Мой город - старые часы. Когда в большом небесном чане созреет полулунный сыр, от сквозняка твоих молчаний качнется сумрак - я иду по золотому циферблату, чеканя шаг - тик-так, в ладу сама с собой. Ума палата - кукушка: тающее «ку…» тревожит. Что-нибудь случится: квадрат забот, сомнений куб. Глаза в эмалевых ресницах следят насме

La Insensatez De Olivia

La Insensatez De Olivia Amanda Mariel William y Olivia se enfrascaron en una batalla de voluntades, pero cuanto m?s se resiste ella y ?l la persigue, m?s se encienden sus pasiones. Una vez que el coraz?n est? comprometido, la resistencia se hace dif?cil, pero ?se rendir?n a la felicidad para siempre? Un alhel? obstinado… Durante a?os, el prometido de Lady Olivia Montague la ha ignorado, a ella y a su contrato. Mientras tanto, ella ha decidido permanecer soltera, abrazando la vida de una solterona. Lo ?ltimo que espera es que su prometido vuelva a su vida. Un duque decidido… Tras la muerte de sus padres, William Breckenridge se convierte en el Duque de Thorne, a cargo de sus tres hermanas menores. Necesita ayuda en forma de madre y gu?a para sus hermanas. Por suerte para William, ya est? prometido. Todo lo que necesita hacer es ir por su futura duquesa. Un amor imparable… William y Olivia se enfrentan a una batalla de voluntades, pero cuanto m?s se resiste ella y ?l la persigue, m?s se encienden sus pasiones. Una vez que el coraz?n se compromete, la resistencia se hace dif?cil, pero ?se rendir?n a la felicidad para siempre? Amanda Mariel La Insensatez de Olivia La insensatez de Olivia Por la autora m?s vendida de USA Today Amanda Mariel Traducci?n: Elizabeth Garay Esta es una obra de ficci?n. Los nombres, personajes, organizaciones, lugares, eventos e incidentes son producto de la imaginaci?n de la autora o se usan de manera ficticia. Copyright © 2019 Amanda Mariel All rights reserved. Ninguna parte de este libro puede reproducirse, o almacenarse en un sistema de recuperaci?n, o transmitirse de ninguna forma o por ning?n medio, electr?nico, mec?nico, fotocopiado, grabaci?n o de otra manera, sin el permiso por escrito del editor. Traducci?n: Elizabeth Garay Publicado por Tektime LIBROS DE AMANDA MARIEL Libros de Amanda Mariel Planes escandalosos Redenci?n escandalosa El Esc?ndalo de la Solitaria Aventura Escandalosa Encantada por el Conde Cautiva Del Capit?n Atra?do por Lady Elianna Georgina, segundo libro de la serie El credo de la dama arquera Josephine, segundo libro de la serie El credo de la dama arquera Su Perfecto Brib?n Una cita bajo la luna Un beso encantador Una Navidad Retorcida Conde de Grayson C?mo besar a un canalla CAP?TULO 1 Yorkshire, Inglaterra 1810 Lady Olivia Montague se paseaba por el sal?n, sus zapatillas amenazaban con desgastarse a trav?s de la alfombra por su constante andar. Apenas pod?a creer lo que estaba sucediendo. ?Por qu? ahora? ?Por qu? despu?s de todo este tiempo? Por amor de Dios, hab?an pasado m?s de quince a?os desde la ?ltima vez que supieron del duque. ?Qu? demonios hab?a cambiado su opini?n? Dirigi? su atenci?n hacia sus amigas, Lady Emma y Lady Juliet. "Tengo que encontrar una salida a esta farsa, y ustedes, se?oras, me ayudar?n". "No veo cu?l es el problema", dijo Emma desde donde estaba sentada cerca de la chimenea, con sus ojos violetas fr?os y tranquilos. Juliet se puso de pie, con sus rizos p?lidos y rubios rebotando con el movimiento. "Entiendo perfectamente, pero tal vez si trataras de ver la situaci?n de manera m?s positiva". Olivia se volvi? para mirar a sus bien intencionadas amigas. Lady Emma Finch y Lady Juliet Gale, hijas de Earls y antiguas amigas de la familia. Las tres hab?an sido casi inseparables a lo largo de los a?os. Honestamente, eran m?s como hermanas que como amigas. Y aunque Olivia sab?a que la pareja ten?a buenas intenciones, no pod?a evitar enfadarse con ellas en este momento. Entrecerr? los ojos y respondi?: "No es necesario que entiendan, y no hay nada positivo en esto… esta… atrocidad". "Ahora esa es una buena manera de describir tu matrimonio pendiente". Emma neg? con la cabeza y apret? los labios. Juliet suspir?, su hombro se redonde? una fracci?n antes de volver a enderezarse. ?Y si te enamoraras de ?l? Eso ser?a un resultado positivo". Olivia desestimaba las palabras de Juliet mientras las pronunciaba. "No me voy a enamorar de nadie, y menos a?n de ?l". Exasperada, dej? escapar un suspiro y luego volvi? a pasearse. "No voy a casarme con ?l". El ruido sordo del abanico de Emma contra el brazo de la butaca dorada del