Êàê ÷àñòî ÿ âèæó êàðòèíêó òàêóþ Âîî÷èþ, èëè îíà òîëüêî ñíèòñÿ: Äâå äåâî÷êè-ãåéøè î ÷¸ì-òî òîëêóþò, Çàáûâ, ÷òî äàâíî èì ïîðà ðàñõîäèòüñÿ. Íà óëèöå ò¸ìíîé âñå äâåðè çàêðûòû. Ëåíèâîå ïëàìÿ â ôîíàðèêå ñîííîì… À äåâî÷êè-ãåéøè êàê áóäòî çàáûòû Äâóìÿ îãîíüêàìè â ïðîñòðàíñòâå áåçäîííîì. Íó ÷òî âàì íå ñïèòñÿ, ïðåêðàñíûå ãåéøè? Âåäü äàæå ñâåð÷êè íåóìîë÷íû

Esperando

Esperando Blake Pierce Las Vivencias de Riley Paige #2 ?Una obra maestra del g?nero del thriller y misterio! El autor hizo un trabajo magn?fico desarrollando a los personajes psicol?gicamente, tanto as? que sientes que est?s en sus mentes, vives sus temores y aclamas sus ?xitos. La trama es muy inteligente y te mantendr? entretenido durante todo el libro. Este libro te mantendr? pasando p?ginas hasta bien entrada la noche debido a sus giros inesperados. Books and Movie Reviews, Roberto Mattos (sobre Una vez desaparecido) ESPERANDO (Las vivencias de Riley Paige – Libro #2) es el libro #2 en una nueva serie de suspenso psicol?gico por el autor bestseller Blake Pierce, cuyo libro gratuito y exitoso Una vez desaparecido (Libro #1) ha recibido m?s de 1. 000 opiniones de cinco estrellas. Riley Paige, la pasante brillante del FBI de 22 a?os de edad, lucha para descifrar los acertijos del asesino en serie s?dico apodado el Asesino Payaso por los medios de comunicaci?n. El problema es que todo se vuelve demasiado personal cuando ella misma se convierte en blanco del asesino y tiene que luchar por su vida. Riley Paige, quien acaba de graduarse de la universidad, es aceptada en el prestigioso programa de pr?cticas del FBI, y est? decidida a hacerse un nombre. Est? expuesta a muchos departamentos del FBI y cree que ser? un verano tranquilo, hasta que un asesino en serie mantiene a todo Washington en ascuas. Conocido como el Asesino Payaso, se viste y pinta a sus v?ctimas como payasos, y se burla del FBI con acertijos tentadores que env?a a los medios de comunicaci?n. Tiene a todos pregunt?ndose si es un payaso. Parece que Riley es la ?nica con una mente lo suficientemente brillante como para decodificar las respuestas. Y, sin embargo, el viaje en la mente de este asesino es demasiado oscura, y la batalla demasiado personal, como para que Riley salga ilesa. ?Podr? ganar este juego mortal del gato y el rat?n?Un thriller lleno de acci?n con suspenso emocionante, ESPERANDO es el libro #2 de una nueva serie fascinante, con un nuevo personaje querido, que te dejar? pasando p?ginas hasta bien entrada la noche. Transporta a los lectores veinte a?os atr?s, a los comienzos de la carrera de Riley, y es el complemento perfecto a la serie UNA VEZ DESAPARECIDO (Un misterio de Riley Paige), que incluye 13 libros hasta los momentos. El libro #3 en la serie LAS VIVENCIAS DE RILEY PAIGE estar? disponible pronto. E S P E R A N D O (LAS VIVENCIAS DE RILEY PAIGE—LIBRO #2) B L A K E P I E R C E Blake Pierce Blake Pierce es el autor de la serie exitosa de misterio RILEY PAIGE que cuenta con trece libros hasta los momentos. Blake Pierce tambi?n es el autor de la serie de misterio de MACKENZIE WHITE (que cuenta con nueve libros), de la serie de misterio de AVERY BLACK (que cuenta con seis libros), de la serie de misterio de KERI LOCKE (que cuenta con cinco libros), de la serie de misterio LAS VIVENCIAS DE RILEY PAIGE (que cuenta con tres libros), de la serie de misterio de KATE WISE (que cuenta con dos libros), de la serie de misterio psicol?gico de CHLOE FINE (que cuenta con dos libros) y de la serie de misterio psicol?gico de JESSE HUNT (que cuenta con tres libros). Blake Pierce es un ?vido lector y fan de toda la vida de los g?neros de misterio y los thriller. A Blake le encanta comunicarse con sus lectores, as? que por favor no dudes en visitar su sitio web www.blakepierceauthor.com (http://www.blakepierceauthor.com/) para saber m?s y mantenerte en contacto. Derechos de autor © 2018 por Blake Pierce. Todos los derechos reservados. A excepci?n de lo permitido por la Ley de Derechos de Autor de Estados Unidos de 1976 y las leyes de propiedad intelectual, ninguna parte de esta publicaci?n puede ser reproducida o distribuida en cualquier forma o por cualquier medio, o almacenada en un sistema de bases de datos o de recuperaci?n sin el previo permiso del autor. Este libro electr?nico est? licenciado para tu disfrute personal solamente. Este libro electr?nico no puede ser revendido o dado a otras personas. Si te gustar?a compartir este libro con otras personas, por favor compra una copia adicional para cada destinatario. Si est?s leyendo este libro y no lo compraste, o no fue comprado solo para tu uso, por favor regr?salo y compra tu propia copia. Gracias por respetar el trabajo arduo de este autor. Esta es una obra de ficci?n. Los nombres, personajes, empresas, organizaciones, lugares, eventos e incidentes son productos de la imaginaci?n del autor o se emplean como ficci?n. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, es totalmente coincidente. Derechos de autor de la imagen de la cubierta son de Artem Oleshko, utilizada bajo licencia de Shutterstock.com. LIBROS ESCRITOS POR BLAKE PIERCE SERIE DE MISTERIO PSICOL?GICO DE SUSPENSO DE JESSE HUNT EL ESPOSA PERFECTA (Book #1) EL TIPO PERFECTO (Book #2) SERIE DE MISTERIO PSICOL?GICO DE SUSPENSO DE CHLOE FINE Al LADO (Libro #1) LA MENTIRA DEL VECINO (Libro #2) CALLEJ?N SIN SALIDA (Libro #3) SERIE DE MISTERIO DE KATE WISE SI ELLA SUPIERA (Libro #1) SI ELLA VIERA (Libro #2) SERIE LAS VIVENCIAS DE RILEY PAIGE VIGILANDO (Libro #1) ESPERANDO (Libro #2) ATRAYENDO (Libro #3) SERIE DE MISTERIO DE RILEY PAIGE UNA VEZ DESAPARECIDO (Libro #1) UNA VEZ TOMADO (Libro #2) UNA VEZ ANHELADO (Libro #3) UNA VEZ ATRA?DO (Libro #4) UNA VEZ CAZADO (Libro #5) UNA VEZ CONSUMIDO (Libro #6) UNA VEZ ABANDONADO (Libro #7) UNA VEZ ENFRIADO (Libro #8) UNA VEZ ACECHADO (Libro #9) UNA VEZ PERDIDO (Libro #10) UNA VEZ ENTERRADO (Libro #11) UNA VEZ ATADO (Libro #12) UNA VEZ ATRAPADO (Libro #13) UNA VEZ LATENTE (Libro #14) SERIE DE MISTERIO DE MACKENZIE WHITE ANTES DE QUE ASESINE (Libro #1) ANTES DE QUE VEA (Libro #2) ANTES DE QUE DESEE (Libro #3) ANTES DE QUE ARREBATE (Libro #4) ANTES DE QUE NECESITE (Libro #5) ANTES DE QUE SIENTA (Libro #6) ANTES DE QUE PEQUE (Libro #7) ANTES DE QUE CACE (Libro #8) ANTES DE QUE SE APROVECHE (Libro #9) ANTES DE QUE ANHELE (Libro #10) ANTES DE QUE SE DESCUIDE (Libro #11) SERIE DE MISTERIO DE AVERY BLACK UNA RAZ?N PARA MATAR (Libro #1) UNA RAZ?N PARA HUIR (Libro #2) UNA RAZ?N PARA ESCONDERSE (Libro #3) UNA RAZ?N PARA TEMER (Libro #4) UNA RAZ?N PARA RESCATAR (Libro #5) UNA RAZ?N PARA ATERRARSE (Libro #6) SERIE DE MISTERIO DE KERI LOCKE UN RASTRO DE MUERTE (Libro #1) UN RASTRO DE ASESINATO (Libro #2) UN RASTRO DE VICIO (Libro #3) UN RASTRO DE CRIMEN (Libro #4) UN RASTRO DE ESPERANZA (Libro #5) CONTENIDO PR?LOGO (#ub795a4cd-1de2-57af-83ba-dcfafe6e262d) CAP?TULO UNO (#ue407ba99-6594-5a58-8830-28b25365ff6b) CAP?TULO DOS (#u2d9df2bd-217e-5948-9ee8-2aee33fdb03b) CAP?TULO TRES (#ucd35c1b0-c9a5-5287-9332-e14ed2235b8e) CAP?TULO CUATRO (#u07cc8940-1233-55eb-a4d0-6ef6b5629827) CAP?TULO CINCO (#u08a056e5-a0ed-579c-8260-3f3ad84fd257) CAP?TULO SEIS (#ue6f48b41-89c1-546b-84d7-46cda6852e09) CAP?TULO SIETE (#ua1d382cd-6d5f-5853-8dfe-f00ac3ce5091) CAP?TULO OCHO (#u69d56734-caa7-5ce2-8d25-0f668e053064) CAP?TULO NUEVE (#u8fe207cb-c818-511e-947a-2a09cc92b89f) CAP?TULO DIEZ (#litres_trial_promo) CAP?TULO ONCE (#litres_trial_promo) CAP?TULO DOCE (#litres_trial_promo) CAP?TULO TRECE (#litres_trial_promo) CAP?TULO CATORCE (#litres_trial_promo) CAP?TULO QUINCE (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIECIS?IS (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIECISIETE (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIECIOCHO (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIECINUEVE (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTE (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTIUNO (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTID?S (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTITR?S (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTICUATRO (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTICINCO (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTIS?IS (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTISIETE (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTIOCHO (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTINUEVE (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y UNO (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y DOS (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y TRES (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y CUATRO (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y CINCO (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y SEIS (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y SIETE (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y OCHO (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y NUEVE (#litres_trial_promo) CAP?TULO CUARENTA (#litres_trial_promo) CAP?TULO CUARENTA Y UNO (#litres_trial_promo) CAP?TULO CUARENTA Y DOS (#litres_trial_promo) CAP?TULO CUARENTA Y TRES (#litres_trial_promo) CAP?TULO CUARENTA Y CUATRO (#litres_trial_promo) PR?LOGO Janet Davis no estaba consciente de nada excepto el terrible dolor que sent?a en su cr?neo. Se sent?a como si alguien estuviera martillando su cabeza. Ten?a los ojos cerrados. Cuando trat? de abrirlos, una luz blanca deslumbrante la ceg?, as? que tuvo que volverlos a cerrar. La luz se sent?a caliente en su rostro. «?D?nde estoy? —se pregunt?—. ?D?nde estaba antes... antes de que esto pasara?» Entonces comenz? a recordarlo todo… Hab?a estado tomando fotograf?as en las marismas cerca del parque Lady Bird Johnson. Los narcisos del parque ya no deber?an estar floreciendo a esta fecha de verano, pero las hojas de cornejo estaban muy verdes y se ve?an hermosas en el atardecer. Hab?a estado en el puerto deportivo fotografiando los barcos oscuros y la hermosa sombra de la puesta de sol en el agua cuando oy? pasos acerc?ndose r?pidamente por detr?s. Antes de que pudiera darse la vuelta, sinti? un golpe detr?s de su cabeza, la c?mara sali? volando de sus manos y… «Perd? el conocimiento, supongo», pens?. Pero ?d?nde estaba ahora? Estaba demasiado atontada, tanto as? que no se sent?a asustada. Pero sab?a que pronto estar?a aterrorizada. Cay? en cuenta de que estaba tumbada de espaldas sobre una superficie dura. No pod?a mover los brazos ni las piernas. Ten?a las manos y los pies entumecidos debido a que ten?a las mu?ecas y los tobillos atados. Pero la sensaci?n m?s extra?a era de unos dedos sobre su rostro, restregando algo suave y h?medo en su piel caliente. Logr? decir con mucho esfuerzo: —?D?nde estoy? ?Qu? est?s haciendo? Al no obtener respuesta, torci? la cabeza para tratar de escapar del movimiento molesto de los dedos pegajosos. En ese momento, oy? una voz masculina susurrar: —No te muevas. No ten?a intenci?n de quedarse quieta. Sigui? retorci?ndose hasta que dej? de sentir los dedos sobre su rostro. Oy? un suspiro desaprobador. Entonces la luz se movi?, por lo que ya no estaba brillando sobre su cara. —Abre los ojos —dijo la voz. Cuando lo hizo, vio la hoja reluciente de un cuchillo de carnicero frente a ella. La punta del cuchillo se acerc? m?s y m?s a su cara, haciendo que sus ojos se cruzaran. Ahora ve?a dos hojas. Janet jade?, y la voz volvi? a susurrar: —No te muevas. Ella se congel?, pero un espasmo de terror sacudi? su cuerpo. La voz sise?: —Te dije que te quedaras quieta. Hizo que su cuerpo se aquietara. Ten?a los ojos abiertos, pero la luz era dolorosamente brillante y caliente, y no pod?a ver nada con claridad. El cuchillo se alej?, y los dedos volvieron a frotar su rostro, esta vez alrededor de sus labios. Ella apret? los dientes tan fuerte que pod?a o?rlos rechinar. —Ya casi —dijo la voz. A pesar del calor, Janet estaba temblando de miedo. Los dedos comenzaron a presionar alrededor de sus ojos, y ella tuvo que cerrarlos de nuevo para que lo que el hombre estaba frotando en su cara no se metiera en ellos. Luego los dedos se alejaron de su cara y pudo abrir los ojos de nuevo. Ahora pod?a distinguir la silueta de una cabeza grotesca movi?ndose en la luz resplandeciente. Sinti? un sollozo aterrorizado salir de su garganta. —Su?ltame —dijo ella—. Su?ltame, por favor. El hombre no dijo nada. Lo sinti? toqueteando su brazo izquierdo ahora, atando algo el?stico alrededor de su b?ceps y luego apret?ndolo dolorosamente. Janet entr? en p?nico y trat? de no imaginar lo que estaba a punto de pasar. —No —dijo ella—. No lo hagas. Sinti? un dedo en su recodo y luego el dolor intenso de una aguja perforando una de sus arterias. Janet solt? un grito de terror y desesperaci?n. Cuando sinti? la aguja salir, algo extra?o pas? dentro de ella. Su grito de repente se convirti? en risas. Se estaba riendo descontroladamente, llena de una euforia loca que nunca hab?a experimentado antes. Se sent?a invencible ahora e infinitamente fuerte y poderosa. Pero cuando volvi? a tratar de liberarse de las ataduras alrededor de sus mu?ecas y tobillos, no cedieron. Su risa se convirti? en una oleada de furia salvaje. —Su?ltame —sise?