Íó âîò è òû øàãíóëà â ïóñòîòó,  "ðàçâåðçñòóþ" ïóãàþùóþ áåçäíó. Äûøàòü íåâìî÷ü è æèòü íåâìîãîòó. Èòîã æåñòîê - áîðîòüñÿ áåñïîëåçíî. Ïîñëåäíèé øàã, óäóøüå è èñïóã, Âíåçàïíûé øîê, æåëàíèå âåðíóòüñÿ. Íî âûáîð ñäåëàí - è çàìêíóëñÿ êðóã. Òâîé íîâûé ïóòü - çàñíóòü è íå ïðîñíóòüñÿ. Ëèöî Áîãèíè, ïîëóäåòñêèé âçãëÿ

Arena Dos

Arena Dos Morgan Rice Trilog?a De Supervivencia #2 Adictivo.. ARENA UNO, es uno de esos libros que lees en la noche hasta que ves bizco porque no quieres soltarlo. –The Dallas ExaminerDe la autora n?mero uno en ventas, Morgan Rice, llega el Libro Dos de LA TRILOG?A DE SUPERVIVENCIA, una trilog?a de ficci?n dist?pica. Habiendo escapado de la isla traicionera que una vez fue Manhattan, Brooke, Ben, Logan, Bree y Rose van por el R?o Hudson en una lancha robada, con poco combustible, poca comida y necesitando desesperadamente refugiarse del fr?o. Pisando sus talones van los tratantes de esclavos, que no se detendr?n por nada hasta capturarlos y llevarlos de regreso. A medida que se abren camino r?o arriba en este thriller post apocal?ptico lleno de acci?n, en su camino para tratar de encontrar la m?tica ciudad de Canad?, tendr? que utilizar todas sus habilidades e ingenio y de supervivencia, para mantenerse con vida. En el camino se encontrar?n con los supervivientes enloquecidos, bandas errantes de depredadores, can?bales, animales salvajes, un p?ramo desolado y una tormenta de nieve imparable. Ellos sufren lesiones, enferman, y el Hudson se congela y hacen todo lo posible para salvar lo que pueden y evitar la persecuci?n de los tratantes de esclavos. Ellos encuentran una peque?a isla y piensan que han encontrado un respiro, hasta que los acontecimientos no les favorecen. No es hasta que se suben a un misterioso tren a sin rumbo, que encuentran que las cosas siempre pueden empeorar. En el camino, los sentimientos de Brooke por Logan se intensifican, as? como sus sentimientos hacia Ben. Indecisa entre estos dos j?venes, atrapada entre sus celos, no est? segura de sus sentimientos – hasta que los sucesos eligen por ella. Al encontrarse arrojados de nuevo en una Arena, se sorprenden al descubrir que la Arena Dos es a?n peor. Lanzados a una etapa de lucha b?rbara, equipados con armas, enfrentados a otros adolescentes y en contra de ellos mismos, Brooke y los dem?s se ver?n obligados a elegir lo que es importante y a hacer los sacrificios m?s dif?ciles de sus vidas. Porque en Arena Dos, nadie sobrevive. Jam?s. "Llam? mi atenci?n desde el principio y no lo solt?. La historia es una aventura sorprendente, de ritmo r?pido y llena de acci?n desde el principio. No hay un momento aburrido". –Paranormal Romance Guild {acerca de Turned} Morgan Rice ARENA TWO ALGUNAS OPINIONES ACERCA DE LAS OBRAS DE MORGAN RICE “Me llam? la atenci?n desde el principio y no dej? de leerlo… Esta historia es una aventura incre?ble, de ritmo r?pido y llena de acci?n desde su inicio.  No hay un momento aburrido”. –-Paranormal Romance Guild {con respecto a Turned} “Tiene una trama estupenda y este libro en especial es de los que le costar? trabajo dejar de leer en la noche.  El final en suspenso es tan espectacular, que inmediatamente querr? comprar el siguiente libro, solamente para ver qu? sigue”. –-The Dallas Examiner {referente a Loved} “Es un libro equiparable a Twilight y The Vampire Diaries, (Diario de un Vampiro), y har? que quiera seguir leyendo ?hasta la ?ltima p?gina! Si le gusta la aventura, el amor y los vampiros, ?este libro es para usted!”. –-vampirebooksite.com {con respecto a Turned} "Es una historia ideal para los lectores j?venes. Morgan Rice hizo un buen trabajo dando un giro interesante a lo que pudo haber sido un t?pico cuento de vampiros. Innovador y singular, tiene los elementos cl?sicos que se encuentran en muchas historias paranormales para adultos j?venes". –-Rese?a de The Romance {referente a Turned} "Rice hace un gran trabajo para captar su atenci?n desde el principio, al utilizar una gran calidad descriptiva que va m?s all? de la simple descripci?n de la ambientaci?n… Bien escrito y sumamente r?pido de leer, es un buen comienzo para una nueva serie sobre vampiros, que seguramente ser? un ?xito entre los lectores que buscan una historia ligera, pero entretenida". –-Rese?a de Black Lagoon {respecto a Turned} “Lleno de acci?n, romance, aventura y suspenso. Este libro es una maravillosa adici?n a esta saga y lo dejar? deseando m?s de Morgan Rice". –-vampirebooksite.com {respecto a Loved} “Morgan Rice se demuestra a s? misma una vez m?s, que es una narradora de gran talento… Esto atraer? a una gran audiencia, incluyendo a los aficionados m?s j?venes, del g?nero de los vampiros y de la fantas?a.  El final de suspenso inesperado lo dejar? estupefacto". –-RESE?AS DE THE ROMANCE {respecto a Loved} Acerca de Morgan Rice Morgan es la escritora n?mero uno de bestsellers de las series para adultos j?venes de THE VAMPIRE JOURNALS, (DIARIO DE UN VAMPIRO) que comprende ocho libros, que han sido traducidos a seis idiomas. Morgan tambi?n es autora del libro bestseller #1: ARENA UNO y ARENA DOS, que son los primeros dos libros de la TRILOG?A DE SUPERVIVENCIA, una novela de suspenso, de acci?n apocal?ptica, ambientada en el futuro. Morgan tambi?n es autora de la serie de fantas?a, bestseller # 1 de THE SORCERER’S RING, (EL ANILLO DEL HECHICERO), que comprende seis libros, y siguen sum?ndose. A Morgan le encantar?a tener comunicaci?n con usted, as? que visite www.morganricebooks.com (http://www.morganricebooks.com/) para mantenerse en contacto. ?Escucha! (https://itunes.apple.com/es/audiobook/arena-one-slaverunners-survival/id644803253?uo=4) Libros de Morgan Rice THE SORCERER’S RING (EL ANILLO DEL HECHICERO) A QUEST OF HEROES (Libro #1 del Anillo del Hechicero) A MARCH OF KINGS (Libro #2 del Anillo del Hechicero) A FEAST OF DRAGONS (Libro #3 del Anillo del Hechicero) A CLASH OF HONOR (Libro #4 del Anillo del Hechicero) A VOW OF GLORY (Libro #5 del Anillo del Hechicero) A CHARGE OF VALOR (Libro #6 del Anillo del Hechicero) A RITE OF SWORDS (Libro #7 del Anillo del Hechicero) A GRANT OF ARMS (Libro #8 del Anillo del Hechicero) A SKY OF SPELLS (Libro #9 del Anillo del Hechicero) A SEA OF SHIELDS (Libro #10 del Anillo del Hechicero) A REIGN OF STEEL (Libro #11 del Anillo del Hechicero) THE SURVIVAL TRILOGY (LA TRILOG?A DE SUPERVIVENCIA) ARENA ONE (ARENA UNO): SLAVERUNNERS (TRATANTES DE ESCLAVOS) (Libro #1 de la Trilog?a de Supervivencia) ARENA TWO  (ARENA DOS) (Libro #2 de la Trilog?a de Supervivencia) THE VAMPIRE JOURNALS (DIARIO DE UN VAMPIRO) TURNED (Libro #1 del Diario de un Vampiro) LOVED (Libro #2 del Diario de un Vampiro) BETRAYED (Libro #3 del Diario de un Vampiro) DESTINED (Libro #4 del Diario de un Vampiro) DESIRED (Libro #5 del Diario de un Vampiro) BETROTHED (Libro #6 del Diario de un Vampiro) VOWED (Libro #7 del Diario de un Vampiro) FOUND (Libro #8 del Diario de un Vampiro) RESURRECTED (Libro #9 del Legado de un Vampira) CRAVED (Libro #10 of del Legado de un Vampiro) Derechos Reservados © 2012 por Morgan Rice Todos los derechos reservados.  A excepci?n de lo permitido por la Ley de Derechos de Autor de EE.UU de 1976, ninguna parte de esta publicaci?n puede ser reproducida, distribuida o transmitida en forma o medio alguno ni almacenada en un sistema de base de datos o de recuperaci?n de informaci?n, sin la autorizaci?n previa de la autora. Este libro electr?nico est? disponible solamente para su disfrute personal.  Este libro electr?nico no puede ser revendido ni regalado a otras personas.  Si usted desea compartir este libro con otra persona, tiene que adquirir una copia adicional para cada beneficiario.  Si usted est? leyendo este libro y no lo compr? o no se compr? solamente para su uso, por favor devu?lvalo y compre su propia copia.  Gracias por respetar el trabajo de esta escritora. Esta es una obra de ficci?n.  Los nombres, personajes, empresas, organizaciones, lugares, eventos e incidentes son producto de la imaginaci?n de la autora o son usados ficticiamente.  Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, es solo coincidencia “Los cobardes mueren muchas veces antes de sus muertes; Los valientes s?lo prueban la muerte una vez. De todas las maravillas que he escuchado, Me parece m?s extra?o que los hombres deban temer, Viendo que la muerte es un fin necesario, Que llegar? cuando tenga que llegar”.     --Shakespeare, Julio C?sar UNO Hay d?as en la vida que parecen perfectos. Hay otros en los que una cierta quietud cubre al mundo, cuando la calma nos cobija tanto que uno se siente como si pudiera desaparecer, cuando uno tiene una sensaci?n de paz, que es inmune a todas las preocupaciones del mundo. En que somos inmunes al miedo.  Al ma?ana. Puedo contar momentos como estos con una sola mano. Y ?ste es uno de ellos. Tengo trece a?os, Bree tiene seis y estamos en una playa de arena fina y suave. Pap? sostiene mi mano, y mam? la de Bree, y los cuatro vayamos por la arena caliente, rumbo al mar.  El fresco roc?o de las olas le sienta bien a mi cara, disminuyendo el calor de este d?a de agosto.  Las olas se estrellan alrededor nuestro y pap? y mam? est?n riendo, sin preocupaciones.  Nunca los hab?a visto tan relajados.  Los sorprendo mir?ndose con mucho amor y fijo esa imagen en mi mente.  Es una de las pocas veces que los he visto tan felices juntos y no quiero olvidarlo.  Bree grita en ?xtasis, emocionada por el choque de las olas, que est?n en su pecho, en el tir?n de la resaca, que llega hasta sus muslos.  Mam? la sujeta con fuerza y pap? me aprieta la mano, conteni?ndonos del tir?n del mar. “?UNA! ?DOS! ?TRES!”, grita pap?. Soy levantada en el aire mientras pap? tira de mi mano y mam? la de Bree. Subo alto sobre una ola y grito cuando la paso y se estrella detr?s de m?. Me sorprende que pap? pueda estar ah? parado,  tan fuerte como una roca, aparentemente ajeno a la fuerza de la naturaleza. Mientras me hundo en el mar, entro en ?l, impactada por el agua fr?a en mi pecho. Aprieto la mano de pap? con m?s fuerza, cuando regresa la resaca, y nuevamente me sostiene con firmeza. Siento en ese momento que me proteger? de todo, por siempre. Se estrella una ola tras otra, y por primera vez desde que recuerdo, mam? y pap? no tienen prisa.  Nos levantan una y otra vez, Bree grita con m?s alegr?a que nunca.  No s? cu?nto tiempo ha pasado en este estupendo d?a de verano, en esta playa tranquila, bajo un cielo sin nubes, el roc?o golpeando mi cara.  No quiero que el sol se oculte nunca, no quiero que nada de esto cambie.  Quiero estar aqu?, as?, por siempre.  Y en este momento, siento que podr?a suceder. Abro mis ojos lentamente, desorientada por lo que veo frente a m?. No estoy en el mar, sino que estoy sentada en el asiento del pasajero de una lancha de motor, yendo a toda velocidad r?o arriba.  No es verano, sino invierno y las orillas est?n revestidas de nieve. Frente a nosotros flotan ocasionalmente, pedazos de hielo.  Mi cara recibe el roc?o del agua, pero no es el roc?o fr?o de las olas del mar de verano, sino el roc?o helado del congelado Hudson en invierno.  Pesta?eo varias veces hasta que me doy cuenta de que no es una ma?ana de verano, sino una tarde nublada de invierno. Trato de pensar qu? fue lo que pas?, c?mo cambi? todo. Estoy sentada, sintiendo escalofr?o y miro a mi alrededor, poni?ndome en guardia de inmediato.   Que yo recuerde, no hab?a dormido a la luz del d?a, desde que recuerdo, y me sorprende. Me oriento r?pidamente y veo a Logan, de pie, impasible, detr?s del tim?n, con los ojos fijos en el r?o, navegando por el Hudson.  Volteo y veo a Ben, con la cabeza entre sus manos, mirando al r?o, perdido en su propio mundo. Al otro lado de la lancha est? Bree, sentada, con los ojos cerrados, reclinada hacia atr?s en su asiento, y su nueva amiga Rose, acurrucada, dormida en su hombro.  Sentada en su regazo est? nuestra nueva mascota, la perrita Chihuahua tuerta, dormida. Tambi?n me sorprende haberme permitido dormir, pero cuando miro hacia abajo y veo la botella medio vac?a de champa?a en mi mano, me doy cuenta de que el alcohol, que no hab?a tomado en a?os, debe haberme dejado fuera de combate— eso, junto con tantas noches sin dormir y tantos d?as de descarga de adrenalina. Mi cuerpo est? tan golpeado, tan dolorido y magullado, que debe haberse quedado dormido por s? mismo.  Me siento culpable: nunca dejo a Bree sin mi supervisi?n. Pero mientras miro a Logan, su presencia es tan fuerte, que me doy cuenta de que debo haberme sentido lo suficientemente segura con ?l, que por eso lo hice.  En cierta forma, es como tener a pap? otra vez conmigo.  ?Ser? por eso que so?? con ?l? “Me da gusto que hayas regresado”, se oye la voz grave de Logan. ?l dirige la mirada hacia m?, con una sonrisita en la comisura de sus labios. Me inclino hacia adelante, contemplando el r?o frente a nosotros, al pasar por ?l como si fuera mantequilla.  