×òî æå åñòü ó ìåíÿ? Äûðû â äðàíûõ êàðìàíàõ, Òðè ìîðùèíû íà ëáó, Äà èñò¸ðòûé ïÿòàê... Íî íå æàëêî íè äíÿ- Ìíå ñóäüáîþ ïðèäàííûõ, Õîòü ïîðîé ÿ æèâó Ïîïîäàÿ â ïðîñàê. Âñ¸ ÷òî åñòü ó ìåíÿ: Ñîâåñòü, ÷åñòü è óìåíüå. ß îòäàì íå ñêóïÿñü- Ïðîñòî òàê çà ïóñòÿê. Çà ïîñòåëü ó îãíÿ, Äîáðîòó áåç ñòåñíåíüÿ. È çà òî, ÷òî ïðîñòÿñü, Íå çàáûòü ìíå íè êàê... Âñ¸ ÷

Un Rastro de Crimen

Un Rastro de Crimen Blake Pierce Un Misterio Keri Locke #4 Una historia din?mica que atrapa desde el primer cap?tulo y no te deja ir. Midwest Libro Review, Diane Donovan (en torno a Una vez ido) Del autor de misterio, #1 en ventas, Blake Pierce viene una nueva obra maestra de suspenso psicol?gico. En un RASTRO DE CRIMEN (Libro #4 en la serie de misterio Keri Locke), Keri Locke, Detective de Personas Desaparecidas de la Divisi?n de Homicidios del Departamento de Polic?a de Los ?ngeles, sigue una nueva pista sobre su hija secuestrada. Ella se abre paso a trav?s de un submundo pervertido, y paso a paso, se acerca al hallazgo de su hija. Pero carece de tiempo. A Keri se le asigna un nuevo caso: un padre llama desde una comunidad acaudalada y reporta que su hija adolescente ha desaparecido regresando a casa desde la escuela. Poco despu?s, llegan notas de rescate. Retorcidas, llenas de acertijos, dejan en claro que queda poco tiempo para salvar a la chica. Tambi?n dejan en claro que esta es la obra de un diab?lico asesino que est? jugando con ellos. Keri y la polic?a deben descifrarlos para encontrar al secuestrador, entender sus demandas, decodificar las cartas, y por encima de todo, ganarle en astucia. Pero en esta partida de ajedrez, Keri puede encontrarse ante un enemigo que no puede comprender, y para la chica desaparecida – y su propia hija – ella puede llegar demasiado tarde. Un oscuro thriller psicol?gico con un suspenso que acelerar? tus latidos, UN RASTRO DE VICIO es el libro #3 en una nueva serie que atrapa al lector – y un nuevo y adorable personaje – que te dejar? leyendo hasta altas horas de la noche. ?Una obra maestra de suspenso y misterio! El autor hizo un trabajo magn?fico desarrollando personajes con un lado psicol?gico tan bien descrito que percibimos el interior de sus mentes, seguimos sus miedos y aplaudimos sus ?xitos. La trama es muy inteligente y te mantendr? entretenido a lo largo del libro. Lleno de giros, este libro te mantendr? despierto hasta llegar a la ?ltima p?gina. Libros and Movie Reviews, Roberto Mattos (en torno a Una Vez Ido) El libro #5 en la serie Keri Locke ya est? tambi?n disponible! UN RASTRO DE CRIMEN (UN MISTERIO KERI LOCKE —LIBRO 4) B L A K E P I E R C E Blake Pierce Blake Pierce es el autor de la serie exitosa de misterio RILEY PAIGE que cuenta con trece libros hasta los momentos. Blake Pierce tambi?n es el autor de la serie de misterio de MACKENZIE WHITE (que cuenta con nueve libros), de la serie de misterio de AVERY BLACK (que cuenta con seis libros), de la serie de misterio de KERI LOCKE (que cuenta con cinco libros), de la serie de misterio LAS VIVENCIAS DE RILEY PAIGE (que cuenta con tres libros), de la serie de misterio de KATE WISE (que cuenta con dos libros), de la serie de misterio psicol?gico de CHLOE FINE (que cuenta con dos libros) y de la serie de misterio psicol?gico de JESSE HUNT (que cuenta con tres libros). Blake Pierce es un ?vido lector y fan de toda la vida de los g?neros de misterio y los thriller. A Blake le encanta comunicarse con sus lectores, as? que por favor no dudes en visitar su sitio web www.blakepierceauthor.com (http://www.blakepierceauthor.com/) para saber m?s y mantenerte en contacto. Copyright © 2017 by Blake Pierce. Todos los derechos reservados. Excepto como est? permitido bajo la U.S. Copyright Act of 1976, ninguna parte de esta publicaci?n puede ser reproducida, distribuida o transmitida bajo ninguna forma y por ning?n medio, o almacenada en una base de datos o sistema de recuperaci?n, sin el permiso previo del autor. Este libro electr?nico est? licenciado solo para su entretenimiento personal. Este libro electr?nico no puede ser revendido o regalado a otras personas. Si usted quisiera compartir este libro con otra persona, compre por favor una copia adicional para cada destinatario. Si usted est? leyendo este libro y no lo compr?, o no fue comprador para su uso exclusivo, entonces por favor regr?selo y compre su propia copia. Gracias por respetar el arduo trabajo de este autor. Esta es una obra de ficci?n. Nombre, personajes, negocios, organizaciones, lugares, eventos e incidentes, son, o producto de la imaginaci?n del autor o son usados en forma de ficci?n. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, es pura coincidencia. La imagen de portada Copyright Rommel Canlas, usada bajo licencia de Shutterstock.com. LIBROS DE BLAKE PIERCE SERIE DE MISTERIO PSICOL?GICO DE SUSPENSO DE JESSE HUNT EL ESPOSA PERFECTA (Book #1) EL TIPO PERFECTO (Book #2) SERIE DE MISTERIO PSICOL?GICO DE SUSPENSO DE CHLOE FINE Al LADO (Libro #1) LA MENTIRA DEL VECINO (Libro #2) CALLEJ?N SIN SALIDA (Libro #3) SERIE DE MISTERIO DE KATE WISE SI ELLA SUPIERA (Libro #1) SI ELLA VIERA (Libro #2) SERIE LAS VIVENCIAS DE RILEY PAIGE VIGILANDO (Libro #1) ESPERANDO (Libro #2) ATRAYENDO (Libro #3) SERIE DE MISTERIO DE RILEY PAIGE UNA VEZ DESAPARECIDO (Libro #1) UNA VEZ TOMADO (Libro #2) UNA VEZ ANHELADO (Libro #3) UNA VEZ ATRA?DO (Libro #4) UNA VEZ CAZADO (Libro #5) UNA VEZ CONSUMIDO (Libro #6) UNA VEZ ABANDONADO (Libro #7) UNA VEZ ENFRIADO (Libro #8) UNA VEZ ACECHADO (Libro #9) UNA VEZ PERDIDO (Libro #10) UNA VEZ ENTERRADO (Libro #11) UNA VEZ ATADO (Libro #12) UNA VEZ ATRAPADO (Libro #13) UNA VEZ LATENTE (Libro #14) SERIE DE MISTERIO DE MACKENZIE WHITE ANTES DE QUE ASESINE (Libro #1) ANTES DE QUE VEA (Libro #2) ANTES DE QUE DESEE (Libro #3) ANTES DE QUE ARREBATE (Libro #4) ANTES DE QUE NECESITE (Libro #5) ANTES DE QUE SIENTA (Libro #6) ANTES DE QUE PEQUE (Libro #7) ANTES DE QUE CACE (Libro #8) ANTES DE QUE SE APROVECHE (Libro #9) ANTES DE QUE ANHELE (Libro #10) ANTES DE QUE SE DESCUIDE (Libro #11) SERIE DE MISTERIO DE AVERY BLACK UNA RAZ?N PARA MATAR (Libro #1) UNA RAZ?N PARA HUIR (Libro #2) UNA RAZ?N PARA ESCONDERSE (Libro #3) UNA RAZ?N PARA TEMER (Libro #4) UNA RAZ?N PARA RESCATAR (Libro #5) UNA RAZ?N PARA ATERRARSE (Libro #6) SERIE DE MISTERIO DE KERI LOCKE UN RASTRO DE MUERTE (Libro #1) UN RASTRO DE ASESINATO (Libro #2) UN RASTRO DE VICIO (Libro #3) UN RASTRO DE CRIMEN (Libro #4) UN RASTRO DE ESPERANZA (Libro #5) CONTENIDO PR?LOGO (#u2865ca21-dba2-5452-b632-4883ec24d725) CAP?TULO UNO (#u91ce89f5-a7b6-5611-b00f-d779224ecb74) CAP?TULO DOS (#u20b176f3-7b9b-5b75-bbbc-7da3759c05f7) CAP?TULO TRES (#u24667f0a-4074-5857-9b5c-04e927a1d760) CAP?TULO CUATRO (#u1744d13e-924a-5fd6-9b0f-be7189afe183) CAP?TULO CINCO (#uc39e1bf4-6307-5dd8-8b25-43e6e9a8f47f) CAP?TULO SEIS (#ue3d365b4-8b6f-5861-9b68-e2a6833d995a) CAP?TULO SIETE (#u16c9d664-248d-55f8-9cd0-297f041a26c5) CAP?TULO OCHO (#u273ad3f6-d081-57ad-9778-f8f950f901e7) CAP?TULO NUEVE (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIEZ (#litres_trial_promo) CAP?TULO ONCE (#litres_trial_promo) CAP?TULO DOCE (#litres_trial_promo) CAP?TULO TRECE (#litres_trial_promo) CAP?TULO CATORCE (#litres_trial_promo) CAP?TULO QUINCE (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIECIS?IS (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIECISIETE (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIECIOCHO (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIECINUEVE (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTE (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTIUNO (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTID?S (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTITR?S (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTICUATRO (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTICINCO (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTIS?IS (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTISIETE (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTIOCHO (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTINUEVE (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y UNO (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y DOS (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y CUATRO (#litres_trial_promo) PR?LOGO Carolyn Rainey pod?a sentir que algo andaba mal. Era una sensaci?n dif?cil de explicar. Pero mientras caminaba a lo largo de la sinuosa calle residencial para encontrarse con su hija de doce a?os, sent?a un hormigueo en la piel de su nuca. En la superficie, nada se sal?a de lo ordinario. Carolyn dejaba siempre la casa hacia las 2:30 para encontrarse con Jessica. Disfrutaba el solitario, si bien breve, paseo. Le permit?a aclarar su mente de cara a la segunda mitad de la jornada. La Escuela Playa del Rey dejaba salir a las 2:35, y Jessica pedaleaba hasta casa todos los d?as. Para cuando hab?a sacado todo de su casillero, ido hasta el puesto de las bicis, dicho adios a sus amigos, y salido al camino, ya eran normalmente alrededor de las 2:45. Madre e hija invariablemente se encontraban cerca del punto medio entre la escuela y la casa, hacia las 2:50. Entonces regresaban a casa juntas, Carolyn caminando, Jessica pedaleando lentamente junto a ella, en ocasiones dando juguetonas vueltas alrededor de su mam?. Hablaban de los acontecimientos del d?a: qui?n se sent?a atra?do por qui?n, qu? maestro hab?a empleado accidentalmente una mala palabra, qu? canci?n estaban practicando en el coro. Cuando llegaban a casa, hab?a siempre una merienda aguardando, a continuaci?n de la cual Jessica se dedicaba a sus deberes y Carolyn regresaba a su propio trabajo. Ten?an su rutina y era siempre la misma, minutos m?s minutos menos. Pero Carolyn hab?a estado caminando por cerca de media hora. Eran casi las 3 p.m. y casi hab?a cubierto las dos terceras partes del camino hasta la escuela. Deb?a haberse topado con Jessica para entonces. Quiz?s su hija hab?a necesitado ir al ba?o. O quiz?s se hab?a quedado enganchada conversando con Kyle, el apuesto chico de su clase de ingl?s. Pero la hormigueante sensaci?n en la nuca le dec?a a Carolyn que algo m?s hab?a sucedido. Al doblar la siguiente esquina, vio que estaba en lo cierto. La bicicleta p?rpura de Jessica, cubierta con calcoman?as de la nueva pel?cula de La Bella y la Bestia, y fotos de sus cantantes favoritas, Selena Gomez y Zara Larsson, estaba tumbada de costado, una mitad en la acera y la otra en la calzada. Corri? hacia ella y la contempl?, paralizada por el miedo. Mirando en derredor con desesperaci?n, atisb? algo en los arbustos de la casa m?s cercana. Corri? hacia all? y lo hal?. Una rama se quebr? y el objeto qued? libre. Lo mir?, casi sin poder procesar lo que estaba viendo. Era el morral de Jessica. Carolyn cay? de rodillas, con sus piernas temblando de s?bito. El coraz?n casi se le sali? del pecho cuando de pronto lo comprendi?: su hija hab?a desaparecido. CAP?TULO UNO La Detective Keri Locke estaba frustrada. Se hallaba sentada en su escritorio de la Divisi?n Pac?fico Los ?ngeles Oeste del Departamento de Polic?a de Los ?ngeles, estudiando la pantalla de la computadora que ten?a al frente. Alrededor de ella, la estaci?n era un rebullicio. Dos adolescentes que hab?an arrebatado una cartera e intentado escapar en patineta estaban siendo fichados. Un anciano estaba sentado en un escritorio cercano, explic?ndole a un paciente oficial c?mo alguien tomaba su peri?dico todos los d?as antes de que pudiese salir a recogerlo. Dos tipos gordinflones estaban esposados a unas bancas en los lados opuestos del ?rea de espera, porque se hab?an enfrascado en una pelea de bar a mitad de la tarde y todav?a se ten?an ganas. Keri los ignor? a todos. En los ?ltimos veinte minutos, hab?a estado examinando cada aviso de la secci?n “estrictamente plat?nica” de Craigslist Los ?ngeles. Era lo mismo que hab?a hecho cada d?a de las ?ltimas seis semanas desde que su amiga, la columnista de prensa Margaret “Mags” Merrywether, le hab?a pasado un dato que esperaba la ayudara a encontrar a su desaparecida hija, Evie. Evie hab?a sido raptada hac?a m?s de cinco a?os. Al cabo de una b?squeda implacable, casi siempre infructuosa, Keri por fin la hab?a encontrado, pero solo para que le fuera arrancada de nuevo. El recuerdo de Evie siendo llevada lejos a bordo de una van negra, que doblaba la esquina y desaparec?a de su vista, quiz?s para siempre, era demasiado. Sac? ese pensamiento de su cabeza y volvi? a concentrarse en lo que ten?a ante s?. Despu?s de todo, era una pista. Y ella necesitaba desesperadamente una pista. Fue a finales de noviembre cuando Mags hizo contacto con una sombr?a figura conocida solo como el Viudo Negro. Era