*** Òâîåé Ëóíû çåëåíûå öâåòû… Ìîåé Ëóíû áåñïå÷íûå ðóëàäû, Êàê ñâåòëÿ÷êè ãîðÿò èç òåìíîòû,  ëèñòàõ âèøíåâûõ ñóìðà÷íîãî ñàäà. Òâîåé Ëóíû ïå÷àëüíûé êàðàâàí, Áðåäóùèé â äàëü, òðîïîþ íåâåçåíüÿ. Ìîåé Ëóíû áåçäîííûé îêåàí, È Áðèãàíòèíà – âåðà è ñïàñåíüå. Òâîåé Ëóíû – ïå÷àëüíîå «Ïðîñòè» Ìîåé Ëóíû - äîâåð÷èâîå «Çäðàâñòâóé!» È íàøè ïàðàëëåëüíûå ïóòè… È Ç

La Noche del Valiente

La Noche del Valiente Morgan Rice Reyes y Hechiceros #6 Una fantas?a llena de acci?n que le encantar? a los fans de las otras novelas de Morgan Rice, igual que a los fans de obras como The Inheritance Cycle de Christopher Paolini… Los fans de Ficci?n para J?venes Adultos devorar?n este ?ltimo trabajo de Rice y rogar?n por m?s. The Wanderer, A Literary Journal (sobre El Despertar de los Dragones) En LA NOCHE DEL VALIENTE, Kyra debe encontrar una manera de escapar de Marda y regresar a Escalon con el Bast?n de la Verdad. Si lo logra, le espera la batalla m?s ?pica de toda su vida al enfrentarse a los ej?rcitos de Ra, a la naci?n de troles, y a la manada de dragones. Si sus poderes y su arma son lo suficientemente fuertes, su madre la esperar? para revelarle los secretos de su destino y de su nacimiento. Duncan debe crear una gran defensa contra los ej?rcitos de Ra de una vez por todas. Pero incluso mientras pelea las batallas m?s grandes de su vida que lo llevar?n a la batalla final en El Barranco del Diablo, no se imagina el enga?o oscuro que Ra le tiene preparado. En la Bah?a de la Muerte, Merk y la hija del Rey Tarnis deben unir fuerzas con Alec y los guerreros de las Islas Perdidas para pelear contra los dragones. Deben encontrar a Duncan y unirse para salvar a Escalon, pero Vesuvius ha resurgido y no pueden anticipar lo que les tiene preparados. En el final ?pico de Reyes y Hechiceros, las batallas m?s dram?ticas, las armas y la hechicer?a, todos conducen a una impresionante conclusi?n inesperada llena tanto de tragedia desgarradora como de un inspirador renacimiento. Con su fuerte atm?sfera y complejos personajes, LA NOCHE DEL VALIENTE es una dram?tica saga de caballeros y guerreros, de reyes y se?ores, de honor y valor, de magia, destino, monstruos y dragones. Es una historia de amor y corazones rotos, de decepci?n, ambici?n y traici?n. Es una excelente fantas?a que nos invita a un mundo que vivir? en nosotros para siempre, uno que encantar? a todas las edades y g?neros. Si pensaste que ya no hab?a raz?n para vivir despu?s de terminar de leer la serie El Anillo del Hechicero, te equivocaste. Morgan Rice nos presenta lo que promete ser otra brillante serie, sumergi?ndonos en una fantas?a de troles y dragones, de valor, honor, intrepidez, magia y fe en tu destino. Morgan ha logrado producir otro fuerte conjunto de personajes que nos hacen animarlos en cada p?gina. … Recomendado para la biblioteca permanente de todos los lectores que aman la fantas?a bien escrita. Books and Movie Reviews, Roberto Mattos (sobre El Despertar de los Dragones) Morgan Rice LA NOCHE DEL VALIENTE REYES Y HECHICEROS—lIBRO 6 Morgan Rice Morgan Rice tiene el #1 en ?xito en ventas como el autor m?s exitoso de USA Today con la serie de fantas?a ?pica EL ANILLO DEL HECHICERO, compuesta de diecisiete libros; de la serie #1 en ventas EL DIARIO DEL VAMPIRO, compuesta de doce libros; de la serie #1 en ventas LA TRILOG?A DE SUPERVIVENCIA, novela de suspenso post-apocal?ptica compuesta de dos libros (y contando); y de la serie de fantas?a ?pica REYES Y HECHICEROS, compuesta de seis libros. Los libros de Morgan est?n disponibles en audio y ediciones impresas, y las traducciones est?n disponibles en m?s de 25 idiomas. A Morgan le encanta escucharte, as? que por favor visita www.morganricebooks.com (http://www.morganricebooks.com/) para unirte a la lista de email, recibir un libro gratuito, recibir regalos, descargar el app gratuito, conocer las ?ltimas noticias, conectarte con Facebook y Twitter, ?y seguirla de cerca! Elogios Dirigidos a Morgan Rice “Si pensaste que ya no hab?a raz?n para vivir despu?s de terminar de leer la serie El Anillo del Hechicero, te equivocaste. En EL DESPERTAR DE LOS DRAGONES Morgan Rice nos presenta lo que promete ser otra brillante serie, sumergi?ndonos en una fantas?a de troles y dragones, de valor, honor, intrepidez, magia y fe en tu destino. Morgan ha logrado producir otro fuerte conjunto de personajes que nos hacen animarlos en cada p?gina.… Recomendado para la biblioteca permanente de todos los lectores que aman la fantas?a bien escrita.” –-Books and Movie Reviews Roberto Mattos “EL DESPERTAR DE LOS DRAGONES funciona desde el principio…. Una fantas?a superior…Inicia, como debe, con los problemas de una protagonista y se mueve de manera natural hacia un m?s amplio circulo de caballeros, dragones, magia y monstruos, y destino.… Todo lo que hace a una buena fantas?a est? aqu?, desde soldados y batallas hasta confrontaciones con uno mismo….Un campe?n recomendado para los que disfrutan de libros de fantas?a ?pica llenos de poderosos y cre?bles protagonistas j?venes adultos.” –-Midwest Book Review D. Donovan, Comentarista de eBooks “Una fantas?a llena de acci?n que satisfar? a los fans de las novelas anteriores de Morgan Rice, junto con fans de trabajos tales como THE INHERITANCE CYCLE de Christopher Paolini…. Los fans de Ficci?n para J?venes Adultos devorar?n este trabajo m?s reciente de Rice y pedir?n a?n m?s.” –-The Wanderer, A Literary Journal (sobre El Despertar de los Dragones) “Una fantas?a con esp?ritu que une elementos de misterio e intriga en su historia. A Quest of Heroes se trata del desarrollo de la valent?a y sobre tener un prop?sito en la vida que llega al crecimiento, madurez, y excelencia… Para los que buscan aventuras fant?sticas sustanciosas, los protagonistas, dispositivos y acciones proporcionan un vigoroso conjunto de encuentros que se enfocan bien en la evoluci?n de Thor de un ni?o so?ador a un joven adulto enfrent?ndose a probabilidades imposibles de sobrevivir….S?lo el inicio de lo que promete ser una serie ?pica para j?venes adultos.” --Midwest Book Review (D. Donovan, Comentarista de eBooks) “EL ANILLO DEL HECHICERO tiene todos los ingredientes para un ?xito instant?neo: tramas, contratramas, misterio, valientes caballeros, y relaciones crecientes llenas de corazones rotos, decepci?n y traiciones. Te mantendr? entretenido por horas, y satisfar? a todas las edades. Recomendado para la biblioteca permanente de todos los lectores de fantas?a.” –-Books and Movie Reviews, Roberto Mattos “En este primer libro lleno de acci?n en la serie de fantas?a ?pica el Anillo del Hechicero (que ya cuenta con 14 libros), Rice les presenta a los lectores a un joven de 14 a?os llamado Thorgrin "Thor" McLeod, cuyo sue?o es unirse a la Legi?n de Plata, los caballeros de ?lite que sirven al Rey…. La escritura de Rice es s?lida y la premisa intrigante.” --Publishers Weekly Libros de Morgan Rice REYES Y HECHICEROS EL DESPERTAR DE LOS DRAGONES (Libro #1) EL DESPERTAR DEL VALIENTE (Libro #2) El PESO DEL HONOR (Libro #3) UNA FORJA DE VALOR (Libro #4) UN REINO DE SOMBRAS (Libro #5) LA NOCHE DEL VALIENTE (Libro #6) EL ANILLO DEL HECHICERO LA SENDA DE LOS H?ROES (Libro #1) UNA MARCHA DE REYES (Libro #2) UN DESTINO DE DRAGONES (Libro #3) UN GRITO DE HONOR (Libro #4) UN VOTO DE GLORIA (Libro #5) UNA POSICI?N DE VALOR (Libro #6) UN RITO DE ESPADAS (Libro #7) UNA CONCESI?N DE ARMAS (Libro #8) UN CIELO DE HECHIZOS (Libro #9) UN MAR DE ESCUDOS (Libro #10) UN REINO DE ACERO (Libro #11) UNA TIERRA DE FUEGO (Libro #12) UN MANDATO DE REINAS (Libro #13) UNA PROMESA DE HERMANOS (Libro #14) UN SUE?O DE MORTALES (Libro #15) UNA JUSTA DE CABALLEROS (Libro #16) EL DON DE LA BATALLA (Libro #17) LA TRILOG?A DE SUPERVIVENCIA ARENA UNO: SLAVERSUNNERS (Libro #1) ARENA DOS (Libro #2) EL DIARIO DEL VAMPIRO TRANSFORMACI?N (Libro # 1) AMORES (Libro # 2) TRAICIONADA (Libro # 3) DESTINADA (Libro # 4) DESEADA (Libro # 5) COMPROMETIDA (Libro # 6) JURADA (Libro # 7) ENCONTRADA (Libro # 8) RESUCITADA (Libro # 9) ANSIADA (Libro # 10) CONDENADA (Libro # 11) ?Escucha REYES Y HECHICEROS en su versi?n de Audiolibro! ?Quieres libros gratis? ?Suscr?bete a la lista de emails de Morgan Rice y recibe 4 libros gratis, 3 mapas gratis, 1 app gratuito, 1 juego gratis, 1 novela gr?fica gratis, y regalos exclusivos! Para suscribirte, visita: www.morganricebooks.com (http://www.morganricebooks.com/) Derechos de autor © 2015 por Morgan Rice Todos los derechos reservados. Excepto como permitido bajo el Acta de 1976 de EU de Derechos de Autor, ninguna parte de esta publicaci?n puede ser reproducida, distribuida o transmitida en ninguna forma o medio, o guardada en una base de datos o sistema de recuperaci?n, sin el permiso previo del autor. Este ebook otorga licencia s?lo para uso personal. Este ebook no puede ser revendido o pasado a otras personas. Si deseas compartir este libro con otra persona, por favor compra una copia adicional para cada destinatario. Si est?s leyendo este libro pero no lo compraste, o si no fue comprado s?lo para tu uso, por favor regr?salo y compra tu propia copia. Gracias por respetar el trabajo duro de este autor. Esta es una obra de ficci?n. Los nombres, personajes, negocios, organizaciones, lugares, eventos, e incidentes son o producto de la imaginaci?n del autor o usados de manera ficticia. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, es completa coincidencia. Jacket image Copyright Algol, usado bajo licencia de Shutterstock.com. CAP?TULO UNO Duncan caminaba por la menguante inundaci?n, con agua salpic?ndole los tobillos y rodeado por docenas de sus soldados que caminaban por el cementerio flotante. Cientos de cuerpos Pandesianos flotaban y chocaban contra sus piernas mientras ?l se mov?a por lo que quedaba de la inundaci?n de Everfall. Hab?a un mar de cuerpos hasta donde alcanzaba a ver, soldados Pandesianos que sal?an del desbordado ca??n y que eran arrojados hacia el desierto por las aguas. Era el aire solemne de la victoria. Duncan mir? hacia abajo hacia el ca??n lleno de agua que segu?a arrojando cuerpos sin detenerse, y despu?s se dio la vuelta mirando hacia el horizonte, hacia Everfall, en donde los torrentes ya hab?an disminuido notablemente. Lentamente sinti? la emoci?n de la victoria creciendo dentro de ?l. Todo a su alrededor el aire empez? a llenarse con los v?tores de victoria de sus hombres, que caminaban por las aguas sin poder creerlo y lentamente se daban cuenta de que en verdad hab?an ganado. A pesar de las probabilidades, hab?an sobrevivido y hab?an conquistado a la m?s grande legi?n. Leifall lo hab?a logrado despu?s de todo. Duncan sinti? una gran oleada de gratitud hacia sus leales soldados, hacia Leifall, Anvin y, principalmente, hacia su hijo. Las probabilidades en contra no hab?an hecho que nadie retrocediera en miedo. Se escuch? un estruendo distante, y Duncan mir? hacia el horizonte llen?ndose de gozo al ver a Leifall y a sus hombres de Leptus, a Anvin y Aidan entre ellos, Blanco corriendo a sus pies, todos regresando de Everfall