El rugido del motor es ensordecedor, y la lancha recorre la corriente, movi?ndose hacia arriba y hacia abajo con un movimiento sut?l, meci?ndose un poquito. El roc?o helado golpea directamente mi cara y miro hacia abajo y veo que todav?a traigo la misma ropa que he estado usando durante varios d?as.  La ropa est? pr?cticamente pegada a mi piel, cubierta de sudor y sangre y mugre —y ahora h?meda por el roc?o.  Estoy mojada, con fr?o y hambre.  Dar?a lo que fuera por darme un ba?o caliente, tomar chocolate caliente, tener una chimenea encendida, y cambiarme de ropa. Veo al horizonte: el Hudson parece un vasto y amplio mar. Nos mantenemos en el centro, lejos de ambas costas; Logan sabiamente nos mantiene lejos de depredadores potenciales. Me acuerdo y de inmediato miro hacia atr?s, buscando cualquier se?al de los tratantes de esclavos.  No veo ninguno. Miro hacia atr?s buscando cualquier se?al de alguna lancha en el horizonte, frente a nosotros.  Nada. Exploro las costas, buscando cualquier se?al de actividad.  Nada.  Es como si tuvi?ramos el mundo para nosotros solamente. Es reconfortante e inh?spito, al mismo tiempo. Lentamente, bajo la guardia.  Siento como si hubiera dormido por mucho tiempo, pero por la posici?n del sol en el cielo, solamente es media tarde.  No pude haber estado dormida m?s de una hora, cuando mucho. Miro alrededor buscando alg?n punto de referencia. Despu?s de todo, estamos cerca de volver a casa.  Pero no veo nada. “?Cu?nto tiempo dorm??”, le pregunto a Logan. Se encoge de hombros. “Tal vez una hora”. Una hora, pienso. Parece una eternidad. Reviso el indicador de combustible y est? medio vac?o. Eso no es un buen augurio. “?Ves combustible por alg?n lado?”, le pregunto. Al momento de hacer la pregunta, me doy cuenta de que es una tonter?a. Logan me mira, como diciendo: ?preguntas en serio? Desde luego que si hubiera visto alg?n dep?sito de combustible, ya lo habr?a utilizado. “?D?nde estamos?”, pregunto. “Estos son tus rumbos”, contesta. “Iba a preguntarte lo mismo”. Exploro el r?o nuevamente, pero a?n no puedo reconocer nada. Eso es lo que pasa con el Hudson—que es tan amplio y se extiende enormemente, que es muy f?cil perder la orientaci?n. “?Por qu? no me despertaste?”, pregunto. “?Para qu?? Necesitabas dormir”. No s? qu? m?s decirle. Eso es lo que pasa con Logan: me agrada, y siento que le gusto, pero no creo que tengamos mucho que decirnos. No ayuda el hecho de que es reservado, y de que yo tambi?n lo soy. Continuamos en silencio, el agua blanca batiendo por debajo de nosotros y me pregunto ?cu?nto tiempo m?s podremos avanzar? ?Qu? haremos cuando se nos acabe el combustible? A lo lejos, veo algo en el horizonte.  Parece una especie de estructura en el agua. Primero me pregunto si es una visi?n, pero despu?s Logan estira el cuello, alerta, y me doy cuenta de que ?l tambi?n debe verlo. “Creo que es un puente”, dice. “Un puente ca?do”. Me doy cuenta de que tiene raz?n.  Acerc?ndose m?s est? un alt?simo pedazo de metal retorcido, imponente, sobresaliendo del agua, como si fuera un monumento al infierno. Recuerdo que este puente antes atravesaba bellamente el r?o; ahora es un enorme mont?n de chatarra, que se zambulle en ?ngulos dentados en el agua. Logan reduce la velocidad de la lancha, el motor se aquieta a medida que nos acercamos.  Nuestra velocidad baja y la lancha se mece fuertemente. El metal dentado sobresale en todas direcciones y Logan navega, maniobrando la lancha a la izquierda y a la derecha, creando su propio sendero. Miro hacia arriba conforme avanzamos hacia los restos del puente, que emerge sobre nosotros. Parece que se eleva cientos de metros de altura, como testimonio de lo que fue la humanidad, antes de empezarnos a matar unos a otros. “El Puente Tappan Zee”, comento. “Estamos una hora al norte de la ciudad. Llevamos una buena ventaja sobre ellos, si nos persiguen”. “Nos est?n persiguiendo”, dice ?l. “De eso puedes estar segura”. Lo miro. “?C?mo puedes estar tan seguro?”. “Los conozco. Ellos nunca olvidan”. Al pasar por el ?ltimo pedazo de metal, Logan aumenta la velocidad y me inclino hacia atr?s cuando aceleramos. “?Qu? tan lejos crees que est?n de nosotros?”, pregunto. ?l mira hacia el horizonte, impasible. Finalmente, se encoge de hombros. “Es dif?cil saberlo. Depende del tiempo que les tome reunir a las tropas. La nieve es espesa, lo cual es bueno para nosotros.  ?Unas tres horas? Tal vez seis, si corremos con suerte. Lo bueno es que esta lancha es r?pida.  Creo que podemos escapar de ellos, mientras tengamos combustible”. “Pero no lo tenemos”, digo, se?alando lo obvio. “Salimos con tanque lleno—ya gastamos la mitad.  Se nos acabar? en unas cuantas horas.  Canad? queda muy lejos.  ?C?mo sugieres que encontremos combustible?”. Logan se queda mirando al agua, pensando. “No tenemos elecci?n”, dice. “Tenemos que conseguirlo. No tenemos otra alternativa.  No podemos detenernos”. “Tendremos que descansar en alg?n momento”, digo. “Vamos a necesitar comida y un lugar d?nde dormir.  No podemos quedarnos afuera, con este clima, todo el d?a y toda la noche”. “Ser? mejor morir de hambre y congelarnos, que ser atrapados por los tratantes de esclavos”, dice ?l. Pienso en la casa de pap?, r?o arriba. Vamos a pasar cerca de ella. Recuerdo mi promesa a mi vieja perra, Sasha, de enterrarla. Tambi?n pienso en toda la comida que hay all? arriba, en la caba?a de piedra—podemos rescatarla y nos podr?a mantener durante varios d?as. Pienso en todas las herramientas que hay en el garaje de pap?, en todas las cosas que podemos utilizar. Y ni qu? decir de la ropa adicional, mantas y f?sforos. “Quiero hacer una parada”. Logan voltea a verme como si estuviera loca. Noto que no le gusta esto. “?De qu? hablas?”. “De la casa de mi pap?. En Catskill. Est? una hora al norte de aqu?. Quiero que nos detengamos ah?. Hay muchas cosas que podemos rescatar. Cosas que necesitaremos. Por ejemplo, la comida. Y…”, hago una pausa, “quiero enterrar a mi perra”. “?Enterrar a tu perra?”, pregunta, alzando la voz. “?Est?s loca? ?Quieres que nos maten a todos por eso?”. “Se lo promet? a ella”, le digo. “?Lo prometiste?”, responde. “?A tu perra? ?A tu perra muerta? Debes estar bromeando”. Sostengo la mirada y se da cuenta r?pidamente de que no estoy bromeando. “Si prometo algo, lo cumplo. Te enterrar?a, si te lo hubiera prometido”. ?l niega con la cabeza. “Escucha”, digo con firmeza. “Quer?as ir a Canad?. Podr?amos haber ido a cualquier lugar. Ese era tu sue?o. No el m?o. ?Qui?n sabe si existe siquiera esa ciudad? Te estoy siguiendo en tu capricho. Y esta lancha no es solo tuya. S?lo quiero detenerme en la casa de mi pap?. Buscar algunas cosas que necesitamos y enterrar a mi perra. No tardaremos. Llevamos una gran ventaja sobre los tratantes de esclavos. Adem?s de que tenemos un peque?o bote de combustible all?.  No es mucho, pero nos servir?”. Logan niega lentamente con su cabeza. “Preferir?a no ir por ese combustible y no correr tal riesgo.  Est?s hablando de las monta?as. Est?s hablando de unos treinta y dos kil?metros hacia el interior, ?cierto? ?C?mo supones que llegaremos ah? una vez que atraquemos? ?Caminando?” “Yo s? d?nde hay un viejo veh?culo. Es una camioneta destartalada. Es solamente una estructura oxidada, pero funciona, y tiene suficiente combustible para llevarnos all? y regresarnos. Est? escondida cerca de la orilla del r?o. El r?o nos llevar? directamente hacia ?l.  La camioneta nos llevar? arriba y nos regresar?. Ser? r?pido. Y despu?s podemos continuar nuestro largo viaje a Canad?. Y vamos a estar mejor”. Logan mira fijamente al agua, en silencio, durante mucho tiempo, con los pu?os apretados firmemente en el tim?n. Finalmente, dice: “como quieras. Es la vida de ustedes la que arriesgan. Pero yo me quedar? en la lancha.  Tienes dos horas.  Si no regresas a tiempo, me ir?”. Me aparto de ?l y miro al agua, presa de rabia. Yo quer?a que ?l me acompa?ara. Creo que solo est? preocupado por ?l mismo, y eso me decepciona.  Pens? que era una mejor persona. “?Entonces s?lo te interesa tu bienestar, no?”, le pregunto. Tambi?n me preocupa que no quiera acompa?arme a casa de mi pap?; no hab?a pensado en eso.  S? que Ben no querr? venir y me hubiera gustado tener ayuda. No importa. Sigo decidida a cumplir la promesa que hice, y la cumplir?.  Con o sin ?l. ?l no contesta y noto que est? molesto. Miro hacia el agua, tratando de evitar verlo.  Mientras el agua se agita en medio del constante zumbido del motor, me doy cuenta de que estoy enojada y no solamente porque me siento decepcionada de ?l, sino porque me hab?a empezado a gustar, porque contaba con ?l. No hab?a dependido de nadie desde hac?a mucho tiempo.  Es un sentimiento aterrador, tener que depender de alguien otra vez y me siento traicionada. “?Brooke?” Me siento contenta al escuchar el sonido de una voz conocida, y giro para ver a mi hermana que ya ha despertado.  Rose tambi?n despierta.  Ellas dos son como dos gotas de agua, como la extensi?n de una persona. Todav?a me cuesta creer que Bree est? aqu? conmigo otra vez.  Es como un sue?o. Cuando se la llevaron, una parte de m? estaba segura de que nunca la volver?a a ver con vida. Cada momento que estoy con ella, siento que me han dado una segunda oportunidad, y me siento m?s decidida que nunca a ver por ella. “Tengo hambre”, dice Bree, frotando sus ojos con el dorso sus manos. Pen?lope tambi?n se sienta, en el regazo de Bree. No deja de temblar y levanta el ojo bueno y me mira, como si tambi?n tuviera hambre. “Estoy congelada”, dice Rose, frotando sus hombros. Ella s?lo lleva una blusa delgada y me siento terriblemente mal por ella. Entiendo. Yo tambi?n muero de hambre y me congelo. Mi nariz est? roja y apenas puedo sentirla. Lo que encontramos en la lancha estuvo riqu?simo, pero no satisface—especialmente si ten?amos el est?mago vac?o.  Y lo comimos hace horas.  Piensoo nuevamente en el ba?l de comida, en lo poco que queda y me pregunto cu?nto tiempo nos durar?. S? que deber?a racionar la comida. Pero todos tenemos mucha hambre, y no soporto ver a Bree con ese aspecto. “No queda mucha comida”, le digo a ella, “pero puedo darles un poco ahora. Tenemos algunas galletas dulces y saladas”. “?Galletas dulces!” gritan las dos al mismo tiempo. Pen?lope ladra. “Yo no har?a eso”, se oye la voz de Logan, quien est? junto a m?. Volteo a verlo y me mira con desaprobaci?n. “Tenemos que racionarla”. “?Por favor!”, dice Bree. “Necesito algo. Tengo mucha hambre”. “Tengo que darles algo”, digo con firmeza a Logan, entendiendo su criterio, pero molesta por su falta de compasi?n. “Repartir? una galleta a cada uno.  A todos nosotros”. “?Y a Pen?lope?”, pregunta Rose. “La perra no tendr? nuestra comida”, espeta Logan. “Que se consiga la suya”. Siento otra punzada de enojo hacia Logan, aunque s? que est? siendo congruente. De cualquier manera, al ver la mirada cabizbaja de Rose y la cara de Bree, y cuando vuelvo a o?rla ladrar, no puedo permitir que muera de hambre. En silencio, me resigno a darle algo de la comida que me toca. Abro el ba?l y exploro una vez m?s nuestra reserva de comida. Veo dos cajas de galletas dulces tres cajas de galletas saladas, varias bolsas de ositos de goma, y media docena de barras de chocolate. Quisiera que tuvi?ramos comida m?s sustanciosa, y no s? c?mo haremos para que esto nos dure, c?mo ser? suficiente para comer tres veces al d?a las cinco personas. Saco las galletas y reparto una a cada quien. Ben finalmente se espabila al ver la comida, y acepta una galleta. Tiene ojeras, y parece como si no hubiera dormido. Es doloroso ver su expresi?n, tan devastado por la p?rdida de su hermano, y yo miro hacia otro lado cuando le entrego su galleta. Voy a la parte delantera de la lancha y le entrego la suya a Logan. La toma y en silencio la guarda en su bolsillo, desde luego, la guardar? para m?s adelante. No s? de d?nde saca fuerzas.  Yo pierdo la voluntad con solo oler la galleta de chocolate. S? que deber?a reservarla tambi?n, pero no puedo evitarlo.  Le doy una peque?a mordida, resuelta a guardarla—pero es tan deliciosa, que no puedo evitarlo—me la como toda, dejando s?lo la ?ltima mordida, que aparto para d?rsela a Pen?lope. La comida me hace sentir tan bien.  El subid?n de az?car llega a mi cabeza, despu?s a mi cuerpo y quisiera comer otra docena. Respiro profundamente mientras siento dolor en el est?mago, tratando de controlarme. El r?o se hace angosto, las orillas se aproximan una a otra y gira y da vueltas. Estamos cerca de la tierra y estoy en estado de alerta, mirando las costas en busca de alguna se?al de peligro.  Al dar vuelta en una curva, miro a mi izquierda y a lo alto de un acantilado veo las ruinas de una antigua fortificaci?n, ahora bombardeada.  