alguien que arreglaba cosas, legendario por hacer el trabajo sucio de los ricos y poderosos, ya fuese asesinando enemigos pol?ticos, desapareciendo a inc?modos reporteros, o robando material de importancia. En este caso, Keri sospechaba que ten?a a su hija o conoc?a su ubicaci?n. Ello, porque justo seis semanas atr?s, Keri hab?a rastreado al hombre que hab?a raptado a Evie hac?a a?os. Era un secuestrador profesional conocido como el Coleccionista. Keri hab?a averiguado que su verdadero nombre era Brian Wickwire, luego de vencerlo en una pelea a muerte. Haciendo uso de la informaci?n que hall? m?s tarde en el apartamento de Wickwire, Keri hab?a sido capaz de unir las piezas relativas a la ubicaci?n de Evie. Lleg? all? justo a tiempo para ver a un hombre m?s viejo obligando a la ni?a a subirse a la van negra. Llam? a su hija, ahora de trece, e incluso cruz? miradas con ella. De hecho, hab?a escuchado que Evie pronunciaba la palabra “Mami”. Pero el hombre embisti? con la van el auto de Keri y escap?. Aturdida e imposibilitada de seguirlo, se hab?a visto obligada a observar inerme c?mo su hija desaparec?a de su vista por segunda vez. M?s tarde, esa misma noche, le dijeron que esa van hab?a sido hallada en un estacionamiento vac?o. El hombre viejo hab?a recibido un tiro en la cabeza, estilo ejecuci?n. Evie ya no estaba. Despu?s de eso y durante varias semanas, el departamento hab?a seguido cada pista y sacudido cada ?rbol en busca de su hija. Pero todos eran callejones sin salida. Y sin ninguna evidencia que seguir, el equipo eventualmente tuvo que continuar con otros casos. Finalmente fue Mags, que luc?a como una modelo de portada para la revista Southern Socialite, pero era en realidad una reportera de investigaci?n dura de pelar, quien brind? una nueva pista. Le dijo a Keri que la situaci?n de Evie le recordaba a alguien a quien ella hab?a investigado a?os antes, llamado el Viudo Negro. Notorio por pegar dos tiros en los estacionamientos, tarde en la noche, era tambi?n conocido por conducir un Lincoln Continental sin placas, visible en los v?deos de vigilancia donde la van negra fue hallada. Y fue Mags, con el dato de una fuente confidencial y escribiendo de manera an?nima, quien lo hab?a contactado usando el, en apariencia anticuado, tabl?n de mensajes de Craigslist. Al parecer as? era como a ?l le gustaba comunicarse con los posibles nuevos clientes. Y para su asombro, hab?a respondido casi de inmediato. Dijo que estar?a en contacto, y que muy pronto le pedir?a que creara una nueva direcci?n de correo-e para que ambos pudieran comunicarse de manera confidencial. Desafortunadamente, luego de esta comunicaci?n inicial, ?l hab?a callado. Mags lo hab?a contactado por segunda ocasi?n hac?a unas tres semanas, pero no hab?a obtenido respuesta. Keri deseaba que lo intentara de nuevo, pero Mags insist?a en que era una mala idea. Presionar a este sujeto solo har?a que se ocultara. Con todo lo frustrante que pod?a ser, ten?an que esperar a que ?l se comunicara otra vez. Pero a Keri le preocupaba que ello nunca sucediera. Y mientras escrutaba la secci?n “estrictamente plat?nica” por tercera vez en ese d?a, no pod?a dejar de pensar que lo que en un momento pareci? una pista prometedora podr?a ser otro devastador callej?n sin salida. Cerr? la ventana en la pantalla y cerr? sus ojos mientras respiraba hondo. Tratando de no dejarse abrumar por la desesperanza, permiti? a su mente vagar por donde se le antojara. Algunas veces la llevaba a inesperados y reveladores lugares que ayudaban a resolver los rompecabezas que, ella cre?a, estaban m?s all? de su comprensi?n. ?Qu? se me est? escapando? Siempre hay una pista. Solo tengo que reconocerla cuando la vea. Pero no funcion? esta vez. Su cerebro se mantuvo dando vueltas alrededor de la idea del Viudo Negro, que no pod?a ser rastreado ni conocido. Cierto era que en su tiempo ella hab?a pensado lo mismo del Coleccionista. Y a pesar de ello, hab?a sido capaz de ubicarlo, matarlo, y usar la informaci?n que estaba en su apartamento para descubrir la localizaci?n de su hija. Si lo hizo una vez, pod?a hacerlo de nuevo. Quiz?s necesito revisar otra vez los correos electr?nicos del Coleccionista, o regresar a su apartamento. Puede que haya pasado algo por alto la primera vez debido a que no sab?a lo que buscaba. Se le ocurri? que ambos hombres —el Coleccionista y el Viudo Negro— operaban en el mismo mundo. Ambos eran profesionales del crimen que trabajan por encargo —uno como secuestrador de ni?os, el otro como asesino. No parec?a imposible que sus caminos se hubiesen cruzado en alg?n momento. Quiz?s el Coleccionista ten?a un registro de ello en alguna parte. Y entonces se dio cuenta que hab?a otro fragmento de tejido conector. Ambos ten?an lazos con el mismo hombre, un adinerado abogado del centro llamado Jackson Cave. Para la mayor?a de las personas, Cave era un prominente abogado corporativo. Pero Keri lo conoc?a como un negociante en las sombras que representaba a los despojos de la sociedad, y estaba secretamente involucrado en todo, desde las redes de esclavitud sexual, pasando por las operaciones de tr?fico de drogas, hasta los asesinatos por encargo. Desafortunadamente, ella no pod?a probar nada de eso sin revelar algunos de sus propios secretos. Pero incluso sin pruebas, ten?a la certeza de que Cave estaba involucrado con ambos hombres. Y si ese era el caso, quiz?s hab?an interactuado. No era mucho. Pero era algo que seguir. Y ella necesitaba algo, cualquier cosa, que le impidiera volverse loca. Estaba a punto de ir a la sala de evidencias para revisar de nuevo las cosas de Wickwire cuando su pareja, el Detective Ray Sands, vino hacia ella. —Me encontr? al Teniente Hillman en el cuarto de descanso —dijo—. Acaba de recibir una llamada y nos ha asignado un caso. Puedo darte los detalles cuando estemos en camino. ?Te parece bien que salgamos? Te ves como a la mitad de algo. —Solo investigo un poco —contest?, cerrando la pantalla—, nada que no pueda esperar. Vamos. Ray la mir? con curiosidad. Ella sab?a que ?l era plenamente consciente de que no estaba siendo completamente sincera. Pero nada dijo cuando ella se puso de pie y se adelant? a salir de la estaci?n. * Keri y Ray eran miembros de la Unidad de Personas Desaparecidas de la Divisi?n Los ?ngeles Oeste. La misma era considerada en general como lo mejor de todo el Departamento de Polic?a de Los ?ngeles, y hab?a dos buenas razones para ello. Hab?an resuelto m?s casos en los ?ltimos dieciocho meses que la mayor?a de las divisiones enteras en el doble de ese tiempo. Cierto era tambi?n que Keri era vista como una impredecible que pod?a crear tantos problemas como los que resolv?a. En ese momento, de hecho, estaba t?cnicamente bajo investigaci?n por parte de Asuntos Internos, debido al resultado de su confrontaci?n con el Coleccionista. Todos viv?an dici?ndole que solo era una formalidad. Y a?n as? planeaba sobre ella, como una nube gris amenaz?ndola de continuo con un chubasco. Con todo, a pesar de las cosas que a veces se llevaban por delante, nadie pod?a cuestionar sus resultados. Ray y Keri eran lo mejor de lo mejor, aunque pasaran por algunos tropiezos personales en esos d?as. Keri opt? por no pensar en ello mientras Ray le daba los detalles del caso y conduc?a hasta la escena. No pod?a lidiar al mismo tiempo con un caso de personas desaparecidas y una complicada relaci?n con Ray. Tuvo, de hecho, que mirar por la ventana para no poner su atenci?n en los fuertes y oscuros brazos que sujetaban el volante. —La posible v?ctima es Jessica Rainey —dijo Ray—. Tiene doce y vive en Playa del Rey. La mam? normalmente se encuentra con ella mientras pedalea hasta casa desde la escuela, pero hoy encontr? la bicicleta tirada en el borde de la calle y el morral metido en un arbusto cercano. —?Sabemos algo de los padres? —pregunt? Keri, mientras se lanzaban calle abajo por Culver Boulevard en direcci?n a la comunidad costera, donde ella tambi?n viv?a. Con frecuencia el desafecto de los padres era un factor determinante. Una s?lida mitad de sus casos de ni?os desaparecidos involucraba a uno de los padres como secuestrador del chico. —No mucho todav?a —dijo Ray, mientras serpenteaban por en medio del tr?fico. Estaban a comienzos de enero y afuera hac?a fr?o, pero Keri advirti? que el sudor perlaba la cabeza calva de Ray mientras conduc?a. Parec?a nervioso por algo. Antes de que pudiera profundizar en ello, ?l continu?. —Est?n casados. Mam? trabaja en casa. Dise?a invitaciones de boda ‘artesanales’. Pap? trabaja en Silicon Beach, para una compa??a tecnol?gica. Tienen un hijo m?s peque?o, un var?n de seis a?os. Hoy est? en la guarder?a que funciona despu?s de clases. La mam? verific? y est? all?, sano y salvo. Hillman le dijo que lo dejara all? por el momento, para que su d?a siga siendo normal hasta donde sea posible. —No hay mucho que seguir —observ? Keri—. ?Est? la Unidad de Escena del Crimen en camino? —S?, Hillman los envi? al mismo tiempo que a nosotros. Puede que ya est?n all?, esperemos que procesando la bicicleta y el morral en busca de huellas. Ray pas? raudo el cruce con Jefferson Boulevard. En la distancia, Keri casi pod?a ver ahora su apartamento. M?s all? estaba el oc?ano, a solo poco menos de un kil?metro. El hogar de los Rainey estaba en una secci?n aparte de la comunidad, m?s sofisticada, sobre una gran colina con hogares multimillonarios. Estaban a menos de cinco minutos de distancia. Keri not? que Ray se hab?a quedado extra?amente en silencio. Pod?a afirmar que estaba reuniendo el coraje para decir algo. No pod?a explicar por qu?, pero lo tem?a. Ella y Ray Sands se hab?an conocido hac?a m?s de siete a?os, bastante antes de que Evie fuese raptada, cuando ella era una profesora de criminolog?a en la Universidad Loyola Marymount, y ?l era el detective local enviado como voluntario por su jefe para que hablara ante la clase de ella. Luego que Evie fuese raptada y la vida de Keri se hubo derrumbado, ?l hab?a estado all?, tanto como detective trabajando en el caso y como amigo d?ndole apoyo. Estuvo all? para ella mientras sal?a su divorcio y su carrera se deshac?a. Fue Ray quien la convenci? de unirse a la fuerza. Y cuando ella arrib? a la Divisi?n Los ?ngeles Oeste tras dos a?os como oficial patrullera, ?l se convirti? en su pareja en la Unidad de Personas Desaparecidas. En alg?n punto del recorrido, su relaci?n se hab?a vuelto m?s cercana. Quiz?s fuese en parte todo ese juego de flirteos. Quiz?s fuese el hecho de que cada uno hab?a salvado la vida del otro, cantidad de veces.Quiz?s fuese en parte simple atracci?n. Ella incluso hab?a notado que Ray, un notorio mujeriego, hab?a dejado de mencionar a otras mujeres, ni siquiera en broma. Fuese lo que fuese, en los ?ltimos meses, cada uno hab?a pasado mucho tiempo en la casa del otro despu?s del trabajo, yendo juntos a los restaurantes, llam?ndose para conversar sobre temas extralaborales. Era como si fueran una pareja en todos los aspectos, excepto uno. Nunca hab?an dado el salto final para consumar esa conexi?n. Diablos, ni siquiera se hab?an besado. ?Entonces por qu? le tengo terror a lo que creo que est? a punto de decir? Keri adoraba pasar tiempo con Ray y una parte de ella quer?a llevar las cosas al siguiente nivel. Se sent?a tan cercana al hombre que era extra?o que nada hubiese sucedido. Y a?n as?, por razones para las que no pod?a encontrar palabras, tem?a dar el siguiente paso. Y pod?a sentir que Ray estaba a punto de cruzar el umbral. —?Puedo preguntarte algo? —dijo ?l al cruzar a la izquierda desde Culver para meterse en Pershing Drive, la serpenteante v?a que llevaba a la parte m?s opulenta de Playa del Rey. —Supongo. No. No, por favor. Vas a arruinarlo todo. —Me siento m?s cerca de ti que de ninguna otra persona en el mundo —dijo suavemente—, y tengo la sensaci?n de que sientes lo mismo hacia m?. ?Estoy en lo cierto? —S?. Casi llegamos a la casa. Solo conduce un poco m?s r?pido para que pueda salir de este auto. —Pero no hemos hecho nada con respecto a eso —dijo. —Supongo que no —concedi? ella, sin saber qu? m?s decir. —Quiero cambiar eso. —Aj?. —As? que oficialmente te pido que salgamos en una cita, Keri. Me gustar?a sacarte este fin de semana. ?Te gustar?a salir a cenar conmigo? Hubo una larga pausa antes de que ella respondiera. Cuando abri? la boca, no estaba segura de lo qu? saldr?a. —No lo creo, Ray. Gracias de todos modos. Ray se qued? quieto en el asiento, con sus ojos mirando al frente, boquiabierto, sin decir palabra. Keri, igual de asombrada ante su propia respuesta, permaneci? tambi?n en silencio y luch? contra las ansias de saltar del auto en movimiento. CAP?TULO DOS Sin que mediaran m?s palabras entre