×òî æå åñòü ó ìåíÿ? Äûðû â äðàíûõ êàðìàíàõ, Òðè ìîðùèíû íà ëáó, Äà èñò¸ðòûé ïÿòàê... Íî íå æàëêî íè äíÿ- Ìíå ñóäüáîþ ïðèäàííûõ, Õîòü ïîðîé ÿ æèâó Ïîïîäàÿ â ïðîñàê. Âñ¸ ÷òî åñòü ó ìåíÿ: Ñîâåñòü, ÷åñòü è óìåíüå. ß îòäàì íå ñêóïÿñü- Ïðîñòî òàê çà ïóñòÿê. Çà ïîñòåëü ó îãíÿ, Äîáðîòó áåç ñòåñíåíüÿ. È çà òî, ÷òî ïðîñòÿñü, Íå çàáûòü ìíå íè êàê... Âñ¸ ÷

Una Vez Acechado

Una Vez Acechado Blake Pierce Un Misterio de Riley Paige #9 ?Una obra maestra del g?nero de thriller y misterio! El autor hizo un buen trabajo desarrollando a los personajes psicol?gicamente. Los describe tan bien que sientes que est?s en sus mentes, sientes sus temores y te alegras por sus ?xitos. La trama es muy inteligente y el libro te mantendr? entretenido de principio a fin. Este libro te mantendr? pasando p?ginas hasta bien entrada la noche debido a sus giros inesperados. Opiniones de libros y pel?culas, Roberto Mattos (Una vez desaparecido) UNA VEZ ACECHADO es el libro #9 de la serie exitosa de misterio de Riley Paige, que comienza con UNA VEZ DESAPARECIDO (Libro #1), ?una descarga gratuita con m?s de 900 opiniones de cinco estrellas! Cuando dos soldados son hallados muertos en una gran base militar en California, aparentemente asesinados por herida de bala, los investigadores militares quedan perplejos. ?Qui?n est? matando a sus soldados dentro de los l?mites seguros de su propia base??Y por qu??Por eso le piden ayuda al FBI, y Riley Paige es asignada como la encargada del caso. A lo que Riley se sumerge en la cultura militar, se sorprende al darse cuenta de que los asesinos en serie tambi?n pueden atacar aqu?, en medio del lugar m?s seguro del planeta. Se encuentra en una persecuci?n fren?tica, jugando al gato y al rat?n, en una carrera para decodificar la mente del asesino. Sin embargo, pronto descubre que est? enfrent?ndose a un asesino altamente entrenado, uno que podr?a ser un oponente demasiado letal, incluso para ella. Un thriller psicol?gico oscuro con suspenso emocionante, UNA VEZ ACECHADO es el libro #9 de una nueva serie fascinante, con un nuevo personaje querido, que te dejar? pasando p?ginas hasta bien entrada la noche. El Libro #10 de la serie de Riley Paige estar? disponible pronto. U N A V E Z A C E C H A D O (UN MISTERIO DE RILEY PAIGE—LIBRO 9) B L A K E P I E R C E Blake Pierce Blake Pierce es el autor de la serie exitosa de misterio RILEY PAIGE que cuenta con trece libros hasta los momentos. Blake Pierce tambi?n es el autor de la serie de misterio de MACKENZIE WHITE (que cuenta con nueve libros), de la serie de misterio de AVERY BLACK (que cuenta con seis libros), de la serie de misterio de KERI LOCKE (que cuenta con cinco libros), de la serie de misterio LAS VIVENCIAS DE RILEY PAIGE (que cuenta con tres libros), de la serie de misterio de KATE WISE (que cuenta con dos libros), de la serie de misterio psicol?gico de CHLOE FINE (que cuenta con dos libros) y de la serie de misterio psicol?gico de JESSE HUNT (que cuenta con tres libros). Blake Pierce es un ?vido lector y fan de toda la vida de los g?neros de misterio y los thriller. A Blake le encanta comunicarse con sus lectores, as? que por favor no dudes en visitar su sitio web www.blakepierceauthor.com (http://www.blakepierceauthor.com/) para saber m?s y mantenerte en contacto. Derechos de autor © 2017 por Blake Pierce. Todos los derechos reservados. A excepci?n de lo permitido por la Ley de Derechos de Autor de Estados Unidos de 1976 y las leyes de propiedad intelectual, ninguna parte de esta publicaci?n puede ser reproducida o distribuida en cualquier forma o por cualquier medio, o almacenada en un sistema de bases de datos o de recuperaci?n sin el previo permiso del autor. Este libro electr?nico est? licenciado para tu disfrute personal solamente. Este libro electr?nico no puede ser revendido o dado a otras personas. Si te gustar?a compartir este libro con otras personas, por favor compra una copia adicional para cada destinatario. Si est?s leyendo este libro y no lo compraste, o no fue comprado solo para tu uso, por favor regr?salo y compra tu propia copia. Gracias por respetar el trabajo arduo de este autor. Esta es una obra de ficci?n. Los nombres, personajes, empresas, organizaciones, lugares, eventos e incidentes son productos de la imaginaci?n del autor o se emplean como ficci?n. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, es totalmente coincidente. Los derechos de autor de la imagen de la cubierta son de d1sk, utilizada bajo licencia de Shutterstock.com. LIBROS ESCRITOS POR BLAKE PIERCE SERIE DE MISTERIO PSICOL?GICO DE SUSPENSO DE JESSE HUNT EL ESPOSA PERFECTA (Book #1) EL TIPO PERFECTO (Book #2) SERIE DE MISTERIO PSICOL?GICO DE SUSPENSO DE CHLOE FINE Al LADO (Libro #1) LA MENTIRA DEL VECINO (Libro #2) CALLEJ?N SIN SALIDA (Libro #3) SERIE DE MISTERIO DE KATE WISE SI ELLA SUPIERA (Libro #1) SI ELLA VIERA (Libro #2) SERIE LAS VIVENCIAS DE RILEY PAIGE VIGILANDO (Libro #1) ESPERANDO (Libro #2) ATRAYENDO (Libro #3) SERIE DE MISTERIO DE RILEY PAIGE UNA VEZ DESAPARECIDO (Libro #1) UNA VEZ TOMADO (Libro #2) UNA VEZ ANHELADO (Libro #3) UNA VEZ ATRA?DO (Libro #4) UNA VEZ CAZADO (Libro #5) UNA VEZ CONSUMIDO (Libro #6) UNA VEZ ABANDONADO (Libro #7) UNA VEZ ENFRIADO (Libro #8) UNA VEZ ACECHADO (Libro #9) UNA VEZ PERDIDO (Libro #10) UNA VEZ ENTERRADO (Libro #11) UNA VEZ ATADO (Libro #12) UNA VEZ ATRAPADO (Libro #13) UNA VEZ LATENTE (Libro #14) SERIE DE MISTERIO DE MACKENZIE WHITE ANTES DE QUE ASESINE (Libro #1) ANTES DE QUE VEA (Libro #2) ANTES DE QUE DESEE (Libro #3) ANTES DE QUE ARREBATE (Libro #4) ANTES DE QUE NECESITE (Libro #5) ANTES DE QUE SIENTA (Libro #6) ANTES DE QUE PEQUE (Libro #7) ANTES DE QUE CACE (Libro #8) ANTES DE QUE SE APROVECHE (Libro #9) ANTES DE QUE ANHELE (Libro #10) ANTES DE QUE SE DESCUIDE (Libro #11) SERIE DE MISTERIO DE AVERY BLACK UNA RAZ?N PARA MATAR (Libro #1) UNA RAZ?N PARA HUIR (Libro #2) UNA RAZ?N PARA ESCONDERSE (Libro #3) UNA RAZ?N PARA TEMER (Libro #4) UNA RAZ?N PARA RESCATAR (Libro #5) UNA RAZ?N PARA ATERRARSE (Libro #6) SERIE DE MISTERIO DE KERI LOCKE UN RASTRO DE MUERTE (Libro #1) UN RASTRO DE ASESINATO (Libro #2) UN RASTRO DE VICIO (Libro #3) UN RASTRO DE CRIMEN (Libro #4) UN RASTRO DE ESPERANZA (Libro #5) CONTENIDO PR?LOGO (#u4bc784dc-7487-548f-9406-6275c2d5d8f5) CAP?TULO UNO (#ucadd9f22-36c7-565d-9b82-619d7ea12afc) CAP?TULO DOS (#u72440eb0-c831-59c4-9292-9fe238953373) CAP?TULO TRES (#u2ceb5b23-d3a0-52d8-b2da-8675bf1dabae) CAP?TULO CUATRO (#uea14848d-e05f-5830-85ea-557c55fd8b05) CAP?TULO CINCO (#u2ee2927c-e70e-50a9-894c-8a49d6ff53ec) CAP?TULO SEIS (#ud04448eb-e916-5a20-ae86-c4c92bb01e19) CAP?TULO SIETE (#u094c5780-dc1d-5c08-874f-54298b2be625) CAP?TULO OCHO (#u7561bc98-6f09-5cc8-8743-ed552a630146) CAP?TULO NUEVE (#uf223eecd-15d2-509e-8171-aaceb052b31b) CAP?TULO DIEZ (#u32ab752d-0549-5332-9aec-1e4560fd1fd9) CAP?TULO ONCE (#litres_trial_promo) CAP?TULO DOCE (#litres_trial_promo) CAP?TULO TRECE (#litres_trial_promo) CAP?TULO CATORCE (#litres_trial_promo) CAP?TULO QUINCE (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIECIS?IS (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIECISIETE (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIECIOCHO (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIECINUEVE (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTE (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTIUNO (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTID?S (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTITR?S (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTICUATRO (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTICINCO (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTIS?IS (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTISIETE (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTIOCHO (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTINUEVE (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y UNO (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y DOS (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y TRES (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y CUATRO (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y CINCO (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y SEIS (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y SIETE (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y OCHO (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y NUEVE (#litres_trial_promo) CAP?TULO CUARENTA (#litres_trial_promo) CAP?TULO CUARENTA Y UNO (#litres_trial_promo) CAP?TULO CUARENTA Y DOS (#litres_trial_promo) CAP?TULO CUARENTA Y TRES (#litres_trial_promo) CAP?TULO CUARENTA Y CUATRO (#litres_trial_promo) CAP?TULO CUARENTA Y CINCO (#litres_trial_promo) CAP?TULO CUARENTA Y SEIS (#litres_trial_promo) PR?LOGO El coronel Dutch Adams mir? su reloj mientras caminaba por el fuerte Nash Mowat y vio que eran las 0500 horas. Era una ma?ana fresca y oscura en el sur de California y todo parec?a estar bien. Oy? la voz de una mujer gritar fuertemente... “?El comandante de la guarnici?n est? presente!”