Êàêîå, â ñóùíîñòè, íåëåïîå çàíÿòèå ïèñàòü ñòèõè: ......................è "ãëàç ëóíû", è "ñîëíöà äèñê" êàê ìèð ñòàðû. ............................Äóøè øèðîêèå îáúÿòèÿ òîëïå íàâñòðå÷ó ðàñïàõíóòü... - ................................................ïîäîáíûé ðèñê ê ÷åìó òåáå? - ........................Ãëóõîé ñòåíîé - íåïîíèìàíèå; ðàçäàâëåí òÿæåñòüþ

Si Ella Corriera

Si Ella Corriera Blake Pierce “Una obra maestra de misterio y suspenso. Blake Pierce ha hecho un magn?fico trabajo desarrollando personajes con un mundo psicol?gico tan bien descrito que es como un acceso directo al interior de sus mentes, para seguirlos en sus temores y aplaudirlos en sus triunfos. Lleno de giros, este libro le mantendr? despierto hasta la ?ltima p?gina".--Books and Movie Reviews, Roberto Mattos (re: Una Vez Ido) SI ELLA CORRIERA (Un Misterio Kate Wise) es el libro #3 en una nueva serie de suspenso psicol?gico del exitoso autor Blake Pierce, cuyo bestseller #1 Una Vez Ido (Libro #1) (descarga gratis) ha recibido m?s de 1000 rese?as de cinco estrellas. Kate Wise, agente del FBI ya retirada, de 55 a?os de edad, es llamada de nuevo cuando un marido, residente de un opulento suburbio, es hallado muerto por disparos en su camino a casa. Es la segunda vez que sucede. ?Puede ser una coincidencia?Hay un caso que ha perseguido a Kate durante toda su carrera, ese que no pudo resolver.Ahora, 10 a?os despu?s, un segundo marido --perteneciente a la misma, exclusiva comunidad-- es asesinado de la misma manera.?Cu?l es la conexi?n??Y podr? Kate redimirse, y resolverlo antes de que se enfr?e de nuevo?Una historia de suspenso y acci?n que acelera el coraz?n, SI ELLA CORRIERA es el libro #3 en una nueva y trepidante serie que te pondr? a leer hasta bien entrada la noche. El libro #4 de la SERIE DE MISTERIOS KATE WISE ya est? disponible para ordenar por adelantado. s i e l l a c o r r i e r a (un misterio kate wise —libro 3) b l a k e p i e r c e Blake Pierce Blake Pierce es el autor de la serie exitosa de misterio RILEY PAIGE que cuenta con trece libros hasta los momentos. Blake Pierce tambi?n es el autor de la serie de misterio de MACKENZIE WHITE (que cuenta con nueve libros), de la serie de misterio de AVERY BLACK (que cuenta con seis libros), de la serie de misterio de KERI LOCKE (que cuenta con cinco libros), de la serie de misterio LAS VIVENCIAS DE RILEY PAIGE (que cuenta con tres libros), de la serie de misterio de KATE WISE (que cuenta con dos libros), de la serie de misterio psicol?gico de CHLOE FINE (que cuenta con dos libros) y de la serie de misterio psicol?gico de JESSE HUNT (que cuenta con tres libros). Blake Pierce es un ?vido lector y fan de toda la vida de los g?neros de misterio y los thriller. A Blake le encanta comunicarse con sus lectores, as? que por favor no dudes en visitar su sitio web www.blakepierceauthor.com para saber m?s y mantenerte en contacto. Copyright © 2018 by Blake Pierce. Todos los derechos reservados. Excepto como est? permitido bajo la U.S. Copyright Act of 1976, ninguna parte de esta publicaci?n puede ser reproducida, distribuida o transmitida bajo ninguna forma y por ning?n medio, o almacenada en una base de datos o sistema de recuperaci?n, sin el permiso previo del autor. Este libro electr?nico est? licenciado solo para su entretenimiento personal. Este libro electr?nico no puede ser revendido o regalado a otras personas. Si usted quisiera compartir este libro con otra persona, compre por favor una copia adicional para cada destinatario. Si usted est? leyendo este libro y no lo compr?, o no fue comprador para su uso exclusivo, entonces por favor regr?selo y compre su propia copia. Gracias por respetar el arduo trabajo de este autor. Esta es una obra de ficci?n. Nombre, personajes, negocios, organizaciones, lugares, eventos e incidentes, son, o producto de la imaginaci?n del autor o son usados en forma de ficci?n. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, es pura coincidencia. Imagen de portada Copyright Tom Tom, usada bajo licencia de Shutterstock.com. Traducci?n: Milagros Rosas Tirado LIBROS ESCRITOS POR BLAKE PIERCE SERIE DE THRILLER DE SUSPENSE PSICOL?GICO CON JESSIE HUNT EL ESPOSA PERFECTA (Libro #1) EL TIPO PERFECTO (Libro #2) LA CASA PERFECTA (Libro #3) SERIE DE MISTERIO PSICOL?GICO DE SUSPENSO DE CHLOE FINE AL LADO (Libro #1) LA MENTIRA DEL VECINO (Libro #2) CALLEJ?N SIN SALIDA (Libro #3) SERIE DE MISTERIO DE KATE WISE SI ELLA SUPIERA (Libro #1) SI ELLA VIERA (Libro #2) SI ELLA CORRIERA (Libro #3) SI ELLA SE OCULTARA (Libro #4) SI ELLA HUYERA (Libro #5) SERIE LAS VIVENCIAS DE RILEY PAIGE VIGILANDO (Libro #1) ESPERANDO (Libro #2) ATRAYENDO (Libro #3) SERIE DE MISTERIO DE RILEY PAIGE UNA VEZ DESAPARECIDO (Libro #1) UNA VEZ TOMADO (Libro #2) UNA VEZ ANHELADO (Libro #3) UNA VEZ ATRA?DO (Libro #4) UNA VEZ CAZADO (Libro #5) UNA VEZ A?ORADO (Libro #6) UNA VEZ ABANDONADO (Libro #7) UNA VEZ ENFRIADO (Libro #8) UNA VEZ ACECHADO (Libro #9) UNA VEZ PERDIDO (Libro #10) UNA VEZ ENTERRADO (Libro #11) UNA VEZ ATADO (Libro #12) UNA VEZ ATRAPADO (Libro #13) UNA VEZ INACTIVO (Libro #14) SERIE DE MISTERIO DE MACKENZIE WHITE ANTES DE QUE MATE (Libro #1) ANTES DE QUE VEA (Libro #2) ANTES DE QUE CODICIE (Libro #3) ANTES DE QUE SE LLEVE (Libro #4) ANTES DE QUE NECESITE (Libro #5) ANTES DE QUE SIENTA (Libro #6) ANTES DE QUE PEQUE (Libro #7) ANTES DE QUE CACE (Libro #8) ANTES DE QUE ATRAPE (Libro #9) ANTES DE QUE ANHELE (Libro #10) SERIE DE MISTERIO DE AVERY BLACK CAUSA PARA MATAR (Libro #1) UNA RAZ?N PARA HUIR (Libro #2) UNA RAZ?N PARA ESCONDERSE (Libro #3) UNA RAZ?N PARA TEMER (Libro #4) UNA RAZ?N PARA RESCATAR (Libro #5) UNA RAZ?N PARA ATERRARSE (Libro #6) SERIE DE MISTERIO DE KERI LOCKE UN RASTRO DE MUERTE (Libro #1) UN RASTRO DE ASESINATO (Libro #2) UN RASTRO DE VICIO (Libro #3) UN RASTRO DE CRIMEN (Libro #4) UN RASTRO DE ESPERANZA (Libro #5) CONTENIDOS CAP?TULO UNO (#u05b46e62-880e-5649-adf1-25e966daee03) CAP?TULO DOS (#uc76e55f1-226b-561c-a512-33b8c3be4fb9) CAP?TULO TRES (#u4ead1457-5d50-5881-b9a7-ed2b987143af) CAP?TULO CUATRO (#u5d138488-ff99-5a7e-8a58-82fbbd17811b) CAP?TULO CINCO (#u89b23b01-c0d0-54b2-9407-a595c11b0cbd) CAP?TULO SEIS (#u57c7513d-548e-550d-9ce1-abe94136d7ac) CAP?TULO SIETE (#litres_trial_promo) CAP?TULO OCHO (#litres_trial_promo) CAP?TULO NUEVE (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIEZ (#litres_trial_promo) CAP?TULO ONCE (#litres_trial_promo) CAP?TULO DOCE (#litres_trial_promo) CAP?TULO TRECE (#litres_trial_promo) CAP?TULO CATORCE (#litres_trial_promo) CAP?TULO QUINCE (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIECIS?IS (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIECISIETE (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIECIOCHO (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIECINUEVE (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTE (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTIUNO (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTID?S (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTITR?S (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTICUATRO (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTICINCO (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTIS?IS (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTISIETE (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTIOCHO (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTINUEVE (#litres_trial_promo) CAP?TULO UNO Sus nervios estaban al l?mite y se sent?a como si fuera a enfermarse en cualquier momento. En sus manos, los guantes de boxeo se sent?an extra?os y el protector de cabeza la sofocaba. Ninguna de estas cosas era nueva para Kate Wise —hab?a estado entrenando durante unos dos meses—, pero era su primera vez practicando con una contrincante. Aunque consciente de que todo era por diversi?n y como parte del r?gimen de ejercicios, no por ello dejaba de sentirse nerviosa. Estar?a lanzando golpes de verdad al cuerpo de alguien y eso no era cosa que alguna vez se hubiera tomado a la ligera. Mir? al otro lado del cuadril?tero a su compa?era de pr?cticas, una mujer m?s joven a la que se esforzaba en no ver como una oponente. Era otro miembro del peque?o gimnasio que, al igual que ella, hab?a estado siguiendo el programa de boxeo. El nombre de la mujer era Margo Dunn y estaba tomando el curso por la misma raz?n que Kate; era un gran ejercicio que involucraba todo el cuerpo, y en esencia, no requer?a demasiada carrera ni levantamiento de pesas. Margo le sonri? a Kate en tanto su entrenador le ajustaba el protector bucal. Kate asinti? en respuesta mientras su entrenador le colocaba a su vez el suyo. En cuanto calz? a la perfecci?n alrededor de sus dientes, Kate sinti? como si un interruptor hubiera sido pasado. Ahora estaba en modo boxeo. S?, los nervios segu?an all?, y ella se sent?a inc?moda con toda la situaci?n, pero era el momento de avanzar, el momento de actuar. Solo hab?a siete espectadores —los entrenadores y dos otros miembros del gimnasio que simplemente eran curiosos. A un costado del cuadril?tero, alguien hizo sonar la peque?a campana para indicar el comienzo de la pelea. Kate avanz? a la mitad del ring, al encuentro con Margo. Entrechocaron los guantes y dieron dos respetuosos pasos hacia atr?s. Y entonces comenz?. Kate se movi? un poco trazando un c?rculo, encontrando el ritmo con sus pies, el cual le hab?an ense?ado a recordar como si fuera una danza. Dio un paso hacia adelante y lanz? su primer jab. Margo lo bloque? con facilidad, pero fue bueno para ir calentando. Kate golpe? de nuevo, un peque?o pu?etazo en la nuca con su mano izquierda. Margo bloque? este y respondi? con un izquierdazo que alcanz? a Kate de lleno en un costado de la cabeza. El pu?etazo fue intencionadamente suave —esto era, despu?s de todo, solo un encuentro para practicar— y aterriz? de lleno en el relleno del protector de cabeza. Con todo, fue suficiente para hacer que Kate se estremeciera un poco. Tienes cincuenta y seis, se dijo mentalmente a s? misma. ?Qu? diablos estabas pensando? Sopesaba la pregunta cuando Margo lanz? un gancho de derecha. Kate dio un paso al costado para evadirse. Esquivarlo con tanta facilidad le dio m?s confianza. Bloquear sin esfuerzo el jab de Margo que vino a continuaci?n, aviv? la necesidad de superarla. Sabes porqu? est?s haciendo esto, pens?. Nueve semanas aqu? y has perdido nueve kilos adem?s de tener el mejor tono muscular de toda tu vida. Te sientes como veinte a?os m?s joven y s? sincera… ?alguna vez te has sentido as? de fuerte? No, nunca. Y aunque no estaba ni as? de cerca de dominar el arte del boxeo, sab?a que hab?a asimilado las habilidades b?sicas. Con esta firme creencia, avanz? con un empuje casi agresivo, amag? un izquierdazo, y dio un gancho de derecha. En cuanto este aterriz? justo en la barbilla de Margo, Kate lanz? un jab de izquierda… y luego otro. Ambos dieron de lleno, sacudiendo un poco a Margo. Sus ojos brillaron de sorpresa mientras retroced?a con estupefacci?n hacia el ensogado. Sonri?, sin embargo. Al igual que Kate, ella sab?a que esto era solo una pr?ctica y acababa de aprender una lecci?n: estar atenta todo el tiempo a los amagos. Margo respondi? con dos jabs al cuerpo, uno de los cuales conect? con las costillas de Kate. En un instante esta se qued? sin aire, y para cuando recuper? el aliento, vio venir por su izquierda un tremendo gancho de derecha. Intent? moverse pero no lo hab?a captado a tiempo. Azot? un costado de su protegida cabeza y la sacudi? hacia atr?s. Se mare? por un momento. Su visi?n se volvi? borrosa y sinti? algo d?biles sus rodillas. Pens? en dejarse caer, solo para recuperar el aliento. S?