Me sorprendo al darme cuenta de lo que hab?a sido antes. “La Academia Militar”, dice Logan. Debe haberse dado cuenta al mismo tiempo que yo. Es impactante ver a este basti?n de fortaleza norteamericana, convertido en un mont?n de escombros, el m?stil torcido colgando sin gracia sobre el Hudson. Casi nada es igual a como hab?a sido antes. “?Qu? es eso?”, pregunta Bree, casta?eando los dientes. Ella y Rose han subido a la parte delantera de la lancha, junto a m?, y ella mira hacia afuera, siguiendo mi mirada. No quiero decirle. “No es nada, mi amor”, le digo. “Es solo una ruina”. Pongo mi brazo alrededor de ella y la acerco hacia m?, y pongo mi otro brazo sobre Rose, y tambi?n la acerco hacia m?.  Intento calentarlas, frotando sus hombros lo mejor que puedo. “?Cu?ndo iremos a casa?”, pregunta Rose. Logan y yo intercambiamos miradas. No s? qu? contestar. “No iremos a casa”, le digo a Rose, con el mayor tacto posible, “pero vamos a buscar un nuevo hogar”. “?Vamos a pasar por nuestro antigua casa?”, pregunta Bree. Titubeo. “S?”, le digo. “Pero no nos vamos a quedar ah?, ?verdad?”, me pregunta. “As? es”, le digo. “Es muy peligroso vivir ah? ahora”. “No quiero vivir ah? otra vez”, dice ella. “Odi? ese lugar. Pero no podemos dejar ah? a Sasha. ?Vamos a detenernos para enterrarla? T? lo prometiste”. Pienso nuevamente en mi discusi?n con Logan. “Tienes raz?n”, le digo en voz baja. “Lo promet?. Y s?, vamos a detenernos”. Logan se aparta, visiblemente enojado. “?Y despu?s, qu??”, pregunta Rose. “?Despu?s a d?nde iremos?” “Seguiremos yendo r?o arriba”, le explico. “Tan lejos como lleguemos”. “?D?nde termina?”, pregunta ella. Es una buena pregunta, y la considero de mucha profundidad. ?D?nde termina todo esto? ?Con nuestra muerte? ?Sobreviviremos? ?Acabar? alguna vez? ?Se ve alg?n final a la vista? Yo no tengo la respuesta. Doy la vuelta y me arrodillo, y la miro a los ojos.  Necesito darle alguna esperanza.  Alg?n incentivo para vivir. “Termina en un lugar hermoso”, le digo. “Al lugar que vamos, todo est? bien, otra vez.  Las calles est?n limpias y brillan, y todo es perfecto y seguro. Ah? habr? gente, gente amable, y nos aceptar?n y proteger?n.  Tambi?n habr? comida, comida de verdad, todo lo que puedas comer, todo el tiempo.  Ser? el lugar m?s hermoso que hayas visto alguna vez”. Los ojos de Rose se abren de par en par. “?Eso es verdad?”, pregunta. Asiento con la cabeza. Lentamente, muestra una gran sonrisa. “?Cu?nto falta para que lleguemos?” Sonr?o. “No s?, mi amor”. Pero Bree es m?s esc?ptica que Rose. “?Eso es verdad?”, pregunta en voz baja. “?Realmente existe ese lugar?” “Existe”, le digo, intentando con ganas parecer convincente. “?Verdad, Logan?”. Logan voltea, asiente con la cabeza brevemente, y aleja la mirada. Despu?s de todo, ?l es quien cree en Canad?, quien cree en la tierra prometida. ?C?mo puede negarlo ahora? El Hudson serpentea, haci?ndose m?s estrecho, y despu?s ampli?ndose nuevamente.  Finalmente, entramos a territorio conocido.  Pasamos por lugares que reconozco, acerc?ndonos cada vez m?s a la casa de pap?. Pasamos otra orilla y veo una isla deshabitada, que es solamente un afloramiento pedregoso. En ella quedan los restos de un faro, su l?mpara que fue hecha pedazos hace mucho tiempo; su estructura es apenas una fachada. Pasamos otra curva en el r?o y a lo lejos, veo el puente en el que he estado hace unos d?as, mientras persegu?a a los tratantes de esclavos. Ah?, a mitad del puente, veo que el centro estall?, tiene un enorme agujero, como si un martillo de demolici?n hubiera ca?do al centro. Recuerdo c?mo Ben y yo corrimos a trav?s de ?l en la moto y casi derrapamos en ?l. No puedo creerlo. Ya casi llegamos. Esto me hace pensar en Ben, en c?mo me salv? la vida ese d?a.  Volteo a verlo. ?l mira fijamente al agua, taciturno. “?Ben?”, pregunto. Se vuelve y me mira. “?Recuerdas ese puente?” Voltea a verlo y noto el miedo en sus ojos.  Lo recuerda. Bree me da un codazo. “?Puedo darle a Pen?lope un poco de mi galleta?”, me pregunta. “?Yo tambi?n?”, pregunta Rose. “Por supuesto”, le dijo en voz alta, para que Logan pueda o?rlo. ?l no es el ?nico que manda aqu? y podemos hacer con nuestra comida lo que queramos. La perra, que est? en el regazo de Rose, se anima, como si entendiera. Es incre?ble. Nunca hab?a visto a un animal tan listo. Bree se inclina para darle un pedazo de su galleta, pero yo detengo su mano. “Espera”, le digo. “Si vas a darle de comer, ella deber?a tener un nombre, ?no?” “Pero no tiene collar”, dice Rose. “Su nombre podr?a ser cualquier cosa”. “Ahora es tu perra”, le digo. “Ponle un nombre nuevo”. Rose y Bree intercambian una mirada de emoci?n. “?C?mo debemos llamarla?”, pregunta Bree. “?Qu? te parece Pen?lope?” dice Rose. “?Pen?lope!”, grita Bree. “Me gusta”. “A m? tambi?n me gusta”, le digo. “?Pen?lope!”, le dice Rose a la perrita. Sorprendentemente, la perrita voltea a verla cuando la llama as?, como si siempre hubiera sido su nombre. Bree sonr?e, mientras extiende la mano y le da un pedazo de galleta.  Pen?lope se lo arrebata de las manos y lo traga de un bocado. Bree y Rose r?en animadamente, y Rose le da el resto de su galleta.  Ella tambi?n se lo arrebata y yo extiendo la mano y le doy el ?ltimo bocado de mi galleta. Pen?lope nos mira a las tres con entusiasmo, temblando y ladra tres veces. Todas re?mos.  Por un momento, casi olvido nuestros problemas. Pero entonces, a lo lejos, sobre el hombro de Bree, veo algo. “Ah?”, le digo a Logan, yendo hacia arriba y se?alando a nuestra izquierda. “Ah? es donde tenemos que ir.  Gira ah?”. Veo la pen?nsula donde Ben y yo fuimos en moto, sobre el hielo del Hudson. Me estremezco al recordarlo, al pensar en la locura de esa persecuci?n. Sigo sorprendida de que estemos vivos. Logan mira sobre su hombro en busca de alguien que nos est? siguiendo; despu?s, de mala gana, desacelera, desvi?ndonos a un costado, llev?ndonos hacia la ensenada. Inquieta, miro alrededor con cautela cuando llegamos a la desembocadura de la pen?nsula. Nos deslizamos junto a ?l mientras tuerce tierra adentro. Estamos muy cerca de la costa, pasando una torre de agua destartalada. Seguimos adelante y pronto nos deslizamos junto a las ruinas de una ciudad, justo en el centro de la misma. Catskill. Hay edificios quemados por todos lados y parece como si hubiera estallado una bomba. Todos estamos en ascuas al abrirnos camino lentamente hasta la ensenada, yendo tierra adentro; la costa est? a varios metros de distancia al hacerse angosta. Estamos expuestos a tener una emboscada, e inconscientemente, bajo la mano y la apoyo en mi cadera, donde est? mi cuchillo.  Me doy cuenta de que Logan hace lo mismo. Veo sobre mi hombro buscando a Ben; pero ?l sigue en estado casi catat?nico. “?D?nde est? el cami?n?”, pregunta Logan, con voz nerviosa. “No ir? tierra adentro, te lo digo desde ahora. Si algo sucede, necesitamos poder salir al Hudson, y r?pidamente. Esto es una trampa mortal”, dice, mirando con recelo la orilla. Yo tambi?n la veo. Pero la costa est? vac?a, desolada, congelada, sin nadie a la vista, hasta donde alcanzo a ver. “?Ves ah??”, le digo, se?alando. “?Ese cobertizo oxidado? Es adentro”. Logan nos acerca otras treinta yardas m?s o menos, despu?s gira hacia el cobertizo.  Hay un viejo muelle en ruinas, y logra llevar la lancha a unos metros de la orilla. Apaga el motor, toma el ancla y la tira por la borda.  Despu?s toma la cuerda de la lancha, hace un nudo flojo en un extremo, y lo lanza a un poste de metal oxidado.  Cae adentro y nos acerca, apret?ndolo, para que podamos caminar hacia el muelle. “?Vamos a bajar?”, pregunta Bree. “Yo bajar?”, le digo. “Esp?rame aqu?, en la lancha. Es demasiado peligroso para que ustedes vayan. Volver? pronto.  Voy a enterrar a Sasha.  Lo prometo”. “?No!”, grita ella. “Prometiste que nunca volver?amos a separarnos. ?Lo prometiste! ?No puedes dejarme aqu?, sola! ?NO puedes!”. “No te voy a dejar sola”, le digo, con el coraz?n hecho pedazos.  “Te quedar?s con Logan, con Ben, y con Rose. Estar?s totalmente segura. Lo prometo”. Pero Bree se levanta, y para mi sorpresa, da un salto a trav?s de la cuerda y salta a la orilla de arena, cayendo justamente en la nieve. Ella se queda en tierra, con las manos en sus caderas, mir?ndome desafiante. “Si te vas, yo ir? contigo”, afirma. Respiro profundamente, viendo que est? decidida. S? que cuando se pone as?, es porque lo dice en serio. Ser? una responsabilidad ir con ella, pero tengo que reconocer que una parte de m? se siente bien teni?ndola a mi lado todo el tiempo. Y si trato de disuadirla, solamente perder? m?s tiempo. “De acuerdo”, le digo. “Pero qu?date cerca de m? todo el tiempo. ?Lo prometes?” Ella asiente con la cabeza. “Lo prometo”. “Tengo miedo”, dice Rose, mirando a Bree, con los ojos bien abiertos. “Yo no quiero bajar de la lancha. Quiero quedarme aqu?, con Pen?lope. ?No les molesta?”. “Quiero que te quedes”, le digo, neg?ndome en silencio a traerla tambi?n. Volteo a ver a Ben, y ?l se da vuelta y me mira con sus ojos de tristeza.  Su mirada me hace querer ver ahacia otro lado, pero me obligo a no hacerlo. “?Vas a venir?”, le pregunto. Espero que diga que s?. Estoy molesta con Logan por quedarse aqu?, por decepcionarme, y podr?a necesitar su apoyo. Pero Ben, sigue notoriamente aturdido, y s?lo me mira. Me mira como si no comprendiera.  Me pregunto si sabe lo que est? ocurriendo a su alrededor. “?Vas a venir?” Le pregunto contundentemente. No tengo paciencia para esto. Lentamente, niega con la cabeza, retir?ndose.  Est? fuera de s?, y trato de perdonarlo, pero es dif?cil. Me vuelvo para dejar la lancha y salto a la orilla.  Se siente bien tener los pies en tierra firme. “?Esperen!”. Volteo y veo a Logan levantarse del asiento del conductor. “Sab?a que pasar?a una porquer?a as?”, dijo. Camina por la lancha, recogiendo sus cosas. “?Qu? est?s haciendo?”, le pregunto. “?T? qu? crees?”, me pregunta. “No permitir? que vayan las dos solas”. Mi coraz?n se llena de alivio.  Si yo fuera sola, no me importar?a tanto—pero me alegra tener otro par de ojos para cuidar a Bree. Salta de la lancha, hacia la costa. “Desde ahora te digo que es una idea tonta”, dice, mientras se pone a mi lado. “Deber?amos irnos.  Pronto va a anochecer.  El Hudson se puede congelar. Podr?amos quedar varados aqu?. Y ni qu? decir de los tratantes de esclavos.  Tienes 90 minutos, ?entiendes? 30 minutos para llegar, 30 para estar ah? y 30 para regresar.  Sin excepciones de cualquier tipo.  De otro modo, me ir? sin ustedes”. Volteo a verlo, impresionada y agradecida. “Trato hecho”, le digo. Pienso en el sacrificio que acaba de hacer y empiezo a sentir algo m?s.  Detr?s de toda su pose, empiezo a sentir que realmente le agrado a Logan. Y que no es tan egoista como pens?. Cuando giramos para irnos, hay otro desplazamiento de la lancha. “?Esperen!”, grita Ben. Volteo a ver. “No pueden dejarme aqu? sola con Rose. ?Qu? pasa si alguien viene? ?Qu? se supone que yo haga? “Cuidar la lancha”, dice Logan, girando nuevamente para marcharse. “?No s? conducirla!”, grita Ben. “?No tengo armas!”. Logan se vuelve nuevamente, molesto, se agacha, toma una de las armas de fuego de una correa que tiene en su muslo, y se la da a ?l.  Le pega fuerte en el pecho, y la suelta. “Tal vez aprendas a usarla”, dice Logan con desd?n, alej?ndose nuevamente. Echo un buen vistazo a Ben, quien est? ah? parado, pareciendo tan indefenso y asustado, sosteniendo un arma que no sabe c?mo utilizar. Se ve totalmente aterrado. Quiero consolarlo.  Decirle que todo va a estar bien, que regresaremos pronto.  Pero en cuanto me doy la vuelta, y miro hacia la gran cordillera ante nosotros, por vez primera no estoy tan segura de que lo haremos. DOS Caminamos r?pidamente por la nieve y miro con ansiedad el cielo que se oscurece, sintiendo la presi?n del tiempo.  Echo un vistazo por encima de mi hombro, veo huellas en la nieve, y atr?s de ellas, parado en la lancha que se mece, est?n Ben y Rose, mir?ndonos con los ojos bien abiertos. Rose sostiene a Pen?lope, que tambi?n tiene miedo. Pen?lope ladra. Me siento mal por dejar ah? a los tres, pero s? que nuestra misi?n es necesaria. S? que podemos rescatar suministros y alimentos que nos ayudar?n, y siento que tenemos una buena ventaja sobre los tratantes de esclavos. Me apresuro hacia el cobertizo oxidado, que est? cubierto de nieve y abro de un tir?n su puerta torcida, rezando para que el veh?culo que escond? hace a?os, a?n est? ah?.  Era una vieja camioneta oxidada, en muy mal estado, que es m?s estructura que veh?culo, con solo un octavo de tanque de combustible. Me la encontr? un d?a, en una zanja en la Ruta 23 y la escond? aqu?, con cuidado, cerca del r?o, por si alg?n d?a la necesitaba. Recuerdo haber quedado sorprendida cuando pude voltearla. La puerta del cobertizo se abre haciendo un chirrido, y ah? est?, tan bien escondida como el d?a en que la ocult?, todav?a cubierta de heno.  