*** Твоей Луны зеленые цветы… Моей Луны беспечные рулады, Как светлячки горят из темноты, В листах вишневых сумрачного сада. Твоей Луны печальный караван, Бредущий в даль, тропою невезенья. Моей Луны бездонный океан, И Бригантина – вера и спасенье. Твоей Луны – печальное «Прости» Моей Луны - доверчивое «Здравствуй!» И наши параллельные пути… И З

Deseada

Deseada Morgan Rice Diario de un Vampiro #5 En DESEADA (Libro #5 del Diario de un Vampiro), Caitlin Paine se despierta para descubrir que, una vez m?s, ha viajado hacia atr?s en el tiempo. Esta vez, ha aterrizado en el siglo XVIII de Par?s, una ?poca de gran opulencia, de reyes y reinas-, pero tambi?n de la revoluci?n. Al lado de su verdadero amor, Caleb, los dos finalmente viven su amor y el romanticismo como nunca antes. Pasan juntos un tiempo id?lico en la ciudad de Par?s, visitando sus sitios m?s rom?nticos, mientras su amor crece cada vez m?s. Para disfrutar de este momento y este lugar y pasar su vida junto a Caleb, Caitlin decide renunciar a la b?squeda de su padre. Caleb la lleva a su castillo medieval cerca de la costa, y Caitlin es m?s feliz de lo que jam?s so??. Pero su idilio juntos no est? destinado a durar para siempre, y pronto los hechos los separa. Caitlin regresa junto a Aiden y su cofrad?a, con Polly y con nuevos amigos, mientras se concentra de nuevo en su formaci?n y en su misi?n. Vive en el mundo pr?digo de Versalles, y admira los trajes y la opulencia m?s all? de lo que jam?s so??. Con interminables fiestas y fiestas y conciertos, Versalles es un mundo en s? mismo. Se re?ne felizmente con Sam, quien tambi?n regres? en el tiempo, y tambi?n ha so?ado con su padre. Pero no todo es como parece. Kyle tambi?n ha viajado atr?s en el tiempo, esta vez con su compa?ero en el mal, Sergei -y est? m?s decidido que nunca en matar a Caitlin. Y tanto Sam como Polly se involucran cada vez m?s en relaciones t?xicas, las que podr?an amenazar con destruir todo lo que les rodea. Mientras Caitlin se convierte en una verdadera guerrera, est? cada vez m?s cerca de encontrar a su padre y al m?tico Escudo. El final culminante, lleno de acci?n, lleva a Caitlin a buscar pistas en un torbellino por las m?s importantes localidades medievales de Par?s. Pero, para sobrevivir, necesitar? exhibir habilidades que nunca so?? que ten?a. Morgan Rice deseada libro #5 de Diario del Vampiro Acerca de Morgan Rice Morgan Rice es la escritora del bestseller #1: DIARIO DE UN VAMPIRO (THE VAMPIRE JOURNALS), una saga que comprende once libros (y siguen llegando); la saga del bestseller #1: TRILOG?A DE SUPERVIVENCIA (THE SURVIVAL TRILOGY), thriller pos apocal?ptico que comprende dos libros (y siguen llegando); y la saga de fantas?a ?pica, bestseller #1: EL ANILLO DEL HECHICERO, que comprende trece libros (y contando). Los libros de Morgan est?n disponibles en audio y edici?n impresa, y la traducci?n de los libros est? disponible en alem?n, franc?s, italiano, espa?ol, portugu?s, japon?s, chino, sueco, holand?s, turco, h?ngaro, checo y eslovaco (pr?ximamente en otros idiomas). A Morgan le encantar?a tener comunicaci?n con usted, as? que visite www.morganricebooks.com (http://www.morganricebooks.com/) para unirse a la lista de correo electr?nico, recibir un libro gratuito, recibir regalos gratuitos, descargar una aplicaci?n gratuita, obtener las ?ltimas noticias exclusivas, conectarse a Facebook y Twitter, y ?mantenerse en contacto! Algunas Opiniones Acerca de las Obras de Morgan Rice "TRAICIONADA es una gran entrega de esta serie. Morgan Rice realmente ha logrado convertirse en  una ganadora con esta serie. Tiene un  ritmo r?pido, est? llena de acci?n, amor, suspenso e intriga. Si usted no ha le?do sus dos primeras novelas, le?las y luego ponga sus manos en TRAICIONADA. He le?do estos libros en orden, pero cada uno de estos libros tambi?n est?  dise?ado para ser le?do de forma individual. Si usted no ha le?do los dos primeros, lea TRAICIONADA. Estoy seguro que va a terminar comprando los dos primeros – ?vale la pena leerlos todos … una o dos veces!"–VampireBookSite " CONVERTIDA es un libro que puede rivalizar con TWILIGHT  y Vampire Diaries, ?y querr? seguir leyendo hasta llegar a la ?ltima p?gina! Si a usted le interesa la aventura, el amor y los vampiros, ?este libro es para usted!" –– Vampirebooksite com "Rice hace un gran trabajo jalando al lector en la historia desde el principio, gracias a su gran calidad descriptiva que trasciende la mera pintura de los escenarios .... Al estar tan bien escrita y ser de lectura r?pida, CONVERTIDA es un buen inicio para una nueva serie de vampiros que seguramente ser? un ?xito entre los lectores que buscan una historia ligera pero entretenida " . –-Black Lagoon Reviews “Rice hace un gran trabajo para captar su atenci?n desde el principio, al utilizar una gran calidad descriptiva que va m?s all? de la simple descripci?n de la ambientaci?n… Bien escrito y sumamente r?pido de leer”. –-Black Lagoon Reviews (acerca de Turned) “Es una historia ideal para lectores j?venes. Morgan Rice hizo un buen trabajo dando un giro interesante… Innovador y singular. La saga se centra alrededor de una chica… ?una chica extraordinaria!  Es f?cil de leer, pero con un ritmo sumamente r?pido…  Clasificaci?n PG (Gu?a Paternal)”. –-The Romance Reviews (acerca de Turned) Libros de Morgan Rice EL ANILLO DEL HECHICERO (THE SORCERER’S RING) LA SENDA DE LOS H?ROES (A QUEST OF HEROES) – (Libro #1) LA MARCHA DE LOS REYES (A MARCH OF KINGS) – (Libro #2) EL DESTINO DE LOS DRAGONES (A FATE OF DRAGONS) (Libro #3) EL GRITO DE HONOR (A CRY OF HONOR) (Libro #4) UNA PROMESA DE GLORIA (A VOW OF GLORY) (Libro #5) UN DEBER DE VALOR (A CHARGE OF VALOR)  (Libro #6) UN GRITO DE ESPADAS (A RITE OF SWORDS) (Libro #7) UNA SUBVENCI?N DE ARMAS (A GRANT OF ARMS)  (Libro #8) UN CIELO DE HECHIZOS (A SKY OF SPELLS)  (Libro #9) UN MAR DE ESCUDOS (A SEA OF SHIELDS) (Libro #10) UN REINADO DE HIERRO (A REIGN OF STEEL) (Libro #11) UNA TIERRA DE FUEGO (A LAND OF FIRE) –  (Libro #12) EL DECRETO DE LAS REINAS (A RULE OF QUEENS) –  (Libro #13) LA TRILOG?A DE SUPERVIVENCIA (THE SURVIVAL TRILOGY) ARENA UNO: TRATANTES DE ESCLAVOS (SLAVERSUNNERS) –  (Libro #1) ARENA DOS (ARENA TWO) – (Libro #2) DIARIO DE UN VAMPIRO (THE VAMPIRE JOURNALS) TRANSFORMACI?N (TURNED) (Libro #1) AMORES (LOVED)  (Libro #2) TRAICI?N (BETRAYED) – (Libro #3) DESTINADO (DESTINED) (Libro #4) DESEO (DESIRED) (Libro #5) PROMETIDO (BETROTHED) (Libro #6) PROMESA (VOWED) (Libro #7) ENCUENTRO (FOUND) (Libro #8) RESURRECCI?N (RESURRECTED) (Libro #9) ANSIAS (CRAVED) (Libro #10) DESTINO (FATED) (Libro #11) Derechos Reservados © 2012 Morgan Rice Todos los derechos reservados. Ninguna porci?n de este libro podr? ser reproducida, almacenada en alg?n sistema de recuperaci?n, o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio o ser guardado en una base de datos o sistema de recuperaci?n, sin la autorizaci?n previa del autor. Este libro electr?nico est? disponible s?lo para su disfrute personal. Este libro electr?nico no puede ser re- vendido o regalado a otras personas. Si usted desea compartir este libro con otra persona, por favor adquiera una copia adicional para cada destinatario. Si usted est? leyendo este libro y no lo compr? , o no lo compr? s?lo para su uso individual, por favor devu?lvalo y compre su propia copia. Muchas gracias por respetar el trabajo de este autor. Esta es una obra de ficci?n. Los nombres, personajes , empresas, organizaciones, lugares, eventos e incidentes son producto de la imaginaci?n del autor o han sido usados como ficci?n. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, es total coincidencia. Modelo en la portada: Jennifer Onvie. Fotograf?a de la portada: Adam Luke Studios, New York. Artista de maquillaje de la portada: Ruthie Weems. Si desea comunicarse con alguno de estos artistas, por favor, p?ngase en contacto con Morgan Rice. HECHO: Montmartre, Par?s, es famoso por su gran iglesia, la bas?lica del Sagrado Coraz?n, construida en el siglo 19. Pero, junto a ella, en lo alto de la colina, se encuentra la peque?a y poco conocida iglesia de San Pedro. Esta peque?a y oscura iglesia es mucho m?s antigua que su vecina y data del siglo tercero, y tiene una importancia a?n mayor: all? se tomaron los votos que llev? a la fundaci?n de la Compa??a de Jes?s. HECHO: Ubicada en una peque?a isla en el centro de Par?s (no muy lejos de la famosa Notre Dame), Sainte Chapelle fue construida  en el siglo 13, y durante cientos de a?os alberg? las reliquias m?s preciadas de la cristiandad, incluyendo la corona de espinas, la Santa lanza, y pedazos de la cruz en la que Jes?s fue crucificado. Las reliquias fueron almacenadas en una gran ba?l de plata adornada .... "?Por qu? est?s a?n tan hermosa? ?debe ser, creo Que la muerte es insustancial amorosa, Y que el monstruo aborrecido te mantiene aqu? en la oscuridad para ser tu amante? Por temor a eso, todav?a me quedar? contigo; Y nunca de este palacio con su noche oscura Saldr? de nuevo … "     --William Shakespeare, Romeo y Julieta CAP?TULO PRIMERO Par?s, Francia (Julio de 1789) Caitlin Paine despert? en medio de la oscuridad. El aire se sent?a pesado, y ella luchaba por respirar mientras trataba de moverse. Estaba tumbada boca arriba sobre una superficie dura. Hac?a fr?o y estaba h?medo, y cuando mir? hacia arriba recibi? un peque?o haz de la luz en la cara. Sus hombros estaban muy apretados pero, con esfuerzo, logr? extenderse. Levant? sus manos y palp? la superficie superior. Era piedra. Pas? las manos a lo largo de la piedra y  sinti? las dimensiones, se dio cuenta que estaba atrapada. En un ata?d. El coraz?n de Caitlin empez? a latir con fuerza. Odiaba estar en espacios reducidos, y comenz? a respirar con m?s y m?s dificultad. Se pregunt? si estaba so?ando, si estaba atrapada en una especie de limbo terrible, o si realmente hab?a despertado en otra ?poca y en otro lugar. Acerc? de nuevo sus dos manos al borde y con todas sus fuerzas empuj?. Logr? mover la piedra una fracci?n de pulgada, lo suficiente para que pudiera introducir un dedo por la grieta. Empuj? de nuevo con todas sus fuerzas, y la pesada tapa de piedra se movi? un poco m?s, escuch? el sonido de la piedra raspando contra la piedra. Introdujo los dedos en la grieta y con todas sus fuerzas empuj?. Esta vez, la tapa se desprendi?. Respirando con dificultad, Caitlin se sent? y mir? hacia todas partes. Sus pulmones se quedaron sin aire, r?pidamente se protegi? de la luz llevando las manos a los ojos. ?Cu?nto tiempo hab?a estado en esa oscuridad?, se pregunt?. Mientras estaba all? sentada, protegi?ndose los ojos, trat? de escuchar, atenta a cualquier ruido, cualquier movimiento. Record? cu?n violento hab?a sido su despertar en el cementerio en Italia y, esta vez, no quer?a dejar nada librado al azar. Estaba preparada para cualquier cosa, lista para defenderse de los aldeanos, o de los vampiros -o de cualquier otra cosa- que pudiera estar cerca. Pero esta vez, no se escuchaba nada. Poco a poco, abri? los ojos y vio que estaba sola. Cuando sus ojos se adaptaron, se dio cuenta que la luz no era tan brillante aqu?. Estaba en una habitaci?n de piedra, como una caverna, con techos abovedados bajos. Parec?a la b?veda de una iglesia. La habitaci?n estaba iluminada s?lo por una vela prendida. Se dio cuenta de que era de noche. Una vez que sus ojos se adaptaron, mir? a su alrededor con cuidado. Ten?a raz?n: hab?a estado yaciendo en un sarc?fago de piedra que estaba en la esquina de una habitaci?n de piedra, en lo que parec?a la cripta de una iglesia. La habitaci?n estaba vac?a, a excepci?n de algunas estatuas de piedra y otros sarc?fagos. Caitlin sali? del sarc?fago. Se estir?, probando cada uno de sus m?sculos. Se sent?a bien al estar de pie de nuevo. Estaba agradecida por no haber despertado esta vez en el medio de una batalla. Al menos ten?a unos momentos de tranquilidad para recomponerse. Pero segu?a desorientada. Sent?a su mente pesada, como si hubiera despertado de un sue?o de mil a?os. Inmediatamente, sinti? una punzada de hambre. ?D?nde estaba? se pregunt? de nuevo. ?En qu? a?o? Y lo m?s importante, ?d?nde estaba Caleb? Se sent?a abatida porque ?l no estaba a su lado. Caitlin examin? la habitaci?n en busca de alguna se?al de ?l. Pero no encontr? nada. Los otros sarc?fagos estaban todos abiertos y vac?os, y no hab?a ning?n otro lugar donde pudiera estar escondido. "?Hola?" grit?. "?Caleb?" Dio unos pasos vacilantes