. Se volvi? a tiempo para ver un pelot?n en entrenamiento ponerse firmes ante la orden de la sargento instructor. El coronel Adams hizo una pausa para devolver su saludo y sigui? su camino. Aceler? el paso, con la esperanza de no llamar la atenci?n de los otros sargentos instructores. No quer?a interrumpir m?s pelotones de formaci?n mientras estaban reunidos en sus ?reas de formaci?n. Sinti? un espasmo en su rostro. Despu?s de todos estos a?os, todav?a no estaba muy acostumbrado a o?r voces femeninas espetando comandos. Incluso ver pelotones mixtos a veces lo sorprend?a un poco. El ej?rcito hab?a cambiado desde sus d?as como recluta adolescente. No le gustaban muchos de esos cambios. Mientras continuaba su camino, oy? las voces de otros sargentos de instrucci?n, tanto masculinos como femeninos, ordenando a sus pelotones a formarse. “Ya no tienen el mismo mando”, pens?. Jam?s olvidar?a el abuso que recibi? por parte de su propio sargento de instrucci?n hace todos esos a?os, las invectivas salvajes contra su familia y ascendencia, los insultos y obscenidades. Sonri? un poco. ?Ese bastardo Driscoll! El sargento Driscoll muri? hace muchos a?os. No en combate, como sin duda habr?a preferido, sino de una apoplej?a causada por hipertensi?n. En esos d?as, la hipertensi?n fue un riesgo laboral de los sargentos de instrucci?n. El coronel Adams jam?s olvidar?a a Driscoll y, para ?l, as? es que deber?an ser las cosas. Un sargento de instrucci?n deb?a dejar una huella imborrable en la mente de un soldado durante el resto de su vida. Deb?a ser un ejemplo vivo del peor infierno imaginable. El sargento Driscoll definitivamente hab?a tenido ese impacto en la vida del coronel Adams. ?Los entrenadores bajo su mando aqu? en el fuerte Nash Mowat dejar?an ese tipo de huella en sus reclutas? El coronel Adams lo dudaba. “Demasiada correcci?n pol?tica”, pens?. La suavidad ahora incluso formaba parte del manual de entrenamiento del ej?rcito: “El estr?s creado por el abuso f?sico o verbal no es productivo y est? prohibido”. Se burl? mientras pensaba en las palabras. “Eso es pura mierda”, murmur? en voz baja. Pero el ej?rcito hab?a estado encamin?ndose en esta direcci?n desde la d?cada de los 1990. Sab?a que ya deb?a estar acostumbrado a eso. Pero jam?s podr?a hacerlo. De todos modos, no tendr?a que lidiar con eso por mucho m?s tiempo. Se retirar?a en un a?o, y su ambici?n final era ser ascendido a general de brigada antes de esa fecha. De repente, Adams fue distra?do de sus meditaciones ante una vista desconcertante. Los reclutas del pelot?n #6 estaban dispersos en su ?rea de formaci?n, haciendo ejercicios de calistenia, otros simplemente parados de brazos cruzados hablando entre s?. El coronel Adams se detuvo en seco y grit?. “?Soldados! ?D?nde demonios est? su sargento?”. Nerviosos, los reclutas lo saludaron. “En descanso”, dijo Adam. “?Alguien responder? mi maldita pregunta?”. Una recluta habl?. “Desconocemos el paradero del sargento Worthing, se?or”. Adams apenas pod?a creer lo que estaba oyendo. “?Qu? quieren decir con eso?”, exigi?. “Nunca se present? para la formaci?n, se?or”. Adams gru?? en voz baja. El sargento Clifford Worthing jam?s se comportaba as?. De hecho, Worthing era uno de los pocos sargentos de instrucci?n que Adams respetaba. Era de la vieja escuela, o al menos quer?a serlo. A menudo aparec?a en la oficina de Adams quej?ndose de que las reglas lo frenaban. Aun as?, Adams sab?a que Worthing ignoraba las reglas tanto como pod?a. A veces los reclutas se quejaban de sus exigencias rigurosas y abuso verbal. Esas quejas complac?an a Adams. Pero, ?d?nde estaba Worthing en este momento? Adams se abri? paso entre los reclutas y entr? en el cuartel, pasando las filas de camas hasta que lleg? a la oficina de Worthing. Toc? la puerta fuertemente. “Worthing, ?est?s ah??”. Nadie respondi?. “Worthing, es tu coronel. M?s te vale que respondas si est?s ah?”. Nadie respondi?. Adams gir? el pomo y abri? la puerta. La oficina estaba inmaculadamente limpia, y no hab?a nadie adentro. “?D?nde diablos est??”, se pregunt? Adams. ?Worthing siquiera se present? en la base esta ma?ana? Entonces Adams vio el letrero de NO FUMAR en la pared de la oficina. Record? que el sargento Worthing fumaba. ?El sargento instructor hab?a salido a fumarse un cigarrillo? “No, no puede ser”, dijo Adams en voz alta. Eso no ten?a sentido. Aun as?, Adams sali? de la oficina y se dirigi? a la puerta trasera de las barracas. Abri? la puerta y se qued? mirando fijamente la luz de la ma?ana. No tuvo que buscar por mucho tiempo. El sargento Worthing estaba en cuclillas con la espalda contra la pared de las barracas, un cigarrillo colgando de su boca. “Worthing, ?qu? demonios...?”, espet? Adams. Luego retrocedi? ante lo que vio. Hab?a una gran mancha oscura y h?meda en la pared. Esa mancha llegaba al lugar donde Worthing estaba agachado. Entonces Adams vio el agujero negro en el centro de la cabeza de Worthing. Era una herida de bala. La herida de entrada era peque?a, pero la herida de salida hab?a acabado con gran parte del cr?neo de Worthing. El hombre fue asesinado de un tiro mientras estuvo aqu? fum?ndose un cigarrillo. El disparo hab?a sido tan limpio que el sargento hab?a muerto al instante, tanto as? que ni el cigarrillo cay? de su boca. “Dios m?o”, murmur? Adams. “No otra vez”. Mir? a su alrededor. Un gran campo vac?o se extend?a detr?s de las barracas. El disparo hab?a sido expedido desde lejos. Eso significaba que esto era obra de un tirador experto. Adams neg? con la cabeza con incredulidad. Su vida estaba a punto de complicarse y volverse muy agravante. CAP?TULO UNO Riley Paige estaba mirando por una ventana abierta de su casa adosada. Era un d?a de primavera precioso, uno de esos d?as de cuentos de hadas con p?jaros cantando y flores floreciendo. El aire ol?a a fresco y limpio. Y, sin embargo, una oscuridad segu?a atorment?ndola. Ten?a la extra?a sensaci?n de que toda esta belleza era terriblemente fr?gil. Es por eso que mantuvo las manos colgando a sus lados, como si estuviera en una tienda llena de porcelana delicada, y un solo movimiento en falso pudiera romper algo precioso y caro. O tal vez era como si esta tarde perfecta fuera solo una ilusi?n que se desvanecer?a solo para revelar... “?Qu??”, se pregunt? Riley. ?La oscuridad de un mundo lleno de dolor, terror y maldad? O la oscuridad que acechaba dentro de su propia mente, ?la oscuridad de demasiados pensamientos y secretos espantosos? Una voz de una ni?a interrumpi? las reflexiones de Riley. “?En qu? est?s pensando, mam??”. Riley se dio la vuelta. Se dio cuenta de que hab?a olvidado moment?neamente las otras personas que se encontraban en la sala de estar. La chica que hab?a hablado era Jilly, la flaca de trece a?os de edad que Riley estaba en el proceso de adoptar. “Nada”, dijo Riley en respuesta. Su ex vecino apuesto, Blaine Hildreth, le sonri?. “Definitivamente parec?as estar en otro mundo”, dijo. Blaine acababa de llegar a casa de Riley con su hija adolescente, Crystal. Riley dijo: “Creo que estaba pregunt?ndome d?nde est? April”. Era una fuente de preocupaci?n. La hija de quince a?os de Riley a?n no hab?a llegado a casa de la escuela. ?No sab?a que hab?an planificado ir a cenar en el restaurante de Blaine? Cristal y Jilly sonrieron maliciosamente. “Ah, ella estar? aqu? pronto”, dijo Jilly. “En cualquier momento”, agreg? Crystal. Riley se pregunt? qu? sab?an las chicas que ella no. Esperaba que April no estuviera metida en problemas. April hab?a pasado por una fase de rebeld?a y hab?a sufrido un gran trauma hace unos meses. Pero ella parec?a estar mucho mejor ahora. Entonces Riley mir? a los otros y se dio cuenta de algo. “Blaine, Crystal, no les he preguntado si quieren algo de beber. Tengo ginger ale. Y whisky americano para ti, Blaine, si quieres” “Ginger ale, gracias”, dijo Blaine. “Para m? tambi?n, por favor”, dijo Crystal. Jilly empez? a levantarse de la silla. “Yo los sirvo”, dijo Jilly. “Eso no es necesario”, dijo Riley. “Yo me encargo”. Riley se dirigi? directamente a la cocina, bastante complacida por tener algo que hacer. Servir refrescos normalmente ser?a el trabajo de Gabriela, el ama de llaves guatemalteca de Riley. Pero Gabriela ten?a el d?a libre y estaba visitando amigos. Gabriela a veces hac?a a Riley sentirse malcriada y era agradable poder servir unas bebidas por su cuenta. Tambi?n manten?a la mente de Riley concentrada en el presente agradable. Sirvi? vasos de ginger ale para Crystal y Blaine y tambi?n para ella y Jilly. Mientras llevaba la bandeja con las bebidas a la sala de estar, Riley escuch? la puerta principal abrirse. Entonces oy? la voz de April hablando con alguien que hab?a tra?do con ella. Riley estaba repartiendo las bebidas cuando entr? April, seguida por un chico de su edad. Se vio sorprendida de ver a Blaine y Crystal. “?Ay!”, dijo April con un suspiro. “No esperaba...”. Entonces April se sonroj? de verg?enza. “?Dios m?o, se me olvid? por completo! ??bamos a salir esta noche! ?Lo siento mucho!”. Jilly y Crystal se estaban riendo. Ahora Riley comprendi? la raz?n de su diversi?n. Sab?an que April ten?a un nuevo novio, y que probablemente hab?a olvidado la cena porque estaba demasiado perdida en ?l. “Recuerdo esa ?poca”, pens? Riley, recordando con nostalgia sus propios enamoramientos adolescentes. Complacida de que April lo hab?a tra?do a casa para presentarlo, Riley observ? al chico r?pidamente. Inmediatamente le gust? lo que vio. Al igual que April, era alto, desgarbado y medio torpe. Ten?a el pelo de color rojo brillante, pecas, ojos azules brillantes y una sonrisa torpe y amable. April dijo: “Mam?, ?l es Liam Schweppe. Liam, ella es mi mam?”. Liam le ofreci? su mano a Riley. “Encantado de conocerla, Sra. Paige”, dijo. Su voz ten?a un chillido adolescente que hizo que Riley sonriera. “Me puedes llamar Riley”, dijo. April dijo: “Mam?, Liam es...”. April se detuvo en seco. Al parecer no estaba lista para decir “mi nuevo novio”. En lugar de eso, dijo: “?l es el capit?n del equipo de ajedrez de la escuela”. Riley cada vez estaba m?s entretenida. “As? que supongo que est?s ense?ando a April a jugar al ajedrez”, dijo. “Estoy tratando de hacerlo”, dijo Liam. Riley no pudo evitar re?rse un poco. Ella jugaba el ajedrez bastante y llevaba muchos a?os tratando de interesar a April en el juego. No obstante, April siempre hab?a descartado la idea y consideraba que el ajedrez estaba fuera de moda, una “cosa de viejos” que no la interesaba. Su actitud parec?a haber cambiado ahora que un chico lindo estaba involucrado. Riley invit? a Liam a sentarse con los otros. Ella le dijo: “Te ofrecer?a algo de beber, pero estamos a punto de salir a cenar”. “La cena que April olvid?”, dijo Liam, su sonrisa ensanch?ndose un poco. “Eso es correcto”, dijo Riley. “?Por qu? no nos acompa?as?”. April se estaba sonrojando m?s. “Mam?...”, comenz?. “Mam?, ?qu??”, dijo Riley. “Estoy segura de que Liam tiene otros planes”, dijo April. Riley se rio. Obviamente estaba meti?ndose en el territorio de “mam? mala onda” de nuevo. Parec?a que April estaba lista para introducirle a Liam, pero una cena familiar era demasiado para ella. “?Qu? te parece, Liam?”, pregunt? Riley. “Me parece bien, gracias”, dijo Liam. “?Ad?nde vamos?”