Êàêîå, â ñóùíîñòè, íåëåïîå çàíÿòèå ïèñàòü ñòèõè: ......................è "ãëàç ëóíû", è "ñîëíöà äèñê" êàê ìèð ñòàðû. ............................Äóøè øèðîêèå îáúÿòèÿ òîëïå íàâñòðå÷ó ðàñïàõíóòü... - ................................................ïîäîáíûé ðèñê ê ÷åìó òåáå? - ........................Ãëóõîé ñòåíîé - íåïîíèìàíèå; ðàçäàâëåí òÿæåñòüþ

Un Rastro de Vicio

Un Rastro de Vicio Blake Pierce Un Misterio Keri Locke #3 Una historia din?mica que atrapa desde el primer cap?tulo y no te deja ir. Midwest Libro Review, Diane Donovan (en torno a Una vez ido) Del autor de misterio, #1 en ventas, Blake Pierce viene una nueva obra maestra de suspenso psicol?gico. En UN RASTRO DE VICIO (Libro #3 en la serie de misterio Keri Locke), Keri Locke, Detective de Personas Desaparecidas en la Divisi?n de Homicidios del Departamento de Polic?a de Los ?ngeles, sigue una nueva pista en torno a su hija secuestrada. La misma le lleva a una violenta confrontaci?n con El Coleccionista – la cual a su vez arroja m?s pistas, que podr?an, al cabo de tanto tiempo, reunirla con su hija. A Keri, entretanto, se le asigna un nuevo caso, uno donde cada minuto cuenta. Una adolescente ha desaparecido en Los ?ngeles, una chica perteneciente a una buena familia que con enga?os ha probado droga, para luego ser secuestrada por una red de trata de blancas. Keri sigue muy de cerca su rastro – pero el rastro se mueve muy r?pido, pues la chica es trasladada de continuo por sus captores, quienes tienen un ?nico y nefasto objetivo: llevarla al otro lado de la frontera con M?jico. En una tremenda persecuci?n de las que cortan el aliento y la lleva a trav?s del s?rdido submundo del tr?fico, Keri, junto a Ray, ir? hasta el l?mite para salvar a la chica – y a su propia hija – antes de que sea demasiado tarde. Un oscuro thriller psicol?gico con un suspenso que acelerar? tus latidos, UN RASTRO DE VICIO es el libro #3 en una nueva serie que atrapa al lector – y un nuevo y adorable personaje – que te dejar? leyendo hasta altas horas de la noche. ?Una obra maestra de suspenso y misterio! El autor hizo un trabajo magn?fico desarrollando personajes con un lado psicol?gico tan bien descrito que percibimos el interior de sus mentes, seguimos sus miedos y aplaudimos sus ?xitos. La trama es muy inteligente y te mantendr? entretenido a lo largo del libro. Lleno de giros, este libro te mantendr? despierto hasta llegar a la ?ltima p?gina. Libros and Movie Reviews, Roberto Mattos (en torno a Una Vez Ido) El libro #4 en la serie Keri Locke pronto estar? disponible. UN RASTRO DE VICIO (UN MISTERIO KERI LOCKE —LIBRO 3) B L A K E P I E R C E Blake Pierce Blake Pierce es el autor de la serie exitosa de misterio RILEY PAIGE que cuenta con trece libros hasta los momentos. Blake Pierce tambi?n es el autor de la serie de misterio de MACKENZIE WHITE (que cuenta con nueve libros), de la serie de misterio de AVERY BLACK (que cuenta con seis libros), de la serie de misterio de KERI LOCKE (que cuenta con cinco libros), de la serie de misterio LAS VIVENCIAS DE RILEY PAIGE (que cuenta con tres libros), de la serie de misterio de KATE WISE (que cuenta con dos libros), de la serie de misterio psicol?gico de CHLOE FINE (que cuenta con dos libros) y de la serie de misterio psicol?gico de JESSE HUNT (que cuenta con tres libros). Blake Pierce es un ?vido lector y fan de toda la vida de los g?neros de misterio y los thriller. A Blake le encanta comunicarse con sus lectores, as? que por favor no dudes en visitar su sitio web www.blakepierceauthor.com (http://www.blakepierceauthor.com/) para saber m?s y mantenerte en contacto. Copyright © 2017 by Blake Pierce. Todos los derechos reservados. Excepto como est? permitido bajo la U.S. Copyright Act of 1976, ninguna parte de esta publicaci?n puede ser reproducida, distribuida o transmitida bajo ninguna forma y por ning?n medio, o almacenada en una base de datos o sistema de recuperaci?n, sin el permiso previo del autor. Este libro electr?nico est? licenciado solo para su entretenimiento personal. Este libro electr?nico no puede ser revendido o regalado a otras personas. Si usted quisiera compartir este libro con otra persona, compre por favor una copia adicional para cada destinatario. Si usted est? leyendo este libro y no lo compr?, o no fue comprador para su uso exclusivo, entonces por favor regr?selo y compre su propia copia. Gracias por respetar el arduo trabajo de este autor. Esta es una obra de ficci?n. Nombre, personajes, negocios, organizaciones, lugares, eventos e incidentes, son, o producto de la imaginaci?n del autor o son usados en forma de ficci?n. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, es pura coincidencia. La imagen de portada Copyright Rommel Canlas, usada bajo licencia de Shutterstock.com. LIBROS ESCRITOS POR BLAKE PIERCE SERIE DE MISTERIO PSICOL?GICO DE SUSPENSO DE JESSE HUNT EL ESPOSA PERFECTA (Book #1) EL TIPO PERFECTO (Book #2) SERIE DE MISTERIO PSICOL?GICO DE SUSPENSO DE CHLOE FINE Al LADO (Libro #1) LA MENTIRA DEL VECINO (Libro #2) CALLEJ?N SIN SALIDA (Libro #3) SERIE DE MISTERIO DE KATE WISE SI ELLA SUPIERA (Libro #1) SI ELLA VIERA (Libro #2) SERIE LAS VIVENCIAS DE RILEY PAIGE VIGILANDO (Libro #1) ESPERANDO (Libro #2) ATRAYENDO (Libro #3) SERIE DE MISTERIO DE RILEY PAIGE UNA VEZ DESAPARECIDO (Libro #1) UNA VEZ TOMADO (Libro #2) UNA VEZ ANHELADO (Libro #3) UNA VEZ ATRA?DO (Libro #4) UNA VEZ CAZADO (Libro #5) UNA VEZ CONSUMIDO (Libro #6) UNA VEZ ABANDONADO (Libro #7) UNA VEZ ENFRIADO (Libro #8) UNA VEZ ACECHADO (Libro #9) UNA VEZ PERDIDO (Libro #10) UNA VEZ ENTERRADO (Libro #11) UNA VEZ ATADO (Libro #12) UNA VEZ ATRAPADO (Libro #13) UNA VEZ LATENTE (Libro #14) SERIE DE MISTERIO DE MACKENZIE WHITE ANTES DE QUE ASESINE (Libro #1) ANTES DE QUE VEA (Libro #2) ANTES DE QUE DESEE (Libro #3) ANTES DE QUE ARREBATE (Libro #4) ANTES DE QUE NECESITE (Libro #5) ANTES DE QUE SIENTA (Libro #6) ANTES DE QUE PEQUE (Libro #7) ANTES DE QUE CACE (Libro #8) ANTES DE QUE SE APROVECHE (Libro #9) ANTES DE QUE ANHELE (Libro #10) ANTES DE QUE SE DESCUIDE (Libro #11) SERIE DE MISTERIO DE AVERY BLACK UNA RAZ?N PARA MATAR (Libro #1) UNA RAZ?N PARA HUIR (Libro #2) UNA RAZ?N PARA ESCONDERSE (Libro #3) UNA RAZ?N PARA TEMER (Libro #4) UNA RAZ?N PARA RESCATAR (Libro #5) UNA RAZ?N PARA ATERRARSE (Libro #6) SERIE DE MISTERIO DE KERI LOCKE UN RASTRO DE MUERTE (Libro #1) UN RASTRO DE ASESINATO (Libro #2) UN RASTRO DE VICIO (Libro #3) UN RASTRO DE CRIMEN (Libro #4) UN RASTRO DE ESPERANZA (Libro #5) CONTENIDO PR?LOGO (#ucf2106c3-d6c7-55d5-825d-dd1948b126f8) CAP?TULO UNO (#u1963c22e-688b-5237-ac69-dd9de5426b9d) CAP?TULO DOS (#u2121d406-70a6-5288-9de7-e6528c77512c) CAP?TULO TRES (#u273396d9-496a-5d6f-9430-5f4a7a6a018d) CAP?TULO CUATRO (#u2498bcd6-c56e-52a4-8d6b-76b143c32576) CAP?TULO CINCO (#u30d8922f-60fa-557c-bffa-0e9e4068213b) CAP?TULO SEIS (#u31b7538b-feb9-59e4-b2e6-cbb30b89df6b) CAP?TULO SIETE (#litres_trial_promo) CAP?TULO OCHO (#litres_trial_promo) CAP?TULO NUEVE (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIEZ (#litres_trial_promo) CAP?TULO ONCE (#litres_trial_promo) CAP?TULO DOCE (#litres_trial_promo) CAP?TULO TRECE (#litres_trial_promo) CAP?TULO CATORCE (#litres_trial_promo) CAP?TULO QUINCE (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIECIS?IS (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIECISIETE (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIECIOCHO (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIECINUEVE (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTE (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTIUNO (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTIDOS (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTITR?S (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTICUATRO (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTICINCO (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTIS?IS (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTISIETE (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTIOCHO (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTINUEVE (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTIUNO (#litres_trial_promo) PR?LOGO Aunque Sarah Caldwell solo ten?a diecis?is, ten?a la cabeza en su sitio y captaba con claridad cu?ndo las cosas no andaban bien. Y esto no andaba bien. Casi estuvo a punto de no ir. Pero cuando Lanie Joseph, su mejor amiga desde la escuela elemental, la llam? esa misma tarde para pasar el rato en el centro comercial, no vino a su mente alguna raz?n convincente para no ir. Desde que se encontraron, sin embargo, Lanie luci? en todo momento nerviosa. Sarah no entend?a qu? cosa de un paseo por Fox Hills Mall pod?a producir tanta ansiedad. Not? que cuando se estaban probando unos collares baratos en Claire’s, las manos de Lanie temblaban al intentar abrir el broche. La verdad es que Sarah ya no sab?a en realidad qu? era lo que pon?a nerviosa a Lanie. Hab?an sido incre?blemente cercanas a lo largo de la escuela elemental. Sin embargo, una vez que la familia de Sarah se mud? del sur de Culver City a la urbanizaci?n, igualmente de clase trabajadora, pero menos peligrosa de Westchester, poco a poco se fueron alejando. Unos pocos kil?metros separaban a las comunidades, pero sin autom?viles, que ninguna de las dos pose?a, o el compromiso serio de seguir conectadas, perdieron el contacto. Mientras se probaban un maquillaje en Nordstrom, varias veces Sarah mir? a Lanie de manera disimulada en el espejo. En el cabello rubio p?lido de su amiga hab?a mechas de color azul y rosado. Ten?a ya tanta sombra y delineador en sus ojos que realmente no hab?a raz?n para probar nada del mostrador. Su piel clara parec?a m?s p?lida en el contraste con sus m?ltiples tatuajes, la camiseta sin mangas color negro y los cort?simos shorts que llevaba. Mezclados con la muestra deliberada de arte corporal, Sarah no pudo dejar de notar algunos moretones. Mir? su propio reflejo y la sorprendi? el contraste. Sab?a que tambi?n era bonita, pero de una forma m?s sutil y sensible. Su cabello casta?o, que llegaba hasta los hombros, estaba recogido en una cola de caballo. Su propio maquillaje era ligero, y destacaba sus ojos color avellana y sus largas pesta?as. Su piel oliv?cea estaba libre de tatuajes, y llevaba unos jeans deste?idos, adem?s de una hermosa y discreta blusa verde azulada. Se pregunt? si ella se ver?a ahora como Lanie, de haber permanecido en la antigua urbanizaci?n. Casi era seguro que no. Sus padres nunca le hubieran permitido poner sus pies en ese sendero. Si Lanie se hubiera mudado a Westchester, ?se ver?a de todas formas como una prostituta adolescente que trabaja en una parada de camiones? Sarah sinti? que se sonrojaba al sacar ese pensamiento de su cabeza. ?Qu? clase de persona era ella, para pensar cosas tan desagradables acerca de alguien con quien hab?a jugado con la Barbie cuando era una ni?a? Se dio la vuelta con la esperanza de que Lanie no viese la culpa que, estaba segura de ello, se hab?a pintado en su rostro. —Comamos algo en la plaza de comidas —dijo Sarah, tratando de cambiar la din?mica. Lanie asinti? y ambas salieron, dejando detr?s a una decepcionada vendedora. Una vez se sentaron a mordisquear una raci?n de pretzels, Sarah se decidi? por fin a averiguar qu? estaba pasando. —Bueno, ya sabes que siempre adoro verte, Lanie. Pero sonaste tan seria cuando llamaste y luces tan inc?moda… ?hay algo que no est? bien? —No. Todo est? genial. Yo solo… mi novio viene a saludar y creo que me siento nerviosa al pensar que vas a conocerlo. Es un poco mayor y solo hemos estado juntos unas pocas semanas. Siento quiz?s que podr?a estarlo perdiendo y pens? que t? podr?as elogiarme un poco, y que si ?l me viera con mi m?s vieja amiga, ?me ver?a ?l de una manera distinta? —?C?mo te ve ?l ahora? —pregunt? Sarah, algo preocupada. Antes de que Lanie pudiera responder, un chico se aproxim? a la mesa. Sin que mediaran las presentaciones, Sarah supo que este deb?a ser el novio. Era alto y extremadamente delgado, con jeans ajustados y una camiseta negra que destacaba su p?lida piel y sus m?ltiples tatuajes. Sarah not? que ?l y Lanie ten?an la misma imagen de una peque?a calavera y dos tibias cruzadas en el env?s de sus mu?ecas izquierdas. Con su cabello negro, largo, puntiagudo, y sus penetrantes ojos oscuros, no es que fuera apuesto, es que era bello. Le recordaba a Sarah a unos de los vocalistas principales de esas bandas metaleras de melenudos de los 1980s, con los que su mam? se embelesaba, con nombres como Skid Row o Motley Row o algo Row. Ten?a por lo menos veintiuno. —Oye, nena —dijo de manera casual y se inclin? para darle a Lanie un beso apasionado, sorprendente al menos para una peque?a plaza de comidas—. ?Le dijiste? —No he tenido oportunidad —dijo Lanie mansamente, antes de voltearse hacia