Íàïðàñíû çèìíèå ïîòóãè Äíè ñî÷òåòû óæå çèìû. Óøëè âåòðà è çëûå âüþãè, È âèõðè ñíåæíîé êóòåðüìû. Ïðèä¸ò ðåøèòåëüíî âåñíà È çàöâåò¸ò âîêðóã äóõìÿíî. Íåïîâîðîòëèâ øìåëü ìîõíàò, Êîðîâîé ëåçåò èç òèìüÿíà. Îò çèìíåé ñïÿ÷êè îòõîæó Áåð¸çà ãîíèò ñîêè áóðíî.  ñóðîâûé æèçíè ðèòì âõîæó, Ïîä çâóêè ë¸ãêîãî íîêòþðíà.

Los Secretos Del Rubic?n

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Los Secretos Del Rubic?n Ivo Ragazzini Hubo un tiempo en el que el Rubic?n no era solo un r?o y a la Roma?a se la llamaba Flaminia debido a una v?a que llevaba a Roma. Y cuando en el a?o 49 a.C. Julio C?sar lleg? delante se encontr? con que lo esperaba una empalizada de madera pintada de «r?bico», es decir, rojo p?rpura, el color oficial de Roma, que el imped?a el paso hacia Roma. ?Pero por qu? motivo se hab?a construido, incluso antes de que naciera C?sar, una l?nea roja defensiva que llegaba hasta el mar para cerrar el paso a los enemigos de Roma? ?Y c?mo consiguieron C?sar y sus legionarios superarla y atacar Roma? Hasta ahora nadie hab?a llegado a investigar estas y muchas otras cosas. Un libro que trae por primera vez una nueva luz sobre la oscuridad hist?rica que ha cubierto al Rubic?n. Hubo un tiempo en el que la Roma?a se llamaba Flaminia y el Rubic?n no era solo un r?o. Y cuando en el a?o 49 a.C. Julio C?sar lleg? delante se encontr? con que lo esperaba una empalizada de madera pintada de rojo p?rpura y coloc? durante varios meses a sus legiones sobre aquella frontera defendida por los legionarios de Pompeyo.  ?Pero qu? era y por qu? raz?n se hab?a construido, aun antes de que naciera C?sar, una l?nea roja defensiva que llegaba hasta el mar y qu? hicieron C?sar y sus legiones para superarla? Hasta ahora nadie hab?a llegado a descubrir esto y muchas otras cosas.  Nacido de datos hist?ricos nunca observados antes, este libro os llevar? a descubrir por primera vez qu? era verdaderamente el Rubic?n, qu? idearon los legionarios de C?sar cuando se decidi? a atacar Roma y muchas otras novedades in?ditas que no sospechabais y que os llevar?, paso a paso, a descubrir por primera vez:  • ?Qu? era realmente el Rubic?n?  • ?Qui?n y con qu? objetivo cre? esa frontera antes de que naciera C?sar?  • ?Por qu? los historiadores no se ponen de acuerdo sobre d?nde estuvo el Rubic?n?  • ?Qu? planes y estrategia usaron C?sar y sus legionarios para cruzarla?  • ?Y los legionarios de Pompeyo para defenderla?  • ?Alguien hab?a lanzado una maldici?n contra cualquiera que se atreviera a cruzarla armado?  • ?C?sar y muchos legionarios romanos tuvieron pesadillas de «Malanoche» antes de atravesarla?  • ?Qu? era la Roma?a y qu? s?mbolos ten?a en los tiempos de C?sar?  • ?Qu? era la fiesta del «a?o nuevo» en que se celebraba en Roma?  • ?Qu? insultos en lat?n intercambiaban los legionarios?  Y muchas otras novedades in?ditas que ni siquiera sospechabais.  Un libro que lanza por primera vez novedades y una nueva luz sobre la oscuridad hist?rica que ha cubierto esos acontecimientos. Ivo Ragazzini LOS SECRETOS DEL RUBIC?N La frontera rojo p?rpura de Roma T?tulo original: I Segreti del Rubicone Traducido por: Mariano Bas T?tulo original: I segreti del Rubicone © 2018 Ivo Ragazzini Primera edici?n en papel: noviembre de 2018 – Montag Edizioni Segunda edici?n en papel: septiembre de 2020 Primera edici?n en formato electr?nico: agosto de 2019 Segunda edici?n en formato electr?nico: septiembre de 2020 Traducido por: Mariano Bas Editorial: Tektime – www.traduzionelibri.it (http://www.traduzionelibri.it/) Todos los derechos, incluida la reproducci?n y la traducci?n incluso parcial en cualquier otro idioma est?n reservados al autor. La reproducci?n y uso de la obra, aunque sea parcial y por cualquier medio, ya sea gr?fico, electr?nico o mec?nico, no est? permitida sin la autorizaci?n escrita del autor. Igualmente, no se autoriza la modificaci?n ni la traducci?n a cualquier otro idioma de una o m?s partes de esta. 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Los romanos entonces sab?an qu? era esa frontera y por qu? motivo la hab?an construido, pero, desde la Edad Media hasta hoy, nadie sabe ya d?nde se encontraba realmente y muchos han tratado de descubrirla. Pero la b?squeda no fue ?nica y aparecieron tres o cuatro hip?tesis opuestas entre s? sobre d?nde pudo encontrarse ese lugar. Pero ?d?nde estaba esa frontera? Y, sobre todo, ?qu? ocurri? realmente en sus alrededores? Muchas personas se lo preguntan todav?a hoy y, desde hace siglos, diversos c?rculos y academias cada cierto tiempo se re?nen en tumultuosas conferencias para decidir, ahora a favor de un lugar, ahora a favor de otro, ahora a favor de un tercero. Pero a preguntas del tipo: ?Qu? y por qu? motivo se construy? por primera vez en esa frontera? ?Con que objetivo y c?mo se construy?? ?Por qu? la llamaban los romanos Puniceus Rubicon? ?Por qu? hab?a arenas rojas que hoy ya no existen? ?Hab?a un lugar llamado «Malanoche» al borde de esa frontera? ?C?sar y muchos legionarios romanos tuvieron pesadillas o una mala noche antes de cruzar esa frontera? Parece que sobre estas y otras muchas preguntas nadie ha tratado de llegar nunca hasta el fondo. Y es una l?stima, porque habr?an llegado a descubrir por esas respuestas y muchas m?s qu? era y para qu? serv?a el Rubic?n, lo que habr?a llevado a descubrir tambi?n por qu? y por qui?n fue construida esa frontera, m?s muchas otras cosas que tambi?n descubrir?is al leer este libro. En resumen, se lleva siglos discutiendo e investigando d?nde estaba el Rubic?n, pero antes de descubrir d?nde estuvo esta frontera, muchos han omitido averiguar para qu? serv?a y qui?n y por qu? lo construy? originalmente cuando C?sar no hab?a nacido todav?a. Y quien hubiera investigado a fondo estas cosas, estoy convencido de que habr?a descubierto inevitablemente esto y muchas otras cosas. Solo a?ado que este libro, al no ser una reconstrucci?n de otros trabajos, os llevar? a descubrir por primera vez muchos otros misterios y datos sobre la historia de Roma, el Rubic?n y la Roma?a antigua que no sospechabais. A caballo entre el ensayo y el relato hist?rico, abri?ndose paso entre veinte siglos de historia y por caminos inexplorados antes, este libro, usando investigaci?n hist?rica, historias locales olvidadas, investigaci?n etimol?gica y observaciones no realizadas antes, arroja por primera vez bastantes r?fagas de luz sobre las sombras de aquellos acontecimientos que se disputaron en una frontera rojo p?rpura llamada el Rubic?n, creando un relato ?nico que no reproduce nada de lo escrito