. “A El Grill de Blaine”, dijo Riley. Los ojos de Liam se iluminaron de emoci?n. “Vaya. ?He o?do grandes cosas sobre ese lugar!”. Ahora Blaine Hildreth era el que estaba sonriendo. “Gracias”, le dijo a Liam. “Soy Blaine, el due?o del restaurante”. Liam se ech? a re?r. “?Qu? genial!”, dijo. “V?monos a cenar”, dijo Riley. * Un poco m?s tarde, Riley estaba disfrutando de una deliciosa cena con April, Jilly, Blaine, Crystal y Liam. Todos estaban sentados en el patio de El Grill de Blaine, disfrutando del buen tiempo, as? como de la comida maravillosa. Riley estaba hablando de ajedrez con Liam, discutiendo t?cticas de planificaci?n. Estaba impresionada por su conocimiento del juego. Se pregunt? c?mo le ir?a si jugara en su contra. Supuso que probablemente perder?a. Era una buena jugadora, pero ?l ya era el capit?n de un equipo de ajedrez y solo era estudiante del segundo a?o. Adem?s, hab?a tenido pocas oportunidades de jugar ?ltimamente. “Debe ser bastante bueno”, se imagin?. La idea le gustaba mucho. Riley sab?a que April era muy brillante y era bueno que ten?a un novio que pod?a desafiarla. Mientras ella y Liam hablaron, Riley se pregunt? el estatus de su relaci?n. Solo quedaban dos meses del a?o escolar. ?Se separar?an y perder?an el inter?s? Riley esperaba que no fuera as?. “?Qu? har?s este verano, Liam?”, pregunt? Riley. “Ir? al campamento de ajedrez”, dijo Liam. “En realidad ser? entrenador. He estado tratando de convencer a April para que vaya conmigo”. Riley mir? a April. “?Por qu? no vas, April?”, pregunt?. April se sonroj? de nuevo. “No s?”, dijo. “Estaba pensando en ir al campamento de f?tbol. Eso es m?s lo m?o. Probablemente me sentir?a fuera de lugar en el campamento de ajedrez”. “No, ?claro que no!”, dijo Liam. “Habr? jugadores de todos los niveles, incluyendo algunos que apenas est?n empezando a aprender el juego, como t?. Y queda aqu? en Fredericksburg, as? que no tendr?as que viajar”. “Lo voy a pensar”, dijo April. “En este momento solo quiero concentrarme en mis notas”. A Riley le contentaba el hecho de que Liam no parec?a ser estar distrayendo a April de la escuela. Sin embargo, Riley deseaba que al menos considerara asistir al campamento de ajedrez. Pero sab?a que lo mejor era no presionarla. Eso podr?a convertirse en otra cosa que hacen las “mam?s mala onda”. Lo mejor era que Liam tratara de persuadirla. De todos modos, Riley estaba contenta de ver a April tan feliz. Con el cabello oscuro y ojos color avellana como Riley, a veces April se ve?a demasiado adulta. Riley record? que hab?a elegido el nombre April debido a que era su mes favorito. Y era su mes favorito debido a d?as como este. Blaine levant? la mirada de su comida y se centr? en Riley. Dijo: “Cu?ntanos de este premio que vas a recibir ma?ana, Riley”. Era el turno de Riley de sonrojarse un poco. “No es gran cosa”, dijo. Jilly dej? escapar un chillido de protesta. “?Claro que es gran cosa!”, dijo Jilly. “Se llama el Premio de la Perseverancia, y lo va a recibir por este caso enfriado que acaba de resolver. El jefe de todo el FBI va a otorg?rselo”. Los ojos de Blaine se abrieron. “?Est?s hablando del director Milner?”, dijo. Riley se sent?a realmente inc?moda y cohibida ahora. Se ech? a re?r de los nervios. “No es tan impresionante como suena”, dijo. “No es gran cosa que venga a Qu?ntico. Trabaja aqu? mismo en DC”. Blaine se qued? boquiabierto del asombro. Jilly dijo: “Blaine, April y yo saldremos de la escuela temprano para verla recibir el premio. Crystal y t? deber?an acompa?arnos”. Blaine y Crystal ambos dijeron que les encantar?a asistir. “Est? bien”, dijo Riley, sinti?ndose avergonzada. “Espero no se aburran. De todos modos, ese no es el mayor evento de ma?ana. Jilly es la protagonista de la obra de la escuela y se presentar? ma?ana por la noche. Eso es mucho m?s importante”. Ahora Jilly estaba sonrojada. “No soy la protagonista, mam?”, dijo. Riley se rio ante la repente timidez de Jilly. “Bueno, tienes uno de los papeles principales. Eres Pers?fone en una obra llamada Dem?ter y Pers?fone. ?Por qu? no nos cuentas la historia?”. Jilly empez? a contar la historia del mito griego, t?midamente al principio, pero cada vez m?s entusiasmada mientras segu?a. Riley se sent?a cada vez m?s complacida. Una de sus hijas estaba aprendiendo a jugar al ajedrez; la otra estaba emocionada por la mitolog?a griega. “Tal vez las cosas est?n mejorando”, pens?. Sus esfuerzos en el matrimonio y la familia hab?an sido problem?ticos. Recientemente hab?a cometido un grave error, tratando de dejar que su ex esposo, Ryan, entrara de nuevo en su vida y en las vidas de sus hijas. Ryan hab?a demostrado ser el mismo hombre incapaz de compromiso de siempre. ?Pero ahora? Riley mir? a Blaine, y se dio cuenta de que ya ?l la estaba mirando. Estaba sonriendo, y ella le devolvi? la sonrisa. Definitivamente hab?a una chispa entre ellos. Incluso hab?an bailado y besado durante una cita este pasado mes, su ?nica cita a solas hasta el momento. Pero Riley se encogi? un poco por dentro al recordar lo inc?modamente que hab?a terminado: ella corriendo a trabajar en un caso. Blaine parec?a haberla perdonado. Pero, ?hacia d?nde iban las cosas entre ellos? Una vez m?s esa oscuridad al acecho se apoder? de Riley. Tarde o temprano, esta ilusi?n feliz de familia y amistad podr?a dar paso a la realidad de la maldad, asesinato, crueldad y monstruos humanos. Y ten?a la sensaci?n de que eso suceder?a muy pronto. CAP?TULO DOS Sentada en la primera fila del auditorio en Qu?ntico, Riley se sent?a terriblemente inc?moda. Hab?a enfrentado un sinn?mero de asesinos despiadados sin perder la compostura. Pero, en este momento, se sent?a a punto de entrar en p?nico. El director del FBI, Gavin Milner, estaba parado en el podio en la parte delantera de la gran sala. Estaba hablando de la larga trayectoria de Riley, especialmente del caso por el que estaba siendo honrada, el caso enfriado del llamado “Asesino de la Caja de F?sforos”. A Riley le sorprendi? el ronroneo distinguido de su voz. No hab?a hablado mucho con el director Milner, pero le agradaba. Era un hombre delgado y apuesto con un bigote impecablemente arreglado. Riley pens? que se ve?a y sonaba m?s como un decano de una escuela de bellas artes que como la cabeza de la organizaci?n de aplicaci?n de ley m?s ?lite de la naci?n. Riley no hab?a estado prest?ndole mucha atenci?n a sus palabras. Estaba demasiado nerviosa y acomplejada. Pero ahora que parec?a que estaba llegando al final de su discurso, Riley comenz? a prestar m?s atenci?n. Milner dijo: “Todos sabemos del coraje, inteligencia y gracia bajo presi?n de la agente especial Riley Paige. Ha sido galardonada por todas estas cualidades en el pasado. Pero hoy estamos aqu? para honrarla por algo diferente, por su tenacidad, su determinaci?n por hacer justicia. Debido a sus esfuerzos, un asesino que cobr? tres v?ctimas en veinticinco a?os al fin comparecer? ante la justicia. Todos estamos en deuda con ella por su servicio, y por su ejemplo”. Sonri?, mir?ndola directamente. Cogi? la caja en la que estaba guardada el premio. “Esa es mi se?al de entrada”, pens? Riley. Sus piernas se sent?an inestables mientras se levant? de la silla y se abri? paso al escenario. Se coloc? a un lado del podio y Milner coloc? la medalla de la perseverancia alrededor de su cuello. Se sent?a sorprendentemente pesada. “Qu? extra?o”, pens? Riley. “Las otras no se sintieron as?”. Hab?a recibido otros tres premios anteriormente, el Escudo de la Valent?a y medallas de valor y logro meritorio. Pero esta se sent?a m?s pesada... y diferente. Se sent?a casi mal de alguna manera. Riley no estaba segura del por qu?. El director del FBI le dio unas palmaditas en el hombro y se rio un poco. Le dijo a Riley en un susurro... “Algo m?s para a?adir a tu colecci?n, ?cierto?”. Riley se rio con nerviosismo y estrech? la mano del director. Las personas en el auditorio comenzaron a aplaudir. De nuevo con una sonrisa y en un casi susurro, el director Milner le dijo: “Es hora de enfrentar tu p?blico”. Riley se dio la vuelta y se sinti? abrumada por lo que vio. Hab?a m?s gente en el auditorio de lo que cre?a. Y todos los rostros eran conocidos, amigos, familiares, compa?eros de trabajo y personas que hab?a ayudado o salvado en el cumplimiento de su deber. Todos estaban de pie, sonriendo y aplaudiendo. Riley sinti? un nudo en la garganta y l?grimas se formaron en sus ojos. “Todos ellos creen en m?”