Sarah—. Sarah Caldwell, este es mi novio, Dean Chisolm. Dean, esta es mi m?s vieja amiga en el mundo, Sarah. —Encantada de conocerte —dijo Sarah, inclinando la cabeza de manera cort?s. —El placer es todo m?o —dijo Dean, tomando la mano de ella y haciendo una reverencia teatral y exagerada—. Lanie habla de ti todo el tiempo, y de c?mo desea que ambas pudieran pasar m?s rato juntas. As? que me alegra en verdad que pudieran verse hoy. —A m? tambi?n —dijo Sarah, impresionada por el inesperado encanto del chico, sin que por ello dejara de recelar—. ?Qu? es lo que ella no tuvo oportunidad de decirme? Todo el rostro de Dean se resolvi? en una franca sonrisa que pareci? desvanecer sus sospechas. —Oh, eso —dijo—. Unos amigos vienen esta tarde a mi casa y pensamos que ser?a divertido que te unieras. Algunos de ellos est?n en bandas. Una de ellas necesita un nuevo vocalista principal. Lanie pens? que podr?a gustarte conocerles. Dice que eres una cantante realmente buena. Sarah mir? a Lanie, que le sonri? de vuelta sin decir nada. —?Es eso lo que quieres hacer? —le pregunt? Sarah. —Podr?a ser divertido intentar algo nuevo —dijo Lanie. Su tono era casual, pero Sarah reconoci? la mirada en sus ojos, que suplicaba a su amiga no decir nada que la avergonzara delante de su nuevo novio de turno. —?D?nde es eso? —pregunt? Sarah. —En las adyacencias de Hollywood —dijo ?l, con un destello de satisfacci?n en sus ojos—. Salgamos. Ser? divertido. * Sarah se sent? en el asiento trasero del viejo Trans Am de Dean. La reliquia estaba bien mantenida en el exterior, pero el interior estaba regado con colillas de cigarrillo y envoltorios enrollados de McDonald’s. Dean y Lanie se sentaron adelante. Con la m?sica a todo volumen, era imposible sostener una conversaci?n. Cruzaron Hollywood en direcci?n a la Peque?a Armenia. Sarah mir? a su amiga en el asiento delantero y se pregunt? si realmente la estaba ayudando al venir. Sus pensamientos volvieron al ba?o de damas del centro comercial justo antes de irse; all? Lanie por fin se hab?a franqueado de alguna manera con ella. —Dean es super-apasionado —le hab?a dicho mientras una vez m?s revisaban su maquillaje en el espejo del ba?o—, y me preocupa que si no le sigo el paso, voy a perderlo. Es decir, ?l es tan sexy. Podr?a tener las chicas que quisiera. Y no me trata como una adolescente. Me trata como una mujer. —?Es por eso que tienes esos moretones, porque te trata como una mujer? Trat? de captar los ojos de Lanie en el espejo, pero su amiga se rehus? a verla directamente. —Solo estaba molesto —dijo—. Dijo que yo estaba avergonzada de ?l y que por eso no se lo presentaba a ninguna de mis respetables amigas. Pero la verdad es que ya no tengo esa clase de amistades. Fue entonces que pens? en ti. Me imagin? que si los dos se conoc?an, ser?a como matar dos p?jaros. ?l sabr?a que yo no le estaba escondiendo, y t? me har?as ver bien porque al menos tengo una amiga que, ya sabes, tiene un futuro. Toparon con un bache y los pensamientos de Sarah volvieron abruptamente al presente. Dean se detuvo junto a un espacio paralelo a la calzada de una s?rdida calle con una hilera de peque?as casas, todas con rejas en las ventanas. Sarah sac? su tel?fono e intent? por tercera vez enviar un breve texto a su mam?. Pero segu?a sin se?al. Era extra?o, porque no se encontraban en una zona remota o algo parecido; estaban en el coraz?n de Los ?ngeles. Dean estacion? el veh?culo y Sarah guard? de nuevo el tel?fono en su bolso. Si la recepci?n segu?a as? de mala en la casa, usar?a un tel?fono fijo. Despu?s de todo, su mam? era muy comprensiva, pero irse por varias horas sin hacer una llamada de cortes?a iba definitivamente contra las reglas familiares. Mientras caminaban por el sendero que llevaba a la casa, Sarah pod?a o?r el ritmo palpitante de la m?sica. El hormigueo de una incertidumbre cruz? su cuerpo pero ella lo ignor?. Dean golpe? fuertemente la puerta y esper? mientras alguien en el interior abr?a lo que sonaba como varias cerraduras separadas. Finalmente, la puerta se abri? con un crujido y mostr? a un chico cuya cara estaba oculta bajo una masa de largos y desordenados cabellos. El fuerte olor a yerba se esparci? y golpe? a Sarah de manera tan inesperada que comenz? a toser. El hombre vio a Dean y le dio un suave golpe con el pu?o, abri? entonces por completo la puerta para dejarlos pasar. Lanie entr? y Sarah permaneci? detr?s de ella, muy cerca. Separando el vest?bulo del resto de la casa, estaba una gran cortina de terciopelo rojo, como algo sacado de un cursi acto de magia. Cuando el melenudo volvi? a echar las cerraduras detr?s de ellos, Dean corri? la cortina y los gui? hasta el recibidor. Sarah se sinti? impactada con lo que vio. La habitaci?n estaba repleta de divanes, sof?s de dos puestos y pufs. En cada uno de ellos hab?a parejas li?ndose y en algunos casos, haciendo algo m?s. Todas las chicas se ve?an como de la edad de Sarah y la mayor?a se ve?a bastante drogada. Unas pocas parec?an haber perdido el conocimiento, lo que no imped?a que los hombres, todos los cuales se ve?an mayores, continuaran haci?ndolo. La vaga sensaci?n de inquietud que hab?a sentido mientras caminaba hacia la casa regres?, pero ahora m?s fuerte. Este no es un lugar en el que quiera estar. El aire estaba saturado de yerba, y de algo m?s dulce y m?s fuerte que Sarah no reconoci?. Casi como una se?al, Dean le pas? un pitillo a Lanie. Esta aspir? profundamente antes de ofrec?rselo a Sarah, que lo rechaz?. Decidi? que ya ten?a bastante con aquel sitio, que se ve?a como el set de una vieja pel?cula porno. Sac? su tel?fono para pedir un Uber, pero vio que segu?a sin se?al. —Dean —grit? por encima de la m?sica—, necesito llamar a mi mam? para hacerle saber que llegar? tarde, pero no consigo conectarme. ?Tienes un tel?fono fijo? —Por supuesto. Hay uno en mi habitaci?n. Te lo mostrar? —contest? sol?cito, desplegando de nuevo esa amplia, c?lida sonrisa, antes de girarse hacia Lanie—. Nena, ?me buscas una cerveza en la cocina? Es por all?. Lanie asinti? y se encamin? en la direcci?n que ?l le hab?a se?alado, mientras Dean indicaba a Sarah que le siguiera por un corredor. Ella no estaba segura de porqu? hab?a mentido sobre la necesidad de llamar a su mam?. Pero algo en esta situaci?n la hizo sentir como que no ser?a bien recibido que ella dijera que quer?a largarse. Dean abri? una puerta al final del pasillo y se apart? para dejarla entrar. Ella mir? en derredor pero no vio tel?fono alguno. —?D?nde est? tu tel?fono? —pregunt?, volteando hacia Dean mientras escuchaba que la puerta se cerraba. Vio que ?l ya hab?a girado el cerrojo y colocado la cadena junto al dintel de la puerta. —Lo siento —dijo, encogi?ndose de hombros, pero sin sonar para nada arrepentido—, debo haberlo trasladado a la cocina. Supongo que lo olvid?. Sarah sopes? qu? tan agresiva necesitaba ser. Algo no andaba nada bien all?. Estaba encerrada en un dormitorio de lo que parec?a algo cercano a un burdel, en una parte s?rdida de la Peque?a Armenia. No estaba segura de qu? tan efectivo ser?a pedirle que saliera, bajo las actuales circunstancias. S? dulce. Act?a como ignorante. Solo sal. —Est? bien —dijo animada—, vayamos a la cocina entonces. Mientras hablaba escuch? que tiraban de la cadena. Se volvi? para ver que la puerta del ba?o se abr?a, mostrando a un enorme hispano con una camiseta blanca parcialmente subida sobre su enorme y peluda barriga. Su cabeza estaba afeitada y ten?a una larga barba. Detr?s de ?l, estaba echada, en el suelo de lin?leo del ba?o, una chica que no pod?a haber tenido m?s de catorce. Solo ten?a puestas las pantis y parec?a estar inconsciente. Sarah sinti? una opresi?n en su pecho y que su respiraci?n se aceleraba. Intent? ocultar el creciente p?nico que sent?a. —Sarah, este es Chiqy —dijo Dean. —Hola, Chiqy —dijo ella, oblig?ndose a mantener la calma en su voz—. Siento tener que cortar, pero voy a la cocina a hacer una llamada. Dean, si pudieras abrirme la puerta. Decidi? que en lugar de tratar de encontrar la cocina, donde dudaba que hubiera un tel?fono de todas formas, se dirigir?a directo a la puerta principal. Una vez afuera, le pedir?a a alguien un avent?n. Entonces llamar?a al 911 para conseguir ayuda para Lanie. —D?jame verte mejor —orden? Chiqy con una voz cavernosa, ignorando lo que ella hab?a dicho. Sarah sinti? ganas de vomitar. —?Qu? piensas? —pregunt? Dean ansioso. —Creo que con un vestido veraniego y unas trenzas tendremos una s?lida fuente de ingresos aqu?. —Me voy ahora mismo —dijo Sarah, y se apresur? a ir hasta la puerta. Para su sorpresa, Dean se apart?, con una mirada divertida. —?Usaste el amortiguador para que ella no pudiera llamar o enviar un mensaje de texto? —escuch? que Chiqy preguntaba detr?s de ella. —S? —contest? Dean—, la observ? muy de cerca, Intent? muchas veces pero nunca pareci? hacer conexi?n. ?O s?, Sarah? Luch? torpemente con la cadena y casi logr? quitarla cuando una inmensa sombra bloque? la luz. Comenz? a girarse pero antes, sinti? un golpe seco en la parte de atr?s de su cabeza y todo se volvi? negro. CAP?TULO UNO El coraz?n de la Detective Keri Locke lat?a con fuerza. Aunque se hallaba en medio de una enorme estaci?n de polic?a, se hab?a desconectado de todo lo que la rodeaba. A duras penas pod?a pensar con claridad mientras contemplaba el correo-e en su tel?fono, rehus?ndose a creer que fuera real. dispuesto a reunirme si sigues las reglas. me pondr? en contacto muy pronto. Las palabras eran sencillas, pero su significado era colosal. Hab?a esperado por esto, durante seis largas semanas, aguardando contra toda esperanza que el hombre que ella sospechaba hab?a raptado a su hija hac?a cinco a?os hiciera contacto. Y ahora lo hab?a hecho. Keri apart? su tel?fono en el escritorio y cerr? sus ojos, tratando de mantenerse serena mientras le pon?a cabeza a la situaci?n. Cuando al principio descubri? la informaci?n de contacto de un hombre conocido solo como el Coleccionista, hizo cita para una reuni?n. Pero ?l nunca apareci?. Ella lo contact? para averiguar qu? hab?a sucedido. ?l indic? que ella no hab?a seguido las reglas pero dio a entender que podr?a ponerse en contacto m?s adelante. Hab?a exigido toda su disciplina y paciencia no intentar contactarlo de nuevo. Desesperadamente quer?a hacerlo, pero le preocupaba que de mostrarse demasiado ansiosa, ?l podr?a inquietarse y desechar de forma permanente la direcci?n de correo electr?nico, dej?ndola sin opciones de encontrarlo en alg?n momento, a ?l o a Evie. Y ahora, al cabo de todas esas torturantes semanas de silencio, ?l finalmente se hab?a puesto en contacto de nuevo. Por supuesto, ?l no sab?a que se estaba comunicando con la madre de Evie, ni siquiera que ella era una mujer. Todo lo que sab?a es que era un cliente potencial interesado en discutir un contrato de secuestro. Esta vez ella desplegar?a un plan mejor que el anterior. La ?ltima vez, dispuso de menos de una hora para llegar al sitio de reuni?n asignado. Intent? poner un se?uelo que fuese en su lugar y evaluar la situaci?n desde la distancia. Pero de alguna manera ?l supo que el se?uelo no era leg?timo y no vino. Ella no pod?a permitir que eso sucediera de nuevo. Qu?date tranquila. Has aguantado esto por bastante tiempo y ha dado resultado. No lo arruines haciendo algo impulsivo. De todas formas ahora mismo no hay nada que puedas hacer. El bal?n est? en su campo. Solo dale una respuesta b?sica y aguarda a que conteste. Keri digit? una palabra: comprendido Puso entonces su tel?fono en el bolso y se levant? de su escritorio, demasiado nerviosa y excitada para quedarse sentada. Sabiendo que no hab?a nada m?s que pudiera hacer, trat? de sacar al Coleccionista de su cabeza. Se encamin? hacia el sal?n de descanso para comer algo. Eran las 4 p.m. pasadas y su est?mago lanzaba gru?idos, aunque no estaba segura si era porque se hab?a saltado el almuerzo o era debido a la ansiedad general. Al entrar, vio a su pareja, Ray Sands, rebuscando en el refrigerador. Era notoria su costumbre de meterle mano a cualquier comida que no estuviera debidamente identificada. Afortunadamente la ensalada de pollo de ella, con su nombre claramente colocado en el contenedor, estaba oculta en la esquina inferior, al fondo. Ray, un negro de uno noventa y tres y 104 kilos, con una cabeza calva y una constituci?n muscular robusta, tendr?a que estar muy desesperado para inclinarse y contorsionarse solo por una ensalada. Keri permaneci? en la entrada, disfrutando en silencio el contoneo de las nalgas de Ray mientras maniobraba. Adem?s de ser su pareja, era tambi?n su mejor amigo y ?ltimamente, quiz?s algo m?s. Ambos sent?an una fuerte y mutua atracci?n, y as? lo hab?a admitido uno al otro hac?a menos de dos meses, cuando Ray se recuperaba de un tiro recibido cuando dieron de baja a un