Ïóòèí ìíå ðàññêàæåò î âåñíå, î ðîññèéñêîé ïóòàííîé äîðîãå, ïðî áþäæåò ðàçäåëåííûé íà âñåõ.. Åñòü î ÷åì ïîõâàñòàòüñÿ â èòîãå! - Ïåíñèþ äîáàâèì è îêëàä,- â ñðåäíåì ïîëó÷àåòñÿ ìàëåõà, êòî-òî äàæå áóäåò î÷åíü ðàä, êòî è òàê æèâåò âïîëíå íåïëîõî. Ñêèíåìñÿ âñåì ìèðîì íà ðåìîíò, äåíüãè, íàì ñêàæèòå, áðàòü îòêóäà? Ìèëëèàðä ñþäà, òàì ìèëëèîí, óïðàâëÿòü

Transformaci?n

Transformaci?n Dana Lyons ?Humano, animal o no humano? Cuando las l?neas se desdibujan, se necesita a alguien especial para resolver las cosas. La agente especial del FBI Dreya Love prefiere trabajar sola. Pero cuando su amiga, la hija de un senador, es asesinada, se ve obligada a asociarse con el detective Rhys Morgan, o ser asignada a ”la parte trasera del infierno”.  M?s muertes con cuerpos que coinciden con su primera v?ctima traen al equipo a la agente de la Interpol Quinn Kingston.  A medida que su investigaci?n descubre un programa secreto de investigaci?n gen?tica encubierta por parte del gobierno y una advertencia de ”alejarse”, el caso da un giro mortal.  La b?squeda de un asesino, una droga y de un ingrediente sobrenatural une a estos tres de un modo que no pod?an imaginar.  Pronto descubren que la verdad conduce a un infierno que no sab?an que exist?a. DREYA LOVE hace ”tictac” como una bomba. Dana Lyons combina el har?n inverso con el cambio de forma y resolver cr?menes para crear una aventura sexy Dreya Love Transformation es un thriller de alto concepto que combina la ?ltima tendencia en romance, el har?n inverso, con el cambio de forma, el misterio del crimen y un toque de ciencia ficci?n. La agente especial del FBI Dreya Love prefiere trabajar sola, bebe mezcal y le gusta el sexo sin compromiso. En el FBI, tiene su propia manera de hacer las cosas, basada en principios, pero est? dispuesta a romper las reglas si es necesario para salvar una vida o prevenir un crimen. Cuando su amiga, la hija de un senador, es asesinada, se ve obligada a asociarse con el detective Rhys Morgan, o a ser asignada a ”la parte trasera del infierno”.  Mientras luchan por conseguir una pista en el caso, m?s muertes con cuerpos que muestran las mismas extra?as anomal?as que su primera v?ctima traen al equipo desde Europa a la agente de la Interpol Quinn Kingston.  Con una peque?a t?ctica no aprobada como la de irrumpir en la casa del senador, ella y Rhys se enteran del encubrimiento por parte del gobierno de un programa secreto de investigaci?n gen?tica en una estaci?n espacial sobre el planeta Draco Prime. Les advierten de que deben ”alejarse”; la amenaza hace que el casode un giro mortal.   La caza de un asesino y de una mort?fera droga de boutique elaborada con un ingrediente sobrenatural une a estos tres de formas que no pod?an imaginar.  Pronto descubren que la verdad conduce a un infierno que no sab?an que exist?a. Siguen la pista del qu?mico que vendi? la droga mortal, Gideon Smith. Acorralado, Smith les dosifica una muestra de la f?rmula Nobility creada por el Dr. Anthony Lazar en la estaci?n espacial secreta Draco. Aunque la Nobility no los mata, la f?rmula ha alterado su ADN; ya no son lo que eran. Los ojos de Dreya son de otro color y tienen una visi?n muy mejorada. Es capaz de leer e interpretar las microexpresiones de los rostros, un talento que, seg?n ella, es un arma de doble filo. Adem?s, la Nobility le ha dado la capacidad telep?tica de conectar con Rhys y Quinn cuando se transforman en animales. Rhys es un cuervo; Quinn, un lobo. Los tres son excepcionales. Inhumanos. Excepcionales. Nobles. Despu?s de sobrevivir a la Nobility, capturan a Smith. Desesperado, Smith toma la droga y muere. Pero el caso no ha terminado. Una nueva v?ctima arrastra a Dreya, Rhys y Quinn a una misi?n fuera de lo com?n: la Estaci?n Espacial Draco del Libro 2. Su prioridad es interrogar al Dr. Anthony Lazar, creador de Nobility. Su sue?o es alterar gen?ticamente a la raza humana para dar lugar a una criatura m?s noble con los rasgos positivos que observamos en la naturaleza. Su objetivo es eliminar los rasgos humanos negativos como la avaricia, la envidia, la corrupci?n y los celos, y sustituirlos por rasgos m?s deseables como la lealtad, la firmeza y el compromiso inquebrantable. Transformaci?n Dana Lyons TRANSFORMACI?N DREYA LOVE LIBRO 1 TRADUCCI?N AL ESPA?OL: SANTIAGO MACHAIN Copyright © 2018 por Dana Lyons Esta es una obra de ficci?n. Los nombres, lugares, personajes e incidentes son producto de la imaginaci?n de la autora o se utilizan de forma ficticia, y cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, organizaciones, eventos o lugares es pura coincidencia. Todos los derechos reservados en virtud de las Convenciones Internacional y Pan-American Copyright Conventions. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio, electr?nico o mec?nico, incluyendo fotocopias, grabaciones, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperaci?n de informaci?n, sin el permiso por escrito del editor. Advertencia: la reproducci?n o distribuci?n no autorizada de esta obra protegida por derechos de autor es ilegal. La infracci?n penal de los derechos de autor, incluida la infracci?n sin ?nimo de lucro, es investigada por el FBI y se castiga con hasta 5 a?os de prisi?n y una multa de 250.000 d?lares. Dise?o de portada por Ivan Zanchetta Creado con Vellum (http://tryvellum.com/created) ?Humano, animal o inhumano? Cuando las l?neas se desdibujan, se necesita a alguien especial para resolver las cosas. Sobrevivir a un intento de asesinato por modificaci?n gen?tica dej? a la agente especial del FBI Dreya Love m?s de lo que era antes. Dreya prefiere trabajar sola. Pero cuando su amiga, la hija de un senador, es asesinada, se ve obligada a asociarse con el detective Rhys Morgan o ser asignada a “la parte trasera del infierno”. M?s muertes con cuerpos que coinciden con su primera v?ctima traen al equipo a la agente de la Interpol Quinn Kingston. A medida que su investigaci?n descubre un programa secreto de investigaci?n gen?tica, un encubrimiento por parte del gobierno y una advertencia de "alejarse", el caso se vuelve mortal. La b?squeda de un asesino, de una droga de boutique y de un ingrediente sobrenatural une a estos tres de un modo que no pod?an imaginar. Pronto, descubren que la verdad conduce a un infierno que no sab?an que exist?a. DREYA LOVE hace tictac... como una bomba Dana Lyons combina la tendencia m?s actual del romance (el har?n inverso) con el cambio de forma y la resoluci?n de cr?menes, para ofrecer una aventura inteligente y sexy con una doble pizca de lo inesperado. ?ndice Cap?tulo 1 (#ua6aa443c-39e5-57b5-a324-a7f7731ea9e2) Cap?tulo 2 (#u450878fc-75db-50cb-99d8-be82de4084fc) Cap?tulo 3 (#ud881b684-c1bb-5732-b66f-8a66e400d48e) Cap?tulo 4 (#uef313d20-92e4-512e-98d4-c785e5dad21a) Cap?tulo 5 (#ud14686ac-58b0-5661-8e35-f35901cdb38b) Cap?tulo 6 (#u87096ae5-c434-59ff-9573-42fca6e375c5) Cap?tulo 7 (#u7d1e2551-7141-5ea4-a69f-75698e775a20) Cap?tulo 8 (#u2d1400e8-c64e-520a-ac4d-026857a2ccc3) Cap?tulo 9 (#ud00a10ba-2f2c-5af1-9f16-adf66fe4c14c) Cap?tulo 10 (#uc40af600-3ccf-5131-890f-808bcdb09794) Cap?tulo 11 (#u49ae311a-ba77-58de-854b-42d33ec8124f) Cap?tulo 12 (#ud765588d-3d4b-565b-872c-65818a2cef87) Acerca de la autora (#u389eab43-7581-5835-89f2-d81f25d88533) 1 2018, Washington, DC En el ?ltimo d?a de su vida, la joven Libby Stanton era una mujer con una misi?n. Se gir? frente al espejo de su apartamento de Georgetown, admirando su reflejo, alisando su vestido sobre las caderas. Un colgante de diamantes brillaba en su garganta, con unos pendientes a juego en sus orejas. El bolso, los zapatos y el vestido se hab?an montado para crear el m?ximo efecto de exposici?n y atenci?n. “Esto deber?a levantar el ?nimo,” augur? ella. Hizo un gesto y se acomod? el cabello, recordando las palabras que escuch? en el ba?o de Smith Point la noche anterior. “?l va a volver al mercado,” dijo una joven voz femenina. “S?, he o?do que est? harto de Libby y sus modales”. Risitas, risitas, sonrisas, sonrisas. El gesto de Libby se interrumpi?. Se estremeci? cuando el fr?o del rechazo se desliz? sobre sus hombros. Su amante hab?a estado actuando... dif?cil ?ltimamente. “Bueno,” se anim? y anunci? a su reflejo. “No puedo permitir que rompa conmigo”. Marc? su n?mero y golpe? el pie con agitaci?n hasta que ?l respondi?. “Oh, hola, cari?o. Estoy lista. S?, el George esta noche. Deber?a estar lleno. Bien. Te veo en un rato”. Comprob? su reflejo una ?ltima vez y le pareci? bien. Nadie deja a la hija del senador. Lleg? a su puerta, el perfecto caballero... con un secreto detr?s de sus ojos marrones. Aun as?, ella sonri? y lo salud? cordialmente, necesitando que esto saliera estrictamente como estaba planeado. “Hola cari?o, luces bien esta noche”. “Y t? tambi?n,” respondi? ?l. La mir? de arriba abajo, quiz?s, se pregunt? ella, lamentando su decisi?n de separarse de ella. Una l?stima. Una vez que la noticia llega a los chismosos, pasa el punto de no retorno. El breve trayecto hasta el club apestaba a palabras no pronunciadas, pasadas, presentes y futuras. Libby lo mir?, especulando con qui?n planeaba reunirse despu?s de romper con ella. Bueno, pens?, nunca tendr? la oportunidad. Siguiendo su plan, mantuvo juiciosamente los labios apretados. En el club, su cara era tan conocida que no tuvo que mostrar su peque?o carn? de socio. Pasaron por delante de la larga cola y ella asinti? al guardia de seguridad; ?ste solt? la cuerda de terciopelo. Ella se adelant?, examinando a la multitud, en busca de alg?n conocido con un tel?fono m?vil dispuesto a hacer una foto o un v?deo. En la esquina hab?a una mesa de modelos de moda; la salud?, aunque las odiaba. Pero sab?a que aquella morenita de piernas largas estaba celosa de su estatus y sin duda se apresurar?a a capturar cualquier acci?n. Libby pod?a ver el titular del Daily Gossip de ma?ana, Libby Stanton arroja la bebida a la cara de una amante y se marcha furiosa. “Perrier, sin lim?n,” pidi? ella. La bebida lleg? y con ella una pausa en la m?sica mientras el DJ preparaba un nuevo set. El momento era