. Se sent?a agradecida y humillada, pero tambi?n culpable. ?Qu? pensar?an estas mismas personas de ella si supieran todos sus secretos m?s oscuros? No sab?an nada acerca de su relaci?n actual con un asesino salvaje pero brillante que se hab?a escapado de Sing Sing. Desde luego no sospechaban que el criminal la hab?a ayudado a resolver varios casos. Y no hab?a forma de que supieran lo irremediablemente entrelazada que estaba la vida de Riley con la de Shane Hatcher. Riley casi se estremeci? ante la idea. No era de extra?ar que esta medalla se sent?a m?s pesada que las otras. “No, no me merezco esto”, pens? Riley. Pero ?qu? pod?a hacer? ?Darse la vuelta y regres?rsela al director Milner? En su lugar, se las arregl? para sonre?r y pronunciar unas palabras de agradecimiento. Luego baj? del escenario con cuidado. * Unos momentos m?s tarde, Riley estaba en una sala grande y llena de personas con refrescos en las manos. Parec?a que la mayor?a de las personas que hab?an estado en el auditorio estaban aqu?. Ella era el centro de un remolino de actividad mientras todos tomaron turnos felicit?ndola. Estaba agradecida por la presencia estabilizadora del director Milner, quien estaba parado a su lado. Los primeros en felicitarla fueron sus colegas, otros agentes de campo, especialistas, administradores y trabajadores de oficina. La mayor?a de ellos estaban visiblemente felices por ella. Por ejemplo, Sam Flores, la cabeza del equipo de an?lisis t?cnico de Qu?ntico, subi? un pulgar y le dio una sonrisa sincera antes de seguir adelante. Pero Riley ten?a algunos enemigos, y ellos estaban aqu? tambi?n. La m?s joven era Emily Creighton, una agente bastante inexperta que se cre?a la rival de Riley. Riley le llam? la atenci?n luego de cometer un error de novata hace unos meses y Creighton le guard? rencor desde entonces. Cuando lleg? el turno de Creighton de felicitar a Riley, la agente m?s joven forz? una sonrisa a trav?s de dientes apretados, le dio la mano, murmur? “Felicidades” y se alej?. Otros colegas la felicitaron antes de que agente especial encargado Carl Walder dio un paso hacia Riley. Infantil tanto en apariencia como en comportamiento, Walder era la personificaci?n absoluta de un bur?crata en los ojos de Riley. Siempre estaban en desacuerdo. De hecho, la hab?a suspendido e incluso despedido en varias ocasiones. Pero en este momento su expresi?n de buena voluntad la ten?a muy entretenida. Con el director Milner parado a su lado, Walder no se atrevi? a mostrar nada m?s que respeto fingido. Su mano estaba h?meda y fr?a cuando estrech? la suya y vio gotas de sudor en su frente. “Una distinci?n bien merecida, agente Paige”, dijo con una voz temblorosa. “Estamos honrados de tenerte en la fuerza”. Luego Walder estrech? la mano del director del FBI. “Nos alegra que est? aqu?, director Milner”, dijo Walder. “Es un placer”, dijo el director Milner. Riley observ? el rostro del director. ?Not? una peque?a sonrisa de superioridad mientras estrech? la mano de Walder? No pod?a estar segura. Pero sab?a que Walder no inspiraba mucho respeto en el FBI, ni en sus subordinados, ni en sus superiores. Luego de que todos los colegas de Qu?ntico terminaron de felicitarla, la pr?xima ola de personas despert? emociones poderosas. Eran personas que hab?a conocido en el cumplimiento de su deber, familiares de v?ctimas de asesinato o personas que hab?a salvado. Riley no hab?a esperado que estuvieran aqu?, sobre todo no un grupo tan grande de ellas. La primera persona fue un hombre fr?gil de edad avanzada que hab?a rescatado de una envenenadora loca en enero. Tom? la mano de Riley en las suyas y dijo con l?grimas en los ojos: “Gracias, gracias, gracias” una y otra vez. Riley no pudo evitar llorar. Luego fueron Lester y Eunice Pennington y su hija adolescente, Tiffany. En febrero, la hermana mayor de Tiffany, Lois, hab?a sido asesinada por un joven enfermo. Riley no hab?a visto a los Pennington desde que hab?a resuelto su caso. Riley no pod?a creer que estaban aqu?. Los recordaba angustiados y afligidos. Pero estaban sonriendo a trav?s de sus l?grimas, felices por Riley y agradecidos por la justicia que les hab?a dado. Mientras Riley intercambi? apretones de manos emocionales con ellos, se pregunt? cu?nto m?s de esto podr?a aguantar sin huir de la sala en l?grimas. Finalmente lleg? Paula Steen, la madre anciana de una chica que hab?a sido asesinada hace veinticinco a?os en el caso por el que Riley estaba siendo condecorada hoy. Riley se sinti? verdaderamente abrumada. Ella y Paula hab?an estado en contacto desde hace muchos a?os, hablando por tel?fono todos los aniversarios de la muerte de su hija. La presencia de Paula aqu? hoy tom? a Riley por sorpresa. Tom? las manos de Paula, tratando de no romper en llanto. “Paula, gracias por venir”, logr? balbucear trav?s de las l?grimas. “Espero sigamos en contacto”. La sonrisa de Paula era radiante, y ella no estaba llorando en absoluto. “Te seguir? llamando una vez al a?o, como siempre, lo prometo”, dijo Paula. “Bueno, mientras siga viva. Ahora que has atrapado al asesino de Tilda, me siento lista para pasar al otro mundo y estar con ella y mi esposo. Llevan mucho tiempo esper?ndome. Muchas gracias”. Riley sinti? un dolor repentino en su interior. Paula le estaba dando las gracias por la paz que ahora sent?a, le estaba dando las gracias por permitirle morir al fin. Era demasiado para Riley. Simplemente no pod?a hablar. En cambio, le dio un beso en la mejilla a Paula y la anciana se alej?. La gente se estaba yendo ahora y la sala estaba mucho menos concurrida. Pero los que m?s le importaban a?n segu?an ah?. Blaine, Crystal, Jilly, April y Gabriela hab?an estado cerca, observ?ndola todo este tiempo. Riley se sinti? especialmente alegre por la mirada de orgullo que vio en el rostro de Gabriela. Tambi?n vio que las chicas estaban sonriendo, mientras que la expresi?n de Blaine era una de admiraci?n impresionada. Riley esperaba que toda esta ceremonia no lo intimidara ni lo asustara. Se content? mucho al ver el rostro de tres personas que se estaban acercando a ella. Una de ellas era su compa?ero desde hace muchos a?os, Bill Jeffreys. De pie junto a ?l estaba Lucy Vargas, una agente joven entusiasta y prometedora quien consideraba a Riley una mentora. Junto a ella estaba Jake Crivaro. Riley se sorprendi? al ver a Jake. Fue su compa?ero hace muchos a?os y llevaba mucho tiempo jubilado. Hab?a salido de su jubilaci?n solo para ayudarla en el caso del Asesino de la Caja de F?sforos, que lo hab?a atormentado durante a?os. “?Jake!”, dijo Riley. “?Qu? est?s haciendo aqu??”. El hombre bajito y con un pecho fuerte y grueso se ech? a re?r. “Oye, ?qu? clase de bienvenida es esa?”. Riley se ech? a re?r y lo abrazo. “Sabes a lo que me refiero”, dijo. Despu?s de todo, Jake hab?a vuelto a su apartamento en Florida justo cuando cerraron el caso. Estaba contenta de que estaba de vuelta, incluso si era mucho m?s pronto de lo que hab?a esperado. “No me habr?a perdido esto por nada del mundo”, dijo Jake. Riley sinti? una nueva oleada de culpa al abrazar a Bill. “Bill, Jake... esto no es justo”. “?Que no es justo?”, pregunt? Bill. “Que me otorgaran este premio. Ustedes dos tambi?n trabajaron mucho en este caso”. Lucy tom? su turno para abrazar a Riley. “Claro que es justo”, dijo Lucy. “El director Milner los mencion?. Les dio cr?dito tambi?n”. Bill asinti? y dijo: “Y no habr?amos hecho nada en absoluto si no hubieses sido tan firme y terca con respecto a reabrir el caso”. Riley sonri?. Obviamente eso era cierto. Reabri? el caso cuando nadie m?s crey? que era posible de resolver. De repente sinti? una nueva ola de confusi?n acerca de lo que hab?a sucedido. Mir? a su alrededor y les dijo a Bill, Jake y Lucy: “Todas estas personas, ?c?mo se enteraron de esto?”. Lucy dijo: “Bueno, estuvo en las noticias, por supuesto”. Eso era cierto, pero para Riley eso no explicaba las cosas. Su premio hab?a sido anunciado en un titular diminuto que nadie habr?a notado a menos que lo estuvieran buscando. Entonces Riley vio una sonrisa maliciosa en el rostro de Bill. “?Se comunic? con todos!”, cay? en cuenta Riley. Quiz?s no se comunic? con todas las personas de su pasado, pero definitivamente puso el motor en marcha. Estaba sorprendida por las emociones contradictorias que sent?a. Obviamente estaba agradecida con Bill por asegurarse de que este d?a fuera nada menos que extraordinario. Pero, para su sorpresa, tambi?n estaba enojada. Aunque lo hab?a hecho sin darse cuenta, Bill hab?a preparado una emboscada emocional para ella. Lo peor de todo era que la hab?a hecho llorar. Pero se record? a s? misma que lo hab?a hecho por amistad y respeto. Ella le dijo: “T? y yo tendremos una peque?a charla sobre esto m?s adelante”. Bill sonri? y asinti?. “Estoy seguro de que s?”, dijo. Riley se volvi? hacia su familia y amigos en espera, pero fue detenida en seco por su jefe, el jefe de equipo Brent Meredith. El hombre grande con rasgos angulosos negros no parec?a estar de humor para celebraciones. Dijo: “Paige, Jeffreys, Vargas... Necesito verlos en mi oficina de inmediato”. Sin decir m?s, Meredith sali? de la sala. Riley se sinti? terrible, pero tuvo que decirles a Blaine, Gabriela y las chicas que la esperaran un rato m?s. Record? la sensaci?n de oscuridad que hab?a sentido durante la cena de ayer. “Ya lleg?”, pens?. Un nuevo mal estaba a punto de entrar en su vida. CAP?TULO TRES Mientras Riley sigui? a Bill y Lucy por el pasillo hacia la oficina del jefe Meredith, trat? de averiguar por qu? se sent?a tan inestable. A?n no pod?a descifrar lo que la estaba molestando. Se dio cuenta de que en parte era una sensaci?n a la que se hab?a acostumbrado hace mucho tiempo, esa aprehensi?n familiar que sent?a cada vez que estaba a punto de recibir nuevas ?rdenes. Pero algo m?s estaba mezclado con esa sensaci?n. No se sent?a como miedo o aprensi?n. Ya hab?a participado en demasiados casos en su carrera como para sentirse excesivamente preocupada por lo que estaba por venir. Era algo que apenas reconoc?a. “?Es alivio?”, se pregunt? Riley. S?, tal vez era eso. La ceremonia y la recepci?n se hab?an sentido tan extra?as e irreales, provocando pensamientos y oleadas de emociones en conflicto. Dirigirse a la oficina de Meredith se sent?a familiar, c?modo... y como un escape. ?Pero un escape a qu?? Sin duda a un mundo conocido de crueldad y maldad. Riley sinti? escalofr?os por todo su cuerpo. ?Qu? dec?a de ella el hecho de que se sent?a m?s c?moda con la crueldad y maldad que con celebraciones y elogios? No quer?a pensar demasiado en esa pregunta, y ella trat? de quitarse de encima esa sensaci?n ansiosa mientras caminaba. Pero no pod?a hacerlo. Parec?a que estaba sinti?ndose cada vez menos c?moda consigo misma ?ltimamente. Cuando Riley, Bill y Lucy llegaron a la gran oficina de Meredith, el jefe estaba de pie junto a su escritorio. Otra persona ya estaba all?, una joven afroamericana con el cabello liso y corto y ojos grandes e intensos. Se puso de pie al ver a Riley y sus compa?eros. Meredith dijo: “Agentes Paige, Jeffreys y Vargas, quiero que conozcan a la agente especial Jennifer Roston”. Riley mir? a la mujer con la que hab?a hablado por tel?fono justo despu?s de haber resuelto el caso del Asesino de la Caja de F?sforos. Jennifer Roston no era alta, pero se ve?a atl?tica y completamente competente. La expresi?n en su rostro era la de una mujer que estaba segura de sus propias capacidades. Roston le dio la mano a cada uno de ellos. “He o?do maravillas de ti”, le dijo Lucy. “Has roto r?cords en la Academia”, dijo