… demasiado vieja para esto. Pero entonces la respuesta a eso fue: ?Conoces otras mujeres mayores de cincuenta que al recibir este pu?etazo puedan permanecer de pie? Kate respondi? con dos jabs y un golpe dirigidos al cuerpo. Solo uno de los jabs aterriz? pero el impacto en el cuerpo lo sacudi?. Margo se fue de nuevo contra las cuerdas, con un poco de pasmo. Regres? del ensogado y lanz? con impaciencia un gancho. No buscaba pegar. Solo era para hacer que Kate alzara sus brazos para bloquearlo, de manera que Margo pudiera entonces conectar unos jabs al indefenso tronco. Pero Kate vio la ligera vacilaci?n en la maniobra, sabiendo cu?l era el prop?sito que hab?a detr?s. En lugar de bloquear el golpe, violentamente dio un paso a la derecha, no interrumpi? la trayectoria en arco del pu?etazo, y entonces lanz? un jab de derecha que conect? con el costado de la cabeza de Margo. Margo se fue abajo de inmediato. Cay? sobre su est?mago y rod? con rapidez. Se desliz? hasta su esquina y expuls? su protector bucal. Sonri? a Kate y sacudi? su cabeza en se?al de.incredulidad. —Lo siento —dijo Kate, arrodill?ndose delante de Margo. —No hay porqu? —dijo Margo—. Honestamente es inconcebible como logras ser as? de r?pida. Siento que necesito disculparme. Porque por tu edad, supuse que ser?as… m?s lenta. El entrenador de Kate, un sexagenario de pelo entrecano y larga barba blanca, pas? por entre las cuerdas, riendo suavemente, —Yo comet? el mismo error —dijo—. Tuve un ojo morado por cerca de una semana a causa de ello. Recib? el mism?simo pu?etazo que te tumb?. —No tienes de qu? excusarte —dijo Kate—. El que aterriz? en mi cabeza fue tremendo. Casi me acaba. —Deber?a haber sido as? —dijo el entrenador—. Honestamente, fue un poco m?s fuerte de lo que me gusta ver en estos peque?os encuentros de pr?ctica —mir? entonces a Margo—. Depende de ti. ?Quieres continuar? Margo asinti? y se puso de pie. De nuevo, su entrenador le coloc? el protector dental. Ambas mujeres retornaron a sus respectivas esquinas y aguardaron la campana. Pero no fue la campana lo que Kate escuch?. En su lugar, escuch? sonar su tel?fono. Y era el timbre que hab?a asignado para las llamadas que ven?an del Bur?. Empuj? el protector de su boca y extendi? sus manos enguantadas a su entrenador. —Lo siento —dijo—. Tengo que atender esa. Su entrenador sab?a acerca de su trabajo de medio tiempo como agente especial. Pensaba que era una dura (en sus palabras, no las de ellas) cuando rehusaba a retirarse del todo de ese trabajo. As? que cuando desat? sus guantes, lo hizo tan r?pido como fue posible. Kate se desliz? por entre las sogas y corri? hasta su bolso de gimnasio, que se hallaba recostado de la pared. Siempre lo manten?a afuera y no en los casilleros, por si acaso recib?a una llamada. Tom? el tel?fono y su coraz?n se aceler? llevado a un tiempo por la emoci?n y el desespero cuando vio en la pantalla el nombre del Director Adjunto Dur?n. —Habla la Agente Wise —dijo. —Wise, soy yo, Dur?n. ?Tienes un segundo? —Lo tengo —dijo, mirando hacia al cuadrilatero con ganas de volver all?. El entrenador de Margo estaba trabajando con ella en c?mo evitar las fintas—. ?Qu? puedo hacer por ti? —Esperaba que te incorporaras a un caso. Es efectivo en este momento, y necesitar?a que t? y DeMarco tomaran un vuelo esta noche. —No s? —dijo. Y esa era la verdad. Era muy repentino y ella le hab?a hablado a Melissa, su hija, varias veces en las ?ltimas semanas, acerca de no estar tan disponible para trabajos de ultimo minuto. Hab?a estado pasando mucho m?s tiempo con Melissa y Michelle, su nieta, por algo m?s de un mes y finalmente ten?an algo bueno que marchaba, algo como una rutina. Algo como una familia. —Aprecio que pienses en m? —dijo Kate—. Pero no s? si puedo incorporarme a este. Es muy de ultimo minuto. Y tomar un vuelo… eso lo hace ver como que es bastante lejos. No s? si estoy preparada para un largo viaje. ?D?nde es, en todo caso? —Nueva York. Kate… Estoy casi seguro de que tiene relaci?n con el caso Nobilini. El nombre le produjo escalofr?os. Su cabeza comenz? a vibrar, y no por el golpe que Margo le hab?a dado hac?a unos instantes. Destellos de un caso de hac?a casi ocho a?os surgieron en su mente cual cascada —provocadores, incitantes. —?Kate? —Estoy aqu? —dijo. Mir? entonces hacia el ring. Margo se estaba estirando y trotaba con suavidad en su sitio, lista para el pr?ximo asalto. Era una pena que no volviera a subirse. Porque tan pronto como Kate escuch? el nombre, supo que tomar?a el caso. Ten?a que hacerlo. El caso Nobilini se le hab?a escapado hac?a ocho a?os —una de las aut?nticas derrotas que hab?a tenido en su carrera. Esta era su oportunidad de cerrarlo —de echarle el cerrojo al ?nico caso que la hab?a superado. —?Cu?ndo es el vuelo? —pregunt? a Dur?n. —Dulles a JFK, sale en cuatro horas. Pens? en Melissa y Michelle con un peso en el coraz?n. Melissa no lo comprender?a, pero Kate no pod?a rechazar esta oportunidad. —All? estar? —dijo. CAP?TULO DOS Kate consigui? empacar y salir de Richmond en menos de hora y media. Cuando se encontr? con su compa?era, Kristen DeMarco, en las afueras de uno de los muchos Starbucks en el Aeropuerto Internacional de Dulles, solo dispon?an de diez minutos antes del despegue; ya la mayor parte de los pasajeros del avi?n se hallaba a bordo. DeMarco camin? con rapidez hacia Kate, caf? en mano, al tiempo que sonre?a y meneaba la cabeza. —Si solo te decidieras y te mudaras a Washington, no andar?as con estas prisas y casi llegando tarde todo el tiempo. —No puedo hacerlo —dijo Kate junt?ndose con ella y apurando el paso hasta la puerta de embarque—. Ya es bastante que este llamado trabajo de medio tiempo me mantenga alejada de mi familia m?s de lo que me gustar?a. Si vivir en Washington fuera un requisito, no lo har?a en absoluto. —?C?mo est?n Melissa y la peque?a Michelle? —pregunt? DeMarco. —Les va bien. Habl? con Melissa viniendo para ac?. Dijo que comprend?a y me dese? suerte. Y por primera vez, creo que en verdad lo sent?a as?. —Bien. Te dije que se convencer?a. Supongo que no ser? de lo m?s agradable tener a una arisca como madre. —Estoy lejos de ser arisca —dijo Kate al tiempo que llegaban a la puerta de embarque. Con todo, pens? en lo que estaba haciendo cuando recibi? la llamada y pens? que estar?a bien aceptar ese calificativo… al menos en parte. —Lo ?ltimo que escuch? —dijo Kate—, es que estabas trabajando en un triple homicidio all? en Maine. —S?, lo estaba. Lo cerramos hace cerca de una semana —como seis agentes en total en esa cosa. Cuando recib? la llamada de Dur?n sobre este caso, me dijo que planeaba enviarte y pregunt? si quer?a hacer equipo contigo. Yo, por supuesto, me abalanc? sobre esa oportunidad. Le dije que me gustar?a hacer equipo contigo siempre que fuera posible. —Gracias —dijo Kate. Lo dej? hasta all?, sin embargo. En verdad significaba mucho para ella, pero no quer?a ponerse sentimental con DeMarco. Abordaron el avi?n y ocuparon sus asientos, una junto a la otra. Una vez se pusieron c?modas, DeMarco busc? en su bolso de mano y sac? una gruesa carpeta repleta de papeles y documentos. —Esto es todo sobre el archivo Nobilini —dijo—. Considerando tu historia con respecto al mismo, supongo que lo conoces al derecho y al rev?s. —Probablemente —dijo Kate. —Es un vuelo bastante corto —se?al? DeMarco—. Preferir?a escucharlo de ti, en lugar de repasar notas y archivos. Kate hubiera pensado igual. Lo que la sorprend?a era lo bien dispuesta que estaba a compartir los detalles del caso con DeMarco. El caso, a trav?s de los a?os, hab?a sido como una verdadera molestia en el fondo de su mente, pero ella siempre hab?a logrado apartarlo, por no querer concentrarse en el ?nico y verdadero fracaso de su carrera. As? que mientras el avi?n comenzaba a posicionarse en la pista, Kate empez? a repasar las l?neas del caso. Mientras lo hac?a, haciendo un alto para dar espacio a la monoton?a de los anuncios que preced?an al vuelo, se dio cuenta que ahora todo se ve?a novedoso. Quiz?s era todo el tiempo que hab?a pasado desde que ella realmente lo hab?a manejado, o el retiro a medias (o ambos), pero el caso lo sent?a ahora vivo y activo. Le cont? a DeMarco los detalles del caso, localizado en un suburbio de lujo justo en las afueras de la ciudad de Nueva York. Solo un cuerpo, pero el caso hab?a tenido la presi?n de alguien en el Congreso con quien la v?ctima estaba estrechamente relacionada. Nada de huellas, nada de pistas. El cuerpo, de un tal Frank Nobilini, fue hallado en un callej?n en el distrito de Midtown. La mejor conjetura: que ?l se dirig?a al trabajo y cubr?a a pie la ?nica cuadra desde el estacionamiento a su oficina. Solo una simple herida de bala en la parte trasera de la cabeza, estilo ejecuci?n. —?Como podr?a ser estilo ejecuci?n si alguien claramente lo secuestr? y lo arrastr? al callej?n? —pregunt? DeMarco. —Esa es otra pregunta sin respuesta en el caso. Supusimos que Nobilini fue tra?do a empellones, obligado a ponerse de rodillas, y luego baleado por detr?s de la cabeza. Sangre y peque?os fragmentos de su cr?neo estaban esparcidos por toda la pared del edificio, junto al cuerpo. Las llaves de su BMW estaban todav?a en su mano. DeMarco asinti? y permiti? que Kate continuara. —La v?ctima era de una peque?a poblaci?n, un peque?o y bien acomodado suburbio llamado Ashton —dijo Kate—. Es la clase de pueblo que atrae visitantes a sus pretenciosas tiendas de antig?edades, costosos restaurantes, y propiedades inmaculadas. —Y eso es lo que no entiendo —dijo DeMarco—. En un lugar como ese, las personas tienden a chismorrear, ?correcto? Uno pensar?a que alguien habr?a sabido algo o escuchado rumores acerca de qui?n fue el asesino. Pero no hay nada en estos archivos —dijo esto ?ltimo mientras tamborileaba sus dedos sobre la carpeta. —Eso siempre me desconcert? —dijo Kate—. Ashton es un lugar acomodado. Pero fuera de eso, es tambi?n una comunidad con lazos estrechos. Todos se conocen entre s?. En su mayor parte, todos son corteses entre s?. Vecinos que ayudan a vecinos, buenos resultados en los eventos solidarios de la escuela, una