ala de brocado en la que estaba sentada atrajo la atenci?n de Olivia. "No puedes decirlo en serio. Hay un acuerdo de compromiso. Est?s legalmente obligada. Te enfrentar?as a la ruina si te negaras". "Y, adem?s, ?l es un duque". Juliet sonri?, sus ojos azules brillaron. "Toda mujer sue?a con ser duquesa". Olivia no pod?a negar los m?ritos de los argumentos de sus amigas, pero tampoco cre?a que se aplicaran a ella. Sacudi? la cabeza y se volvi? hacia ellas. "No me importa un higo lo que sea, y no quiero ser duquesa". M?s que un poco frustrada, se dej? caer en un sof? cercano. “Todo lo que quiero es salir de esto. Demonios, no s? absolutamente nada sobre el hombre. Ni siquiera s? c?mo se ve, y se espera que me case con ?l". Olivia se llev? la mano a la frente y comenz? a masajearse las sienes con el pulgar y el dedo medio. Le dol?a la cabeza, pero no ten?a tiempo para descansar o tomar t?nicos. Ten?a que utilizar cada momento para encontrar una manera de salir de su inminente matrimonio. Juliet se inclin? hacia adelante, con el ce?o fruncido en torno a su boca. "Ahora est?s siendo injusta. No es un completo desconocido. Lo has conocido antes. T? tambi?n nos lo dijiste". Olivia dej? caer la mano sobre su regazo y mir? a Juliet. "Seg?n recuerdo, te dije cu?nto lo detestaba. Era grosero, desagradable, desordenado, autoritario…". "Era joven, un ni?o como t?", interrumpi? Emma, con un lado de sus labios alz?ndose en la apariencia de una sonrisa. "En verdad, Olivia, al menos deber?as darle una oportunidad". La expresi?n de Julieta adquiri? un tono enso?ador, toda serenidad y alegr?a mientras miraba a Olivia. "?Y si se ha convertido en un hombre guapo con un comportamiento ejemplar?". Ella junt? las manos con una emoci?n apenas contenida. "?Qu? pasa si ?l llega y te levanta del suelo?". Olivia sacudi? la cabeza y apret? los ojos. "Te aseguro que eso no va a suceder". Emma inclin? la cabeza hacia el techo, casi como si estuviera rezando, y luego dijo: "Pero podr?a. Si tan solo le dieras una oportunidad". Olivia apostar?a a que su amiga hab?a estado levantando una oraci?n. Despu?s de todo, Emma siempre hab?a sido la m?s sensata entre ellas. Si sus padres le pidieran que se casara con un caballero de su elecci?n, lo har?a sin quejarse. Juliet le sonri? a Emma antes de volver su atenci?n hacia Olivia. "Ella tiene raz?n, y t? lo sabes. Mucho puede cambiar con el paso de los a?os. ?Cu?nto tiempo ha pasado? ?Diez, doce a?os?". "Quince", Olivia forz? la palabra con los dientes apretados. Quince largos a?os sin una palabra del hombre. Quince a?os de Olivia creyendo que hab?a sido olvidada. ?C?mo demonios, pod?a esperar que alguien olvidara eso? Emma apart? de su mejilla un mech?n de cabello color cuervo. "El chico que recuerdas, hace mucho que se ha convertido en un hombre. Apuesto a que ha cambiado mucho". "Nada de esto importa. Todo est? fuera de lugar". Olivia agit? la mano neg?ndolo. "Incluso si fuera guapo y educado, no negar?a el hecho de que pas? los ?ltimos quince a?os ignorando nuestro compromiso. Ni mi familia, ni yo, recibimos ninguna comunicaci?n de ?l o de parte de ?l. Hab?a llegado a creerme libre". "?Quiz?s ten?a una buena raz?n?", dijo Juliet, con optimismo en su mirada azul. "Ambas saben que no deseo casarme con nadie… nunca. Y ahora…". Olivia lanz? un profundo suspiro, "ahora estoy esclavizada una vez m?s. No puedo soportar esto. No lo har?. Tienen que ayudarme". Emma junt? las manos de Olivia con las suyas y le ofreci? una sonrisa tranquilizadora. "Entonces lo haremos, al menos tanto como podamos". "Oh, lo s?. Vayamos a la feria". Juliet les dirigi? una sonrisa emocionada, rebotando bastante en su asiento. "Me han dicho que hay una adivina all?. Puedes verla, y tal vez ella te diga lo que se supone que debes hacer". Olivia se anim? ante la idea y le sonri? a su amiga. "Por lo menos ella podr? darme alguna idea". Juliet siempre hab?a cre?do en esas cosas, mientras que Emma las llamaba tonter?as. Olivia no ten?a opiniones firmes sobre lo desconocido, pero s? cre?a que algunas personas eran bendecidas con intuiciones y habilidades ?nicas. Ella cre?a posible que la adivina pudiera decirle algo ?til, al menos, estaba dispuesta a reservar su juicio hasta que hubiera visto a la mujer. ?Qu? podr?a perder? "Quiz?", Emma solt? la mano de Olivia con un suspiro, "…aunque es mucho m?s probable que no brinde nada m?s que un momento de entretenimiento". Juliet mir? a Emma por un instante, luego sacudi? la cabeza. "No siempre es necesario ser tan serio". "Ya