Êàê ÷àñòî ÿ âèæó êàðòèíêó òàêóþ Âîî÷èþ, èëè îíà òîëüêî ñíèòñÿ: Äâå äåâî÷êè-ãåéøè î ÷¸ì-òî òîëêóþò, Çàáûâ, ÷òî äàâíî èì ïîðà ðàñõîäèòüñÿ. Íà óëèöå ò¸ìíîé âñå äâåðè çàêðûòû. Ëåíèâîå ïëàìÿ â ôîíàðèêå ñîííîì… À äåâî÷êè-ãåéøè êàê áóäòî çàáûòû Äâóìÿ îãîíüêàìè â ïðîñòðàíñòâå áåçäîííîì. Íó ÷òî âàì íå ñïèòñÿ, ïðåêðàñíûå ãåéøè? Âåäü äàæå ñâåð÷êè íåóìîë÷íû

Una Raz?n Para Temer

Una Raz?n Para Temer Blake Pierce Un Misterio de Avery Black #4 Una historia din?mica que te atrapa desde el primer cap?tulo y no te deja ir. Midwest Book Review, Diane Donovan (sobre Una Vez Desaparecido) Del autor exitoso de misterio Blake Pierce llega una nueva obra maestra del suspenso psicol?gico: UNA RAZ?N PARA TEMER (Un misterio de Avery Black – Libro 4) Cuando un cuerpo es hallado flotando debajo del r?o Charles congelado, la Polic?a de Boston convoca a su m?s brillante y pol?mica detective de homicidios, Avery Black, para cerrar el caso. Avery no se tarda mucho en darse cuenta que este no es un asesinato aislado, sino la obra de un asesino en serie. Otros cuerpos comienzan a aparecer, todos ellos atrapados en el hielo. ?Es una coincidencia, o la firma de un asesino trastornado?A medida que comienza a sentir la presi?n de los medios de comunicaci?n y sus jefes, lucha para resolver el caso inexplicable, demasiado extra?o incluso para su mente brillante. Trata de mantener su propia depresi?n a raya al mismo tiempo, ya que sus propios problemas personales la tienen intranquila. Y todo esto se mezcla mientras intenta entrar en la mente de un asesino psic?tico y dif?cil de alcanzar. Lo que descubrir? la conmocionar? y la har? darse cuenta de que nada es lo que parece y que la peor oscuridad es la que se puede encontrar cerquita de nosotros. Un thriller psicol?gico oscuro con suspenso emocionante, UNA RAZ?N PARA TEMER es el libro #4 de una nueva serie fascinante, con un nuevo personaje querido, que te dejar? pasando p?ginas hasta bien entrada la noche. El libro #5 de la serie de Avery Black estar? disponible pronto. Una obra maestra del thriller y el misterio. Pierce hizo un trabajo magn?fico desarrollando a los personajes psicol?gicamente, tanto as? que sientes que est?s en sus mentes, vives sus temores y aclamas sus ?xitos. La trama es muy inteligente y te mantendr? entretenido. Este libro te mantendr? pasando p?ginas hasta bien entrada la noche debido a sus giros inesperados. Opiniones de libros y pel?culas, Roberto Mattos (Una vez desaparecido) U N A R A Z ? N P A R A T E M E R (UN MISTERIO DE AVERY BLACK – LIBRO 4) B L A K E P I E R C E Blake Pierce Blake Pierce es el autor de la serie exitosa de misterio RILEY PAIGE que cuenta con trece libros hasta los momentos. Blake Pierce tambi?n es el autor de la serie de misterio de MACKENZIE WHITE (que cuenta con nueve libros), de la serie de misterio de AVERY BLACK (que cuenta con seis libros), de la serie de misterio de KERI LOCKE (que cuenta con cinco libros), de la serie de misterio LAS VIVENCIAS DE RILEY PAIGE (que cuenta con tres libros), de la serie de misterio de KATE WISE (que cuenta con dos libros), de la serie de misterio psicol?gico de CHLOE FINE (que cuenta con dos libros) y de la serie de misterio psicol?gico de JESSE HUNT (que cuenta con tres libros). Blake Pierce es un ?vido lector y fan de toda la vida de los g?neros de misterio y los thriller. A Blake le encanta comunicarse con sus lectores, as? que por favor no dudes en visitar su sitio web www.blakepierceauthor.com (http://www.blakepierceauthor.com/) para saber m?s y mantenerte en contacto. Derechos de autor © 2017 por Blake Pierce. Todos los derechos reservados. A excepci?n de lo permitido por la Ley de Derechos de Autor de Estados Unidos de 1976 y las leyes de propiedad intelectual, ninguna parte de esta publicaci?n puede ser reproducida o distribuida en cualquier forma o por cualquier medio, o almacenada en un sistema de bases de datos o de recuperaci?n sin el previo permiso del autor. Este libro electr?nico est? licenciado para tu disfrute personal solamente. Este libro electr?nico no puede ser revendido o dado a otras personas. Si te gustar?a compartir este libro con otras personas, por favor compra una copia adicional para cada destinatario. Si est?s leyendo este libro y no lo compraste, o no fue comprado solo para tu uso, por favor regr?salo y compra tu propia copia. Gracias por respetar el trabajo arduo de este autor. Esta es una obra de ficci?n. Los nombres, personajes, empresas, organizaciones, lugares, eventos e incidentes son productos de la imaginaci?n del autor o se emplean como ficci?n. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, es totalmente coincidente. Los derechos de autor de la imagen de la cubierta son de ozgurdonmaz, utilizada bajo licencia de istock.com. LIBROS ESCRITOS POR BLAKE PIERCE SERIE DE MISTERIO PSICOL?GICO DE SUSPENSO DE JESSE HUNT EL ESPOSA PERFECTA (Book #1) EL TIPO PERFECTO (Book #2) SERIE DE MISTERIO PSICOL?GICO DE SUSPENSO DE CHLOE FINE Al LADO (Libro #1) LA MENTIRA DEL VECINO (Libro #2) CALLEJ?N SIN SALIDA (Libro #3) SERIE DE MISTERIO DE KATE WISE SI ELLA SUPIERA (Libro #1) SI ELLA VIERA (Libro #2) SERIE LAS VIVENCIAS DE RILEY PAIGE VIGILANDO (Libro #1) ESPERANDO (Libro #2) ATRAYENDO (Libro #3) SERIE DE MISTERIO DE RILEY PAIGE UNA VEZ DESAPARECIDO (Libro #1) UNA VEZ TOMADO (Libro #2) UNA VEZ ANHELADO (Libro #3) UNA VEZ ATRA?DO (Libro #4) UNA VEZ CAZADO (Libro #5) UNA VEZ CONSUMIDO (Libro #6) UNA VEZ ABANDONADO (Libro #7) UNA VEZ ENFRIADO (Libro #8) UNA VEZ ACECHADO (Libro #9) UNA VEZ PERDIDO (Libro #10) UNA VEZ ENTERRADO (Libro #11) UNA VEZ ATADO (Libro #12) UNA VEZ ATRAPADO (Libro #13) UNA VEZ LATENTE (Libro #14) SERIE DE MISTERIO DE MACKENZIE WHITE ANTES DE QUE ASESINE (Libro #1) ANTES DE QUE VEA (Libro #2) ANTES DE QUE DESEE (Libro #3) ANTES DE QUE ARREBATE (Libro #4) ANTES DE QUE NECESITE (Libro #5) ANTES DE QUE SIENTA (Libro #6) ANTES DE QUE PEQUE (Libro #7) ANTES DE QUE CACE (Libro #8) ANTES DE QUE SE APROVECHE (Libro #9) ANTES DE QUE ANHELE (Libro #10) ANTES DE QUE SE DESCUIDE (Libro #11) SERIE DE MISTERIO DE AVERY BLACK UNA RAZ?N PARA MATAR (Libro #1) UNA RAZ?N PARA HUIR (Libro #2) UNA RAZ?N PARA ESCONDERSE (Libro #3) UNA RAZ?N PARA TEMER (Libro #4) UNA RAZ?N PARA RESCATAR (Libro #5) UNA RAZ?N PARA ATERRARSE (Libro #6) SERIE DE MISTERIO DE KERI LOCKE UN RASTRO DE MUERTE (Libro #1) UN RASTRO DE ASESINATO (Libro #2) UN RASTRO DE VICIO (Libro #3) UN RASTRO DE CRIMEN (Libro #4) UN RASTRO DE ESPERANZA (Libro #5) CONTENIDO PR?LOGO (#uac622b93-89a0-5e63-8f5b-79798617c677) CAP?TULO UNO (#uc0d289ab-0fb7-5a63-addd-7c0deae64c5c) CAP?TULO DOS (#uf43f5ee7-6fc5-5b64-ba2c-6a393062df99) CAP?TULO TRES (#uea4cfbc1-0d1e-5bda-9c43-26928313776f) CAP?TULO CUATRO (#u469ac745-9dc7-5c46-9b38-cf6e6f56e907) CAP?TULO CINCO (#uca4c5caf-9139-52d3-ad27-4272de882380) CAP?TULO SEIS (#u3292b2a3-88db-5df8-8e36-734444719c75) CAP?TULO SIETE (#u6a05376f-dc8a-59dd-840b-7e583f255e78) CAP?TULO OCHO (#u836e0c5d-b417-5435-8f73-3c05e2dc0c5d) CAP?TULO NUEVE (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIEZ (#litres_trial_promo) CAP?TULO ONCE (#litres_trial_promo) CAP?TULO DOCE (#litres_trial_promo) CAP?TULO TRECE (#litres_trial_promo) CAP?TULO CATORCE (#litres_trial_promo) CAP?TULO QUINCE (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIECIS?IS (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIECISIETE (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIECIOCHO (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIECINUEVE (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTE (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTIUNO (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTIDOS (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTITR?S (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTICUATRO (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTICINCO (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTIS?IS (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTISIETE (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTIOCHO (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTINUEVE (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y UNO (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y DOS (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y TRES (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y CUATRO (#litres_trial_promo) PR?LOGO Denice Napier ten?a treinta y nueve a?os de edad y jam?s hab?a vivido un invierno tan fr?o como este. Aunque el fr?o realmente no la molestaba, el viento s? la inquietaba. Ella sinti? una r?faga de viento cruzar las orillas del r?o Charles mientras se encontraba sentada en una silla de lona, ??mirando a sus ni?os patinar, y contuvo el aliento. Era mediados de enero, y la temperatura hab?a estado terrible esta ?ltima semana y media. Sus hijos, m?s inteligentes de lo que querr?a admitir, sab?an que tales temperaturas significaban que la mayor?a del r?o Charles estar?a congelado por completo. Por esa raz?n hab?a ido al garaje a buscar los patines de hielo por primera vez este invierno esa ma?ana. At? los cordones, afil? las cuchillas y prepar? tres termos de chocolate caliente, uno para ella y uno para cada uno de sus hijos. Los estaba observando ahora, patinando de un lado a otro a una velocidad imprudente, pero hermosamente infantil. La secci?n a la que hab?an llegado, un tramo recto pero estrecho a trav?s de una franja de bosque a dos kil?metros y medio de su casa, estaba totalmente congelada. Todo el tramo ocupaba unos seis metros. Denice hab?a caminado sobre el hielo y hab?a colocado peque?os conos color naranja, los que sus hijos utilizaban a veces para realizar ejercicios de f?tbol, para mostrarles los l?mites. Sam, de nueve a?os de edad, y Stacy de doce, estaban riendo juntos y realmente disfrutando de la compa??a del otro. Esto no era algo que suced?a muy a menudo, as? que Denice estaba dispuesta a soportar el fr?o intenso. No eran los ?nicos ni?os que estaban patinando. Denice conoc?a a algunos de ellos, pero no lo suficientemente bien como para entablar una conversaci?n con sus padres, quienes tambi?n estaban sentados cerca. La mayor?a de los otros ni?os eran mayores, probablemente en octavo o noveno grado. Hab?a tres ni?os jugando un juego muy desorganizado de hockey y otra ni?a practicando un giro. Denice mir? su reloj. Decidi? que estar?an all? diez minutos m?s y luego se ir?an a casa. Tal vez se sentar?an en frente a la chimenea y ver?an algo en Netflix. Tal vez incluso una de esas pel?culas de superh?roes que Sam disfrutaba ahora. Sus pensamientos fueron interrumpidos por un grito desgarrador. Mir? hacia el hielo y vio que Stacy se hab?a ca?do. Ella estaba gritando y mirando el hielo. Sus instintos maternales la invadieron en ese momento. Fractura en la pierna, tobillo torcido, conmoci?n cerebral... Ya hab?a pensado en todos los escenarios posibles para cuando lleg? al hielo. Se desliz? todo el camino. Sam tambi?n hab?a patinado hacia ella y estaba mirando hacia abajo en el hielo. Pero Sam no estaba gritando. En realidad se ve?a congelado. “?Stacy?”, dijo Denice, apenas capaz de o?rse a s? misma sobre los gritos de Stacy. “Stacy, ?qu? pasa?”