Íåäàâíî ÿ ïðîñíóëñÿ óòðîì òèõèì, À â ãîëîâå – íàñòîé÷èâàÿ ìûñëü: Îòíûíå äîëæåí ÿ ïèñàòü ñòèõè. È òàê íàïîëíèòü ñìûñëîì ñâîþ æèçíü! ß ïåðâûì äåëîì ê çåðêàëó ïîø¸ë, ×òîá óáåäèòüñÿ â âåðíîñòè ðåøåíüÿ. Âçãëÿä çàòóìàíåí.  ïðîôèëü – ïðÿì îðåë! Òèïè÷íûé âèä ïîýòà, áåç ñîìíåíüÿ. Òàê òùàòåëüíî òî÷èë êàðàíäàøè, Çàäóì÷èâî ñèäåë â êðàñèâîé ïîçå. Êîãäà äóøà

Llegada

Llegada Morgan Rice Las Cr?nicas de la Invasi?n #2 De la autora de fantas?a ?xito en ventas Morgan Rice llega una serie de ciencia ficci?n muy esperada. El SETI ha recibido una se?al de una civilizaci?n alien?gena. ?Hay tiempo para salvar al mundo?Un gran argumento, el tipo de libro que te costar? dejar por la noche. El final tiene un suspense tan espectacular que inmediatamente querr?s comprar el siguiente libro solo para ver lo que pasa. – The Dallas Examiner (sobre Amores) Otra serie brillante, que nos sumerge en una fantas?a de honor, valent?a, magia y fe en tu destino… Recomendado para la biblioteca permanente de todos los lectores a los que les encanta la literatura fant?stica bien escrita. Books and Movie Reviews, Roberto Mattos, sobre El despertar de los dragonesUna lectura r?pida y f?cil… tienes que leer lo que pasa a continuaci?n y no quieres dejarlo. FantasyOnline. net, sobre La senda de los h?roesDespu?s de que el SETI recibiera la se?al, Kevin, de 13 a?os, se da cuenta: ?l es el ?nico que puede salvar el mundo. Pero ?hay tiempo? ?Qu? debe hacer??Y qu? tienen pensado hacer los extraterrestres a continuaci?n?Llena de acci?n… La escritura de Rice es de buna calidad y el argumento es intrigante. Publishers Weekly, sobre La senda de los h?roesUna novela de fantas?a superior… Una ganadora recomendada para aquellos a los que les guste la literatura de fantas?a ?pica avivada por j?venes protagonistas adultos cre?bles. – Midwest Book Review, sobre La senda de los h?roesUna novela de fantas?a llena de acci?n que seguro que satisfar? a los fans de las anteriores novelas de Morgan Rice, junto con los fans de obras como EL CICLO DEL LEGADO de Christopher Paolini… Los fans de la ficci?n para j?venes adultos devorar?n esta ?ltima obra de Rice y pedir?n m?s. The Wanderer, A Literary Journal (sobre El despertar de los dragones) El libro#3 estar? pronto disponible. Tambi?n est?n disponibles muchas series de fantas?a de Morgan Rice, incluida LA SENDA DE LOS H?ROES (LIBRO#1 EN EL ANILLO DEL HECHICERO), ?una descarga gratuita con cerca de 1. 300 cr?ticas de cinco estrellas! LLEGADA (LAS CR?NICAS DE LA INVASI?N – LIBRO 2) MORGAN RICE Morgan Rice Morgan Rice tiene el #1 en ?xito de ventas como el autor m?s exitoso de USA Today con la serie de fantas?a ?pica EL ANILLO DEL HECHICERO, compuesta de diecisiete libros; de la serie #1 en ventas EL DIARIO DEL VAMPIRO, compuesta de doce libros; de la serie #1 en ventas LA TRILOG?A DE SUPERVIVENCIA, novela de suspense post-apocal?ptica compuesta de tres libros; de la serie de fantas?a ?pica REYES Y HECHICEROS, compuesta de seis libros; y de la nueva serie de fantas?a ?pica DE CORONAS Y GLORIA. Los libros de Morgan est?n disponibles en audio y ediciones impresas y las traducciones est?n disponibles en m?s de 25 idiomas. A Morgan le encanta escucharte, as? que, por favor, visita www.morganrice.books (http://www.morganrice.books/) para unirte a la lista de correo, recibir un libro gratuito, recibir regalos, descargar la app gratuita, conocer las ?ltimas noticias, conectarte con Facebook o Twitter ?y seguirla de cerca! Algunas opiniones sobre Morgan Rice «Si pensaba que no quedaba una raz?n para vivir tras el final de la serie EL ANILLO DEL HECHICERO, se equivocaba. En EL DESPERTAR DE LOS DRAGONES Morgan Rice consigue lo que promete ser otra magn?fica serie, que nos sumerge en una fantas?a de trols y dragones, de valent?a, honor, coraje, magia y fe en el destino. Morgan ha conseguido de nuevo producir un conjunto de personajes que nos gustar?n m?s a cada p?gina… Recomendado para la biblioteca habitual de todos los lectores que disfrutan de una novela de fantas?a bien escrita». --Books and Movie Reviews Roberto Mattos «Una novela de fantas?a llena de acci?n que seguro satisfar? a los fans de las anteriores novelas de Morgan Rice, adem?s de a los fans de obras como EL CICLO DEL LEGADO de Christopher Paolini… Los fans de la Ficci?n para J?venes Adultos devorar?n la obra m?s reciente de Rice y pedir?n m?s». --The Wanderer, A Literary Journal (sobre El despertar de los dragones) «Una animada fantas?a que entrelaza elementos de misterio e intriga en su trama. La senda de los h?roes trata sobre la forja del valor y la realizaci?n de un prop?sito en la vida que lleva al crecimiento, a la madurez, a la excelencia… Para aquellos que buscan aventuras fant?sticas sustanciosas, los protagonistas, las estrategias y la acci?n proporcionan un fuerte conjunto de encuentros que se centran en la evoluci?n de Thor desde que era un ni?o so?ador hasta convertirse en un joven adulto que se enfrenta a probabilidades de supervivencia imposibles… Solo el comienzo de lo que promete ser una serie ?pica para j?venes adultos». --Midwest Book Review (D. Donovan, eBook Reviewer) «EL ANILLO DEL HECHICERO tiene todos los ingredientes para ser un ?xito inmediato: conspiraciones, tramas, misterio, caballeros valientes e incipientes relaciones repletas de corazones rotos, enga?o y traici?n. Lo entretendr? durante horas y satisfar? a personas de todas las edades. Recomendado para la biblioteca habitual de todos los lectores del g?nero fant?stico». -Books and Movie Reviews, Roberto Mattos «En este primer libro lleno de acci?n de la serie de fantas?a ?pica El anillo del hechicero (que actualmente cuenta con 14 libros), Rice presenta a los lectores al joven de 14 a?os Thorgrin “Thor” McLeod, cuyo sue?o es alistarse en la Legi?n de los Plateados, los caballeros de ?lite que sirven al rey… La escritura de Rice es de buena calidad y el argumento intrigante». --Publishers Weekly Libros de Morgan Rice OLIVER BLUE Y LA ESCUELA DE VIDENTES LA F?BRICA M?GICA (Libro #1) LA ESFERA DE KANDRA (Libro #2) LOS OBSIDIANOS (Libro #3) LAS CR?NICAS DE LA INVASI?N TRANSMISI?N (Libro #1) LLEGADA (Libro #2) ASCENSO (Libro #3) REGRESO (Libro #4) EL CAMINO DE ACERO SOLO LOS DIGNOS (Libro #1) UN TRONO PARA LAS HERMANAS UN TRONO PARA LAS HERMANAS (Libro #1) UNA CORTE PARA LOS LADRONES (Libro #2) UNA CANCI?N PARA LOS HU?RFANOS (Libro #3) UN CANTO F?NEBRE PARA LOS PR?NCIPES (Libro #4) UNA JOYA PARA LA REALEZA (Libro #5) UN BESO PARA LAS REINAS (Libro #6) UNA CORONA PARA LAS ASESINAS (Libro #7) DE CORONAS Y GLORIA ESCLAVA, GUERRERA, REINA (Libro #1) CANALLA, PRISIONERA, PRINCESA (Libro #2) ESCLAVA, GUERRERA, REINA (Libro #3) REBELDE, POBRE, REY (Libro #4) SOLDADO, HERMANO, HECHICERO (Libro #5) H?ROE, TRAIDORA, HIJA (Libro #6) GOBERNANTE, RIVAL, EXILIADO (Libro #7) VENCEDOR, DERROTADO, HIJO (Libro #8) REYES Y HECHICEROS EL DESPERTAR DE LOS DRAGONES (Libro #1) EL DESPERTAR DEL VALIENTE (Libro #2) EL PESO DEL HONOR (Libro #3) UNA FORJA DE VALOR (Libro #4) UN REINO DE SOMBRAS (Libro #5) LA NOCHE DE LOS VALIENTES (Libro #6) EL ANILLO DEL HECHICERO LA SENDA DE LOS H?ROES (Libro #1) UNA MARCHA DE REYES (Libro #2) UN DESTINO DE DRAGONES (Libro #3) UN GRITO DE HONOR (Libro #4) UN VOTO DE GLORIA (Libro #5) UNA POSICI?N DE VALOR (Libro #6) UN RITO DE ESPADAS (Libro #7) UNA CONCESI?N DE ARMAS (Libro #8) UN CIELO DE HECHIZOS (Libro #9) UN MAR DE ARMADURAS (Libro #10) UN REINO DE ACERO (Libro #11) UNA TIERRA DE FUEGO (Libro #12) UN MANDATO DE REINAS (Libro #13) UNA PROMESA DE HERMANOS (Libro #14) UN SUE?O DE MORTALES (Libro #15) UNA JUSTA DE CABALLEROS (Libro #16) EL DON DE LA BATALLA (Libro #17) LA TRILOG?A DE SUPERVIVENCIA ARENA UNO: TRATANTES DE ESCLAVOS (Libro #1) ARENA DOS (Libro #2) ARENA TRES (Libro #3) VAMPIRA, CA?DA ANTES DEL AMANECER (Libro #1) EL DIARIO DEL VAMPIRO TRANSFORMACI?N (Libro #1) AMORES (Libro #2) TRAICIONADA(Libro #3) DESTINADA (Libro #4) DESEADA (Libro #5) COMPROMETIDA (Libro #6) JURADA (Libro #7) ENCONTRADA (Libro #8) RESUCITADA (Libro #9) ANSIADA (Libro #10) CONDENADA (Libro #11) OBSESIONADA (Libro #12) ?Sab?as que he escrito m?ltiples series? ?Si no has le?do todas mis series, haz clic en la imagen de abajo para descargar el principio de una serie! (http://www.morganricebooks.com/read-now/) ?Quieres libros gratuitos? Suscr?bete a la lista de correo de Morgan Rice y recibe 4 libros gratis, 3 mapas gratis, 1 app gratis, 1 juego gratis, 1 novela gr?fica gratis ?y regalos exclusivos! Para suscribirte, visita: www.morganricebooks.com (http://www.morganricebooks.com) Derechos Reservados © 2018 por Morgan Rice. Todos los derechos reservados. A excepci?n de lo permitido por la Ley de Derechos de Autor de EE.UU. de 1976, ninguna parte de esta publicaci?n puede ser reproducida, distribuida o transmitida en forma o medio alguno ni almacenada en una base de datos o sistema de recuperaci?n de informaci?n, sin la autorizaci?n previa de la autora. Este libro electr?nico est? disponible solamente para su disfrute personal. Este libro electr?nico no puede ser revendido ni regalado a otras personas. Si desea compartir este libro con otra persona, tiene que adquirir un ejemplar adicional para cada uno. Si est? leyendo este libro y no lo ha comprado, o no lo compr? solamente para su uso, por favor devu?lvalo y adquiera su propio ejemplar. Gracias por respetar el arduo trabajo de esta escritora. Esta es una obra de ficci?n. Los nombres, personajes, empresas, organizaciones, lugares, eventos e incidentes, son producto de la imaginaci?n de la autora o se utilizan de manera ficticia. Cualquier semejanza con personas reales, vivas o muertas, es totalmente una coincidencia. ?NDICE CAP?TULO UNO (#u70d42780-72a6-52dd-9281-05ba005c6c6f) CAP?TULO DOS (#uffa13a75-48ba-57e0-b16a-45feb3cb3e04) CAP?TULO TRES (#u9eb38259-1177-5fcf-9d07-54fca18822ff) CAP?TULO CUATRO (#u909d7e76-2e9e-5f77-845b-8e3135a4b6db) CAP?TULO CINCO (#u70cdcf34-faaa-52ec-8800-65b7099bb1b6) CAP?TULO SEIS (#litres_trial_promo) CAP?TULO SIETE (#litres_trial_promo) CAP?TULO OCHO (#litres_trial_promo) CAP?TULO NUEVE (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIEZ (#litres_trial_promo) CAP?TULO ONCE (#litres_trial_promo) CAP?TULO DOCE (#litres_trial_promo) CAP?TULO TRECE (#litres_trial_promo) CAP?TULO CATORCE (#litres_trial_promo) CAP?TULO QUINCE (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIECIS?IS (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIECISIETE (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIECIOCHO (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIECINUEVE (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTE (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTIUNO (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTID?S (#litres_trial_promo) CAP?TULO UNO Kevin golpe? la pared de monitores del b?nker, en parte por la frustraci?n y, en parte, porque en la televisi?n hab?a visto que funcionaba. Sin embargo, aqu? no funcionaba y eso solo aviv? la frustraci?n que sent?a. —No pueden quedarse as?, en blanco —insisti?. ?No se supon?a que estos sistemas estaban pensados para sobrevivir a cualquier cosa? —Ahora no, as? no. No cuando acababan de ver que el mundo se estaba acabando y la gente se reun?a mientras naves extraterrestres hac?an una entrada triunfal por encima de ellos. A su lado, Luna los miraba fijamente como si esperara que volvieran en cualquier momento, o tal vez solo porque imaginaba a sus padres en alg?n lugar por all?, subiendo a una nave extraterrestre. Kevin la rode? con el brazo, sin estar seguro de si la consolaba a ella o estaba intentando consolarse ?l. —?Piensas que la gente est? bien? —pregunt? Luna—. ?Piensas que mis padres lo est?n? Kevin trag? saliva, al pensar en la gente que hac?a cola para entrar en las naves. Su madre tambi?n estar?a entre ellos, en alg?n lugar. —Eso espero —dijo. —Esto no est? bien —dijo Luna—. Nosotros estamos aqu? seguros en un b?nker, mientras todos los dem?s est?n all? atrapados… ?a cu?nta gente crees que convirtieron? Kevin pens? en los vastos mares de gente que hab?a en las pantallas antes de que se quedaran en blanco y en la menguante cantidad de personas que estaban all? para informar de todo. —No lo s?, mucha —supuso. —Tal vez todo el mundo —dijo Luna—. Tal vez nosotros seamos los ?ltimos. —Deber?amos echar un vistazo —dijo—. Tal vez podamos encontrar un modo de poner en marcha todo esto de nuevo. Entonces lo veremos. Lo dijo tanto para intentar distraer a Luna como porque pensaba que ten?a esperanzas de hacerlo. ?Qu? sab?an ellos de arreglar sistemas inform?ticos? Si hubiera uno de los cient?ficos del instituto de la NASA all?… tal vez la Dra. Levin… pero no estaba, igual que todos los dem?s. El vapor los hab?a transformado, convirti?ndolos en unas cosas que iban detr?s de ellos y los persegu?an. —Vamos —le dijo a Luna, apart?ndola delicadamente de la pantalla—. Tenemos que echar un vistazo. Luna asinti?, aunque no parec?a estar asimilando mucho ahora mismo. —Supongo. Partieron a trav?s del b?nker por debajo del monte Diablo y Kevin miraba a su alrededor, sorprendido por su espacio. Si hubieran estado buscando en un lugar as? en otro momento, podr?a haber parecido una aventura. Tal y como estaban las cosas, el eco de cada paso le recordaba a Kevin lo solos que estaban. Esto era una base militar completa y ellos eran los ?nicos que estaban dentro. —Esto mola —dijo Luna, su sonrisa era demasiado radiante para ser real—. Como colarse en los almacenes. Pero Kevin pod?a ver que no lo dec?a con mucho entusiasmo. Puede que hubiera intentado ser la Luna de siempre con todas sus fuerzas, pero lo que sali? fue demasiado plano para eso. —No pasa nada —dijo Kevin—, conmigo no tienes que fingir. Yo estoy… ?Qu? pod?a decir? ?Qu? ?l tambi?n estaba triste? No parec?a suficiente para comprender el fin del mundo, o la p?rdida de todos los que conoc?an, o nada de esto, en realidad. —Lo s? —dijo Luna—. Supongo que solo intento ser… optimista. Venga, vamos a ver qu? hay por aqu?. Kevin ten?a la sensaci?n de que ella deseaba la distracci?n, as? que se adentraron m?s en el b?nker. Era un espacio enorme, que parec?a que podr?a haber albergado a centenares de personas si hubiera sido necesario. Hab?a unas tuber?as y unos cables que conduc?an hasta las profundidades y hab?a unas se?ales estarcidas con pintura amarilla en las paredes. —Mira —dijo Luna, se?alando—, por ah? hay una cocina. Kevin sinti? c?mo le sonaba la barriga al pensarlo y, aunque por ah? no cortaban camino, los dos giraron hacia la direcci?n que indicaba la se?al. Bajaron por un pasillo, y despu?s por otro, hasta ir a parar a una cocina que estaba construida a escala industrial. Hab?a unos congeladores situados al fondo, tras unas puertas que podr?an haber protegido una c?mara acorazada, y otras puertas que parec?an llevar a unas despensas. —Deber?amos mirar si queda comida —sugiri? Luna, abriendo una. El espacio que hab?a detr?s era incluso m?s grande de lo que Kevin esperaba, con cajas amontonadas una tras otra. Abri? una y encontr? unos paquetes plateados y sellados que parec?a que pod?an conservarse para siempre. —Aqu? hay comida suficiente para alimentarnos durante toda la vida —dijo Kevin, y entonces se dio cuenta de lo que acababa de decir exactamente—. No es que… Quiero decir, puede que no tengamos que quedarnos aqu? para siempre. —?Y si tenemos que hacerlo? —pregunt? Luna. Kevin no estaba seguro de tener una respuesta para ello. No pod?a imaginar vivir aqu? para siempre. Apenas pod?a imaginar pasar la vida, por no hablar de una sola noche, dentro de un b?nker—. Entonces supongo que estamos mejor aqu? dentro que fuera de aqu?. Al menos aqu? estamos a salvo. —Supongo que s? —dijo Luna—, mirando a las paredes como para evaluar lo gruesas que eran—. A salvo, s?. —Deber?amos ver qu? m?s hay aqu? —dijo Kevin—. Si vamos a quedarnos aqu?, necesitaremos otras cosas. Agua, sitios para dormir, aire puro. Un modo de hablar con el exterior. Las contaba con los dedos mientras pensaba en ellas. —Deber?amos mirar si hay otras entradas o salidas —dijo Luna—. Debemos asegurarnos de que nadie m?s puede entrar. Kevin asinti?, pues eso parec?a importante. Empezaron a inspeccionar el b?nker, usando la cocina como una especie de base, yendo y viniendo entre ella y la sala de control principal, que parec?a extra?amente silenciosa sin nada en sus pantallas. Por all? cerca hab?a otra sala que estaba llena de equipos de comunicaci?n. Kevin vio radios y ordenadores. Incluso hab?a algo que parec?a un tel?grafo en una esquina, como si la gente de all? no confiara en que los equipos m?s modernos estuvieran all? para ellos cuando hiciera falta. —Tienen muchas cosas —dijo Luna, que apret? un bot?n y obtuvo una explosi?n de ruido de vibraci?n como respuesta. —Ahora somos nosotros los que tenemos muchas cosas —remarc? Kevin—. Tal vez si hay otras personas all? fuera, podremos comunicarnos con ellas. Luna mir? a su alrededor. —?Crees que quedan otras personas? ?O que solo estamos nosotros? Kevin no sab?a qu? decir a eso. Si iba a quedarse atrapado como una de las ?ltimas personas en el mundo, no hab?a nadie a quien le gustar?a m?s estar pegado que su mejor amiga. Aun as?, ten?a que creer que hab?a otras personas all? fuera en alg?n lugar. Ten?a que hacerlo. —Debe haber otras personas en alg?n lugar —dijo—. Hay otros b?nkeres y cosas, y algunas personas habr?n deducido lo que estaba pasando. Hab?a gente divulgando fotos, as? que deben haber sabido lo que estaba sucediendo. —Pero las pantallas se quedaron en blanco —puntualiz? Luna—. No sabemos si todav?a est?n all? fuera. Kevin trag? saliva al pensarlo. Hab?a dado por sentado que simplemente se hab?a cortado la se?al, pero ?y si no era la se?al? ?Y si la gente que la mandaba tambi?n hab?an desaparecido? Neg? con la cabeza. —No podemos pensar as? —dijo—. Tenemos que tener esperanzas de que hay m?s gente all? fuera. —Gente que pueda matar a los extraterrestres —dijo Luna, con un duro destello en su mirada. Kevin tuvo la sensaci?n de que si ella hubiera tenido los medios para luchar contra ellos, ahora mismo Luna estar?a all? fuera intentando enfrentarse a ellos. Kevin pod?a entenderlo. Era parte de qui?n era Luna; una parte de lo que tanto le gustaba de ella. Incluso sent?a una parte de la misma rabia, notando c?mo borboteaba en su interior al pensar en que los extraterrestres le enga?aron y en todo lo que le hab?an quitado. Necesitaba la distracci?n de buscar por el b?nker tanto como Luna, pues la alternativa era pensar en su madre, en sus amigos y en todos los dem?s que podr?an haber estado bajo las naves de los extraterrestres cuando llegaron. Continuaron mirando por el b?nker y no tardaron mucho en encontrar lo que parec?a una salida trasera. Las palabras « Espacio sin cerrar. ?Solo para salidas de emergencia!» estaban estarcidas por encima de una trampilla que parec?a el tubo de torpedo de un submarino, que se completaba con una gran manivela circular para cerrarlo. Apenas parec?a lo suficientemente grande para que la mayor parte de las personas pudieran atravesarlo reptando. Evidentemente, para Kevin y Luna eso significar?a espacio de sobra. —?Espacio sin cerrar? —dijo Luna—. ?Qu? crees que significa eso? —Supongo que significa que en esta salida no hay un compartimento estanco, ?no? —dijo Kevin, inseguro. Las palabras estarcidas a su alrededor lo hac?an parecer algo enormemente peligroso si se abr?a. Tal vez lo fuera. —?Sin compartimento estanco? —La gente no lo querr?a si tuvieran que salir r?pido. Vio que Luna se llevaba la mano a la m?scara antig?s que hab?a tenido que llevar durante todo el viaje hacia all?, y que ahora colgaba del cintur?n de sus pantalones vaqueros. Kevin pod?a imaginar lo que estaba pensando. —No hay manera de que el vapor de los extraterrestres pueda entrar aqu? —dijo, intentando tranquilizarla. No quer?a que Luna se asustara—. No si no abrimos esa puerta. —S? que es una estupidez —dijo Luna—. S? que probablemente el vapor ya no est? all?; que solo es la gente de la que se han apoderado… —?Pero aun as? no parece seguro? —adivin? Kevin. Ahora mismo, nada parec?a seguro, ni tan solo dentro de un b?nker. Luna asinti?. —Tengo que alejarme de esa puerta. Kevin fue con ella, de vuelta al b?nker, lejos de la salida de emergencia. Realmente le hizo sentir un poco m?s seguro, al saber que los dos podr?an escapar si era necesario, pero esperaba de verdad no tener que hacerlo. Ahora mismo, necesitaban un lugar seguro. Alg?n lugar en el que pudieran esconderse de los extraterrestres hasta que fuera seguro salir de nuevo. O hasta que su enfermedad lo matara. Ese era un pensamiento particularmente horrible. Ahora mismo no hab?a ning?n temblor de la leucodistrofia, pero Kevin no ten?a ninguna duda de que volver?an, y peor. Solo el hecho de que ten?an cosas mayores de las que preocuparse le obligaba a apartar esos pensamientos, y ?qu? indicaba que hiciera falta una invasi?n alien?gena para hacer que su enfermedad pareciera insignificante? —Creo que all? abajo hay habitaciones —dijo Luna, bajando por uno de los pasillos. Las hab?a. All? hab?a dormitorios completos, con una hilera tras otra de literas que en su mayor?a no eran m?s que estructuras de metal, pero algunas ten?an algunas posesiones al lado, junto con colchones y ropa de cama. —Podr?a pensarse que algunos de ellos se quedaron dentro —dijo Kevin—. No tiene sentido que no haya nadie aqu?. Luna neg? con la