hasta ahora sobre el tema. Este libro en concreto os explicar? por primera vez: ?Qu? era realmente el Rubic?n? ?Por qu? se llamaba as?? ?Qui?n y por qu? cre? esa frontera mucho antes de C?sar? ?Qu? era la Roma?a en esa ?poca? ?Qu? s?mbolos y ense?as ten?an las legiones galas de C?sar? ?Qu? insultos usaban los legionarios y guerreros romanos de la ?poca? ?Qu? era la fiesta de a?o nuevo en los tiempos de C?sar? ?Por qu? C?sar cruz? el Rubic?n inmediatamente despu?s de las elecciones de a?o nuevo? Y, a decir verdad, muchas otras cosas que no creo que hay?is sospechado en un crescendo de hechos y revelaciones que os desvelar?n muchos hechos y lugares olvidados por la historia en ese periodo turbulento del paso de la rep?blica al imperio romano. Por todo ello, buena lectura y buen redescubrimiento de la historia del Rubic?n y de muchas otras cosas m?s. Ivo Ragazzini Donde estaba el Rubic?n, estaba tambi?n el camino hacia Roma Roma?a, hacia finales del a?o 50 a.C. Julio C?sar y su escolta militar se dirigen desde R?vena hacia Cesena —Ubi est Rubico finis, etiam est Roman Via(Donde estaba el Rubic?n, estaba tambi?n el camino hacia Roma) —dijo C?sar al joven comandante de escolta Quinto Hortensio, que se sentaba a su lado sobre un carro militar, mientras atravesaban desde R?vena la calle custodiada por la D?cima Legi?n que conduc?a a Cesena, uno de los lugares que C?sar, con una deuda de m?s de cien millones de sestercios, estaba construyendo en la Roma?a en las cercan?as de la frontera del Rubic?n—. ?Lo sab?as, Hortensio? —a?adi? C?sar. —Antes de ahora no, pero una vez un centuri?n me cont? algo —respondi? el comandante Hortensio en un lat?n mezclado con galo. —?Te dijo al menos qui?n los cre? y por qu? se lo llam? Puniceus Rubicon? —pregunt? C?sar. —No. —Entonces no te explic? gran cosa ese centuri?n —Cesar sonri?. —?Quieres ser mi maestro, general C?sar? —Est? bien, comandante Hortensio. »Hace muchos a?os, cuando la Romanvia todav?a no exist?a, un tribuno llamado Flaminio construy? un camino que conduc?a de Roma a R?mini en esta tierra a la que se llam? Flaminia en su honor. »Sin embargo, pocos a?os despu?s, un general p?nico llamado An?bal atraves? los Alpes y sorprendi? a Roma desde el norte de Italia. »As? que el tribuno Flaminio es nombrado c?nsul y el senado le orden? que defendiera a marchas forzadas el camino hacia Roma que acababa de finalizar y construir una l?nea defensiva para impedir el acceso y cerrar el paso de An?bal hacia Roma. »Y as? el c?nsul Flaminio construy? esa serie de l?neas defensivas sobre algunos r?os y arroyos entre la actual Caes Arena y Ariminium y llam? Puniceus Rubico a aquellas defensas colocadas a toda prisa porque deb?a impedir el acceso del p?nico An?bal a la v?a Flaminia, el ?nico camino f?cil que desde el norte conduc?a directamente a Roma —explic? C?sar. —Muchas gracias, C?sar. ?Por qu? hoy lo llamamos Rubico finis? —pregunt? Hortensio. —Porque todav?a hoy hay una l?nea rojo p?rpura inexpugnable a los enemigos y protegida por los dioses de Roma. »Esas defensas se cerraron como empalizadas de pinos mar?timos talados en los enormes pinares que ves que nos rodean, luego pintados de r?bico, el color sagrado de Roma y hecho inviolable para los Dioses con un ritual sagrado de algunos sacerdotes flamines, que colocaron los esp?ritus de nuestros Patres a guardar esa frontera para castigar a cualquiera que hubiera osado atravesarla en armas. —?As? que es por eso por lo que est? prohibido cruzar armado el Rubic?n? —pregunt? un poco espantado Hortensio. —Cierto, pero a?adieron tambi?n los legionarios para custodiarlo, porque a veces los dioses solos no bastan. Y visto que ahora ha desaparecido la amenaza p?nica, la mayor?a lo llamamos solo Rubic?n y lo mantenemos en pie para evitar el acceso hacia Roma por parte de b?rbaros y enemigos desde el norte. »Legionarios romanos y galos incluidos, naturalmente —a?adi? C?sar sonriendo. —?As? que Rubic?n significa rojo p?rpura, noble C?sar? —S?, es el color sagrado de Roma, el color r?bico que ves todav?a en todos nuestros mensajes y notas bordeadas de rojo que enviamos y recibimos de Roma —respondi? C?sar. —Gracias, C?sar, no lo sab?a. ?Me explicar?as tambi?n por qu? los legionarios romanos tienen miedo de atravesarlo, mientras que los de origen galo no? —Porque quien es romano y lo atraviesa se convierte en un traidor y se dice que ser? fulminado por los dioses de Roma, mientras que quien no es romano se ver? derrotado con la ayuda de los dioses por los soldados de Roma. O al menos eso dicen algunos sacerdotes flamines que cada cierto tiempo hacen un rito de maldici?n contra aquellos que traten de atravesarlo en armas —responde todav?a sonriendo C?sar. —?Y con todas estas maldiciones que lo rodean, no tendr?as t? tambi?n miedo de atravesarlo, noble C?sar? —Un poco s?, pero no mucho —respondi? C?sar tras pensarlo un poco. —?Por tanto es solo por la protecci?n sagrada de los sacerdotes flamines por lo que nuestros legionarios galos estar?an dispuestos a atacarlo, mientras que los legionarios romanos no querr?an hacerlo? —pregunt? reflexionando para s? Hortensio. —S?, el problema no es solo militar, sino tambi?n religioso —respondi? sonriendo C?sar —?Entonces el Rubic?n se defiende desde esa empalizada roja? —S?. Esos palos pintados de rojo p?rpura se reponen y reconsagran cada cierto tiempo con la intervenci?n de un flamen Dialis y deben eternamente proteger y dar a conocer a los hombres d?nde se encuentra la frontera de Roma, m?s all? de la cual est? prohibido marchar armados. Esa frontera, una vez derrotado An?bal, fue llamado sencillamente Rubic?n y ahora permanece como una frontera de entrada y salida del territorio romano —explic? C?sar. —He le?do un informe que dice: hay dos legiones de Pompeyo que han salido del Rubic?n y han formado casi justo debajo de Cesena —coment? Hortensio, cada vez con m?s curiosidad por aprender cosas nuevas. —S?, pero no es exacto que hayan salido del Rubic?n: se han desplegado sobre las tres l?neas defensivas que siempre ha tenido el Rubic?n desde los tiempos de Flaminio, cuando intent? detener a An?bal entre R?mini y Cesena. —?El Rubic?n tiene tres l?neas defensivas entre R?mini y Cesena? —pregunt? un poco sorprendido Hortensio. —S?, comandante Hortensio. El Rubic?n se construy? sobre tres l?neas defensivas, distanciadas lo suficiente entre s? como para poder maniobrar c?modamente entre ellas y responder a los ataques enemigos, como nuestra t?ctica b?lica romana deber?a haberte ense?ado desde hace mucho tiempo —C?sar