. “?Mam??”, dijo Sam. “?Qu? pasa?”. Confundida, Denice finalmente lleg? al lugar donde estaba Stacy y se puso de rodillas a su lado. Parec?a estar ilesa. Dej? de gritar una vez que su madre lleg? a ella, pero ahora estaba temblando. Tambi?n estaba se?alando el hielo y tratando de abrir la boca para decir algo. “Stacy, ?qu? te pasa?”. Entonces Denice vio la forma bajo el hielo. Era una mujer. Su rostro estaba azul y sus ojos estaban bien abiertos. Miraba a trav?s del hielo en un estado congelado de terror. Su pelo rubio estaba congelado y desordenado. El rostro que le devolvi? la mirada, con ojos bien abiertos y piel p?lida, la revisitar?a en sus pesadilla durante muchos meses. Pero lo ?nico que Denice pudo hacer en ese momento fue gritar. CAP?TULO UNO Avery no pod?a recordar la ?ltima vez que hab?a hecho compras de manera tan irresponsable. No estaba segura de cu?nto dinero hab?a gastado porque hab?a dejado de prestarle atenci?n a eso despu?s de la segunda tienda. Ni siquiera hab?a mirado los recibos. Rose estaba con ella y eso no ten?a precio. Quiz?s se sentir?a diferente cuando le llegara la factura, pero por ahora val?a la pena. Con la evidencia de su extravagancia en peque?as bolsas de tiendas a sus pies, Avery mir? a Rose, sentada al otro lado de la mesa. Estaban en un caf? llamado Caf? Nero, ubicado en el Leather District de Boston. El caf? era exageradamente caro, pero era el mejor que Avery hab?a probado en mucho tiempo. Rose estaba usando su tel?fono, envi?ndole mensajes de texto a alguien. Esto normalmente enfurecer?a a Avery, pero estaba aprendiendo a dejar ir las cosas. Ten?an que aprender a ceder para poder hacer su relaci?n funcionar. Tuvo que recordarse a s? misma que se llevaban veintid?s a?os y que Rose estaba convirti?ndose en una mujer en un mundo muy diferente en el que ella hab?a crecido. Cuando Rose termin? de enviar su mensaje de texto, coloc? el tel?fono sobre la mesa y le dio una mirada pesarosa. “Lo siento”, dijo ella. “No te preocupes”, respondi? Avery. “?Me puedes decir con qui?n hablas?”. Rose pareci? considerar esto por un momento. Avery sab?a que Rose tambi?n estaba tratando de ceder para poder mejorar su relaci?n. A?n no hab?a decidido qu? quer?a contarle a su madre de su vida personal y qu? no. “Marcus”, dijo Rose en voz baja. “Ah. No sab?a que a?n estaban juntos”. “En realidad no. Bueno, no s?... Tal vez s?”. Avery sonri?, recordando la ?poca en su vida en la que los hombres fueron confusos e intrigantes a la vez. “Bueno, ?est?n saliendo?”. “Supongo que s?”, dijo Rose. No estaba hablando mucho, pero pod?a ver las mejillas de su hija ruboriz?ndose. “?Te trata bien?”, pregunt? Avery. “Casi siempre. Solo queremos cosas diferentes. No tiene muchas metas que se diga. Anda vagando sin rumbo”. “Bueno, ya sabes que no me molesta escucharte hablar de este tipo de cosas”, dijo Avery. “Siempre estoy dispuesta a escuchar. O a hablar. O a hablar mal de hombres que te han hecho da?o. Debido a mi trabajo eres pr?cticamente la ?nica amiga que tengo”. Ella se encogi? por lo cursi que son? eso, pero era demasiado tarde para arrepentirse. “Yo s?, mam?”, dijo Rose. Luego, con una sonrisa, agreg?: “Y no sabes lo pat?tico que suena eso”. Se echaron a re?r pero, internamente, Avery se sorprendi? por lo mucho que se parec?an. Justo cuando cualquier conversaci?n se tornaba emocional o personal, Rose tend?a a cambiar el tema o sacarle alg?n chiste. En otras palabras, de tal palo, tal astilla. En medio de su risa, una mesera se les acerc?, la misma que hab?a tomado sus pedidos y les hab?a llevado su caf?. “?Quieren algo m?s?”, pregunt?. “No”, dijo Avery. “Yo tampoco”, dijo Rose. Luego se puso de pie cuando la mesera se alej? de su mesa. “Tengo que irme”, dijo. “Tengo una reuni?n con el asesor acad?mico en una hora”. Avery tampoco quer?a darle gran importancia a esto. Estaba emocionada por el hecho de que Rose finalmente hab?a decidido ir a la universidad. A sus diecinueve a?os, hab?a actuado y concretado citas con los asesores de un colegio comunitario con sede en Boston. Para Avery, eso significaba que estaba lista para empezar a hacer algo con su vida, pero que tampoco estaba lista para dejar las cosas conocidas atr?s, potencialmente incluyendo una relaci?n tensa, pero remediable, con su madre. “Ll?mame m?s tarde para que me cuentes c?mo te fue”, dijo Avery. “Lo har?. Gracias, mam?. Esto fue sorprendentemente divertido. Tenemos que volver a hacerlo pronto”. Avery asinti? con la cabeza y observ? a su hija alejarse. Se tom? el ?ltimo sorbo de caf? y se puso de pie, recogiendo las cuatro bolsas de compras junto a su silla. Despu?s de colocarlas sobre su hombro, sali? de la cafeter?a y se dirigi? a su auto. Le cost? mucho contestar su tel?fono cuando son? debido a todas las bolsas que cargaba. En realidad se sent?a tonta con tantas bolsas. Nunca hab?a sido una de esas mujeres a quienes les gusta ir de compras. Pero hab?a sido una gran forma de avanzar con Rose, y eso era lo importante. Despu?s de mover todas las bolsas en su hombro, finalmente fue capaz de alcanzar su tel?fono celular en el bolsillo interior de su abrigo. “Avery Black”, dijo. “Black”, dijo la voz siempre brusca y r?pida del supervisor de homicidios de la A1, Dylan Connelly. “?D?nde est?s en este momento?”. “En el Leather District”, dijo. “?Qu? pasa?”. “Te necesito en el r?o Charles, en las afueras de un pueblo cerca de Watertown, lo m?s pronto posible”. Ella oy? el tono de su voz, la urgencia, y su coraz?n dio un vuelco. “?Qu? pas??”, dijo, casi temiendo la respuesta. Se produjo una larga pausa, seguida de un fuerte suspiro. “Encontramos un cuerpo bajo el hielo”, dijo. “Y vas a tener que verlo para creerlo”. CAP?TULO DOS Avery lleg? a la escena exactamente veinte y siete minutos m?s tarde. Watertown, Massachusetts, aproximadamente veinte kil?metros a las afueras de la ciudad de Boston, era uno de los numerosos pueblos que compart?a el r?o Charles con Boston. La presa de Watertown estaba ubicada en el puente Watertown. La zona alrededor de la presa era m?s que todo rural, al igual que la escena del crimen en la que se estaba estacionando. Estimaba que la presa quedaba a veinticuatro kil?metros de distancia, ya que el pueblo de Watertown quedaba a unos seis kil?metros por la carretera. Cuando camin? hacia el r?o, Avery pas? por debajo de una larga tira de cinta que acordonaba la escena del crimen. La escena del crimen era bastante grande, la cinta amarilla haciendo un enorme rect?ngulo desde dos ?rboles a lo largo de la orilla a dos postes de acero que la polic?a hab?a empujado con fuerza dentro del hielo. Connelly estaba de pie en la orilla, hablando con otros dos agentes. En el hielo, un equipo de tres personas estaba en cuclillas, mirando hacia abajo. Pas? a Connelly y lo salud? con la mano. Connelly mir? su reloj, luego la mir? como si estuviera impresionado y le hizo un gesto para que se acercara. “Los forenses te pueden dar todos los detalles”, dijo. Eso no la molestaba en absoluto. Aunque Connelly la agradaba ahora, tampoco se sent?a cien por ciento c?moda con ?l. Avery camin? hacia el hielo, pregunt?ndose si esas pocas ocasiones en las que hab?a patinado sobre hielo durante sus a?os de pre-adolescencia la ayudar?an en algo en este momento. Sin embargo, era evidente que hab?a perdido esas habilidades. Camin? lentamente y con cuidado para no resbalarse. Odiaba sentirse vulnerable y no estar totalmente en control, pero el condenado hielo era demasiado resbaladizo. “No te preocupes”, dijo uno de los miembros del equipo de ciencias forenses, vi?ndola acercarse a ellos. “Hatch se cay? de culo tres veces”. “C?llate”, dijo otro miembro del equipo, presumiblemente Hatch. Avery finalmente lleg? al lugar donde estaban reunidos los chicos forenses. Estaban encorvados, mirando un pedazo de hielo roto. Debajo de ?l, vio el cuerpo de una mujer desnuda. Parec?a veintea?era. Era hermosa, a pesar de su piel p?lida y congelada. Muy hermosa. Los forenses hab?an logrado enganchar el cuerpo debajo de los brazos con postes pl?sticos. El extremo de cada poste ten?a una simple curva en forma de U recubierta con lo que parec?a ser una especie de algod?n. A la derecha del hielo roto, una simple manta aislante esperaba el cuerpo. “?Y fue encontrada as??”, pregunt? Avery. “S?”, dijo el hombre que asum?a se llamaba Hatch. “Unos ni?os la descubrieron. Su madre llam? a la polic?a local y aqu? estamos, una hora y quince minutos despu?s”. “Eres Avery Black, ?cierto?”, pregunt? el tercer miembro. “S?”. “?Necesitas echarle un buen vistazo antes de que nos la llevemos?”. “S?, si no les molesta”. Los tres se echaron para atr?s un poco. Hatch y la persona que hab?a dicho que se hab?a ca?do de culo se aferraron a los postes de pl?stico. Avery se acerc? m?s. Las puntas de sus zapatos estaban a pocos cent?metros del hielo roto y el agua. El hielo roto le permiti? ver a la mujer desde la frente a las rodillas. Parec?a una figura de cera. Avery sab?a que las temperaturas extremas podr?an tener algo que ver con eso, pero su impecabilidad ten?a que deberse a algo m?s. Era muy delgada, tal vez no pasaba de cincuenta kilos. Su cara enrojecida estaba volvi?ndose azul pero, aparte de eso, no vio rasgu?os, cortaduras, moretones, ni granos. Avery tambi?n se dio cuenta de que, aparte de su cabello rubio empapado y parcialmente congelado, no hab?a ni un solo pelo en su cuerpo. Sus piernas estaban perfectamente afeitadas, al igual que su regi?n p?bica. Parec?a una mu?eca de tama?o natural. Avery dio un paso atr?s despu?s de echarle un ?ltimo vistazo al cuerpo. “Estoy lista”, le dijo al equipo forense. Ellos se acercaron y, luego de contar hasta tres, sacaron el cuerpo lentamente del agua. Cuando la sacaron, casi todo su cuerpo termin? en la manta aislante. Avery not? que tambi?n hab?a una camilla debajo de la manta. Con el cuerpo totalmente fuera del agua, not? otras dos cosas que le parecieron extra?as. En primer lugar, la mujer no llevaba nada de joyas. Se arrodill? y vio que sus orejas estaban perforadas pero que no cargaba aretes. Luego volvi? su atenci?n a la segunda rareza: las u?as de la mujer estaban bien recortadas, como si se hubiera hecho una manicura hace poco. Era extra?o, pero eso fue lo que m?s la alarm?. Hab?a algo inquietante al respecto. “Es casi como si hubiera sido pulida”, pens?. “?Estamos listos aqu??”, le pregunt? Hatch. Ella asinti?. A lo que los tres cubrieron el cuerpo y comenzaron a caminar con cuidado hacia la orilla con la camilla, Avery se qued? parada al lado de la secci?n de hielo roto. Mir? hacia el agua, perdida en sus pensamientos. Se meti? la mano en el bolsillo, en busca de un peque?o pedazo de basura, pero lo ?nico que pudo encontrar fue un coletero que se le hab?a roto m?s temprano. “?Black?”, llam? Connelly desde la orilla. “?Qu? est?s haciendo?”