sabes c?mo me siento con esas cosas. Simplemente no quiero despertar las esperanzas de Olivia". Emma se levant?. "?Podemos irnos, entonces?". Juliet se levant? y luego pas? el brazo por el de Olivia y se inclin? m?s cerca. "Ign?rala, no hay nada malo con la esperanza". Olivia sonri? levemente al no querer amortiguar la emoci?n de Julieta, pero sab?a muy bien que la advertencia de Emma ten?a m?rito. Ella pas? su brazo por el de Emma y le dio un ligero apret?n. "Independientemente de c?mo resulte esto, les agradezco a ambas". Mientras sal?an del sal?n, el coraz?n de Olivia lat?a con fuerza, en una mezcla de presentimiento y emoci?n que le hac?a nudos en el interior. Incluso si la adivina no ten?a nada bueno, nada ?til que decir, Olivia escapar?a del futuro que se le estaba imponiendo. Ten?a que hacerlo. Ella no se conformar?a con ning?n otro resultado. El recinto ferial era todo un bullicio con la nobleza local y la gente com?n por igual. El coraz?n de Olivia se liber? de su pecho mientras ella y sus amigas se abr?an paso entre la aglomeraci?n, en busca del carro de la adivina. No tuvieron que ir muy lejos antes de verlo. Olivia experiment? un momento de vacilaci?n cuando se par? frente al carro de colores brillantes con sus amigas a su lado. ?Qu? pasa si la adivina no tiene nada bueno que decir? ?Podr?a Olivia ignorar sus palabras y seguir adelante? ?O sonar?an en su mente a pesar de sus esfuerzos? Quiz?s no saberlo ser?a lo mejor. En la puerta apareci? una mujer de cabello oscuro y ojos casta?os. "No te demores, ni?a", dijo mientras se hac?a a un lado para permitirles la entrada. Juliet le dio un codazo a Olivia, poni?ndola en movimiento. Dio unos pasos tentativos y luego subi? las escaleras que conduc?an al transporte. Juliet y Emma la siguieron de cerca. "Si?ntate". La adivina indic? un banco de terciopelo brillante. Juliet le dio a Olivia un asentimiento alentador mientras que Emma sonre?a levemente. Olivia se acerc? al banco y se sent?. Emma y Juliet se sentaron a su lado, con las caderas juntas para que entraran en el banco. La adivina se sent? en un banco frente a ellas. Una peque?a mesa se interpon?a entre ellas, con un mazo de cartas ubicado m?s cerca de la mujer. "Soy Madame Zeta, ?y t??". Ella sonri?, su mejilla con pecas se alz? con el movimiento. "Olivia". Se aclar? la garganta y dijo: "Lady Olivia Montague". Ech? un vistazo alrededor del carro hacia el interior de colores brillantes. Era diferente a todo lo que hab?a visto antes, aunque encontraba algo atractivo al respecto. La tensi?n en sus m?sculos disminuy? cuando volvi? su atenci?n hacia Madame Zeta. "?Asumo que est?s aqu? para que te digan tu fortuna?". Olivia dud? por un instante. Ella asinti?, luego meti? la mano en su peque?o bolso y sac? tres chelines. "S?, por favor". La mujer de piel color miel extendi? la mano por el espacio y Olivia dej? caer las monedas en la palma de su mano. Madame Zeta se volvi? y dej? caer los chelines en una peque?a caja a su lado. "Muy bien". Extendi? la mano una vez m?s. "?Dame tu mano?". Aunque el pulso de Olivia se aceler?, no dud? cuando dio gir? su mano y la coloc? en la de Madame Zeta. Algo sobre la mujer la tranquilizaba. ?Quiz? su c?lida mirada o la inteligencia que ve?a en ella? ?Quiz? las suaves sonrisas de la adivina? Madame Zeta examin? la palma de Olivia, luego pas? un dedo oscuro por las l?neas de la carne de Olivia. Se produjo un c?lido cosquilleo, pero Olivia se qued? quieta y permaneci? callada. "Tu camino est? bien definido, pero no tanto como para que no pueda ser alterado". La mirada de Madame Zeta permanec?a en la palma de Olivia mientras hablaba. "Todos tenemos un camino que recorrer. El camino de la vida. Nos mantiene firmes pase lo que pase". Olivia se mordisque? el labio inferior mientras esperaba que la mujer dijera m?s. "Est?s frente a una encrucijada". Madame Zeta se encontr? con la mirada de Olivia. Olivia trag? m?s all? de la sequedad en su garganta. "S?". "Es una cuesti?n del coraz?n", dijo Madame Zeta, con un parpadeo en su mirada. Olivia no pudo hacer m?s que asentir con la cabeza mientras miraba a la intrigante mujer. Madame Zeta envolvi? sus dedos alrededor de la mano de Olivia y le dio un suave apret?n. "El amor llegar? a ti en las alas de la locura. La elecci?n que hagas determinar? tu fortuna, ni?a. Cuidado con las decisiones apresuradas". Olivia le devolvi? la mirada tratando de descifrar el significado de las palabras de Madame Zeta, pero simplemente no ten?an sentido para ella. Solt? un suspiro