y cabalgando para reencontrarse. Los gritos de triunfo del peque?o ej?rcito de Leifall, sus cientos de hombres, se escuchaban incluso hasta all?. Duncan mir? de nuevo hacia el norte y vio en el horizonte distante un mar lleno de negro. All?, tal vez a un d?a de cabalgata de distancia, estaba el resto del ej?rcito Pandesiano, reuni?ndose y prepar?ndose para vengar a sus compa?eros derrotados. Duncan sab?a que la siguiente vez no atacar?an con diez mil hombres, sino con cien mil. Duncan supo que no ten?an mucho tiempo. Ya hab?a tenido suerte una vez, pero de ninguna manera podr?a resistir el ataque de cientos de miles de soldados, ni siquiera con los mejores trucos del mundo; y ya se le hab?an acabado todos sus trucos. Necesitaba una nueva estrategia y la necesitaba r?pido. Mientras sus hombres se reun?an alrededor de ?l, Duncan examin? los rostros duros y dispuestos y supo que estos valientes guerreros buscaban su liderazgo. Sab?a que cualquier decisi?n que tomara ahora lo afectar?a no solo a ?l, sino tambi?n a todos estos grandes guerreros; de hecho, decidir?a el destino de Escalon. Les deb?a a todos ellos el decidir sabiamente. Duncan puso a trabajar su cerebro deseando encontrar una respuesta, pensando en todas las ramificaciones de cualquier estrategia. Todos los planes representaban un gran riesgo, consecuencias nefastas, y todos eran mucho m?s arriesgados que lo que acababan de lograr en el ca??n. “?Comandante?” dijo una voz. Duncan se dio la vuelta y vio el rostro serio de Kavos, que lo miraba con respeto. Detr?s de ?l cientos de hombres tambi?n lo miraban. Estaban esperando alguna direcci?n. Lo hab?an seguido hasta este momento y segu?an con vida; y ahora confiaban en ?l. Duncan asinti?, respirando profundamente. “Si nos enfrentamos a los Pandesianos en campo abierto,” empez? a decir, “perderemos. Todav?a nos superan en n?mero cien a uno. Tambi?n han tenido m?s tiempo para descansar y est?n mejor equipados. Estar?amos todos muertos para el atardecer.” Duncan suspir? mientras sus hombres absorb?an cada palabra. “Pero tampoco podemos huir,” continu?, “ni deber?amos hacerlo. Con los troles atacando tambi?n y los dragones llenando los cielos no tendremos tiempo de escondernos de esta guerra. Y no es de nosotros el escondernos. Necesitamos una estrategia valiente y r?pida y decisiva para derrotar a los invasores y liberar a nuestro pa?s de una vez por todas.” Duncan guard? silencio por un largo rato, pensando en la casi imposible tarea a la que se enfrentaban. Todo lo que se pod?a escuchar era el sonido del viento atravesando el desierto. “?Qu? es lo que propones, Duncan?” presion? finalmente Kavos. Volte? a ver a Kavos, quien apretaba su alabarda y lo miraba con intensidad, mientras sus palabras hac?an eco en su cabeza. Les deb?a a estos grandes guerreros una estrategia; una manera no solo de sobrevivir, sino de obtener la victoria. Duncan pens? en el terreno de Escalon. Sab?a que todas las batallas se ganaban gracias al terreno, y su conocimiento del terreno de su tierra natal era tal vez la ?ltima ventaja que le quedaba en esta guerra. Pens? en todos los terrenos de Escalon en donde el terreno les podr?a dar una ventaja natural. Tendr?a que ser un lugar muy especial, un lugar en el que unos miles de hombres puedan pelear contra cientos de miles. Solo hab?a algunos lugares en Escalon—solo unos pocos en todo el mundo—que podr?an permitir eso. Pero mientras Duncan recordaba todas las leyendas y cuentos que le hab?an contado su padre y el padre de su padre, mientras recordaba todas las grandes batallas que hab?a estudiado de tiempos antiguos, de pronto su mente se enfoc? en las batallas que hab?an sido m?s heroicas, m?s ?picas, las batallas de los pocos contra los muchos. Una y otra vez su mente pensaba en el mismo lugar: el Barranco del Diablo. El lugar de los h?roes. Este era el lugar en el que unos cuantos hombres hab?an peleado contra ej?rcitos, en donde los grandes guerreros de Escalon hab?an sido probados. En el Barranco se encontraba el paso m?s estrecho de todo Escalon, y probablemente era el ?nico lugar en el que el terreno defin?a la batalla. Era un muro de acantilados y monta?as que se encontraban con el mar dejando un peque?o corredor por el cual pasar y formando el Barranco que ya hab?a quitado m?s de unas cuantas vidas. Este obligaba a los hombres a pasar en una sola fila. Obligaba a los ej?rcitos a formar una sola fila. Creaba un cuello de botella en el que unos cuantos guerreros, si estaban bien posicionados y eran valientes, pod?an pelear contra todo un ej?rcito. Al menos eso dec?an las leyendas. “El Barranco,” respondi? finalmente Duncan. Todos los ojos se agrandaron. Lentamente, asintieron en se?al de respeto. El Barranco era una decisi?n seria; era un lugar de ?ltimo recurso, un lugar al que se iba cuando no quedaba ninguna otra opci?n, un lugar en el que los hombres mor?an o viv?an para que la tierra se perdiera o se salvara. Era un lugar de leyenda; un lugar de h?roes. “El Barranco,” dijo Kavos, asintiendo por un largo rato mientras se acariciaba la barba. “Fuerte. Pero a?n queda un problema.” Duncan lo mir?. “El Barranco est? dise?ado para mantener a los invasores afuera, no adentro,” respondi?. “Los Pandesianos ya est?n adentro. Tal vez podr?amos bloquearlo y mantenerlos adentro. Pero lo que queremos es expulsarlos.” “Nunca antes en la vida de nuestros ancestros,” a?adi? Bramthos, “se ha logrado que un ej?rcito invasor, despu?s de cruzar el Barranco, se vaya por este otra vez. Es muy tarde. Ya han pasado por all?.” Duncan asinti? con la cabeza pensando lo mismo. “Ya he considerado eso,” respondi?. “Pero siempre hay una manera. Tal vez podremos atraerlos por este hacia el otro lado. Y entonces, una vez que est?n en el sur, sellarlo y establecer nuestras defensas.” Los hombres lo miraban, claramente confundidos. “?Y c?mo propones que hagamos eso?” pregunt? Kavos. Duncan sac? su espada, encontr? un pedazo de tierra seca, y empez? a dibujar. Todos los hombres se acercaron mientras su espada pasaba por la arena. “Algunos de nosotros seremos la carnada,” dijo dibujando una l?nea en la arena. “El resto estar? esperando del otro lado, listos para sellarlo. Les haremos pensar a los Pandesianos que nos est?n persiguiendo, que estamos huyendo. Mi grupo, una vez que haya pasado, puede dar la vuelta utilizando los t?neles y regresar a este lado del Barranco, y entonces sellarlo. Entonces todos juntos podremos crear las defensas.” Kavos neg? con la cabeza. “?Y qu? te hace pensar que Ra enviar? a sus ej?rcitos por el Barranco?” Duncan se sinti? determinado. “Conozco a Ra,” respondi?. “?l desea nuestra destrucci?n, desea una victoria total y completa. Esto apelar? a su arrogancia y, por eso, enviar? a todo su ej?rcito a perseguirnos.” Kavos neg? con la cabeza. “Los hombres que sirvan de carnada,” dijo, “quedar?n expuestos. Ser? casi imposible el poder regresar por los t?neles. Lo m?s probable es que esos hombres queden atrapados y mueran.” Duncan asinti? con gravedad. “Es por eso que yo mismo dirigir? a esos hombres,” dijo. Todos los hombres lo miraron con respeto. Se acariciaban las barbas y sus rostros estaban inundados de preocupaci?n y duda, todos claramente pensando en lo arriesgado que era. “Tal vez pudiera funcionar,” dijo Kavos. “Tal vez pudi?ramos atraer a las fuerzas Pandesianas y hasta sellarlos afuera. Pero aun as?, Ra no enviar? a todos sus hombres. En estas partes solo se encuentran sus fuerzas sure?as. Tiene a otros hombres distribuidos por todo el pa?s. Tiene a un poderoso ej?rcito que cuida el norte. Incluso si ganamos esta batalla ?pica, no ganar?amos la guerra. Sus hombres seguir?an controlando Escalon.” Duncan asinti? al estar pensando lo mismo. “Es por eso que dividiremos nuestras fuerzas,” respondi?. “La mitad de nosotros cabalgar? hacia el Barranco, y la otra mitad ir? al norte para atacar al ej?rcito norte?o de Ra. T? los guiar?s.” Kavos lo mir?, sorprendido. “Si vamos a liberar a Escalon, lo haremos todo al mismo tiempo,” a?adi? Duncan. “T? guiar?s la batalla en el norte. Ll?valos a tu tierra natal, a Kos. Lleva la batalla a las monta?as. Nadie puede pelear tan bien como t? en esos lugares.” Kavos asinti?, claramente gust?ndole la idea. “?Y t?, Duncan?” le pregunt? con preocupaci?n en su voz. “Tan escasas como sean mis probabilidades en el norte, tus probabilidades en el Barranco son mucho peores.” Duncan asinti? y sonri?. Tom? el hombro de Kavos. “Mejores probabilidades de gloria, entonces,” le respondi?. Kavos sonri? con admiraci?n. “?Y qu? hay de la flota Pandesiana?” interrumpi? Seavig, dando un paso adelante. “Ahora mismo controlan el puerto de Ur. Escalon no ser? libre mientras controlen el mar.” Duncan asinti? y puso una mano en el hombro de su amigo. “Es por eso que t? tomar?s a tus hombres y te dirigir?s a la costa,” respondi? Duncan. “Usa nuestra flota secreta y navega hacia el norte, de noche, siguiendo el Mar de los Lamentos. Navega hasta Ur y, con la suficiente astucia, tal vez puedas derrotarlos.” Seavig lo mir?, tom?ndose la barba y con osad?a y audacia en sus ojos. “Te das cuenta de que tendremos una docena de barcos contra mil,” respondi? ?l. Duncan asinti?, y Seavig sonri?. “Sab?a que hab?a una raz?n por la que me agradabas,” le dijo Seavig. Seavig mont? a su caballo y, con sus hombres detr?s de ?l, avanz? sin decir otra palabra, llev?ndolos hacia el desierto y cabalgando hacia el oeste hacia el mar. Kavos dio un paso adelante, tom? el hombro de Duncan y lo mir? a los ojos. “Siempre supe que ambos morir?amos por Escalon,” dijo. “Pero no sab?a que morir?amos de una manera tan gloriosa. Ser? una muerte digna de nuestros antepasados. Te agradezco por eso, Duncan. Nos has dado un gran regalo.” “Y yo a ti,” respondi? Duncan. Kavos se dio la vuelta, les hizo una se?al a sus hombres y, sin decir otra palabra, se montaron en sus caballos y empezaron a cabalgar hacia el norte, hacia Kos. Todos avanzaron gritando y dejando una gran nube de polvo al pasar. Eso dej? a Duncan solo con varios cientos de hombres, todos mir?ndolo en busca de direcci?n. Se dio la vuelta y los mir?. “Leifall se acerca,” dijo al verlos venir en el horizonte. “Cuando lleguen, cabalgaremos juntos hacia el Barranco.” Duncan fue a subirse a su caballo cuando, de repente, una voz cort? el aire: “?Comandante!” Duncan se dio la vuelta y se qued? impactado por lo que vio. Desde el este se acercaba una sola figura, caminando hacia ellos por el desierto. El coraz?n de Duncan se aceler? al verla. No era posible. Sus hombres abrieron camino mientras se acercaba. El coraz?n de Duncan dej? de latir y lentamente sinti? los ojos llen?rsele de l?grimas de alegr?a. Apenas pod?a creerlo. Ah?, acerc?ndose como una aparici?n en el desierto, estaba su hija. Kyra. Kyra camin? hacia ellos, sola, con una sonrisa en el rostro y directo hacia ?l. Duncan estaba desconcertado. ?C?mo hab?a llegado hasta aqu?? ?Qu? estaba haciendo aqu?? ?Estaba sola? ?Hab?a caminado todo el camino? ?D?nde estaba Andor? ?D?nde