perfecto. Se puso de pie y recogi? su bebida. Tiene suerte de que no haya pedido un Singapore Sling. Le tir? el vaso de Perrier helado a la cara, tom?ndose un largo segundo para apreciar su expresi?n de asombro... y para que los flashes anunciaran que el evento estaba bien grabado. “Nadie abandona a la hija del senador”, declar? lo suficientemente alto como para que todos la oyeran. Recogi? su bolso y se march?, d?ndole una larga mirada a lo que nunca m?s conocer?a. Dejarle con la cabeza alta y una sonrisa en la cara fue estimulante. Una exhibici?n p?blica de este tipo hizo que su coraz?n palpitara de emoci?n; sab?a que sus acciones ser?an noticia ma?ana. Fuera del club, respir? profundamente y se abanic? la cara hasta que los nervios se calmaron. Por fin, su coraz?n se calm? y la adrenalina desapareci?. Un vistazo a su reloj mostr? que era un poco m?s de medianoche. “Mmm, ?a d?nde voy?” Sac? su tel?fono m?vil cuando una voz masculina le pregunt?: “?Necesitas que te lleven?” Levant? la vista. Un reluciente autom?vil nuevo se acerc? a la acera; la ventanilla del pasajero estaba bajada; el conductor, de unos treinta a?os, estaba bien vestido y era guapo, con ojos profundos. “Oh, ?y t? qui?n eres?” Ella le ech? un ojo mientras escaneaba su lista de contactos. ?l sonri?, revelando un encantador hoyuelo. “Soy un hombre que ve a una bella dama vestida de fiesta. ?Necesita compa??a? Estaba a punto de entrar”. Volver a entrar era lo ?ltimo que ten?a en mente. Pero su voz era suave y su tono tranquilizador. Volvi? a meter su tel?fono en el bolso. “Hay una multitud fea all? esta noche. Por eso me march?”. Cerr? la puerta con un chasquido. “Entonces iremos a otro sitio”. Ella le dio otra inspecci?n; realmente era guapo. “Dime, gal?n, ?a qu? te dedicas?” “Soy un hombre de ciencia. ?Viene a tomar una copa conmigo se?orita...?” Una onda de placer recorri? su columna vertebral y sonri? ampliamente. Cuando era ni?a, siempre le gustaba escuchar a los cient?ficos cuando ven?an a hablar con su padre. Los hombres que hablaban con grandes palabras la hac?an sentir segura y protegida. “Soy Libby”. Ella alcanz? la puerta. “Bienvenida Libby. Mi nombre es Gideon. Gideon Smith”. Libby entr? por la puerta en la elegante casa de Gideon. Este repentino giro de los acontecimientos le result? agradable, ya que la noche se convirti? en una situaci?n de ganancia. Era guapo, educado, ten?a buenos modales y parec?a tener seguridad econ?mica. Aunque en un principio hab?a planeado tomar una copa con ?l y luego pedir que la llevaran, empezaba a ver las ventajas de quedarse m?s tiempo. Se detuvo en un puesto de bar en la esquina de la cocina. “?Qu? deseas beber?” “?Puedes prepararme un margarita? ?Con hielo, con sal? Y me gustar?a usar el ba?o”. “Claro, puedo hacer el margarita,” dijo con entusiasmo. “Esa es mi bebida. Encontrar?s un ba?o,” se?al?, “por ese pasillo a la izquierda”. Mientras recorr?a la casa, se sinti? intrigada al ver un sal?n de buen gusto lleno de muebles y arte respetable. Pas? por alto el ba?o y se aventur? por el pasillo hasta el dormitorio principal. “Quiz? me quede,” murmur?, observando la acogedora cama de matrimonio. Entr? en el amplio ba?o. Una bonita ba?era de hidromasaje. “Tal vez, despu?s de un par de margaritas”. Coloc? su bolso en la encimera y se apart? del espejo para hacerse un selfie. “Ya est?,” confirm?. Al considerar que la foto val?a la pena, la guard?. En el fondo de la foto, not? una rareza. “?Qu? es eso?” En un estante detr?s de ella hab?a una curiosidad, algo parecido a una bola de nieve, pero roja, no blanca. Lo tom?, lo agit? y observ? c?mo los copos rojos bailaban alrededor de un volc?n. “?No es extra?o?” Devolvi? el globo a su lugar en la estanter?a. Volviendo al espejo, se limpi? las comisuras de los ojos y volvi? a examinar su rostro. Un poco de l?piz de labios, un toque de bronceador y un repaso a su cabello con las yemas de los dedos, y sonri? con satisfacci?n. “Estoy lista para la margarita”. Alcanz? a tomar su tel?fono celular cuando su mano comenz? a temblar. El temblor subi? visiblemente por su brazo y se extendi? por su cuerpo. “?Qu??” murmur?, agarrando la encimera y golpeando su tel?fono contra la dura superficie para que saliera volando por el borde. Sus temblores aumentaron r?pidamente. Quer?a gritar, pero ten?a la garganta bloqueada. No puedo respirar. Se desliz? hasta el suelo de baldosas y trat? de ara?ar su garganta, pero las convulsiones de todo el cuerpo mantuvieron sus m?sculos r?gidos. “Gak”, grazn?. Los destellos llenaron su visi?n. Quer?a desesperadamente levantarse y correr, ir a casa y ponerse la bata. Pero el ?nico sonido que pudo emitir fue “Gak”. El calor recorri? su cuerpo. Estaba ardiendo por dentro. La sangre burbujeaba y le daba ganas de gritar. Un dolor insoportable recorr?a sus huesos. Su piel era un lecho de cactus espinoso. Los destellos de sus ojos superaron su visi?n y se fundieron en un campo blanco. Pate? espasm?dicamente varias veces. Sus ojos se pusieron en blanco. Su vejiga