reprimido y pregunt?: "?Qu? significa eso? ?Qu? voy a hacer?". Madame Zeta solt? su mano y Olivia sinti? una repentina oleada de fr?o. "Eso lo tendr?s que determinar t?". "Pero…". Madame Zeta sacudi? la cabeza y luego se levant?. "Nadie m?s puede caminar por tu camino, ni?a". Olivia la mir? con mil preguntas resonando en su mente. Seguramente hab?a algo m?s que la mujer pod?a decirle. Alg?n tipo de gu?a que ella pudiera dar. "?Por favor?", pregunt? Olivia con m?s desesperaci?n de la que pretend?a. "No puedo predecir m?s, ni?a". Emma se levant? y tom? el brazo de Olivia, dando un ligero tir?n. "Sigamos nuestro camino". "Claro". Juliet se puso de pie con una amplia sonrisa. Olivia se levant? para unirse a ellas, luego parti? del carro con su coraz?n apesadumbrado. Las palabras de Madame Zeta hab?an sido un enigma, y ella no sab?a c?mo iba a resolverlo, pero de alguna manera deb?a hacerlo. CAP?TULO 2 William Breckenridge, duque de Thorne, descansaba cerca de un gran ventanal de piso a techo, en la biblioteca del marqu?s de Pemberton, mientras esperaba una audiencia con el se?or. Con su mirada fija en la puerta, enderez? su corbata. ?Qu? demonios estaba deteniendo al hombre? William hab?a sido llevado a la biblioteca a su llegada y estaba ansioso por una audiencia. Hab?an pasado m?s de veinte minutos, y detestaba esperar. Se levant? y se volvi? para mirar por la ventana mientras se preguntaba cu?nto tiempo Pemberton lo mantendr?a en suspenso. Se pas? una mano por la mand?bula, en contemplaci?n. Despu?s de quince a?os de haber estado ausente de Williams, no supon?a que ten?a motivos para quejarse, independientemente de cu?nto tiempo tardara en aparecer el marqu?s. La paciencia es una virtud, se record? a s? mismo. Clich?, pero tambi?n cierto. Al soltar el aliento, William volvi? sus pensamientos hacia su prop?sito de estar en el lugar. No pod?a evitar maravillarse por el hecho de que finalmente hab?a venido por su novia. Por supuesto, siempre hab?a sabido que se casar?a. Como duque, era su deber hacerlo. Pero no hab?a tenido ninguna prisa por concretarlo. M?s bien le molestaba el hecho de que su vida hubiera sido arreglada. Pero ahora todo hab?a cambiado. William necesitaba reclamar a su esposa con la debida prisa y solo pod?a esperar que Pemberton sintiera lo mismo. Que el hombre entregar?a a su hija, y que honrara su acuerdo sin problema. ?Podr?a William culparlo si se negaba? ?Y qu? hab?a con la dama? ?Seguramente Lady Olivia no se opondr?a a lo que una mujer no so?aba con su d?a de boda? Probablemente hab?a pasado la mayor parte de su vida deseando que ?l llegara y esperando llamarse duquesa. Despu?s de todo, los dos se hab?an comprometido siendo ni?os. Sus vidas hab?an sido planeadas y entregadas en bandejas de plata. William hab?a detestado durante mucho tiempo el hecho de que, cuando llegara el momento, tuviera que llevar a una t?mida mujer como esposa e hizo todo lo posible para resistirse y atrasarlo. Qu? extra?o que ahora se sintiera agradecido por el acuerdo. Al haber fallecido sus padres y con tres hermanas que cuidar, necesitaba desesperadamente la orientaci?n de una mujer. No para ?l mismo, sino para sus infernales hermanas. Dos de las cuales eran mayores y estaban en edad para que empezaran a salir. Una esposa bien completa se adaptar?a a sus necesidades. Lo salvar?a de todo lo que le esperaba. Un escalofr?o de repulsi?n lo atraves?. No pod?a imaginar tener que acompa?ar a sus hermanas a innumerables bailes, veladas, musicales y dem?s. Apenas se cre?a capaz de protegerlas y guiarlas. El infierno ser?a m?s preferible. Aunque sus preocupaciones no comenzaban y terminaban con los aspectos sociales de sus hermanas entrando en sociedad. No, iban m?s profundo que eso. Sus hermanas necesitaban una figura materna para guiarlas y ver que ten?an las cosas que las se?oritas necesitaban. Alguien que las mantuviera en el camino correcto. Una dama a la que podr?an admirar. Una a la que podr?an recurrir con sus problemas. Una fotograf?a de una joven llam? la atenci?n de William, y se pase? por la biblioteca para poder observarla mejor. All?, en la pared, en un gran marco dorado, colgaba una pintura de Lady Olivia. Parec?a tener unos diez a?os y tal como ?l la recordaba. Desgarbada, con su cabello en trenzas y su cuerpo largo y plano. Esperaba desesperadamente que ella hubiera crecido con algunas curvas. De todos modos, Lady Olivia servir?a a sus prop?sitos, como tambi?n cualquier otra dama podr?a hacerlo. M?s importante a?n, no hab?a necesidad de