Bill. Riley tambi?n hab?a o?do maravillas de la agente Roston. Ya ten?a una reputaci?n incre?ble y hab?a recibido excelentes recomendaciones. “Estoy muy honrada de conocerlos”, dijo Roston con una sonrisa sincera. Luego, mirando a Riley directamente a los ojos, agreg?: “Especialmente a ti, agente Paige. Me alegra conocerte en persona”. Riley se sinti? halagada. Tambi?n se sinti? inquieta. A lo que todos se dirigieron a sus sillas a sentarse, Riley se pregunt? qu? estaba haciendo Roston aqu? hoy. ?Meredith la pondr?a a trabajar en un caso con Riley y sus dos colegas? La idea hizo que Riley se sintiera un poco inc?moda. Ella, Bill y Lucy hab?an creado una excelente relaci?n, una relaci?n de trabajo f?cil y carente de problemas. ?Una nueva adici?n a su peque?o equipo no perturbar?a eso, al menos temporalmente? Meredith respondi? su pregunta. “Quer?a que los tres conocieran a la agente Roston porque la tengo trabajando en el caso de Shane Hatcher. Ya es hora de que atrapemos al desgraciado. La oficina central ha decidido hacer de ?l una prioridad. Es el momento de atraparlo, y necesitamos ojos frescos asignados a ese caso en particular”. Riley se retorci? un poco en el interior. Ya sab?a que Roston estaba trabajando en el caso de Hatcher. De hecho, eso es lo que hab?an discutido por tel?fono. Roston hab?a pedido acceso a los archivos inform?ticos de Qu?ntico sobre Shane Hatcher, y Riley le hab?a dado el acceso. Pero ?qu? estaba pasando en este momento? Seguramente Meredith no los hab?a tra?do aqu? para trabajar juntos en el caso de Hatcher. No estaba segura de cu?nto Meredith sab?a de sus propias conexiones con Hatcher. Habr?a sido arrestada si su jefe estuviera plenamente consciente de que hab?a dejado al asesino pr?fugo escaparse porque la hab?a ayudado. Sab?a perfectamente bien que Hatcher probablemente estaba en las monta?as, escondi?ndose en la caba?a que hab?a heredado de su padre, permaneciendo all? con el conocimiento y la total aprobaci?n de Riley. ?C?mo podr?a siquiera pretender estar tratando de llevarlo ante la justicia? Bill le pregunt? a Roston: “?C?mo va todo?”. Roston sonri?. “Apenas voy empezando, solo estoy investigando en este punto”. Luego, mirando a Riley de nuevo, Roston dijo: “Aprecio el acceso que me diste a todos esos archivos”. “Me alegra poder ser de ayuda”, dijo Riley. Roston entrecerr? los ojos un poco, su expresi?n torn?ndose curiosa. “Ha sido de gran ayuda”, dijo. “Has recopilado bastante informaci?n. Aun as?, pens? que habr?a m?s sobre las transacciones financieras de Hatcher”. Riley reprimi? un escalofr?o al recordar haber hecho algo precipitado justo despu?s de esa llamada telef?nica. Antes de darle a Roston acceso a los archivos de Hatcher, hab?a borrado uno llamado “PENSAMIENTOS”, un archivo que no solo conten?a los pensamientos y observaciones personales de Riley sobre Hatcher, sino tambi?n informaci?n financiera que probablemente llevar?a a su captura. O por lo menos cortarle los recursos. “No s? por qu? hice esa locura”, pens? Riley. Pero ya estaba hecho, y no pod?a deshacerlo aunque quisiera. Riley ahora se sent?a claramente inc?moda bajo la mirada inquisitiva de Roston. “Es un personaje dif?cil de alcanzar”, le dijo Riley a Roston. “S?, eso veo”, dijo Roston. Roston sigui? mirando a Riley. Riley se sent?a muy inc?moda. “?Ella ya sabe algo?”, se pregunt? Riley. Entonces Meredith dijo: “Eso es todo por ahora, agente Roston. Tengo otro asunto que debo discutir con Paige, Jeffreys y Vargas”. Roston se levant? y se despidi? cort?smente. Justo cuando sali? de la sala, Meredith dijo: “Parece que tenemos un nuevo caso de asesinato en serie en el Sur de California. Alguien ha asesinado a tres sargentos de instrucci?n en el fuerte Nash Mowat. Un tirador experto les dispar? a larga distancia. La v?ctima m?s reciente fue asesinada temprano esta ma?ana”. Riley estaba intrigada, pero tambi?n un poco sorprendida. “?Ese no ser?a un caso del Comando de Investigaciones Criminales del Ej?rcito?”, pregunt?. Sab?a que el comando normalmente investigaba delitos graves que se cometieron dentro del ej?rcito estadounidense. Meredith asinti?. “El comando ya est? trabajando en ?l”, dijo. “Hay una oficina del comando en el fuerte Mowat, as? que ya est?n trabajando. Pero, como ustedes saben, el jefe del cuerpo de la polic?a militar, Boyle, est? a cargo del comando. Me llam? hace un rato para pedir la ayuda del FBI. Parece que este caso ser? especialmente desagradable, con todo tipo de repercusiones negativas en cuanto a relaciones p?blicas. Habr? un mont?n de mala prensa y presi?n pol?tica. Entre m?s pronto se resuelva, mejor para todos”. Riley se pregunt? si esta era una buena idea. Nunca hab?a o?do del FBI y el comando trabajando juntos en un caso. Le preocupaba que pudieran terminar interponi?ndose en el camino del otro, haciendo m?s da?o que bien. Pero no objet?. No le pertenec?a hacerlo. “?Cu?ndo salimos?”, pregunt? Bill. “Lo antes posible”, dijo Meredith. “?Tienen sus maletas aqu??”. “No”, dijo Riley. “Me temo que no me esperaba esto tan pronto”. “Entonces empaquen sus cosas ahora mismo”. Riley sinti? un escalofr?o repentino. “?La obra de Jilly es esta noche!”, pens?. Si Riley se iba en este momento, se lo perder?a. “Jefe Meredith...”, comenz?. “?S?, agente Paige?”. Riley se detuvo. Despu?s de todo, el FBI acababa de otorgarle un premio y un aumento. ?C?mo pod?a volverse atr?s ahora? “?rdenes son ?rdenes”, se dijo a s? misma. No hab?a nada que pudiera hacer. “Nada”, dijo. “Est? bien”, dijo Meredith, poni?ndose de pie. “Mu?vanse entonces. Y resuelvan esto r?pido. Otros casos esperan por ustedes”. CAP?TULO CUATRO El coronel Dutch Adams se qued? mirando por la ventana de su oficina. Ten?a una buena vista del fuerte Nash Mowat desde aqu?. Incluso pod?a ver el campo donde el sargento Worthing hab?a sido asesinado esta ma?ana. “Maldita sea”, murmur? por en voz baja. Hace menos de dos semanas el sargento Rolsky hab?a sido asesinado exactamente de la misma manera. Hace una semana el sargento Fraser fue asesinado de la misma forma. Y ahora Worthing. Tres buenos sargentos. “Tremendas p?rdidas”, pens?. Y, hasta ahora, los agentes del comando no hab?an sido capaces de resolver el caso. Adams se qued? pregunt?ndose... “?C?mo diablos termin? a cargo de este lugar?”. Hab?a tenido una buena carrera en general. Llevaba sus medallas con orgullo, la Legi?n al M?rito, de tres Estrellas de Bronce, Medallas al Servicio Meritorio y un mont?n de otras. Analiz? su vida mientras miraba por la ventana. ?Cu?les eran sus mejores recuerdos? Seguramente su servicio durante la guerra en Irak, tanto en la Operaci?n Tormenta del Desierto y la Operaci?n Libertad Duradera. ?Cu?les eran sus peores recuerdos? Posiblemente la rutina acad?mica de acumular suficientes grados para obtener un cargo. O tal vez estar de pie dando conferencias en aulas. Pero incluso esos recuerdos no eran tan malos como tener que estar a cargo de este lugar. Estar detr?s de un escritorio, redactar informes y presidir reuniones, todo eso era lo peor de todo para ?l. Aun as?, al menos hab?a vivido cosas buenas. Su carrera hab?a supuesto un costo personal: tres divorcios y siete hijos mayores que no le hablaban. Ni siquiera estaba seguro de cu?ntos nietos ten?a. Y as? ten?a que ser. El ej?rcito siempre hab?a sido su verdadera familia. Pero ahora, despu?s de todos esos a?os, se sent?a distanciado, incluso del ej?rcito. Entonces, ?c?mo se sentir?a retirarse del servicio militar? ?Feliz o simplemente ser?a otro divorcio feo? Dej? escapar un suspiro amargo. Si lograba su ambici?n final, se retirar?a como general de brigada. Aun as?, estar?a solo despu?s de su retiro. Pero tal vez eso era lo mejor. Tal vez podr?a desaparecer en silencio, como uno de los “viejos soldados” proverbiales de Douglas MacArthur. “O como un animal salvaje”, pens?. Hab?a sido un cazador toda su vida, pero no recordaba haber corrido tras la carcasa de un oso o un ciervo o cualquier otro animal salvaje que hab?a muerto por causas naturales. Otros cazadores le hab?an dicho lo mismo. ?Qu? misteriosos eran! ?Ad?nde iban esas criaturas salvajes para morir y pudrirse? Deseaba saberlo para que pudiera ir al lugar donde lo hac?an cuando llegara su tiempo. Ahora mismo ten?a un antojo de un cigarrillo. Era un infierno no poder fumar en su propia oficina. En ese momento, su tel?fono de escritorio zumb?. Era su secretaria en la oficina exterior. La mujer dijo: “Coronel, tengo al jefe del cuerpo de la polic?a militar en la l?nea. ?l quiere hablar con usted”. El coronel Adams sinti? una sacudida de sorpresa. Sab?a que el jefe del cuerpo de la polic?a militar era el general de brigada Malcolm Boyle. Adams nunca hab?a hablado con ?l. “?De qu??”, pregunt? Adams. “Los asesinatos, creo”, dijo la secretaria. Adams gru?? en voz baja. “Por supuesto”, pens?. El jefe del cuerpo de la polic?a militar en Washington estaba a cargo de todas las investigaciones criminales del ej?rcito. Sin duda hab?a o?do que la investigaci?n aqu? se hab?a rezagado. “OK, hablar? con ?l”, dijo Adams. Tom? la llamada. A Adams no le gust? el sonido de la voz del hombre inmediatamente. Era demasiado suave para su gusto, no ten?a el ladrido adecuado para un oficial de alto rango. Sin embargo, el hombre exced?a a Adams en posici?n. Ten?a que al menos fingir respeto. Boyle dijo: “Coronel Adams, solo quer?a darle un preaviso. Tres agentes del FBI de Qu?ntico llegar?n pronto para ayudar con la investigaci?n de los asesinatos”. Adams sinti? una oleada de irritaci?n. ?l consideraba que ya ten?a demasiados agentes trabajando en ?l. Pero se las arregl? para mantener su voz tranquila. “Se?or, no estoy seguro de que entiendo el por qu?. Tenemos nuestra propia oficina del comando aqu? en el fuerte Mowat. Est?n en el caso”. La voz de Boyle son? un poco m?s dura ahora. “Adams, han tenido tres asesinatos en menos de tres semanas. Me parece que necesitan ayuda”. La frustraci?n de Adams estaba creciendo cada vez m?s. Pero sab?a que no deb?a mostrarlo. Dijo: “Le digo esto con todo respeto… no s? por qu? me llama con esta noticia. La coronel Dana Larson es la jefa del comando aqu? en el fuerte Mowat. ?Por qu? no la llam? a ella primero?”