*** Твоей Луны зеленые цветы… Моей Луны беспечные рулады, Как светлячки горят из темноты, В листах вишневых сумрачного сада. Твоей Луны печальный караван, Бредущий в даль, тропою невезенья. Моей Луны бездонный океан, И Бригантина – вера и спасенье. Твоей Луны – печальное «Прости» Моей Луны - доверчивое «Здравствуй!» И наши параллельные пути… И З

Comprometida

Comprometida Morgan Rice Diario de un Vampiro #6 En Comprometida (Libro # 6 del Dirio del Vampiro), Caitlin y Caleb se encuentran, una vez m?s, viajando hacia atr?s en el tiempo, esta vez en el Londres de 1599. Londres en 1599 es un lugar salvaje, lleno de paradojas: por un lado es una ?poca sofisticada incre?blemente erudita, con dramaturgos como Shakespeare, por otro, tambi?n es b?rbara y cruel, con ejecuciones p?blicas diarias, torturas y cabezas de prisioneros empalados en estacas. Tambi?n es una ?poca de superstici?n y de peligro en los lugares p?blicos, con la falta de higiene y la peste bub?nica se difumina en las calles por la gran cantidad de ratas. En este contexto Caitlin y Caleb aterrizan, buscando a su padre, a la tercera lave, y al m?tico escudo que puede salvar a la humanidad. Su misi?n los lleva por un torbellino de as m?s asombrosa arquitectura medieval de Londres y los castillos m?s impresionantes de la campi?a brit?nica. Los lleva de nuevo al coraz?n de Londres, donde conocen a Shakespeare en persona y ven una de sus obras en vivo. Los lleva a una ni?a, Scarlet, que s?lo podr?a ser su hija. Y durante todo este tiempo, el amor de Caitlin por Caleb se profundiza mientras que finalmente est?n juntos -y Caleb s?lo podr?a finalmente encontrar el momento y el lugar perfectos para proponerle matrimonio. Sam y Polly han viajado, tambi?n absortos en su propio viaje, su relaci?n se profundiza, ya que, a pesar de s? mismos, no pueden evitar tener sentimientos m?s profundos hacia el otro. Pero no todo est? bien. Kyle ha regresado tambi?n, al igual que su compa?ero en el mal, Sergei, y ambos est?n empe?ados en destruir todo lo que hay de bueno en la vida de Caitlin. Ser? una carrera hasta el final dado que Caitlin se ver? obligada a tomar algunas de las decisiones m?s dif?ciles de su vida al querer salvar a todos a quien quiere, salvar su relaci?n con Caleb – y tratar de salir con vida. Morgan Rice comprometida (libro #6 de Diario del Vampiro) Acerca de Morgan Rice Morgan Rice es la escritora del bestseller #1: DIARIO DE UN VAMPIRO (THE VAMPIRE JOURNALS), una saga que comprende once libros (y siguen llegando); la saga del bestseller #1: TRILOG?A DE SUPERVIVENCIA (THE SURVIVAL TRILOGY), thriller pos apocal?ptico que comprende dos libros (y siguen llegando); y la saga de fantas?a ?pica, bestseller #1: EL ANILLO DEL HECHICERO, que comprende trece libros (y contando). Los libros de Morgan est?n disponibles en audio y edici?n impresa, y la traducci?n de los libros est? disponible en alem?n, franc?s, italiano, espa?ol, portugu?s, japon?s, chino, sueco, holand?s, turco, h?ngaro, checo y eslovaco (pr?ximamente en otros idiomas). A Morgan le encantar?a tener comunicaci?n con usted, as? que visite www.morganricebooks.com (http://www.morganricebooks.com/) para unirse a la lista de correo electr?nico, recibir un libro gratuito, recibir regalos gratuitos, descargar una aplicaci?n gratuita, obtener las ?ltimas noticias exclusivas, conectarse a Facebook y Twitter, y ?mantenerse en contacto! Algunas Opiniones Acerca de las Obras de Morgan Rice “EL ANILLO DEL HECHICERO (THE SOURCERER’S RING) tiene todos los ingredientes para ser un ?xito inmediato: tramas, tramas secundarias, misterio, caballeros aguerridos y relaciones que florecen, llenos de corazones heridos, decepciones y traiciones. Lo mantendr? entretenido durante horas y satisfar? a las personas de cualquier edad.   Recomendado para la biblioteca habitual de todos los lectores de fantas?a”.     --Books and Movie Reviews, Roberto Mattos “Rice hace un gran trabajo para captar su atenci?n desde el principio, al utilizar una gran calidad descriptiva que va m?s all? de la simple descripci?n de la ambientaci?n… Bien escrito y sumamente r?pido de leer”.     --Black Lagoon Reviews (acerca de Turned) “Es una historia ideal para lectores j?venes. Morgan Rice hizo un buen trabajo dando un giro interesante… Innovador y singular. La saga se centra alrededor de una chica… ?una chica extraordinaria!  Es f?cil de leer, pero con un ritmo sumamente r?pido…  Clasificaci?n PG (Gu?a Paternal)”.     --The Romance Reviews (acerca de Turned) “Me llam? la atenci?n desde el principio y no dej? de leerlo… Esta historia es una aventura incre?ble, de ritmo r?pido y llena de acci?n desde su inicio.   No hay un momento aburrido”.     --Paranormal Romance Guild (con respecto a Turned) “Lleno de acci?n, romance, aventura y suspenso.   Ponga sus manos en ?l y vuelva a enamorarse”.     --vampirebooksite.com (con respecto a Turned) “Tiene una trama estupenda y este libro en particular, le costar? dejar de leer en la noche.  El final en suspenso es tan espectacular, que inmediatamente querr? comprar el siguiente libro, solamente para ver qu? sigue”.     --The Dallas Examiner (referente a Loved) “Es un libro equiparable a TWILIGHT y DIARIO DE UN VAMPIRO (VAMPIRE DIARIES), y har? que quiera seguir leyendo ?hasta la ?ltima p?gina!  Si le gusta la aventura, el amor y los vampiros, ?este libro es para usted!”.     --Vampirebooksite.com (con respecto a Turned) “Morgan Rice se demuestra a s? misma una vez m?s que es una narradora de gran talento… Esto atraer? a una gran audiencia, incluyendo a los aficionados m?s j?venes, del g?nero de los vampiros y de la fantas?a.   El final de suspenso inesperado lo dejar? estupefacto”.     --Rese?as de The Romance Reviews (con respecto a Loved) "Una fantas?a animada que entreteje elementos de misterio e intriga en la historia. La Senda de los H?roes trata acerca del valor y sobre la realizaci?n de un prop?sito de vida que conduce al crecimiento, la madurez y la excelencia… Para los que buscan aventuras de ficci?n sustanciosa, los protagonistas, los mecanismos y la acci?n proporcionan un conjunto vigoroso de encuentros que se centran en la evoluci?n de Thor de ser un ni?o so?ador a un adulto joven que enfrenta a situaciones imposibles para sobrevivir… Es s?lo el comienzo de lo que promete ser una saga ?pica para adultos j?venes".     – Midwest Book Review (D. Donovan, eBook Reviewer) Libros de Morgan Rice EL ANILLO DEL HECHICERO (THE SORCERER’S RING) LA SENDA DE LOS H?ROES (A QUEST OF HEROES) – (Libro #1) LA MARCHA DE LOS REYES (A MARCH OF KINGS) – (Libro #2) EL DESTINO DE LOS DRAGONES (A FATE OF DRAGONS) (Libro #3) EL GRITO DE HONOR (A CRY OF HONOR) (Libro #4) UNA PROMESA DE GLORIA (A VOW OF GLORY) (Libro #5) UN DEBER DE VALOR (A CHARGE OF VALOR)  (Libro #6) UN GRITO DE ESPADAS (A RITE OF SWORDS) (Libro #7) UNA SUBVENCI?N DE ARMAS (A GRANT OF ARMS)  (Libro #8) UN CIELO DE HECHIZOS (A SKY OF SPELLS)  (Libro #9) UN MAR DE ESCUDOS (A SEA OF SHIELDS) (Libro #10) UN REINADO DE HIERRO (A REIGN OF STEEL) (Libro #11) UNA TIERRA DE FUEGO (A LAND OF FIRE) –  (Libro #12) EL DECRETO DE LAS REINAS (A RULE OF QUEENS) –  (Libro #13) LA TRILOG?A DE SUPERVIVENCIA (THE SURVIVAL TRILOGY) ARENA UNO: TRATANTES DE ESCLAVOS (SLAVERSUNNERS) –  (Libro #1) ARENA DOS (ARENA TWO) – (Libro #2) DIARIO DE UN VAMPIRO (THE VAMPIRE JOURNALS) TRANSFORMACI?N (TURNED) (Libro #1) AMORES (LOVED)  (Libro #2) TRAICI?N (BETRAYED) – (Libro #3) DESTINADO (DESTINED) (Libro #4) DESEO (DESIRED) (Libro #5) PROMETIDO (BETROTHED) (Libro #6) PROMESA (VOWED) (Libro #7) ENCUENTRO (FOUND) (Libro #8) RESURRECCI?N (RESURRECTED) (Libro #9) ANSIAS (CRAVED) (Libro #10) DESTINO (FATED) (Libro #11) ?Escuche la serie del Diario del Vampiro en formato de audio libro! Disponibles ahora en: Amazon (http://www.amazon.com/turned-book-1-vampire-journals/dp/b006m6vyjm/ref=tmm_aud_title_0) Audible (http://www.audible.com/pd/ref=sr_1_1?asin=b006lakl34&qid=1323958119&sr=sr_1_1) iTunes (http://itunes.apple.com/webobjects/mzstore.woa/wa/viewaudiobook?id=489725251&s=143441) Derechos Reservados © 2014 Morgan Rice Todos los derechos reservados. Ninguna porci?n de este libro podr? ser reproducida, almacenada en alg?n sistema de recuperaci?n, o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio o ser guardado en una base de datos o sistema de recuperaci?n, sin la autorizaci?n previa del autor. Este libro electr?nico est? disponible s?lo para su disfrute personal. Este libro electr?nico no puede ser re- vendido o regalado a otras personas. Si usted desea compartir este libro con otra persona, por favor adquiera una copia adicional para cada destinatario. Si usted est? leyendo este libro y no lo compr? , o no lo compr? s?lo para su uso individual, por favor devu?lvalo y compre su propia copia. Muchas gracias por respetar el trabajo de este autor. Esta es una obra de ficci?n. Los nombres, personajes , empresas, organizaciones, lugares, eventos e incidentes son producto de la imaginaci?n del autor o han sido usados como ficci?n. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, es total coincidencia. Modelo en la portada: Jennifer Onvie. Fotograf?a de la portada: Adam Luke Studios, New York. Artista de maquillaje de la portada: Ruthie Weems. Si desea comunicarse con alguno de estos artistas, por favor, p?ngase en contacto con Morgan Rice. HECHO: En el Londres de Shakespeare, una forma com?n de entretenimiento era "el oso cebado.” Se ataba un oso a un poste mientras se soltaba una manada de perros salvajes. Se hac?an apuestas para ver qui?n ganaba. El estadio del "oso cebado” estaba muy cerca del teatro de Shakespeare. Muchos de la multitud r?stica del oso cebado luego iba a ver una obra de Shakespeare. En la ?poca de Shakespeare la gente que iba a ver a sus obras de teatro no era sofisticada ni pertenec?a a una ?lite. Todo lo contrario. La mayor?a era gente r?stica, sin educaci?n, los plebeyos que asist?an para entretenerse y pagaban s?lo un centavo la entrada. Por ese precio, pod?an ver toda la obra parados en el suelo- y, por esa raz?n, llegaron a ser conocido como los “Del Piso.” El Londres de Shakespeare era civilizado -pero tambi?n b?rbaro. Era com?n ver ejecuciones en las calles y se torturaba p?blicamente a los criminales. La entrada a su camino m?s famoso -el Puente de Londres- estaba a menudo adornado con picas, en la que se clavaban las cabezas de los delincuentes. La peste bub?nica (tambi?n conocida como la Muerte Negra) mat? a millones en Europa, y golpe? a Londres en varias ocasiones a lo largo de los siglos. Se propagaba en lugares con condiciones sanitarias deficientes y donde hab?a mucha gente, y azot? duramente el distrito teatral de Shakespeare. Pasar?an siglos hasta que se descubriera que los portadores de la plaga eran las pulgas en las ratas. "Ven, noche gentil, ven, amorosa noche, Dame mi Romeo; y, cuando muera, Ll?valo y c?rtalo en peque?as estrellas, Y ?l har? que la cara del cielo se vea tan delicada Que todo el mundo va a estar enamorado de la noche Y no adorar? al sol chill?n ".     --William Shakespeare, Romeo y Julieta CAPITULO UNO Londres, Inglaterra (Septiembre de 1599) Caleb se despert? con el repicar de las campanas. Respirando pesadamente, se sent? de golpe y mir? a su alrededor. Hab?a estado so?ando que Kyle lo persegu?a, y que Caitlin le tend?a una mano buscando su ayuda. Estaban en un campo lleno de murci?lagos, contra un sol de color rojo sangre; todo se ve?a muy real. Ahora, mientras miraba alrededor de la habitaci?n, trat? de saber si todo eso era real, o si estaba realmente despierto y hab?a regresado en el tiempo. Despu?s de escuchar su propia respiraci?n por varios segundos, sentir la fresca humedad en el aire, y escuchar el latido de su propio coraz?n en medio del silencio, se dio cuenta de que todo hab?a sido un sue?o. Realmente estaba despierto. Caleb estaba sentado en el interior de un sarc?fago abierto. Mir? alrededor de la habitaci?n oscura como una caverna y vio que estaba llena de sarc?fagos. Los techos eran bajos con arcos y las ventanas eran aberturas estrechas por las que entraba muy poquito sol. Hab?a suficiente luz para poder ver. Entrecerr? los ojos ante el reflejo, meti? la mano en el bolsillo, y se aplic? sus gotas en los ojos, feliz de conservar las gotas todav?a. Poco a poco, el dolor se desvaneci? y ?l se relaj?. Caleb se levant? de un salto, en un solo movimiento, y dio una vuelta por la habitaci?n, mirando en todas direcciones. Todav?a estaba en guardia, no quer?a que lo atacaran o emboscaran antes de que tuviera la oportunidad de orientarse. Pero no hab?a nada ni nadie en la habitaci?n. S?lo silencio. Al notar los pisos de piedra antiguos, las paredes, el peque?o altar y la cruz, supuso que estaba en la cripta subterr?nea de una iglesia. Caitlin. De nuevo, Caleb dio una vuelta por la habitaci?n en busca de alg?n rastro de ella. Experiment? una sensaci?n de urgencia mientras se apresuraba al sarc?fago que ten?a m?s cerca. Con todas sus fuerzas, quit? la tapa. Su coraz?n se llen? de entusiasmo con la esperanza de encontrarla. Pero el sarc?fago estaba vac?o. Caleb se apresur? por la habitaci?n yendo de un sarc?fago al siguiente abriendo cada una de sus  tapas. Pero todos estaban vac?os. Caleb se desesperaba m?s y m?s mientras empujaba la ?ltima tapa, lo hizo con tanta fuerza que cay? al suelo y se rompi? en mil pedazos. Pero ya ten?a la sensaci?n de que no la encontrar?a y, como los dem?s, estaba vac?o – hab?a tenido raz?n. Se dio cuenta que Caitlin no estaba en esa sala, y empez? a sudar fr?o. ?D?nde podr?a estar? La idea de haber regresado en el tiempo sin ella le provoc? un escalofr?o en la columna vertebral. Ella le importaba m?s de lo que ?l podr?a decirle y, sin ella a su lado, su vida, su misi?n, no ten?an ning?n prop?sito. De repente, se acord? de algo y meti? la mano en el bolsillo para comprobar si todav?a estaba all?. Afortunadamente, estaba. El anillo de bodas de su madre. Lo sostuvo en la luz y admir? el zafiro de seis quilates perfectamente cortado, montado sobre una banda de diamantes y rub?es. No hab?a podido  encontrar el momento oportuno para proponerle matrimonio. Esta vez estaba decidido a hacerlo. Por supuesto, si ella hab?a regresado. Caleb oy? un ruido y gir? hacia la entrada, algo se estaba moviendo. Esperaba con todas sus ganas de que fuera Caitlin. Pero se sorprendi? al encontrarse mirando hacia abajo mientras la persona doblaba la esquina y ver que no se trataba de una persona. Era Ruth. Caleb se alegr? de verla porque hab?a sobrevivido el viaje en el tiempo. Camin? hacia Caleb moviendo la cola, sus ojos se iluminaron al reconocerlo. Caleb se arrodill? y ella corri? a sus brazos. Quer?a a Ruth, y le sorprendi? lo mucho que hab?a crecido: parec?a ser el doble de grande, y es ve?a como todo un animal. Tambi?n se anim? al encontrarla: quiz?s Caitlin tambi?n estaba all?. Ruth se volvi? de repente, sali? corriendo de la habitaci?n y desapareci? por la esquina. A Caleb le  desconcert? su reacci?n y sali? corriendo tras ella, quer?a ver d?nde iba. Entr? a otra c?mara abovedada, tambi?n estaba llena de sarc?fagos. A simple vista pudo ver que todos hab?an sido abiertos y estaban vac?os. Ruth sigui? corriendo, gimiendo y tambi?n sali? corriendo de esa habitaci?n. Caleb empez? a preguntarse si Ruth lo conducir?a a alguna parte. Corri? tras ella. Despu?s de recorrer m?s habitaciones, Ruth finalmente se detuvo en una peque?a alcoba al final del pasillo, apenas iluminada por una antorcha. En el interior, hab?a un sarc?fago de m?rmol de dise?o intrincado. Caleb se acerc? lentamente, conteniendo la respiraci?n, esperando, sintiendo que Caitlin podr?a estar dentro. Ruth se sent? a su lado y se le qued? mirando. Ella gem?a desesperadamente. Caleb se arrodill? y trat? de empujar su tapa de piedra. Pero era mucho m?s pesada que los otras y apenas se movi?. Se arrodill? y empuj? con m?s fuerza, con todas sus fuerzas hasta que comenz? a ceder. Sigui? empujando y, en unos momentos, la tapa se desprendi? por completo. Caleb se sinti? aliviado al encontrar a Caitlin acostada all?, inm?vil, con las manos cuidadosamente dobladas  sobre el pecho. Pero su alivio se convirti? en preocupaci?n cuando la examin? y vio que estaba m?s p?lida de lo que jam?s la hab?a visto en su vida. Sus mejillas no ten?an color y sus ojos ni siquiera reaccionaban a la luz de las antorchas. La mir? m?s de cerca y se dio cuenta de que parec?a no estar respirando. Se ech? hacia atr?s con horror. Caitlin parec?a estar muerta. Ruth gimi? m?s fuerte: ahora ?l entend?a. Caleb se inclin? y coloc? firmemente ambas manos sobre sus hombros. La sacudi? suavemente. "?Caitlin?", dijo con preocupaci?n en su voz. "??CAITLIN !?" llam? m?s fuerte, mientras la sacud?a con m?s fuerza. Pero ella no respond?a, se le congel? todo su cuerpo al imaginar lo que su vida ser?a sin ella. Sab?a que era peligroso viajar en el tiempo y que no todos los vampiros sobreviv?an a los viajes. Pero ?l nunca hab?a contemplado la posibilidad de morir en el viaje de regreso. ?Hab?a cometido un error al alentarla a continuar la b?squeda y cumplir con su misi?n? ?Deber?a haber renunciado y haberse establecido con ella en el ?ltimo lugar? ?Y si lo hab?a perdido todo? Ruth salt? sobre el sarc?fago, puso sus cuatro patas sobre el pecho de Caitlin, y comenz? a lamer toda su cara. Pasaron varios minutos y Ruth no dejaba de lamerla, gimiendo. Cuando Caleb se inclin? para sacar a Ruth, se detuvo. Le sorprendi? ver a Caitlin abrir un ojo. Ruth aull?, feliz, mientras saltaba del pecho de Caitlin y corr?a en c?rculos. Caleb se inclin?, igualmente feliz, mientras Caitlin abr?a los dos ojos y empezaba a mirar a su alrededor. Se apresur? y cogi? una de sus manos heladas, calent?ndola entre las suyas. "?Caitlin? ?Puedes o?rme? Soy yo, Caleb." Poco a poco, ella empez? a incorporarse y ?l la ayud?, colocando suavemente una mano detr?s de su cuello. Estaba tan feliz de verla parpadear, entrecerrando los ojos. Pod?a ver lo desorientada que estaba, como si hubiera despertado de un sue?o profundo, muy profundo. "?Caitlin?", pregunt? de nuevo, en voz baja. Ella lo mir? fijamente, con sus ojos marrones tan hermosos como ?l los recordaba. Pero algo, se dio cuenta, estaba mal. Ella no sonre?a y, cuando parpade?, sus ojos ten?an la mirada propia de un extra?o. "?Caitlin?", pregunt? de nuevo, esta vez estaba preocupado. Ella lo mir? directamente con los ojos bien abiertos y con sorpresa, se dio cuenta que ella no lo reconoc?a. "?Qui?n eres t??", ella pregunt?. A Caleb se le cay? el coraz?n al piso. ?Era posible? ?El viaje hab?a borrado memoria? ?De verdad lo hab?a olvidado? "Caitlin", le pregunt? otra vez, "soy yo. Caleb." ?l sonri?, esperando tal vez que eso la ayudar?a a recordar. Pero ella no le devolvi? la sonrisa. Se limit? a mirarlo con una mirada vac?a, parpadeando varias veces. "Lo siento," dijo finalmente. "Pero no tengo idea qui?n eres." CAP?TULO DOS Sam se despert? con el chillido de los p?jaros. Abri? los ojos y vio en lo alto varios buitres dando enormes vueltas. Deb?a haber una docena de ellos y volaban en c?rculo cada vez m?s bajo, justo sobre ?l como si lo estuvieran observando. Como si estuvieran esperando. De repente, se dio cuenta de que los buitres supon?an que ?l estaba muerto y estaban esperando su oportunidad para lanzarse en picada y com?rselo. Cuando Sam se puso de pie, las aves, de repente, salieron volando, como si les hubiera sorprendido que los muertos pod?an resucitar. Mir? a su alrededor tratando de orientarse. Estaba en un campo en medio de colinas. Por lo que alcanzaba a ver, hab?a muchas colinas cubiertas de hierba y arbustos raros. La temperatura era perfecta, y no hab?a ninguna una nube en el cielo. Todo se ve?a muy pintoresco y no hab?a un solo edificio a la vista. Parec?a que estaba en medio de la nada. Sam trat? de averiguar d?nde estaba, en qu? ?poca, y c?mo hab?a llegado hasta all?. Trat? desesperadamente de recordar. ?Qu? hab?a ocurrido antes de regresar en el tiempo? Poco a poco, fue recordando. Hab?a estado en la catedral de Notre Dame, en Par?s, en 1789, hab?a estado luchando contra Kyle, Kendra, Sergei y su gente, manteni?ndolos a raya para que Caitlin y Caleb pudieran escapar. Hab?a sido lo menos que pod?a hacer, ?l le deb?a a Caitlin m?s que eso, sobre todo despu?s de haberla puesto en peligro con su imprudente romance con Kendra. Enormemente superados en n?mero, hab?a usado su poder de cambiar de forma y hab?a logrado confundirlos lo suficiente como para causar da?os considerables, aniquilando a muchos de los hombres de Kyle, incapacitando a los otros, y logrando escapar con Polly. Polly. Ella hab?a estado todo el tiempo a su lado, hab?a luchado valientemente y los dos, record?, hab?an sido una fuerza a respetar. Hab?an escapado por el techo de la catedral de Notre Dame y en medio de la noche hab?an ido en busca de Caitlin y Caleb. S?. Todo estaba empezando a hacerse claro .... Sam se hab?a enterado de que su hermana hab?a regresado en el tiempo y, lo supo en el acto, ?l tambi?n ten?a que regresar en el tiempo para corregir los agravios, encontrar Caitlin otra vez, pedirle  disculpas y protegerla. Sab?a que ella no lo necesitaba: ahora ella era un guerrero mejor que ?l, y ten?a a Caleb. Pero, despu?s de todo, era su hermana y no pod?a detener su impulso de protegerla. Polly hab?a insistido en regresar con ?l. Ella tambi?n ten?a el prop?sito de ver a Caitlin de nuevo y darle explicaciones de lo que sucedi?. Sam no se hab?a opuesto y hab?an  regresado juntos. De nuevo, Sam mir? a su alrededor con la mirada fija en los campos, pregunt?ndose d?nde estaba ella. "?Polly?", grit? una primera vez. No escuch? ninguna respuesta. Camin? hacia el borde de una colina para tener una vista m?s amplia del paisaje. "??Polly !?", grit? de nuevo, esta vez m?s fuerte. "?Por fin!" dijo una voz. Cuando Sam mir? a lo lejos, vio a Polly caminando en el horizonte, dando vuelta en  una colina. Cargaba una brazada de fresas y estaba comiendo mientras hablaba con la boca llena. "?He estado esperando toda la ma?ana! ?Dios! ?Realmente te gusta dormir, ??no!?" Sam estaba encantado de verla. Se dio cuenta de lo solo que se hab?a sentido al volver, y lo feliz que estaba de tener algo de compa??a. Tambi?n se dio cuenta, a pesar de s? mismo, de lo importante que ella se hab?a convertido para ?l. Despu?s de su fiasco con Kendra, apreciaba estar alrededor de una chica normal, apreciaba a Polly m?s de lo que ella pod?a imaginar. Y a medida que se acercaba y el sol iluminaba su pelo marr?n, sus ojos de color azul claro y su piel blanca transl?cida, le sorprendi?, una vez m?s, su belleza natural. Estaba a punto de responder pero, como de costumbre, ella no lo dej? hablar. "Me despert? a menos de tres metros de ti", continu? mientras se acercaba comiendo otra fresa, "y te sacud? una y otra vez ?pero no despertabas! As? que me fui y me puse a recolectar fresas. Ya quer?a irme de este lugar pero no iba a dejarte a merced de los p?jaros. Tenemos que encontrar a Caitlin. ?Qui?n sabe d?nde estar?? Ella podr?a necesitar nuestra ayuda en estos momentos. ?Y todo lo que haces es dormir! Despu?s de todo, ?para qu? regresamos si no nos vamos a levantar e ir… " "?Por favor!" Sam grit?, rompiendo a re?r. "?No puedo decir una palabra!" Polly se detuvo y lo mir? con sorpresa,como si no tuviera ni idea de que estaba hablando much?simo. "Pues bien," dijo ella, "?habla!" Sam la mir?, distra?do por lo azul que sus ojos se ve?an a la luz de la ma?ana; finalmente cuando tuvo la oportunidad de hablar, se qued? congelado olvidando lo que iba a decir. "Uh …", comenz?. Polly alz? las manos. "?Chicos!", exclam?. "Nunca quieren que hables-?pero ellos nunca tienen nada que decir! Bueno, ?no puedo seguir esperando m?s! ", dijo y se apresur? pavone?ndose por el campo, mientras com?a otra fresa. "?Espera!" Sam grit?, corriendo tratando de alcanzarla. "?Ad?nde vas?" "?Pues a encontrar a Caitlin, por supuesto!" "?Sabes d?nde est??", pregunt?. "No," dijo ella. "Pero s? d?nde no est?