. Mir? hacia atr?s y lo vio parado cerca del hielo, pero determinado a no pisarlo. “Trabajando”, le respondi?. “?Por qu? no patinas hacia ac? y me ayudas?”. ?l puso los ojos en blanco y ella se volvi? hacia el hielo. Dej? caer el coletero al agua y lo vio moverse por un momento. Luego poco a poco fue atrapado por la corriente lenta del agua bajo el hielo. Fue llevado bajo el hielo hacia su izquierda. “Entonces ella fue vertida en otro lugar”, pens? Avery, mirando por el r?o en direcci?n a Boston. En la orilla, Connelly y el oficial con el que hab?a estado hablando se estaban alejando de la escena. Avery se qued? en el hielo, completamente de pie ahora. Estaba empezando a sentir mucho fr?o y ve?a su respiraci?n vaporiz?ndose en el aire. Pero la temperatura fr?a parec?a estar ayud?ndola. Le permit?a pensar, utilizar los crujidos del hielo como un metr?nomo para poder organizar sus pensamientos. “Desnuda, sin ninguna mancha o moret?n. As? que esto no fue un asalto. No ten?a joyas, as? que pudo haber sido un robo. Pero la mayor?a de los cuerpos muestran algunas huellas de lucha despu?s de haber sido robados... y esta mujer est? impecable. ?Y qu? de sus u?as y el hecho de que no ten?a ni un solo pelo en todo su cuerpo aparte del cabello sobre su cabeza?”. Se acerc? lentamente a la orilla, mirando el r?o congelado a donde doblaba una curva y segu?a en la direcci?n de Boston. Era raro pensar en lo bello que se ve?a el r?o Charles congelado desde la Universidad de Boston, ahora que un cuerpo hab?a sido reci?n sacado de ?l. Se subi? el cuello del abrigo mientras caminaba a la orilla. Lleg? justo a tiempo para ver las puertas traseras de la furgoneta del equipo de ciencias forenses cerrarse. Connelly se acerc? a ella mientras miraba el agua congelada. “?Pudiste echarle un buen vistazo?”, pregunt? Avery. “S?. Parec?a un juguete. Toda p?lida y fr?a y...”. “Y perfecta”, dijo Avery. “?Notaste que no ten?a ni un solo pelo? Tampoco contusiones o golpes”. “Ni joyas”, agreg? Connelly. Con un gran suspiro, pregunt?: “?Qu? se te viene a la mente?”. Ahora se sent?a mucho m?s dispuesta a ser totalmente honesta con Connelly, desde que ?l y O’Malley le ofrecieron una promoci?n a sargento hace dos meses. A cambio, parec?an m?s dispuestos a aceptar sus teor?as desde el primer momento en lugar de cuestionar todo lo que sal?a de su boca. “Sus u?as estaban perfectamente recortadas”, dijo. “Es como si acabara de salir de un sal?n antes de ser vertida en el r?o. Y tambi?n tenemos el hecho de que no ten?a ni un solo pelo. Todas esas cosas son extra?as, pero, en conjunto, me huelen a intencionalidad”. “?Crees que alguien la arregl? antes de matarla?”. “Parece que s?. Es casi como las funerarias, que hacen que los muertos se vean lo m?s presentables posible antes de la capilla ardiente. La persona que hizo esto la arregl?. La afeit? y le arregl? las u?as”. “?Crees saber el por qu??”. Avery se encogi? de hombros. “Solo puedo especular en este momento. Pero s? te puedo decir una cosa ahora mismo... y dudo mucho que te guste”. “Dios m?o”, dijo, sabiendo lo que ven?a. “Este tipo se tom? su tiempo... no para matarla, sino para asegurarse de que se viera perfecta cuando fuera encontrada. Todo esto fue intencional. El hombre fue paciente. Bas?ndome en casos similares, casi te puedo garantizar que no ser? la ?nica”. Con otro de sus suspiros patentados, Connelly se sac? su tel?fono celular del bolsillo. “Agendar? una reuni?n en la A1”, dijo. “Les har? saber que tenemos un asesino en serie potencial en nuestras manos”. CAP?TULO TRES Avery supon?a que, si tomaba el puesto de sargento, necesitaba superar el odio que sent?a por la sala de conferencias de la A1. No ten?a nada en contra de la sala en s?. Pero sab?a que una reuni?n celebrada dentro de ella muy poco despu?s del descubrimiento de un cuerpo significaba que habr?a mucha discusi?n y gritos y que todos tratar?an de acabar con sus teor?as. “Tal vez eso llegar? a su fin una vez que sea sargento”, pens? mientras entraba en la sala. Connelly estaba en la cabecera de la mesa, moviendo algunos papeles. Calcul? que O’Malley llegar?a pronto. Parec?a estar m?s presente en todas las reuniones a las que ella asist?a desde que le hab?an ofrecido el puesto de sargento. Connelly levant? la mirada y se enfoc? en ella. “Las cosas se est?n moviendo r?pidamente en este caso”, dijo. “El cuerpo vertido en el r?o fue identificado exactamente hace cinco minutos. Patty Dearborne, de veintid?s a?os de edad. Una estudiante de la Universidad de Boston, nacida en Boston. Eso es lo ?nico que tenemos hasta ahora. Los padres deben ser informados una vez que esta reuni?n termine”. Desliz? una carpeta que conten?a solo dos hojas de papel. Una mostraba una imagen tomada del perfil de Facebook de Patty Dearborne. La otra hoja mostraba tres fotos, todas tomadas en el r?o Charles ese mismo d?a. La cara de Patty Dearborne estaba presente en todas ellas, sus p?rpados color p?rpura cerrados. Como una manera de tratar de meterse en la mente del asesino, Avery trat? de ver el rostro de la mujer joven de la misma manera que un asesino lo har?a. Patty era preciosa, incluso en la muerte. Ten?a un cuerpo que Avery consideraba demasiado delgado pero que seguro ten?a a todos los hombres delirando. Utiliz? esta mentalidad, tratando de entender por qu? un asesino elegir?a a tal v?ctima sin ning?n tipo de implicaci?n sexual. “Tal vez est? tras las cosas bellas. La pregunta es si ?l est? buscando estas cosas hermosas con el fin de adularlas o destruirlas. ?Aprecia la belleza o quiere destruirla?”. No estaba segura de cu?nto tiempo pas? pensando en esto. Salt? un poco cuando Connelly llam? al orden. Hab?a un total de nueve personas en la sala de conferencias. Ella vio que Ram?rez hab?a entrado en un momento. Se encontraba en un asiento cerca de Connelly, ojeando la misma carpeta que Connelly le hab?a entregado hace unos minutos. Al parecer sinti? que ella lo estaba mirando ya que levant? la mirada y le sonri?. Ella le devolvi? la sonrisa y Connelly comenz? a hablar de nuevo. Baj? la mirada de inmediato, pues no quer?a ser demasiado obvia. Aunque casi todo el mundo sab?a que ella y Ram?rez ten?an algo, segu?an intentando ser discretos. “Todos ya deber?an estar informados”, dijo Connelly. “Para aquellos de ustedes que a?n no lo saben, la mujer fue identificada como Patty Dearborne, una estudiante de ?ltimo a?o de la Universidad de Boston. Fue encontrada en el r?o Charles en las afueras de Watertown, pero naci? y creci? en Boston. Como la detective Black se?al? en la sesi?n informativa, la corriente del r?o sugiere que el cuerpo fue vertido en otro lugar. El equipo forense supone que su cuerpo pas? unas veinticuatro horas en el agua. Estas dos cosas se?alan que el cuerpo fue vertido en alg?n lugar de Boston”. “Se?or”, dijo el oficial Finley. “Perd?name por preguntar, pero ?por qu? no estamos considerando el suicidio? No encontramos ni moretones ni se?ales de un enfrentamiento”. “Descart? esa posibilidad casi de inmediato cuando vi que la v?ctima estaba desnuda”, dijo Avery. “Aunque el suicidio ser?a algo que normalmente se considerar?a, es muy poco probable que Patty Dearborne se desnudara antes de saltar al r?o Charles”. Odiaba derribar las ideas de Finley. Sab?a que cada semana se hac?a mejor oficial. Hab?a madurado este ?ltimo a?o, transform?ndose de ser ese chico de fraternidad a un buen oficial que trabajaba duro. “Pero nada de moretones”, dijo otro oficial. “Eso parece ser la pistola humeante”. “O es evidencia de que no fue un suicidio”, argument? Avery. “Si ella hubiera saltado de cualquier altura de m?s de dos a tres metros, hubi?ramos encontrado hematomas visibles en su cuerpo por el impacto”. “El equipo forense lleg? a la misma conclusi?n”, dijo Connelly. “Nos enviar?n un reporte m?s detallado pronto, pero se sienten bastante seguros de eso”. Luego mir? a Avery y le hizo un gesto para que continuara. “?Qu? m?s tienes, detective Black?”. Se tom? un momento para discutir las cosas que le hab?a se?alado a Connelly, detalles que figuraban en la sesi?n informativa. Mencion? las u?as recortadas y pulidas, la falta de pelo y la ausencia de joyas. “Otro punto importante a se?alar es que un asesino que llegar?a a estos extremos para hacer que sus v?ctimas se vieran presentables sugiere ya sea una admiraci?n sesgada por la v?ctima o alg?n tipo de arrepentimiento”. “?Arrepentimiento?”, pregunt? Ram?rez. “S?. La emperifoll? y la puso bella porque tal vez no ten?a la intenci?n de matarla”. “?Hasta el punto de afeitar sus partes privadas?”, pregunt? Finley. “S?”. “Y diles por qu? crees que se trata de un asesino en serie, Black”, dijo Connelly. “Porque incluso si fue un error, el hecho de que el asesino le arregl? las u?as y la afeit? indica paciencia. Y cuando le a?ades a eso el hecho de que esta mujer era muy bonita y libre de imperfecciones, me hace pensar que se siente atra?do por la belleza”. “Tiene una forma curiosa de demostrarlo”, dijo alguien m?s. “Lo que me lleva de nuevo a pensar que tal vez no ten?a la intenci?n de matarla”. “?As? que piensas que fue una cita que sali? muy mal?”, pregunt? Finley. “No podemos estar seguros todav?a”, dijo. “Pero ahorita creo que no. Si fue as? de deliberado y cuidadoso con la forma en la que se ver?a antes de verterla, creo que lo m?s probable es que fue igual de cuidadoso en seleccionarla”. “?Seleccionarla para qu?, Black?”, pregunt? Connelly. “Creo que eso es lo que tenemos que averiguar. Con suerte el equipo forense tendr? algunas respuestas que nos llevar?n por el camino correcto”. “Entonces ?qu? hacemos mientras tanto?”, pregunt? Finley. “Trabajemos”, dijo Avery. “Investiguemos todo lo que podamos sobre la vida de Patty Dearborne con la esperanza de encontrar alguna pista que nos ayude a atrapar a este tipo antes de que lo haga de nuevo”. Cuando la reuni?n termin?, Avery se dirigi? al otro lado de la sala de conferencias para hablar con Ram?rez. Alguien ten?a que informarles a los padres de Patty Dearborne y ella sent?a la necesidad de hacerlo. Aunque hablar con padres afligidos era incre?blemente dif?cil y emocionalmente agotador, hacerlo era una de las mejores formas para encontrar la primera pista. Quer?a que Ram?rez fuera con ella, ya que quer?a seguir equilibrando su vida personal y profesional. A?n le era dif?cil, pero se estaba acostumbrando. Sin embargo, antes de que pudiera llegar a ?l, O’Malley entr? en la sala. ?l estaba hablando por tel?fono, obviamente apurado. Era evidente que eso con lo que estaba lidiando lo estaba presionando lo suficiente como para haberle hecho perderse la reuni?n sobre el caso de Patty Dearborne. Se puso de pie junto a la puerta, esper? hasta que todos excepto Avery, Ram?rez y Connelly se fueran y luego cerr? la puerta. Finaliz? su llamada con: “S?, m?s tarde”, y luego respir? profundamente. “Disc?lpenme por haberme perdido la reuni?n”, dijo. “?Surgi? algo importante?”