Рассвет чарующий и нежный Коснулся белых облаков, И неба океан безбрежный, С востока заревом цветов Пурпурных, ярко - золотистых, Вдруг засиял. Скользящий луч Плясал на горках серебристых… И солнца лик, палящий – жгуч, Плыл над Землёй ещё ленивой, Объятой негой сладких снов… И лишь пастух неторопливо Кнутом играя, гнал коров На выпас, сочными л

Un Rito De Espadas

Un Rito De Espadas Morgan Rice El Anillo del Hechicero #7 En UN RITO DE ESPADAS (A RITE OF SWORDS) – (Libro #7 de El Anillo del Hechicero – The Sorcerer’s Ring), Thor debate con su legado, luchando para asimilar qui?n es su padre, si revela su secreto y qu? medidas debe tomar. De vuelta a casa en el Anillo, con Mycoples a su lado y la Espada del Destino en la mano, Thor est? decidido a vengarse del ej?rcito de Andr?nico y liberar a su patria – y finalmente proponerle matrimonio a Gwendolyn. Pero se da cuenta de que hay fuerzas a?n mayores que la de ?l, que podr?an interponerse en su camino. Gwendolyn regresa y se esfuerza por convertirse en la gobernante elegida, usando su sabidur?a para unir las fuerzas dispares y expulsar a Andr?nico para siempre. Reunida con Thor y sus hermanos, ella est? agradecida por la pausa en la violencia y por la oportunidad de celebrar su libertad. Pero las cosas cambian r?pidamente – demasiado r?pido – y antes de darse cuenta, su vida se torna de cabeza otra vez. Su hermana mayor, Luanda, en una gran rivalidad con ella, est? decidida a arrebatar el poder, mientras que el hermano del rey MacGil llega con su propio ej?rcito para hacerse del control del trono. Con esp?as y asesinos por todos lados, Gwendolyn, asediada, aprende que ser reina no es tan seguro como ella pensaba. El amor de Reece por Selese finalmente tiene la oportunidad de prosperar, pero al mismo tiempo, aparece su viejo amor, y se encuentra indeciso. Pero los tiempos de inactividad pronto son superados por la batalla y Reece, Elden, O'Connor, Conven, Kendrick, Erec e incluso Godfrey deben enfrentar y superar juntos las adversidades, para sobrevivir. Sus batallas los llevar?n a todos los rincones del Anillo, que se convierte en una carrera contra el tiempo para derrocar a Andr?nico y salvarse de la total destrucci?n. Igual de poderosas, fuerzas inesperadas luchan por el control del Anillo; Gwen se da cuenta de que ella debe hacer todo lo necesario para encontrar a Argon y traerlo de vuelta. En un giro final impactante, Thor se entera que aunque sus poderes son supremos, tambi?n tiene una debilidad oculta – una que s?lo puede traer consigo su ca?da final. ?Thor y los dem?s liberar?n el Anillo y derrotar?n a Andr?nico? ?Gwendolyn ser? la reina que todos necesitan que sea? ?Qu? ser? de la Espada del Destino, de Erec, Kendrick, Reece y Godfrey? ?Y cu?l es el secreto que esconde Alistair? Con su sofisticada construcci?n del mundo y caracterizaci?n, UN RITO DE ESPADAS es un relato ?pico de amigos y amantes, de rivales y pretendientes, de caballeros y dragones, de intrigas y maquinaciones pol?ticas, de llegar a la mayor?a de edad, de corazones rotos, de decepci?n, ambici?n y traici?n. Es una historia de honor y valor, de suerte y destino, de hechicer?a. Es una fantas?a que nos lleva a un mundo que nunca olvidaremos, y que gustar? a personas de todas las edades y g?neros. Morgan Rice UN RITO DE ESPADAS (Libro #7 de El Anillo del Hechicero – The Sorcerer’s Ring) Acerca de Morgan Rice Morgan Rice es la escritora del bestseller # 1, DIARIO DE UN VAMPIRO (THE VAMPIRE JOURNALS), una saga que comprende once libros (y siguen llegando); la saga del bestseller #1 TRILOG?A DE SUPERVIVENCIA (THE SURVIVAL TRILOGY), thriller pos apocal?ptico que comprende dos libros (y siguen llegando); y la saga de la fantas?a ?pica, el bestseller #1, EL ANILLO DEL HECHICERO, (THE SORCERER?S RING) que comprende trece libros (y contando). Los libros de Morgan est?n disponibles en audio y edici?n impresa y las traducciones de los libros est?n disponibles en alem?n, franc?s, italiano, espa?ol, portugu?s, japon?s, chino, sueco, holand?s, turco, h?ngaro, checo y eslovaco (pr?ximamente en otros idiomas). A Morgan le encantar?a tener comunicaci?n con usted, as? que visite www.morganricebooks.com (http://www.morganricebooks.com/) para unirse a la lista de correo electr?nico, recibir un libro gratuito, recibir regalos, descargar una aplicaci?n gratuita, obtener las ?ltimas noticias exclusivas, conectarse a Facebook y Twitter y mantenerse en contacto. Algunas Opiniones Acerca de Morgan Rice "Es una fantas?a animada que entrelaza elementos de misterio e intriga en su historia. La Senda de los H?roes (A Quest of Heroes) trata acerca de la realizaci?n del valor y de darse cuenta del prop?sito de la vida que conduce al crecimiento, madurez y excelencia…Para aquellos que buscan aventuras de fantas?a sustanciosa, los protagonistas, estratagemas y acci?n proporcionan un vigoroso sistema de encuentros que se centran bien en la evoluci?n de Thor, de ser un muchacho so?ador a convertirse en un adulto joven que se enfrenta a posibilidades imposibles para sobrevivir… Es s?lo el comienzo de lo que promete ser una serie ?pica para adultos j?venes".     Midwest Book Review (D. Donovan, Cr?tico de eBook) "EL ANILLO DEL HECHICERO (THE SORCERER?S RING) tiene todos los ingredientes para ser un ?xito inmediato: tramas, conspiraciones, misterio, caballeros aguerridos y relaciones florecientes repletas de corazones rotos, decepciones y traiciones. Lo mantendr? entretenido durante horas y satisfar? a las personas de todas las edades. Recomendado para la biblioteca habitual de todos los lectores del g?nero de fantas?a".     --Books and Movie Reviews, Roberto Mattos "La entretenida fantas?a ?pica de Rice [EL ANILLO DEL HECHICERO – THE SORCERER’S RING] incluye rasgos cl?sicos del g?nero – una buena ambientaci?n, grandemente inspirada en la antigua Escocia y su historia, y un buen sentido de la intriga de la corte".     – Kirkus Reviews "Me encant? c?mo Morgan Rice construy? el personaje de Thor y el mundo en que vive. El paisaje y las criaturas que viven ah?, estuvieron muy bien descritos… La disfrut? [la trama]. Fue corto y tierno… Tiene la cantidad adecuada de personajes secundarios, as? que no me confund?. Conten?a aventuras y momentos espeluznantes, pero la acci?n representada no era demasiado grotesca. El libro ser?a perfecto para un lector adolescente… Los inicios de algo incre?ble est?n ah?…"     --San Francisco Book Review "En este primer libro lleno de acci?n de la saga de la fantas?a ?pica de El Anillo del Hechicero – The Sorcerer’s Ring (que actualmente consta de 14 libros), Rice presenta a los lectores a Thorgrin, ’Thor’ McLeod, cuyo sue?o es unirse a la Legi?n de los Plateados, a los caballeros de ?lite que sirven al rey… La obra de Rice es s?lida y el argumento es fascinante".     --Publishers Weekly "[LA SENDA DE LOS H?ROES – A QUEST OF HEROES] es de lectura f?cil y r?pida. Los finales de los cap?tulos hacen que tengas que leer lo que sigue y no quieras dejarlo. Hay algunos errores en el libro y algunos nombres est?n mezclados, pero eso no distrae de la historia en general. El final del libro me hizo querer conseguir el siguiente libro inmediatamente, y eso es lo que hice. Las nueve series del Anillo del Hechicero (The Sorcerer’s Ring) se pueden adquirir actualmente en la tienda Kindle y La Senda de los H?roes (A Quest of Heroes) ?es gratis, para empezar! Si est? buscando algo r?pido y divertido para leer mientras est? de vacaciones, este libro es el adecuado".     --FantasyOnline.net Libros de Morgan Rice EL ANILLO DEL HECHICERO (THE SORCERER’S RING) LA SENDA DE LOS H?ROES (A QUEST OF HEROES) – [Libro #1] LA MARCHA DE LOS REYES (A MARCH OF KINGS) – [Libro #2] EL DESTINO DE LOS DRAGONES (A FATE OF DRAGONS) – [Libro #3] UN GRITO DE HONOR (A CRY OF HONOR) – [Libro #4] UNA PROMESA DE GLORIA (A VOW OF GLORY) – [Libro #5] UNA CARGA DE VALOR (A CHARGE OF VALOR) – [Libro # 6] UN RITO DE ESPADAS (A RITE OF SWORDS) – [Libro #7] UNA SUBVENCI?N DE ARMAS (A GRANT OF ARMS) – [Libro #8] UN CIELO DE HECHIZOS (A SKY OF SPELLS) – [Libro #9] UN MAR DE ESCUDOS (A SEA OF SHIELDS) – [Libro #10] UN REINADO DE HIERRO (A REIGN OF STEEL) – [Libro #11] UNA TIERRA DE FUEGO (A LAND OF FIRE) – [Libro #12] EL DECRETO DE LAS REINAS (A RULE OF QUEENS) – [Libro #13] UN JURAMENTO DE HERMANOS- AN OATH OF BROTHERS (Libro #14) LA TRILOGIA DE SUPERVIVENCIA (THE SURVIVAL TRILOGY) ARENA UNO: TRATANTES DE ESCLAVOS – (SLAVERUNNERS) – [Libro #1] ARENA DOS (ARENA TWO) – [Libro #2] DIARIO DE UN VAMPIRO (THE VAMPIRE JOURNALS) TRANSFORMACI?N (TURNED) – [Libro #1] AMORES (LOVED) [Libro #2] TRAICI?N (BETRAYED) [Libro #3] DESTINADO (DESTINED) [Libro #4] DESEO (DESIRED) [Libro #5] PROMETIDO (BETROTHED) [Libro #6] PROMESA (VOWED) [Libro #7] ENCUENTRO (FOUND) [Libro #8] RESURRECCI?N (RESURRECTED) [Libro #9] ANSIAS (CRAVED) [Libro #10] DESTINO (FATED) [Libro #11] ?Escuche la saga de EL LIBRO DEL HECHICERO (THE SORCERER’S RING) ?en formato de audio libro! Derechos Reservados © 2013 por Morgan Rice Todos los derechos reservados. A excepci?n de lo permitido por la Ley de Derechos de Autor de EE.UU. de 1976, ninguna parte de esta publicaci?n puede ser reproducida, distribuida o transmitida en forma o medio alguno ni almacenada en una base de datos o sistema de recuperaci?n de informaci?n, sin la autorizaci?n previa de la autora. Este libro electr?nico est? disponible solamente para su disfrute personal. Este libro electr?nico no puede ser revendido ni regalado a otras personas. Si desea compartir este libro con otra persona, tiene que adquirir un ejemplar adicional para cada uno. Si est? leyendo este libro y no lo ha comprado, o no lo compr? solamente para su uso, por favor devu?lvalo y adquiera su propio ejemplar. Gracias por respetar el arduo trabajo de esta escritora. ?sta es una obra de ficci?n. Los nombres, personajes, empresas, organizaciones, lugares, eventos e incidentes, son producto de la imaginaci?n de la autora o se utilizan de manera ficticia. Cualquier semejanza con personas reales, vivas o muertas, es totalmente una coincidencia. Imagen de la cubierta Derechos Reservados justdd, utilizada bajo licencia de Shutterstock.com "?Qu? es lo que pretende comunicarme? Si es algo para el bien general, Presente ante mis ojos a un lado el honor y al otro la muerte, Y mirar? a ambos con indiferencia, Que Dios me acompa?e, ya que amo El nombre de la gloria m?s de lo que temo a la muerte".     --William Shakespeare     Julio C?sar CAP?TULO UNO Thorgrin mont? en la parte posterior de Mycoples mientras ella volaba a trav?s de la extensa campi?a del Anillo, hacia el sur, a buscar a Gwendolyn. Thor sujet? la Espada del Destino mientras miraba hacia abajo y vio el paraje infinito del ej?rcito de un mill?n de hombres de Andr?nico, cubriendo el Anillo como una plaga de langostas. Sinti? que la Espada palpitaba en la palma de su mano y sab?a qu? era lo que estaba inst?ndole a hacer. Proteger al Anillo. Expulsar a los invasores. Era casi como si la Espada le estuviera dando ?rdenes – y Thor lo hac?a con gusto. Muy pronto, Thor dar?a la vuelta y har?a que todos y cada uno de los invasores la pagara. Ahora que el Escudo hab?a sido activado otra vez, Andr?nico y sus hombres hab?an quedado atrapados; ya no podr?an filtrarse m?s refuerzos del Imperio y Thor no descansar?a hasta que hubiese matado a todos y cada uno de ellos. Pero todav?a no era el momento para la matanza. El primer asunto m?s importante para Thor era su verdadero amor, la mujer por la que hab?a sufrido desde que ?l se hab?a ido de estas fronteras: Gwendolyn. Thor ansiaba poder verla otra vez, abrazarla, saber que estaba viva. Dentro de su camisa ard?a el anillo de su madre, y apenas pod?a esperar a ofrec?rselo a Gwen, de profesarle su amor, de proponerle matrimonio. Quer?a que ella supiera que nada hab?a cambiado entre ellos, independientemente de lo que hab?a sucedido con ella. Todav?a la amaba mucho – incluso m?s – y necesitaba que ella supiera eso. Mycoples se movi? suavemente, y Thor pod?a sentir la vibraci?n a trav?s de sus escamas. Mycoples, presinti? ?l, estaba ansioso por llegar tambi?n donde estaba Gwendolyn, antes de que le pasara algo. Mycoples se agach? y entr? y sali? de las nubes, agitando sus grandes alas y parec?a estar contenta de estar aqu?, dentro del Anillo, llevando a Thor. Su v?nculo estaba creciendo y Thor sinti? que Mycoples compart?a cada uno de sus pensamientos y deseos. Era como volar en una extensi?n de s? mismo. Los pensamientos de Thor cambiaron hacia Gwendolyn mientras volaba, entrando y saliendo de las nubes. Las palabras de la ex reina dominaban sus pensamientos, segu?an volviendo hacia ?l, tanto, que Thor prefer?a acallarlos. Su revelaci?n le hab?a dolido m?s all? de lo que imaginaba. ?Andr?nico? ?Era su padre? No pod?a ser posible. Una parte de Thor esperaba que fuera otro juego mental despiadado de la ex reina, quien, despu?s de todo, lo hab?a odiado desde el principio. Tal vez ella quiso implantar falsas ideas en su mente para molestarlo, para alejarlo de su