sonri? ligeramente, viendo a Hortensio como un alumno joven. —?Y cu?l de las tres l?neas ser?a entonces el Rubic?n? —Son las tres l?neas defensivas del Rubic?n, pero solo la ?ltima l?nea roja, la que se encuentra poco antes de Ariminium, construida sobre el r?o Pluso es la protegida por una empalizada y no se puede cruzar en armas contra Roma —explic? C?sar. Hortensio se qued? pensativo un momento y luego a?adi?: —?Y si la pas?ramos armados? —Ser?amos inmediatamente declarados traidores y enemigos de Roma. —Entiendo. ?Por qu? se llama Romand?a a esa zona? —pregunt? Hortensio, como incasable curioso que era. —Se la llama Romand?a porque significa cruce y mandato romano y sirve en tiempo de paz para disolver las legiones antes de entrar en Roma o rearmarlas y reorganizarlas para dirigirse al norte. »Por otro lado, si has le?do el ?ltimo informe militar, tienen miedo de que atravesemos esa l?nea y han mandado a toda velocidad dos legiones pompeyanas para situarlas sobre la primera l?nea al lado de Cesena y reforzar esa zona para impedirnos atravesarla —explic? C?sar. —S?, tambi?n yo he le?do ese informe. Dice que las legiones pompeyanas han salido del Rubic?n y se han dispuesto sobre algunos r?os y arroyos bien defendidos y est?n pr?cticamente a las puertas de Cesena —respondi? Hortensio. —Exacto, pero quiero mostrarte mejor la situaci?n —dijo C?sar mientras sacaba un mapa del lugar dibujado sobre un pergamino que abri? delante de Hortensio—. Los legionarios de Pompeyo est?n colocados m?s o menos aqu?, en las cercan?as de Caes Arena, como hizo el c?nsul Flaminio contra An?bal. Y su primera l?nea se encuentra junto a este r?o que puede acrecentarse desviando las aguas gracias a las esclusas y canales descendientes que se encuentran a unas millas sobre los montes que hay sobre Caes Arena —dijo C?sar mientras indicaba el lugar sobre el mapa. —?Y d?nde est? la segunda l?nea del Rubic?n? —pregunt? Hortensio. —Est? aqu?, a unas millas m?s atr?s sobre otro riachuelo, en un lugar llamado Ad Confluentes, que puede acrecentarse tambi?n desviando las aguas del monte —C?sar mostr? el punto sobre el mapa a Hortensio. —?Y la ?ltima l?nea d?nde est?? —Es esta l?nea roja que ves dibujada aqu?, unas millas todav?a m?s al sur, junto a Ariminium y est? defendida por una empalizada de madera roja de hasta cuatro metros de altura por los motivos que ya te he dicho. Y esta es la frontera inviolable, que con o sin el favor de los dioses, pretendo violar —concluy? amenazante C?sar. ?Cu?l era el verdadero Rubic?n? Ya deber?ais haberlo entendido por el di?logo entre C?sar y Hortensio, pero tratemos de resumir un poco lo que hab?a sucedido a lo largo del tiempo. Los historiadores han debatido y se han devanado los sesos durante siglos sobre qu? pudo ser el verdadero Rubic?n debido al hecho de que, seg?n fuentes hist?ricas, relatos y reconstrucciones geol?gicas, a veces parec?a ser un r?o que pasaba cerca de Cesena, a veces otros r?os entre Savignano y Santarcangelo di Romagna, lo que era verdad en cierto sentido, pero faltaban algunos detalles que creaban algo de confusi?n. La confusi?n se debi? al hecho de que hace mucho tiempo, en los tiempos del c?nsul Flaminio, los romanos hab?an creado una defensa compuesta por tres l?neas defensivas dispuestas una detr?s de la otra, como indicaba la t?cnica militar de la ?poca, para cerrar el paso nada menos que al cartagin?s, o p?nico, An?bal, que hab?a atravesado los Alpes con sus tropas y algunos elefantes y pod?a descender hacia Roma pasando por la v?a Flaminia, que acababa de construirse unos pocos a?os antes, llamada por el pueblo Roman-Dia y tambi?n Roman-Via, que significaba Traves?a Romana o V?a a Roma, si as? os parece. De esos t?rminos derivaron despu?s los nombres Rom?nia,Romandiola y la actual Roma?a. La ?ltima l?nea defensiva del Rubic?n se traz? casi toda sobre el r?o que hoy se llama Uso. Las otras dos l?neas del Rubic?n eran: una sobre el r?o Pressatellum, hoy llamado Pisciatello, y la otra sobre el r?o hoy llamado Fiumicino. Y probablemente ambas, si no las tres, estaban conectadas mediante canales y compuertas hidr?ulicas con las fuentes monta?osas del Urgon, otro r?o cuyo nombre los historiadores creen que significaba Rubic?n en dialecto roma?olo, pero que en etrusco significaba algo muy distinto, como leer?is m?s delante. Bastantes millas de esa frontera sobre el r?o Uso estaban cerradas por una hilera de altas estacas y tablas de madera engarzadas mediante hierros y abrazaderas met?licas y, hasta 1750, todav?a exist?an restos de esas empalizadas sobre las orillas del r?o Uso, hasta el punto de que los campesinos del lugar sol?an tomarlos para fabricar aperos agr?colas. Si pens?is que una obra de este tipo ser?a bastante grande o imposible para los romanos, deber?ais saber que Craso, triunviro contempor?neo de C?sar, hizo en torno al a?o 70 a.C. una obra similar, dividiendo en dos la Calabria, desde la costa del Tirreno al J?nico, como una empalizada de cuatro metros de alto, para aislar la revuelta de Espartaco y sus gladiadores rebeldes que se hab?an refugiado en el Aspromonte. Adem?s, el Rubic?n ten?a piedras y arenas coloreadas de rojo sobre el r?o Uso que hoy ya no existen, pero que hasta el siglo XVIII todav?a exist?an, como los historiadores acad?micos de la ?poca refirieron y discutieron durante mucho tiempo, llegando a suponer que hab?an sido los romanos los que las hab?an coloreado de rojo para que se supiera que aquello era el Rubic?n. Sin embargo, no eran realmente piedras y arenas coloreadas a prop?sito de rojo por los romanos, sino el pigmento rojo p?rpura ca?do al suelo que en su momento coloreaba la empalizada de madera y que poco a poco se fue desprendiendo por las lluvias y las riadas, a medida que pasaba el tiempo y se descompon?a la madera de dicha empalizada. Adem?s, el Rubic?n pod?a acrecentarse abriendo diques y canales de agua de las monta?as de las fuentes del Urgon y ten?a bordes escarpados levantados artificialmente para hundir en el lodo los ataques de quien intentara atravesarlo a pie y a caballo, por no hablar de los elefantes de An?bal. A las tierras donde se encontraba el Rubic?n se las llam? Roman-dia, di?metro, entorno o ?rea romana, porque serv?an a las legiones para atravesar o estacionar unidades enteras de legionarios antes de entrar en territorio romano o para reconstituir nuevas legiones, entre veteranos y personajes a la espera de enrolarse que estaban en los parajes antes de marchar hacia el norte o las Galias. Por eso, cuando alguien dice que la Roma?a