perder el tiempo cortejando, no estaba obligado a cortejarla, esto ser?a un asunto r?pido y directo. Cumplir?a con su deber, luego llevar?a a su esposa con ?l, para ver a sus hermanas y administrar su casa. A cambio, Lady Olivia obtendr?a el t?tulo de duquesa y una generosa asignaci?n, as? como la gesti?n de sus propiedades. Una vez que ?l asegurara a un heredero, ella tendr?a toda la libertad que ?l podr?a permitirle. “Su gracia”. Lord Pemberton entr? en la habitaci?n e hizo una reverencia. William devolvi? el saludo alentado por la buena alegr?a reflejada en el rostro de Pemberton. Parec?a que su futuro suegro no guardaba rencor. William sonri? al hombre mayor antes de decir: “Me imagino que sabe por qu? he venido”. “En efecto. Su carta lleg? a salvo, y estamos ansiosos por la uni?n de nuestras familias”. Pemberton se acerc? a su escritorio y asinti? con la cabeza hacia una silla de terciopelo frente a ?l. “Por favor, p?ngase c?modo”. William se sent? y acept? una copa de brandy. “?Lady Olivia se unir? a nosotros?”. “Ah, s?. Mi esposa ha ido a buscarla”. Pemberton revolvi? unos papeles en su escritorio. “Mientras tanto, ?desea que revisemos el contrato de matrimonio?”. “No hay necesidad”. William hab?a le?do la maldita cosa miles de veces desde su creaci?n. Antes de la muerte de sus padres, a menudo le recordaban su deber y lo acosaban para que se casara. Una punzada de pesar lo atraves?. Deber?a haber honrado sus deseos mientras todav?a viv?an. Agreg?: “Estoy bien familiarizado con su contenido y no veo ninguna raz?n para alterar los t?rminos”. “Tengo objeciones”. Una voz femenina son? desde alg?n lugar detr?s de ?l, y William se volvi? para ver a una belleza de cabello oscuro de pie junto a una mujer mayor, pero igualmente atractiva. Se levant? para saludarlas. “Olivia”, advirti? Pemberton cuando se puso de pie. William levant? una mano para silenciar al hombre. “Est? muy bien”. “Tonter?as”. Lady Pemberton se adentr? en la biblioteca y se par? junto a su marido. “Por favor, disculpe el mal estado de nuestra hija. Le aseguro que ha sido educada para comportarse como deber?a hacerlo una dama adecuada, Su Excelencia”. “Ya he perdonado el traspi?”. William se inclin? ante Lady Olivia. “Mi Lady”. “Su gracia”. Ella lo mir? con ojos ardientes de color ?mbar antes de hacer una reverencia. William la mir? divertido y en parte molesto. ?Qu? hab?a pasado con el alhel? que ?l recordaba? ?La chica torpe con brazos y extremidades demasiado largos para su delgada figura? La mujer que lo miraba apenas se parec?a a la chica con quien lo hab?an prometido. Su temperamento ciertamente no lo hac?a. Intent? engatusarla con una sonrisa p?cara, pero ella solo frunci? el ce?o m?s ferozmente. Su disgusto era evidente para todos. William dio un paso hacia ella. “Por favor, exprese su objeci?n”. La marquesa palideci?, con los ojos en blanco mientras giraba la cabeza para mirar a su hija. “No tiene ninguna”. Lady Pemberton pas? su brazo alrededor del hombro de Lady Olivia. “?No es as??”. A pesar de la pregunta, William podr?a decir por la manera en que Lady Pemberton miraba a Lady Olivia que no era realmente una pregunta. A su favor, Lady Olivia se encontr? con su mirada y dijo: “En realidad, s? la tengo”. La marquesa se volvi? de porcelana, no le quedaba una puntada de color en la cara, pero lady Olivia no le hizo caso mientras continuaba poniendo voz a su objeci?n. “No deseo casarme con un extra?o”. Su padre rode? su escritorio, con sus mejillas sonrojadas. “El duque no es un extra?o. Lo conociste desde la infancia y te comprometiste desde entonces”. “Siento disentir. No he recibido ni una carta en los ?ltimos quince a?os. No conozco al duque en absoluto”. Lady Olivia apret? los labios y mir? a William. “Y no deseo casarme con ?l”. William se acerc? a Lady Olivia y dijo: “Tiene raz?n”. Lord y Lady Pemberton se volvieron hacia ?l boquiabiertos. Lord Pemberton se recuper? primero. Puso una mano sobre el brazo de su esposa, pero su mirada permaneci? clavada en William cuando dijo: “Seguramente no lo dice en serio…”. “Y tendremos toda una vida para corregir mi descuido”, agreg? William cortando al marqu?s. Volvi? su atenci?n a Lady Olivia, ofreciendo lo que esperaba que fuera una sonrisa tranquilizadora. “Tengo la intenci?n de honrar los deseos de mis padres. He obtenido una licencia especial para que podamos casarnos de inmediato. Despu?s, podemos pasar todo el tiempo que usted quiera para volver a conocernos”. Sus ojos redondearon las manchas de cobre oscureci?ndose. “?Quiere casarse de inmediato?”