comunidad integrada. El lugar es de una pulcritud ?nica. —?Qu? motivo pudo haber tenido el asesino? —pregunt? DeMarco. —Nada supe al respecto. Ashton tiene una poblaci?n de un poco m?s de tres mil. Y seguro, aunque atrae una buena cantidad de personas de la ciudad de Nueva York y otras ?reas adyacentes, tiene una tasa de criminalidad incre?blemente baja. As? que, aunque el asesinato de Nobilini no ocurri? en realidad en Ashton, es por eso que tuvo tanta repercusi?n hace ocho a?os. —?Y nunca hubo otros asesinatos como este? —No. No hasta hoy, aparentemente. Mi teor?a es que el asesino not? la presencia del FBI y se asust?. En un pueblo de ese tama?o, ser?a f?cil de notar la presencia del FBI —Kate hizo entonces una pausa y tom? la carpeta en manos de DeMarco—. ?Qu? tanto te cont? Dur?n? —No mucho. Dijo que hab?a que darse prisa y que leyera los archivos del caso. —?Viste qu? clase de pistola fue usada en el asesinato? —pregunt? Kate. —Lo vi. Una Ruger Hunter Mark IV. Parec?a extra?o. Parec?a profesional. Esa es una pistola costosa para esta clase de asesinato incidental sin motivo aparente. —Estoy de acuerdo. La bala y el cartucho que hallamos facilit? el reconocimiento. Y a pesar de lo costoso y atractivo de esta pistola, el hecho de que fuera usada nos dijo todo lo que necesit?bamos saber: era alguien que sab?a muy poco sobre el oficio de matar personas. —?C?mo es eso? —Cualquiera que supiera lo que estaba haciendo sabr?a que la Ruger Hunter Mark IV dejar?a un cartucho. Lo que hace de ella una terrible elecci?n. —?Debo suponer que este ?ltimo hombre fue asesinado con un arma similar? —pregunt? DeMarco. —De acuerdo con Dur?n, es exactamente la misma arma. —As? que este asesino decidi? hacerlo de nuevo ocho a?os despu?s. Extra?o. —Bueno, tendremos que esperar y ver eso —dijo Kate—. Todo lo que Dur?n me coment? fue que la v?ctima se ve?a como si hubiera sido colocada como un puntal, y que el arma empleada para matarlo era del mismo modelo que la que asesin? a Frank Nobilini. —S?, y esto es en Midtown, en la ciudad de Nueva York. Me pregunto si esta ?ltima v?ctima est? tambi?n conectada con Ashton. Kate solo se encogi? de hombros mientras el avi?n experimentaba un poco de turbulencia. Le hab?a hecho bien recorrer los detalles del caso. Le hab?a quitado las telara?as al caso y ahora se sent?a como si fuera reciente. Y quiz?s, Kate supuso, ocho a?os de espacio entre ella y el caso original podr?an permitirle mirarlo con nuevos ojos. *** Hab?a pasado un tiempo desde que Kate hab?a estado en Nueva York. Ella y Michael, su fallecido esposo, hab?an venido all? para una escapada de fin de semana no mucho antes de que muriera. La congesti?n y el ajetreo del lugar nunca terminaban de maravillarla. Hac?an que los atascos de Washington, DC, parecieran triviales en comparaci?n. El hecho de que fueran las nueve en punto de un viernes por la noche no era de mucha ayuda. Llegaron a la escena del crimen a las 8:42 p.m. Kate aparc? el auto alquilado tan cerca como pudo de la cinta de escena del crimen. La escena era un callej?n trasero localizado en la Calle 43, con el rebullicio de la Estaci?n Grand Central a pocas cuadras. Hab?a dos patrullas aparcadas frente a frente delante del callej?n, sin bloquear la cinta amarilla de escena de crimen o el callej?n mismo, pero haciendo evidente para cualquiera que quisiera echarle un vistazo a lo que estaba sucediendo que su curiosidad tendr?a repercusiones. Cuando Kate y DeMarco se acercaron al callej?n, un fornido agente policial las detuvo junto a la cinta amarilla. Pero cuando Kate mostr? su placa, se encogi? de hombros y levant? la cinta. Observ? ella que ?l no hizo siquiera el intento de revisar a DeMarco cuando se inclin? para pasar por debajo de la cinta. Se pregunt? sin demasiado inter?s, si DeMarco, una mujer abiertamente homosexual, se ofend?a cuando un hombre la revisaba o si lo consideraba un cumplido. —Federales —gru?? el oficial—. Escuch? que les hab?an llamado. Me parece un poco exagerado. Se ve como un caso de abrir y cerrar. —Es solo para comprobar algo —dijo Kate al tiempo que ella y DeMarco caminaban al interior del callej?n. Las patrullas policiales en la boca del callej?n hab?a sido estacionadas en un ?ngulo tal que permitiera a los faros iluminar la oscuridad. Las sombras alargadas de Kate y DeMarco a?ad?an un aire fantasmag?rico a la escena. Al fondo del callej?n —que terminaba en una pared de ladrillos— hab?a dos polic?as y un detective de paisano de pie, haciendo un semic?rculo. Hab?a un peque?o bulto junto a la pared que ten?an enfrente. La v?ctima, supuso Kate. Se aproxim? a los tres hombres y ella y DeMarco se presentaron al tiempo que mostraban sus identificaciones. —Encantado de conocerlas —dijo uno de los oficiales—, pero para ser honesto, no s? porqu? el FBI fue tan insistente en enviar a alguien hasta ac?. —Ah, Jes?s —dijo el detective de paisano. Luc?a como de cuarenta y tantos, y era un poco desali?ado. Largos cabellos oscuros, barba incipiente, y un par de gafas que le recordaron a Kate todas las im?genes que hab?a visto de Buddy Holly. —Hemos pasado por esto —dijo el detective. Mir? a Kate, puso los ojos en blanco, y dijo—. Si este es un crimen de m?s de una semana de antig?edad, el Departamento de Polic?a de Nueva York no quiere tocarlo. Les molesta que alguien quiera desenterrar un asesinato no resuelto de hace ocho a?os. Yo fui en realidad quien llam? al Bur?. S? que ellos fueron insistentes con el caso Nobilini, cuando estuvo activo. Alguna clase de amistad con alguien en el Congreso, ?correcto? —Eso es correcto —dijo Kate—. Y yo era la agente principal en ese caso. —Oh. Un placer conocerla. Soy el Detective Luke Pritchard. Tengo una cierta obsesi?n con los casos no resueltos. Este despert? mi inter?s por el arma que parece haber sido empleada y el hecho de que el homicidio fue llevado a cabo estilo ejecuci?n. Si mira atentamente, puede ver rozaduras en la frente, por donde el asesino aparentemente lo recost? de la pared de ladrillos, justo all? —coloc? su mano en el costado del edificio a su derecha, que por todas partes mostraba salpicaduras de sangre ya seca. —?Podemos? —pregunt? Kate. Los dos polic?as se encogieron de hombros y dieron un paso atr?s. —Adelante —dijo uno—. Con un detective y el Bur? en esto, estaremos feliz de dej?rselo. —Divi?rtanse —dijo el otro polic?a al tiempo que se daban la vuelta y se dirig?an de regreso a la boca del callej?n. Kate y DeMarco se colocaron alrededor del cuerpo. Pritchard se hizo atr?s para darles m?s espacio, pero se mantuvo cerca. —Bueno —dijo DeMarco—, yo dir?a que la causa inmediata de la muerte est? bastante clara. Esto era cierto. Hab?a un solo orificio de bala en la parte trasera de la cabeza del hombre, un orificio m?s bien limpio, pero el borde del mismo estaba quemado y ensangrentado —justo como el de Frank Nobilini. Era un hombre, al final de la treintena o comienzos de los cuarenta si Kate tuviera que adivinar. Vest?a ropa deportiva de marca, un sudadera con capucha y cremallera, y un bonito pantal?n para correr. Las trenzas de sus costosos zapatos de correr estaban perfectamente anudadas, y los auriculares de Apple con los que hab?a estado escuchando descansaban a su lado, como su hubieran sido colocados intencionalmente. —?Tenemos una identificaci?n? —pregunt? Kate. —S? —dijo Pritchard—. Jack Tucker. La identificaci?n en su billetera apunta a que tiene residencia en el pueblo de Ashton. Lo cual, para m?, era una conexi?n incluso m?s fuerte con el caso Nobilini. —?Est? familiarizado con Ashton, Detective? —pregunt? Kate. —No mucho. He pasado por all? unas pocas veces, pero no es mi tipo de lugar. Demasiado perfecto, tambi?n pintoresco y horriblemente dulce. Ella sab?a lo que ?l quer?a decir. No pudo dejar de preguntarse c?mo se iba a sentir teniendo que regresar a Ashton. —?Cu?ndo fue descubierto el cuerpo? —pregunt? DeMarco. —A las cuatro treinta de esta tarde. Yo llegu? a la escena a las cinco y cuarto, e hice todas esas conexiones. Tuve que rogarles que no movieran el cuerpo hasta que ustedes llegaran aqu?. Me figuraba que necesitar?an ver la escena, el cuerpo, todo eso. —Apuesto a que eso te hizo muy popular —coment? Kate. —Oh, estoy acostumbrado. Me gustar?a que solo fuera una broma decir que un mont?n de polic?as me llaman Caso Sin Resolver Pritchard. —Bueno, yo pienso que con este, hiciste la llamada correcta —dijo Kate—. Incluso si resulta que no est? conectado, a?n as? hay alguien por all? que le dispar? a este hombre, alguien que necesitamos encontrar por si acaso este no es un incidente aislado. —S?, ni idea por mi parte —dijo Pritchard—. Tengo unas pocas notas de voz con mis observaciones, si quieren revisarlas. —Eso podr?a ser de ayuda. Supongo que los forenses ya han tomado fotos. —S?. Las digitales probablemente ya est?n disponibles. Dicho eso, Kate se puso de pie, sus ojos a?n puestos en el cuerpo de Jack Tucker. Su cabeza estaba inclinada hacia la derecha, como si estuviera contemplando con nostalgia los auriculares que hab?an sido tan cuidadosamente colocados a su lado. —?Ha sido notificada la familia? —pregunt? DeMarco. —No. Y temo eso porque como le ped? al Departamento de Polic?a que retrasara el levantamiento del cad?ver y el posterior procesamiento del caso, me van a dejar esa tarea. —Si todo es como siempre, preferir?a hacerlo —dijo Kate—. Mientras menos canales procesen los detalles, mejor. —Si eso es lo que quiere. Kate finalmente apart? la vista del cuerpo de Jack Tucker y mir? entonces la boca del callej?n donde los dos polic?as estaban reunidos con el patrullero que hab?a levantado la cinta. Ella hab?a dado noticias as? de devastadoras m?s veces de las que pod?a contar, y nunca era f?cil. De hecho, de alguna manera, parec?a volverse cada vez m?s dif?cil. Pero ella tambi?n hab?a aprendido que por extra?o que pareciera, era en la profundidad de la pena cuando aquellos que sufr?an una p?rdida parec?an ser capaces de recordar el m?s m?nimo de los detalles. Kate ten?a la esperanza de que as? ser?a en este caso. Y si era as?, quiz?s una nueva e insospechada viuda podr?a ayudarla a cerrar un caso que la hab?a perseguido por cerca de una d?cada. CAP?TULO TRES Era un trayecto de solo veinte minutos desde Midtown a Ashton. Eran las 9:20 cuando dejaron la escena del crimen y el tr?fico de un viernes por la noche segu?a siendo tan penoso como implacable. En cuanto salieron de lo peor del tr?fico e ingresaron en la autopista, Kate not? que DeMarco estaba desusadamente silenciosa. Estaba en el asiento de copiloto, contemplando con aire casi desafiante el panorama de la ciudad que pasaba ante su vista. —?Todo bien por all?? —pregunt? Kate. Sin girarse hacia Kate, DeMarco contest? de inmediato, dejando en claro que algo hab?a en su mente desde que dejaron la escena del crimen. —S? que has estado en esto desde hace rato y conoces c?mo son