secuestrador de ni?as. Desde entonces, sin embargo, solo hab?an dado pasos de beb?. Flirteaban m?s abiertamente cuando estaban solos, y hab?an habido varias citas a medias, donde uno iba al apartamento del otro a ver una pel?cula. Pero ambos parec?an temerosos de dar el siguiente paso. Keri sab?a por qu? se sent?a as? y sospechaba que Ray sent?a lo mismo. A ella le preocupaba que si se decid?an y no funcionaba, tanto su sociedad como su amistad podr?a ponerse en riesgo. Era una preocupaci?n leg?tima. Ninguno de los dos ten?a un gran historial rom?ntico. Ambos estaban divorciados. Ambos le hab?an sido infieles a sus c?nyuges. Ray, un antiguo boxeador profesional, era un notorio mujeriego. Y Keri ten?a que admitir que desde que se llevaron a Evie, ella hab?a sido un saco de nervios, constantemente a punto de perder el control. Match.com no los pondr?a en sus carteles en un futuro cercano. Ray sinti? que era observado y se gir?, con la mitad de un s?ndwich sin due?o en la mano. Viendo que no hab?a nadie m?s en la habitaci?n aparte de Keri, pregunt?: —?Te gusta lo que ves? —y gui?? un ojo. —No seas engre?do, Incre?ble Hulk —le advirti? ella. Adoraban burlarse el uno del otro con apodos que destacaban la sustancial diferencia de tama?o. —?Qui?n est? usando el doble sentido ahora, Miss Bianca? —pregunt? ?l, sonriendo. Keri vio que el rostro de ?l se oscurec?a y se dio cuenta que no hab?a hecho un buen trabajo ocultando su nerviosismo a causa del Coleccionista. ?l la conoc?a demasiado bien. —?Qu? pasa? —pregunt? de inmediato. —Nada —dijo ella, mientras pasaba roz?ndolo para inclinarse y tomar su ensalada. A diferencia de ?l, ella no ten?a problemas al moverse en espacios estrechos. Aunque no fuese tan peque?a como el nombre de la ratoncita ficticia pod?a sugerir, comparado con Ray, su cuerpo de uno sesenta y siete y cincuenta y nueve kilos era liliputiense . Pod?a sentir sus ojos sobre ella pero simul? que no lo notaba. No quer?a discutir lo que cargaba en su mente por un par de razones. Ante todo, si le dec?a del correo-e del Coleccionista, ?l querr?a analizarlo en detalle con ella. Y ello socavar?a sus esfuerzos para mantenerse cuerda dejando de pensar en eso. Pero hab?a otra raz?n. Keri estaba bajo vigilancia por parte de un turbio abogado llamado Jackson Cave, notable por representar a ped?filos y secuestradores de ni?os. Para obtener la informaci?n que la llev? a encontrar al Coleccionista, ella hab?a irrumpido en su oficina y copiado el archivo oculto. La ?ltima vez que se hab?an visto, Cave hab?a dado a entender que sab?a lo que ella hab?a hecho y dijo abiertamente que le ten?a puesto el ojo. Estaba claro para ella lo que significaba. Desde entonces, hab?a realizado de forma regular barridos de dispositivos de escucha, y tenido el cuidado de solo discutir con el Coleccionista en ambientes seguros. Si Cave sab?a que ella andaba detr?s del Coleccionista, pod?a avisarle. Entonces este ?ltimo desaparecer?a y ella nunca encontrar?a a Evie. As? que no hab?a manera de que ella fuera a mencionar nada al respecto a Ray y all? . Pero ?l no sab?a nada de eso, as? que la presion?. —Puedo asegurar que hay algo —dijo. Antes de que Keri pudiera, diplom?ticamente, callarlo, el jefe de ambos entr? de repente. El teniente Cole Hillman, su supervisor inmediato, ten?a cincuenta, pero se ve?a mucho m?s viejo, con su rostro profundamente arrugado, su despeinado cabello entrecano, y una creciente panza que no pod?a ocultar con sus holgadas camisas de vestir. Como de costumbre, ten?a puestas una chaqueta y una corbata, pero la primera no le quedaba y la segunda estaba rid?culamente floja. —Bien. Me alegra que ambos est?n aqu? —dijo, salt?ndose cualquier clase de saludo—. Vengan conmigo. Tienen un caso. Lo siguieron de regreso a su oficina y ambos tomaron asiento en el gastado sof? de dos plazas junto a la pared. Sabiendo que probablemente no tendr?a chance de comer m?s tarde, Keri devor? su ensalada mientras Hillman los pon?a en antecedentes. Not? que antes de que se sentaran, Ray ya hab?a terminado el s?ndwich que se hab?a robado. Hillman fue al grano. —Su posible v?ctima es una chica de diecis?is a?os de Westchester, Sarah Caldwell. No ha sido vista desde el almuerzo. Los padres la han llamado muchas veces, y dicen que no han podido contactarla. —?Entraron en p?nico porque su hija adolescente no les ha devuelto la llamada? —pregunt? Ray esc?ptico— Suena como el caso de toda familia en Am?rica. Keri no replic? nada a pesar de su inclinaci?n natural a estar en desacuerdo. Ella y Ray hab?an discutido sobre este punto muchas veces. Pens? que ?l era demasiado lento para involucrarse en casos como estos. ?l, por su parte, sent?a que la experiencia personal de ella la inclinaba demasiado a actuar en los mismos de forma prematura. Era una constante fuente de fricci?n y ella no ten?a ganas de entrar en ello en ese momento. Pero Hillman aparentemente estaba dispuesto. —Lo pens? tambi?n al principio —dijo Hillman—, pero ellos fueron muy convincentes en cuanto a que su hija no se ausentar?a por tanto tiempo sin reportarse. Intentaron tambi?n verificar su localizaci?n usando el GPS de su tel?fono inteligente. Estaba apagado. —Eso es un poco extra?o, pero aun as? —insisti? Ray. —Escuchen, puede que no sea nada. Pero ellos fueron muy insistentes, y hab?an entrado en p?nico incluso. Y ellos hicieron notar que la pol?tica de estar desaparecido por veinticuatro horas antes de emprender una b?squeda no se aplica a los menores. Ustedes dos no tienen casos urgentes en este momento, as? que les ordeno que vayan all? y les tomen la declaraci?n. Diablos, la chica puede haber regresado a casa cuando ustedes lleguen. Pero no estar? de m?s. Y esto les cubrir? las espaldas en el caso improbable de que haya algo. —Suena como un plan para m? —dijo Keri, incorpor?ndose, la boca llena con el ?ltimo resto de la ensalada. —Por supuesto que me suena bien —musit? Ray, mientras copiaba la direcci?n que le daba Hillman—. Otra persecuci?n de ganso salvaje a la que arrastrarme. —Sabes que te encanta —dijo Keri saliendo antes que ?l. —?Podr?an ambos ser un poco m?s profesionales cuando vean a los Caldwells? —grit? tras ellos Hillman a trav?s de la puerta abierta— Me gustar?a que ellos pensaran que al menos simulamos que los tomamos en serio. Keri ech? su contenedor de ensalada en la basura y se encamin? hacia el estacionamiento. Ray tuvo que trotar para alcanzarla. Cuando llegaron a la salida, ?l se inclin? y le susurr?. —No creas que te has librado sea lo que sea ese secreto que me ocultas. Puedes dec?rmelo ahora o puedes dec?rmelo despu?s. Pero s? que algo pasa contigo. Keri intent? no reaccionar de manera visible. Algo estaba pasando. Y ella planeaba enterarlo cuando fuera seguro hacerlo. Pero necesitaba conseguir una locaci?n m?s segura para contarle a su pareja, su mejor amigo, su potencial novio, que ella estaba a punto de finalmente atrapar al secuestrador de su hija. CAP?TULO DOS En cuanto se detuvieron delante de la casa de los Caldwells, Keri sinti? una punzada en el est?mago. Sin importar con cu?nta frecuencia se reuniera con la familia de un ni?o posiblemente secuestrado, siempre se dejaba transportar hasta esa primera vez cuando vio c?mo su propia peque?a, de solo ocho a?os, era llevada a trav?s del brillante verdor del c?sped de un parque por un mal?volo extra?o con gorra de b?isbol, calada de tal manera que le ocultaba el rostro. Sinti? ahora c?mo sub?a por su garganta el mismo y familiar p?nico que experiment? al perseguir al hombre por el estacionamiento de grava y verle arrojar a Evie al interior de su van de color blanco como si fuera una mu?eca de trapo. Revivi? el horror de ver c?mo el adolescente que intent? detener al hombre era apu?alado hasta morir. Hizo un gesto ante el recuerdo del dolor que sinti? al correr con los pies descalzos sobre la grava, ignorando los fragmentos afilados de roca que se enterraban en sus pies, mientras trataba de darle alcance a la van que estaba acelerando y ya se alejaba. Record? la sensaci?n de impotencia que la arrop? al darse cuenta que la van no ten?a placas y que pr?cticamente no ten?a ninguna descripci?n que darle a la polic?a. Ray estaba familiarizado con lo mucho que siempre la afectaba este momento y guard? silencio en el asiento de conductor, mientras ella recorr?a y trabajaba todo el ciclo de emociones y se rehac?a para lo estaba por venir. —?Est?s bien? —pregunt?, cuando vio que su cuerpo finalmente se relajaba un poco. —Casi —dijo, bajando el espejo de la visera y d?ndose un ?ltimo vistazo para asegurarse de no lucir como un total desastre. La persona que la contemplaba se ve?a mucho m?s saludable de lo que ella hab?a estado hac?a apenas unos pocos meses. Ya no estaban los c?rculos negros que sol?a tener bajo sus ojos pardos, y estos ya no estaban inyectados de sangre. Su piel estaba menos manchada. Su cabello rubio cenizo, aunque recogido hacia atr?s en una pr?ctica coleta, no estaba grasoso y sin lavar. Keri se acercaba a su cumplea?os n?mero treinta y seis, pero se ve?a mejor que nunca desde que Evie hab?as sido raptada cinco a?os antes. No estaba segura si era debido a la sensaci?n de esperanza que albergaba desde que el Coleccionista hab?a asomado hac?a semanas que estar?a en contacto. O quiz?s era la posibilidad real en el horizonte de un romance con Ray. Pod?a tambi?n haber sido la reciente mudanza de la destartalada casa bote que durante varios a?os hab?a llamado hogar a un apartamento de verdad. O podr?a haber tenido que ver con la reducci?n en el consumo de grandes cantidades de whisky escoc?s de malta. Fuese lo que fuese, notaba que los hombres volv?an sus cabezas con m?s frecuencia de la normal cuando ella iba a pie por esos d?as. Nada de eso le importaba, excepto que por primera vez sent?a que ten?a algo de control sobre su a menudo incontrolada vida. Subi? la visera y volte? hacia Ray. —Lista —dijo. Al caminar hacia la puerta principal, Keri examin? la urbanizaci?n. Era la parte m?s septentrional de Westchester, adyacente a la autopista 405 y justo al sur del Centro Howard Hughes, un gran complejo comercial y de oficinas que dominaba el horizonte de esta parte de la ciudad. Westchester ten?a la reputaci?n de una urbanizaci?n de clase trabajadora, y la mayor?a de los hogares era de tipo modesto, de una sola planta. Pero incluso esos hab?an subido mucho su costo en la ?ltima media docena de a?os. Como resultado de ello, la comunidad era una mezcla de veteranos que hab?an vivido all? por siempre, y familias j?venes, de profesionales que no quer?an vivir en desarrollos hechos en serie sino en alg?n lugar con personalidad. Keri supuso que esta gente era de los segundos. La puerta se abri? antes de que llegaran al porche y de all? sali? una pareja abiertamente preocupada. A Keri le sorprendi? su edad. La mujer —peque?a, hispana, con el cabello adecuadamente corto— luc?a a mitad de los cincuenta. Llevaba un hermoso pero bastante usado traje de oficina, y unos viejos pero inmaculados zapatos negros. El hombre era por lo menos treinta cent?metros m?s alto que ella. Era blanco, con una calvicie que iba dejando mechones de rubio gris?ceo, y espejuelos que colgaban de su cuello. Era al menos tan viejo como ella y probablemente cercano a los sesenta. Estaba vestido de manera m?s casual en comparaci?n con ella, con unos c?modos pantalones y una camisa de cuadros nueva y bien planchada. Sus mocasines marrones estaban ara?ados y una de las trenzas no estaba hecha. —?Son ustedes los detectives? —pregunt? la mujer, alargando su mano para estrechar las de ellos antes de que se lo confirmaran. —S?, se?ora —contest? Keri, tomando la iniciativa—. Soy la Detective Keri Locke del Departamento de Polic?a de Los ?ngeles Divisi?n Pac?fico Unidad de Personas Desaparecidas. Esta es mi pareja, el Detective Raymond Sands. —Encantado de conocerles, amigos —dijo Ray. La mujer hizo un adem?n mientras hablaba. —Gracias por venir. Mi nombre es Mariela Caldwell. Este es mi marido, Edward. Edward asinti? pero no dijo nada. Keri tuvo la sensaci?n de que no sab?an por d?nde empezar, as? que tom? la iniciativa. —?Por qu? no nos sentamos en la cocina para que puedan contarnos qu? es lo que les tiene tan preocupados? —Por supuesto —dijo Mariela, y les condujo por el estrecho pasillo adornado con fotos de una chica de cabello oscuro y c?lida sonrisa. Habr?a al menos veinte fotos que cubr?an su vida entera desde su nacimiento hasta el momento actual. Llegaron a un peque?o pero bien amueblado rinc?n para desayunar—. ?Se les ofrece alguna cosa —caf?, un refrigerio? —No, gracias, se?ora —dijo Ray, mientras pegado a la pared maniobraba dando un rodeo con dificultad para alcanzar una silla—. Solo sent?monos y saquemos tanta informaci?n como sea posible y tan r?pido como podamos. ?Por qu? no comienzan