. “No”, dijo Connelly. “Identificamos a la mujer y ahora tenemos que informarle a la familia de su muerte. Partimos del hecho de que esta persona lo har? de nuevo”. “Black, ?puedes enviarme un informe r?pido explicando los detalles?”, pregunt? O’Malley. “S?, se?or”, dijo. Nunca le ped?a cosas peque?as como esas. Se pregunt? si esta era otra de sus pruebas no tan sutiles. Hab?a notado que hab?a sido m?s indulgente con ella durante las ?ltimas semanas, m?s dispuesto a darle m?s responsabilidad sin interferencia. Estaba segura de que todo eso ten?a que ver con el ascenso ofrecido. “Ya que ambos est?n aqu?”, dijo O’Malley, mirando a Avery y Ram?rez, “me gustar?a decirles algo. No tengo mucho tiempo, as? que esto ser? r?pido. En primer lugar, no me molesta para nada que est?n saliendo. Pens? mucho en separarlos, pero trabajan demasiado bien juntos. As? que, siempre y cuando ambos puedan tolerar las bromas y especulaciones internas, seguir?n siendo compa?eros. ?Les parece bien?”. “S?, se?or”, dijo Ram?rez. Avery asinti? con la cabeza. “Ahora... Black. Con respecto al ascenso que te ofrecimos a sargento, necesitar? una respuesta pronto. Digo, en las pr?ximas cuarenta y ocho horas. He tratado de ser paciente, dej?ndote pensar bien las cosas. Pero han pasado m?s de dos meses. Creo que es justo”. “Es justo”, dijo ella. “Te har? saber mi respuesta ma?ana”. Ram?rez la mir?, sorprendido. A decir verdad, su respuesta tambi?n la hab?a sorprendido. En el fondo cre?a saber lo que quer?a. “Ahora, respecto a este caso del r?o”, dijo O’Malley. “Es oficialmente tuyo, Black. Ram?rez trabajar? contigo, pero comp?rtense como los profesionales que son”. Avery se sent?a un poco avergonzada y comenz? a ruborizarse. “Dios m?o”, pens?. “Primero un d?a de compras y ahora sonroj?ndome por un chico. ?Qu? demonios me pasa?”. Avery desvi? el tema para mantener las cosas en marcha. “Quisiera ser la encargada de informarles a los padres”. “Podemos delegarle eso a otra persona”, ??sugiri? Connelly. “Lo s?. Pero, aunque suene muy feo, los padres que reciben noticias as? de terribles suelen ser los mejores recursos para obtener informaci?n. Est?n vulnerables”. “Dios m?o, eso es bastante cruel”, dijo Connelly. “Pero efectivo”, dijo O’Malley. “Excelente, Black. Son las cuatro y cincuenta. Con un poco de suerte, podr?s encontrarlos llegando a casa de sus trabajos. Me asegurar? de que alguien te env?e la direcci?n por mensaje de texto dentro de los siguientes diez minutos. Ahora manos a la obra. Pueden retirarse”. Avery y Ram?rez salieron de la sala. En el pasillo, los oficiales que trabajaban en horario de oficina estaban finalizando su d?a. Pero a Avery a?n le faltaba mucho trabajo por hacer este d?a. De hecho, con la tarea de darles la noticia de la muerte de una mujer joven a sus padres en el horizonte, Avery supo que esta ser?a una noche muy larga. CAP?TULO CUATRO Los Dearborne viv?an en una peque?a casa pintoresca en Somerville. Avery ley? la informaci?n que le hab?an enviado por mensaje de texto y correo electr?nico mientras que Ram?rez conduc?a. Patty Dearborne hab?a sido una gran estudiante. Estaba cursando su ?ltimo a?o en la Universidad de Boston y ten?a intenciones de convertirse en la consejera de una empresa de salud del comportamiento. Su madre, Wendy, era una enfermera especializada en traumatismos que trabajaba en dos hospitales diferentes. El padre de Patty, Richard, era el director de desarrollo de negocios de una gran empresa de telecomunicaciones. Eran una familia acomodada con un expediente impecable. Y Avery estaba a punto de decirles que su hija hab?a muerto. No solo que estaba muerta, sino que hab?a sido arrojada a un r?o helado completamente desnuda. “Entonces”, dijo Ram?rez mientras conduc?a por las peque?as calles r?sticas de los vecindarios de Somerville. “?Vas a aceptar el puesto de sargento?”. “No s? todav?a”, dijo. “?Qu? tienes en mente?” Ella lo pens? por un momento y luego neg? con la cabeza. “No quiero hablar de eso en este momento”. Parece insignificante en comparaci?n con lo que estamos a punto de hacer”. “Oye, t? te ofreciste a hacerlo”, se?al?. “Lo s?”, dijo ella, a?n no segura del por qu?. S?, era cierto que podr?an obtener una buena pista, pero sent?a que hab?a algo m?s. Patty Dearborne solo le llevaba tres a?os a Rose. Era demasiado f?cil ver el rostro de Rose en ese cuerpo congelado. Por alguna extra?a raz?n, eso hizo sentir a Avery que ella era quien ten?a que darle la noticia a la familia. Tal vez era un impulso maternal, pero ella sent?a que se los deb?a a los padres. “D?jame preguntarle algo”, dijo Ram?rez. “?Qu? te hace estar tan segura de que esto volver? a suceder? Tal vez un ex novio simplemente perdi? la raz?n. Tal vez no volver? a pasar”. Ella sonri? brevemente porque sab?a que ?l no estaba discutiendo con ella. Se hab?a dado cuenta de que a ?l le gustaba vislumbrar c?mo funcionaba su mente. Su refutaci?n de sus teor?as era simplemente una forma de poner su mente a trabajar a toda m?quina. “Porque, debido a lo que sabemos del cuerpo, este tipo fue cuidadoso y meticuloso. Un ex novio enfurecido no ser?a tan cuidadoso de no dejar moretones. Las u?as son el factor decisivo para m?. Alguien se tom? su tiempo con ellas. Espero que los padres sean capaces de proporcionarnos m?s informaci?n sobre el tipo de mujer que era Patty. Si sabemos m?s sobre ella, sabremos exactamente qu? parte de la emperifollada fue realizada por la persona que verti? el cuerpo”. “Hablando de eso”, dijo Ram?rez, se?alando. “Ya llegamos. ?Est?s lista para esto?”. Respir? profunda y temblorosamente. Amaba su trabajo, pero esta era una de las partes que m?s odiaba. “S?, vamos”, dijo. Antes de que Ram?rez tuviera tiempo de decir una palabra m?s, Avery abri? la puerta y se baj? del auto. Se prepar? para lo que ven?a. *** Avery sab?a que todo el mundo reaccionaba diferente ante la p?rdida de un ser querido. Es por eso que ella no se sorprendi? cuando, quince minutos m?s tarde, Wendy Dearborne estaba casi en estado de shock mientras que Richard Dearborne estaba gritando de aflicci?n. En un momento dado, pens? que se pondr?a violento cuando golpe? un florero en la mesa de la cocina y lo envi? al suelo estrepitosamente. El peso de la noticia pod?a sentirse en la sala. Avery y Ram?rez se hab?an quedado callados, hablando solo cuando los padres les hac?an preguntas. En el silencio, Avery vio dos fotos de Patty en la sala de estar; una estaba en la repisa de la chimenea y la otro era un lienzo colgado en la pared de la sala de estar. Avery ten?a raz?n. La ni?a hab?a sido absolutamente hermosa. Wendy y Richard estaban sentados en el sof? de la sala de estar ahora. Wendy hab?a logrado controlarse un poco, dejando escapar el llanto desgarrador ocasional mientras yac?a en el hombro de Richard. Con l?grimas corriendo por sus mejillas, Richard mir? a Avery. “?Podemos verla? ?Cu?ndo podemos verla?”. “En este momento, el equipo de ciencias forenses todav?a est? tratando de determinar lo que pudo haberle ocurrido. Como se pueden imaginar, el agua fr?a y las temperaturas heladas hacen que sea m?s dif?cil encontrar pistas o pruebas. Ahora quisiera hacerle algunas preguntas”. Ambos se ve?an confundidos y horrorizados, pero era evidente que Wendy no ser?a de ayuda. Estaba totalmente callada, y miraba por la sala de estar de vez en cuando, como para asegurarse de que sab?a d?nde estaba. “Claro”, dijo Richard. Avery pens? que el hombre tal vez estaba tratando de encontrar algunas respuestas por su cuenta. “S? que va a parecer una pregunta extra?a”, dijo Avery. “Pero ?Patty era el tipo de chica que se preocupaba mucho por mantenerse arreglada y arreglarse bien las u?as? ?Ese tipo de cosas?”. Richard dej? escapar un gemido y neg? con la cabeza. Todav?a estaba llorando, pero al menos era capaz de formar palabras entre sus gemidos. “Para nada. En realidad era medio marimacho. Apuesto a que ser?a m?s f?cil encontrar tierra debajo de sus u?as que esmalte. Se emperifollaba de vez en cuando, pero solo en ocasiones especiales. A veces le prestaba mucha atenci?n a su cabello, pero no es... no era muy femenina”. Esa correcci?n pareci? haber quebrantado a Richard Dearborne. Avery sinti? su coraz?n romperse por el dolor que ?l estaba sintiendo. Eso fue suficiente para hacer que decidiera no hacerle la siguiente pregunta que hab?a planificado, una pregunta acerca de la frecuencia en la que Patty se afeitaba las piernas. Avery supuso que era seguro que tampoco se preocupaba mucho por afeitarse las piernas. No hab?a necesidad de hacerle esta pregunta al hombre que acababa de perder a su hija. “?Sabe si Patty tuvo alg?n enemigo? ?Alguna persona con la que tuvo problemas?”. Le tom? un momento asimilar la pregunta. Cuando finalmente lo hizo, la ira que hab?a visto antes regres? a los ojos de Richard Dearborne. Se levant? del sof?, pero fue mantenido en su lugar ya que su esposa estaba agarrando su mu?eca. “Ese hijo de puta”, espet? Richard. “S?. S?, se me ocurre alguien y puedo apostar a que... Dios m?o...”. “?Se?or Dearborne?”, pregunt? Ram?rez. Se hab?a puesto de pie lentamente, quiz?s anticipando una especie de ataque de Richard. “Allen Haggerty. Fue un novio de la escuela secundaria que simplemente no quiso dejarla ir cuando las cosas finalmente terminaron luego del segundo a?o de universidad”. “?Caus? alg?n problema?”, pregunt? Ram?rez. “S?. Tanto es as? que Patty tuvo que obtener una orden de restricci?n en su contra. Se la viv?a esper?ndola afuera de sus clases. La situaci?n lleg? a ser tan mala que Patty vivi? aqu? el a?o pasado porque no se sent?a a salvo en los dormitorios”. “?Alguna vez se puso violento?”, pregunt? Avery. “Si lo hizo, Patty nunca nos dijo nada. Yo s? que trat? de tocarla, darle abrazos y besos y cosas por el estilo. Pero nunca nos dijo que la golpe?”