ambos, giraron a la derecha para salir de Pershing Drive hacia la empinada pendiente de Rees Street, y luego a la izquierda, hacia Ridge Avenue. Keri vio el cami?n de la Unidad de Escena del Crimen delante de una gran casa en la cima de la colina. —Estoy viendo el cami?n de Escena del Crimen —dijo tontamente, solo para romper el silencio. Ray asinti? y se detuvo detuvo detr?s del mismo. Se bajaron y se dirigieron a la casa. Keri juguete? con el correaje de su pistola para as? permitir a Ray que se adelantase un poco. Pod?a sentir que ?l no estaba de humor para caminar a su lado. Al seguirlo en su camino a la puerta principal, se maravill? una vez m?s ante el tremendo espec?men f?sico que era ?l. Ray era un antiguo boxeador profesional afroamericano de cuarenta y un a?os, calvo, de uno noventa y dos de estatura, y ciento cuatro kilos. A pesar de los retos que hab?a enfrentado luego de retirarse del deporte, incluyendo un divorcio, adaptarse a un ojo de vidrio, y recibir un balazo, todav?a se ve?a como si pudiera pisar el cuadril?tero. Era musculoso mas no pesado, con una flexibilidad y una agilidad inesperada para un hombre de su tama?o. Era la raz?n por la cual era tan popular con las mujeres. Hac?a unos meses, podr?a haberse preguntado por qu? ?l estar?a con ella. Pero ?ltimamente, a pesar de acercarse a su cumplea?os n?mero treinta y seis, hab?a recobrado algo del juvenil entusiasmo que la hab?a hecho tan popular. Nunca ser?a una supermodelo. Pero desde que hab?a retomado las pr?cticas de Krav Maga y recortado el consumo de bebidas, hab?a perdido cerca de cinco kilos. Hab?a regresado al peso de cincuenta y seis, previo a su divorcio, que luc?a bastante bien para su estatura de uno sesenta y siete. Las bolsas bajo sus ojos hab?an desaparecido, y en ocasiones luc?a suelta su cabellera rubia ceniza en lugar de recogida en la acostumbrada coleta. Se sent?a bien consigo misma por estos d?as. As? que, ?por qu? hab?a dicho no a la cita? Lidia m?s tarde con tus asuntos personales, Keri. Conc?ntrate en tu trabajo. Conc?ntrate en el caso. Sac? todo pensamiento extra?o de su cabeza y mir? en derredor mientras se aproximaban a la casa, tratando de captar el mundo de los Rainey. Playa del Rey no era una urbanizaci?n grande, pero las divisiones sociales eran bastante r?gidas. All? abajo por donde Keri viv?a, en un apartamento ubicado encima de un econ?mico restaurante chino, la mayor?a de los moradores eran de la clase trabajadora. Lo mismo aplicaba, tierra adentro, en las peque?as calles residenciales de Manchester Avenue. Casi todas estaban habitadas por residentes de gigantescos complejos de apartamentos y condominios. Pero m?s cerca de la playa, y en la gran colina donde los Rainey viv?an, los hogares variaban de lo grande a lo masivo, y casi todos ten?an vistas hacia el oc?ano. Esta casa estaba a medio camino entre lo grande y lo masivo, no era realmente una mansi?n, pero era lo m?s cercano que uno pod?a conseguir sin el muro perimetral y las grandes columnas. A pesar de ello, se sent?a como un genuino hogar. La grama en el c?sped del frente estaba un poco alta y estaba regada con juguetes, incluyendo un tobog?n de pl?stico y un triciclo que en ese momento estaba de rev?s. La caminer?a que tomaron para llegar a la casa estaba cubierta de dibujos hechos con tiza de colores, a todas luces obra de un ni?o de seis a?os. Otras secciones eran m?s elaboradas, hechas por una preadolescente. Ray toc? el timbre y mir? derecho a la mirilla, rehusando ver a Keri. Ella pod?a sentir la confusi?n y la frustraci?n que emanaban de ?l y opt? por permanecer en silencio. No sab?a qu? decir en todo caso. Keri escuch? los r?pidos pasos de alguien que corr?a hacia la puerta y segundos m?s tarde esta se abri? para mostrar a una mujer al final de sus treinta. Llevaba unos c?modos pantalones y un casual pero elegante blusa. Ten?a el cabello corto, oscuro, y era atractiva de una forma agradable, accesible a las personas, que ni sus ojos humedecidos por las l?grimas pod?an ocultar. —?Sra. Rainey? —pregunt? Keri con su voz m?s tranquilizadora. —S?. ?Son ustedes los detectives? —pregunt? ella en tono de s?plica. —Lo somos —contest? Keri—. Soy Keri Locke y esta es mi pareja, Ray Sands. ?Podemos entrar? —Por supuesto. Hagan el favor. Mi marido, Tim, est? arriba reuniendo fotos de Jess. Bajar? en un minuto. ?Ya saben algo? —Todav?a no —dijo Ray—, pero veo que nuestra unidad de escena del crimen ha llegado. ?D?nde est?n? —En el garaje —est?n revisando las cosas de Jess en busca de huellas. Uno de ellos me dijo que no deb? haberlas movido del sitio donde las encontr?. Pero tem?a dejarlas en la calle. ?Qu? pasar?a si las robaban y perd?amos toda evidencia? Mientras hablaba, iba alzando la voz y sus palabras comenzaron a salir atropelladas a una velocidad desbocada. Keri pod?a asegurar que apenas pod?a mantenerse de una pieza. —Est? bien, Sra. Rainey —la tranquiliz?—. Escena del Crimen todav?a estar? en capacidad de obtener posibles huellas; m?s tarde puede mostrarnos d?nde encontr? sus cosas. Justo entonces escucharon pasos y giraron para ver a un hombre bajar los escalones con una pila de fotos. Flaco, con un nido de rebeldes cabellos de color casta?o, y gafas con una delgada montura met?lica, Tim Rainey vest?a pantalones kaki y una camisa con las puntas del cuello abotonadas. Se ve?a exactamente como Keri imaginaba que ser?a un ejecutivo de la industria tecnol?gica. —Tim —dijo su esposa—, estos son los detectives que van a ayudar a encontrar a Jess. —Gracias por venir —dijo, con una voz que era casi un susurro. Keri y Ray estrecharon su mano y ella not? que la otra mano, la que sosten?a las fotos, temblaba ligeramente. Sus ojos no estaban rojos como los de su esposa, pero su ce?o estaba fruncido al igual que todo su rostro. Parec?a un hombre abrumado por la tensi?n del momento. Keri no pod?a culparlo. Despu?s de todo, ella hab?a pasado por eso. —Por qu? no nos sentamos y nos cuentan lo que saben —dijo, advirtiendo que las rodillas de ?l parec?an a punto de fallarle. Carolyn Rainey los llev? a todos al recibidor del frente; su esposo tir? las fotos sobre una mesita y se dej? caer con pesadez en un sof?. Ella se sent? junto a ?l y puso su mano sobre la rodilla, que ahora se agitaba hacia arriba y hacia abajo con frenes?. ?l capt? el mensaje y se qued? quieto. —Caminaba para encontrarme con Jess despu?s de la escuela —comenz? a decir Carolyn—. Tenemos todos los d?as la misma rutina. Yo camino. Ella monta su bicicleta. Nos encontramos en un punto intermedio y regresamos juntas. Casi siempre hacemos contacto cerca del mismo punto, cuadra m?s cuadra menos. La rodilla de Tim Rainey comenz? a rebotar de nuevo y ella le dio una suave palmada para recordarle que se controlara. Una vez m?s, ?l se aquiet?. Ella prosigui?. —Comenc? a preocuparme cuando llevaba cubiertas las dos terceras partes del camino a la escuela y no la hab?a visto. Eso solo ha pasado antes dos veces. Una vez debido a que olvid? un libro de texto en su casillero y tuvo que regresar. En la otra ocasi?n ten?a un fuerte dolor de est?mago. En ambas oportunidades me llam? para hacerme saber qu? estaba pasando. —Siento interrumpir —dijo Ray—, pero, ?puede darme su n?mero de celular? Podr?amos ser capaces de rastrearlo. —Pens? primero en eso. De hecho, la llam? tan pronto vi sus cosas. Comenz? a repicar de inmediato. Lo hall? bajo el mismo arbusto donde estaba metido su morral. —?Lo tiene ahora? —pregunt? Keri— Todav?a podr?a haber en ?l datos valiosos que reunir. —La gente de escena del crimen lo est? empolvando tambi?n. —Eso est? bien —dijo Keri—. Lo miraremos cuando hayan terminado. Procedamos con varias preguntas b?sicas si no les importa. —Por supuesto —dijo Carolyn Rainey. —?Ha mencionado Jessica recientemente algo acerca de tener una discusi?n con un amigo? —No. Ella reci?n cambi? el objeto de su enamoramiento. La escuela comenz? de nuevo apenas esta semana, tras el receso de invierno, y dijo que el tiempo de descanso le hab?a hecho ver las cosas de manera diferente. Pero ya que el primer muchacho nunca supo siquiera que a ella le gustaba, no creo que eso importe. —Con todo, si pudiera escribir ambos nombres, ser?a de ayuda —dijo Ray—. ?Alguna vez mencion? haber visto a personas inusuales, ya fuese en la escuela, en el camino hasta all?, o en casa? Los Rainey menearon sus cabezas. —?Puedo? —pregunt? Keri, se?alando las fotos sobre la mesa. Carolyn asinti?. Keri tom? la pila y comenz? verlas una tras otra. Jessica Rainey era una chica de doce a?os de una apariencia perfectamente normal, con una gran sonrisa, los chispeantes ojos de su madre, y el salvaje cabello casta?o de su padre. —Vamos a seguir cada posible pista —les asegur? Ray—, pero no quiero que lleguen a conclusiones apresuradas. A?n hay oportunidad de que esto sea alguna especie de malentendido. No hemos tenido un reporte de ni?os raptados en esta comunidad en casi tres a?os, as? que no queremos asumir nada en este punto. —Aprecio esto —dijo Carolyn Rainey— pero Jess no es la clase de chica que escapa para ir donde un amigo y deja todas sus cosas tiradas a un lado de la calle. Y ella nunca estar?a dispuesta a separarse de su tel?fono. Simplemente esa no es ella. Ray no respondi?. Keri sab?a que ?l se hab?a sentido obligado a sugerir otras posibilidades. Y por lo general, estaba menos inclinado que Keri a aceptar la teor?a del secuestro. Pero incluso ?l ten?a problemas en dar razones leg?timas para el hecho de que Jessica abandonara todas sus cosas. —?Est? bien si tomamos unas pocas de estas fotos? —pregunt?, rompiendo el inc?modo silencio— Queremos hacerlas circular entre las polic?as. —Por supuesto. T?menlas todas si quieren —dijo Carolyn. —No todas —dijo Tim, sacando una de la pila. Era la primera vez que hablaba desde que se sentaron—. Me gustar?a conservar esta, si pueden arregl?rselas sin ella. Era una foto de Jessica en el bosque, vestida para ir de caminata, llevando en la espalda una mochila demasiado grande en verdad para ella. Su cara estaba embadurnada con lo que parec?a pintura de guerra y llevaba una bandana arcoiris atada en su cabeza. Sonre?a feliz. No ser?a de mucha ayuda para prop?sitos de identificaci?n. Y aunque as? fuese, Keri pod?a asegurar que la misma era muy especial para ?l. —Cons?rvela. Tenemos m?s que suficiente —dijo con suavidad antes de entrar en materia—. Ahora bien, hay unas cosas que vamos a necesitar de ustedes, y todo ello en el debido orden. Quiz?s quieran ponerlo por escrito. En situaciones como esta, el tiempo es crucial, as? que puede que tengamos que hacer uso de todo lo que crean saber. ?Les parece bien eso? Ambos asintieron. —Bien —dijo, antes de comenzar—, esto es lo que sigue. Sra. Rainey, vamos a necesitar que nos muestre la ruta que tom? para encontrarse con su hija, y la ruta acostumbrada de ella desde ese punto hasta la escuela. Vamos a querer examinar su habitaci?n, incluyendo cualquier computadora o tableta que pudiera tener. Y como mencion?, tambi?n miraremos su tel?fono cuando los forenses hayan terminado con ?l. —Okey —dijo la Sra. Rainey, anot?ndolo todo mientras Keri continuaba. —Necesitaremos la informaci?n de contacto de cada amigo que le venga a la mente, o de cualquier chico con el que ella pudiera haber tenido problemas durante el a?o pasado. Necesitaremos el n?mero del director. Podemos conseguir en la escuela la informaci?n de contacto del maestro y del orientador, pero si ya la tienen, eso ser?a muy bueno. —Podemos darle todo eso —prometi? Carolyn. —Tambi?n necesitaremos los nombres y n?meros de los tutores y entrenadores que tiene —a?adi? Ray—, al igual que los nombres de los muchachos con los que estaba encaprichada. La Detective Locke y yo nos dividiremos para maximizar el uso del tiempo. Keri le mir?. Su voz sonaba completamente normal, pero pod?a asegurar que era m?s que una simple diligencia profesional en el trabajo. No te lo tomes como algo personal. Es una buena idea. —S? —convino—. ?Por qu? la Sra. Rainey y yo no caminamos la ruta a la escuela antes de que oscurezca demasiado? En esta ?poca del a?o, el sol se estar? ocultando en menos de una hora. Puede darme esos n?meros de contacto en el camino. —Y usted Sr. Rainey —dijo Ray—, puede mostrarme la habitaci?n de Jessica. Despu?s de eso, le recomiendo que vaya a buscar a su hijo. ?Cu?l es su nombre? —Nathaniel. Nate. —Okey, bueno, Escena del Crimen se habr? ido para cuando regrese, as? que no habr? mucha gente por all?. Va a querer mantener las cosas lo m?s normal posible para ?l. De esa forma, si necesitamos hacerle unas preguntas, no se cerrar?. Tim Rainey asinti? autom?ticamente, como si acabara de recordar que tambi?n ten?a un hijo. Ray continu?. —Cuando