadora y estresante. Gianni abri? la puerta y los hizo pasar dentro del despacho. Era enorme, parec?a m?s el sal?n de baile de un palacio que el despacho de la directora. Hab?a cuadros grandes con marcos de oro por todas las paredes de color verde oscuro y una enorme chimenea de m?rmol. Del techo colgaban unos candelabros y el olor a almendras cortaba el aire. Cuando se adentraron m?s, Oliver vio un gran escritorio, detr?s del cual estaba sentada una mujer de aspecto sumamente elegante. Aunque era mayor, era extremadamente glamurosa y en su mirada hab?a una energ?a juvenil. Ten?a la misma piel color oliva y los mismos ojos oscuros que Gianni. Sobre un hombro ca?a el pelo largo y negro en ondas de forma sensual. —?Oliver Blue? —pregunt?, con voz suave y r?tmica, en un marcado acento italiano. —S? —tartamude? ?l, un poco abrumado por su fuerte presencia. —Por favor. Sentaos —Se?al? con la mano una fila de sillas y sonri?, sus dientes eran blancas, su sonrisa seductora—. Todos. Oliver se sent?a desconcertado por todo, pero hizo lo que le dijeron. Sus amigos se sentaron junto a ?l en solidaridad. —Soy la directora de la Escuela de Videntes de Roma —anunci? la mujer—. Lucia Moretti. En primer lugar, dejad que os d? la bienvenida. —Gracias —tartamude? Oliver. Se sent?a un poco aturdido en presencia de una mujer tan elegantemente poderosa. La directora continu?: —Entiendo que pudiste activar el antiguo portal que se dec?a que lleva al Elixir. Debo decir que me sorprende bastante que te llevara hasta aqu? —Hab?a un destello de emoci?n en su mirada—. Y pensar que la clave para encontrar el Elixir has estado todo el tiempo en el umbral de mi puerta —Sonri? a Oliver—. No me sorprende que despu?s de todos estos siglos, fueras t? de entre todos el que consiguiera activar el portal, Oliver Blue. Oliver frunci? el ce?o, confundido. ?Qu? significa eso? —No lo entiendo —dijo—. ?A qu? se refiere con “de entre todos”? —?Pues que t? eres el hijo de Margaret Oliver y Theodore Blue! —exclam?—. ?No es as?? Al o?r el nombre de sus padres, Oliver sinti? que su coraz?n empezaba a latir con fuerza. Walter y Hazel dieron un tir?n visiblemente en sus asientos. Como dos de los amigos m?s cercanos de Oliver, sab?an a la perfecci?n que ?l hab?a estado buscando a sus padres desesperadamente. —?Conoce a mis padres? —pregunt? Oliver, con una voz que parec?a sin aliento por la conmoci?n. —Por supuesto que s? —respondi? la directora. Esta frunci? un poco el ce?o—. Son bastante famosos por esta zona. Pero t? ya lo sabes todo. —En realidad no —se apresur? a decir Oliver—. Mis padres me dieron en adopci?n. No s? nada de ellos —Ahora aceler? la voz, como si intentara ir a toda prisa con la conversaci?n para llegar m?s r?pido a la conclusi?n—. ?Est?n aqu?? ?En Roma? ?Sabe d?nde puedo encontrarlos? Lucia Moretti puso cara de decepci?n. —Lo siento. Creo que he hablado cuando no deb?a. —Para nada —respondi? Oliver r?pidamente—. Por favor, cu?nteme lo que sabe. No tengo nada para continuar. Solo sus nombres y que estudiaron en Harvard. Ah, y un cuaderno que era de mi padre. La directora levant? lentamente las cejas hacia la frente. —?Un cuaderno? —pregunt?—. ?Puedo verlo? —Por supuesto —Oliver cogi? el cuaderno de Hazel, que lo ten?a guardado en su mochila y se lo pas? r?pidamente. Si sab?a algo de sus padres, ?l quer?a saberlo. La Se?orita Moretti hoje? el libro. —Oliver, ?sabes qu? es esto? ?l neg? con la cabeza. —Es una f?rmula —le dijo—. Una f?rmula para el Elixir. Oliver solt? un grito ahogado. —??C?mo?! ?Quiere decir que el remedio ha estado siempre conmigo? —Espera. Rel?jate —dijo—. No te precipites. Lo que quiero decir es que esto es un intento por crear la f?rmula del Elixir. Tus padres eran humanos, Oliver. Esto lo sabes, ?verdad? Ellos no ten?an poderes de vidente. Por lo tanto, los viajes en el tiempo no estaban en absoluto disponibles para ellos. Pero se mov?an en c?rculos de videntes. Quer?an