por la habitaci?n y vio una puerta baja con forma de arco, la ?nica v?a de entrada o salida de la habitaci?n. Se dirigi? a la entrada y prob? el picaporte. Estaba sin cerrojo, la puerta se abri? f?cilmente. Antes de salir de la habitaci?n, se volvi? y examin? el cuarto, asegur?ndose de que no hab?a dejado nada que fuera a necesitar. Palp? su collar que segu?a alrededor de su cuello; meti? la mano en los bolsillos, y se tranquiliz? al sentir su diario, y la llave grande. Era todo lo que ten?a en el mundo, y era todo lo que necesitaba. Despu?s de salir, Caitlin camin? por un largo y arqueado pasillo de piedra. S?lo quer?a encontrar a Caleb. Seguramente, hab?a regresado con ella esta vez. ?O no era as?? Y si hab?a regresado con ella, ?la recordar?a esta vez? No quer?a tener que pasar por todo aquello de nuevo, tener que buscarlo, y luego que no recordara. No. Or? para que esta vez fuera diferente. Estaba vivo, se asegur? a s? misma, y regresaron juntos en el tiempo. Ten?a que ser as?. Pero mientras se apresuraba por el pasillo y por un peque?o tramo de escalones de piedra, sinti? que es agitaba, era esa sensaci?n de descorazonamiento que conoc?a al darse cuenta que ?l no hab?a regresado con ella. Despu?s de todo, no hab?a despertado a su lado tom?ndole la mano, ?l no estaba all? para tranquilizarla. ?Entonces, no hab?a regresado? Su agujero en el est?mago se hizo m?s grande. Y ?qu? pas? con Sam? ?l tambi?n hab?a estado all?. ?Por qu? no hab?a ninguna se?al de ?l? Caitlin finalmente lleg? a la cima de la escalera, abri? otra puerta, y se qued? all?, sorprendida  por lo que vio. Estaba de pie en la capilla mayor de una iglesia maravillosa. Nunca antes hab?a visto, techos tan altos, tantos vitrales, y un altar tan enorme y tan elaborado. Las filas de bancos se extend?an sin fin, y este lugar parec?a poder albergar a miles de personas. Por suerte, estaba vac?a. Las velas ard?an por todas partes, pero era evidente que era tarde. Se sent?a agradecida: lo ?ltimo que quer?a era caminar entre una multitud de miles de personas que la miraban directamente a los ojos. Caitlin se acerc? lentamente hasta el centro del pasillo hacia la salida. Buscaba a Caleb, Sam, o incluso un sacerdote. Alguien como el sacerdote en As?s, quien podr?a darle la bienvenida, y explicarle lo que estaba ocurriendo. ?Qui?n podr?a decirle d?nde estaba y cu?ndo y por qu?? Pero no hab?a nadie. Caitlin parec?a estar completamente sola. Cuando Caitlin lleg? a las enormes puertas dobles, se prepar? para enfrentar lo que podr?a estar afuera. Cuando las abri?, se qued? sin aliento. La noche estaba iluminada por antorchas a lo largo de la calle, y ante ella hab?a una gran multitud de personas. No estaban esperando entrar a la iglesia, sino que estaban caminando alrededor de un gran plaza abierta. Era una noche concurrida y festiva, y cuando Caitlin sinti? el calor, supo que era verano. Se sorprendi? al ver a toda esa gente, su vestuario era anticuado y formal. Por suerte, nadie pareci? darse cuenta de ella. Pero, ella no pod?a apartar los ojos de esa gente. Hab?a cientos de personas, la mayor?a vestidas formalmente, era claro que se trataba de otro siglo. Entre ellos hab?a caballos, carruajes, vendedores ambulantes, artistas, cantantes. Era una noche de verano llena de gente, y era abrumador. Se pregunt? qu? a?o podr?a ser, y en qu? lugar hab?a  posiblemente aterrizado. M?s importante a?n, mientras examinaba todas las caras extra?as y extranjeras, se pregunt? si Caleb podr?a estar esperando entre ellos. Desesperada, esperanzada, examin? la multitud  tratando de convencerse a s? misma de que Caleb, o tal vez Sam, podr?a estar entre ellos. Mir? en todas direcciones, pero despu?s de varios minutos, se dio cuenta de que no estaban all?. Caitlin dio varios pasos hacia la plaza, y luego se volvi? y mir? la iglesia, con la esperanza de que, tal vez, podr?a reconocer su fachada que le dar?a una pista sobre d?nde estaba. Y as? fue. No era experta en arquitectura o en historia, o en iglesias, pero sab?a algunas cosas. Algunos lugares eran tan obvios, estaban tan grabados en la conciencia p?blica, que pod?a  reconocerlos. Y ?se era uno de esos. Ella estaba de pie ante la catedral de Notre Dame. Estaba en Par?s. Era un lugar que no pod?a confundirse con otro. Sus tres enormes puertas del frente, profusamente talladas; las docenas de peque?as estatuas sobre ellas; su elaborada fachada que ascend?a cientos de metros hacia el cielo. Era uno de los lugares sobre la tierra que pod?a reconocerse m?s f?cilmente. La hab?a visto en l?nea, muchas veces. No pod?a creerlo: realmente estaba en Par?s. Caitlin siempre hab?a querido ir a Par?s, siempre le hab?a rogado a su madre que la llevara. Cuando hab?a tenido un novio una vez en la escuela secundaria, siempre hab?a esperado que ?l la llevara all?. Era un lugar que siempre hab?a so?ado en ir, y se le fue la respiraci?n al darse cuenta de que estaba all?. Y en otro siglo. Caitlin sinti? que la multitud la empujaba; se mir? e hizo una evaluaci?n de su ropa. Se sinti? mortificada porque todav?a estaba vestida con el simple uniforme de prisionero  que Kyle le hab?a dado en el Coliseo de Roma. Llevaba una t?nica de lienzo, ?spera a la piel, toscamente cortada, demasiado grande para ella, atada con un trozo de cuerda sobre su torso y piernas. Su pelo estaba enmara?ado, sin lavar, y ca?a sobre su cara. Parec?a un prisionero fugado, o un vagabundo. Al sentirse m?s ansiosa, Caitlin volvi? a buscar a Caleb, a Sam, a alguna persona que pudiera  reconocer, que podr?a ayudarla. Nunca se hab?a sentido tan sola, y solo quer?a ver a alguien conocido y saber que no hab?a regresado sola a este lugar y que todo iba a estar bien. Pero no reconoci? a nadie. Tal vez soy la ?nica, pens?. Tal vez estoy por mi cuenta otra vez. Esta idea le perfor? su est?mago como un cuchillo. Quer?a agacharse, arrastrarse y esconderse en la iglesia, para que la enviaran a alg?n otro tiempo, a otro lugar -cualquier lugar en el que pudiera despertar y ver que conoc?a a alguien. Pero se hizo fuerte. Sab?a que no hab?a marcha atr?s ni ninguna otra opci?n m?s que seguir adelante. S?lo tendr?a que ser valiente y encontrar su camino en este tiempo y lugar. Simplemente, no ten?a otra opci?n. * Caitlin ten?a que alejarse de la multitud. Necesitaba estar sola, para descansar y alimentarse, para pensar. Ten?a que averiguar d?nde ir, d?nde buscar a Caleb, y saber si estaba aqu?. Igualmente importante, ten?a que averiguar por qu? estaba en esa ciudad, y en ese tiempo. Ni siquiera sab?a qu? a?o era. Una persona pas? a su lado y, abrumada por el repentino deseo de saber, Caitlin se acerc? y la agarr? del brazo. ?l se volvi? y la mir?, sorprendido por haber sido detenido de manera tan abrupta. "Lo siento," dijo ella, d?ndose cuenta de lo seca que ten?a su garganta y de lo terrible que deb?a verse, al pronunciar sus primeras palabras, "?pero qu? a?o es?" Le dio verg?enza preguntar, d?ndose cuenta de que deb?a parecer una loca. "?El a?o?" El hombre confundido le pregunt?. "Um … Lo siento, pero no puede recordar …" El hombre la mir? de arriba abajo, y luego sacudi? lentamente la cabeza, como si estuviera imaginando cu?l era su problema. "Es 1789, por supuesto. Y no estamos ni siquiera cerca de A?o Nuevo, as? que realmente no tienes ninguna excusa ", dijo, sacudiendo la cabeza con sorna mientras se marchaba. 1789. Esos n?meros corrieron por la mente de Caitlin. Record? que la ?ltima vez hab?a estado en 1791. Dos a?os. No tan atr?s en el tiempo. Sin embargo, ahora estaba en Par?s, un mundo completamente diferente al de Venecia. ?Por qu? aqu?? ?Por qu? ahora? Se devan? los sesos, tratando desesperadamente de recordar sus clases de historia, de recordar lo que hab?a sucedido en Francia en 1789 Se sinti? avergonzada de que no pod?a. Se enoj? consigo misma una vez m?s por no prestar m?s atenci?n en clase. Si hubiera sabido en la escuela secundaria que alg?n d?a iba a viajar hacia atr?s en el tiempo, habr?a estudiado historia toda la noche, y habr?a hecho un esfuerzo para memorizar todo. Eso ya no importaba. Ahora, ella era parte de la historia. Ahora, ten?a la oportunidad de cambiarla, y cambiarse a s? misma. El pasado, se dio cuenta, podr?a cambiar. El hecho de que ciertos acontecimientos hab?an sucedido en los libros de historia, no significaba que ella, viajando hacia atr?s, no podr?a cambiarlos. En cierto sentido, ya lo hab?a hecho: aparecer all?, en este momento, afectar?a todo. Eso, a su vez, podr?a, en una peque?a escala, cambiar el curso de la historia. A?n m?s, tom? conciencia de la importancia de sus acciones . El pasado era suyo y pod?a crearlo de nuevo. Mientras se sumerg?a en el paisaje tan elegante, Caitlin empez? a relajarse un poco, e incluso a sentirse un poco animada. Al menos hab?a aterrizado en un lugar hermoso, en una hermosa ciudad, y en una ?poca tambi?n hermosa. No era la edad de piedra, despu?s de todo, y no era como si hubiera aparecido en medio de la nada. Todo a su alrededor luc?a inmaculado, y la gente se vest?a muy bien, y las calles empedradas brillaban bajo la luz de las antorchas. Y lo ?nico que se acordaba de Par?s en el siglo 18 era que se trataba de una ?poca de lujo para Francia, una ?poca de gran riqueza, cuando a?n gobernaban reyes y reinas. Caitlin se dio cuenta de que Notre Dame estaba en una peque?a isla, y sinti? la necesidad de irse. Estaba demasiado lleno de gente all?, y necesitaba un poco de paz. Vio varios puentes peatonales, y se dirigi? a uno. Ten?a la esperanza de que la presencia de Caleb la estuviera dirigiendo en una direcci?n en particular. Mientras caminaba sobre el r?o, not? lo hermosa que era la noche en Par?s, iluminada por la luz de las antorchas a lo largo del r?o y la luna llena. Pens? en Caleb y dese? que estuviera a su lado para disfrutar de la vista. Cuando mir? hacia el agua, se llen? de recuerdos. Pens? en Pollepel, en el r?o Hudson por la noche, c?mo la luna lo iluminaba. Tuvo un repentino impulso de saltar del puente para probar sus alas y ver si pod?a volar y elevarse. Pero, se sent?a d?bil, y con hambre, y cuando se hizo hacia atr?s, ni siquiera pudo sentir la presencia de sus alas. Le preocup? que el viaje en el tiempo hubiera afectado sus habilidades, sus poderes. No se sent?a tan fuerte como antes. De hecho, se sent?a casi humana. Fragil. Vulnerable. No le gustaba esa sensaci?n. Despu?s de cruzar el r?o, camin? por las calles laterales, vagando durante horas, irremediablemente perdida. Camin? por calles que daban muchas vueltas y se alejaban m?s y m?s del r?o, hacia el norte. Le sorprendi? la ciudad. En algunos aspectos, parec?a similar a Venecia y Florencia en 1791. Al igual que esas ciudades, Par?s segu?a siendo la misma, incluso se ve?a igual que en el siglo 21. Nunca hab?a estado all?, pero hab?a visto fotos, y se sorprendi? al reconocer muchos edificios y monumentos. Las calles aqu? tambi?n, en su mayor?a, eran de adoquines, estaban llenas de caballos y carruajes, o de vez en cuando se ve?an caballos con un jinete. La gente, vistiendo trajes elaborados, paseaba tranquilamente, con todo el tiempo del mundo. No hab?a ca?er?as aqu? tampoco, y Caitlin no pudo evitar notar la basura en las calles y retrocedi? ante el horrible hedor aumentado por el calor del verano. Dese? tener una de esas peque?as bolsas de popurr? que Polly le hab?a dado en Venecia. Pero a diferencia de esas otras ciudades, Par?s era un mundo en s? mismo. Las calles eran m?s anchas, los edificios eran m?s bajos y estaban m?s bellamente dise?ados. La ciudad se sent?a m?s vieja, m?s preciosa, m?s hermosa. Tambi?n hab?a menos gente: cuanto m?s se alejaba de la catedral de Notre Dame, menos personas ve?a. Tal vez era porque era tarde en la noche, las calles estaban casi vac?as. Camin? y camin?, hasta que se le cansaron las piernas y los pies, buscando en cada esquina alguna se?al de Caleb, alguna pista que la condujera en una direcci?n especial. No vio nada. Cada veinte cuadras, m?s o menos, el barrio cambiaba, y la sensaci?n cambiaba, tambi?n. Yendo m?s y m?s hacia el norte, subi? una colina, all? encontr? un barrio nuevo, esta vez con callejones estrechos, y varios bares. Al pasar por un bar en una esquina, vio a un hombre tirado contra la pared, estaba borracho e inconsciente. La calle estaba completamente vac?a y, por un momento, Caitlin sinti? la peor punzada de hambre. Sent?a como si su est?mago se le estuviera desgarrando por la