hija, por el motivo que fuera. Thor quer?a creer eso desesperadamente. Pero en el fondo, mientras ella pronunciaba las palabras, ?stas resonaban dentro del cuerpo y alma de Thor. ?l sab?a que eran ciertas. A pesar de que quisiera pensar lo contrario, en el segundo en que ella las hab?a dicho, ?l sab?a que Andr?nico era, sin duda alguna, su padre. El pensamiento pend?a sobre Thor como una pesadilla. Siempre hab?a esperado y rezado en alg?n lugar de su mente, para que el rey MacGil fuera su padre y que de alguna manera Gwen no fuera realmente su hija, para que as? pudieran estar juntos. Thor siempre hab?a esperado que el d?a en que supiera qui?n era realmente su padre, que todo tuviera sentido en la vida, que su destino se aclarara. Saber que su padre no era un h?roe era una cosa. Pod?a aceptar eso. Pero saber que su padre era un monstruo – el peor de todos los monstruos – el hombre a quien Thor quer?a muerto m?s que nada – era demasiado para procesar. Thor llevaba la sangre de Andr?nico. ?Qu? significaba eso para Thor? ?Eso significa que ?l, Thor, estaba destinado a convertirse tambi?n en un monstruo? ?Eso significaba que ten?a algo de maldad corriendo por sus venas? ?Estaba destinado a ser como ?l? ?O era posible ser diferente a ?l, a pesar de tener la misma sangre? ?El destino viajaba a trav?s de la sangre? ?O cada generaci?n formaba su propio destino? Thor tambi?n luch? para entender todo lo que esto significaba para la Espada del Destino. Si la leyenda era cierta – que s?lo un MacGil pod?a blandirla – ?eso significaba que era un MacGil? Si fuera as?, ?c?mo podr?a Andr?nico ser su padre? A menos que Andr?nico, de alguna manera, fuera un MacGil. Lo peor de todo, ?c?mo podr?a Thor compartir esta noticia con Gwendolyn? ?C?mo pod?a decirle que era el hijo de su enemigo m?s odiado? ?Del hombre que hizo que la violaran? Sin duda, ella odiar?a a Thor. Ella ver?a la cara de Andr?nico cada vez que mirara a Thor. Y sin embargo Thor ten?a que dec?rselo – no pod?a ocultarle ese secreto. ?Eso arruinar?a su relaci?n? La sangre de Thor hirvi? de rabia. ?l quer?a golpear a Andr?nico por ser su padre, por hacerle eso. Mientras volaban, Thor mir? hacia abajo y observ? la tierra. ?l sab?a que Andr?nico estaba all? en alg?n lugar. Pronto se encontrar?an cara a cara. ?l lo encontrar?a. Se enfrentar?a a ?l. Y lo matar?a. Pero primero ten?a que encontrar a Gwendolyn. Al cruzar el Bosque del Sur, Thor presinti? que estaba cerca. Ten?a un mal presentimiento en el pecho, de que algo horrible le iba a ocurrir a ella. Inst? a Mycoples a volar m?s y m?s r?pido, sintiendo que en cualquier momento ella podr?a morir. CAP?TULO DOS Gwendolyn estaba sola en el parapeto superior de La Torre del Refugio, vestida con las t?nicas negras que las monjas le hab?an dado, sintiendo como si hubiera estado aqu? desde siempre. Ella hab?a sido recibida en silencio, solo por una monja, su gu?a, hablando s?lo una vez para instruirla sobre las reglas de este lugar: no hab?a que hablar, no hab?a que interactuar con ninguno de los dem?s. Cada mujer viv?a aqu? sola, en su propio universo. Cada mujer que quer?a que no la molestaran. ?sta era una torre del refugio, un lugar para aquellos que buscaban la sanaci?n. Gwendolyn estar?a a salvo aqu? de todos los da?os del mundo. Pero tambi?n sola. Absolutamente sola. Gwendolyn entend?a todo muy bien. Ella tambi?n quer?a que la dejaran en paz. Ahora ella estaba all? parada, en la cima de la torre, contemplando la panor?mica de gran alcance de las copas de los ?rboles del Bosque del Sur del Anillo y se sent?a m?s sola que nunca. Ella sab?a que deber?a ser fuerte, que era una luchadora. La hija de un rey, y esposa – o casi esposa – de un gran guerrero. Pero Gwendolyn tuvo que admitir que, por mucho que deseara ser fuerte, su coraz?n y su esp?ritu a?n estaban heridos. Ella extra?aba mucho a Thor y tem?a que nunca regresar?a por ella. Y aunque lo hiciera, una vez que ?l supiera lo que le hab?a sucedido, tem?a que nunca querr?a estar con ella otra vez. Gwen tambi?n se sent?a vac?a al saber que Silesia hab?a sido destruida, que Andr?nico hab?a ganado, y que todos sus seres queridos hab?an sido capturados o asesinados. Andr?nico ya estaba por todas partes. ?l ocup? totalmente el Anillo y no hab?a ning?n otro lugar a d?nde ir. Gwen se sent?a desesperada, agotada; demasiado agotada para alguien de su edad. Lo peor de todo es que sent?a que hab?a decepcionado a todos; sent?a como si ya hubiese vivido demasiadas vidas y ya no quer?a ver m?s. Gwendolyn dio un paso hacia adelante, hasta la cornisa, a la orilla del parapeto, m?s all? de donde se supon?a que uno pod?a pararse. Levant? los brazos lentamente y sostuvo sus palmas hacia fuera de su costado. Ella sinti? una r?faga de viento, los g?lidos vientos del invierno. La hicieron perder el equilibrio y se meci? al borde del precipicio. Mir? hacia abajo y vio la pendiente en picado hacia abajo. Gwendolyn mir? al cielo, y pens? en Argon. Se preguntaba d?nde estaba, atrapado en su propio universo, cumpliendo su castigo, por su culpa. Dar?a cualquier cosa para verlo ahora, escuchar una ?ltima vez su sabidur?a. Tal vez eso la salvar?a, la har?a darse la vuelta. Pero se hab?a ido. ?l tambi?n hab?a pagado un precio y no pod?a regresar. Gwen cerr? los ojos y pens? una ?ltima vez en Thor. Si tan s?lo estuviera aqu?, podr?a cambiar todo. Si tan s?lo tuviera a una persona que quedara viva, que realmente la amara, tal vez eso le dar?a un motivo para seguir viviendo. Ella mir? al horizonte, esperando ver m?s all? de la raz?n a Thor. Al ver las nubes pasando r?pidamente, crey? escuchar d?bilmente, en alg?n lugar en el horizonte, el rugido de un drag?n. Era tan distante, tan suave, ella debi? haberlo imaginado. Solamente era su mente jugando bromas con ella. Ella sab?a que ning?n drag?n podr?a estar aqu?, dentro del Anillo. Y tambi?n sab?a que Thor estaba lejos, perdido para siempre en el Imperio, en alg?n lugar del cual nunca regresar?a. Las l?grimas rodaban por las mejillas de Gwen mientras pensaba en ?l, en la vida que podr?an haber tenido. De lo cerca que hab?an estado alguna vez. Ella imaginaba la mirada en su cara, el sonido de su voz, su risa. Ella hab?a estado muy segura de que ser?an inseparables, de que nunca se separar?an por nada. "?THOR!". Gwendolyn ech? hacia atr?s su cabeza y llor?, balance?ndose en la cornisa. Ella deseaba que ?l volviera con ella. Pero su voz hizo eco en el viento y se desvaneci?. Thor estaba a un mundo de distancia. Gwendolyn se agach? y sostuvo el amuleto que Thor le hab?a dado, el que una vez le hab?a salvado la vida. Ella sab?a que hab?a utilizado su ?nica oportunidad. Ahora, ya no hab?a m?s oportunidades. Gwendolyn mir? hacia abajo de la cornisa y vio el rostro de su padre. Estaba rodeado de una luz blanca, sonri?ndole. Ella se inclin? hacia adelante y colg? treinta cent?metros sobre el borde, cerrando sus ojos ante la brisa. Ella se cern?a ah?, atrapada entre dos mundos, entre los vivos y los muertos. Estaba perfectamente equilibrada y sab?a que la pr?xima r?faga de viento podr?a decidir por ella qu? direcci?n seguir?a. Thor, pens? ella. Perd?name. CAP?TULO TRES Kendrick cabalg? ante el vasto y creciente ej?rcito de los MacGil, de los silesios, y liber? a compatriotas del Anillo, mientras todos ellos atravesaban como r?faga las puertas principales de Silesia hacia el ancho camino al Este, hacia el ej?rcito de Andr?nico. Junto a ?l iban Srog, Brom, Atme y Godfrey y detr?s de ellos, Reece, O’Connor, Conven, Elden e Indra, entre miles de guerreros. Mientras cabalgaban, pasaron por los cuerpos calcinados de miles de soldados del Imperio, negros y tiesos por el soplido del drag?n; otros estaban muertos por la marca de la Espada del Destino. Thor hab?a desatado oleadas de destrucci?n, como si fuera un ej?rcito de un solo hombre. Kendrick asimil? todo y estaba asombrado al recorrer con la vista la destrucci?n de Thor, el poder de Mycoples y la Espada del Destino. Kendrick se maravill? ante el giro de los acontecimientos. Pero d?as atr?s, todos hab?an sido apresados, bajo el yugo de Andr?nico, obligados a admitir la derrota; Thor todav?a hab?a estado en el Imperio, la Espada del Destino era un sue?o perdido, y hab?a pocas esperanzas de su regreso. Kendrick y los dem?s hab?an sido crucificados, dejados para morir, y hab?a parecido como que todo estaba perdido. Pero ahora cabalgaban como hombres libres, como soldados y caballeros una vez m?s, fortalecidos por la llegada de Thor, la fuerza ahora estaba de su lado. Mycoples hab?a sido una bendici?n, una fuerza de destrucci?n cayendo del cielo; Silesia ahora era una ciudad libre, y la zona rural del Anillo, en vez de estar llena de soldados del Imperio, estaba llena de cad?veres del Imperio. El camino hacia el Este estaba lleno de cad?veres del Imperio hasta donde alcanzaba la vista. Pero aunque todo eso parec?a alentador, Kendrick sab?a que medio mill?n de los hombres de Andr?nico estaban en espera, al otro lado de la zona monta?osa. Los hab?an vencido temporalmente, pero apenas les hab?an aniquilado. Y Kendrick y los otros no estaban contentos con sentarse a esperar en Silesia a que Andr?nico reagrupara y atacara una vez m?s – ni quer?an darles la oportunidad de escapar y retirarse hacia el Imperio. El escudo estaba activado, y aunque Kendrick y los dem?s eran menos en n?mero, al menos ahora ten?an la oportunidad de pelear. Ahora, el ej?rcito de Andr?nico estaba huyendo y Kendrick y los otros estaban decididos a continuar la serie de victorias que Thor hab?a comenzado. Kendrick mir? sobre su hombro a los miles de soldados y hombres libres que viajaban con ?l y vio la determinaci?n en sus rostros. Todos hab?an probado la esclavitud, probado la derrota, y ahora pod?a ver cu?nto apreciaban lo que parec?a ser que eran hombres libres una vez m?s. No s?lo para s? mismos, sino para sus esposas y familias. Todos y cada uno de ellos estaban resentidos, incentivados para hacer que Andr?nico pagara y asegurarse de que no atacara otra vez. Estos eran un ej?rcito de hombres dispuestos a luchar hasta la muerte, y cabalgaban al un?sono. Por donde cabalgaban liberaban a m?s y m?s hombres, quit?ndoles sus ataduras y absorbiendo un ej?rcito extenso y en r?pido crecimiento. Kendrick se estaba recuperando del tiempo que pas? en la cruz. Su cuerpo todav?a no estaba tan fuerte como antes, y a?n persist?a el dolor en sus mu?ecas y tobillos, en donde hab?an estado esas cuerdas gruesas. ?l mir? a Srog y a Brom y a Atme, sus vecinos en la cruz y vio que ellos tampoco estaban tan fuertes como antes. La crucifixi?n hab?a cobrado su precio en todos ellos. Aun as?, todos montaban con orgullo, incentivados. No hab?a nada como una oportunidad para luchar por tu vida, una oportunidad para la venganza, para hacerte olvidar tus heridas. Kendrick estaba contento de que su hermano menor Reece y los de La Legi?n hubieran regresado de su misi?n, cabalgando a su lado una vez m?s. Le hab?a dolido ver la matanza de la Legi?n en Silesia, y que estos hombres hubiesen regresado a casa, hab?a restaurado un poco su dolor. Siempre hab?a estado cerca de Reece al crecer, lo hab?a protegido, hab?a tomado el papel de un segundo padre para ?l durante todos aquellos tiempos cuando el rey MacGil hab?a estado muy ocupado. De alguna manera, el hecho de ser solamente su hermanastro le hab?a permitido a Kendrick acercarse m?s a Reece; no era ninguna carga para ellos ser apegados y eligieron ser allegados por elecci?n. Kendrick nunca hab?a podido ser allegado con sus otros hermanos menores – Godfrey hab?a pasado su tiempo con inadaptados en la taberna y Gareth – bueno, Gareth hab?a sido Gareth. Reece hab?a sido el ?nico de los hermanos que hab?a elegido el campo de batalla, que hab?a querido llevar la vida que Kendrick hab?a elegido tambi?n. Kendrick no podr?a estar m?s orgulloso de ?l. En el pasado, cuando Kendrick hab?a cabalgado con Reece, siempre hab?a sido protector, manteniendo un ojo sobre ?l; pero desde su regreso, Kendrick pudo notar que Reece se hab?a convertido en un verdadero guerrero, fortalecido, as? que ya no sent?a la necesidad de estarlo vigilando tanto. Se preguntaba qu? tipo de tribulaciones debi? haber experimentado Reece en el Imperio para transformarlo en el guerrero curtido y h?bil en el que se hab?a convertido. Deseaba sentarse con ?l y escuchar sus historias. Kendrick tambi?n estaba encantado de que Thor hubiera regresado, y no s?lo porque Thor los hab?a liberado, sino tambi?n porque le agradaba y hab?a respetado a Thor inmensamente y se preocupaba por ?l como har?a con un hermano. Kendrick todav?a recordaba la imagen de Thor regresando y empu?ando la Espada. ?l no pod?a superarlo. Era algo que nunca hab?a esperado ver en su vida; de hecho, nunca hab?a esperado ver a alguien blandir la Espada del Destino, mucho menos a Thor, su propio escudero, un peque?o y humilde muchacho de un pueblo agr?cola de la periferia del Anillo. Un forastero. Y ni siquiera era un MacGil. ?O s? lo era? Kendrick quer?a saber. ?l no dej? de pensar en la