. La respuesta de Boyle tom? a Adams completamente por sorpresa. “La coronel Larson se puso en contacto conmigo. Pidi? que llamara a la UAC. As? que llam? y coordin? todo”. Adams estaba horrorizado. “Esa perra”, pens?. La coronel Dana Larson parec?a hacer todo lo posible para molestarlo cada vez que pod?a. ?Y qu? estaba haciendo una mujer a cargo de una oficina del comando de todos modos? Adams hizo todo lo posible para tragarse su disgusto. “Lo entiendo, se?or”, dijo. Luego finaliz? la llamada. El coronel Adams estaba que herv?a ahora. Golpe? su pu?o contra la mesa. ?No pod?a expresar su opini?n sobre lo que suced?a en este lugar? Sin embargo, ?rdenes eran ?rdenes, y ?l ten?a que obedecerlas. Pero no ten?a que gustarle... y no ten?a que esforzarse por asegurarse de que las personas estuvieran c?modas. Gru?? en voz alta. Las cosas se pondr?an muy feas ahora. CAP?TULO CINCO Mientras conduc?a a Jilly, April y Gabriela a casa, Riley no se atrev?a a decir que ten?a que irse de inmediato. Se iba a perder el primer evento importante de Jilly, un papel protag?nico en una obra de teatro. ?Las chicas ser?an capaces de entender que estaba bajo ?rdenes? Incluso despu?s de que llegaron a casa, Riley no pudo armarse de valor para decirlo. Estaba muy avergonzada. Hoy en d?a se hab?a ganado una medalla por perseverancia, y en el pasado hab?a sido honrada por su valor y valent?a. Y, por supuesto, sus hijas hab?an estado en la audiencia observ?ndola recibir su medalla. Pero de seguro no se sent?a como un h?roe. Las chicas se dirigieron al patio trasero a jugar y Riley subi? a su habitaci?n y empez? a empacar sus cosas. Era una rutina familiar. El truco era empacar una maleta peque?a con suficientes necesidades para un par de d?as o un mes. Mientras estaba poniendo las cosas en su cama, oy? la voz de Gabriela. “Riley... ?qu? est?s haciendo?”. Riley se dio la vuelta y vio a Gabriela parada en la puerta. Estaba sosteniendo una pila de ropa limpia que estaba a punto de poner en el cl?set del pasillo. Riley tartamude?: “Gabriela, tengo... tengo que irme”. Gabriela qued? boquiabierta. “?Irte? ?A d?nde?”. “Me han asignado a un nuevo caso. En California”. “?No puedes irte ma?ana?”, pregunt? Gabriela. Riley trag? grueso. “Gabriela, el avi?n del FBI est? a la espera en este momento. Tengo que irme”. Gabriela neg? con la cabeza. Ella dijo: “Es bueno combatir el mal, Riley. Pero a veces pienso que pierdes de vista lo que es bueno”. Gabriela desapareci? al pasillo. Riley suspir?. ?Desde cu?ndo Riley le pagaba a Gabriela para ser su conciencia? Pero no pod?a quejarse. Era un trabajo para el que Gabriela era muy buena. Riley se qued? mirando sus prendas sin empacar. Neg? con la cabeza y se susurr? a s? misma… “No puedo hacerle esto a Jilly. Simplemente no puedo”. Toda su vida hab?a sacrificado a sus hijas por cosas de trabajo. Siempre. Ni una sola vez hab?a puesto a sus hijas primero. Y cay? en cuenta que eso era lo que estaba mal en su vida. Esa era una parte de su oscuridad. Ten?a la valent?a de enfrentarse a un asesino en serie. Pero ?ten?a la valent?a para poner el trabajo en un segundo plano y hacer de las vidas de sus hijas su prioridad? En este mismo momento, Bill y Lucy se estaban preparando para viajar a California. Estaban esperando encontrarse con ella en la pista de aterrizaje de Qu?ntico. Riley suspir? miserablemente. Solo hab?a una forma de resolver este problema, si es que pod?a resolverlo en absoluto. Ten?a que intentarlo. Sac? su tel?fono celular y marc? el n?mero privado de Meredith. Ante el sonido de su voz ronca, dijo: “Se?or, habla la agente Paige”. “?Qu? pasa?”, pregunt? Meredith. Sonaba preocupado. Riley entend?a el por qu?. Nunca hab?a utilizado este n?mero, excepto en circunstancias extremas. Se arm? de valor y fue directo al grano. “Se?or, me gustar?a retrasar mi viaje a California. Solo por esta noche. Los agentes Jeffreys y Vargas pueden ir adelant?ndose”. Despu?s de una pausa, Meredith pregunt?: “?Cu?l es tu emergencia?”. Riley trag?. Meredith no se la iba a poner f?cil. Pero estaba decidida a no mentir. Con voz temblorosa tartamude?: “Mi hija menor, Jilly... actuar? en una obra de teatro escolar esta noche. Ella es la protagonista”. El silencio que cay? fue ensordecedor. “?Me colg??”, se pregunt? Riley. Luego, con un gru?ido Meredith dijo: “?Podr?as repetir eso, por favor? No creo haberte o?do bien”. Riley contuvo un suspiro. Estaba segura de que ?l la hab?a o?do perfectamente. “Se?or, esta obra es importante para ella”, dijo, poni?ndose cada vez m?s nerviosa. “Jilly... bueno, ya sabes que estoy tratando de adoptarla. Ha tenido una vida muy dura, y apenas est? superando un momento muy dif?cil y sus sentimientos son muy delicados y...”. Su voz se quebr?. “?Y qu??”, pregunt? Meredith. Riley trag? grueso. “No puedo decepcionarla, se?or. No esta vez. Hoy no”. Otro silencio sombr?o cay?. Riley estaba empezando a sentirse m?s decidida. “Se?or, no har? ninguna diferencia en el caso”, dijo. “Los agentes Jeffreys y Vargas se adelantar?n y sabes lo capaces que son. Pueden actualizarme cuando llegue all?”. “?Y cu?ndo ser?a eso?”, pregunt? Meredith. “Ma?ana por la ma?ana. Temprano. Me dirigir? al aeropuerto justo cuando termine la obra. Tomar? el primer vuelo que pueda”. Despu?s de otra pausa, Riley agreg?: “Yo me pago el boleto”. Oy? a Meredith gru?ir un poco. “Por supuesto que lo har?s, agente Paige”, dijo. Riley abri? la boca y recuper? el aliento. “?Me est? dando permiso!”. De repente se dio cuenta de que apenas hab?a estado respirando durante la conversaci?n. Le cost? mucho no estallar en frases de agradecimiento. Sab?a que Meredith no le gustar?a eso en absoluto. Y lo ?ltimo que quer?a era que cambiara de parecer. As? que se limit? a decir: “Gracias”. Ella oy? otro gru?ido. Luego Meredith dijo: “Dile a tu hija que le deseo buena suerte”. Finaliz? la llamada. Riley respir? un suspiro de alivio, luego levant? la mirada y vio que Gabriela estaba parada en la puerta de nuevo, sonriendo. Era evidente que hab?a escuchado toda la llamada. “Creo que est?s creciendo, Riley”, dijo Gabriela. * Sentada entre el p?blico con April y Gabriela, Riley estaba disfrutando de la obra escolar. Se hab?a olvidado lo encantadores que podr?an ser eventos como este. Los chicos estaban vestidos con trajes improvisados. Hab?an pintado un paisaje que asemejaba escenas de la historia de Dem?ter y Pers?fone: campos llenos de flores, un volc?n en Sicilia, las cavernas h?medas del Inframundo y otros lugares m?ticos. ?Y la actuaci?n de Jilly era simplemente maravillosa! Interpretaba a Pers?fone, la hija de la diosa Dem?ter. Riley se encontr? recordando la historia familiar mientras se desarroll? en frente de ella. Pers?fone estaba afuera recogiendo flores un d?a cuando Hades, el dios del Inframundo, lleg? en su cuadriga y la rapt?. La llev? al Inframundo para ser su reina. Cuando Dem?ter se dio cuenta de lo que le hab?a sucedido a su hija, llor? de dolor. Riley sinti? escalofr?os ante la forma convincente que la chica que interpretaba a Dem?ter expres? su dolor. En ese momento, la historia comenz? a abrumar a Riley de una forma que no hab?a esperado. La historia de Pers?fone se parec?a mucho a la de Jilly. Despu?s de todo, era la historia de una ni?a que perdi? parte de su infancia a fuerzas mucho mayores que ella. Los ojos de Riley se llenaron de l?grimas. Se sab?a el resto de la historia muy bien. Pers?fone recuperar?a su libertad, pero solo por la mitad de cada a?o. Cuando Pers?fone no estaba, Dem?ter dejaba que la tierra se enfriara y muriera. Cada vez que regresaba, reviv?a la tierra y la primavera llegaba de nuevo. Y ese fue el origen de las estaciones. Riley apret? la mano de April y susurr?: “Aqu? viene la parte triste”. Riley se sorprendi? al o?r a April re?rse. “No es tan triste”, susurr? April. “Jilly me dijo que cambiaron la historia un poco. Solo mira”. Riley prest? mucha atenci?n. Plenamente en el personaje de Pers?fone, Jilly golpe? a Hades en la cabeza con una urna griega, en realidad una almohada disfrazada. Entonces sali? del Inframundo y regres? de nuevo a su madre. El muchacho que interpretaba a Hades hizo un berrinche y trajo el invierno al mundo. ?l y Dem?ter luego jugaron a tirar la cuerda, cambiando las estaciones de invierno a primavera y de primavera a inverno, una y otra vez durante el resto del tiempo. Riley estaba encantada. Cuando la obra termin?, Riley se dirigi? detr?s del escenario para felicitar a Jilly. En el camino se encontr? con la maestra que hab?a dirigido la obra. “?Me encanta lo que hiciste con la historia!”, le dijo Riley a la maestra. “Fue genial ver a Pers?fone cambiar de una v?ctima indefensa a una hero?na independiente”. La maestra sonri?. “No me des las gracias”, dijo. “Fue idea de Jilly”. Riley corri? hacia Jilly y le dio un gran abrazo. “?Estoy demasiado orgullosa de ti!”, dijo Riley. “Gracias, mam?”, dijo Jilly, sonriendo. Mam?. La palabra reson? en la mente de Riley. Significaba demasiado para ella. * M?s tarde esa noche, cuando todos estaban en casa, Riley finalmente tuvo que decirles a las chicas que se iba. Asom? la cabeza por la puerta de Jilly. Jilly estaba profundamente dormida, agotada por su gran ?xito. Riley amaba la mirada de satisfacci?n en su rostro. Entonces Riley fue al dormitorio de April. April estaba sentada en la cama leyendo un libro. April levant? la mirada y mir? a su madre. “Hola, mam?”, dijo ella. “?Qu? pasa?”. Riley entr? a la habitaci?n. Ella dijo: “Esto va a parecer extra?o, pero... tengo que irme ahora mismo. Me han asignado a un caso en California”. April sonri?. Ella dijo: “Jilly y yo supusimos que de eso trat? tu reuni?n en Qu?ntico. Y entonces vimos la maleta en tu cama. De hecho pensamos que ibas a irte antes de la obra. Por lo general no empacas a menos que tengas que irte de una vez”. Mir? a Riley, su sonrisa ensanch?ndose. “Pero te quedaste”, agreg?. “S? que atrasaste tu viaje, al menos por la obra. ?Sabes cu?nto signific? eso para nosotras?”