mitad. El hombre yac?a inconsciente, ella acerc? su mirada a su cuello y vio la sangre latir en su interior. En ese momento, m?s que cualquier otra cosa, quiso descender sobre ?l para alimentarse. La sensaci?n era m?s que un deseo – era una orden. Su cuerpo le gritaba que ten?a que  hacerlo. Le tom? hasta la ?ltima gota de su voluntad obligarse a mirar hacia otro lado. Prefer?a morir de hambre a herir a un ser humano. Mir? a su alrededor y se pregunt? si habr?a un bosque cerca de all?, un lugar donde pudiera cazar. Hab?a visto algunos caminos de tierra y parques de la ciudad, pero no hab?a visto nada como un bosque. Justo en ese momento, la puerta del bar se abri? y un hombre sali? tropez?ndose – lo estaban echando, en realidad- empujado por uno de los camareros. ?l los maldijo y les grit?, estaba claramente borracho. Luego se volvi? y mir? a Caitlin. Ten?a un cuerpo grande y mir? a Caitlin con malas intenciones. Se puso nerviosa. Se pregunt? de nuevo, desesperadamente, d?nde hab?an ido sus poderes. Se dio la vuelta y se alej?, caminando r?pidamente; el hombre la segu?a. Antes de que pudiera girar, ?l la agarr? por detr?s, en un abrazo de oso. ?l era m?s r?pido y m?s fuerte de lo que hab?a imaginado, y pod?a oler su aliento horrible por encima de su hombro. Pero el hombre tambi?n estaba borracho. Tropez?, incluso mientras la sosten?a, y Caitlin se concentr?, record? lo que hab?a aprendido, lo esquiv? y lo lanz? en el aire, utilizando una de las t?cnicas de lucha que Aiden le hab?a ense?ado en Pollepel. El hombre sali? volando y aterriz? sobre su espalda. Caitlin tuvo un flashback a Roma, al Coliseo, a la lucha en la pista del estadio cuando varios combatientes se lanzaron sobre ella. Era tan v?vido que por un momento se olvid? d?nde estaba. Regres? al tiempo presente justo a tiempo. El hombre borracho se levant?, tropez?, y se lanz? sobre ella de nuevo. Caitlin esper? hasta el ?ltimo segundo, luego lo esquiv?, y ?l sali? volando, cayendo sobre su rostro. Estaba aturdido y, antes de que pudiera levantarse de nuevo, Caitlin se apresur? a alejarse. Se alegr? de que hab?a logrado librarse de ?l pero el incidente la hab?a sacudido. Le preocup? que todav?a tuviera flashbacks de Roma. Tampoco hab?a sentido su fuerza sobrenatural. Todav?a se sent?a tan fr?gil como un ser humano. Esa idea, m?s que cualquier otra cosa, la asustaba. Realmente, ten?a que arregl?rselas por su cuenta. Caitlin mir? a su alrededor y empez? a sentirse desesperada por no saber d?nde ir ni qu? hacer. Sus piernas le quemaban por la caminata, y estaba cansada. Fue entonces cuando la vio. Al levantar la vista, vio ante ella una enorme colina. Adem?s, hab?a una  gran abad?a medieval. Por alguna raz?n que no pod?a explicar, se sinti? atra?da hacia all?. La colina era desalentadora, pero no ten?a otra opci?n. Caitlin subi? hasta la cima de la colina, m?s cansada de lo que nunca hab?a estado en su vida y dese? poder volar. Finalmente, lleg? a las puertas de entrada de la abad?a, y mir? sus enormes puertas de roble. Este lugar ten?a un aspecto antiguo. Se maravill? ante el hecho de que, aunque era 1789, esta iglesia hab?a sido construida miles de a?os antes. No sab?a por qu?, pero ese lugar la atra?a. Al no tener otro lugar a donde ir, se llen? de coraje, y llam? suavemente. No hubo ninguna respuesta. Caitlin prob? el picaporte y se sorprendi? cuando la puerta se abri?. Y entr?. La antigua puerta se abri? lentamente, y los ojos de Caitlin tardaron un momento en acostumbrarse a la iglesia que estaba oscura como una caverna. Mientras la examinaba, le impresion? la magnitud y la solemnidad del lugar. Todav?a era de noche, y esta sencilla y austera iglesia, hecha enteramente de piedra, adornada con vitrales, estaba iluminada por velas grandes con peque?as flamas que estaban en todas partes. En su extremo m?s alejado hab?a un altar sencillo, a su alrededor hab?a decenas de m?s velas. Sin embargo, parec?a no haber nadie. Caitlin se pregunt? qu? estaba haciendo all?. ?Hab?a alguna raz?n especial? ?O su mente solo le estado jugando una mala pasada? De repente, una puerta lateral se abri? y Caitlin es dio vuelta. Caitlin se sorprendi? al ver a una monja -bajita y fr?gil, vestida con t?nicas blancas y una capucha blanca, caminando hacia ella. Se acerc? lentamente hasta Caitlin. La monja se ech? la capucha hacia atr?s, la mir? y sonri?. Ten?a grandes y brillantes ojos azules, se ve?a demasiado joven para ser una monja. Cuando sonri?, Caitlin pudo sentir su calor. Tambi?n not? que era de las suyas: era un vampiro. "Hermana Paine," la monja dijo en voz baja. "Es un honor tenerla aqu?." CAP?TULO DOS Todo se volvi? surrealista para Caitlin mientras la monja la conduc?a por la abad?a, por un largo pasillo. Era un lugar hermoso, y era evidente que all? hab?a gran actividad; las monjas en t?nicas blancas caminaban alrededor, prepar?ndose, al parecer, para los servicios de la ma?ana. Una de ellas balanceaba un decantador que difuminaba un delicado perfume, mientras otras cantaban suavemente oraciones para la ma?ana. Despu?s de varios minutos de caminar en silencio, Caitlin empez? a preguntarse a donde la estaba conduciendo la monja. Finalmente, se detuvieron ante una puerta. La monja la abri?, revelando una peque?a y humilde habitaci?n, con una vista de Par?s. A Caitlin le record? la habitaci?n donde se hab?a quedado en el claustro en Siena. "En la cama, encontrar?s una muda de ropa", le dijo la monja. "En nuestro patio, hay un pozo donde podr?s ba?arte, ", dijo. Y se?al?, "y eso es para ti." Caitlin sigui? su dedo y vio un peque?o pedestal de piedra en la esquina de la habitaci?n, sobre el que hab?a una copa de plata llena de un l?quido blanco. La monja le devolvi? la sonrisa. "Tienes todo lo que necesitas para dormir durante la noche. Despu?s, la decisi?n es tuya." "?La decisi?n?" pregunt? Caitlin. "Me han dicho que ya tienes una llave. Tendr?s que encontrar las otras tres. Sin embargo, la decisi?n para cumplir tu misi?n y continuar tu viaje es siempre tuya." "Esto es para ti." Alarg? la mano y le entreg? un casco cil?ndrico de plata, estaba cubierto de joyas. "Es una carta de tu padre. S?lo para ti. La hemos estado custodiando desde hace siglos. Nunca la hemos abierto." Caitlin la tom? con asombro, sintiendo su peso en la mano. "Espero que contin?es tu misi?n", dijo en voz baja. "Te necesitamos, Caitlin." De repente, la monja se volvi? para irse. "?Espera!" Caitlin grit?. Ella se detuvo. "Estoy en Par?s, ?correcto? ?En 1789?" La mujer le devolvi? la sonrisa. "Eso es correcto." "Pero ?por qu?? ?Por qu? estoy aqu?? ?Por qu? ahora? ?Por qu? en este lugar?" "Me temo que eso es algo que necesitas descubrir por ti misma. Yo no soy m?s que un simple servidor." "Pero ?por qu? me atrajo esta iglesia?" "Est?s en la abad?a de San Pedro. En Montmartre" dijo la mujer. "La abad?a ha estado aqu? desde hace miles de a?os. Es un lugar muy sagrado." "?Por qu??" Caitlin la presion?. "Este fue el lugar donde todo el mundo se reuni? para tomar sus votos y fundar la Compa??a de Jes?s. En este lugar naci? el cristianismo." Sin decir palabras, Caitlin le devolvi? la mirada y la monja finalmente sonri? y dijo: "Bienvenida." Y con eso, se inclin? un poco y se march?, cerrando la puerta suavemente detr?s de ella. Caitlin se volvi? y examin? la habitaci?n. Estaba agradecida por la hospitalidad, el cambio de ropa, la oportunidad de ba?arse, la c?moda cama en una esquina de la habitaci?n. No pod?a dar un paso m?s. De hecho, estaba tan cansada que sent?a que pod?a dormir para siempre. Sosteniendo el casco enjoyado, camin? hasta la esquina de la habitaci?n y lo dej? all?. La carta pod?a esperar. Pero su hambre no. Levant? la copa rebosante y la examin?. Pudo sentir lo que conten?a: gl?bulos blancos. Se la llev? a los labios y bebi?. Era m?s dulce que la sangre roja y bajaba m?s f?cilmente- y corr?a por sus venas m?s r?pidamente. En un momento, se sinti? renacer y con m?s fuerza que nunca. Podr?a haber bebido para siempre. Caitlin finalmente dej? la copa vac?a y llev? la caja de plata a la cama. Se acost? y se dio cuenta cu?nto le dol?an sus piernas. Se sent?a tan bien que simplemente se qued? all?. Se ech? hacia atr?s y apoy? la cabeza contra la simple almohada peque?a y cerr? los ojos, s?lo por un segundo. Estaba decidida a abrirlos en un momento y leer la carta de su padre. Pero no bien cerr? sus ojos, un agotamiento incre?ble se apoder? de ella. No pudo abrirlos de nuevo aunque lo intent? varias veces. En cuesti?n de segundos, estaba profundamente dormida. * Caitlin estaba parada en la pista del Coliseo romano, vestida con equipo de batalla y sosteniendo una espada. Se ve?a dispuesta a desafiar a todo quien la atacara -de hecho, ten?a la necesidad de luchar. Pero cuando se dio la vuelta, vio que el estadio estaba vac?o. Levant? la vista hacia las filas de asientos, todo el lugar estaba vac?o. Caitlin parpade?, y cuando abri? los ojos, ya no estaba en el Coliseo, sino en el Vaticano, en la Capilla Sixtina. A?n sosten?a su espada, pero ahora estaba vestida con una t?nica. Mir? la habitaci?n y vio cientos de vampiros perfectamente alineados, vestidos en blanco   y con ojos azules brillantes. Permanec?an pacientemente junto a la pared, en silencio estaban atentos. Caitlin dej? caer su espada en la sala vac?a, la espada cay? con un tintineo. Camin? lentamente hacia el sacerdote principal, extendi? la mano, y tom? de ?l una enorme copa de plata, llena de sangre blanca. Bebi? y el l?quido se desbord? y se verti? por sus mejillas. De repente, Caitlin estaba sola en el desierto. Caminaba descalza sobre la tierra seca, el sol ca?a a plomo, y sosten?a una llave gigante en la mano. Pero la llave era muy grande -grande-en una forma no natural y el peso de que se retiraba a bajar. Camin? y camin?, sin aire en el calor, hasta que finalmente lleg? a una monta?a enorme. En la cima, vio a un hombre de pie mirando hacia abajo, sonre?a. Supo que era su padre. Caitlin se lanz? en una carrera de velocidad, corri? con todas sus fuerzas hacia la monta?a, acerc?ndose cada vez m?s. Mientras tanto, el sol se elevaba, era un disco caliente en el cielo  que se dirig?a hacia ella, parec?a venir desde detr?s de su padre. Era como si ?l fuera el sol, y ella se dirigiera directamente hacia ?l. Cuanto m?s ascend?a, m?s calor sent?a, y le era dif?cil respirar. ?l se puso de pie con los brazos extendidos, esperando abrazarla. Pero la colina se inclin? m?s y ella estaba demasiado cansada. No pudo seguir m?s. Se dej? caer donde estaba. Caitlin parpade?, y cuando abri? los ojos, vio a su padre, de pie junto a ella, se inclin? con  una sonrisa c?lida en su rostro. "Caitlin", dijo. "Hija m?a. Estoy tan orgullosa de ti." Trat? de estirarse para tocarlo, pero la llave estaba ahora encima de ella, era demasiado pesada y la sujetaba hacia abajo. Ella lo mir? tratando de hablar, pero sus labios estaban ajados y ten?a la garganta demasiado seca. "?Caitlin?" "?Caitlin?" Desorientada, Caitlin abri? los ojos con un sobresalto. Levant? la vista y vio a un hombre sentado sobre su cama, ?l la miraba y sonre?a. ?l alarg? su mano y suavemente sac? el pelo de sus ojos. ?Era todav?a el sue?o? Ella sinti? el sudor fr?o sobre su frente mientras ?l tocaba su mu?eca, ella or? para no fuera un sue?o. Porque frente a ella, sonriendo, estaba el amor de su vida. Caleb. CAP?TULO TERCERO Sam abri? los ojos con un sobresalto. Estaba mirando hacia el cielo, el tronco de un roble enorme. Parpade? varias veces, pregunt?ndose d?nde estaba. Sinti? algo suave en la espalda que se sent?a muy c?modo; cuando mir?, se dio cuenta de que yac?a sobre un mont?n de musgo en el piso de un bosque. Mir? hacia arriba y hacia atr?s y vio a docenas de ?rboles altos balance?ndose en el viento. Oy? un sonido de gorgoteo, y vio un arroyo correr a pocos metros de su cabeza. Sam se sent? y mir? a su alrededor en todas direcciones, asimil?ndolo todo. Estaba en lo profundo del bosque, solo, la luz se filtraba por entre las ramas de los ?rboles. Se examin? y vio que estaba vestido con el mismo equipo de batalla que hab?a usado en el Coliseo. El ruido de la corriente, las aves y algunos animales distantes lo tranquiliz?. Con alivio, Sam se dio cuenta de que el viaje en el tiempo hab?a funcionado. Era evidente que estaba en otro lugar y en otra ?poca -a pesar de que no ten?a ni idea d?nde estaba y qu? ?poca era. Sam examin? lentamente su cuerpo: no hab?a sufrido lesiones importantes