Siento un gran alivio.  Doy un paso al frente y quito el heno, mis manos se enfr?an cuando toco el metal congelado. Voy a la parte trasera del cobertizo y abro las puertas dobles del granero, y la luz inunda el lugar. “Qu? buenos neum?ticos”, dice Logan, caminando detr?s de m?, observ?ndola.  “?Est?s segura de que camina?” “No”, le contesto. “Pero la casa de mi pap? est? a treinta y dos kil?metros de distancia, y no podemos caminar, precisamente”. Noto en su voz que realmente no quiere estar en esta misi?n, que quiere regresar a la lancha, ir r?o arriba. Subo de un salto al asiento del conductor y busco la llave en el piso.  Por fin la encuentro, escondida en lo m?s profundo.  La pongo en marcha, respiro profundamente y cierro mis ojos. Por favor, Dios. Por favor. Al principio no pasa nada.  Me siento descorazonada. Pero le doy marcha una y otra vez, girando m?s a la derecha y poco a poco empieza a encender.  Al principio es un sonido suave, como gato moribundo.  Pero acelero, doy marcha una y otra vez y finalmente enciende m?s. Arranca, arranca. Finalmente enciende, estruendosamente y crujiendo a la vida.  Se embarulla y jadea, claramente est? en las ?ltimas.  Por lo menos arranca. No puedo evitar sonre?r, llena de alivio.  Funciona.  Realmente arranc?.  Vamos a poder ir a mi casa, a enterrar a mi perro, a buscar comida.  Siento como si Sasha nos estuviera mirando, ayud?ndonos.  Tal vez tambi?n mi pap?. Se abre la puerta del pasajero y entra Bree, llena de emoci?n, pasando por el asiento de vinilo, justo a mi lado, mientras Logan salta y se sienta junto a ella, y cierra la puerta, mirando al frente. “?Qu? est?s esperando?”, pregunta ?l. “El reloj est? corriendo”. “No tienes que dec?rmelo dos veces”, le digo, igualmente tajante con ?l. Lo pongo en marcha y acelero, saliendo de reversa del cobertizo hacia la nieve y el cielo de la tarde.  Al principio, las ruedas quedan atrapadas en la nieve, pero acelero m?s y chisporrotea. Conducimos, virando bruscamente, con los neum?ticos lisos, a trav?s de un campo, lleno de baches, siendo sacudidos en todas direcciones.  Pero continuamos avanzando y es todo lo que me importa. Pronto, llegamos a un peque?o camino de tierra.  Estoy tan agradecida de que la nieve se haya derretido la mayor parte del d?a—de otra manera, nunca podr?amos lograrlo. Empezamos por tomar una buena velocidad.  El cami?n me sorprende, tranquiliz?ndome en cuanto se calienta.  Llegamos casi a 48 kph, al ir por la Ruta 23 hacia el oeste.  Sigo acelerando, hasta que llegamos a un bache y lo lamento.  Todos gemimos, al golpearnos la cabeza. Reduzco la velocidad.  Es casi imposible ver los baches en la nieve, y olvido el mal estado en que est?n estos caminos. Es escalofriante volver a este camino, yendo hacia lo que antes fue nuestro hogar.  Vuelvo a pasar por el camino que tom? cuando persegu?a a los tratantes de esclavos, y me inundo de recuerdos. Recuerdo haber corrido aqu? en una motocicleta, pensando que iba a morir, y trato de eliminarlo de mi mente. Conforme avanzamos, nos encontramos con el enorme ?rbol ca?do sobre el camino, que ahora est? cubierto de nieve. Lo reconozco como el ?rbol que hab?a sido talado durante mi salida, el que bloqueaba el camino de los tratantes de esclavos, por alg?n sobreviviente desconocido que nos estaba cuidado.  No puedo evitar preguntarme si hay otras personas por ah? ahora, sobreviviendo, o incluso vigil?ndonos.  Miro de un lado a otro, peinando el bosque.  Pero no veo ninguna se?al. Estamos haciendo un buen tiempo y para mi alivio, nada va mal. No conf?o en ello. Es como si fuera demasiado sencillo. Miro el indicador de combustible y noto que no hemos gastado mucho.  Pero no s? qu? tan preciso sea, y por un momento me pregunto si habr? suficiente combustible para ir all? y regresar.  Me pregunto si esto fue una idea tonta. Finalmente nos desviamos del camino principal hacia un camino de tierra angosto y serprenteante que nos llevar? a la monta?a, a la casa de mi pap?. Ahora estoy m?s en ascuas, al ir zigzagueando en la monta?a, viendo los acantilados en abrupto desnivel, a mi derecha. Estoy atenta y no puedo evitar notar la incre?ble vista, que abarca toda la cordillera Catskill. Pero el desnivel es empinado y la nieve es m?s espesa ah?, y s? que con un giro equivocado, una derrapada equivocada, este viejo cacharro de herrumbre ir? justo al acantilado. Para mi sorpresa, el cami?n se queda ah?. Es como un bulldog. Pronto pasamos lo peor de todo, y al dar la vuelta en un curva, de repente veo nuestra antigua casa. “?Oigan! ?La casa de pap?!”, grita Bree, reacomod?ndose en el asiento emocionada. Yo tambi?n me siento aliviada de verla. Aqu? estamos e hicimos un buen tiempo. “?Lo ves?”, le digo a Logan, “eso no estuvo tan mal”. Pero Logan no se siente aliviado, con una mueca en el rostro, nervioso, mientras observa los ?rboles. “Ya llegamos aqu?”, se queja. “Pero no hemos regresado a?n”. T?pico. Se niega a reconocer que se equivoc?. Me detengo frente a nuestra casa y veo las antiguas huellas de los tratantes de esclavos.  Me hace recordar todo el temor que yo hab?a sentido cuando se hab?an llevado a Bree. Me acerco a ella y le pongo el brazo alrededor de su hombro, la aprieto con fuerza, y decido no volver a dejarla nunca lejos de mi vista. Apago la marcha y todos salimos r?pidamente y nos dirigimos hacia la casa. “Lamento el desastre”, le digo a Logan mientras me adelanto a ?l, hasta la puerta principal. “No esperaba invitados”. Sin propon?rselo, esboza una sonrisa. “Ja, ja”, dice inexpresivamente. “?Debo quitarme los zapatos?”. Tiene sentido del humor. Eso me sorprende. Al abrir la puerta y entrar, cualquier sentido del humor que yo haya tenido, desaparece de repente.  Cuando veo el lugar que est? frente a m?, me siento descorazonada. Sasha est? ah?, tendida, con la sangre seca, su cuerpo r?gido y congelado. A pocos cent?metros de distancia se encuentra el cad?ver del tratante de esclavos que Sasha hab?a matado, tambi?n est? congelado, pegado al suelo. Miro la chamarra que tengo puesta—que era de ?l—la ropa que tengo puesta—su ropa—mis botas—sus botas—y me siento rara. Es casi coo si yo fuera su doble. Logan me mira y debe darse cuenta de eso, tambi?n. “?No le quitaste los pantalones?”, pregunta. Miro hacia abajo y recuerdo que no lo hice.  Era demasiado. Niego con la cabeza. “Fue tonto”, dice. Ahora que lo menciona, me doy cuenta de que tiene raz?n. Mis viejos pantalones de mezclilla est?n h?medos y fr?os y se pegan a m?.  Y aunque yo no los quisiera, tal vez Ben s?. Es una l?stima desperdiciarlos: despu?s de todo, es ropa perfectamente buena. Oigo un llanto ahogado y veo a Bree, ah? parada, mirando a Sasha. Me rompe el coraz?n ver su cara de esa manera, abatida, mirando hacia abajo a su antigua perrita. Me acerco y pongo mi brazo encima de ella. “Tranquil?zate, Bree”, le digo. “No la veas”. Beso su frente e intento alejarla, pero ella me aleja con una fuerza sorprendente. “No”, dice ella. Da un paso adelante, se arrodilla y abraza a Sasha en el suelo.  Ella pone sus brazos sobre su cuello y se inclina y la besa en la cabeza. Logan y yo intercambiamos miradas.  Ninguno de los dos sabemos qu? hacer. “No tenemos tiempo”, dice Logan. “Necesitas enterrarla y seguir adelante”. Me arrodillo junto a ella, me inclino y acaricio la cabeza de Sasha. “Todo va a estar bien, Bree. Sasha ya est? en un lugar mejor. Ahora es feliz. ?Me entiendes?”. Las l?grimas caen de sus ojos, y ella levanta la mano, respira profundo y las limpia con el dorso de su mano. “No podemos dejarla aqu?, as?”, dice ella. “Tenemos que enterrarla”. “Lo haremos”, le digo. “No podemos”, dice Logan. “El suelo est? congelado”. Me levanto y miro a Logan, m?s molesta que nunca.  Sobre todo porque me doy cuenta de que tiene raz?n.  Deb? haber pensado en ello. “?Y qu? sugieres que hagamos?”, le pregunto. “No es mi problema. Estar? afuera, vigilando”. Logan se da la vuelta y sale, dando un portazo detr?s de ?l. Volteo a ver a Bree, intentando pensar r?pidamente. “?l tiene raz?n”, le digo. “No tenemos tiempo para enterrarla”. “?NO!”, grita ella. “Lo prometiste. ?T? lo prometiste!”. Ella tiene raz?n. Lo promet?.  Pero no hab?a pensado las cosas detalladamente. Pensar en dejar a  Sasha aqu? as?, me mata. Pero tampoco puedo arriesgar nuestras vidas. A Sasha no le gustar?a eso. Tengo una idea. “La pondremos en el r?o, Bree”. Ella voltea a verme. “?Y si la enterramos en el agua? Ya sabes, como hacen con los soldados que mueren condecorados?”. “?Qu? soldados?”, pregunta. “Cuando los soldados mueren en el mar, a veces se les entierra ah?.  Es un entierro con honor. A Sasha le encantaba el r?o.  Estoy segura de que ser? feliz ah?.  Podemos llev?rnosla y enterrarla ah?. ?Te parece bien?”. Mi coraz?n late con fuerza, en espera de la respuesta. Se nos acaba el tiempo y s? cu?n instransigente puede llegar a ser Bree cuando algo significa mucho para ella. Para alivio m?o, asienta con la cabeza. “De acuerdo”, dice. “Pero yo la llevo”. “Creo que es muy pesada para ti”. “No me ir?, a menos que yo la cargue”, dice ella, con los ojos brillando con determinaci?n, mientras se levanta, me mira a la cara, con las manos en sus caderas. Me doy cuenta en su mirada, que no permitir? que sea de otra manera. “De acuerdo”, le digo. “Puedes llevarla”. Entre las dos levantamos a Sasha del suelo, y despu?s exploro r?pidamente la casa en busca de cualquier cosa que podamos rescatar. Me apresuro a acercame al cad?ver del tratante de esclavos, le quito los pantalones, y al hacerlo, siento algo en su bolsillo trasero. Me da gusto descubrir algo voluminoso y met?lico en el interior.  Saco una peque?a navaja autom?tica. Me alegra tenerla y la meto a mi bolsillo. Reviso r?pidamente el resto de la casa, yendo apresuradamente de una habitaci?n a otra, buscando cualquier cosa que nos pueda ser ?til. Encuentro algunos viejos sacos de yute vac?os  y los llevo todos.  Abro uno y pongo adentro el libro favorito de Bree, El ?rbol Generoso, y mi ejemplar de El Se?or de las Moscas. Corro hacia el armario, tomo el resto de las velas y f?sforos y los pongo adentro. Corro a la cocina y voy al garaje, las puertas est?n abiertas desde que los tratantes de esclavos allanaron la casa. Espero ansiosamente que no hayan tenido tiempo de buscar en la parte posterior, m?s a fondo en el garaje, su caja de herramientas. La escond? bien, en un hueco en la pared, y me apresuro a ir atr?s y me siento aliviada al ver que sigue ah?. Es demasiado pesada para llevar toda la caja de herramientas, por lo que rebusco en ella y elijo lo que pueda ser de utilidad. Tomo un peque?o martillo, un destornillador, una cajita de clavos. Encuentro una linterna, con bater?a en su interior.  La pruebo y funciona.  Tomo un juego de alicates, una llave inglesa y la cierro y me preparo para salir. Cuando estoy a punto de salir corriendo, algo llama mi atenci?n, en lo alto de la pared. Es una tirolina grande, fruncida, atada cuidadosamente y colgando de un gancho. La hab?a olvidado. A?os atr?s, pap? compr? esta tirolina y la at? entre los ?rboles, pensando en que podr?amos divertirnos. La usamos una vez y nunca m?s, y despu?s la colg? en el garaje. Vi?ndola ahora, pienso que podr?a ser valiosa. Subo al banco de herramientas, levanto la mano y la bajo, colg?ndola sobre mi hombro y con mi saco de yute en el otro. Salgo r?pidamente del garaje y vuelvo a la casa y Bree est? ah? parada, sosteniendo a Sasha con ambos brazos, mir?ndola. “Estoy lista”, dice ella. Salimos apresuradamente por la puerta principal y Logan se vuelve y ve a Sasha.  Mueve la cabeza negando. “?A d?nde la llevan?”, pregunta. “Al r?o”, digo yo. ?l mueve la cabeza en se?al de desaprobaci?n. “El reloj sigue caminando”, dice. “Quedan 15 minutos, antes de regresar. ?D?nde est? la comida?” “Aqu? no est?”, le digo. “Tenemos que ir m?s arriba, a una caba?a que encontr?.  Podemos hacerlo en 15 minutos”. Camino con Bree hacia el cami?n y meto la tirolina y la bolsa en la parte trasera. Conservo los sacos vac?os, sabiendo que los necesitar? para llevar la comida. “?Para qu? es esa cuerda?”, pregunta Logan, caminando detr?s de nosotras. “No vamos a necesitarla”. “Nunca se sabe”, le digo. Volteo, pongo un brazo alrededor de Bree, quien todav?a se queda mirando a Sasha, y la parto, mirando hacia la monta?a. “Andando”, le digo a Logan. De mala gana, se vuelve y camina con nosotras. Los tres caminamos hacia la monta?a, el viento sopla cada vez m?s fuerte y fr?o.  