cabeza. —Saldr?an fuera a ayudar. Y entonces… bueno, para cuando dedujeron que era una mala idea, los extraterrestres ya los hab?an controlado. Eso ten?a algo de sentido, pero aun as? era un pensamiento horrible. —Echo de menos a mis padres —dijo Luna inesperadamente, aunque tal vez lo hab?a estado pensando todo este tiempo. El dolor que provoc? que se llevaran a la madre de Kevin no hab?a desaparecido; solo se hab?a empujado al fondo por la necesidad de continuar haciendo cosas, por la necesidad de llegar a un lugar seguro y para asegurarse de que los dos estaban a salvo. —Yo tambi?n echo de menos a mi madre —dijo Kevin, sentado en el borde de la estructura de una cama. Pens? que entonces era imposible imaginarla como era antes de que llegaran los extraterrestres. En su lugar, la imagen que aparec?a en su mente era la de cuando estaba en el umbral de su casa, controlada por los extraterrestres e intentando cogerlo. Luna se sent? en la estructura de otra cama. Ninguno de ellos hab?a escogido una de las que ten?an s?banas. De alg?n modo, no parec?a correcto. Daba la sensaci?n de que pertenec?an a alguien, y que sus propietarios podr?an volver en cualquier momento. —No solo son mis padres —dijo Luna—. Son todos los otros chicos de la escuela, toda la gente que he conocido. Se los han llevado a todos. A todos ellos. Puso la cabeza sobre sus manos y Kevin estir? el brazo para cogerle la mano, sin decir nada. En ese momento, era igual de tremendo para ?l pensar que los alien?genas podr?an haberse llevado a todas las personas del mundo. La gente com?n, los famosos, los amigos… —No queda gente —dijo Luna. —Pensaba que no te gustaba la gente de todos modos —replic? Kevin—. Pensaba que hab?as decidido que la mayor?a de personas eran est?pidas. Luna sonri? un poco al o?rlo, pero parec?a que ten?a que esforzarse. —Cualquier d?a me encargar? de los est?pidos en lugar de los controlados por los extraterrestres. —Se par? por un instante—. ?Piensas… piensas que la gente volver? a estar bien alguna vez? Kevin no pod?a mirarla. —No lo s?. —No pod?a imaginar c?mo lo har?an—. Pero nosotros estamos a salvo. Es lo ?nico que importa. Pero no lo era. Ni de lejos. *** Empezaron a buscar por el b?nker hasta encontrar m?s s?banas, pues no quer?an coger nada de las literas que ya estaban hechas. Esas continuaban tan impolutas como si sus due?os pudieran regresar en cualquier momento, aunque Kevin deb?a esperar que no lo hicieran, pues imaginaba que ahora los controlaban los alien?genas. Regresaron a la cocina el tiempo suficiente para comer algo. En el paquete pon?a pollo, pero Kevin apenas pudo probarlo. Tal vez hizo bien, a juzgar por la mirada en la cara de Luna. —Nunca volver? a quejarme por tener que comer verdura —dijo, aunque Kevin sospechaba que posiblemente lo har?a. No ser?a Luna si no lo hiciera. Cuando hubieron acabado, se lavaron por turnos en uno de los ba?os del b?nker. Posiblemente podr?an haber cogido un ba?o cada uno pero, por lo menos Kevin, no quer?a estar tan lejos de Luna por ahora. Incluso cuando lleg? el momento de escoger litera, escogieron unas que estaban casi una al lado de la otra, cuando ten?an todo el espacio del dormitorio para escoger. Era como escoger una peque?a isla all? en medio y, si lo intentaba con todas sus fuerzas, Kevin casi pod?a fingir que era una especie de fiesta de pijamas. Bueno, no pod?a, pero estaba bien por lo menos intentarlo. Apagaron las luces y usaron linternas de estilo militar para que los guiaran hasta la cama. Luna salt? sobre la cama de arriba de la litera que hab?a escogido, mientras que Kevin cogi? la parte de debajo de la suya. —?Te dan miedo las alturas? —pregunt? Luna. —Sencillamente no quiero tener una visi?n desde all? arriba y caerme al suelo —dijo Kevin. No porque hubiera tenido alguna visi?n desde la que lo avis? de la invasi?n. No porque si lo hiciera har?a alg?n bien. Se puso a pensar qu? sentido ten?an sus visiones si ninguna de ellas hab?a ayudado. —De acuerdo —dijo Luna—. Supongo… s?, supongo que debes ir con cuidado. —Tal vez veremos las cosas m?s claras por la ma?ana —sugiri? Kevin. Realmente no lo cre?a. —Tendr?amos que ver la ma?ana antes de verla m?s clara —puntualiz? Luna. —Bueno, tal vez podremos encontrar un modo de ver las cosas de nuevo —dijo Kevin. Pero si lo hac?an, ?qu? podr?an ver? ?Ver?an multitudes de alien?genas por el mundo ahora? ?Un paisaje ?rido sin nada? —Tal vez calcularemos qu? vamos a hacer a continuaci?n —sugiri? Luna—. Tal vez so?aremos una manera de hacer que esto mejore. —Tal vez —dijo Kevin, aunque sospechaba que cualquier sue?o que tuviera estar?a dominado por la vista de todas aquellas personas silenciosas. —Que duermas bien —dijo Kevin. —Que duermas bien. De hecho, a Kevin le parec?a que no iba a dormirse nunca. Estaba all? tumbado a oscuras, escuchando c?mo la respiraci?n de Luna se hac?a m?s profunda y empezaba a roncar de un modo que posiblemente ella no reconocer?a cuando estuviera despierta. Esto hubiera sido muy diferente sin ella aqu?. Aunque hubiese habido alguien m?s all?, Kevin se hubiera sentido solo, pero tal y como estaban las cosas… …Tal y como estaban las cosas, todav?a estaba casi solo, pero por lo menos Luna estaba all? para compartir aquella soledad. Kevin no pod?a escapar de los pensamientos sobre lo que le hab?a pasado a su madre, a todo el mundo, pero por lo menos sab?a que Luna estaba a salvo. Esos pensamientos le siguieron hasta quedarse dormido y en sus sue?os. En sus sue?os, Kevin estaba rodeado por todos los que conoc?a. Su madre estaba all?, sus amigos de la escuela, sus profesores, la gente de la NASA. Ted estaba all?, con herramientas militares colgadas por todas partes y el Profesor Brewster, con una mala cara que daba a entender que desaprobaba todo lo que Kevin hab?a hecho. Sus rostros se distorsionaron mientras Kevin miraba, convirti?ndose en cada uno de los alien?genas de pel?culas de ciencia ficci?n de todos los tiempos. A algunos la piel se les volv?a gris y los ojos grandes, mientras otros parec?an m?s insectos con placas de coraza por encima. Al Profesor Brewster le sal?an tent?culos de las manos, mientras que a la Dra. Levin los ojos le sobresal?an al final de unos tallos. Se mov?an con pesadez hacia Kevin y ?l empez? a correr. Corr?a por los pasillos del instituto de la NASA, manteni?ndose a duras penas por delante de ellos mientras ellos atravesaban una puerta tras otra y, a pesar de que Kevin hab?a vivido all?, no pod?a encontrar la salida hacia un lugar seguro. No pod?a encontrar la manera de hacer que esto fuera mejor. Se meti? en un laboratorio, cerr? la puerta tras ?l y construy? una barricada con sillas, mesas y todo lo que encontr?. Aun as?, la gente transformada que estaba fuera aporreaba la puerta, golpe?ndola con los pu?os mientras, por ninguna raz?n que Kevin comprendiera, empez? a sonar una alarma… Kevin despert? respirando agitadamente. Todav?a estaba oscuro, pero al mirar la hora en su tel?fono entendi? que solo era porque estaban bajo tierra. La alarma sonaba de fondo, su sordo zumbido era constante, mientras que por debajo de ?l hab?a un seco ruido met?lico. Supo que Luna estaba despierta porque ella encendi? las luces. —?Qu? es eso? —pregunt? Kevin. Luna lo mir?. —Creo… creo que alguien quiere entrar. CAP?TULO DOS Fueron a toda prisa hacia el centro de comandos, los golpes eran m?s fuertes ahora que se acercaban a la entrada. Aun as?, con el compartimento estanco en medio, a Kevin le impresion? que el ruido continuara. ?Con qu? estaban golpeando la puerta? Luna no parec?a impresionada, parec?a preocupada. —?Qu? pasa? —pregunt? Kevin. —?Y si son los extraterrestres, o los controlados? —pregunt?—. ?Y si van por ah? reuniendo supervivientes? —?Por qu? iban a hacerlo? —pregunt? Kevin, pero el miedo se col? dentro de ?l al pensarlo. ?Y si era as?? ?Y si entraban? —Eso es lo que yo har?a si fuera un extraterrestre —dijo Luna—. Tomar el poder de todo, asegurarme de que no queda nadie para contraatacar. Matar a cualquiera que se meta en mi camino. No por primera vez en su vida, Kevin jur? que nunca se ir?a al lado malo de Luna. Aun as?, pod?a o?r el miedo bajo sus palabras. Incluso pod?a compartirlo. ?Y si hab?an ido corriendo a un lugar que parec?a seguro, para encontrarse con que este ya estuviera haci?ndose pedazos? —?Podemos ver qui?n hay ah? fuera? —pregunt? Kevin. Luna se?al? hacia las pantallas en blanco. —Est?n muertas desde ayer por la noche. —Pero esta solo es la se?al para alrededor del mundo —insisti? Kevin—. Debe haber… no s?, c?maras de seguridad o algo as?. Ten?a que haber. Un edificio de investigaci?n militar no estar?a ciego a todo lo que pasase a su alrededor. Empez? a tocar teclas de los sistemas inform?ticos para intentar encontrar una manera de que hicieran lo que ellos quer?an. La mayor?a de las pantallas estaban en blanco, las se?ales de alrededor del mundo cortadas, o bloqueadas, o sencillamente… hab?an desaparecido. Luna empez? a tocar teclas a su lado, aunque Kevin sospechaba que no ten?a m?s idea que ?l sobre qu? hacer. —Sea quien sea, no s? si deber?amos dejarlos entrar —dijo Luna—. Cualquiera podr?a estar all? fuera. —Podr?a ser —dijo Kevin—, pero ?y si es alguien que necesita nuestra ayuda? —Tal vez —dijo Luna, sin parecer muy convencida—. Sea quien sea, est? golpeando la puerta bastante fuerte. Eso era cierto. Los ecos met?licos de cada golpe resonaban en el b?nker. Ven?an de tres en tres y, poco a poco, Kevin empez? a darse cuenta de que los espacios entre ellos segu?an un patr?n. —Tres cortos, tres largos, tres cortos —dijo. —?Un SOS, quieres decir? —pregunt? Luna. Kevin le lanz? una mirada. —Pens? que todo el mundo lo sab?a —dijo—. Eso es lo ?nico que recuerdo. —?As? que alguien est? en problemas all? fuera? —pregunt? Kevin, y ese pensamiento le trajo otro tipo de preocupaci?n. ?Deber?an estar ayudando en lugar de dudar? Divis? la imagen de una c?mara en la esquina de una de las pantallas. La toc? y entonces las c?maras se encendieron con im?genes de las c?maras de seguridad de la base desierta. —Esa —dijo Luna, se?alando una de las im?genes como si Kevin no supiera distinguir a una del resto—. D?jame. Toc? una tecla y la imagen llen? la pantalla. Kevin no sab?a lo qu? esperar. Tal vez una multitud de personas controladas por los alien?genas. Un soldado que conociera la base y se hab?a abierto camino luchando por todo el pa?s para llegar all?. No una chica de su edad, que sujetaba lo que parec?an los restos de un letrero y que golpeaba la puerta con ?l a un ritmo regular. Era atl?tica y ten?a el pelo oscuro, lo llevaba corto y llevaba un pendiente en la nariz con el que parec?a retar al mundo a que dijeran algo sobre ?l. Kevin vio que su cara era bonita, muy bonita, pens?, pero con una dura astucia que daba a entender que no agradecer?a que la llamaran as?. Llevaba una sudadera oscura con capucha y una chaqueta de cuero por encima que parec?a ser un par de tallas grande, tejanos rotos y botas de monta?a. Ten?a una peque?a mochila, como si estuviera haciendo senderismo por la monta?a, pero por lo dem?s parec?a m?s una fugitiva, su ropa estaba tan sucia que podr?a haber estado por ah? fuera durante semanas antes de que vinieran los extraterrestres. —Esto no me gusta —dijo Luna—. ?Por qu? solo hay una chica all? fuera intentando entrar? —No lo s? —dijo Kevin—, pero probablemente deber?amos dejarla entrar. Eso ten?a sentido, ?verdad? Si estaba pidiendo ayuda, ellos deber?an por lo menos intentarlo, ?verdad? Ahora la chica estaba mirando a la c?mara y, a pesar de que parec?a que no hab?a ning?n ruido, no parec?a contenta de que la dejaran all? fuera. Luna toc? algo y entonces la oyeron, los micr?fonos recogieron sus palabras. —?