las cosas, pero yo solo una vez he tenido que dar la noticia de que un miembro de la familia est? muerto. Lo detest?. Me hizo sentir p?sima. Y realmente quer?a que me hubieses preguntado antes de ofrecerte a hacerlo. —Lo siento. Ni siquiera lo pens?. Pero es parte del trabajo en algunos casos. A riesgo de sonar fr?a, es mejor acostumbrarse a ello desde el principio. Adem?s… si estamos llevando el caso, ?cu?l es el punto en delegar esta miserable tarea a ese pobre detective? —De todas maneras… no estar?a de m?s en el futuro un poco de consulta en cosas como esa. El tono de su voz era de irritaci?n, algo que no le hab?a escuchado antes a DeMarco —no dirigido hacia ella en todo caso. —S? —dijo, y lo dej? as?. Rodaron el resto del camino hacia Ashton en silencio. Kate hab?a trabajado en suficientes casos donde ella ten?a que dar las noticias de una muerte como para saber que cualquier tensi?n entre compa?eros empeorar?a las cosas. Pero tambi?n sab?a que DeMarco no era del tipo que iba escuchar cualquier lecci?n que ella tuviera que impartirle en tanto estuviese enfadada. As? que quiz?s esto, pens? Kate, ser?a algo que simplemente podr?a aprender a trav?s de las experiencias. Llegaron a la residencia Tucker a las 9:42. A Kate no la sorprendi? en lo absoluto ver que la luz del porche, al igual que casi cada luz de la casa, estaba encendida. A juzgar por el atuendo de Jack Tucker, ?l hab?a salido a trotar por la ma?ana. La pregunta de porqu? su cuerpo hab?a sido hallado en la ciudad, sin embargo, generaba muchas preguntas. Todas esas preguntas presumiblemente conduc?an a una esposa muy preocupada. Una esposa preocupada que est? a punto de descubrir que ahora es una viuda, pens? Kate. Dios m?o, espero que no tengan chicos. Kate estacion? delante de la casa y se bajaron del auto. DeMarco la segu?a, solo que m?s despacio, como si quisiera dejarle en claro a Kate que no estaba para nada feliz acerca de este detalle en particular. Ascendieron por el camino empedrado que llevaba a la escalinata y Kate observ? c?mo la puerta principal se abr?a antes de que ellas siquiera llegaran al portal. La mujer en la puerta las vio y se paraliz?. Se ve?a como si estuviera haciendo un esfuerzo para encontrar las palabras que quer?a pronunciar. Al final, todo lo que pudo decir fue: —?Qui?nes son ustedes? Kate lentamente meti? la mano en el bolsillo de su chaqueta para buscar su identificaci?n. Antes de que pudiera mostrarla completamente o dar su nombre, la esposa ya sab?a. Lo expresaron sus ojos y el modo en que su rostro lentamente comenz? a arrugarse. Y cuando Kate y DeMarco finalmente llegaron a los escalones del portal, la esposa de Jack Tucker cay? de rodillas en la entrada y comenz? a gemir. *** Result? que los Tuckers s? ten?an chicos. Tres de siete, diez, y trece. Estaban todav?a despiertos, matando el tiempo en el sal?n de recibo mientras Kate hac?a lo que pod?a para que la esposa—Missy, ella logr? presentarse entre l?grimas y gemidos— pasara y se sentara. La de trece a?os se apresur? a venir al lado de su madre mientras esta asimilaba la devastadora noticia que acababa de recibir, y DeMarco hac?a su mejor esfuerzo para alejar a los otros dos ni?os. De alguna manera, Kate se dio cuenta que quiz?s hab?a sido severa con DeMarco. Los primeros veinte minutos que pas? esa noche en el hogar de los Tucker fueron desgarradores. En su carrera solo hubo otro momento as? de doloroso. Mir? a DeMarco, tanto durante como despu?s de que ella intentara apartar a los ni?os, y vio la c?lera y la actitud desafiante. Kate se figur? que esto podr?a ser algo que DeMarco tendr?a en contra de ella por mucho tiempo. En alg?n momento en medio de todo esto, Missy Tucker se dio cuenta de que ten?a que hallar a alguien que estuviera con sus hijos, si pretend?a ser de alguna ayuda para Kate y DeMarco. Entre sollozos, llam? a su cu?ado, d?ndole a su vez las noticias. ?l y su esposa tambi?n viv?an en Ashton, as? que salieron casi de inmediato para encargarse de los ni?os. En un esfuerzo para darle a Missy y a los ni?os Tucker algo de privacidad para enfrentar su pena, Kate obtuvo el permiso de Missy para revisar la casa en busca de indicios de lo que podr?a haber ocurrido para que alguien terminara deseando asesinar a su marido. Comenzaron por el dormitorio principal, registrando las mesitas de noche de los Tuckers y sus objetos personales teniendo como fondo los sollozos de la familia en la planta baja. —Esto realmente es desagradable —dijo DeMarco. —Lo es. Lo siento, DeMarco. De verdad. Yo solo pens? que ser?a m?s f?cil para todos los involucrados. —?Realmente es as?? —pregunt? DeMarco— S? que todav?a no te conozco bien, pero una de las cosas que conozco acerca de ti es que tienes una tendencia a salirte de tu senda para aplicarte toda la presi?n que puedas. Es porque no puedes solucionar algo tan simple como balancear tu tiempo con el Bur? con el tiempo para tu familia. —?Perd?n? —pregunt? Kate, sintiendo una llamarada de indignaci?n. DeMarco se encogi? de hombros. —Lo siento. Pero es cierto. Los polic?as locales podr?an haber hecho esto y nosotros podr?amos haber estado en cualquier otro lugar, indagando este caso. —Sin testigos, la esposa es la mejor apuesta —dijo Kate—. Solo que ella tambi?n tiene que lidiar con la muerte de su marido. Es horrible para todos los involucrados. Pero tienes que superar tu propia incomodidad. En el gran esquema de las cosas, ?qui?n sufre la mayor tribulaci?n ahora mismo? ?T? o la reciente viuda que est? all? abajo con su pena? Kate no estaba consciente de su tono irritado y destemplado hasta que las ?ltimas palabras salieron su boca. DeMarco la contempl? por un momento antes de menear su cabeza como una adolescente malcriada sin nada que replicar y sali? de la habitaci?n. Cuando Kate sali? a su vez de la habitaci?n, vio que DeMarco estaba revisando un estudio y una peque?a biblioteca justo al final del corredor. Kate la dej? en eso, optando por salir en busca de indicios. No estaba esperando encontrar algo mientras bordeaba los costados de la casa, pero sab?a que ser?a irresponsible no seguir la rutina. Regresando al interior, vio que el hermano de Jack Tucker y su esposa hab?an llegado. El hermano y Missy se hallaban enlazados en un tr?mulo abrazo mientras la esposa se arrodillaba junto a los ni?os y les daba a todos un abrazo. Kate vio que la de trece a?os —una chica que se parec?a mucho a su padre— ten?a una mirada inexpresiva en su rostro. Al verlos, no culp? a DeMarco por estar molesta con ella. —?Agente Wise? Kate se volvi?, a punto de dirigirse a los escalones, y vio venir a Missy por el pasillo. —?S?? —Si vamos a hablar, hag?moslo ahora. No s? por cu?nto tiempo m?s pueda mantenerme serena —ya comenzaba de nuevo con los gemidos y los llantos por lo bajo. Considerando que la noticia de la muerte de su marido se sab?a hac?a apenas una hora, Kate admir? su fortaleza. Missy no dijo nada m?s, pero subi? los escalones echando un vistazo hacia la sala de recibo donde sus hijos y parientes estaban reunidos. DeMarco se uni? a ellas desde donde se encontraba, examinando el gabinete de medicamentos en el ba?o de la planta alta, y las tres ingresaron al dormitorio principal —el que Kate y DeMarco ya hab?an revisado. Missy se sent? en el borde de la cama como una mujer que se despierta de un muy mal sue?o, solo para darse cuenta de que el sue?o era real. —Usted me pregunt? antes porqu? estaba ?l en la ciudad de Nueva York —dijo—. Jack trabajaba como contador senior para una importante firma, Adler y Johnson. Ellos han estado trabajando d?a y noche en una gran auditor?a para una compa??a de energ?a nuclear que est? terminando su contrato en Carolina del Sur. En las jornadas en las que han terminado a altas horas de la noche, ?l simplemente se hab?a estado quedando en la ciudad. —?Esperaba que regresara esta noche o estaba usted pensando que se quedar?a en un hotel? —pregunt? DeMarco. —Yo habl? con ?l como a las siete de esta ma?ana, antes de que saliera para su carrera matutina. Dijo no solo que planeaba llegar hoy a casa, sino que probablemente vendr?a temprano, quiz?s alrededor de las cuatro. —Supongo que en alg?n momento comenz? a llamarlo o enviarle mensajes de texto, cuando se dio cuenta de que se estaba haciendo tarde —pregunt? Kate. —S?, pero no hasta las siete m?s o menos. Cuando esos hombres se enfrascan en sus trabajos, el tiempo no existe. —Sra. Tucker, el FBI fue llamado por el asesinato de su marido debido a que la situaci?n refleja los detalles y circunstancias de un caso de hace ocho a?os. La v?ctima era otro hombre que viv?a aqu? en Ashton, asesinado tambi?n en Nueva York —explic? Kate—. No hay evidencias firmes que lo sostengan, pero es lo suficientemente parecido para haber alarmado al Bur?. As? que es muy importante que usted trate de pensar en alguna persona que se haya vuelto enemiga de su marido. Kate pod?a afirmar que Missy estaba luchando de nuevo por retener las l?grimas. Se trag? la necesidad de dar rienda suelta a la pena, tratando de reprimirla. —No puedo pensar en nadie. No lo estoy diciendo porque ame al hombre, era extremadamente amable. Fuera de unas pocas y peque?as discusiones en el trabajo, no creo que alguna vez haya sostenido una discusi?n acalorada. —?Qu? hay de alg?n amigo cercano? —pregunt? Kate— ?Hay algunos amigos, hombres en particular, con los que ?l se juntara que pudieran haber visto otro lado de ?l? —Bueno, le gustaba tontear con este grupo de amigos all? en el club de yates, pero no creo que ellos le describir?an como alguien negativo. — ?Tiene los nombres de algunos de estos amigos con los que pudi?ramos hablar? —pregunt? DeMarco. —S?. Ten?a este peque?o grupo… ?l y otros tres sujetos. Se juntan en el club de yates o se la pasan en el bar y miran los partidos. De f?tbol, m?s que nada. —?Por casualidad sabe si alguno de ellos tiene personas que pudiera considerar enemigas? —pregunt? DeMarco— ?Incluso ex-esposas celosas o parientes distanciados? —No s?. No los conozco tan bien... El sonido de un llanto sin control en la planta baja la interrumpi?. Missy mir? en direcci?n a la puerta del dormitorio con una expresi?n que conmovi? el coraz?n de Kate. —Ese es Dylan, nuestro hijo del medio. ?l y su padre eran… Call? entonces, su labio temblaba mientras intentaba mantenerse serena. —Est? bien, Sra. Tucker —dijo DeMarco—. Vaya con sus hijos. Tenemos suficiente para empezar. Missy se incorpor? r?pidamente y corri? hacia la puerta, comenzando a llorar. DeMarco la sigui? con paso lento, lanzando una mirada de irritaci?n hacia Kate. Esta se qued? parada en el dormitorio un rato m?s, poniendo freno a sus propias emociones. No, esta parte del trabajo nunca se hac?a m?s f?cil. Y el hecho de que hubieran conseguido tan poca informaci?n con esa visita lo hac?a a?n peor. Finalmente se dirigi? de regreso al corredor, comprendiendo porqu? DeMarco estaba