—. ?Su?ltame o te juro por Dios que te matar?! El hombre se ech? a re?r. Luego inclin? la pantalla de la l?mpara de forma que ahora la luz resplandec?a sobre su rostro. Ve?a el rostro de un payaso, pintado de blanco con enormes ojos extra?os y labios dibujados de negro y rojo. Janet se qued? sin aliento. El hombre sonri?, sus dientes un color amarillo opaco. Le dijo: —Van a dejarte atr?s. Janet quer?a preguntarle: —?Qui?nes? ?De qu? est?s hablando? Y ?qui?n eres t?? ?Por qu? me est?s haciendo esto? Pero no pod?a ni respirar ahora. Volvi? a ver el cuchillo en frente de su rostro. Entonces el hombre pas? su punta afilada por su mejilla, por el lado de su cara y luego por su garganta. Sab?a que la har?a sangrar si aplicaba un poco de presi?n. Comenz? a respirar entrecortadamente, y luego a jadear. Sab?a que estaba empezando a hiperventilar, pero no pod?a controlar su respiraci?n. Sent?a su coraz?n latiendo con fuerza en su pecho. Tambi?n sent?a su pulso violento entre sus orejas. Ella se pregunt?: «?Qu? hab?a en esa jeringa?» Fuera lo que fuese, estaba comenzando a hacer efecto. No pod?a escapar de lo que estaba pasando en su propio cuerpo. Mientras el hombre le acariciaba la cara con la punta del cuchillo, murmur?: —Van a dejarte atr?s. Se las arregl? para jadear: —?Qui?nes? ?Qui?nes me van a dejar atr?s? —Ya lo sabes —dijo el hombre. Janet cay? en cuenta de que estaba perdiendo el control de sus pensamientos. Estaba ansiosa y aterrorizada y se sent?a perseguida y victimizada. «?A qui?nes se refiere?», se pregunt?. Vio destellos de sus amigos, familiares y compa?eros de trabajo en su cabeza. Sin embargo, sus sonrisas familiares y amigables se convirtieron en muecas de desprecio y odio. «Todos —pens?—. Todos me est?n haciendo esto. Todas las personas que conozco.» Una vez m?s, sinti? un ataque de ira. «Nunca deb? confiar en nadie», pens?. Peor a?n, sent?a que su piel estaba empezando a moverse. No, que algo se arrastraba por toda su piel. «?Insectos! —pens?—. ?Miles de ellos!» Trat? de zafarse de nuevo. —?Qu?tamelos de encima! —le rog? al hombre—. ?M?talos! El hombre se ech? a re?r mientras la miraba fijamente. No ten?a ninguna intenci?n de ayudarla. «?l sabe algo —pens? Janet—. ?l sabe algo que yo no s?.» Luego entendi? algo: «Los insectos no est?n arrastr?ndose sobre mi piel. ?Est?n arrastr?ndose debajo de ella!» Comenz? a hiperventilar y sus pulmones ard?an como si hubiese pasado un largo rato corriendo. Su coraz?n lat?a a?n m?s dolorosamente. Su cabeza estaba llena de muchas emociones violentas: ira, miedo, disgusto, p?nico y desconcierto. ?El hombre hab?a inyectado miles, tal vez millones, de insectos en su torrente sangu?neo? ?C?mo era posible? Con una voz que temblaba de ira y autocompasi?n, le pregunt? al hombre: —?Por qu? me odias? El hombre se ech? a re?r otra vez y le dijo: —Todos te odian. Janet ahora no ve?a muy bien. No era que su visi?n estaba borrosa. En su lugar, la escena delante de ella parec?a estar retorci?ndose y saltando por todos lados. Escuchaba sus globos oculares traqueteando en sus cavidades. As? que cuando vio la cara de otro payaso, pens? que estaba viendo doble. Pero entendi? r?pidamente que esa cara era diferente. Estaba pintada de los mismos colores, pero con figuras diferentes. «No es ?l», pens?. Debajo del maquillaje, ve?a rasgos familiares. Entonces cay? en cuenta: «Soy yo». El hombre sosten?a un espejo frente a su cara. La cara horriblemente escandalosa que ve?a era la suya. Ver ese rostro retorcido y con l?grimas la hizo sentir un odio que jam?s hab?a sentido antes. «Tiene raz?n —pens?—. Todos me odian. Y yo soy mi peor enemiga.» Como si compartiera su disgusto, las criaturas debajo de su piel comenzaron a moverse como si fueran cucarachas que hab?an sido expuestas a la luz solar. El hombre baj? el espejo y volvi? a pasar el cuchillo por el lado de su cara. —Van a dejarte atr?s —repiti?. Mientras el hombre pasaba el cuchillo por su garganta, Janet pens?: «Si ?l me corta, los insectos podr?n escapar». Bueno, la hoja tambi?n la matar?a. Pero ese parec?a un peque?o muy bajo para poder librarse de los insectos y este terror. Ella dijo entre dientes: —Hazlo. Hazlo ya. De repente oy? una risa distorsionada, como si un millar de payasos estuvieran regode?ndose por la situaci?n en la que se encontraba. La risa hizo que su coraz?n latiera mucho m?s r?pido. Janet sab?a que su coraz?n no aguantar?a mucho m?s. Y no quer?a que aguantara. Quer?a que todo esto parara lo antes posible. Se encontr? tratando de contar sus latidos… Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis… Pero sus latidos estaban empezando a ralentizarse. Se pregunt? qu? explotar?a primero, si su coraz?n o su cerebro. Entonces finalmente oy? su ?ltimo latido y el mundo se desvaneci?… CAP?TULO UNO Riley se ech? a re?r cuando Ryan le quit? la caja de libros. —?Podr?as dejarme cargar algo? —le pregunt?. —Todo esto es demasiado pesado —dijo Ryan, llevando la caja hacia la estanter?a vac?a—. No deber?as estar levantando nada. —Por favor, Ryan. Estoy embarazada, no enferma. Ryan baj? la caja delante de la estanter?a, se sacudi? las manos y dijo: —Puedes sacar los libros de la caja y ponerlos en la estanter?a. Riley se volvi? a re?r. Luego le dijo: —?Quieres decir que me est?s dando permiso para acomodar las cosas en nuestro nuevo apartamento? Ryan parec?a avergonzado ahora. —Eso no es lo que quise decir —dijo—. Es solo que… Bueno, me preocupo. —Y ya te he dicho varias veces que no hay nada de qu? preocuparse —dijo Riley—. Solo tengo seis semanas y me siento muy bien. No quer?a mencionar sus n?useas matutinas. Hasta el momento no hab?an sido tan molestosas. Ryan neg? con la cabeza y le dijo: —Solo no te excedas, ?de acuerdo? —Te lo prometo —dijo Riley. Ryan asinti? con la cabeza y se dirigi? de nuevo hacia el mont?n de cajas que a?n ten?an que desempacar. Riley abri? la caja de cart?n delante de ella y comenz? a poner los libros en los estantes. Le complac?a estar sentada haciendo una tarea sencilla. Cay? en cuenta de que su mente necesitaba el descanso m?s que su cuerpo. Los ?ltimos d?as hab?an sido un torbellino. De hecho, las ?ltimas dos semanas hab?an sido bastante agitadas. El d?a que hab?a recibido su t?tulo de licenciada en psicolog?a de la Universidad de Lanton hab?a sido muy loco, un d?a que le hab?a cambiado la vida. Inmediatamente despu?s de la ceremonia, un agente del FBI la hab?a reclutado para un programa de pr?cticas de diez semanas. Justo despu?s de eso, Ryan le hab?a pedido que se fuera a vivir con ?l en Washington, ya que hab?a encontrado trabajo all?. Lo sorprendente de todo era que su programa de pr?cticas y el nuevo trabajo de Ryan quedaban en Washington, DC. As? que ella no hab?a tenido que decidir nada. «Al menos no se alter? cuando le dije que estaba embarazada», pens?. De hecho, la noticia al parecer lo hab?a dejado encantado. Se hab?a puesto un poco m?s nervioso por el hecho de que tendr?an un beb? en los d?as transcurridos desde la graduaci?n, pero lo entend?a ya que ella tambi?n estaba bastante nerviosa. Le resultaba dif?cil de comprender. Apenas iban empezando su vida juntos y pronto estar?an compartiendo la mayor responsabilidad del mundo: criar a su propio hijo. «M?s nos vale que estemos listos», pens? Riley. Entretanto, se sent?a extra?o estar poniendo sus viejos libros de texto de psicolog?a en los estantes. Ryan hab?a intentado convencerla de que los vendiera, y sab?a que probablemente debi? haberlo hecho… «Necesitamos el dinero», pens?. Aun as?, ten?a la sensaci?n de que necesitar?a estos libros en el futuro, aunque no estaba segura de por qu? o para qu?. La caja tambi?n conten?a muchos libros de derecho de Ryan, los cuales ni siquiera hab?a considerado vender. Probablemente los utilizar?a en su nuevo trabajo como abogado de nivel inicial en el bufete de abogados Parsons y Rittenhouse. A lo que vaci? la caja y termin? de poner todos los libros en los estantes, Riley se sent? en el piso y se qued? mirando a Ryan, quien se encontraba empujando y reposicionando los muebles como si estuviera tratando de encontrar el lugar perfecto para todo. Riley contuvo un suspiro y pens?: «Pobre Ryan». Sab?a que no estaba muy contento de haberse mudado a este apartamento de s?tano. Hab?a tenido un apartamento m?s bonito en Lanton, con los mismos muebles que hab?an tra?do aqu?: una colecci?n gratamente bohemia de art?culos de segunda mano. A ella le parec?a que las cosas de Ryan se ve?an muy bien aqu?. Y el apartamento peque?o no le molestaba en absoluto. Se hab?a acostumbrado a vivir en una residencia en Lanton, por lo que este lugar parec?a muy lujoso, a pesar de los tubos descubiertos que colgaban sobre el dormitorio y la cocina. Aunque los apartamentos de los pisos de arriba eran mucho mejores, este era el ?nico que hab?a estado disponible. Cuando Ryan lo visit? por primera vez, no quiso alquilarlo. Pero la verdad era que esto era lo ?nico que pod?an pagar. No estaban bien financieramente. Ryan hab?a sobregirado su tarjeta de cr?dito con los gastos de la mudanza, el dep?sito del apartamento y todo lo dem?s que hab?an necesitado para este cambio trascendental en sus vidas. Ryan finalmente mir? a Riley y le dijo: —?Qu? te parece si tomamos un descanso? —Me parece bien —dijo Riley. Riley se levant? del piso y se sent? en la mesa de la cocina. Ryan tom? un par de refrescos del refrigerador y se sent? con ella. Los dos se quedaron en silencio y Riley percibi? de inmediato que Ryan ten?a algo en mente. Finalmente, Ryan le dio unos golpecitos a la mesa con sus dedos y dijo: —Eh, Riley, tenemos que hablar de algo. «Eso suena grave», pens? Riley. Ryan se volvi? a quedar callado y ten?a una mirada lejana en sus ojos. —?Terminar?s conmigo? —le pregunt? Riley. Estaba bromeando, obviamente. Pero Ryan no se ech? a re?r. Parec?a que ni siquiera la hab?a escuchado. —?Qu?? No, nada que ver, es que… Su voz se quebr?, y Riley se sinti? muy inc?moda. «?Qu? pasa?», se pregunt? Riley. ?Hab?an llamado a Ryan para decirle que el trabajo ya no era suyo? Ryan mir? a Riley a los ojos y le dijo: —No te vayas a re?r, ?de acuerdo? —?Por qu? lo har?a? —pregunt? Riley. Temblando un poco, Ryan se levant? de su silla y se arrodill? a su lado. Y entonces Riley entr? en cuenta: «?Dios m?o! ?Me pedir? matrimonio!» Y, efectivamente, se ech? a re?r. Era una risa nerviosa, por supuesto. Ryan se ruboriz?. —Te dije que no te rieras —le dijo. —No me estoy riendo de ti —dijo Riley—. Adelante, di lo que quieres decir. Estoy bastante segura… Bueno, adelante. Ryan rebusc? en el bolsillo de su pantal?n y sac? una cajita negra. La abri? para revelar un anillo de diamantes modesto pero muy bonito. Riley no pudo evitar jadear. Ryan tartamude?: —Eh… Eh, Riley Sweeney, ?te quieres casar conmigo? Intentando infructuosamente de contener sus risitas nerviosas, Riley logr? decir: —Pues s?. Por supuesto. Ryan sac? el anillo de la cajita y Riley le tendi? la mano izquierda y dej? que se lo pusiera en el dedo. —Es hermoso —dijo Riley—. Ahora lev?ntate y si?ntate conmigo. Ryan sonri? t?midamente mientras se fue a sentar en la mesa a su lado. —?Ponerme de rodillas fue demasiado? —le pregunt?. —No, fue perfecto —dijo Riley—. Todo esto es… perfecto. Se qued? mirando el peque?o diamante en su dedo anular, absorta por un momento. Ya hab?a logrado dejar de re?rse, y ahora sent?a un nudo de emoci?n en su garganta. No hab?a visto esto venir. Ni siquiera se hab?a atrevido a esperarlo, al menos no tan pronto. Pero aqu? se encontraban los dos, tomando otro paso gigante en sus vidas. Mientras miraba el diamante, Ryan dijo: —Te dar? un anillo m?s bonito alg?n d?a. Riley jade? y le dijo: —?Ni se te ocurra! ?Este ser? mi ?nico anillo de compromiso! Pero mientras segu?a mirando el anillo, no pudo evitar pensar: «?Cu?nto le habr? costado?» Como si hubiera le?do sus pensamientos, Ryan dijo: —No te preocupes por el anillo. La sonrisa tranquilizadora de Ryan la hizo calmarse al instante. Sab?a que era muy inteligente con el dinero. Probablemente le hab?a salido muy barato. Sin embargo, nunca se lo preguntar?a. Riley vio que la expresi?n de Ryan se entristeci? mientras miraba por el apartamento. —?Pasa algo? —le pregunt?. Ryan solt? un suspiro y dijo: —Te dar? una vida mejor. Te lo prometo. Riley se sinti? extra?amente