… que me dej?is entrar! ?Esas cosas todav?a est?n por aqu? fuera! ?Estoy segura! Kevin se puso a mirar por detr?s de ella en las c?maras y, como era de esperar, pens? que pod?a distinguir se?ales de la gente que hab?a all?, que se mov?an sin ninguna finalidad y que daba a entender que los extraterrestres los ten?an. —Deber?amos dejarla entrar —dijo Kevin—. No podemos dejar a alguien all? fuera. —No lleva m?scara —puntualiz? Luna. —?Y? Luna neg? con la cabeza. —Y si no lleva m?scara, ?c?mo es que el vapor alien?gena no la est? transformando? ?C?mo sabemos que no es una de ellos? Como respuesta a ello, la chica de la pantalla se acerc? m?s a la c?mara y mir? directamente hacia ella. —S? que hay alguien ah? —dijo—. Vi que la c?mara se movi?. Mirad, no soy uno de ellos, soy normal. ?Miradme! Kevin la mir? a los ojos. Eran grandes y marrones, pero lo m?s importante es que las pupilas eran normales. No hab?an cambiado al blanco puro de las de los cient?ficos cuando el vapor de la roca se hab?a apoderado de ellos, o de la manera en que lo hab?an hecho las de su madre cuando ?l hab?a ido a casa… —Tenemos que dejarla entrar —dijo Kevin—. Si la dejamos all? fuera, los controlados la coger?n. Como era de esperar, Kevin vio unas siluetas vestidas con uniforme militar que avanzaban hacia delante, movi?ndose al un?sono, evidentemente bajo el control de los extraterrestres. Fue corriendo hacia el compartimento estanco y us? la llave que la Dra. Levin le hab?a dado para abrirlo. Detr?s, la chica estaba all? esperando, mientras los antiguos soldados ahora se estaban acercando y romp?an a correr. —?R?pido, dentro! —dijo Kevin. Tir? de la chica hacia el compartimento estanco, pues no hab?a tiempo que perder. Fue a tirar de la puerta para cerrarla, sabiendo que estar?an a salvo en el momento en el que estuviera entre ellos y los controlados que avanzaban hacia la base. No ced?a. —?Ay?dame! —le grit? Kevin, tirando de la puerta y sintiendo la solidez del acero bajo sus manos. La chica la agarr? con ?l, tir? de la puerta y tir? su peso hacia atr?s para intentar moverla. Un poco m?s lejos, los antiguos soldados avanzaban corriendo y a Kevin le costaba mantener su atenci?n en la puerta y no en ellos. Era la ?nica manera en que pod?a mantener su p?nico a raya y concentrarse en tirar su propio peso hacia atr?s, tirando de la puerta. Finalmente, cedi?, gir? hasta ponerse en movimiento mientras se arrastraba hasta cerrarse. Kevin oy? su eco al cerrarse de golpe y bloquearse con un clic que son? en todo el compartimento estanco. «Iniciando proceso de descontaminaci?n» —dijo una voz electr?nica, tal y como lo hab?a hecho cuando Kevin y Luna llegaron primero. Hubo una r?faga al limpiar el aire con los filtros del b?nker que hab?a a su alrededor. —Hola, me llamo Kevin —dijo. Sospechaba que deb?a haber algo m?s impresionante para decir en un momento as?, pero no se le ocurr?a. La chica se qued? callada durante uno o dos segundos, pero despu?s pareci? darse cuenta de que Kevin podr?a estar esperando una respuesta. —Yo soy Chloe. —Encantado de conocerte, Chloe —dijo Kevin. Ella lo mir? en silencio, como si lo estuviera evaluando y parec?a casi preparada para salir corriendo. —Claro, supongo. La otra puerta del compartimento estanco se abri? con un chasquido. Luna los estaba esperando, sonriendo con su sonrisa m?s c?lida, a pesar de que ella hab?a sido la que hab?a discutido en contra de dejar entrar a Chloe. —Hola —dijo Luna. Tendi? una mano—. Yo soy Luna. Chloe la mir? fijamente y, a continuaci?n, encogi? los hombros sin cogerla. —Esta es Chloe —dijo Kevin por ella. Chloe asinti? sin mucho entusiasmo en se?al de conformidad y mir? alrededor cautelosamente. —?D?nde est?n todos? —pregunt? por fin. —No hay todos —respondi? Luna—. Solo estamos nosotros. Kevin y yo. Dio un paso hasta ponerse al lado de Kevin como para recalcar que eran un equipo. Incluso le puso una mano encima del hombro. —?Solo vosotros dos? —dijo Chloe. Se sent? en una de las sillas del centro de mando y neg? con la cabeza—. Todo este camino ?y solo est?is vosotros dos? —?T? de d?nde vienes? —pregunt? Kevin. —Eso no importa —dijo Chloe sin mirarlos. —Yo creo que un poco s? que importa —replic? Luna—. Es decir, has aparecido de la nada y nos pides que confiemos en ti. Chloe ech? un vistazo r?pidamente, encogi? de nuevo los hombros y, a continuaci?n, sali? de la habitaci?n. Kevin fue tras ella, sobre todo porque sospechaba que si Luna iba tras ella podr?a haber alguna discusi?n y porque hab?a algo intrigante en Chloe. Hab?a muchas cosas que no sab?an sobre ella. —No tienes por qu? seguirme —dijo Chloe, mirando hacia atr?s mientras Kevin la segu?a por uno de los pasillos. —Pens? que podr?a ense?arte el lugar —dijo Kevin—. Bueno… si quieres. Chloe encogi? los hombros una vez m?s. Parec?a haber matices en sus encogimientos de hombros y, al parecer, este significaba vale. Kevin no estaba seguro de qu? hacer con ella. —Hemos estado mirando por todas partes desde que llegamos aqu? —dijo Kevin—. Aqu? abajo hay una cocina y un almac?n, y aqu? hay algunos ba?os. Este es el dormitorio donde dormimos. Escoge una cama si quieres. Yo estoy por all?, y Luna tambi?n. Chloe escogi? una cama. Estaba al otro lado de la habitaci?n de las que Luna y Kevin hab?an escogido. —No es que no me f?e de vosotros —dijo ella—, pero no os conozco, y… —Neg? con la cabeza y no termin?. Ten?a una mirada afligida al hacerlo. —?Est?s bien? —pregunt? Kevin. —Estoy bien —replic? Chloe, pero despu?s suaviz? un poco su voz—. Estoy bien. Hace un tiempo que me he acostumbrado a cuidar de m? misma. Supongo que no se me da muy bien abrirme a la gente. —Vale —dijo Kevin. Dio un paso atr?s hacia la puerta—. Me puedo ir si no quieres… —Me escap? de casa —dijo Chloe. Esto bast? para que Kevin se quedara quieto. —?Qu?? —Quiero decir, antes de que vinieran los extraterrestres —continu? Chloe—. Mi madre siempre me gritaba y mi padre era… bueno, pas? algo y todos dijeron que yo estaba loca… bueno, tengo un primo en el norte. Pens? que si pod?a llegar hasta ?l, estar?a bien y entonces llegaron los extraterrestres. A Kevin, le sonaba como si se estuviera saltando bastantes cosas, pero lo dej? pasar. Muchas de las pausas daban la sensaci?n de ser agujeros que escond?an el tipo de cosas que dol?an demasiado, como si fingir hiciese que todo esto marchara. ?l sab?a de eso. Como si fingiendo que todo iba bien su enfermedad no estuviera realmente all?. —?C?mo sobreviviste all? fuera? —pregunt? Kevin. —Hice lo que ten?a que hacer —dijo Chloe, sonando a la defensiva y de nuevo un poco afligida tambi?n. Estaba a cubierto lejos de todo el mundo cuando esto empez? a pasar, y la gente dec?a que hab?a un gas o algo as?, pero para cuando yo sal?, solo estaban esas cosas intentando agarrar a la gente y exhalar encima suyo. —?Para cuando saliste? —dijo Kevin. —Un carnicero me encerr? dentro de su congelador de carne. Dijo que estaba intentando robarle. —?Era ese un lugar que pod?a no dejar pasar el vapor? ?Significaba esto que Luna y ?l ya no necesitaban sus m?scaras? —Ir? bien —dijo Kevin. Chloe le dedic? otro de sus encogimientos de hombros. —T? eres el ni?o de la tele, ?no? Cuando dijiste que te llamabas Kevin, no lo pill?, pero creo que te reconozco. ?Por eso est?s aqu?? ?Te guardaron en un lugar seguro porque eres el chico que conoce a los extraterrestres? Kevin neg? con la cabeza y se dirigi? hacia ella. —Ellos no me metieron aqu?. La Dra. Levin me dio una llave que encajaba con los b?nkeres que tienen y me habl? de uno que est? debajo del centro de investigaci?n de la NASA, pero eso sali? mal. Luna y yo tuvimos que encontrar este lugar solos. Chloe asinti?. —Luna… ?es tu novia? La gente siempre lo daba por sentado. Kevin no entend?a el porqu?. A ?l le parec?a evidente que Luna nunca ser?a su novia. —Es mi amiga —dijo Kevin—. No somos… quiero decir… Resultaba extra?o que hablar de los extraterrestres fuera m?s f?cil que hablar de qu? eran exactamente Luna y ?l. —Extra?o —dijo Chloe—. Quiero decir, pareces majo. Yo desde luego no te dejar?a solo como a un amigo. Me pregunto… Kevin no consigui? descubrir lo que se preguntaba, pues vino una tos penetrante desde la puerta. Casi tan penetrante como la mirada que les lanz? Luna cuando Kevin se gir?. —Quer?a ver por qu? estabais tardando tanto —dijo, y no parec?a contenta. Parec?a… casi celosa, y eso no ten?a sentido, pues all? no estaba pasando nada y, en cualquier caso, Kevin y Luna no eran as?. ?O s?? —Hola, Luna —dijo Kevin—. Chloe me estaba hablando de ella. —Ya me lo imagino —dijo Luna—. Tal vez tambi?n podr?a contarme algo a m?. Y quiz?s, mientras tanto, podemos pensar en qu? vamos a hacer todos a continuaci?n. *** Fueron hacia la zona de la cocina, pues ninguno de ellos hab?a desayunado todav?a. Kevin fue a buscar provisiones del almac?n, sin estar del todo seguro de si deb?a dejar solas a Luna y a Chloe ahora mismo. Kevin escogi? un paquete en el que pon?a que eran tortitas de ar?ndanos y se lo llev? a ellas. Estaban calladas, lo que en s? mismo ya era algo preocupante –Luna no estaba callada casi nunca. —Encontr? tortitas de ar?ndanos —dijo. —Eso es fant?stico —dijo Luna—. Me encantan las tortitas de ar?ndanos. —A m? tambi?n me gustan —dijo Chloe, aunque Kevin ten?a la sensaci?n de que solo lo dec?a porque Luna lo hab?a dicho. —Bueno, no s? si estar?n muy buenas —dijo Kevin. La respuesta a eso era sencilla: ten?an el gusto de algo que hab?a estado en un paquete dentro de un almac?n m?s tiempo de lo que deber?a haber estado. Aun as?, ten?a el hambre suficiente como para com?rselo todo. —?C?mo supiste de este lugar? —le pregunt? Kevin a Chloe mientras com?an. —Mi padre… en su trabajo ?l… o?a cosas —dijo, pero no se extendi? m?s que eso. Kevin sospechaba que si hubiera preguntado Luna en lugar de ?l, ni tan solo hubiera dicho eso. —?As? que viniste andando hasta aqu? y apaleaste la puerta hasta que alguien te dej? entrar? —dijo Luna. A Kevin le pareci? que no se lo cre?a mucho. —Ten?a que ir a alg?n sitio —dijo Chloe. —Me pregunto si hay otros lugares como este donde la gente haya conseguido esconderse —dijo Kevin antes de que eso se convirtiera en una discusi?n. Quer?a que se llevaran bien, si iban a estar all? atrapados. —Si los hay, no podemos contactar con ellos —dijo Luna—… Todav?a no viene ninguna se?al de las pantallas y todos esos aparatos de comunicaci?n son in?tiles si no sabemos con qui?n nos estamos poniendo en contacto. —Quiz?s no los encend?is correctamente —dijo Chloe. Luna le ech? una mirada intencionada. —De todos modos, podemos quedarnos aqu? todo el tiempo que necesitemos —dijo Luna—. Aqu? estamos a salvo. Ayer hablamos de esto, Kevin. Lo hab?an hecho, y entonces hab?a sido un pensamiento reconfortante, pero ?lo era? ?Iban a quedarse los tres all? para el resto de sus vidas? —Puede que yo conozca un lugar —dijo Chloe entre bocados de tortita. —Resulta que conoces un lugar —dijo Luna—. ?Del mismo modo que hab?as o?do hablar de aqu?? A Kevin eso le son? sospechoso. Quer?a darle a Chloe el beneficio de la duda, pero parec?a que Luna confiaba mucho menos en ella. Chloe dej? el tenedor. —O? hablar de esto a algunas personas que conoc? cuando ven?a de camino. Supuse que esto estaba m?s cerca y era m?s seguro. Pero si no hay nadie aqu?