. “La nota…”. La voz de Wendy Dearborne era tan diminuta que son? como el viento. No miraba ni a Avery ni a Ram?rez. Ten?a la mirada baja y su boca estaba parcialmente abierta. “?Qu? nota?”, pregunt? Avery. “Una nota que Patty nunca nos mostr?, pero que encontramos en sus bolsillos una vez que lavamos su ropa cuando vivi? aqu?”, dijo Richard. “El asqueroso dej? una nota clavada en la puerta de su dormitorio. Nunca nos lo dijo, pero creemos que eso fue lo que la hizo finalmente decidir mudarse aqu?. No recuerdo palabra por palabra, pero hablaba de que pensaba en suicidarse porque no pod?a tenerla y que eso a veces lo hac?a enojar. Bien oscuro, dec?a que si ?l no pod?a tenerla, entonces nadie m?s la tendr?a”. “?Todav?a tiene la nota?”, pregunt? Avery. “No. Cuando confrontamos a Patty al respecto, la tir? a la basura”. “?Cu?nto tiempo estuvo aqu??”, pregunt? Avery. “Hasta el verano pasado”, respondi? Richard. “Ella dijo que estaba cansada de vivir atemorizada. Tomamos la decisi?n de que involucrar?amos a la polic?a si algo suced?a con Allen de nuevo. Y ahora... ahora esto...”. Un silencio tenso inund? la sala y luego el hombre finalmente los mir?. Avery pod?a sentir el dolor y la rabia del padre en esa mirada. “Yo s? que fue ?l”, dijo. CAP?TULO CINCO Mientras que Avery y Ram?rez vigilaban la calle en la que viv?a Allen Haggerty, recibi? el expediente de Haggerty por correo electr?nico. Le sorprendi? la poca informaci?n que conten?a. Ten?a tres multas por exceso de velocidad y hab?a sido detenido en una protesta no violenta en la ciudad de Nueva York hace cuatro a?os, pero nada serio. “Tal vez solo enloqueci? un poco cuando Patty trat? de dejarlo”, pens?. Ella sab?a que eso suced?a a veces. De hecho, esa era una de las excusas m?s usadas por esposos violentos que golpeaban a sus esposas. Se trataba m?s bien de celos, falta de control y vulnerabilidad. No hab?a nadie en su casa, as? que se emiti? una orden de b?squeda en su contra a hora y media de haberles informado a los Dearborne de la muerte de su hija. Mientras vigilaba el vecindario, Ram?rez volvi? a demostrarle a Avery cu?n en sinton?a estaba con ella. “Todo esto te est? haciendo pensar en Rose, ?cierto?”, pregunt?. “S?”, admiti?. “?C?mo lo supiste?”. ?l sonri?. “Porque conozco tu rostro demasiado bien. S? cuando est?s enojada, s? cuando est?s avergonzada, inc?moda y feliz. Tambi?n not? que alejaste la mirada de las fotos de Patty en la casa de sus padres. Patty no era mucho mayor que Rose. Ya entiendo. ?Es por eso que insististe en darles la noticia a sus padres?”. “S?. Me pillaste”. “Sucede de vez en cuando”, dijo. El tel?fono de Avery son? a las 10:08. O’Malley estaba en la l?nea, sonando cansado y emocionado. “Localizamos a Allen Haggerty saliendo de un bar en el Leather District”, dijo. “Dos de nuestros chicos lo tienen. ?En cu?nto tiempo pueden llegar all??”. “El Leather District”, pens?. “Rose y yo estuvimos all? hoy, pensando en lo buenas que eran nuestras vidas y c?mo est?bamos reparando nuestra relaci?n. Y ahora hay un posible asesino en ese mismo lugar. Se siente... raro”. “?Black?”. “Diez minutos”, respondi?. “?C?mo se llama el bar?”. Anot? la informaci?n y Ram?rez los condujo a la misma zona de la ciudad donde hab?a pasado un buen rato con su hija hace menos de doce horas. Saber que eso era algo que Patty Dearborne no volver?a a hacer entristec?a su coraz?n. Tambi?n la enojaba un poco. Francamente no ve?a la hora de atrapar al hijo de puta. *** Los dos agentes que hab?an localizado a Allen Haggerty parec?an estar felices de salir de ?l. Uno de los oficiales era un chico al que Avery hab?a llegado a conocer bastante bien, un hombre mayor que probablemente se retirar?a en unos a?os. Su nombre era Andy Liu y siempre parec?a tener una sonrisa en su rostro. Pero no ahora. Ahora se ve?a irritado. Los cuatro se reunieron afuera de la patrulla de Andy Liu. En el asiento trasero, Allen Haggerty los miraba, confundido y claramente molesto. Unas pocas personas trataron de ver lo que estaba pasando sin ser demasiado obvias. “?Se port? mal?”, pregunt? Ram?rez. “No realmente”, dijo el compa?ero de Andy. “Solo est? un poco borracho. Estuvimos a punto de llevarlo a la comisar?a y meterlo en una sala de interrogatorios, pero O’Malley dijo que quer?a que hablaras con ?l primero antes de tomar ese tipo de decisi?n”. “?Sabe por qu? quiere que hable con ?l?”, pregunt? Avery. “Le informamos acerca de la muerte de Patty Dearborne”, dijo Andy. “Perdi? la raz?n en ese momento. Trat? de controlarlo en el bar, pero a la final tuve que esposarlo”. “Est? bien”, dijo Avery. Mir? el asiento trasero de la patrulla y frunci? el ce?o. “?Podr?as prestarme tu patrulla un momento?”. “Claro”, dijo Andy. Avery se sent? del lado del conductor, mientras que Ram?rez se desliz? en el asiento del pasajero. Se pusieron de lado para poder echarle un buen vistazo a Allen. “?C?mo sucedi??”, pregunt? Allen. “?C?mo muri??”. “A?n no lo sabemos a ciencia cierta”, dijo Avery, no viendo motivo alguno para ocultarle la verdad. Hab?a aprendido hace mucho tiempo que siempre era mejor ser honesto cuando estabas tratando de analizar a un posible sospechoso. “Su cuerpo fue descubierto en un r?o congelado, bajo el hielo. No tenemos informaci?n suficiente para saber si eso fue lo que la mat? o si la mataron antes de ser arrojada al r?o”. “Creo que eso fue un poco insensible”, pens? Avery al observar lo conmocionado que se ve?a Allen. Aun as?, ver esa expresi?n genuina en su rostro la ayud? a entender que Allen Haggerty no tuvo nada que ver con la muerte de Patty. “?Cu?ndo fue la ?ltima vez que se vieron?”, pregunt? Avery. Era evidente que le estaba costando pensar. Avery estaba bastante segura de que esta noche ser?a muy dif?cil para Allen. “Hace poco m?s de un a?o, supongo”, respondi? finalmente. “Y fue una coincidencia. Me encontr? con ella mientras estaba saliendo de un supermercado. Nos miramos el uno al otro como por dos segundos y luego se alej? r?pidamente. Y no la culpo. Yo fui un idiota y me obsesion? con ella”. “?Y no hubo ning?n contacto desde entonces?”, pregunt? Avery. “Ninguno. Enfrent? la realidad. Ella no quer?a nada conmigo. Y estar obsesionado con una persona realmente no es la manera de gan?rtela, ?entiende?”. “?Sabe de alguien que pudo haber sido capaz de hacerle esto?”, pregunt? Ram?rez. Una vez m?s, Allen se tom? un momento para responder. En ese instante el tel?fono de Avery son?. Mir? la pantalla y vio que era O’Malley. “?S??”, dijo ella r?pidamente. “?D?nde est?s?”, le pregunt? ?l. “Hablando con el ex novio”. “?Existe alguna posibilidad de que sea el hombre que estamos buscando?”. “No creo”, dijo, mirando el rostro adolorido de Allen en el asiento trasero. “Excelente. Te necesito en la estaci?n ahora mismo”. “?Todo est? bien?”. “Eso depende del cristal con que se mire”, respondi? O’Malley. “Acabamos de recibir una carta del asesino”. CAP?TULO SEIS Incluso antes de que Avery y Ram?rez pudieran entrar en la comisar?a, Avery vio que esta situaci?n se hab?a salido de las manos de todos. Tuvo que maniobrar cuidadosamente el auto a trav?s del estacionamiento de la A1 para no chocar a los reporteros o furgonetas de noticias. El lugar era un circo, y ni siquiera hab?an entrado a?n. “Esto se ve mal”, dijo Ram?rez. “S?”, dijo ella. “?C?mo demonios se enter? la prensa de esta carta si lleg? directamente a la comisar?a?”, Ram?rez solo se encogi? de hombros. Ambos se bajaron del auto y corrieron al interior. Unos reporteros se metieron en su camino, y uno de ellos se coloc? directamente en frente de Avery. Estuvo a punto de chocar con ?l, pero logr? echarse a un lado justo a tiempo. Lo oy? llamarla perra en voz baja, pero eso era lo que menos la preocupaba en estos momentos. Se abrieron camino a la puerta, los periodistas grit?ndoles, pidi?ndoles comentarios y tomando fotos. Avery estaba que herv?a y habr?a saltado ante la oportunidad de poder golpear a uno de esos reporteros entrometidos en toda la nariz. Cuando finalmente entraron a la comisar?a y cerraron la puerta con llave detr?s de ellos, vio que la situaci?n era similar adentro. Hab?a visto la A1 en un estado de urgencia y desorden antes, pero esto era algo nuevo. “Tal vez hubo una filtraci?n en la A1”, pens? Avery mientras caminaba r?pidamente hacia la oficina de Connelly. Sin embargo, antes de llegar, lo vio corriendo por el pasillo. O’Malley y Finley marchaban detr?s de ?l. “Sala de conferencias”, grit? Connelly. Avery asinti?, girando a la derecha en el pasillo. Not? que no hab?a nadie m?s alrededor de la puerta de la sala de conferencias, significando que esta reuni?n ser?a peque?a. Y ese tipo de reuniones por lo general no eran agradables. Ella y Ram?rez siguieron a Connelly a la sala. Justo cuando O’Malley y Finley entraron, Connelly cerr? la puerta con llave. Lanz? una hoja de papel sobre la mesa de la sala de conferencias. Estaba cubierta con una hoja de pl?stico transparente, haciendo que se deslizara casi perfectamente hacia Avery. La cogi? con cuidado y la mir?. “Solo l?ela”, dijo Connelly. Estaba frustrado y se ve?a un poco p?lido. Su cabello estaba desordenado y hab?a una mirada salvaje en sus ojos. Avery hizo lo que le pidi?. Ley? la carta sin sacar la hoja de papel. Con cada palabra que le?a, la sala parec?a volverse m?s fr?a. “El hielo es precioso, pero mata. Piensa en el brillo magn?fico de una capa fina de escarcha en tu parabrisas en una ma?ana de oto?o. Ese mismo hielo hermoso est? matando la vida vegetal. Es eficiente en su belleza. Y la flor vuelve... siempre vuelve. Renacimiento. El fr?o es er?tico, pero mutila. Piensa en sentir un fr?o intenso luego de estar afuera en una tormenta de invierno y luego acurrucarte desnudo con un amante debajo de las s?banas. ?Ya sienten escalofr?os? ?Pueden sentir la frialdad de ser burlado? Habr? m?s. M?s cuerpos fr?os, flotando a la otra vida. Los reto a que intenten detenerme. Ser?n derrotados por el fr?o antes de poder encontrarme. Y mientras est?n congel?ndose, pregunt?ndose qu? pas? al igual que las flores cubiertas de escarcha, ya me habr? marchado”. “?Cu?ndo lleg??”, pregunt? Avery, colocando la carta sobre la mesa de nuevo para que Ram?rez la leyera. “Hoy”, dijo Connelly. “El sobre en s? fue abierto hace aproximadamente una hora”. “?C?mo demonios se enter? la prensa tan r?pido?”, pregunt? Ram?rez. “Porque todas las cadenas de noticias locales tambi?n recibieron una copia de la misma”. “Mierda”, dijo Ram?rez. “?Sabemos cu?ndo recibieron sus copias?”, pregunt? Avery. “Fueron enviadas por correo electr?nico hace un poco m?s de una hora. Suponemos que el asesino lo hizo as? para que pudiera ser cubierta en las noticias de las once”. “?De qu? correo electr?nico fue enviada?”, pregunt? Avery. “Bueno, eso es lo extra?o... bueno, una de las tantas cosas extra?as”, dijo O’Malley. “La direcci?n de correo electr?nico est? registrada a una mujer llamada Mildred Spencer. Ella es una viuda de setenta y dos a?os de edad que solo tiene la direcci?n de correo electr?nico para mantenerse en contacto con sus nietos. Alguien est? hablando con ella en este momento, pero todo indica que la cuenta fue hackeada”. “?Podemos rastrear el hack?”, pregunt? Avery. “Nadie en la A1 tiene la capacidad para hacerlo. Llamamos a la polic?a estatal para que nos ayuden”. Ram?rez termin? con la carta, desliz?ndola de nuevo al centro de la mesa. Avery la acerc? hacia ella y la mir? de nuevo. No la volvi? a leer, simplemente estudi? todos los aspectos de la misma: el papel, la letra, la colocaci?n extra?a de frases sobre el papel. “?Qu? piensas, Black?”, pregunt? Connelly. “En primer lugar, ?d?nde est? el sobre en el que lleg??”