y estaba entero. Sinti? un hambre terrible roer su est?mago, pero pod?a soportarlo. En primer lugar, ten?a que averiguar d?nde estaba. Se palp? para saber si cargaba alg?n armamento. Por desgracia, nada de eso hab?a viajado con ?l. Estaba solo de nuevo, librado a lo que sus propias manos podr?an ayudarlo. Se pregunt? si conservaba el poder de un vampiro. Pudo sentir la fuerza sobrenatural correr por sus venas, y sinti? que aun lo ten?a. Pero, no podr?a estar seguro hasta que llegara el momento para probarlo. Y ese momento lleg? antes de lo esperado. Sam oy? el chasquido de una rama y se volvi? para ver a un gran oso descomunal dirigi?ndose lentamente hacia ?l, dispuesto a agredirlo. Se qued? paralizado. El oso lo fulmin? con la mirada, levant? sus colmillos y gru??. Un segundo despu?s, se lanz? velozmente hacia ?l. A Sam no le dio tiempo para correr y no hab?a ning?n lugar donde pudiera ir. No ten?a otra opci?n m?s que enfrentar este animal. Pero por extra?o que pareciera, en lugar de dejarse vencer por el miedo, Sam sinti? la rabia correr a trav?s de ?l. Estaba furioso con el animal. Le molestaba ser atacado, especialmente antes de tener la oportunidad de orientarse. As? que, sin pensarlo, Sam se lanz? tambi?n prepar?ndose para unirse con el oso en la batalla, de la misma manera que lo hubiera hecho con un humano. Sam y el oso se encontraron en el centro. El oso se abalanz? sobre ?l y Sam se lanz? enseguida. Sam sinti? el poder correr por sus venas, haci?ndolo sentir invencible. Cuando se encontr? con el oso en el aire, se dio cuenta de que ten?a raz?n. Atrap? al oso por los hombros, lo agarr?, lo hizo girar y lo lanz? en el aire. El oso sali? volando hacia atr?s por el bosque, a decenas de pies se golpe? con fuerza contra un ?rbol. Sam se qued? all? y rugi? de nuevo al oso, era un rugido feroz, a?n m?s fuerte que el del animal. Sinti? c?mo los m?sculos y venas se le abultaban. Lentamente, el tambaleante oso se puso de pie y mir? a Sam con algo de sorpresa. Ahora cojeaba al caminar y, despu?s de dar unos pasos, baj? la cabeza, dio media vuelta y sali? corriendo. Pero Sam no iba a dejarlo escapar tan f?cilmente. Estaba enfurecido y sent?a como si nada en el mundo podr?a disminuir su ira. Y ten?a hambre. El oso tendr?a que pagar. Sam arranc? a correr y le alegr? ver que era m?s r?pido que ese animal. En unos momentos, lo alcanz? y, de un solo salto, aterriz? sobre su espalda. Se ech? hacia atr?s y hundi? sus colmillos profundamente en el cuello del animal. El oso aull? de agon?a, dando sacudidas salvajemente, pero Sam lo disfrutaba. Hundi? sus colmillos m?s profundamente y, en unos instantes, el oso cay? de rodillas debajo de ?l. Finalmente, el animal dej? de moverse. Sam se pos? encima, bebiendo, sintiendo la fuerza de la vida correr por sus venas. Finalmente, Sam se ech? hacia atr?s y se lami? los labios que chorreaban sangre. Nunca se hab?a sentido tan renovado. Era exactamente la comida que necesitaba. Sam se estaba levantando cuando oy? el chasquido de otra ramita. Mir? y all? de pie, en un claro del bosque, hab?a una chica joven, de tal vez 17 a?os, vestida con una telita delgada, completamente blanca. Estaba all?, sosteniendo una cesta, y le devolvi? la mirada en estado de shock. Su piel era de color blanco transl?cido y su largo cabello casta?o enmarcaba sus grandes ojos azules. Era hermosa. Le devolvi? la mirada a Sam, quien estaba igualmente paralizado. Se dio cuenta de que ella deb?a tenerle miedo al creer que tal vez ?l podr?a atacarla; verlo sobre el oso con sangre en la boca, le debi? parecer un espect?culo horrible. No quer?a asustarla. As? que se baj? de un salto del animal y dio varios pasos hacia ella. Para su sorpresa, ella no se inmut?, ni trat? de alejarse. M?s bien, s?lo lo sigui? mirando fijamente, sin miedo. "No te preocupes", dijo. "No voy a hacerte da?o." Ella sonri?. Eso lo sorprendi?. No s?lo era hermosa, pero no ten?a miedo. ?C?mo pod?a ser posible? "Por supuesto que no," dijo ella. "Eres uno de los m?os." Le toc? a Sam sorprenderse. Al segundo que lo dijo, ?l supo que era verdad. Hab?a sentido algo cuando la vio por primera vez, y ahora se daba cuenta por qu?. Ella era uno de los suyos. Un vampiro. Por eso no ten?a miedo. "Linda abatida", dijo, haciendo un gesto hacia el oso. "Un poco ca?tica, ?no te parece? ?Por qu? no atrapaste un ciervo?" Sam sonri?. No s?lo era bonita – tambi?n era divertida. "Quiz?s la pr?xima vez lo har?", respondi?. Ella sonri?. "?Te importar?a decirme qu? a?o es?", pregunt?. "O siglo, por lo menos?" Ella s?lo sonri? y neg? con la cabeza. "Voy a dejar que lo descubras por ti mismo. Si te lo dijera, arruinar?a toda la diversi?n, ?no?" A Sam le gust? la chica. Era valiente. Y se sent?a a gusto con ella como si la conociera de toda la vida. Ella dio un paso hacia adelante y extendi? su mano. Sam la tom? y le encant? la sensaci?n de su piel suave y transl?cida. "Yo soy Sam", dijo, sacudiendo la mano, sosteni?ndola durante demasiado tiempo. Ella sonri? alegremente. "Lo s?", dijo. Sam estaba desconcertado. ?C?mo pod?a saberlo? ?La hab?a visto antes? No lograba recordarla. "Me enviaron por ti", a?adi?. De repente, ella se dio vuelta y se dirigi? a un camino del bosque. Sam se apresur? para alcanzarla, suponiendo que ella quer?a que la siguiera. Sin ver cuidadosamente por donde iba, se sinti? avergonzado al verse atrapado en una rama; escuch? su risa. "?Y?" le pregunt?. "?No vas a decirme tu nombre?" Ella se ri? de nuevo. "Bueno, tengo un nombre formal, pero rara vez lo uso", dijo. Luego se volvi? y lo miro mientras esperaba que ?l la alcanzara. "Si quieres saberlo, todo el mundo me llama Polly." CAP?TULO CUATRO Caleb abri? la enorme puerta medieval y Caitlin sali? de la abad?a y dio sus primeros pasos hacia la luz de la ma?ana. Con Caleb a su lado, contempl? el amanecer. All?, en lo alto de la colina de Montmartre, vio a todo Par?s extenderse ante ella. Era una ciudad hermosa y grande, una mezcla de arquitectura cl?sica y casas simples, de calles empedradas y caminos de tierra, de ?rboles y la urbanidad. El cielo, con un mill?n de colores suaves mezclados, hac?a que la ciudad se viera viva. Era m?gico. Incluso m?s m?gico era sentir la mano que se deslizaba en la suya. Caleb estaba de pie a su lado, disfrutando de la vista con ella, y casi no pod?a creer que fuera real. Casi no pod?a creer que era realmente ?l, que estaban realmente all?. Juntos. Que ?l sab?a qui?n era ella. Que ?l se acordaba de ella. Que la hab?a encontrado. Se pregunt? de nuevo si realmente hab?a despertado de un sue?o, si todav?a estaba  durmiendo. Pero ella le apret? la mano con m?s fuerza y supo que estaba verdaderamente despierta. Nunca se hab?a sentido tan feliz. Hab?a estado corriendo durante tanto tiempo, hab?a regresado en el tiempo, todos estos siglos para estar all?, s?lo para estar con ?l. Para asegurarse de que estaba vivo. Cuando ?l no la hab?a recordado en Italia, eso la hab?a devastado profundamente. Pero ahora que estaba all?, y vivo, y se acordaba de ella, y que era todo suyo, para ella sola, sin Sera, su coraz?n se llen? de emoci?n con una nueva esperanza. Nunca hubiera imaginado que todo podr?a haber funcionado tan perfectamente, que todo podr?a estar  realmente bien. Estaba tan abrumada que ni siquiera sab?a por d?nde empezar o qu? decir. Antes de que pudiera hablar, ?l comenz?. "Par?s", dijo, volvi?ndose hacia ella con una sonrisa. "Sin duda, hay peores lugares donde podr?amos estar juntos." Ella le devolvi? la sonrisa. "Toda mi vida, hab?a querido ver esta ciudad", respondi? ella. Con alguien a quien amo, quiso a?adir, pero se detuvo. Sent?a como si hubiera pasado mucho tiempo desde que la ?ltima vez que hab?a estado junto a Caleb, se sent?a nerviosa de nuevo. De cierta manera, sent?a como si hubiera estado con ?l desde siempre -m?s que desde siempre- pero en otros aspectos sent?a como si lo estuviera viendo por primera vez. ?l extendi? la mano con la palma hacia arriba. "?La recorrer?as conmigo?", ?l le pregunt?. Ella se acerc? y puso su mano en la suya. "Es un largo camino hacia abajo," dijo ella, mirando hacia la colina empinada que despu?s de kil?metros y en declive conduc?a a Par?s. "Yo estaba pensando en algo un poco m?s pintoresco", respondi?. "Volar". Ella junt? sus hombros, tratando de sentir si sus alas estaban funcionando. Se sent?a rejuvenecida, recobrada gracias a la bebida, a la sangre blanca -pero no estaba segura de que fuera capaz de volar. Y no se sent?a lista para saltar de una monta?a con la esperanza de que sus alas brotaran. "No creo estar lista todav?a", dijo. ?l la mir? y comprendi?. "Vuela conmigo", dijo, y luego a?adi?, con una sonrisa, "como en los viejos tiempos." Ella sonri?, se le acerc? por detr?s y se aferr? a su espalda y los hombros. Su musculoso cuerpo se sent?a muy bien en sus brazos. De repente, ?l salt? en el aire, tan r?pidamente, que apenas tuvo tiempo para agarrarse bien. En unos segundos, estaban volando, ella sostenida sobre su espalda, mirando hacia abajo  con la cabeza apoyada sobre su hombro. Sinti? esa emoci?n familiar en su est?mago mientras se desplomaban bajando cerca de la ciudad, hacia la salida del sol. Era impresionante. Pero nada de eso era tan impresionante como estar en sus brazos, abraz?ndolo, simplemente estando juntos. Apenas hab?a estado con ?l una hora, y ya estaba rezando para que nunca estuvieran separados de nuevo. * El Par?s que sobrevolaban, el Par?s de 1789, era de muchas maneras similar a las fotos de Par?s que Caitlin hab?a visto en el siglo 21. Reconoci? muchos de los edificios, las iglesias, las torres, los monumentos. A pesar de tener cientos de a?os, se ve?an casi exactamente como la ciudad del siglo 21. Al igual que Venecia y Florencia, muy poco hab?a cambiado en tan s?lo unos pocos cientos de a?os. Pero en otros aspectos, era muy diferente. No estaba totalmente edificado. Aunque algunas carreteras estaban pavimentadas con adoquines, otros eran de tierra. No estaba tan condensado, y en medio de los edificios todav?a hab?a ?rboles, casi como si fuera una ciudad construida en un bosque. En lugar de coches, hab?a caballos, carruajes, gente caminando sobre la tierra, o empujando carritos. Todo era m?s lento, m?s relajado. Caleb se zambull? hasta volar a unos pocos pies por encima de los edificios. Cuando pasaron sobre el ?ltimo, de repente el cielo se abri? y ante ellos se extendi? el r?o Sena que corr?a  por el medio de la ciudad. Brillaba con la luz de la ma?ana, y Caitlin se qued? sin aliento. Caleb se zambull? volando por encima de r?o, y ella se maravill? ante la belleza de la ciudad, lo rom?ntica que se ve?a. Volaron sobre la peque?a isla, la Ile de la Cit?, y ella reconoci? la iglesia de Notre Dame, su enorme campanario que se elevaba sobre todo lo dem?s. Caleb se sumergi? a?n m?s abajo, justo por encima del agua, el aire h?medo del r?o los enfri? en esa calurosa ma?ana de julio. Par?s se extend?a a ambos lados del r?o, mientras volaban por encima y por debajo de los numerosos peque?os puentes peatonales en forma de arco que conectaban un lado del r?o con el otro. Entonces, Caleb se elev? en una de las orilla y baj? suavemente detr?s de un ?rbol grande, fuera de la vista de los transe?ntes. Ella mir? a su alrededor y vio que Caleb los hab?a llevado a un enorme parque y jard?n muy formal, que parec?a extenderse por millas justo al lado del r?o. "Las Tuller?as," dijo Caleb. "El mismo jard?n del siglo 21. Nada ha cambiado. Sigue siendo el lugar m?s rom?ntico de Par?s." Con una sonrisa, ?l se acerc? y le tom? la mano. Pasearon por un sendero que se abr?a paso a trav?s del jard?n. Ella nunca se hab?a sentido tan feliz. Hab?a tantas preguntas que ard?a en deseos de preguntarle, tantas cosas que se mor?a por decirle, que no sab?a por d?nde empezar. Pero ten?a que empezar en alguna parte, as? que empezar?a con lo que era m?s reciente. "Gracias," dijo ella, "por Roma. Por el Coliseo. Por salvarme ", dijo. "Si no hubieras llegado, no s? qu? habr?a pasado." Ella se volvi? y lo mir?, repentinamente insegura. "?Te acuerdas?", pregunt? con preocupaci?n. ?l se dio la vuelta y la mir? y asinti?. Ella se sinti? aliviada. Al menos, por fin, estaban hablando de lo mismo. Recordaba nuevamente. Eso por s? solo le significaba much?simo. "Pero yo no te salv?", dijo. "T? te las arreglaste muy bien sin m?. Por el contrario, t? me salvaste. S?lo estando contigo -No s? qu? har?a sin ti", ?l dijo. Cuando ?l le apret? la mano, ella sinti? c?mo todo su mundo rehac?a en su interior. Mientras deambulaban por los jardines, mir? con asombro todas las variedades de flores, las fuentes, las estatuas … Era uno de los lugares m?s rom?nticos que jam?s hab?a visto. "Y lo siento", a?adi?. ?l la mir?, y a ella le dio miedo decirlo. "Por tu hijo." Su rostro se ensombreci? y cuando ?l apart? la mirada, ella pudo ver su dolor. Qu? est?pida, pens?. ?Por qu? siempre tienes que arruinarlo todo? ?Por qu? no esperaste otro momento? Caleb trag? saliva y asinti? con la cabeza, estaba demasiado abrumado por la pena que ni siquiera pod?a hablar. "Y siento lo de Sera," a?adi? Caitlin. "Nunca tuve la intenci?n de meterme entre los dos." "No te disculpes", dijo. "No tiene nada que ver contigo. Era algo entre ella y yo. No est?bamos destinados a estar juntos. Fue un error desde el principio." "Bueno, y siento por lo que pas? en Nueva York", agreg?, sinti?ndose aliviada al sacarlo de su pecho. "Nunca te habr?a apu?alado si hubiera sabido que eras t?. Te lo juro, pens? que eras otra persona, fue un cambio de forma. Nunca en un mill?n de a?os pens? que eras t?." Sinti? que se resquebrajaba al pensarlo. ?l se detuvo, la mir? y la tom? de los hombros. "Nada de eso importa ahora", dijo con seriedad. "Has regresado para salvarme. Y s? que lo hiciste a un gran costo. Podr?a no haber funcionado. Y arriesgaste tu vida por m?. Y renunciaste a nuestro hijo por m? ", dijo, mirando hacia abajo de nuevo con un dolor moment?neo. "Te quiero m?s de lo que podr?a decirte", dijo, sin dejar de mirar el suelo. ?l la mir? con los ojos h?medos. En ese momento, se besaron. Ella sinti? que se derret?a en sus brazos, sinti? que todo su mundo se relajaba, mientras se besaban por lo que parec?a una eternidad. Era algo extraordinario que le ocurr?a junto a ?l, y en cierto modo, sent?a que lo estaba conociendo por primera vez. Finalmente, poco a poco se apartaron, mir?ndose profundamente en los ojos. Luego ambos desviaron la mirada con recato, se tomaron de las manos y continuaron su paseo por los jardines, junto al r?o. Ella ve?a lo hermoso y rom?ntico que era Par?s y que en ese momento todos sus sue?os se estaban haciendo realidad. Eso era todo lo que hab?a querido en la vida. Estar con alguien que – realmente la amara, la amara. Estar en una ciudad tan bonita, en un lugar tan rom?ntico. Sentir que podr?a tener una vida por delante. Caitlin sinti? el casco enjoyada en su bolsillo y le molest?. No quer?a abrirlo. Quer?a mucho a su padre, pero no quer?a leer una carta de ?l. Supo en ese momento que no quer?a continuar con esa misi?n por m?s tiempo. No quer?a correr el riesgo de tener que retroceder en el tiempo otra vez, o tener que encontrar las otras llaves. S?lo quer?a estar all?, en ese momento, en ese lugar, con Caleb. En paz. No quer?a que nada cambiase. Estaba decidida a hacer lo que necesitara para  proteger su vida juntos, para permanecer juntos. Y una parte de ella sent?a que eso significaba renunciar a la misi?n. Ella se volvi? y lo mir?. Estaba nerviosa de dec?rselo pero sinti? que ten?a que hacerlo. "Caleb", dijo, "no quiero buscar m?s. Me doy cuenta de que tengo una misi?n especial, que tengo que ayudar a los dem?s y encontrar el Escudo. Y puede sonar ego?sta, y lo siento si lo es. Pero yo s?lo quiero estar contigo. Eso es lo m?s importante para m? ahora. Permanecer en esta ?poca y en este lugar. Tengo la sensaci?n de que si continuamos la b?squeda, vamos a terminar en otro tiempo, en otro lugar. Y podr?amos no estar juntos la pr?xima vez … " Caitlin se detuvo y se dio cuenta de que estaba llorando. Ella respir? hondo en silencio. Se pregunt? lo que pensaba ?l de ella y esperaba que no la desaprobara. "?Me entiendes?", pregunt?, tentativamente. ?l se qued? mirando hacia el horizonte, se ve?a preocupado y, finalmente, se volvi? y la mir?. Cailtlin se preocup? aun m?s. "No quiero leer la carta de mi padre o encontrar m?s pistas. S?lo quiero que estemos juntos. Quiero que las cosas se queden tal y como est?n ahora. No quiero que cambien. Espero que no me odies por eso." "Yo nunca voy a odiarte", ?l dijo en voz baja. "Pero no te parece bien", ella pregunt?. "?Crees que deber?a continuar con la misi?n?" ?l apart? la mirada, pero no dijo nada. "?Qu? pasa?", pregunt?. "?Est?s preocupado por los dem?s?" "Supongo que deber?a estarlo", dijo. "Y lo estoy. Pero tambi?n tengo razones ego?stas. Supongo que … en el fondo, esperaba que si encontramos el escudo, de alguna manera podr?a traer de regreso a mi hijo. Jade." Caitlin sinti? un terrible sentimiento de culpa, al darse cuenta de que ?l equipataba su abandono de la misi?n con dejar ir a su hijo para siempre. "Pero no es as?", ella dijo. "No sabemos que el Escudo, si es que existe, vaya a traerlo de vuelta. Pero s? sabemos que si no buscamos, podremos estar juntos. Estoy hablando de nosotros. Eso es lo que m?s me importa." Hizo una pausa."?Es eso lo m?s importante?" ?l mir? hacia el horizonte y asinti? con la cabeza. Pero no la mir?. "?O es que s?lo me quieres porque puedo ayudarte a encontrar el escudo?", ella le pregunt?. Ella se sorprendi? a s? misma por tener el coraje de expresar la pregunta. Era una pregunta que hab?a estado ardiendo en su mente desde que lo hab?a conocido. ??l s?lo la quer?a por lo que ella le pod?a brindar? ?O la amaba por ella? Ahora, finalmente, hab?a formulado la pregunta. El coraz?n le lat?a con fuerza mientras esperaba la respuesta. Finalmente, ?l se volvi? y la mir? profundamente a los ojos. Extendi? su mano y le acarici? suavemente la mejilla con el dorso de su mano. "Te quiero por ti," dijo. "Y siempre lo he hecho. Y si estar contigo significa renunciar a la b?squeda del Escudo, entonces eso es lo que har?. Yo tambi?n quiero estar contigo. Quiero buscar la espada, s?. Pero, t? eres mucho m?s importante para m? ahora." Caitlin sonri?, sintiendo en su coraz?n algo que no hab?a sentido en mucho tiempo. Una sensaci?n de paz, de estabilidad. Nada podr?a interponerse en su camino. ?l apart? el pelo de la cara de Caitlin y rompi? en una sonrisa. "Es gracioso", dijo, "he vivido aqu? una vez. Hace siglos. No en Par?s, pero en el interior. En un peque?o castillo. No s? si todav?a existe. Pero podemos buscarlo." Ella sonri? y de repente ?l la carg? sobre su espalda y salt? en el aire. En unos momentos, estaban volando en lo alto, por encima de Par?s, hacia el interior, en busca de su casa. Su casa. Caitlin nunca hab?a sido tan feliz. CAP?TULO CINCO Sam estaba teniendo dificultades para seguirle el paso a Polly. Ella hablaba tan r?pido y nunca parec?a parar, y saltaba de una idea a la otra. Todav?a estaba trastornado del viaje en el tiempo, de estar en un lugar nuevo -necesitaba tiempo para procesar todo. Pero hab?an estado caminando desde hac?a casi media hora, mientras ?l tropezaba con ramas mientras la segu?a a trav?s del bosque a paso ligero, y ella no hab?a dejado de hablar. Apenas hab?a sido capaz de decir una palabra. Ella hablaba y hablaba sobre "el palacio" y "la corte" y sobre los miembros de su cofrad?a y de un pr?ximo concierto, y un hombre llamado Aiden. No ten?a ni idea de lo que estaba hablando, o por qu? lo hab?a estado buscando, o incluso a donde lo llevaba. Estaba decidido a obtener algunas respuestas. "… Por supuesto, no es exactamente un baile," Polly estaba diciendo, "pero a?n as?, va a ser un evento incre?ble, pero no estoy muy segura de lo que me voy a poner. Hay muchas opciones, pero no son suficientes para un evento formal como este- " "?Por favor!", dijo Sam, finalmente, mientras ella iba alegremente de un lado a otro del bosque, "Siento interrumpirte, pero quiero hacerte unas preguntas. Por favor. Necesito que me respondas." Por fin, ella dej? de hablar, y ?l dio un suspiro de alivio. Ella lo mir? algo maravillada, como si no se hubiera dado cuenta de que hab?a estado hablando todo el tiempo. "?Todo lo que necesitas hacer es preguntar!" dijo ella alegremente. Y entonces, antes de que pudiera responder, a?adi?, impaciente, "?Y bien? ?Qu? quieres saber?" "Dijiste que te enviaron a buscarme", dijo Sam. "?Qui?n?" "Eso es f?cil," ella dijo, "Aiden". "?Qui?n es?", pregunt? Sam. Ella ri? disimuladamente, "Caramba, tienes mucho por aprender, ?no? ?l ha sido el mentor de nuestra cofrad?a desde hace miles de a?os. No s? por qu? ?l se ha interesado en ti, o por qu? ?l me envi? en un d?a tan hermoso a caminar a trav?s del bosque a buscarte. Como yo lo veo, podr?as haber encontrado tu propio camino aunque te tardaras. Sin mencionar, que ten?a mil cosas que hacer hoy, incluyendo ver este nuevo vestido… " "Por favor," dijo Sam, tratando de aferrarse a su pensamiento antes de perder su chance para  hablar. "Realmente te agradezco que hayas venido a buscarme y no quiero ser irrespetuoso," dijo, "pero donde sea que vamos, realmente no tengo tiempo. Sabes, yo regres? aqu?, a este lugar y a esta ?poca por una raz?n. Tengo que ayudar a mi hermana. Tengo que encontrarla -y no tengo tiempo para estar haciendo excursiones." "Bueno, no llamar?a esto una excursi?n", dijo Polly. "Aiden es el hombre m?s solicitado en toda la corte. Si ?l es ha interesado en ti, no es nada para menospreciar", dijo. "Y quien quiera que sea que est?s buscando, si hay alguien que puede ayudarte, es ?l." "Entonces, ?d?nde es que vamos, exactamente? ?Y cu?nto m?s lejos est??" Ella dio varios pasos m?s por el bosque y ?l se apresur? a alcanzarla, pregunt?ndose si ella iba a responder o nunca le dar?a una respuesta directa – hasta que en ese momento el bosque  se abri? de repente. Ella se detuvo y ?l tambi?n junto a ella, estaba asombrado. Ante ellos se extend?a un campo abierto inmenso que conduc?a a jardines inmaculados, el c?sped estaba cortado en formas elaboradas de todos los tama?os. Era hermoso, como si fuera una obra de arte viviente. A?n m?s impresionante era lo que hab?a m?s all? de los jardines. Era un palacio, m?s grande que cualquier estructura Sam hab?a visto nunca ante en su vida. Todo el edificio era de m?rmol y se extend?a en todas direcciones hasta donde pod?a alcanzar la vista. Era un dise?o cl?sico, formal, con docenas de ventanas de gran tama?o y una escalera amplia de m?rmol que conduc?a a la entrada. Sab?a que hab?a visto fotos de esa estructura en alg?n lugar, pero no pod?a recordar cu?l era. "Versalles", dijo Polly, proporcionando la respuesta, como si estuviera leyendo su mente. ?l la mir? y ella le devolvi? una sonrisa. "Es donde vivimos. Est?s en Francia. En 1789. Y estoy segura de que Aiden te permitir? unirte a nosotros, si Mar?a se lo permite." Sam la mir?, desconcertado. "?Mar?a?", Pregunt?. Ella sonri? aun m?s mientras negaba con la cabeza. Se volvi? y salt? a trav?s del campo hacia el palacio mientras gritaba por encima del hombro. "Pues, Mar?a Antonieta, ?por supuesto!" * Sam camin? junto a Polly por la escalera de m?rmol sin fin, en direcci?n a la puerta principal del palacio. A su paso, examinaba todo a su alrededor. La magnitud y las proporciones de este lugar eran asombrosos. A su alrededor, paseando por los jardines, hab?a gente que parec?a  ser de la realeza, vestida con algunas de las mejores prendas que jam?s hab?a visto. No pod?a creer que existiera ese lugar. Si alguien le hubiera dicho que estaba so?ando, ?l le habr?a cre?do. Nunca antes hab?a estado con la realeza. Polly no hab?a dejado de hablar y ?l se oblig? a concentrarse en sus palabras. Le gustaba estar cerca de ella y disfrutaba de su compa??a, aunque prestarle atenci?n era muy dif?cil. Pens? tambi?n que ella era bonita. Pero hab?a algo en ella que le hac?a dudar si realmente le atra?a, o si s?lo le gustaba como amiga. Con sus ?ltimas novias, hab?a sido deseo a primera vista. Con Polly, era m?s como una camarader?a. "Mira, la familia real vive aqu?", dijo Polly, "pero nosotros vivimos aqu?, tambi?n. Ellos quieren que estemos aqu?. Despu?s de todo, somos quienes mejor los protegemos. Vivimos en lo que podr?amos llamarse una armon?a agradable. Nos viene muy bien. Con este gran bosque, tenemos acceso a caza ilimitada, es un gran lugar para vivir, y hay buena compa??a. Y a su vez, ayudamos a proteger a la familia real. Por no decir de que algunos de ellos son de nuestra clase." Sam la mir?, sorprendido. "?Mar?a Antonieta?", pregunt?. Polly asinti? levemente, como si tratara de mantenerlo en secreto, pero sin ?xito. "Pero no se lo digas a nadie", dijo. "Hay otros tambi?n. Pero la mayor?a de los miembros de