sacudida, as? que le pregunt?: —?Qu? pasa con la vida que tenemos ahora? Somos j?venes, estamos enamorados, vamos a tener un beb? y… —Sabes a lo que me refiero —dijo Ryan, interrumpi?ndola. —De hecho, no —dijo Riley. Un silencio cay? entre ellos. Ryan suspir? de nuevo y dijo: —No ganar? mucho en este nuevo trabajo que comienzo ma?ana. No me siento muy exitoso en este momento. Pero es un buen bufete, y si me quedo all? podr? ir subiendo poco a poco. Quiz? me convierta en socio alg?n d?a. Riley lo mir? fijamente y le dijo: —S?, quiz? alg?n d?a. Pero este es un buen comienzo. Y me gusta lo que tenemos ahora mismo. Ryan se encogi? de hombros y dijo: —No tenemos mucho. Por un lado, solo tenemos un auto, y yo voy a necesitarlo para ir a trabajar, lo que significa… Riley interrumpi?: —Lo que significa que tendr? que tomar el metro hasta el programa de pr?cticas todas las ma?anas. Eso no tiene nada de malo. Ryan se inclin? sobre la mesa, tom? su mano y le dijo: —Tendr?s que caminar dos cuadras desde y hacia la estaci?n de metro m?s cercana. Y este no es un vecindario tan seguro. Alguien forz? el auto hace unos d?as. No me gusta que tengas que andar sola. Estoy preocupado. Riley comenz? a sentirse extra?a. No entend?a muy bien el por qu?. Ella dijo: —A m? me gusta este vecindario. Siempre he vivido en la zona rural de Virginia. Este es un cambio emocionante, una aventura. Adem?s, sabes que soy fuerte. Mi padre fue un capit?n de Marine. ?l me ense?? a cuidar de m? misma. Estuvo a punto de a?adir: —Y sobreviv? el ataque de un asesino en serie hace un par de meses, ?recuerdas? No solo hab?a sobrevivido ese ataque. Tambi?n hab?a ayudado al FBI a encontrar al asesino y llevarlo ante la justicia. Por eso le hab?an ofrecido la oportunidad de unirse al programa de pr?cticas. Pero sab?a que Ryan no querr?a escuchar eso ahora mismo. Su orgullo masculino estaba un poco delicado ahora mismo. Y Riley se dio cuenta de algo: «Realmente me molesta que se sienta as?». Riley escogi? sus palabras con cuidado, tratando de no decir lo incorrecto: —Ryan, sabes que no eres el ?nico que tienes que acarrear la responsabilidad de hacer una vida mejor para ambos. Es responsabilidad de ambos. Yo tambi?n tendr? mi propia carrera. Ryan apart? la mirada con el ce?o fruncido. Riley contuvo un suspiro mientras pens?: «Dije lo que no deb?a». Casi hab?a olvidado que Ryan realmente no quer?a que asistiera a las pr?cticas de verano. Tuvo que recordarle que solo eran diez semanas y que no se trataba de entrenamiento f?sico. Solo ver?a a agentes trabajar, m?s que todo en lugares cerrados. Adem?s, pens? que incluso podr?a llevarla a un trabajo de oficina all? mismo en la sede del FBI. Se hab?a tranquilizado un poco al respecto, pero desde luego no le entusiasmaba. Sin embargo, Riley realmente no sab?a lo que ?l preferir?a para ella. ?Quer?a que fuera madre y ama de casa? Si es as?, se decepcionar?a. Pero ahora no era el momento de hablar de todo eso. «No eches a perder este momento», se dijo Riley a s? misma. Mir? su anillo de nuevo y luego a Ryan. —Est? hermoso —dijo—. Estoy muy feliz. Gracias. Ryan sonri? y le apret? la mano. Luego Riley dijo: —?A qui?n le daremos la noticia? Ryan se encogi? de hombros y dijo: —No s?. No tenemos amigos aqu? en DC. Supongo que podr?a contactar a algunos amigos de la facultad de derecho. Y t? tal vez podr?as llamar a tu pap?. Riley frunci? el ce?o ante la idea. Su ?ltima visita a su padre no hab?a sido agradable. Su relaci?n nunca hab?a sido muy buena. Adem?s… —?l no tiene tel?fono, ?recuerdas? —dijo Riley—. Vive solo en las monta?as. —Ah, s? —dijo Ryan. —?Y tus padres? —pregunt? Riley. La sonrisa de Ryan se desvaneci? un poco. —Les enviar? una carta para contarles —dijo. Riley tuvo que contenerse para no preguntar: «?Por qu? no los llamas? Tal vez as? pueda por fin hablar con ellos y conocerlos por tel?fono». A?n no hab?a conocido a los padres de Ryan, quienes viv?an en el pueblito de Munny, Virginia. Riley sab?a que Ryan hab?a crecido en una familia de clase trabajadora, y que estaba muy ansioso de dejar esa vida atr?s. Se pregunt? si sent?a verg?enza por ellos o… «?Est? avergonzado de m?? ?Saben siquiera que estamos viviendo juntos? ?Estar?an de acuerdo con eso?» Pero antes de que Riley pudiera pensar en la forma correcta de abordar el tema con ?l, son? el tel?fono. —No contestemos, que dejen un mensaje —dijo Ryan. Riley pens? en eso por un momento mientras el tel?fono sonaba. —Podr?a ser importante —dijo Riley antes de dirigirse al tel?fono y contestar la llamada. Una voz masculina alegre y profesional dijo: —?Puedo hablar con Riley Sweeney? —Ella habla —dijo Riley. —Habla Hoke Gilmer, tu supervisor del programa de pr?cticas del FBI. Solo quer?a recordarte que… Riley dijo con entusiasmo: —?S?, ya s?! ?Estar? all? a las siete de la ma?ana! —?Genial! —respondi? Hoke—. Tengo muchas ganas de conocerte. Riley colg? el tel?fono y mir? a Ryan. Ten?a una mirada melanc?lica en su rostro. —Guau —dijo Ryan—. Todo se est? volviendo real. Ella entend?a c?mo se sent?a. Desde su mudanza, rara vez hab?an estado lejos el uno del otro. Y ma?ana ambos ir?an a sus trabajos. Riley dijo: —Tal vez debamos hacer algo especial juntos. —Buena idea —dijo Ryan—. Vamos a ver una pel?cula en el cine, busquemos un restaurante bonito y… Riley se ech? a re?r mientras lo tom? de la mano y lo ayud? a ponerse de pie. —Tengo una mejor idea —dijo ella. Riley lo llev? al dormitorio, donde ambos se cayeron sobre la cama entre risas. CAP?TULO DOS Riley se sent?a acelerada mientras caminaba desde la parada de metro hacia el gran edificio blanco J. Edgar Hoover. «?Por qu? estoy tan nerviosa?», se pregunt?. Despu?s de todo, acababa de hacer su primer viaje sola en metro por una ciudad gigante, lo que consideraba una peque?a victoria. Trat? de convencerse de que este no era un cambio tan grande, que simplemente iba a la escuela otra vez, al igual que en Lanton. Pero no pudo evitar sentirse atemorizada y desalentada. Por un lado, el edificio quedaba en Pennsylvania Avenue, justo entre la Casa Blanca y el Capitolio. Ella y Ryan hab?an pasado por delante del edificio a principios de esta semana, pero apenas estaba cayendo en cuenta de que estar?a aprendiendo y trabajando aqu? por diez semanas. Parec?a un sue?o. Cruz? la entrada principal y luego el vest?bulo hasta la puerta de seguridad. El guardia de turno encontr? su nombre en la lista de visitantes y le dio un carnet de identidad. Le dijo que tomara un ascensor al tercer piso a un peque?o auditorio. Cuando Riley encontr? el auditorio y entr?, alguien le entreg? un paquete de reglas, reglamentos e informaci?n que deb?a leer m?s tarde. Se sent? entre una veintena de otros pasantes que parec?an ser de su misma edad. Sab?a que algunos, como ella, eran graduados universitarios recientes. Otros eran estudiantes que regresar?an a la universidad en oto?o. La mayor?a de los pasantes eran hombres, y todos ellos estaban bien vestidos. Se sinti? un poco insegura de su propio traje de pantal?n, el cual hab?a comprado en una tienda de segunda mano en Lanton. Era lo m?s formal que ten?a, y esperaba que la hiciera verse lo suficientemente respetable. Un hombre de mediana edad no tard? en pararse delante de los pasantes sentados. ?l dijo: —Soy el subdirector Marion Connor, y yo estoy a cargo del programa de pr?cticas del FBI. Todos deber?an estar muy orgullosos de estar aqu? hoy. Ustedes son un grupo muy selecto y excepcional, elegido entre miles de solicitantes… Riley trag? grueso mientras segu?a felicitando al grupo. ?Miles de solicitantes! Le parec?a extra?o. Ella jam?s hab?a aplicado. Simplemente hab?a sido elegida para el programa justo al graduarse. «?Realmente pertenezco aqu??», se pregunt?. El subdirector Connor present? al grupo a un agente menor. Se trataba de Hoke Gilmer, el supervisor que hab?a llamado a Riley ayer. Gilmer les orden? a los pasantes a ponerse de pie y levantar sus manos derechas para tomar el juramento del FBI. Riley sinti? un nudo en la garganta cuando comenz? a decir las palabras: —Yo, Riley Sweeney, juro solemnemente que apoyar? y defender? la Constituci?n de Estados Unidos contra todos los enemigos extranjeros e internos… Tuvo que contener sus l?grimas mientras continu?. «Esto es real —se dijo a s? misma—. Esto est? sucediendo realmente.» No ten?a idea de lo que le esperaba, pero estaba segura de que su vida nunca ser?a la misma. * Despu?s de la ceremonia, Hoke Gilmer les dio un recorrido por el edificio J. Edgar Hoover. Riley estaba sorprendida por el tama?o y la complejidad del edificio, y por todas las diferentes actividades que aqu? se hac?an. Hab?a varias salas de ejercicio, una cancha de baloncesto, una cl?nica m?dica, una imprenta, muchos tipos de laboratorios y salas de computadoras, un campo de tiro, e incluso una morgue y un taller mec?nico. Todo le pareci? incre?ble. Cuando el recorrido termin?, el grupo fue llevado a la cafeter?a en el octavo piso. Riley se sent?a agotada mientras se serv?a comida en la bandeja, no por lo mucho que hab?a caminado, sino por todo lo que hab?a visto. ?Qu? lograr?a experimentar durante sus pr?cticas de diez semanas? Ella quer?a aprender todo lo posible, lo m?s r?pido posible. Y quer?a empezar ahora mismo. Mientras buscaba un lugar para sentarse, se sinti? extra?amente fuera de lugar. Los otros pasantes parec?an estar formando amistades y estaban sentados en grupos, charlando con ?nimo sobre el d?a que estaban teniendo. Se dijo a s? misma que deb?a sentarse entre algunos de sus j?venes colegas, presentarse y conocer a algunos de ellos. Pero sab?a que no ser?a f?cil. Riley siempre se hab?a sentido como una forastera. Hacer amigos y encajar nunca hab?a sido algo natural para ella. Nunca se hab?a sentido m?s t?mida. Y solo era su imaginaci?n, ?o algunos de los pasantes estaban mir?ndola y susurrando sobre ella? Acababa de decidir que se sentar?a sola cuando oy? una voz a su lado. —Eres Riley Sweeney, ?cierto? Se volvi? y vio a un joven que hab?a llamado su atenci?n en el auditorio y durante el recorrido. Era muy guapo, un poco m?s alto que ella, robusto, atl?tico, con el cabello corto y rizado y una sonrisa agradable. Su traje parec?a caro. —Eh, s? —dijo Riley, de repente sinti?ndose m?s t?mida que antes. —?Y t? eres…? —John Welch. Encantado de conocerte. Te dar?a la mano, pero… —Asinti? hacia las bandejas que ambas llevaban y se ech? a re?r antes de preguntarle—: ?Quieres sentarte conmigo? Riley esperaba que no estuviera sonrojada. —S? —le respondi?. Se sentaron en una mesa uno en frente del otro y empezaron a comer. Riley le pregunt?: —?C?mo sabes mi nombre? John sonri? con picard?a y le dijo: —?Est?s bromeando? Eso sorprendi? a Riley, pero logr? contenerse para no decir: —No, para nada. John se encogi? de hombros y dijo: —Casi todos saben qui?n eres. Supongo que podr?a decirse que tu reputaci?n te precede. Riley mir? a algunos de los otros estudiantes. Efectivamente, algunos de ellos todav?a estaban mir?ndola y susurrando. Riley entendi?: «Deben saber lo que pas? en Lanton». Pero ?cu?nto sab?an? ?Eso era algo bueno o malo? Desde luego no hab?a esperado tener una «reputaci?n» entre los pasantes. Eso la hizo sentirse muy acomplejada. —?De d?nde eres? —le pregunt? a John. —De DC —dijo John—. Recib? mi t?tulo en criminolog?a esta primavera. —?De qu? universidad? —pregunt? Riley. John se sonroj? un poco y dijo: —Eh… Universidad George Washington. Riley sinti? sus ojos abrirse de par en par ante la menci?n de una universidad tan cara. «Debe ser rico», pens?. Tambi?n percibi? que se sent?a un poco inc?modo por eso. —Guau, un t?tulo en criminolog?a —dijo Riley—. Yo solo tengo un t?tulo en psicolog?a. Me llevas ventaja. John se ech? a re?r y dijo: —No creo. Probablemente eres la ?nica pasante del programa con verdadera experiencia de campo. Riley se sinti? verdaderamente sorprendida ahora. ?Experiencia de campo? No hab?a considerado lo que hab?a pasado en Lanton experiencia de campo. John continu?: —Ayudaste a localizar y detener a un verdadero asesino en serie. Debi? haber sido incre?ble. Te envidio. Riley frunci? el ce?o y se qued? en silencio. No quer?a decirlo, pero cre?a que nadie deber?a envidiar lo que hab?a vivido en Lanton. ?Qu? cre?a John hab?a sucedido durante esas terribles semanas en Lanton? ?Ten?a alguna idea de lo que hab?a sido encontrar los cuerpos degollados de dos de sus mejores amigas? ?Sab?a cu?n horrorizada, desconsolada y culpable se hab?a sentido? El pensar que su compa?era de cuarto, Trudy, todav?a estar?a viva si Riley la hubiera cuidado mejor la atormentaba. ?Y ten?a alguna idea de lo aterrada que se hab?a sentido en las garras del asesino? Riley tom? un sorbo de su refresco y comenz? a comer. Luego dijo: —Fue… bueno, no