… —Nosotros estamos aqu? —dijo Luna—. Aqu? estamos a salvo. —?Seguro? —exigi? Chloe, mirando hacia Kevin como para que lo confirmara—. Se supone que hay un grupo hacia LA. que esta ayudando a los refugiados a agruparse y a estar a salvo. Se llaman a s? mismos los Supervivientes. —?As? que quieres que vayamos todos a LA y busquemos a esa gente? —pregunt? Luna. —?Y cu?l es tu plan? ?Quedarte aqu? sentada y esperar a que las cosas mejoren? Kevin miraba de la una a la otra, intentando pensar en la mejor manera de mantener todo esto en calma. —Tenemos la comida suficiente como para durar para siempre y tal vez consigamos que la radio funcione pronto. No podemos simplemente salir all? donde podr?a haber cualquier cosa. Chloe dijo que no con la cabeza. —Las cosas no mejoran. Confiad en m?. —?Qu? confiemos en ti? —dijo Luna—. Ni tan solo te conocemos. Nos quedaremos aqu?. Kevin conoc?a ese tono. Significaba que Luna no iba a bajar del burro. —Escuchad a la peque?a animadora perfecta, piensa que ella es la que manda —replic? Chloe. —T? no sabes nada de m? —insisti? Luna con un tono de voz peligroso. Kevin apenas pod?a entender por qu? estaban discutiendo. Hab?a intentado no meterse, pero ahora parec?a que podr?a tener que hacerlo. Se levant? para decir algo, pero se detuvo, pues un dolor sali? disparado hacia su cabeza, junto con algo m?s, una sensaci?n que hac?a d?as que no ten?a. —Kevin? —dijo Luna—. ?Est?s bien? Kevin neg? con la cabeza. —Creo… creo que viene otra se?al. CAP?TULO TRES Unos n?meros destellaron en la mente de Kevin, irrumpiendo en ella en una r?pida secuencia, que casi parec?a que se le grababa en el cerebro. Parec?an demasiado r?pidos para pillarlos, pero Kevin sab?a que ten?a que intentarlo. Fue a por ellos… Kevin despert? y mir? parpadeando a la litera de arriba de la cama que hab?a escogido desde el suelo. Le dol?a la cabeza como si se la hubieran golpeado, pero no era eso. Solo era el dolor que ven?a de que su cuerpo intentaba procesar una se?al alien?gena que no pod?a manejar e intent? entenderla en vano. Se llev? una mano a la nariz y, al apartarla, estaba manchada por un fino chorro de sangre. —Toma —dijo Luna, pas?ndole un trapo. —Gracias —respondi? Kevin. Chloe lo observaba desde el otro lado de la litera, como si esta fuera una barrera entre Luna y ella. —?Est?s bien? —pregunt?—. ?Qu? pas?? —Ya te dije lo que pas? —dijo Luna. Kevin not? su enfado. Chloe neg? con la cabeza. —Quiero o?rlo de ?l. Kevin trag? saliva. —Creo… creo que hay una transmisi?n. —Ya te lo dije —dijo Luna, con cierta satisfacci?n y, de nuevo, mir? a Kevin—. Espera, ?de verdad crees que hay una? Kevin comprend?a su duda. Antes, todas las transmisiones hab?an sido muy claras. —No hab?an palabras —dijo Kevin—. Todo eran n?meros. —Como la primera vez —dijo Luna. Kevin asinti? y se esforz? por incorporarse. Cuando parpadeaba, pod?a ver claramente los n?meros, quemando detr?s de sus p?rpados, all? estaban quisiera verlos o no. —?O sea que as? es como sucede? —pregunt? Chloe, que parec?a casi emocionada por ello—. ?Recibes transmisiones de verdad en tu cerebro? —Recibo indicios de cosas —dijo Kevin—, pero las transmisiones de verdad vienen a trav?s de los radiotelescopios de la NASA. Yo solo s? traducirlas. —Eso es… incre?ble —dijo Chloe. Era f?cil olvidar que all? fuera hab?a gente que no le hab?a visto hacer esto un mont?n de veces. —No es algo divertido —dijo Luna—. Ya ves lo que le hace a Kevin. Y todos los problemas que han venido de esto… no solo que los alien?genas vinieran aqu?. Ha habido gente que nos ha amenazado, nos ha intentado matar, gente que no cre?a a Kevin. ?Sabes lo que es que no te crean cuando dices la verdad? ?Qu? te digan que est?s loco? Chloe hab?a estado mirando cada vez m?s enojada a Luna mientras hablaba, pero cuando dijo esto, Chloe se tranquiliz?. —S? —dijo en voz baja—. S? que lo s?. Fue a sentarse en la esquina de una de las otras camas y Kevin vio que tamborileaba los dedos como si quisiera decir muchas cosas, pero no lo hizo. Kevin podr?a haberle preguntado qu? le pasaba, pero Luna le estaba hablando otra vez. —?O sea que eso significa que hay otro mensaje a la espera? —pregunt?—. ?Otra transmisi?n de los extraterrestres? Kevin asinti?. —Pero no de los que invadieron. Esta se parec?a m?s al modo en que lo hicieron los otros. Los que intentaron advertirnos. —Ya me lo imagino —dijo Luna—. Quiero decir, ?qu? van a decir ahora los invasores? ?Rend?os y os destruiremos, humanos esmirriados? ?La resistencia es in?til? ?Qu? clase de alien?genas alardea cuando ya te ha vencido? —Todo el mundo lo hace —murmur? Chloe y, a continuaci?n, se levant? y se fue. Luna torci? el gesto al ver que se retiraba. —?Qu? problema tiene? Kevin dijo que no con la cabeza. —No lo s?. Me da la sensaci?n de que le pas? algo malo antes de venir aqu?. —?Quieres decir peor que el hecho que los alien?genas invadieran el mundo? —pregunt? Luna—. ?O peor que el hecho que te coja un t?o con una pistola en una rueda de prensa? —No lo s? —repiti? Kevin. Ten?a la sensaci?n de que probablemente deber?a ir detr?s de Chloe, pero todav?a no se sent?a suficientemente fuerte para hacerlo y, de todos modos, tambi?n ten?a la sensaci?n de que a Luna no le gustar?a que lo hiciera. —Supuse que te lo habr?a contado —dijo Luna—. Quiero decir, parec?a que estabais teniendo una agradable conversaci?n cuando aparec? antes de repente. Son? casi a celos, pero ?por qu? iba a estar celosa Luna? Tendr?a que saber que Kevin y ella siempre ser?an los mejores amigos y que nada se interpondr?a, ?no? Y por lo dem?s… bueno, eso significar?a que Luna estaba interesada en ser algo m?s que amigos y Kevin no pod?a creer que eso pasara jam?s de verdad. —No dijo gran cosa —dijo Kevin—… Solo que escap?. —Parece que eso se le da bien —dijo Luna, con otra mirada intencionada hacia la puerta. —Luna —dijo Kevin—. ?Puedes por lo menos intentar ser amable con ella? Quiero decir, ni tan solo ser porque est?s enfadada con ella. Pens? que os llevar?ais bien. —?Porque las dos somos chicas? —dijo Luna. —?No! —se apresur? a decir Kevin—. O sea, porque las dos sois… —Intent? pensar en las palabras adecuadas. ?Fuertes ser?a adecuada? Chloe desde luego que lo parec?a, pero Luna no, aunque Kevin sab?a por experiencia que lo era. —No nos parecemos en nada —dijo Luna—. Me llam? animadora. Hizo que sonara a insulto. —Bueno, estabas en el… —No se trata de eso —dijo Luna, pero despu?s se detuvo—.Vale, est? bien. Ser? amable. Supongo que si estamos atrapadas juntas en un b?nker, tendremos que llevarnos bien. Pero lo hago por ti, no por ella. —Gracias —dijo Kevin. —Evidentemente, si hay una nueva se?al, no vamos a poder quedarnos en el b?nker, ?verdad? —dijo Luna, como si todo fuera bastante evidente. Tal vez para ella lo era. A Luna siempre se le hab?a dado bien inventarse planes para las cosas. Bastante a menudo, eran planes para meterse en m?s problemas. Kevin todav?a no lo hab?a pensado bien, pero Luna probablemente ten?a raz?n. Si hab?a una nueva se?al, entonces ten?an que descubrir lo que significaba, y solo hab?a un lugar donde pod?an hacerlo. —Creo que tenemos que volver al instituto de investigaci?n —dijo Kevin. —?A pesar de que casi no pudimos salir de all? la primera vez? —dijo Luna—. Y que no sabemos que hay en el mensaje, y que no sabemos si servir? de algo cuando los alien?genas ya han tomado el mundo. Podr?a ser simplemente «lo sentimos, intentamos advertiros». —Pero ?y si no lo es? —replic? Kevin—. Quiero decir, ?en serio piensas que mandar?an un mensaje a trav?s del espacio para eso? —No, supongo que no —dijo Luna, ahora m?s seria. —?Y si descubrieron una manera de vencer a los extraterrestres, o de obligarlos a dejar de controlar los cuerpos de la gente? —dijo Kevin—. ?Y si nos proporcionan un modo de mejorar esto? Tenemos que regresar. Bueno… tengo. O sea, t? podr?as estar m?s a salvo si… —Acaba ese pensamiento y te doy un pu?etazo —dijo Luna—. Por supuesto que yo voy a ir. —Pero yo pensaba que… —?Pensabas en dejarme atr?s mientras t? pasabas una aventura solo? —pregunt? Luna. Kevin neg? con la cabeza. —Pensaba que por fin hab?amos encontrado un lugar seguro. Pensaba que tal vez no querr?as dejarlo. Yo s? que tengo que estar all? para traducir el mensaje, pero nadie m?s… ?ay! Se frot? el brazo donde Luna le hab?a dado con el pu?o. —Te dije que lo har?a —dijo con una amplia sonrisa que daba a entender que no lo sent?a ni de lejos—. Ir? contigo, pues alguien tiene que evitar que te cojan los controlados. Adem?s, si hay algo que nos permita dar la vuelta y darles una paliza por lo que hicieron, quiero saberlo. Eso era en parte lo que hac?a tan incre?ble a Luna. No se rend?a, incluso cuando todo daba a entender que era lo sensato. Luchar?a contra cualquier cosa, incluida una invasi?n alien?gena. —?Te he dicho alguna vez lo incre?ble que eres? —pregunt? Kevin. —No hace falta que me lo digas —dijo Luna con otra gran sonrisa—. Ya lo s?. Sinceramente, tienes suerte de poder ser mi amigo. —Es verdad —dijo Kevin. Se puso serio por un instante—. Necesitamos un plan si vamos a volver. —Necesitaremos provisiones —dijo Luna y empez? a contar las cosas con