se liber?. En la cocina, Gideon mezclaba alegremente los margaritas. Tarareaba mientras llevaba las bebidas en busca de la se?orita sexy, “Libby”. No pod?a creer la suerte que hab?a tenido al cruzarse con ella; las perspectivas de echar un polvo parec?an buenas. La sala de estar estaba vac?a, as? que se dirigi? al cuarto de ba?o. Tambi?n vac?o. “Mmm, ?me atrevo a esperar?” Se dirigi? a su dormitorio. En la puerta llam?, “?Libby?” No hay nadie en la cama. “Tal vez ya est? en el jacuzzi”. Se dirigi? hacia el ba?o. Cuando la vio en el suelo, grit?. Estaba claramente muerta, mostrando el blanco de sus ojos, su cuerpo contorsionado. “Maldita sea, ?qu? demonios?” Dej? las bebidas en el suelo y retrocedi?, mir?ndola fijamente. “?Qu?? ?Estaba drogada antes de que lleg?ramos?” Pas? con cautela por encima de su cuerpo, intentando no mirar la espuma de sus labios rojos, la sangre de su nariz, el charco que se filtraba por debajo de su vestido. De uno de los cajones, extrajo un largo bastoncillo de algod?n y rebusc? en su bolso. No hab?a drogas all?. “Qu?, qu?, ?qu? hago?” gimi? ?l. El cad?ver de Libby le hizo recordar su ?ltima noche en la estaci?n Draco. S?lo que el cad?ver de esa noche era Annie Cooper. “Me descubri? robando. No tuve m?s remedio que matarla”, solt?, luchando por la redenci?n. El remordimiento por el pasado y el miedo por el futuro lo desgarraron de repente. “Annie, me libr? de tu asesinato, pero esto...” Se inclin? bruscamente, con el est?mago amenazando con arrojar su contenido. El agua le inund? los ojos y trag? bilis. La miserable iron?a de la situaci?n no se le escapaba. La muerte accidental conduce directamente al asesinato. Preocupado por el problema en su cabeza, se pase?. “?Qu? demonios te ha matado, Libby? ?Por qu? estabas aqu??” Mir? a su alrededor; sus ojos se posaron en la bola de nieve de la Estaci?n Draco. “Oh, mierda, ?ha tocado eso?” Se dio varias palmadas en la frente. “Piensa, piensa. ?He metido la pata en la transferencia cuando he sacado la droga del globo?” Record? el d?a en que extrajo la peque?a muestra de la droga Nobility de Lazar. La bolsa parec?a intacta, pero quiz? hab?a un peque?o agujero y sus guantes se contaminaron. “Maldici?n, maldici?n, maldici?n,” maldijo con los labios r?gidos. Se dirigi? al dormitorio y se qued? mirando el cuerpo de la mujer, con la mano pegada a la frente. “Tengo un cad?ver”. Gimi?: “Esto no es culpa m?a”, y empez? a pasearse. Al ver que su vida pasaba volando como un ni?o bonito en la c?rcel, a?adi?: “Estoy muy jodido por esto”. Se restreg? la cara, buscando una salida. “Bien, est? en un suelo de baldosas y no hay un derrame masivo de sangre. Ni siquiera nos hemos besado, as? que la transferencia de ADN es m?nima”. El paso comenz? de nuevo. Poco a poco se form? un plan. Se detuvo y palp? sus bolsillos en busca de las llaves. “No vayas a ninguna parte, Libby. Vuelvo enseguida”. Dos horas m?s tarde regres?, levantando la puerta de la cochera con el mando a distancia y entrando. “Calma,” jade? ?l. Dej? caer la cabeza hacia atr?s contra el reposacabezas, aspirando aire como si hubiera aguantado la respiraci?n todo el tiempo que estuvo fuera. En silencio, ofreci? su excusa para una oraci?n, sabiendo que estaba en una posici?n dudosa para buscar ayuda celestial. Sin embargo. Todo el mundo necesita ayuda en alg?n momento. Llev? sus compras. Poni?ndose guantes, desenvolvi? y extendi? una lona junto al cuerpo de Libby, y coloc? una alfombra reci?n comprada encima de la lona. “Aqu? tienes, Libby”. Arrastr? su cuerpo hasta la alfombra y la enroll?. Utilizando la lona como trineo, arrastr? la alfombra por el pasillo, a trav?s de la cocina y por la cochera. Meti? el conjunto en el maletero de su coche, cerr? la tapa del maletero y se sent? sobre ?l, jadeando por el esfuerzo. Cuando recuper? el aliento, se lament? con rabia: “Maldita sea. Parece que esta noche no voy a acostarme con nadie. ?Y ahora qu??” Golpeando con un dedo preocupado en el tronco, record? un tramo oscuro junto al r?o en el parque Anacostia. “S?. Un lugar tan bueno como cualquier otro para dejarla”. 2 La agente especial del FBI Dreya Love se despert? lentamente. Con los ojos a?n cerrados, evalu? su situaci?n. Estaba en una cama, pero las s?banas ol?an a un detergente diferente al que ella usaba. No estaba en casa. Una comprobaci?n mental de su cuerpo revel? que las partes inferiores estaban bastante bien usadas. Se retorci? la cara en un esfuerzo por recordar qui?n... cuando le vino a la mente una visi?n que corroboraba claramente sus sospechas, una de cuerpos tensos en la agon?a de un acto sexual muy atl?tico. Abri? un ojo. Al no ver nada aterrador, abri? el otro ojo. No reconoci? nada, ya que las luces estaban apagadas cuando ella y... alguien entraron a trompicones. Un zapato de hombre y un par de calzoncillos en el suelo le dieron una pista. La prueba de vida vino de otra habitaci?n. Sonidos, movimiento, agua corriendo. El olor a caf? y a... ?bacon? “?Est? cocinando?” murmur?. “Dios m?o, d?jame salir de aqu?”