enojada con ella. Diablos, estaba un poco molesta consigo misma. Kate baj? y se dirigi? a la puerta. Vio que DeMarco ya se estaba subiendo al auto, enjug?ndose las l?grimas de sus ojos. Kate cerr? la puerta suavemente detr?s de ella, con el pesar y el llanto de la familia Tucker como un ujier que la iba conduciendo y la hund?a m?s y m?s en un caso que ya parec?a perdido. CAP?TULO CUATRO A las nueve en punto de la ma?ana siguiente, las noticias del asesinato de Jack Tucker hab?an comenzado a recorrer Ashton. Era la principal raz?n por la que fue tan f?cil para Kate y DeMarco entrar en contacto con los amigos de Jack —cuyos nombres y n?meros Missy les hab?a proporcionado la noche anterior. No solo sus amigos ya hab?an escuchado las noticias, tambi?n hab?an comenzado a hacer planes sobre c?mo ayudar a Missy y los ni?os mientras estos lidiaban con su p?rdida. Luego de unas llamadas telef?nicas, Kate y DeMarco quedaron en reunirse con tres de los amigos de Jack en el club de yates. Era un s?bado, as? que el estacionamiento ya se estaba llenando, siendo apenas las nueve de la ma?ana. El club estaba ubicado justo a lo largo de Long Island Sound y ten?a lo que Kate pens? era probablemente la mejor vista del estrecho sin todo el pretencioso desfile de botes. El club mismo era un edificio de dos plantas que se ve?a casi de estilo colonial, con un toque moderno, en particular el exterior y el paisajismo. Un hombre parado junto a la entrada salud? a Kate. Estaba vestido con una sencilla camisa con las puntas del cuello abotonadas y un par de pantalones kaki —probablemente adecuado en un fin de semana casual para alguien que pertenec?a a un club de yates como este. —?Es usted la Agente Wise? —pregunt? el hombre. —Lo soy. Y esta es mi compa?era, la Agente DeMarco. DeMarco solo asinti?, con la irritaci?n y la amargura de la noche anterior todav?a muy presente. Cuando se separaron al llegar al hotel aquella noche, DeMarco no hab?a dicho ni una sola palabra. Apenas hab?a dicho —buenos d?as— en el corto desayuno, pero eso hab?a sido todo hasta el momento. —Soy James Cortez —dijo el hombre—. Habl? con usted por tel?fono esta ma?ana. Los otros est?n afuera en la veranda, listos y esperando con el caf?. Las condujo a trav?s del club, con sus altos techos y su c?lido ambiente, extremadamente encantador. Kate se pregunt? cu?nto costar?a la membrec?a por un a?o. Fuera de sus posibilidades eso era seguro. Cuando pusieron un pie en la veranda que dominaba el Long Island Sound, no le qued? duda de su belleza: miraba directamente hacia el agua, con las elevadas siluetas y la bruma de la ciudad al fondo. Hab?a otros dos hombres sentados ante una peque?a mesa de madera sobre la que descansaba una enorme bandeja con pastas y bollos, al igual que una jarra de caf?. Ambos levantaron la vista hacia las agentes y se pusieron de pie para saludarlas. Uno de los hombres luc?a m?s bien joven, ciertamente no mayor de treinta, en tanto que James Cortez y el otro hombre f?cilmente eran cuarentones. —Duncan Ertz —dijo el m?s joven, extendiendo su mano. Kate y DeMarco estrecharon las manos de los hombres a medida que se fueron presentando r?pidamente. El m?s viejo era Paul Wickers, reci?n retirado de su trabajo como corredor de bolsa y m?s que dispuesto a hablar de ello, siendo la segunda cosa que sali? de su boca. Kate y DeMarco se sentaron a la mesa. Kate tom? una de las tazas vac?as de caf? y la llen?, sirvi?ndose el az?car y la crema que se hallaban junto a la bandeja de pastas para desayunar. —Duele pensar esta ma?ana en la pobre Missy y esos chicos —dijo Duncan, mordiendo una galleta danesa. Kate record? el trauma de la noche pasada y sinti? la necesidad de ir a ver c?mo estaba la pobre mujer. Mir? a DeMarco al otro lado de la mesa y se pregunt? si necesitaba ver c?mo estaba ella, tambi?n. Tomando distancia de la situaci?n, Kate comenzaba a comprender que tal vez DeMarco lo hab?a tomado muy a pecho por algo en su pasado —algo que ella a?n no hab?a superado. —Bueno —dijo Kate, —Missy espec?ficamente les mencion? a ustedes, caballeros, como los m?s cercanos a Jack, fuera de su familia. Esperaba obtener algunas apreciaciones sobre la clase de hombre que era fuera de la casa y el trabajo. —Bueno, esa es la cosa —dijo James Cortez—. Por lo que s?, Jack era el mismo hombre sin importar d?nde estaba. Un hombre sin dobleces. Un alma noble que siempre quer?a ayudar a los dem?s. Si tuvo alg?n fallo, dir?a que se involucraba demasiado con su trabajo. —?l siempre era bueno para los chistes —dijo Duncan—. La mayor?a no eran graciosos, pero le encantaba contarlos. —Eso es seguro —dijo Paul. —?No hay secretos que ?l les haya contado? —pregunt? DeMarco— ?Quiz?s una aventura o incluso el pensar en una? —Dios, no —dijo Paul—. Jack Tucker estaba locamente enamorado de su esposa. Me sentir?a seguro diciendo que ese hombre amaba todo lo que ten?a que ver con su vida. Su esposa, hijos, trabajo, amigos… —Y es por eso que esto no tiene sentido —dijo James—. Quiero decir esto de la manera m?s respetuosa posible, pero desde la perspectiva de un extra?o, Jack era un sujeto bastante normal. Aburrido, casi. —?Alguna idea de si podr?a tener alguna conexi?n con la v?ctima de un asesinato que ocurri? hace ocho a?os? —pregunt? Kate— Un sujeto de nombre Frank Nobilini que tambi?n viv?a en Ashton y fue asesinado en Nueva York. —?Frank Nobilini?— dijo Duncan Ertz, meneando su cabeza. —S? —dijo James—. trabajaba para esa tremenda agencia de publicidad que hace los trabajos m?s arteros. Su esposa era Jennifer… tu esposa probablemente la conoce. Encantadora mujer. Metida en proyectos de embellecimiento de la comunidad, y muy activa con la Asociaci?n de Padres y Maestros y otras cosas parecidas. Ertz se encogi? de hombros. Aparentemente era el nuevo del grupo y nada sab?a de esto. —?Usted cree que el asesinato de Jack est? vinculado con el de Nobilini?— pregunt? Paul. —Todav?a es demasiado pronto para saber —dijo Kate—. Pero dada la naturaleza del asesinato, tenemos que mirarlo desde ese punto de vista. —?Sabr? alguno de ustedes los nombres de los que trabajaban con Jack? —pregunt? DeMarco. —Solo hay dos personas por encima de ?l —dijo Paul—. Uno de ellos es un sujeto de nombre Luca. ?l vive en Suiza y viene tres o cuatro veces al a?o. El otro es un sujeto local de nombre Daiju Hiroto. Estoy casi seguro de que ?l es el supervisor en las oficinas Adler y Johnson NYC. —De acuerdo con Jack —dijo Duncan—, Daiju es el tipo de sujeto que pr?cticamente vive en el trabajo. —?Era normal para Jack tener que trabajar el fin de semana? —pregunt? Kate. —De cuando en cuando —dijo James—. Lo hab?a estado haciendo a menudo ?ltimamente, en realidad. Est?n en medio de un enorme trabajo para ayudar a rescatar a una compa??a nuclear cuya comisi?n hab?a terminado. La ?ltima vez que habl? con Jack, dijo que si enderezaban todo a tiempo, podr?a haber un mont?n de dinero. —Apostar?a una buena suma que encontrar?n a todo el personal trabajando hoy —dijo Paul—. Ellos podr?an estar en capacidad de contarles algunas cosas que no sabemos. DeMarco desliz? una de sus tarjetas de presentaci?n para d?rsela a James Cortez, y luego tom? una galleta danesa de cereza de la bandeja que ten?an delante. —Por favor, ll?menos si usted piensa en algo m?s en el curso de los pr?ximos d?as. —Y mantengan la idea del caso de hace ocho a?os solo para ustedes —dijo Kate—. La ?ltima cosa que necesitamos es que las personas que viven en Ashton se pongan nerviosas. Paul asinti?, percibiendo que ella estaba habl?ndole directamente a ?l. —Gracias, caballeros —dijo Kate. Tom? otro largo sorbo de caf? y dej? que los hombres desayunaran tranquilos. Lanz? la vista en direcci?n al estrecho, donde un velero hac?a una lenta navegaci?n de cabotaje, como si remolcara el comienzo del fin de semana. —Conseguir? la direcci?n de la oficina de Jack Tucker en Adler y Johnson —dijo DeMarco, sacando su tel?fono. Y hasta para eso, su tono fue fr?o y distante. Ella y yo vamos a tener que cortar esto antes de que se salga de las manos, pens? Kate. Seguro, ella tiene su car?cter, pero si tengo que ponerla en su lugar, no dudar? en hacerlo. *** Las oficinas de Adler y Johnson estaban localizadas en uno de los rascacielos de aspecto m?s glamoroso de Manhattan. En el primer y segundo piso de un edificio que tambi?n conten?a un despacho de abogados, un desarrollador de aplicaciones para m?viles, y una peque?a agencia literaria. Result? que Paul Wickers ten?a raz?n, la mayor parte del equipo con el que Jack Tucker hab?a trabajado estaba en la oficina. El sitio ol?a a caf? negro y aunque hab?a bastante traj?n, en el grupo de ocho personas que laboraban tambi?n reinaba un humor sombr?o. Daiju Hiroto sali? de inmediato a recibirlas, escolt?ndolas a su amplia oficina. Luc?a como un hombre dividido —tal vez entre la necesidad de concluir a tiempo este enorme proyecto y la muy humana reacci?n ante la muerte de un compa?ero de trabajo y amigo. —Supe la noticia esta ma?ana —dijo Hiroto detr?s de su gran escritorio—. Yo hab?a estado en el trabajo desde las seis esta ma?ana y una de nuestras empleadas —Katie Mayer— lleg? con la noticia. Quince de nosotros est?bamos aqui en ese momento y les di a todos la opci?n de tomarse el fin de semana. Seis personas pensaron que lo mejor era ir a dar las condolencias. —Si no tuviera un equipo que supervisar, ?habr?a hecho lo mismo? —pregunt? Kate. —No. Es una respuesta ego?sta, pero este trabajo tiene que hacerse. Tenemos dos semanas para finalizar todo y vamos un poco retrasados. Y los empleos de m?s de cincuenta personas est?n en riesgo si no terminamos. —De su equipo, ?qui?n cree que conocer?a mejor a Jack? —pregunt? Kate. —Probablemente yo. Jack y yo trabajamos estrechamente en varios grandes proyectos en los ?ltimos diez a?os. Hemos viajado juntos por todo el mundo, y nos hemos desvelado y asistido a reuniones que el resto del equipo ni siquiera conoce. —Pero, ?usted dijo que alguien supo antes de su muerte? —pregunt? DeMarco. —S?, Katie. Ella vive en Ashton y tiene una buena amistad con la esposa de Jack. Kate quer?a decir algo acerca de c?mo le parec?a un poco ofensivo que Hiroto no suspendiera las labores, para que ?l y los otros que se hab?an quedado en aras del deber pudieran participar del duelo. Pero ella conoc?a los demonios que a veces dominaban a los hombres pose?dos por su trabajo y sab?a que no le compet?a a ella hacer ese juicio. —En todo su tiempo con Jack, ?alguna vez supo que guardara secretos? —pregunt? DeMarco. —Nada se me ocurre. Y si as? fue, yo aparentemente no era alguien a quien ?l deseara cont?rselos. Pero aqu? entre nos, encuentro dif?cil de creer que Jack tuviera una vida secreta. ?l era muy correcto y estricto, ?sabe? Un buen sujeto. Sin aristas. —Entonces, ?no se le ocurre ninguna raz?n para que alguien pudiera haber querido matarlo? —pregunt? Kate. —No. La idea