la Realeza son humanos. Quieren ser uno de nosotros. Pero hay reglas estrictas aqu? y no est? permitido. Estamos nosotros y ellos, y no se nos permite cruzar esa l?nea. Hay ciertos miembros de la familia real que no queremos que tengan demasiado poder. Y Mar?a tambi?n lo cree. "De todos modos, ?ste es un lugar fabuloso. No me puedo imaginar que alguna vez pudiera  llegar a su fin. Hay fiesta tras la fiesta, bailes interminables, bailes, conciertos … Esta semana tendremos un evento fabuloso. Una ?pera, en realidad. Ya eleg? mi traje." Cuando se acercaron a las puertas, varios sirvientes se apresuraron a abrirlas. Las puertas de oro eran enormes y Sam las mir? con asombro, mientras caminaba a trav?s de ellas. Polly camin? hacia un enorme corredor de m?rmol, como si fuera la due?a del lugar, y Sam se apresur? a seguirle el ritmo. Mientras caminaban, Sam mir? a su alrededor, estaba sorprendido por la opulencia. Caminaron por los  interminables pasillos de m?rmol, con enormes candelabros de cristal colgando bajo y reflejando la luz en decenas de espejos dorados. El sol entraba y la luz se reflejaba en todas direcciones. Pasaron por una puerta tras otra y finalmente entraron a una gran sala de m?rmol, con columnas a su alrededor. Varios guardias se pusieron firmes cuando Polly entr?. Polly simplemente se ri?, aparentemente sin darles mucha importancia. "Tambi?n recibimos entrenamiento aqu?", dijo. "Sus instalaciones son de lo mejor. Aiden lleva un horario muy r?gido. Me sorprende que me haya dejado ir a buscarte. T? debes ser muy importante." "Entonces, ?d?nde est??", pregunt? Sam. "?Cu?ndo voy a poder conocerlo?" "Vaya, eres impaciente, ?no es as?? ?l es un hombre muy ocupado. Puede que decida no conocerte por alg?n tiempo. O podr?a convocarte de inmediato. No te preocupes, sabr?s cuando ?l quiera verte. Dale tiempo. Mientras tanto, me ha pedido que te muestre tu habitaci?n." "?Mi habitaci?n?" Sam pregunt?, sorprendido. "Espera un segundo. Yo no he dicho que pod?a quedarme aqu?. Como te dije, realmente necesito encontrar a mi hermana", Sam comenz? a protestar, pero en ese momento, un conjunto enorme de puertas dobles se abri? ante ellos. Un s?quito de miembros de la realeza entr? de repente rodeando a una mujer, a quien llevaban en un trono real. Cuando la posaron sobre el piso, Polly se inclin?, haciendo un gesto para que Sam hiciera lo mismo. ?l lo hizo. Una mujer, quien s?lo podr?a ser Mar?a Antonieta, lentamente se baj?, dio varios pasos hacia ellos, y se detuvo justo frente a Sam y le hizo un gesto para que se levantase. ?l lo hizo. Mir? a Sam de arriba hacia abajo, como si fuera su objeto de inter?s. "As? que t? eres el chico nuevo", dijo ella, inexpresiva. Sus ojos verdes ard?an con una intensidad que Sam nunca hab?a visto antes y , de hecho, pudo sentir de que ella era uno de los suyos. Finalmente, despu?s de lo que pareci? una eternidad, ella asinti? con la cabeza. "Interesante". Entonces, pas? por delante de ellos y su comitiva la sigui? r?pidamente. Pero una persona se qued? atr?s, claramente uno de los miembros de la realeza. Ella parec?a tener unos 17 a?os y estaba vestida de pies a cabeza en un azul real, con un vestido de terciopelo. Ten?a la piel m?s bella que Sam hab?a visto jam?s, cabello largo, rubio y rizado, y penetrantes ojos color aguamarina. Ella fij? sus ojos directamente en Sam. ?l se sent?a impotente ante su mirada, incapaz de mirar hacia otro lugar. Era la chica m?s hermosa que nunca hab?a visto. Despu?s de varios segundos, ella dio un paso adelante y qued? a?n m?s cerca de los ojos de Sam. Extendi? la mano con la palma hacia abajo, esperando que ?l la besara. Se mov?a lentamente, con orgullo. Sam le tom? la mano y qued? electrificado al tocar su piel. Tom? sus dedos y los bes?. "?Polly?", dijo la ni?a. "?No vas a presentarnos?" No era una pregunta. Era una orden. De mala gana, Polly se aclar? la garganta. "Kendra, Sam," dijo ella. "Sam, Kendra." Kendra, pens? Sam, mir?ndola fijamente a los ojos, sorprendido por la agresividad con la que ella le devolvi? la mirada, como si ?l ya fuera de su propiedad. "Sam", repiti? ella, sonriendo. "Un poco simple. Pero me gusta." CAP?TULO SEIS Kyle rompi? el sarc?fago de piedra con un solo golpe. El sarc?fago se estrell? en un mill?n de bits y ?l sali? de pie, listo para la acci?n. Gir? y mir? a su alrededor, listo para pelear contra cualquiera que se le acercara. De hecho, ten?a la esperanza de que alguien se le acercara para poder pelear. Este viaje en el tiempo hab?a sido particularmente molesto, y estaba m?s que dispuesto a volcar su ira sobre alguien. Pero, para su decepci?n, la c?mara estaba vac?a. Estaba s?lo ?l. Poco a poco, su rabia comenz? a enfriarse. Al menos hab?a aterrizado en el lugar correcto, ya lo  pod?a sentir, y en el momento adecuado. Sab?a que era un veterano de los viajes en el tiempo m?s que Caitlin, y podr?a decidir su ubicaci?n m?s f?cilmente. Mir? a su alrededor y, para su satisfacci?n, vio que hab?a aterrizado exactamente donde hab?a querido: Les Invalides. Les Invalides era un lugar que siempre hab?a amado, que hab?a sido muy importante para los m?s malvados de su especie. Un mausoleo, bajo tierra, que estaba hecho de m?rmol, bellamente adornado, con sarc?fagos adosados a sus paredes. El edificio ten?a una forma cil?ndrica, con un alt?simo techo de cien pies que culminaba en una c?pula. Era un lugar sombr?o, el lugar de descanso ideal para todos los soldados de ?lite de Francia. Tambi?n era el lugar, Kyle lo sab?a, donde Napole?n, ser?a enterrado un d?a. Pero todav?a no. S?lo era 1789 y Napole?n, ese peque?o bastardo, todav?a estaba vivo. Era uno de los favoritos de Kyle de su misma especie. Kyle se dio cuenta que en ese momento ?l ten?a unos 20 a?os y estaba comenzando su carrera. Faltaba algo de tiempo para que fuera enterrado all?. Por supuesto, siendo de su raza, el entierro de Napole?n era s?lo un truco, era s?lo una manera de dejar que las masas humanas pensaran que ?l era uno de los suyos. Kyle sonri? al pensar en ello. All? estaba ?l, en el lugar de descanso final de Napole?n, antes de que Napole?n hubiera "muerto." Esperaba volver a verlo para rememorar los viejos tiempos. ?l era, despu?s de todo, una de las pocas personas de su especie que Kyle respetaba un poco. Pero tambi?n era un peque?o bastardo arrogante. Kyle necesitaba darle una bofetada para ponerlo en su lugar. Kyle camin? lentamente sobre el suelo de m?rmol, sus pisadas hac?an eco, mientras se examinaba. Se hab?a visto mejor. Hab?a perdido un ojo gracias a ese peque?o ni?o horrible, el hijo de Caleb, y su rostro a?n estaba desfigurado por lo que Rexius le hab?a hecho cuando regres? a Nueva York. Si eso no fuera suficiente, ahora ten?a una gran herida en la mejilla por  la lanza que Sam le hab?a lanzado en el Coliseo. Era una ruina, lo sab?a. Pero tambi?n le gustaba un poco. ?l era un superviviente. Estaba vivo y nadie hab?a sido capaz de detenerlo. Y estaba m?s loco que nunca. No s?lo estaba decidido a evitar que Caitlin y Caleb  encontraran el Escudo, sino ahora estaba decidido a hacerlos pagar. Hacerlos sufrir, tal como ?l hab?a sufrido. Sam estaba en su lista ahora, tambi?n. Los tres -no se detendr?a ante nada hasta que los torturara lentamente. Con unos pocos pasos, Kyle subi? por la escalera de m?rmol hacia el nivel superior de la tumba. Dio una vuelta alrededor y camin? al final de la capilla bajo la enorme c?pula hasta llegar detr?s del altar. Sinti? su pared de piedra caliza, estaba buscando algo. Finalmente, encontr? lo que estaba buscando. Empuj? un pestillo oculto, y se abri? un compartimiento secreto. Meti? la mano y sac? una espada larga de plata, su empu?adura ten?a incrustaciones de joyas. La sostuvo contra la luz y la examin? con satisfacci?n. Era tal como la  recordaba. Se la atraves? detr?s de su la espalda, se volvi? y se dirigi? por el pasillo hacia la puerta principal. Se ech? hacia atr?s, y con una patada enorme, la gran puerta de roble sali? volando de sus bisagras, desplom?ndose y haciendo un eco en todo el edificio vac?o. Kyle se sinti? satisfecho de que le hubiera regresado toda su fuerza. Kyle vio que a?n era de noche, y se relaj?. Si quer?a, pod?a volar a trav?s de la noche directamente a su objetivo -pero quer?a saborear su estancia all?. Par?s en 1789 era un lugar especial. Todav?a estaba, record?, lleno de prostitutas, alcoh?licos, jugadores, criminales. A pesar de su buena apariencia y de su arquitectura, ten?a un bajo vientre que era largo y ancho. A ?l le encantaba. La ciudad era toda suya. Con los ojos cerrados, Kyle alz? la barbilla, escuchaba, sent?a. Pod?a percibir con fuerza la presencia de Caitlin en esta ciudad. Y la de Caleb. Sam, de ?l no estaba tan seguro, pero sab?a que al menos dos de ellos estaban all?. Eso era algo bueno. Ahora todo lo que ten?a que hacer era encontrarlos. Llegar?a sobre ellos por sorpresa y, imagin?, lo matar?a con bastante facilidad. Par?s era un lugar mucho m?s simple. No hab?a gran Consejo de vampiros como en Roma, al que ten?a que obedecer. Mejor a?n, hab?a una fuerte cofrad?a malvada all?, dirigida por Napole?n. Y Napole?n le deb?a favores. Kyle decidi? que su primera tarea ser?a localizar al enano para que le devolviera el favor. Enlistar?a a todos los hombres de Napole?n para localizar a Caitlin y Caleb. Sab?a que los hombres de Napole?n podr?an ser ?tiles si encontraba resistencia. En esta ocasi?n, no dejar?a nada librado al azar. Pero a?n ten?a tiempo. Podr?a alimentarse en primer lugar, y asentar sus dos pies en el suelo. Adem?s, su plan ya estaba en marcha. Antes de dejar Roma, hab?a rastreado a su viejo compa?ero, Sergei, y lo hab?a enviado a Par?s. Si todo hab?a salido seg?n lo planeado, Sergei ya estaba all? trabajando duro para ejecutar su misi?n, infiltr?ndose en la cofrad?a de Aiden. Kyle sonri? con satisfacci?n. No hab?a nada que le gustara m?s que un traidor, una peque?a comadreja como Sergei. Se hab?a convertido en un juguete muy  ?til. Kyle baj? por las escaleras como un colegial, lleno de alegr?a, dispuesto a hundirse directamente en la ciudad y tomar lo que quisiera. Cuando Kyle se dirigi? hacia la calle, un artista callejero se acerc? a ?l, sosteniendo un lienzo y un  pincel, y le hizo un gesto para que Kyle le permitiera pintar su retrato. Si hab?a algo que Kyle odiaba, era que alguien lo dibujara. Sin embargo, estaba en buen humor y decidi? dejar vivir al hombre. Pero cuando el hombre lo presion?, caminando detr?s de Kyle y metiendo el lienzo frente a ?l, eso ya fue demasiado. Kyle se acerc?, cogi? su pincel, y se lo clav? justo entre los ojos. Un segundo despu?s, el hombre ca?a muerto. Kyle tom? el lienzo y lo rompi? encima de su cad?ver. Kyle continu? caminando, bastante contento consigo mismo. Ya estaba resultando ser una gran noche. Cuando dobl? en un callej?n de adoquines, en direcci?n al distrito que recordaba, comenz? a sentirse como en casa. Varias prostitutas estaban en las calles y lo llamaban. En ese mismo momento, dos hombres grandes se tambalearon hacia fuera de un bar, estaban claramente borrachos, y chocaron con fuerza contra Kyle. "?Ey, idiota!" Uno de ellos le grit?. El otro se volvi? hacia Kyle. "?Ey, el un ojo!", le grit?. "?Mira por donde vas!" El gran hombre se acerc? para darle un fuerte empuj?n a Kyle en el pecho. Pero sus ojos se abrieron por la sorpresa cuando su empuj?n no hab?a funcionado. Kyle no se hab?a movido en absoluto; hab?a sido como si hubiera empujado una pared de piedra. Lentamente, Kyle neg? con la cabeza, asombrado por la estupidez de esos hombres. Antes de que pudieran reaccionar, se estir? hacia atr?s por encima del hombro, sac? su espada y en un solo movimiento, la hizo girar, cortando las cabezas de ambos en una fracci?n de segundo. Observ? con satisfacci?n como sus cabezas rodaron y ambos cuerpos se desplomaban sobre el suelo. Guard? su espada y extendi? la mano para agarrar un cad?ver sin cabeza. Le  hundi? sus largos colmillos directamente en el cuello abierto y bebi? la sangre que sal?a a chorros. Kyle escuch? los gritos de las prostitutas a su alrededor. Le siguieron portazos y el sonido de persianas cerr?ndose. Se dio cuenta que todo el pueblo ya le ten?a miedo. Bueno, pens?. Ese era el tipo de bienvenida que m?s le gustaba. CAP?TULO SIETE En la madrugada, Caitlin y Caleb volaron lejos de Par?s hacia la campi?a francesa, ella se sosten?a firmemente a su espalda mientras ?l se deslizaba por el aire. Se