Miro con preocupaci?n el cielo; est? oscureciendo m?s r?pido de lo que pens?. S? que Logan tiene raz?n: tenemos que estar de vuelta en el r?o al caer la noche. Y ya que tenemos encima la puesta del sol, me siento cada vez m?s preocupada.  Pero tambi?n s? que tenemos que conseguir la comida. Los tres subimos arduamente la ladera de la monta?a, y finalmente llegamos al claro de la cima, mientras una fuerte r?faga me golpea la cara. Est? haciendo m?s fr?o y oscurece r?pidamente. Rememoro mis pasos a la caba?a, la nieve es m?s espesa aqu?; siento que me perfora las botas a medida que avanzo.  La veo, todav?a oculta, cubierta de nieve, sigue estando bien oculta y manteniendo el anonimato m?s que nunca.  Me apresuro hacia ella y abro con fuerza la puerta. Logan y Bree est?n detr?s de m?. “Qu? buen descubrimiento”, dice, y por primera vez escucho admiraci?n en su voz. “Est? bien escondida.  Me gusta.  Casi es suficiente para querer quedarme aqu?—si los tratantes de esclavos no nos estuvieran persiguiendo y si tuvi?ramos un suministro de alimentos”. “Lo s?”, le digo, mientras entro a la peque?a casa. “Es hermosa”, dice Bree. “?Esta es la casa a la que nos ?bamos a mudar?”. Volteo a verla, sinti?ndome mal.  Asiento con la cabeza. “Ser? en otra ocasi?n, ?de acuerdo?”. Ella entiende.  Tampoco est? ansiosa por esperar a los tratantes de esclavos. Entro apresuradamente y abro la puerta de la trampilla y bajo la escalera empinada. Est? oscuro aqu? y palpo mi camino. Extiendo la mano y toco una fila de envases, tintineando al tocarlos.  Son los tarros.  No pierdo tiempo. Saco mis bolsas y las lleno lo m?s r?pidamente posible con los tarros. Apenas puedo descrifrarlos ya que la bolsa se pone pesada, pero recuerdo que hab?a mermelada de frambuesas, de zarzamora, pepinillos, pepinos. Lleno la bolsa lo m?s que puedo y luego levanto la mano y se lo entrego en la escalera a Logan.  ?l la sujeta y yo lleno tres m?s. Saco todo lo que est? en la pared. “Ya no m?s”, dice Logan. “No podr?a cargarla. Y est? oscureciendo. Tenemos que irnos”. Ahora habla con m?s respeto en su voz.  Obviamente, est? impresionado con el alijo que encontr?, y por fin reconoce lo mucho que necesit?bamos que viniera. Me ofrece la mano pero yo subo sola la escalera, no necesitando su ayuda y todav?a ofendida por su actitud anterior. Estando otra vez en la caba?a, sujeto dos de los pesados sacos mientras Logan toma los dem?s. Los tres nos apresuramos para salir de la caba?a y r?pidamente retomamos nuestros pasos para bajar por el sendero empinado. En cuesti?n de minutos estamos de regreso en el cami?n y me siento aliviada al ver que todo sigue ah?.  Veo al horizonte y no hay se?al de actividad en alg?n lugar de la monta?a ni en el valle distante. Subimos al cami?n, doy vuelta a la marcha, feliz de que arranque, y despegamos hacia el sendero. Tenemos comida, v?veres, a nuestra perrita y pude decir adi?s a la casa de mi pap?.  Me siento satisfecha.  Siento que Bree, que est? sentada junto a m?, tambi?n est? satisfecha.  Logan mira afuera de la ventanilla, perdido en su propio mundo, pero no puedo evitar sentir que ?l piensa que tomamos la decisi?n correcta. * El viaje de regreso a la monta?a no tuvo incidentes, los frenos de este viejo cami?n funcionan bien, para mi sorpresa. En algunos lugares, donde est? muy empinado, es m?s un deslizamiento controlado que un frenado, pero en unos minutos habremos salido de lo peor, y volveremos a la estable Ruta 23, rumbo al Este. Tomamos velocidad, y por primera vez en mucho tiempo, me siento optimista.  Tenemos algunas herramientas valiosas y suficiente comida para varios d?as.  Me siento bien,  realizada, al bajar por la Ruta 23, a unos minutos de distancia de la lancha. Y entonces, todo cambia. Freno de golpe cuando una persona aparece de repente, agitando sus brazos hist?ricamente, bloqueando nuestro camino.  Est? a escasos cuarenta y cinco metros y tengo que clavar los frenos, haciendo que el cami?n patine. “?NO TE DETENGAS!”, ordena Logan. “?Sigue conduciendo!” Lo dice usando un tono de voz como de militar. Pero no puedo escuchar.  Hay un hombre ah?, parado, indefenso, vistiendo ?nicamente unos pantalones vaqueros deshilachados y un chaleco sin mangas, en el fr?o polar. ?l tiene una barba larga, negra, el cabello revuelto y ojos grandes, negros, delirantes.  ?l es tan delgado, que parece que no ha comido en muchos d?as.  Lleva un arco y una flecha atada a su pecho.  Es un ser humano, un sobreviviente, como nosotros, eso es obvio. ?l agita sus brazos fren?ticamente y no puedo atropellarlo.  Ni puedo soportar dejarlo. Nos detenemos abruptamente, a unos cent?metros de distancia del hombre.  Est? ah? parado con los ojos abiertos de par en par, como si no esperara que nos detuvi?ramos realmente. Logan no pierde el tiempo para salir de un salto, con las dos manos sobre su pistola, apuntando a la cabeza del hombre. “?AP?RTATE!”, grita. Yo tambi?n salgo de repente. El hombre levanta sus brazos, lentamente, aturdido, mientras da varios pasos hacia atr?s. “?No disparen!”, suplica el hombre. “?Por favor! ?Soy como ustedes! Necesito ayuda. Por favor. No pueden dejarme morir aqu?. Muero de hambre.  No he comido en varios d?as.  D?jenme ir con ustedes. D?jenme ir con ustedes. Por favor.  ?Por favor!”. Se le quiebra la voz y veo la angustia en su rostro. Entiendo lo que ?l siente. No hace mucho tiempo, yo estaba igual que ?l, viviendo de gorra para sobrevivir con cada comida, aqu? en las monta?as. No estoy mucho mejor ahora. “?Tomen esto!”, dice el hombre, quit?ndose el arco y la carcaza de flechas. “?Es para ustedes! ?No es mi intenci?n hacer da?o!”. “Camina despacio”, advierte Logan, sospechando a?n. El hombre extiende la mano con cautela y entrega el arma. “Brooke, rec?gelo t?”, dice Logan. Doy un paso al frente, tomo el arco y las flechas y las pongo en la parte trasera del cami?n. “?Lo ven?”, dice el hombre, sonriendo. “No soy una amenaza. Solamente quiero unirme a ustedes. Por favor. No pueden dejarme morir aqu?”. Lentamente, Logan relaja la guardia y baja un poco su arma.  Pero mantiene enfocada la mirada en el hombre. “Lo siento”, dice Logan. “No podemos tener otra boca que alimentar”. “?Espera!”, le grito a Logan. “No eres el ?nico que est? aqu?. T? no tomas todas las decisiones”. Me dirijo al hombre. “C?mo te llamas?”, le pregunto. “?De d?nde eres?”. Me mira con desesperaci?n. “Me llamo Rupert”, dice ?l. “He sobrevivido aqu? durante dos a?os.  Yo ya te hab?a visto a ti y a tu hermana.  Cuando los tratantes de esclavos se la llevaron, intent? ayudar. ?Soy quien tal? ese ?rbol!”. Mi coraz?n se rompe cuando dice esto.  ?l es la ?nica persona que intent? ayudarnos.  No puedo dejarlo aqu?.  No es correcto. “Tenemos que llevarlo”, le digo a Logan. “Podemos hacer espacio para uno m?s”. “No lo conoces”, dice Logan. “Adem?s, no tenemos comida”. “Puedo cazar”, dice el hombre. “Tengo la flecha y el arco”. “Te est? siendo de mucha ayuda aqu? arriba”, dice Logan. “Por favor”, dice Rupert. “Puedo ayudar. Por favor. No quiero su comida”. “Lo llevaremos”, le digo a Logan. “No, no lo llevaremos”, contesta. “No conoces a este hombre. No sabes nada de ?l”. “No s? gran cosa de ti”, le digo a Logan, sintiendome m?s enojada. Odio que sea tan c?nico, tan reservado. “T? no eres la ?nica persona que tiene derecho a vivir”. “Si lo llevas, nos pondr?s en peligro a todos”, dice. “No solamente a ti. Tambi?n a tu hermana”. “Somos tres personas, hasta donde s?”, se escucha la voz de Bree. Volteo a ver que ella sali? del cami?n y est? parada detr?s de nosotros. “Y eso significa que somos una democracia. Y mi voto cuenta. Voto por llevarlo.  No podemos dejarle aqu? para que muera”. Logan mueve la cabeza, parece enojado.  Sin decir otra palabra, su mand?bula se enducrece, vuelve a subir al cami?n. El hombre me mira con una gran sonrisa, su cara tiene miles de arrugas. “Gracias”, dice susurrando. “No s? c?mo agradecerte”. “S?lo date prisa, antes de que ?l cambie de opini?n”, digo, mientras volvemos al cami?n. Al acercarse Rupert a la puerta, Logan dice: “No te sentar?s adelante. Entra en la parte trasera del cami?n”. Antes de que yo pueda discutir, Rupert sube feliz en la parte trasera del cami?n.  Bree entra y yo tambi?n y nos vamos. Es un estresante recordatorio del viaje de regreso al r?o.  Conforme avanzamos, el cielo se oscurece; constantemtne observo la puesta del sol, de un rojo sangriento a trav?s de las nubes. Est? haciendo m?s fr?o cada segundo, y la nieve se est? endureciendo conforme avanzamos, convirti?ndose en hielo en algunos lugares, lo que hace m?s inestable la conducci?n. El indicador de gasolina est? disminuyendo, parpadea en rojo y aunque nos falta kil?metro y medio para llegar, siento como si estuvi?ramos luchando por cada cent?metro.  Tambi?n siento c?mo Logan est? desasosegado por nuestro nuevo pasajero.  Es un desconocido m?s. Una boca m?s que alimentar. En silencio obligo al cami?n a seguir adelante, al cielo a mantener la luz, a la nieve a que no se endurezca, mientras piso a fondo el acelerador. Justo cuando creo que nunca vamos a llegar all?, rodeamos la curva, y veo nuestra salida. Giro con fuerza sobre el estrecho camino de tierra, que desciende hacia el r?o, obligando al cami?n a lograrlo. S? que la lancha est? a solo ciento ochenta metros de distancia. Damos vuelta en otra curva, y al hacerlo, mi coraz?n se llena de alivio cuando veo la lancha.  Todav?a est? ah?, flotando en el agua, y veo a Ben ah? parado, parece nervioso, mirando al horizonte esperando que nos acerquemos. “?Nuestra lancha!”, grita Bree emocionada. Este camino tiene m?s baches cuando aceleramos cuesta abajo.  Pero vamos a lograrlo. Me siento aliviada. Sin embargo, al ver el horizonte, a lo lejos veo algo que me hace sentir descorazonada.  No puedo creerlo. Logan debe estarlo vi?ndolo al mismo tiempo. “Maldita sea”, susurra. A lo lejos, en el Hudson, est? la lancha de un tratante de esclavos—una lancha motora grande, brillante, elegante, negra, que se acerca r?pidamente hacia nosotros. Es del doble de tama?o de la nuestra, y estoy segura de que est? mucho m?s equipada. Para empeorar las cosas, veo otra lancha detr?s de esa, m?s atr?s. Logan ten?a raz?n.  Estaban mucho m?s cerca de lo que cre?. Oprimo el freno y patinamos hasta detenernos como a nueve metros de la costa.  Pongo la palanca de cambios en estacionar, abro la puerta y salgo, prepar?ndome para correr hacia la lancha. De repente, algo anda muy mal.  Siento que no puedo respirar y un brazo rodea mi garganta; despu?s siento que me arrastran hacia atr?s.  Me estoy sofocando, viendo estrellas, y no entiendo qu? est? pasando.  ?Los tratantes de esclavos nos tendieron una emboscada? “No te muevas”, sisea una voz en mi o?do. Siento algo afilado y fr?o contra mi garganta y me percato de que es un cuchillo. Es entonces que me doy cuenta de lo que ha sucedido. Rupert. El desconocido. ?l me ha tendido una emboscada. TRES “?BAJA TU ARMA!”, grita Rupert. “?YA!”. Logan est? a unos metros de distancia, levanta su pistola, apuntando a mi cabeza.  La sostiene y veo que delibera acerca de dispararle a este hombre. Veo que quiere hacerlo, pero le preocupa herirme. Ahora me doy cuenta de lo tonta que fui al recoger a esta persona.  Logan hab?a estado en lo cierto.  Yo deber?a hacerle hecho caso.  Rupert nos estuvo usando todo el tiempo, quer?a tomar nuestra lancha y alimentos y suministros y quedarse con todo. Est? totalmente desesperado. Me doy cuenta de repente de que seguramente va a matarme. No tengo duda de ello. “?Dispara!”, le digo gritando a Logan. “?Hazlo!”. Conf?o en Logan—s? que es un gran tirador.  Pero Rupert me sostiene fuertemente y veo a  Logan indeciso, inseguro. Es en ese momento que veo en los ojos de Logan el miedo que tiene de perderme.  Se preocupa, despu?s de todo.  Realmente le importa. Lentamente, Logan tiende la pistola, con la mano abierta, despu?s la coloca suavemente en la nieve.  Me siento descorazonada. “?Su?ltala!”, le ordena. “?La comida!”, responde Rupert, siento su aliento caliente en mis o?dos. “?Esos sacos! ?Tr?emelos! ?Ahora!”. Logan camina lentamente hacia la parte trasera del cami?n, extiende la mano y toma los cuatro pesados sacos, y camina hacia el hombre. “?Ponlos en el suelo!”, grita Rupert. “?Lentamente!” Poco a poco, Logan los pone en el suelo. A lo lejos, oigo el zumbido de los motores de los tratantes de esclavos, acerc?ndose.  No puedo creer lo tonta que fui.  Todo se est? derrumbando ante mis ojos. Bree baja del cami?n. “?Suelta a mi hermana!”, le dice gritando. Es entonces cuando veo el futuro desentra??ndose ante mis ojos. Veo lo que pasar?. Rupert me cortar? el cuello, despu?s le quitar? el arma a Logan y lo matar? a ?l y a Bree. Despu?s, a Ben y a Rose. Nos robar? la comida y la lancha y se ir?. Que me mate es una cosa. Pero latimar a Bree, es diferente. Es algo que no puedo permitir. De pronto, reacciono. Vienen a mi memoria im?genes de mi pap?, de su rudeza, de los movimientos de combate cuerpo a cuerpo que me ense??. De los puntos de presi?n.  