vaya, me dirigir? a la escuela para hablar con la gente de all?. Chequearemos tambi?n para ver si hay alg?n v?deo que pueda ser ?til. Sra. Rainey, me encontrar? con usted y la Detective Locke en la escuela y la traer? de vuelta a su casa. —?Van a activar un Alerta ?mbar? —pregunt? Carolyn Rainey, refiri?ndose a los avisos de secuestro dirigidos al p?blico en general. —Todav?a no —dijo Ray—. Es muy posible que hagamos eso pronto, pero no hasta que tengamos m?s informaci?n que compartir. No sabemos todav?a lo suficiente. —Pong?monos en marcha —dijo Keri—. Mientras m?s r?pido tachemos todas estas tareas, m?s clara ser? la imagen que tendremos de lo que pudo haber sucedido. Todos se pusieron de pie. Carolyn Rainey tom? su bolso y los condujo a la puerta principal. —Te har? saber si averiguamos algo —le dijo a su marido al tiempo que lo besaba en la mejilla. ?l asinti?, para luego atraerla hacia s? y estrecharla en un largo y fuerte abrazo. Keri ech? un vistazo a Ray, que estaba observando a la pareja. En contra de su voluntad, ?l la mir?. Ella pudo ver todav?a el dolor en sus ojos. —Te llamar? cuando lleguemos a la escuela —Keri le dijo en voz baja a Ray. Este asinti? sin palabras. Ella se sinti? tocada por su frialdad, pero lo entendi?. ?l se hab?a abierto y hab?a tomado un gran riesgo. Y ella lo hab?a rechazado sin explicaciones. Era quiz?s bueno que ambos tuvieran algo de espacio por un rato. Cuando las dos mujeres salieron a la calle y comenzaron a alejarse caminando de la casa, un pensamiento reverber? en su cabeza. Lo he arruinado por completo. CAP?TULO TRES Noventa minutos despu?s, de regreso a su escritorio, Keri dej? salir un suspiro de profunda frustraci?n. La mayor parte de la ?ltima hora y media hab?a sido infructuosa. No hab?an hallado nada inusual en la caminata a la escuela y no se toparon con evidentes se?ales de lucha. No hab?a inusuales marcas de llantas cerca del sitio donde la Sra. Rainey hab?a encontrado las cosas de Jessica. Keri se hab?a detenido ante cada casa cercana para determinar si algunos de los residentes ten?an c?maras que vieran hacia la calle, y que pudieran ser de utilidad. Ninguno las ten?a. Cuando llegaron a la escuela, Ray ya estaba all? hablando con el director, quien prometi? enviar un correo-e con car?cter de urgencia a todos los padres de los alumnos solicitando cualquier informaci?n que pudiesen tener. El oficial de seguridad ten?a todos los v?deos de vigilancia del d?a en cola, as? que Keri le sugiri? a Ray que se quedara y los viera mientras ella llevaba a la Sra. Rainey a su casa, y despu?s regresaba a la oficina para llamar a todas las posibles pistas. A Carolyn Rainey debi? simplemente haberle parecido que eran dos compa?eros reparti?ndose eficientemente las tareas. Y hasta cierto punto, as? era. Pero el pensamiento de ir inc?moda en el asiento de pasajero, mientras Ray conduc?a de regreso a la Divisi?n Los ?ngeles Oeste, era algo para lo que ahora mismo no estaba dispuesta. As? que en en lugar de ello, abordaron un Lyft de regreso a la casa de los Rainey y Keri continu? desde all? hasta la estaci?n, donde hab?a pasado la ?ltima media hora llamando a todos los amigos y compa?eros de clase de Jessica. Ninguno ten?a nada inusual que compartir. Tres amigos la recordaban y?ndose de la escuela en su bici, y despidi?ndose de ellos mientras sal?a del estacionamiento. Todo parec?a estar bien. Llam? a los dos chicos con los que Jessica se hab?a encaprichado en las ?ltimas semanas y aunque ambos sab?an qui?n era, ninguno parec?a conocerla bien o siquiera estar al tanto de lo que ella sent?a. Keri no se extra?? por eso. Recordaba cuando ten?a esa edad, y llenaba cuadernos enteros con los nombres de los chicos que le gustaban, sin siquiera llegar a hablar con ellos. Habl? con, o dej? mensajes a todos los maestros de Jessica, su entrenador de softball, su tutor de matem?ticas, e incluso el responsable del grupo de vigilancia nocturna del vecindario. Ninguno de los que contact? sab?a algo. Llam? a Ray, que contest? al primer repique. —Sands. —No tengo nada aqu? —dijo, decidida a concentrarse en el asunto presente—. Nadie vio nada fuera de lo ordinario. Sus amigos dicen que todo parec?a estar bien cuando dej? la escuela. Todav?a estoy esperando algunas llamadas, pero no soy optimista. ?Te est? yendo mejor? —Hasta ahora no. El alcance de la c?mara de v?deo solo se extiende hasta el final de la cuadra donde est? la escuela, en ambas direcciones. Puedo verla dici?ndole adios a su amigos, como lo has descrito, y luego salir pedaleando. Nada sucede mientras est? visible. Le he pedido al guardia que junte los v?deos de principios de semana para ver si hubo alguien merodeando en d?as previos. Podr?a llevar tiempo. Impl?cita estaba en la ?ltima frase la presunci?n de que no regresar?a pronto a la estaci?n. Ella simul? no notarlo. —Creo que debemos activar el Alerta ?mbar —dijo—. Son ahora las seis p.m. Han pasado tres horas desde que su mam? llam? al nueve-uno-uno. No tenemos evidencia alguna que sugiera que esto es otra cosa que no sea un secuestro. Si fue llevada justo despu?s de la escuela, entre las dos cuarenta y cinco y las tres p.m., podr?a ahora estar tan lejos como Palm Springs o San Diego. Necesitamos conseguir tantos ojos sobre esto como sea posible. —De acuerdo —dijo Ray—. ?Puedes manejar eso para que yo pueda quedarme a revisar estos v?deos? —Por supuesto. ?Vuelves despu?s a la estaci?n? —No lo s? —respondi? sin ser terminante—. Depende de lo que averig?e. —Okey, bueno, mantenme informada —dijo. —Lo har? —replic?, y colg? sin decir adios. Keri se orden? a s? misma no ponerle atenci?n a ese desaire, y se concentr? en preparar el Alerta ?mbar y sacarlo. Cuando estaba terminando, vio a su jefe, el Teniente Cole Hillman, caminando hacia su oficina. Vest?a su acostumbrado uniforme de pantalones casuales, chaqueta deportiva, corbata floja, y camisa de manga corta que no pod?a mantener bajo la pretina debido a su amplia circunferencia. Ten?a un poco m?s de cincuenta, pero el trabajo lo hab?a avejentado tanto que hab?a profundas l?neas en su frente y en las esquinas de sus ojos. Su cabello entrecano luc?a m?s blanco por estos d?as. Pens? que iba a pasar por su escritorio para pedirle una actualizaci?n de estatus pero ni siquiera mir? en su direcci?n. Eso estaba bien para ella, ya que quer?a verificar con la gente de Escena del Crimen para ver si hab?an encontrado huellas. Luego de emitir el Alerta ?mbar, Keri camin? por la estaci?n, inusualmente silenciosa a esa hora de la noche, y se fue por el corredor. Toc? la puerta de la Unidad de Escena del Crimen y asom? su cabeza sin esperar a que le dieran permiso. —?Algo de suerte con el caso de Jessica Rainey? La secretaria, una veintea?era de cabello oscuro y gafas, alz? la mirada de la revista que estaba leyendo. Keri no la conoc?a. El empleo de secretaria en Escena del Crimen era de mucho desgaste y ten?a una alta rotaci?n. Tecle? el nombre en la base de datos. —Nada en el morral ni en la bici —dijo la chica—. Todav?a est?n verificando unas pocas huellas del tel?fono, pero por la manera de hablar, no sonaba prometedor. —?Puedes por favor decirles que avisen a la Detective Keri Locke tan pronto hayan terminado, sin importar el resultado? Aunque no haya huellas de utilidad, necesito revisar ese tel?fono. —Lo har?, Detective —dijo, enterrando de nuevo su nariz en la revista, antes incluso de que Keri cerrara la puerta. De pie, a solas en el silencioso corredor, Keri respir? hondo y se dio cuenta que no le quedaba nada m?s que hacer. Ray estaba revisando los v?deos de vigilancia de la escuela. Ella hab?a sacado el Alerta ?mbar. El informe de los forenses estaba pendiente y ella no pod?a ver el tel?fono de Jessica mientras ellos no hubieran terminado. Ya hab?a hablado o estaba esperando la llamada de todos los que hab?a llamado. Se recost? de la pared y cerr? sus ojos, permitiendo que su cerebro se relajara por primera vez en horas. Pero tan pronto lo hizo, pensamientos indeseables la inundaron. Vio la imagen del rostro de Ray, herido y confundido. Vio una van negra con su hija adentro doblando una esquina para internarse en la oscuridad. Vio los ojos del Coleccionista mientras exprim?a su cuello, mientras le arrancaba la vida al hombre que hab?a secuestrado a su hija hac?a m?s de cinco a?os, aun cuando agonizaba por una herida en la cabeza. Vio el borroso v?deo de un hombre conocido solamente como el Viudo Negro mientras disparaba a la cabeza a otro hombre, sacaba a Evie de la van de esa persona, y la introduc?a en la cajuela de su propio auto antes de desaparecer para siempre. Sus ojos se abrieron y vio que se hallaba de cara a la sala de evidencias. Hab?a estado all? muchas veces en las pasadas semanas, examinando fotos del apartamento de Brian “El Coleccionista” Wickwire. La verdadera evidencia era retenida por la Divisi?n Centro, pues el apartamento estaba en su jurisdicci?n. Hab?an consentido en dejar que el fot?grafo policial de Los ?ngeles Oeste tomara fotos de todo, siempre y cuando estas permanecieran en la sala de evidencias. Habiendo matado al hombre, Keri no estaba en posici?n de discutir con ellos. Pero no hab?a repasado las fotos en varios d?as y ahora algo sobre ellas la estaba devorando. Era una comez?n en el borde de su cerebro que no pod?a rascarse, alguna clase de conexi?n que ella sab?a se ocultaba m?s all? de su consciencia. Entr? a la sala. Al secretario de evidencias no le sorprendi? verla, y extendi? la hoja para firmar hacia ella sin decir palabra. Ella se registr?, luego fue derecho a la hilera con la caja de fotos. No necesitaba los datos de referencia porque sab?a exactamente en qu? hilera y anaquel estaba. Tom? la caja del anaquel y carg? con la misma hasta una de las mesas en la parte de atr?s. Se sent?, encendi? la l?mpara del escritorio, y despleg? todas las fotos delante de ella. Las hab?a mirado con anterioridad docenas de veces. Cada libro propiedad de Wickwire fue catalogado y fotografiado, al igual que cada pieza de ropa, y cada objeto de los estantes de su cocina. Se cre?a que este hombre estaba implicado en el secuestro y venta de al menos cincuenta ni?os a lo largo de los a?os, y los detectives de la Divisi?n Centro no hab?an dejado ninguna piedra sin voltear. Pero Keri sent?a que lo que estaba molest?ndola no estaba en ninguna de esas fotos que hab?a estudiado previamente. Era algo que solo hab?a registrado antes al pasar. Algo hab?a estado rondando su mente cuando estuvo parada en el corredor minutos antes, dejando que todos esos recuerdos dolorosos la cubireran. ?Qu? es eso? ?Cu?l es la conexi?n que est?s tratando de hacer? Y entonces lo vio. En el fondo de una fotograf?a del escritorio del Coleccionista hab?a una serie de fotos de naturaleza. Todas eran im?genes de 5 x 7 alineadas en una fila. Hab?a una rana sobre una roca. Al lado la imagen de una liebre con sus aguzadas orejas. Y la siguiente era de un castor trabajando en una presa. Un carpintero estaba picoteando. Un salm?n hab?a sido captado al saltar de una corriente. Y le segu?a la imagen de una ara?a sobre un pedazo de tierra —una viuda negra. Viuda negra. Viudo negro. ?Hay algo all?? Podr?a ser solo una coincidencia. Obviamente los detectives de Centro no pensaron mucho en las fotos, puesto que ni siquiera las catalogaron como evidencia. Pero Keri sab?a que al Coleccionista le gustaba mantener registros codificados. De hecho, as? fue como ella encontr? las direcciones donde Evie y muchos otros secuestrados eran retenidos. El Coleccionista las hab?a ocultado a la vista de todos, con un c?digo alfanum?rico, en un lote de aparentemente inocuas tarjetas postales, guardado en un caj?n del escritorio. Keri sab?a que el Coleccionista y el Viudo Negro compart?an una conexi?n: ambos hab?an sido contratados en alg?n momento por el abogado Jackson Cave. ?Se cruzaron sus caminos en alg?n punto, quiz?s en un trabajo? ?Era esta la forma como Wickwire manten?a la informaci?n de contacto de un colega de malandanzas por contrato, en caso de que alguna vez necesitaran hacer equipo? Keri sinti? que la arropaba una certeza, una que normalmente solo ven?a cuando ella descubr?a la pista crucial en un caso. Estaba segura de que si pudiera acceder a esa foto, encontrar?a algo ?til en ella. El ?nico problema es que eso estaba en el apartamento de Brian Wickwire, todav?a acordonado por la polic?a de Centro. La ?ltima vez que trat? de entrar, hac?a dos semanas, hab?a cinta de escena del crimen alrededor de ella y dos polic?as estacionados enfrente del edificio para ahuyentar a cualquier fisg?n. Keri estaba empezando a considerar c?mo podr?a superar ese reto cuando su tel?fono son?. Era Ray. —Hola —dijo