sent?a m?s fuerte ahora y si hubiera querido volar, habr?a podido. Pero ella no quer?a dejarlo ir. Le encantaba sentir su cuerpo cerca. S?lo quer?a abrazarlo, sentir lo que era estar juntos de nuevo. Sab?a que no ten?a sentido, pero despu?s de estar separados durante tanto tiempo, ten?a temor de que si lo soltaba, podr?a volar lejos para siempre. Debajo de ellos, el paisaje cambiaba constantemente. R?pidamente dejaron la ciudad atr?s y el paisaje se llen? de densos bosques y de colinas. Cerca de las ciudades, hab?a algunas casas y granjas. Pero cuanto m?s se alejaban, hab?a m?s y m?s tierra. Pasaron un campo tras otro, prados, de vez en cuando una granja de pastoreo para ovejas. El humo se elevaba de las chimeneas e imagin? que la gente estaba cocinando. Hab?a l?neas de ropa en el verde y s?banas colgaban de ellas. Era una escena id?lica, y la temperatura de julio hab?a bajado lo suficiente para que el aire se sintiera m?s fr?o, especialmente a esta altura, era refrescante. Despu?s de horas de vuelo, doblaron y la nueva vista le quit? el aliento: ah?, en el horizonte, hab?a un mar resplandeciente, vibrante y azul, las olas romp?an sin cesar sobre la interminable costa virgen. Al acercarse, la elevaci?n ascendi? y las colinas llegaban hasta la costa. En las colinas, en medio de la hierba, hab?a un solo edificio en el horizonte. Era un castillo medieval glorioso, construido de una piedra caliza antigua, cubierto de esculturas y g?rgolas adornadas. Se encontraba en lo alto de una colina con vista al mar, y estaba rodeado de campos de flores silvestres en todo lo que el ojo alcanzaba a ver. Era una belleza impresionante y Caitlin sinti? como si estuviera en una tarjeta postal. El coraz?n de Caitlin lat?a con entusiasmo, mientras se preguntaba, mientras esperaba que fuera el castillo de Caleb. De alguna manera, sent?a que lo era. "S?", le grit?, por encima del viento, leyendo su mente, como siempre. "Es ?ste." El coraz?n de Caitlin lati? con deleite. Estaba tan emocionada y se sinti? tan fuerte, que estaba lista para volar por s? misma. De repente, salt? de la espalda de Caleb y sali? volando por el aire. Por un momento, se sinti?  aterrorizada, pregunt?ndose si sus alas brotar?an. Un momento despu?s, lo hicieron, y la sostuvieron en el aire. Le encant? sentir c?mo el aire corr?a a trav?s de las alas. Se sent?a muy bien de tenerlas de nuevo y  ser independiente. Se elev? y se zambull?, precipit?ndose hacia arriba, cerca de Caleb, quien le devolvi? la sonrisa. Se lanzaron juntos hacia abajo, luego hacia arriba, virando dentro y fuera de los caminos de vuelo de cada uno, las puntas de sus alas a veces se tocaban. Como si fueran uno, se lanzaron hacia abajo, cerca del castillo. Parec?a antiguo; se ve?a desgastado, pero no en el mal sentido. Caitlin ya se sent?a como en casa. Ella mir? el paisaje, las colinas, el mar lejano, por primera vez en todo el tiempo que pod?a recordar, sinti? una sensaci?n de paz. Sent?a, finalmente, como si estuviera en casa. Vislumbr? su vida junto a Caleb all?, viviendo juntos, incluso formando una familia de nuevo, si eso era posible. Ella estar?a feliz de vivir all? con ?l -y, finalmente, por fin, no ve?a nada que se interpusiera en su camino. * Cuando Caitlin y Caleb aterrizaron juntos frente a su castillo, ?l le tom? la mano y la llev? a la puerta principal. La puerta de roble estaba cubierta de una gruesa capa de polvo y de sal del mar, y claramente no la hab?an abierto en muchos a?os. ?l prob? el picaporte. La puerta estaba cerrada con llave. "Han pasado cientos de a?os", dijo. "Estoy tan feliz de ver que todav?a est? aqu?, que no ha sido  vandalisada -que incluso est? cerrada con llave. Sol?a haber una llave … " Alz? la mano, muy por encima del marco de la puerta y palp? la grieta detr?s del arco de piedra. Pas? los dedos por arriba y por abajo y finalmente se detuvo y sac? una larga llave maestra de  plata. La desliz? en la cerradura, y la llave encaj? perfectamente. Le dio vuelta con un clic. ?l se dio vuelta y le sonri?, haci?ndose a un lado. "Si me haces el honor", dijo. Caitlin empuj? la pesada puerta medieval que se abri? lentamente, crujiendo, la sal incrustada ca?a en grumos. Entraron juntos. La sala de entrada estaba en penumbras y estaba cubierta de telara?as. El aire estaba quieto y h?medo, y se sent?a como si nadie hubiera entrado en siglos. Ella levant? la vista hacia las paredes de piedra con arcos altos, vio los pisos de piedra. Hab?a capas de polvo en todo, incluyendo las ventanas de vidrio, que bloqueaban una gran cantidad de la luz, haciendo que se viera m?s oscuro de lo que era. "Por aqu?," dijo Caleb. La tom? la mano y la condujo por un pasillo estrecho que se abri? a una gran sala, con ventanas altas y arqueadas a ambos lados. Hab?a m?s luz all?, incluso con el polvo. Hab?a algunos muebles: una larga mesa medieval de roble, rodeada de sillas ornamentadas de madera. En el centro, hab?a una enorme, chimenea de m?rmol, una de las chimeneas m?s grandes que Caitlin jam?s hab?a visto en su vida. Era incre?ble. Caitlin se sent?a como si estuviera caminado de nuevo en los claustros. "Lo construyeron en el siglo 12", ?l dijo, mirando a su alrededor. "En aquel entonces, ?ste era el estilo." "?T? viviste aqu??", pregunt? Caitlin. ?l asinti? con la cabeza. "?Por cu?nto tiempo?" Pens?. "No m?s de un siglo", dijo. "Tal vez dos." Caitlin se maravill?, una vez m?s, de las medidas tan grandes de tiempo en el mundo de los vampiros. Sin embargo, se preocup? al pensar en otra cosa: ?hab?a vivido aqu? con otra mujer? Tuvo miedo de preguntar. De repente, ?l se dio la vuelta y la mir?. "No", dijo. "viv? aqu? solo. Te lo aseguro. Eres la primera mujer que he tra?do aqu?." Caitlin se sinti? aliviada, aunque avergonzada porque ?l ley? su mente. "Vamos", dijo. "Por aqu?." ?l la condujo por una escalera de caracol de piedra, que se retorc?a y giraba y conduc?a al segundo piso. Esta planta estaba mucho m?s iluminada, con grandes ventanales en forma de arco que daban en todas direcciones, la luz del sol entraba reflejando el mar lejano. Las habitaciones eran m?s peque?as, eran m?s ?ntimas. Hab?a m?s chimeneas de m?rmol y, mientras Caitlin vagaba de una habitaci?n a otra, vio una enorme cama con dosel en el centro de una de ellas. Tumbonas y sillas de terciopelo mullidos se extend?an a lo largo de las otras habitaciones. No hab?a alfombras, s?lo el piso de piedra desnuda. Fue muy austero. Pero hermoso. ?l la condujo a trav?s del cuarto hasta un conjunto de enormes puertas de cristal. Estaban cubiertas de tanto polvo que no las hab?a notado. ?l se acerc? y tir? con fuerza de las cerraduras y perillas, las ventanas se abrieron con una explosi?n creando una nube de polvo. ?l sali? y Caitlin lo sigui?. Salieron a una enorme terraza de piedra enmarcada por una piedra caliza adornada y una  barandilla de columnas. Caminaron hasta el borde y se asomaron. Desde all?, ten?an una vista imponente de todo el campo y del mar. Caitlin escuch? el romper de las olas y olei? el mar en el aire que tra?a la brisa. Sent?a como si estuviera en el cielo. Si Caitlin hab?a imaginado una casa de ensue?o, sin duda ser?a ?sta. Estaba llena de polvo y  necesitaba un toque femenino, pero Caitlin sab?a que pod?a arreglarlo, podr?a hacer que volviera a ser la casa del pasado. Sent?a que era realmente un lugar que pudieran llamar una casa. "Estaba pensando en lo que dijiste," ?l dijo, "todo el vuelo hasta aqu?. Acerca de construir una vida juntos. Me gustar?a mucho." ?l puso un brazo alrededor de ella. "Me gustar?a que vivieras conmigo. Que comencemos nuestra vida juntos de nuevo. Aqu?. Es tranquilo y seguro, y estamos protegidos. Nadie sabe de este lugar. Nadie nunca nos encontrar? aqu?. No veo ninguna raz?n por la qu? no podamos vivir de manera segura, como la gente normal", dijo. "Por supuesto, tendremos que trabajar mucho para arreglarlo. Pero o estoy dispuesto a hacerlo, si es lo que deseas." ?l se dio vuelta y le sonri?. Ella le devolvi? la sonrisa. Nunca hab?a estado m?s dispuesta en toda su vida. M?s que eso, se sinti? profundamente conmovida de que la hab?a invitado a vivir con ?l. Nada pod?a ser m?s importante para ella. La verdad era que habr?a vivido con ?l en cualquier lugar, hasta en una caba?a en el bosque. "Me encantar?a", respondi? ella. "S?lo quiero estar contigo." El coraz?n le lat?a con fuerza cuando se unieron en un beso; se escuchaba el sonido de las olas en el fondo, la brisa del mar los envolv?a. Nuevamente, todo era perfecto. * Mientras deambulaba por la casa, de una a otra habitaci?n llevando una toalla, Caitlin nunca se hab?a sentido tan feliz. Caleb se hab?a ido, hab?a salido de caza, contento de poder llevar la cena a la casa. Ella estaba encantada, porque le daba un poco de tiempo para caminar a solas por la casa, verlo todo por s? misma y, con los ojos de una mujer, pensar c?mo pod?a arreglarlo para que fuera un hogar para los dos. Camin? por las habitaciones, abriendo ventanas, dejando entrar el aire del mar. Hab?a encontrado un balde y trapo y hab?a bajado al arroyo en el patio trasero y regresado con un cubo desbordante de agua. Hab?a mojado el trapo en el arroyo hasta que qued? tan limpio como pudo. Hab?a encontrado una gran caja para poder subirse y abrir cada una de las enormes ventanas medievales; se par? sobre el caj?n y limpi? cada panel. Hab?a unas ventanas que eran demasiado altas de alcanzar, y activ? sus alas, revoloteando en el aire, deteni?ndose delante de las ventanas para limpiarlas. Le sorprendi? la diferencia que se vio de inmediato. La habitaci?n pas? de estar a oscuras a estar completamente inundada de luz. Debi? haber cientos de a?os de suciedad apelmazada y sal a ambos lados del vidrio. De hecho, abrir cada ventana era una haza?a en s? misma, necesit? usar todas sus fuerzas para sacarles el ?xido y la suciedad. Caitlin mir? con atenci?n y le maravill? la elaboraci?n artesanal de cada ventana. Cada panel  ten?a varios cent?metros de espesor y un dise?o muy hermoso. Algunas partes del  vidrio estaban manchadas, algunas eran transl?cidos y otras ten?an un m?nimo matiz de color. Mientras limpiaba cada panel, casi pod?a sentir la gratitud de la casa, ya que poco a poco, cent?metro a cent?metro, volv?a a la vida. Cuando Caitlin termin?, examin? el resultado de su trabajo. Se qued? sorprendida. Lo que antes hab?a sido una habitaci?n poco acogedora y oscura, era ahora una incre?ble habitaci?n llena de sol con una vista del mar. Caitlin se encarg? de los pisos, se puso sobre sus manos y rodillas y freg? metro a metro. Observ? con satisfacci?n como se desprend?an las pulgadas de tierra y las hermosas piedras enormes comenzaban a brillar. Despu?s, se puso a limpiar la enorme chimenea de m?rmol, quitando a?os de polvo. Luego se se encarg? del gran espejo adornado encima de ella, y lo limpi? hasta que brill?. Estaba enojada porque todav?a no pod?a ver su reflejo, pero sab?a que no hab?a nada que pudiera hacer al respecto. Limpi? el candelabro y todos y cada uno de los posavelas de cristal. Despu?s, se concentr?  