De los golpes. Llaves. De c?mo salir casi de cualquier cosa. De c?mo hacer que un hombre caiga de rodillas con un solo dedo. Y de c?mo quitar un cuchillo del cuello. Evoco algunos reflejos antiguos y dejo que mi cuerpo se haga cargo.  Levanto la parte interna de mi codo quince cent?metros, y lo llevo hacia atr?s, apuntando a su plexo solar. Doy un fuerte golpe, donde quer?a.  Su cuchillo se clava un poco m?s en mi cuello, ara??ndolo, y me duele. Pero al mismo tiempo, lo escucho resollar, y me doy cuenta de que mi golpe funcion?. Doy un paso hacia adelante, alejo su brazo de mi garganta y doy una patada hacia atr?s, golpe?ndolo con fuerza entre las piernas. ?l tropieza de espaldas unos cent?metros y se derrumba en la nieve. Respiro profundamente, jadeando, mi garganta me est? matando. Logan va por su pistola. Me doy vuelta y veo a Rupert salir corriendo hacia nuestra lancha.  Da tres grandes pasos y salta directamente al centro de ?sta.  Con ese mismo movimiento, estira la mano y corta la cuerda que sostiene a la lancha a la orilla.  Todo ocurre en un abrir y cerrar de ojos; no puedo creer lo r?pido que lo hace. Ben est? ah? parado, aturdido y confundido, sin saber c?mo reaccionar. Rupert, por otro lado, no vacila: ?l salta hacia Ben y lo golpea con fuerza en la cara con la mano que tiene libre. Ben tambalea y cae y es derribado, y antes de que se pueda levantar, Rupert lo sujeta por detr?s con una llave, y pone el cuchillo en su cuello. ?l se vuelve frente anosotros, usando a Ben como escudo humano.  En el interior de la lancha, Rose se encoge de miedo y grita, y Pen?lope ladra como loca. “?Si me disparan, tambi?n morir? ?l!”, grita Rupert. Logan recupera su arma y est? ah? parado, apuntando.  Pero no es un tiro f?cil.  La lancha se desplaza lejos de la orilla, a unos catorce metros de distancia, balance?ndose salvajemente con la marea. Logan tiene casi cinco cent?metros de alcance para sacarlo, sin matar a Ben. Logan vacila y puedo ver que no quiere arriesgarse a matar a Ben, ni siquiera para que sobrevivamos. Es la caracter?stica que lo redime. “?Las llaves!”, dice Rupert gritando a Ben. Ben, en su haber, por lo menos ha hecho algo bueno: debe haber escondido las llaves en alg?n lugar cuando vio acercarse a Rupert.  Fue un movimiento inteligente. A lo lejos, de repente veo a los tratantes de esclavos salir a la luz, mientras el zumbido de sus motores se hace m?s fuerte. Tengo un creciente sentido de temor, de desamparo. De impotencia. No s? qu? hacer. Nuestra lancha est? muy lejos de la orilla para llegar a ella—y aunque pudi?ramos hacerlo, Rupert podr?a matar a Ben en el proceso. Pen?lope ladra y salta de las manos de Rose, corre por la lancha, y clava sus dientes en la pantorrilla de Rupert. ?l grita y moment?neamente suelta a Ben. Resuena un disparo.  Logan encontr? su oportunidad y no perdi? el tiempo. Es un tiro limpio, justo entre los ojos.  Rupert nos mira por un momento, mientras la bala entra en su cerebro, y tiene los ojos abiertos de par en par.  Luego cae de espaldas, en el borde de la lancha, como si fuera a sentarse, cae hacia atr?s, aterrizando en el agua con un chapoteo. Todo acab?. “?Acerca la lancha a la orilla!”, grita Logan a Ben. “?AHORA!” Ben, todav?a aturdido, entra en acci?n. ?l pesca las llaves de su bolsillo, enciende la lancha, y se dirige a la orilla. Tomo dos sacos de comida y Logan sujeta los otros y los lanzamos a la lancha en cuanto llega a la orilla. Tomo a Bree y la subo a la lancha, despu?s regreso corriendo al cami?n.  Y Logan toma los suministros rescatados y yo tomo a Sasha. Despu?s, recordando, corro al cami?n y tomo el arco y flechas de Rupert. Habiendo metido todos, salto a la lancha y empieza a alejarse.  Logan se hace cargo del tim?n, pisa el acelerador y nos saca del peque?o canal. Vamos r?pidamente hacia la entrada del Hudson, unos cientos de metros adelante.  En el horizonte, la lancha de los tratantes de esclavos—elegante, negra, amenazante—corre hacia nosotros, tal vez a ochocientos metros de distancia.  Ser? dif?cil.  Parece que a duras penas saldremos del canal a tiempo, y apenas tenemos oportunidad de escapar.  Van a estar justo detr?s de nosotros. Vamos en el r?o Hudson y justo cuando oscurece, los tratantes de esclavos est?n a plena vista.  Est?n escasamente a noventa metros de nosotros y se acercan r?p?damente. Atr?s de ellos, en el horizonte, tambi?n veo otra lancha, aunque ?sa est? a kil?metro y medio de distancia. Estoy segura de que si tuvi?ramos m?s tiempo, Logan me dir?a: te lo dije. Y tendr?a raz?n. Al tener estos pensamientos, de repente se oyen disparos.  Las balas pasan zumbando por nosotros, y una se impacta en un costado de nuestra lancha, destrozando la madera; Rose y Bree gritan. “?Ag?chense!”, grito. Me lanzo sobre Bree y Rose, las sujeto y las tiro al suelo. Logan, en su haber, no se inmuta y contin?a conduciendo la lancha. Se desv?a un poco, pero no pierde el control. Se agacha mientras conduce, tratando de evitar las balas, mientras tambi?n trata de evitar los grandes pedazos de hielo que se empiezan a formar. Me arrodillo en la parte trasera de la embarcaci?n, levantando mi cabeza solamente lo necesario, y apunto, al estilo militar, con mi pistola.  Mi objetivo es el conductor y disparo varios tiros. Fallo todos, pero logro hacer que cambien de direcci?n la lancha. “?Toma el tim?n!”, le grita Logan a Ben. Ben, en su haber, no vacila. Se apresura a ir al frente y toma el tim?n, la lancha cambia de direcci?n. Logan se apresura a venir a mi lado, arrodill?ndose junto a m?. ?l dispara y sus balas fallan, rozando su lancha. Ellos contraatacan, y una bala no alcanza mi cabeza por unos cent?metros.  Se est?n acercando r?pidamente. Otra bala destroza una gran parte de la madera, de la parte posterior de nuestra lancha. “?Van a disparar a nuestro tanque de combustible!”, grita Logan. “?Dispara al de ellos!” “?D?nde est??”, grito por encima del rugido del motor y las balas que vuelan. “?Est? atr?s de la lancha, en el costado izquierdo!”, grita ?l. “No puedo atinarle”, le digo. “No mientras est?n frente a nosotros”. De repente, se me ocurre una idea. “?Ben!”, digo gritando. “Haz que se den la vuelta. ?Necesitamos apuntar al tanque de combustible!” Ben no vacila; apenas termino de pronunciar las palabras cuando gira bruscamente el tim?n, y la fuerza me lanza a un costado de la lancha. Los tratantes de esclavos giran, tambi?n, tratando de seguirnos. Y eso expone el costado de su embarcaci?n. Me arrodillo, igual que Logan, y disparamos varias veces. Al principio, nuestra descarga falla. Vamos. ?Vamos! Pienso en mi pap?. Mantengo firme mi mu?eca, respiro profundo, y disparo una vez m?s. Para mi sorpresa, hago un disparo directo. La lancha de los tratantes de esclavos estalla de repente.  Media docena de ellos explota en llamas, gritando, mientras la embarcaci?n acelera fuera de control. Segundos despu?s, se estrella de cabeza en la costa. Otra enorme explosi?n.  Su barco se hunde r?pidamente, y si alguien sobrevivi?, seguramente se est? ahogando en el r?o Hudson. Ben nos lleva r?o arriba, manteni?ndonos avanzando en l?nea recta, lentamente; me levanto y respiro profundo.  Casi no puedo creerlo.  Los matamos. “Buen tiro”, dice Logan. Pero no es hora de dormir en nuestros laureles.  En el horizonte, otra lancha se est? acercando.  Dudo que tengamos suerte una segunda vez. “Ya no tengo municiones”, digo. “Yo casi no tengo”, dice Logan. “No podemos confrontar a la siguiente embarcaci?n”, digo. “Y no somos lo suficientemente r?pidos para aventajarlos”. “?Qu? sugieres?”, pregunta ?l. “Tenemos que escondernos”. Volteo a ver a Ben. “Busca un refugio.  Hazlo ahora. Tenemos que ocultar esta lancha. ?AHORA!” Ben acelera y yo corro al frente, y me detengo junto a ?l, explorando el r?o por si hay alg?n posible escondite. Tal vez, si tenemos suerte, pasar?n corriendo frente a nosotros. Pero posiblemente eso no ocurrir?. CUATRO Todos exploramos el horizonte desesperadamente, y por ?ltimo, a la derecha, vemos una ensenada estrecha. Nos lleva a una estructura oxidada de una vieja embarcaci?n. “?Ah?, a la derecha!”, le digo a Ben. “?Y si nos ven?”, pregunta ?l. “No hay salida. Estaremos atorados. Nos matar?n”. “Es un riesgo que tenemos que correr”, le digo. Ben gana velocidad, haciendo un giro brusco a la ensenada estrecha.  Corremos m?s all? de las puertas oxidadas, la angosta entrada de un viejo y oxidado almac?n.  Al pasar, ?l apaga el motor, despu?s gira a la izquierda, escondi?ndonos detr?s de la costa, mientras flotamos en el agua. Miro la estela que dejamos a la luz de la luna, y ruego para que se calme lo suficiente para que tratantes de esclavos no nos sigan la pista. Todos nos sentamos ansiosamente en silencio, flotando en el agua, observando, esperando. El rugido del motor de los tratantes de esclavos se hace m?s fuerte y contengo la respiraci?n. Por favor, Dios. Haz que sigan de frente. Los segundos parecen durar horas. Finalmente, su embarcaci?n pasa zumbando por delante de nosotros, sin frenar ni por un segundo. Contengo la respiraci?n diez segundos m?s, mientras el ruido del motor de su lancha se hace imperceptible, y rezo para que no regresen por nuestro camino. No vuelven. Funcion?. * Ha pasado casi una hora desde que nos detuvimos aqu?, y estamos todos api?ados juntos, anonadados, en nuestra lancha. Apenas nos movemos por miedo a ser detectados. Pero no he o?do un sonido desde entonaces, y no hemos detectado ninguna acci?n desde que su embarcaci?n pas? cerca de nosotros. Me pregunto a d?nde habr?n ido. ?Siguen corriendo por el Hudson, yendo al norte, en la oscuridad, pensando que estamos cerca? ?O se espabilaron y est?n regresando, peinando la costa, busc?ndnos? No puedo evitar sentir que s?lo ser? cuesti?n de tiempo para que regresen por aqu?. Pero, mientras me estiro en la lancha, pienso que todos estamos empezando a sentirnos m?s relajados, un poco menos cautelosos. Aqu? estamos bien escondidos, dentro de esta estructura oxidada, y aunque regresaran, no veo c?mo puedan detectarnos los tratantes de esclavos. Mis piernas y pies est?n est?n acalambrados de estar sentados; est? haciendo m?s fr?o y me estoy congelando. Noto por los dientes de Bree y de Rose que casta?ean, que tambi?n est?n congeladas.  Quisiera tener mantas o ropa para darles, o alg?n tipo de calor.  Me gustar?a poder hacer una fogata—no solo para calentarlos, sino para poder vernos entre nosotros, para confortarnos vi?ndonos a la cara.  Pero s? que eso es imposible.  Ser?a demasiado arriesgado. Veo a Ben sentado ah?, api?ado, temblando y recuerdo los pantalones que rescat?.  Me levanto, y la lancha se balancea, y me acerco a mi saco y busco adentro y los saco. Los lanzo a Ben. Caen sobre su pecho, mientras me mira, confundido. “Deben caberte”, le digo. “Pr?ebatelos”. ?l lleva unos pantaones vaqueros andrajosos, llenos de agujeros, son demasiados delgados y est?n mojados.  Lentamente, se inclina y se quita las botas, despu?s se pone los pantalones de cuero sobre los suyos.  Se ven graciosos en ?l, son los pantalones militares del tratante de esclavos—pero como sospechaba, le quedan perfectamente.  Sube la cremallera sin hablar, mientras se inclina hacia atr?s, y puedo ver el agradeciiento en sus ojos. Siento que Logan me mira y siento que est? celoso de mi amistad con Ben. ?l ha estado as? desde que vio a Ben besarme en la Estaci?n Penn. Es inc?modo, pero no puedo hacer nada al respecto. Me agradan los dos, de diferentes maneras. Nunca hab?a conocido a dos personas m?s distintas entre s?—sin embargo, les encuentro parecido. Me acerco a Bree, que sigue temblando, acurrucada con Rose; Pen?lope en su regazo, y me siento junto a ella, pongo mi brazo sobre ella y la beso en la frente.  Ella apoya su cabeza en mi hombro. “No te preocupes Bree”, le digo. “Tengo hambre”, dice en voz baja. “Yo tambi?n”, repite Rose. Pen?lope lloriquea suavemente, y puedo notar que ella tambi?n tiene hambre. Ella es m?s lista que cualquier otro perro que he conocido.  Y valiente, pese a estar temblando. Es incre?ble que haya mordido a Rupert cuando lo hizo, y si no hubiera sido por ella, tal vez ninguno de nosotros estar?amos aqu?.  Me inclino para acariciar su cabeza y ella me lame la mano nuevamente. Ahora que mencionan la comida, me doy cuenta de que es una buena idea. He estado intentando reprimir mis ataques de hambre demasiado tiempo. “Tienes raz?n”, le digo. “Vamos a comer”. Las dos me ven con los ojos abiertos de par en par con esperanza y expectativa.  Me levanto, cruzo la lancha y alcanzo uno de los sacos.  