es ins?lita —hizo una pausa y mir? a trav?s de los ventanales de su oficina al resto de su equipo—. ?Y fue aqu? en la ciudad? —pregunt?. —S?. ?No lo llam? cuando se dio cuenta que ?l no hab?a venido? —Oh, lo hice. Varias veces. Cuando al mediod?a m?s o menos no respondi?, lo dej? pasar. Jack fue siempre muy sagaz, muy inteligente. Si necesitaba unas pocas horas solo para alejarse —cosa que hac?a de vez en cuando—, yo se lo permit?a. —Sr. Hiroto, ?le importar?a si hablamos con los que est?n por aqu?? —pregunt? Kate, se?alando con la cabeza hacia el otro lado del vidrio. —Para nada. Dispongan ustedes. —Y, ?podr?a usted conseguir la informaci?n de contacto de aquellos que decidieron marcharse? —pregunt? DeMarco. —Seguro. Kate y DeMarco se adentraron en un lugar lleno de cub?culos, grandes escritorios y rico caf?. Pero incluso antes de que le hubiesen hablado a una sola persona, Kate sinti? que iban a escuchar m?s de lo mismo. Usualmente, cuando m?s de una persona describ?a a alguien m?s como normal y sencillo, por lo general resultaba cierto. En quince minutos, hab?an hablado con los otros ocho empleados que estaban en ese momento en la oficina. Kate hab?a tenido raz?n; todos describieron a Jack como dulce, amable, alguien que no creaba problemas. Y por segunda vez esa ma?ana, alguien se refiri? a Jack Tucker como aburrido —pero de manera tranquila, sin ofender. En el fondo de su mente, Kate sinti? que algo se agitaba, alg?n recuerdo o frase que ella hab?a escuchado en alg?n lado en un momento de su vida. Algo acerca de estar vigilante con una esposa o un esposo aburrido —de c?mo el aburrimiento pod?a hacerlos quebrarse. Pero no record? nada. Despu?s de pasar una ?ltima vez por la oficina de Hiroto para obtener una lista de las personas que hab?an elegido dejar el trabajo, Kate y DeMarco emprendieron el regreso en medio de una maravillosa ma?ana sabatina en la ciudad de Nueva York. Pens? en la pobre Missy Tucker, en tan bello d?a, tratando de adaptarse a una vida que, por un tiempo en todo caso, podr?a no parecer bella en lo absoluto. *** Pasaron el resto de su ma?ana visitando a quienes hab?an decidido no ir a trabajar. Se encontraron con muchas l?grimas, e incluso unos pocos que estaban indignados por el hecho de que un hombre gentil e inocente como Jack Tucker hubiera sido asesinado. Fue exactamente lo mismo que hablar con los de la oficina, solo que no tan agobiante. Hablaron con la ?ltima persona—un hombre llamado Jerry Craft —poco despu?s de la hora del almuerzo. Llegaron a su casa justo cuando Jerry estaba subiendo a su auto. Kate estacion? detr?s de ?l en la salida de su garaje, lo que le vali? una mirada irritada. Ella se ape? del auto al tiempo que Jerry Craft se acercaba a ellas. Sus ojos estaban enrojecidos y luc?a algo melanc?lico. —Siento molestarlo —dijo Kate, mostrando su identificaci?n. DeMarco se coloc? junto a ella e hizo lo mismo—. Somos las agentes Wise y DeMarco, FBI. Esper?bamos que pudiera tener algo de tiempo para hablar con nosotras acerca de Jack Tucker. La irritaci?n se desvaneci? r?pidamente del rostro de Jerry, asinti? y se recost? de la parte trasera de su auto. —No s? que podr?a aportar que estoy seguro ya le habr?n escuchado a los dem?s. Supongo que ya hablaron con el Sr. Hiroto y con todos los dem?s en la oficina. —Lo hemos hecbo —dijo Kate—. Estamos ahora hablando con aquellos que se fueron hoy, porque pareciera que ten?an una conexi?n m?s estrecha con Jack. —No s? si eso es necesariamente cierto —dijo Jerry—. Solo unas pocos de nosotros en realidad salimos a divertirnos algunas veces, fuera del trabajo. Y Jack usualmente no estaba entre esos. En unas pocas ocasiones probablemente acept? la oferta de Hiroto de tomarse un d?a. —?Alguna idea de porqu? Jack no era de los que se reun?a despu?s del trabajo? —pregunt? DeMarco. —Nada especial, creo. Jack era muy de su hogar, ?sabe? En su tiempo libre, prefer?a estar en casa con su esposa y sus chicos. El trabajo de por s? lo pon?a a trabajar equis cantidad de horas, no ten?a sentido quedarse en un bar con las mismas personas que dejaba en el trabajo. Amaba a su familia, ?sabe? Siempre hac?a cosas extravagantes para cumplea?os y aniversarios. Siempre hablaba de sus hijos en el trabajo. —?As? que usted tambi?n piensa que ten?a una vida perfecta? —pregunt? Kate. —As? parec?a. Aunque, realmente, ?puede alguno de nosotros tener una vida perfecta? Quiero decir, incluso Jack ten?a alguna tirantez con su madre por lo que s?. Pero, ?no las tenemos todos? —?C?mo es eso? —Nada gordo. Un d?a en el trabajo lo escuch? hablando por tel?fono con su esposa. Estaba en la escalera para tener algo de privacidad, pero yo estaba usando una de las viejas estaciones de trabajo que estaba justo al lado de la puerta que daba a la misma. Lo destaco porque fue la ?nica vez que lo escuch? hablando con su esposa con un tono que no era de felicidad. —?Y era una conversaci?n sobre su madre? —pregunt? Kate. —Estoy bastante seguro. Me mof? un poco de ?l cuando regres?, pero ?l no estaba de humor. —?Sabe algo acerca de sus padres? —pregunt? Kate. —No. Como dije, Jack era un gran sujeto, pero realmente no lo llamar?a un amigo. —?Ad?nde se dirige ahora mismo? —pregunt? DeMarco. —Iba a comprar flores para su familia y dej?rselas en su casa. Vi a su esposa y a sus hijos unas pocas veces en las fiestas navide?as y en las barbacoas de la compa??a, cosas as?. Una gran familia. Es un asco lo que sucedi?. Me pone un poco mal, ?sabe? —Bueno, no lo retendremos m?s —dijo Kate—. Gracias, Sr. Craft. De regreso en el auto, Kate sali? del acceso al garaje de Jerry y dijo: —?Quieres buscar la informaci?n de la madre de Jack? —De inmediato —dijo DeMarco con cierta frialdad. Kate de nuevo se vio luchando por mantenerse callada. Si DeMarco iba a alargar su peque?a irritaci?n con respecto a los eventos de la noche anterior, era cosa suya. Kate estaba bien segura que no iba a permitir que eso afectara su progreso en este caso. Al mismo tiempo, hall? que se ten?a que morder el labio para sofocar una sonrisa de iron?a. Hab?a pasado tiempo debatiendo sobre si su nueva posici?n la manten?a lejos de su familia, y aqu? estaba ella, trabajando con una mujer que a veces le recordaba tanto a Melissa que asustaba. Pens? en Melissa y Michelle mientras DeMarco era remitida de uno a otro departmento del Bur?, buscando informaci?n sobre la madre de Jack Tucker. Pens? en c?mo Melissa se hab?a comportado y actuado la primera vez que ella, Kate, hab?a estado enfrascada en el caso Nobilini. De eso hac?a ocho a?os; Melissa ten?a veintiuno, y era a?n ligeramente rebelde y estaba bastante en contra de lo que su madre quer?a de ella. Hab?a sido una temporada en la que Melissa hab?a probado te?irse el cabello de p?rpura. En realidad se ve?a bastante bien, pero Kate nunca hab?a podido decirlo en voz alta. Hab?a sido un tiempo desquiciante en sus vidas, incluso cuando Michael, su marido, todav?a estaba vivo y pod?a ayudar con Melissa mientras maduraba. —Eso es interesante —dijo DeMarco, sacando a Kate de sus evocaciones. Baj? el tel?fono y mir? hacia adelante con un brillo excitado en sus ojos. —?Qu? es interesante? —pregunt? Kate. —La madre de Jack es una tal Olivia Tucker. Sesenta y seis a?os de edad, vive en Queens. Un registro criminal inmaculado, excepto por un peque?o toque de atenci?n. —?Cu?l es el toque de atenci?n? —Llamaron a la polic?a a causa de ella hace dos a?os. La llamada fue hecha por Missy Tucker, la misma noche que Olivia Tucker estaba tratando de irrumpir en su casa. Intercambiaron una mirada. Kate sinti? que parte de la tensi?n entre ellas comenzaba a desvanecerse. Las buenas pistas, despu?s de todo, ten?an la tendencia a juntar a los compa?eros m?s disgustados. Sintiendo como si finalmente iba a alg?n lado, Kate gir? el auto en redondo y se dirigi? hacia Queens. CAP?TULO CINCO Olivia Tucker viv?a en un muy sencillo apartamento en Jackson Heights. Cuando Kate y DeMarco llegaron, estaba siendo visitada por un predicador local. Fue ?l quien acudi? a la puerta, un negro alto que luc?a triste y sombr?o. Mir? a las agentes de manera esc?ptica y suspir? suavemente. —?Puedo ayudarlas, se?oras? —Necesitamos hablar con la Sra. Tucker —dijo DeMarco—. ?Qui?n es es usted? —Soy Leland Toombs, el pastor de su iglesia. ?Y qui?nes son ustedes? Ellas pasaron por la acostumbrada rutina de mostrar sus identificaciones y presentarse. Toombs dio un vacilante paso atr?s y les lanz? una mirada de reproche. —?Comprenden que ella se encuentra en un estado de mucha aflicci?n, correcto? —Por supuesto —dijo Kate—. Estamos intentando encontrar al asesino de su hijo y esperamos que ella pueda ser capaz de arrojar alguna luz que sirva de ayuda. —?Qui?n es? —una voz temblorosa se dej? escuchar desde alg?n rinc?n del apartamento. Una mujer apareci? saliendo de otra habitaci?n y dirigi?ndose a la puerta. —Es el FBI —le dijo Leland—, pero Olivia, le sugerir?a que se tomara un momento para pensar si est? lista para hablar con ellos. Olivia Tucker lleg? hasta la puerta luciendo como un absoluto desastre. Sus ojos estaban rojos y se ve?a como si tuviera incluso problemas para caminar. Mir? a Kate y DeMarco y entonces coloc? una mano sobre el hombro de Toombs a fin de tranquilizarlo. —S?, creo que lo necesito —dijo—. Pastor Toombs, ?me dar?a un momento? —Creo que quiz?s deber?a estar aqu? cuando hablen con usted. Ella sacudi? su cabeza. —No. Lo aprecio, pero yo necesito hacer esta parte sola. Toombs frunci? el ce?o, y entonces mir? a Kate y DeMarco. —Por favor sean amables. Ella no se est? tomando esto bien —le ech? a Olivia una ?ltima mirada y sali? por la puerta mientras llamaba por encima de su hombro—. Por favor, ll?meme si necesita algo, Olivia. Olivia lo observ? irse y entonces, lentamente cerr? la puerta detr?s de ella. —Por favor, vamos a la sala de recibo. Su voz era suave y desigual y todav?a caminaba como si sus piernas no estuvieran bastante seguras de lo que estaban haciendo. —?Sab?an —dijo cuando ingresaban a la sala de recibo—, que la polic?a me llam? y me dijo lo que hab?a sucedido seis horas completas despu?s de que su cuerpo fue hallado? —?Por qu? tanto tiempo? —pregunt? Kate. —Supongo que ellos asumieron que Missy llamar?a y me contar?a. Se lo dijeron a ella primero, por supuesto. Pero fue m?s tarde, luego que Missy se hubo rehusado, que la polic?a finalmente llam?. —?Est? segura de que ella se rehus?? —pregunt? DeMarco— Dada la naturaleza de lo que sucedi?, ?no cree que simplemente lo olvid?? Olivia se encogi? de hombros, Pero no como un gesto de No s? . Era m?s un no me importa. —?Lo que me quiere decir es que usted cree que Missy habr?a hecho algo as? a prop?sito? —pregunt? Kate. —Honestamente, Simplemente no lo s?. La mujer es totalmente vengativa.Yo no esperar?a mucho de ella. Probablemente lo olvid? para as? no tener que hablarme o, Dios la perdone, verme. —?Quiere