. “As? es”, respondi? William. Lady Olivia dio un paso atr?s y mir? a su padre con p?nico. “Seguramente esperar a que se lean las prohibiciones no es pedir demasiado”. “Querida”, su padre se acerc? a ella y le tom? las manos. “Est?s comprometida y finalmente te casar?s, ?qu? diferencia hay si la ceremonia tiene lugar esta noche o dentro de tres semanas?”. “Hace un mundo de diferencia”. Ella volvi? su mirada suplicante hacia William. “Por favor. ?Nos permite esperar las prohibiciones?”. “Si ese es su deseo, lo cumplir?”. William se sorprendi? con las palabras m?s que nadie. No pod?a decir por qu? hab?a aceptado, solo que algo en la forma en que ella suplicaba tiraba de su coraz?n. No deseaba hacerla infeliz, ese nunca hab?a sido su objetivo. De hecho, esperaba que con el tiempo desarrollaran un cuidado mutuo. En cualquier caso, ten?a la intenci?n de ser un buen esposo. Puede que no la haya elegido, pero no la har?a sufrir por eso. Si esperar a que se leyeran las prohibiciones la tranquilizaba, entonces eso es lo que har?an. Mientras tanto, William se esforzar?a por conquistarla. CAP?TULO 3 Olivia quer?a patearse a s? misma, o mejor a?n, a ?l. ?Realmente hab?a rogado? Sus mejillas se calentaron al saber que s? lo hab?a hecho. Pero entonces ella habr?a hecho cualquier cosa para evitar su matrimonio. Al menos ahora tendr?a tres semanas para encontrar una salida. El duque de Thorne se acerc?, con su mirada fija en la de ella. “Si vamos a emplear el tiempo ganado al leer las prohibiciones para conocernos mejor, no veo ninguna raz?n para retrasar el resultado deseado. ?Se une a m? para dar un paseo por el jard?n?”. Su gracia le ofreci? el brazo. Olivia se tom? un momento para analizarlo. Ten?a que admitir que hab?a cambiado mucho desde la ?ltima vez que lo hab?a visto. Su rostro ya no parec?a rechoncho, ni su secci?n media se abultaba. Era mucho m?s alto tambi?n, aunque eso era de esperarse. Lo que realmente la tom? por sorpresa fue lo guapo que se hab?a vuelto. El cabello rubio arena, cortado a la ?ltima moda, enmarcaba su rostro y un mech?n rebelde que rozaba su sien atrajo su atenci?n hacia sus ojos. Pose?a brillantes ojos azules del color de un cielo de verano que la cautiv? tanto como la alarmaron. Por el amor de Dios, no se supon?a que ella deb?a encontrarlo atractivo. A rega?adientes, pas? su mano alrededor del brazo que le ofrec?a. Olivia se encontr? una vez m?s sorprendida por la masa muscular que descubri? al aceptarlo. Parec?a que realmente hab?a cambiado mucho. Le costar?a mucho negar que se hab?a convertido en un hombre guapo. Aun as?, ella no deseaba casarse con ?l. No quer?a convertirse jam?s en su esposa. Se encontr? con la mirada de su madre cuando el duque la condujo fuera de la habitaci?n. Seguramente su madre no ten?a la intenci?n de dejar que ?l la arrastrara sin el beneficio de una chaperona, y sin embargo… “?Madre?”. “?S??”. Olivia le dedic? una sonrisa amistosa. “?No deber?amos tener el beneficio de una chaperona?”. “Vas a casarte, cari?o. No se necesita una chaperona en tales situaciones”. Su madre sacudi? la cabeza como si Olivia hubiera dicho lo m?s absurdo. Olivia lanz? un suspiro de frustraci?n cuando cruzaron el umbral. El duque la llev? por el pasillo antes de inclinarse, acercando su boca a su o?do. “Prometo no forzarte… a menos que quieras que lo haga”. Un escalofr?o agradable la atraves? cuando el calor de su aliento aviv? su o?do. Ignorando la extra?a sensaci?n, mantuvo su renuencia y su atenci?n en el camino frente a ella. ?Qu? demonios le estaba pasando? Ella no quer?a encontrar nada en ?l agradable. Ni su calor, ni su cuerpo musculoso, ciertamente ni su coqueteo obsceno, y definitivamente tampoco su buena apariencia pecaminosa. ?Quiz?s una de sus amigas se enamorar?a de ?l? Qu? locura, la sola palabra gir? por su mente. Madame Zeta hab?a dicho que encontrar?a el amor en las alas de la locura. Quiz?s si intentaba emparejar a una de sus amigas con el duque, podr?a deshacerse de ?l. La idea ten?a m?rito para Juliet, que parec?a m?s bien obsesionada con la noci?n de convertirse en duquesa. Adem?s, era hermosa. Seguramente, si se les daba la oportunidad de encontrarse y con un poco de motivaci?n, se agradar?an el uno al otro. Olivia decidi? en ese momento verlo hecho. Con una idea a la mano, se sinti? mucho m?s relajada cuando el duque la llev? al jard?n. Todav?a no ten?a un plan, pero eso llegar?a a su debido tiempo. Por ahora, se aferrar?a a la idea y desarrollar?a la manera de hacerlo. Si se esforzaba lo suficiente, no ten?a dudas de que funcionar?a. Ella inclin? su mirada hacia el duque mientras pasaban junto a un seto, con el sol brillando sobre ellos. “?Por qu? ahora?”