estaba su drag?n? Nada de esto ten?a sentido. Pero ah? estaba, en carne y hueso; su hija hab?a regresado. Al verla sinti? como si su alma fuera restaurada. Todo en el mundo se sinti? bien, aunque fuera por un momento. “Kyra,” dijo ?l acerc?ndose con emoci?n. Los soldados se hicieron a un lado mientras Duncan avanzaba, sonriendo, extendiendo sus brazos y deseando poder abrazarla. Ella tambi?n sonre?a y extend?a sus brazos avanzando hacia ?l. El saber que ella segu?a con vida hizo que toda su vida valiera la pena. Duncan dio los pasos finales, emocionado por abrazarla, y cuando ella lleg? hasta ?l, ?l la envolvi? con sus brazos. “Kyra,” dijo ?l con l?grimas. “Est?s viva. Has regresado a m?.” Pod?a sentir las l?grimas cayendo por sus ojos, l?grimas de alegr?a y alivio. Pero al abrazarla, de manera extra?a, ella estaba inm?vil y en silencio. Lentamente Duncan se dio cuenta de que algo andaba mal. Pero a medio segundo de poder darse cuenta, su mundo se llen? de un agudo dolor. Duncan jade? perdiendo el aliento. Sus l?grimas de alegr?a r?pidamente se convirtieron en l?grimas de dolor al ver que no pod?a respirar. No pod?a procesar lo que estaba pasando; en lugar de un amoroso abrazo, sinti? un fr?o acero atraves?ndole las costillas y siendo empujado hacia adentro. Sinti? algo caliente que brotaba bajando por su est?mago, y se qued? entumecido, incapaz de respirar o pensar. El dolor era tan agudo, tan punzante, tan inesperado. Mir? hacia abajo y vio una daga en su coraz?n, y se qued? completamente impactado. Volte? hacia Kyra, la mir? a los ojos y, aunque el dolor era horrible, el dolor de su traici?n era mucho peor. El morir no le molestaba, pero el morir en manos de su hija lo estaba haciendo pedazos. Al sentir que el mundo empezaba a dar vueltas debajo de ?l, Duncan parpade?, consternado, tratando de entender por qu? la persona que m?s amaba en el mundo lo hab?a traicionado. Pero Kyra simplemente sonri?, mostrando ning?n remordimiento. “Hola padre,” dijo ella. “Me alegra verte de nuevo.” CAP?TULO DOS Alec estaba en la boca del drag?n, sosteniendo la Espada Incompleta con manos temblorosas, aturdido mientras la sangre del drag?n ca?a sobre ?l como una cascada. Mir? por entre las filas de dientes afilados, cada uno tan grande como ?l, y se prepar? mientras el drag?n se desplomaba directamente sobre el mar. Sinti? que su est?mago se le sub?a a la garganta mientras las aguas congeladas de la Bah?a de la Muerte se acercaban cada vez m?s. Sab?a que si el impacto no lo mataba, entonces ser?a aplastado por el peso del drag?n muerto. Alec, a?n sorprendido por haber podido matar a esta gran bestia, sab?a que el drag?n, con todo su peso y velocidad, se hundir?a hasta el fondo de la Bah?a de la Muerte llev?ndoselo con ?l. La Espada Incompleta pod?a matar a un drag?n; pero ninguna espada podr?a detener este descenso. Y lo que era peor, las fauces del drag?n empezaban a cerrarse encima de ?l mientras los m?sculos de la mand?bula se relajaban, convirti?ndose en una jaula de la que Alec nunca podr?a escapar. Sab?a que ten?a que actuar pronto si quer?a tener una oportunidad de sobrevivir. Mientras la sangre ca?a sobre su cabeza desde el paladar de la boca del drag?n, Alec sac? la espada y, antes de que la boca se cerrara por completo, se prepar? y salt?. Grit? mientras ca?a por el aire helado no sin que antes los dientes afilados le rasgaran la espalda cortando su piel, y por un momento su camisa se ator? en uno de los dientes y pens? que no lo lograr?a. Detr?s de ?l escuch? que las grandes mand?bulas se cerraban y cortaban el pedazo de tela, y por fin cay? libremente. Alec se agitaba al caer por el aire, ya listo para que lo recibieran las peligrosas y negras aguas debajo. De repente sinti? el impacto y se qued? congelado al sentir las fr?as aguas, de una temperatura tan baja que se qued? sin aliento. Lo ?ltimo que vio al ver hacia arriba fue el cuerpo muerto del drag?n cayendo cerca de ?l, a punto de chocar con la bah?a. El cuerpo del drag?n golpe? la superficie con un tremendo impacto, enviando grandes olas de agua en todas direcciones. Afortunadamente no hab?a ca?do sobre Alec, y la ola se elev? y lo alej? de su cuerpo. Elev? a Alec unos veinte pies de altura antes de detenerse y, para el horror de Alec, empez? a succionar todo a su alrededor en un remolino gigante. Alec nad? con todas su fuerzas, pero no pod?a alejarse. A pesar de sus esfuerzos, lo siguiente que supo fue que era succionado por el vasto remolino hacia las profundidades. Alec nad? lo mejor que pudo sin soltar la espada muy en lo profundo, pateando y hundi?ndose en las aguas congeladas. Pate? con desesperaci?n tratando de ir a la superficie siguiendo el resplandor del sol, y mientras lo hac?a, vio que tiburones inmensos empezaban a nadar hacia ?l. Alcanz? a ver el casco del barco flotando en la superficie y supo que solo ten?a poco tiempo para poder llegar si es que quer?a sobrevivir. Alec finalmente sali? a la superficie con un ?ltimo esfuerzo, jadeando por aire; un momento despu?s sinti? manos fuertes que lo tomaban. Mir? hacia arriba y vio que Sovos lo sub?a al barco, y un segundo despu?s ya estaba en el aire aferr?ndose a la espada. Pero sinti? movimiento y, al voltear hacia un lado, vio a un inmenso tibur?n rojo que se dirig?a a su pierna. Ya no hab?a tiempo. Alec sinti? la espada vibrando en su mano, dici?ndole qu? hacer. Era algo que nunca antes hab?a sentido. Gir? y grit? mientras la bajaba con todas sus fuerzas con ambas manos. A esto le sigui? el sonido del acero cortando la carne, y Alec vio con sorpresa c?mo la Espada Incompleta cortaba al enorme tibur?n en dos. Las aguas rojas r?pidamente se llenaron de tiburones que se com?an los pedazos. Otro tibur?n salt? hacia su pierna, pero esta vez Alec sinti? que lo levantaban con fuerza y cay? fuertemente sobre la cubierta. Se dio la vuelta y gimi? cubierto de contusiones y golpes, y respir? agitadamente, aliviado y completamente empapado. Alguien de inmediato lo cubri? con una manta. “Como si matar a un drag?n no fuera suficiente,” dijo Sovos sonriendo de pie a su lado y pas?ndole una botella de vino. Alec tom? un gran trago y sinti? el calor en su est?mago. El barco estaba lleno de soldados, todos emocionados y en estado ca?tico. Alec no se sorprendi?; despu?s de todo no era com?n que un drag?n fuera derribado por una espada. Mir? a su alrededor y vio entre la multitud a Merk y Lorna, claramente tambi?n rescatados de las aguas. Merk le dio la apariencia de ser un truhan, posiblemente un asesino, mientras que Lorna era hermosa, con una calidad et?rea. Ambos estaban empapados y parec?an confundidos y felices de seguir con vida. Alec not? que todos los soldados lo miraban, pasmados, y lentamente se puso de pie, tambi?n perplejo, al darse cuenta de lo que acababa de hacer. Miraban hacia la espada que segu?a goteando agua y despu?s hacia ?l, como si fuera un dios. No pudo evitar voltear hacia la espada el mismo, sintiendo el peso de esta en su mano como si fuera una cosa viviente. Examin? el misterioso y brillante metal como si fuera un objeto extra?o y vio en su mente el momento en el que hab?a apu?alado al drag?n, en su impresi?n al ver que atravesaba su piel. Se qued? maravillado con el poder de su arma Pero tal vez m?s que eso, Alec no pudo evitar preguntarse qui?n era ?l. ?C?mo era ?l, un simple muchacho de una simple aldea, capaz de matar a un drag?n? ?Qu? era lo que le ten?a preparado el destino? Empezaba a sentir que este no ser?a un destino ordinario. Alec escuch? el sonido de mil mand?bulas y mir? por la barandilla a un grupo de tiburones rojos que se com?an el cuerpo del tibur?n muerto flotando en la superficie. Las aguas negras de la Bah?a de la Muerte eran ahora color rojo sangriento. Alec vio el cuerpo flotante y finalmente comprendi? que en realidad hab?a pasado. De alguna manera hab?a matado a un drag?n. El ?nico en todo Escalon que lo hab?a conseguido. El cielo se llen? de chillidos y Alec vio a docenas de dragones m?s volando en la distancia, respirando grandes columnas de fuego y deseando venganza. Mientras lo ve?an, algunos parec?an temerosos de acercarse. Algunos se separaron de la manada al ver a su compa?ero drag?n muerto y flotando en el agua. Pero otros chillaron con furia y bajaron directamente hacia ?l. Al verlos descender, Alec no esper?. Corri? hacia la popa, se subi? a la barandilla y los enfrent?. Sinti? el poder de la espada pasando dentro de ?l, anim?ndolo, y d?ndole una nueva determinaci?n de acero. Sent?a como si la espada lo estuviera impulsando. ?l y la espada ahora eran uno. El grupo de dragones descendi? directamente hacia ?l. Los guiaba uno inmenso de brillantes ojos verdes que rug?a mientras arrojaba fuego. Alec levant? la espada al sentir el valor que le daba la vibraci?n en su mano. Sab?a que el mism?simo destino de Escalon estaba en juego. Alec sinti? una oleada de valor que nunca antes hab?a sentido mientras ?l mismo dejaba salir un grito de batalla; al hacerlo, la espada de ilumin?. Un intenso estallido de luz sali? disparado y se elev?, deteniendo el muro de fuego a mitad del cielo. Este continu? hasta que hizo que las flamas cambiaran de direcci?n, y mientras Alec empujaba con la espada de nuevo, el drag?n chill? al ver que su propia columna de fuego lo envolv?a. Convirti?ndose en una gran bola de fuego, el drag?n chill? y se agit? mientras ca?a y se hund?a en las aguas. Otro drag?n baj? volando, y de nuevo Alec levant? la espada para detener el muro de fuego y lo mat?. Otro drag?n vino por abajo y, al hacerlo, extendi? sus garras tratando de levantar a Alec. Alec se dio la vuelta dando un golpe y se sorprendi? al ver que la espada le cortaba las patas. El drag?n chill? y Alec atac? de nuevo cort?ndole el costado y ocasion?ndole una gran herida. El drag?n se desplom? sobre el oc?ano y, al agitarse sin poder volar, fue atacado por un grupo de tiburones. Otro drag?n, uno rojo y peque?o, vol? bajo por el otro lado abriendo sus mand?bulas. Mientras lo hac?a, Alec dej? que sus instintos actuaran y dio un salto en el aire. La espada le dio poder y salt? m?s alto de lo que pod?a imaginar, pasando por encima de la cabeza del drag?n y cayendo en su espalda. El drag?n chill? y se sacudi?, pero Alec se sostuvo con fuerza. No pudo quit?rselo de encima. Alec se sinti? m?s fuerte que el drag?n, capaz de dominarlo. “?Drag?n!” le grit?. “?Te ordeno! ?Ataca!” El drag?n no tuvo opci?n m?s que darse la vuelta y volar hacia arriba, directo hacia la manada de dragones que todav?a ven?an hacia ?l. Alec los encar? sin miedo, volando para enfrentarlos y extendiendo la espada frente a ?l. Cuando se encontraron en el cielo, Alec atac? con la espada una y otra vez, con un poder y velocidad que no sab?a que pose?a. Cort? el ala de uno de los dragones; despu?s le cort? la garganta a otro; despu?s apu?al? a otro en un costado del cuello; despu?s dio vuelta y cort? la cola de otro. Uno a uno los dragones se desplomaron del cielo, cayendo en las aguas y creando un remolino en