- ?y es en este campo! Tenemos que salir de aqu?. Encontrar la ciudad m?s cercana, o edificios, o lo que sea, y averiguar en qu? ?poca nos encontramos. ?Tenemos que empezar en alguna parte! ?Y este no es un lugar adecuado!" "Bueno, ??No crees que yo tambi?n quiero encontrar a mi hermana!?" Sam grit? exasperado. Finalmente, ella se detuvo y se volvi? de frente hacia ?l. "Quiero decir, ?no quieres que te acompa?e?", pregunt? Sam, d?ndose cuenta de lo mucho que quer?a buscar a Caitlin con ella. "?No quieres que busquemos juntos?" Polly lo mir? con sus grandes ojos azules, como si lo estuviera evaluando. ?l sent?a como si lo estuvieran  investigando, y pudo ver que ella no estaba segura. No lograba entender por qu?. "No s?," ella dijo finalmente. "Quiero decir, te manejaste muy bien all? en Par?s -Tengo que admitirlo. Pero … " Hizo una pausa. "?Qu? pasa?", le pregunt? finalmente. Polly se aclar? la garganta. "Bueno, si quieres saberlo, el ?ltimo-um-chico- con quien estuve -Sergei result? ser un mentiroso y un estafador, me enga?? y me us?. Era demasiado tonta para darme cuenta. Pero nunca m?s voy a dejarme enga?ar as? de nuevo. Y no estoy lista para confiar en nadie de la raza masculina, incluido t?. Es s?lo que no quiero estar con ning?n chico ahora. No es que t? y yo-no estoy diciendo que SEAMOS-no pienso en ti de esa manera-m?s que como un amigo- un conocido-" Polly empez? a tartamudear, y Sam pudo ver lo nerviosa que estaba y no pudo evitar sonre?r para sus adentros. »Pero es s?lo que estoy harta de los chicos. Sin ?nimo de ofender." Sam sonri? divertido. Le encantaba su candor y su desparpajo. "No me ofende", respondi?. "La verdad sea dicha," a?adi?, “Yo estoy harto de las chicas." Los ojos de Polly se abrieron de sorpresa; claramente no era la respuesta que hab?a estado esperando. "Pero se me ocurre que tenemos una mejor oportunidad de encontrar a mi hermana si buscamos juntos. Quiero decir-" Sam se aclar? la garganta, "profesionalmente hablando." Ahora fue el turno de Polly de sonre?r. "Profesionalmente hablando," repiti?. Sam extendi? formalmente su mano. "Te lo prometo, s?lo seremos amigos, nada m?s", dijo. "He renunciado a las chicas para siempre. No importa lo que pase. " "Y he renunciado a chicos para siempre. No importa qu?, " Polly dijo, todav?a examinando su mano que colgaba en el aire, aun no muy segura. Sam sac? su mano con paciencia, esperando. "?Solo amigos?", pregunt?. "?Nada m?s?" "S?lo amigos", dijo Sam. Finalmente, ella extendi? su mano y se la estrech?. Sam no pudo evitar notar que ella sostuvo su mano por un poco demasiado largo tiempo. CAP?TULO TRES Caitlin se sent? en el sarc?fago y le devolvi? la mirada al hombre que ten?a frente a ella. Sab?a que lo conoc?a de alguna parte, pero no lograba ubicar de d?nde. Mir? sus grande ojos caf?s preocupados, su rostro perfectamente cincelado, sus p?mulos, su piel suave y su cabello grueso y ondulado. Era hermoso, y ella percibi? lo mucho que se preocupaba por ella. En el fondo, sent?a que se trataba de una persona importante para ella pero, con toda sinceridad, no pod?a recordar qui?n era. Caitlin sinti? algo h?medo en su palma y mir? hacia abajo para ver un lobo sentado all?, lami?ndola. Le sorprendi? lo cari?osa que la loba era con ella, como si la conociera de siempre. Ten?a una hermosa piel blanca, con una sola raya gris que iba por el medio de su cabeza y su espalda. Caitlin sent?a que tambi?n conoc?a a este animal y que en alg?n momento de su vida hab?a tenido una estrecha relaci?n con ella. Pero aunque trat?, no pudo recordar c?mo. Con la esperanza de  poder refrescar su memoria, mir? a su alrededor. La habitaci?n se pon?a lentamente en foco. Era oscura y estaba iluminada s?lo por una antorcha y a lo lejos vio otras habitaciones llenas de sarc?fagos. Ten?a un techo bajo abovedado, y las piedras se ve?an antiguas. Parec?a una cripta. Se pregunt? c?mo hab?a llegado hasta all? -y qui?nes eran esas personas. Sent?a como si se hubiera despertado de un sue?o que aun no terminaba. Caitlin cerr? los ojos por un momento respirando profundamente y, repentinamente, una colecci?n de im?genes al azar cruz? por su mente. Se vio de pie en el Coliseo romano luchando contra varios soldados sobre el suelo caliente y polvoriento; se vio volando sobre una isla en el r?o Hudson, mirando un castillo extendido abajo; se vio en Venecia en una g?ndola con un chico que no conoc?a y que tambi?n era hermoso; se vio en Par?s, caminando a lo largo de un r?o con un hombre que ella reconoci? como el mismo hombre que estaba frente a ella. Trat? de concentrarse en esa imagen para aferrarse a ?l. Quiz?s la ayudar?a a recordar. Vio a ellos dos de nuevo, esta vez en su castillo, en el campo de Francia. Los vio montar a caballo en la playa, y luego vio a un halc?n dando vueltas por encima de ellos y que dejaba una carta. Ella trat? de mirar su rostro m?s de cerca y recordar su nombre. Parec?a regresar a ella; todo estaba tan cerca. Pero su mente no dejaba de arrojar m?s im?genes y le era muy dif?cil aferrarse a alguna. Vida tras vida pas? ante ella en un sin fin de im?genes. Era como si su memoria se estuviera volviendo a habitar. "Caleb", dijo una voz. Caitlin abri? los ojos. ?l se hab?a acercado a ella, extendi?ndole una mano, sosteniendo su hombro. "Mi nombre es Caleb. De la cofrad?a Blanca. ?No te acuerdas?" Los ojos de Caitlin se cerraron de nuevo, mientras su mente recib?a sus palabras, su voz. Caleb. El nombre son? como una campana en su cerebro. Sent?a que era un nombre importante para ella. La cofrad?a Blanca. Eso tambi?n le result? conocido. De repente, se vio en una ciudad que ella sab?a que era Nueva York, en un claustro en el extremo norte de la isla. Se vio de pie en una gran terraza, mirando hacia afuera. Se vio discutiendo con una mujer llamada Sera. "Caitlin", dijo la voz de nuevo, con m?s firmeza. "?No te acuerdas?" Caitlin. S?. Ese era su nombre. Ahora estaba segura. Y Caleb. S?. ?l era importante para ella. ??l era su amigo …? Se sent?a como m?s que eso. ? Era su prometido? ? Su marido? Ella abri? los ojos y lo mir? fijamente; todo empezaba a regresar a su memoria. Se empez? a llenar de  esperanza, lentamente, poco a poco, estaba empezando a recordar todo. "Caleb", dijo ella de regreso en voz baja. Los ojos de ?l se llenaron de esperanza y de l?grimas. El lobo gimi? a su lado y , entusiasmada, le lami? la mejilla. Caitlin la mir? y de repente se acord? su nombre. "Rose", dijo, y luego se dio cuenta de que no estaba bien. "No. Ruth. Tu nombre es Ruth." Ruth se inclin? m?s lami?ndole la cara. Caitlin no pudo evitar sonre?r y le acarici? la cabeza. Caleb se ilumin? con una sonrisa de alivio. "S?. Ruth. Y yo soy Caleb. Y t? eres Caitlin. ?Te acuerdas ahora?" Ella asinti? con la cabeza. "Todo est? regresando", dijo. "?T? eres mi marido …?" Observ? c?mo su rostro de repente se puso rojo, como si estuviera avergonzado o avergonzado. Y en ese momento, de repente record?. No. Ellos no estaban casados. "No estamos casados", ella dijo, disculp?ndose, "pero estamos juntos." Estaba avergonzada tambi?n mientras comenzaba a recordarlo todo, todo el pasado la inundaba. De repente, se acord? de las llaves. Las llaves de su padre. Busc? en el bolsillo y se tranquiliz? al sentirlas all?. Meti? la mano en otro bolsillo y sinti? su diario, segu?a ah?. Se sinti? aliviada. Caleb le tendi? una mano. Ella la tom? y se dej? levantar y sacar del sarc?fago. Se sent?a bien de estar de pie y estirar los m?sculos doloridos. Caleb se acerc? y apart? el pelo de la cara. Sus suaves dedos se sent?an muy bien cuando le rozaron la sien. "Estoy muy feliz de que est?s con vida", ?l dijo. ?l la abraz? con fuerza. Ella le devolvi? el abrazo y m?s recuerdos la inundaron. S?, ?l era el hombre a quien  amaba. El hombre con quien un d?a esperaba casarse. Pod?a sentir el amor correr por ella y record? que hab?an retrocedido juntos en el tiempo. Hab?an estado en Francia, en Par?s, y ella hab?a encontrado la segunda llave, y ambos hab?an sido enviados de regreso en el tiempo. Ella hab?a orado para que esta vez regresaran juntos. Y mientras lo sosten?a con m?s fuerza, se dio cuenta de que sus oraciones se hab?an hecho realidad. Finalmente, en esta ocasi?n, estaban juntos. CAP?TULO CUATRO "Veo que ustedes dos ya se han encontrado", dijo una voz. Todav?a abrazados, Caitlin y Caleb giraron hacia la voz que los hab?a sobresaltado. Caitlin se sorprendi? de que alguien hubiera podido dar con ellos tan r?pidamente, especialmente teniendo en cuenta sus sentidos de vampiro estaban en alerta. Pero cuando mir? a la mujer de pie delante de ellos, se dio cuenta por qu?: esa mujer tambi?n era un vampiro. Vest?a toda de blanco y llevaba una capucha, la mujer levant? la barbilla y le devolvi? la mirada con unos penetrantes ojos azules. Caitlin pudo detectar una sensaci?n de paz y armon?a salir de ella, y baj? la guardia. Caleb tambi?n lo hizo. La mujer rompi? en una amplia sonrisa. "Hemos estado esper?ndolos desde hace bastante tiempo", dijo ella con voz suave. "?D?nde estamos?" pregunt? Caitlin. "?Qu? a?o es?" La mujer s?lo le devolvi? la sonrisa. "Ven por aqu?", dijo ella d?ndole la espalda y saliendo por la puerta baja con forma de arco. Caitlin y Caleb intercambiaron miradas, luego la siguieron por la puerta; Ruth iba a su lado. Caminaron por un pasillo de piedra, dando varias vueltas hasta dar con un conjunto de escaleras estrechas, iluminadas por una antorcha. Iban muy cerca detr?s de la mujer, quien simplemente sigui? caminando suponiendo que la seguir?an. Caitlin quiso hacerle m?s preguntas, presionarla para saber donde estaban; pero al llegar a la parte superior de la escalera, de repente la sala se abri? en una magn?fica vista que le quit? la respiraci?n, y se dio cuenta de que estaban en una iglesia enorme. Al menos, encontraba respuesta a una parte de su pregunta. Una vez m?s, Caitlin lament? no haber puesto m?s atenci?n en sus clases de historia y arquitectura, lament? no poder decir a primera vista exactamente qu? iglesia era. Pens? de nuevo en todas las magn?ficas iglesias que hab?a visitado-Notre Dame, en Par?s, el Duomo en Florencia-y ?sta le record? un poco a ellas. La nave de la iglesia se extend?a por cientos de metros, ten?a un piso de m?rmol con azulejos, y ten?a paredes adornadas con docenas de estatuas de piedra talladas. Sus techos abovedados se elevaban a cientos de metros de altura. En lo alto, hab?a filas y filas de vitrales que inundaban la iglesia con una luz multicolor suave. En su extremo m?s alejado, hab?a una enorme pieza circular con vitrales que filtraba la luz en un enorme altar dorado. Frente al altar se extend?an cientos de peque?as sillas de madera para los fieles. Pero ahora, la iglesia estaba vac?a. Ten?an todo el lugar para ellos. Caminaron a trav?s del cuarto detr?s de la vampiro, sus pasos resonaban reverberando en la enorme sala vac?a. "?Qu? iglesia es ?sta?" Caitlin pregunt? finalmente. "La Abad?a de Westminster," le lleg? la voz de la mujer mientras continuaba caminando. "Ha sido la sede de la coronaci?n de reyes y reinas desde hace miles de a?os." La Abad?a de Westminster, pens? Caitlin. Sab?a que estaba en Inglaterra. Londres, de hecho. Londres. La idea de estar all? la golpe? como una ola de ladrillos. Era abrumador, impresionante. Nunca antes hab?a estado all? y siempre hab?a querido ir. Hab?a tenido amigos que hab?an ido y hab?a visto fotos en l?nea. Ten?a mucho sentido que estuvieran aqu?, dada la larga historia medieval de esta ciudad. Tan solo esa iglesia ten?a  miles de a?os-y sab?a que esa ciudad ten?a muchos m?s edificios como ?se. Pero todav?a no sab?a el a?o. "?Y qu? a?o es?" pregunt? Caitlin, nerviosa. Pero su gu?a caminaba tan r?pido que ya hab?a cruzado la gran capilla y ahora se agachaba bajo otra puerta de arco, obligando a Caitlin y Caleb a darse prisa para no quedarse atr?s. Cuando entraron, Caitlin se sorprendi? al ver que se trataba de un claustro. Hab?a un largo pasillo de piedra, con paredes de piedra y estatuas a uno y por el otro, arcos abiertos. Estos arcos estaban abiertos y, a trav?s de ellos, se pod?a ver un patio peque?o y tranquilo. Le record? a muchos otros claustros que hab?a visitado; ya empezaba a ver el patr?n de su simplicidad, su vac?o, las paredes con arcos, las columnas, los patios cuidados. Todos ellos se sent?an como un refugio del mundo, como un lugar para la oraci?n y la contemplaci?n silenciosa. La vampiro finalmente se detuvo y los enfrent?. Mir? a Caitlin con sus grandes ojos compasivos, y parec?a venir de otro mundo. "Estamos a fines de siglo," dijo ella. Caitlin pens? por un momento. "?En qu? siglo?", pregunt?. "El decimosexto, por supuesto. Es 1599." 