los dedos—. Necesitaremos comida, tal vez herramientas para entrar, m?scaras… —Chloe dijo que el vapor hab?a desaparecido —puntualiz? Kevin. —?Y ella c?mo lo sabe? —replic? Luna—. Vale, de acuerdo, pero por si acaso yo preferir?a tener una. Podr?as encargarte t? de decirle que nos vamos. —A lo mejor querr? venir con nosotros —dijo Kevin. Luna hizo una mueca. —Supongo que eso es mejor que dejarla aqu? y preguntarnos si nos dejar? entrar de nuevo. Yo empezar? a reunir provisiones. T? ve a hablar con ella. *** Kevin fue por todo el complejo subterr?neo en busca de Chloe. Tard? un rato en encontrarla en los enredados pasillos y los almacenes, pero por fin la oy? m?s adelante. Parec?a que estaba hablando sola. —No puedo hacerlo… No puedo hacerlo… Con cuidado, Kevin mir? desde la puerta y vio a Chloe sentada en el suelo de un almac?n. Hab?a cosas esparcidas por ah? de una manera que no parec?a accidental. Parec?a que hab?a pasado el brazo por una de las estanter?as y lo hab?a tirado todo al suelo. Ten?a la cabeza apoyada en las manos y parec?a que estaba llorando. —?Chloe? Alz? la vista cuando Kevin se acerc? y se sec? las l?grimas como si tuviera miedo de que pudieran usarse en su contra. —Estoy bien —dijo, antes de que Kevin pudiera preguntar si lo estaba—. Estoy bien. —Yo dec?a que estaba bien cuando la gente me preguntaba por mi enfermedad —dijo Kevin, avanzando hasta sentarse a su lado—. Pero generalmente quer?a decir que no lo estaba. —Solo que… a veces… me enfado —dijo Chloe, y Kevin supuso que hab?a escogido con cuidado aquella palabra de entre todas las que se le hab?an ocurrido—. Hago cosas sin pensarlas bien. Es en parte por lo que la gente me dec?a que estaba loca. —Yo no pienso que est?s loca —dijo Kevin. Chloe suspir?. —Todav?a no me conoces. ?Viniste hasta aqu? solo para ver el l?o que hab?a montado? —No, claro que no —dijo Kevin—. Nosotros… yo… creo que tenemos que volver al instituto de investigaci?n de la NASA. Con lo que vi, podr?a haber un mensaje y puede que sea importante. —?Quieres meterte en medio de la ciudad, para ir a un lugar que podr?a estar lleno de ellos? —contest? Chloe—. Eso… eso no tiene ning?n sentido. Podr?amos ir a cualquier sitio. Hay Supervivientes en LA, o mi primo en el norte… —Tenemos que hacerlo —dijo Kevin—. Luna est? recogiendo provisiones y pensaremos un plan para llegar all? a salvo. Pero t? puedes quedarte aqu? si quieres. No hace falta que vengas con nosotros si piensas que no va a ser muy seguro. —?No quer?is que venga con vosotros? —dijo Chloe y ahora parec?a igual de enfadada que antes. —Yo no he dicho eso —dijo Kevin. —Pero es lo que quer?as decir, ?verdad? —replic? Chloe. —No —contest? Kevin—. Yo pensaba que eras t? la que no quer?a venir. T? misma dijiste que podr?a ser peligroso. Chloe encogi? los hombros. —Lo que t? digas. —Chloe —dijo Kevin—. Yo no quiero que… —Lo que t? digas —repiti? Chloe en un tono desganado—. Haced lo que quer?is. me da igual. M?rchate a hacer tus putas preparaciones. —Chloe… —?M?rchate! —espet?. Kevin se fue, con la esperanza de que si dejaba sola a Chloe un rato, podr?an hablar sobre ello m?s tarde o algo as?. Eso era lo que hac?a la gente, ?no? ?Hablar las cosas y reconciliarse? Por ahora, sab?a que probablemente tendr?a que ayudar a Luna a encontrar provisiones para su viaje. Necesitar?an todo tipo de cosas, desde gasolina para el coche que hab?an dejado fuera esperando a ropa y mapas. Pas? por delante de una puerta en la que encima estaba impresa la palabra «Armer?a» y prob? el pomo, pero estaba cerrado con llave. Quiz?s eso ya estaba bien. Dudaba que Luna y ?l pudieran abrirse camino luchando a trav?s de una multitud de controlados por muchas armas que tuvieran. Adem?s, solo pensar en ello le hac?a imaginar a su madre corriendo hacia ?l, o a los cient?ficos del Instituto, o a los padres de Luna. Pensaba que no podr?a hacer da?o a ninguno de ellos. Todav?a estaba pensando en ello cuando oy? que se disparaban las alarmas en direcci?n a la sala de control. Kevin fue corriendo hacia all?, con la esperanza de que solo fuera una falsa alarma o un peque?o fallo, pero en su coraz?n, sab?a que no. Sab?a exactamente qui?n ser?a la responsable de esa alarma y no quer?a ni pensar en lo que podr?a estar haciendo. Vio a Chloe cuando entr? corriendo en la sala de control. Estaba pulsando las teclas de los ordenadores en una neblina de l?grimas, apu?al?ndolas con los dedos como si pulsarlas m?s fuerte hiciera que funcionaran mejor. —Chloe, ?qu? est?s haciendo? —exigi? Kevin. —No tengo que hacer lo que vosotros me dig?is. No tengo que hacer lo que nadie me diga —dijo con un tono decidido—. No pod?is hacer que me quede aqu?. ?Tengo que salir! —Nadie intenta… —Pens? que te gustaba. Pens? que podr?as ser mi amigo, pero eres como todos los dem?s. Me ir?. ?No podr?s detenerme! Puls? algo m?s y el tono de las alarmas cambi?. Unas palabras generadas por ordenador resonaron en los altavoces. «Procedimiento de evacuaci?n de urgencia iniciado. Abriendo las puertas. Por favor, salgan de la base de manera ordenada». —?Qu?? —dijo Kevin—. Chloe, ?qu? has hecho? —?Y ahora qu? est? haciendo? —pregunt? Luna, cuando entr? corriendo a la sala. Llevaba una mochila sobre un hombro que evidentemente hab?a usado para recoger provisiones, todav?a medio abierta por la prisa en llegar all?. No parec?a contenta. Pero no tan triste como Chloe. —Ibais a dejarme aqu? olvidada como si fuera una especie de… de prisionera —dijo y su tono era fren?tico, furioso y aterrorizado todo a la vez—. No vais a dejarme aqu?. Voy a ir hasta mi primo. Voy a descubrir lo que le pas?. Despu?s ir? hasta los Supervivientes. Tras ella, la gran puerta que daba al compartimento estanco se abri? de golpe. Para sorpresa de Kevin, la puerta exterior hizo lo mismo, las dos se abrieron a la vez mostrando un camino despejado hacia el exterior. All? fuera Kevin vio la carretera de la monta?a y los ?rboles. A?n peor, ve?a unas siluetas avanzando hacia all?, dirigi?ndose hacia el ruido casi al un?sono. Tan pronto como el camino estuvo libre, Chloe atraves? la puerta a toda velocidad hacia la monta?a. Kevin estaba demasiado conmocionado por todo aquello como para intentar detenerla, y Luna se estaba poniendo la m?scara a toda prisa, evidentemente todav?a insegura de si pod?a fiarse del aire de fuera o no. —?La puerta, Kevin! —exclam? Luna mientras iba a toda velocidad para ponerla en su lugar—. Tenemos que cerrar la puerta. Kevin asinti?. —La tengo. Por lo menos, eso esperaba. Ve?a que la gente de fuera avanzaba hacia la puerta, m?s de los que ?l pod?a haber cre?do ya que se supon?a que los extraterrestres se hab?an llevado a la gente. Hab?a soldados y excursionistas, familias enteras movi?ndose con una especie de coordinaci?n forzada y silenciosa. Kevin pulsaba las teclas del ordenador, con la esperanza de enmendar lo que se hab?a hecho. Nada parec?a tener ning?n efecto. No ayudaba que no tuviera ni idea de c?mo funcionaba el sistema inform?tico de aqu?. No estaba todo etiquetado para cualquiera que deseara intentar usarlo. Adem?s, sospechaba que una puerta de emergencia que se abriera as? no ser?a f?cil de enmendar, por si la gente se quedaba atrapada dentro. Machacaba las teclas del ordenador, con la esperanza de encontrar alguna combinaci?n que pudiera hacer algo. Nada de esto funcion?. Las puertas continuaban abiertas, un camino despejado llevaba al exterior y ahora, por el camino, la gente controlada por los extraterrestres avanzaba acechando. Ven?an. Y si llegaban al b?nker, Kevin estaba aterrorizado por lo que pasar?a a continuaci?n. CAP?TULO CUATRO —?Corre! —exclam? Kevin mientras las personas a las que los extraterrestres hab?an convertido se acercaban al b?nker. Luna ya parec?a estar siguiendo su consejo, corriendo de vuelta a las confusas profundidades del lugar, tan r?pido que Kevin ten?a que esforzarse por seguir el ritmo. Siempre se les hab?a dado bien escapar corriendo. Cuando se hab?an metido en problemas por estar en un lugar que no deber?an, siempre consegu?a dejar atr?s a quien les estuviera siguiendo. Bueno, casi siempre. Bueno, por lo menos m?s de la mitad de las veces. Sin embargo, Kevin sospechaba que esta vez tendr?an algo mucho peor que una severa advertencia si las criaturas de detr?s los atrapaban. O?a el ruido sordo de sus pies sobre el suelo del b?nker mientras iban detr?s, y el sonido de su silenciosa persecuci?n con excepci?n de las botas retumbando contra el hormig?n. No llamaban en voz alta durante la persecuci?n, no chillaban ni gritaban ni exig?an a Kevin y a Luna que pararan. De alg?n modo, esto lo hac?a todo m?s escalofriante. —?Por aqu?! —exclam? Luna, adentr?ndolo todav?a m?s en la base. Pasaron por delante de la armer?a, y ahora Kevin si que deseaba tener alguna clase de arma, sencillamente porque parec?a el ?nico modo en el que iban a poder salir de ah? sanos y salvos. Al no tenerla, se conform? con hacer caer cualquier cosa al pasar corriendo por delante y empuj? un carrito para que se interpusiera en el camino de los que iban avanzando mientras cerraba las puertas tras ?l. Unos estruendos le dieron a entender que iban chocando contra los obst?culos que Kevin les iba poniendo en el camino, pero por ahora nada de eso parec?a frenarlos ni tan solo un poco. —Ahora silencio —susurr? Luna, tirando de Kevin hacia otro pasillo y reduciendo la velocidad hasta ir de puntillas. Una multitud de excursionistas y soldados pasaron por delante a toda prisa tan solo un segundo m?s tarde, avanzando con toda la velocidad y fuerza que parec?a venir de estar controlados por los extraterrestres. —Pero ?por qu? son tan r?pidos? —susurr? Kevin, intentando recobrar el aliento. No parec?a justo que fueran tan r?pidos. Lo m?nimo que pod?as esperar de una invasi?n alien?gena era poder escapar de ella en buenas condiciones. —Probablemente los extraterrestres les est?n haciendo usar todos los m?sculos —dijo Luna—, sin importar si les duelen. Ya sabes, como cuando las abuelas levantan coches de encima de la gente. —?Las abuelas pueden levantar coches de encima de la gente? —dijo Kevin. Luna encogi? los hombros. Con la m?scara antig?s puesta, era imposible saber si se estaba riendo de ?l o no. —Lo vi en la tele. ?Ya has recuperado la respiraci?n? Kevin asinti? aunque no fuera del todo cierto. —?A d?nde vamos? Si son listos, habr?n dejado gente en la entrada. —Entonces vamos a la otra entrada –dijo Luna. La salida de emergencia. Kevin hab?a estado tan ocupado pensando en que estaban invadiendo el b?nker que pr?cticamente se hab?a olvidado de ella. Si pod?an llegar hasta ella, entonces a lo mejor ten?an una oportunidad. Pod?an llegar al coche y conducir hasta la NASA. —?Preparado? —pregunt? Luna—. Vale, vamos. Se