la bah?a debajo. Alec no se detuvo. Atac? a la manada una y otra vez, volando en el cielo sin retroceder. Atrapado en el torbellino, apenas se dio cuenta de que los pocos dragones que quedaban se dieron la vuelta chillando y se alejaban temerosos. Alec apenas pod?a creerlo. Dragones. Temerosos. Alec mir? hacia abajo. Vio lo alto que volaba sobre la Bah?a de la Muerte, vio cientos de barcos, la mayor?a en llamas, y vio a miles de troles que flotaban muertos. Tambi?n la isla de Knossos estaba en llamas, y su gran fortaleza en ruinas. Era una impresionante escena de caos y destrucci?n. Alec detect? a su flota y le orden? al drag?n que bajara. Cuando se acercaron, Alec levant? su espada y la introdujo en la espalda del drag?n. Este chill? y empez? a caer, y cuando se acercaron al agua, Alec salt? y cay? en las aguas junto al barco. Inmediatamente lanzaron cuerdas y ayudaron a Alec a subir de nuevo. Al llegar de nuevo a la cubierta, esta vez no temblaba. Ya no sent?a ni el fr?o ni el cansancio ni la debilidad ni el miedo. En vez de eso, sent?a un poder que desconoc?a. Se sinti? lleno de valor, de fuerza. Se sinti? renacer. Hab?a matado una manada de dragones. Nada en Escalon podr?a detenerlo ahora. CAP?TULO TRES Vesuvius, despertando al sentir las afiladas garras lastim?ndole el rev?s de su mano, abri? uno de sus ojos para ver qu? era lo que pasaba. Mir? hacia arriba desorientado y vio que estaba boca abajo sobre la arena, con las olas del mar rompiendo detr?s de ?l y sintiendo el agua helada en sus piernas. Entonces record?. Despu?s de la batalla ?pica hab?a terminado en la costa de la Bah?a de la Muerte; ahora se preguntaba cu?nto tiempo hab?a estado ah? inconsciente. La marea ahora lo estaba alcanzando, y lo hubiera arrastrado hacia adentro si no hubiera despertado. Pero no hab?a sido el fr?o de las aguas lo que lo hab?a despertado; hab?a sido la criatura en su mano. Vesuvius mir? hacia su mano que reposaba en la arena y vio a un gran cangrejo p?rpura que le encajaba una garra en la mano, arranc?ndole un peque?o pedazo de piel. Se tomaba su tiempo, como creyendo que Vesuvius era un cad?ver. Con cada corte, Vesuvius sent?a una oleada de dolor. Vesuvius no pod?a culpar a la criatura. Mir? a su alrededor y vio miles de cad?veres dispersados por toda la playa; los restos de su ej?rcito de troles. Todos estaban tirados y cubiertos de cangrejos p?rpuras, y el sonido de sus garras llenaba el aire. El olor de los troles muertos era tan desagradable que casi lo hizo vomitar. Este cangrejo en su mano era claramente el primero que hab?a llegado hasta Vesuvius. Los otros probablemente sintieron que a?n estaba vivo y esperaron su momento. Pero este valiente cangrejo se hab?a arriesgado. Docenas m?s ya empezaban a acercarse, tentativamente siguiendo su ejemplo. Vesuvius supo que en unos momentos estar?a cubierto y ser?a comido vivo por este peque?o ej?rcito; eso si no era primero succionado por la marea congelada de la Bah?a de la Muerte. Sinti?ndose hervir por la furia, Vesuvius extendi? su otra mano, tom? al cangrejo p?rpura y lo apret? lentamente. El cangrejo trataba de escapar, pero Vesuvius no se lo permitir?a. Se agitaba salvajemente tratando de alcanzar a Vesuvius con sus pinzas, pero ?l lo apretaba con fuerza evitando que se diera la vuelta. Apret? m?s y m?s fuerte, lentamente, tom?ndose su tiempo, sintiendo gran placer al provocarle dolor. La criatura chill? con un terrible sonido agudo mientras Vesuvius lentamente cerraba por completo su pu?o. Finalmente explot?. Borbotones de sangre p?rpura salieron por su mano mientras Vesuvius escuchaba con satisfacci?n el crujir del caparaz?n. Lo tir?, completamente aplastado. Vesuvius logr? levantarse en una rodilla, a?n tambaleante y, al hacerlo, docenas de cangrejos corrieron claramente asustados al ver a un muerto levantarse. Esto creo una reacci?n en cadena, y al levantarse, miles de cangrejos huyeron dejando la playa vac?a mientras Vesuvius daba su primer paso en la playa. Camin? por el cementerio y lentamente empez? a recordarlo todo. La batalla de Knossos. Estaba ganando y estaba a punto de destruir a Lorna y Merk cuando llegaron los dragones. Record? caer de la isla; perdi? su ej?rcito; record? su flota en llamas; y finalmente, que casi se ahogaba. Hab?a tenido una derrota y el solo pensarlo lo hac?a arder con verg?enza. Se dio la vuelta y vio hacia la bah?a, hacia el lugar de su derrota, y vio en la distancia que la isla de Knossos segu?a en llamas. Vio lo que quedaba de su flota flotando ahora en pedazos, con algunos barcos a?n encendidos. Entonces escuch? un chillido en las alturas. Volte? hacia arriba inmediatamente. Vesuvius no pod?a creer lo que estaba viendo. No era posible. Los dragones estaban cayendo del cielo hacia la bah?a y dejaban de moverse. Muertos. En las alturas vio a un hombre que montaba a uno de ellos, peleando contra ellos mientras se sosten?a de la espalda del drag?n y con una espada. Finalmente el resto de la manada se fue huyendo. Volte? de nuevo hacia las aguas y vio, en el horizonte, docenas de barcos con banderas de las Islas Perdidas, y vio c?mo el hombre bajaba del ?ltimo drag?n y sub?a a su barco. Vio a la mujer, Lorna, y al asesino, Merk, y se llen? de furia al ver que hab?an sobrevivido. Vesuvius mir? de nuevo hacia la costa y vio a su naci?n de troles muertos, que eran comidos por los cangrejos o por los tiburones al ser llevados por la corriente; nunca se hab?a sentido tan solo. Se dio cuenta con gran sorpresa que ?l era el ?nico sobreviviente de su ej?rcito. Vesuvius gir? y mir? hacia el norte, hacia el continente de Escalon, y sab?a que en alg?n lugar en el norte lejano Las Flamas ya hab?an sido bajadas. Justo ahora su gente deber?a estar saliendo de Marda, invadiendo Escalon, con millones de troles migrando hacia el sur. Despu?s de todo, Vesuvius hab?a conseguido llegar a la Torre de Kos y destruir la Espada de Fuego, y seguramente ahora su naci?n ya hab?a cruzado y estaban desgarrando Escalon. Necesitaban un l?der; lo necesitaban a ?l. Vesuvius hab?a perdido esta batalla; pero ten?a que recordar que ya hab?a ganado la guerra. Su momento m?s glorioso, el momento que hab?a esperado toda su vida, lo estaba esperando. Hab?a llegado el momento de recuperar el poder y de guiar a su pueblo a una completa y total victoria. S?, pens? mientras se ergu?a, olvid?ndose del dolor, de las heridas y del fr?o extremo. Hab?a conseguido lo que hab?a venido a obtener. Dejar?a a la chica y a su gente flotar en el oc?ano. Despu?s de todo, le esperaba la destrucci?n de Escalon. Ya habr?a tiempo de regresar y matarla despu?s. Sonri? al pensarlo. En realidad la matar?a; le arrancar?a todas las extremidades. Vesuvius entonces empez? a trotar y pronto ya estaba corriendo. Se dirig?a al norte. Encontrar?a a su naci?n y los guiar?a en la batalla m?s grande de todos los tiempos. Hab?a llegado el momento de destruir a Escalon ahora y para siempre. Pronto, Escalon y Marda ser?an uno. CAP?TULO CUATRO Kyle miraba con asombro mientras la grieta en la tierra crec?a y miles de troles ca?an hacia sus muertes, agit?ndose hacia el vientre de la tierra. Alva estaba cerca con su bast?n levantado e intensos rayos de luz ca?an de este, tan brillantes que Kyle ten?a que cubrirse los ojos. Estaba eliminando al ej?rcito de troles, protegiendo al norte ?l solo. Kyle hab?a peleado con todo lo que ten?a al igual que Kolva a su lado, y aunque hab?an logrado derribar a docenas de troles en un fiero combate mano a mano antes de resultar heridos, sus recursos eran limitados. Alva era lo ?nico que ahora evitaba que los troles invadieran Escalon. Los troles pronto se dieron cuenta de que la grieta los estaba matando, y se detuvieron del otro lado, a cincuenta yardas de distancia, al darse cuenta de que no pod?an avanzar. Miraban a Alva y Kolva y Kyle y Dierdre y Marco con ojos llenos de frustraci?n. Mientras la grieta segu?a extendi?ndose hacia ellos, los troles se dieron la vuelta y huyeron con p?nico en sus rostros. El ajetreo pronto se detuvo y cay? el silencio. La marea de troles se hab?a detenido. ?Estaban huyendo de regreso a Marda? ?Se reagrupaban para invadir en otra parte? Kyle no estaba seguro. En medio del silencio, Kyle se qued? en el suelo en agon?a por sus heridas. Mir? c?mo Alva bajaba lentamente su bast?n y c?mo la luz se atenuaba a su alrededor. Alva entonces se volte? hacia ?l, extendi? su mano y la puso en la frente de Kyle. Kyle sinti? una oleada de luz entrando en su cuerpo, sinti? el calor y la luz y, en solo unos momentos, sinti? que estaba completamente curado. Se sent? y sinti? que volv?a a la vida; inundado de gratitud. Alva se arrodill? al lado de Kolva, puso su mano en su est?mago y lo cur? tambi?n. En solo unos momentos Kolva pudo levantarse, claramente sorprendido de poder estar de pie y con brillo de luz en sus ojos. Dierdre y Marco eran los siguientes, y mientras Alva pon?a sus palmas sobre ellos, ellos tambi?n fueron curados. Extendi? su bast?n y tambi?n toco a Leo y Andor, y ambos se levantaron al ser curados por los poderes m?gicos de Alva antes de que sus heridas los acabaran. Kyle se qued? impactado al presenciar con sus propios ojos el poder de este ser m?gico del que solo hab?a escuchado rumores toda su vida. Sab?a que estaba en presencia de un verdadero maestro. Tambi?n sinti? que era una presencia que ser?a fugaz; el maestro no se quedar?a. “Lo has logrado,” dijo Kyle lleno de admiraci?n y gratitud. “Has detenido a la entera naci?n de troles.” Alva neg? con la cabeza. “No lo he hecho,” respondi? ?l deliberadamente, con voz tranquila y ancestral. “Simplemente los he retrasado. Se acerca una destrucci?n grande y terrible.” “?Pero c?mo?” presion? Kyle. “La grieta; ellos nunca podr?n cruzarla. Has matado a miles de ellos. ?No estamos seguros ahora?” Alva neg? con la cabeza con tristeza. “Esto ni siquiera fue la punta del iceberg de esta naci?n. Millones m?s est?n por avanzar. La gran batalla ha comenzado; la batalla que decidir? el destino de Escalon.” Alva camin? por entre los escombros de la Torre de Ur, abri?ndose camino con su bast?n mientras Kyle lo miraba, confundido por este enigma. Finalmente se volte? hacia Dierdre y Marco. “Desean regresar a Ur, ?no es as??” les pregunt?. Dierdre y Marco asintieron, con esperanza en sus rostros. “Vayan,” les orden?. Ellos lo miraron, claramente estupefactos. “Pero ah? ya no queda nada,” dijo ella. “La ciudad fue destruida, inundada. Ahora los Pandesianos gobiernan.” “Regresar ah? ser?a regresar a nuestras muertes,” a?adi? Marco. “Por ahora,” respondi? Alva. “Pero pronto se les necesitar? en ese lugar, cuando llegue la gran batalla.” Dierdre y Marco, sin necesitar que se les insistiera, se subieron juntos a Andor y cabalgaron hacia el sur por entre el bosque, de regreso hacia la ciudad de Ur. Leo se qued? atr?s al lado de Kyle, y Kyle le acarici? la cabeza. “?Te preocupas por m? y por Kyra, ?no es as?, muchacho?” le pregunt? Kyle a Leo. Leo gimi? con afecto, y entonces Kyle supo que se quedar?a