leyenda: s?lo un MacGil podr?a esgrimir la espada. En lo m?s profundo de su coraz?n, Kendrick ten?a que admitir que siempre hab?a esperado ser ?l mismo el primero en blandirla. Hab?a esperado que fuera el sello definitivo de su legitimidad como un verdadero MacGil, como el primog?nito. ?l siempre hab?a so?ado que de alguna manera, alg?n d?a, las circunstancias le permitir?an intentarlo. Pero a ?l nunca se le hab?a brindado esa oportunidad y no envidiar?a con recelo el logro de Thor. Kendrick no era codicioso; por el contrario, se maravill? del destino de Thor. Aunque no lo entend?a. ?La leyenda era falsa? ?O Thor era un MacGil? ?C?mo podr?a serlo? A menos que Thor tambi?n fuera hijo del rey MacGil. Kendrick quer?a saber. Su padre ten?a fama de dormir con muchas mujeres fuera de su matrimonio – que era en realidad c?mo ?l mismo hab?a sido engendrado. ?Fue por eso que Thor hab?a salido a toda prisa de Silesia, despu?s de hablar con su madre? ?Qu? hab?an discutido, exactamente? Su madre no lo dir?a. Era la primera vez que ella manten?a algo en secreto, de todos ellos. ?Por qu? ahora? ?Qu? secreto guardaba? ?Qu? podr?a haber dicho que hab?a hecho que Thor saliera corriendo de esa manera, dej?ndolos sin decir una palabra? Hizo que Kendrick pensara en su propio padre, en su linaje. Aunque deseaba tanto que no fuera as?, le quemaba la idea de ser ileg?timo, y por millon?sima vez, se preguntaba qui?n era su verdadera madre. ?l hab?a escuchado varios rumores a lo largo de su vida acerca de las distintas mujeres con las que se hab?a acostado su padre, el rey MacGil, pero nunca lo hab?a sabido con certeza. Cuando todo se hubiera arreglado – si alguna vez ocurr?a – y el Anillo volv?a a la normalidad, Kendrick decidi? que descubrir?a con seguridad qui?n era su madre. ?l podr?a enfrentarse a ella. Le preguntar?a por qu? lo hab?a dejado ir, por qu? nunca hab?a formado parte de su vida. C?mo hab?a conocido a su padre. Realmente quer?a conocerla, ver su rostro; ver si se parec?a a ?l; y hacer que le dijera que sin duda era leg?timo, tan leg?timo como cualquier otro. Kendrick se alegr? de que Thor hubiera salido corriendo para recuperar a Gwendolyn, sin embargo, una parte de ?l tambi?n deseaba que Thor se hubiera quedado. Al entrar en batalla, ampliamente superados en n?mero contra las decenas de miles de hombres de Andr?nico, Kendrick sab?a que pod?an utilizar a Thor y Mycoples ahora m?s que nunca. Pero Kendrick hab?a nacido y sido criado como guerrero, y no iba a sentarse a esperar a que otros pelearan sus batallas por ?l. En cambio, hizo lo que su instinto le hab?a ordenado hacer: salir y conquistar lo m?s posible del ej?rcito del Imperio como pudiera, con sus propios hombres. ?l no ten?a las armas especiales como Mycoples o la Espada del Destino, pero ten?a dos manos, mismas que hab?a usado desde que era un ni?o. Y eso siempre hab?a sido suficiente. Ascendieron una colina y al llegar a su cresta, Kendrick mir? al horizonte y vio a lo lejos una peque?a ciudad de MacGil, Lucia, la primera ciudad al Este de Silesia. Los cad?veres del Imperio estaban alineados en el camino, y evidentemente la ola de destrucci?n de Thor hab?a terminado aqu?. En el horizonte lejano, Kendrick pod?a ver un batall?n del ej?rcito de Andr?nico retir?ndose, cabalgando hacia el Este. ?l supuso que se dirig?an al campamento principal de Andr?nico, a la seguridad del otro lado de la zona monta?osa. El cuerpo principal del ej?rcito se estaba retirando – pero dejaron detr?s una divisi?n menor para tener bajo control a Lucia. Varios miles de los hombres de Andr?nico fueron colocados en la ciudad, montando guardia ante ella. Tambi?n eran visibles sus ciudadanos, esclavizados por los soldados. Kendrick recordaba lo que hab?a pasado con ellos en Silesia, c?mo los hab?an tratado y su cara enrojecida con un deseo de venganza. "?AL ATAQUE!", grit? Kendrick. Levant? su espada por lo alto y detr?s de ?l se oyeron los gritos animados de miles de soldados. Kendrick pate? su caballo, y todos ellos corrieron al un?sono hacia abajo de la colina, rumbo a Lucia. Los dos ej?rcitos se preparaban para el enfrentamiento, y aunque ambos ten?an igual cantidad de soldados, Kendrick sab?a que no coincid?an en t?rminos de sentimientos. Esta divisi?n remanente del ej?rcito de Andr?nico era de invasores que hu?an, mientras que Kendrick y sus hombres estaban dispuestos a luchar por sus vidas para proteger a su patria. Su grito de batalla ascend?a a los cielos mientras se dirig?an hacia las puertas de Luc?a. Llegaron tan r?pido y tan pronto que varias docenas de soldados del Imperio que montaban guardia se dieron vuelta y se miraron unos a otros confundidos, evidentemente no esperaban este ataque. Los soldados del Imperio se dieron vuelta, corrieron al interior de las puertas y con furia dieron vuelta a las manivelas para bajar la verja levadiza. Pero no lo suficientemente r?pido. Varios de los arqueros de Kendrick, liderando el camino, dispararon y los mataron, sus flechas aterrizaron expertamente en sus pechos y espaldas, encontrando las juntas en sus armaduras. El mismo Kendrick avent? una lanza, como lo hizo Reece que estaba junto a ?l. Kendrick encontr? su objetivo – un gran guerrero apuntando con un arco – y qued? impresionado al ver a Reece encontrar el suyo sin esfuerzo, perforando el coraz?n de un soldado. La puerta permanec?a abierta y los hombres de Kendrick no dudaron. Con un gran grito de batalla, fueron a la carga, dirigi?ndose hacia el coraz?n de la ciudad, sin parar, para mantenerse alejados de la confrontaci?n. Surgi? un gran sonido de metal cuando Kendrick y los dem?s levantaron las espadas y hachas y lanzas y alabardas y enfrentaron a los miles de soldados del Imperio que corrieron a recibirlos a caballo. Al primero en hacer impacto, Kendrick levant? su escudo y bloque? un golpe, al mismo tiempo que hac?a girar su espada y mataba a dos soldados. Sin dudarlo, se dio vuelta y bloque? otro golpe de espada, luego empuj? su espada en el est?mago de un soldado del Imperio. Mientras el hombre mor?a, Kendrick pens? en vengarse; pens? en Gwendolyn, en su gente, en toda la gente del Anillo que hab?a sufrido. Reece, junto a ?l, hizo girar su mazo e impact? a un soldado en un costado de la cabeza, derrib?ndolo de su caballo, y luego levant? su escudo y bloque? un golpe que iba hacia un costado de ?l. ?l gir? su mazo y derrib? a su atacante. Elden, junto a ?l, corri? hacia adelante con su gran hacha y la baj? sobre un soldado que apuntaba a Reece, cortando directamente su escudo y yendo hacia su pecho. O’Connor dispar? varias flechas con mortal precisi?n, incluso a tan corta distancia, mientras que Conven se lanzaba a la batalla y luchaba temerariamente, arremetiendo m?s all? de todos los dem?s hombres, sin siquiera molestarse en elevar su escudo. En cambio, gir? dos espadas, dirigi?ndolas hacia el grueso de los soldados del Imperio, como si quisiera morir. Pero sorprendentemente, no lo hizo. En cambio, derrib? a los hombres a la izquierda y a la derecha. Indra le sigui? no muy lejos. Era audaz, m?s que la mayor?a de los hombres. Usaba su daga con habilidad y astucia, cortando como un pez a trav?s de las filas y apu?alando a los soldados del Imperio en la garganta. Mientras lo hac?a, pensaba en su tierra natal, en cu?nto hab?a sufrido su gente bajo la bota del Imperio. Un soldado del Imperio baj? su hacha hacia la cabeza de Kendrick antes de que ?l pudiera esquivarlo, y se prepar? para el golpe; pero escuch? un gran sonido met?lico y vio a su amigo Atme a su lado, deteniendo el golpe con su escudo. Entonces Atme clav? su lanza corta y apu?al? al atacante en el intestino. Kendrick sab?a que le deb?a su vida, una vez m?s. Mientras otro soldado iba hacia adelante con un arco y una flecha dirigida hacia Atme, Kendrick se dirig?a hacia el frente y le cort? su espada hacia arriba, lanz? el arco hacia el cielo, la flecha naveg? sin rumbo sobre la cabeza de Atme. Entonces Kendrick embisti? al soldado en el puente de la nariz con la empu?adura de su espada, derrib?ndolo de su caballo, donde fue aplastado hasta morir. Ya estaban a mano. Y la batalla sigui? y sigui?, cada ej?rcito dando golpe tras golpe, los hombres cayendo en ambos lados, pero m?s en el lado del Imperio, ya que los hombres de Kendrick atacaban con rabia, presionando m?s y m?s hacia la ciudad. Eventualmente, su fuerza barri? con ellos como una marea. Los hombres del Imperio eran guerreros fuertes, pero eran los que se utilizaban para atacar y fueron tomados por sorpresa; pronto, fueron incapaces de organizar y retener el oleaje del ej?rcito de Kendrick. Ellos fueron repelidos y cayeron en grandes cantidades. Despu?s de casi una hora de intensa lucha, las p?rdidas del Imperio se convirtieron en una retirada a gran escala. Alguien de su lado hizo sonar un cuerno, y uno por uno comenzaron a darse vuelta e irse galopando, tratando de salir de la ciudad. Con un grito a?n mayor, Kendrick y sus hombres fueron tras ellos, persigui?ndolos hasta Lucia y sigui?ndolos por las puertas traseras. Quienes permanecieron en el batall?n del Imperio, todav?a cientos de ellos que eran fuertes, se fueron cabalgando por sus vidas en un caos organizado, corriendo hacia el horizonte. Surgi? un gran grito en Lucia de los prisioneros liberados de MacGil. Los hombres de Kendrick cortaron sus cuerdas y los liberaron conforme pasaban, y los prisioneros no perdieron el tiempo corriendo a los caballos de los soldados ca?dos del Imperio, mont?ndolos, quit?ndole las armas a los cad?veres y uni?ndose a los hombres de Kendrick. El ej?rcito de Kendrick se increment? a casi el doble de su tama?o y los miles de ellos persiguieron a los soldados del Imperio, cabalgando arriba y abajo de las colinas hasta alcanzarlos. O’Connor y los otros arqueros lograron derribar a algunas de ellos, cayendo los cad?veres aqu? y all?. La persecuci?n continu?, Kendrick se preguntaba hacia d?nde se dirig?an, cuando ?l y sus hombres llegaron a una colina particularmente alta y mir? hacia abajo y vio a una de las ciudades m?s grandes de los MacGil al este de Silesia – Vinesia – enclavada entre dos monta?as, en el valle. Era una ciudad importante, mucho mayor que Lucia, con gruesos muros de piedra y puertas de hierro. Kendrick se dio cuenta de que fue en este lugar hacia donde huyeron los restos del batall?n del Imperio, ya que la ciudad estaba protegida por decenas de miles de los hombres de Andr?nico. Kendrick hizo una pausa con sus hombres en la cima de la colina y asimil? la situaci?n. Vinesia era una ciudad importante, y eran ampliamente superados en n?mero. Sab?a que ser?a imprudente intentarlo, que lo m?s seguro ser?a regresar a Silesia y estar agradecidos por su victoria de hoy, aqu?. Pero Kendrick no estaba de humor para las opciones seguras – y tampoco sus hombres. Quer?an sangre. Quer?an venganza. Y en un d?a como hoy, las probabilidades ya no importaban. Era hora de que los hombres del Imperio, supieran de qu? estaban hechos los MacGil. "?A LA CARGA!", grit? Kendrick. Surgi? un grito, y miles de hombres fueron corriendo hacia adelante, dirigi?ndose temerariamente hacia abajo de la colina, a la gran ciudad y hacia el gran rival, dispuestos a arriesgar sus vidas, a arriesgarlo todo por el honor y por su valor. CAP?TULO CUATRO Gareth tosi? y jade? mientras tambaleaba hacia adelante por el paisaje desolado, con sus labios agrietados por la falta de agua, con sus ojos huecos con c?rculos oscuros debajo de ellos. Hab?an sido unos d?as angustiosos, y hab?a esperado morir m?s de una vez. Gareth hab?a escapado por un pelo de los hombres de Andr?nico en Silesia, escondido en un pasadizo secreto profundo dentro de la pared y esperando el momento oportuno. Hab?a esperado, acurrucado como una rata en la oscuridad, esperando el momento oportuno. Sent?a que hab?a estado all? durante muchos d?as. Hab?a presenciado todo, hab?an visto con incredulidad c?mo Thor hab?a llegado en la parte posterior de ese drag?n, hab?a matado a todos esos hombres del Imperio. En la confusi?n y el caos que sobrevino, Gareth hab?a encontrado su oportunidad. Gareth se hab?a escabullido por la puerta trasera de Silesia mientras nadie estaba mirando y hab?a tomado el camino hacia el sur, abri?ndose paso a lo largo de la orilla del Ca??n, principalmente hacia los bosques, para no ser detectado. No importaba – las calles estaban desiertas de todos modos. Todo el mundo se hab?a ido hacia el Este, dando la gran batalla por el Anillo. Mientras marchaba, Gareth observ? los cuerpos carbonizados de los hombres de Andr?nico alineados en el camino, y sab?a que las batallas de aqu? hacia el sur, ya hab?an sido peleadas. Gareth se fue todav?a m?s al sur, su instinto lo conduc?a de regreso hacia la Corte del Rey – o lo que quedaba de ella. ?l sab?a que hab?a sido devastada por los hombres de Andr?nico, que probablemente se encontraba en ruinas, pero aun as?, ?l quer?a ir all?. Quer?a irse lejos de Silesia e ir al ?nico lugar donde sab?a que pod?a estar a salvo. El lugar que todos los dem?s hab?an