. Los ojos de Riley se llenaron de l?grimas. Se inclin? hacia delante y las dos se abrazaron. “?As? que no tienen problema con que me vaya?”, pregunt? Riley. “Claro que no, est? bien. Jilly me dijo que esperaba que atraparas a unos malos. Est? muy orgullosa de lo que haces, mam?. Yo tambi?n estoy orgullosa”. Riley se sinti? demasiado conmovida como para expresarlo con palabras. Sus dos hijas estaban creciendo tan r?pido. Y se estaban convirtiendo en mujeres j?venes impresionantes. Bes? a April en la frente. “Te amo, cari?o”, dijo. “Yo tambi?n te amo”, dijo April. “?Y t? qu? est?s haciendo?”, le dijo Riley. “Apaga esa l?mpara y acu?state a dormir. Ma?ana tienes que ir a la escuela”. April se ech? a re?r y apag? la luz. Riley se fue a su habitaci?n para tomar su maleta. Era m?s de medianoche y ten?a que conducir a DC a tiempo para tomar un vuelo comercial. Esta noche ser?a larga. CAP?TULO SEIS El lobo yac?a boca abajo en el suelo ?spero de desierto. El hombre se consideraba a s? mismo una bestia acechando a su pr?xima presa. Ten?a una excelente vista del fuerte Nash Mowat de este lugar alto, y el aire de la noche era agradable y fresco. Observ? la presa de esta noche a trav?s de la mira de visi?n nocturna en su rifle. Volvi? a pensar en sus v?ctimas odiadas. Hace tres semanas asesin? a Rolsky. Luego a Fraser. Luego a Worthing. Acab? con ellos con gran finura, con tiros en la cabeza tan limpios que seguramente ni siquiera supieron que hab?an sido baleados. Esta noche, ser?a Barton. El lobo observ? a Barton caminando a lo largo de un camino no iluminado. Aunque la imagen a trav?s de la mira nocturna era granulada y mon?tona, el objetivo estaba lo suficientemente visible para cumplir con sus prop?sitos. Pero a?n no le disparar?a a la presa de la noche. No estaba lo suficientemente lejos. Alguien cercano podr?a ser capaz de averiguar su paradero, a pesar de que hab?a adjuntado una bocacha a su rifle de francotirador M110. No cometer?a el error de subestimar a los soldados de esta base. Siguiendo a Barton con la mira, el lobo disfrut? de la sensaci?n de la M110 en sus manos. En estos d?as el ej?rcito se encontraba en transici?n hacia el uso de la Heckler & Koch G28 como un rifle de francotirador est?ndar. Aunque el lobo sab?a que el G28 era m?s ligero y m?s compacto, a?n prefer?a el M110. Era m?s preciso, incluso si era m?s largo y m?s dif?cil de ocultar. Ten?a veinte rondas en el barrilete, pero solo la intenci?n de utilizar una de ellas cuando llegara el momento de disparar. Acabar?a con Barton con un disparo. Pod?a sentir la energ?a de la manada, como si lo estuvieran viendo, d?ndole su apoyo. Observ? como Barton finalmente lleg? a su destino, una de las canchas de tenis al aire libre de la base militar. Los otros jugadores lo saludaron cuando entr? en la cancha y desempac? su equipo de tenis. Ahora que Barton estaba en el ?rea iluminada, el lobo ya no ten?a que usar la mira nocturna. Apunt? directamente a la cabeza de Barton. La imagen ya no estaba granulada, sino muy clara y v?vida. Barton estaba a unos noventa metros de distancia ahora. A esa distancia, el lobo podr?a depender de la precisi?n del rifle hasta tres cent?metros. Ten?a que asegurarse de permanecer dentro de ese rango. Y sab?a que lo har?a. “Solo un ligero apret?n del gatillo”, pens?. Eso era lo ?nico que ten?a que hacer ahora. El lobo disfrut? de ese momento misterioso y congelado en el tiempo. Esos segundos antes de apretar el gatillo eran casi religiosos, cuando esperaba armarse de valor y voluntad para disparar, cuando esperaba decidir apretar el gatillo con el dedo. Durante ese momento, la vida y la muerte parec?an estar extra?amente fuera de sus manos. El movimiento irrevocable ocurrir?a en la plenitud de un instante. Ser?a su decisi?n, y sin embargo no su decisi?n en absoluto. ?De qui?n era la decisi?n entonces? Se cre?a que hab?a un animal, un verdadero lobo, al acecho dentro de ?l, una criatura sin remordimientos que tomaba el control sobre ese momento y movimiento fatal. Ese animal era a la vez su amigo y su enemigo. Y lo amaba con un amor extra?o que solo pod?a sentir hacia un enemigo mortal. Ese animal interior era lo que sacaba lo mejor de ?l, lo que realmente lo manten?a alerta. El lobo estaba esperando que ese animal atacara. Pero el animal no lo hizo. El lobo no apret? el gatillo. Se pregunt? por qu?. “Algo parece estar mal”, pens?. Entendi? lo que pasaba. La vista del blanco en la cancha de tenis iluminaba a trav?s de la mira normal era simplemente demasiado clara. Tomar?a muy poco esfuerzo de su parte. No era un desaf?o. No ser?a digno de un verdadero lobo. Adem?s, era demasiado pronto despu?s de la ?ltima matanza. Las otras hab?an sido espaciadas para provocar ansiedad e incertidumbre entre los hombres que ?l detestaba. Acabar con Barton ahora interrumpir?a el impacto psicol?gico y r?tmico de lo que estaba haciendo. Sonri? un poco ante estos pensamientos. Se puso de pie con su arma y comenz? a caminar de vuelta por donde hab?a venido. Se sent?a bien por haber dejado a su presa por ahora. Nadie sab?a cu?ndo atacar?a de nuevo. Ni siquiera ?l mismo. CAP?TULO SIETE Todav?a estaba oscuro cuando el vuelo comercial de Riley despeg?. Pero, incluso con el cambio de hora, sab?a que ser?a de d?a en San Diego cuando llegara all?. Estar?a en el aire durante m?s de cinco horas y ya se sent?a bastante cansada. Ten?a que estar completamente funcional ma?ana por la ma?ana para unirse a Bill y Lucy en la investigaci?n. Tendr?a mucho trabajo por hacer y necesitaba estar preparada para ello. “Mejor duermo un poco”, pens? Riley. La mujer sentada junto a ella ya parec?a estar durmiendo. Riley inclin? la silla hacia atr?s y cerr? los ojos. Pero, en lugar de quedarse dormida, se encontr? recordando la obra de Jilly. Sonri? al recordar como Jilly, interpretando a Pers?fone, golpe? a Hades sobre la cabeza y escap? del Inframundo para vivir su vida como quisiera. Recordar su primer encuentro con Jilly la entristec?a. Ese encuentro hab?a sucedido una noche en un estacionamiento de una parada de camiones en Phoenix. Jilly se hab?a escapado de una vida familiar miserable con un padre abusivo y subido a la cabina de un cami?n estacionado. Hab?a tenido la intenci?n de venderle su cuerpo a un conductor. Riley se estremeci?. ?Qu? habr?a sido de Jilly si no se la hubiera encontrado esa noche? Varios de sus amigos y colegas le hab?an dicho a Riley lo bueno que hab?a hecho por Jilly. ?Por qu? no se sent?a mejor al respecto? En su lugar, se sent?a muy desesperada. Despu?s de todo, hab?a un sinn?mero de Jillys en el mundo, y muy pocas de ellas eran rescatadas de sus vidas terribles. Riley no pod?a ayudarlas a todas, al igual que no pod?a liberar al mundo de todos los asesinos despiadados. “Todo es tan in?til”, pens?. “Todo lo que hago es in?til”. Ella abri? los ojos y mir? por la ventana. El avi?n hab?a dejado las luces de DC detr?s y afuera no hab?a nada m?s que oscuridad impenetrable. Mientras miraba hacia la noche negra, pens? en su reuni?n de ese d?a con Bill, Lucy y Meredith, y lo poco que sab?a sobre el pr?ximo caso. Meredith hab?a dicho que las tres v?ctimas hab?an sido disparadas desde una larga distancia por un tirador experto. ?Qu? le dec?a eso sobre el asesino? ?Que el asesinato era un deporte para ?l? ?O que estaba en una especie de misi?n siniestra? Una cosa parec?a cierta: el asesino sab?a lo que estaba haciendo, y era bueno en eso. El caso sin duda ser?a un desaf?o. Los p?rpados de Riley se estaban sintiendo pesados. “Tal vez pueda dormir un poco”, pens?. Volvi? a inclinar la cabeza hacia atr?s y cerr? los ojos. * Riley estaba mirando lo que parec?a ser miles de Rileys, todas ellas paradas en ?ngulos extra?os una hacia la otra, volvi?ndose cada vez m?s peque?as y, finalmente, desapareciendo en la distancia. Se volvi? un poco y lo mismo hicieron todas las dem?s Rileys. Ella levant? su brazo y las dem?s tambi?n lo hicieron. Luego extendi? una mano y la mano entr? en contacto con una superficie de vidrio. “Estoy en una sala de espejos”, se dio cuenta Riley. Pero ?c?mo hab?a llegado aqu?? Y ?c?mo saldr?a? Escuch? una voz llamar... “?Riley!”. Era la voz de una mujer y de alguna manera era familiar para ella. “?Estoy aqu?!”, respondi? Riley. “?D?nde est?s?”. “Yo tambi?n estoy aqu?”. De repente, Riley la vio. Estaba parada directamente en frente de ella, en medio de la multitud de reflejos. Era una mujer joven delgada y atractiva, con un vestido que parec?a estar d?cadas fuera de moda. Riley supo de inmediato qui?n era. “?Mami!”, dijo en un susurro aturdido. Se sorprendi? al escuchar que su propia voz ahora era la de una ni?a. “?Qu? est?s haciendo aqu??”, pregunt? Riley. “Solo vine a despedirme”, dijo mami con una sonrisa. Riley se esforz? por comprender lo que suced?a. Entonces lo record?... Mami fue asesinada en frente de Riley en una tienda de dulces a los seis a?os de edad. Pero mami estaba aqu?, vi?ndose exactamente igual a la ?ltima vez que Riley la hab?a visto con vida. “?Ad?nde vas, mami?”, pregunt? Riley. “?Por qu? tienes que irte?”