a su lado y lo proteger?a como si se tratara de Kyra. Sinti? que ser?a un gran compa?ero de pelea. Kyle se dio la vuelta y mir? a Alva, que ahora observaba los bosques del norte. “?Y nosotros, mi maestro?” pregunt? Kyle. “?En d?nde se nos necesita?” “Justo aqu?,” dijo Alva. Kyle mir? hacia el horizonte, siguiendo su mirada al norte hacia Marda. “Ya vienen,” a?adi? Alva. “Y nosotros tres somos la ?ltima esperanza.” CAP?TULO CINCO Kyra estaba llena de p?nico tratando de liberarse de la telara?a, agit?ndose desesperadamente mientras la inmensa criatura se arrastraba hacia ella. No quer?a mirarla, pero no pudo evitarlo. Se dio la vuelta y se llen? de terror al ver a una ara?a masiva que se acercaba cada vez m?s hacia ella. La miraba con sus grandes ojos rojos y levantaba sus largas y peludas patas negras, mientras abr?a su boca revelando colmillos amarillos por los que ca?a saliva. Kyra sab?a que su vida estaba a punto de terminar, y que esta ser?a una manera horrible de morir. Mientras se retorc?a, Kyra escuch? el ajetreo de los huesos en la red a su alrededor; volte? y vio los restos de todas las v?ctimas que hab?an muerto antes que ella, y supo que su probabilidad de sobrevivir era limitada. Estaba atrapada en la red y no hab?a nada que pudiera hacer. Kyra cerr? los ojos sabiendo que no ten?a otra opci?n. No pod?a depender en el mundo exterior; tendr?a que mirar dentro de ella. Sab?a que no podr?a encontrar la respuesta en su fuerza externa o en sus armas f?sicas. Si depend?a del mundo exterior, morir?a. Pero sinti? que en su interior su poder era vasto e infinito. Tendr?a que sacar su fuerza interna, invocar los poderes a los que tem?a enfrentarse. Finalmente tendr?a que entender lo que la motivaba, entender el resultado total de su entrenamiento espiritual. Energ?a. Eso era lo que Alva le hab?a ense?ado. Cuando dependemos en nosotros mismos, tan solo usamos una fracci?n de nuestra energ?a, una fracci?n de nuestro potencial. Utiliza la energ?a del mundo. El entero universo est? esperando para ayudarte. Lo sent?a, estaba pasando por sus venas. Era ese algo especial con el que hab?a nacido, que su madre le hab?a dejado como herencia. Era el poder que flu?a por todas las cosas como un r?o debajo de la tierra. Era el mismo poder en el que siempre le hab?a costado confiar. Era la parte m?s profunda de ella, la parte en la que no confiaba por completo. Era la parte a la que m?s tem?a, incluso m?s que a un enemigo. Quer?a desesperadamente invocar a su madre para que la ayudara. Pero sab?a que en la tierra de Marda no podr?a escucharla. Estaba completamente sola. Tal vez el estar completamente sola y sin poder depender de nadie era el ?ltimo trecho de su entrenamiento. Kyra cerr? los ojos sabiendo que era ahora o nunca. Sab?a que deb?a volverse m?s grande que ella misma, m?s grande que el mundo enfrente de ella. Se oblig? a enfocarse en su energ?a interior, y despu?s en la energ?a a su alrededor. Lentamente, Kyra se sintoniz?. Sinti? la energ?a de la red y de la ara?a; pudo sentirla pasar dentro de ella. Lentamente permiti? que esta formara parte de ella. Ya no peleaba contra ella. En vez de eso, se permiti? ser una sola con ella. Kyra sinti? que ella y el tiempo se volv?an m?s lentos. Pudo concentrarse hasta en los m?s peque?os detalles, en todo lo que escuchaba y en todo lo que estaba a su alrededor. De repente, Kyra sinti? un destello de energ?a y por primera vez supo que el universo era uno solo. Sinti? que todos los muros de separaci?n eran derribados, y sinti? que la barrera entre el mundo externo e interno se disolv?a. Sinti? que la distinci?n misma era falsa. Al hacerlo, sinti? una oleada de energ?a, como si una presa se abriera dentro de ella. Sus palmas le ard?an como si se estuvieran quemando. Kyra abri? los ojos y vio que la ara?a ya estaba cerca y lista para caer sobre ella. Se dio la vuelta y vio que su bast?n estaba en la red cerca de ella. Estir? la mano ya sin dudar de ella misma. Invoc? a su bast?n y, al hacerlo, este vol? por el aire directamente hacia su palma. Lo tom? con fuerza. Kyra utiliz? su poder sabiendo que era m?s fuerte que cualquier cosa frente a ella, y confi? en ella misma. Al hacerlo, levant? el brazo que sosten?a el bast?n y se liber? de la telara?a. Gir? y, justo cuando la ara?a dejaba caer sus colmillos sobre ella, ella dio la vuelta y le encaj? el bast?n dentro de la boca. La ara?a dej? salir un chillido espantoso y Kyra empuj? su bast?n m?s profundo en su boca mientras lo giraba. Esta trat? de cerrar su mand?bula, pero no pudo hacerlo al tener el bast?n atravesado en la boca. Pero entonces, para la sorpresa de Kyra, esta de repente cerr? las mand?bulas e hizo trizas el antiguo bast?n. Rompi? lo que no pod?a ser roto, destruy?ndolo en su boca como un palillo. Esta bestia era m?s poderosa de lo que hab?a imaginado. La ara?a se lanz? hacia ella y, al hacerlo, el tiempo se ralentizo. Kyra sinti? que todo encajaba en su enfoque. Sinti? muy dentro de ella que pod?a ser libre, que pod?a ser m?s r?pida que ella. Kyra se lanz? hacia adelante, liber?ndose y rodando en la red; cuando cayeron los colmillos, atravesaron la red en vez de a ella. Mientras Kyra se enfocaba sinti?, por primera vez, una peque?a vibraci?n en el aire, algo que la llamaba. Se dio la vuelta y vio del otro lado de la red aquello por lo que hab?a venido a Marda: el Bast?n de la Verdad. Ah? estaba, encajado en un bloque de granito negro, et?reo, brillando bajo el cielo de medianoche. Kyra sinti? una conexi?n intensa con este, y sinti? un hormigueo en su palma al extender su mano derecha hacia este. Dej? salir el grito de batalla m?s grande de su vida, y entonces supo, simplemente lo supo, que el bast?n la obedecer?a. De repente, Kyra sinti? que la tierra temblaba debajo de ella. Supo que estaba atrayendo el arma desde el mism?simo n?cleo de la tierra, y por un glorioso momento no dud? ni de ella misma ni de sus poderes ni del universo. A esto le sigui? el gran sonido de piedra chocando contra piedra, y Kyra mir? con admiraci?n que el bast?n se elevaba lentamente liber?ndose del granito. Se elev? lentamente y despu?s vol? por el aire, con su eje negro y adornado con joyas cayendo en la palma derecha de Kyra. Lo tom? y se sinti? viva. Era como sostener una serpiente, como sostener un ser vivo. Sin dudar, Kyra gir? y atac? justo cuando la ara?a ven?a por ella. El bast?n de repente se transform? en una cuchilla y cort? la inmensa red en dos. La ara?a, chillando, cay? al suelo claramente aturdida. Kyra se dio la vuelta y cort? la red de nuevo, liber?ndose completamente y cayendo de pie. Sostuvo el bast?n con ambas manos por sobre su cabeza justo cuando la bestia se abalanzaba sobre ella. La enfrent? valientemente, dando un paso hacia adelante y golpe?ndola con el Bast?n de la Verdad con todas sus fuerzas. Sinti? que el bast?n cortaba por entre el grueso cuerpo de la ara?a. Esta chill? horriblemente mientras era cortada en dos. De esta brot? sangre negra y espesa mientras ca?a muerta sobre el suelo. Kyra se qued? de pie sosteniendo el bast?n con brazos temblorosos, sintiendo una oleada de energ?a como la que nunca hab?a sentido antes. Sinti? que en ese momento hab?a cambiado. Sinti? que se hab?a vuelto m?s poderosa y que nunca volver?a a ser la misma. Sinti? que todas las puertas se abrieron delante de ella y que todo era posible. En las alturas, el cielo tronaba y los rel?mpagos cruj?an. Rayos escarlata cruzaban las nubes dej?ndolas marcadas, como si lava fluyera por entre las nubes. A esto le sigui? un gran rugido y Kyra se regocij? al ver a Theon salir de entre las nubes. Sinti? que la barrera hab?a desaparecido al haber sacado el bast?n. Por primera vez supo que ella estaba destinada a cambiarlo todo. Theon aterriz? frente a ella y, sin esperar, ella se subi? a su espalda y se elevaron en el aire. Se escuchaban truenos por todas partes mientras volaban por el cielo hacia el sur, lejos de Marda y con destino a Escalon. Kyra supo que hab?a bajado hasta los niveles m?s profundos y hab?a prevalecido, que hab?a pasado su prueba final. Y ahora, con el Bast?n de la Verdad en su mano, ten?a una guerra que ganar. CAP?TULO SEIS Mientras se alejaba navegando, Lorna observaba la isla de Knossos todav?a en llamas desvanecerse en el horizonte y sinti? que su coraz?n se romp?a dentro de ella. Estaba en la proa del barco aferr?ndose a la barandilla, con Merk a su lado y la flota de las Islas Perdidas detr?s de ella. Pod?a sentir todas las miradas sobre ella. Esta querida isla, hogar de los Observadores y de los valientes guerreros de Knossos, hab?a dejado de existir. La gloriosa fortaleza hab?a sido destruida con fuego y los queridos guerreros que hab?an hecho guardia por miles de a?os ahora estaban muertos, asesinados por la oleada de troles y terminados por la bandada de dragones. Lorna sinti? movimiento y vio que a su lado llegaba Alec, el muchacho que hab?a matado a los dragones y que hab?a logrado que hubiera silencio de nuevo en la Bah?a de la Muerte. Se miraba tan confundido como ella al sostener su espada, y ella sent?a una gran gratitud hacia ?l y hacia el arma que sosten?a en las manos. Le dio una mirada a la Espada Incompleta, una obra de arte, y pudo sentir la intensa energ?a que emanaba de esta. Record? la muerte de los dragones y entonces supo que lo que ?l ten?a en las manos era el destino de Escalon. Lorna estaba agradecida por seguir con vida. Sab?a que tanto ella como Merk habr?an llegado a su final en la Bah?a de la Muerte si estos hombres de las Islas Perdidas no hubieran llegado. Pero tambi?n sent?a mucha culpa por los que no hab?an sobrevivido. Lo que m?s le dol?a era el no haber podido predecir esto. Toda su vida hab?a podido predecir cosas, todos los giros y vueltas del destino durante su solitaria vida en la Torre de Kos. Hab?a previsto la llegada de los troles, la llegada de Merk, y hasta hab?a visto que la Espada de Fuego ser?a destruida. Hab?a previsto la gran batalla en la isla de Knossos; pero no hab?a previsto el resultado. No hab?a previsto la isla en llamas ni a los dragones. Ahora dudaba de sus propios poderes, y esto le dol?a m?s que cualquier otra cosa. ?C?mo pas? todo esto? se preguntaba. La ?nica respuesta pod?a ser que el destino de Escalon cambiaba momento a momento. Lo que hab?a estado escrito por miles de a?os estaba siendo cambiado. Sinti? que el destino de Escalon estaba en la balanza y ahora era amorfo. Lorna sinti? todos los ojos sobre ella, todos queriendo saber a d?nde dirigirse ahora y el destino que les esperaba al alejarse navegando de la isla en llamas. Con el mundo entero en caos, la buscaban por respuestas. Lorna cerr? los ojos y, lentamente, pudo sentir la respuesta dentro de ella, algo que le dec?a en d?nde se les necesitaba m?s. Pero algo oscurec?a su visi?n. Con un sobresalto, lo record?. Thurn. Lorna abri? los ojos y examin? las aguas debajo, observando los cuerpos flotantes que pasaban y el mar de muertos que chocaban con el casco. Los otros marineros tambi?n