. Se dio la vuelta para buscar su ropa y un reloj. “Las cinco y media. ?Qui?n demonios come a las cinco y media de la ma?ana?” En la esquina, vio un mont?n de ropa con un zapato rojo de tac?n. “Ah.” Por fin, algo familiar. Se arrastr? fuera de la cama y se desliz? encorvada para recoger su ropa. Su vestido se desliz? sobre su cabeza. Con un tac?n en la mano, se arrodill? buscando sus bragas debajo de la cama. “Te he encontrado”, dijo, agarr?ndolas con la mano. Se apart? el cabello de los ojos y se sent? de nuevo sobre sus piernas. Una forma masculina bastante impresionante llen? de repente su visi?n. “Oh. Eres t?. Hola”. No pod?a recordar su nombre. Aunque era alto, moreno y «guapo», supuso que ten?a planes para el domingo por la ma?ana. Comida, m?s sexo, charla... Siento decepcionarla. No se le daban bien los abrazos despu?s del coito, ni le gustaban las bromas absurdas de compartir la comida y revelar los secretos m?s profundos. Se estremeci? al pensarlo. “Dreya, tu tel?fono lleva vibrando desde las cinco”. Se lo pas?. Como si respondiera a sus palabras, zumb? como una abeja furiosa. Ella tom? el tel?fono, pregunt?ndose si «el guapo» hab?a dicho deliberadamente su nombre porque sab?a que ella no recordaba el suyo. La pantalla de su tel?fono indicaba una docena de llamadas antes del amanecer de un domingo por la ma?ana; su coraz?n martilleaba de ansiedad. “Esto no es bueno”. El tel?fono salt? en sus manos y acept? la llamada entrante de su jefe, subdirector a cargo de la oficina de DC. “Soy Love”. “Dreya, ?d?nde est?s?” El uso de su nombre de pila era una alarma en s? mismo. Ella inhal? con fuerza. “No estoy en casa, se?or. ?Qu? est? sucediendo?” Cerr? los ojos con la conocida oraci?n. Por favor, no, que no sea... “Te necesito en la escena del crimen”. Su tono cambi? y sus siguientes palabras la hicieron estremecerse de que la conociera tan bien. “?Tienes que ir a casa primero?” Ella mir? las bragas y el zapato en su mano. “S?, se?or. ?Qu? ha ocurrido?” Alto, moreno y «guapo» se apoy? en la jamba de la puerta frunciendo el ce?o, sin duda percibiendo que sus planes del domingo por la ma?ana se hab?an torcido. Aunque estaba agradecida por haberse librado de esta atractiva obra, odiaba que su huida se produjera a costa de la vida de alguien. “Vete a casa,” orden? Jarvis. “V?stete. Ll?mame entonces”. “Se?or,” exclam? ella, pero ?l hab?a colgado. “?Malas noticias?” pregunt? «el guapo». “S?”. Ella evit? su mirada; s?lo quer?a irse. “Te llamar?”, dijo mientras tomaba su otro zapato y se deten?a lo suficiente para ponerse las bragas. Pas? corriendo junto a ?l, recogi? su bolso de la encimera de la cocina y se dirigi? a la puerta. “No te he dado mi n?mero,” dijo. “No pasa nada,” dijo ella por encima del hombro mientras sal?a por la puerta. “Soy del FBI”. El detective del metro de DC Rhys Morgan se apoy? en el guardabarros de su coche mirando el pegajoso barro que se acumulaba en sus finos zapatos de cuero. Un zumbido de actividad llenaba la zona de la ribera, con varios coches de polic?a, una furgoneta de los param?dicos y un veh?culo del forense, todos ellos encendiendo sus luces. A esta hora intempestiva, una niebla se levantaba del r?o, poniendo un fr?o en el aire. “Qu? desastre”, se quej? en voz baja. Son? su tel?fono. “Morgan,” respondi?. O?r la voz de su jefe no hizo m?s que ahondar el ce?o infeliz que se le hab?a clavado en la cara. “No, jefe, los federales a?n no han llegado. S?, estoy manteniendo la escena cerrada. Por supuesto, le avisar? cuando lleguen”. Levant? la vista y vio llegar un par de veh?culos est?ndar de la agencia federal. “Oh, qu? bien, jefe”, inform?. “La caballer?a ha llegado”. Un hombre negro sali? del primer coche y esper? al conductor del segundo. Rhys se inclin? para ver, esperando que saliera un prototipo de los federales con traje est?ndar. Lo que vino en su lugar fue... Se qued? con la boca abierta. El federal era una mujer, y no era nada est?ndar. Ten?a una larga melena rubia, ojos verdes y un porte que se correspond?a con unos tacones altos. Apret? los labios y cerr? los ojos, queriendo borrar su imagen de su mente. “De ninguna manera”. Dreya entr? en la escena del crimen con su laberinto de uniformes de varias agencias, luces intermitentes y metros de cinta amarilla para la escena del crimen. Trag?ndose su inquietud, se reuni? con su jefe, Herb Jarvis. “Director, ?a qu? se debe tanto secreto? ?Prestigio?” Se?al? con la cabeza la zona cubierta de lona que proteg?a el cuerpo de la v?ctima. La anterior ofuscaci?n de Jarvis por tel?fono sobre esta v?ctima la ten?a en vilo. Quer?a tirar de la lona hacia atr?s y enfrentarse a lo que fuera que su jefe estaba tratando de preparar. S?lo dime. Acabar de una vez. Cuando ?l habl?, ella se arrepinti? de la idea. “Dreya, es Libby”. Tan pronto como las palabras salieron de su boca, ella dio un paso atr?s. “No.” Sacudi? la cabeza en se?al de negaci?n. “No, no es Libby”. Se dio la vuelta y camin? hacia su coche, poni?ndose de espaldas a la escena del crimen. Las