por contarnos qu? es lo que les ha preocupado? Tengo entendido que Sarah ha estado fuera de contacto por unas pocas horas. —Casi cinco horas en este momento —dijo Edward, hablando por primera vez mientras se sentaba frente a Ray—. Ella llam? a su madre al mediod?a para decir que iba verse con una amiga que no hab?a visto hac?a tiempo. Son casi las cinco p.m. ahora. Ella sabe que se supone que debe reportarse cada dos horas cuando sale, aunque sea un mensaje de texto para decir d?nde est?. —?A ella nunca se le olvida? —pregunt? Ray, manteniendo su tono neutral de tal manera que solo Keri capt? el escepticismo subyacente. Ninguno de los Caldwells habl? por un instante, y a Keri le preocup? que Ray los hubiera ofendido. Finalmente Mariela respondi?. —Detective Sands, s? que es dif?cil de creer. Pero no, a ella nunca se le olvida. Ed y yo tuvimos a Sarah tarde en la vida. Despu?s de numerosos intentos fallidos, fuimos bendecidos con su llegada. Ella es nuestra ?nica hija y tengo que admitir que ambos somos un poco, ?cu?l es la palabra, revoloteantes? —Padres helic?ptero —a?adi? Ed con una ir?nica sonrisa. Keri sonri? tambi?n. Dif?cilmente pod?a culparlos. —En todo caso —continu? Mariela—, Sarah sabe que ella es lo que m?s amamos en este mundo y sorprendentemente, ella no lo resiente ni se siente reprimida. Horneamos juntas en el fin de semana. A ella todav?a le encantan las jornadas de ‘lleva tu hija al trabajo’ junto con su padre. Fue incluso conmigo a un concierto de Motley Crue hace unos meses. Ella nos consiente. Y porque sabe cu?n preciada es para nosotros, ella es muy diligente en cuanto a mantenernos informados. Nosotros establecimos la pol?tica de ‘textea d?nde est?s’. Pero ella fue quien eligi? la regla de las dos horas. Keri observ? a ambos con atenci?n mientras hablaban. La mano de Mariela estaba en la de Ed, y ?l acariciaba el dorso de la de ella con su pulgar. Esper? hasta que terminara, entonces habl?. —Y si alguna vez lo olvidara, por primera vez, ella no se habr?a ido por tanto tiempo sin hacer contacto o contestar alguno de nuestros textos o llamadas. Entre los dos, le hemos enviado una docena de mensajes de textos y la hemos llamado una media docena. En mi ?ltimo mensaje le dije que estaba llamando a la polic?a. Si los hubiera recibido, se hubiera comunicado. Como le dije a su teniente, el GPS de su tel?fono est? apagado. Eso nunca hab?a sucedido. Ese inquietante detalle qued? flotando en el aire, amenazando con imponerse a todo lo dem?s. Keri trat? de sofocar cualquier se?al que tendiera al p?nico haciendo r?pidamente la siguiente pregunta. —Sr. y Sra. Caldwell, ?puedo preguntarles por qu? Sarah no estaba hoy en la escuela? Es viernes. Ambos la miraron con una expresi?n de sorpresa. Incluso Ray luci? at?nito. —Es el d?a despu?s de Acci?n de Gracias —dijo Mariela—. Hoy no hay escuela. Keri sinti? que el coraz?n se le hund?a. Solo un padre sabr?a esa clase de detalle y en la pr?ctica, ella ya no lo era. Evie tendr?a trece ahora. Bajo circunstancias normales, Keri habr?a estado negociando c?mo asegurar el cuidado de su hija para poder venir a trabajar hoy. Pero ella no hab?a vivido circunstancias normales desde hac?a mucho tiempo. Los rituales asociados con los recesos escolares y las vacaciones familiares se hab?an desvanecido en a?os recientes, hasta el punto en el que algo que sol?a ser obvio para ella ya no lo era. Intent? responder pero sali? como un murmullo ininteligible. Sus ojos se humedecieron y baj? la cabeza para que nadie pudiera verla. Ray vino a rescatarla. —?As? que Sarah tuvo el d?a libre, pero ustedes no? —pregunt?. —No —contest? Ed—, poseo una peque?a tienda de pinturas en el Westchester Triangle. No es como para decir que estoy nadando en dinero. No puedo tomarme muchos d?as libres —D?a de Gracias, Navidad, A?o Nuevo— eso es todo. —Soy secretaria legal en un gran bufete en El Segundo. Normalmente estar?a libre hoy, pero estamos preparando un caso enorme de cara al juicio y necesitan toda la ayuda disponible. Keri aclar? su garganta y, confiando en que pod?a controlarse, se uni? de nuevo a la conversaci?n. —?Qui?n es esta amiga que Sarah iba a ver? —pregunt?. —Su nombre es Lanie Joseph —dijo Mariela—. Sarah tuvo amistad con ella en la escuela elemental. Pero cuando nos mudamos de nuestra antigua urbanizaci?n, perdieron el contacto. Francamente, hubiese deseado que quedara as?. —?Qu? quiere decir? —pregunt? Keri. Mariela vacil?, as? que Ed intervino. —Viv?amos en South Culver City. No est? demasiado lejos de aqu?, pero la zona es mucho m?s miserable. Las calles son m?s rudas y tambi?n lo son los chicos. Lanie ten?a una manera de ser que siempre nos incomod? un poco, incluso cuando era peque?a. Ha empeorado. No quiero hacer juicios, pero pensamos que ella se ha metido por un camino peligroso. —Nosotros economizamos y ahorramos —intervino Mariela, abiertamente inc?moda ante la idea de lanzar calumnias delante de extra?os—. El a?o en que Sarah comenz? la escuela secundaria nos mudamos para ac?. Compramos este sitio justo antes de que el mercado explotara. Es peque?o pero ahora no ser?amos capaces de comprarlo. Casi que tampoco entonces. Pero ella necesitaba un nuevo comienzo con chicos diferentes. —As? que perdieron el contacto —Ray insisti? con gentileza—. ?Qu? les hizo reconectarse reci?n ahora? —Ellas se ve?an un par de veces al a?o, pero eso era todo —contest? Ed—. Sin embargo, Sarah nos dijo que Lanie le envi? un mensaje de texto ayer, y le dec?a que en verdad quer?a verla, que necesitaba su consejo. No dijo por qu?. —Por supuesto —a?adi? Mariela—, como ella es una chica dulce, que se preocupa por los dem?s, accedi? sin vacilar. Recuerdo que me dijo anoche, ‘?Qu? clase de amiga ser?a, mam?, si no ayudara a alguien cuando m?s me necesita?’ Mariela se interrumpi?, abrumada por la emoci?n. Keri vio a Ed darle un peque?o apret?n de apoyo. Envidi? a esos dos. Incluso en ese momento, al borde del p?nico, eran un frente unido, terminando las frases del otro, respald?ndose emocionalmente. De alguna manera su devoci?n y amor compartidos los proteg?an de venirse abajo. Keri record? una ?poca cuando pensaba que ten?a lo mismo. —?Dijo Sarah d?nde iban a verse? —pregunt?. —No, no lo hab?an decidido al mediod?a. Pero estoy segura de que era por aqu? cerca, quiz?s el Centro Howard Hughes o el Fox Hills Mall. Sarah no conduce todav?a, as? que tendr?a que ser un lugar con f?cil acceso al bus. —?Puede darnos fotos recientes de ella? —pregunt? Keri a Mariela, que de inmediato se levant? para ir a buscar algunas. —?Est? Sarah en las redes sociales? —pregunt? Ray. —Ella est? en Facebook. Instagram, Twitter. No s? d?nde m?s. ?Por qu?? —pregunt? Ed. —Algunas veces los chicos comparten detalles en sus cuentas que son de ayuda en las investigaciones. ?Conocen algunas de sus claves secretas? —No —dijo Mariela mientras sacaba algunas fotos de sus marcos—. Nunca tuvimos motivos para ped?rselas. Ella nos muestra todo el tiempo lo que publica en sus cuentas. Nunca parece que est? ocultando algo. Incluso somos sus amigos en Facebook. Nunca sent? la necesidad de preguntar ese tipo de cosas. ?No hay forma de que tengan acceso a las mismas? —Podemos —le dijo Keri—, pero sin las claves secretas, lleva tiempo. Necesitamos una orden de la corte. Y ahora mismo no tenemos una causa probable. —?Qu? hay del GPS desactivado? —pregunt? Ed. —Eso ayuda a hacer un caso —contest? Keri—, pero a estas alturas todo es circunstancial en el mejor de los casos. Ambos han sido convincentes en cuanto a por qu? esta situaci?n es tan inusual. Pero en el papel, podr?a no lucir as? para un juez. Pero no dejen que eso les moleste demasiado. Apenas estamos comenzando. Esto es lo que hacemos, investigar. Y me gustar?a empezar yendo a la casa de Lanie y hablando con su familia. ?Tienen su direcci?n? —La tengo —dijo Mariela, entreg?ndole a Keri varias fotos de Sarah antes de sacar su tel?fono y desplazarse entre sus contactos—, pero no s? de cu?nta ayuda ser?. El padre de Lanie est? fuera del radar y su madre… no se involucra. Pero si piensan que ayudar?, aqu? est?. Keri copi? la informaci?n y todos caminaron hacia la puerta principal. Se estrecharon las manos de manera formal, lo que choc? a Keri porque le parec?a fuera de lugar entre gente que hab?a estado discutiendo algo tan ?ntimo. Ella y Ray iban a medio camino en direcci?n al veh?culo de ?l, cuando detr?s de ellos, Edward Caldwell les lanz? una ?ltima pregunta. —Siento preguntar esto, pero ustedes dijeron que apenas estaban empezando. Eso hace que suene como si esto pudiera llegar a ser un largo proceso. Pero hasta donde yo s?, en el caso de una persona desaparecida, las primeras veinticuatro horas son cruciales. ?Estoy equivocado? Keri y Ray se miraron entre s? y luego se giraron para ver a Caldwell. Ninguno estaba seguro de qui?n deb?a responder. Finalmente habl? Ray. —No est? equivocado, se?or. Pero todav?a no tenemos nada que indique que algo sospechoso ha sucedido. Y en cualquier caso, usted nos contact? con rapidez. Eso es de gran ayuda. S? que es dif?cil de hacer, pero intente no preocuparse. Le prometo que estaremos en contacto. Se giraron y caminaron de regreso al autom?vil. Cuando Keri estuvo segura de que no les pod?a escuchar, musit? por lo bajo: —Eres bueno mintiendo. —No estaba mintiendo. Todo lo que dije era cierto. Ella podr?a estar de regreso en su casa de un momento a otro y esto habr? concluido. —Supongo que s? —reconoci? Keri—, pero todos mis instintos me dicen que esto no va a ser tan f?cil. CAP?TULO TRES Keri ocup? el asiento de copiloto en el camino hacia Culver City, auto flagel?ndose en silencio. Intent? recordarse a s? misma que no hab?a hecho nada incorrecto. Pero estaba amilanada por la culpa de olvidar algo tan simple como que ese d?a no hab?a escuela. Hasta hab?a sido incapaz de ocultar su sorpresa. Estaba perdiendo contacto con lado parental y eso la asustaba. ?Cu?nto tiempo pasar?a antes de que ella olvidara otros detalles, m?s personales? Hac?a unas pocas semanas le hab?an dado pistas an?nimas que la llevaron hasta la foto de una adolescente. Pero para verg?enza de Keri, no hab?a sido capaz de asegurar que fuese Evie. Cierto es, que hab?an pasado cinco a?os y la imagen era de baja resoluci?n, tomada desde larga distancia. Pero el hecho de que ella no supiera de inmediato si la foto era o no la de su hija la hab?a turbado. Incluso despu?s que el gur? en tecnolog?a de la unidad, el Detective Kevin Edgerton, le hab?a dicho que su comparaci?n digital de la imagen con las fotos de Evie a los ochos a?os de edad no era concluyente para establecer una correspondencia, su sensaci?n de verg?enza permaneci?. Simplemente deb? haberlo sabido. Una buena madre sabr?a si era real de inmediato. —Llegamos —dijo Ray en voz baja, sac?ndola de sus pensamientos. Keri levant? la vista y se dio cuenta que hab?an estacionado justo calle arriba despu?s de la casa de Lanie Joseph. Los Caldwell ten?an raz?n. Esta zona, aunque a menos de ocho kil?metros de su hogar, era de un aspecto bastante hostil. Todav?a eran solo las 5:30, pero el sol ya casi se hab?a puesto y la temperatura estaba descendiendo. Peque?os grupos de j?venes con atuendo de pandilla se estaban juntando en las bocacalles y las escalinatas de entrada, bebiendo cerveza y fumando cosas que no parec?an cigarrillos. La mayor?a de los c?spedes estaban m?s marrones que verdes, y en todas partes las aceras estaban agrietadas, con la maleza abri?ndose paso por entre los espacios. La mayor?a de las residencias de la cuadra se ve?an como casas adosadas o d?plex, y todas ten?an rejas en las ventanas y robustas puertas con tela met?lica. —?Qu? piensas, debemos llamar y pedir respaldo al Departamento de Polic?a de Culver City? —pregunt? Ray—. T?cnicamente, estamos fuera de nuestra jurisdicci?n. —No... Tomar? demasiado tiempo y quiero permanecer de bajo perfil, al entrar y al salir. Mientras m?s formal hagamos esto, m?s tiempo nos tomar?. Si algo le pas? a Sarah, no tenemos tiempo que perder. —Okey, entonces vamos —dijo ?l. Salieron del veh?culo y caminaron con presteza a la direcci?n que Mariela Caldwell les hab?a proporcionado. Lanie viv?a en el frente de una townhouse de dos unidades en Corinth, justo al sur de Culver Boulevard. La autopista 405 estaba tan cerca que Keri pod?a distinguir el color del cabello de los conductores que pasaban. Mientras Ray tocaba la puerta exterior de metal, Keri mir?, dos casas m?s all?, a cinco hombres api?ados en torno al motor de un Corvette, sentados sobre bloques en la carretera. Algunos de ellos lanzaban miradas de desconfianza a los intrusos, pero nadie dijo nada. El sonido de varios ni?os chillando sal?a del interior. Al cabo de un minuto, la puerta de madera fue abierta por un peque?o ni?o rubio que no tendr?a m?s de cinco. Llevaba unos