hab?an estado buscando por horas, escaneando los rostros junto con ella pero sin ?xito. “Mi se?ora, el barco espera tus ?rdenes,” presion? Merk gentilmente. “Hemos revisado las aguas por horas,” a?adi? Sovos. “Thurn est? muerto. Debemos dejarlo.” Lorna neg? con la cabeza. “Siento que no lo est?,” replic? ella. “Yo, m?s que nadie, desear?a que eso fuera verdad,” respondi? Merk. “Le debo mi vida. ?l nos salv? del fuego de los dragones. Pero lo vimos quemarse y caer al mar.” “No lo vimos morir,” respondi? ella. Sovos suspir?. “Mi se?ora, incluso si de alguna manera sobrevivi? a la ca?da,” a?adi? Sovos, “no pudo haber sobrevivido a estas aguas. Debemos dejarlo. Nuestra flota necesita direcci?n.” “No,” dijo ella con una voz decisiva y llena de autoridad. Pudo sentirlo dentro de ella, una premonici?n, un hormigueo en medio de los ojos. Este le dec?a que Thurn segu?a vivo ah? abajo, en medio de los escombros y en medio de los miles de cuerpos flotantes. Lorna examin? las aguas, esperando y escuchando. Se lo deb?a, y ella nunca le hab?a dado la espalda a un amigo. La Bah?a de la Muerte estaba tenebrosamente callada, con los troles muertos y los dragones fuera de vista. Pero aun as? ten?a su propio sonido, el constante aullido del viento, el chapoteo de un millar de olas, y el agitarse del barco que no dejaba de mecerse. Mientras escuchaba, las r?fagas de viento se volvieron m?s feroces. “Se acerca una tormenta, mi se?ora,” dijo Sovos finalmente. “Debemos irnos. Necesitamos direcci?n.” Sab?a que ten?an raz?n. Pero aun as? no pod?a irse. Justo cuando Sovos abr?a la boca para hablar, Lorna sinti? de repente una oleada de emoci?n. Se inclin? y mir? algo en la distancia que se mov?a entre las aguas y que era atra?do hacia el barco por la corriente. Sinti? un hormigueo en su est?mago y supo que era ?l. “?AH?!” grit? ella. Los hombres se apuraron hacia la barandilla y tambi?n lo miraron: ah? estaba Thurn, flotando en el agua. Lorna no perdi? tiempo. Dio dos grandes pasos, salt? por la orilla, y se lanz? cabeza abajo por el aire hacia las heladas aguas de la bah?a. “?Lorna!” grit? Merk detr?s de ella, con preocupaci?n en su voz. Lorna vio a los tiburones rojos nadando debajo de ella y entendi? su preocupaci?n. Estaban rodeando a Thurn, y aunque lo atacaban, ella vio que todav?a no eran capaces de penetrar su armadura. Ella se dio cuenta de lo afortunado que era Thurn de todav?a traer su armadura; y m?s afortunado a?n al poder sostenerse de un tabl?n de madera que lo manten?a a flote. Pero los tiburones ahora atacaban con m?s fuerza, volvi?ndose m?s valientes, y supo que se le acababa el tiempo. Tambi?n sab?a que los tiburones ir?an por ella, pero esto no la detendr?a, no cuando la vida de ?l estaba en peligro. Estaba en deuda con ?l. Lorna cay? en el agua impactada por lo helada que estaba y, sin detenerse, nad? y pate? por debajo del agua hasta llegar con ?l, usando sus poderes para nadar m?s r?pido que los tiburones. Lo tom? poni?ndole un brazo alrededor y sinti? que estaba vivo, aunque inconsciente. Los tiburones empezaron a nadar hacia ella y ella se prepar?, lista para hacer lo que fuera necesario para mantenerse con vida. Lorna de repente vio cuerdas a su alrededor y se aferr? de una fuertemente, sinti? que era jalada hacia atr?s, y vol? por el aire. Fue justo en el momento exacto: un tibur?n rojo salt? del agua y trat? de morderle las piernas, pero fall?. Lorna, sosteniendo a Thurn, fue levantada en el aire atravesando el viento helado que los hac?a chocar contra el casco del barco. Un momento despu?s fueron levantados por la tripulaci?n y, antes de subir al barco, ech? una mirada hacia abajo y alcanz? a ver a los tiburones furiosos por haber perdido su almuerzo. Lorna cay? en la cubierta con Thurn todav?a en sus brazos, y al hacerlo, inmediatamente le dio la vuelta y lo examin?. La mitad de su rostro estaba desfigurado, quemado por el fuego, pero al menos hab?a sobrevivido. Sus ojos estaban cerrados. Al menos no estaban abiertos hacia el cielo; esto era una buena se?al. Le puso una mano en el coraz?n y sinti? algo. Aunque muy d?bil, era un latido de coraz?n. Lorna le puso las palmas sobre el coraz?n y, al hacerlo, sinti? una oleada de energ?a, un intenso calor que sal?a de las palmas de sus manos y hacia ?l. Invoc? a sus poderes y esper? que Thurn pudiera regresar a la vida. Thurn de repente se sent? derecho con un jadeo y respirando agitadamente y escupiendo agua. Tosi? y los otros hombres se acercaron r?pidamente para cubrirlo en pieles y calentarlo. Lorna estaba euf?rica. Vio que le regresaba el color al rostro y supo que vivir?a. Lorna entonces sinti? que le colocaban pieles calientes sobre los hombros, y al darse vuelta vio que Merk estaba de pie a su lado, sonri?ndole y ayud?ndole a ponerse de pie. Los hombres pronto ya estaban todos a su alrededor, mir?ndola incluso con m?s respeto. “?Y ahora?” le pregunt? ?l a su lado. Casi tuvo que gritar para ser escuchado por sobre el viento y el mecimiento del barco. Lorna sab?a que les quedaba poco tiempo. Cerr? los ojos y levant? las palmas al cielo, y lentamente sinti? el tejido del universo. Con la Espada de Fuego destruida, Knossos acabado, y los dragones desaparecidos, necesitaba saber en d?nde los necesitaba m?s Escalon en este tiempo de crisis. De repente sinti? la vibraci?n de la Espada Incompleta a su lado, y entonces lo supo. Se dio la vuelta hacia Alec y ?l la mir?, claramente esperando. Ella sinti? que su destino especial empezaba a aparecer dentro de ella. “Ya no deber?s perseguir a los dragones,” dijo ella. “Aquellos que han huido no te buscar?n; ahora te temen. Y si los buscas, no los encontrar?s. Han ido a pelear en otra parte de Escalon. La misi?n de destruirlos ahora es de otra persona.” “?Entonces qu?, mi se?ora?” pregunt? ?l, claramente sorprendido. Cerr? los ojos y sinti? que llegaba la respuesta. “Las Flamas,” respondi? Lorna sintiendo que esa era la respuesta. “Deben ser restauradas. Esa es la ?nica forma de evitar que Marda destruya Escalon. Eso es lo que m?s importa ahora.” Alec parec?a perplejo. “?Y eso que tiene que ver conmigo?” pregunt? ?l. Ella lo mir?. “La Espada Incompleta,” respondi? ella. “Es la ?ltima esperanza. Esta, y solo esta, podr? restaurar el muro de fuego. Deber? ser regresada a su hogar original. Hasta entonces, Escalon nunca podr? estar seguro.” ?l la mir? con sorpresa en el rostro. “?Y d?nde est? su hogar?” pregunt? ?l mientras los hombres se acercaban para escuchar. “En el norte,” dijo ella. “En la Torre de Ur.” “?Ur?” pregunt? Alec, estupefacto. “?No ha sido ya destruida la torre?” Lorna asinti?. “La torre, s?,” respondi? ella. “Pero no lo que yace debajo.” Respir? profundo mientras todos la miraban fijamente. “La torre tiene una c?mara secreta muy por debajo del suelo. En realidad la torre nunca fue importante; tan solo era una distracci?n. Se trata de lo que hay debajo. Ah? encontrar? su hogar la Espada Incompleta. Cuando la regreses, la tierra estar? segura y Las Flamas volver?n para siempre.” Alec respir? profundo, claramente tratando de procesarlo todo. “?Quieres que viaje hacia el norte?” pregunt? ?l. “?Hacia la torre?” Ella asinti?. “Ser? un viaje muy peligroso,” dijo ella. “Encontrar?s enemigos por ambos lados. Lleva a los hombres de las Islas Perdidas contigo. Naveguen por el Mar de los Lamentos y no se detengan hasta llegar a Ur.” Dio un paso hacia adelante y le puso una mano en el hombro. “Regresa la espada,” le orden?. “Y s?lvanos.” “?Y usted, mi se?ora?” pregunt? Alec. Ella cerr? los ojos y sinti? una terrible oleada de dolor; entonces supo a d?nde deber?a ir. “Duncan muere mientras hablamos,” dijo ella. “Y solo yo puedo salvarlo.” CAP?TULO SIETE Aidan cabalgaba por los p?ramos con los hombres de Leifall, Cassandra a su lado, Anvin al otro lado, Blanco a sus pies, y todos galopaban dejando una nube de polvo mientras Aidan se regocijaba por el sentimiento de victoria y orgullo. Hab?a ayudado a lograr lo imposible: redirigir las cataratas, cambiar la inmensa corriente de Everfall, y enviar las aguas a borbotones por las planicies para inundar el ca??n; y as? salvar a su padre justo a tiempo. Al acercarse y estando muy deseoso de poder reencontrarse con su padre, Aidan pudo ver a los hombres de su padre en la distancia, pudo escuchar los gritos de j?bilo que llegaban hasta ah?, y se llen? de orgullo. Lo hab?an conseguido. Aidan estaba euf?rico al ver que su padre y sus hombres hab?an sobrevivido, el ca??n inundado, rebosante, y miles de Pandesianos muertos a sus pies. Por primera vez Aidan sinti? un gran sentido de prop?sito y pertenencia. En realidad hab?a contribuido a la causa de su padre a pesar de su corta edad, y se sent?a un hombre entre los hombres. Sinti? que este ser?a uno de los momentos m?s grandes de su vida. Mientras galopaban acompa?ados por el brillante sol, Aidan estaba impaciente por el momento en que viera a su padre, el orgullo en sus ojos, su gratitud y, m?s que nada, su mirada de respeto. Estaba seguro de que ahora su padre lo mirar?a como a un igual, como a uno de los suyos, como a un verdadero guerrero. Era todo lo que Aidan siempre hab?a querido. Aidan sigui? avanzando con el estruendoso sonido de los caballos en sus o?dos, cubierto de tierra y quemado por la larga cabalgata, y al pasar la colina vio el ?ltimo trecho delante de ellos. Mir? hacia el grupo de los hombres de su padre con el coraz?n acelerado por la anticipaci?n; cuando de repente se dio cuenta de que algo andaba mal. Ah? en la distancia los hombres de su padre estaban abriendo camino, y en medio caminaba una sola figura, caminando sola por el desierto. Una chica. No ten?a sentido. ?Qu? estaba haciendo una chica sola ah? caminando hacia su padre? ?Por qu? se deten?an todos los hombres dej?ndola pasar? Aidan no sab?a exactamente qu? era lo que estaba mal, pero por el latir de su coraz?n supo que algo dentro de ?l le dec?a que esto significaba problemas. Y lo que fue m?s extra?o, al acercarse Aidan pudo reconocer la figura particular de la chica. Vio su capa de gamuza y cuero, sus altas botas negras, su bast?n en la mano, su cabello largo color rubio claro, su rostro orgulloso distintivo, y parpade? confundido. Kyra. Su confusi?n sigui? creciendo. Al verla caminar, vio la forma de su marcha y la forma en que sosten?a los hombros, y supo que hab?a algo extra?o. Se miraba como ella, pero no lo era. No era la hermana con la que hab?a pasado toda su vida, con la que hab?a le?do libros apoyado en su regazo. A?n a cien yardas de distancia, el coraz?n de Aidan se aceleraba al sentir cada vez m?s nerviosismo. Baj? su cabeza, pate? a su caballo para que acelerara y cabalg? tan r?pido que apenas si pod?a respirar. Ten?a una terrible premonici?n, un sentimiento de muerte inminente al ver a la chica acercarse a Duncan. “?PADRE!” grit?. Pero desde ah? sus gritos eran apagados por el viento. Aidan galop? m?s r?pido, separ?ndose del resto del grupo y bajando a toda velocidad. Mir? con impotencia c?mo la chica se acercaba para