abandonado. El ?nico lugar donde ?l, Gareth, hab?a sido una vez el rey supremo. Despu?s de varios d?as de andar, d?bil y delirante por el hambre, Gareth finalmente hab?a emergido del bosque y vio la Corte del Rey a lo lejos. Ah? estaba, con sus paredes todav?a intactas, al menos parcialmente, aunque carbonizadas y desmoron?ndose. Por todas partes estaban los cad?veres de los hombres de Andr?nico, evidenciando que Thor hab?a estado aqu?. Fuera de eso, no hab?a nada, no quedaba nada sino el silbido del viento. Eso le parec?a bien a Gareth. ?l no planeaba entrar en la ciudad, de todos modos. Hab?a venido aqu? a una peque?a estructura oculta, en las afueras de las murallas de la ciudad. Era un lugar que hab?a frecuentado cuando era ni?o, una estructura circular de m?rmol, elev?ndose solamente unos metros del suelo y adornada con estatuas talladas elaboradas, sobre su techo. Siempre se hab?a visto antigua, por lo bajo, como si hubiera surgido de la tierra. Y as? era. Era la cripta de los MacGil. El lugar donde hab?a sido enterrado su padre – y el padre de ?l. La cripta era la estructura que Gareth sab?a que quedaba intacta. Despu?s de todo, ?qui?n se molestar?a en atacar una tumba? Era el lugar que quedaba donde sab?a que nadie se molestar?a en ir a buscarlo, donde podr?a buscar refugio. Era un lugar donde pod?a esconderse, donde pod?a estar completamente solo. Y un lugar donde podr?a estar con sus antepasados. Pese a todo el odio que Gareth sent?a por su padre, curiosamente, se encontraba queriendo estar cerca de ?l en estos d?as. Gareth corri? por el campo abierto, una fr?a r?faga de viento le hac?a temblar mientras envolv?a su manto harapiento alrededor de sus hombros. ?l escuch? el chillido estridente de un p?jaro de invierno y mir? hacia arriba y vio a la enorme y horrible criatura negra dando vueltas en c?rculo sobre su cabeza, seguramente, con cada chillido, anticipaba su ca?da, su pr?xima comida. Gareth no pod?a culparlo. Se sent?a en las ?ltimas, y estaba seguro de que parec?a ser la comida principal del ave. Gareth finalmente lleg? al edificio, agarr? la enorme manija de la puerta de hierro macizo con las dos manos y tir? con todas sus fuerzas, el mundo giraba, estaba casi delirante de agotamiento. Rechin? y necesit? de toda su fuerza para abrirla. Gareth se apresur? en la oscuridad, azotando la puerta de hierro. Reson? detr?s de ?l. Agarr? la antorcha apagada en la pared, donde sab?a que estaba montada, puls? su pedernal y la encendi?, teniendo solamente la luz suficiente para poder ver conforme bajaba las escaleras, m?s y m?s profundamente en la oscuridad. Hizo m?s fr?o y hab?a m?s corrientes de aire conforme avanzaba, el viento encontraba su camino abajo, silbando a trav?s de las peque?as grietas. No podr?a evitar sentir como si sus antepasados estuvieran aull?ndole, reprendi?ndolo. "?D?JENME!", les grit?. Su voz reson? una y otra vez por las paredes de la cripta. "?PRONTO TENDR?N SU PREMIO!". Pero el viento persisti?. Gareth, enfurecido, descendi? m?s profundo, hasta que finalmente lleg? a la gran c?mara de m?rmol, excavada con sus techos de tres metros, donde todos sus antepasados yac?an enterrados en sarc?fagos de m?rmol. Gareth march? solemnemente por el pasillo, sus pasos resonaban en el m?rmol, hacia el final, donde yac?a su padre. El viejo Gareth habr?a roto el sarc?fago de su padre. Pero ahora, por alguna raz?n, estaba empezando a sentir afinidad con ?l. Casi no lo entend?a. Tal vez era que el efecto del opio estaba desapareciendo; o quiz?s era porque sab?a que ?l tambi?n estar?a muerto pronto. Gareth lleg? al sarc?fago y se encorv? sobre ?l, inclinando la cabeza hacia abajo. Se sorprendi? a s? mismo cuando empez? a llorar. "Te extra?o, padre", gimi? Gareth, con su voz resonando en el vac?o. Llor? y llor?, las l?grimas corr?an por su cara, hasta que finalmente sus rodillas se debilitaron y se desplom? por el agotamiento en el m?rmol, sent?ndose en el suelo, apoyado sobre la tumba. El viento aullaba como si respondiera, y Gareth dej? la antorcha, que se quemaba m?s y m?s abajo hasta que una peque?a llama disminu?a en la oscuridad. Gareth sab?a que pronto todo ser?a oscuridad y que se unir?a a todos aquellos que amaba m?s. CAP?TULO CINCO Steffen recorri? sombr?amente el solitario camino del bosque, yendo lentamente desde La Torre del Refugio. Le rompi? el coraz?n dejar ah? a Gwendolyn, la mujer a la que hab?a jurado proteger. Sin ella, no era nada. Desde que la conoci?, sinti? que por fin hab?a encontrado un prop?sito en la vida: cuidarla, dedicar su vida a compensarla por haber permitido que ?l, un simple sirviente, subiera de rango; y sobre todo, por ser la primera persona en su vida que no lo detestaba ni subestimaba basado en su apariencia. Steffen hab?a sentido orgullo en ayudarla a llegar a la torre con seguridad. Pero dejarla all? le hab?a hecho sentir un hueco por dentro. ?Ad?nde ir?a ahora? ?Qu? har?a? Sin ella para protegerla, su vida se sent?a una vez m?s sin rumbo. No pod?a volver a la Corte del Rey ni a Silesia: Andr?nico los hab?a derrotado a los dos, y ?l recordaba la destrucci?n que vio cuando huyeron de Silesia. Lo ?ltimo que recordaba, era que todos sus habitantes eran prisioneros o esclavos. No tendr?a ning?n caso regresar. Adem?s, Steffen no quer?a cruzar el Anillo otra vez y estar lejos de Gwendolyn. Steffen camin? sin rumbo durante horas, serpenteando por el sendero, poniendo en orden sus pensamientos, hasta que se le ocurri? un sitio a d?nde ir. Sigui? el camino hacia el norte, hasta una colina, al punto m?s alto y desde este mirador vio un peque?o pueblo situado en otra colina, a lo lejos. Se dirigi? a ?l, y al llegar, se dio vuelta y vio una ciudad que ten?a lo que necesitaba: una vista perfecta de La Torre del Refugio Si Gwendolyn intentaba dejarla, quer?a estar cerca para asegurarse de que estar all? para acompa?arla, para protegerla. Despu?s de todo, su lealtad era ahora para ella. No para un ej?rcito o una ciudad, sino para ella. Ella era su naci?n. Cuando Steffen lleg? a la peque?a aldea, decidi? quedarse all?, en ese lugar, donde siempre pod?a ver la Torre y vigilarla a ella. Al pasar a trav?s de sus puertas, vio que era un pueblo pobre, indescriptible, otra peque?a aldea en los alrededores m?s alejados del Anillo, tan oculto en el Bosque del Sur que los hombres de Andr?nico seguramente ni se hab?an molestado en seguir este camino. Steffen lleg? ante la mirada de asombro de docenas de aldeanos, con las caras llenas de ignorancia y falta de compasi?n, mir?ndole con las bocas abiertas y el desprecio y burla que hab?a recibido desde que hab?a nacido. Mientras todos escudri?aban su apariencia, pod?a sentir sus miradas de burla. Steffen quer?a girar y huir, pero se oblig? a no hacerlo. Necesitaba estar cerca de la Torre, y por el bien de Gwendolyn, soportar?a cualquier cosa. Un aldeano, un corpulento hombre cuarent?n, vestido con harapos como los dem?s, se dio vuelta y se dirigi? hacia ?l de manera desagradable. "?Qu? tenemos aqu?, una especie de hombre deforme?". Los otros se rieron, girando y acerc?ndose Steffen mantuvo la calma, esperaba esta especie de recibimiento, que hab?a tenido toda su vida. Se daba cuenta de que mientras m?s provincianas eran las personas, m?s alegr?a sent?an de ridiculizarlo. Steffen se reclin? hacia atr?s, asegur?ndose de que su arco estuviera listo sobre su hombro, en caso de que estos aldeanos no fueran solo crueles, sino violentos. ?l sab?a que, si fuera necesario, pod?a acabar con varios de ellos en un abrir y cerrar de ojos. Pero no hab?a venido aqu? buscando violencia. Hab?a ido a buscar refugio. "?Pod?a ser m?s que un fen?meno?", pregunt? otro, mientras un grupo grande y creciente de aldeanos amenazantes comenzaban a rodearlo. "Por sus marcas, yo dir?a que s? lo es", dijo otro. "Eso parece ser armadura de la realeza". "Y ese arco – es de cuero fino". "Sin mencionar las flechas. Con punta de oro, ?verdad?". Se quedaron parados a pocos metros de distancia, con el ce?o fruncido, amenazadoramente. Le recordaban a los pendencieros que lo atormentaban cuando era ni?o. "As? que, ?qui?n eres, monstruo?", le pregunt? uno de ellos. Steffen respir? profundamente, decidido a mantener la calma. "No vengo a hacer ning?n da?o", comenz? diciendo. El grupo rompi? a re?r. "?Da?o? ?T?? ?Qu? da?o puedes hacernos?". "?No podr?as da?ar a nuestras gallinas!", ri? otro. Steffen enrojeci? a medida que crec?an las carcajadas; pero ?l no permitir?a que lo provocaran. "Necesito un lugar d?nde alojarme y comer. Tengo manos con callos y una espalda fuerte para trabajar. Si me dan una tarea, me concentrar? en hacerla. No necesito mucho. S?lo lo que cualquier hombre". Steffen quer?a perderse haciendo el trabajo servil, como hab?a hecho todos esos a?os en el s?tano, sirviendo al rey MacGil. Eso le har?a olvidarse de las preocupaciones. Podr?a realizar trabajos forzados y vivir una vida de anonimato, como se hab?a preparado a hacer antes de que hubiera conocido a Gwendolyn. "?Te consideras un hombre?", dijo uno de ellos, riendo. "Tal vez podemos encontrar un trabajo para ?l", dijo otro. Steffen le mir? con esperanza. "Es decir, ?luchando contra nuestros perros o gallinas!". Todos se rieron. "?Yo pagar?a una gran cantidad para ver eso!". "Hay una guerra all? afuera, en caso de que no lo hayan notado", les dijo Steffen fr?amente. "Estoy seguro de que incluso en una aldea provincial y rudimentaria como ?sta, pueden necesitar ayuda para mantener las provisiones". Los aldeanos se miraron unos a otros, desconcertados. "Por supuesto que sabemos lo de la guerra", dijo uno, "pero nuestra aldea es demasiado peque?a. Los ej?rcitos no se molestar?n en venir aqu?". "No me gusta tu forma de hablar", dijo otro. "Todo sofisticado, Parece que fuiste a la escuela. ?Crees que eres mejor que nosotros?". "Yo no soy mejor que nadie", dijo Steffen. "Eso es obvio", ri? otro. "?Basta de bromas!", grit? uno de los aldeanos en un tono serio. Dio un paso adelante y empuj? a los dem?s a un lado con su mano fuerte. ?l era mayor que los dem?s y parec?a ser un hombre serio. La multitud se calm? ante su presencia. "Si es cierto lo que dices", dijo el hombre con su tono de voz grave, ?spera, "necesito un par de manos extra en mi molino. La paga es un saco de granos al d?a y una jarra de agua. Dormir?s en el granero, con el resto de los chicos del pueblo. Si est?s de acuerdo, te aceptar?". Steffen asinti? con la cabeza, satisfecho al ver por fin a un hombre serio. "No pido nada m?s", dijo. "S?gueme", dijo el hombre, abri?ndose paso entre la multitud. Steffen lo sigui? y fue llevado a un enorme molino harinero, de madera, alrededor del cual hab?a adolescentes y hombres. Cada uno de ellos sudando y cubiertos de tierra, estaban parados en las pistas fangosas y empujaban una enorme rueda de madera, cada uno agarrando un rayo de la rueda y caminando hacia adelante con ?l. Steffen se qued? all? parado, analizando el trabajo y se dio cuenta de que ser?a un trabajo agotador. Con eso bastar?a. Steffen se dio vuelta para decirle al hombre que lo aceptar?a, pero ya se hab?a ido, suponiendo que lo tomar?a. Los aldeanos, con unas cuantas burlas finales, volvieron a sus asuntos mientras Steffen mir? hacia adelante, a la rueda, a la nueva vida que le esperaba. Por un momento hab?a sido d?bil, se hab?a permitido so?ar. Se hab?a imaginado una vida de castillos y realeza y rango. Se hab?a visto a s? mismo siendo una persona importante, el ayudante de la reina. ?l debi? haber sabido que no deb?a tener pensamientos tan altos. ?l, por supuesto, no hab?a nacido para eso. Nunca lo hab?a sido. Lo que le hab?a ocurrido, conocer a Gwendolyn, hab?a sido una casualidad. Ahora, su vida podr?a estar relegada a esto. Pero, al menos, era una vida que conoc?a. Una vida que entend?a. Una vida de privaciones. Y sin Gwendolyn en ella, esta vida estar?a bien para ?l. CAP?TULO SEIS Thor inst? a Mycoples para que volara m?s r?pidamente, mientras pasaban a trav?s de las nubes, acerc?ndose m?s a La Torre del Refugio. Thor sent?a con cada gramo de su ser, que Gwen estaba en peligro. Sinti? la vibraci?n corriendo a trav?s de sus dedos, a lo largo de todo su cuerpo, haci?ndole saber, advirti?ndole. Ve m?s r?pido, le susurr?. M?s r?pido. "?M?s r?pido!". Thor inst? a Mycoples. Mycoples rugi? suavemente, agitando sus grandes alas con m?s fuerza. Thor no hab?a ni siquiera necesitado pronunciar las palabras – Mycoples entend?a todo, antes de que siquiera lo dijera, pero de todos modos las pronunci?. Hicieron que se sintiera mejor. Se sent?a indefenso. Presinti? que algo andaba muy mal con Gwen, y que cada segundo era importante. Finalmente pasaron por una zona de nubes y al hacerlo, Thor se llen? de alivio y la vio aparecer, a lo lejos: La Torre del Refugio. Era una pieza antigua y misteriosa de arquitectura, una torre perfectamente redonda, delgada, elev?ndose hacia el cielo, llegando casi tan alto como las nubes. Construida con una antigua y brillante piedra negra, Thor pudo sentir el poder saliendo de ella desde aqu?. Mientras