decirnos por qu? parece que ella le desagrada tanto? —pregunt? DeMarco. —Oh, a m? realmente nunca me gust? ella. Era bastante encantadora al principio, cuando estaba intentando ganarse mi simpat?a. Pero en el momento en que Jack puso ese anillo de compromiso en su dedo, se convirti? en otra persona. Controladora. Manipuladora. Ella nunca ha apreciado la vida tan acomodada que tiene. Puede que haya amado a Jack de una manera intensa, enferma, y retorcida, eso no lo dudo. Pero nunca lo apreci?. —?Puede explicar eso un poco m?s? —pregunt? Kate. —Ella siempre quer?a algo m?s, y m?s. Y no lo ocultaba. Todo lo que ten?a, sin importar lo que fuera: chicos, un marido con buena posici?n, una bella casa, lo que fuera, nunca era suficiente. Nada de lo que Jack hizo fue suficientemente bueno para ella. Kate not? la mirada absolutamente envenenada en el rostro de Olivia a medida que hablaba. Cre?a cada palabra que dec?a. Pero bas?ndose en el breve tiempo que Kate hab?a pasado con Missy Tucker, encontraba todo dif?cil de creer. —?Sabe si Jack se sent?a de esta manera con respecto a ella? —Dios, no. Estaba tan ciego por todo. Por ella y su peque?o teatro. —?As? que usted no tendr?a problemas en descartar la idea de que ?l estar?a involucrado en una aventura? Su mirada de sorpresa era la respuesta que Kate necesitaba. Pero Olivia solt? una perlas, tambi?n. —Considerando todo por lo que he pasado en las ?ltimas horas, ?c?mo se atreve a hacerme esa est?pida pregunta? ?Est? tratando de ser insensible y grosera? —Lo pregunto solo porque eso al menos nos dar?a algo por donde empezar a buscar. Si estaba involucrado en algo como eso, eso nos dar?a una serie de pistas que seguir porque francamente, ahora mismo, no tenemos testigos ni sospechosos. —?Sospechosos? Cari?o, ya se lo he dicho. Fue su odiosa mujer. Kate y DeMarco intercambiaron miradas de inquietud. Tanto si la declaraci?n de Olivia Tucker fuera cierta o no, este caso iba a ponerse dif?cil antes de llevarlo a una conclusi?n. Kate dej? que el comentario quedara en el aire por un momento antes de seguir. Cuando lo hizo se asegur? de emplear las palabras cuidadosamente, escogiendo cada una muy a prop?sito. —?Est? segura? ?Quiere hacer una declaraci?n as? de seria? —pregunt? Kate— Si usted lo sostiene, tengo que considerarlo una pista y comenzar a ver a Missy Tucker como una potencial sospechosa. —Haga su trabajo como quiera —dijo Olivia—. Pero s? que la mujer quer?a algo diferente. Quer?a salirse de eso, pero sin el riesgo de perderlo todo en el proceso. Ahora d?game una manera m?s f?cil de lograrlo que no sea matando a su marido. En toda su carrera, Kate no cre?a haber conocido a alguien que tuviera un odio tan ciego hacia otra persona —parientes pol?ticos, hermanos distanciados, y as? sucesivamente, ella lo hab?a visto todo. Pero lo de Olivia Tucker iba m?s all?. —Tengo que se?alar —dijo DeMarco— que gran parte del tiempo del trayecto hasta ac? fue invertido en repasar todo lo que hab?a que saber sobre Jack y Missy. Aunque no tenemos reportes completos ni mucho menos, hab?a m?s que suficiente para ver que no hab?a suficiente discordia marital como para considerarlo un tema legal. —Eso es correcto —dijo Kate—. Adicionalmente, no hab?a problemas financieros, ni antecedentes penales para ella, nada de eso. Usted, por otro lado, s? tiene una peque?a entrada en su registro. ?Quiere contarme acerca de la noche cuando Missy tuvo que llamar a la polic?a porque usted estaba tratando de irrumpir en su casa? —Jack la estaba pasando mal en el trabajo. Hab?a tenido un ataque de p?nico. Llam? para saber c?mo estaba y hablar con mis nietos, pero Missy no me lo permit?a. Me dijo que Jack era demasiado bueno para decir algo, pero eso era parte de la raz?n de su ataque de ansiedad. Me.colg? cuando llam?, as? que decid? ir a su casa. Tuvimos una discusi?n y ella me apart? de la puerta, rehusando a dejarme entrar en la casa. Despu?s de eso… Bueno, me dej? llevar por mi temperamento y ella llam? a la polic?a. —Indagaremos eso de ser necesario —dijo Kate —, pero, honestamente, no hay nada que hayamos visto y nada en los registros que indique que Missy habr?a tenido alguna raz?n para matar a su marido. No vemos ning?n motivo. —Bueno, si est?n as? de convencidas, ?por qu? diablos est?n aqu? hablando conmigo? —?Honestamente? —dijo DeMarco— Porque su nombre sali? a relucir. Uno de los compa?eros de trabajo de Jack le escuch? sin querer sosteniendo una acalorada conversaci?n con su esposa acerca de usted. Simplemente revisamos sus registros para cubrir ese dato y encontramos lo de la llamada a la polic?a. Olivia mostr? la clase de sonrisa que a menudo se le ve a los villanos en las pel?culas. —Bueno, tal parece que ya se han hecho su idea acerca de m?. —Ese no es el caso en lo absoluto. Solo... —Si a ustedes se?oras no les importa, voy a pedirles educadamente que se vayan. QuisIera llorar apropiadamente a mi hijo. Kate sab?a que su tiempo con Olivia Tucker hab?a terminado; si continuaba presionando, la mujer solo se cerrar?a. Adem?s de eso, ella no hab?a aportado informaci?n ?til —a menos que los viles sentimientos que ten?a hacia su nuera pudieran ser considerados como verdades, y Kate dudaba que lo fueran. —Gracias —dijo Kate—, y en verdad sentimos su p?rdida. Olivia asinti?, se levant?, y se dispuso a salir de la habitaci?n. —Estoy segura de que recuerdan d?nde est? la puerta —dijo, antes de desaparecer hacia el interior de la casa. Kate y DeMarco se marcharon, sin conseguir algo cercano a una s?lida pista, pero habiendo sido bombardeadas por la visi?n que Olivia Tucker ten?a de Missy. —?Crees que hay una pizca de verdad en todo eso? —pregunt? DeMarco. Parec?a estar saliendo de su estado de des?nimo, aparentemente motivada por el caso. —Yo pienso en este momento que ella est? buscando respuestas a lo que sucedi?, y cree que algo de eso es cierto. Pienso que ella est? tomando todas esas peque?as aprensiones que ha experimentado a trav?s de los a?os y las est? amplificando solo para tener algo de qu? culparla y as? descargar su rabia. DeMarco asinti? mientras se sub?an al auto. —Sea lo que sea, estuvo feo. —Y yo pienso que eso la descarta como sospechosa. Puede que tengamos que estar pendientes de Missy, sin embargo, solo para mantenerla a salvo. Quiz?s incluso hacerle saber al Departamento de Polic?a lo transtornada que parece estar Olivia. —Y entonces, ?qu?? —Y entonces hacemos balance. Posiblemente con una o dos copas de vino delante, cuando regresemos al hotel. Sonaba como una buena idea, pero Kate continu? pensando en Missy Tucker y en c?mo su mundo era ahora como el cascar?n vac?o de lo que alguna vez hab?a sido. Kate recordaba demasiado bien lo que se sent?a perder al hombre que una amaba, el hombre que te conoc?a como un libro le?do un mill?n de veces. Romp?a el coraz?n m?s all? de las palabras y dejaba vac?a tu vida. Evocar tal sensaci?n en ese momento, mientras se dirig?a al hotel, la motiv? m?s que nunca. La hizo remontarse en sus recuerdos a los detalles del primer caso, hasta el comienzo del caso Nobilini. Su mente trat? de evocar un nombre—un nombre que ella conoc?a bien pero que se hab?a desvanecido en las regiones m?s profundas de su memoria. Era un nombre que record? ese d?a, m?s temprano, cuando estaban reunidas con los amigos de Jack Tucker en el club de yates. Cass Nobilini. T? sabes que hay respuestas all?, pens? Kate. Podr?a ser. Y ella ir?a a buscarlas llegado el momento. Pero en realidad ten?a la esperanza de que no. Ella esperaba no tener que volver a ver en el resto de su vida a Cass Nobilini, pero tambi?n sab?a que las probabilidades eran m?nimas —que ella pod?a, de hecho, estarla visitando m?s temprano que tarde. CAP?TULO SEIS Se instalaron en el bar del hotel justo cuando el tr?fico de la cena empezaba a ceder. Aunque la perspectiva de una copa de vino era en efecto prometedora, Kate encontr? que estaba un poco m?s ansiosa por la hamburguesa que hab?a ordenado. Usualmente, cuando estaba en un caso, olvidaba almorzar, lo que la dejaba hambrienta llegado el final de la jormada. Al hundir su boca en la hamburguesa para darle el primer mordisco, vio una peque?a sonrisa en DeMarco. Su primera aut?ntica sonrisa del d?a. —?Que? —pregunt? Kate con la boca llena. —Nada —dijo DeMarco, hundiendo el tenedor en su ensalada de pollo a la plancha—. Es tranquilizador ver una mujer de tu edad y estatura comer as?. Mientras tragaba el bocado, Kate asinti? y dijo, —Fui agraciada con un asombroso metabolismo. —Oh, pero qu? animal. —Vale la pena ser capaz de comer as?. Un breve silencio se extendi? entre ellas, roto por la risa de ambas ante esos comentarios. Se sent?a bien poder bajar la guardia frente a DeMarco luego del tenso d?a que hab?an compartido. DeMarco parec?a sentirse de la misma forma, a juzgar por lo que dijo despu?s de tomar un sorbo de su copa de vino. —Siento haber estado tan amargada durante todo el d?a. Ese asunto de dar noticias como esa a una familia… es dif?cil. Quiero decir, yo s? que es dif?cil, pero lo es especialmente para m?. Una cosa de estas me sucedi? en el pasado y me afect?. Pens? que lo hab?a superado, pero aparentemente no ha sido as?. —?Qu? sucedi?? DeMarco se tom? un momento, tal vez para considerar si quer?a o no ahondar en la historia. Tras otro largo sorbo de vino, decidi? hacerlo. Dej? escapar un suspiro y comenz?. —Yo sab?a que era gay cuando ten?a catorce. Tuve mi primera pareja cuando ten?a diecis?is. A los diecisiete, Rose y yo —ella ten?a diecinueve— decidimos que ibamos a revelarlo a los dem?s. Ambas lo hab?amos mantenido en secreto, en particular con respecto a nuestros padres. As? que en esas est?bamos —a punto de dar la noticia. Se supon?a que ir?a a su casa y se lo ibamos a decir a sus padres, quienes, debo a?adir, supon?an que Rose y yo ?ramos solo buenas amigas. Yo estaba siempre en su casa, y viceversa, ?sabes? As? que estoy sentada en el sof? de sus padres cuando recibo una llamada telef?nica. Es de la polic?a, para decirme que Rose hab?a tenido un accidente de tr?fico y que hab?a muerto de manera instant?nea, a causa del impacto. Me llamaron a m? en lugar de sus padres porque encontraron su tel?fono celular y vieron que el noventa por ciento de su historial eran llamadaspara m?. —As? que me derrumbo de inmediato y sus padres est?n sentados all?, pregunt?ndose, ?qu? diablos sucedi?? ?por qu? de repente estoy llorando de rodillas en el piso? Y tuve que decirles. Tuve que contarles lo que la polic?a acababa de decirme —hizo una pausa, ech? un vistazo a su ensalada, y entonces a?adi?