siempre ha sido una tierra alegre y hospitalaria, llena de fiestas y diversi?n, est? diciendo la verdad, porque tambi?n lo era entonces, como lo fueron todas las tierras de frontera, donde los legionarios de diversos lugares dejaban las armas, recog?an su estipendio y se dedicaban a fiestas y ocios diversos, mientras esperaban nuevos reclutamientos y reemplazos. Y tal vez tampoco sea casual que desde hace siglos muchos ciudadanos germ?nicos y del norte de Europa contin?en viniendo a la Roma?a para sus vacaciones y la consideren como una segunda patria, pero eso que lo averig?e otro. Contin?a el di?logo de C?sar y Hortensio —Debes saber que, como Pompeyo est? haciendo con nosotros, tambi?n Gayo Flaminio se despleg? en el Puniceus Rubicon en formaci?n de defensa cuando se puso a esperar la llegada de An?bal —dijo C?sar a Hortensio mientras continuaban atravesando la Roma?a. —?Y c?mo acabaron las cosas entre Flaminio y An?bal? —pregunt? Hortensio. —Acabaron mal. El tribuno Flaminio era bueno como constructor y pol?tico, pero algo menos como militar. Primero construy? la v?a Flaminia y luego, usando los mismos ingenieros militares, cre? una espl?ndida l?nea defensiva contra An?bal. Pero cometi? un feo error estrat?gico y tuvo un mal fin. —?Qu? error cometi?? —Cuando algunas unidades de An?bal llegaron de avanzada delante del Rubic?n, vieron las l?neas bien organizadas y las defensas que les cortaban el camino hacia Roma. As? que decidieron evitar un encuentro desventajoso y cruzar los Apeninos, desvi?ndose de Cesena a Sassinia y Balneum, continuando luego por Arretium en el valle del T?ber, mientras el grueso del ej?rcito de An?bal pasaba por los montes cerca de M?dena y se reun?a con las unidades avanzadas. —?Y luego? —Flaminio se sinti? enga?ado y cometi? el error de salir con sus tropas del Rubic?n y se puso a perseguir a An?bal por los Apeninos. Fue un grave error t?ctico, porque An?bal, al haber cruzado sus tropas los Alpes, era en esos senderos monta?osos t?cticamente superior, mientras que las legiones de Flaminio hab?an sido entrenadas y estaban acostumbradas a guardar un puesto y a marchar y maniobrar en formaci?n compacta por caminos llanos y anchos —explic? C?sar. —?Y c?mo acabaron las cosas? —pregunt? Hortensio. —Acabaron muy mal. Flaminio se puso a perseguir a An?bal, que lo atrajo a un paso largo y estrecho, donde de un lado estaban los montes y del otro el lago Trasimeno, lo que les imped?a maniobrar. »Mientras An?bal fing?a huir, hab?a hecho subir su caballer?a sobre las monta?as para esperar a las tropas romanas y as?, cuando lleg? Flaminio, se vio sorprendido por dicha caballer?a de An?bal, que empez? a lanzar rodando grandes rocas sobre la formaci?n romana, la rompi? y luego cayeron sobre ellos a caballo aprovechando la fuerza y la velocidad del descenso de las monta?as para cargar sobre ellos y arrollarlos. »Al mismo tiempo, una parte del ej?rcito de An?bal, que fing?a huir, se dio la vuelta y fue al encuentro del ej?rcito romano para acabar con ?l en combate hombre a hombre. Murieron millares de romanos, incluido Flaminio —explic? C?sar. —?C?mo es posible que Flaminio cometiera un error t?ctico de ese calibre? —pregunt? Hortensio. —No lo s?. Probablemente fue el senado de Roma que, preso del temor, orden? a Flaminio salir del Rubic?n para unirse a las legiones de otro c?nsul que esperaba a An?bal antes de Roma, para luego atacarlos juntos en campo abierto. »Sin embargo, Flaminio, durante la marcha, alcanz? mucho antes al ej?rcito de An?bal y se puso a acosarlo de cerca, lo que es muy peligroso de hacer mientras se est? en movimiento en espacios y caminos estrechos, por los contraataques y las maniobras que puede realizar el adversario que tienes delante. —?Qu? contraataques? —Vamos, comandante Hortensio. Contraataques del tipo pararse por sorpresa, darse la vuelta y prepararse r?pidamente para la batalla y esperar al ej?rcito enemigo que, al continuar avanzando velozmente, cae solo en tus manos, con su vanguardia empujada por las unidades que vienen despu?s, que avanzan y se estrellan veloces sin ni siquiera saber qu? pasa en la cabeza —C?sar sonri? por haber visto y realizado juegos t?cticos de ese estilo durante las campa?as militares en las Galias. —Ingenioso. ?Qu? habr?as hecho en su lugar, C?sar? —El senado deber?a haber ordenado a Flaminio solo seguir a An?bal un poco m?s lejos, sin entrar en contacto, y que al mismo tiempo el otro c?nsul que estaba esperando a An?bal antes de Roma creara una peque?a l?nea defensiva, para atraparlo as? en campo abierto con un ej?rcito al frente y otro a las espaldas —explic? C?sar. —Buena t?ctica —dijo Hortensio. —Hoy es simple escuela militar romana. Cuando un ej?rcito que se mueve contra otro al atacarlo se ve encerrado de alguna manera, est? ya t?cticamente derrotado. Y eso es lo que hizo Flaminio contra An?bal. »Y cuando un ej?rcito que est? quieto al defender algo se ve de alguna manera desplazado, ya est? t?cticamente derrotado. Y ese fue el otro error que cometieron Flaminio y el Senado contra An?bal, cuando les ordenaron salir del Rubic?n y se pudieron a perseguirlo entre los montes —dijo C?sar sonriendo para s?—. Pero yo, si es necesario, no cometer? errores similares contra Pompeyo —concluy?. —?Entonces qu? haremos contra las dos legiones de Pompeyo que nos esperan desplegadas sobre esas l?neas? —pregunt? Hortensio. —Por ahora nada. Ir? a entregar oficialmente las tierras que he prometido a las legiones y a los legionarios galos en Romand?a y mandar? a Curi?n y Marco Antonio a Roma para pedir al senado que me nombren c?nsul jefe del a?o —respondi? C?sar. —?Y qu? haremos si no te nombran c?nsul jefe del a?o? —Marcharemos sobre Roma y se lo explicaremos —dijo C?sar. —?Deber?amos tambi?n nosotros, como hizo An?bal, cruzar los Alpes en lugar de pasar el Rubic?n? —pregunt? curioso Hortensio. —No, ya no se puede desviar uno f?cilmente hacia los Alpes. —?Por qu?? —Despu?s de la batalla y la muerte de Flaminio contra An?bal, Roma ha aprendido la lecci?n y ha construido un camino y una l?nea defensiva nueva sobre los Apeninos llamada Flaminia minor en honor de su hijo, que permite, en caso de necesidad desplazar velozmente las tropas desde el Rubic?n y disponerlas para guardar la l?nea defensiva sobre todos los Apeninos. Pero esto no es lo que me preocupa —respondi? C?sar, sonriente y seguro de su destino. —?Quieres decir que atacaremos y derribaremos directamente el Rubic?n? —dijo Hortensio, un poco preocupado por esta eventualidad. —Si se quiere, se puede hacer, pero