vacilante. —?Puedes regresar a la casa de los Rainey ahora mismo? —pregunt?, salt?ndose los saludos. —Por supuesto. ?Qu? pasa? —Acaban de recibir una nota de rescate. CAP?TULO CUATRO Viente ansiosos minutos despu?s, Keri se detuvo ante la casa de los Rainey. Una vez m?s, el cami?n de Escena del Crimen ya estaba en el frente. Toc? a la puerta. Ray la abri? casi de inmediato y pudo afirmar, por la mirada que vio en su rostro, que la situaci?n era siniestra. Mir? por encima de su hombro y vio a los Rainey sentados juntos en el sof?. Ella estaba sollozando. ?l se ve?a anonadado. —Me alegra que est?s aqu? —dijo Ray con sinceridad—. He estado aqu? cinco minutos, pero se me est? haciendo dif?cil evitar que ambos pierdan el control. —?Hay un reloj en la nota? —pregunt? Keri en voz queda mientras pasaba adentro. —S?. El sujeto quiere que la transferencia se haga a la medianoche. Est? pidiendo cien grandes. —Jes?s. —Eso no es lo peor —dijo Ray—. Tienes que leer la carta. Es…extra?a. Keri pas? a la habitaci?n. Un investigador de Escena del Crimen estaba empolvando lo que se ve?a como un sobre de FedEx. Ella mir? a Ray, y este asinti?. —De locos, ?eh? —dijo—. Nunca antes he o?do hablar de una nota de rescate que venga v?a FedEx. Es del mismo d?a. Ya le di el n?mero de rastreo a Edgerton. Dice que fue enviada desde una localizaci?n en El Segundo. El sello de la hora era una y cincuenta y ocho p.m. —Pero eso fue antes de que Jessica fuera llevada —dijo Keri. —Exactamente. El secuestrador debe haberla enviado antes de apoderarse de ella —todo un descaro. Su?rez se dirige ahora hacia all? para ver si hay alg?n posible v?deo del lugar. —Suena bien —dijo Keri mientras se encaminaba hacia el recibidor donde los Rainey estaban sentados. La tranquilizaba que algunos de los mejores estaban en el grupo. El Detective Kevin Edgerton era un prodigio en tecnolog?a, y el Detective Manny Su?rez era un experimentado sabueso. Nada se les escapar?a. —Hola —dijo suavemente, y los Rainey levantaron la vista hacia ella. Los ojos de Carolyn estaban hinchados y rojos, pero sin l?grimas. Tim estaba de un p?lido fantasmal, y su semblante se ve?a severo y tenso. —Hola, Detective —logr? susurrar Carolyn. —?Puedo ver la carta? —pregunt?, mirando la hoja de papel sobre la mesita. Ya estaba metida en un sobre transparente de evidencia. Asintieron sin decir palabra. Ella se acerc? para verla mejor. Antes de leer el contenido, pudo asegurar que la carta no hab?a sido impresa usando una computadora. Hab?a sido mecanografiada usando una hoja tama?o carta. Eso de inmediato la preocup?. Cada impresora de computadora ten?a su propia e identificable firma, representada por un patr?n de puntos no reconocibles para el ojo humano. Los puntos se imprimen con un c?digo a lo largo del texto del documento y suministran la marca, el modelo, e incluso el serial de la impresora usada. Si la persona que mecanografi? esta carta sab?a lo suficiente sobre una impresora de computadora, ello suger?a que probablemente no era un aficionado. La carta misma era igualmente problem?tica. Dec?a: Su hija tiene un esp?ritu oscuro. El esp?ritu debe ser podado para que en su lugar crezca una ni?a saludable. Eso destruir? el cuerpo de la ni?a, pero salvar? su alma. Es triste, pero debe ser hecho. El deseo del creador de la casa caliente lo exige. Puedo liberar a esta ni?a del esp?ritu con mis santas tijeras, el mecanismo del Se?or. Los demonios dentro de ella deben ser sacados de ra?z. Sin embargo, si prometen redimirla ustedes mismos a trav?s de la purificaci?n por derramamiento de sangre como ?l ha ordenado, se las regresar? para el procedimiento. Pero deben compensarme por mi sacrificio. Exijo $100.000 en un ?nico pago. Debe ser en efectivo, que no pueda ser rastreado. No involucren a las autoridades, los asquerosos traficantes de la sordida miseria en este mundo. Si lo hacen, regresar? a la ni?a a la tierra de donde vino. Emplear? la maquinaria del Se?or para esparcir su restos goteantes entre las corrompidas ciza?as de la ciudad. He dado pruebas de que soy sincero en mis demandas. Medianoche. Solo el padre. Porque solo los padres salvar?n a este mundo de la impureza. Chace Park. El puente junto al agua. $100.000. Medianoche. Solo. La carne de tu carne depende de tu s?plica. Keri mir? a Ray. Hab?a tanto que procesar que por el momento opt? por hacer a un lado la mayor parte y concentrarse en los elementos m?s di?fanos de la carta. —?Qu? quiere decir acerca de dar pruebas? —le pregunt?. —En el paquete ven?an tambi?n varios mechones de pelo metidos en una bolsita —contest?—. Les estamos haciendo pruebas para ver si hay coincidencia. —Bien, es mucho lo que hay que examinar en esta cosa —dijo Keri, dirigi?ndose a los Rainey—. Pero por ahora concentr?monos en la parte no psicol?gica. Primero que nada, tomaron la decisi?n correcta al llamarnos. Los padres que siguen las instrucciones de no contactar a las autoridades por lo general tienen los peores desenlaces. —No quer?a llamarlos —admiti? Tim Rainey—, pero Carrie insisti?. —Bueno, nos alegra que lo hicieran —reiter? Keri, luego volvi?ndose a Ray—. ?Les has hablado acerca del dinero? —Justo ibamos a hacerlo cuando llegaste —dijo, para entonces dirigir su atenci?n a los Rainey—. No es mala idea que aseguren el dinero, incluso si esperamos no tener que entregarlo. Nos da m?s opciones. ?Han pensado en c?mo podr?an conseguirlo? —Tenemos el dinero —dijo Tim Rainey—, pero no en efectivo. Llam? a nuestro banco para hablar sobre transferir hacia all? algunas acciones y bonos. Dijeron que era dif?cil hacer ese tipo de transacci?n fuera del horario, e imposible sin avisar con suficiente antelaci?n. —He contactado a nuestros administradores de fondos y dicen lo mismo —a?adi? Carolyn Rainey—. Podr?an estar en capacidad de conseguirlo para ma?ana bien temprano, pero no para medianoche y no en efectivo. Keri se volvi? a Ray. —Es extra?o que hiciera llegar la carta tan tarde —dijo—. Ten?a que saber que ser?a casi imposible conseguir a tiempo el dinero. ?Por qu? lo hizo tan dif?cil? —Este sujeto suena como un deficiente mental —observ? Ray— Quiz?s no est? al tanto del reto que esto supone en t?rminos de tiempo para las instituciones financieras. —Hay otra opci?n —interrumpi? Tim Rainey. —?Cu?l es? —pregunt? Ray. —Trabajo para Venergy, la nueva plataforma m?vil de juego basada en Playa Vista. Trabajo directamente para Gary Rosterman, el hombre que dirige la compa??a. Es realmente rico y simpatiza conmigo. Adem?s Jessica y su hija fueron a la misma escuela Montessori hasta el a?o pasado. Son amigas. S? que el tiene efectivo a la mano. Puede que ?l me respalde. —Ll?melo —dijo Ray—, pero si acepta, p?dale que sea discreto. Rainey asinti? con energ?a. Lo sombr?o de su semblante se desvaneci? un poco. Parec?a vivamente animado por una renovada esperanza. O quiz?s era solo que ten?a algo en lo que enfocar su atenci?n. Mientras digitaba el n?mero, Ray se volvi? hacia Keri e hizo un gesto para que ambos se apartaran de los Rainey. Cuando estuvieron fuera del alcance de sus o?dos, susurr?: —Creo que debemos llevar la carta a la estaci?n. Necesitamos a toda la unidad volcada en esto, conocer sus ideas sobre lo que significa, quiz?s traer a un psic?logo. Debemos verificar si recientemente ha habido casos similares en la zona. —De acuerdo —dijo Keri—, tambi?n quiero filtrar la carta a trav?s de la base de datos federal para ver si coincide con cualquier otra. Qui?n sabe qu? encontraremos. Tengo un mal presentimiento con respecto a este. —?Peor de lo acostumbrado? ?Por qu?? Keri expuso su preocupaci?n acerca de que hubiese mecanografiado la carta en lugar de emplear una computadora. Eso encontr? eco en Ray. —Sea que est? loco o loco como un zorro, parece un profesional —dijo. Tim Rainey finaliz? su llamada y se vovi? haica ellos. —Gary dijo que lo har? —anunci?—. Dijo que puedo tener el dinero en la mano en unas tres horas. —Eso es grandioso —dijo Ray—. Enviaremos a alguien a que lo recoja cuando est? listo. No quiero a un civil transportando esa clase de dinero si podemos evitarlo. —Ahora vamos de regreso a la estaci?n —les dijo Keri. Viendo la s?bita ansiedad en sus caras, a?adi? con rapidez—. Vamos a dejar aqu? con ustedes a dos oficiales uniformados, como precauci?n. Ellos pueden contactarnos en cualquier momento. —Pero, ?por qu? se van? —pregunt? Carolyn Rainey. —Queremos correr la nota de rescate en nuestras bases de datos y hablar con algunos expertos. Vamos involucrar en el caso a toda la Unidad de Personas Desaparecidas. Pero les prometo que volveremos en unas pocas horas. Revisaremos con ustedes todo el plan para la cita del parque, y les explicaremos exactamente qu? estamos haciendo. Tan pronto como nos vayamos, voy a llamar para que coloquen vigilancia ahora mismo. Todo estar? en su lugar con bastante antelaci?n a la cita. Estamos en esto. Carolyn Rainey se levant? y la sorprendi? d?ndole un fuerte abrazo. Hizo lo mismo con Ray. Tim Rainey inclin? la cabeza cortesmente a ambos. Keri estaba segura de que el breve par?ntesis en medio de su angustia se hab?a desvanecido y de nuevo se hallaba inmerso en su permanente estado de crisis. Comprend?a la posici?n de ?l mejor que ning?n otro y sab?a que tratar de hablar con ?l era un desperdicio de tiempo. Su hija estaba perdida. ?l estaba enloqueciendo. Solo que lo hac?a de una manera m?s silenciosa que la mayor?a. Mientras se marchaban, Ray musit? por lo bajo: —Ser? mejor que la encontremos r?pido. Si no lo hacemos, me preocupa que su pap? sufra un ataque. Keri quer?a discrepar, pero no pod?a. Si ella hubiera recibido una carta como esa cuando Evie fue raptada, podr?a haber perdido la cordura literalmente. Pero los Rainey ten?an algo a favor, aunque no lo supieran. Ten?an a Keri. —Entonces encontremosla r?pido —dijo. CAP?TULO CINCO —Se los estoy diciendo, es solo una tapadera —grit? indignado el Detective Frank Brody—. Toda esa ch?chara sobre el Se?or y los mecanismos es solo para despistarnos. ?Este tipo es un estafador, nada m?s y nada menos! La sala de conferencias de la estaci?n era una masa de voces ruidosas y col?ricas y estaba empezando a molestar a Keri. Sent?a la tentaci?n de gritarles a todos que se callaran, pero la dolorosa experiencia le hab?a ense?ado que algunas de estas personas necesitaban desgastarse antes de que algo ?til pudiera ser logrado. Brody, un veterano de la unidad de la vieja escuela, a menos de un mes de su retiro, estaba convencido de que la carta era una farsa. Como de costumbre, ten?a algo de salsa en su camisa, a la que, metida bajo la pretina, le faltaba un bot?n, lo que dejaba expuesta su gran barriga. Como de costumbre, pensaba Keri, mostraba mayor inter?s en ser ruidoso que en estar acertado. —T? qu? sabes —le increp? a su vez la Oficial Jamie Castillo—. Solo quieres tener raz?n porque eso hace el caso m?s f?cil de comprender. Castillo no era todav?a detective, pero debido a su competencia y entusiasmo, se hab?a convertido, en la pr?ctica, en un miembro junior de la unidad, casi siempre asignada a los casos. Y a pesar de su estatus de junior, no era una fr?gil florecilla. Ahora mismo, sus ojos oscuros chispeaban y su cabello negro, recogido hacia atr?s en una cola de caballo, se bamboleaba hacia arriba y hacia abajo siguiendo la animaci?n de sus r?plicas. Sus brazos musculosos y su constituci?n atl?tica estaban tensos debido a la frustraci?n. —Ninguno de nosotros es experto en esta clase de cosas —insisti? el Detective Kevin Edgerton—. Necesitamos traer al psic?logo policial. A Keri no la sorprend?a que Edgerton quisiese seguir esa ruta. Alto y delgado, con los cabellos casta?os siempre revueltos, era un genio de las computadoras que sab?a los detalles y secretos de cada cosa, desde un tel?fono inteligente a una red de servidores. Pero sin haber llegado a los treinta a?os, no siempre confiaba en sus instintos cuando se trataba de cosas con soluciones menos claras y precisas. Era parte de su naturaleza inclinarse ante la experticia, si ella estaba disponible. El problema era que Keri no cre?a que un psic?logo policial tendr?a una mejor percepci?n de la carta que el resto de ellos. Cualquier conclusi?n a la que llegara solo ser?a una conjetura. Si ese era el caso, ella confiaba en sus propias conjeturas m?s que en las de otros. El Teniente Hillman levant? sus manos para pedir calma y silencio. Para sorpresa de Keri, todos obedecieron. —Envi? una copia de la carta a la casa del Dr. Feeney. ?l ahora la est? viendo. Probablemente pronto tengamos una respuesta. Mientras tanto, ?alguna otra reflexi?n, Sands? Ray hab?a estado sentado en silencio, pas?ndose la mano por la coronilla de su calva, escuch?ndolo todo. Desde su ?ngulo, Keri