se acercaban, de pronto vio algo arriba, en la cima de la torre. Era una persona. Ella estaba parada en la cornisa, con las palmas de las manos a sus costados. Sus ojos estaban cerrados, y ella estaba meci?ndose en el viento. Thor supo de inmediato qui?n era. Gwendolyn. Su coraz?n se aceler? cuando la vio all? parada. ?l sab?a lo que ella estaba pensando. Y sab?a el motivo. Ella cre?a que ?l hab?a renunciado a ella, y que no pod?a evitar sentir que era su culpa. "?M?S R?PIDO!", grit? Thor. Mycoples bat?a sus alas con m?s fuerza, y volaban tan r?pido que dejaba a Thor sin aliento. A medida que se acercaban, Thor vio a Gwen dar un paso atr?s, lejos de la cornisa, hacia la seguridad de la azotea, y su coraz?n se llen? de alivio. Sin siquiera verlo, por iniciativa propia, ella hab?a cambiado de opini?n y decidi? no saltar. Mycoples rugi? y Gwen mir? hacia arriba y vio a Thor por primera vez. Se encontraron las miradas, incluso desde esa gran distancia, y ?l vio el asombro en el rostro de ella. Mycoples aterriz? en el techo y en el momento que lo hizo, Thor salt?, apenas esperando a que aterrizara y corri? hacia Gwendolyn. Gwen se volvi? y lo mir? con los ojos abiertos de par en par, sorprendida. Parec?a como si ella estuviera mirando un fantasma. Thor corri? hacia ella, con su coraz?n acelerado, lleno de entusiasmo y extendi? sus brazos. Se abrazaron fuertemente mientras Thor la levantaba y la apretaba. ?l la hizo girar una y otra vez. Thor escuch? el llanto de ella en su o?do, sinti? sus l?grimas calientes cayendo en su cuello, y apenas pod?a creer que estaba realmente aqu?, abraz?ndola, en vivo. Esto era real. ?ste era el sue?o que hab?a visto en su mente, d?a tras d?a, noche tras noche, cuando hab?a estado en lo m?s profundo del Imperio, cuando hab?a estado seguro de que nunca volver?a, de que nunca volver?a a poner su mirada en Gwendolyn otra vez. Y aqu? estaba ahora, sosteni?ndola en sus brazos. Habiendo estado alejado de ella durante tanto tiempo, todo lo que ten?a que ver con ella, parec?a nuevo. Se sent?a perfecto. Y jur? que nunca volver?a a subestimar el tiempo que estuviera con ella. "Gwendolyn", le susurr? al o?do. "Thorgrin", susurr? ella. Se abrazaron durante mucho tiempo, y despu?s, lentamente se separaron y se besaron. Fue un beso apasionado, y ninguno de los dos se separ?. "Est?s vivo", dijo ella. "Est?s aqu?. No puedo creer que est?s aqu?". Mycoples resopl? y Gwendolyn mir? sobre el hombro de Thor, mientras Mycoples bat?a sus alas una vez. La cara de Gwen se sonroj? de miedo. "No tengas miedo", dijo Thor. "Su nombre es Mycoples. Ella es mi amiga. Y tambi?n ser? tu amiga. D?jame ense?arte". Thor tom? la mano de Gwen y la llev? lentamente hacia el parapeto. Pod?a sentir el miedo de Gwen cuando se acercaron. ?l entend?a. Despu?s de todo, era un drag?n real, vivo, y era lo m?s cerca que Gwen hab?a estado de uno de ellos en su vida. Mycoples mir? a Gwen con sus ojos enormes, de color rojo brillante, resoplando suavemente, agitando sus alas y arqueando el cuello. Thor sinti? algo parecido a los celos. Y tal vez, curiosidad. "Mycoples, te presento a Gwendolyn". Mycoples gir? su cabeza, con orgullo. De repente gir? hacia atr?s y al hacerlo, mir? directamente a los ojos de Gwendolyn, como si viera a trav?s de ella. Se inclin? tan cerca que su cara casi tocaba a Gwendolyn. Gwen jade? sorprendida y asombrada – y tal vez con miedo. Acerc? su mano temblorosa y la coloc? suavemente sobre la nariz larga de Mycoples, tocando sus escamas p?rpura. Despu?s de varios segundos de tensi?n, Mycoples finalmente baj? su nariz y la frot? contra el est?mago de Gwen en se?al de afecto. Mycoples segu?a frotando la nariz contra el est?mago de Gwen, como si estuviera concentrada en ello, y Thor no pod?a entender por qu?. Luego, igual de r?pido, Mycoples alej? su cabeza y mir? hacia el horizonte. "Es hermosa", susurr? Gwen. Ella se volvi? y mir? a Thor. "Perd? la esperanza de que regresar?as", dijo. "No pens? que lo har?as". "Ni yo", dijo Thor. "Pensar en ti es lo que me ha sostenido. Me dio una raz?n para sobrevivir. Para regresar". Se abrazaron otra vez, sujet?ndose mutuamente con fuerza, mientras la brisa los acariciaba, y despu?s, finalmente, se apartaron uno del otro. Gwendolyn mir? hacia abajo y not? la Espada del Destino en la cadera de Thor y sus ojos se abrieron de par en par. Ella suspir?. "Trajiste la Espada", dijo. Lo mir? con incredulidad. "T? eres el que iba a blandirla". Thor asinti? con la cabeza. "?Pero c?mo…?", comenz? a decir ella y despu?s call?. Evidentemente, estaba abrumada. "No s?", dijo Thor. "Simplemente pude hacerlo". Los ojos de ella se abrieron con esperanza, al darse cuenta de otra cosa. "Entonces el Escudo est? activado otra vez", dijo ella esperanzada. Thor asinti? solemnemente. "Andr?nico est? atrapado", dijo ?l. "Ya hemos liberado la Corte del Rey y Silesia". La cara de Gwendolyn se sinti? aliviada y contenta. "Fuiste t?", dijo ella, al darse cuenta. "Liberaste nuestras ciudades". Thor se encogi? de hombros, con modestia. "Fue Mycoples, m?s que nada. Y la Espada. Yo simplemente segu? adelante". Gwen sonri?. "?Y nuestro pueblo? ?Est?n a salvo? ?Sobrevivi? alguien?". Thor asinti? con la cabeza. "En su mayor?a est?n vivitos y coleando". Ella sonri?, luc?a m?s joven otra vez. "Kendrick te espera en Silesia", dijo Thor, "tambi?n Godfrey, Reece, Srog y muchos m?s. Todos est?n vivos y bien y la ciudad es libre". Gwendolyn se abalanz? y abraz? a Thor, sosteni?ndolo firmemente. Pod?a sentir un alivio corriendo por su cuerpo. "Pens? que todo estaba destruido", dijo ella, llorando suavemente, "perdido para siempre". Thor mene? la cabeza. "El Anillo ha sobrevivido", dijo. "Andr?nico est? huyendo. Volveremos, y nos desharemos de ?l para siempre. Y despu?s reconstruiremos todo”. Gwendolyn de repente le dio la espalda a ?l y mir? hacia otro lado, hacia el cielo, enjugando una l?grima. Ella envolvi? firmemente su manto sobre sus hombros, y su cara se llen? de temor. "No s? si puedo volver", dijo, vacilante. "Me pas? algo. Mientras estabas fuera". Thor se dio vuelta y la enfrent?, sosteniendo sus hombros. "S? lo que te pas?", dijo. "Tu madre me lo dijo. No hay nada de qu? avergonzarse", dijo. Gwendolyn lo mir?, con los ojos llenos de sorpresa y asombro. "?Lo sabes?", pregunt? asombrada. Thor asinti? con la cabeza. "No significa nada", dijo. "Te amo tanto como siempre. A?n m?s. Nuestro amor – eso es lo importante. Eso es lo que es irrompible. Te vengar?. Yo mismo matar? a Andr?nico. Y nuestro amor nunca morir?". Gwen se abalanz? y abraz? a Thor con firmeza, sus l?grimas corriendo por el cuello. ?l not? cu?n aliviada se sent?a ella. "Te amo", le dijo Gwen en su oreja. "Yo tambi?n te amo", respondi? ?l. Mientras Thor estaba parado all?, abraz?ndola, su coraz?n se aceler? con inquietud. ?l quer?a ahora, en este momento, m?s que nunca, hacerle la pregunta. Pedirle matrimonio. Pero sinti? que no pod?a hacerlo hasta contarle primero su secreto, hasta que le dijera qui?n era su padre. La idea lo llen? de verg?enza y humillaci?n. Aqu? estaba ?l, habiendo prometido matar al hombre que ambos odiaban tanto. Y con sus siguientes palabras, ?c?mo podr?a anunciarle que Andr?nico era su padre? Thor estaba seguro de que si lo hac?a, Gwendolyn lo odiar?a por siempre. Y ?l no podr?a arriesgarse a perderla. No despu?s de todo lo que pas?. La amaba demasiado. As? que entonces, con sus manos temblorosas, Thor meti? la mano en su camisa y sac? el collar, el que encontr? entre los tesoros del drag?n, con una cuerda de oro y un coraz?n de oro brillante, repletos de diamantes y rub?es. Lo sostuvo cerca de la luz, y Gwen jade? al verlo. Thor apareci? detr?s de ella y lo abroch? alrededor de su cuello. "Es una peque?a muestra de mi amor y afecto", dijo. Colgaba hermosamente en su cuello, el oro brillaba en la luz, reflejando todo. El anillo le quemaba en su bolsillo, y Thor prometi? d?rselo cuando fuera el momento adecuado. Cuando pudiera reunir el valor para decirle la verdad. Pero ahora no era el momento, por mucho que ?l deseara que pudiera serlo. "As? que como ves, puedes volver", dijo Thor, acariciando su mejilla con el dorso de su mano. "Debes volver. Tu pueblo te necesita. Ellos necesitan a una gobernante. El Anillo, sin un l?der, no es nada. Te quieren para que los gu?es. Andr?nico a?n habita en la mitad del Anillo. Nuestras ciudades todav?a necesitan ser reconstruidas". La mir? a los ojos y pudo ver lo que pensaba. "Di que s?", le inst? Thor. "Regresa conmigo. Esta torre no es lugar para que una mujer joven viva el resto de sus d?as. El Anillo te necesita. Yo te necesito". Thor tendi? una mano y esper?. Gwendolyn mir? hacia abajo, vacilante. Finalmente, ella extendi? la mano y la coloc? en la de ?l. Sus ojos se volvieron m?s y m?s brillantes, rebosantes de amor y calor. ?l pudo ver c?mo volv?a lentamente a ser la antigua Gwendolyn que hab?a conocido una vez, llena de vida, amor y alegr?a. Era como si fuera una flor, siendo restaurada ante sus ojos. "S?", dijo ella suavemente, sonriendo. Se abrazaron y ?l la sujet? con firmeza y jur? nunca dejarla ir otra vez. CAP?TULO SIETE Erec abri? los ojos para encontrarse a s? mismo en los brazos de Alistair, mirando sus ojos de color azul cristal, que brillaban con amor y calor. Ella sonr?a por la comisura de sus labios, y ?l sinti? el calor que irradiaba de sus manos y a trav?s de su cuerpo. Cuando se revis?, se sinti? completamente curado, renacido, como si nunca hubiera sido herido. Ella lo hab?a resucitado de entre los muertos. Erec se sent? y mir? a los ojos de Alistair con sorpresa, pregunt?ndose una vez m?s qui?n era realmente, c?mo podr?a tener esos poderes. Mientras Erec se sentaba y frotaba su cabeza, record? inmediatamente: Los hombres de Andr?nico. El ataque. La defensa del barranco. La roca. Erec se puso de pie de un salto y vio a todos sus hombres mir?ndolo, como si esperaran su resurrecci?n – y su comando. Sus rostros estaban llenos de alivio. "?Cu?nto tiempo estuve inconsciente?", se dio vuelta y le pregunt? a Alistair, fren?tico. Se sent?a culpable de haber abandonado a sus hombres durante tanto tiempo. Pero ella le sonri? dulcemente. "Solamente un segundo", dijo ella. Erec no pod?a comprender c?mo pudo haber ocurrido. Se sent?a tan recuperado, como si hubiera dormido durante a?os. Sinti? un nuevo rebote en su andar cuando se puso de pie y gir? y corri? hacia la entrada del barranco y vio su obra: la enorme roca que hab?a hecho pedazos ahora lo detuvo y los hombres de Andr?nico ya no pod?an pasar. Hab?an logrado lo imposible y hab?an ahuyentado a un ej?rcito mucho m?s grande. Al menos por ahora. Antes de que pudiera celebrar, Erec escuch? un grito repentino proveniente de arriba y mir? hacia all?: en la cima del acantilado, uno de sus hombres grit?, luego cay? hacia atr?s, dando volteretas, y aterriz? en el suelo, muerto. Erec mir? hacia abajo y vio una lanza atravesada en el cuerpo del hombre, entonces mir? hacia atr?s hasta ver un sinf?n de actividad, gritos surgiendo de todos lados. Ante sus ojos, docenas de los hombres de Andr?nico aparecieron en la parte superior, luchando cuerpo a cuerpo con los hombres del Duque, dando golpe tras golpe, y Erec se dio cuenta de lo que hab?a ocurrido: el comandante del Imperio hab?a dividido sus fuerzas, enviando a algunos a trav?s del barranco, y enviando a otros directamente arriba, a la cara de la monta?a. "?A LA CIMA!", orden? Erec. "?SUBAN!". Los hombres del Duque lo siguieron, mientras sub?a corriendo a la cara de la monta?a, con la espada en la mano, por la empinada escalada de roca y polvo. Cada varios metros se resbalaba y extend?a la palma de su mano, rasp?ndola contra la piedra, sujet?ndose, haciendo su mejor esfuerzo para no caer hacia atr?s. Corri?, pero la cara era tan escarpada que hab?a que escalar m?s que correr; cada paso era una dura lucha, la armadura sonando alrededor de ?l, mientras sus hombres soplaban y resoplaban su camino, como cabras del monte, directamente por el acantilado. "?ARQUEROS!", grit? Erec. Abajo, varias docenas de los arqueros del Duque que escalaban la monta?a, se detuvieron y apuntaron hacia arriba del acantilado. Desataron una descarga de flechas y varios soldados del Imperio gritaban y las lanzaban hacia atr?s, dando tumbos hacia abajo a lo largo del acantilado. Un cuerpo ven?a cayendo hacia Erec; ?l lo esquiv? y logr? evadirlo. Pero uno de los hombres del Duque no fue tan afortunado – choc? con un cad?ver y lo envi? volando hacia atr?s, al suelo, gritando, muriendo bajo su peso. Los arqueros del Duque se atrincheraron y se colocaron arriba y abajo de la monta?a, disparando cada vez que un soldado del Imperio asomaba la cabeza sobre el borde del acantilado para mantenerlos a raya. Pero el combate all? arriba era duro, cuerpo a cuerpo, y no todas las flechas ca?an en su objetivo: una flecha fall?, aloj?ndose accidentalmente en la espalda de uno de los hombres del Duque. El soldado grit? y arque? la espalda, y un soldado del Imperio aprovech? y lo apu?al?, tir?ndolo hacia