Saco dos grandes frascos de mermelada de frambuesa y le doy uno a Bree, desenrosc?ndoselo. “Compartan este frasco”, les digo a ellos. “Nosotras tres compartiremos el otro”. Abro el otro frasco y lo paso a Logan, y ?l mete su dedo, toma una gran cantidad y la pone en su boca.  Respira profundamente lleno de satisfacci?n—debe haber estado hambriento. Se lo entrega a Ben, quien toma una tambi?n, despu?s yo meto el dedo y tomo un pu?ado y lo pongo en mi lengua. Siento el subid?n de az?car, mientras la frambuesa satisface mis sentidos, y probablemente es la mejor que he probado. S? que no es una comida, pero es como si lo fuera. Parece que soy la encargada de la comida, as? que nuevamente me acerco a las bolsas y tomo lo que queda de nuestras galletas y le doy una a cada persona, incluy?ndome a m? misma. Miro a Bree y a Rose comiendo alegremente la mermelada, y con cada pu?ado, le dan uno a Pen?lope.  Ella lame sus dedos como loca, lloriqueando al hacerlo. La pobre debe estar tan hambrienta como nosotras. “Regresar?n, ?saben?”, se oye una voz de mal ag?ero, junto a m?. Volteo y veo a Logan sent?ndose, limpiando su arma, mir?ndome. “?Lo sabes, verdad?”, dice presion?ndome. “Estando aqu?, somos presa f?cil”. “?Qu? propones?”, le pregunto. Se encoge de hombros y aparta la mirada, decepcionado. “Nunca debimos habernos detenido. Deber?amos haber seguido avanzando, como dije”. “Pues, ya es tarde ahora”, le digo, molesta. “Deja de quejarte”. Me estoy cansando de su pesimismo a cada paso, me estoy hartando de nuestra lucha por el poder.  Me molesta tenerlo cerca, aunque al mismo tiempo, le estoy agradecida. “Ninguna de nuestras opciones son buenas”, dice ?l. “Si vamos r?o arriba esta noche, podr?amos encontrarlos.  Podr?a arruinarse la lancha. Podr?amos toparnos con el hielo que flota, o alguna otra cosa. O peor, podr?an atraparnos. Si nos vamos en la ma?ana, pueden vernos en la luz. Podr?amos navegar, pero podr?an estarnos esperando”. “Entonces v?monos en la ma?ana”, le digo. “Al amanecer. Iremos al norte y esperemos que ellos regresen hacia el sur”. “?Y si no lo hicieran?”, pregunta ?l. “?Tienes alguna idea mejor? Tenemos que alejarnos de la ciudad, no ir hacia ella. Adem?s, Canad? est? al norte, ?no es as??” Da media vuelta y mira hacia otro lado, suspirando. “Podr?amos quedarnos aqu?”, dice ?l. “Esperar algunos d?as. Para asegurarnos que nos pasen primero”. “?Con este clima? Si no conseguimos un refugio, moriremos de fr?o.  Y se nos habr? terminado la comida para entonces.  No podemos quedarnos aqu?.  Tenemos que seguir adelante”. “?Ah, ahora quieres seguir adelante?”. pregunta. Lo miro fijamente—est? empezando a sacarme de quicio. “Est? bien”, dice ?l. “Nos iremos al amanecer. Mientras tanto, si vamos a pasar la noche aqu?, tenemos que hacer guardia.  En turnos.  Yo empezar?, despu?s t?, y luego Ben. Duerman ustedes ahora.  Ninguno de nosotros hemos dormido y lo necesitamos. ?De acuerdo?”, pregunta, primero me mira a m? y despu?s a Ben. “De acuerdo”, respondo.  ?l tiene raz?n. Ben no responde, sigue con la mirada perdida, perdido en su propio mundo. “Oye”, dice Logan con rudeza, ech?ndose hacia atr?s y pateando su pie. “Te estoy hablando. ?Trato hecho?” Ben gira lentamente y lo mira, a?n sin concentrarse, y luego asiente con la cabeza. Pero no s? si realmente lo escuch?.  Me siento mal por Ben; es como si no estuviera aqu? realmente. Claramente, el dolor y la culpa por su hermano lo consumen.  No imagino por lo que est? pasando. “Bien”, dice Logan. Revisa sus municiones, amartilla su arma, y salta de la lancha al muelle que est? junto a nosotros. La embarcaci?n se mece, pero no se aleja. Logan se para en el muelle seco, examinando el entorno. Se sienta en un poste de madera y mira en la oscuridad, con el arma sobre su regazo. Me instalo junto a Bree, poniendo mi brazo alrededor de ella.  Rose tambi?n se inclina, y envuelvo mi brazo alrededor de las dos. “Descansen un poco. Nos espera un largo d?a ma?ana”, digo, pregunt?ndome en secreto si ?sta ser? nuestra ?ltima noche en la Tierra. Pregunt?ndome si habr? un ma?ana. “No hasta que me encargue de Sasha”, dice Bree. Sasha. Casi la olvido. Veo el cad?ver congelado de nuestra perrita, a un costado de la lancha.  Me cuesta trabajo creer que la trajimos aqu?.  Bree es una ama fiel. Bree se levanta, cruza la embarcaci?n en silencio y se pone de pie ante Sasha. Se arrodilla y le acaricia la cabeza.  Sus ojos se iluminan con la luz de la luna. Me acerco y me arrodillo a su lado.  Tambi?n acaricio a Sasha, por siempre agradecida con ella por protegernos. “?Te ayudo a enterrarla?”, le pregunto. Bree asiente con la cabeza, mirando hacia abajo, mientras cae una l?grima. Juntas bajamos las manos para recoger a Sasha, y nos inclinamos hacia adelante con ella, por el costado de la embarcaci?n.  Ambas la sujetamos, ninguna de las dos queremos soltarla.  Miro hacia abajo, en el agua oscura y congelada, del r?o Hudson que est? abajo, con las olas flotando. “?Quieres decir algo?”, le pregunto, “Antes de soltarla”. Bree mira hacia abajo, parpadeando para contener las l?grimas, con su rostro iluminado por la luz de la luna.  Se ve angelical. “Ella fue una buena perrita. Me salv? la vida.  Espero que est? ahora en un lugar mejor. Y espero que la vuelva a ver”, dice con la voz entrecortada. Nos estiramos todo lo que podemos y colocamos dentro a Sasha. Con una ligera salpicadura, su cad?ver cae al agua. Flota uno o dos segundos y empieza a hundirse. Las olas del r?o Hudson son fuertes y r?pidamente tiran de ella, hacia mar abierto. Vemos c?mo flota, medio sumergida, a la luz de la luna, yendo a la deriva, cada vez m?s lejos. Siento que se me rompe el coraz?n. Me recuerda lo cerca que estuvo de que me quitaran a Bree para siempre, de ser arrastrada por el r?o Hudson, igual que Sasha. * No s? cu?ntas horas han pasado.  Ya es de noche, y estoy ah? acostada en la lancha, hecha un ovillo alrededor de Bree y de Rose, pensando, sin poder dormir. Ninguno de nosotros ha dicho una palabra desde que enterramos a Sasha en el agua.  Todos estamos ah? sentados, en un silencio sombr?o, la lancha meci?ndose suavemente. A pocos pies de nosotros est? Ben sentado, perdido en su mundo. Parece m?s muerto que vivo; a veces, cuando lo miro, siento que estoy viendo a un fantasma caminando.  Es extra?o: estamos todos ah? sentados, pero cada quien est? en su mundo. Logan est? a nuevemetros, vigilando el muelle, con el arma en la mano, mirando el entorno.  Lo imagino como soldado.  Me da gusto que nos proteja en el primer turno.  Estoy agotada, mis huesos est?n cansados, y no tengo ganas de tomar el siguiente turno.  S? que deber?a estar durmiendo, pero no puedo. Tumbada ah?, con Bree en mis brazos, mi mente vuela. Pienso en lo loco, loco, que es el mundo ahora.  Me cuesta trabajo creer que todo esto sea real.  Es como una larga pesadilla que no termina. Cada vez que siento que estoy a salvo, algo sucede.  Pens?ndolo bien, casi no puedo creer lo cerca que he estado de perder la vida a manos de Rupert. Fue muy tonto de mi parte tener piedad de ?l, dejarlo venir con nosotros. Todav?a no puedo entender por qu? se asust?.  ?Qu? esperaba ganar? ?Estaba tan desesperado que iba a matarnos a todos, tomar nuestra embarcaci?n y desaparecer—s?lo para tener m?s comida para ?l? ?Y a d?nde la habr?a llevado? ?Solamente era una mala persona? ?Era un psic?pata? ?O era un buen hombre y llevaba tantos a?os solo y hambriento y congelado que lo hicieron colapsar? Quiero pensar que fue lo ?ltimo, que en el fondo era un buen hombre que enloqueci? por las circunstancias. Eso espero.  Pero nunca lo sabr?. Cierro mis ojos y pienso en lo cerca que estuve de ser asesinada, en c?mo sent? el fr?o metal de su cuchillo contra mi cuello.  La pr?xima vez, no confiar? en nadie. No me detendr? por nadie. No le creer? a nadie.  Har? todo lo que pueda para asegurarme que Bree y Rose y yo y los dem?s sobrevivamos. No me arriesgar? m?s.  No tomar? m?s riesgos. Si esto significa volverme insensible, pues as? ser?. En retrospectiva, creo que cada hora en el Hudson ha sido una batalla de vida o muerte.  No s? c?mo podremos llegar a Canad?. Me sorprender? poder sobrevivir los pr?ximos d?as, o incluso los siguientes kil?metros en el agua. S? que no tenemos muchas posibilidades. Abrazo fuerte a Bree, sabiendo que ?sta puede ser nuestra ?ltima noche juntas.  Por lo menos moriremos luchando, sobre nuestros pies, y no como esclavas o prisioneras. “Tuve mucho miedo”, dice Bree. Su voz me asusta en la oscuridad.  Es tan suave, Primero me asombr? de que hablara. Llevaba horas sin decier nada y pens? que estaba dormida. Volteo a verla y sus ojos est?n abiertos, mirando con miedo. “?Qu? te dio miedo, Bree?”. Ella mueva su cabeza y espera varios segundos antes de hablar.  Me doy cuenta de que est? recordando. “Ellos me secuestraron.  Yo estaba sola. Despu?s me subieron a un autob?s y me llevaron en una embarcaci?n. Todas est?bamos encadenadas.  Hac?a mucho fr?o, todas ten?amos mucho miedo. Me metieron a esa casa y no creer?as las cosas que vi. Lo que le hac?an a esas otras chicas. Todav?a escucho sus gritos.  No puedo sacarlos de mi mente”. Su rostro se arruga y empieza a llorar. Mi coraz?n se rompe en mil pedazos.  No puedo ni imaginar lo que ha pasado.  No quiero que piense en ello. Siento que quedar? marcada para siempre y que es mi culpa. La abrazo con fuerza y le doy un beso en la frente. “Shhh”, susurro. “Tranquila. Eso ya qued? en el pasado. Ya no pienses m?s en eso”. Pero a?n as?, sigue llorando. Bree entierra su cara en mi pecho.  La arrullo mientras llora y llora. “Lo siento mucho, mi amor”, le digo. “Lo lamento mucho”. Quisiera poder borrar todo eso de su mente. Pero no puedo.  Ahora forma parte de ella. Siempre quise protegerla, cuidarla de todo.  Y ahora su coraz?n est? lleno de cosas horribles. Mientras la mezo, quisiera que pudi?ramos estar en cualquier otro lugar y no aqu?.  Quisiera que las cosas fueran como antes.  Regresar el tiempo.  Volver a cuando el mundo era bueno. Volver a cuando ten?amos a nuestros padres. Pero no podemos.  Estamos aqu?. Y siento un desaz?n – estoy preocupada, sintiendo que las cosas empeorar?n. * Me despierto y me doy cuenta que es de d?a. No s? c?mo puede ser tan tarde, ni c?mo dorm? tanto tiempo. Veo alrededor de la lancha y estoy totalmente desorientada.  No entiendo qu? es lo que est? pasando.  Nuestra embarcaci?n est? flotando a la deriva, en el Hudson, en medio del enorme r?o. Bree y yo estamos solas en la lancha.  No s? d?nde est?n los dem?s y no puedo entender c?mo llegamos aqu?. La dos estamos en el borde de la lancha, mirando al horizonte, y veo que tres embarcaciones de los tratantes de esclavos vienen corriendo hacia nosotras. Trato de entrar en acci?n, pero siento que me atan los brazos por detr?s. Volteo a ver a varios tratantes de esclavos en la lancha, y noto que me han esposado por detr?s, y me sostienen por atr?s. Lucho con todas mis fuerzas, no puedo hacer nada. Se detiene una lancha de los tratantes de esclavos y uno de ellos baja, una m?scara cubre su rostro, sube a nuestra embarcaci?n, se agacha y sujeta a Bree. Ella se retuerce, pero no puede contra ?l.  La levanta de un brazo y empieza a llev?rsela. “?BREE! ?NO!”, grito. Lucho con todas mis fuerzas, pero es in?til. Me veo obligada a estar ah? parada, mientras se llevan a Bree, pateando y gritando hacia su lancha. Su barco se aleja en la corriente, hacia Manhattan. Al poco tiempo, ya van lejos. Mientras veo a mi hermanita alejarse m?s y m?s de m?, s? que esta vez la perd? para siempre. Grito, es un grito sobrenatural, suplicando, llorando para que regrese mi hermana conmigo. Me despierto sudando.  Me incorporo como rel?mpago, respirando agitadamente, mirando alrededor, tratando de averiguar lo que ocurri?. Fue una pesadilla. Veo alrededor y Bree est? acostada junto a m?; todos los dem?s est?n dormidos en la lancha. Fue un sue?o.  Nadie ha venido. Nadie se ha llevado a Bree. Trato de recuperar mi respiraci?n, mi coraz?n sigue palpitando fuertemente. Me incorporo y veo al horizonte y empieza a amanecer, hay una franja tenue en el horizonte. Miro hacia el muelle y veo a  Ben haciendo guardia sentado.  Recuerdo que Logan me despert?, recuerdo haber hecho guardia.  Despu?s despert? a Ben, le di el arma, y tom? mi lugar. Debo haberme quedado dormida despu?s de eso. Al mirar a Ben, me doy cuenta que se desplom?. Veo desde aqu?, con la luz tenue de la aurora, que tambi?n est? dormido.  Se supone que deber?a estar haciendo guardia.  Estamos indefensos. De repente, detecto movimiento, veo sombras en la oscuridad.  Parece que un grupo de personas o de criaturas, se acercan a nosotros. Me pregunto si mis ojos me est?n enga?ando. Pero despu?s, mi coraz?n empieza a palpitar con fuerza en mi pecho, y mi boca se seca, al darme cuenta de que no es un truco de la luz. No estamos preparados.  