pod?a ver con claridad el reflejo de las luces de la estaci?n en el ojo de vidrio izquierdo, que hab?a reemplazado el que hab?a perdido boxeando. ?l levant? la vista y ella pudo asegurar cu?l era su posici?n antes de que siquiera hablase. —Me inclino a estar de acuerdo con Frank. La carta es tan fuera de lote que es dif?cil de creer. Todo es tan exagerado. Excepto la parte acerca de querer el dinero y ad?nde llevarlo. Esa secci?n es completamente directa; bastante conveniente, si me lo preguntan. Con todo... —?Qu?? —pregunt? Hillman. —Bueno, no estoy seguro de si esto hace alguna diferencia. Sabemos muy poco y no tenemos mucho tiempo. Sin importar si es un sic?pata o un estafador, en pocas horas hay una cita con ?l para una entrega. —No s? si puedo coincidir —dijo finalmente Keri. No le gustaba contradecir en p?blico a su pareja bajo cualquier circunstancia, y menos ahora c?mo estaban las cosas entre ellos. Pero no se trataba de ello ese momento. Se trataba del trabajo y de encontrar a esta ni?a. Keri nunca antes se hab?a mordido la lengua con respecto a un caso, y no iba a empezar ahora, sin importar las cosecuencias personales. —Miren, no tengo certeza de si este sujeto es un falso o lo que dice lo dice de verdad. Pero creo que importa lo que es cierto. Si est? simulando ser alguna clase de fan?tico religioso, y hace todo esto por dinero, lo prefiero. Porque entonces esto es una transacci?n para ?l y no algo personal. Y ese escenario es mucho m?s predecible. Significa que es m?s probable que aparezca. Y que es m?s que una prioridad para ?l mantener viva a Jessica. —Pero no lo crees —dijo Ray, probando que la conoc?a tanto como ella lo conoc?a a ?l. —Soy esc?ptica. Creo que es posible que la parte del dinero fue directa porque ?l no cre?a realmente en ello, y solo estaba diciendo lo que se supone debe ir en una nota de rescate. ?Qu? pasa si esa es la parte falsa y la real es toda la parte loca? Lo que quiero decir es que el contraste entre ambas secciones es tan dram?tico como rid?culo. El lenguaje ‘sobrecalentado’ es donde parece estar su pasi?n. —Parece estar —interrumpi? Brody. Keri se record? a s? misma mantener la serenidad. El pre-jubilado la estaba hostigando, esperando sacarla de sus casillas para hacer su argumentaci?n menos cre?ble. Asinti? de manera cort?s y prosigui?. —S?, Frank, parece estar. No pretendo saber todo con certeza. Pero todo este discurso de liberarla de su propio esp?ritu maligno, de la maquinaria del Se?or, es bastante detallado, como si hubiera desarrollado alguna especie de liturgia personal para reflejar su propia y deformada religi?n —una donde ?l tiene el control, como si fuera el Papa de su fe demencial. Y si esto es cierto, tenemos un problema mucho m?s grande. —?C?mo as?? —pregunt? Edgerton. —Porque si todo esto es verdaderamente acerca de limpiar esp?ritus y agradar a su deidad, entonces a ?l en realidad no le interesa el dinero. Podr?a ser solo una forma de justificar ante s? mismo el secuestro, en t?rminos sociales. ?l se dice a s? mismo que es por dinero para poder funcionar con alguna especie de normalidad. Pero muy en el fondo, ?l sabe que es solo una excusa, que la verdadera raz?n por la que se la llev? es m?s profunda y oscura. —As? que, Locke —dijo Hillman—, ?est?s sugiriendo que este sujeto libra una lucha interna y que el dinero es solo una forma de esconderse a s? mismo lo que realmente quiere hacerle a la ni?a? —Quiz?s. —Me parece mucha conjetura —dijo—. Aparte del lenguaje que emple?, ?qu? tienes para apoyar tu teor?a? —No es solo el lenguaje, Teniente. El solo hecho de que haya ofrecido regresarla, para permitir que su propio padre la purificara, sugiere que podr?a estar tratando de luchar con esta cosa, que est? tratando de encontrar una ‘salida’, una forma de liberarla del demonio que no sea asesin?ndola. Call? y mir? en derredor los rostros de sus compa?eros de trabajo, que eran una mezcla de escepticismo y genuina intriga. Incluso Hillman parec?a estarlo reconsiderando. —O podr?a andar tras el dinero y tu jerigonza esot?rica est? tan repleta de basura como ?l —dijo Brody de manera desde?osa. Su comentario pareci? sacar la buena disposici?n de la habitaci?n y Keri sinti? que cada quien se retiraba a su rinc?n de seguridad. —?Eres un Neandertal! —dijo Castillo, disgustada. —?S?? —escupi? ?l a su vez— Creo que podr?as beneficiarte de una buen arrastre por los cabellos. —?Quieres ir ahora mismo, viejo? —dijo Castillo, dando un paso hacia ?l— Patear? tu trasero de ballena varada en la playa de regreso al oc?ano —?Suficiente! —grit? Hillman— Tenemos que salvar a una ni?a de doce a?os y no tenemos tiempo para esta basura. Y Brody, otro comentario sexista como ese y retendr? tu paga por el resto de tu jodida carrera, as? solo sea un mes, ?me has entendido? Brody cerr? su boca muy a su pesar. Castillo se ve?a como si todav?a no hubiera terminado, as? que Keri puso su mano sobre el hombro de ella y se la llev? lejos. —D?jalo, Jamie —musit? por lo bajo— El tipo est? a solo un burrito de un ataque card?aco. No querr?s que te culpen cuando se desplome. Castillo ri? suavemente a pesar de su enojo. Iba a replicar cuando el Detective Manny Su?rez entr? en la habitaci?n. No hab?a mucho que ver en Manny, con su barba de tres d?as, sus rollitos de grasa, y sus ojos de p?rpados ca?dos que le recordaban a Keri al enano Dormil?n. Pero era un duro y capaz detective. Y lo m?s importante en ese momento, regresaba de la oficina FedEx donde la nota de rescate hab?a sido dejada. Keri esperaba que tuviera buenas noticias. —Dame algo bueno —dijo Hillman. Su?rez mene? su cabeza al tomar asiento ante la mesa de la sala de conferencias y sacar un ?nico recibo del sobre manila que cargaba. Lo tir? sobre la mesa. —Esto es todo —dijo—. Esta es la ?nica pieza de significativa evidencia que pude colectar en la tienda FedEx. Tiene la hora y la fecha de la compra, que fue pagada en efectivo. Eso es todo. —?No hab?a v?deos de seguridad que pudieran coincidir con la hora de la compra? —pregunt? Hillman. —Los hay, pero son pr?cticamente in?tiles. El v?deo del exterior del lugar muestra a alguien llegando a pie. Pero esa persona viste una amplia sudadera con una capucha y gafas de sol. La he hecho circular, pero no ser? de mucha ayuda. Es dif?cil decir incluso si es hombre o mujer. —?Qu? hay acerca del interior de la tienda FedEx? —pregunt? Castillo. Suarez sac? del sobre una segunda hoja de papel y la puso sobre la mesa tambi?n. Se ve?a como una foto, pero era b?sicamente blanca con negro a lo largo de los bordes. —Esta es una foto fija de la c?mara interior —dijo—. Se ve como que ten?a puestas gafas de sol de refracci?n l?ser que blanquearon cualquier cosa en la pantalla. As? es como se ve el v?deo todo el tiempo que la persona est? all?. —Eso es tecnolog?a de punta —observ? Edgerton, impresionado—. Usualmente ese tipo de cosas solo son usadas en robos de alta gama. —?Qu? hay con las otras c?maras? —pregunt? Ray— Las que no mir? directamente. —No fueron afectadas. Pero el sospechoso se par? convenientemente fuera del alcance de cada una de ellas. Es como si, sabiendo exactamente d?nde estar?a cada c?mara las hubiese evadido todas, excepto la que est? justo al lado de la caja. Y esa fue la que qued? blanqueada. —?Asumo que evit? tambi?n toda c?mara exterior al salir? —supuso— ?Ninguna oportunidad de que haya caminado a su auto y podamos conocer la marca o la matr?cula? —Ninguna —confirm? Su?rez—. Lo tenemos caminando hasta doblar la esquina. Pero la direcci?n que tom? lleva a una cuadra industrial donde ninguno de los negocios tienen c?maras. Puede haber ido a cualquier lado desde all?. —Odio sumar algo a la pila —a?adi? Edgerton, mientras estudiaba la port?til que ten?a al frente—. pero tengo m?s malas noticias. El morral y el tel?fono de Jessica no arrojaron nada. Escena del Crimen acaba de enviarme un correo, para decir que no encontraron ninguna huella no esperada. El celular del Teniente Hillman repic?, pero ?l le indic? a Edgerton que continuara mientras sal?a de la sala a atender la llamada. Kevin prosigui? donde se hab?a quedado. —Y he estado corriendo un programa usando su tarjeta SIM para encontrar cualquier actividad sospechosa. Acaba de finalizar. Pero no hay nada fuera de lo ordinario. Cada llamada que hizo o recibi? en los ?ltimos tres meses es de su familia o amigos. Keri y Ray intercambiaron una mirada silenciosa. Ni siquiera la tensi?n entre ellos pod?a socavar la preocupaci?n compartida de que este caso se estaba complicando con rapidez. Antes de que nadie pudiera responder a Edgerton, Hillman entr? de nuevo. Keri tuvo la certeza, por la expresi?n de su cara, de que ven?an m?s malas noticias. —Era el Dr. Feeney —dijo—. ?l tambi?n acepta la teor?a del estafador. Piensa que este sujeto est? simulando toda la parte loca y solo quiere el dinero. Grandioso. Cada pista que tenemos no ha ido a parar a ning?n lado y ahora el consenso de la unidad es que este sujeto es solo el secuestrador de costumbre. Keri no pod?a explicarlo, ni siquiera a s? misma. Pero sus instintos le estaban diciendo que el consenso estaba peligrosamente equivocado, que este secuestrador era algo completamente distinto. Y ella tem?a que si no se colocaban pronto en el sendero correcto, Jessica Rainey pagar?a el precio. CAP?TULO SEIS Mientras los minutos que anteced?an a la entrega pasaban. Keri trat? de ignorar el creciente pinchazo de ansiedad en su est?mago. El tiempo se agotaba y Keri sent?a que perd?a opciones con rapidez. Se orden? a s? misma no perder la esperanza, y recordar que Jessica estaba all? afuera, en alg?n lugar, esperando desesperadamente que alguien la encontrara. Ya que la oficina de FedEx y el morral y el celular de Jessica fueron callejones sin salida, el equipo comenz? a seguir opciones menos relativas al caso, y por tanto menos prometedoras. Edgerton puso los par?metros del caso en una base de datos federal para ver si hab?a alg?n registro de secuestros similares. Los resultados saldr?an pronto, pero sacar algo de los mismos llevar?a tiempo. Tambi?n introdujo la nota de rescate en el sistema, con la remota posibilidad de que el lenguaje coincidiera en alguna medida con los de cartas anteriores. Era una apuesta arriesgada. Si una carta as? de extra?a hab?a sido enviada antes a alguien, estaban seguros de que habr?an escuchado acerca de ella. Su?rez estaba mirando una lista de ofensores sexuales que vivieran en la zona para ver si alguno de ellos ten?a un registro de este tipo de crimen. Castillo se hab?a ido al parque a preparar la vigilancia. Brody hab?a dejado la estaci?n, afirmando que iba a hablar con algunos de sus informantes de la calle. Keri sospechaba que solo hab?a salido a comer algo. Ella y Ray examinaron los archivos de casos antiguos, buscando cualquier caso viejo o no resuelto que coincidiera con el de Jessica. Era posible que este fuera el trabajo de alguien que estuviera de regreso en las calles luego de un largo lapso en prisi?n. Si esa era la situaci?n, ser?a anterior al tiempo en la fuerza de cualquiera de ellos y no recordar?an los detalles. Ninguno de ellos cre?a que el ejercicio arrojar?a frutos, pero no sab?an qu? otra cosa hacer. Al cabo de m?s de una hora sin ?xito salieron. Eran casi las 10 p.m. y ella y Ray iban de regreso a la casa de los Rainey. Era la misma ruta que hab?an tomado esa ma?ana, cuando todo hab?a sido normal, justo hasta el momento cuando ?l le propuso una cita. Ambos estaban conscientes del hecho, pero estaban demasiado atareados para permitir que eso se cruzara en su camino por los momentos. Mientras conduc?a, Ray estaba al tel?fono hablando con el Detective Garrett Patterson, todav?a en la estaci?n para coordinar la vigilancia del sitio de la entrega, el Parque Chace. Patterson, un hombre callado, libresco, en la treintena, era un experto en tecnolog?a como Edgerton. Pero a diferencia de su colega m?s joven, Patterson parec?a contentarse con los detalles m?s nimios de los casos. Adoraba actividades como examinar registros telef?nicos y comparar direcciones IP, tanto que ello le hab?a ganado el apodo de Trabajo Laborioso, cosa que no le molestaba para nada. Patterson no era la clase de detective que iba a hacer saltos instintivos de deducci?n, pero se pod?a contar con ?l para instalar todo un per?metro de vigilancia electr?nica y de v?deo que fuese tan efectivo como indetectable. —Est?n preparados —le dijo Ray al colgar—. El equipo de vigilancia est? en su lugar. Manny se dirige ahora a la casa del jefe de Rainey, para acompa?arlo a ?l y al dinero al puesto de comando remoto en la van situada en el centro comercial Waterside. —Grandioso —dijo Keri—. Mientras hablabas, tuve una