atr?s, gritando al caer por el acantilado. Pero mientras el soldado del Imperio estaba expuesto, otro arquero meti? una flecha en su intestino, derrib?ndolo tambi?n; su cad?ver cay? de bruces sobre el borde. Erec redobl? sus esfuerzos, al igual que los que estaban alrededor de ?l, corriendo con todas sus fuerzas arriba del acantilado. Mientras ?l se acercaba a la cima, a pocos metros, resbal? y comenz? a caer; dio vueltas, estir? el brazo y se sujet? de una gruesa ra?z que sal?a de la piedra. ?l se sujet? con fuerza por su vida, colgando de ella, despu?s se empuj? hacia arriba, recuperando el equilibrio y continu? hasta la cima. Erec alcanz? la cima antes que los dem?s y corri? hacia adelante con un grito de guerra, con la espada levantada, ansioso por ayudar a defender a sus hombres, que estaban ocupando sus posiciones en la parte superior pero siendo obligados a retroceder. Hab?a solamente unas pocas docenas de sus hombres aqu? arriba, y cada uno estaba envuelto en un combate mano a mano con los soldados del Imperio, superados en n?mero por dos a uno. Con cada segundo que pasaba, m?s y m?s soldados del Imperio segu?an apareciendo en la parte superior. Erec luch? como un loco, yendo a la carga y apu?alando a dos soldados a la vez, liberando a sus hombres. No hab?a nadie m?s r?pido en la batalla que ?l, en todo el Anillo y con dos espadas en la mano, acuchillando en todos los sentidos, Erec sac? sus habilidades ?nicas como campe?n de Los Plateados para contraatacar al Imperio. Era una ola de destrucci?n, mientras giraba y se agachaba y acuchillaba, yendo cada vez m?s hacia el grueso de los soldados del Imperio. ?l esquivaba y embest?a y bloqueaba tan r?pido, que opt? por no usar su escudo. Erec iba hacia ellos como el viento, derribando a una docena de soldados antes de que siquiera tuvieran la oportunidad de defenderse. Y los hombres del Duque se reunieron alrededor de ?l. Detr?s de ?l, el resto de los hombres del Duque tambi?n alcanzaron la cima, Brandt y el Duque lideraban el camino, luchando al lado de Erec. Pronto, el impulso cambi? y se encontraron haciendo retroceder a los hombres del Imperio; los cad?veres se apilaban alrededor de ellos. Erec se puso en guardia con el soldado del Imperio que quedaba arriba, y lo hizo retroceder y luego se inclin? y le dio una patada, envi?ndolo por un costado del Imperio, gritando mientras ca?a de espaldas. Erec y todos sus hombres se quedaron all?, retomando su aliento; Erec camin? hacia adelante, por la amplia meseta, hasta el borde del acantilado del lado del Imperio. Quer?a ver lo que hab?a debajo. El Imperio hab?a dejado de enviar hombres arriba, sabiamente, pero Erec tuvo un mal presentimiento de que a?n pudieran tener algunos de reserva. Sus hombres se acercaron al lado de ?l y tambi?n miraron hacia abajo. Nunca se habr?a imaginado Erec lo que ver?a abajo. Se sinti? descorazonado. A pesar de los cientos de hombres que hab?an conseguido matar, a pesar de que tuvieron ?xito sellando el barranco y de haber tomado una posici?n elevada, todav?a quedaban por debajo decenas de miles de soldados del Imperio. Erec apenas lo pod?a creer. Hab?an hecho todo lo que pod?an hasta ese momento, y todo el da?o que hab?an causado, ni siquiera hac?a mella en la interminable armadura del Imperio. El Imperio simplemente enviar?a a m?s y m?s hombres arriba. Erec y sus hombres podr?an matar a varias docenas m?s, quiz?s incluso a cientos de ellos. Pero al final, tantos millares de ellos atravesar?an. Erec estaba all? parado, sinti?ndose desesperanzado. Por primera vez en su vida, ?l sab?a que iba a morir, aqu?, en este terreno, en este d?a. No pod?a evitarlo. ?l no se arrepent?a. ?l hab?a puesto una defensa heroica, y si fuera a morir, no habr?a mejor forma o lugar. ?l agarr? su espada y se arm?, y su ?nica duda era si Alistair estar?a a salvo. Pens? que tal vez, en la pr?xima vida, pasar?a m?s tiempo con ella. "Bueno, hemos tenido una buena racha", dijo una voz. Erec se volvi? para ver a Brandt de pie junto a ?l, con su mano en la empu?adura de su espada, tambi?n resignado. Los dos hab?an luchado juntos en incontables batallas, hab?an sido superados en n?mero muchas veces – y sin embargo, Erec nunca hab?a visto la expresi?n en la cara de su amigo como la que ve?a ahora. Debe haber reflejado la de ?l mismo: se?alaba que la muerte estaba aqu?. "Por lo menos caeremos con las espadas en nuestras manos", dijo el Duque. ?l hizo eco de los pensamientos de Erec, exactamente. Abajo, los hombres del Imperio, como si se hubieran dado cuenta, levantaron la vista. Miles de ellos comenzaron a reanimarse, a marchar al un?sono, dirigi?ndose hacia el precipicio, con las armas desenfundadas. Cientos de arqueros del Imperio empezaron a arrodillarse y Erec sab?a que en unos momentos empezar?a el derramamiento de sangre. ?l se prepar? y respir? profundo. De repente se escuch? el ruido de un chillido en alg?n lugar del cielo, en el horizonte. Erec mir? hacia arriba y examin? el cielo, pregunt?ndose si estaba oyendo cosas. Una vez escuch? el grito de un drag?n, y pens? que tal vez sonaba as?. Hab?a sido un sonido que nunca hab?a olvidado, lo hab?a escuchado durante su formaci?n, durante Los Cien. Fue un grito que nunca hab?a pensado volver a o?r. No podr?a ser posible. ?Un drag?n? ?Aqu?, en el Anillo? Erec estir? el cuello y a lo lejos, a trav?s de las nubes, vio algo que quedar?a grabado en su mente durante el resto de su vida: volando hacia ellos, batiendo sus grandes alas, hab?a un enorme drag?n p?rpura con grandes y brillantes ojos rojos. Lo que vio, llen? de miedo a Erec, m?s de lo que cualquier ej?rcito podr?a. Pero al verlo m?s de cerca, su expresi?n se transform? en confusi?n. Pens? que pod?a ver a dos personas volando en la parte posterior del drag?n. Cuando Erec entrecerr? los ojos, les reconoci?. ?Sus ojos estaban jug?ndole una broma? All?, en la parte posterior del drag?n, estaba sentado Thorgrin y detr?s de ?l, sujetando su cintura, estaba la hija del rey MacGil. Gwendolyn. Antes de que Erec pudiera comenzar a procesar lo que estaba viendo, el drag?n baj? en picado hacia el suelo, como un ?guila. Abri? su boca e hizo un sonido horrible, un sonido tan fuerte que una roca al lado de Erec comenz? a partirse. La tierra entera tembl? mientras el drag?n bajaba, abri? su boca y expuls? fuego como Erec jam?s hab?a visto. El valle se llen? de los gritos y llantos de miles de soldados del Imperio, mientras ola tras ola de fuego los envolv?a, todo el valle se iluminaba con las llamas. Thor hab?a dirigida al drag?n hacia arriba y hacia abajo de las filas de los hombres de Andr?nico, eliminando a decenas de ellos en un abrir y cerrar de ojos. Los soldados restantes se dieron vuelta y huyeron, corriendo hacia el horizonte. Thor los persigui? tambi?n, dirigiendo a su drag?n para que soplara cada vez m?s y m?s fuego. En pocos momentos, todos los hombres que estaban debajo de Erec – los hombres que estaba seguro que lo guiar?an hacia su muerte, estaban muertos. No quedaba nada de ellos sino cad?veres carbonizados, fuego y llamas, almas que alguna vez fueron. Todo el batall?n del Imperio hab?a desaparecido. Erec mir? hacia arriba, con la boca abierta en estado de shock y vio c?mo el drag?n se elevaba en el aire, batiendo sus grandes alas y volando m?s all? de ellos. Se dirigieron hacia el norte. Sus hombres estallaron en una gran ovaci?n, mientras pasaban sobre ellos. Erec qued? mudo de admiraci?n por el hero?smo de Thor, por su intrepidez, por su control de esta bestia – y por el poder de la bestia. Erec hab?a recibido una segunda oportunidad en la vida – ?l y todos sus hombres, y por primera vez en mucho tiempo, se sent?a optimista. Ahora pod?an ganar. Incluso contra millones de los hombres de Andr?nico, con una bestia como ?sa, en realidad podr?an ganar. “?Hombres, marchen!”, orden? Erec. Estaba decidido a seguir el rastro del drag?n, el olor a azufre, el fuego en el cielo, a donde fuera que los llevara. Thorgrin hab?a regresado, y era hora de reunirse con ?l. CAP?TULO OCHO Kendrick cabalgaba su caballo, rodeado de sus hombres, los miles de ellos se congregaron afuera de Vinesia, la gran ciudad a la que el batall?n de Andr?nico se hab?a retirado. Una alta verja levadiza imped?a la entrada por las puertas de la ciudad, sus muros de piedra eran gruesos y miles de los hombres de Andr?nico pululaban dentro y fuera, superando por mucho el n?mero de los soldados del ej?rcito de Kendrick. El factor sorpresa ya no estaba de su lado. Peor a?n, apareciendo a la vista desde atr?s de la ciudad, estaban los miles de hombres de Andr?nico, refuerzos, inundando las llanuras. Cuando Kendrick pens? que los ten?an huyendo, la situaci?n hab?a sido invertida r?pidamente. De hecho, ahora el ej?rcito marchaba hacia Kendrick, ordenado, disciplinado, era una gran ola de destrucci?n. La ?nica alternativa ahora era retirarse a Silesia, mantenerlos ah? temporalmente hasta que el Imperio volviera a tomarla, hasta que volvieran a hacerlos esclavos. Y eso nunca podr?a ser. Kendrick nunca hab?a sido de los que se retiraban de una confrontaci?n, aun cuando los superaban en n?mero, y tampoco eran de los otros guerreros valientes, del ej?rcito de los MacGil, de Silesia, de Los Plateados. Kendrick sab?a que todos luchar?an con ?l hasta la muerte. Y mientras apretaba la sujeci?n de la empu?adura de su espada, sab?a que eso era precisamente lo que tendr?a que hacer en este d?a. Los hombres del Imperio soltaron un grito de guerra, y los hombres de Kendrick los recibieron con uno m?s fuerte que los suyos. Mientras Kendrick y sus hombres corrieron por la ladera para enfrentarse con el ej?rcito que se aproximaba, sabiendo que era una batalla que no podr?an ganar, pero decididos a luchar de todos modos, los hombres de Andr?nico tomaron velocidad y corrieron hacia ellos tambi?n. Kendrick sent?a el aire volando su pelo, sent?a la vibraci?n de la empu?adura de la espada que ten?a en la mano y sab?a que era cuesti?n de tiempo para encontrarse perdido en ese gran sonido met?lico, en ese gran rito de espadas conocido. Kendrick estaba sorprendido al escuchar algo como un chirrido arriba; estir? el cuello para ver el cielo y not? algo que irrump?a a trav?s de las nubes, que le hizo mirar dos veces. Ya lo hab?a visto una vez – Thor apareci? en la parte posterior de Mycoples – pero aun as?, la imagen le hizo quedar sin aliento. Especialmente porque esta vez, Gwendolyn montaba tambi?n en la parte posterior. El coraz?n de Kendrick se aceler? al verlos bajar en picado y darse cuenta de lo que iba a suceder. ?l sonri? ampliamente, levant? su espada por lo alto y fue a la carga r?pidamente, d?ndose cuenta por primera vez que en este d?a la victoria, despu?s de todo, ser?a de ellos. * Thor y Gwen volaban en la parte posterior de Mycoples, entrando y saliendo de las nubes, batiendo sus grandes alas m?s y m?s r?pido, como le instaba ?l. Presinti? el peligro abajo, hacia Kendrick y los dem?s; baj? en picado y atraves? las nubes. Ante ?l se abr?a una vista panor?mica del paisaje: en medio de las colinas del Anillo, vio la vasta extensi?n de la divisi?n de Andr?nico, corriendo hacia los hombres de Kendrick, en las llanuras. Thor inst? a Mycoples a bajar. "?Baja en picado!", le susurr?. Ella baj? tan cerca del suelo que Thor casi pod?a bajar de un salto, despu?s abri? su boca y arroj? fuego, el calor casi quemaba a Thor. Olas y olas de fuego rodaron a trav?s de las llanuras, y surgieron los gritos de terror de los hombres del Imperio. Mycoples causaba una destrucci?n como nadie hab?a visto antes, dejando kil?metros de campi?a iluminada, y derribando a miles de los hombres de Andr?nico. Quien sobreviv?a, se daba vuelta y hu?a. Thor dejar?a a los otros para que Kendrick se encargara de ellos. Thor se volvi? hacia la ciudad y vio a miles de soldados del Imperio m?s adentro. ?l sab?a que Mycoples no podr?a maniobrar en un espacio tan reducido, con sus paredes empinadas y estrechas, y que ser?a demasiado arriesgado aterrizar all?. Thor vio a cientos de soldados apuntando al cielo con flechas y lanzas, y tem?a el da?o que le har?an a Mycoples a tan corta distancia. No le gust? en absoluto. Sinti? la Espada del Destino palpitando en su mano y sab?a que ?sta era una batalla que tendr?a que luchar ?l mismo. Thor dirigi? a Mycoples hacia la parte delantera de la ciudad, fuera de la enorme reja de hierro. Al estar en la superficie, ?l se inclin? y susurr? al o?do de Mycoples: "La puerta. Qu?mala y del resto me encargar? yo". Mycoples se sent? all? y le grazn?, agitando sus alas en actitud de desaf?o. Evidentemente, ella quer?a quedarse con Thor, luchar a su lado dentro de la ciudad. Pero Thor no le dar?a la oportunidad. "?sta es mi batalla", insisti? ?l. "Y necesito que lleves a Gwen a un lugar seguro". Mycoples parec?a ceder. De repente, ella se inclin? de nuevo y arroj? fuego a la puerta de hierro, hasta que finalmente se derriti?. Thor se inclin? hacia Mycoples. "?Vamos!", le susurr?. "Lleva a Gwendolyn a un lugar seguro". Thor salt? de su espalda y al