fue como t? crees. Es solo algo que pas?. John la mir? con preocupaci?n y dijo: —Lo siento. Supongo que no quieres hablar de eso. —Tal vez en otro momento —dijo Riley. Cay? un silencio inc?modo. No queriendo ser grosera, Riley empez? a hacerle preguntas a John sobre s? mismo. Parec?a reacio a hablar de su vida y familia, pero Riley fue capaz de sacarle un poco de informaci?n. Los padres de John eran abogados prominentes que estaban muy involucrados en la pol?tica de DC. Riley estaba impresionada, no tanto por lo adinerado que era, sino por la forma en que hab?a elegido un camino diferente al de cualquier otra persona en su familia. En lugar de querer una carrera pol?tica prestigiosa, John hab?a elegido una vida m?s humilde. «Un verdadero idealista», pens? Riley. Se encontr? compar?ndolo con Ryan, quien estaba tratando de dejar su humilde pasado atr?s y convertirse en un abogado exitoso. S?, ella admiraba la ambici?n de Ryan. Era una de las cosas que m?s le gustaba de ?l. Pero no pudo evitar admirar tambi?n a John por las decisiones que hab?a tomado. Mientras hablaban, Riley se dio cuenta de que John estaba coqueteando con ella. Eso la sorprendi? un poco. Su mano izquierda estaba a la vista, por lo que seguramente ya hab?a visto su nuevo anillo de compromiso. ?Deber?a mencionar que estaba comprometida? Sent?a que eso ser?a inc?modo de alguna manera, sobre todo si no ten?a raz?n. «Tal vez no est? coqueteando conmigo en absoluto», pens?. John empez? a hacerle preguntas. Sin embargo, no volvi? a tocar el tema de los asesinatos en Lanton. Como de costumbre, Riley no habl? de ciertos temas: su relaci?n conflictiva con su padre, su adolescencia rebelde y sobre todo que hab?a presenciado el asesinato de su madre de ni?a. Riley tambi?n se dio cuenta de que, a diferencia de Ryan o John, realmente no ten?a mucho que decir sobre sus planes para el futuro. «?Qu? dice eso de m??», se pregunt?. Lleg? al tema de su relaci?n con Ryan y que se hab?an comprometido ayer. Sin embargo, no mencion? que estaba embarazada. No not? ning?n cambio en particular en el comportamiento de John. «Supongo que es naturalmente encantador», pens?. Le alivi? el hecho de que se hab?a precipitado. No hab?a estado coqueteando con ella despu?s de todo. Era un buen tipo y ansiaba conocerlo mejor. De hecho, se sent?a bastante segura de que John y Ryan se llevar?an bien. Tal vez podr?an pasar el rato juntos pronto. Cuando todos los pasantes terminaron de comer, Hoke Gilmer los llev? a un gran vestuario que ser?a su sede durante estas diez semanas. Un agente menor estaba ayudando a Gilmer a asignarles un casillero a cada uno de los pasantes. Luego todos los pasantes se sentaron en las mesas y sillas en el centro de la sala y el agente m?s joven comenz? a repartir tel?fonos celulares. Gilmer explic?: —Ya falta poco para el siglo XXI y al FBI le gusta estar en la vanguardia. No repartiremos buscapersonas este a?o. Quiz? algunos de ustedes ya tengan tel?fonos celulares, pero queremos que tengan otro exclusivo para el FBI. Encontrar?n instrucciones en el paquete de orientaci?n. —Luego Gilmer se ech? a re?r cuando a?adi?—: Espero que no les cueste tanto aprender a usarlos como a m?. Algunos de los pasantes se echaron a re?r. El tel?fono celular se sent?a extra?amente peque?o en su mano. Estaba acostumbrada a los tel?fonos de casa m?s grandes y nunca hab?a utilizado un tel?fono celular. Aunque hab?a utilizado computadoras en Lanton y algunos de sus amigos ten?an tel?fonos celulares, ella a?n no ten?a uno. Ryan ya ten?a una computadora y un tel?fono celular y a veces se burlaba de Riley por ser chapada a la antigua. No le gustaba cuando Ryan se burlaba de ella. La verdad era que la ?nica raz?n por la que no ten?a tel?fono celular era porque no pod?a pagarlo. Este era muy parecido al de Ryan, muy simple, con una peque?a pantalla para mensajes de texto, un teclado num?rico, y solo tres o cuatro botones. Aun as?, se sent?a extra?a por el hecho de que ni siquiera sab?a hacer una llamada con ?l. Sab?a que tambi?n se sentir?a rara por el hecho de que pod?a ser localizada en cualquier momento. Se record? a s? misma: «Estoy empezando una nueva vida». Riley vio que unas personas, la mayor?a hombres, acababan de entrar al vestuario. Gilmer dijo: —Cada uno de ustedes estar? siguiendo a un agente especial experimentado durante sus pr?cticas. Primero les ense?ar?n sus propias especialidades: an?lisis de datos sobre delitos, trabajo forense, sala de computaci?n, entre otras cosas. Se los presentaremos y ellos se encargar?n de todo desde aqu?. Cuando el agente menor comenz? a emparejar a cada pasante con su agente supervisor, Riley vio que faltaba un agente. Efectivamente, despu?s de que los pasantes se fueron con sus mentores, Riley se encontr? sin un mentor. Mir? a Gilmer con perplejidad. Gilmer sonri? y dijo: —Encontrar?s a tu agente supervisor en la sala diecinueve. Sinti?ndose un poco inquieta, Riley sali? del vestuario y por el pasillo hasta encontrar la sala correcta. Abri? la puerta y vio a un hombre de mediana edad bajito y con el pecho fuerte y grueso sentado en una mesa. Riley jade? en voz alta a lo que lo reconoci?. Era el agente especial Jake Crivaro, el agente con el que hab?a trabajado en Lanton, el hombre que le hab?a salvado la vida. CAP?TULO TRES Riley sonri? cuando reconoci? al agente especial Jake Crivaro. Hab?a pasado toda la ma?ana entre extra?os y le alegraba ver una cara conocida. «Supongo que esto no deber?a sorprenderme», pens?. Record? lo que Jake le hab?a dicho en Lanton cuando le hab?a entregado los documentos para el programa de pr?cticas: —Estoy en condiciones de jubilarme, pero podr?a quedarme un tiempo para ayudar a alguien como t? a empezar. Debi? haber solicitado ser el mentor de Riley. Pero la sonrisa de Riley se desvaneci? r?pidamente cuando vio que el agente Crivaro no estaba sonriendo. De hecho, el agente Crivaro no se ve?a nada feliz de verla. A?n sentado en la mesa, cruz? los brazos y asinti? con la cabeza hacia un hombre de aspecto amigable de unos veinte a?os que se encontraba cerca. Crivaro dijo: —Riley Sweeney, quiero que conozcas al agente especial Mark McCune. Es mi compa?ero en un caso en el que estoy trabajando. —Mucho gusto —dijo el agente McCune con una sonrisa. —Igualmente —dijo Riley. McCune se ve?a mucho m?s amigable que Crivaro. Crivaro se levant? de la mesa y dijo: —Consid?rate afortunada, Sweeney. Mientras que los otros pasantes estar?n atrapados aqu? aprendiendo a utilizar archivadores y clips de papel, t? estar?s en el campo. Acabo de llegar de Quantico para trabajar en un caso de drogas. Te unir?s a nosotros. Ya nos vamos a la escena. El agente Crivaro sali? de la sala. Mientras Riley y el agente McCune lo siguieron, Riley pens?: «Me llam? Sweeney». En Lanton, siempre la hab?a llamado Riley. Riley le susurr? a McCune: —?El agente Crivaro est? molesto por algo? McCune se encogi? de hombros y le susurr? de vuelta: —D?melo t?. Este es mi primer d?a trabajando con ?l, pero me dijeron que t? ya trabajaste en un caso con ?l. Dicen que lo impresionaste mucho. Tiene la reputaci?n de ser un poco brusco. Su ?ltimo compa?ero fue despedido. Riley estuvo a punto de decir: —Eso no lo sab?a. Crivaro nunca hab?a mencionado que ten?a un compa?ero. Aunque Crivaro hab?a sido duro, nunca le hab?a parecido «brusco». De hecho, lo consideraba una figura paterna amable, una muy distinta a su verdadero padre. Riley y McCune siguieron a Crivaro hasta un auto en el estacionamiento del edificio del FBI. Nadie habl? mientras Crivaro condujo hacia el norte por las calles de DC. Riley comenz? a preguntarse si Crivaro explicar?a lo que tendr?an que hacer una vez que llegaran a la escena. Finalmente llegaron a un vecindario de mala pinta. Las calles estaban llenas de casas adosadas que alguna vez debieron haber sido bonitas pero que ahora estaban muy deterioradas. Aun conduciendo, el agente Crivaro finalmente habl?: —Dos hermanos, Jaden y Malik Madison, llevan dos a?os aproximadamente manejando un negocio de drogas. Han sido muy descarados al respecto. Hasta venden drogas en la calle, como si fuera un mercado al aire libre. La polic?a local no ha podido hacer nada para detenerlos. —?Por qu? no? —pregunt? Riley. Crivaro dijo: —La pandilla anda pendiente de la polic?a. Adem?s, ten?an a todo el vecindario aterrorizado. Hasta hac?an disparos desde sus autos en movimiento. Unos ni?os recibieron disparos por eso. Nadie se atrev?a a hablar con la polic?a sobre lo que estaba pasando. La polic?a llam? al FBI hace unos d?as pidiendo ayuda. Uno de nuestros agentes encubiertos logr? detener a Jaden esta ma?ana. Su hermano, Malik, sigue suelto, y la pandilla se ha dispersado. No ser?n f?ciles de atrapar. Pero gracias al arresto logramos obtener una orden de registro para registrar la casa desde la que hab?an estado trabajando. Riley pregunt?: —Si los de la pandilla siguen sueltos, ?no volver?n a lo mismo dentro de poco? McCune dijo: —La polic?a local puede hacer algo al respecto. Establecer?n una comisar?a m?vil justo en la acera, solo una mesa de picnic y sillas atendidas por un par de agentes uniformados. Trabajar?n con los del vecindario para asegurarse de que no se repita lo mismo. Riley estuvo a punto de decir: —Pero podr?an irse a otro vecindario. Pero sab?a que era una estupidez. Obviamente se ir?an a otro vecindario si no los atrapaban. Y luego la polic?a y el FBI tendr?an que ponerse a trabajar de nuevo. Esa era la naturaleza de este tipo de trabajo. Crivaro detuvo el auto y se?al? la casa m?s cercana. —La b?squeda ya est? en marcha en esa casa. Y estamos aqu? para ayudar. A lo que se bajaron del auto, Crivaro apunt? a Riley con el dedo y le dijo: —T? no ayudar?s en la b?squeda, solamente el agente McCune y yo. Est?s aqu? para ver y aprender. As? que no te entrometas. Y no toques nada. Riley sinti? un escalofr?o al escuchar sus palabras, pero asinti? obedientemente. Un polic?a uniformado en la puerta abierta los dej? pasar. Riley vio de inmediato que una gran operaci?n ya estaba en progreso. El pasillo estrecho estaba lleno de polic?as locales y agentes del FBI portando chalecos. Estaban apilando armas y bolsas de drogas en el piso. Crivaro parec?a satisfecho. Le dijo a uno de los hombres del FBI: —Parece que encontraron tremenda mina de oro. El hombre del FBI se ech? a re?r y dijo: —Estamos bastante seguros de que esto es solo el comienzo. Tiene que haber un mont?n de dinero en efectivo por aqu? en alguna parte, pero no hemos encontrado nada todav?a. Hay muchos lugares para esconder cosas en una casa como esta. Estamos registrando absolutamente todo. Riley sigui? a Crivaro y McCune por un tramo de escaleras hasta el segundo piso. Ahora ve?a que la casa, y al parecer las dem?s que la rodeaban, era m?s grande de lo que parec?a de afuera. A pesar de que era estrecha, tambi?n era profunda, con muchas habitaciones a lo largo de los pasillos. Adem?s de las dos plantas que ve?a, Riley supon?a que la casa tambi?n ten?a un ?tico y un s?tano. En la parte superior de las escaleras, cuatro agentes estuvieron a punto de chocar con Crivaro cuando salieron de una de las habitaciones. —No hay nada ah? —dijo uno de los agentes. —?Est?s seguro? —pregunt? Crivaro. —Buscamos de arriba a abajo —dijo el otro polic?a. Entonces una voz grit? desde el interior de la habitaci?n que estaba directamente al otro lado del pasillo: —Oigan, ?creo que encontr? algo! Riley sigui? a Crivaro y McCune al otro lado del pasillo. Antes de que pudiera entrar en la habitaci?n con ellos, Crivaro la detuvo. —No —le dijo—. Puedes ver desde aqu? en el pasillo. Riley se qued? afuera y vio a cinco hombres registrando la habitaci?n. El que hab?a gritado estaba al lado de una forma rectangular en la pared. —Parece que sol?a ser un montaplatos —dijo—. Estoy seguro de que encontraremos algo adentro. —?brelo —dijo Crivaro. Riley dio un paso adelante para ver lo que estaban haciendo. Jake la mir? y grit?: —Sweeney, ?qu? te dije? Riley estaba a punto de explicar que no iba a entrar cuando Jake le orden? a un polic?a: —Cierra esa maldita puerta. La puerta se cerr? de golpe en el rostro de Riley. Riley estaba en el pasillo sinti?ndose sorprendida y avergonzada. «?Por qu? est? tan enojado conmigo?», se pregunt?. Mucho ruido estaba saliendo de la habitaci?n ahora. Era como si alguien estuviera colocando una palanca para el lugar en la pared donde el montaplatos hab?a estado. Riley quer?a ver lo que estaba pasando, pero obviamente no pod?a abrir la puerta. Cruz? el pasillo y entr? en la habitaci?n al otro lado, el que los agentes dijeron ya hab?an registrado. Las sillas y los muebles estaban volcados, y una alfombra estaba arrugada como si alguien la hubiera levantado y luego tirado. Riley