—. Fue el peor momento de mi vida. A Kate se le hac?a dif?cil mirar a DeMarco; no estaba contando la historia como si estuviera involucrada emocionalmente, sino como si fuera un robot recitando una serie de eventos. Con todo, el relato era m?s que suficiente para explicar la actitud de DeMarco la noche anterior, cuando ella, Kate, se hab?a ofrecido a darle las malas noticias a Missy Tucker. —Si hubiera sabido eso, sabes, no nos habr?amos ofrecido —dijo Kate. —Lo s?. Y lo sab?a entonces. Pero mis emociones ahogaron toda raz?n o l?gica. Honestamente, solo necesitaba sentarme un rato y calmarme. Siento haberme desquitado contigo. —Eso es agua pasada —dijo Kate. —?Has hecho eso muchas veces en tu carrera? ?Dar noticias como esa? —Oh, s?. Y nunca es f?cil. Se hace m?s f?cil si tomas distancia, pero el acto mismo nunca es f?cil. El silencio cay? sobre la mesa de nuevo. El camarero vino y volvi? a llenar sus copas, mientras Kate segu?a dando cuenta de su hamburguesa. —Y entonces, ?c?mo est? tu hombre? —pregunt? DeMarco —Allen, ?correcto? —?l est? bien. Est? cerca de un punto en la relaci?n en el que se preocupa por que todav?a yo est? involucrada con el FBI. Preferir?a que yo tomara un trabajo de escritorio. O que permanezca retirada. —?Entonces se est? volviendo algo serio? —As? se siente. Y parte de m? est? emocionada por ello. Pero hay otra peque?a parte de m? que siente que ser?a una p?rdida de tiempo. ?l y yo estamos aproxim?ndonos con rapidez a los sesenta. Comenzar una nueva relaci?n a esa edad se siente... extra?o, supongo —sintiendo que DeMarco se pegar?a del tema si la dejaba, Kate r?pidamente cambi? la conversaci?n. —?Qu? hay de ti? ?Ha alzado vuelo tu vida sentimental desde la ?ltima vez que tuvimos esta inc?moda conversaci?n? DeMarco sacudi? su cabeza y sonri?. —No, pero es por decisi?n propia. Disfruto estar en la Tierra de Una Sola Noche mientras puedo. —?Eso te hace feliz? DeMarco pareci? genuinamente impactada por la pregunta. —En cierto modo, s?. Ahora mismo no necesito las responsabilidades y los requerimientos que conlleva una relaci?n. Kate ri? suavemente. Ella nunca hab?a estado en la Tierra de Una Sola Noche. Hab?a conocido a Michael estando en la universidad y se hab?a casado con ?l un a?o y medio m?s tarde. Hab?a sido el tipo de relaci?n donde ella supo que pasar?an el resto de sus vidas juntos una vez se dieron el primer beso. —Entonces, ?cu?l es el pr?ximo paso en este caso? —pregunt? DeMarco. —Estoy pensando en repasar el caso inicial en lugar de usarlo como referencia. Me pregunto si hay nueva informaci?n que pudiera haber surgido en la familia Nobilini. Pero… bueno, al igual que tu historia acerca de tu pareja muriendo mientras t? te hallabas sentada en el sof? de sus padres, no es un territorio al que sea f?cil retornar. —?As? que m?s visitas y conversaciones inc?modas para ma?ana? —Quiz?s. Todav?a no estoy segura. —?Hay algo que valga la pena que me informes antes de que yo me interne a ciegas en eso? —Probablemente. Pero, conf?a en m?… ser?a mejor dejarlo para ma?ana. Meterse en eso ahora solo nos mantendr? despiertas hasta tarde y arruinar? mi sue?o. —Oh, esa clase de historias. —Exactamente. Terminaron sus copas de vino y pagaron sus cuentas. Camino de sus habitaciones, Kate pens? en la historia DeMarco acababa de contarle —de ese triste vislumbre de su pasado. Le hizo darse cuenta que sab?a muy poco acerca de su compa?era. Si tuvieran una relaci?n de trabajo normal, vi?ndose casi todos los d?as en lugar de uno o dos cada cuantos meses, eso ser?a muy diferente. La hizo preguntarse si estaba haciendo lo que le correspond?a para conocer en verdad a DeMarco. Se separaron para entrar en sus respectivas habitaciones —la de DeMarco ubicada cruzando el pasillo con respecto a la de Kate —y esta sinti? la necesidad de decir algo. Algo, para hacerle saber a DeMarco que apreciaba su disposici?n a abrirse. —De nuevo, me disculpo por lo de anoche. Apenas me estoy dando cuenta de que no te conozco suficientemente bien como para tomar por ambas decisiones como esa. —Est? bien, de verdad —dijo DeMarco—. Deber?a haberte contado anoche acerca de eso.O —Necesitamos hacer un esfuerzo por conocernos. Si una va a confiar su vida a la otra, eso es de alguna manera necesario. Quiz?s fuera del trabajo, en alg?n momento. —S? que ser?a bueno —DeMarco hizo entonces una pausa mientras abr?a su puerta—. Dijiste que estabas pensando algo… acerca del viejo caso. El caso Nobilini. Hazme saber si necesitas alguien con quien contrastar ideas. —Lo har? —dijo Kate. Dicho eso, entraron en las habitaciones, finalizado as? la jornada. Kate se descalz? y fue directamente hasta su port?til. Mientras lo encend?a, llam? al Director Dur?n. Como lo esperaba, ?l no contest? su tel?fono, pero la l?nea fue redirigida a la asistente del director, una mujer de nombre Nancy Saunders. Kate introdujo una solicitud para que copias digitales de los archivos Nobilini fueran enviadas a su correo electr?nico tan pronto como fuera posible. Ella sab?a que DeMarco hab?a tra?do algo de ese material, pero era lo m?s general del caso. Kate sent?a la necesidad de volver a las particularidades del caso, hasta los detalles m?s menudos. Saunders prometi? que lo har?a, haci?ndole saber que los tendr?a para las nueve en punto de la ma?ana siguiente. Cass Nobilini, pens? Kate. Hab?a pensado en la mujer casi de inmediato, luego que Dur?n le mencion? la posible conexi?n. Hab?a pensado en ella de nuevo al escuchar el llanto y los gemidos de Missy Tucker al llorar a su marido asesinado, y de nuevo mientras hablaba con los amigos de Jack Tucker. Cass Nobilini, la madre de Frank Nobilini. la mujer que hab?a encontrado insultante e impropio de parte de los medios insistir con lo del asesinato de su hijo, solo porque hab?a trabajado en una ocasi?n como consejero financiero de gente popular en el Congreso. Kate sent?a que hab?a sido una tonta al pretender en alg?n momento que este caso no iba de alguna manera a llevarla de regreso a Cass Nobilini. Fue este pensamiento el que permaneci? con ella por el resto de la noche, quedando en el centro de su mente mientras se acostaba en la cama rendida de sue?o. *** Todav?a pod?a ver la escena del crimen en su mente. El desgaste y la antig?edad del recuerdo lo hac?a ver algo desdibujado, pero la bruma desaparec?a siempre que so?aba con eso. En sus sue?os, era tan claro como ver televisi?n. Y lo vio esa noche, habi?ndose dormido poco despu?s de las nueve, aunque movi?ndose y gimiendo un poco a medida que se aproximaba la medianoche. La escena: Frank Nobilini, asesinado en el callej?n y a?n sosteniendo las llaves de su BMW. El caso eventualmente la hab?a llevado a su hogar, una casa de cuatro habitaciones en Ashton. Ella hab?a comenzado por el garaje, donde hab?a percibido el d?bil olor de recortes de hierba producto de un reciente corte de c?sped. Hab?a sentido como si estuviera en un lugar embrujado, como si el esp?ritu de Frank Nobilini estuviera por alli, esper?ndola. Quiz?s en el espacio vac?o donde se supon?a que estaba su BMW, aunque en ese tiempo, estaba en un estacionamiento a varias cuadras de donde fue hallado su cuerpo. El garaje estaba fr?o como una extra?a tumba. Era una de un pu?ado de escenas de su pasado que siempre regresaban de la manera m?s v?vida, por razones que ella nunca hab?a comprendido. No hab?a habido pistas de ning?n tipo en la casa, ni indicios de porqu? alguien podr?a querer matarlo. Uno pensar?a que quiz?s era por su muy bello auto, pero las llaves hab?an quedado en su mano. La casa estaba limpia, de manera casi inquietante. No hab?a rastros de documentaci?n, nada destacable en las libretas de direcciones o el correo. Nada. En su sue?o, Kate estaba parada all?, en el callej?n. Estaba tocando la todav?a pegajosa mancha de sangre en la pared, de la misma manera experimental que un ni?o podr?a usar para tocar una gota derramada de sirope en la mesa de la cocina. Se volvi? y mir? detr?s de ella, pues quer?a ver el callej?n, pero lo que vio fue el garaje de los Nobilinis. Como si hubiera sido invitada a entrar, subi? por los escalones de madera que conduc?an a la puerta que comunicaba con la cocina. Se mov?a de la manera que solo los sue?os permiten, fluidamente, casi siendo proyectada en lugar de mover sus piernas. De alguna manera termin? en el ba?o, mirando en la pared la gran instalaci?n de ducha y ba?era combinadas. Estaba llena de sangre. Algo se mov?a bajo la superficie, haciendo que las peque?as burbujas subieran hasta la misma. Cuando una reventaba, salpicaba con m?nimas gotas la porcelana de la pared. Retrocedi?, saliendo del ba?o hacia el pasillo. All?, Frank Nobilini ven?a caminando hacia ella. Detr?s de ?l, su esposa, Jennifer, simplemente observaba. Ella incluso hizo un gesto inofensivo con la mano para saludar a Kate mientras su difunto marido avanzaba tambaleante por el corredor. Frank caminaba casi como un zombie, lentamente y con un paso demasiado vacilante. —Est? bien —dijo alguien detr?s de ella. Se gir? y vio a Cass Nobilini, la madre de Frank, sentada en el piso. Luc?a cansada, derrotada… como si estuviera aguardando la espada del verdugo. —?Cass…? —T? nunca ibas a resolverlo. Estaba m?s all? de tu comprensi?n. Pero el tiempo… tiene una manera de cambiar las cosas, ?no es as?? Kate se volvi? hacia Frank, que a?n avanzaba. Al pasar ?l junto a la puerta del ba?o, Kate vio que parte de la sangre se hab?a salido de la ba?era hacia el piso, derram?ndose hacia el corredor. Cuando Frank puso el pie en el mismo, produjo un sonido de chapoteo. Frank Nobilini le sonri? y levant? su mano hacia ella —ligeramente podrida y manchada de negro. Kate retrocedi? lentamente, levantando sus propias manos hasta su rostro, y dejando escapar un grito. Despert?, sintiendo que el grito estaba atorado en su garganta. Esa maldita casa. Ella nunca hab?a comprendido porqu? la inquietaba de esa manera. Quiz?s porque los gritos y gemidos de Jennifer Nobilini, en una casa de tanta perfecci?n… le hab?an parecido surrealistas. Como algo salido de una art?stica pel?cula de horror. Kate se incorpor? hasta quedar sentada y lentamente se arrastr? hasta el borde de la cama. Respir? profundo varias veces y mir? el reloj: 1:22. La ?nica luz en la habitaci?n proven?a de los n?meros en el reloj de alarma y el d?bil resplandor de las luces de seguridad en el exterior, que apenas brillaban a trav?s de las persianas cerradas. Êîíåö îçíàêîìèòåëüíîãî ôðàãìåíòà. Òåêñò ïðåäîñòàâëåí ÎÎÎ «ËèòÐåñ». Ïðî÷èòàéòå ýòó êíèãó öåëèêîì, êóïèâ ïîëíóþ ëåãàëüíóþ âåðñèþ (https://www.litres.ru/pages/biblio_book/?art=51922746&lfrom=688855901) íà ËèòÐåñ. Áåçîïàñíî îïëàòèòü êíèãó ìîæíî áàíêîâñêîé êàðòîé Visa, MasterCard, Maestro, ñî ñ÷åòà ìîáèëüíîãî òåëåôîíà, ñ ïëàòåæíîãî òåðìèíàëà, â ñàëîíå ÌÒÑ èëè Ñâÿçíîé, ÷åðåç PayPal, WebMoney, ßíäåêñ.Äåíüãè, QIWI Êîøåëåê, áîíóñíûìè êàðòàìè èëè äðóãèì óäîáíûì Âàì ñïîñîáîì.
Íàø ëèòåðàòóðíûé æóðíàë Ëó÷øåå ìåñòî äëÿ ðàçìåùåíèÿ ñâîèõ ïðîèçâåäåíèé ìîëîäûìè àâòîðàìè, ïîýòàìè; äëÿ ðåàëèçàöèè ñâîèõ òâîð÷åñêèõ èäåé è äëÿ òîãî, ÷òîáû âàøè ïðîèçâåäåíèÿ ñòàëè ïîïóëÿðíûìè è ÷èòàåìûìè. Åñëè âû, íåèçâåñòíûé ñîâðåìåííûé ïîýò èëè çàèíòåðåñîâàííûé ÷èòàòåëü - Âàñ æä¸ò íàø ëèòåðàòóðíûé æóðíàë.