hacerlo, sinti? que la Espada del Destino palpitaba en su mano. "?Thor!", le grit? Gwen. Pero Thor ya estaba corriendo hacia las puertas derretidas. Escuch? que Mycoples despegaba y sab?a que estaba llevando a Gwen a un lugar seguro. Thor corri? a toda velocidad a trav?s de las puertas abiertas y hacia el patio, justo en el coraz?n de la ciudad, entre los miles de hombres. La Espada del Destino vibr? en la mano de Thor como un ser viviente, llev?ndolo como si fuera m?s ligero que el aire. Todo lo que ten?a que hacer era aguantar. Thor sinti? que su brazo y su mu?eca y su cuerpo se mov?an, acuchillando y atacando en todas las direcciones, la espada sonando en el aire al cortar hombres como si fueran mantequilla, matando a docenas de ellos en un solo golpe. Thor gir? y caus? da?o en todas las direcciones. Al principio, el Imperio intent? atacarlo tambi?n; pero despu?s de que Thor atravesara los escudos, las armaduras y otras armas como si no estuvieran all?, despu?s de que ?l matara a fila tras fila de hombres, se dieron cuenta de a qu? se enfrentaban: un torbellino de destrucci?n m?gico, imparable. La ciudad entr? en caos. Los miles de soldados del Imperio se dieron vuelta y trataron de huir de la ciudad, para alejarse de Thor. Pero no hab?a ning?n lugar a d?nde ir. Liderado por la Espada, Thor era demasiado r?pido, como un rayo propag?ndose por la ciudad. Los soldados, llenos de p?nico, corrieron hacia las murallas de la ciudad, hacia unos y otros, en estampida para salir. Thor no les dej? escapar. ?l corri? a trav?s de todos los rincones de la ciudad, la Espada llevaba con ?l una velocidad como nadie hab?a conocido, y cuando ?l pens? en Gwendolyn, y lo que Andr?nico le hab?a hecho a ella, mat? a un soldado tras otro, exigiendo venganza. Era tiempo de rectificar los errores que Andr?nico hab?a causado en el Anillo. Andr?nico. Su padre. El pensamiento le quemaba como fuego. Con cada cuchillada de la Espada, Thor imaginaba matarlo, eliminando su ascendencia. Thor quer?a ser otra persona, provenir de otra persona. Quer?a un padre del cual estar orgulloso. Cualquiera, menos Andr?nico. Y si mataba a bastantes de estos hombres, tal vez, s?lo tal vez, podr?a librarse de ?l. Thor luch? apabullado, girando para todos lados, hasta que finalmente se dio cuenta de que estaba dando cuchilladas a la nada. ?l mir? a su alrededor y vio que todos los soldados, cada uno de los miles de hombres de Andr?nico, estaban en el suelo, muertos. La ciudad estaba llena de cad?veres. No hab?a nadie m?s a quien matar. Thor estaba solo en la plaza de la ciudad, respirando con dificultad, la Espada brillando en su mano, y ni un alma se mov?a. Thor escuch? una ovaci?n distante; reaccion?, sali? corriendo por la puerta de la ciudad y vio a lo lejos, a los hombres de Kendrick, yendo a la carga, persiguiendo al resto del ej?rcito, haci?ndolos retroceder. Mientras Thor sal?a corriendo por la puerta de la ciudad, Mycoples lo vio y descendi?, esperando su regreso, Gwen estaba a?n en su espalda. Thor mont? al drag?n, y una vez m?s se elevaron en el aire. Volaron sobre el ej?rcito de Kendrick y Thor los vio desde arriba, como hormigas debajo de ?l. Lo ovacionaron cantando victoria mientras volaba sobre ellos. Finalmente estaban frente al ej?rcito de Kendrick, frente a la gran masa de hombres y caballos y polvo. M?s adelante estaban los restos dispersos de las legiones de Andr?nico. "Abajo", susurr? Thor. Se zambulleron y llegaron a la parte posterior donde estaban los hombres de Andr?nico, y al hacerlo, Mycoples escupi? fuego, eliminando fila tras fila, la gran muralla de fuego avanzaba r?pidamente. Surgieron gritos y pronto Thor aniquil? a la retaguardia entera. Finalmente, no hab?a nadie m?s a qui?n matar. Ellos continuaron volando, cruzando las llanuras expansivas, Thor quer?a asegurarse de que no quedara nadie. A lo lejos, Thor vio la gran cordillera, las tierras altas, dividiendo el Este del Oeste. De aqu? a las tierras altas y no quedaba un solo soldado del Imperio vivo. Thor estaba satisfecho. Todo el Reino occidental del Anillo hab?a sido liberado. Hab?a sido suficiente matanza por un d?a. El sol comenz? a ponerse, y fuera lo que fuera que hubiera adelante, en el lado oriental de las tierras altas, pod?a quedarse all?, por ahora. Thor dio vuelta en c?rculo y vol? hacia Kendrick. El campo estaba debajo de ?l y pronto escuch? los gritos y aplausos de los hombres, mirando al cielo, vitoreando su nombre. Descendi? ante el ej?rcito, desmontando y ayudando a Gwendolyn a bajar. Ellos fueron recibidos por el enorme grupo, todos corriendo hacia adelante, con una gran ovaci?n de victoria elev?ndose mientras los soldados presionaban de todos lados. Kendrick, Godfrey, Reece y sus otros hermanos de La Legi?n, Los Plateados – a todos los que Thor hab?a conocido y querido, se abalanzaron para abrazarlo a ?l y a Gwendolyn. Finalmente, todos estaban unidos. Finalmente, eran libres. CAP?TULO NUEVE Andr?nico irrumpi? en su campamento y en un arranque de ira, estir? la mano y con sus largos dedos cort? la cabeza del joven soldado quien, para su gran desgracia, estaba parado cerca de ?l. Mientras marchaba, Andr?nico decapit? a un soldado tras otro, hasta que finalmente sus hombres entendieron el mensaje y corrieron para mantenerse alejados de ?l. Deb?an haber imaginado que era mejor no estar cerca de ?l cuando estaba en un estado de ?nimo como ?ste. Los soldados se alejaron mientras Andr?nico sal?a hecho una furia por su campamento de decenas de miles de hombres, todos manteniendo una sana distancia. Incluso sus generales se mantuvieron alejados y a salvo, caminando detr?s de ?l, sabiendo que era mejor no acercarse cuando estaba as? de molesto. La derrota era una cosa. Pero una derrota como ?sta – no ten?a precedentes en la historia del Imperio. Andr?nico nunca hab?a experimentado una derrota antes. Su vida hab?a sido una larga cadena de victorias, cada una m?s brutal y satisfactoria que la siguiente. No sab?a qu? se sent?a ser derrotado. Ahora lo supo. Y no le gustaba. Andr?nico repiti? mentalmente una y otra vez lo que hab?a sucedido, c?mo es que las cosas hab?an salido tan mal. Apenas ayer parec?a que su victoria era completa, que el Anillo era suyo. ?l hab?a destruido la Corte del Rey y hab?a conquistado Silesia; hab?a subyugado a todo los MacGil y humillado a su gobernante: a Gwendolyn; ?l hab?a torturado a sus soldados de mayor rango en las cruces, ya hab?a asesinado a Kolk y hab?a estado a punto de matar a Kendrick y a los dem?s. Argon se hab?a entrometido en sus asuntos, le hab?a arrebatado a Gwendolyn antes de que ?l pudiera matarla, y Andr?nico hab?a estado a punto de corregir eso, de recuperarla y ejecutarla, junto con todos los dem?s. Hab?a sido un d?a de victoria completa y de grandeza. Y entonces todo hab?a cambiado, r?pidamente, para empeorar. Thor y el drag?n hab?an surgido en el horizonte como una mala aparici?n, hab?a descendido como una nube y con sus grandes llamas y la Espada del Destino hab?a conseguido acabar con divisiones enteras de soldados. Andr?nico lo hab?a presenciado todo a una distancia segura; tuvo el buen juicio de batalla de retirarse aqu?, a este lado de las tierras altas, mientras sus exploradores continuaban llev?ndole reportes, durante todo el d?a, del da?o que Thor y el drag?n hab?an ocasionado. En el sur, cerca de Savaria, un batall?n entero fue aniquilado; en la Corte del Rey y Silesia todo estaba igual de mal. Ahora todo el Reino Occidental del Anillo, que antes estuvo bajo su control, fue liberado. Era inconcebible. ?l se sent?a ansioso al pensar en la Espada del Destino. Hab?a ido tan lejos para alejarla del Anillo y ahora hab?a regresado aqu? y el Escudo se hab?a activado otra vez. Eso significaba que estaba atrapado aqu? con los hombres que ten?a; podr?a irse, por supuesto, pero ya no podr?a conseguir m?s refuerzos adentro. ?l estimaba que a?n ten?a medio mill?n de soldados aqu?, en este lado de las monta?as, m?s que suficiente para superar en n?mero a los MacGil; pero contra Thor, la Espada del Destino y ese drag?n, las cifras ya no importaban. Ahora las probabilidades, ir?nicamente, estaban en su contra. Era una posici?n en la que nunca hab?a estado antes. Como si las cosas no pudieran ponerse peor, sus esp?as tambi?n le hab?an llevado reportes de disturbios en casa, en la capital del Imperio, de que R?mulo se hab?a confabulado para destronarlo. Andr?nico gru?? con furia mientras sal?a de su campamento, debatiendo sus opciones, buscando a alguien a quien culpar. ?l sab?a como comandante que lo m?s inteligente que pod?a hacer, t?cticamente, ser?a retirarse y dejar el Anillo ahora, antes de que Thor y su drag?n los encontraran, para salvar las fuerzas que ?l hab?a dejado, abordar sus barcos y navegar de regreso hacia el Imperio en desgracia, para conservar su trono. Despu?s de todo, el Anillo, era solamente una mancha en la enorme extensi?n del Imperio y todo gran comandante ten?a derecho, por lo menos, a una derrota. A?n gobernar?a un noventa y nueve por ciento del mundo, y sab?a que deber?a estar m?s que satisfecho con eso. Pero ?se no era el estilo del gran Andr?nico. Andr?nico no era prudente ni conformista. Siempre hab?a seguido sus pasiones, y aunque sab?a que era arriesgado, no estaba dispuesto a abandonar este lugar, admitir la derrota, permitir que el Anillo se fuera de sus manos. Aunque tuviera que sacrificar todo su Imperio, encontrar?a una manera de aplastar y dominar este lugar. Sin importar lo que costara. Andr?nico no pod?a controlar al drag?n ni a la Espada del Destino. Pero a Thorgrin… eso era un asunto diferente. Era su hijo. Andr?nico se detuvo y suspir? ante la idea. Qu? iron?a: su propio hijo, era el ?ltimo obst?culo para su dominaci?n del mundo. De alguna manera, parec?a ser apropiado. Era inevitable. ?l sab?a que siempre, la gente m?s cercana a uno, es la que m?s nos lastima. Record? la profec?a. Hab?a sido un error, por supuesto, dejar vivo a su hijo. Era su gran error en la vida. Pero ten?a un punto d?bil para ?l, aunque sab?a que la profec?a dec?a que eso podr?a llevarlo a su propio fin. ?l hab?a dejado vivir a Thor, y ahora hab?a llegado el momento de pagar el precio. Andr?nico continu? irrumpiendo por el campamento, seguido por sus generales, hasta que finalmente lleg? a la periferia y encontr? una tienda m?s peque?a que los dem?s, una escarlata en un mar de negro y oro. Solamente hab?a una persona que ten?a la audacia de tener una tienda de color diferente, el ?nico a quien sus hombres tem?an. Rafi. El hechicero personal de Andr?nico, la criatura m?s siniestra que hab?a conocido; Rafi hab?a aconsejado a Andr?nico a cada paso del camino, lo hab?a protegido con su energ?a mal?vola, hab?a sido m?s responsable por su ascenso que nadie. Andr?nico odiaba dirigirse a ?l, reconocer lo mucho que lo necesitaba. Pero cuando se encontr? con un obst?culo que no era de este mundo, una cosa de magia, siempre acud?a con Rafi. Cuando Andr?nico se acerc? a la tienda de campa?a, dos seres malignos, altos y delgados, ocultos en mantos escarlata, con brillantes ojos amarillos que sobresal?an detr?s de las capuchas, lo miraron. Eran las ?nicas criaturas en todo este campamento que se atrev?an a no hacer reverencia ante su presencia. "Llamo a Rafi", declar? Andr?nico. Las dos criaturas, sin girar, estiraron una mano y retiraron las solapas de la tienda. Al hacerlo, sali? un horrible olor dirigi?ndose a Andr?nico, haci?ndolo retroceder. Hubo una larga espera. Todos los generales se detuvieron detr?s de Andr?nico y observaron con expectaci?n, al igual que todo el campamento, quienes voltearon a ver. En el campamento hubo un gran silencio. Finalmente sali? de la carpa escarlata una criatura alta y delgada, del doble de alto de Andr?nico, tan delgada como la rama de un olivo, vestido con una t?nica escarlata muy oscura, con una cara invisible, escondido en la oscuridad de su capucha. Rafi se qued? all? parado y observ?, y Andr?nico fue capaz de ver s?lo sus ojos amarillos sin pesta?ear, mirando, incrustados en su piel demasiada p?lida. Sobrevino un silencio tenso. Finalmente, Andr?nico dio un paso adelante. "Quiero que Thorgrin muera", dijo Andr?nico. Tras un largo silencio, Rafi ri? entre dientes. Era un sonido profundo y molesto. "Padres e hijos", dijo. "Siempre es lo mismo". Andr?nico ard?a por dentro, impaciente. "?Me puedes ayudar?", dijo presionando. Rafi se qued? all? parado, en silencio, demasiado tiempo, tanto, que Andr?nico consider? matarlo. Pero ?l sab?a que eso ser?a fr?volo. Una vez, lleno de rabia, Andr?nico hab?a intentado apu?alarlo impetuosamente, y en el aire, la espada se hab?a derretido en su mano. La empu?adura tambi?n hab?a quemado su mano; le hab?a tomado meses recuperarse del dolor. As? que Andr?nico se qued? parado, apretando los dientes y soportando el silencio. Por ?ltimo, debajo de la capucha, Rafi ronrone?. "Las energ?as que rodean al muchacho son muy fuertes", dijo Rafi lentamente. "Pero todo el mundo tiene una debilidad. ?l ha sido elevado con la magia. Tambi?n