se acerc? a la ventana que daba a la calle. Vio unas personas dispersas movi?ndose r?pidamente como si tuvieran prisa para llegar a donde iban. «No se sienten seguros afuera», se dio cuenta. Eso le pareci? muy triste. Se pregunt? cu?nto tiempo llevaba este vecindario siendo un lugar tan desagradable. Tambi?n se pregunt?: «?Realmente estamos haciendo una diferencia?» Riley trat? de imaginarse c?mo podr?a ser la vida aqu? despu?s de que establecieran la comisar?a m?vil. ?Los vecinos realmente se sentir?an m?s seguros porque hab?a unos polic?as sentados en una mesa de picnic? Riley suspir? mientras las personas afuera segu?an dirigi?ndose a sus destinos. Se dio cuenta de que ella no formaba parte de esta operaci?n. Y el agente Crivaro ciertamente no mostraba ninguna confianza en ella. Se apart? de la ventana y se dirigi? hacia la puerta. Al cruzar la alfombra arrugada, oy? un sonido extra?o bajo sus pies. Se detuvo en seco y se qued? all? por un momento. Luego golpe? el tal?n contra el piso. Sonaba extra?amente hueco en el lugar donde estaba parada. Se acerc? al borde de la alfombra y la jal?. No vio nada raro, solo un piso de madera ordinario. «Solo es mi imaginaci?n», pens?. Record? lo que uno de los agentes hab?a dicho al salir de esta habitaci?n: —Buscamos de arriba a abajo. Seguramente no encontrar?a algo que cuatro agentes del FBI hab?an pasado por alto. Y, sin embargo, estaba segura de que hab?a o?do algo extra?o. No lo habr?a o?do si alguien m?s estuviera movi?ndose por la habitaci?n. Lo hab?a o?do porque no hab?a nadie aqu?. Volvi? a golpear el tal?n en el piso a unos pasos de ah?. El piso sonaba s?lido. Luego se inclin? y dio unos golpecitos con los nudillos en el lugar donde hab?a o?do algo. Efectivamente son? hueco. No ve?a ninguna abertura, pero... Ve?a que uno de los lados de la tabla del suelo se ve?a m?s corta. Ten?a una mancha oscura en un extremo que parec?a un nudo com?n. Riley apret? el nudo con su dedo. Dio un salto a lo que la tabla se levant? un poco. «?Encontr? algo! —pens?—. ?Realmente encontr? algo!» CAP?TULO CUATRO Riley tir? del extremo de la tabla que se hab?a levantado. Toda la tabla se solt?. La coloc? a un lado y vio que definitivamente hab?a un espacio debajo del piso. Riley mir? m?s de cerca. Vio paquetes de efectivo. Ella grit?: —?Agente Crivaro! ?Encontr? algo! Mientras esperaba una respuesta, Riley vislumbr? algo m?s al lado de esos paquetes. Era el borde de un objeto de pl?stico. Riley alcanz? el objeto y lo recogi?. Era un tel?fono celular, un modelo m?s sencillo que el que le hab?an entregado hace un rato. Entendi? que este deb?a ser uno de esos celulares prepago que no pod?an ser rastreados. «Un tel?fono pre-pagado —pens?—. Debe ser muy ?til para un negocio de drogas.» De repente oy? una voz gritar desde la puerta: —?Sweeney! ?Qu? diablos est?s haciendo? Riley se volvi? y vio al agente Crivaro, su cara roja de la rabia. El agente McCune entr? justo detr?s de ?l. Levant? el tel?fono celular y dijo: —Encontr? algo, agente Crivaro. —Ya veo —dijo Crivaro—. Y tus huellas est?n por todas partes. D?melo. Riley le entreg? el tel?fono celular a Crivaro, quien lo tom? con cuidado con los dedos pulgar e ?ndice y lo meti? en una bolsa de pruebas. Vio que tanto ?l como el agente McCune llevaban guantes. Riley sinti? que su cara se ruborizaba de la verg?enza. «Met? la pata», pens?. McCune se arrodill? para mirar dentro del espacio bajo el suelo y dijo: —?Agente Crivaro! ?Mira esto! Crivaro se arrodill? al lado de McCune, quien dijo: —Es el dinero que hemos estado buscando por toda la casa. —As? es —dijo Crivaro. Volvi?ndose hacia Riley de nuevo, Crivaro espet?: —?Tocaste este dinero? Riley neg? con la cabeza. —?Est?s segura? —dijo Crivaro. —Estoy segura —dijo Riley con timidez. —?C?mo lo encontraste? —dijo Crivaro, se?alando el espacio. Riley se encogi? de hombros y dijo: —Estaba caminando por aqu? y o? un sonido hueco bajo el suelo, as? que levant? la alfombra y… Crivaro interrumpi?: —Y jalaste la tabla. —Bueno, no jal? nada. Se levant? sola cuando toqu? un determinado lugar. Crivaro gru??: —La tocaste. Y el tel?fono tambi?n. No puedo creerlo. Ahora todo tiene tus huellas. Riley tartamude?: —Lo… siento, se?or. —Te sacar? de aqu? antes de que sigas estropeando las cosas —dijo Crivaro antes de levantarse del piso y sacudirse las manos—. McCune, que el equipo de b?squeda siga registrando todo. Cuando terminen las habitaciones de esta planta, que registren el ?tico. No creo que encontremos nada m?s, pero tenemos que ser exhaustivos. —Eso har?, se?or —dijo McCune. Crivaro acompa?? a Riley al auto. Mientras conduc?a, Riley le pregunt?: —?Vamos a la sede? —Hoy no —dijo Crivaro—. Tal vez nunca. ?D?nde vives? Te llevar? a casa. Riley le dio su direcci?n con voz entrecortada de la emoci?n. Se encontr? recordando lo mucho que hab?a impresionado a Crivaro en Lanton, tanto as? que le hab?a dicho: —El FBI necesita j?venes como t?, especialmente mujeres. Ser?as una excelente agente de la UAC. ?Cu?nto hab?an cambiado las cosas! Y sab?a que no era solo por su equivocaci?n. Crivaro hab?a sido fr?o con ella desde el principio. Ahora mismo, Riley quer?a que dijera algo, lo que sea. Ella pregunt? con timidez: —?Encontraron algo en la habitaci?n al otro lado del pasillo? ?En el lugar d?nde sol?a estar el montaplatos? —Nada de nada —dijo Crivaro. Hubo otro momento de silencio. Riley estaba muy confundida. Sab?a que hab?a cometido un tremendo error, pero… «?Qu? se supon?a que hiciera?», pens?. Hab?a tenido un presentimiento en esa habitaci?n de que hab?a algo debajo del piso. ?Debi? haberlo ignorado? Se arm? de valor y dijo: —Se?or, s? que met? la pata, ?pero no encontr? algo importante? Cuatro agentes registraron esa habitaci?n y no encontraron ese espacio. Estaban buscando dinero en efectivo, y yo lo encontr?. ?Alguien m?s lo habr?a encontrado si yo no lo hubiera hecho? —Ese no es el punto —dijo Crivaro. Riley luch? contra el impulso de preguntar: —?Y cu?l es el punto? Crivaro condujo en silencio durante varios minutos. Luego dijo en voz baja: —No sabes todo lo que tuve que hacer para que te admitieran al programa. Hubo otro momento de silencio. Comenz? a darse cuenta de que Crivaro hab?a hecho mucho por ella, no solo para meterla en el programa sino para ser su mentor. Y probablemente hab?a enojado a algunos de sus colegas, tal vez mediante la exclusi?n de otros candidatos que podr?an haber considerado m?s prometedores que Riley. Ahora que entend?a, el comportamiento fr?o de Crivaro comenzaba a tener sentido. No hab?a querido mostrar ning?n trato preferencial. De hecho, se hab?a ido al extremo opuesto. Hab?a estado esperando que ella demostrara que era digna sin ning?n tipo de aliento de su parte, y pese a las dudas y resentimientos de sus colegas. Y a juzgar por las miradas y susurros de los otros pasantes, los colegas de Crivaro no eran los ?nicos resentidos. Este programa hab?a sido cuesta arriba desde el principio. Y hab?a echado a perder todo con un solo error. Crivaro ten?a raz?n en sentirse decepcionado y enojado. Riley respir? profunda y lentamente y dijo: —Lo siento. No volver? a suceder. Crivaro no respondi? por un tiempo. Finalmente dijo: —Supongo que quieres una segunda oportunidad. Bueno, d?jame decirte que el FBI no suele dar segundas oportunidades. Mi ?ltimo compa?ero fue despedido por cometer un error similar, y definitivamente se lo merec?a. Un error como ese tiene consecuencias. A veces solo significa echar a perder un caso de tal forma que un tipo malo sale libre. A veces le cuesta a alguien su vida. Hasta puede costarte tu propia vida. —Crivaro la mir? con el ce?o fruncido—. Entonces, ?qu? crees que debo hacer? —No lo s? —dijo Riley. Crivaro neg? con la cabeza y dijo: —Yo tampoco. Supongo que ambos debemos consultarlo con la almohada. Tengo que decidir si juzgu? mal tus capacidades. T? tienes que decidir si realmente tienes lo que se necesita para seguir en el programa. Riley sinti? un nudo en la garganta y l?grimas en sus ojos. «No llores», se dijo a s? misma. Llorar solo empeorar?a a?n m?s las cosas. CAP?TULO CINCO A?n furiosa por el rega?o que hab?a recibido por parte de Crivaro, Riley lleg? a la casa dos horas antes que Ryan. Cuando Ryan lleg?, pareci? sorprendido de ver que hab?a llegado tan temprano, pero estaba tan emocionado sobre su propio d?a que ni siquiera hab?a notado lo molesta que estaba. Ryan se sent? a la mesa de la cocina con una cerveza mientras Riley calent? comida congelada para los dos. Not? que estaba realmente emocionado por todo lo que estaba haciendo en el bufete de abogados y que ten?a muchas ganas de contarle todo. Trat? de prestarle mucha atenci?n. Le hab?an asignado m?s tareas de las que hab?a esperado, tales como investigaci?n y an?lisis, redactar escritos, preparar litigios y otras tareas que Riley apenas entend?a. Incluso tendr?a su primer d?a en la corte ma?ana. Solo iba a ayudar a los abogados principales, por supuesto, pero era un verdadero hito para ?l. Ryan parec?a nervioso, intimidado y tal vez un poco asustado, pero m?s que todo euf?rico. Riley trat? de mantener su sonrisa durante toda la cena ya que quer?a alegrarse por ?l. Finalmente Ryan dijo: —Vaya, s? que he hablado. ?Y t?? ?C?mo estuvo tu d?a? Riley trag? grueso. —Nada bien —dijo ella—. De hecho, me fue muy mal. Ryan se inclin? sobre la mesa, le tom? la mano con una expresi?n de preocupaci?n sincera y dijo: —Lo siento. ?Quieres hablar de eso? Riley se pregunt? si hablar de su d?a la har?a sentirse mejor. «No, solo me echar?a a llorar», pens?. Adem?s, quiz? a Ryan no le gustar?a el hecho de que hab?a salido a campo. Ambos hab?an estado seguros de que ella estar?a haciendo su entrenamiento a puertas adentro. Bueno, no hab?a estado en peligro ni nada… —Prefiero no entrar en detalles —dijo Riley—, pero ?recuerdas al agente especial Crivaro, el que me salv? la vida en Lanton? Ryan asinti? con la cabeza. Riley continu?: —Bueno, es mi mentor. Pero duda si de verdad tengo lo que se necesita para estar en el programa. Y… supongo que yo tambi?n tengo mis dudas. Tal vez todo esto fue un error. Ryan le apret? la mano y no dijo nada. Riley anhelaba que dijera algo. Pero ?qu? es lo que quer?a que dijera? ?Qu? esperaba que dijera? Despu?s de todo, a Ryan no le hab?a gustado mucho la idea del programa de pr?cticas desde el principio. Probablemente estar?a feliz si se retirara o la expulsaran. Finalmente Ryan dijo: —Mira, tal vez no es el momento para que est?s haciendo esto. Digo, est?s embarazada, acabamos de mudamos a este nuevo lugar y acabo de empezar en Parsons y Rittenhouse. Tal vez deber?as esperar hasta que… —Hasta ?qu?? —dijo Riley—. ?Hasta que sea una mam? criando a un hijo? Eso no va a funcionar. Los ojos de Ryan se abrieron de par en par ante el tono amargo de Riley. Hasta a Riley le sorprendi? escuchar esa amargura en su propia voz. —Lo siento —dijo ella—. No fue mi intenci?n contestarte as?. Ryan dijo en voz baja: —Riley, vas a ser una mam? criando a un hijo. Vamos a ser padres. Es una realidad que ambos tenemos que aceptar, ya sea si sigues en el programa o no. Riley ten?a muchas ganas de llorar. El futuro parec?a tan turbio y misterioso. Ella pregunt?: —?Qu? voy a hacer si no estoy en el programa? No puedo pasar todo el d?a metida en el apartamento. Ryan se encogi? de hombros y dijo: —Bueno, puedes buscar un trabajo para ayudar con los gastos. Tal vez alg?n tipo de trabajo temporal, algo que puedas dejar f?cilmente cuando te aburras. Tienes toda la vida por delante. Tienes mucho tiempo para descubrir lo que realmente quieres hacer. Pero s? que alg?n d?a ser? tan exitoso que ni siquiera tendr?as que trabajar si no quisieras. Ambos se quedaron callados por un momento. Luego Riley dijo: —Entonces ?crees que deber?a abandonar el programa? —Lo que yo creo no importa —dijo Ryan—. Es tu decisi?n. Y sea lo que sea que decidas, tratar? de apoyarte. No hablaron m?s durante el resto de la cena. Cuando terminaron de comer, que pusieron a ver televisi?n un rato. Riley no pod?a concentrarse en lo que estaban viendo. Segu?a pensando en lo que el agente Crivaro le hab?a dicho: —Tienes que decidir si realmente tienes lo que se necesita para seguir en el programa. Cuanto m?s Riley lo pensaba, m?s dudas e incertidumbre sent?a. Despu?s de todo, ten?a que pensar tambi?n en Ryan, el beb? e incluso en el agente Crivaro. Record? otra cosa que su mentor le hab?a dicho: —No sabes todo lo que tuve que hacer para que te admitieran al programa. Y mantenerla en el programa no le facilitar?a las cosas a Crivaro. Muchos de sus colegas probablemente estaban critic?ndolo y dici?ndole que Riley no pertenec?a en el programa, y m?s a?n si no cumpl?a con sus expectativas. Y hoy de seguro no hab?a cumplido con sus expectativas. Ryan finalmente se duch? y se fue a la cama. Riley se sent? en el sof? y sigui? reflexionando. Finalmente cogi? un bloc de notas y comenz? a redactar una carta de renuncia a Hoke Gilmer, el supervisor del programa de entrenamiento. Le sorprendi? lo bien que la hizo sentir redactar la carta. Cuando termin?, sent?a que se hab?a quitado un peso de encima. «Esta es la decisi?n correcta», pens?. Decidi? que se levantar?a temprano ma?ana, le dir?a a Ryan la decisi?n que hab?a tomado, redactar?a la carta en su computadora y luego la imprimir?a y enviar?a por correo. Tambi?n llamar?a al agente Crivaro, quien seguramente se sentir?a aliviado. Luego se fue a la cama, sinti?ndose mucho mejor. Se qued? dormida en un santiam?n. Riley se encontraba entrando en el edificio J. Edgar Hoover. «?Qu? estoy haciendo aqu??», se pregunt?. Entonces mir? el bloc de notas en su mano y la carta que hab?a redactado. «Ah, s? —record?