en la cama con dosel. Limpi? cada uno de sus postes y luego su marco, poco a poco la antigua madera volv?a a la vida. Agarr? las viejas mantas y fue a la terraza donde las sacudi? con fuerza, nubes de polvo volaban por todas partes. Caitlin regres? a la habitaci?n, su pr?xima rec?mara, y la observ?: ahora se ve?a magn?fica. Brillaba tanto como la habitaci?n de un castillo. Todav?a era medieval, pero al menos ahora se ve?a fresca y acogedora. Su coraz?n se dispar? ante la idea de vivir all?. El agua en el cubo se hab?a vuelto completamente negro, y baj? por las escaleras y sali? deseosa de volver a llenarlo en la corriente. Caitlin sonri? al pensar en la reacci?n de Caleb cuando regresara. Se sorprender?a, pens?. Ahora limpiar?a el comedor de junto. Iba a tratar de crear un ambiente ?ntimo en el que podr?an disfrutar su primera comida juntos en su nueva casa -la primera-, ella esperaba, de muchas m?s. Cuando Caitlin se acerc? a la orilla y hundi? sus rodillas en la hierba suave, vaci? y llen? la cubeta, de repente, sus sentidos se pusieron en alerta m?xima. Oy? un crujido, y sinti? que un animal se le acercaba. R?pidamente gir? y se sorprendi? de lo que vio. Acerc?ndose a ella lentamente, a s?lo unos metros de distancia, hab?a un cachorro de lobo. Su pelaje era todo blanco, a excepci?n de un rayo de gris a lo largo de su frente y su espalda. Lo que m?s la sorprendi? eran sus ojos: miraban a Caitlin como si la conociera. Lo que es m?s: eran los mismos ojos de Rose. Caleb sinti? que su coraz?n lat?a con fuerza. Sinti? que Rose hab?a regresado de entre los muertos y se hab?a reencarnado en otro animal. Esa expresi?n, esa cara. El color de piel era diferente, pero por lo dem?s, podr?a haber sido la Rose renacida. El cachorro de lobo tambi?n parec?a sorprenderse de ver a Caitlin. Se detuvo, mir?ndola fijamente, y, luego, lentamente, con cautela, dio unos pasos hacia ella. Caitlin escane? el bosque para ver si hab?a otros cachorros o su madre. No quer?a terminar en una pelea. Pero no hab?a ning?n otro animal a la vista. Cuando Caitlin examin? el cachorro m?s de cerca, entendi? por qu? estaba all?. Cojeaba mucho, le sangraba la pata. Se ve?a herido. Probablemente, hab?a sido abandonada por su madre, y lo hab?a abandonado a su suerte. El cachorro de lobo baj? la cabeza, y camin? lentamente hacia Caitlin. Luego, para sorpresa de Caitlin, baj? la cabeza y la apoy? en su regazo, gimiendo suavemente mientras cerraba los ojos. El coraz?n de Caitlin se alegr?. Hab?a extra?ado a Rose tanto y ahora sent?a que hab?a regresado. Caitlin puso el cubo sobre el suelo, extendi? la mano y tom? el cachorro en sus brazos. Lo sostuvo cerca de su pecho, llorando, recordando los momentos que hab?a pasado con Rose. A su pesar, las l?grimas rodaron por sus mejillas. El cachorro, como si sintiera, de pronto la mir?, se ech? hacia atr?s y lami? las l?grimas de su cara. Caitlin se inclin? y la bes? en la frente. La apret? contra su pecho y la acarici?. No hab?a manera de que pudiera dejarla ir. Har?a todo lo necesario para ayudarla a sanar y recuperarse. Y, si el lobo se dejaba, para tenerla como su mascota. "?C?mo te voy a llamar?" pregunt? Caitlin. "No podemos llamarte de nuevo Rose … ?Qu? tal … Ruth?" De repente, el cachorro lami? la mejilla de Caitlin, como si respondiera al nombre. Fue la respuesta que Caitlin estaba esperando. Se llamar? Ruth. * Caitlin, con Ruth a su lado, estaba terminando de limpiar el comedor, cuando vio algo interesante en la pared. All?, junto a la chimenea, hab?a dos largas espadas de plata. Tom? una, la desempolv? y admir? la empu?adura que ten?a incrustaciones de piedras preciosas. Era un arma precioso. Dej? el trapo y el cubo, y no pudo resistirse a probarla. En la sala cavernosa, balance? la espada salvajemente en c?rculos, a izquierda y derecha, cambiaba de mano. Se sent?a muy bien. Se pregunt? cu?ntas otras armas Caleb tendr?a all?. Podr?a entrenarse con ellas. "Veo que has encontrado las armas," dijo Caleb, entrando de repente. Caitlin inmediatamente dej? la espada, consciente de s? misma. "Lo siento, no quise meterme en tus cosas." Caleb se ech? a re?r. "Mi casa es tuya", dijo, mientras entraba a la habitaci?n con dos enormes ciervos colgando de su hombro. "Eres bienvenida a usar todo lo que tengo. Adem?s, eres una chica en pos de mi coraz?n. Yo tambi?n habr?a tomado las espadas", dijo con un gui?o. Cargando a los ciervos, camin? por la habitaci?n, luego se detuvo y se volvi? de repente, haciendo una segunda entrada. "Wow", dijo, en estado de shock. "?Este lugar parece nuevo!" Se qued? all?, mirando con los ojos bien abiertos. Caitlin vio lo impresionado que estaba y se sinti? feliz. Ella mir? la habitaci?n y comprob? que se ve?a realmente transformada. Ahora ten?an un  hermoso comedor, con mesa y sillas listas para disfrutar de su primera comida. De repente, Ruth se quej? y Caleb mir? hacia abajo. Se ve?a a?n m?s sorprendido. A Caitlin le preocup? si a ?l le importar?a tener el cachorro all?. Pero se sinti? aliviada al ver que sus ojos se abrieron con deleite. "No puedo creerlo", dijo Caleb, mirando, "esos ojos … se parece a Rose." "?Podemos qued?rnosla?" pregunt? Caitlin, vacilante. "Me encantar?a", respondi?. "Le dar?a un abrazo, pero tengo las manos llenas." Caleb camin? con el ciervo por la habitaci?n hacia el pasillo. Caitlin y Ruth lo siguieron, y observaron c?mo pon?a el ciervo en una habitaci?n peque?a, sobre una enorme losa de piedra. "Dado que no cocinamos", dijo, "dren? la sangre. Despu?s podemos beber juntos, para la cena. Pens? que me encargar?a del trabajo sucio, as? podremos sentarnos frente a la chimenea y beber con estilo." "Me encantar?a", dijo Caitlin. Ruth se sent? junto a los talones de Caleb, mirando hacia arriba y lloriqueando mientras ?l cortaba. ?l se ri?, cort? un pedazo peque?o para ella y se agach? y se lo dio. Ella se lo trag? y pidi? m?s. Caitlin se dirigi? al ?rea del comedor y se puso a limpiar unas copas que hab?a visto. Frente a la chimenea hab?a un mont?n de pieles, ella las tom? y las llev? a la terraza, donde las sacudi?. Mientras Caitlin esperaba que Caleb terminara, mir? la puesta de sol en el horizonte. Escuch? el sonido de las olas, respir? el aire de la sal, y nunca antes se hab?a sentido tan relajada. Se qued? all? y cerr? los ojos, ni siquiera fue consciente de cu?nto tiempo hab?a pasado. Cuando Caitlin abri? los ojos de nuevo, era casi de noche. "?Caitlin?" escuch? que dec?an en voz alta. Se dio vuelta y se apresur? adentro. Caleb ya estaba all?, con dos enormes copas de plata con la sangre del venado. Estaba encendiendo las velas de la habitaci?n en penumbra. Ella se acerc? a ?l y puso las pieles sobre el piso. En unos momentos, la habitaci?n estaba completamente iluminada, brillando con la luz de las velas. Los dos se sentaron sobre las pieles frente a la chimenea, Ruth se acerc? corriendo y se acomod?  junto a ellos. Las ventanas estaban abiertas y entraba la brisa, en realidad estaba refrescando. Los dos se sentaron uno junto al otro y se miraron a los ojos mientras brindaban. El l?quido se sent?a tan bien. Ella bebi? y bebi?, al igual que ?l, y nunca se hab?a sentido tan viva. Fue como una incre?ble carga de adrenalina. Caleb se ve?a rejuvenecido tambi?n, con los ojos y la piel brillantes. Se dieron media vuelta y se quedaron enfrentados. ?l extendi? la mano y toc? lentamente la mejilla de Caitlin con el dorso de la mano. El coraz?n de Caitlin empez? a latir con fuerza, y se dio cuenta de que estaba nerviosa. Sent?a que hab?a pasado una eternidad desde la ?ltima vez hab?a estado con ?l. Durante mucho tiempo, hab?a imaginado un momento as? pero ahora que estaba ocurriendo, se sent?a como si fuera su primera vez con ?l. La mano de ?l estaba temblando, y Caitlin se dio cuenta de que ?l tambi?n estaba nervioso. Quedaban tantas cosas que quer?a decir, tantas preguntas que ten?a para ?l, y ella pudo notar que ?l estaba lleno de preguntas tambi?n. Pero en este momento, no confiaba en s? misma para hablar. Y al parecer, ?l tampoco. Los dos se besaron apasionadamente. A medida que sus labios encontraron los de ella, se sinti?  abrumada por lo que sent?a por ?l. Ella cerr? los ojos cuando ?l se acerc? y se unieron en un abrazo apasionado. Rodaron sobre las pieles, y ella sinti? una oleada de emoci?n en su coraz?n. Finalmente, ?l era suyo. CAP?TULO OCHO Polly caminaba r?pidamente por los pasillos de Versalles, sus tacones resonaban sobre el piso de m?rmol, se apresuraba por un pasillo sin fin, con techos altos y molduras, chimeneas de m?rmol, enormes espejos y l?mparas de ara?a que colgaban bajo. Todo brillaba. Pero ella apenas lo notaba; lo tomaba como algo de lo m?s natural. Al vivir all? durante a?os, casi no pod?a imaginar otra forma de existencia. Lo que s? not? -en gran medida- era a Sam. Un visitante como ?l no era para nada parte de la vida cotidiana – y, de hecho, era m?s que inusual. Ellos casi nunca recib?an visitantes vampiros, especialmente de otra ?poca y cuando los ten?an, nunca parec?a importarle a Aiden. Sam deb?a ser muy importante, se dio cuenta. Le intrigaba. Se ve?a un poco joven y algo inocente. Pero hab?a algo en ?l, algo que ella no pod?a identificar. Sent?a como si, de alguna manera, tuviera alguna conexi?n con ?l, lo conociera de antes, o  ?l estuviera conectado con alguien que era importante para ella. Lo que era muy extra?o, porque la noche anterior, hab?a tenido un sue?o muy v?vido. Era de una chica vampiro llamada Caitlin. Pudo ver su cara, sus ojos, su cabello, incluso pod?a verla ahora. En el sue?o, se le dec?a que esta chica hab?a sido su mejor amiga de toda la vida y, en todo el sue?o, parec?a que hab?an sido amigas desde siempre. Ella se despert? sintiendo que era tan real, que era m?s un encuentro que un sue?o. No logr? entenderlo, pero se despert? recordando todo lo relacionado con esa chica, recordando todos los momentos que hab?an pasado juntas. No ten?a ning?n sentido, porque Polly sab?a que nunca hab?a estado en ninguno de esos lugares. Se pregunt? si tal vez, de alguna manera, ?hab?a estado viendo el futuro? Sab?a que los vampiros se visitaban mutuamente en sue?os y que, de vez en cuando, ten?an el poder de ver el futuro y el pasado. Pero estos poderes tambi?n eran impredecibles. Podr?a ser un mundo de ilusiones. Uno nunca sab?a: estaba viendo el futuro, estaba viendo el pasado, ?o simplemente estaba so?ando? Despu?s del sue?o, Polly hab?a despertado buscando a Caitlin, como si realmente la conociera. La extra?aba mientras caminaba por el pasillo. Era una locura. Extra?ar a una chica que nunca hab?a conocido. Y luego apareci? este chico, Sam. Y por alguna extra?a raz?n, Polly sinti? que la energ?a de Sam estaba conectada con la de ella. ?C?mo?, no lo sab?a. ?Lo estaba imaginando tambi?n? Adem?s de todo esto, se dio cuenta que sent?a algo por Sam. No pod?a decir que estaba loca por ?l. Pero tampoco que ?l le era indiferente. Hab?a algo en ?l. No era la sensaci?n de estar enamorada. Era m?s una sensaci?n de estar … intrigada. Quer?a saber m?s. ?Qu? la hizo agitarse cuando Kendra puso sus ojos en ?l? No necesariamente que ella lo quisiera para s?. Era demasiado pronto para saberlo. Pero m?s porque ?l se ve?a tan inocente, tan ingenuo e impresionable. Y Kendra era un buitre. Era un miembro de la familia real, a quien nunca se le hab?a dicho No en su vida, y ten?a una manera m?gica de conseguir lo que quisiera, de quien ella quisiera. Polly siempre hab?a sentido que Kendra ten?a alg?n tipo de agenda siniestra. Durante a?os,  hab?a estado tratando de convencer a todos los vampiros de su cofrad?a para que la convirtieran.  Por supuesto, estaba prohibido, nadie lo hizo. Pero ahora, Polly estaba segura  ella hab?a fijado su mirada en Sam. La sangre fresca hab?a llegado, y estaba decidida a intentarlo de nuevo. Polly se estremeci?, no le gustaba la idea de lo que podr?a sucederle a Sam si Kendra estaba decidida. S?, sin duda, ?ste hab?a sido un d?a inusual. Su mente estaba llena de emociones mientras caminaba por el pasillo, y se dio cuenta que estaba llegando tarde. El nuevo cantante, del que todo el mundo hab?a estado hablando, estaba dando un concierto privado a Maria y su s?quito. El cantante hab?a estado all? durante semanas, y todas las dem?s chicas hab?an estado asistiendo no s?lo por su voz, pero por su apariencia. Estaba ansiosa por verlo por s? misma. Polly lo hab?a estado esperando y ahora estaba doblemente molesta porque estaba  llegando al final. Ese era el problema con este lugar, pens?, mientras caminaba por otro corredor. Era demasiado grande. Era imposible llegar a cualquier lugar a tiempo. Polly aceler? su paso y finalmente lleg? al final de otro corredor, dos guardias abrieron las inmensas puertas dobles para ella. Ella entr? y una vez que se cerraron las puertas, se sinti? inmediatamente avergonzada. Toda la sala se volvi? y la mir?; mientras el cantante continuaba su actuaci?n, se dio cuenta de que hab?a interrumpido el concierto. Su rostro enrojeci?, mientras se dirig?a al fondo de la sala y se sentaba con sus amigos. Todo el mundo se volvi? lentamente, y ella aprovech? para instalarse pero se dio cuenta  que el concierto estaba por terminar. Levant? la vista y, cuando capt? la primera visi?n de la cara del cantante, se sorprendi?. Era a?n m?s magn?fico de lo que todo el mundo hab?a dicho. Ten?a tez oscura, ojos negros y cabello oscuro y ondulado. Su rostro estaba perfectamente cincelado. Estaba regiamente vestido de pies a cabeza, con un abrigo de terciopelo negro, con medias blancas y zapatos negros brillantes. Estaba de pie en el centro del peque?o escenario, y se ve?a tan confiado, tan en control. Parec?a que podr?a ser … ruso. Конец ознакомительного фрагмента. Текст предоставлен ООО «ЛитРес». 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