jeans llenos de agujeros y una camiseta blanca con una “S” tipo Superm?n garabateada en casa. Contempl? a Ray, echando la cabeza hacia atr?s todo lo posible. Luego mir? a Keri, y pareci?ndole menos temible, le habl?. —?Qu? quiere, se?ora? Keri sinti? que el chico no hab?a recibido mucha luz y dulzura en su vida, as? que se arrodill? hasta quedar a su nivel y le habl? con la voz m?s gentil que pudo adoptar. —Somos oficiales de polic?a. Necesitamos hablar un minuto con tu mami. El ni?o, sin inmutarse, se volte? y grit? hacia el fondo de la casa. —Mam?. Los polic?as est?n aqu?. Quieren hablar contigo —aparentemente esta no era la primera vez que hab?a recibido la visita de la ley. Keri vio que Ray echaba un vistazo a los hombres que rodeaban el Corvette y sin mirar ella misma, le pregunt? en voz baja: —?Tenemos un problema por all?? —Todav?a no —contest? Ray por lo bajo—, pero podr?amos tenerlo dentro de un rato. Debemos hacer esto r?pido. —?Qu? clase de polic?as son ustedes? —exigi? saber el peque?o— No llevan uniformes. ?Est?n encubiertos? ?Son detectives? —Detectives —le dijo Ray y aparentemente decidiendo que el chico no necesitaba ser consentido, le hizo a su vez una pregunta—. ?Cu?ndo fue la ?ltima vez que viste a Lanie? —Oh, Lanie est? en problemas de nuevo —dijo, con una sonrisa que abarcaba su rostro—. Nada sorprendente. Se fue a la hora del almuerzo para ver a su inteligente amiga. Supongo que esperaba que algo se le pegara. No apuesten a eso. Justo entonces una mujer que vest?a pantalones de ch?ndal y una gruesa sudadera gris que dec?a “Contin?a caminando”, apareci? al final del vest?bulo. Mientras se aproximaba con pesadez hacia ellos, Keri la examin?. Era como de la estatura de Keri pero pesaba muy por encima de los noventa kilos. Su p?lida piel parec?a fundirse con la sudadera gris, haciendo imposible asegurar d?nde terminaba una y empezaba la otra. Su cabello rubio-gris?ceo estaba recogido hacia atr?s en una floja coleta, que estaba a punto de soltarse por completo. Keri supuso que ten?a menos de cuarenta, pero su cara agotada y desgastada la pod?a hacer ver como de cincuenta. Ten?a bolsas bajo sus ojos y su rostro abotagado estaba cubierto de zonas enrojecidas, posiblemente debidas al alcohol. Estaba claro que alguna vez hab?a sido atractiva, pero el peso de la vida la hab?a consumido y ahora solo se pod?an entrever destellos de belleza. —?Qu? ha hecho ahora? —pregunt? la mujer, menos sorprendida que su hijo de ver a la polic?a en su puerta. —?Es usted la Sra. Joseph? —pregunt? Keri. —No he sido la Sra. Joseph en siete a?os. Fue cuando el Sr. Joseph me dej? por una terapista de masajes llamada Kayley. Ahora soy la Sra. Hart, aunque el Sr. Hart se fue sin despedirse apropiadamente hace unos dieciocho meses. Pero es demasiado complicado cambiar el nombre de nuevo, as? que me he quedado con ?l por ahora. —As? que usted es la madre de Lanie Joseph —dijo Ray, tratando de encarrilarla de nuevo—, pero, ?su nombre es…? —Joanie Hart. Soy la madre de cinco v?ndalos, incluyendo ?sa por la que est?n aqu?. ?Y qu? fue exactamente lo que hizo esta vez? —No estamos seguros de que haya hecho nada, Sra. Hart —afirm? Keri, que no quer?a crear un conflicto innecesario con una mujer que claramente viv?a c?moda con ?l—, pero los padres de su amiga Sarah Caldwell no han podido contactarla y est?n preocupados. ?Ha sabido de Lanie desde el mediod?a de hoy? Joanie Hart la mir? como si fuera de otro planeta. —No estoy pendiente de eso —dijo—. Estuve trabajando todo el d?a; 7-Eleven no cierra solo porque ayer fue Acci?n de Gracias, ?saben? Regres? hace apenas media hora. As? que no s? d?nde est?. Pero eso no es especial. Ella est? fuera la mitad del tiempo y nunca me dice ad?nde va. A ?sa le encanta guardar secretos. Creo que tiene un chico, pero no quiere que yo lo sepa. —?Alguna vez mencion? el nombre de este chico? —Como dije, ni siquiera s? si existe. Solo estoy diciendo que no me sorprender?a. A ella le gusta hacer cosas para cabrearme. Pero estoy demasiado cansada u ocupada para enfadarme para que sea ella la que se cabree. Ya sabe c?mo es —dijo, mirando a Keri, que no ten?a idea de c?mo era. Keri sinti? crecer su molestia con respecto a esta mujer, que no parec?a saber ni importarle d?nde estaba su hija. Joanie no hab?a preguntado sobre su bienestar ni hab?a expresado preocupaci?n alguna. Ray pareci? captar lo que estaba sintiendo y habl? antes que ella. —?Nos puede dar el n?mero de tel?fono de Lanie y una foto reciente de ella, por favor? —pregunt?. Joanie luci? sorprendida pero no lo expres?. —Deme un segundo —dijo, y regres? por el corredor. Keri mir? a Ray, que sacudi? su cabeza para compartir su disgusto. —?Te importa si espero en el auto? —dijo Keri— Me preocupa que vaya a decir algo… improductivo para Joanie. —Ve. Yo me encargo de esto. Quiz?s puedas llamar a Edgerton y ver que ?l pueda saltarse las reglas para accesar las cuentas de sus redes sociales. —Raymond Sands, por todos los dioses —dijo ella, recuperando un poco su sentido del humor—. Parece que est?s adoptando algunos de mis m?s cuestionables m?todos policiales. Creo que eso me gusta. Se dio la vuelta y se alej? antes de que ?l pudiera responder. Por el rabillo del ojo, vio que los hombres dos puertas m?s abajo la estaban observando. Se subi? el cierre de su chaqueta, consciente de pronto del fr?o. El final de noviembre en Los ?ngeles era bastante suave, pero cuando el sol ya no estaba, la temperatura se manten?a un poco por encima de los diez grados. Y todos esos ojos sobre ella a?ad?an un escalofr?o extra. Cuando lleg? al auto, se gir? y coloc? de tal manera que tuviera una buena visi?n tanto de la casa de Lanie como de sus vecinos mientras marcaba el n?mero de Edgerton. —Aqu?, Edgerton —contest? la entusiasta voz de Kevin Edgerton, el detective m?s joven de la unidad. Pod?a tener solo veintiocho, pero ese chico alto y desgarbado era un genio de la tecnolog?a, y el responsable de haber ayudado a resolver muchos casos. De hecho, hab?a sido fundamental en ayudar a Keri a entrar en contacto con el Coleccionista mientras ocultaba su verdadera identidad. Keri imaginaba que ahora mismo, estaba apartando de los ojos los largos flequillos de color casta?o. Por qu? no se cortaba ese cabello descuidado y milenial era algo que estaba m?s all? su comprensi?n, al igual que sus habilidades t?cnicas. —Hey, Kevin, es Keri. Necesito un favor. Quiero que veas si puedes hacerme el favor de acceder a un par de cuentas de redes sociales. Una es de Sarah Caldwell de Westchester, edad diecis?is. La otra es Lanie Joseph, Culver City, tambi?n de diecis?is. Y por favor, no me sermonees sobre ?rdenes de registro y causas probables. Estamos tratando aqu? con circunstancias urgentes y… —Lo tengo —la interrumpi? Edgerton. —?Qu?? ?Ya? —pregunt? Keri sorprendida. —Bueno, no Caldwell. Todas sus cuentas est?n protegidas por una contrase?a y requieren de su aprobaci?n para ser vistas. Puedo descifrarlas si lo necesitas. Pero espero que podamos evitar todas las inc?modas situaciones legales solo haciendo uso del material de Joseph. Ella es un libro abierto. Cualquiera puede ver sus p?ginas. Yo lo estoy haciendo ahora. —?Dicen algo sobre d?nde estuvo hoy despu?s del mediod?a? —pregunt? Keri, mientras observaba que tres de los hombres del Corvette caminaban hacia ella. Los otros dos se quedaron atr?s, con su atenci?n puesta en Ray, que permanec?a junto a la puerta principal de Hart, esperando que Joanie encontrara una foto reciente de su hija. Keri se acomod? ligeramente de tal manera que su peso quedase mejor repartido en caso de que tuviera que hacer un movimiento s?bito. —Ella no ha publicado nada en Facebook desde anoche, pero hay un mont?n de posts en Instagram de ella con otra chica, que presumo es Caldwell. Son del Fox Hills Mall. Una es en una tienda de ropa. Otra es en un mostrador de maquillaje. La ?ltima es una de ella en lo que parece una mesa en una plaza de comidas, comiendo un pretzel. La leyenda dice ‘delicioso’. Es de las dos y seis p.m. Los tres hombres caminaban ahora por el c?sped de los Harts y estaban a menos de siete metros de Keri. —Gracias, Kevin. Una ?ltima cosa. Voy a enviarte los n?meros de celular de ambas chicas. Apuesto a que el GPS fue apagado en ambos, pero necesito que rastrees su ?ltima localizaci?n conocida antes de que eso sucediera —dijo, al tiempo que los hombres se deten?an enfrente de ella—. Tengo que irme. Volver? a llamarte si necesito m?s. Keri colg? antes de que ?l pudiera responder y desliz? el tel?fono en su bolsillo. De paso, desabroch? de manera discreta la funda de su arma. Contemplando a los hombres, pero sin decir palabra, sigui? recostada del veh?culo, pero levant? la pierna derecha de tal manera que la planta de su pie descansara en la portezuela. De esa forma, tendr?a un extra de potencia si necesitaba impulsarse hacia adelante. —Buenas tardes, caballeros —dijo finalmente con un tono firme, amigable—. Afuera est? un poco fresco esta noche, ?no creen? Uno de ellos, claramente el alfa, solt? una risita y se volte? a sus amigos. —?Dijo esta perra que est? un poco fresco para sus pezones? —era hispano, de corta estatura, y un poco panz?n visto de cerca, pero la amplia camisa de franela ocultaba su corpulencia, dificultando a Keri el determinar con qui?n se las ten?a que ver. Los otros hombres eran altos y flacos, con las camisas colgando de sus esqueletos. Uno era blanco y el otro era hispano. Keri se tom? un momento para apreciar la diversidad racial de esta peculiar pandilla callejera antes de decidirse a aprovecharse de eso. —?Permiten ustedes por estos d?as que entren chicos blancos? —pregunt?, haciendo un gesto con la cabeza hacia el que desentonaba— ?Qu?? ?Acaso es dif?cil conseguir suficientes miembros de piel morena dispuestos a seguir tus ?rdenes? A Keri no le gustaba jugar esta carta, pero necesitaba crear una divisi?n entre ellos y sab?a que muchas de estas pandillas eran muy exigentes con respecto a los requerimientos de ingreso. —Esa boca te va a meter en problemas, mujer —sise? el Alfa. —S?, problemas —repiti? el blanco. El hispano alto permaneci? en silencio . —?Siempre andas por all? repitiendo los que tu jefe dice? —le pregunt? Keri al blanco— ?Levantas la basura que ?l deja caer en el suelo, tambi?n? Los dos hombres se miraron entre s?. Keri pod?a afirmar que hab?a puesto el dedo en la llaga. Detr?s de ellos, vio que Ray hab?a conseguido la foto de Lanie y caminaba hacia ellos. Los otros dos hombres junto al Corvette comenzaron a caminar en su direcci?n, pero ?l les lanz? una mirada penetrante y ellos se pararon en seco. —Esta perra es ruda —dijo el blanco, aparentemente incapaz de inventarse algo m?s ingenioso. —Puede que tengamos que ense?arte a ser educada —dijo Alfa. Keri not? que el hispano alto se tens? al escuchar aquello. Y de pronto ella comprendi? cu?l era la din?mica que hab?a entre los tres. Alfa era el impulsivo. Blanco era el seguidor. Silencioso era el pac?fico. ?l no hab?a venido para meterse en ning?n problema. Intentaba impedirlo. Pero no hab?a hallado a?n la manera y eso era culpa de Keri. Decidi? lanzarle una cuerda y ver si ?l la usaba. —?Ustedes son gemelos? —le pregunt?, mientras apuntaba con la cabeza hacia Blanco. ?l la mir? por un segundo, claramente sin saber qu? comentar al respecto. Ella le gui?? un ojo y la tensi?n pareci? desaparecer de su cuerpo. Casi sonri?. —Id?nticos —contest?, aprovechando la oportunidad. —?Eh, Carlos, no somos gemelos, hombre! —dijo Blanco, sin estar seguro de estar confundido o enojado. —No, hombre —intervino Alfa, olvidando por momentos su enfado—, la perra tiene raz?n. Es dif?cil distinguirles a ustedes. Tenemos que prenderles unas etiquetas, ?no es as?? ?l y Carlos rieron, y Blanco se les uni?, aunque todav?a luc?a perplejo. —?C?mo estamos por aqu?? —pregunt? Ray, sobresaltando a los tres. Keri intervino antes de que se irritaran de nuevo. —Creo que estamos bien —dijo—. Detective Ray Sands, me gustar?a presentarte a Carlos y a su hermano gemelo. Y este es su querido amigo… ?cu?l es tu nombre? —Cecil —dijo de buen grado. —Este es Cecil. Les gustan los Corvettes y seducir a mujeres m?s viejas. Pero desafortunadamente, vamos a tener que dejarles con la reparaci?n del auto, caballeros. Nos gustar?a quedarnos, pero ya saben c?mo son las cosas con el Departamento de Polic?a de Los ?ngeles, siempre trabajando. A menos que quieran que nos plantemos por aqu? y discutamos sobre la buena educaci?n un poco m?s. ?Te gustar?a eso, Cecil? Cecil ech? un vistazo a los 104 kilos de Ray, luego a Keri, aparentemente tranquila a pesar de sus insultos. Pareci? decidir que era suficiente. —No, ‘ta bien. Sigan con su cosa policial. Nosotros estamos ocupados con la reparaci?n del auto, como dijiste. —Bien, chicos, tengan una buen?sima