—. Vine a entregarle la carta al agente Gilmer personalmente.» Tom? el ascensor y luego entr? en el auditorio donde los pasantes se hab?an reunido ayer. Le alarm? ver que todos los pasantes estaban sentados en el auditorio, observando todos sus movimientos. El agente Gilmer estaba en frente del auditorio, mir?ndola con los brazos cruzados. —?Qu? quieres, Sweeney? —pregunt? Gilmer, sonando mucho m?s severo que ayer. Riley mir? a los pasantes, quienes la miraban con desaprobaci?n. Luego le dijo a Gilmer: —No le quitar? m?s tiempo. Solo necesito entregarle esto. Riley le entreg? el bloc de notas. Gilmer levant? sus anteojos para leer para mirar el bloc de notas. —?Qu? es esto? —pregunt?. Riley abri? la boca para decir: —Es mi carta de renuncia al programa. Pero en su lugar, otras palabras salieron de su boca: —Yo, Riley Sweeney, juro solemnemente que apoyar? y defender? la Constituci?n de Estados Unidos contra todos los enemigos extranjeros e internos… Se alarm? a lo que se dio cuenta: «Estoy recitando el juramento del FBI». Y no pod?a parar. —… y que consignar? con verdadera fe y alianza con la misma… Gilmer se?al? el bloc de notas y volvi? a preguntar: —?Qu? es esto? Riley quer?a explicar lo que realmente era, pero no pod?a dejar de recitar el juramento: —… asumo esta obligaci?n libremente, sin reserva mental alguna o prop?sito de evadirla… La cara de Gilmer estaba transform?ndose en otra cara. Ahora era Jake Crivaro, y se ve?a muy enojado. Agit? el bloc de notas en su cara. —?Qu? es esto? —espet?. A Riley le sorprendi? ver que no hab?a nada escrito all? en absoluto. Oy? los dem?s pasantes murmurando en voz alta, repitiendo el mismo juramento. Entretanto, ella se acercaba al final del juramento: —… emprender? bien y con lealtad los deberes del cargo que estoy por aceptar. Que Dios me ayude. Crivaro parec?a furioso ahora. —?Qu? diablos es esto? —pregunt?, se?alando el papel amarillo en blanco. Riley trat? de decirle, pero no pod?a hablar. Los ojos de Riley se abrieron de golpe cuando escuch? un zumbido desconocido. Estaba tumbada en la cama al lado de Ryan. «Fue un sue?o», pens?. Pero el sue?o definitivamente significaba algo. De hecho, lo era todo. Hab?a tomado un juramento, y ya no hab?a marcha atr?s. Y eso significaba que no pod?a abandonar el programa. No se trataba de algo legal. Era personal. Era una cuesti?n de principios. «?Y si me echan? ?Qu? hago si me echan?», pens?. Tambi?n se pregunt? qu? era ese zumbido que escuchaba. Todav?a medio dormido, Ryan gimi? y murmur?: —Contesta tu maldito tel?fono, Riley. Entonces Riley record? el tel?fono celular que le hab?an entregado ayer en el edificio del FBI. Rebusc? en la mesa de noche hasta que la encontr?. Luego, se sali? de la cama, sali? de la habitaci?n y cerr? la puerta detr?s de ella. Le tom? un momento descubrir qu? bot?n pulsar para tomar la llamada. Cuando finalmente lo hizo, oy? una voz familiar. —?Sweeney? ?Te despert?? Era el agente Crivaro, sonando nada amigable. —No, por supuesto que no —dijo Riley. —Mentirosa. Son las cinco de la ma?ana. Riley suspir? profundamente. Se dio cuenta de que se sent?a mal del est?mago. Crivaro dijo: —?Cu?nto tiempo te tomar? vestirte? Riley lo pens? por un momento y luego dijo: —Eh, quince minutos, supongo. —Estar? afuera de tu edificio en diez. Crivaro finaliz? la llamada sin decir nada m?s. «?Qu? es lo que quiere? —se pregunt? Riley—. ?Vino a despedirme personalmente?» De repente sinti? una creciente ola de n?useas. Sab?an que eran n?useas matutinas, las peores que hab?a experimentado hasta ahora durante su embarazo. Solt? un gemido y pens?: «Justo lo que necesito en este momento». Luego corri? al ba?o. CAP?TULO SEIS Cuando Jake Crivaro se detuvo en el edificio de apartamentos, Riley Sweeney ya estaba esper?ndolo afuera. A lo que se subi? al auto, Jake not? que se ve?a un poco p?lida. —?Te sientes bien? —pregunt?. —S?, estoy bien —dijo Riley. «No se ve bien —pens? Jake—. Tampoco suena bien». Jake se pregunt? si tal vez hab?a salido de fiesta anoche. Los j?venes pasantes hac?an eso a veces. O tal vez se tom? unos tragos de m?s en su casa. Ciertamente hab?a parecido desanimada ayer. No era de extra?ar, dado el rega?o que le hab?a dado. Tal vez hab?a tratado de ahogar sus penas. Jake esperaba que su resaca no le impidiera trabajar. Riley le pregunt?: —?Ad?nde vamos? Jake vacil? por un momento y luego dijo: —Mira, vamos a empezar de cero hoy. Riley lo mir? con una expresi?n vagamente sorprendida. Jake continu?: —La verdad es que lo que hiciste ayer… Bueno, no fue una metida de pata del todo. Encontraste el dinero de los hermanos Madison. Y ese tel?fono pre-pagado result? ser bastante ?til. Ten?a bastantes n?meros de tel?fono importantes, lo que hizo posible que los polic?as agarraran a algunos miembros de la pandilla, incluyendo a Malik Madison, el hermano que todav?a estaba suelto. Fue est?pido de su parte comprar un tel?fono pre-pagado y no botarlo luego de usarlo. Pero supongo que creyeron que nadie lo encontrar?a. —?l la mir? y a?adi?—: Pues se equivocaron. Riley segu?a mir?ndolo, como si le estuviera costando entender lo que estaba diciendo. Jake resisti? el impulso de decir: —Perdona por lo de antes. En su lugar, dijo: —Pero tienes que seguir las instrucciones. Y tienes que respetar los procedimientos. —Entiendo —dijo Riley—. Gracias por darme otra oportunidad. Jake gru?? por lo bajo. Se record? a s? mismo que no quer?a alentarla demasiado. Pero se sent?a mal por la forma en que la hab?a tratado ayer. «Estoy exagerando», pens?. Hab?a enfadado a algunos colegas en Quantico por admitir a Riley al programa. Un agente en particular, Toby Wolsky, hab?a querido que su sobrino Jordan fuera pasante este verano, pero Jake hab?a admitido a Riley en su lugar. Tuvo que hacer muchas cosas, incluso cobrar unos favores, para lograrlo. Jake no consideraba a Wolsky buen agente, y no ten?a ninguna raz?n para creer que su sobrino ten?a potencial. Pero Wolsky ten?a amigos en Quantico que ahora estaban descontentos con Jake. Jake lo entend?a de cierta forma. Para ellos, Riley solo era una licenciada en psicolog?a que ni siquiera hab?a considerado una carrera en el FBI. Y la verdad era que Jake tampoco sab?a mucho m?s sobre ella, excepto que ten?a excelentes instintos. Recordaba la facilidad con la que hab?a entendido los pensamientos del asesino en Lanton, con solo un poco de su ayuda. Aparte de s? mismo, Jake no hab?a conocido a muchas personas con tales instintos, instintos que muy pocos agentes podr?an comprender. Obviamente no pod?a descartar la posibilidad de que lo que hab?a hecho en Lanton hab?a sido poco m?s que un golpe de suerte. Tal vez hoy tendr?a una mejor idea de lo que era capaz. Riley volvi? a preguntar: —?Ad?nde vamos? —A una escena del crimen —dijo Jake. No quer?a decirle nada m?s hasta que llegaran. Quer?a observar c?mo reaccionaba a una situaci?n muy extra?a. Y por lo que hab?a o?do, esta escena del crimen era demasiado extra?a. El FBI lo llam? para que fuera a la escena hace poco, y todav?a le estaba costando creer lo que le hab?an dicho. «Ya veremos, supongo», pens?. * Riley se estaba sintiendo un poco mejor. Sin embargo, quer?a saber de qu? se trataba todo esto. «Una escena del crimen», pens?. Nunca hab?a esperado ir a una escena del crimen durante su entrenamiento, y mucho menos en su segundo d?a. El d?a anterior hab?a sido bastante inesperado. No estaba segura de c?mo se sent?a al respecto. Pero estaba bastante segura de que esto no le gustar?a a Ryan en absoluto. Cay? en cuenta de que a?n no le hab?a dicho a Ryan que estaba siguiendo a Jake Crivaro. Ryan tampoco estar?a de acuerdo con eso. Ryan hab?a desconfiado de Crivaro desde el principio, sobre todo por la forma en que hab?a ayudado a Riley a meterse en la mente de un asesino. Record? lo que Ryan hab?a dicho sobre uno de esos episodios: —?Me est?s diciendo que el tipo ese del FBI, Crivaro, jug? juegos mentales contigo? ?Por qu?? ?Solo por diversi?n? Riley obviamente sab?a que Crivaro no la hab?a hecho pasar por todo eso «solo por diversi?n». Todo hab?a sido muy serio. Esas experiencias hab?an sido absolutamente necesarias. Hab?an ayudado a atrapar al asesino. «Pero ?qu? tipo de cosas experimentar? ahora?», se pregunt? Riley. Crivaro parec?a estar siendo deliberadamente cr?ptico. Cuando estacion? el auto a lo largo de una calle con casas a un lado y un campo abierto al otro, vio que hab?a dos patrullas y una furgoneta oficial cerca. Antes de salirse del auto, Crivaro le dijo: —Recuerda las malditas reglas. No toques nada. Y no hables a menos que te dirijan la palabra. Solo est?s aqu? para vernos trabajar. Riley asinti?. Pero algo en la voz de Crivaro la hizo sospechar que esperaba algo m?s de ella. Ojal? supiera qu?. Riley y Crivaro se salieron del auto y entraron en el campo. El campo estaba lleno de basura, como si alg?n gran evento p?blico hubiera tenido lugar ah? recientemente. Otras personas, algunas uniformadas, estaban cerca de un grupo de ?rboles y arbustos. Una gran ?rea alrededor de ellas estaba acordonada con cinta amarilla policial. Mientras Riley y Crivaro se acercaron al grupo, not? que los arbustos hab?an ocultado algo en el suelo. Riley jade? ante lo que vio y volvi? a sentir n?useas. Tendido en el suelo estaba un payaso de circo muerto. CAP?TULO SIETE Riley se sinti? tan mareada que crey? que iba a desmayarse. Logr? mantenerse en pie, pero luego sinti? que iba a vomitar, como lo hab?a hecho en el apartamento. «Esto no puede ser real —pens?—. Esto tiene que ser una pesadilla.» Los polic?as y las otras personas estaban parados alrededor de un cuerpo que estaba disfrazado de payaso. El traje era brillante y ten?a enormes pompones de botones. Un par de zapatos descomunales completaba el atuendo. La cara blanca r?gida ten?a una sonrisa extra?a pintada, una nariz roja brillante y ojos y cejas exageradas. Una peluca roja enorme enmarcaba su cara. Hab?a un toldo amontonado al lado del cuerpo. Riley vio que el cuerpo era el de una mujer. Ahora que se sent?a un poco mejor, not? un olor caracter?stico y desagradable en el aire. Dudaba de que el olor proven?a del cuerpo, ya que hab?a basura por todas partes. El sol de la ma?ana estaba realzando el olor de la misma. Un hombre que llevaba una chaqueta blanca estaba arrodillado al lado del cuerpo, estudi?ndolo cuidadosamente. Crivaro lo present? como Victor Dahl, el m?dico forense de DC. Crivaro neg? con la cabeza y le dijo a Dahl: —Esto es a?n m?s raro de lo que esperaba. Dahl dijo a lo que se puso de pie: —S?, muy extra?o. Y es igual que la ?ltima v?ctima. «?La ?ltima v?ctima?», pens? Riley. ?Otra payasa hab?a sido asesinada como esta? —Me llamaron hace poco —les dijo Crivaro a Dahl y los polic?as—. Tal vez pueden poner a mi aprendiz al corriente. Ni yo s? todos los detalles. Dahl mir? a Riley y vacil? por un momento. Riley se pregunt? si se ve?a tan enferma como se sent?a. Pero luego el m?dico forense comenz? a explicar: —El s?bado por la ma?ana un cuerpo fue encontrado en el callej?n detr?s de un cine. La v?ctima fue identificada como Margo Birch, y ella estaba disfrazada m?s o menos como esta v?ctima. Los polic?as pensaron que se trataba de un asesinato raro, pero ?nico en su clase. Luego este cad?ver apareci? anoche. Otra joven maquillada y disfrazada de la misma forma. En ese momento, Riley entendi?. No era una verdadera payasa. Esta era una joven com?n y corriente disfrazada de payasa. Dos mujeres hab?an sido disfrazadas y asesinadas. Crivaro a?adi?: —Y fue entonces cuando se convirti? en un caso del FBI. —Eso es correcto —dijo Dahl, mirando alrededor del campo cubierto de basura—. Aqu? estuvo un carnaval que dur? unos d?as. Termin? el s?bado. Esta basura es de ese carnaval. El campo a?n no ha sido limpiado. Anoche, alguien del vecindario vino con un detector de