abrazar a su padre. “?NO, PADRE!” grit? ?l. Estaba a cincuenta yardas de distancia, despu?s cuarenta, despu?s treinta; pero a?n muy lejos como para poder hacer algo. “?BLANCO, CORRE!” le orden?. Blanco avanz? corriendo incluso m?s r?pido que el caballo. Pero aun as? Aidan sab?a que no llegar?a a tiempo. Entonces lo vio suceder. Para el horror de Aidan, la chica sac? una daga y la encaj? en el pecho de su padre. Los ojos de su padre se ensancharon y cay? de rodillas. Aidan sinti? que ?l tambi?n era apu?alado. Sinti? que todo su cuerpo se colapsaba dentro de ?l al nunca haberse sentido tan impotente. Todo hab?a pasado tan r?pido que los hombres de su padre estaban estupefactos y confundidos. Nadie sab?a qu? estaba pasando. Pero Aidan lo sab?a; lo hab?a sabido desde un principio. A?n a veinte yardas de distancia, Aidan desesperadamente sac? la daga que Motley le hab?a dado de su cintur?n, se inclin? hacia atr?s y la lanz?. La daga gir? por el aire reflejando la luz del sol y dirigi?ndose hacia la chica. Ella sac? la daga, sonriendo, y se prepar? para apu?alar a Duncan otra vez; pero entonces la daga de Aidan lleg? a su objetivo. Aidan se sinti? aliviado al ver que le hab?a atravesado la mano, al verla gritar y soltar su arma. No fue un grito de este mundo, y ciertamente no era de Kyra. Quienquiera que fuese, Aidan la hab?a expuesto. Se dio la vuelta y lo mir? y, al hacerlo, Aidan mir? con horror c?mo su rostro se transformaba. La apariencia femenina fue reemplazada por un grotesco rostro masculino que crec?a a cada segundo. Los ojos de Aidan se agrandaron por la sorpresa. No era su hermana. Se trataba del Grande y Sagrado Ra. Los hombres de Duncan se quedaron perplejos al verlo. De alguna manera, la daga en su mano hab?a interrumpido la ilusi?n, hab?a destruido la hechicer?a utilizada para enga?ar a Duncan. Al mismo tiempo Blanco salt? hacia ?l, atravesando el aire y cayendo sobre el pecho de Ra con sus grandes patas, derrib?ndolo hacia atr?s. Gru?endo, el perro atac? su cuello y utiliz? sus garras. Le cort? el rostro tomando a Ra completamente por sorpresa y evitando que pudiera prepararse para atacar a Duncan de nuevo. Ra, peleando en la tierra, mir? hacia el cielo y grit? unas palabras, algo en un lenguaje que Aidan no pudo entender y claramente invocando un hechizo antiguo. Y entonces, de repente, Ra desapareci? en una esfera de polvo. Todo lo que qued? fue su daga ensangrentada en el suelo. Y ah?, en un charco de sangre, estaba el cuerpo inm?vil del padre de Aidan. CAP?TULO OCHO Vesuvius cabalgaba hacia el norte por el campo, galopando en un caballo que hab?a robado despu?s de matar a un grupo de soldados Pandesianos, y ahora creando un alboroto casi sin detenerse al destruir aldea tras aldea asesinando mujeres y ni?os inocentes. En algunos casos pasaba por una aldea para conseguir comida y armas; en otros, tan solo por el placer de matar. Sonri? ampliamente al recordar prenderle fuego a una aldea tras otra, quem?ndolas por completo ?l solo. Dejar?a su marca en Escalon en cualquier lugar por el que pasara. Al salir de la ?ltima aldea Vesuvius gru?? y lanz? una antorcha encendida, observando con satisfacci?n mientras ca?a en otro techo y se incendiaba otra aldea. Sali? de esta regocij?ndose. Era la tercera aldea que quemaba en una hora. Las quemar?a todas si pudiera, pero ten?a asuntos urgentes. Encaj? sus tacones en el caballo y estaba determinado a unirse a sus troles y guiarlos en el ?ltimo trecho de la invasi?n. Lo necesitaban ahora m?s que nunca. Vesuvius cabalg? y cabalg?, cruzando las grandes planicies y entrando en la parte norte?a de Escalon. Sinti? que su caballo empezaba a cansarse, pero eso solo lo hizo encajarle m?s profundo sus tacones. No le importaba si lo cabalgaba hasta la muerte; de hecho, esperaba que as? fuera. Mientras el sol empezaba a bajar en el cielo, Vesuvius pudo sentir que su naci?n de troles estaba cerca y lo esperaban; pod?a olerlo en el aire. Le dio gran felicidad el pensar en su gente finalmente de este lado de Las Flamas en Escalon. Pero al avanzar, se pregunt? por qu? sus troles no estaban ya m?s al sur saqueando todo el terreno. ?Qu? los deten?a? ?Eran sus generales tan incompetentes que no pod?an hacer nada si ?l? Vesuvius finalmente sali? libre de una gran extensi?n de bosque, y al hacerlo, su coraz?n salt? al ver a sus fuerzas extendi?ndose en las llanuras de Ur. Se emocion? al ver que se juntaban decenas de miles de troles. Pero estaba confundido: en vez de parecer victoriosos, los troles parec?an derrotados y desamparados. ?C?mo era posible? Mientras Vesuvius ve?a a su gente simplemente parados all?, su rostro se ruboriz? con disgusto. Sin ?l, todos parec?an desmoralizados y sin motivaci?n para pelear. Con Las Flamas abajo, Escalon ya era de ellos. ?Qu? era lo que estaban esperando? Vesuvius finalmente los alcanz? y, al entrar en la multitud galopando, vio que todos se volteaban y lo miraban con sorpresa, miedo y despu?s esperanza. Todos se quedaron congelados. Siempre hab?a tenido ese efecto en ellos. Vesuvius baj? de su caballo y, sin dudar, levant? su alabarda con las manos y le cort? la cabeza a su caballo. El caballo sin cabeza se qued? de pie por un momento; despu?s cay? muerto. Eso, pens? Vesuvius, fue por no correr lo bastante r?pido. Adem?s, siempre le gustaba matar algo cuando llegaba a alg?n lugar. Vesuvius vio el miedo en el rostro de los troles mientras marchaba hacia ellos furioso, demandando respuestas. “?Qui?n est? liderando a estos hombres?” demand?. “Yo, mi se?or.” Vesuvius dio la vuelta y vio a un trol grande y grueso, Suves, su subcomandante en Marda, que lo miraba con decenas de miles de troles detr?s de ?l. Vesuvius pudo ver que Suves trataba de parecer orgulloso, pero pod?a detectar el miedo detr?s de su mirada. “Pensamos que estabas muerto, mi se?or,” a?adi? tratando de explicar. Vesuvius frunci? el ce?o. “Yo no muero,” replic?. “Morir es para los cobardes.” Los troles lo miraron con temor y silencio mientras Vesuvius abr?a y cerraba su agarre en su alabarda. “?Y por qu? te has detenido aqu??” demand?. “?Por qu? no has destruido todo Escalon?” Suves pasaba la mirada de sus hombres a Vesuvius con miedo. “Fuimos detenidos, mi maestro,” admiti? ?l finalmente. Vesuvius sinti? una oleada de rabia. “??Detenidos!?” grit?. “?Por qui?n?” Suves dud?. “El que es conocido como Alva,” dijo finalmente. Alva. El nombre reson? profundamente en el alma de Vesuvius. Era el hechicero m?s grande de Escalon. Tal vez el ?nico con m?s poder que ?l mismo. “Cre? una grieta en la tierra,” explic? Suves. “Un ca??n que no pudimos cruzar. Ha separado el sur del norte. Muchos de nosotros ya hemos muerto intent?ndolo. Fui yo el que detuvo el ataque para salvar a los troles que ves aqu? hoy. Soy yo al que tienes que agradecer por haber conservado estas preciosas vidas. Soy yo el que salv? nuestra naci?n. Por eso, mi maestro, te pido que me promuevas y me des mi propio comando. Despu?s de todo, esta naci?n ahora me busca a m? por liderazgo.” Vesuvius sinti? que su rabia estaba a punto de explotar. Con manos temblorosas, dio dos pasos r?pidos, gir? su alabarda, y cort? la cabeza de Suves. Suves cay? al suelo mientras el resto de los troles lo miraban con sorpresa y temor. “Ah? tienes,” le dijo Vesuvius al trol muerto, “tu comando.” Vesuvius examin? a su naci?n de troles con disgusto. Pas? por las filas mirando todos los rostros, infundiendo temor y p?nico en todos ellos como le gustaba hacerlo. Finalmente habl?, con su voz pareciendo m?s un gru?ido. “El gran sur est? frente a ustedes,” dijo con una voz oscura y llena de furia. “Esas tierras fueron una vez de nosotros, saqueadas por nuestros antepasados. Esas tierras una vez fueron Marda. Nos han robado lo que es nuestro.” Vesuvius respir? profundo. “Para aquellos que tengan miedo de avanzar, juntar? sus nombres y los nombres de sus familias y har? que todos sean torturados lentamente uno a uno, y entonces ser?n enviados a pudrirse en los fosos de Marda. Aquellos que deseen pelear y salvar sus vidas y recuperar lo que alguna vez fue de nuestros antepasados me seguir?n. ?Qui?n est? conmigo?” grit?. A esto le sigui? un gran vitoreo, un gran estruendo por las filas hasta donde se alcanzaba a ver de los troles levantando sus alabardas y coreando su nombre. “?VESUVIUS! ?VESUVIUS! ?VESUVIUS!” Vesuvius dej? salir un gran grito de batalla, se dio la vuelta y corri? hacia el sur. Detr?s de ?l se escuchaba un estruendo como el del trueno, el estruendo de miles de troles sigui?ndolo, de una gran naci?n determinada a acabar con Escalon de una vez por todas. CAP?TULO NUEVE Kyra vol? sobre la espalda de Theon dirigi?ndose al sur sobre Marda, lentamente volviendo a ser ella misma mientras dejaba esta tierra de oscuridad. Se sent?a m?s poderosa que nunca. En su mano derecha sosten?a el Bast?n de la Verdad, del que sal?a una luz que los envolv?a a ambos. Sab?a que esta arma era mucho m?s grande que ella; era un objeto del destino que la llenaba con su poder, que la manejaba a ella tanto como ella manejaba a este. El sostenerlo hizo que el universo se sintiera m?s grande, que ella se sintiera m?s grande. Kyra sinti? como si sostuviera el arma que hab?a sido destinada para ella desde que hab?a nacido. Por primera vez en su vida pudo entender qu? era lo que le hac?a falta y ahora se sinti? completa. Ella y el bast?n, esta misteriosa arma que hab?a recuperado desde las profundidades de la tierra de Marda, eran uno. Kyra vol? hacia el sur sintiendo que Theon tambi?n era m?s grande y fuerte, y que la furia de venganza en sus ojos era igual a la suya. Mientras pasaban las horas y segu?an volando, finalmente la negrura empez? a desvanecerse y el verde de Escalon se hizo visible. El coraz?n de Kyra dio un salto al ver su tierra natal; pens? que nunca la volver?a a ver. Tuvo una sensaci?n de urgencia; sab?a que su padre, rodeado por los ej?rcitos de Ra, la necesitaba en el sur; sab?a que los soldados Pandesianos llenaban el terreno; sab?a que las flotas Pandesianas aplastaban a Escalon desde el mar; sab?a que en alg?n lugar en las alturas volaban los dragones tambi?n tratando de destruir Escalon; y sab?a que millones de troles tambi?n destrozaban el pa?s. Escalon estaba en caos por todos lados. Kyra parpade? y trat? de alejar de su memoria el pensamiento de su tierra natal hecha pedazos, las largas extensiones de ruinas y escombro y cenizas. Aun as?, sab?a que el arma que apretaba en su mano podr?a significar una esperanza de redenci?n. ?Podr?an este bast?n, Theon, y los poderes de ella realmente salvar a Escalon? ?Podr?a ser salvado algo que ya estaba en ruinas? ?Podr?a Escalon recuperar algo de lo que alguna vez hab?a sido? Kyra no lo sab?a, pero siempre hab?a esperanza. Eso era lo que su padre le hab?a ense?ado: incluso en la hora m?s desesperada, cuando las cosas se ven m?s sombr?as y parecen ya estar destruidas, siempre hay esperanza. Siempre hay una chispa de vida, de esperanza, de cambio. Nada nunca era absoluto, ni siquiera la