noche, ?okey? —dijo Keri con un nivel de entusiasmo que solo Carlos percibi? destilaba algo de burla. Asintieron y se encaminaron de regreso al Corvette mientras Keri y Ray se sub?an a su auto. —Pudo haber sido peor —dijo Ray. —S?, s? que a causa de ese balazo todav?a no est?s al cien por ciento. Supuse que no pod?a dejar que te involucraras en un altercado con cinco miembros de una pandilla si pod?a hacer algo al respecto. —Gracias por cuidar a tu inv?lida pareja —dijo Ray mientras arrancaba. —Ni lo menciones —dijo Keri, ignorando el sarcasmo. —Y Edgerton, ?tuvo suerte con las redes? —La tuvo. Tenemos que ir a Fox Hills Mall. —?Qu? hay all?? —Espero que esas ni?as —dijo Keri—, pero tengo la sensaci?n de que no seremos tan afortunados. CAP?TULO CUATRO En el instante en que Sarah despert?, sinti? la necesidad de vomitar. Su visi?n estaba tan borrosa como su cabeza. Una luz brillaba encima de ella, y le tom? un segundo darse cuenta que estaba echada sobre un ra?do colch?n en una peque?a pero casi vac?a habitaci?n. Parpade? un par de veces y su visi?n se aclar? lo suficiente como para ver una peque?a papelera de pl?stico junto al colch?n. Se incorpor? a medias, la hal? hacia ella, y regurgit? en su interior por treinta segundos completos, haciendo caso omiso de sus ojos acuosos y su nariz a?n m?s aguada. Escuch? un ruido, mir? en esa direcci?n, y vio que alguien hab?a corrido una cortina negra, lo que revel? que en realidad ella no se encontraba en una peque?a habitaci?n. Estaba en una inmensa bodega. Hasta donde la vista alcanzaba, hab?a otros colchones, y en casi todos ellos hab?a chicas de su edad, todas escasamente vestidas cuando no desnudas. Algunas estaban solas, ya sea dormidas, o m?s probablemente inconscientes. Otras estaban con hombres, que las estaban penetrando. Algunas de las chicas luchaban, otras yac?an impotentes, y unas pocas no parec?an estar conscientes mientras eran violadas. La mente de Sarah estaba inmersa en una bruma, pero estim? que hab?a al menos veinte chicas en la bodega. Alguien apareci? ante su vista. Era Chiqy, el tipo enorme de larga barba, el de la habitaci?n de Dean. De pronto, la mente de Sarah se aclar? y la sensaci?n de ser una simple observadora de lo que le rodeaba, desapareci?. Su coraz?n comenz? a latir con fuerza y sinti? que el terror poco a poco se apoderaba de ella. ?D?nde estoy? ?Qu? es este lugar? ?Por qu? me siento tan d?bil? Intent? sentarse derecha en tanto Chiqy se aproximaba, pero sus brazos no la sostuvieron y se desplom? de nuevo sobre el colch?n. Eso hizo re?r a Chiqy. —No intentes levantarte —dijo—, las drogas que te dimos est?n mal liadas. Podr?as caerte y romperte algo. Y no podemos permitirlo. Ser?a malo para el negocio. Los clientes prefieren que si algunos huesos van a ser rotos, que sean ellos quienes lo hagan. —?Qu? me hiciste? —exigi? saber ella con una voz ronca, tratando de nuevo de sentarse. Antes de que supiera qu? estaba pasando, Chiqy le cruz? la cara con el rev?s de la mano. El golpe la envi? de nuevo al colch?n con una explosi?n de dolor desde el p?mulo hasta el o?do. Mientras respiraba hondo e intentaba recuperar el equilibrio, ?l se inclin? y susurr? en el o?do. —Tendr?s que aprender, se?orita. No levantes la voz. No repliques a menos que un cliente lo pida. No hagas preguntas. Chiqy est? a cargo. Sigue mis reglas, estar?s bien. No las sigues, entonces no estar?s bien. ?Estamos claros? Sarah asinti?. —Bien. Entonces escucha porque aqu? vienen las reglas. Primero, eres mi propiedad. Me perteneces. Te puedo dar en pr?stamo pero nunca olvides a qui?n perteneces. ?Lo comprendes? Sarah, con la mejilla todav?a palpitando a causa de la bofetada, asinti? mansamente. Mientras trataba de asimilar la situaci?n, entendi? que no era prudente desafiar abiertamente a Chiqy en su actual circunstancia. —Segundo, vas a satisfacer las necesidades de mis clientes. No tiene que gustarte, aunque quien sabe, puede que te aficiones. No importa. Haces lo que los clientes te digan, sin importar qu?. Si no lo haces, te golpear? hasta que sangres por dentro. Tengo formas de hacer eso y que a?n as? sigas luciendo bonita para los clientes. En el exterior, te ver?s como un ?ngel. Pero en el interior ser?s pura pulpa. ?Estamos claros? De nuevo Sarah asinti?. De nuevo trat? de apoyarse para poder levantarse y entrecerr? los ojos bajo la brillante luz, esperando poder orientarse. No reconoci? a ninguna de las otras chicas. De pronto un escalofr?o recorri? su espina dorsal. ?D?nde est? Lanie? —?Puedes decirme qu? le sucedi? a mi amiga? —pregunt? con lo que esperaba no fuese un tono de voz desafiante. Antes de saber qu? estaba sucediendo, Chiqy la hab?a abofeteado de nuevo, esta vez en la otra mejilla. La fuerza del golpe la hizo caer con dureza sobre el colch?n. —No hab?a terminado —escuch? ella a pesar del zumbido en sus o?dos—. La ?ltima regla es que no hables a menos que yo te haga una pregunta. Como dije, vas a aprender con rapidez que ser engre?da no sirve de nada aqu?. ?Entendiste? Sarah asinti?, notando que su cabeza palpitaba. —Pero esa pregunta la responder? —dijo Chiqy con una sonrisa cruel en su rostro. Se?al? un colch?n a unos cinco metros de distancia. Sarah ech? un vistazo y vio a un hombre que luc?a como sexagenario, montado sobre una chica cuya cabeza estaba ladeada. Justo entonces, el hombre la tom? por el ment?n y acerc? la cara de ella para besarla. Sarah casi vomit? de nuevo al darse cuenta que era Lanie. Estaba desnuda de la cintura para abajo y su camiseta negra estaba alrededor de su cuello, dejando su sost?n al descubierto. Cuando el hombre perdi? el inter?s en sus labios, la solt? y su cabeza cay? mirando hacia Sarah. Pod?a asegurar que su amiga estaba consciente, al menos al m?nimo. Sus gruesos p?rpados estaban apenas abiertos y ella no parec?a percatarse de lo que la rodeaba. Su cuerpo estaba desgonzado y no reaccionaba f?sicamente a las cosas que le estaban haciendo. Sarah asimil? todo, pero de alguna manera el horror del momento pareci? estar sucediendo muy, muy lejos, en un distante planeta. Quiz?s se debiera a las drogas. Quiz?s fuese por haber sido golpeada dos veces en el rostro. Pero se sent?a anestesiada. Quiz?s debo estar agradecida por eso. —Ella fue dif?cil de manejar, as? que tuvimos que calmarla bastante —dijo Chiqy—. Esa pudiste ser t?. Si no te pones en plan de pelea, no tendremos que darte la dosis para dormir. Depende de ti. Sarah lo mir? y se dispuso a responder pero record? las reglas y se mordi? la lengua. Chiqy vio eso y sonri?. —Bien. Aprendes r?pido —dijo—. Puedes hablar. —Nada de dosis para dormir —implor? ella. —Okey, intentaremos llevarlo en limpio. Pero si… luchas, aguja contigo. ?Comprendido? Sarah asinti?. Chiqy, con una sonrisa de satisfacci?n en su rostro, asinti? a su vez y sali?, cerrando la cortina detr?s de ?l. Sin saber por cu?nto tiempo hab?a estado as?, Sarah mir? en derredor con desespero, tratando de hacer inventario de su situaci?n. Todav?a llevaba sus jeans y su blusa verde azulada, lo que suger?a que a?n no le hab?an hecho nada. Revis? sus bolsillos buscando su tel?fono, su monedero, y su identificaci?n, pero todos hab?an desaparecido. Eso no la sorprendi?. Un sonoro gemido femenino procedente de alg?n lugar cercano la sac? de su entumecimiento, en tanto que algo cercano al p?nico la invadi?. Ella lo salud?, al venir con una carga de adrenalina que agudiz? su entendimiento y le dio un mayor control de sus extremidades. Piensa, Sarah, mientras todav?a puedes. Has estado ausente por un tiempo. Hay gente busc?ndote. No hay forma de que pap? y mam? esperen tanto para que los contactes sin llamar a los polic?as. Si te est?n buscando, tienes que darle alguna clase de pista, algo que les haga saber d?nde estabas, en caso de que algo suceda. Ech? un vistazo a su blusa. ?Le hab?a dicho a su mam? qu? se pondr?a hoy? No, pero se hab?a comunicado esta ma?ana con ella por medio de FaceTimed, as? que habr?a visto su vestimenta. Ella de seguro la recordar?a. Despu?s de todo, ellas la hab?an comprado juntas en las tiendas al por mayor de Cabazon. Busc? abajo y rasg? una tira de unos cinco cent?metros de la costura cercana a la cintura, donde era menos elaborada. Debat?a consigo misma d?nde dejarla cuando escuch? dos voces masculinas que se aproximaban. Justo cuando la cortina se abr?a de nuevo, ella meti? la tela bajo el colch?n, de tal manera que solo un peque?o fragmento fuese visible. Tratando de actuar lo m?s natural posible, examin? a los dos hombres. Uno era Chiqy. El otro era tipo blanco, cuarent?n y bajo de estatura, que vest?a traje y corbata. Llevaba gafas, que se quit? y coloc? encima de sus zapatos, luego de descalzarse y ponerlos cerca de la cortina. —?Qu? edad tiene? —pregunt?. —Diecis?is —contest? Chiqy. —Un poco madura para mi gusto, pero ella definitivamente servir? —dijo, mientras se aproximaba al colch?n. —Recuerda lo que te dije —le advirti? Chiqy. Ella asinti?. Pareci? satisfecho y comenz? a alejarse cuando el hombre dijo: —Un poco de privacidad, por favor. Chiqy, cerr?, algo reacio, la cortina. El hombre permaneci? de pie delante de ella y la contempl?, sus ojos vagaban por todas partes. Ella se sinti? mal. Comenz? a desvestirse y Sarah us? el tiempo para decidir su pr?xima movida. Ella no iba a dejar que esto pasara. De eso estaba segura. Si ellos la asesinaban que as? fuese. Pero ella no iba a terminar como una esclava sexual. Solo ten?a que aguardar por una brecha. No tom? mucho tiempo. El hombre se hab?a quitado sus pantalones y b?xer y gateaba hacia ella. Bizqueaba un poco y ella pod?a asegurar que sin sus gafas, ?l estaba ligeramente inseguro. Enseguida ya estuvo ?l encima de ella, sobre sus manos y rodillas. Nada como el presente. En un solo y r?pido movimiento, Sarah trajo su pierna derecha hasta la altura de su pecho y lanz? el pie hacia delante, golpeando con la punta de su zapato la entrepierna del hombre. ?l de inmediato gru?? y se desplom? sobre ella. Ella hab?a previsto eso e hizo rodar el cuerpo en ovillo. Entonces, se apresur? a ponerse de pie y se dio prisa para llegar a la cortina. Atr?s, el hombre gem?a y trataba de hablar. Ella asom? su cabeza y mir? en derredor. En el extremo opuesto de la bodega , vio el port?n principal. Pero entre el sitio donde se hallaba y la libertad hab?a incontables colchones ocupados y al menos media docena de hombres caminando por all?, pendientes de todo. No hab?a forma de que llegara tan lejos. Pero quiz?s podr?a encontrar una puerta trasera si se manten?a en las sombras cerca de la pared. Estaba a punto de salir cuando escuch? la voz del hombre, estrangulada y dolorida, pero muy clara. —?Ayuda! Se le acababa el tiempo. Saliendo de detr?s de la cortina, corri? hacia la izquierda, buscando cualquier cosa que se pareciera a una puerta. Logr? cubrir seis metros antes de que un tipo apareciera, bloqueando el camino. Gir? y emprendi? la carrera en otra direcci?n, pero cay? directamente en manos de Chiqy, que puso su robusto brazo en torno de ella. Apenas pod?a moverse. Varios metros m?s all?, vio al hombre que hab?a venido de traje. Estaba doblado de dolor, pero ya se estaba incorporando. Segu?a sin los pantalones. Levantando el brazo, apunt? hacia ella. —Despu?s de esto la quiero a mitad de precio. Sarah vio que Chiqy sacaba algo de su bolsillo y se dio cuenta de lo que era —una jeringa. Trat? de liberarse pero fue in?til. Sinti? un agudo pinchazo en su brazo. —Te advert? que tendr?a que usar la dosis de sue?o si eras mala —dijo, casi como si se disculpara. Sinti? que el agarre se aflojaba, pero se dio cuenta que era solo porque ella estaba perdiendo todo control muscular. Chiqy lo sinti? tambi?n y la dej? ir. Para cuando lleg? al piso, estaba completamente inconsciente. CAP?TULO CINCO Keri se hallaba intranquila y nerviosa, sentada en la sala de espera de la oficina de seguridad de Fox Hills Mall. Por cuarta vez en los ?ltimos quince minutos el mismo pensamiento pas? por su cabeza: esto se est? llevando demasiado tiempo. Uno de los guardias de seguridad estaba buscando el v?deo de la plaza de comida desde las 2 p.m. m?s o menos, cuando Lanie hab?a publicado su ?ltima foto en Instagram. Se estaba llevando todo el tiempo del mundo, ya fuese porque el sistema era obsoleto o porque el guardia era un inepto. Ray se hallaba sentado en la silla que estaba junto a ella, masticando un arrollado de pollo que se hab?a llevado cuando visitaron la plaza de comida. El arrollado de Keri descansaba en su regazo, casi sin ser tocado. A pesar del hecho de que eran las 6:30, y las chicas solo hab?a estado fuera de contacto por unas cuatro horas y media, a Keri la rondaba la sensaci?n de que hab?a algo nada bueno con este caso, aunque todav?a no ten?a la evidencia para probarlo. —?Tienes que tragarte esa cosa de un tir?n? —le