1599, pens? Caitlin. La idea era abrumadora. Una vez m?s, deseaba haber le?do historia con mayor detalle. Anteriormente, hab?a pasado de 1791 a 1789, pero ahora se encontraba en 1599, era un salto de casi  200 a?os. Record? que muchas cosas le hab?an parecido primitivas en 1789 -la falta de plomer?a, los caminos de tierra aqu? y all?, la gente que rara vez se ba?aba. No pod?a llegar a hacerse una idea de cu?nto m?s primitivas podr?an ser las cosas 200 a?os m?s atr?s. Sin duda, ser?a m?s dif?cil de reconocer que cualquier otro momento. Incluso Londres probablemente ser?a apenas reconocible. Eso la hizo sentir aislada, sola, en un mundo y en una ?poca distantes. Si Caleb no hubiera estado all?, a su lado, se habr?a sentido completamente sola. Pero al mismo tiempo, esa arquitectura, esa iglesia, esos claustros -todo se sent?a muy reconocible, muy familiar. Despu?s de todo, estaba caminando en la misma Abad?a de Westminster que exist?a en el siglo 21. No s?lo eso, ese edificio, incluso como estaba ahora, ya era antiguo, ya hab?a existido por siglos. Al menos eso le dio un poco de familiaridad. Pero ?por qu? la hab?an enviado de regreso a esta ?poca? ?Y a este lugar? Claramente, ten?a una gran importancia para su misi?n. Londres. 1599. ?Era ?sta la ?poca en que Shakespeare vivi?? se pregunt?, su coraz?n empez? a latir m?s r?pidamente de repente, mientras se imaginaba que tal vez podr?a tener la oportunidad de verlo en carne y hueso. Caminaron en silencio, pasillo tras pasillo. "Londres en 1599 no es tan primitiva como crees," dijo su gu?a mir?ndola con una sonrisa. Caitlin se sinti? avergonzada de que hubiera le?do sus pensamientos. Como siempre, sab?a que deb?a estar m?s atenta y guard?rselos. Esperaba no haberla ofendido. "No me ofende en lo absoluto", respondi? ella, leyendo sus pensamientos. "Nuestro tiempo es primitivo en muchos aspectos tecnol?gicos a los que est?s acostumbrada. Pero, de otras maneras, somos m?s sofisticados que incluso en su tiempo moderno. Estamos muy bien informados y cultivados y los libros rigen el d?a. Tal vez,  somos personas con medios primitivos, pero con un intelecto muy desarrollado. "M?s importante a?n, este es un momento crucial para la raza de los vampiros. Nos encontramos en una encrucijada. Has venido al final de este siglo por una raz?n." "?Por qu??" pregunt? Caleb. La mujer les sonri? antes de pasar por otra puerta. "Esa respuesta tendr?s que descubrirla por ti misma." Entraron a otra sala magn?fica, con techos altos, vitrales, pisos de m?rmol, adornada con enormes velas, y con estatuas talladas  de reyes y santos. Pero esa habitaci?n era diferente a las dem?s. Ten?a sarc?fagos y efigies cuidadosamente colocadas en todas partes, y en el centro hab?a una tumba enorme de decenas de metros de altura y cubierta de oro. Su gu?a se acerc? hasta all? mientras la segu?an. Se detuvo ante la tumba y se volvi? hacia ellos. Caitlin observ? la magn?fica tumba: era grande, imponente. Era una obra de arte magn?fica enchapada en oro y adornada con  intrincadas tallas. Tambi?n, ella sinti? una energ?a provenir de ella, como si contuviera algo importante. "Es la tumba de San Eduardo, el Confesor", dijo la vampiro. "Es un lugar sagrado, un lugar de peregrinaci?n para nuestra especie desde hace cientos de a?os. Se dice que si uno le reza, recibir? curaciones milagrosas para quienes est?n enfermos. Miren la piedra a sus pies:.. Est? gastada por todas las personas que se han arrodillado aqu? a lo largo del tiempo." Caitlin mir? hacia abajo y vio que, en efecto, la plataforma de m?rmol ten?a leves hendiduras en sus bordes. Se maravill? de cu?ntas personas debieron arrodillado all?. "Pero en tu caso," continu?, "tiene una mayor importancia." Ella se volvi? y mir? directamente a Caitlin. "Tu llave", dijo a Caitlin. Caitlin estaba desconcertada. ?A qu? llave se refer?a? Meti? la mano en los bolsillos y palp? de nuevo las dos llaves que hab?a encontrado hasta el momento. No estaba segura cu?l quer?a mujer. Ella neg? con la cabeza. "No. Tu otra llave." Caitlin pens?, estaba perpleja. ?Se hab?a olvidado de alguna otra llave? Entonces, al mirar su pecho, se dio cuenta. Su collar. Caitlin se toc?, y se sorprendi? al darse cuenta de que todav?a estaba all?. Se la quit? con cuidado y sostuvo la delicada cruz de plata antigua en la palma de su mano. La vampiro neg? con la cabeza. "S?lo t? puedes usarla." Ella extendi? la mano y suavemente tom? la mu?eca de Caitlin y la gui? hacia una cerradura que era la m?s peque?a que pudiera imaginarse, en la base del pedestal. Caitlin estaba asombrada. Nunca podr?a haber notado por si sola la cerradura. Introdujo la llave, gir?, y se escuch? un suave clic. Levant? la vista y vio que un compartimiento peque?o se hab?a abierto a un lado de la tumba. Caitlin mir? a la vampiro, y ella asinti? solemnemente. Caitlin alz? la mano y lentamente sac? un compartimento largo y estrecho. En el interior, le sorprendi? encontrar un largo cetro de oro, con la cabeza adornada con rub?es y esmeraldas. Lo extrajo y le sorprendi? lo pesado que era y lo suave que se sent?a el oro en sus manos. Deb?a tener un metro de largo y estaba hecho de oro macizo. "El cetro sagrado", dijo la monja. "Era de tu padre, hace tiempo de eso.” Caitlin mir? el cetro con renovada admiraci?n y tambi?n respeto. Percibi? su electricidad mientras lo sosten?a, y se sinti? m?s cerca de su padre, m?s que nunca. "?Esto me llevar? con mi padre?", pregunt?. Su gu?a s?lo se volvi? y se dirigi? a la c?mara. "Por aqu?", dijo. Caitlin y Caleb la siguieron por otra puerta y hacia abajo por m?s corredores; cruzaron el patio medieval de otro claustro. A Caitlin le sorprendi? ver a varios vampiros vestidos con t?nicas blancas y capuchas caminando por los pasillos. La mayor?a miraba hacia abajo, parec?an absortos en la oraci?n. Algunos balanceaban decantadores de incienso. Algunos asent?an a su paso y continuaban en silencio. Caitlin se pregunt? cu?ntos vampiros vivir?an all? y si pertenec?an a la cofrad?a de su padre. No sab?a que la Abad?a de Westminster, adem?s de una iglesia, era un claustro. O que era un lugar de descanso para su especie. Finalmente, entraron a otra habitaci?n, era m?s peque?a que las dem?s pero ten?a techos altos y abovedados y la luz natural entraba en ella. Esa habitaci?n ten?a pisos de piedra austeros y en su centro se asentaba una notable pieza de mobiliario: un trono. Montado en lo alto de un pedestal, al menos a cinco metros de altura, estaba el trono de madera, una silla extremadamente ancha, con posabrazos que se inclinaban hacia arriba, y un respaldo con un ?ngulo en tri?ngulo, que se juntaba en un punto en el medio. Debajo, en sus esquinas, hab?a dos leones de oro sentados, dise?ados para que se vieran como si estuvieran sosteniendo la silla. Caitlin la observ? con respeto. "Es la silla del rey Eduardo," dijo la vampiro. “Ha sido el trono para la coronaci?n de los reyes y reinas desde hace miles de a?os. Es una pieza de mobiliario muy especial -no s?lo por su importancia en la historia, sino porque tiene una de las llaves para nuestra especie." Ella se volvi? y mir? a Caitlin. "Hemos estado custodiando este trono desde hace miles de a?os. Ahora que ya est?s aqu?, y que has desbloqueado el cetro, es el momento para que tomes el lugar que te corresponde." Ella hizo un gesto a Caitlin para que ascendiera al trono. Caitlin la mir? con sorpresa. ?Qu? derecho ten?a ella, una chica sencilla, para subir a un trono real -el trono donde se hab?an sentado los reyes y reinas por miles de a?os? Sent?a que no era correcto acercarse y mucho menos ascender por su enorme pedestal y sentarse en el trono. "Por favor," insisti? la vampiro. "Tienes todo el derecho. T? eres La Elegida." Caleb asinti? y lentamente, a rega?adientes, Caitlin subi? al enorme pedestal llevando el cetro. Cuando lleg? a la cima, se dio vuelta y delicadamente se sent? en el trono. Estaba hecho de madera dura, y no cedi?. Ella se recost? y apoy? las manos sobre los posabrazos, logr? sentir su poder. Sinti? los miles de a?os en los que los reyes hab?an sido coronados all?. Lo sent?a cargado el?ctricamente. Cuando mir? la habitaci?n desde quince pies m?s arriba que los dem?s, sinti? como si se hubiera alzado sobre todos, sobre el mundo. Era una sensaci?n impresionante. "El cetro", dijo la vampiro. Con desconcierto,  Caitlin mir? sin saber lo que quer?a que hiciera con el cetro. "En el posabrazo del trono, hay un peque?o agujero. Est? dise?ado para sostenerlo." Caitlin mir? de cerca hacia abajo, y esta vez vio un peque?o agujero lo suficientemente amplio como para que cupiera el di?metro exacto del cetro. Lentamente, Caitlin insert? el cetro que se hundi? hasta que s?lo su cabeza sobresal?a del posabrazo. De repente, se escuch? un suave clic. Caitlin mir? hacia abajo y se sorprendi? al ver un peque?o compartimiento abierto en la base de una de las cabezas de los leones. En el interior, hab?a un peque?o anillo de oro. Se agach? y lo sac?. Lo sostuvo en lo alto, mir?ndolo. "El anillo del destino", dijo la vampiro. "Est? destinado s?lo para ti. Es un regalo de tu padre." Con profunda admiraci?n, Caitlin lo contempl? en la luz, viendo como brillaba la joya, mientras lo mov?a. "Col?catelo en el dedo anular de tu mano derecha." Caitlin se lo desliz? y, cuando sinti? el metal fr?o, una vibraci?n corri? a trav?s de ella. Pudo sentir el poder emerger de ?l. "?l te conducir?." Caitlin lo examin?. "Pero, ?c?mo?", pregunt?. "S?lo necesitas inspeccionarlo," dijo la vampiro. En un principio Caitlin estaba desconcertada, pero luego examin? el anillo m?s de cerca. Se dio cuenta que ten?a un delicado grabado alrededor de la banda. El coraz?n le lati? m?s r?pidamente  cuando comenz? a leerlo. Inmediatamente sinti? que era un mensaje de su padre. Al otro lado del puente, M?s all? del oso, Con los vientos o el sol, cruzamos Londres. Caitlin ley? el acertijo de nuevo, y luego en voz alta para que Caleb pudiera o?rlo. "?Qu? significa?", pregunt?. Su gu?a s?lo le devolvi? la sonrisa. "Estoy autorizado a conducirte hasta aqu?. El resto del viaje lo tienes que descubrir t?." Entonces ella se acerc? m?s. “Contamos contigo. Hagas lo que hagas, no nos vayas a  fallar.” CAP?TULO CINCO Bajo la luz de la ma?ana, Caitlin y Caleb salieron por las enormes puertas de arco de la abad?a de Westminster, Ruth iba pis?ndoles los talones. Instintivamente, ambos entrecerraron los ojos y levantaron la mano a la luz, Caitlin agradec?a de que Caleb le hubiera dado las gotas para los ojos antes de salir. Le tom? unos momentos para que sus ojos se adaptaran. Poco a poco, el mundo de 1599 de Londres entr? en foco. Caitlin estaba asombrada. Par?s en 1789 no hab?a sido muy diferente a la Venecia de 1791, pero Londres en 1599 era un mundo aparte. Le sorprendi? la diferencia que hac?an 190 a?os. Ante ella se extend?a Londres. Pero no era una bulliciosa ciudad metropolitana. M?s bien se sent?a a?n en desarrollo como una gran ciudad, rural, con lotes grandes y vac?os. No hab?a caminos pavimentados, en todas partes hab?a suciedad y, aunque hab?a muchos edificios, se ve?an m?s ?rboles. En medio de los ?rboles, hab?a cuadras e hileras de casas, muchas de ellas desiguales y toscamente trazadas. Las casas estaban construidas de madera y estaban cubiertas con enormes techos de paja. Era evidente que la ciudad pod?a incendiarse porque casi todo estaba construido con madera y era f?cil que la paja cubr?a las casas se prendiera fuego. Los caminos de tierra dificultaban el tr?nsito. El caballo parec?a ser la forma preferible de transporte y de vez en cuando pasaba un caballo o un carruaje. Pero esa era la excepci?n. La mayor?a de la gente caminaba -o m?s bien, tropezaba. La gente parec?a luchar para mantener el equilibrio y no caerse en las calles llenas de lodo. Divis? excremento a lo largo de las calles, aun estando lejos le llegaba el hedor. El  ganado que caminaba aqu? y all? lo empeoraba. Si alguna vez hab?a pensado en regresar en el tiempo para ser rom?ntica, esta vista no era la mejor. Y aun m?s, en esta ciudad no ve?a a la gente