. La pregunta sali? de su boca antes de que tuviera tiempo de considerarla. En el momento en que las palabras se le escaparon, dese? desesperadamente recuperarlas. ?Qu? le importaba por qu? hab?a venido cuando todo lo que quer?a era deshacerse de ?l? Sin embargo, no pudo evitar esperar su respuesta mientras desviaba su atenci?n a un seto cercano. “Me encuentro en necesidad de una esposa”, respondi?. Su simple respuesta provoc? m?s preguntas form?ndose en su mente, y de repente ella dese? respuestas. Las merec?a, despu?s de todo, ?l la hab?a abandonado durante una cantidad considerable de tiempo. ?No ten?a derecho a saber por qu?? Por supuesto que s?. La mayor?a de las otras damas habr?an roto el compromiso mucho tiempo atr?s. Sin embargo, no lo hab?a hecho, y ahora ten?a derecho a estar al tanto de lo que lo hab?a mantenido alejado. Ella lo mir? y luego se pregunt?, ?por qu? no lo hab?a cancelado? Deb?a haberlo apelado a su padre. Haber intentado razonar con ?l. Solicitar el derecho de encontrar un marido de su elecci?n. Cualquier cosa hubiera sido mejor que sentarse tranquilamente en el estante y esperar… con la esperanza de que no viniera. Tonter?as, Olivia sab?a perfectamente bien por qu? no hab?a tomado medidas. El duque de Thorne se sent?a seguro teniendo en cuenta que la hab?a ignorado por completo. No ten?a motivos para pensar que ?l honrar?a el acuerdo y todas las razones para creerse libre. Si hubiera roto el compromiso, su padre hubiera esperado que ella encontrara un marido, y eso era lo ?ltimo que Olivia quer?a. Pero entonces parec?a ser lo ?ltimo que el duque tambi?n hab?a querido. ?Qu? lo hab?a hecho cambiar de opini?n? Ella le dirigi? una mirada inquisitiva y dijo: “Pero, ?antes no necesit? una esposa?”. Sus cejas se juntaron como si ella estuviera poniendo a prueba su paciencia. “Antes no ten?a la responsabilidad de cuidar a tres se?oritas”. ?l se encogi? de hombros justo antes de hablar, haciendo que Olivia desviara su mirada. Ella dirigi? su atenci?n hacia los arbustos florecientes por los que pasaban en el momento. Quiz?s Olivia no era la que lo pon?a a prueba en absoluto. Ella sab?a muy poco acerca de sus hermanas, nada realmente, pero pod?a imaginar que ?l estaba lejos de su zona de confort ahora que se encontraba como su guardi?n. “?Cu?ntos a?os tienen?”. Ella se encontr? con su mirada, una ligera brisa avivaba su rostro. “Lo suficientemente mayores como para ser una molestia”. ?l se ri? entre dientes. Le dio un manotazo juguet?n en el brazo con una alegr?a que la sorprendi?, y ella dijo: “En serio”. “Vali? la pena bromear para verte sonre?r”. Su mirada azul brill? y le dedic? una gran sonrisa. “Eres bastante impactante cuando sonr?es”. A Olivia le result? casi imposible no dejarse seducir por su alegr?a. De todos modos, ella quer?a una respuesta. Se toc? la barbilla forzando lo que esperaba que fuera un golpe a su mand?bula. “Deseo una respuesta, Su Gracia”. Gir? por otro camino, bordeado de campanillas. “Muy bien. Elizabeth es la m?s joven con diecis?is a?os. Luego est? Louisa, que tiene dieciocho a?os, y Catherine, que tiene diecinueve. Desde hace una temporada, ambas son mayores de edad. Las tres requieren la gu?a de una dama”. El maldito hombre la quer?a por ninguna otra raz?n m?s que para cuidar de sus hermanas. ?Qu? atrevido! Ella no pudo evitar poner el ce?o fruncido que arrugaba su rostro mientras preguntaba: “?Y crees que soy capaz de lanzarlas a la sociedad?”. ?l la detuvo y se movi? para enfrentarla. “Creo que eres capaz de grandes cosas”. ?l pas? el dorso de su mano sobre su mejilla. “Nos hemos comprometido desde la infancia. Ambos siempre hemos sabido que llegar?a el d?a de casarnos. No veo el problema”. Ella se estremeci? ante el tono fr?o de su voz. “Una vez cre? que era as?, sin embargo, despu?s de que cumpl? la mayor?a de edad y sin haber recibido al menos una carta, decid? que no te interesaba el acuerdo. Me sent? libre”. “?Y ahora?”