Y la gente nos va a emboscar. CINCO “?BEN!”, grito, sent?ndome. Pero es muy tarde.  Un segundo despu?s, nos atacan. Uno ha tomado a Ben, derrib?ndolo, mientras los otros dos saltan corriendo a nuestra lancha. La embarcaci?n se mueve violentamente mientras toman posesi?n de nuestra lancha. Logan despierta, pero no a tiempo. Uno de los hombres va directamente hacia ?l, con el cuchillo en la mano y est? a punto de hundirlo en su pecho. Reaccionan mis reflejos.  Me volteo, sujeto el cuchillo de mi cintura, me inclino hacia adelante y lo lanzo. El cuchillo vuela dando vueltas. Es un tiro perfecto. Se aloja en el cuello del hombre, un segundo antes de que apu?ale a Logan. El hombre se derrumba, sin vida, encima de ?l. Logan se incorpora y arroja el cad?ver, y cae en el agua, salpicando.  Por suerte ?l tiene la  entereza para quitarle el cuchillo antes de lanzarlo. Otros dos vienen a atacarme. Habiendo un poco m?s de luz, puedo ver que no son hombres, son mutantes. Mitad hombres, mitad no s? qu?. Irradiados por la guerra. Son los Locos. Esto me aterra: esos tipos, a diferencia de Rupert, son muy fuertes, sumamente malos, y no tienen nada que perder. Uno de ellos se dirige a Bree y a Rose, y no puedo permitirlo. Me lanzo hacia ?l, derrib?ndolo al suelo. Ambos caemos con fuerza, la lancha se mueve salvajemente. Veo a Logan por el rabillo de mi ojo, encima de otro sujeto, golpe?ndolo con fuerza y lanz?ndolo por la borda. Hemos detenido a dos de ellos.  Pero un tercero corre hacia nosotros. Al que derrib? me da vueltas y me arrincona. Est? encima de m? y ?l es fuerte. Llega por la espalda y me golpea con fuerza en la cara, y siento una punzada en mi mejilla. Pienso r?pidamente: levanto una rodilla con fuerza y lo golpeo entre sus piernas. Es un golpe perfecto.  Gime y cae y al hacerlo, llego por la espalda y le doy un fuerte codazo en la cara.  Se oye un crujido cuando le rompo el p?mulo y ?l se derrumba en la lancha. Lo lanzo por la borda al agua.  Fue un movimiento est?pido.  Deb? haberlo despojado de sus armas primero.  El barco se balancea violentamente mientras su cuerpo se hunde. Ahora me dirijo al ?ltimo, al mismo tiempo que Logan. Pero ninguno de los dos somos lo suficientemente r?pidos.  ?l pasa corriendo ante nosotros y por alguna raz?n, ataca primero a Bree. Pen?lope salta en el aire, y gru?endo, encaja sus dientes en su mu?eca. ?l la sacude como si fuera un mu?eco de trapo, tratando de quitarla. Pen?lope se aferra, pero finalmente le da una violenta sacudida y la env?a volando a trav?s de la lancha. Antes de que pueda alcanzarlo, est? a punto de descender sobre Bree.  Mi coraz?n se detiene cuando me doy cuenta de que no voy a llegar a tiempo. Rose salta para salvar a Bree y se interpone al ataque del hombre. ?l levanta a Rose y hunde sus dientes en su brazo. Rose deja escapar un grito escalofriante, mientras ?l rasga su carne con los dientes. Es una escena nauseabunda, horrible, que se alojar? en mi mente para siempre. El hombre se inclina hacia atr?s y est? a punto de morderla nuevamente—pero esta vez lo atrapo a tiempo.  Saco el cuchillo que tengo en mi bolsillo, tomo punter?a y me preparo para lanzarlo. Pero antes de hacerlo, Logan se acerca, apunta con su pistola y dispara. La sangre salpica por todos lados, mientras dispara al hombre en la parte posterior de la cabeza.  ?l se derrumba en la lancha y Logan se adelanta y lanza su cad?ver por la borda. Corro hacia Rose, quien grita hist?ricamente, sin saber c?mo consolarla.  Arranco una tira de mi blusa y la envuelvo alrededor de su brazo que sangra profusamente, tratando de contener la sangre lo mejor que puedo. Detecto movimiento por el rabillo de mi ojo, y me doy cuenta de que un Loco ha arrinconado a Ben en el muelle. ?l se inclina hacia atr?s, a punto de morder el cuello de Ben. Giro y lanzo mi cuchillo.  Vuela dando vueltas y se aloja en la parte posterior del cuello del hombre. Su cuerpo no se mueve, mientras se desploma sobre el suelo. Ben se incorpora, aturdido. “?Regresen a la lancha!”, grita Logan. “?AHORA!” Oigo la furia en la voz de Logan, y tambi?n la siento. Ben estaba de guardia y se durmi?.  Nos dej? vulnerables al ataque. Ben sube tambaleando a la lancha y al hacerlo, Logan llega con su cuchillo y corta la cuerda.  Mientras, me hago cargo de Rose, quien grita en mis brazos, y Logan toma el tim?n, poniendo en marcha la embarcaci?n y oprimiendo el acelerador. Aceleramos fuera del canal, en el amanecer.  Hace bien en sacarnos de aqu?.  Esos disparos podr?an haber alertado a alguien; qui?n sabe cu?nto tiempo tengamos ahora. Salimos del canal hacia la luz p?rpura del d?a, dejando varios cad?veres flotando detr?s de nosotros. Nuestro refugio ha sido r?pidamente transformado en un lugar de horrores, y espero no verlo nunca m?s. Corremos otra vez hacia el centro del r?o Hudson; la lancha se bambolea mientras Logan acelera.  Estoy en guardia, buscando por todos lados una se?al de los tratantes de esclavos.  Si est?n cerca de nosotros, no hay ning?n lugar d?nde escondernos:  los sonidos de los disparos, los gritos de Rose y de un motor rugiendo, no nos hacen pasar inadvertidos. Rezo porque en alg?n momento de la noche regresen a buscarnos y est?n m?s al sur que nosotros; si es as?, est?n en alg?n lugar detr?s de nosotros.  Si no, vamos a encontrarnos con ellos. Si realmente tenemos suerte, se dieron por vencidos y dieron vuelta dirigi?ndose hacia Manhattan.  Pero lo dudo.  Nunca hemos sido tan afortunados. Como esos Locos.  Fue un golpe de mala suerte estacionarnos all?.  He o?do rumores de grupos depredadores de Locos que se volvieron can?bales, que sobreviven por el consumo de los dem?s, pero nunca lo cre?.  Todav?a me cuesta trabajo creer que es verdad. Sujeto a Rose con fuerza, la sangre se filtra a trav?s de la herida, en mi mano; estoy meci?ndola, tratando de consolarla. Su vendaje improvisado ya est? rojo, as? que rasgo otro pedazo de mi bllusa, exponiendo mi est?mago al fr?o congelante, y reemplazo su vendaje.  No es nada higi?nico, pero es mejor que nada, y tengo que contener la sangre de alguna manera. Me gustar?a tener medicamentos, antibi?ticos o al menos analg?sicos—lo que sea que pudiera darle. Al quitar el vendaje empapado, veo el trozo de carne que falta en su brazo y miro a otro lado, tratando de no pensar en el dolor que debe estar pasando. Es horrible. Pen?lope se sienta en su regazo, gimiendo, mir?ndola, claramente queriendo ayudar tambi?n.  Bree parece estar traumatizada, una vez m?s, de la mano de Rose, tratando de acallar sus gritos.  Pero ella est? inconsolable. Desear?a desesperadamente tener un tranquilizante—lo que fuera. Y entonces, de repente, me acuerdo. La botella de champa?a que dejamos a la mitad.  Corro al frente de la lancha, lo sujeto y corro de regreso hacia ella. “Bebe esto”, le digo. Rose llora hist?ricamente, gritando en agon?a, y ni siquiera me toma en cuenta. Lo acerco a sus labios y la obligo a beber.  Casi se ahoga con ella, derramando un poco, pero la bebe. “Por favor, Rose, bebe. Esto te ayudar?”. La acerco nuevamente a su boca, y entre sus gemidos toma unos sorbos m?s.  Me siento mal por dar alcohol a una ni?a, pero espero que eso la ayude a mitigar su dolor; no s? qu? m?s hacer. “Encontr? pastillas”, dice una voz. Volteo a ver a Ben, ah? parado, pareciendo alerta, por primera vez.  El ataque, lo que le sucedi? a Rose, debe haberlo hecho reaccionar, tal vez porque se siente culpable por quedarse dormido en la guardia.  Est? ah?, de pie, sosteniendo un peque?o contenedor de p?ldoras. Lo tomo y lo examino. “Lo encontr? dentro del compartimento”, dice. “No s? qu? sea”. Leo la etiqueta: Ambien. P?ldoras para dormir.  Los tratantes de esclavos deben haber guardado esto para ayudarlos a dormir. La iron?a de esto: ah? est?n ellos, manteniendo a los dem?s despiertos toda la noche, y guardando p?ldoras para dormir para ellos mismos. Pero para Rose, esto es perfecto, justamente lo que necesit?bamos. No s? cu?ntas darle, pero necesito calmarla.  Le doy nuevamente la champa?a, asegur?ndome de que la trague, y despu?s le doy dos pastillas.  Guardo el resto en mi bolsillo, para que no se pierdan, y despu?s mantengo una estrecha vigilancia sobre Rose. En cuesti?n de minutos, la bebida y las pastillas empiezan a surtir efecto.  Poco a poco, sus gemidos se convierten en lloriqueos, y despu?s se amortiguan.  Tras veinte minutos, sus ojos se empiezan a cerrar, y se queda dormida en mis brazos. Le doy otros diez minutos, para asegurarme de que est? dormida, y despu?s miro a Bree. “?La puedes sostener?”, le pregunto. Bree corre a mi lado y poco a poco me levanto y pongo a Rose en sus brazos. Me levanto, mis piernas est?n acalambradas, y camino al frente de la lancha, junto a Logan.  Continuamos corriendo r?o arriba, hay un claro en las nubes, y cuando miro hacia el agua, no me gusta lo que veo. Peque?os trozos de hielo empiezan a formarse en el r?o Hudson en esta ma?ana congelada. Oigo un sonido met?lico en la lancha. Es lo ?ltimo que necesitamos. Pero eso me da una idea.  Me inclino sobre el barco, el agua roc?a mi cara, y pongo mis manos en el agua congelada. Es doloroso al tacto, pero obligo a mi mano a seguir as?, tratando de sujetar un peque?o pedazo de hielo a medida que avanzamos.  Pero vamos demasiado r?pido, y es dif?cil sujetar uno. Sigo fallando por escasos cent?metros. Finalmente, despu?s de un minuto de agon?a, atrapo uno.  Levanto la mano, temblando de fr?o,  corro y se lo doy a Bree. Ella lo toma, at?nita. “Sost?n esto”, le digo. Regreso y tomo otra venda, la que est? llena de sangre, y la envuelvo en el hielo.  Se la paso a Bree. “Ponla sobre su herida”. Espero que le ayude a adormecer su dolor, y tal vez a detener la inflamaci?n. Regreso mi atenci?n hacia el r?o y miro alrededor, por todos lados, mientras la ma?ana se vuelve cada vez m?s brillante. Vamos acelerados, cada vez m?s al norte y me siento aliviada al no ver se?ales de los tratantes de esclavos por ning?n lado. No escucho motores ni detecto movimiento alguno en ambos lados del r?o. De hecho, el silencio es mal ag?ero. ?Nos est?n esperando? Voy en el asiento del pasajero, al lado de Logan, y miro hacia el indicador de combustible. Menos de un cuarto.  Esto no es un buen presagio. “Tal vez ya se fueron”, me atrevo a decir. “Tal vez regresaron, dejaron la b?squeda”. “No cuentes con eso”, dice ?l. Como si fuera una se?al, de repente, escucho el rugido de un motor. Mi coraz?n se detiene.  Es un sonido que reconocer?a en cualquier parte del mundo: su motor. Me dirijo hacia la parte posterior de la lancha y veo al horizonte: efectivamente, ah?, como a kil?metro y medio de distancia, est?n los tratantes de esclavos.  Corren hacia nosotros. Los veo venir, sinti?ndome desamparada. Ya casi no tenemos municiones, y ellos est?n bien equipados y bien tripulados, con toneladas de armas y municiones.  No tenemos ninguna oportunidad, si peleamos contra ellos, y no tenemos la oportunidad de correr m?s r?pido: ya se est?n acercando.  Ni podemos tratar de ocultarnos otra vez. No tenemos otra opci?n mas que enfrentarlos. Y ser?a una batalla perdida.  Es una sentencia de muerte que corre hacia nosotros en el horizonte. “?Tal vez deber?amos rendirnos!” grita Ben, viendo hacia atr?s, aterrado. “Nunca”, le digo. No me puedo imaginar convertida en prisionera nuevamente. “Si caigo, ser? como hombre muerto”, dice Logan. Trato de pensar, buscando una soluci?n en mi mente. “?No puedes ir m?s r?pido?”, presiono a Logan, mientras los veo cerrando la brecha. “?Voy tan r?pido como puedo!”, dice gritando, por encima del rugido del motor. No s? qu? m?s hacer.  Me siento impotente.  Rose est? despierta, gimiendo otra vez y Pen?lope ladra. Siento que el mundo se me cierra. Si no pienso en algo r?pidamente y se me ocurre alguna soluci?n, estaremos muertos en cuesti?n de minutos. Exploro la lancha, en busca de armas, o lo que sea que pueda usar. Êîíåö îçíàêîìèòåëüíîãî ôðàãìåíòà. Òåêñò ïðåäîñòàâëåí ÎÎÎ «ËèòÐåñ». Ïðî÷èòàéòå ýòó êíèãó öåëèêîì, êóïèâ ïîëíóþ ëåãàëüíóþ âåðñèþ (https://www.litres.ru/pages/biblio_book/?art=43691711&lfrom=688855901) íà ËèòÐåñ. Áåçîïàñíî îïëàòèòü êíèãó ìîæíî áàíêîâñêîé êàðòîé Visa, MasterCard, Maestro, ñî ñ÷åòà ìîáèëüíîãî òåëåôîíà, ñ ïëàòåæíîãî òåðìèíàëà, â ñàëîíå ÌÒÑ èëè Ñâÿçíîé, ÷åðåç PayPal, WebMoney, ßíäåêñ.Äåíüãè, QIWI Êîøåëåê, áîíóñíûìè êàðòàìè èëè äðóãèì óäîáíûì Âàì ñïîñîáîì.
Íàø ëèòåðàòóðíûé æóðíàë Ëó÷øåå ìåñòî äëÿ ðàçìåùåíèÿ ñâîèõ ïðîèçâåäåíèé ìîëîäûìè àâòîðàìè, ïîýòàìè; äëÿ ðåàëèçàöèè ñâîèõ òâîð÷åñêèõ èäåé è äëÿ òîãî, ÷òîáû âàøè ïðîèçâåäåíèÿ ñòàëè ïîïóëÿðíûìè è ÷èòàåìûìè. Åñëè âû, íåèçâåñòíûé ñîâðåìåííûé ïîýò èëè çàèíòåðåñîâàííûé ÷èòàòåëü - Âàñ æä¸ò íàø ëèòåðàòóðíûé æóðíàë.