pasear con sus mejores galas, portando sombrillas, mostrando lo ?ltimo de la moda, como lo hab?a visto en Par?s y Venecia. En cambio, estaban vestidos m?s simplemente, con ropa mucho m?s anticuada; los hombres vest?an ropa rural, ya sea simple, como harapos, y s?lo unos pocos llevaban pantalones blancos hasta los muslos con t?nicas cortas que parec?an faldas. Las mujeres, por su parte, estaban todav?a cubiertas de tanto material que luchaban para transitar por las calles mientras agarraban los bordes de las faldas y los sosten?an tan alto como pod?an, no s?lo para mantenerlos lejos del barro y los excrementos sino tambi?n de las ratas, que sorprendieron a Caitlin corriendo a la luz del d?a. A?n as?, esta ?poca era claramente ?nica y, al menos, relajada. Sent?a como si estuviera en un gran pueblo rural. No hab?a el bullicio vertiginoso del siglo 21. No hab?a coches acelerando por las calles; no se escuchaba el ruido de la construcci?n. Sin claxon, ni autobuses, ni camiones, ni maquinaria. Incluso los caballos no hac?an ruido porque sus patas se hund?an en la tierra. De hecho, los ?nicos sonidos que se o?an, aparte de los vendedores gritando, eran las campanas de la iglesia que, como un coro de bombas,  sonaban regularmente por toda la ciudad. Se trataba de una ciudad dominada por las iglesias. Lo ?nico que presagiaba la futura urbanizaci?n eran, parad?jicamente, las antiguas iglesias -que se elevaban por encima del resto de la humilde arquitectura y dominaban el horizonte, sus campanarios elev?ndose a alturas inimaginables. De hecho, el edificio del que sal?an, la Abad?a de Westminster, era el m?s alto de todos los edificios de la vista. Su campanario era como un faro que serv?a como una gu?a para orientarse en la ciudad. Mir? a Caleb e, igualmente sorprendido, estaba contemplando el lugar. Ella extendi? su mano y se sinti? feliz de sentir que ?l colocaba su mano sobre la suya. Le gustaba  sentir su mano en la suya. ?l se volvi? y la mir?, ella pudo ver el amor en sus ojos. "Bueno", dijo, aclar?ndose la garganta, "no es exactamente el Par?s del siglo 18." Ella le devolvi? la sonrisa. "No, no lo es." "Pero estamos juntos y eso es todo lo que importa", ?l agreg?. Mientras ?l la miraba fijamente a los ojos, ella sinti? todo lo que ?l la amaba y, por un momento, no pens? en su misi?n. “Siento mucho lo que pas? en Francia", dijo. "Con Sera. Nunca quise hacerte da?o. ?S? lo sabes?” Ella lo mir?, sab?a que lo dec?a en serio. Y para su sorpresa, sinti? que pod?a perdonarlo sin m?s. La Caitlin de antes le hubiera guardado rencor. Pero se sent?a m?s fuerte de lo que nunca hab?a estado, y capaz de olvidar todo el asunto. Sobre todo porque ?l hab?a regresado por ella y, sobre todo, porque era claro que no ?l ten?a sentimientos por Sera. A?n m?s, ahora, por primera vez, ella se dio cuenta de sus propios errores en el pasado, llegando demasiado r?pido a conclusiones, no confiando en ?l, no d?ndole espacio suficiente. "Yo tambi?n lo siento," dijo ella. "Esta es una nueva vida ahora. Y estamos aqu? juntos. Eso es todo lo que importa." ?l le apret? la mano, y el amor corri? dentro de ella. ?l se inclin? y la bes?. Ella se sorprendi? y se emocion? al mismo tiempo. Sinti? la electricidad correr por ella y le devolvi? el beso. Ruth comenz? a gemir a sus pies. Ambos se separaron, la miraron y se rieron. “Tiene hambre", dijo Caleb. "Yo tambi?n" “?Vamos a ver Londres?", ?l le pregunt? con una sonrisa. "Podr?amos volar", agreg?, "es decir, si est?s lista.” Ella arque? sus hombros hacia atr?s y sinti? sus alas, estaba lista. Se sent?a recuperada del viaje en el tiempo. Tal vez, finalmente, se hab?a acostumbrado a este tipo de viajes. “Estoy lista, dijo, "pero me gustar?a caminar. Me gustar?a experimentar este lugar, por primera vez, como lo hace todo el mundo." Y tambi?n es m?s rom?ntico, pens? para s? pero no se lo dijo. Pero ?l baj? la mirada y le sonri?, ella se pregunt? si hab?a le?do sus pensamientos. ?l extendi? la mano con una sonrisa, ella la tom?, y los dos bajaron las escaleras. * Mientras sal?an de la iglesia, Caitlin avist? un r?o a lo lejos y un camino ancho a unos cincuenta yardas con un cartel de madera toscamente tallada que dec?a "King Street." Ten?an la opci?n de girar a la izquierda o a la derecha. La ciudad se ve?a m?s poblada a la izquierda. Giraron a la izquierda en direcci?n norte hacia King Street, que iba paralela al r?o. A Caitlin le asombr? el paisaje y los sonidos, lo observaba todo. A su derecha, hab?a una serie de grandes casas de madera, grandes propiedades, construidas en el estilo Tudor, con un exterior de estuco blanco enmarcado en caf?, y con techo de paja. A su izquierda, se sorprendi? al ver parcelas rurales con tierras de cultivo, y una que otra peque?a casa humilde; ovejas y las vacas salpicaban el paisaje. Londres de 1599 le era fascinante. Un lado de la calle era cosmopolita y rica, mientras que el otro todav?a estaba poblada por agricultores. En s?, la calle era sorprendente. Sus pies se atoraban en el barro mientras caminaba, el suelo era liso por todo el tr?nsito a pie y a caballo. Por s? solo, pod?a soportarse, pero mezclado con la suciedad hab?a excremento de las jaur?as de perros salvajes o de los seres humanos que arrojaban por las ventanas. De hecho, mientras caminaban, espor?dicamente se abr?an las persianas y las ancianas tiraban residuos dom?sticos a la calle. Ol?a mucho peor que Venecia o Florencia o Par?s. Casi sent?a que iba a vomitar y le hubiera gustado tener una de esas peque?as bolsas perfume para poner junto a su nariz. Por suerte, todav?a llevaba los zapatos de entrenamiento que Aiden le hab?a dado en Versalles. No pod?a imaginar caminar por esta calle en tacones. Sin embargo, entremezclado con las tierras de cultivo y grandes fincas, tambi?n encontr? fabulosas obras de arquitectura. Caitlin se sorprendi? al ver aqu? y all? algunos edificios que reconoci? por fotograf?as del siglo 21, iglesias ornamentadas, y uno que otro palacio. En una gran puerta de entrada arqueada, el camino lleg? a un abrupto fin; hab?a varios guardias de pie frente a ella en uniforme, en posici?n de firmes, sosteniendo lanzas. Sin embargo, la puerta estaba abierta y entraron. Un letrero esculpido en piedra dec?a "el palacio de Whitehall," y continuaron por un pasillo largo y estrecho y luego por otra puerta de arco hasta el otro lado, y de regreso al camino principal. Pronto se acercaron a una intersecci?n circular con un cartel que dec?a "Charing Cross", con un gran monumento vertical en el centro. El camino se bifurcaba a la izquierda y a la derecha. "?Por d?nde?", ella pregunt?. Caleb parec?a tan abrumado como ella. Finalmente dijo, "Mi instinto me dice de permanecer cerca del r?o y tomar el camino de la derecha." Ella cerr? los ojos y trat? de sentirlo tambi?n. "Estoy de acuerdo", dijo, y a?adi?, "?Tienes alguna idea de qu? es exactamente lo que estamos buscando?" ?l neg? con la cabeza. “S? tanto como t?.” Ella mir? su anillo y ley?, una vez m?s, el acertijo en voz alta. Al otro lado del puente, M?s all? del oso, Con los vientos o el sol, cruzamos Londres. No le sonaba familiar y a Caleb tampoco. "Bueno, menciona a Londres", ella dijo, "siento que que estamos en el camino correcto. Mi instinto me dice que tenemos que seguir adelante, hacia el interior de la ciudad, y que lo sabremos cuando lo veamos." ?l estuvo de acuerdo y ella le agarr? la mano, y tomaron por el camino de la derecha paralelo al r?o siguiendo un cartel que dec?a "El Strande." Esta nueva calle estaba m?s densamente poblada, hab?a m?s casas construidas una cerca de la otra a ambos lados de la calle. Se sent?a como si se estuvieran acercando al centro de la ciudad. Las calles  tambi?n se llenaban con m?s y m?s gente. El clima era perfecto -se sent?a como un d?a de oto?o y el sol brillaba sin parar. Se pregunt? qu? mes podr?a ser. Le sorprendi? c?mo hab?a perdido la noci?n del tiempo. Por lo menos no hac?a demasiado calor. Pero a medida que las calles estaban m?s llenas de gente, empez? a sentirse un poco claustrof?bica. Sin duda, se estaban acercando el centro de una gran ciudad metropolitana, incluso si no era tan sofisticada como la de hoy en d?a. Estaba sorprendida: siempre hab?a imaginado que en la antig?edad habr?a menos gente y los lugares estar?an menos concurridos. Pero, en realidad, era cierto lo contrario: mientras las calles se llenaban m?s y m?s, no pod?a creer cuanta gente hab?a. Le pareci? que estaba de vuelta en la ciudad de Nueva York en el siglo 21. La gente daba codazos y empujones y ni siquiera miraba hacia atr?s para disculparse. Tambi?n apestaban. Adem?s, en cada esquina hab?a vendedores ambulantes tratando con ah?nco de vender sus mercanc?as. Por todos lados, la gente gritaba con los m?s divertidos acentos brit?nicos. Y cuando las voces de los vendedores ambulantes se apagaban, otras voces dominaban el aire: los predicadores. En todas partes, Caitlin vio improvisadas plataformas, tarimas, cajones, p?lpitos, sobre los que los predicadores se paraban para predicar sus sermones a las masas, gritaban para hacerse o?r. “?Jes?s dice ARREPI?NTANSE!” gritaba un ministro de pie con un sombrero de copa y una divertida mirada severa, mirando a la multitud con una mirada arrebatadora. “?Yo exijo que TODOS LOS TEATROS deben cerrarse! ?Se debe PROHIBIR el ocio! ?Regresen a los templos!” Le record? a Caitlin las personas que predicaban en las esquinas de la ciudad de Nueva York. De alguna manera, nada hab?a cambiado. Llegaron a otra puerta ubicada justo en el medio de la calle con un cartel que dec?a "Templo Barre, Puerta de la Ciudad." A Caitlin le asombr? de que las ciudades tuvieran puertas. Esta puerta grande e imponente estaba abierta para que las personas pasaran, Caitlin se pregunt? si las cerrar?an por la noche. A cada lado hab?a m?s guardias. Pero esta puerta era diferente: tambi?n parec?a ser un lugar de reuni?n. Una gran multitud se amontonaba a su alrededor y muy arriba, encima de una peque?a plataforma, un guardia sosten?a un l?tigo. Caitlin se sorprendi? al ver que un hombre, encadenado y apenas vestido, estaba atado a un poste de flagelaci?n. El guardia lo azotaba una y otra vez mientras toda la multitud vitoreaba y lanzaba gritos de exclamaci?n. Caitlin examin? los rostros de la multitud y no pod?a creer lo indiferentes que se ve?an, como si se tratara de un hecho cotidiano ordinario, como si fuera una forma popular de entretenimiento. Le enfureci? la barbarie de esta sociedad y le dio un codazo a Caleb. Tambi?n la escena lo ten?a impactado, y lo tom? de la mano y corri? a trav?s de la puerta para evitar mirar m?s. Tem?a que si se quedaba por m?s tiempo, no podr?a contenerse de atacar a los guardias. "Este lugar es una barbaridad", dijo, a medida que se alejaban de la vista grizzly y los sonidos del l?tigo se hac?an m?s d?biles. "Es terrible", ?l coincidi? con ella. Mientras segu?an adelante, ella trat? de sacar la imagen de su mente. Se oblig? a enfocar su atenci?n en otra cosa. Mir? un cartel y not? que el nombre de la calle por donde iban hab?a cambiado a "la calle Fleet". Las calles se llenaron a?n m?s de gente, hab?a menos lugar para caminar, y los edificios y las numerosas filas de casas de madera estaban  construidas a?n m?s cerca una de la otra. Esta calle tambi?n estaba llena de tiendas. Un cartel dec?a: “Rasurada por un centavo.” Delante de otra tienda colgaba el letrero de un herrero, con una herradura enfrente. Otro cartel en letras grandes dec?a “Monturas.” “?Necesita una nueva herradura, se?orita?" un comerciante local pregunt? a Caitlin mientras pasaba. La sorprendi? con la guardia baja. "Um … no, gracias", dijo. "?Y usted, se?or?" insisti? el hombre. "?Quiere rasurarse? Tengo las hojas m?s limpias en Fleet Street." Caleb sonri? el hombre. "Gracias, pero estoy bien." Caitlin mir? a Caleb, y se dio cuenta de lo bien afeitado que siempre se ve?a. Su rostro era tan suave que parec?a de porcelana. Mientras segu?an por la calle Fleet, Caitlin no pudo evitar notar c?mo la multitud hab?a cambiado. Era m?s s?rdida aqu?, varias personas beb?an abiertamente de frascos y botellas de vidrio, tropezando, riendo en voz demasiado alta, y mirando imp?dicamente