. “En mi escritorio. Finley, ?podr?as ir a buscarlo?”. Avery sigui? escudri?ando la carta mientras Finley fue a buscar el sobre. La letra era impecable y tambi?n un poco infantil. Parec?a como si alguien se hubiera esforzado mucho para perfeccionarla. Algunas palabras clave tambi?n le parec?an bastante extra?as. “?Qu? m?s se te viene a la mente?”, pregunt? Connelly. “Bueno, el hecho de que nos envi? una carta deja claro que quiere que sepamos que fue ?l, pero obviamente no quiere divulgarnos su identidad. Aunque quiz?s esto no sea un juego para ?l, quiere tener el cr?dito. Tambi?n le gusta ser perseguido. ?l quiere que vayamos tras ?l”. “?Hay alguna pista all??”, pregunt? O’Malley. “La analic? bastante y no veo nada”. “Bueno, la redacci?n es rara en algunas partes. Mencionar un parabrisas en una carta donde las ?nicas otras cosas concretas a las que hace referencia son flores y ropa de cama parece extra?o. Creo que tambi?n cabe destacar que utiliz? las palabras er?tico y amante. Eso tiene que significar algo ya que la v?ctima que encontramos hoy era preciosa. La menci?n de la otra vida y el renacimiento tambi?n es inquietante. Pero tenemos muy poco ahora, as? que no vale la pena seguir especulando”. “?Algo m?s?”, pregunt? Ram?rez con su sonrisa habitual no tan disimulada. Amaba verla en su elemento. Trat? de empujar estos pensamientos a un lado mientras continu?. “La forma en la que rompe sus frases... parecen estrofas fragmentadas de poes?a. La mayor?a de las otras cartas que le visto en estudios de casos antiguos donde el asesino contact? a la polic?a o los medios de comunicaci?n por lo general fueron escritas en bloques de texto”. “?Y eso es una pista?”, pregunt? Connelly. “Quiz?s no lo sea”, dijo Avery. “Solo estoy especulando”. Llamaron a la puerta. Connelly la abri? y Finley volvi? a entrar. Cerr? la puerta con llave detr?s de ?l. Luego coloc? el sobre cuidadosamente sobre la mesa. No ten?a nada de especial. La direcci?n de la comisar?a hab?a sido escrita en la misma letra de la carta. No hab?a direcci?n del remitente y hab?a un sello postal en la esquina izquierda. El matasellos estaba en la parte de arriba en el sobre, sus bordes tocando el sello. “Vino del c?digo postal 02199”, dijo O’Malley. “Pero eso no significa nada. El asesino pudo haberlo enviado por correo a muchos kil?metros de su verdadera ubicaci?n”. “Eso es verdad”, dijo Avery. “Y este tipo me parece demasiado inteligente y decidido como para llevarnos derechito a ?l a trav?s de un c?digo postal. Habr?a pensado en eso. El c?digo postal es un callej?n sin salida, se los aseguro”. “Entonces, ?qu? hacemos ahora?”, pregunt? Finley. “Bueno, este tipo parece estar absorto con el fr?o, con el hielo en particular. Y no solo porque ah? es donde encontramos el cuerpo. Es evidente por la carta. Parece estar obsesionado. Por eso me pregunto... ?podemos realizar una b?squeda de cualquier cosa relacionada con el hielo o el fr?o? Pistas de patinaje sobre hielo, almacenes de carne, laboratorios”. “?Est?s segura de que la ubicaci?n no fue intencional?”, pregunt? Connelly. “Si ?l quiere ser conocido, tal vez el c?digo postal es como una invitaci?n”. “No, no estoy segura. Para nada. Pero si podemos encontrar una empresa u otra organizaci?n que trata con hielo o simplemente fr?o dentro de ese c?digo postal, tal vez empezar?a por ah?”. “Est? bien”, dijo Finley. “?Entonces tenemos que verificar las cintas de seguridad alrededor de las ubicaciones de las oficinas de correos o buzones?”. “No”, dijo Connelly. “Tomar?a demasiado tiempo, y no hay forma de saber cu?ndo fue enviada esta carta exactamente”. “Necesitamos una lista de esas empresas y organizaciones”, dijo Avery. “Ese ser? el mejor lugar para empezar. ?A alguien se le ocurre alguna empresa?”. Despu?s de varios momentos de silencio, Connelly suspir?. “No se me ocurre nada”, dijo. “Pero puedo tenerte esa lista en media hora. Finley, ?puedes empezar a agilizar esa solicitud?”. “Claro”, dijo Finley. Cuando sali? de la sala de nuevo, Avery levant? una ceja y mir? a Connelly. “?Finley es un recadero ahora?”. “Para nada. No eres la ?nica candidata para un ascenso. Estoy tratando de involucrarlo m?s en todos los aspectos de casos notorios. Y, como ya sabes, ?l piensa que t? puedes caminar sobre el agua, as? que le estoy dando una oportunidad”. “?Y por qu? estamos encerrados en la sala de conferencias?”, pregunt?. “Porque los medios est?n enterados. No quiero correr ning?n riesgo con micr?fonos ocultos o tel?fonos intervenidos”. “Me parece un poco paranoico”, dijo Ram?rez. “Me parece inteligente”, dijo Connelly, con un poco de veneno en su voz. Queriendo evitar una pelea entre los dos, Avery se acerc? la carta. “?Te molesta si vuelvo a escudri?ar esta carta mientras esperamos los resultados?”. “Por favor, hazlo. Prefiero que alguien en la A1 la resuelva antes de que los medios lo publiquen y un chico nerd en un s?tano lo haga”. “Tenemos que involucrar a los del equipo de ciencias forenses. Deben realizarle un an?lisis grafol?gico. El sobre debe ser examinado para ver si tiene rastros de huellas dactilares, polvo, cualquier cosa”. “Han sido notificados y les llevar? la carta de inmediato una vez que hayas terminado con ella”. “Tendr?n que darse prisa”, dijo ella. “Yo s? que estabas bromeando sobre eso de que un chico en su s?tano la resuelva, pero es una preocupaci?n leg?tima. Y cuando llegue a las redes sociales, no se sabe qu? tipo de ojos y mentes podr?an analizarla”. Cuando empez? a echarle un vistazo m?s de cerca a la carta, Finley regres? a la sala. “Eso fue r?pido”, dijo O’Malley. “Bueno, da la casualidad de que el padre de una de las mujeres de la centralita trabaja cerca del Prudential Center. Y eso queda dentro del c?digo postal 02199, por cierto. Tal vez es solo una coincidencia, pero nunca se sabe. De todos modos, su esposo trabaja en un laboratorio de tecnolog?a por esos lares. Dice que ellos hacen experimentos locos con mec?nica cu?ntica y cosas por el estilo. Una rama de la escuela t?cnica de la Universidad de Boston”. “?Mec?nica cu?ntica?”, pregunt? O’Malley. “Eso es no encaja con nuestro hombre, ?cierto?”. “Depende de los experimentos”, dijo Avery, muy interesada. “No s? mucho sobre el campo, pero s? s? que hay ?reas en la mec?nica cu?ntica que tratan con temperaturas extremas. Algo que ver con la b?squeda de los puntos de durabilidad y de origen central de diferentes tipos de materia”. “?C?mo demonios sabes eso?”, pregunt? Connelly. Se encogi? de hombros. “Vi mucho del canal Discovery en la universidad. Por lo visto a?n recuerdo ciertas cosas”. “Bueno, vale la pena investigar”, dijo Connelly. “Obtengamos la informaci?n del laboratorio y v?monos para all? para hablar con los mandamases”. “Hecho”, dijo Avery. “Mientras tanto, las noticias en vivo comenzar?n en tres minutos”, dijo Connelly, mirando su reloj. “Sintonicemos para saber cu?nto nos joder?n este caso”. Sali? de la sala de conferencias con O’Malley pis?ndole los talones. Finley mir? a Avery con una expresi?n pesarosa y los sigui?. Ram?rez mir? la carta encima del hombro de Avery y neg? con la cabeza. “?Crees que este tipo est? demente o que simplemente quiere que creamos que lo es?”, le pregunt?. “No estoy segura”, dijo, leyendo la carta de nuevo. “Pero s? s? que este laboratorio es el lugar perfecto para empezar”. CAP?TULO SIETE Tecnolog?as Esben estaba disfrazado entre otros edificios que parec?an normales a unos tres kil?metros del Prudential Center, el bloque esencialmente una hilera de edificios grises sin rasgos distintivos. Tecnolog?as Esben ocupaba el edificio central y era exactamente igual a los edificios que lo rodeaban, casi no parec?a un laboratorio. Cuando Avery entr? con Ram?rez, vio que el vest?bulo principal consist?a solo de un piso de madera precioso, alumbrado por el sol de la ma?ana que entraba por un tragaluz. Un enorme escritorio estaba en la pared del fondo. En un extremo, una mujer estaba tecleando en una computadora. En el otro extremo, otra mujer estaba escribiendo algo en un formulario de alg?n tipo. Cuando Avery y Ram?rez entraron, esta mujer levant? la mirada y les sonri? indiferentemente. “Soy la detective Avery Black y este es el detective Ram?rez”, dijo Avery mientras se acercaba a la mujer. “Queremos hablar con la persona encargada de este lugar”. “Bueno, el supervisor de todo vive en Colorado, pero el hombre que maneja las cosas aqu? en el edificio deber?a estar en su oficina”. “Est? bien, comun?quenos con ?l, por favor”, dijo Avery. “Un momento”, dijo la recepcionista, poni?ndose de pie y caminando a trav?s de una gran puerta de roble en el lado opuesto de la sala. Cuando la mujer se fue, Ram?rez se acerc? a Avery, manteniendo la voz baja para que la otra mujer que segu?a sentada detr?s del escritorio no lo oyera. “?Sab?as que este lugar exist?a?”, pregunt?. “No. Pero supongo que mantener un perfil bajo tiene sentido. Los centros tecnol?gicos que est?n vinculados a las universidades pero que no est?n realmente en el campus por lo general tratan de mantener un perfil bajo”. “?Tambi?n sabes eso por haber visto el canal Discovery?”, le pregunt?. “No, sino por haber investigado”. La mujer regres? despu?s de un minuto. Cuando lo hizo, hab?a un hombre con ella. Estaba vestido con una camisa abotonada y pantalones de color caqui. Una larga bata blanca que se parec?a a las que los m?dicos llevaban a menudo cubr?a todo parcialmente. Ten?a una expresi?n de inquietud y preocupaci?n que parec?a ser magnificada por los anteojos que llevaba. “Hola”, dijo, dando un paso hacia Avery y Ram?rez. ?l extendi? su mano y dijo: “Soy Hal Bryson. ?Qu? se les ofrece?”