pregunt? a Ray con desagrado. ?l se detuvo a medio masticar y le lanz? una mirada perpleja antes de preguntarle, con la boca llena: —?Qu? te est? devorando? —Lo siento. No deber?a estarte gritando. Solo estoy frustrada porque esta cosa esta tomando demasiado tiempo. Si estas chicas fueron secuestradas, toda esta rebusca est? desperdiciando tiempo valioso. —D?mosle al tipo dos minutos m?s. Si no sale con nada para entonces, haremos caer el martillo. ?Te parece bien? —Me parece bien —replic? Keri y le dio un peque?o mordisco a su rollo. —S? que te fastidia esto —dijo Ray—, pero claramente algo est? pasando contigo. Pienso que tiene que ver con lo que fuese que estabas ocultando en la estaci?n. Ahora tenemos un poco de tiempo. Conque ponme al d?a. Keri le mir? y pod?a afirmar que incluso con el pedacito de lechuga que ten?a en los dientes y le hac?a ver rid?culo, ?l no estaba bromeando. Eres m?s cercana a este hombre que a nadie m?s en el mundo. ?l merece saber. Solo dile. —Okey —dijo—, pero espera. Sac? el peque?o detector de c?maras y micr?fonos que llevaba en su bolso y le hizo un adem?n a Ray para que la siguiera hasta el corredor. El aparato se lo hab?a recomendado un experto en seguridad y vigilancia a quien una vez hab?a ayudado en un caso. ?l dijo que era una buena combinaci?n de portabilidad, confiabilidad y precio adecuado, y hasta ahora, parec?a estar en lo correcto. En las semanas que hab?an pasado desde que el abogado Jackson Cave le hab?a insinuado que la vigilar?a muy de cerca, ella hab?a hallado varios dispositivos de escucha. Un micr?fono hab?a sido colocado en la l?mpara del escritorio de su oficina. Sospechaba que un miembro del equipo de limpieza hab?a sido sobornado para que lo colocara all?. Tambi?n hab?a hallado una c?mara y un micr?fono en su nuevo apartamento. El micr?fono estaba en el recibidor, y la c?mara hab?a sido instalada en el dormitorio. Tambi?n hab?a encontrado un micr?fono dentro del volante de su auto y otro en la visera del auto de Ray. Edgerton hab?a a?adido protecciones extra a su computadora de oficina para detectar espec?ficamente programas de seguimiento. Hasta ahora, ninguno hab?a sido descubierto. Pero ella iba sobre seguro y evitaba usarla para nada que no fueran asuntos oficiales. Su tel?fono celular estaba limpio hasta ahora, probablemente porque nunca lo apartaba de su lado. Era el ?nico dispositivo a trav?s del cual se comunicaba con el Coleccionista y era en consecuencia el que m?s proteg?a. Cuando llegaron al corredor, Keri se revis? a s? misma con el aparato, luego hizo lo propio con Ray. Se?al? el tel?fono de Ray. ?l se lo extendi? y tambi?n fue revisado. Ray ya hab?a pasado por esta rutina muchas veces en las ?ltimas semanas. Se resisti? al inicio, pero despu?s que Keri descubri? el micr?fono en su auto, dej? de oponerse. De hecho, ?l hab?a querido arrancarlo, al igual que todos los dem?s de los sitios donde estaban. Ella le hab?a rogado que los dejara donde estaban y que actuara como si todo fuera normal. Si Cave supiera que estaban detr?s de ?l, sospechar?a que ya sab?an del Coleccionista y podr?a avisarle que se largara. Ya Cave sospechaba que Keri era quien le hab?a robado los archivos con los expedientes de distintos secuestradores por encargo. Pero no pod?a estar seguro de eso. Incluso si lo estaba, ignoraba qu? tanto hab?a descubierto Keri sobre sus conexiones secretas con este oscuro submundo, o si ella lo ten?a a ?l bajo vigilancia tambi?n. As? que obviamente no quer?a correr el riesgo de incriminarse por contactar al Coleccionista si pod?a evitarlo en lo posible. ?l cre?a que estaban en un punto muerto de la vigilancia. Y considerando que Jackson Cave ten?a mucha m?s informaci?n que la que Keri pose?a en este momento, ella estaba feliz con ese arreglo. Ella le hab?a prometido a Ray que aun cuando permitir que los micr?fonos se quedaran donde estaban fuese contraproducente, ella se deshar?a de ellos, incluso si ello alertaba a Cave. Ten?an incluso una frase clave para significar que era momento de tirarlos. Esta era “Bondi Beach”, haciendo referencia a una playa de Australia que Keri esperaba un d?a visitar. Si ella dec?a esas palabras, Ray sabr?a que pod?a finalmente arrancar el dispositivo de la visera. —?Satisfecha? —pregunt? ?l cuando termin? de barrerlos por entero a ambos. —S?, lo siento. Escucha, recib? esta ma?ana un correo-e de nuestro amigo —dijo ella, prefiriendo ser cr?ptica con respecto al Coleccionista aun cuando estaba segura de que no eran escuchados—. Dio a entender que me contactar?a. Supongo que estoy un poco al borde. Cada vez que mi tel?fono suena, pienso que es ?l. —?Te dio alguna clase de horario? —pregunt? Ray. —No. Solo dijo que har?a contacto muy pronto, nada m?s aparte de eso. —No es extra?ar que est?s tan agitada. Pens? que solo ten?as una reacci?n exagerada con respecto a este caso Keri sinti? que sus mejillas se encend?an y contempl? en silencio a su pareja, sorprendida por su comentario. Ray pareci? entender enseguida que hab?a ido demasiado lejos y estaba a punto de enmendarlo cuando el guardia de seguridad les llam? desde la sala de computadoras. —Tengo algo —grit?. —Ahora mismo eres muy afortunado —sise? Keri furiosa, abri?ndose paso delante de Ray, que le dio todo el espacio. Cuando ingresaron a la sala de computadora, el guardia ten?a el segmento de v?deo de las 2:05 p.m. Sarah y Lanie eran claramente visibles, sentadas en una peque?a mesa en el centro de la zona de comida. Vieron a Lanie tomar una foto de su comida con el tel?fono, casi con toda seguridad parte de la publicaci?n que Edgerton hab?a hallado en Instagram. Despu?s de dos minutos, un sujeto alto, de cabello oscuro, cubierto de tatuajes, se aproxim? hasta ellas. Le dio a Lanie un largo beso y tras unos pocos minutos de charla, todos se levantaron y se fueron. El guardia congel? la imagen y se volte? para mirar a Keri y Ray. Keri vio por primera vez al guardia atentamente. Llevaba un gafete que rezaba “Keith”, y no tendr?a m?s de veintitr?s, con la piel grasosa y llena de granos, y una joroba que lo hac?a ver como un esquel?tico Quasimodo. Simul? no notarlo mientras ?l hablaba. —Tengo unas tomas s?lidas de la cara del sujeto. Las puse en archivos digitales y puedo enviarlas a sus tel?fonos tambi?n, si as? lo quieren. Ray le lanz? una mirada a Keri que dec?a “quiz?s este tipo no sea tan incompetente despu?s de todo”, pero se lo call? cuando ella le devolvi? la mirada, todav?a molesta por su comentario sobre la “reacci?n exagerada”. —Eso estar?a muy bien —dijo, dirigiendo de nuevo su atenci?n al guardia—. ?Fuiste capaz de rastrear hacia d?nde se fueron? —As? es —dijo Keith lleno de orgullo, y se gir? para mirar de nuevo la pantalla. Cambi? a una pantalla distinta que mostraba los movimientos del sujeto por el centro comercial, al igual que los de Sarah y Lanie. Culminaba con todos ellos subi?ndose a un Trans Am y abandonando el estacionamiento, en direcci?n al norte. —Intent? conseguir las placas del veh?culo, pero todas nuestras c?maras est?n montadas demasiado altas como para ver algo as?. —Est? bien —dijo Keri—. Lo hiciste realmente bien, Keith. Con respecto a esas tomas, voy a darte nuestros n?meros de celular. Me gustar?a que tambi?n se las enviaras a uno de nuestros colegas en la estaci?n, para que ?l pueda correr un reconocimiento facial. —Por supuesto —dijo Keith—, lo har? ahora mismo. Por cierto, me preguntaba si podr?a pedirles un favor. Keri y Ray intercambiaron miradas de escepticismo, pero ella asinti? de todos modos. Keith permaneci? vacilante. —He estado planeando solicitar mi ingreso a la academia de polic?a. Pero lo he postergado porque no creo que est? listo a?n para los requerimientos f?sicos. Me preguntaba si, cuando todo esto se aclare, puedo pedirles que me den algunas sugerencias sobre c?mo mejorar mis oportunidades de ingresar y llegar a graduarme —?Eso es todo? —pregunt? Keri, sacando una tarjeta de presentaci?n y d?ndosela— Llama a esta consulta sobre des?rdenes pituitarios para que te aconsejen desde el punto de vista f?sico. Puedes llamarme cuando necesites alguna ayuda sobre la parte intelectual del trabajo. Y una cosa m?s. Si tienes que lucir un gafete en tu trabajo, consigue uno con tu apellido. Es m?s intimidante. Entonces sali?, dejando a Ray que se hiciera cargo del resto. Se lo merec?a. De regreso en el corredor, envi? por mensajer?a de texto las tomas del sujeto tanto a Joanie Hart como a los Caldwells, pregunt?ndoles si alguno lo reconoc?a. Un momento despu?s, Ray sali? para reunirse con ella. Luc?a avergonzado. —Escucha, Keri. No deb? haberte dicho lo de la reacci?n exagerada. A todas luces algo est? pasando aqu?. —?Es eso una disculpa? Porque no escuch? las palabras ‘Lo siento’ en ning?n momento. Y aunque estamos en ello, ?no han habido suficientes casos que no eran nada para los dem?s excepto para m?, y que resultaron ser algo para ti como para que me dieras el beneficio de la duda? —S?, pero, ?qu? hay de todos esos casos…? —comenz? a decir, entonces lo pens? mejor y se detuvo a mitad de la frase— Lo siento. —Gracias —replic? Keri, optando por ignorar la primera parte de esos comentarios y concentrarse en la segunda. Su tel?fono vibr? y ella baj? la vista con expectaci?n. Pero en lugar de un correo-e del Coleccionista, era un texto de Joanie Hart. Era breve e iba al punto: “nunca he visto a este tipo”. Se lo mostr? a Ray, sacudiendo su cabeza ante lo lejos que pod?a llegar esa mujer con su aparente ambivalencia hacia el bienestar de su hija. Justo entonces son? el tel?fono. Era Mariela Caldwell. —Hola, Sra. Caldwell. Habla la Detective Locke. —S?, Detective. Ed y yo hemos estado mirando las fotos que nos envi?. Nunca hemos visto a ese joven. Pero Sarah me mencion? que Lanie dijo que su novio se ve?a como si fuera de una banda de rock. Me pregunta si podr?a ser ?l. —Es bastante posible —dijo Keri—. ?Alguna vez Sarah mencion? el nombre de este novio? —Lo hizo. Estoy casi segura que era Dean. No recuerdo su apellido. No creo que ella lo supiera tampoco. —Okey, muchas gracias, Sra. Caldwell. —?Es eso de ayuda? —pregunt? la mujer con una voz esperanzada, casi a modo de ruego. —Puede que s?. No tengo a?n ninguna informaci?n que darle. Pero le aseguro que estamos muy enfocados en encontrar a Sarah. Tratar? de brindarle tanta informaci?n actualizada como sea posible. —Gracias, Detective. ?Sabe?, solo despu?s que se fue me di cuenta que usted es la misma detective que hall? a esa chica surfista extraviada hace unos meses. Y s? lo de, bueno… lo de su hija… —su voz se quebr? y dej? de hablar, ganada a todas luces por la emoci?n. —Est? bien, Sra. Caldwell —dijo Keri, arm?ndose de valor para no perderlo. —Solo siento tanto lo de su peque?a hija… —No se preocupe ahora de eso. Mi atenci?n est? en encontrar a su hija. Y le prometo que voy a invertir en esto cada gramo de energ?a de que dispongo. Solo intente permanecer calmada. Vea cualquier cosa en la tele, tome una siesta, haga lo que pueda para seguir cuerda. Entretanto, nosotros estamos en esto. —Gracias, Detective —susurr? Mariela Caldwell, con una voz apenas audible. Keri colg? y mir? a Ray, que luc?a una expresi?n preocupada. —No te preocupes, pareja —le asegur? ella—. No voy a perderme a?n. Ahora, consigamos a esta chica. —?Qu? propones que hagamos? —Creo que es hora de que llamemos a Edgerton. Ha tenido bastante tiempo para revisar los datos de los tel?fonos de las chicas. Y ahora tenemos un nombre para el sujeto de la plaza de comidas: Dean. Quiz?s Lanie lo mencione en una de sus publicaciones. Su mam? puede que no sepa nada acerca de ?l, pero creo que puede ser m?s bien debido a una falta de inter?s que a que Lanie lo est? ocultando. Mientras caminaban por el centro comercial en direcci?n al estacionamiento y el auto de Ray, Keri llam? a Edgerton y lo puso en el altavoz para que Ray pudiera escuchar tambi?n. Edgerton contest? despu?s del primer repique. —Dean Chisolm —dijo, salt?ndonse los saludos. —?Qu?? —El sujeto de las tomas que me has enviado se llama Dean Chisolm. Ni siquiera tuve que usar el reconocimiento facial. Est? etiquetado en una pila de fotos de Facebook de la chica Joseph. Siempre tiene puesta una gorra con la visera bajada o gafas de sol como si tratara de ocultar su identidad. Pero no es muy bueno en eso. Siempre viste el mismo tipo de camiseta negra y los tatuajes son bastante peculiares. —Buen trabajo, Kevin —dijo Keri, una vez m?s impresionada por el sabio en tecnolog?a de la unidad—. ?Y qu? tienes entonces acerca de ?l? —Un respetable mont?n de datos. Tiene varios arrestos por drogas. Algunos son por posesi?n, un par por distribuci?n, y uno por ser un correo. Cumpli? cuatro meses por ese. —Suena como un ciudadano en verdad recto —musit? Ray. —Eso no es todo. Se sospecha que est? involucrado en la operaci?n de