a las mujeres. “?GINEBRA AQU?! ?GINEBRA AQU?!" gritaba un muchacho de poco m?s de diez a?os mientras sosten?a una caja llena de peque?as botellas de color verde con ginebra. “?COMPRE SU BOTELLA! ?COMPRE SU BOTELLA!" Caitlin sent?a que la empujaban nuevamente a medida que la multitud crec?a y se hac?a cada vez m?s espesa. Vio a un grupo de mujeres con demasiado maquillaje, vestidas con ropa gruesa y toneladas de tela mientras que llevaban sus camisas abiertas revelando la mayor parte de sus pechos. "?Quieres pasarla bien?" una de las mujeres le grit?, estaba borracha y se tambaleaba  sobre sus pies. Se acerc? a un transe?nte quien la empuj?. A Caitlin le sorprendi? lo r?stica que era esta parte de la ciudad. Instintivamente, Caleb se le acerc? m?s poniendo sus manos alrededor de su cintura, ella sinti? su actitud protectora. Retomaron su paso y continuaron r?pidamente a trav?s de la multitud, y Caitlin mir? hacia abajo, Ruth segu?a a su lado. La calle pronto termin? en un peque?o puente peatonal, mientras caminaban sobre el puente, Caitlin mir? hacia abajo. Ley? en un gran cartel "Fleet Ditch," y se maravill? de la vista. Debajo hab?a lo que parec?a un peque?o canal, quiz?s de diez pies de ancho, que flu?a con agua turbia. En el agua, nadaba todo tipo de basura y desperdicios. Al mirar hacia arriba, vio gente orinando en ?l, y otros lanzaban botes de excrementos, huesos de pollo, residuos dom?sticos y todo tipo de basura. Era una inmensa cloaca que transportaba todos los residuos de la ciudad aguas abajo. Ella busc? ver a d?nde conduc?a y vio que a lo lejos desembocaba en un r?o. Volvi? la cabeza por el olor. Probablemente era lo peor que jam?s hab?a olido en su vida. Los gases t?xicos se elevaban haciendo que en comparaci?n el horrible olor en las calles pareciera de  rosas. Se apresuraron por el puente. Al cruzar al otro lado de la calle Fleet, Caitlin se sinti? aliviada al ver que la calle finalmente se abr?a y estaba un poco menos congestionada. El olor tambi?n se desvaneci?. Despu?s del horrible olor de Fleet Ditch, el olor de la calle ya no le molest?. Se dio cuenta de que as? era como la gente viv?a felizmente: era todo cuesti?n de  acostumbrarse a la ?poca en que se estaba. Mientras caminaban, el barrio se hizo m?s agradable. Pasaron junto a una gran iglesia a la izquierda, grabadas en el edificio de piedra con una prolija caligraf?a se le?a: "San Pablo." Era una iglesia enorme con una hermosa fachada adornada que se elevaba por encima de todos los edificios a su alrededor. Caitlin se maravill? de su  hermosa arquitectura y de que podr?a encajar a la perfecci?n en el siglo 21. Se sent?a muy fuera de lugar, elev?ndose por encima de todas las peque?as casas de madera a su alrededor. Caitlin empez? a notar que las iglesias dominaban el paisaje urbano de ese tiempo, y lo importante que eran para la gente. Eran, sin lugar a dudas, omnipresentes. Y sus campanas, muy sonoras, siempre se estaban escuchando. Caitlin se detuvo para observar su arquitectura antigua, y no pudo evitar preguntarse si guardar?a alguna pista para ellos en su interior. “?Me pregunto si deber?amos entrar?" pregunt? Caleb, leyendo su mente. Ella examin? la inscripci?n de su anillo una vez m?s. Al otro lado del puente, M?s all? del Oso. "Se habla de un puente," dijo ella, pensando. "Acabamos de cruzar un puente," respondi? Caleb. Caitlin neg? con la cabeza. No le pareci? que era el lugar indicado. “Era un puente peatonal. Mi instinto me dice que ?ste no es el lugar. Donde sea que tengamos que ir, no siento que sea aqu?." Caleb se qued? all? y cerr? los ojos. Por ?ltimo, los abri?. "No siento nada bueno. Sigamos adelante." “Acerqu?monos al r?o", dijo Caitlin. "Si tenemos que encontrar un puente, supongo que ser?a por el r?o. Y no me importar?a respirar un poco de aire fresco." Caitlin vio un camino lateral que conduc?a a la orilla del r?o, con un cartel que dec?a "St. Andrews Hill." Ella tom? la mano de Caleb y lo condujo hacia all?. Caminaron por el camino de pendiente suave, desde all? se pod?a ver el r?o a lo lejos, estaba lleno de barcos. Deb?a ser el famoso r?o T?mesis de Londres, ella pens?. Ten?a que ser. Era lo que recordaba de su clase de geograf?a b?sica. Esta calle terminaba en un edificio y, como no los llevaba hacia el r?o, tuvieron que doblar a la izquierda en una calle que corr?a paralela al r?o, a s?lo unos cincuenta metros de distancia, llamada "Calle T?mesis.” La calle T?mesis era m?s amable, un mundo aparte de la calle Fleet. Las casas eran m?s bonitas aqu? y, a su derecha, a lo largo de la orilla del r?o, hab?a grandes fincas con grandes parcelas de tierra que bajaban hasta la orilla. La arquitectura era m?s elaborada y m?s hermosa tambi?n. Era evidente que esta parte de la ciudad estaba reservada para la gente rica. Se ve?a como un barrio pintoresco, mientras pasaban por muchas calles con nombres divertidos como “Camino de viento del Ganso y “Ca”mino del Viejo Cisne y “Cerro del Ajo y “Cerro de la Calle del Pan”, que daban muchas vueltas. De hecho, se ol?a a comida por todas partes, y Caitlin escuch? su est?mago gru?ir. Ruth se quej? tambi?n, ten?a hambre. Pero no hab?a ning?n alimento a la venta. "Lo s?, Ruth," Caitlin simpatiz? con ella. "Encontrar? comida pronto, lo prometo." Caminaron y caminaron. Caitlin no sab?a exactamente lo que estaba buscando, y Caleb tampoco. Sent?a que el acertijo podr?a llevarlos a cualquier lugar y que no ten?an ninguna pista segura. Se estaban adentrando en lo profundo del coraz?n de la ciudad, y todav?a no estaba segura qu? camino tomar. Cuando Caitlin estaba empezando a sentirse cansada, con hambre y mal humor, llegaron a una gran intersecci?n. Ella se detuvo y mir? hacia arriba. En un r?stico cartel de madera, ley? “Calle de la Iglesia de la Gracia.” Ol?a mucho a pescado all?. Se detuvo sin saber qu? hacer, y mir? a Caleb. "Ni siquiera sabemos lo que estamos buscando", dijo. "Se habla de un puente. Pero no he visto ni un solo puente por ning?n lado. ?Estamos perdiendo el tiempo aqu?? ?Deber?amos estar pensando de otra manera?" De repente, Caleb le dio un golpecito en el hombro y se?al? algo. Poco a poco, ella se dio la vuelta y se sorprendi? por lo que vio. La calle Iglesia de la Gracia conduc?a a un puente enorme, uno de los puentes m?s grandes que jam?s hab?a visto. Su coraz?n se alegr? con una nueva esperanza. Un enorme cartel  dec?a: “Puente de Londres”, y su coraz?n empez? a latir m?s r?pidamente. Esta calle era m?s amplia, una arteria principal; la gente, caballos, carros y todo tipo de tr?fico entraba y sal?a del puente. Si estaban buscando un puente, lo hab?an encontrado. * Caleb la tom? de la mano y la condujo hacia el puente, mezcl?ndose con los transe?ntes. Ella levant? la vista y se sinti? abrumada por la vista. No se parec?a a ning?n otro puente que hab?a visto en el pasado. Su entrada estaba anunciada por una enorme puerta con forma de arco, hab?a guardias a cada lado. En su parte superior, hab?a m?ltiples picos en los que hab?a cabezas cortadas clavadas en las espigas, la sangre goteaba de sus gargantas. Era un espect?culo horrible, Caitlin desvi? la mirada. "Me acuerdo de esto", suspir? Caleb. "De hace siglos. Era la forma en que adornaban sus puentes: con las cabezas de los presos. Lo hacen como una advertencia a otros criminales." "Es horrible", dijo Caitlin, mientras bajaba la cabeza y se dirig?a r?pidamente hacia el puente. En la base del puente, hab?a puestos de venta de pescado, y Caitlin vio los barcos acercarse a la orilla y los trabajadores resbalar mientras llevaban el pescado por la costa fangosa. La entrada al puente apestaba a pescado, tanto que ella tuvo que taparse la nariz. En peque?as mesas improvisadas, se ofrec?an peces de todo tipo, algunos todav?a segu?an vivos. “Mojarra, ?tres peniques por libra!" alguien grit?. Caitlin apresur? su paso, tratando de alejarse del olor. El puente la sorprendi? de nuevo pues estaba lleno de tiendas. Peque?os expendios y vendedores se alineaban a ambos lados del puente, mientras que los peatones, el ganado, los caballos y los carruajes se apretujaban en el medio. Era una escena ca?tica llena de gente que gritaba en todas direcciones anunciando sus mercanc?as. “?Curtiembres por aqu?!" alguien grit?. “?Desollamos su animal!" grit? otro. “?Cera de vela por aqu?! ?Tenemos la mejor cera de la vela!" “?Techos de paja!" “?Compre su le?a aqu?!" “?Plumas frescas! ?Pliegos y pergaminos!" A medida que avanzaban, hab?a tiendas m?s bonitas, algunas vend?an joyas. Caitlin no pudo dejar de pensar en el puente del oro de Florencia, en sus d?as con Blake y la pulsera que ?l le hab?a comprado. Moment?neamente abrumada por la emoci?n, se hizo a un lado, se aferr? a la barandilla y mir? el paisaje. Pens? en todas las vidas que hab?a vivido, en todos los lugares en los  que hab?a estado, y se sinti? abrumada. ?Era todo esto realmente cierto? ?C?mo una persona pod?a vivir tantas vidas? ?O se despertar?a en su departamento en la ciudad de Nueva York, y pensar?a que todo hab?a sido el sue?o m?s largo y m?s incre?ble de su vida? “?Est?s bien?" le pregunt? Caleb, acerc?ndose a su lado. “?Qu? pasa?” R?pidamente, Caitlin se sec? una l?grima. Se pellizc? y se dio cuenta de que no estaba so?ando. Todo era real. Y eso fue lo m?s impactante de todo. "Nada," dijo ella r?pidamente con una sonrisa forzada. Esperaba que ?l no hubiera podido leer sus pensamientos. Caleb estaba a su lado, juntos, se asomaron al T?mesis. Aunque era  un r?o ancho, estaba totalmente congestionado de tr?fico. Veleros de todos los tama?os navegaban por el r?o y compart?an las aguas con botes de remos, botes de pescadores y todo tipo de embarcaciones. Era un curso de agua muy bulliciosa; a Caitlin le maravill? el tama?o de todas las diferentes embarcaciones y veleros, algunos alcanzaban varias docenas de metros en el aire. Le sorprendi? lo tranquilas que eran las aguas aun con tantos buques. No se escuchaba el sonido de motores, tampoco hab?a lanchas. S?lo se escuchaba el sonido de la tela ondeando al viento. Eso la relaj?. El aire all?, con la brisa constante, era fresco y finalmente no ol?a. Se volvi? hacia Caleb y continuaron paseando por el puente, con Ruth pis?ndoles los talones. Ruth comenz? a lloriquear de nuevo y Caitlin supo que ten?a hambre y quiso detenerse. Pero por m?s que mir? por todas partes, no encontr? nada de comida. Ella tambi?n ten?a cada vez m?s hambre. Al llegar a la mitad del puente, a Caitlin le sorprendi? una vez m?s la vista que ten?a frente a ella. Cre?a que no quedaba nada que pudiera escandalizarla despu?s de ver esas cabezas en las picas -pero hab?a m?s. Justo ah?, en el centro del puente, tres presos estaban de pie en un andamio con sogas alrededor de sus cuellos, con los ojos vendados, apenas vestidos, aun estaban vivos. Un verdugo con una capucha negra abierta en los ojos estaba detr?s de ellos. “?El siguiente colgado es a la una!" grit?. Una multitud que crec?a se acurruc? alrededor del andamio, al parecer esperaba. "?Qu? hicieron?" Caitlin le pregunt? a uno de la multitud. “Los sorprendieron robando, se?orita," dijo, sin molestarse siquiera en mirar en su direcci?n. “?Capturaron a uno por calumniar a la Reina!" Una anciana a?adi?. Caleb le alej? de la escena horripilante. "Ver ejecuciones parece ser un deporte diario por aqu?", coment? Caleb. "Es cruel", dijo Caitlin. Ella se maravill? de lo diferente que esta sociedad era de la ?poca actual, y de c?mo toleraba la crueldad y la violencia. Y era Londres, uno de los lugares m?s civilizados en 1599. No pod?a llegar a imaginar el mundo fuera de una ciudad civilizada como ?sta. Le asombr? todo lo que la sociedad y sus reglas hab?an cambiado. Finalmente, llegaron al otro lado del puente, Caitlin se volvi? hacia Caleb. Mir? su anillo y ley? en voz alta una vez m?s: Del otro lado del puente, M?s all? del oso, Con los vientos o el sol, cruzamos Londres. "Bueno, si estamos siguiendo esta frase correctamente, acabamos de 'cruzar el puente.' Lo siguiente ser?a 'M?s all? del Oso.'" Caitlin mir?. "?Qu? podr? significar?" "Ojal? lo supiera", ?l dijo. “Siento que mi padre est? cerca", dijo Caitlin. Ella cerr? los ojos deseando encontrar una pista. Justo