. ?l arque? una ceja rubia, con curiosidad brillando en su mirada. “Y ahora no tengo ganas de casarme”. “Entonces estamos en una encrucijada ya que yo deseo casarme contigo”. Un peque?o y lejano sue?o cobraba vida. ?Pod?a realmente desear toda una vida con ella? ?Quer?a tener una familia con ella? ?Para compartir sus desaf?os y sus ?xitos? Su pulso se aceler? mientras reflexionaba sobre las posibilidades. Suspir? y empuj? a las profundidades de su alma un poco de esperanza que ten?a de vuelta. Si algo de eso era verdad, no estar?a tan apurado. Por el amor de Dios, ?l ni siquiera la conoc?a. Un caballero no tardaba en casarse con mujeres que no conoc?a. ?Lo hac?an? Ella encontr? su mirada con la pregunta persistente en su boca. ?Acaso le importaba si ?l era sincero? Sus planes no inclu?an el matrimonio, ni con ?l, ni con nadie, entonces, ?c?mo podr?a importarle? A?n as?, ella necesitaba saber, ?por qu? ahora? Y lo m?s importante, ?por qu? ella? Ella cuadr? los hombros y dijo: “Muy bien. ?Estoy en lo correcto al decir que eliges ahora casarte porque necesitas la mano de una mujer para ayudarte con tus hermanas?”. Todas las bromas huyeron de su mirada. "Apenas lo explica, pero s?". La ira apenas contenida se encendi? en lo profundo de Olivia. Le importaba mucho a ella. Aunque no tanto como su otra pregunta. Respir? hondo y se movi? para pasar el dedo sobre una flor cercana. Suprimiendo su ira y aprovechando su coraje, ella dijo: “No sabes nada acerca de m?”. “S? todo lo que necesito”. ?l se detuvo a su lado. Ella se volvi? hacia ?l, con el coraz?n palpitante, y le hizo la ?nica pregunta que realmente importaba: “?Por qu? yo? Y no te atrevas a usar el compromiso como excusa”. La comisura de su boca se torci? como si estuviera a punto de sonre?r y luego lo pens? mejor. “No deseo cazar una esposa, no tengo tiempo para cortejar y seducir a una dama. Eres conveniente”, dijo ?l. "Qu? hermoso". Olivia se puso r?gida, su voz plana. "Es una maravilla que no me desmayo en tus brazos ante sentimientos tan rom?nticos". Su voz goteaba sarcasmo. El duque se acerc? y coloc? sus manos sobre sus hombros. “Puedes ganar mucho en el negocio. No solo te convertir?s en duquesa, sino que tambi?n disfrutar?s de una generoso asignaci?n, adem?s de tu dote. Y, tendr?s toda la libertad que se le permite una esposa”. Olivia no pod?a hacer nada m?s que mirarlo con horror. No ve?a calidez en su mirada, no escuchaba ternura en sus palabras. El duque no la amaba. Un hecho que hab?a entendido bien desde el momento en que su carta lleg?, un hecho que hab?a aceptado a?os atr?s. Su falta de atenci?n no la tom? por sorpresa, pero su frialdad, s?. Era un hombre fr?o y calculador, incapaz de amar a nadie. ?l ve?a su matrimonio inminente como nada m?s que un acuerdo comercial. Su est?mago se agri? al darse cuenta de que eso significaba que no pod?a emparejarlo con Juliet. Su amiga deseaba el amor, so?aba y cre?a en ?l. El duque aplastar?a su esp?ritu y arruinar?a su alegre disposici?n. Olivia nunca podr?a permitir que tal cosa sucediera. No para ella misma y ciertamente no para Juliet. Tendr?a que encontrar otra forma de salvarse de este terrible arreglo. Qu? locura… La palabra hizo eco en su mente. Si esperaba deshacerse de ?l, tendr?a que hacer algo dr?stico. ?Pero qu?? CAP?TULO 4 Olivia se sent? en el jard?n, tomando el t? con Emma y Julieta. El d?a las saludaba con un c?lido sol y una suave brisa con el aroma de las orqu?deas y las madreselvas. Qu? perfecto ser?a si ella no tuviera que preocuparse por su inminente final. Agreg? un terr?n de az?car a su t? y luego dijo: "Me temo que el duque puede ser el diablo". La risa de Juliet tintine? en el aire mientras Emma le daba a Olivia una mirada severa. “Te digo la verdad”, dijo Olivia con firmeza, mientras agitaba su t?. La risa de Julieta se desvaneci? en una brillante sonrisa. “Estoy segura de que no lo es”. “Por supuesto, no lo es”, agreg? Emma, ajustando su sombrero para protegerse mejor la cara del sol. Olivia sacudi? la cabeza. “Si vieras la forma en que se comporta cuando estamos solos, cambiar?as de opini?n”, dijo, luego se llev? la taza de t? a los labios y tom? un sorbo lento de la bebida caliente. “?Por qu?? ?Qu? hace exactamente? Juliet se inclin? hacia delante, sus ojos bailaban con picard?a. “?Debes confiar en nosotras?”. Olivia mir? a Emma, que simplemente tomaba un sorbo de t? como si no tuviera ninguna opini?n o curiosidad sobre el tema. Sus miradas se encontraron y Emma baj? su taza de t?. “S?, conf?a en nosotras para que puedas tranquilizarte”. “Muy bien”, Olivia apoy? los codos sobre la mesa. “Para empezar, dice cosas inapropiadas”. Конец ознакомительного фрагмента. Текст предоставлен ООО «ЛитРес». Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию (https://www.litres.ru/pages/biblio_book/?art=51381332&lfrom=688855901) на ЛитРес. 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