idea. Tengo un amigo que conozco de cuando viv?a en la casa bote en la marina. Tiene un velero y apuesto a que ?l nos llevar?a para poder observar la zona de entrega desde el agua. ?Qu? dices? —Digo que lo contactes —dijo Ray—. Mientras m?s ojos podamos poner en la zona de entrega sin ser notados, mejor. Keri texte? a su amigo, un apergaminado y viejo marinero llamado Butch. En realidad era menos un amigo que un eventual compa?ero de bebida a quien le gustaba el escoc?s tanto como a ella. Luego de perder a Evie, su matrimonio, y su trabajo, en r?pida sucesi?n, hab?a comprado una destartalada casa bote en la marina y vivido all? varios a?os. Butch era un hombre amistoso, jubilado de la Armada a quien le gustaba llamarla “Copper”, no le hac?a preguntas sobre su pasado, y estaba feliz de intercambiar historias profesionales de guerra con ella. En ese tiempo, esa era exactamente el tipo de compa??a que estaba buscando. Pero desde que se hab?a mudado de la marina a su apartamento, y significativamente reducido el consumo de alcohol, no se hab?an visto mucho en tiempos recientes. Aparentemente no albergaba resentimiento alguno puesto que ella recibi? casi de inmediato un texto que rezaba: “no hay problema - nos vemos, Copper”. —Somos buenos —le dijo a Ray, luego dej? que su mente vagara hacia algo que la hab?a estado devorando. No se dio cuenta del tiempo tan largo que hab?a permanecido en silencio hasta que Ray irrumpi? en sus pensamientos. —?Qu? pasa, Keri? —pregunt? Ray con expectaci?n— Puedo asegurar que est?s d?ndole vueltas en tu cabeza a alguna pista. Una vez m?s Keri se maravill? de que ?l pareciera capaz de leer su mente. —Es solo la entrega. Algo acerca de eso me est? molestando. ?Por qu? este hombre, asumiendo que es un hombre, nos da el sitio con tanta antelaci?n? Debe saber que si los Rainey nos contactaron, tendr?amos horas para hacer exactamente lo que estamos haciendo —establecer un per?metro, instalar la vigilancia, juntar personal. ?Por qu? darnos la ventaja? Entiendo que exija el dinero desde temprano, y as? darles tiempo para que lo re?nan, pero si fuese yo, llamar?a a las once cuarenta y cinco p.m. para revelar el sitio de la entrega y dir?a que la reuni?n era a la medianoche. —Buena pregunta —convino ?l—, y encaja con tu sospecha de que a ?l no le importa el dinero. —No quiero extenderme en detalles, pero realmente creo que no —dijo. —Entonces, ?qu? crees que le importa? —pregunt? Ray. Keri hab?a estado sopesando esto en su cabeza y estaba feliz por la oportunidad de compartirlo en voz alta. —Quienquiera que sea este sujeto, creo que tiene una fijaci?n con Jessica. Siento que la conoce o al menos se ha encontrado con ella. ?l la ha estado observando. —Eso encaja. Todo sugiere que ha estado planeando esto desde hace rato. —Exactamente. Esas gafas de sol especiales que us? FedEx, el saber d?nde estaban las c?maras, secuestrarla a la hora perfecta cuando ella estaba fuera de la vista de la escuela, pero todav?a no estaba a la vista de su madre, en una parte del vecindario donde ninguno de los vecinos ten?a c?maras de seguridad en el exterior. Todas estas son se?ales de alguien que ha estado trabajando en esto por un largo tiempo. —Eso tiene sentido. Pero el oficial de seguridad en la escuela no consigui? nada entre el personal. Lo verifiqu? de nuevo en la estaci?n. Ninguno de los maestros ten?a registros m?s all? de multas de estacionamiento. —?Qu? hay del personal de mantenimiento o los conductores de autob?s? —Son empleados a trav?s de compa??as externas. Pero todo el que tiene contacto con la escuela debe pasar una verificaci?n de sus antecedentes. Podemos repasar la lista de nuevo. Pero el sujeto fue bastante cuidadoso. —Okey, entonces, ?qu? hay acerca de los empleados en negocios a lo largo de la ruta de la bici, u obreros en una casa en construcci?n en las cercan?as —personas que la ver?an todos los d?as y estuviesen familiarizados con su rutina y tengan un registro? —Esas son buenas pistas que podr?amos seguir en la ma?ana. Pero aspiro a que capturemos a ese sujeto esta misma noche y nada de eso sea necesario. Pararon en la casa de los Rainey y advirtieron la presencia de un auto policial estacionado lejos, bajando la cuadra. Se le hab?a instruido para que no estacionara demasiado cerca de la casa por si acaso el secuestrador pasaba por all?. Caminaron hasta la puerta y tocaron. Un oficial la abri? de inmediato y ellos pasaron. —?C?mo han estado? —le pregunt? Ray en voz baja. —La mam? ha pasado la mayor parte del tiempo con el peque?o, intentando mantenerlo ocupado —respondi? el oficial. —Y mantenerse ella misma ocupada —a?adi? Keri. —Eso creo —convino el oficial—. El pap? ha estado mayormente callado. Ha pasado mucho tiempo estudiando el plano del parque en su port?til. Nos ha estado haciendo toda clase de preguntas acerca de nuestra vigilancia, para la mayor?a de las cuales no tenemos respuestas. —Okey, gracias —dijo Ray—. Esperemos poder brindarle unas pocas. Como dijo el oficial, Tim Rainey estaba sentado ante la mesa de la cocina, con un mapa de Google del Parque Burton Chace en la pantalla de su port?til. —Hola, Sr. Rainey —dijo Keri—. Tenemos entendido que tiene algunas preguntas. Rainey levant? la vista por un momento, pareciendo reconocerlos vagamente. Luego sus ojos lograron enfocarlos y asinti?. —En realidad tengo muchas. —Adelante —dijo Ray. —Okey. La nota dec?a que no contactara a las autoridades. ?C?mo van a mantenerse sin ser vistos? —Primero, hemos colocado c?maras ocultas por todo el parque —respondi? Ray—. Estaremos en capacidad de monitorearlas remotamente desde una van en un estacionamiento cercano. Adem?s, el parque est? poblado de personas en situaci?n de calle y hemos vestido de esa forma a una oficial para ponerla all?. Lleva all? varias horas para no levantar las sospechas de los dem?s. Tendremos gente en el Club de Yates Windjammers que est? al lado, observando desde un segundo piso con vidrios entintados. Uno de ellos es un francotirador. Keri vio que los ojos de Tim Rainey se agrandaban, pero no dijo nada mientras Ray prosegu?a. —Tendremos un drone disponible pero no lo usaremos a menos que sea absolutamente necesario. Es casi silencioso y puede operar hasta ciento setenta metros de altura. Pero no queremos correr riesgos con eso. En total, tendremos casi una docena de oficiales fuera del sitio, pero a sesenta segundos de la ubicaci?n, para asistirle si las cosas se complican. Eso incluye a la Detective Locke y a mi persona. Estaremos en un bote civil en la marina, suficientemente lejos para observar los eventos a trav?s de binoculares. Para esto hemos pensado en todo, Sr. Rainey. —Okey, eso es obvio. As? que, ?exactamente qu? necesito hacer? —Me alegra que preguntara —dijo Ray—. Es por eso que hemos venido hasta aqu?. ?Por qu? no nos preparamos aqu? mismo, ya que tiene el mapa a la vista? ?l y Keri tomaron asiento a cada lado de Rainey y ella se hizo cargo. —Bien, se supone que usted se encontrar? con ?l en el puente entre las p?rgolas en el fondo del parque, cerca del agua. Y eso es exactamente lo que va a hacer —dijo Keri—. El parque mismo estar? oficialmente cerrado, as? que no puede aparcar en los puestos de estacionamiento. En parte es por eso que probablemente ?l lo est? haciendo a medianoche. Cualquier auto en el estacionamiento se ver?a sospechoso. Usted aparcar? en el estacionamiento p?blico a una cuadra de distancia. Le daremos cambio. Todo lo que tiene que hacer es aparcar, pagar, y caminar hacia la zona de entrega. ?Tiene todo esto sentido hasta ahora? —S? —dijo Rainey—. ?Cu?ndo tendr? el dinero del rescate? —Usted ir? a recogerlo al centro comercial Waterside cerca del parque. —?Qu? pasa si el secuestrador est? observando? —Eso est? bien —le tranquiliz? Keri—. Su jefe ser? quien se lo entregue, justo enfrente de los cajeros autom?ticos del Bank of America. Ahora mismo ?l est? siendo escoltado por uno de nuestros detectives. Habr? oficiales en el ?rea, tampoco estar?n a la vista, en caso de que el secuestrador intente tomar el dinero entonces. —?Est?n marcando el dinero con alguna especie de localizador GPS? —As? es —intervino Ray—, y el bolso tambi?n. Pero todos los localizadores son muy peque?os. El del bolso ser? una puntada de la costura. Las marcas colocadas en el dinero son diminutas, adhesivos transparentes en billetes individuales. Incluso si hallara los billetes exactos, las marcas son muy dif?ciles de ver. Keri sab?a por qu? Ray hab?a respondido esa pregunta. Estaba claro por la expresi?n contrariada de Rainey que no estaba feliz con los localizadores. No lo dijo, pero pod?an asegurar que estaba preocupado por cuanto los mismos podr?an poner a Jessica en riesgo. Ray hab?a tomado la palabra as? que ten?a que ser el portavoz de esa indeseable informaci?n. De esa manera, la relaci?n de confianza que Keri estaba desarrollando con el ansioso padre no se ver?a socavada. Keri hizo un imperceptible gesto de gracias dirigido a su pareja. Rainey no pareci? notarlo. Pod?a afirmar que estaba agitado por lo que Ray hab?a dicho, pero no hizo objeci?n alguna. Pas? a otra cosa. —Entonces, ?qu? hago ahora? —le pregunt? a Keri, evitando adrede mirar a Ray. —Como dije antes, luego que consiga el dinero del rescate, conduzca hasta el estacionamiento que est? a una cuadra del Parque Chace. Luego salga y camine hasta el puente entre las p?rgolas. Habr? oficiales en el ?rea, pero usted no los ver?. Y no es su trabajo preocuparse por nada de eso. Todo lo que tiene que hacer es ir al puente con el dinero. —?Qu? sucede cuando ?l llegue? —quizo saber Rainey. —Usted va a preguntar por su hija. En teor?a, ?l va a tener la impresi?n de que usted est? solo. As? que no se ver? bien que solo le d? el dinero sin protestar. Podr?a entrar en sospechas. Dudo seriamente que ?l la traiga consigo. Puede darle una ubicaci?n. Podr?a decirle que le textear? la ubicaci?n una vez se halle convenientemente lejos. Podr?a decir que enviar? por FedEx la ubicaci?n... —?No cree que ella estar? all?? —la interrumpi? Rainey. —Mucho me sorprender?a. ?l estar?a cediendo su posici?n de dominio si la llevara consigo. Su mejor apuesta es mantenerle a usted a la espera para que tema por la seguridad de Jessica, as? que necesita prepararse para la posibilidad de que ella no est? all?. —Comprendo. ?Qu? sigue? —Despu?s que exprese sus recelos acerca de dejar el dinero, deje el dinero. No trate de negociar alg?n otro plan con ?l. No trate de reducirlo por la fuerza. ?l podr?a sobresaltarse. Probablemente estar? armado. No queremos nada que cause una confrontaci?n. Tim Rainey asinti? con renuencia. A Keri no le gust? su actitud y decidi? que necesitaba ser m?s en?rgica. —Sr. Rainey. Necesito su promesa de que no har? ninguna tonter?a. Nuestra mejor apuesta es o que ?l le diga donde hallar a su hija o que se la devuelva despu?s de la entrega. Incluso si no le dice nada, no entre en p?nico. Lo rastrearemos. En el momento adecuado, lo aprehenderemos. Si toma el asunto en sus manos, podr?a terminar muy mal para usted y para Jessica. ?Estamos claros con respecto a eso, se?or? —S?. No se preocupe. No voy a hacer nada que ponga en riesgo a Jessica. —Por supuesto que no —dijo Keri con un tono tranquilizador a pesar de sus dudas— Lo que usted har? es completar la entrega, regresar a su auto, y conducir hasta ac? de regreso. Manejaremos cualquier cosa que surja, ?de acuerdo? —?Me pondr?n ustedes un micr?fono? —pregunt?, sin responderle directamente. —S? —dijo Ray, interviniendo de nuevo—, y una c?mara diminuta tambi?n. Ninguno sera distinguible, especialmente de noche. Pero la c?mara puede ayudarnos a identificarlo. Y el audio nos permitir? saber si usted est? en peligro. —?Estaremos en capacidad de comunicarnos? —No —le dijo Ray—. Quiero decir, obviamente seremos capaces de escucharlo. Pero darle un aud?fono ser?a arriesgado. ?l podr?a verlo. Y queremos que permanezca concentrado en lo que usted necesita hacer. —Una cosa m?s —a?adi? Keri—. Existe la posibilidad de que no se presente en lo absoluto. Podr?a espantarse y echarse para atr?s. ?l podr?a ni siquiera intentar venir. Est? preparado para eso tambi?n. —?Cree que eso es lo que va a suceder? —pregunt? Rainey. Era claro que nunca hab?a considerado la posibilidad. Keri le dio la respuesta m?s honesta que pudo formular. —No tenemos absolutamente ninguna idea de lo que va a suceder. Pero estamos a punto de averiguarlo. CAP?TULO SIETE Keri pens? que pod?a estar enferma. Era casi gracioso. Despu?s de todo, hab?a vivido flotando en una casa bote durante varios a?os. Pero flotar en un velero en el mar abierto del canal, sosteniendo unos binoculares pegados a los ojos por largos lapsos de tiempo era otra cosa. Butch