puede descender con la magia". Andr?nico, intrigado, dio un paso adelante. "?De qu? magia hablas?". Rafi hizo una pausa. "De un tipo que nunca has conocido", respondi?. "Es una clase reservada s?lo para un ser como Thor. ?l es tu problema, pero es m?s que eso. Es incluso m?s poderoso que t?. Si vive para ver el d?a". Andr?nico enfureci?. "Dime c?mo atraparlo", exigi?. Rafi mene? la cabeza. "?sa fue siempre tu debilidad", dijo. "Eliges atraparlo, no matarlo". "Primero lo atrapar?", contest? Andr?nico. "Luego lo matar?. ?Hay alguna manera de hacerlo o no?". Hubo otro largo silencio. "Hay una manera de despojarlo de su poder, s?", dijo Rafi. "Sin su preciosa espada y sin su drag?n, ser? como cualquier otro muchacho". "Ens??ame", exigi? Andr?nico. Hubo un largo silencio. "Tiene un costo", respondi? Rafi, finalmente. "Lo que sea", dijo Andr?nico. "Te dar? lo que sea" Hubo una risita sofocada larga y sombr?a. "Creo que alg?n d?a llegar?s a lamentarlo", respondi? Rafi. "Mucho, mucho". CAP?TULO DIEZ Mientras R?mulo marchaba por el sendero meticulosamente asfaltado, hecho de ladrillos de oro, que conduc?a hacia Volusia, la capital del Imperio, los soldados ataviados con sus mejores trajes, se pusieron en posici?n de firmes. R?mulo caminaba delante del resto de su ej?rcito, reducido a unos cientos de soldados, abatido y derrotado por su episodio con los dragones. R?mulo estaba furioso. Era la caminata de la verg?enza. Toda su vida hab?a regresado victorioso, desfilaba como un h?roe; ahora regresaba al silencio, a un estado de verg?enza, trayendo, en lugar de trofeos y prisioneros, soldados que hab?an sido derrotados. Le quemaba por dentro. Hab?a sido muy tonto de su parte ir tan lejos en busca de la Espada, atreverse a luchar con los dragones. Hab?a sido llevado por su ego; debi? haberlo imaginado. Hab?a sido afortunado por el simple hecho de escapar, y en especial con cualquiera de sus hombres intactos. A?n pod?a escuchar los gritos de sus hombres, a?n ol?a su carne carbonizada. Sus hombres hab?an sido disciplinados y hab?an luchado valientemente, marchando a sus muertes bajo su mando. Pero despu?s de que sus miles de soldados hab?an disminuido ante sus ojos a unos pocos cientos, sab?a cu?ndo huir. Hab?a ordenado una retirada apresurada, y el resto de sus fuerzas se hab?a deslizado por los t?neles, a salvo del soplido de los dragones. Se hab?an quedado bajo tierra y hab?an logrado ir de regreso a la capital, a pie. Ahora estaban aqu?, marchando por las puertas de la ciudad que se elevaban unos treinta metros hacia el cielo. Cuando entraron a esta legendaria ciudad, fabricada enteramente en oro, miles de soldados del Imperio entrecruzaban por todos lados, marchando en formaciones, revistiendo las calles, poni?ndose en posici?n de firmes cuando ?l pasaba. Despu?s de todo, no estando Andr?nico, R?mulo era el l?der de facto del Imperio y el m?s respetado de todos los guerreros. Es decir, hasta su derrota de hoy. Ahora, despu?s de su derrota, no sab?a c?mo lo ver?a la gente. La derrota no podr?a haber llegado en peor momento. Fue el momento cuando R?mulo estaba preparando su golpe, prepar?ndose para tomar el poder y expulsar a Andr?nico. Mientras caminaba por esta pulcra ciudad, pasando por fuentes, jardines meticulosamente pavimentados, con sirvientes y esclavos por todas partes, se maravill? de que en lugar de regresar, como hab?a previsto, con la Espada del Destino en sus manos, con m?s poder del que hab?a tenido, regresaba en cambio con una posici?n de debilidad. Ahora, en lugar de ser capaz de reclamar el poder que era suyo por derecho, tendr?a que pedir disculpas ante el Consejo, con la esperanza de no perder su puesto. El Gran Consejo. El pensar en ello lo hac?a retorcerse por dentro. R?mulo no respond?a a nadie, mucho menos a un Consejo formado por ciudadanos que nunca hab?an blandido una espada. Cada una de las doce provincias del Imperio enviaba a dos representantes, a dos docenas de l?deres de todos los rincones del Imperio. T?cnicamente, ellos gobernaban el Imperio; pero en realidad, Andr?nico gobernaba como deseaba, y el Consejo hac?a lo que ?l ordenaba. Pero cuando Andr?nico se hab?a ido al Anillo, hab?a dado al Consejo m?s autoridad que nunca; R?mulo supuso que Andr?nico hab?a hecho eso para protegerse y mantener vigilado a R?mulo, para asegurarse de tener un trono al cual regresar. Su movimiento hab?a envalentonado al Consejo; ahora actuaban como si tuvieran autoridad real sobre R?mulo. Y R?mulo, por el momento, ten?a que sufrir la humillaci?n de tener que responder a estas personas. Todos eran compinches elegidos por Andr?nico, gente que Andr?nico hab?a afianzado para asegurar que su reinado nunca acabara. El Consejo busc? cualquier excusa para fortalecer a Andr?nico y debilitar cualquier amenaza hacia ?l – especialmente de R?mulo. Y la derrota de R?mulo les daba un comienzo perfecto. R?mulo march? hasta el brillante Capitolio; un edificio enorme, negro y redondo que se elevaba por lo alto hacia el cielo, rodeado de columnas de oro, con una c?pula dorada brillante. Ah? ondeaba el estandarte del Imperio, y sobre su puerta estaba la imagen de un le?n dorado con un ?guila en su boca. Mientras R?mulo sub?a los cien escalones dorados, sus hombres esperaban en la base de la plaza. Camin? solo, subiendo los escalones del Capitolio de tres en tres, con sus armas sonando contra su armadura, conforme avanzaba. Se necesitaba una docena de sirvientes para abrir las enormes puertas en la parte superior de los escalones, cada uno de quince metros de altura, hecho de oro reluciente con broches negros a lo largo, cada uno grabado con el sello del Imperio. Ellos abrieron las puertas completamente y R?mulo sinti? la fr?a corriente, erizando los pelos de su piel conforme caminaba hacia el sombr?o interior. Las enormes puertas se cerraron detr?s de ?l, y sinti?, como siempre que entraba en este edificio, como si estuviera siendo sepultado. R?mulo se pavone? por los pisos de m?rmol, sus botas resonaban, apretaba la mand?bula, queriendo acabar con esta reuni?n y seguir con cosas m?s importantes. ?l hab?a o?do el rumor acerca de un arma fant?stica, justo antes de venir aqu? y necesitaba saber si era cierto. Si fuera as?, eso cambiar?a todo, inclinar?a la balanza totalmente a su favor. Si realmente exist?a, entonces todo esto – Andr?nico, el Consejo – ya no significar?a nada para ?l. De hecho, todo el Imperio finalmente ser?a suyo. Pensar en esa arma era lo ?nico que manten?a a R?mulo confiado y seguro de subir otra serie de escalones, a trav?s de otra serie de enormes puertas y finalmente hacia la sala redonda, donde estaba el Gran Consejo. Dentro de esta enorme sala hab?a una mesa negra circular, vac?a en su centro, con un estrecho pasadizo para que entrara una persona. Alrededor estaban sentados los del Consejo, eran veinticuatro t?nicas negras sentados con seriedad alrededor de la mesa, todos eran hombres de la tercer edad, con cuernos grises y ojos escarlata, escurriendo rojo, por los muchos a?os de edad. Era humillante para R?mulo tener que enfrentarse a ellos, tener que caminar a trav?s de la estrecha entrada hacia el centro de la mesa, estar rodeado de las personas a las que ten?a que dirigirse. Fue humillante ser forzado a girar a todos lados para abordarlos. Todo el dise?o de esta habitaci?n, esta mesa, era otra de las t?cticas de intimidaci?n de Andr?nico. R?mulo estaba parado all? en el centro de la sala, en silencio, qui?n sabe cu?nto tiempo, ardiendo. ?l estuvo tentado a salir, pero ten?a que comprobarlo ?l mismo. "R?mulo de la Legi?n de Octakin", uno de los concejales anunci? formalmente. R?mulo se volvi? y vio a un concejal delgado, de edad mayor, con las mejillas hundidas y pelo canoso, mir?ndolo con sus ojos escarlata. Este hombre era un compinche de Andr?nico, y R?mulo sab?a que ?l dir?a lo que fuera para granjearse el favor de Andr?nico. El viejo aclar? su garganta. "Has vuelto a Volusia, derrotado. Ca?do en desgracia. Eres valiente al venir aqu?". "Te has vuelto un comandante imprudente y precipitado", dijo otro concejal. R?mulo se dio vuelta y vio una mirada desde?osa hacia ?l, desde el otro lado del c?rculo. "Has perdido a miles de nuestros hombres en la b?squeda infructuosa de la Espada, en tu imprudente confrontaci?n con los dragones. Le has fallado a Andr?nico y al Imperio. ?Qu? tienes que decir?". R?mulo lo mir?, desafiante. "No me disculpo por nada", dijo. "Recuperar la Espada era importante para el Imperio". Otro hombre mayor se inclin? hacia adelante. "Pero no la recuperaste, ?o s??". R?mulo enrojeci?. Matar?a a ese hombre, si pudiera. "Casi lo hice", respondi? finalmente. "Casi no significa nada". "Nos encontramos con obst?culos inesperados". "?Con dragones?", coment? otro concejal. R?mulo se dio vuelta para mirarlo. "?Qu? tan temerario podr?as ser?", dijo el concejal. "?Realmente cre?ste que podr?as ganar?". R?mulo aclar? su garganta, su ira aumentaba. "No. Mi objetivo no era matar a los dragones. Era recuperar la Espada". "Pero repito, no lo hiciste". "Peor a?n", dijo otro: "ahora has puesto a los dragones contra nosotros. Nos han llegado reportes de sus ataques por todo el Imperio. Iniciaste una guerra que no podemos ganar. Es una gran p?rdida para el Imperio". R?mulo dej? de intentar contestar; ?l sab?a que eso s?lo llevar?a m?s acusaciones y recriminaciones. Despu?s de todo, eran hombres de Andr?nico, y todos ten?an una agenda. "Es una l?stima que el gran Andr?nico no est? aqu? para castigarte", dijo otro concejal. "Estoy seguro de que no te dejar?a vivo". Aclar? su garganta y se reclin? de nuevo. "Pero en su ausencia, tenemos que esperar su regreso. Por ahora, estar?s al mando del ej?rcito para enviar legiones de barcos para reforzar al Gran Andr?nico en el Anillo. En cuanto a ti, ser?s degradado, despojado de tus armas y de tu rango. Permanecer?s en los cuarteles y esperar?s m?s ?rdenes de nosotros". R?mulo lo mir?, incr?dulo. "Al?grate de que no te ejecutemos ahora mismo. Ahora, vete", dijo otro concejal. R?mulo apret? sus pu?os, su cara se puso p?rpura y mir? a cada uno de los concejales. Se comprometi? a matar a todos y cada uno de ellos. Pero se oblig? a s? mismo a contenerse, dici?ndose que ahora no era el momento. Era posible que recibiera alguna satisfacci?n al matarlos ahora, pero no lo llevar?a a su objetivo final. R?mulo se dio vuelta y sali? furioso de la sala, sus botas resonaban, atravesando la puerta, mientras los sirvientes la abr?an y luego se cerr? de golpe detr?s de ?l. R?mulo sali? del edificio del capitolio, bajando las cien escaleras doradas y hacia su grupo de hombres que lo esperaban. Dirigi? a su segundo al mando. "Se?or", dijo el general, haciendo una reverencia, "?cu?l es su orden?". R?mulo lo mir?, pensando. Por supuesto que no podr?a obedecer las ?rdenes del Consejo; por el contrario, era el momento para desafiarlos. "La orden del Consejo es que todos los barcos del Imperio que est?n en el mar, regresen a nuestras costas de inmediato". Los ojos se abrieron de par en par. "Pero, se?or, eso dejar?a al Gran Andr?nico abandonado dentro del Anillo, sin forma de regresar a casa". R?mulo se dio vuelta y lo mir?, con una mirada fr?a. "Nunca me cuestiones", respondi?, con una voz de acero. El general inclin? la cabeza. "Por supuesto, se?or. Perd?neme". Su comandante dio vuelta y se fue corriendo, y R?mulo sab?a que iba a ejecutar sus ?rdenes. Era un soldado fiel. R?mulo sonri? en su interior. Qu? tonto hab?a sido el Consejo al pensar que ?l podr?a acatar lo que dijeran ellos, que llevar?a a cabo sus ?rdenes. Lo hab?an subestimado enormemente. Despu?s de todo, no ten?an a nadie para hacer valer su degradaci?n y hasta que resolvieran eso, R?mulo, mientras tuviera el poder, ejecutar?a los comandos suficientes para impedirles ganar poder sobre ?l. Andr?nico era genial, pero R?mulo lo era m?s. Un hombre estaba parado en la periferia de la plaza, vestido con una t?nica verde brillante, con su capucha hacia abajo, revelando una cara ancha amarilla y plana, con cuatro ojos. El hombre ten?a manos delgadas, los dedos tan largos como el brazo de R?mulo y esperaba pacientemente. ?l era un Wokable. A R?mulo no le gustaba lidiar con esa raza, pero en ciertas circunstancias se ve?a obligado a hacerlo – y ?sta era una de esas veces. R?mulo se acerc? al Wokable, sintiendo lo escalofriante que era a varios metros de distancia, mientras la criatura lo miraba con sus cuatro ojos. Estir? la mano con uno de sus largos dedos y toc? su pecho. R?mulo qued? fr?o al sentir el contacto del dedo baboso. "Hemos encontrado lo que nos ha enviado a buscar", dijo la criatura. El Wokable hizo un gorgoteo extra?o en la parte posterior de la garganta. "Pero le costar? muy caro". Конец ознакомительного фрагмента. Текст предоставлен ООО «ЛитРес». Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию (https://www.litres.ru/morgan-rice/un-rito-de-espadas/?lfrom=688855901) на ЛитРес. Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.
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