apresuraron por los pasillos y, de alg?n modo, no ver a las personas controladas era peor que verlas. Eran tan silenciosas que podr?an haber estado en cualquier esquina, esperando para agarrarlos y, si lo hac?an, lo que pasar?a a continuaci?n no valdr?a la pena… —?Corre! —exclam? Luna mientras un brazo la asalt? en la siguiente esquina. Consigui? coger la ropa de su camisa y Kevin sali? disparado hacia delante, lanzando todo su peso contra el brazo como si intentara hacerle un placaje. Se solt? y Luna y ?l corrieron de nuevo, tomando curvas y giros al azar para intentar perder a sus perseguidores. No pod?an correr m?s r?pido que ellos en l?nea recta, as? que tuvieron que buscar espacios donde los controlados no los pudieran seguir, e intentar usar el dise?o laber?ntico del b?nker en su contra. —Est? aqu? —dijo Luna, se?alando hacia una puerta. Kevin ten?a que fiarse de sus palabras. Ahora mismo, se sent?a tan perdido que ni tan solo pod?a decirle a alguien el camino de vuelta a la sala de control. Se meti? en la secci?n de pasillo detr?s de Luna, despu?s cerr? la puerta tras ellos y cogi? un extintor para usarlo para atrancar la puerta. Parec?a igual de endeble que el cart?n comparado con la fuerza de los controlados. Ahora ten?an que conseguir abrir la escotilla de emergencia. Kevin puso las manos sobre la rueda para intentar girarla. No pas? nada; estaba tan r?gida que parec?a que podr?a estar hecha de roca. Lo intent? de nuevo y los nudillos se le pusieron blancos por el esfuerzo. —?Qu? tal un poco de ayuda? —insinu?. —Pero si parec?a que te estabas divirtiendo —replic? Luna desde detr?s de la m?scara, antes de agarrar la rueda y tirar de ella. Todav?a estaba atascada. —Tenemos que intentarlo con m?s fuerza —dijo Luna. —Lo estoy intentando con toda la fuerza que puedo —le asegur? Kevin. —Bueno, a no ser que quieras ir a pedir ayuda a uno de los controlados, tenemos que hacer m?s. A la de tres. Uno… Se oy? un sonido met?lico de la puerta que Kevin hab?a atrancado. —?Y tres! —dijo ?l, tirando de la rueda con cada fragmento de fuerza que pod?a reunir. Al parecer, Luna tuvo la misma idea y pr?cticamente colg? todo su peso de aquella cosa. Finalmente, cuando vino un segundo ruido met?lico de la puerta que hab?an atrancado, la cosa se movi?. La giraron hasta abrirla mientras los m?sculos de Kevin se quejaban y, a continuaci?n, Luna se meti? dentro sin pensarlo, sin esperar a ver si Kevin quer?a ir primero. ?l fue a toda prisa tras ella, cerrando la escotilla tras ?l con la esperanza de que el pasillo pareciera vac?o lo que fuera que los persegu?a. El espacio que hab?a despu?s era estrecho, poco m?s que un t?nel en el que reptar. Si hubieran sido adultos, probablemente apenas hubieran cabido. Tal y como estaban las cosas, hab?a el espacio suficiente para gatear sobre manos y rodillas, a toda prisa hacia otra escotilla que hab?a en la otra punta. Afortunadamente, esta no estaba atascada y se abri? con facilidad dejando al descubierto la ladera que hab?a tras ella. —Tenemos que ir con cuidado —dijo Luna en voz baja mientras los dos saltaron hacia la ladera—. Todav?a podr?an estar aqu?. Estaban, pues Kevin vio unas siluetas a lo lejos, subiendo la ladera como para llegar a la entrada de delante. Por all? cerca hab?a unos ?rboles, as? que Luna y ?l se deslizaron hasta ellos, se agacharon e intentaron no ser vistos. Treparon monta?a arriba, intentando calcular d?nde hab?an escondido exactamente el coche de la Dra. Levin. Si pod?an llegar al coche, entonces podr?an salir de all?, dejar a los controlados por los extraterrestres e ir a la base. Kevin lo divis? un poco m?s lejos, justo donde lo hab?an dejado, escondido para que no lo vieran. Fue lentamente hacia ?l. Y entonces fue cuando vio a Chloe en una curva de la carretera de la monta?a, viniendo del aparcamiento de la cima. Un par de turistas, que se mov?an con el silencio extra?amente controlado de los alien?genas, iban corriendo tras ella y estaban ganando. —Tenemos que ayudarla —dijo Kevin. —?Despu?s de todo lo que acaba de hacer? —replic? Luna—. Tendr?a bien merecido que la dej?ramos convertirse tambi?n en un alien?gena. Posiblemente dar?a menos problemas. —Luna —dijo Kevin. —Solo estoy diciendo que no merece del todo nuestra ayuda —dijo Luna. Ahora los controlados estaban casi sobre Chloe. —Probablemente sea cierto –dijo Kevin. Sali? corriendo—. Pero aun as? voy a ayudarla. Parti? en direcci?n a Chloe y no le sorprendi? mucho ver que Luna corr?a junto a ?l. —Esto lo hago por ti, no por ella —dijo Luna. —Claro —le dio la raz?n Kevin, corriendo m?s deprisa. —Y ya puedes dejar de sonre?r por esto —continu? Luna—. Solo lo estoy haciendo porque si no te ayudo, te alienigenar?n. —?Me alienigenar?n? —Despu?s pensar? una palabra mejor —dijo Luna. Ahora ya casi hab?an llegado a Chloe. Uno de los controlados estir? el brazo hacia ella, pero Kevin y Luna fueron m?s r?pidos, la agarraron y tiraron de ella para apartarla del camino y llevarla hasta unos ?rboles. La cuesta lo hac?a accidentado, pero tal vez eso fuera bueno, pues uno de los controlados pas? tropezando por delante de ellos. —Volvisteis a por m? —dijo Chloe—. Vosotros… —Deja de hablar y sigue corriendo —espet? Luna—. El coche est? ah? delante. Y el excursionista que quedaba estaba justo detr?s, movi?ndose con toda la tenacidad de un lobo que persigue a un ciervo. Kevin no quer?a pensar en c?mo acababan estas cosas normalmente, simplemente continu? corriendo, cambiando de direcci?n a trav?s de los ?rboles. El excursionista controlado por los extraterrestres lo agarr? y Kevin consigui? esquivarlo. Ante su sorpresa, all? estaba Chloe, empuj? al hombre desde el lado y lo mand? dando volteretas ladera abajo, peleando por parar su ca?da. Ella sonri? al verlo, a pesar de que Kevin hizo una mueca de dolor, pues aunque hubiera un extraterrestre controlando aquel cuerpo, a?n pertenec?a a alguien y, si alguna vez lo recuperaba, probablemente lo querr?a sin huesos rotos. —?Entrad! —exclam? Luna desde m?s adelante. Ahora ella estaba en el coche y de un salto se puso en el asiento del conductor. Kevin y Chloe fueron corriendo hacia el coche y entraron mientras Luna empezaba a girar la llave. Kevin oy? que dec?a palabrotas en voz baja y solo le llev? un momento darse cuenta del porqu?: El coche no arrancaba. Hizo una especie zumbido y tosi? pero, aparte de eso, no pas? nada, no importaba las veces que Luna intentara hacerlo funcionar. Entonces empez? a crecer el miedo dentro de Kevin, aunque hab?a habido m?s que suficiente derram?ndose en su interior de todos modos gracias a tener que escapar de los controlados por los extraterrestres. Mir? hacia los ?rboles para intentar detectar movimiento, en busca de cualquier se?al de los controlados. No solo los que hab?an ca?do ladera abajo, pues habr?a m?s. Siempre parec?a haber m?s. —No funciona —dijo Luna. —No va a funcionar —dijo Chloe—. Lo has ahogado. —Como si t? supieras algo de esto —replic? Luna. Daba la sensaci?n de ser una discusi?n que durar?a demasiado y ser?a demasiado fuerte; que har?a que todav?a estuvieran all? cuando m?s controlados llegaran. A Kevin ya le parec?a o?r un crujido en los ?rboles. —Tenemos que irnos —dijo Kevin. Le pareci? ver unas formas detr?s de los troncos m?s cercanos—. Y tenemos que irnos ahora. Sali? otra vez del coche y las dem?s le siguieron con evidente reticencia. Por lo menos siguieron y se escabulleron entre unos ?rboles justo a tiempo mientras Kevin echaba la vista atr?s y ve?a excursionistas y soldados, guardas forestales y familias, que llegaban al coche como una masa silenciosa y coordinada. Algunos de ellos miraban alrededor, casi parec?a que olfateaban el aire. Kevin sali? pitando todo lo r?pido que pudo. —El coche no los distraer? durante mucho rato —supuso Kevin—. Tenemos que pensar en otra cosa. —Hay coches de sobra en el aparcamiento —dijo Chloe. Luna resopl?. —De los que no tenemos llaves. —Yo no necesito una llave. Eso es lo que estaba haciendo all?, hasta que fueron a por m?. —Todav?a parec?a que quer?a buscar pelea, pero ahora mismo, si todos consegu?an salir de all?, Kevin pod?a vivir con eso. —Tenemos que estar en silencio —dijo Kevin, y entonces las dem?s lo miraron como si acabara de decir la cosa m?s evidente del mundo. Avanzaron lentamente, dirigi?ndose monta?a arriba hacia la cima y el aparcamiento que hab?a all? para los visitantes. Por lo menos, de momento, parec?a que estaba vac?o. —Ya te podr?as quitar esa dichosa m?scara —le dijo Chloe a Luna—. Ya te lo dije, lo que fuera que pusieran en el aire ha desaparecido. ?O es que tienes miedo? Lo ?ltimo bast? para molestar a Luna. Intencionadamente, estir? el brazo, se quit? la m?scara y la colg? del cintur?n. —No tengo miedo —dijo—. Solo es que no soy imb?cil. —Tenemos que encontrar un coche —dijo Kevin, interrumpiendo antes de que pudieran discutir de nuevo. Hab?a suficientes de donde escoger, abandonados donde los hab?an aparcado las personas que estaban dando una vuelta por la monta?a. Hab?a SUVs y minifurgonetas, coches modernos y viejos en todo tipo de colores y… —Ese —dijo Chloe, se?alando hacia una ranchera que parec?a molida hasta el punto que Kevin se sorprendi? de que quedara algo de ella. La pintura estaba pelada, mostrando ?xido en algunos lugares—. Ese lo podr? arrancar. Fueron hacia ?l y una de las ventanas result? estar entreabierta. Chloe la tir? un poco m?s para abajo, meti? el brazo dentro y abri? la puerta. —?No te preocupa que sepa hacer todo esto? —le pregunt? Luna a Kevin. Chloe mir? hacia atr?s por encima del hombro. —No todos tenemos vidas perfectas, animadora. Kevin casi agradeci? ver a un grupo de los controlados avanzando lentamente, evidentemente a la caza. —?R?pido —dijo—, a la furgoneta! Entraron con las cabezas bajas. Chloe estaba en el asiento del conductor, trabajando en algo del arranque. Parec?a que llevaba mucho tiempo. —Pensaba que hab?as dicho que sab?as hacerlo —susurr? Luna. —A ti me gustar?a verte intent?ndolo —replic? Chloe. —Mientras nos puedas llevar hasta la NASA —dijo Luna. Chloe neg? con la cabeza. —Vamos a ir a LA. —San Francisco —insisti? Luna. —LA —replic? Chloe. Kevin sab?a que ten?a que intervenir, porque si no lo hac?a, probablemente todav?a estar?an discutiendo cuando los controlados los alcanzaran. —Por favor, Chloe, de verdad que tenemos que o?r este mensaje. Y… bueno, si esto no cuadra, entonces a lo mejor podr?amos ir a LA. Juntos. Chloe se qued? callada durante un minuto. Kevin se atrevi? a mirar por encima del salpicadero. Esperaba que se decidiera pronto, pues el grupo de controlados se estaba acercando. —Supongo que de alguna manera antes me salvasteis la vida —dijo Chloe—. Est? bien. Continu? trabajando