hab?a ofrecido fondear el Pipsqueak, pero tanto a Keri como a Ray les preocupaba que un bote estacionado en el agua podr?a levantar sospechas. Por supuesto, un bote que navegaba para atr?s y para adelante sin motivo alguno no era mucho mejor. Al cabo de quince minutos de eso, Butch sugiri? que se quedaran cerca del muelle que estaba frente al parque, cruzando el canal, donde al menos los otros botes les har?an destacar menos. Keri, sin la certeza de poder contener la n?usea por m?s tiempo, acogi? de inmediato la sugerencia. Hallaron un puesto desocupado y se quedaron all? mientras la medianoche se acercaba. La mordiente brisa invernal aullaba all? fuera. Sentada en la peque?a banca cerca de la ventana, Keri pod?a escuchar el sonido del agua azotando ruidosamente el casco. Lo acogi? en su seno, intentando acompasar su respiraci?n a ese ritmo. Sinti? que el nudo en su est?mago comenzaba a desatarse y el sudor de su frente comenz? a aliviarse un poco. Eran las 11:57 p.m. Keri llev? los binoculares a sus ojos de nuevo y mir? a trav?s del canal hacia el parque. Ray, un metro m?s all?, estaba haciendo lo mismo. —?Ven algo? —pregunt? Butch desde arriba—. Le excitaba ser parte de una operaci?n policial y le estaba resultando dif?cil ocultarlo. Esto era probablemente la cosa m?s emocionante que le hab?a sucedido en a?os. Era el mismo tipo apergaminado que ella recordaba, con la piel curtida por la intemperie, la mata despeinada de cabellos blancos, y el sempiterno tufo de alcohol en su aliento. Bajo circunstancias normales, operar un bote en su condici?n era una violaci?n. Pero ella estaba dispuesta a dejarlo pasar considerando la situaci?n. —Algunos ?rboles bloquean parcialmente la vista —respondi? ella en voz baja pero audible—, y es dif?cil ver por el reflejo de la ventana, incluso con las luces apagadas aqu? abajo. —No puedo hacer nada con respecto a los ?rboles —dijo Butch—, pero ya sabes, las ventanas se abren parcialmente. —No lo sab?a —admiti? ella. —?Cu?nto tiempo viviste en ese bote? —pregunt? Ray. Keri, felizmente sorprendida de que ?l estuviera dispuesto a bromear a su costa, le sac? la lengua antes de a?adir: —Aparentemente no lo suficiente. Una voz eman? de sus radios, interrumpiendo el momento de mayor naturalidad que hab?an tenido en todo el d?a. Era el Teniente Hillman. —Todas las unidades prevenidas. Esta es la Unidad Uno. El mensajero tiene la carga, ha estacionado, y va a pie en ruta a su destino. Hillman era una de las personas apostadas en el segundo piso del Club Windjammers, que ten?a una ventajosa vista de gran parte del parque, incluyendo el puente. Estaba usando t?rminos no espec?ficos, asignados de antemano a todos los involucrados, para evitar compartir demasiada informaci?n a trav?s de las l?neas de comunicaci?n, que siempre parec?an estar intervenidas por ciudadanos curiosos a quienes les gustaba escuchar el tr?fico policial. Rainey era el mensajero. La bolsa de dinero era la carga. El puente era el destino. El secuestrador ser?a llamado el sujeto y Jessica ser?a el activo. —Esta es la Unidad Cuatro. Puedo ver el destino —dijo Keri, encontrando por fin un ?ngulo con una clara visi?n del puente—. No hay nadie visible en la cercan?as. —Esta es la Unidad Dos —se escuch? la voz de la Oficial Jamie Castillo, que estaba desempe?ando el rol de la mujer indigente en el parque—. El mensajero acaba de pasar por mi ubicaci?n al oeste del edificio comunitario, cerca del caf?. Las ?nicas otras dos personas que veo son individuos en situaci?n de calle. Ambos han estado aqu? toda la tarde. Ambos parecen estar durmiendo. —No le quites el ojo a esos individuos, Unidad Dos —dijo Hillman—. No sabemos c?mo es el sujeto. Cualquier cosa es posible. —Copiado, Unidad Uno. —Espero que ustedes, muchachos, puedan escucharme —el susurro nervioso de Tim Rainey sal?a con fuerza gracias al micr?fono que ten?a en el cuello—. Estoy en el parque y me dirijo al puente. —Uff —musit? Ray por lo bajo— ?Vamos a tener un reporte continuo de este tipo? Keri le frunci? el ce?o. —Est? nervioso, Ray. No seas duro con ?l. —Todas las unidades prevenidas. Este es el puesto de mando —dijo Manny Su?rez desde la van, en el estacionamiento del centro comercial, que serv?a como puesto de mando m?vil—. Tenemos ojos en toda el ?rea y no hay movimiento a estas alturas aparte del mensajero, que est? a cuarenta y cinco metros de su destino. Keri mir? su reloj: 11:59 p.m. En la distancia escuch? el motor de un bote en el extremo opuesto del canal principal de la marina. Leones marinos, a quienes les gustaba tomar ba?os de sol en los muelles durante el d?a, se llamaban entre s?. Aparte de eso, el viento, y las olas, todo estaba silencioso. —Movimiento a lo largo de Mindanao Way acerc?ndose al parque —se escuch? de una voz desconocida, agitada. —Identifique su unidad —bram? Hillman—, y no use nombres propios. —Lo siento, se?or. Esta es la Unidad Tres. Hay un veh?culo aproxim?ndose al parque por... la calle que llega hasta ?l. Parece ser una motocicleta. Keri se dio cuenta de qui?n era la Unidad Tres—el Oficial Roger Gentry. Los ?ngeles Oeste no era la divisi?n m?s grande del Departamento de Polic?a de Los ?ngeles y ten?an escasez de personal disponible a esta hora, as? que Hillman hab?a convocado a todo oficial sin asignaci?n y eso inclu?a a Gentry. Era un novato, con menos de un a?o en el trabajo, m?s o menos lo mismo que Castillo, pero con menos confianza o, aparentemente, capacidad. —?Alguien m?s ve algo? —pregunt? Hillman. —?Puede alguien m?s o?r eso? —pregunt? Tim Rainey con voz demasiado alta, aparentemente olvidando que nadie pod?a responderle— Suena como que alguien viene. —Esta es la Unidad Dos —dijo Castillo desde su refugio provisional, cerca del centro comunitario— Puedo verlo. Es una motocicleta. No puedo identificarla desde mi ubicaci?n, pero es peque?a, una Honda, creo. Solo el conductor. Ha ingresado al parque y est? rodando por el borde sur del camino de servicio en direcci?n al destino del mensajero. Keri vio la moto tambi?n, acelerando a lo largo del camino de servicio que bordeaba el l?mite del parque cerca del agua. Volvi? su atenci?n a Tim Rainey, que estaba parado, tieso, en la mitad del puente, con la mano derecha asiendo fuertemente la bolsa. —Esta es la Unidad Uno —anunci? Hillman—. Tenemos el rifle a disposici?n, preparado para dar apoyo. ?Alguien tiene una visi?n actualizada del veh?culo? —Esta es la Unidad Cuatro —dijo Ray—. Tenemos una visual. El conductor solitario est? viajando a unos ochenta kil?metros por hora a lo largo del borde del camino de servicio. El veh?culo est? doblando a la derecha, eso es el norte, en direcci?n al destino. —Creo que es alguien en una motocicleta —dijo Tim Rainey—. ?Puede alguien decir qui?n es? ?Es el sujeto? ?Tiene a Jess? —Unidad Cuatro, esta es la Unidad Uno —dijo Hillman, ignorando la charla de Rainey—. ?Ven alg?n armamento? Rifle, listo. —Rifle listo —se oy? la voz del francotirador junto a Hillman, en la habitaci?n del segundo piso del club de yates. —Esta es la Unidad Cuatro —contest? Ray—. No veo ning?n arma. Pero mi visual est? comprometida por la oscuridad y la velocidad del veh?culo. —Rifle, a mi se?al —dijo Hillman. —A su se?al —replic? con calma el francotirador. Keri observ? al conductor de la moto pisar los frenos y hacer una s?bita, dram?tica figura de caballito, levantando la rueda delantera. Cuando esta pis? de nuevo el camino, el conductor forz? la moto en un ajustado c?rculo, dando tres vueltas antes de salir de all? y acelerando de regreso por donde vino. —Esta es la Unidad Cuatro —dijo con rapidez—. En descanso. Repito, recomiendo que el Rifle adopte posici?n de descanso. Creo que tenemos un sujeto que se divierte conduciendo a altas horas de la noche. —Rifle, en descanso —orden? Hillman. Ciertamente, la moto continu? por la ruta por donde hab?a venido, a trav?s del camino de servicio, y cruz? el estacionamiento del parque. Ella lo perdi? de vista cuando regres? a Mindanao. —?Qui?n tiene ojos en el mensajero? —pregunt? con urgencia Hillman. —Esta es la Unidad Cuatro —continu? Keri—. El mensajero est? agitado pero ileso. Est? parado all?, sin saber c?mo proceder. —Francamente, yo tampoco —admiti? Hillman—. Solo manteng?monos en alerta, se?ores. Eso puede haber sido un se?uelo. —?Viene alguien a buscarme? —pregunt? Rainey, como en respuesta a Hillman. ?Debo solo permanecer aqu?? Asumo que debo permanecer aqu? a menos que oiga otra cosa. —Dios, ojal? se callara —musit? Ray, poniendo su mano sobre el micr?fono para que solo Keri y Butch pudieran escucharlo. Keri no respondi?. Al cabo de unos diez minutos, Keri vio a Rainey, todav?a de pie en la mitad del puente, revisar su tel?fono. —Espero que puedan escucharme —dijo—. Acabo de recibir un texto. Dice: ‘Al involucrar a las autoridades, has traicionado mi confianza. Has sacrificado la oportunidad de redimir a la ni?a pecadora. Yo debo determinar ahora si remuevo yo mismo el demonio o perdono tu insubordinaci?n y te doy una oportunidad m?s para que purifiques su alma. Su destino estaba en tus manos. Ahora est? en las m?as’. ?l sab?a que ustedes estaban aqu?. Todo su elaborado plan fue para nada. Y ahora no tengo idea de si ?l me contactar? de nuevo. ?Quiz?s han matado a mi hija! Grit? la ?ltima frase, con la voz resquebraj?ndose por la furia. Keri pudo escuchar su voz que llegaba hasta la marina aunque tambi?n se dejaba o?r en la radio. Lo vio caer de rodillas, soltar la bolsa, llevarse las manos a la cara, y comenzar a sollozar. Sinti? su dolor de una manera ?ntima, familiar. Era el grito angustiado de un padre que cre?a que hab?a perdido a su hija para siempre. Lo reconoci? porque ella hab?a llorado de la misma forma cuando su propia hija fue raptada y ella no pudo hacer nada para impedirlo. Keri se dio prisa en salir de la cabina del bote y llegar justo a tiempo al puente para vomitar, por la borda, en el oc?ano. CAP?TULO OCHO Jessica Rainey movi? los dedos de sus manos para impedir que se durmieran otra vez. Estaban atadas detr?s de su espalda, aseguradas al tubo sobre el que estaba reclinada en posici?n sedente. El piso era de asfalto, duro y fr?o. La ?nica luz fluorescente que colgaba del techo destellaba de manera intermitente, haciendo imposible conciliar el sue?o. No estaba segura de cu?nto tiempo hab?a pasado en este lugar, pero sab?a que hab?a sido suficiente como para que el d?a diera paso a la noche. Pod?a asegurarlo gracias a las diminutas grietas en la pared que dejaban pasar la luz del sol. Ahora no hab?a luz. Al principio no hab?a notado las grietas. Cuando despert?, todo lo que hizo fue gritar y tratar de liberarse. Grit? pidiendo ayuda. Grit? llamando a sus padres. Grit? incluso llamando a su hermano peque?o, Nate, aunque ?l no hubiera podido ayudarla. Tir? adem?s tan duro de las ataduras en sus mu?ecas que al mirar hacia atr?s, pudo ver que, all? donde las mismas se hab?an enterrado en su piel, hab?a gotas de sangre que ca?an al suelo. Fue m?s o menos por entonces cuando advirti? que no llevaba su propia ropa. Alguien se la hab?a quitado y la hab?a reemplazado con un vestido sin mangas que llegaba hasta sus rodillas. Era a todas luces de manufactura casera, con costuras desiguales. Adem?s, se sent?a ?spero y rasgu?aba, como si hubiera sido hecho con sacos de arpillera. Si no estuviera tan adolorida, toda su atenci?n hubiera estado puesta en el intenso picor que sent?a. Rehus? pensar en c?mo hab?a pasado de una vestimenta a la otra. Tras agotarse de tanto gritar y tironear, adem?s de esfumarse la adrenalina de su organismo, intent? acordarse de lo que le hab?a sucedido. La ?ltima cosa que pod?a recordar era que conduc?a su bici colina arriba en Rees Street, cuando de pronto sinti? un agudo dolor en su espalda. Se sinti? como la descarga el?ctrica que a veces recib?a al tocar el picaporte de una puerta met?lica despu?s de caminar por una alfombra, solo que cientos de veces peor. Êîíåö îçíàêîìèòåëüíîãî ôðàãìåíòà. Òåêñò ïðåäîñòàâëåí ÎÎÎ «ËèòÐåñ». Ïðî÷èòàéòå ýòó êíèãó öåëèêîì, êóïèâ ïîëíóþ ëåãàëüíóþ âåðñèþ (https://www.litres.ru/pages/biblio_book/?art=43693887&lfrom=688855901) íà ËèòÐåñ. Áåçîïàñíî îïëàòèòü êíèãó ìîæíî áàíêîâñêîé êàðòîé Visa, MasterCard, Maestro, ñî ñ÷åòà ìîáèëüíîãî òåëåôîíà, ñ ïëàòåæíîãî òåðìèíàëà, â ñàëîíå ÌÒÑ èëè Ñâÿçíîé, ÷åðåç PayPal, WebMoney, ßíäåêñ.Äåíüãè, QIWI Êîøåëåê, áîíóñíûìè êàðòàìè èëè äðóãèì óäîáíûì Âàì ñïîñîáîì.
Íàø ëèòåðàòóðíûé æóðíàë Ëó÷øåå ìåñòî äëÿ ðàçìåùåíèÿ ñâîèõ ïðîèçâåäåíèé ìîëîäûìè àâòîðàìè, ïîýòàìè; äëÿ ðåàëèçàöèè ñâîèõ òâîð÷åñêèõ èäåé è äëÿ òîãî, ÷òîáû âàøè ïðîèçâåäåíèÿ ñòàëè ïîïóëÿðíûìè è ÷èòàåìûìè. Åñëè âû, íåèçâåñòíûé ñîâðåìåííûé ïîýò èëè çàèíòåðåñîâàííûé ÷èòàòåëü - Âàñ æä¸ò íàø ëèòåðàòóðíûé æóðíàë.