experimentar lo que los videntes pod?an experimentar. Aqu? est? la prueba de que tu padre trataba de crear su propio Elixir. Con ?l, podr?a viajar en el tiempo, a trav?s de l?neas temporales y mundos paralelos alternativos. Pero est? incompleto. No lo logr?. Un mont?n de emociones luchaban en el interior de Oliver. No pod?a absorber toda la informaci?n que le acababan de dar. Pensar que sus mortales padres hab?an estado intentando desentra?ar los secretos del viaje en el tiempo se le hac?a raro. ?Para qu? querr?an poder viajar en el tiempo? Los videntes viajaban en el tiempo para cumplir el destino del universo, para proteger las l?neas temporales que estaban bajo su control, para enmendar el trabajo de los videntes canallas que intentaban crear el caos. Pero los humanos no ten?an ninguna necesidad de viajar en el tiempo. Para un vidente era muy peligroso, ?y para un humano? Sin duda alguna era un suicidio. No sab?a si sentirse o no aliviado de que la f?rmula de su padre estuviera incompleta. Si Teddy Blue hubiera logrado crear el Elixir, hubiera podido salvar la vida de Ester. Pero al no haberlo hecho, ?quiz?s esto mismo hab?a salvado la vida de su padre? La Se?orita Moretti cerr? de golpe el cuaderno. —Oliver, sabes que nada pasa por casualidad. El portal te trajo hasta aqu? por alguna raz?n, porque de alg?n modo este es el lugar en el que se descubrir? el Elixir. Creo que este cuaderno es el primer paso. El segundo paso proviene de m?. Oliver frunci? el ce?o con curiosidad. —?A qu? se refiere? —Yo soy matem?tica, Oliver —dijo la Se?orita Moretti—. La mejor mente que el universo haya conocido jam?s. Tengo una mente a la que solo puede ganar la de Einstein —Repiquete? los dedos encima de la mesa y sus ojos brillaron por la emoci?n—. Necesitas mi instrucci?n. Necesitas mi conocimiento. Si te preparo, juntos podremos completar la f?rmula. —Pero yo no tengo tiempo —dijo Oliver—. No estoy intentando encontrar el Elixir para desentra?ar el viaje en el tiempo, ?lo estoy haciendo porque el Profesor Amatista me dijo que esto es lo ?nico que puede salvar a mi amiga de la enfermedad del viaje en el tiempo! Mi amiga est? cerca de la muerte —Su voz se rompi? cuando apareci? una imagen de Ester en su imaginaci?n. Por instinto, agarr? con fuerza el amuleto—. No tengo tiempo para prepararme aqu?. La directora hizo una pausa. Inclin? la cabeza hacia un lado y observ? a Oliver por un instante. —Ya veo. Parec?a decepcionada porque Oliver no hab?a aceptado su oferta de formarlo aqu?. ?l no pretend?a insultarla. En otro momento y lugar, hubiera aceptado sin dudar la oportunidad de formarse en la Escuela de Videntes de Roma, para aprender toda la genialidad matem?tica que pose?a la Se?orita Moretti. Pero no ten?a tiempo. Hazel no paraba de pasarse ansiosamente las manos por el regazo. Mir? a Oliver con gesto nervioso —Pero ?no es esta nuestra ?nica oportunidad? —pregunt?—. El Elixir no se ha creado nunca. El portal nos trajo hasta aqu? porque era aqu? donde pod?amos encontrar todas las piezas del rompecabezas necesarias para crearlo. La mente de la Se?orita Moretti sin duda es parte de ese rompecabezas. Êîíåö îçíàêîìèòåëüíîãî ôðàãìåíòà. Òåêñò ïðåäîñòàâëåí ÎÎÎ «ËèòÐåñ». Ïðî÷èòàéòå ýòó êíèãó öåëèêîì, êóïèâ ïîëíóþ ëåãàëüíóþ âåðñèþ (https://www.litres.ru/pages/biblio_book/?art=51923634&lfrom=688855901) íà ËèòÐåñ. Áåçîïàñíî îïëàòèòü êíèãó ìîæíî áàíêîâñêîé êàðòîé Visa, MasterCard, Maestro, ñî ñ÷åòà ìîáèëüíîãî òåëåôîíà, ñ ïëàòåæíîãî òåðìèíàëà, â ñàëîíå ÌÒÑ èëè Ñâÿçíîé, ÷åðåç PayPal, WebMoney, ßíäåêñ.Äåíüãè, QIWI Êîøåëåê, áîíóñíûìè êàðòàìè èëè äðóãèì óäîáíûì Âàì ñïîñîáîì.
Íàø ëèòåðàòóðíûé æóðíàë Ëó÷øåå ìåñòî äëÿ ðàçìåùåíèÿ ñâîèõ ïðîèçâåäåíèé ìîëîäûìè àâòîðàìè, ïîýòàìè; äëÿ ðåàëèçàöèè ñâîèõ òâîð÷åñêèõ èäåé è äëÿ òîãî, ÷òîáû âàøè ïðîèçâåäåíèÿ ñòàëè ïîïóëÿðíûìè è ÷èòàåìûìè. Åñëè âû, íåèçâåñòíûé ñîâðåìåííûé ïîýò èëè çàèíòåðåñîâàííûé ÷èòàòåëü - Âàñ æä¸ò íàø ëèòåðàòóðíûé æóðíàë.