una red de tr?fico sexual que usa a chicas menores de edad. Pero nadie ha sido capaz de relacionarlo con eso. Keri mir? a Ray y vio que algo cambiaba en su expresi?n. Hasta ahora, ?l claramente hab?a pensado que hab?a m?s que una s?lida probabilidad de que estas chicas estuvieran solo por ah? de juerga. Pero con las noticias acerca de Dean, era obvio que hab?a pasado de ligeramente interesado a totalmente preocupado. —?Qu? sabemos acerca de esta red de tr?fico sexual? —pregunt? Keri. —La opera un tipo de aspecto encantador llamado Ernesto ‘Chiqy’ Ram?rez. —?Chiqy? —pregunt? Ray. —Creo que podr?a ser un apodo —un ap?cope de chiquito. O sea, un peque?ito. Y como este sujeto parece estar por encima de los ciento cuarenta kilos, supongo que es un chiste. —?Sabes d?nde podemos encontrar a Chiqy? —pregunt? Keri, nada divertida. —Desafortunadamente, no. No tiene direcci?n conocida. Habitualmente, parece que se mueve entre bodegas abandonadas, donde monta burdeles improvisados que funcionan hasta que son objetos de redadas. Pero tengo algunas buenas noticias. —Tomaremos lo que tengas —dijo Ray mientras sub?an a su auto. —Tengo una direcci?n de Dean Chisolm. Y resulta ser que es la localizaci?n exacta donde el GPS de ambas chicas fue apagado. Se las estoy enviando ahora mismo, junto con una foto de Chiqy. —Gracias, Kevin —dijo Keri—. Por cierto, puede que hayamos encontrado un mini-Kevin trabajando como guardia de seguridad en el centro comercial; muy entendido en tecnolog?a. Quiere ser polic?a. Podr?a ponerlo en contacto contigo si te parece bien. —Seguro. Como siempre digo: ?Nerds del mundo, un?os! —?Es eso lo que siempre dices? —se burl? Keri. —Generalmente lo pienso —admiti? ?l, y colg? antes de que ellos pudieran decirle m?s necedades. —Pareces extremadamente centrada para ser alguien que acaba de enterarse de que las chicas que estamos buscando pueden haber sido atrapadas por una red de tr?fico sexual —coment? Ray con sorpresa en su voz. —Estoy tratando de llevarlo con suavidad hasta donde pueda —dijo Keri—. No creo que haya probabilidad de que dure mucho m?s. Pero no te preocupes. Cuando encontremos a Chisolm, hay una respetable probabilidad de que realice una remoci?n amateur de tatuajes usando mi navaja suiza. Es algo lindo y aburrido. —Bueno saber que no has perdido tu lado extremo —dijo Ray. —Nunca. CAP?TULO SEIS Keri trat? que el coraz?n no se saliera de su pecho mientras se hallaba agazapada detr?s de un arbusto al lado de la casa de Dean Chisolm. Se forz? a s? misma a respirar m?s despacio y en silencio, con el arma agarrada entre sus manos mientras aguardaba a que los oficiales uniformados tocaran la puerta principal. Ray estaba en un sitio parecido al de ella al otro lado de la casa. Hab?a otros dos oficiales en el callej?n de atr?s. A pesar del fresco que hac?a, Keri sinti? que una gota de sudor corr?a por su columna, justo bajo su chaleco antibalas, y trat? de ignorarla. Eran pasadas las 7 p.m. y la temperatura estaba por debajo de los diez grados, pero ella hab?a dejado su chaqueta en el carro a fin de tener una mayor libertad de movimiento. Pod?a imaginar lo pegajosa de sudor que estar?a si se la hubiera dejado puesta. El golpe dado a la puerta por uno de los oficiales sacudi? todo su cuerpo. Se dobl? un poco m?s para asegurarse que nadie que atisbase por una de las ventanas pudiera verla detr?s del arbusto. El movimiento le produjo una ligera punzada en su costilla. Se hab?a roto varias en un altercado con un secuestrador de ni?as hac?a dos meses. Y aunque t?cnicamente estaba completamente restablecida, ciertas posturas todav?a hac?an que la costilla protestara. Alguien abri? la puerta y ella se forz? a hacer o?dos sordos al ruido de la calle para escuchar con atenci?n. —?Es usted Dean Chisolm? —oy? que preguntaba uno de los oficiales. Pod?a sentir los nervios en su voz y esperaba que quienquiera a quien le estuviese hablando no estuviera en las mismas. —No. ?l ahora no est? aqu? —contest? una voz muy joven, pero sorprendentemente llena de confianza. —?Qui?n eres? —Soy su hermano, Sammy. —?Qu? edad tienes Sammy? —pregunt? el oficial. —Diecis?is. —?Est?s armado, Sammy? —No. —?Hay alguien m?s en la casa, Sammy? ?Tus padres, quiz?s? Sammy ri? ante la pregunta antes de recobrar la compostura. —No he visto a mis padres en mucho tiempo —dijo en tono de burla—. Esta es la casa de Dean. La compr? con su propio dinero. Keri hab?a aguantado bastante y sali? de detr?s del arbusto. Sammy mir? en esa direcci?n justo en el momento en que ella enfundaba su pistola. Ella vio que sus ojos se agrandaban brevemente a pesar de sus mejores esfuerzos por conducirse de manera displicente. Sammy se ve?a como la copia al carb?n de su hermano mayor, incluyendo la piel p?lida y los m?ltiples tatuajes. Su cabello era tambi?n negro, pero demasiado rizado para ponerlo en puntas. A?n as?, vest?a el obligado uniforme punk —camiseta negra, jeans ajustados con una innecesaria cadena colgando de ellos, y botas de trabajo negras. —?C?mo se las arregl? Dean para comprar su propia casa con solo veinticuatro a?os? —pregunt? ella sin presentarse. Sammy la contempl?, tratando de decidir si pod?a o no ignorarla. —Es bueno en los negocios —contest?, con un tono que denotaba, si bien no abiertamente, una actitud desafiante. —?Le ha ido bien en los negocios ?ltimamente, Sammy? —pregunt? ella, dando un paso adelante, siempre agresiva, aspirando a sacar de su centro al chico. Los dos oficiales uniformados le cedieron el puesto de tal manera que no hab?a nadie entre Keri y Sammy. Ella no sab?a si era una decisi?n consciente de parte de ellos, o era que quer?an quitarse de en medio de la confrontaci?n. Sea como fuese, estaba feliz de tener todo el espacio para ella. —No sabr?a decir. Yo soy solo un pobre estudiante de secundaria, se?ora —dijo, sonando m?s ?spero. —Eso no es verdad, Samuel —arremeti? ella, feliz de haber le?do el archivo sobre Chisolm que Edgerton le hab?a enviado mientras rodaban hasta la casa. Vio que usar su nombre de pila le hab?a sorprendido—, dejaste la escuela la primavera pasada. Le has mentido a una detective del Departamento de Polic?a de Los ?ngeles. Ese no es un buen comienzo para nuestra relaci?n. ?Quieres enmendarlo? —?Qu? quiere? —pregunt? Sammy lleno de cautelosa petulancia. Ahora ya no jugaba en su terreno, y sali? al porche yendo en contra de su buen juicio. No se dio cuenta que Ray sal?a sin hacer ruido del otro lado de la casa y se colocaba a unos pasos de ?l. Keri avanz? para conservar la atenci?n sobre ella. Ahora poco m?s de un metro los separaba. —Quiero saber d?nde est? Dean —dijo, abandonando el tono juguet?n—, y quiero saber d?nde est?n las chicas que trajo esta tarde. —No s? d?nde est?. Se fue hace unas horas. Y no s? nada acerca de unas chicas. A pesar de ser un delincuente juvenil en ciernes, Keri sab?a que Sammy nunca hab?a sido arrestado, y mucho menos hab?a pasado tiempo en prisi?n. Pod?a usar en su provecho el temor de ?l ante esa perspectiva. Decidi? ir hasta el fondo con eso. —T? no est?s siendo sincero, Samuel. Y yo estoy perdiendo la paciencia contigo. Ambos sabemos en qu? negocio est? metido tu hermano. Ambos sabemos c?mo es que pudo adquirir esta casa. Y ambos sabemos que t? no est?s invirtiendo el tiempo libre en obtener tu equivalencia de la escuela secundaria. Sammy abri? la boca para protestar, pero ella levant? la mano y arremeti? sin darle tregua. —Estoy buscando a dos adolescentes desaparecidas. Fueron tra?das aqu? por tu hermano. Mi trabajo es encontrarlas. Si me ayudas a hacerlo, eso puede llevarte a una vida bastante normal. Si no, te va a ir bastante mal. Esta noche es tu oportunidad de evitar que te pongan en el sistema. Coopera o te meter?s directo en un gran l?o. Sammy la contempl?, tratando de mantener su rostro impasible, pero jadeaba y sus ojos estaban fijos de una forma poco natural. Abr?a y cerraba sus pu?os. Estaba aterrado. Lo que Sammy no sab?a era que Keri no ten?a una orden. Si se hubiera quedado en el interior de la casa y se hubiera rehusado a hablarles, a ellos no les hubiera quedado m?s recurso que pedir una orden y aguardar hasta que esta hubiese sido aprobada. Pero al salir para conversar con ella y al dejar la puerta abierta, se hab?a colocado en una posici?n de vulnerabilidad. No se daba cuenta a?n que, sin importar que accediera o no a ayudarles, ellos entrar?an en esa casa. Su pr?xima decisi?n determinar?a su futuro inmediato. Keri esperaba que ?l asumiera que ella no estaba enga??ndole. Esperaba que ?l decidiera con sabidur?a. Pero no lo hizo. —No s? nada —dijo, sin advertir que estaba sellando su propio destino. Keri lanz? un suspiro. Casi sinti? pena por ?l. —?Escuchaste eso? —pregunt? Ray. A Sammy, que no hab?a advertido que alguien estaba detr?s de ?l, casi se le salieron las botas del salto que dio. —?Qu? dia…? —comenz? a decir. Ray lo interrumpi?. —Detective Locke, creo escuchar algunos gritos que vienen de adentro pidiendo ayuda. ?Los puede escuchar usted tambi?n? —Creo que s?, Detective Sands. Oficiales, ?pueden o?rlos ustedes tambi?n? Los dos oficiales uniformados a todas luces no pod?an, pero no quer?an ser unos puntos d?biles. Ambos asintieron, y para darle mayor peso el que primero hab?a tocado a la puerta a?adi?: —Seguro. Ray mir? hacia arriba ante la desma?ada respuesta, pero continu? de todas formas. —Oficiales, ?pueden por ahora esposar al Sr. Chisolm y ponerlo en el asiento trasero de su auto mientras la Detective Locke y yo chequeamos esos gritos? —Esto es pura basura —grit? Sammy, mientras uno de los oficiales lo tomaba de un hombro y le daba la vuelta para esposarlo—. Ustedes no pueden escuchar nada. Este es un registro ilegal. —Me temo que no, Sammy —dijo Ray, desenfundando su arma y prepar?ndose para entrar a la casa—. Esos gritos que todos escuchamos dan pie a circunstancias exigentes. Amigo, quiz?s deber?as ir a la escuela de leyes una vez que saques ese diploma de la secundaria. —Debiste haberme escuchado —susurr? Keri al o?do de Sammy antes de subir los escalones y sacar su pistola. Ray asinti? y ambos entraron con las armas en alto. El lugar era una pocilga. Hab?a latas vac?as de cerveza por doquier. Envoltorios de comida r?pida cubr?an la alfombra manchada. Una m?sica ven?a de alg?n lugar en la parte de atr?s. Keri y Ray cubrieron la casa r?pidamente. Ninguno de los dos esperaba encontrar gran cosa. El hecho de que no hubiera nadie suger?a que hab?a sido solo una ?rea de paso. Las chicas probablemente eran tra?das hasta all? pensando que iban a una fiesta, solo para ser drogadas y luego llevadas en masa. Keri encontr? el dormitorio trasero de donde proven?a la implacable m?sica tecno y la apag?. Entr? en el ba?o adjunto y vio un par de pantis apelotonadas junto al retrete. Con la ansiedad desliz?ndose en su interior, Keri regres? al dormitorio y not? algo que antes hab?a pasado por alto. Hab?a tres cerraduras en la puerta. Adem?s de la del pestillo, hab?a una tranca y una cadena. —Hey, Ray, ven ac? —llam? ella mientras se mov?a para mirar m?s de cerca. La cadena ten?a un mont?n de marcas. Pod?a ser su imaginaci?n, pero Keri no pod?a dejar de pensar que todas las marcas eran el resultado de que la cadena era puesta de prisa, por alguien que trataba de impedir que la gente saliera con facilidad. Ray puso un pie en el dormitorio y Keri apunt? a la puertas. —Varias cerraduras en la puerta del dormitorio —coment? ?l, se?alando lo obvio. —Hall? tambi?n pantis en el ba?o —dijo Keri. —Hay varios pares m?s regados por el resto de los dormitorios tambi?n, al igual que unos cuantos sostenes —dijo Ray—. Encontr? tambi?n algo de coca?na y yerba. Creo que tenemos suficiente como para arrestar a Sammy si queremos. —Llamemos a la Unidad de Escena del Crimen para que recolecte las drogas y vea si puede conseguir algunas huellas. Quiero tener otra conversaci?n con Sammy. Ahora que encara de verdad un tiempo arrestado, puede que sea m?s conversador, especialmente despu?s de haber estado un rato sentado en la parte trasera de esa patrulla. Êîíåö îçíàêîìèòåëüíîãî ôðàãìåíòà. Òåêñò ïðåäîñòàâëåí ÎÎÎ «ËèòÐåñ». Ïðî÷èòàéòå ýòó êíèãó öåëèêîì, êóïèâ ïîëíóþ ëåãàëüíóþ âåðñèþ (https://www.litres.ru/pages/biblio_book/?art=43693879&lfrom=688855901) íà ËèòÐåñ. Áåçîïàñíî îïëàòèòü êíèãó ìîæíî áàíêîâñêîé êàðòîé Visa, MasterCard, Maestro, ñî ñ÷åòà ìîáèëüíîãî òåëåôîíà, ñ ïëàòåæíîãî òåðìèíàëà, â ñàëîíå ÌÒÑ èëè Ñâÿçíîé, ÷åðåç PayPal, WebMoney, ßíäåêñ.Äåíüãè, QIWI Êîøåëåê, áîíóñíûìè êàðòàìè èëè äðóãèì óäîáíûì Âàì ñïîñîáîì.
Íàø ëèòåðàòóðíûé æóðíàë Ëó÷øåå ìåñòî äëÿ ðàçìåùåíèÿ ñâîèõ ïðîèçâåäåíèé ìîëîäûìè àâòîðàìè, ïîýòàìè; äëÿ ðåàëèçàöèè ñâîèõ òâîð÷åñêèõ èäåé è äëÿ òîãî, ÷òîáû âàøè ïðîèçâåäåíèÿ ñòàëè ïîïóëÿðíûìè è ÷èòàåìûìè. Åñëè âû, íåèçâåñòíûé ñîâðåìåííûé ïîýò èëè çàèíòåðåñîâàííûé ÷èòàòåëü - Âàñ æä¸ò íàø ëèòåðàòóðíûé æóðíàë.