destrucci?n. Kyra sigui? volando sintiendo que su destino crec?a dentro de ella, sintiendo una oleada de optimismo y sinti?ndose m?s poderosa con cada momento que pasaba. Reflexion? y sinti? que hab?a conquistado algo dentro de ella misma. Record? cortar la red de la ara?a y sinti? que, mientras la cortaba, tambi?n hab?a cortado algo dentro de s? misma. Hab?a sido obligada a sobrevivir por s? sola, y hab?a conquistado a los demonios m?s profundos dentro de ella. Ya no era la misma chica que hab?a crecido en el fuerte de Volis; ni siquiera era la misma chica que se hab?a aventurado dentro de Marda. Ahora regresaba como una mujer, como una guerrera. Kyra mir? hacia abajo por entre las nubes sintiendo que el paisaje empezaba a cambiar y vio que finalmente llegaban hasta la frontera en la que anteriormente hab?an estado Las Flamas. Al examinar la gran cicatriz en la tierra, vio movimiento que atrajo su atenci?n. “M?s bajo, Theon.” Atravesaron las pesadas nubes y, mientras se disolv?a la oscuridad, su coraz?n se emocion? al ver de nuevo la tierra que hab?a amado. Se sinti? feliz al ver su propio suelo, las colinas y los ?rboles que reconoc?a, y al oler el aire de Escalon. Pero al volver a mirar, su coraz?n se desplom?. Ah? abajo hab?a millones de troles que inundaban la tierra al avanzar hacia el sur desde Marda. Parec?a una migraci?n en masa de las bestias, con su estruendo audible hasta all?. Al ver esto, no supo c?mo su naci?n podr?a resistir un ataque como este. Sab?a que su pueblo la necesitaba; y r?pido. Kyra sinti? que el Bast?n de la Verdad vibraba en sus manos y despu?s produjo un silbido agudo. Sinti? que le dec?a que era momento de actuar, de atacar. No supo si era ella la que le ordenaba al bast?n o si el bast?n le ordenaba a ella. Kyra apunt? el bast?n hacia el suelo y, al hacerlo, sali? un sonido de crujido de este. Era como si sostuviera truenos y rel?mpagos en su mano. Mir? con fascinaci?n c?mo una intensa esfera de luz sal?a del bast?n y se dirig?a hacia el suelo. Cientos de troles se detuvieron y miraron hacia arriba, y vio p?nico y terror en sus ojos mientras ve?an la esfera de luz que ca?a sobre ellos desde el cielo. No tuvieron tiempo de correr. A esto le sigui? una explosi?n tan poderosa que las ondas del impacto sacudieron incluso a Theon y a ella desde el suelo. La esfera de luz golpe? el suelo con la fuerza de un cometa que chocaba contra la tierra. Al impactar, miles de troles cayeron aplastados por la creciente oleada de luz. Kyra examin? el bast?n con asombro. Se prepar? para atacar de nuevo y acabar con el ej?rcito de troles; pero de repente escuch? un horrible rugido encima de ella. Volte? hacia arriba y se qued? impactada al ver el inmenso rostro de un drag?n escarlata que sal?a de las nubes; y una docena m?s detr?s de este. Se dio cuenta muy tarde que estos dragones los hab?an estado buscando. Antes de que Kyra pudiera atacarlos con su bast?n, uno de los dragones se acerc? y golpe? a Theon con sus garras. Theon fue tomado con la guardia baja y sali? volando por el aire por el tremendo golpe. Kyra se aferr? con todas sus fuerzas mientras giraba sin control. Las alas de Theon estaban hacia abajo mientras trataba de controlarse y gir? una y otra vez, con Kyra apenas sosteni?ndose de las escamas hasta que finalmente recuper? el control. Theon rugi? desafiante y, a pesar de ser m?s peque?o que ese grupo, se lanz? hacia arriba sin miedo contra el drag?n que lo hab?a golpeado. El drag?n claramente estaba sorprendido por el contraataque del m?s peque?o Theon y, antes de que pudiera reaccionar, Theon le encaj? los dientes en la cola. El gran drag?n chill? mientras Theon le arrancaba la cola de una mordida. Vol? sin cola por un momento, despu?s perdi? el equilibrio y cay? boca abajo hacia la tierra. Cay? con un gran impacto, creando un cr?ter y una nube de polvo. Kyra levant? su bast?n al sentirlo arder en su mano, y lo hizo girar al ver a tres dragones m?s que se acercaban. Vio salir una esfera de luz que golpe? a los tres dragones en el rostro. Estos chillaron, se detuvieron y empezaron a sacudirse. Despu?s dejaron de moverse y tambi?n cayeron muertos hacia el suelo como rocas creando una gran explosi?n. Kyra estaba impresionada con su poder. ?Acababa el Bast?n de la Verdad de matar a tres dragones con un solo golpe? Kyra levant? el bast?n de nuevo al ver aparecer a otra docena de dragones, y mientras lo bajaba esperando derribarlos, de repente la sorprendi? un terrible dolor en su mano. Se dio la vuelta y vio que un drag?n se hab?a acercado por detr?s con las garras extendidas hacia su mano. Le hab?a cortado la mano haci?ndola sangrar y, en el mismo movimiento, hab?a tomado el Bast?n de la Verdad y se lo hab?a quitado de las manos. Kyra grit?, m?s por el horror de perder el bast?n que por el dolor de la mano. Observ? con impotencia que el drag?n se alejaba volando llev?ndose el bast?n. El drag?n entonces lo solt? y ella mir? con horror que este ca?a por el aire girando hacia el suelo. El bast?n, la ?ltima esperanza de Escalon, iba a ser destruido. Y Kyra, ahora indefensa, se enfrentaba a una manada de dragones, listos para hacerla trizas. CAP?TULO DIEZ Lorna caminaba r?pidamente por el campamento con un sentido de urgencia mientras los hombres de Duncan le abr?an camino. Merk caminaba a su lado junto con Sovos y seguidos de una docena de hombres de las Isas Perdidas, guerreros que se hab?an separado de los otros y hab?an viajado desde la Bah?a de la Muerte y de vuelta al continente por el desierto, pasando Leptus. Lorna los hab?a podido guiar hasta ah? sabiendo que Duncan la necesitaba. Al acercarse, Lorna vio que los hombres de Duncan la miraban con asombro. Abrieron camino para ella hasta que finalmente lleg? al peque?o claro en el que estaba Duncan. Hab?a guerreros preocupados arrodill?ndose a su alrededor, todos gravemente alarmados por su moribundo comandante. Vio a Anvin y a Aidan llorando con Blanco a sus pies, que emit?a el ?nico sonido en el pesado silencio. Una mano la detuvo mientras se acercaba a Duncan, y ella se detuvo y mir? hacia atr?s. Merk y Sovos se pusieron tensos y pusieron sus manos sobre sus espadas, pero ella los detuvo gentilmente al no querer iniciar una confrontaci?n. “?Qui?n eres y a qu? has venido aqu??” le pregunt? seriamente uno de los guerreros de Duncan. “Soy la hija del Rey Tarnis,” respondi? con autoridad. “Duncan trat? de salvar a mi padre. He venido a regresar el favor.” El hombre pareci? sorprendido. “Su herida es fatal,” dijo el guerrero. “Lo he visto muchas veces en batalla. Ya no es posible ayudarlo.” Ahora Lorna frunci? el ce?o. “Perdemos tiempo. ?Prefieres que Duncan muera desangrado aqu?? ?O puedo tratar de curarlo?” Los guerreros estaban claramente esc?pticos desde su encuentro con Ra y su hechicer?a, y se miraban entre s?. Finalmente, Anvin asinti?. “D?jenla pasar,” dijo. Se hicieron a un lado y, mientras Merk y Sovos bajaban sus armas, Lorna se apresur? y se arrodill? a su lado. Lo examin? e inmediatamente supo que estaba muy mal. Pudo sentir un aura negra de muerte alrededor de ?l y, al examinar sus ojos cerrados y agitados, supo que su fin estaba cerca. Pronto dejar?a esta tierra. El golpe de Ra hab?a hecho mucho da?o; pero no tanto por la daga, sino porque Duncan pod?a sentir la traici?n detr?s de esta. Duncan todav?a pensaba que hab?a sido Kyra quien lo hab?a apu?alado, y ella sinti? en el aura que ?l no deseaba seguir viviendo debido a eso. Esto hac?a que se escapara su fuerza de vida. “?Puedes salvar a mi padre?” Lorna volte? hacia Aidan que ten?a los ojos rojos y las mejillas llenas de l?grimas y la miraba con esperanza y desesperaci?n. Respir? profundo. “No lo s?,” respondi? ella simplemente. Lorna puso una mano sobre la frente de Duncan y la otra sobre la herida. Empez? a murmurar un antiguo himno y la multitud lentamente guard? silencio. Aidan dej? de llorar. Ella sinti? un intenso calor que cursaba por sus manos y que peleaba contra la herida. Cerr? los ojos e invoc? todo el poder que ten?a tratando de leer su destino, de entender lo que hab?a pasado, y lo que le ten?a preparado el destino. Lentamente todo lleg? hasta ella. El futuro de Duncan hab?a sido el de morir hoy. Ese era su destino; en este campo de batalla despu?s de una gran victoria en el ca??n. Vio todas las batallas que ?l hab?a peleado; vio c?mo se convirti? en guerrero y comandante; vio su batalla m?s grande y final aqu? en el ca??n. No deb?a sobrevivir despu?s de la inundaci?n. ?l estaba destinado a morir a su paso. Hab?a llevado la revoluci?n tan lejos como estaba destinado a llevarla. Ella sinti? que su hija, Kyra, volaba dirigi?ndose hasta este lugar y estaba destinada a tomar su lugar. Duncan deb?a morir en este momento. Pero ahora, arrodillada ante ?l, Lorna invoc? el poder del universo y rog? por que cambiara su futuro, por que cambiara su destino. Despu?s de todo, Duncan hab?a sido el ?nico amigo verdadero de su padre, el Rey Tarnis, incluso cuando los otros le hab?an dado la espalda. Duncan era al que su padre le hab?a pedido que fuera a salvarla. Se lo deb?a en el nombre de su padre. Adem?s, sent?a dentro de ella que a Duncan podr?a quedarle una ?ltima batalla ?pica en su vida. Lorna pele? contra el destino sintiendo que el esfuerzo era desgastante. Sinti? una batalla ?pica de esp?ritus desarroll?ndose dentro de ella mientras luchaba con poderes contra los que se supon?a no deb?a pelear. Eran poderes peligrosos; poderes que pod?an matarla. Despu?s de todo, el destino no deb?a tomarse a la ligera. Mientras peleaba, Lorna sinti? que la vida de Duncan estaba en la balanza. Finalmente se colaps? por el cansancio y, respirando agitadamente, finalmente lo supo: era tanto una victoria como un fracaso. La vida de Duncan ser?a extendida; pero solo por un corto tiempo. Se le permitir?a tener una ?ltima batalla y ver el rostro de su hija de nuevo, su verdadera hija, y a ?l se le permitir?a morir en sus brazos. Hab?a logrado conseguir algo. Lorna se estremeci? sinti?ndose mareada, abrumada por los poderes con los que hab?a peleado. Sus palmas le ard?an y finalmente hubo un destello, un sentimiento como el que nunca antes hab?a sentido y que la hizo retroceder. Cay? de espaldas a unos pies de distancia. Êîíåö îçíàêîìèòåëüíîãî ôðàãìåíòà. Òåêñò ïðåäîñòàâëåí ÎÎÎ «ËèòÐåñ». Ïðî÷èòàéòå ýòó êíèãó öåëèêîì, êóïèâ ïîëíóþ ëåãàëüíóþ âåðñèþ (https://www.litres.ru/pages/biblio_book/?art=43697207&lfrom=688855901) íà ËèòÐåñ. Áåçîïàñíî îïëàòèòü êíèãó ìîæíî áàíêîâñêîé êàðòîé Visa, MasterCard, Maestro, ñî ñ÷åòà ìîáèëüíîãî òåëåôîíà, ñ ïëàòåæíîãî òåðìèíàëà, â ñàëîíå ÌÒÑ èëè Ñâÿçíîé, ÷åðåç PayPal, WebMoney, ßíäåêñ.Äåíüãè, QIWI Êîøåëåê, áîíóñíûìè êàðòàìè èëè äðóãèì óäîáíûì Âàì ñïîñîáîì.
Íàø ëèòåðàòóðíûé æóðíàë Ëó÷øåå ìåñòî äëÿ ðàçìåùåíèÿ ñâîèõ ïðîèçâåäåíèé ìîëîäûìè àâòîðàìè, ïîýòàìè; äëÿ ðåàëèçàöèè ñâîèõ òâîð÷åñêèõ èäåé è äëÿ òîãî, ÷òîáû âàøè ïðîèçâåäåíèÿ ñòàëè ïîïóëÿðíûìè è ÷èòàåìûìè. Åñëè âû, íåèçâåñòíûé ñîâðåìåííûé ïîýò èëè çàèíòåðåñîâàííûé ÷èòàòåëü - Âàñ æä¸ò íàø ëèòåðàòóðíûé æóðíàë.