l?grimas brotaron en sus ojos, y mir? hacia arriba para evitar que cayeran. Pero cayeron, recorriendo su cara hasta que se las sac? de la barbilla. C?lmate. Se limpi? la cara con la manga y se enderez? mentalmente. Por un momento se qued? de pie, con una mano en la cadera, ordenando sus pensamientos, controlando la rabia que sent?a cada vez que llegaba a la escena del asesinato de un inocente. El hecho de que ese inocente fuera una mujer joven que ella conoc?a no deb?a afectar a su actuaci?n. Exhal? profundamente y empuj? su culpa y su pena a otra dimensi?n. Siento no haber estado ah? para ti esta vez, Libby. Jarvis la esper?. Ella volvi? a su lado. “?Qu? puedes decirme?” Ella se prepar? mentalmente. “No hay traumatismo externo. Primero descartaremos el suicidio”. No hay posibilidad de eso, pens?. Libby estaba demasiado llena de vida. Suspir?, profundamente agradecida de no tener que lidiar con el cad?ver apaleado, apu?alado o eviscerado de Libby. Una r?pida mirada a la fuerte muestra de uniformes la impuls? a preguntar: “?Qui?n es el l?der en esto?” “Rhys Morgan, polic?a metropolitana. Ese es ?l apoyado en el coche”. Entrecerr? los ojos e inclin? la cabeza, observando al detective Morgan. Lo primero que pens? fue que era un hombre guapo: cabello negro, cara esculpida, alto y delgado. Pero la mirada de asco que le lanz? la hizo cambiar su valoraci?n. “No parece muy contento de vernos”. “?Alguna vez lo est?n?” dijo Jarvis. Se acercaron y Jarvis hizo la presentaci?n. Cuando dijo su nombre, el rostro infeliz de Morgan se ensombreci? a?n m?s. No se ofreci? un apret?n de manos. Dreya resopl?. Lo que sea, hombre. Tal vez no sea una persona madrugadora. Se qued? mirando el cuerpo cubierto de Libby. Morgan sac? su bloc de notas y ley?. “Mujer cauc?sica, de unos veinte a?os, es la hija de...” Su tono inexpresivo la irrit?. Aunque no esperaba que ?l sintiera su dolor por esta vida perdida, su comportamiento era irritante. Lo interrumpi?. “Es la hija del senador Stanton. Conozco a la v?ctima, detective Morgan”. Se alej?, dej?ndolo con Jarvis mientras se acercaba a la lona. El asesinato y el caos eran viejos amigos suyos; hab?a visto m?s cuerpos de los que quer?a contar. Pero rara vez, gracias a Dios, encontraba a alguien que le importara bajo la lona. Excepto hoy. Se puso los guantes, se puso en cuclillas y retir? la lona. Al ver la cara de Libby, jade? y cerr? los ojos. No tuvo una muerte tranquila. Aunque el cuerpo de Libby se salv? de los efectos de una inmersi?n prolongada, su rostro qued? encerrado en un rigor de dolor y terror. “Querida Libby, ?qu? has hecho?” Tir? de la tapa hasta dejar al descubierto el cuerpo, mirando no s?lo lo que hab?a, sino evaluando lo que faltaba. Despu?s de caminar lentamente, se detuvo, apoyando un brazo mientras su dedo golpeaba su barbilla. No hab?a sorpresas clamorosas en el cuerpo de Libby. El vestido, el maquillaje, su ?nico zapato. Hizo una anotaci?n mental sobre el zapato que faltaba. Al otro lado del cuerpo, se puso en cuclillas para ver m?s de cerca. Al ver algo brillante, meti? la mano entre los pechos de Libby, donde el vestido se hund?a. “?Qu? demonios?” Lo que le llam? la atenci?n parec?a ser una pluma, una peque?a pluma de beb?. Intent? apartarla del cuerpo, pero estaba sujeta. “Bah,” gru??. Una r?pida mirada a su alrededor mostr? que no hab?a nadie interesado en lo que estaba haciendo. El detective Morgan estaba de espaldas a ella y hablaba animadamente con uno de los miembros del equipo m?dico forense. Jarvis estaba pegado a su tel?fono, mirando al cielo, con un dedo presionado en su oreja libre. Tir? ligeramente de la pluma, estaba definitivamente sujeta. Un r?pido tir?n y se liber? con un peque?o "pop". Sac? una bolsa de pruebas, dej? caer la pluma en ella y volvi? a meterla en el bolsillo. “?Qu? m?s pasa aqu??” murmur?. Mir? la carne del brazo de Libby y entrecerr? los ojos, sin estar segura de lo que estaba viendo. La piel estaba... ensombrecida. Volvi? a colocar la lona, cubriendo la cara retorcida de Libby, su cuerpo contorsionado, sus ojos en blanco. “No te preocupes, cari?o,” dijo mientras se pon?a de pie. “Seguro que alguien va a pagar por esto”. Jarvis le indicaba que se uniera a ?l. Mientras ella llegaba, ?l termin? su conversaci?n telef?nica, asintiendo con la cabeza. “S?, se?or, senador Stanton. Lo entiendo. Se lo dir?”