metales, buscando monedas. Encontr? el cuerpo, el cual estaba cubierto por ese toldo. Riley se volvi? y vio que Crivaro la observaba con atenci?n. ?Estaba simplemente asegur?ndose de que no estaba entrometi?ndose? ?O estaba monitoreando sus reacciones? Ella pregunt?: —?Esta mujer ya fue identificada? Uno de los polic?as dijo: —Todav?a no. Crivaro a?adi?: —Estamos centrados en el informe de una persona desaparecida en particular. Ayer por la ma?ana una fot?grafa profesional llamada Janet Davis fue reportada como desaparecida. Hab?a estado tomando fotos en el parque Lady Bird Johnson la noche anterior. Los polic?as se preguntan si esta podr?a ser ella. El agente McCune est? con su esposo ahora mismo. Tal vez pueda ayudarnos a identificarla. Riley escuch? sonidos de veh?culos deteni?ndose cerca en la calle. Vio que un par de furgonetas de prensa acababan de llegar a la escena. —Maldita sea —pregunt? uno de los polic?as. —Hemos logrado mantener bajo cuerdas lo del otro asesinato. ?Deber?amos volverla a tapar? Crivaro solt? un gru?ido de fastidio a lo que un equipo de noticias se sali? de una de las furgonetas con una c?mara y un micr?fono. El equipo corri? al campo. —Es muy tarde para eso —dijo—. Ya vieron a la v?ctima. A medida que se acercaban otros veh?culos de distintos medios de comunicaci?n, Crivaro y el m?dico forense movilizaron a los polic?as para tratar de mantener a los reporteros lo m?s lejos posible de la cinta policial. Entretanto, Riley mir? a la v?ctima y se pregunt?: «?C?mo muri??» No hab?a nadie a quien preguntarle ahora mismo. Todo el mundo estaba ocupado con los reporteros, quienes estaban haciendo muchas preguntas. Riley se inclin? sobre el cuerpo y se dijo a s? misma: «No toques nada». Riley vio que los ojos y la boca de la v?ctima estaban abiertos. Hab?a visto esa misma expresi?n aterrorizada antes. Recordaba muy bien c?mo se hab?an visto sus dos amigas degolladas en Lanton. Sobretodo recordaba las grandes cantidades de sangre en los pisos de las habitaciones de residencia. Pero no hab?a sangre aqu?. Vio lo que parec?a ser unos peque?os cortes en la cara y el cuello de la mujer que se ve?an a trav?s del maquillaje blanco. ?Qu? significaban esos cortes? Seguramente no eran lo suficientemente grandes ni profundos como para haber sido letales. Tambi?n not? que el maquillaje no hab?a sido bien aplicado. «No se lo aplic? ella misma», pens?. No, alguien m?s lo hab?a hecho, tal vez contra su voluntad. Luego Riley sinti? un extra?o cambio en su conciencia, algo que no hab?a sentido desde aquellos terribles d?as en Lanton. Se le puso la piel de gallina cuando cay? en cuenta de qu? se trataba. Estaba sintiendo la mente del asesino. «?l la disfraz?», pens?. Probablemente le hab?a puesto el disfraz despu?s de que muri?, pero todav?a hab?a estado consciente cuando le puso el maquillaje. A juzgar por sus ojos muertos y abiertos, hab?a estado muy consciente de lo que le estaba sucediendo. «Y ?l lo disfrut? —pens?—. Disfrut? de su terror cuando la pint?.» Ahora Riley entend?a los peque?os cortes. «La aterroriz? con un cuchillo. Se burl? de ella, hizo que se preguntara c?mo la matar?a», pens?. Riley jade? y se puso de pie. Sinti? otra oleada de n?useas y mareos y estuvo a punto de caerse otra vez, pero alguien la agarr? por el brazo. Se dio la vuelta y vio que Jake Crivaro no la hab?a dejado caer. Estaba mir?ndola directamente a los ojos. Riley sab?a que entend?a exactamente lo que acababa de pasar. Con voz ronca y horrorizada, le dijo: —La mat? de miedo. Muri? de miedo. Riley oy? a Dahl jadear de sorpresa. —?Qui?n te dijo eso? —dijo Dahl, caminando hacia Riley. Crivaro le dijo: —Nadie se lo dijo. ?Es verdad? Dahl se encogi? de hombros y dijo: —Tal vez. O algo parecido, si es que muri? como la otra v?ctima. Encontramos una dosis fatal de anfetaminas en el torrente sangu?neo de Margo Birch que hizo que su coraz?n dejara de latir. Esa pobre mujer debi? haber estado aterrorizada. Tendremos que hacerle un an?lisis toxicol?gico a esta nueva v?ctima, pero… —Su voz se quebr?, y luego le pregunt? a Riley—: ?C?mo lo supiste? Riley no ten?a idea qu? decir. Crivaro dijo: —Es lo que hace. Es por eso que est? aqu?. Riley se estremeci? ante esas palabras y se pregunt?: «?Realmente quiero ser buena en esto?» Tambi?n se pregunt? si tal vez debi? haber enviado esa carta de renuncia despu?s de todo. Tal vez no deber?a estar aqu?. Estaba segura de que Ryan estar?a horrorizado si supiera d?nde estaba en este momento y lo que estaba haciendo. Crivaro le pregunt? a Dahl: —?Qu? tan dif?cil ser?a para el asesino hacerse con esta anfetamina en particular? —Desafortunadamente, es muy f?cil de encontrar en las calles —respondi? el m?dico forense. El celular de Crivaro son? y ?l lo mir?. —Es el agente McCune. Tengo que tomar esta llamada. Crivaro dio un paso atr?s y contest? la llamada. Dahl sigui? mirando a Riley como si fuera un monstruo. «Tal vez tiene raz?n», pens?. Entretanto, escuchaba algunas de las preguntas que los reporteros estaban haciendo: —?Es cierto que el asesinato de Margo Birch fue parecido a este? —?Margo Birch estaba disfrazada igual? —?Por qu? este asesino est? disfrazando a sus v?ctimas de payasas? —?Esto es obra de un asesino en serie? —?Habr? m?s asesinatos como este? Riley record? lo que uno de los polic?as acababa de decir: —Hemos logrado mantener lo del otro asesinato bajo cuerdas. Sin embargo, muchos rumores hab?an circulado ya. Y ya no ten?a sentido seguir negando la verdad. Los polic?as estaban tratando de decir lo menos posible en respuesta a las preguntas. Pero Riley record? lo agresivos que hab?an sido los reporteros en Lanton. Entend?a por qu? Jake y los otros polic?as se molestaron cuando llegaron. Los medios solo le dificultar?an a?n m?s las cosas. Crivaro camin? de vuelta a Riley y Dahl y se meti? el celular en el bolsillo. Luego dijo: —McCune habl? con el esposo de la mujer desaparecida. El pobre est? muy preocupado, pero le dijo a McCune algo que podr?a ser de ayuda. Dijo que tiene un lunar justo detr?s de la oreja derecha. Dahl se inclin? y mir? detr?s de la oreja de la v?ctima. —Es ella —dijo. —?C?mo dijiste que se llamaba? —Janet Davis —dijo Crivaro. Dahl neg? con la cabeza. —Bueno, al menos identificamos a la v?ctima. Deber?amos sacarla de aqu?. Ojal? no tuvi?ramos que lidiar con rigor mortis. Riley vio al equipo de Dahl cargar el cad?ver en una camilla. No les result? f?cil. El cuerpo estaba r?gido como una estatua, y las extremidades hinchadas sobresal?an de debajo de la s?bana blanca que lo cubr?a. Los reporteros miraron boquiabiertos mientras la camilla traqueteaba hacia la furgoneta del forense. A lo que el cuerpo desapareci? en la furgoneta, Riley y Crivaro se abrieron paso entre los reporteros y regresaron a sus propios veh?culos. Riley le pregunt? a d?nde iban ahora. —A las oficinas —dijo Crivaro—. McCune me dijo que algunos polic?as han estado registrando el parque Lady Bird Johnson, donde Janet Davis desapareci?. Encontraron su c?mara. Debi? hab?rsele ca?do cuando fue secuestrada. La c?mara est? ahora en las oficinas del FBI. Vamos a ver lo que los de tecnolog?a pueden encontrar. Tal vez tengamos suerte y nos proporcione alguna prueba. La palabra «suerte» sacudi? a Riley. Parec?a extra?o usar esa palabra dado lo desafortunada que hab?a sido esta mujer asesinada. Pero Crivaro obviamente lo hab?a dicho en serio. Se pregunt? cu?nto lo hab?a endurecido este trabajo con los a?os. ?Estaba completamente inmune al horror? No lo sab?a. —Adem?s, el esposo de Janet Davis dej? a McCune mirar las fotos que hab?a tomado durante los ?ltimos meses. McCune encontr? unas fotos que hab?a tomado en una tienda de disfraces —continu? Crivaro. Riley sinti? un cosquilleo de inter?s. Ella pregunt?: —?Te refieres a una tienda que podr?a vender disfraces de payaso? Crivaro asinti? con la cabeza y dijo: —Suena interesante, ?no es as?? —?Qu? significa eso? —dijo Riley. Crivaro dijo: —Es dif?cil de decir. Sin embargo, Janet Davis estaba lo suficientemente interesada en disfraces como para tomarle fotos. Su esposo recuerda que le habl? de eso, pero no recuerda d?nde fue que tom? las fotos. McCune ahora est? tratando de encontrar la tienda en donde las tom?. Me llamar? cuando la encuentre. No creo que le tome mucho tiempo. Crivaro se qued? callado por un momento. Luego mir? a Riley y le pregunt?: —?C?mo lo llevas? —Bien —dijo Riley. —?Est?s segura? —pregunt? Crivaro—. Te ves p?lida, como si no te sintieras bien. Obviamente eso era cierto. Estaba afectada por las n?useas matutinas y el shock de lo que hab?a visto. Pero no quer?a decirle a Crivaro que estaba embarazada. —Estoy bien —insisti? Riley. Crivaro dijo: —Supongo que tienes alg?n presentimiento respecto al asesino. Riley asinti? sin decir nada. —?Algo m?s que deber?a saber, aparte de la posibilidad de que la v?ctima muri? de miedo? —No mucho —dijo Riley—. Excepto que es… —Ella vacil?, y luego encontr? la palabra que estaba buscando—. S?dico. Mientras segu?an en camino, Riley se encontr? recordando el cuerpo tendido sobre la camilla. Se sent?a terrible por el hecho de que la v?ctima tuvo que sufrir tal humillaci?n e indignidad incluso en su muerte. Se pregunt? qu? clase de monstruo podr?a hacerle esto a alguien. Aunque hab?a sentido algo del asesino, sab?a que no a?n no sab?a nada de su mente enferma. Y estaba segura de que no quer?a saber m?s. Pero ?eso es lo que terminar?a haciendo durante este caso, meterse de nuevo en la mente de un asesino? ?Y despu?s qu?? ?As? ser?a su vida por siempre? CAP?TULO OCHO A lo que Riley y Crivaro entraron en el edificio J. Edgar Hoover, todav?a se sent?a horrorizada por la escena del crimen. ?Alguna vez podr?a quit?rsela de encima, especialmente el olor? Durante su viaje, Crivaro le hab?a asegurado a Riley que el olor no hab?a provenido del cuerpo. Justo como Riley hab?a supuesto, hab?a provenido de la basura del carnaval. El cuerpo de Janet Davis no hab?a estado muerto el tiempo suficiente como para producir un gran olor, al igual que los cuerpos asesinados de sus amigas en Lanton. Riley todav?a no hab?a experimentado el hedor de un cad?ver en descomposici?n. Crivaro le hab?a dicho: —Lo sabr?s cuando lo huelas. No era algo que Riley anhelaba. Se pregunt? una vez m?s: «?Qu? estoy haciendo aqu??» Ella y Crivaro tomaron un ascensor a un piso ocupado por decenas de laboratorios forenses. Sigui? Crivaro por un pasillo hasta que llegaron a una habitaci?n con un letrero que dec?a CUARTO OSCURO. Un joven larguirucho y de cabello largo estaba apoyado junto a la puerta. Crivaro se present? y present? a Riley. El hombre asinti? con la cabeza y dijo: —Soy Charlie Barrett, t?cnico forense. Llegaron justo a tiempo. Tom? un descanso a lo que termin? de procesar los negativos de la c?mara que fue encontrada en el parque Lady Bird Johnson. Estaba a punto de imprimir las fotos. Pasen adelante. Charlie camin? con Riley y Crivaro por un corto pasillo alumbrado por luz de color ?mbar. Luego atravesaron una segunda puerta a una habitaci?n inundada de la misma luz extra?a. Lo primero que Riley not? fue el olor penetrante y acre de productos qu?micos. Curiosamente, el olor no le pareci? nada desagradable. En cambio, parec?a casi purificador. Ya no ol?a el hedor de la basura. Adem?s, ya no sent?a tan horrorizada y ten?a menos n?useas. Era un verdadero alivio. Riley mir? a su alrededor, fascinada por todos los equipos sofisticados. Charlie levant? una hoja de papel con filas de im?genes y la examin? a la luz tenue. —Aqu? est?n los negativos —dijo—. Parece que era tremenda fot?grafa. Es una pena lo que le pas?. A lo que Charlie coloc? las tiras de pel?cula sobre una mesa, Riley se dio cuenta de que nunca hab?a estado en un cuarto oscuro antes. Siempre hab?a llevado sus rollos a una farmacia. Ryan y algunos de sus amigos hab?an comprado c?maras digitales hace poco. Esas c?maras no utilizaban pel?cula. El esposo de Janet Davis le hab?a dicho a McCune que su esposa utilizaba dos tipos de c?maras. Tend?a a utilizar una c?mara digital para trabajos profesionales. Pero ella consideraba las tomas del parque trabajo, y ella prefiri? una c?mara de pel?cula para eso. Riley pens? que Charlie tambi?n parec?a ser un artista, un verdadero maestro en lo que estaba haciendo. Eso le hizo preguntarse: «?Esto es un arte en extinci?n?» ?Todo este trabajo h?bil con pel?cula, papel, instrumentos, term?metros, temporizadores, v?lvulas y productos se extinguir?a alg?n d?a? Eso le parec?a triste. Charlie comenz? a imprimir las fotos una por una. Primero, ampli? los negativos sobre una hoja de papel fotogr?fico. Luego, empap? los papeles en varios l?quidos. Luego, los dej? remojando bajo el agua de grifo. Finalmente, Charlie colg? las fotos con clips a un