. “?Usted es el supervisor?”, pregunt? Avery. “M?s o menos. Aqu? solo trabajamos cuatro personas. Usualmente nos rotamos pero, s?, yo superviso los experimentos y los datos”. “?Y qu? tipo de trabajo hacen aqu??”, pregunt? Avery. “Hacemos muchas cosas”, dijo Bryson. “A riesgo de parecer exigente, ser?a mejor si me dijeran por qu? est?n aqu? para poder ser un poco m?s exacto”. Avery sigui? hablando en voz baja para que las mujeres sentadas en el escritorio no la oyeran. Y, como era evidente que Bryson no ten?a la intenci?n de invitarlos a pasar, supuso que tendr?an que tener la conversaci?n all? mismo. “Estamos trabajando en un caso en el que un sospechoso parece estar muy interesado en el hielo y las bajas temperaturas”, dijo. “Envi? una carta provocadora a la comisar?a ayer. Queremos saber si aqu? llevan a cabo investigaciones relacionadas. Es un caso muy extra?o, as? que estamos comenzando con la ?nica pista que realmente tenemos, el fr?o”. “Ya veo”, dijo Bryson. “Bueno, de hecho desarrollamos algunos experimentos que implican temperaturas extremadamente fr?as. Podr?a llevarlos al laboratorio para mostrarles, pero tendr?a que insistir en que est?n totalmente desinfectados y que se coloquen el equipo de protecci?n apropiado”. “Realmente apreciamos eso, pero espero no tengamos que llegar a ese punto. ?Podr?a explicarnos brevemente de qu? tratan los experimentos?”, dijo Avery. “Por supuesto”, dijo Bryson. Parec?a estar alegre de poder ayudar, asumiendo la forma de un maestro expresivo cuando empezaba a explicar algo. “La mayor parte de las pruebas y el trabajo que hacemos aqu? con temperaturas muy fr?as implica ir m?s all? de lo que se conoce como el l?mite de acci?n cu?ntica. Ese l?mite es de una temperatura apenas por encima del cero absoluto, aproximadamente diez mil veces m?s fr?o que las temperaturas que te encontrar?as en el vac?o del espacio”. “?Y cu?l es el prop?sito de tales pruebas?”, pregunt? Avery. “Ayudar en la investigaci?n y desarrollo de sensores hipersensibles para un trabajo m?s avanzado. Tambi?n es una excelente forma para comprender la estructura de ciertos elementos y c?mo responden a tales temperaturas extremas”. “?Y ustedes son capaces de llegar a esas temperaturas aqu? en este edificio?”, pregunt? Ram?rez. “No, no en nuestros laboratorios. Estamos trabajando como una especie de extensi?n del Instituto Nacional de Est?ndares y Tecnolog?a ubicado en Boulder. Sin embargo, aqu? podemos llegar muy cerca”. “Y usted dice que solo cuatro personas trabajan aqu?”, dijo Avery. “?Siempre ha sido as??”. “Bueno, ?ramos cinco hasta hace aproximadamente un a?o. Uno de mis colegas tuvo que retirarse. Estaba empezando a tener dolores de cabeza y otros problemas de salud. Simplemente no se sent?a bien”. “?Renunci? por su propia voluntad?”, pregunt? Avery. “S?”. “?Podr?a darnos su nombre?”. Un poco preocupado ahora, Bryson dijo: “Su nombre es James Nguyen. Perd?nenme por decir esto, pero dudo mucho que sea el hombre que est?n buscando. Siempre fue muy amable, educado... un hombre tranquilo. Tambi?n un genio”. “Aprecio su sinceridad, pero tenemos que seguir cualquier posible pista. ?Por casualidad sabe c?mo podemos comunicarnos con ?l?”. “S?, puedo ubicarles esa informaci?n”. “?Cu?ndo fue la ?ltima vez que habl? con el Sr. Nguyen?”. “No s?... hace ocho meses, dir?a yo. Lo llam? una sola vez para ver c?mo estaba”. “?Y c?mo estaba?”. “Me dijo que bien. Est? trabajando como editor e investigador para una revista cient?fica”. “Gracias por su tiempo, se?or Bryson. Ser?a ?til si pudiera ubicarnos la informaci?n de contacto del se?or Nguyen”. “Claro”, dijo, vi?ndose un poco triste. “Un momento”. Bryson se acerc? a la recepcionista detr?s del port?til y le habl? en voz baja. Ella asinti? con la cabeza y comenz? a teclear. Mientras esperaban, Ram?rez se volvi? a acercar a Avery. Era una sensaci?n extra?a. Era dif?cil conservar una actitud profesional cuando estaba tan cerca. “?Mec?nica cu?ntica?”, dijo. “?Vac?os en el espacio? Creo que esto supera mis habilidades”. Ella le sonri?, y en ese momento sinti? muchas ganas de besarlo juguetonamente. Hizo todo lo posible para mantenerse concentrada. En ese momento, Bryson volvi? a acercarse a ellos con una hoja impresa en la mano. “Tambi?n supera las m?as”, le susurr? a Ram?rez, sonri?ndole de nuevo. “Pero de seguro no me molesta indagar y aprender algo nuevo”. *** Avery se sorprend?a algunos d?as por lo bien que le sal?an las cosas. Bryson les hab?a dado el n?mero de tel?fono, direcci?n de correo electr?nico y la direcci?n f?sica de James Nguyen. Avery hab?a llamado a Nguyen y no solo le hab?a respondido, sino que los hab?a invitado a su casa. De hecho, le pareci? que eso le produjo alegr?a. Por esta raz?n, cuando ella y Ram?rez se acercaron a su puerta delantera cuarenta minutos despu?s, no pudo evitar tener la sensaci?n de que podr?an estar perdiendo su tiempo. Nguyen viv?a en una casa magn?fica de dos pisos en Beacon Hill. Al parecer su carrera en la ciencia hab?a dado sus frutos. A veces Avery admiraba a las personas con mentes matem?ticas y cient?ficas. Le encantaba leer textos escritos por ellas o simplemente escucharlas hablar (una de las razones por las que una vez hab?a sentido tanto inter?s por el canal Discovery y las revistas Scientific American que a veces le?a en la biblioteca de la universidad). En el porche, Ram?rez toc? la puerta. Nguyen la abri? casi que inmediatamente. Parec?a tener unos sesenta a?os. Estaba vestido con una camiseta de los Celtics y unos shorts deportivos. Se ve?a casual, calmado y casi feliz. Como ya se hab?an presentado por tel?fono, Nguyen los invit? a pasar. Entraron en un vest?bulo que llevaba a una gran sala de estar. Al parecer Nguyen se hab?a preparado para su visita. Hab?a colocado panecillos y tazas de caf? en lo que parec?a ser una mesa de centro muy costosa. “Por favor tomen asiento”, dijo Nguyen. Avery y Ram?rez se sentaron en el sof? frente a la mesa de centro, mientras que Nguyen se sent? frente a ellos en un sill?n. “Coman lo que quieran”, dijo Nguyen, se?alando al caf? y los panecillos. “Ahora bien, ?qu? puedo hacer por ustedes?”. “Bueno, como dije por tel?fono, hablamos con Hal Bryson y nos dijo que hab?a renunciado a su trabajo con Tecnolog?as Esben. ?Podr?a hablarnos un poco sobre eso?”. “S?. Por desgracia, estaba dedicando demasiado de mi tiempo y energ?a a mi trabajo. Empec? a sufrir de visi?n doble y cefaleas en racimos. Llegu? a trabajar hasta ochenta y seis horas a la semana durante unos siete u ocho meses. Me obsesion? con mi trabajo”. “?Con qu? aspecto del trabajo, exactamente?”, pregunt? Avery. “En realidad no lo s?”, dijo. “Creo que el hecho de saber que est?bamos tan cerca de crear temperaturas en el laboratorio que podr?an imitar lo que alguien podr?a sentir en el espacio. Encontrar formas de manipular elementos con temperaturas me parece casi divino. Puede volverse adictivo. Simplemente no me di cuenta hasta que fue demasiado tarde”. “Su obsesi?n con su trabajo se ajusta perfectamente bien a la descripci?n de la persona a quien estamos buscando”, pens? Avery. Aun as?, despu?s de estos minutos de conversaci?n con Nguyen, estaba bastante segura de que Bryson hab?a estado en lo cierto. Era imposible que Nguyen estuviera involucrado. “?En qu? estaba trabajando exactamente cuando dej? el cargo?”, pregunt? Avery. “Es bastante complicado”, dijo. “Y desde entonces he pasado la p?gina. Pero, en esencia, estaba trabajando para deshacerme del exceso de calor que se produce cuando los ?tomos pierden su impulso durante el proceso de enfriamiento. Estaba trabajando con unidades cu?nticas de vibraci?n y fotones. Ahora, seg?n entiendo, ha sido perfeccionado por nuestra gente en Boulder. Pero, en ese momento, ?estuve trabajando como loco!”. “Aparte del trabajo que est? haciendo para la revista y las cosas con la universidad, ?sigue trabajando en eso?”, pregunt?. “En ciertas cosas”, dijo. “Pero solo aqu? en la casa. Tengo mi propio laboratorio privado en un espacio de alquiler a pocas cuadras de distancia. Pero no es nada serio. ?Quieren verlo?”. Avery sab?a que no estaban siendo cebados o ilusionados. Nguyen claramente se sent?a muy apasionado por el trabajo que sol?a hacer. Y cuanto m?s hablaba de lo que hab?a hecho una vez, m?s se adentraban en el mundo de la mec?nica cu?ntica, algo que estaba muy lejos de un asesino enloquecido vertiendo un cuerpo en un r?o helado. Avery y Ram?rez compartieron una mirada, que termin? con un movimiento de cabeza. “Bueno, Sr. Nguyen, realmente apreciamos su tiempo. Le har? una ?ltima pregunta. Durante el tiempo que pas? trabajando en el laboratorio, ?alguna vez se cruz? con alg?n compa?ero de trabajo, estudiante, con cualquiera persona que le haya parecido un poco exc?ntrica o rara?”. Nguyen se tom? unos momentos para pensar, pero luego neg? con la cabeza. “Nadie se me viene a la mente. Por otra parte, todos los cient?ficos somos un poco exc?ntricos. Pero los llamar? si recuerdo a alguien”. “Gracias”. “Y si cambian de opini?n y quieren ver mi laboratorio, h?ganmelo saber”. “Apasionado por su trabajo y solitario”, pens? Avery. “Maldici?n... as? era yo hasta hace unos meses”. Se sent?a identificada. Y, debido a eso, acept? gustosamente la tarjeta de presentaci?n de Nguyen cuando se la ofreci? en la puerta. Cerr? la puerta y Avery y Ram?rez se abrieron paso por las escaleras del porche y regresaron a su auto. “?Entendiste algo de lo que dijo?”, pregunt? Ram?rez. “Muy poco”, respondi?. Pero la verdad era que hab?a dicho una cosa que no pod?a sacarse de la mente. No la hac?a pensar que val?a la pena seguir investigando a Nguyen, pero s? le dio una nueva percepci?n de su asesino. “Encontrar formas de manipular elementos con temperaturas”, hab?a dicho Nguyen. “Me parece casi divino”. “Tal vez nuestro asesino est? simulando una fantas?a divina”, pens?. “Y si ?l cree que es un dios, podr?a ser m?s peligroso de lo que pensamos”. CAP?TULO OCHO El h?mster parec?a un bloque de hielo peludo cuando lo sac? del congelador. Tambi?n se sent?a como un bloque de hielo. No pudo evitar re?rse ante el ruido que hizo cuando lo coloc? en la bandeja de horno. Ten?a las patas para arriba, un fuerte contraste con la forma en la que hab?an estado pedaleando hacia atr?s y adelante en p?nico cuando lo hab?a metido en el congelador. Eso hab?a sido hace tres d?as. Desde entonces, la polic?a hab?a descubierto el cuerpo de la chica en el r?o. Le hab?a sorprendido lo lejos que hab?a llegado el cuerpo. Hasta Watertown. Y el nombre de la chica era Patty Dearborne. Sonaba pretencioso. Pero esa chica hab?a sido hermosa. Pens? distra?damente en Patty Dearborne, la chica que hab?a raptado en las afueras del campus de la Universidad de Boston mientras pasaba su dedo a lo largo de la barriga helada del h?mster. Hab?a estado tan nervioso, pero hab?a sido bastante f?cil. No hab?a tenido la intenci?n de matar a la chica. Las cosas simplemente se le fueron de las manos. Pero todo hab?a salido bien a la final. La belleza pod?a ser arrebatada, pero no en una forma mortal. Patty Dearborne tambi?n hab?a sido hermosa en la muerte. Cuando desnud? a Patty vio que la chica era perfecta. Hab?a visto un lunar en su zona lumbar y una peque?a cicatriz a lo largo de la parte superior de su tobillo. Pero, aparte de eso, era perfecta. Hab?a vertido a Patty en el r?o ya muerta. Hab?a visto las noticias con gran expectativa, pregunt?ndose si ser?an capaces de traerla de vuelta... pregunt?ndose si el hielo en el que hab?a permanecido por esos dos d?as hab?a logrado preservarla de alguna manera. Obviamente ese no hab?a sido el caso. “Fui descuidado”, pens?, mirando el h?mster. “Me llevar? alg?n tiempo, pero lo lograr?”