. Se guard? el tel?fono en el bolsillo. “?Qu??” “El senador te quiere en esto”. Se encogi? de hombros. “Me lo esperaba; no lo tendr?a de otra manera”. “Quiere que trabajes con Morgan. Conoce al detective de un caso anterior y quiere que forme parte de la investigaci?n”. Jarvis la hizo a un lado. “Lo que el senador quiere, lo consigue. Te quiere a ti porque te conoce y sabe tu... nivel de integridad”. La mir? fijamente. “Tambi?n sabe que trabajas sin pareja”. Ella suspir?, sabiendo que una reprimenda no tan sutil ven?a de Jarvis y mir? por encima de su hombro al detective Morgan. El detective hablaba con el m?dico forense. La voz de Jarvis se hizo m?s pesada. “Todo el mundo en el Departamento aplaude que entregues a tu compa?ero por corrupci?n, pero no puedes seguir trabajando sola”. Centrada en Morgan, respondi? en tono rob?tico. “No es mi culpa que nadie quiera trabajar conmigo”. ?l la acerc? y le sise? al o?do. “Te pasaste de la raya cuando le diste esa grabaci?n a la mujer de tu compa?ero y lo sabes muy bien”. “Lo que s? muy bien, sise? ella a su vez,” es que su mujer necesitaba entender con qu? estaba casada. Ella se apart? y le mir? de arriba abajo, sacando la barbilla en se?al de desaf?o. “Lo volver?a a hacer”. ?l ignor? su desaf?o. “Debido a la identidad de Libby, este caso es federal, as? que t? est?s a cargo. Pero debes saber que este es tu ?ltimo caso sin un compa?ero; tienes que prepararte para esa eventualidad”. Se?al? con la cabeza a Morgan. “Trabaja con el detective porque Stanton lo exige. Y trabaja con ?l porque necesitas refrescar tus habilidades con la gente”. Ella se hinch? de indignaci?n, pero guard? silencio, dejando que Jarvis siguiera parloteando. Detr?s de ?l, las payasadas de la detective Morgan estaban regando al m?dico forense. “?Est?s escuch?ndome?” Volviendo al momento, vio la boca de Jarvis en una l?nea plana y sombr?a, una se?al segura de que se hab?a perdido algo. “S?, se?or. Por supuesto que s?. ?Dec?a usted...?” “Dec?a que este es tu ?ltimo caso trabajando solo; no puedo permitir que sigas siendo un p?caro. Despu?s de esto, haces la siguiente prueba y avanzas, o te aparco con un compa?ero en la parte trasera del infierno. ?Entendido?” Parpade?, pregunt?ndose qu? era lo que Jarvis entend?a por la parte trasera del infierno. No quer?a saberlo. “S?, se?or”. “Mant?ngame informado, y vaya a trabajar con su nuevo compa?ero”. Se dirigi? a su coche y se march?. “Uf,” exhal? ella con un silbido. Mirando a Morgan y al forense, se acerc?, con los labios apretados a la espera de la actitud de Morgan. Fuera cual fuera su problema, m?s le val?a superarlo r?pido. El forense la vio y asinti? a Morgan, que se gir? y la vio acercarse; la sonrisa y la animaci?n se le borraban de la cara a cada paso. Cuando lleg? hasta ?l, sus ojos estaban duros, sus labios en una l?nea r?gida de desaprobaci?n y sus manos metidas en los bolsillos. Ella lo ignor?. Sac? su cuaderno de notas y habl? con el m?dico forense. “?Hora de la muerte?” “Hora de la muerte, teniendo en cuenta el tiempo de inmersi?n y la temperatura del agua...” “S?, s?,” dijo ella, girando el dedo en un c?rculo para acelerarlo. “Alrededor de la 1:00 a. m., tal vez un poco antes. Salvo que se haya suicidado...” “Libby Stanton no se suicid?”. El forense le lanz? una r?pida mirada. “La conozco,” protest? ella. “Esto no es un suicidio”. “Entonces, sin heridas mortales evidentes, es probable que la causa de muerte aparezca en el informe toxicol?gico. Sabr? m?s cuando la abra, pero apuesto a que las respuestas est?n en la toxicolog?a. Siempre lo dice todo”. Pens? en la peque?a pluma que arranc? del pecho de Libby. Va a ser una historia infernal. Durante esta conversaci?n, mantuvo a Morgan en su visi?n perif?rica. ?l dio un paso atr?s y se apoy? en el veh?culo, con los tobillos cruzados, las manos a?n metidas en los bolsillos, la barbilla alta... mir?ndola por debajo de la nariz de la manera m?s condescendiente. Va a hacer el tonto y va a hacer que me enfade. Se concentr? en mantener la profesionalidad y dirigi? sus siguientes preguntas a Morgan. “?Hay alg?n testigo? ?Sabemos cu?ndo y d?nde entr? en el agua? ?Se encontr? un bolso? ?Un tel?fono m?vil?” ?l descruz? los tobillos y se apart? del guardabarros, bajando la barbilla para responderle. “No. No y no. No. No”. Ella cerr? los ojos y cont? hasta diez. En el siguiente silencio, el m?dico forense se aclar? la garganta. “Ejem. Si me disculpa, me necesitan all?”. Cuando lleg? a diez, abri? los ojos y vio que el forense se retiraba apresuradamente para supervisar la carga del cuerpo de Libby. Se volvi? hacia el detective Morgan. “?Entiende que el senador me ha ordenado trabajar con usted en este caso? ?Tambi?n entiende que estoy al mando?” Hizo una pausa, oblig?ndole a reconocerla. Levant? una ceja. “S?. Y s?”. En el transcurso de sus dos preguntas, el calor de sus ojos se apag? y su postura indiferente cambi? a una fr?a resistencia. Genial, pens? ella. ?C?mo se supone que voy a encontrar al asesino de Libby con este imb?cil colgado del cuello? “Stanton nos espera en su casa de Kalorama,” dijo ella. “Te ver? all?”