el Rubic?n tambi?n se puede socavar —respondi? sonriendo C?sar. —?C?mo? —pregunt? Hortensio. —No te preocupes de eso por ahora, Hortensio. Sabes bien que muchos legionarios no quieren ni pretenden atacar el Rubic?n porque podr?an atraerse la venganza y la ira de los dioses que lo defienden, pero conozco bien esa frontera y tambi?n conozco a algunos comandantes y legionarios que la guardan. —?Y qu?? —Cuando sea el momento, y solo si no me nombran c?nsul jefe del a?o, como espero, veremos qu? hacemos —concluy? C?sar su discurso. Breve introducci?n hist?rica Antiguamente, la Italia del norte y la llanura padana se divid?an en Galia Cisalpina , Transpadana y Cispadana, para distinguirlas de la Galia Transalpina francesa, a otro lado de los Alpes, la actual Francia del norte. A la Galia Transalpina francesa se la llamaba Gallia Chiomata, por el hecho de que sus habitantes llevaban melenas (chiome) y plumas de alondra sobre sus yelmos, mientras que a la Galia Cispadana italiana, en la pr?ctica casi toda la llanura padana, se la llamaba Gallia Togata, (Galia Togada) porque vest?an togas de manera similar a la romana y de hecho estaban federados con Roma, con quien compart?an muchas costumbres. Cuando C?sar volvi? a Italia desde la Galia Transalpina francesa llev? consigo m?s legiones de las que ten?a al ir y las agrup? en las cercan?as del Rubic?n, que entonces separaba la Gallia Togata italiana de la rep?blica de Roma. Esto se debi? al hecho de que, a medida que proced?a a sus conquistas, hab?a enrolado y formado a bastantes legiones, llamadas precisamente legiones galas. Estas legiones galas estaban formadas no solo por combatientes, sino tambi?n por muchos colonos, mujeres y ni?os a cuestas, a quienes C?sar les hab?a prometido, en caso de victoria, honores y tierras en suelo italiano y, ahora que hab?a vencido, los hab?a llevado consigo a Italia y los hab?a agrupado en las cercan?as del Rubic?n. Al ver la amenaza, se reforz? el Rubic?n a toda prisa con las tropas de Pompeyo, para tratar de frenar de cualquier manera a C?sar, quien, despu?s de haber agrupado sus legiones delante del Rubic?n ten?a pr?cticamente las puertas abiertas hacia Roma. Esa provincia y esas tierras hab?an sido devastadas y expoliadas cerca de treinta a?os antes entre Cesena, Forl? y Faenza, por una violenta guerra civil, ganada por los optimates de Sila sobre los populares de Cayo Mario, t?o de Julio C?sar y ahora C?sar, de vuelta de las Galias francesas, estaba repoblando y reconquistando esas tierras con las poblaciones de la Galia y la Provenza que lo segu?an. A muchos legionarios y colonos se les ofrecieron como recompensa esas tierras delante de esa frontera, las aceptaron, depusieron las armas y colonizaron ese lugar, que fue llamado Roman-dia o Roman-via, que significa paso romano o v?a a Roma. Y todav?a hoy una carretera que la atravesaba se llama v?a Romea, o sea, v?a a Roma y, esas tierras, Roma?a. Pero C?sar propuso a sus mejores legionarios galos continuar combatiendo y ofreci? como premio conseguir a cambio la misma Roma, si lo segu?an y apoyaban en su marcha a la conquista de la ciudad. Sin embargo, entre los soldados de C?sar hab?a tambi?n legionarios y oficiales romanos y entre ellos nacieron enseguida muchas discusiones y dudas sobre la legitimidad y correcci?n de hacer algo as?. Muchos legionarios romanos consideraban sacr?lega una propuesta de ese tipo y pensaban que deb?an mantenerse siempre fieles a Roma, mientras que los que estaban a favor de los populares y del t?o de C?sar, Cayo Mario, derrotados a?os antes por Sila, no quer?an otra cosa que redimirse y vengarse de Roma y de sus optimates. As? convencieron a muchos legionarios galos para considerarla como una gran ocasi?n para rehabilitarse y convertirse, no solo en ciudadanos romanos, sino tambi?n en funcionarios p?blicos, en caso de atravesar el Rubic?n y conquistar Roma. Adem?s, entonces como ahora, en el norte se hablaban dialectos latinos que eran distintos de los de la Italia central y sur. As? que si alguien considera que las pol?micas de la Italia del norte con Roma se deben a algo considerado reciente deber?a mirar un poco m?s atr?s, porque ya en los tiempos de C?sar hab?a diversas cuestiones, como si a los galos togados de la llanura padana les conven?a ser considerados ciudadanos de Roma o algo menor y hab?a ya entonces disputas entre poblaciones y tribus, que quer?an continuar siendo aut?nomas, federadas o federalistas si prefer?s, mientras otras quer?an por el contrario ser ciudadanos Roma, con todas las ventajas y desventajas que esto pod?a comportar. Las fronteras entre el norte y Roma ya exist?an y estaban para empezar dentro de las cabezas de las personas y de sus tradiciones y solo luego se trazaron en el suelo. Y fue el propio C?sar el primero en conceder la ciudadan?a romana a las poblaciones de las Galias italianas poco despu?s de haber atravesado el Rubic?n y vencido en la guerra civil contra Pompeyo. As? C?sar agrup? y dispuso sus tropas delante del Rubic?n, en las cercan?as de Cesena y se dedic? a distribuir muchas tierras como premios y recompensas de guerra, sobre todo a sus legiones galas, que le hab?an seguido en su retorno a Italia. Las legiones galas estaban compuestas en su mayor?a por provenzales provenientes del sur de Francia y de Aquitania, desde lugares llamados Arles, Narbo Martius, Forum Julii, Forum Novempopuli, Forum Gallorum, Libertinorum y, en cierto modo, recrearon en la Roma?a lugares similares. A trav?s de la Liguria y el paso apen?nico entre Parma y La Spezia llegaron a la Emilia, se unieron a algunas legiones de galos padanos que ya habitaban en la Emilia y empezaron a descender hacia la Roman-via, hasta agruparse amenazadoramente frente a las tropas romanas de Pompeyo en las cercan?as de la frontera del Rubic?n. As?, las legiones galas de C?sar, se pusieron a repoblar y reorganizar esa tierra que, ciento sesenta a?os antes, se la llamaba Flaminia en honor de un c?nsul llamado precisamente Flaminio, cuyo nombre significaba entre otras cosas descendiente de los flamines, los sacerdotes m?s importantes de la antigua Roma, que hab?a construido a marchas forzadas un l?nea defensiva, llamada Puniceus Rubicon, para impedir la llegada a Roma del cartagin?s (o p?nico) An?bal, como hemos visto en un cap?tulo anterior. Despu?s de la grave derrota, que concluye con el sacrificio personal del mismo c?nsul Flaminio, esas tierras fueron entonces llamadas Roman-dia y Roman-via porque segu?an conduciendo a Roma. Pero a sus legionarios m?s fieles