. Esperaba que el h?mster fuera parte de eso. Sus ojos a?n centrados en su peque?o cuerpo congelado, tom? las dos almohadillas t?rmicas del mostrador de la cocina. Eran parecidas a las almohadillas utilizadas en el atletismo para aflojar los m?sculos y relajar las partes tensas del cuerpo. Coloc? una de las almohadillas debajo del cuerpo y la otra sobre sus peque?as patas r?gidas. Estaba seguro de que tendr?a que esperar bastante. Ten?a un mont?n de tiempo... no ten?a prisa. Estaba tratando de burlar a la muerte, y sab?a que la muerte no iba a ninguna parte. Se ech? a re?r con este pensamiento en su cabeza. Ech?ndole un ?ltimo vistazo al h?mster, se dirigi? a su dormitorio. Estaba bastante ordenado, al igual que el ba?o contiguo. Entr? en el ba?o y se lav? las manos con la eficiencia de un cirujano. Luego se mir? en el espejo y contempl? su rostro, un rostro que a veces consideraba el de un monstruo. El lado izquierdo de su rostro ten?a da?os irreparables. Comenzaba justo debajo de su ojo y llegaba a su labio inferior. Aunque la mayor parte de su piel y tejido se hab?a recuperado en su juventud, hab?a cicatrizaci?n y decoloraci?n permanente en ese lado de su rostro. Su boca tambi?n parec?a estar congelada en una mueca permanente. Ya a sus treinta y nueve a?os de edad hab?a dejado de preocuparse por lo feo que se ve?a. Era la vida que le hab?a tocado. Su madre de mierda ocasion? esta desfiguraci?n. Pero eso ya no importaba... estaba trabajando en arreglarlo. Mir? su reflejo mutilado en el espejo y sonri?. Podr?a tomar a?os, pero eso tampoco importaba. “Los h?msteres solo cuestan cinco d?lares cada uno”, dijo en voz alta. “Y hay alumnas universitarias bonitas hasta debajo de las piedras”. Hab?a le?do bastante, principalmente en los foros de enfermeras y estudiantes de medicina. Supuso que ten?a que dejar las almohadillas colocadas por unos cuarenta minutos si quer?a que el experimento funcionara. Se descongelar?a lentamente, y ese descongelamiento no interrumpir?a ni proporcionar?a descargas el?ctricas al coraz?n helado. Pas? esos cuarenta minutos viendo las noticias. Escuch? un segmento respecto a lo sucedido a Patty Dearborne. Se enter? de que Patty estudiaba en la Universidad de Boston y que ten?a aspiraciones de convertirse en una consejera. Hab?a tenido un novio y sus padres estaban llorando su muerte. Vio a los padres en la televisi?n, abraz?ndose y llorando juntos mientras hablaban con los medios de comunicaci?n. Apag? el televisor y entr? en la cocina. El olor del h?mster estaba empezando a inundar la cocina... un olor que no hab?a estado esperando. Corri? al peque?o cuerpo y le retir? las almohadillas. Su pelaje estaba achicharrado y su barriga estaba ligeramente carbonizada. Tir? el peque?o h?mster al suelo. Cuando vio los peque?os rastros de humo, grit?. Camin? furiosamente por su apartamento por un rato. Como sol?a suceder, su ira y rabia absoluta eran impulsadas ??por los recuerdos de un quemador de horno... ardiendo en sus recuerdos de la infancia con el olor de carne quemada. Sus gritos se volvieron sollozos dentro de cinco minutos. Luego, como si nada fuera de lo com?n hab?a sucedido, se fue a la cocina y cogi? el h?mster. Lo tir? a la basura y se lav? las manos en el fregadero de la cocina. Ahora estaba tarareando. Cuando tom? las llaves del gancho junto a la puerta, se pas? la otra mano por la cicatriz a lo largo del lado izquierdo de su rostro. Cerr? la puerta con llave y baj? a la calle. All?, en medio de una ma?ana absolutamente hermosa de invierno, se meti? en su furgoneta roja y empez? a conducir. Casi de manera casual, se mir? a s? mismo en el espejo retrovisor. Esa mueca permanente segu?a all?, pero no dej? que lo desanimara. Ten?a un trabajo que hacer. *** Sophie Lentz ya estaba harta de las fraternidades. En realidad tambi?n estaba harta de la universidad. Vana o no, sab?a c?mo se ve?a. Obviamente hab?a chicas que eran m?s bonitas que ella. Pero ella era latina, y ten?a ojos oscuros y cabello negro. Tambi?n pod?a usar su acento cuando lo necesitaba. Hab?a nacido en Estados Unidos y fue criada en Arizona, pero sangre latina corr?a por sus venas. La sangre latina jam?s hab?a dejado de correr por las venas de sus padres, ni siquiera cuando se mudaron a Nueva York la semana despu?s de que Sophie fue aceptada en Emerson. Sin embargo, su descendencia latina era m?s evidente en su aspecto que en su actitud y personalidad. Y todo le hab?a funcionado muy bien en Arizona. Honestamente tambi?n hab?a funcionado para ella en la universidad. Pero solo durante su primer a?o. Pas? ese a?o experimentando, pero no tanto como su madre probablemente hab?a pensado. Y al parecer se hab?a corrido la voz: Sophie Lentz no era dif?cil de meter en tu cama y, cuando llegaba all?, m?s te val?a estar preparado porque era una diabla. Supon?a que hab?a peores reputaciones. Pero hoy su reputaci?n la hab?a jodido. Un tipo, que cre?a se llamaba Kevin, hab?a empezado a besarla y ella lo dej? hacerlo. Pero cuando estuvieron solos y se neg? a aceptar un no... La mano derecha de Sophie todav?a le dol?a. Tambi?n ten?a un poco de sangre en los nudillos. Frot? la mano en sus jeans ajustados para limpiarse la sangre, recordando el sonido de la nariz del pendejo crujir contra su pu?o. Estaba furiosa, pero, en el fondo, se pregunt? si se lo merec?a. No cre?a en el karma, pero tal vez lo que hab?a hecho el semestre pasado estaba comenzando a pasar factura. Tal vez estaba cosechando lo que hab?a sembrado. Caminaba por las calles que atraviesan Emerson para regresar a su apartamento. Su compa?era de cuarto santurrona sin duda estar?a estudiando para alguna prueba, as? que al menos no estar?a sola. Estaba a tres cuadras de su apartamento cuando comenz? a sentir una extra?a sensaci?n. Mir? hacia atr?s, segura de que la estaban siguiendo, pero no vio a nadie. Pod?a ver las formas de personas en una cafeter?a peque?a a unos pasos detr?s de ella, pero nada m?s. Pens? irritadamente sobre qu? tipo de tarados beb?an caf? a las 11:30 de la noche antes de seguir caminando, a?n furiosa por lo de Kevin. M?s adelante, en un sem?foro, alguien estaba escuchando una canci?n de hip-hop muy fea. El parachoques del carro vibraba y el bajo sonaba terrible. “Te est?s portando como tremenda perra esta noche”, se dijo a s? misma. Mir? su mano derecha un poco inflamada y sonri?. “S?, estoy siendo una perra”. Cuando lleg? a la intersecci?n en donde hab?a estado el carro, el sem?foro cambi? y el auto sali? disparado. Gir? a la derecha en la intersecci?n y vio el edificio de apartamentos en el que viv?a. Volvi? a sentir esa sensaci?n extra?a. Se volvi? para mirar detr?s de ella y no vio nada. Una pareja caminaba de la mano por la calle. Hab?a varios autos estacionados en la calle y una furgoneta roja conduc?a hacia el sem?foro que acababa de pasar. Tal vez solo estaba siendo paranoica debido a que un perdedor b?sicamente hab?a intentado violarla. Eso, m?s la adrenalina que flu?a a trav?s de ella, era una combinaci?n nada saludable. Solo necesitaba llegar a casa para ba?arse y acostarse. Ten?a que dejar de ir a tantas fiestas. Se acerc? a su apartamento, esperando que su compa?era no estuviera en casa. Le har?a mil preguntas respecto a por qu? hab?a llegado a casa tan temprano. Lo hac?a porque era una entrometida y no ten?a una vida propia... no porque realmente se preocupaba por ella. Hizo su camino por las escaleras del edificio. Cuando abri? la puerta y entr?, volvi? a mirar por la calle, volviendo a sentir esa sensaci?n de estar siendo observada. Las calles estaban vac?as. Lo ?nico que vio fue una pareja bes?ndose apasionadamente contra el costado de un edificio de apartamentos cercano. Tambi?n vio la misma furgoneta roja. Estaba estacionada en el sem?foro. Sophie se pregunt? si alg?n hombre cachondo estaba conduci?ndola y observando la sesi?n de besos contra el edificio de apartamentos. A Sophie se le pusieron los pelos de punta y decidi? entrar. La puerta se cerr?, dejando la noche detr?s de ella. Pero a?n sent?a esa sensaci?n inquietante. *** Se despert? cuando su compa?era de piso se fue la ma?ana siguiente. La perra ruidosa probablemente iba a buscar m?s mangos o papayas para sus batidos de frutas pretenciosos. Sophie estaba bastante segura de que su compa?era no ten?a clases tan temprano hoy. Mir? el reloj y vio que eran las 10:30. “Mierda”, pens?. Ten?a una clase en una hora y no hab?a forma de que llegara a tiempo. Ten?a que ba?arse, desayunar y luego dirigirse al campus. Gimi?, pregunt?ndose c?mo se hab?a permitido convertirse en este tipo de chica. ?Ahora ser?a una burla? ?Iba a dejar que su drama personal se interpusiera en el camino de su educaci?n y una mejor vida? El sonido de alguien tocando la puerta principal interrumpi? sus pensamientos. Se quej? y se sali? de la cama. Solo llevaba bragas y una camiseta de algod?n, pero eso no importaba. Era casi seguro que era su compa?era. La idiota probablemente hab?a olvidado su cartera. O las llaves. U otra cosa… Êîíåö îçíàêîìèòåëüíîãî ôðàãìåíòà. Òåêñò ïðåäîñòàâëåí ÎÎÎ «ËèòÐåñ». Ïðî÷èòàéòå ýòó êíèãó öåëèêîì, êóïèâ ïîëíóþ ëåãàëüíóþ âåðñèþ (https://www.litres.ru/pages/biblio_book/?art=43693719&lfrom=688855901) íà ËèòÐåñ. Áåçîïàñíî îïëàòèòü êíèãó ìîæíî áàíêîâñêîé êàðòîé Visa, MasterCard, Maestro, ñî ñ÷åòà ìîáèëüíîãî òåëåôîíà, ñ ïëàòåæíîãî òåðìèíàëà, â ñàëîíå ÌÒÑ èëè Ñâÿçíîé, ÷åðåç PayPal, WebMoney, ßíäåêñ.Äåíüãè, QIWI Êîøåëåê, áîíóñíûìè êàðòàìè èëè äðóãèì óäîáíûì Âàì ñïîñîáîì.
Íàø ëèòåðàòóðíûé æóðíàë Ëó÷øåå ìåñòî äëÿ ðàçìåùåíèÿ ñâîèõ ïðîèçâåäåíèé ìîëîäûìè àâòîðàìè, ïîýòàìè; äëÿ ðåàëèçàöèè ñâîèõ òâîð÷åñêèõ èäåé è äëÿ òîãî, ÷òîáû âàøè ïðîèçâåäåíèÿ ñòàëè ïîïóëÿðíûìè è ÷èòàåìûìè. Åñëè âû, íåèçâåñòíûé ñîâðåìåííûé ïîýò èëè çàèíòåðåñîâàííûé ÷èòàòåëü - Âàñ æä¸ò íàø ëèòåðàòóðíûé æóðíàë.