soporte giratorio. Fue un proceso lento y silencioso. El silencio solo fue interrumpido por el sonido del goteo de l?quido, el arrastrar de pies y unas pocas palabras habladas de vez en cuando que parec?an ser susurros reverentes. Simplemente no se sent?a correcto hablar en voz alta aqu?. Riley le pareci? todo este silencio muy relajante despu?s del desorden ruidoso en la escena del crimen de los polic?as luchando para mantener alejados a los periodistas. Riley observ? las fotos revelarse durante varios largos minutos. Las fotograf?as en blanco y negro capturaban una noche tranquila y pac?fica en el parque. Una mostraba un puente peatonal de madera que se extend?a sobre un estrecho paso de agua. Otra parec?a al principio ser una bandada de gaviotas volando, pero cuando la vio mejor se dio cuenta de que los p?jaros formaban parte de una gran estatua. Otra foto mostraba un obelisco de piedra con el Monumento a Washington. Las otras fotos eran de ciclov?as y otros caminos que atravesaban zonas boscosas. Las fotos hab?an sido tomadas en plena puesta del sol, creando sombras grises, halos brillantes y siluetas. Riley ve?a que Charlie hab?a tenido raz?n en decir que Janet hab?a sido excelente fot?grafa. Riley tambi?n percib?a que Janet hab?a conocido bien el parque porque hab?a escogido los lugares donde tomar?a sus fotos con mucha antelaci?n y tambi?n la hora del d?a cuando no habr?a muchos visitantes. Riley no vio ni a una sola persona en ninguna de las fotos. Era como si Janet hubiera tenido el parque para ella sola. Finalmente vio unas fotos de un puerto deportivo, sus muelles, barcos y agua resplandecientes. La foto era muy pac?fica. Riley casi que pod?a o?r el suave chapoteo de agua y los gritos de las aves, casi que pod?a sentir el aire fr?o. Finalmente vio una foto mucho m?s discordante. Tambi?n era del puerto deportivo ya que distingu?a algunas d?rsenas y barcos. Pero todo lo dem?s estaba borroso, ca?tico y confuso. Riley entendi? lo que debi? haber sucedido justo cuando tom? esa foto. «El asesino arranc? el arma de su mano», pens?. Riley ten?a el coraz?n en la garganta. Sab?a que la foto hab?a captado el instante en el que el mundo de Janet Davis cambi? para siempre. En una fracci?n de segundo, esa tranquilidad y belleza se hab?a convertido en fealdad y terror. CAP?TULO NUEVE Mientras Riley miraba la foto borrosa, se pregunt?: «?Qu? sucedi? despu?s?» Despu?s de que se le cay? la c?mara, ?qu? le pas?? ?Luch? contra su agresor hasta que la someti? y la at?? ?Estuvo consciente durante todo su calvario? ?O perdi? el conocimiento all? mismo cuando tom? la fotograf?a? ?Se despert? en los momentos finales? «Tal vez no importa», pens? Riley. Record? que el m?dico forense hab?a dicho que era probable que Janet hab?a muerto de una sobredosis de anfetaminas. Si eso era cierto, realmente hab?a muerto de miedo. Y ahora Riley estaba mirando el momento en el que su calvario hab?a comenzado. Se estremeci? ante ese pensamiento. Crivaro se?al? la foto y le dijo a Charlie: —Ampl?a todo. Todas las fotograf?as, cada cent?metro cuadrado. Charlie se rasc? la cabeza y le pregunt?: —?Qu? est?s buscando? —Personas —dijo Crivaro. —Cualquiera que puedas encontrar. Janet Davis parece haber cre?do que estaba sola, pero no fue as?. Alguien estuvo acech?ndola. Tal vez lo capt? en alguna de las fotos sin darse cuenta. Si encuentras a cualquier persona, ampl?ala lo m?s que puedas. Aunque no lo dijo en voz alta, Riley se sent?a esc?ptica. «?Encontrar? a alguien?», se pregunt?. Ten?a la sensaci?n de que el asesino era demasiado sigiloso como para dejarse fotografiar por accidente. Dudaba que esta b?squeda microsc?pica de las fotos revelara alg?n rastro de ?l. En ese momento, el tel?fono de Crivaro son? en su bolsillo. Dijo: —Eso tiene que ser McCune. Riley y Crivaro salieron del cuarto oscuro y Crivaro se alej? para tomar la llamada. Se ve?a emocionado por lo que McCune le estaba diciendo. Cuando finaliz? la llamada, le dijo a Riley: —McCune localiz? la tienda de disfraces donde Janet Davis tom? las fotos. Est? en camino y nos encontraremos con ?l all?. V?monos. * Cuando Crivaro se detuvo en la tienda llamada Disfraces Romp, vieron que el agente McCune ya hab?a llegado. Se sali? de su veh?culo y se encontr? con Riley y Crivaro en la entrada. Al principio, Riley pens? que era una tienda modesta. Las ventanas delanteras estaban llenas de disfraces de vampiros, momias y hasta vestidos de gala antiguos. Tambi?n vio un disfraz del t?o Sam para el pr?ximo cuatro de julio. Cuando entr? con Crivaro y McCune, le sorprendi? lo grande que era la tienda de ladrillo, repleta de cientos de disfraces, m?scaras y pelucas. Ver todo eso le quit? el aliento. Ve?a disfraces de piratas, monstruos, soldados, pr?ncipes y princesas, animales salvajes y dom?sticos, extraterrestres y cualquier otro tipo de personaje imaginable. Le pareci? incre?ble. Despu?s de todo, Halloween solo era una vez al a?o. ?Realmente exist?a un mercado para todos estos disfraces durante el resto del a?o? En tal caso, ?qu? querr?an hacer las personas con ellos? «Asistir a muchas fiestas de disfraces, supongo», pens?. Luego pens? que esto no deber?a sorprenderle, considerando todas las cosas que hab?a visto hoy. En un mundo en el que suced?an estas cosas terribles, no era de extra?ar que la gente quer?a escapar a mundos de fantas?a. Asimismo, no era sorprendente que una fot?grafa talentosa como Janet Davis gozar?a de tomar fotograf?as aqu?, en medio de tanta diversidad. De seguro utiliz? c?mara de pel?cula aqu?, no una c?mara digital. Las m?scaras de monstruos y los disfraces recordaban a Riley a un programa de televisi?n que hab?a disfrutado durante los ?ltimos a?os: la historia de una adolescente que mataba vampiros y otros tipos de demonios. Sin embargo, ?ltimamente ese programa ya no le estaba agradando mucho. Despu?s de descubrir su propia capacidad de meterse en la mente de un asesino, la historia de una chica con poderes y grandes obligaciones ahora parec?a ser demasiado real para ella. Riley, Crivaro y McCune miraron a su alrededor, pero no vieron a nadie. McCune dijo: —Hola, ?hay alguien aqu?? Un hombre sali? desde detr?s de uno de los percheros. —?Qu? se les ofrece? —pregunt?. El hombre era bastante sorprendente. Era alto y extremadamente delgado, vestido con una camiseta manga larga. Tambi?n llevaba anteojos con una enorme nariz blanca, cejas pobladas y bigote. Obviamente algo desconcertados, Crivaro y McCune sacaron sus placas, se presentaron y presentaron a Riley. Vi?ndose nada sorprendido por esta visita del FBI, el hombre se present? como Danny Casal, el due?o del negocio. —Ll?menme Danny —les dijo. Riley estaba esperando que se quitara los anteojos de disfraz. Pero a lo que lo mir? m?s de cerca, se dio cuenta de que eran anteojos correctores. Tambi?n ten?an cristales bastante gruesos. Por lo visto, Danny Casal llevaba estos anteojos todo el tiempo, y seguramente ser?a muy miope sin ellos. McCune abri? una carpeta de manila y dijo: —Tenemos fotos de dos mujeres. Necesitamos saber si las ha visto antes. Sus cejas, nariz y bigote falso se movieron cuando asinti? con la cabeza. Parec?a un hombre demasiado serio como para estar llevando tal atuendo. McCune sac? una foto y la sostuvo para que el due?o de la tienda la viera. Danny mir? la foto a trav?s de sus anteojos. ?l dijo: —Ella no es una clienta habitual. No puedo garantizarles que nunca ha venido a la tienda, pero no la reconozco. —?Est? seguro? pregunt? McCune. —S?. —?El nombre Margo Birch significa algo para usted? —Creo que escuch? su nombre en las noticias. No estoy seguro. McCune sac? otra foto y pregunt?: —?Y esta mujer? Creemos que estuvo aqu? tomando fotos. Riley tambi?n mir? la foto de cerca. Estaba segura de que se trataba de Janet Davis. Era la primera vez que ve?a su rostro vivo, sonriente y sin pintar. En esta foto, estaba feliz e inconsciente del terrible destino que le esperaba. —Ah, s? —dijo Casal—. Estuvo aqu? no se hace mucho. Creo que se llamaba Janet. —S?, Janet Davis —dijo Crivaro. —Es bastante agradable. Tambi?n ten?a una excelente c?mara. A m? me encanta la fotograf?a. Se ofreci? a pagarme para que la dejara tomar fotos aqu?, pero yo no acept?. Me sent? halagado de que mi tienda le pareci? un buen lugar para tomar fotos. —Casal inclin? la cabeza, mir? a sus visitantes y dijo—: Supongo que no vinieron porque tienen buenas noticias sobre ella. ?Est? en peligro? Crivaro dijo: —Me temo que fue asesinada. Ambas mujeres, de hecho. —?En serio? —dijo Casal—. ?Cu?ndo? —Margo Birch fue encontrada muerta hace cinco d?as. Janet Davis fue asesinada anteanoche. —Vaya —dijo Casal—. Lo lamento mucho. Riley apenas not? cambios en su tono de voz o expresi?n facial. McCune cambi? de t?ctica. Pregunt?: —?Usted vende disfraces de payaso? —Por supuesto —dijo Casal—. ?Por qu? lo pregunta? McCune sac? otra foto de su carpeta bruscamente. Riley estuvo a punto de jadear cuando la vio. Mostraba a otra mujer muerta disfrazada de payasa. Estaba explayada al lado de un contenedor de basura en un callej?n. El disfraz era similar al que Janet Davis, la v?ctima que hab?a sido encontrada en el parque esta ma?ana, llevaba puesto: de tela desgastada con botones enormes. Pero los colores y patrones eran un poco diferentes, as? como tambi?n el maquillaje. «Margo Birch… —pens? Riley—. As? fue encontrada.» McCune le pregunt? a Casal: —?Usted vende disfraces como este? Riley vio que Crivaro ten?a el ce?o fruncido. McCune obviamente estaba probando a Casal, viendo su reacci?n a la foto. Sin embargo, Crivaro parec?a no estar de acuerdo con la t?ctica. Pero al igual que McCune, Riley tambi?n ten?a curiosidad. Casal se volvi? para mirar a Riley. No pod?a leer su expresi?n. Adem?s de las cejas pobladas y el bigote, ahora ve?a cu?n gruesos eran sus cristales. A pesar de que definitivamente estaba haciendo contacto visual con ella, no parec?a. Refractado a trav?s de los cristales, sus ojos parec?an estar mirando otro lugar. «Es como si estuviera usando una m?scara», pens? Riley. —?Esta es la se?orita Davis? —le pregunt? Casal a Riley. Riley neg? con la cabeza y dijo: —No. Pero el cuerpo de Janet Davis fue encontrado en una condici?n similar esta ma?ana. A?n sin cambiar su tono de voz, Casal le dijo a McCune: —En respuesta a su pregunta, s?, vendemos este disfraz aqu?. Condujo a sus visitantes a un gran estante lleno de disfraces de payaso. A Riley le sorprendi? cu?ntos hab?a. Mientras Casal rebuscaba entre los disfraces, dijo: —Como se puede ver, hay varios tipos de payasos. Por ejemplo, est? el «vagabundo», con un sombrero y zapatos desgastados, maquillaje cubierto de holl?n, una mueca triste y un rastrojo pintado. El equivalente femenino es a menudo una vagabunda. —Se traslad? al grupo de los disfraces m?s abigarrados—. Tambi?n est? el «augusto» un payaso tradicional europeo, m?s un tramposo que un vagabundo. Lleva una nariz roja y ropa dispareja. Es torpe y astuto a la vez. —Luego rebusc? entre algunos disfraces blancos. Algunos de ellos llevaban lentejuelas—. Y aqu? tenemos el cara blanca europeo cl?sico, el «Pierrot», listo, elegante, inteligente, siempre en control. Su maquillaje es simple. Es completamente blanco, con los rasgos pintados en rojo o negro, como un mimo, y a menudo lleva un sombrero c?nico. Es una figura de autoridad, a menudo el jefe de augusto… y no es un jefe muy agradable. No es de extra?ar, sin embargo, ya que augusto se burla mucho de ?l. —Luego se movi? a decenas de otros disfraces—. Aqu? tenemos muchos payasos diferentes basados en polic?as, criadas, mayordomos, m?dicos y bomberos. Pero aqu? est? el que ustedes est?n buscando. Les mostr? a sus visitantes una fila de disfraces de colores brillantes que sin duda recordaban a Riley a las v?ctimas en la foto y el campo. —Este es el «cara blanca grotesco» —dijo. Esa palabra llam? la atenci?n de Riley. Grotesco. S?, desde luego eso describ?a lo que el asesino le hab?a hecho al cuerpo de Janet Davis. Êîíåö îçíàêîìèòåëüíîãî ôðàãìåíòà. Òåêñò ïðåäîñòàâëåí ÎÎÎ «ËèòÐåñ». Ïðî÷èòàéòå ýòó êíèãó öåëèêîì, êóïèâ ïîëíóþ ëåãàëüíóþ âåðñèþ (https://www.litres.ru/pages/biblio_book/?art=43691807&lfrom=688855901) íà ËèòÐåñ. Áåçîïàñíî îïëàòèòü êíèãó ìîæíî áàíêîâñêîé êàðòîé Visa, MasterCard, Maestro, ñî ñ÷åòà ìîáèëüíîãî òåëåôîíà, ñ ïëàòåæíîãî òåðìèíàëà, â ñàëîíå ÌÒÑ èëè Ñâÿçíîé, ÷åðåç PayPal, WebMoney, ßíäåêñ.Äåíüãè, QIWI Êîøåëåê, áîíóñíûìè êàðòàìè èëè äðóãèì óäîáíûì Âàì ñïîñîáîì.
Íàø ëèòåðàòóðíûé æóðíàë Ëó÷øåå ìåñòî äëÿ ðàçìåùåíèÿ ñâîèõ ïðîèçâåäåíèé ìîëîäûìè àâòîðàìè, ïîýòàìè; äëÿ ðåàëèçàöèè ñâîèõ òâîð÷åñêèõ èäåé è äëÿ òîãî, ÷òîáû âàøè ïðîèçâåäåíèÿ ñòàëè ïîïóëÿðíûìè è ÷èòàåìûìè. Åñëè âû, íåèçâåñòíûé ñîâðåìåííûé ïîýò èëè çàèíòåðåñîâàííûé ÷èòàòåëü - Âàñ æä¸ò íàø ëèòåðàòóðíûé æóðíàë.