en ese momento, un muchacho joven, que cargaba una pila enorme de panfletos, corri? delante de ellos, gritando. “?El Oso Cebado! ?Cinco peniques! ?Por aqu?! ?El Oso cebado! ?Cinco peniques! ?Por aqu?!” Puso un volante en la mano de Caitlin. Ella ley?, en grandes letras, las palabras “Oso Cebado, con la imagen cruda de un estadio. Ella y Caleb se miraron al mismo tiempo. Ambos miraron al chico mientras se perd?a en el camino. “?Oso cebado?" pregunt? Caitlin. "?Qu? es eso?" "Ahora me acuerdo", dijo Caitlin. “Era el gran deporte de esta ?poca. Pon?an un oso en un c?rculo, lo ataban a una estaca como cebo para perros salvajes. Se hac?an apuestas sobre qui?n ganar?a: el oso o los perro." "Eso es enfermo", dijo Caitlin. "El acertijo, dijo. “’Del otro lado del puente y m?s all? del Oso. ?Crees que podr?a ser eso?" Al mismo tiempo, los dos se volvieron y siguieron al muchacho, que se alejaba  todav?a gritando. Doblaron a la derecha en la base del puente y caminaron junto al r?o, ahora del otro lado del T?mesis, y bajaron por una calle llamada "Clink Street." Este lado del r?o, Caitlin se dio cuenta, era muy diferente al otro. Estaba menos construido y estaba menos poblado. Las casas tambi?n eran m?s bajas que all?, m?s r?sticas, este lado del r?o se ve?a m?s descuidado. Hab?a pocas tiendas y menos gente. Pronto se encontraron frente a una gran estructura y Caitlin se dio cuenta por los barrotes en las ventanas y los guardias afuera que era una prisi?n. Clink Street, pens? Caitlin. No pod?a tener un mejor nombre. Era un edificio enorme y extendido; al pasar, Caitlin vio manos y caras que sal?an de los barrotes y la observaban. Hab?a cientos de prisioneros que la miraban con lujuria y le gritaban al pasar. Ruth gru??, y Caleb se acerc? m?s junto a ella. Caminaron un poco m?s, pasando una calle con un cartel que dec?a "Lugar de la Muerte." Ella mir? a su derecha y vio otro andamio donde se estaba preparando otra ejecuci?n. Con los ojos vendados, un prisionero temblaba de pie sobre una plataforma, ten?a una soga alrededor de su cuello. Caitlin estaba tan distra?da que casi perdi? de vista al muchacho, mientras sent?a que Caleb la agarraba de la mano y la guiaba hacia Clink Street. De repente, Caitlin oy? un grito a lo lejos, y luego un rugido. Vio al ni?o, a lo lejos, doblar en la esquina, y oy? otro grito. Le sorprendi? sentir que la tierra  temblaba abajo. No hab?a sentido nada as? desde el Coliseo Romano. Se dio cuenta de que deb?a haber un enorme estadio a la vuelta de la esquina. Al doblar la esquina, le sorprendi? ver lo que ten?a adelante. Era una enorme estructura circular que parec?a un Coliseo en miniatura. Ten?a varios pisos  y estaba cerrado, pero en cada direcci?n hab?a puertas en forma de arco. Escuch?  los gritos, que ahora eran m?s fuertes y proven?an de detr?s de sus muros. Frente al edificio deambulaban cientos de personas de las m?s s?rdidas que jam?s hab?a visto. Algunos estaban apenas vestidos, muchos ten?an panzas enormes que les sobresal?an, estaban sin afeitar y sin ba?ar. Los perros salvajes vagaban entre ellos; Ruth gru??a, ten?a los pelos en la espalda de punta. Los vendedores empujaban carritos en el barro, muchos vend?an litros de ginebra. Por como se ve?a la multitud, parec?a que la mayor?a de personas beb?a. Se empujaban unos contra otros, y caso todos parec?an estar alcoholizados. Se escuch? otro rugido, y Caitlin vio el cartel que colgaba sobre el estadio: "Oso Cebado.” Eso le asque?. ?Pod?a esta sociedad ser realmente tan cruel? El peque?o estadio parec?a ser parte de un complejo. A lo lejos, hab?a otro peque?o estadio, con un enorme letrero que dec?a “Toro Cebado.” Y all?, a un lado, apartado de los dos, hab?a otra gran estructura circular -aunque ?sta se ve?a diferente a las dem?s, con m?s clase. “?Vengan a ver la nueva obra de Will Shakespeare en el nuevo teatro del globo!" grit? un chico que pasaba cargando una pila de panfletos. Camin? hasta Caitlin, y empuj? un folleto en sus manos. Ella ley?: "la nueva obra de William Shakespeare: La tragedia de Romeo y Julieta." "?Quiere venir, se?orita?" pregunt? el muchacho. "Es su nueva obra, y la va a interpretar por primera vez en este nuevo teatro: el globo." Caitlin mir? el folleto y sinti? una oleada de emoci?n. ?Ser?a real? ?Esto estaba  realmente sucediendo? "?D?nde est??", ella pregunt?. El ni?o se ri? entre dientes. Se volvi? y se?al?. “?Pues, es justo ah?, se?orita." Caitlin mir? hacia donde ?l se?alaba y vio una estructura circular a lo lejos, ten?a paredes de estuco blanco y un recorte de madera al estilo Tudor. El Globo. El Globo de Shakespeare. Era incre?ble. Realmente estaba all?. Frente al Globo, se arremolinaban miles de personas que entraban por todas  direcciones. Y la multitud se ve?a tan r?stica como la que entraba al Toro Cebado y al Oso Cebado. Eso la sorprendi?. Siempre hab?a imaginado que quienes asist?an al teatro de Shakespeare eran m?s civilizados, m?s sofisticados. Nunca hab?a imaginado que se trataba de entretenimiento para las masas-y el tipo m?s r?stico. Parec?an estar asistiendo al Oso Cebado. S?, a ella le encantar?a ver una nueva obra de Shakespeare, ir al Globo. Pero estaba decidida a cumplir primero con su misi?n y resolver el acertijo. Un nuevo rugido emergi? del estadio del Oso Cebado, y ella se volvi? y centr? su atenci?n all?. Se pregunt? si la respuesta al acertijo estaba del otro lado de sus muros. Se volvi? hacia Caleb. “?Qu? crees?" , pregunt?. “?Vemos de qu? se trata?" Caleb la mir? vacilante. "El acertijo mencion? un puente," dijo, "y un oso. Pero mis sentidos me dicen otra cosa. No estoy muy seguro- " De repente, Ruth gru?? y se fue corriendo lejos. “?Ruth!" grit? Caitlin. Estaba lejos. Ni siquiera se volvi? para escuchar y se ech? a correr con todas sus fuerzas. Caitlin se sorprendi?. Nunca la hab?a visto comportarse de esa manera, incluso en momentos de m?xima peligro. ?Qu? la estaba jalando? Ruth nunca la hab?a  desobedecido. Al mismo tiempo, Caitlin y Caleb echaron a correr tras ella. Pero aun con su velocidad vamp?rica, corr?an lentamente por el lodo, y Ruth era mucho m?s r?pida que ellos. La vieron dar vuelta y meterse por las masas, y tuvieron que empujar su paso entre la multitud para no perderla de vista. Caitlin pudo verla a lo lejos, doblar en una esquina y correr por un callej?n estrecho. Ella tom? velocidad, al igual que Caleb, sacando a un gran hombre fuera de su paso y se dirigi? por el callej?n, detr?s de Ruth. ?Qu? demonios estaba persiguiendo? Caitlin se pregunt?. Se pregunt? si se trataba de un perro callejero, o si tal vez hab?a llegado a s?lo un punto de inflexi?n con el hambre e iba tras algo para comer. Despu?s de todo, era un lobo. Caitlin tuvo que record?rselo. Debi? haber buscado con m?s ah?nco comida para ella, y pronto. Pero cuando Caitlin dobl? en la esquina y mir? hacia el callej?n, con asombro se dio cuenta lo que era. All?, en el otro extremo del callej?n, estaba sentada sobre la tierra una ni?a de tal vez ocho a?os, se ve?a asustada, lloraba y temblaba. Por encima de ella hab?a un hombre fornido, grande, sin camisa; su vientre enorme le sobresal?a, estaba sin afeitar y ten?a el pecho y los hombros cubiertos de pelo. Con su ce?o enojado, sin algunos dientes, llevaba hacia atr?s un cintur?n de cuero y azotaba a la pobre chica en la espalda, una y otra vez. “?Esto es lo que te pasa por no escuchar!" el hombre gritaba con un tono malicioso, mientras levantaba su cintur?n de nuevo. Caitlin se sinti? mortificada y, sin ni siquiera pensarlo, se prepar? para entrar en acci?n. Pero Ruth se le adelant?. Cuando el hombre llev? el brazo hacia atr?s, Ruth corri? y salt? en el aire, abriendo sus fauces. Mordi? el antebrazo del hombre y hundi? sus dientes hasta el fondo. La sangre salpicaba por todas partes, mientras el hombre emit?a un grito sobrenatural. Ruth estaba furiosa y no se detuvo. Gru?? y sacudi? la cabeza hacia adelante y atr?s, mordiendo m?s profundamente la carne del hombre; no lo soltaba. El hombre jaloneaba a Ruth de uno a otro lado, lo pod?a hacer debido a su considerable tama?o y porque Ruth no era todav?a un lobo adulto. Ella gru??a; era un sonido suficientemente aterrador para erizar el pelo detr?s del cuello de Caitlin. Pero este hombre estaba acostumbrado a lidiar con la violencia, y sacudi? su hombro grande y fornido hasta que logr? estrellar a Ruth contra una pared de ladrillo. Luego, con la otra mano sac? su cintur?n y la azot? con fuerza en la  espalda. Ruth chillaba y chillaba. Finalmente, la solt? y cay? al suelo. Con odio en sus ojos, el hombre llev? sus dos manos hacia atr?s, listo para lanzar con toda su fuerza su cintur?n contra el rostro de Ruth. Caitlin entr? en acci?n. Antes de que el hombre pudiera bajarlo, se lanz? con su mano derecha extendida y lo agarr? de la garganta. Lo hizo retroceder tom?ndolo del cuello, lo levant? sobre el suelo, m?s arriba de su cabeza, hasta que lo estrell? contra un muro de ladrillos en ruinas. Lo tuvo colgando frente a ella mientras su cara se volv?a azul por la asfixia. Ella era mucho m?s peque?a, pero ?l no ten?a ninguna alternativa con su pu?o de hierro. Finalmente, ella lo dej? caer. Alz? la mano, buscando su cintur?n, Caitlin se ech? hacia atr?s y le dio una fuerte patada en la cara, rompi?ndole la nariz. Luego se inclin? hacia atr?s y le dio una patada en el pecho, una patada tan fuerte que lo envi? volando varios metros hacia atr?s. ?l golpe? contra la pared con tal fuerza que dej? una hendidura en los ladrillos, y cuando cay? al suelo, era un desastre. Pero Caitlin a?n pod?a sentir la furia correr por sus venas. Pens? en esa chica inocente, en Ruth, y no hab?a sentido tanta rabia desde no sab?a cu?ndo. No pod?a evitarlo. Se acerc? a ?l, le sac? el cintur?n de la mano, lo hizo hacia atr?s, y le peg? duro en su enorme barriga. ?l se tambaleaba hacia arriba mientras se agarraba el est?mago. Cuando se sent?, ella lo pate? con fuerza, justo en la cara. Le peg? en el ment?n, y lo envi? hacia atr?s; ?l peg? con la parte posterior de su cabeza en el suelo. Finalmente, estaba inconsciente. Pero Caitlin a?n no estaba satisfecha. No se llenaba de ira con facilidad, pero cuando se enfurec?a, no lograba detenerse. Se acerc? y puso un pie en la garganta del hombre, iba a matarlo en el acto. “?Caitlin!" le lleg? una voz intencionada. Se dio vuelta, todav?a latiendo con furia, y vio a Caleb junto a ella. ?l negaba  con la cabeza lentamente, con una mirada desaprobadora. "Ya has hecho bastante da?o. Deja que se vaya." Algo en la voz de Caleb le lleg?. A rega?adientes, levant? el pie. A lo lejos, vio una enorme ba?era llena de aguas residuales. Vio el oscuro l?quido espeso derramarse por sus bordes, y pod?a oler su hedor desde all?. Era perfecto. Se agach?, alz? al hombre por encima de su cabeza, a pesar de que pesaba f?cilmente m?s de 300 libras, y cruz? el callej?n. Lo arroj? de cabeza en la tina de aguas residuales. Aterriz? con un chapoteo. Lo vio atascado hasta el cuello en todo el excremento. Le gust? imaginar su despertar y darse cuenta de d?nde estaba, finalmente, se sinti? satisfecha. Bien, pens?. Ah? es donde perteneces. Inmediatamente, Caitlin pens? en Ruth. Corri? hacia ella y examin? la marca de la correa en su espalda; Ruth estaba acurrucada, y estaba recuper?ndose lentamente. Caleb se acerc? tambi?n para examinarla, mientras Ruth pon?a su rostro en el regazo de Caitlin y gem?a. Caitlin le dio un beso en la frente. De repente, Ruth se apart? de ellos y se lanz? por el callej?n en busca de la ni?a. Caitlin de pronto record? y corri? tras ella. Ruth se acerc? a la chica y empez? a lamer su rostro. Lentamente, la ni?a dej? de llorar, distra?da por los lamidos de Ruth. Se qued? sentada en el barro, con su vestido sucio, cubierto de marcas del cintur?n en la espalda, se trasluc?a la sangre; la ni?a miraba a Ruth en sorpresa. Sus ojos llorosos se abrieron mientras Ruth la segu?a lamiendo. Lentamente, levant? su mano vacilante y acarici? a Ruth. Luego, le dio un abrazo. Ruth le correspondi? acerc?ndose m?s. Era incre?ble, pens? Caitlin. Ruth hab?a detectado a esta ni?a desde muy lejos. Era como si las dos se conocieran de siempre. Caitlin se acerc? y se