. Gir? sobre sus talones y se alej? con la mayor calma posible para hablar con el m?dico forense. Detr?s de ella, oy? los pasos de Morgan crujiendo en la grava de la carretera, y luego el arranque de un coche que sal?a r?pidamente a la autopista. “Maldita sea,” exhal? ella. Le temblaban las manos y el coraz?n le golpeaba las costillas. Cuando respond?a a sus preguntas, la amenaza de Jarvis de residir en el trasero del infierno era lo ?nico que le imped?a golpear con frialdad al detective Morgan y borrar su comportamiento sarc?stico del mapa. Respir? profundamente y se dirigi? a la ambulancia. “D?game,” pregunt? al forense. “?Not? algo extra?o en el cuerpo cuando lo vio por primera vez?” ?l frunci? los labios. “Ha visto muchos cad?veres, ?verdad?” Ella asinti?, esperando que ?l confirmara sus observaciones. “Me pareci? que el color de su piel parec?a... no...” “?Lo que esperabas?” a?adi? ella. “S?. En realidad, no se parece a nada que haya visto antes”. “?C?mo es eso?” “Su piel tiene una decoloraci?n peculiar sobre la que no puedo especular. Lo mirar? de cerca”. Ella asinti?. La piel de Libby parec?a ensombrecida, como si la hubieran frotado con ceniza. La chica siempre ten?a una tez tan clara, evitando el sol. ?Qu? pod?a pintar todo su cuerpo en sombras? ?Esta informaci?n estaba relacionada con la pluma? “Gracias”. Se dio la vuelta para irse cuando ?l la detuvo. “No lo sabes, ?verdad?” le pregunt?. “?Acerca de?” “Rhys, el detective Morgan”. A ella no le importaban los problemas de la detective Morgan. Reticente, se encogi? de hombros. “No, ponme al corriente”. “Tienes un sorprendente parecido con su esposa”. “Oh,” contest? ella inexpresiva. “?Y? ?Muri? tr?gicamente?” Hizo girar su dedo cerca de su cabeza. “?Por eso no juega bien con los dem?s?” “No. La descubri? acost?ndose con su pareja”. Ella resopl?. “No es justo lo que necesito”. Gideon Smith introdujo cuidadosamente su ?ltima creaci?n qu?mica en peque?as bolsas de pl?stico. Las midi? cuidadosamente hasta el medio gramo. “Ya est?,” dijo, sellando la ?ltima. “Tenemos el ?ltimo producto qu?mico conocido por la qu?mica moderna, gracias, Dr. Lazar”. Dej? caer la colecci?n de bolsas en otra bolsa de pl?stico y la sell?. A partir de la publicidad en la web oscura, un cliente hab?a hecho un pedido despu?s de suministrar la f?rmula qu?mica de su droga. Se entreg? una muestra para probarla y se hizo una entrega de dinero de buena fe. Ma?ana enviar?a el producto y recibir?a el precio total de la compra en un dep?sito en una cuenta extranjera. Eran s?lo cinco mil d?lares, pero era un buen comienzo para su carrera en el mundo de las drogas. Se ri?, sabiendo que el doctor Anthony Lazar se pondr?a furioso si supiera que una muestra de su preciada droga Nobility se hab?a escapado del laboratorio de la estaci?n Draco. La estaci?n espacial se manten?a en alto secreto para que el multimillonario Aaron Monk y sus socios corporativos en el crimen pudieran seguir obteniendo sus obscenos beneficios cosechando Vulkillium de la superficie de Draco Prime. “Draco Prime. Qu? agujero infernal”. Los “Demonios Draco” creados para trabajar en la superficie de Draco Prime por Lazar en sus experimentos gen?ticos eran la columna vertebral de la muy lucrativa Estaci?n Draco de Pantheon. Crear cambiantes para trabajar en la superficie era legal; permitirles volver a la tierra no lo era. Mientras la operaci?n vol?til y la Estaci?n Draco siguieran siendo ultrasecretas, la producci?n salvaje de la estaci?n para los ricos y m?s ricos utilizando a los pobres y m?s pobres continuar?a sin supervisi?n moral. “Todo es cuesti?n de dinero y poder”. Hizo una pausa, incapaz de olvidar el horror de la noche anterior cuando encontr? a Libby muerta en el suelo. Se estremeci?, agradeciendo que ella hubiera tocado primero el globo terr?queo; de lo contrario, podr?a haber sido ?l quien estuviera muerto en el suelo. Sin embargo, su muerte le hab?a dado un mayor sentido del protocolo. No pod?a permitirse m?s asesinatos; ten?a suerte de haberse librado de dos. Meti? las bolsas doblemente selladas en otra bolsa y repiti? el proceso, asegur?ndose de que no hab?a ADN ni huellas dactilares en los paquetes. Estos iban dentro de un pesado sobre marr?n liso con una etiqueta de direcci?n preimpresa. Una vez escaneada la etiqueta, recibir?a la mitad del dinero, y la otra mitad cuando se recogiera y abriera el paquete. F?cil como exprimir un lim?n, gracias al Dr. Lazar. Su primera droga de alta costura era una combinaci?n de catinonas para la euforia con un retoque al final utilizando la base de Nobility que cre? Lazar. Gideon siempre pens? que Lazar estaba loco por jugar con el ADN humano, pero el doctor era un genio de la qu?mica. “Desde la Estaci?n Draco hasta el circuito de fiestas, prep?rate para sensaciones fuera de este mundo”. Êîíåö îçíàêîìèòåëüíîãî ôðàãìåíòà. Òåêñò ïðåäîñòàâëåí ÎÎÎ «ËèòÐåñ». Ïðî÷èòàéòå ýòó êíèãó öåëèêîì, êóïèâ ïîëíóþ ëåãàëüíóþ âåðñèþ (https://www.litres.ru/pages/biblio_book/?art=65745837&lfrom=688855901) íà ËèòÐåñ. Áåçîïàñíî îïëàòèòü êíèãó ìîæíî áàíêîâñêîé êàðòîé Visa, MasterCard, Maestro, ñî ñ÷åòà ìîáèëüíîãî òåëåôîíà, ñ ïëàòåæíîãî òåðìèíàëà, â ñàëîíå ÌÒÑ èëè Ñâÿçíîé, ÷åðåç PayPal, WebMoney, ßíäåêñ.Äåíüãè, QIWI Êîøåëåê, áîíóñíûìè êàðòàìè èëè äðóãèì óäîáíûì Âàì ñïîñîáîì.
Íàø ëèòåðàòóðíûé æóðíàë Ëó÷øåå ìåñòî äëÿ ðàçìåùåíèÿ ñâîèõ ïðîèçâåäåíèé ìîëîäûìè àâòîðàìè, ïîýòàìè; äëÿ ðåàëèçàöèè ñâîèõ òâîð÷åñêèõ èäåé è äëÿ òîãî, ÷òîáû âàøè ïðîèçâåäåíèÿ ñòàëè ïîïóëÿðíûìè è ÷èòàåìûìè. Åñëè âû, íåèçâåñòíûé ñîâðåìåííûé ïîýò èëè çàèíòåðåñîâàííûé ÷èòàòåëü - Âàñ æä¸ò íàø ëèòåðàòóðíûé æóðíàë.