C?sar les pide y promete mucho m?s que las tierras roma?olas, es decir, Roma e Italia enteras, si deciden seguirlo y conquistar el espacio que se interpon?a y se asomaba en las Marcas inmediatamente despu?s de R?mini. Y as? agrup? las tropas m?s aguerridas que quer?an seguir combatiendo en las cercan?as del Rubic?n y se prepar? para tomar Roma. Esto atrajo a muchos, pero atemoriz? a otros, lo que provoc? algunas defecciones entre las filas de C?sar, que consideraron que eso era una traici?n a su misi?n. Uno en particular fue el valeroso general Tito Labieno, que lo abandon? y se puso del lado de Pompeyo Magno, el rival pol?tico y militar de C?sar, situado al otro lado del Rubic?n, que lleg? a ?l trayendo consigo a cerca de 3.700 efectivos entre caballeros y legionarios. Pero hubo tambi?n algunos grupos de galos que no quisieron seguir a C?sar y se contentaron con establecerse para siempre en las tierras de la Roma?a que les hab?a prometido, aunque C?sar les pidi? que le defendieran las espaldas frente a las tropas de Pompeyo que pod?an llegar desde Espa?a hasta Italia. As? que algunas legiones galas se pusieron a repoblar la actual Roma?a, despoblada por las recientes revueltas civiles de Mario y Sila. Pero volvamos al viaje de C?sar a Cesena. C?sar llega a Cesena (Curva Caes Arena) C?sar y el comandante Hortensio, despu?s de recorrer la Via Decimana llegan a Curva Caes Arena, donde les esperaban muchos hombres siempre fieles a los populares de su t?o Cayo Mario. Unos diez a?os antes en la Roma?a, los populares, encabezados por el t?o de C?sar, Cayo Mario, hab?an sufrido una severa derrota militar por parte de los optimates de Sila entre Forl? y Faenza, que hab?a despoblado los campos. C?sar estaba reconstruyendo y reorganizando muchas cosas. En esas tierras hab?a prometido y entregado muchos terrenos y cargos p?blicos a sus veteranos y con los impuestos sobre las tierras y sus productos estaba embelleciendo y romanizando muchas cosas en la Roma?a. Edificios p?blicos, teatros, escuelas de gladiadores, lugares y calles, crec?an para asegurarse fidelidad pol?tica, estabilidad militar y log?stica sobre el territorio. Cesena fue llamada Curva Caes Arena, que significaba Arena Circular de C?sar y con ese nombre aparec?a entonces en un antiguo mapa romano. La Curva Caes Arena era una peque?a copia del Circo M?ximo para las carreras de caballos que Cesar casi hab?a terminado de construir, pero que, debido a su muerte producida pocos a?os despu?s, la acab? de completar su sobrino, el emperador Augusto. Una vez llegado a Cesena, C?sar reuni? a sus mejores oficiales, Labieno, Quinto Hortensio, Curi?n, Marco Antonio, Casio y Asinio Poli?n, para revisar la situaci?n militar de Pompeyo al otro lado del Rubic?n. —Te saludo C?sar. Para la fiesta de tu llegada hemos organizado espect?culos ecuestres dentro de tu arena, que est? casi terminada —dijo Curi?n. —Gracias, ya sab?is que me gustan las carreras de caballos, pero antes hablemos de la situaci?n estrat?gica de Pompeyo —respondi? C?sar. —Pompeyo sospecha que quieres atacar Roma, ha salido de la frontera del Rubic?n y ha avanzado con las dos legiones hasta apropiarse del Prissatellum, justo enfrente del Caes solum y las tierras donadas por ti a los galos. En este momento est?n enfrente de nuestras tropas a pocas millas de nosotros —dijo Marco Antonio. —S?, lo he sabido por los correos. Pompeyo ha hecho m?s o menos lo que hizo Flaminio cuando se puso a esperar la llegada de An?bal —respondi? sonriendo C?sar. —Exacto, mi C?sar; solo tiene dos legiones y las ha dispuesto en formaci?n de defensa sobre el Rubic?n —dijo Marco Antonio. —?Y qu? m?s est? haciendo para defenderse? —a?adi? C?sar. —Pompeyo est? amenazando a trav?s de algunos sacerdotes con maldiciones y p?rdida de la ciudadan?a contra aquellos que osemos atravesar el Rubic?n, pero solo lo hace para ganar tiempo y asentar una tercera legi?n de refuerzo en retaguardia y cubrir mejor la l?nea defensiva —respondi? Marco Antonio. —?Mortatibus sui! —exclam? C?sar con fuerza—. ?Tal vez pretende usar el miedo a los dioses y la fidelidad a Roma de nuestros legionarios como arma de disuasi?n? —Parece que s?, C?sar. Y ha anunciado el env?o de flamines y vaticanos aqu?, a Caes Arena, para encontrarse contigo, pero veremos si tienen valor para atravesar el Rubic?n y venir a hablar contigo —respondi? Marco Antonio. —Sin duda lo veremos. Como representantes de los dioses de Roma tienen acceso a cualquier lugar ocupado por legiones y legionarios romanos —respondi? Labieno, el mejor general romano de C?sar. —?Y si vinieran, que cre?is que har?an? —pregunt? C?sar. —Normalmente hacen dos cosas. Negociar una paz en nombre del senado y disuadir a quien quiera atacar Roma o maldecir a todos contra los Dioses y nuestros antepasados guerreros —explic? Labieno. —Somos mis antepasados y yo los que ya les hemos maldecido y les hemos declarado la guerra mucho antes que ellos —respondi? C?sar, sin poder seguir manteniendo la calma. —?Es que has hecho oficiar maldiciones y contrasacrificios m?gicos a los sacerdotes druidas de nuestras legiones para tratar de protegernos? —pregunt? Labieno. —He hecho todo lo que es necesario para vencerlos y derrotarlos, general Labieno, y esto puede incluir tener buenos legionarios, como vosotros, y bastantes otras cosas —respondi? C?sar. —Es una cosa malvada y prohibida atormentar con sacerdotes a un ciudadano romano o un amigo por intervenci?n divina. Solo a los enemigos de Roma se los puede matar leg?timamente por medio de sacerdotes y de los dioses del Hades, sin incurrir en la venganza de los dioses de Roma —respondi? Labieno, que, como muchos legionarios romanos, respetaba los preceptos de la religi?n de Roma. —Esta vez te equivocas, general Labieno. Soy tambi?n Pontefix Massimum y s? muy bien qu? hacen en secreto nuestros sacerdotes no muy lejos de aqu?, en el Mons Jovis, inmediatamente despu?s del Rubic?n y te puedo decir que tambi?n all? ordenan matar a los enemigos del estado, primero con rituales divinos y luego, si esto no basta, con otras cosas —respondi? C?sar. —?Y entonces por qu?, en lugar de ponernos en contra las maldiciones de nuestros sacerdotes y antepasados, no llegamos a un acuerdo de paz con ellos? —dijo el general Labieno, que no quer?a guerrear contra Roma. —Porque ellos se han convertido en enemigos del estado, debido a sus cr?menes cometidos contra los ciudadanos y contra nuestros representantes populares y no tendr?n de su lado, ni a los dioses, ni a nuestros antepasados. Pero no es con rituales m?gicos como pretendo derrotarlos —concluy? C?sar. —Pues parece que ellos pretenden hacerlo de ese modo, C?sar —respondi? Curi?n. —Expl?cate mejor. —Por lo que he o?do decir, tienen la intenci?n de trazar otra raya roja sobre la segunda l?nea defensiva y hacerla sagrada e inviolable —a?adi? Curi?n. —?Quieren trazar otra raya roja? ?No les basta ya con la del Rubic?n…? —C?sar empez? a re?rse y luego a?adi?