arrodill? junto a la ni?a y la ayud? a sentarse. “?Est?s bien?" pregunt? Caitlin. La ni?a la mir? en estado de shock, y luego a Caleb. Parpade? varias veces, como si se preguntara quien eran esas personas. Por ?ltimo, lentamente, asinti? con la cabeza. Sus ojos estaban muy abiertos, y parec?a tener demasiado miedo para hablar. Caitlin la acarici? quitando suavemente el pelo enmara?ado de su cara. "Est? bien", dijo Caitlin. “Nunca m?s ?l te har? da?o.” La muchacha mir? como si estuviera a punto de llorar otra vez. "Yo soy Caitlin," dijo ella. "Y ?l es Caleb." La ni?a los mir?, a?n sin hablar. “?C?mo te llamas?” pregunt? Caitlin. Despu?s de unos segundos, la ni?a finalmente respondi?: "Scarlet". Caitlin sonri?. "Scarlet", repiti?. “Es un nombre muy bonito. ?D?nde est?n tus padres?" Ella neg? con la cabeza. "Yo no tengo padres. ?l es mi guardi?n. Lo odio. Me pega todos los d?as. Sin raz?n. Lo odio. Por favor, no me hagas volver con ?l. No tengo a nadie m?s." Caitlin se volvi? hacia Caleb, y vio que la miraba, estaban pensando lo mismo. "Ahora est?s a salvo", dijo Caitlin. “No tienes que preocuparse m?s. Puedes venir con nosotros." Los ojos de Scarlet se abrieron con sorpresa y alegr?a, y casi sonri?. "?En serio?" , pregunt?. Caitlin le devolvi? la sonrisa, extendi? su mano y Scarlet la tom? y la ayud? a ponerse de pie. Caitlin vio las heridas, a?n con sangre, en su espalda y, desde alg?n lugar profundo en su interior, Caitlin sinti? que un poder la invad?a. Pens? en lo que Aiden le hab?a ense?ado, en la facultad de ser uno con el universo y, en lo profundo de s?, de repente sinti? emerger un poder que desconoc?a. Hab?a sentido su poder para la rabia, pero nunca hab?a sentido un poder como ?se. Era diferente, un nuevo poder le hormigueaba desde los pies por las piernas, a trav?s de su torso, por sus brazos, sus dedos. Era el poder de curar. Caitlin cerr? los ojos y suavemente coloc? sus manos sobre la espalda de Scarlet, donde estaban las marcas. Respir? profundamente y convoc? al poder del universo, convoc? toda la formaci?n Aiden le hab?a dado, y se centr? para enviar luz blanca a la muchacha. Sinti? que sus manos se calentaban mucho y sinti? una energ?a incre?ble correr por ella. Caitlin no sab?a cu?nto tiempo hab?a pasado cuando abri? los ojos. Mir? hacia arriba, abriendo los ojos lentamente, y vio a Scarlet que le devolv?a la mirada con los ojos llenos de asombro. Caleb la miraba tambi?n, estaba sorprendido. Caitlin vio que las heridas de Scarlet se hab?an curado completamente. "?Eres un mago?" pregunt? Scarlet. Caitlin sonri? satisfecha. "Algo por el estilo." CAP?TULO SEIS Sam volaba sobre el campo brit?nico, Polly iba a su lado, pero manteniendo su distancia. Llevaban las alas extendidas pero no alcanzaban a tocarse, ya que los dos quer?an guardar un espacio entre s?. Sam lo prefer?a as?, y supuso  que ella tambi?n. Le gustaba Polly, realmente. Pero despu?s de su debacle con Kendra, por un largo tiempo, no estaba listo para acercarse a alguien del sexo opuesto. Pasar?a un tiempo antes de que pudiera volver a confiar en alguien. Incluso alguien que hab?a estado cerca de su hermana, como Polly. Hab?an estado volando durante horas, cuando Sam mir? hacia abajo, en la luz de la ma?ana, vio extensiones interminables de tierras de cultivo, con casas peque?as aqu? y all?; el humo sal?a de sus chimeneas de piedra en este hermoso d?a de oto?o. Hab?a una que otra persona en su patio tendiendo la ropa, colgando s?banas en cuerdas. Sin embargo, no hab?a muchas casas. Esta campi?a se ve?a enteramente rural, Sam comenz? a preguntarse si exist?an ciudades en esta ?poca -cualesquiera fuera la ?poca y el lugar donde se encontraban. Sam no ten?a idea a d?nde ir, y Polly no hab?a sido de mucha ayuda. Ambos hab?an utilizado sus agudos sentidos de vampiro, vali?ndose de su estrecha conexi?n con Caitlin, para detectar d?nde podr?a estar. Ambos hab?an intuido que ella podr?a estar en esa direcci?n y hab?an estado volando durante horas. Pero, desde entonces, no hab?an visto ninguna pista o algo que los condujera a un lugar m?s preciso. Los instintos le dijeron a Sam que Caitlin estaba en una gran ciudad. Pero, por cientos de kil?metros, no hab?an pasado nada remotamente parecido a una ciudad. Justo cuando Sam estaba empezando a preguntarse si hab?an elegido la direcci?n correcta, doblaron una curva y se sorprendieron ante lo que se extend?a a lo lejos. All?, en el horizonte, se extend?a una ciudad. No logr?  reconocer la ciudad y no estaba seguro de que ser?a capaz de identificarla aun volando m?s cerca. Era malo en geograf?a y en historia era a?n peor. Fue el resultado de haberse mudado demasiadas veces, de estar con los amigos equivocados, de no prestar atenci?n en la escuela. Hab?a sido un estudiante de C, aunque sab?a que ten?a la capacidad para obtener Aes. Pero con el tipo de crianza que hab?a recibido, le hab?a sido demasiado dif?cil encontrar una raz?n para aplicarse. Ahora, se estaba  arrepintiendo. “?Es Londres!" Polly grit? de alegr?a y sorpresa. “?Oh, Dios m?o! ?Londres! No lo puedo creer. ?Estamos aqu?! ?Estamos realmente aqu?! ?Es un lugar fant?stico!" grit? ella, emocionada. Gracias a Dios por Polly, Sam pens?, sinti?ndose m?s est?pido que nunca. Se dio cuenta de que ten?a mucho que aprender de ella. Al acercarse y los edificios aparecieron a la vista, se maravill? ante la arquitectura. Incluso desde esta gran distancia, pod?a ver los campanarios de las iglesias elev?ndose  hacia el cielo, convirtiendo a la ciudad en un un campo de lanzas. A medida que se acercaban, vio cu?n grandes y magn?ficas eran todas las iglesias -y le sorprendi? de que ya se vieran antiguas. En comparaci?n, todo el resto de la arquitectura quedaba eclipsada. Mientras lo ve?a todo, sinti? con fuerza de que Caitlin estaba all?. Y la idea lo entusiasm? y lo emocion?. “?Caitlin est? all? abajo!" ?l grit?. "Puedo sentirla.” Polly le devolvi? la sonrisa. “?Yo tambi?n!” ella grit?. Por primera vez desde que hab?a llegado a esta ?poca y lugar, Sam se sinti? conectado a tierra, sinti? que ten?a direcci?n y un prop?sito en la vida. Finalmente, sent?a que estaba en el camino correcto. Trat? de sentir si Caitlin estaba en peligro. Por mucho que lo intent?, no logr? percibir nada. Pens? en la ?ltima vez que la hab?a visto en Par?s, justo antes de que ella huyera de Notre Dame. Estaba con ese hombre -Caleb-y se pregunt? si a?n estaban juntos. Aunque hab?a visto a Caleb una o dos veces, le hab?a ca?do muy bien. Esperaba que Caitlin estuviera con ?l y que la estuviera cuidando. Ten?a la sensaci?n de que estaban juntos. Sin previo aviso, de repente Polly se zambull? hacia abajo, cerca de los tejados. O no le interes? que Sam la siguiera, o supuso que lo har?a. Eso molest? a Sam. Le habr?a gustado que ella le hubiera dado alg?n aviso, o al menos que tuviera la deferencia de indicarle que estaba bajando. Y, sin embargo, una parte de ?l ten?a la sensaci?n de que a ella s? le importaba. ?Simplemente se estaba poniendo dif?cil? ?Y, de cualquier manera, por qu? le importaba tanto? ?No se hab?a dicho de que no estaba interesado en las chicas en este momento? Sam se lanz? hasta llegar a a su nivel, y los dos volaron a pocos metros por encima de la ciudad. Pero tambi?n marc? su posici?n virando a la izquierda, de modo que volaron a?n m?s lejos uno del otro. Toma eso, pens? Sam. Cuando se acercaron al centro de la ciudad, Sam estaba impresionado. Esta ?poca y este lugar eran muy diferentes, pero muy diferentes, a todo lo que hab?a visto o experimentado antes. Estaba tan cerca de los tejados que sent?a como si casi pudiera agacharse y tocarlos. La mayor?a de los edificios eran bajos, s?lo ten?an unos pocos pisos y techos inclinados, cubiertos con lo que parec?an enormes montones de heno o paja. La mayor?a de los edificios estaban pintados de un blanco brillante, con l?neas caf?s enmarc?ndolos. Las iglesias -enormes, de m?rmol y piedra caliza-, se elevaban en el paisaje, dominando cuadras enteras, y aqu? y all? hab?a una que otra estructura grande que parec?an ser palacios. Probablemente, supuso, eran las residencias de la realeza. La ciudad estaba dividida por un r?o ancho, sobre el que ahora volaban. El r?o estaba lleno de barcos de todas formas y tama?os -y las calles tambi?n eran bulliciosas. De hecho, no pod?a creer que estuvieran tan llenas de gente. Hab?a gente por todas partes, corriendo de aqu? para all?. No pod?a imaginar por qu? podr?an tener tanta prisa. No era como si tuvieran internet o e-mails, o faxes, o incluso tel?fonos m?viles. Sin embargo, otras partes de la ciudad se ve?an relativamente tranquilas. Los caminos de tierra, el r?o, y todos los barcos creaban una sensaci?n de tranquilidad. No hab?a coches corriendo, autobuses, bocinas, camiones o motocicletas acelerando. Todo estaba relativamente tranquilo. Es decir, hasta que escuch? un s?bito rugido. Sam volvi? la cabeza, y lo mismo hizo Polly. All?, a un lado, avistaron un gran estadio, construido en un c?rculo perfecto y elev?ndose varios pisos. Le record? el Coliseo romano, aunque ?ste era mucho m?s peque?o. Usando su vista de p?jaro, pudo ver que hab?a alg?n tipo de animal grande en el centro que corr?a, y muchos otros peque?os animales se mov?an a su alrededor. No lograba entender qu? era, pero pudo ver que el estadio estaba lleno de miles de personas, todos de pie, vitoreando y rugiendo. De repente, mientras observaba, sinti? un hormigueo en su cuerpo. No era algo que  pudiera describir. De pronto, sinti? la presencia de Caitlin all?. Totalmente. “?Mi hermana!" le grit? a Polly. “Est? ah?", dijo, se?alando. "La siento." Polly mir? hacia abajo, y frunci? el ce?o. "Yo no estoy tan segura”, dijo. "No siento nada." Gir? la cabeza hacia otra direcci?n y se?al? el puente frente a ellos. "Tengo la sensaci?n de que est? all?." Sam vio un enorme puente sobre el r?o. Le sorprendi? notar que estaba cubierto con tiendas de todo tipo, y a?n m?s le sorprendi? ver, mientras volaban sobre el puente, que hab?a varios presos de pie sobre un andamio y ten?an sogas alrededor de sus cuellos y capuchas sobre sus cabezas. Parec?a como si estuvieran a punto de ser ejecutados. Y hab?a grandes multitudes a su alrededor. "Est? bien", dijo Sam, y de pronto se sumergi? en direcci?n al puente. Supuso que se le adelantar?a y esta vez ser?a el primero en sumergirse. Sin darse vuelta, Sam aterriz? sobre el puente y, momentos despu?s, sinti? que Polly aterrizaba varios metros detr?s de ?l. Ella lo alcanz?, y los dos caminaron lado a lado, manteniendo su distancia, ?l sin mirarla, y ella sin mirarlo tambi?n. Estaba orgulloso de mantener su relaci?n en un plano puramente profesional. No hab?a ni siquiera un atisbo de cercan?a, que era claramente lo que ambos quer?an. Sam estaba sorprendido de lo que ve?a sobre el puente. Era abrumador, hab?a mucho que ver en todas direcciones. “?Quieres te?ir tu cuero, hijo?" Un hombre le pregunt?, sosteniendo un pedazo de cuero crudo en su rostro. El aliento del hombre apestaba y Sam lo evit?. "Ahora, ?por d?nde?" Sam pregunt? a Polly. Al igual que ?l, ella examin? el puente, mirando por todas partes para encontrar a Caitlin. Pero no hab?a rastro de ella por ning?n lugar. Polly finalmente se encogi? de hombros. "No lo s?", dijo. “La hab?a sentido aqu?, pero ahora … no estoy tan segura.” Sam se volvi? y mir? al horizonte, hacia ese estadio. "Yo la sent? all? atr?s", dijo. "En ese estadio que sobrevolamos." "Est? bien", dijo Polly, "vamos por ah?. Pero caminemos -por si acaso est? en el puente." Mientras caminaban por el puente, entre todos los vendedores, Polly pareci? animarse de nuevo y poco a poco empez? a alegrarse. “?Mira c?mo viste toda esta gente!" ella dijo. “?Quiero decir, mira lo que llevan! Es incre?ble, ?verdad? No creo que nunca me encontrar?an muerta llevando algo as?. Pero puedo ver su funcionalidad. Me pregunto c?mo pudo ponerse de moda. Es decir, ?c?mo puede cambiar de generaci?n en generaci?n? Est? muy loco, ?no? Y estaba pensando, si viviera en este momento, si yo fuera una de esas personas, qu? color me pondr?a … " Конец ознакомительного фрагмента. Текст предоставлен ООО «ЛитРес». 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