en lo que estaba haciendo con el arranque. El motor tosi?. Kevin alz? la vista y vio que todas las personas controladas por alien?genas ahora los miraban fijamente, los miraban con la intensidad de un gato que acaba de detectar un rat?n. —Esto… ?Chloe? Empezaron a avanzar corriendo. —?Puedes hacerlo o no? —dijo Luna. Chloe no respondi?, sencillamente continu? trabajando en lo que fuera que estaba haciendo. El motor chisporrote? de nuevo y despu?s rugi? hasta cobrar vida. Chloe alz? la vista victoriosa. —?Veis? Os dije que… Se detuvo de golpe cuando una silueta choc? contra el coche e intent? agarrarlos. —S?canos de aqu? —dijo Kevin, y Chloe asinti?. La furgoneta avanzaba a trompicones mientras ella conduc?a, al parecer sin importarle si golpeaba a los controlados o no. Giraron bruscamente para evitar un coche, y un soldado se lanz? y se meti? en el camino de la furgoneta. Chloe no disminuy? la velocidad ni tan solo un momento y el crujido al golpearlo fue horrible. Rebot? en el cap? y rod? por el suelo hasta ponerse de pie, pero para entonces ellos ya estaban lejos. O, por lo menos, algo lejos. No pod?an ir muy r?pido por la carretera de la monta?a, especialmente con el peligro de los coches abandonados por el camino, dejados all? donde la gente estaba cuando el vapor hab?a transformado a sus ocupantes. Chloe zigzagueaba entre ellos, pero esto todav?a los frenaba lo suficiente como para que los controlados que corr?an detr?s de ellos siguieran el ritmo. —No van a rendirse —dijo Luna echando la vista atr?s. —Ellos no se cansan, no paran —dijo Chloe, y algo en la forma en que lo dijo dio a entender que lo hab?a aprendido a las malas—. Sujetaos todos. Kevin se agarr? al salpicadero cuando aceleraron, la furgoneta serpenteaba de forma alarmante mientras iba a toda velocidad esquivando los obst?culos del camino. Kevin estaba seguro de que chocar?an en cualquier momento, pero de alg?n modo, incre?blemente, no lo hicieron. Chloe giraba violentamente el volante de un lado al otro, y la furgoneta se mov?a atropelladamente como respuesta. Derraparon cerca del borde de la carretera, y Kevin no sab?a qu? ser?a peor: chocar o que los atraparan. Pero parec?a que Chloe lo hab?a decidido, pues no redujo la velocidad. Bajaron a toda velocidad por la monta?a, y ahora Kevin ve?a caer a los controlados por detr?s m?s y m?s a lo lejos. —Lo conseguimos —dijo—. Sobrevivimos. Luna lo abraz?. Por encima del hombro, Kevin vio la mirada en el rostro de Chloe cuando lo hizo. —Ahora lo ?nico que tenemos que hacer —dijo Luna— es ir a la ciudad, asaltar un lugar del que escapamos con dificultad y encontrar un mensaje de un segundo grupo de extraterrestres sin que nos cojan los primeros. Visto as?, parec?a una tarea imposible. Kevin apenas pod?a imaginar llegar al instituto de la NASA sanos y salvos, pero aun as? ten?an que hacerlo. Era la ?nica esperanza que ten?a el mundo. CAP?TULO CINCO —Tengo tentaciones de preguntar si falta mucho —dijo Luna sonriendo a Kevin. Kevin deber?a haber supuesto que uno de los problemas m?s grandes de un viaje como este no era solo el peligro de chocar, o que los controlados les tendieran una emboscada, o algo as?. Era la posibilidad de que Luna se pudiera aburrir lo suficiente como para empezar a pensar en maneras de entretenerse. No ten?a ninguna duda de que eso significar?a una discusi?n con Chloe y, puesto que Chloe conduc?a, eso no parec?a nada bueno. Muchas cosas no lo parec?an, desde la nave espacial alien?gena, del tama?o de la luna y amenazante, que colgaba del cielo al vac?o casi silencioso de las carreteras. Todo esto le record? lo extra?a que era toda esta situaci?n, y lo mucho que hab?a cambiado el mundo casi de la noche a la ma?ana. —?No puedes conducir m?s r?pido? —pregunt? Luna. —?Quieres ir m?s r?pido? —dijo Chloe, y apret? el acelerador. Kevin se agarr?. Una vez salieron de la monta?a, las carreteras se abrieron un poco, pero eso no significaba que sencillamente pudieran ir tan r?pido como quisieran. En primer lugar, Kevin dudaba que Chloe supiera conducir m?s de lo que sab?an Luna o ?l. Adem?s, todav?a hab?a demasiados coches en la carretera para ello. —Baja la velocidad —dijo Kevin cuando esquivaron como un torpedo un Chevy aparcado en medio de la autopista, cuyo propietario hac?a tiempo que se hab?a ido. Apenas pasaron derrapando por delante de una moto que hab?an dejado a un lado, abandonada—. Chloe, por favor, reduce la velocidad. Redujeron un poco y, probablemente, fue bien que lo hicieran. Ahora hab?a coches esparcidos por todas partes, en su mayor?a abandonados all? donde hab?an convertido a sus due?os, pero algunos de ellos eran poco m?s que masas de metal retorcidas all? donde evidentemente hab?an colisionado. Un cami?n cisterna estaba tumbado de lado en el borde de la autopista, y el petr?leo se filtraba en la tierra que lo rodeaba. Una chispa lo hubiera encendido y, en ese mismo momento, a Kevin le pareci? entender lo que eso significaba. —Tenemos que trabajar juntos —dijo, intentando calmar un poco las cosas. Intentaba pensar en lo que hubiera dicho su madre en una situaci?n as?, o Ted, o la Dra. Levin. El ?nico problema con eso era que dol?a demasiado pensar en todas las personas que les hab?an quitado, que ahora incluso podr?an estar en la nave que colgaba del cielo como una segunda luna. —Nosotros… todo el mundo ha desaparecido —dijo, trag?ndose el dolor—. Todos hemos perdido a gente. A todos nos han pasado cosas malas—. Esta no parec?a una cosa lo suficientemente buena como para contener todo aquel horror—. A todos nos duele y no podemos discutir solo porque es malo. Solo sobreviviremos a esto si trabajamos juntos. Las dem?s se quedaron calladas un ratito. —Vale —dijo por fin Chloe. —S?, supongo —le dio la raz?n Luna. Continuaron conduciendo, la vieja furgoneta se abr?a camino traqueteando y dando sacudidas a lo largo de las carreteras atestadas con los escombros de los ?ltimos momentos de la gente antes de que los extraterrestres los cogieran. Hab?a cartones de comida r?pida abandonados y veh?culos abandonados, mascotas abandonados que deambulaban al lado de la carretera, y gente tirada all? donde hab?an ca?do cuando los coches hab?an chocado con ellos, tan inm?viles que era evidente que no se pod?a hacer nada para ayudarlos, incluso aunque Kevin hubiera sabido algo de medicina. Alz? la vista y vio la nave espacial en ?rbita por encima del mundo. ?Su madre estaba all?, o estaba en una de las naves que Luna y ?l hab?an visto bajar de ella para planear por encima de las ciudades del mundo? Tal vez la hab?an dejado andando por ah?, esperando algo m?s, igual que los excursionistas y los soldados de la monta?a. Kevin no estaba seguro de cual de esas opciones deb?a esperar. Ninguna de ellas parec?a buena. —Mira —dijo Luna se?alando. Kevin vio lo que estaba se?alando inmediatamente. La gran nave que se hab?a colocado sobre San Francisco todav?a estaba all?, cerni?ndose incre?blemente sobre la ciudad mientras de vez en cuando lanzaba unas formas mucho m?s peque?as. Despu?s de tanta tranquilidad en las carreteras, ese movimiento era casi tan estremecedor como el hecho de que hubiera una nave espacial all? quieta. Casi. —De hecho, nos dirigimos hacia ella —dijo Chloe—. No tiene muy buena pinta. —Bueno, en eso podemos estar de acuerdo —dijo Luna. Probablemente fuera casi la ?nica cosa en la que estuvieran de acuerdo, pero aun as? ten?an que ir hasta all?. Ten?an que hacerlo, pues en ese momento, parec?a la ?nica esperanza que pudiera tener cualquiera. Kevin trag? saliva al pensarlo. Era demasiada presi?n, demasiada. La nave espacial estaba tan alta por encima de la ciudad que tuvieron que pasar diez minutos m?s para que empezaran a verse los edificios de debajo, rascacielos que se clavaban hacia arriba en el aire que hab?a debajo como dedos que intentaran estirarse para tocarla. A medida que se acercaban, las carreteras tambi?n estaban cada vez m?s llenas, con m?s y m?s coches abandonados, de manera que tuvieron que frenar hasta ir casi a paso de tortuga para abrirse camino con cuidado y sin peligro. —Por lo menos no estamos al otro lado de la carretera —dijo Luna. Ten?a raz?n. Ahora la salida de la ciudad estaba tan congestionada por los coches que parec?a imposible que alguien pudiera conducir a trav?s de aquel caos. Parec?a que hab?an salido justo a tiempo por primera vez. —Esto va a hacer que salir de la ciudad otra vez sea un poco dif?cil —dijo Kevin mientras pensaba en ello. No le gustaba la idea de quedarse all? atrapado. A lo mejor habr?a alg?n modo sencillo de lidiar con los extraterrestres cuando llegaran a la NASA y escucharan la nueva se?al, a lo mejor no tendr?an que irse de nuevo antes de que todo estuviera bien, pero ante la vista de las naves espaciales, costaba de creer. —Es f?cil —dijo Chloe—. No hay nadie en la carretera, as? que conduzcamos por el lado equivocado. Eso funcionar?a. Sin embargo, era extra?o que incluso con lo que parec?a ser el fin del mundo, a?n no parec?a correcto ni tan solo pensarlo. —?Por d?nde? —pregunt? Chloe. Kevin se?al?, con la esperanza de acertarlo. Hab?a vivido en la NASA durante mucho tiempo, pero en realidad su madre y ?l solo hab?an conducido hasta all? unas cuantas veces. Se adentraron m?s en la ciudad, intentando seguir las se?ales que parec?a que los llevar?an m?s cerca de donde quer?an ir. La ciudad estaba siniestramente silenciosa. Hab?a basura abandonada por las calles y animales que vagabundeaban por all?, pero Kevin no ve?a ninguna se?al de gente. Supon?a que cualquiera que hubiera llegado a esta altura de la ciudad hab?a ido andando hacia el lugar donde todo el mundo se hab?a quedado mirando hacia arriba, a la nave que colgaba de all?. Deseaba tratar de ignorarla, pero era imposible. Incluso cuando consegu?a apartar la vista de ella, esto solo significaba que la pasaba por alto para mirar a la forma incluso m?s grande que colgaba a lo lejos en ?rbita. Êîíåö îçíàêîìèòåëüíîãî ôðàãìåíòà. Òåêñò ïðåäîñòàâëåí ÎÎÎ «ËèòÐåñ». Ïðî÷èòàéòå ýòó êíèãó öåëèêîì, êóïèâ ïîëíóþ ëåãàëüíóþ âåðñèþ (https://www.litres.ru/pages/biblio_book/?art=43697151&lfrom=688855901) íà ËèòÐåñ. Áåçîïàñíî îïëàòèòü êíèãó ìîæíî áàíêîâñêîé êàðòîé Visa, MasterCard, Maestro, ñî ñ÷åòà ìîáèëüíîãî òåëåôîíà, ñ ïëàòåæíîãî òåðìèíàëà, â ñàëîíå ÌÒÑ èëè Ñâÿçíîé, ÷åðåç PayPal, WebMoney, ßíäåêñ.Äåíüãè, QIWI Êîøåëåê, áîíóñíûìè êàðòàìè èëè äðóãèì óäîáíûì Âàì ñïîñîáîì.
Íàø ëèòåðàòóðíûé æóðíàë Ëó÷øåå ìåñòî äëÿ ðàçìåùåíèÿ ñâîèõ ïðîèçâåäåíèé ìîëîäûìè àâòîðàìè, ïîýòàìè; äëÿ ðåàëèçàöèè ñâîèõ òâîð÷åñêèõ èäåé è äëÿ òîãî, ÷òîáû âàøè ïðîèçâåäåíèÿ ñòàëè ïîïóëÿðíûìè è ÷èòàåìûìè. Åñëè âû, íåèçâåñòíûé ñîâðåìåííûé ïîýò èëè çàèíòåðåñîâàííûé ÷èòàòåëü - Âàñ æä¸ò íàø ëèòåðàòóðíûé æóðíàë.