—: ?… y d?nde querr?an dibujar esa otra raya roja? —Inmediatamente despu?s de la primera l?nea del Prissatellum. —Claro. As?, en caso de ceder, les bastar?a con retirarse detr?s de esa l?nea y piensan que ning?n soldado romano osar?a atravesarla armado. Pero eso significa tambi?n que no tienen muchos legionarios desplegados sobre el Rubic?n y tratan de detenernos con el miedo a los dioses —Luego a?adi?—: Ordenad inmediatamente anular los miedos de nuestros legionarios, con contrasacrificios de druidas y sacerdotes celtas de nuestras legiones galas —orden? C?sar. —Eso puede funcionar con los legionarios galos, pues ellos creen m?s a sus druidas que en los dioses de Roma, pero nuestros legionarios romanos creen en los flamines y nosotros, como sabes, no tenemos sacerdotes flamines que nos sigan —le respondi? Curi?n. —Lo s?, los sacerdotes flamines est?n al servicio del senado y no pueden ponerse al servicio de una legi?n sin autorizaci?n de Roma. Sin embargo, pretendo hacer que nuestros legionarios no tengan medio de subgestitis et superstitis inculcadas por los enemigos —respondi? C?sar. —Pero habr?a tambi?n otro problema, adem?s de los flamines —dijo Curi?n a C?sar. —Expl?cate. —Pretenden detener tambi?n a nuestras legiones galas sobre la primera l?nea del Prissatellum. —?De qu? modo? —Hay una bruja gorgona muy poderosa y cre?da por el vulgo que vive en el manantial del Urgon, precisamente en los montes que nos rodean, que los hombres de Pompeyo pretenden usar aprovechando las creencias y los miedos de nuestros legionarios galos —respondi? Curi?n, atrayendo por un momento la atenci?n de todos los presentes. —?Mortatibus sibi! Expl?came de inmediato lo que acabas de decir —exclam? C?sar. La bruja del Urgon Sobre los Apeninos Roma?olos todav?a existe el nacimiento de un r?o que a?n hoy se lo llama Urgon. Muchos consideran que el Rubic?n nace en ese lugar, porque en el dialecto de la Roma?a esa palabra podr?a significar Rubic?n, pero a decir verdad no ay ninguna seguridad sobre esto, porque en dialecto de la Roma?a se deber?a decir Rubgon o, en todo caso, Urbgon, si se habla un roma?olo muy cerrado. Por el contrario, nadie ha advertido que la palabra Urgon significaba en etrusco antiguo gorgona, es decir, una especie de bruja horrible y aterradora similar a la legendaria Medusa y que donde nace el Urgon se encontraba un lugar llamado todav?a hoy Strigara. Adem?s, un poco m?s adelante de esa fuente hay otro lugar, todav?a hoy considerado como muy misterioso, llamado Gorgoscuro. Pero volvamos a Curi?n mientras se pone a explicar a todos qui?n es la bruja del Urgon. —Esta bruja vive y trabaja sin descanso en los montes junto al nacimiento del r?o. »Tambi?n se dice que tiene acceso a los infiernos, ve el pasado, presente y futuro y resucita los cuerpos de los muertos, obligando a sus almas a volver para crear encantamientos y hechizos m?gicos. —?Y qu?? Aunque fuera verdad, no es una diosa, sino solo una intermedium entrelos hombres, los infiernos y los dioses. ?Qu? podr?a hacer contra nosotros? —respondi? el comandante Marco Antonio. —Si es por eso, tampoco los sacerdotes flamines son divinidades, sino solo intermedia entre los hombres y los dioses de Roma —respondi? Curi?n. —No es verdad, eso es una blasfemia. Los flamines y nuestros otros sacerdotes romanos hablan por boca de los dioses de Roma y son sus vicarios en la tierra —replic? el general Labieno. —Si es por eso, tambi?n se dice que la brujas hablan por boca de los infiernos y de la ultratumba —respondi? Curi?n. —S?, pero son inferiores a los flamines. Flaminis super stitiius striges, sed sub stantias Deis —respondi? Labieno, que era un fiel cumplidor de la religi?n romana de la ?poca. —No se trata de esto. Est?n buscando condicionarnos para que no combatamos. Hemos visto muchas cosas similares usadas contra nosotros durante las campa?as en la Galia y los legionarios romanos temen poco a las divinidades b?rbaras, pero los galos podr?an verse frenados y asustados por estas coas. Cu?ntanos, Curi?n, que m?s sabes de esta bruja gorgona —intervino C?sar para cerrar la discusi?n. —Poco antes de llegar a la fuente, hay una presa que ha formado una laguna artificial que sirve para regular el flujo de las aguas del r?o Prissatellum, que nos separa de las legiones de Pompeyo. »Adem?s, he o?do decir por informadores que pretenden usar a la gorgona para hacer malditas esas aguas y liberarlas en el r?o en cuanto vean que nos preparamos para atacarlos. »Naturalmente, har?n correr la historia de que quien pasa esas aguas muere en breve, para tratar de impedirnos atravesarlas. »Luego llenar?n las orillas del Prissatellum con cabezas y m?scaras de gorgona colocadas sobre estacas que hincar?n en el suelo como l?mite y frontera que traer? desgracias superar. As? nuestros legionarios se sentir?n impresionados y temerosos al cruzar ese r?o —concluy? Curi?n su exposici?n. —Tambi?n yo soy un poco supersticioso, pero, si ese es el ?nico problema, dejemos que algunos druidas de nuestras legiones galas adopten todas las contramedidas y protecciones oportunas. Algunos de ellos son muy eficaces —respondi? un comandante galo presente. —?Qu? podr?a hacer un druida para proteger a nuestras tropas? —intervino C?sar de inmediato. —Los druidas no cuentan mucho de lo que hacen, pero pueden librar de encantamientos y maldiciones, bosques y lugares de las forestas, dejando hadas y duendes de guardia en su lugar, pueden sanar con hierbas todos los males y hechizos de las brujas, hacer milagrosos y m?gicos las fuentes y los r?os, lanzar hechizos y maldiciones sobre los enemigos tan poderosos que incluso los pueden paralizar. »Pero se cuidan de no maldecir directamente a los dioses de los enemigos, solo para derrotarlos en la batalla. Los druidas maldicen lugares y personas, pero no dioses —respondi? con convicci?n el comandante de los galos mientras explicaba todo esto. —?C?mo est?s seguro de ello? —le pregunt? Hortensio. — En un bosque del norte he acompa?ado una noche bajo un roble a un druida que nos ha mostrado, a m? y a otros, muchas cosas y lo que acabo de decir. —?Y no pod?a ser un truco o una ilusi?n? —No lo creo, pero, aunque lo fuera, los soldados galos creen en los druidas. Y esto supone una diferencia —respondi? el comandante de los galos. —Bueno, entonces se podr?a usar a los druidas para asegurar las orillas y los bosques de la frontera contra la bruja y para proteger a los galos contra las maldiciones a quien atraviese esa frontera —explic? el comandante Hortensio. —Estoy de acuerdo contigo, Hortensio —intervino C?sar—. Pompeyo, al no tener fuerzas suficientes, est? tratando de impedirnos actuar por medio del miedo. Ma?ana trata de descubrir que pretenden hacer en ese r?o y disp?n que los druidas est?n listos para proteger esos lugares y a nuestros hombres —le orden? C?sar. —As? se har?, C?sar —respondi? Hortensio. —Ahora ya basta de dioses y brujas. Pasemos a las fuerzas militares sobre el terreno. Mostradme mejor nuestras l?neas y las de Pompeyo —dijo C?sar para tratar de quitarse de encima sin que se apreciara un poco el temor que tambi?n ?l ten?a de atravesar el Rubic?n. La disposici?n de las tropas de C?sar y Pompeyo Marco Antonio ech? mano de un mapa que resum?a la situaci?n militar de los dos bandos y, despu?s de ponerlo delante de todos, se puso a explicarla. —En pocas palabras, la primera l?nea de Pompeyo est? aqu? delante de nosotros, inmediatamente delante del r?o Prissatellum. E inmediatamente detr?s hay una nueva l?nea donde los flamines, como hemos visto, tienen la intenci?n de trazar una nueva l?nea roja adem?s de la ya existente sobre el Rubic?n. Nosotros estamos desplegados enfrente aqu?, entre Donegallia y el Caes solum que delimita tus territorios. ?Me entiendes C?sar? —S?, contin?a. —La segunda l?nea actualmente est? un poco desatendida y est? algo mejor hacia Ariminium, donde el camino se desdobla en dos en las cercan?as de ad confluentes, antes de llegar a la puerta derecha del Rubic?n. —?Por qu? se desdobla en dos el camino? —pregunt? Labieno. —Porque la empalizada del Rubic?n tiene dos puertas de acceso: una de entrada y otra de salida, general Labieno —respondi? C?sar, que conoc?a bien c?mo se hab?a construido el Rubic?n, en lugar de Marco Antonio. Luego a?adi?—: Contin?a con la explicaci?n, Marco Antonio. —Y finalmente la tercera y ?ltima l?nea del propio Rubic?n, todav?a m?s al sur hacia Ariminium, construida sobre el r?o Pluso —dijo Marco Antonio indicando a C?sar en el mapa el punto cercano a R?mini donde se encontraba la empalizada roja del Rubic?n. —Claro —respondi? C?sar. Luego explic?—: La primera y segunda l?neas a mi juicio se pueden atacar sin muchos problemas, pero para la frontera sagrada del Rubic?n tengo en mente un plan para lograrlo sin violar la voluntad de los dioses. —?C?mo? —pregunt? Marco Antonio. —No es ahora el momento de comentarlo, pero, cuando lo sea, os informar? a todos. En todo caso, por ahora, ?qu? hemos dispuesto y desplegado en t?rminos de hombres y legiones contra las l?neas de Pompeyo? —pregunt? C?sar. —Tenemos las legiones romanas X y XIII acampadas en el interior y hemos desplegado las legiones II y III g?lica a lo largo del Caes solum y la Donegallia con la promesa de que esas tierras ser?n suyas para siempre si consiguen derrotar a Pompeyo. —Est? bien, les hab?a prometido esas tierras como premio y recompensa si me segu?an hasta aqu?. ?Ya las est?n poblando? —pregunt? C?sar. —S?, C?sar, han tomado posesi?n encantados y se han desplegado delante de las tropas de Pompeyo. Defender?n bien esas tierras —respondi? Marco Antonio. —Tal vez no baste con que las defiendan; diles que pretendo pedirlos que est?n dispuestos tambi?n a atacar y marchar sobre Roma. Y a cambio les prometer? tierras y honores sobre suelo italiano y no solo aqu? en Romandia —respondi? C?sar. —Ya lo saben y bastantes est?n dispuestos a seguirte, porque has dejado esas tierras a sus veteranos y las tierras donadas a los galos a los parientes que les siguen —respondi? sonriendo Asinio Poli?n. —?C?mo iban a saberlo? ?Mi plan no deb?a ser un secreto? —respondi? C?sar. —Todos lo saben desde hace meses. Las legiones galas que han llegado aqu? desde hace tiempo van diciendo a todos que antes o despu?s se debe atacar y tomar otras tierras en Italia y es por esto por lo que los hombres de Pompeyo lo han sabido —dijo Asinio Poli?n. —?La zona est? llena de esp?as de Pompeyo? —pregunt? C?sar, levantando la voz. —S?, y deber?as ser m?s cauto a la hora de revelar las promesas y los planes a tus tropas, C?sar —a?adi? burl?ndose un poco Asinio Poli?n, dado que era muy amigo de C?sar y se lo pod?a permitir. —Al diablo con los secretos. ?Cu?nto tiempo podr?amos tener si decidi?ramos tomar R?mini por sorpresa y pasar a las Marcas, general Hortensio? —pregunt? C?sar. —Todo el invierno, C?sar. Son soldados romanos como nosotros y est?n habituados a no combatir en invierno, pero podr?an dedicarse a reforzar las defensas y el territorio. Por tanto, en mi opini?n, si queremos atacar el Rubic?n, yo actuar?a de inmediato –respondi? Hortensio. —Calma. ?Qui?n es ahora mismo el comandante de las legiones de Pompeyo al otro lado del Rubic?n? —pregunt? C?sar. —El comandante Titano. —Lo conozco. Como dice su nombre, es gigantesco, un catoniano muy fiel a la rep?blica, pero poco dispuesto a hacer la guerra. —Tambi?n yo lo conozco, es un buen soldado que prefiere negociar y al que no le gusta mucho mandar a la masacre a sus hombres por nada. Me pregunto si no podemos hablar con ?l para acordar una tregua o llegar a un acuerdo —pregunt? el general Labieno. —Veto. No quiero dar a Pompeyo la ventaja de negociar o creer que tengamos miedo de atacarlo —respondi? C?sar con decisi?n, —Por el contrario, yo tengo un plan para acabar con las defensas y tomar R?mini por sorpresa. Pido permiso para discutirlo ahora —dijo Marco Antonio. —Licit —respondi? C?sar. Êîíåö îçíàêîìèòåëüíîãî ôðàãìåíòà. Òåêñò ïðåäîñòàâëåí ÎÎÎ «ËèòÐåñ». Ïðî÷èòàéòå ýòó êíèãó öåëèêîì, êóïèâ ïîëíóþ ëåãàëüíóþ âåðñèþ (https://www.litres.ru/pages/biblio_book/?art=64263272&lfrom=688855901) íà ËèòÐåñ. Áåçîïàñíî îïëàòèòü êíèãó ìîæíî áàíêîâñêîé êàðòîé Visa, MasterCard, Maestro, ñî ñ÷åòà ìîáèëüíîãî òåëåôîíà, ñ ïëàòåæíîãî òåðìèíàëà, â ñàëîíå ÌÒÑ èëè Ñâÿçíîé, ÷åðåç PayPal, WebMoney, ßíäåêñ.Äåíüãè, QIWI Êîøåëåê, áîíóñíûìè êàðòàìè èëè äðóãèì óäîáíûì Âàì ñïîñîáîì.
Íàø ëèòåðàòóðíûé æóðíàë Ëó÷øåå ìåñòî äëÿ ðàçìåùåíèÿ ñâîèõ ïðîèçâåäåíèé ìîëîäûìè àâòîðàìè, ïîýòàìè; äëÿ ðåàëèçàöèè ñâîèõ òâîð÷åñêèõ èäåé è äëÿ òîãî, ÷òîáû âàøè ïðîèçâåäåíèÿ ñòàëè ïîïóëÿðíûìè è ÷èòàåìûìè. Åñëè âû, íåèçâåñòíûé ñîâðåìåííûé ïîýò èëè çàèíòåðåñîâàííûé ÷èòàòåëü - Âàñ æä¸ò íàø ëèòåðàòóðíûé æóðíàë.