. Mami sonri? y toc? el cristal que las separaba. “Estoy en paz ahora, gracias a ti. Puedo pasar a mejor vida ahora”. Poco a poco, Riley empez? a entender. Le hab?a seguido la pista al asesino de su madre hace poco. Ahora era un vagabundo pat?tico viviendo debajo de un puente. Riley lo hab?a dejado all?, d?ndose cuenta de que su vida hab?a sido castigo suficiente por su terrible crimen. Riley extendi? la mano y toc? el cristal que la separaba de la mano de mami. “Pero no puedes irte, mami”, dijo. “Solo soy una ni?a”. “No, no lo eres”, dijo mami, su rostro radiante y feliz. “M?rate”. Riley mir? su propio reflejo en el espejo junto a mami. Era verdad. Riley era una mujer adulta ahora. Parec?a extra?o darse cuenta de que ahora era mucho mayor de lo que su madre hab?a llegado a vivir. Pero Riley tambi?n se ve?a cansada y triste en comparaci?n con su madre joven. “Nunca envejecer?”, pens? Riley. Lo mismo no pod?a decirse de Riley. Y sab?a que su mundo estaba lleno de pruebas y desaf?os que tendr?a que soportar. ?Jam?s obtendr?a un descanso? ?Jam?s estar?a en paz con su vida? Se encontr? envidiando la alegr?a eternamente pac?fica de su madre. Entonces su madre se volvi? y se alej?, desapareciendo en el grupo de reflejos de Riley. De repente oy? una gran colisi?n y todos los espejos se hicieron a?icos. Riley estaba parada en la oscuridad, hasta los tobillos en vidrio roto. Sac? sus pies poco a poco y luego trat? de hacer su camino a trav?s de los escombros. “Cuidado donde pisas”, dijo otra voz familiar. Riley se volvi? y vio a un anciano robusto con un rostro desgastado. Riley se qued? sin aliento. “?Papi!”, dijo. Su padre sonri?. “Esperabas que estuviera muerto, ?cierto?”, dijo. “Lamento decepcionarte”. Riley abri? la boca para contradecirlo. Pero entonces se dio cuenta de que ten?a raz?n. No llor? cuando se enter? de su muerte en octubre. Y ciertamente no lo quer?a de vuelta en su vida. Despu?s de todo, no le dijo muchas palabras amables. “?D?nde has estado?”, pregunt? Riley. “Donde siempre he estado”, dijo su padre. La escena comenz? a cambiar al exterior de la caba?a de su padre en el bosque. Ahora estaba parado en la escalera de entrada. “Quiz?s necesites mi ayuda en este caso”, dijo. “Parece que tu asesino es un soldado. S? mucho de los soldados. Y s? mucho acerca de asesinar”. Eso era cierto. Su padre hab?a sido capit?n en Vietnam. No ten?a idea de cu?ntos hombres hab?a matado en el cumplimiento de su deber. Pero lo ?ltimo que quer?a era su ayuda. “Es hora de que te vayas”, dijo Riley. La sonrisa de su padre se transform? en una mueca. “Ay, pues no”, dijo. “Apenas me estoy poniendo c?modo”. Su cara y cuerpo cambiaron de forma. En cuesti?n de segundos era m?s joven, m?s fuerte, de piel oscura, a?n m?s amenazante que antes. Ahora era Shane Hatcher. La transformaci?n hizo que Riley se sintiera aterrorizada. Su padre siempre hab?a sido una presencia cruel en su vida. Pero estaba llegando a temer a Hatcher a?n m?s. Hatcher ten?a alg?n tipo de poder manipulador sobre ella. Pod?a obligarla a hacer cosas que nunca hab?a imaginado que har?a. “Vete”, dijo Riley. “No”, dijo Hatcher. “Tenemos un trato”. Riley se estremeci?. “Ni me lo recuerdes”, pens?. Hatcher la hab?a ayudado a encontrar al asesino de su madre. A cambio, ella le permiti? vivir en la vieja caba?a de su padre. Adem?s, sab?a que se lo deb?a. No solo la hab?a ayudado a resolver casos, tambi?n hab?a hecho mucho m?s que eso. Incluso hab?a salvado la vida de su hija, junto con la de su ex esposo. Riley abri? la boca para hablar, para protestar. Pero las palabras no salieron. En cambio, fue Hatcher el que habl?. “Estamos unidos en nuestras mentes, Riley Paige”. Riley fue despertada por una fuerte sacudida. El avi?n hab?a aterrizado en el Aeropuerto Internacional de San Diego. El sol de la ma?ana se elevaba m?s all? de la pista de aterrizaje. El piloto habl? por el intercomunicador, anunciando su llegada y disculp?ndose por el aterrizaje brusco. Los otros pasajeros estaban tomando sus pertenencias y prepar?ndose para bajarse. A lo que Riley se levant? aturdida para bajar sus pertenencias del maletero, record? su sue?o perturbador. Riley no era nada supersticiosa, pero igual no pudo evitar preguntarse... ?El sue?o y el aterrizaje brusco eran presagios de lo que se avecinaba? CAP?TULO OCHO Era una ma?ana brillante y clara para cuando Riley se meti? en su auto alquilado y sali? del aeropuerto. El tiempo era realmente maravilloso, con una temperatura de unos quince grados. Supuso que har?a a la mayor?a de la gente pensar en disfrutar de la playa o al menos tumbarse junto a una piscina en alguna parte. Pero Riley sinti? una aprensi?n al acecho. Se pregunt? con nostalgia si alguna vez vendr?a a California solo para disfrutar del clima, o ir a cualquier otro lugar para relajarse. Parec?a que el mal la esperaba donde quiera que iba. “La historia de mi vida”, pens?. Sab?a que le deb?a a s? misma y a su familia salir de ese patr?n; tomarse un descanso y llevar a las chicas a alg?n lugar solo por el simple placer de hacerlo. Pero ?cu?ndo pasar?a eso? Dej? escapar un suspiro triste y cansado. “Tal vez nunca”, pens?. No hab?a dormido mucho en el avi?n y estaba sintiendo el jet lag de la diferencia horaria de tres horas entre California y Virginia. Sin embargo, estaba ansiosa por empezar a trabajar en este nuevo caso. Mientras se dirig?a hacia el norte por la autopista de San Diego, pas? edificios modernos con palmeras y otras plantas en ambos lados. Pronto estaba fuera de la ciudad, pero el tr?fico en la autopista de m?ltiples carriles no disminuy?. La procesi?n de veh?culos en movimiento envolv?a grandes colinas, donde la luz del sol acentuaba un paisaje empinado. A pesar del paisaje, el sur de California le pareci? menos pac?fico de lo que esperaba. Como ella, todos en la aglomeraci?n de autos parec?an tener prisa para llegar a alg?n lugar importante. Tom? una salida marcada “Fuerte Nash Mowat”. Despu?s de unos minutos, se detuvo en la puerta, mostr? su placa y pas?. Les hab?a enviado un mensaje a Bill y Lucy para que supieran que estaba en camino, as? que la estaban esperando al lado de un auto. Bill present? a la mujer uniformada que estaba con ellos como la coronel Dana Larson, la comandante de la oficina del comando en el fuerte Mowat. Larson la impresion? inmediatamente. Era una mujer fuerte y robusta con ojos oscuros e intensos. Su apret?n de manos le transmiti? a Riley una sensaci?n de confianza y profesionalismo. “Encantada de conocerla, agente Paige”, dijo la coronel Larson con una voz n?tida y vigorosa. “Su reputaci?n dice mucho de usted”. Los ojos de Riley se abrieron. “Estoy sorprendida”, dijo. Larson dej? escapar una risita. “No te sorprendas”, dijo. “Yo tambi?n trabajo en la aplicaci?n de la ley, as? que me mantengo al tanto de todo lo que hace la UAC. Estamos honrados de tenerlos aqu? en el fuerte Mowat”. Riley se sonroj? un poco mientras agradec?a a la coronel Larson. Larson llam? a un soldado que estaba cerca, quien camin? r?pidamente hacia ella y salud?. Dijo: “Cabo Salerno, quiero que conduzcas el auto de la agente Paige de vuelta a la estaci?n de alquiler en el aeropuerto. Ella no lo va a necesitar aqu?”. “S?, se?ora. De inmediato”, dijo el cabo. Se meti? en el auto de Riley y sali? de la base militar. Riley, Bill y Lucy se metieron en el otro auto. Mientras Larson condujo, Riley le pregunt?: “?Qu? me perd??”. “No mucho”, dijo Bill. “La coronel Larson nos recibi? aqu? anoche y nos ense?? el lugar en el que nos alojaremos”. “Todav?a no hemos conocido al comandante de la base”, agreg? Lucy. La coronel Larson les dijo: “Estamos en camino a encontrarnos con el coronel Dutch Adams en este momento”. Luego, con una sonrisa, agreg?: “No esperen una calurosa bienvenida. Agentes Paige y Vargas, eso va m?s que todo para ustedes”. Riley no estaba segura de lo que Larson quer?a decir con eso. ?Al coronel Adams le disgustar?a que la UAC hab?a enviado dos mujeres? Riley no pod?a imaginar el por qu?. Ve?a a hombres y mujeres en uniforme entrenando juntos en todas las direcciones. Y con la coronel Larson en la base militar, Adams sin duda estaba acostumbrado a lidiar con una mujer en un puesto de autoridad. Larson se estacion? delante de un edificio administrativo limpio y moderno y los guio al interior. A lo que se acercaron, tres j?venes la saludaron. Riley vio que sus chaquetas del comando eran similares a las usadas por los agentes del FBI. La coronel Larson present? a los tres hombres como el sargento Matthews y los miembros de su equipo, los agentes especiales Goodwin y Shores. Luego todos entraron en una sala de conferencias, donde los esperaba el propio coronel Dutch Adams. Matthews y sus agentes saludaron a Adams, pero la coronel Larson no lo hizo. Riley supuso que era porque ella y Adams eran iguales en rango. Pronto vio que la tensi?n entre los dos coroneles era palpable, casi dolorosa. Y, como les hab?a advertido, Adams se ve?a muy disgustado por la presencia de Riley y Lucy. Ahora Riley comenz? a entender las cosas. El coronel Dutch Adams era un oficial de la vieja escuela que no estaba nada acostumbrado a que los hombres y las mujeres sirvieran juntos. Y, juzgando por su edad, Riley se sent?a bastante segura de que jam?s se acostumbrar?a a eso. Probablemente se retirar?a con sus prejuicios intactos. Estaba segura de que Adams resent?a la presencia de la coronel Larson en su base militar ya que era una oficial sobre la cual no ten?a ninguna autoridad. A lo que el grupo se sent?, Riley sinti? un escalofr?o inquietante de familiaridad mientras estudiaba el rostro de Adams. Era largo y esculpido como los rostros de muchos de los otros militares que hab?a conocido durante su vida, incluyendo el de su padre. De hecho, Riley encontraba el parecido del coronel Adams a su padre perturbador. Se dirigi? a Riley y sus colegas en un tono excesivamente oficial. “Bienvenidos al fuerte Nash Mowat. Esta base militar ha estado en operaci?n desde 1942. Tiene una extensi?n de treinta mil hect?reas, tiene mil quinientos edificios y quinientos sesenta y tres kil?metros de carreteras. Pueden encontrar unas sesenta mil personas aqu? en un d?a normal. Estoy orgulloso de llamarla la mejor base de entrenamiento del ej?rcito del pa?s”. En ese momento, el coronel Adams parec?a estar tratando de reprimir una mueca. No estaba teniendo ?xito. Y agreg?: “Y por esa raz?n les pido que no ocasionen molestias durante el tiempo que estar?n aqu?. Este lugar funciona como una m?quina bien aceitada. Los for?neos tienen una tendencia desafortunada a rezagar las cosas. Si lo hacen, les prometo que tendr?n que pagar. ?Ha quedado claro?”. Estaba haciendo contacto visual con Riley, obviamente tratando de intimidarla. Oy? a Bill y Lucy decir: “S?, se?or”. Pero ella no dijo nada. “?l no es mi comandante”, pens?. Simplemente le sostuvo la mirada y asinti?. Luego ?l movi? los ojos a los dem?s en la sala. Volvi? a hablar, su voz llena de ira. “Tres hombres buenos est?n muertos. La situaci?n en el fuerte Mowat es inaceptable. Arr?glenla. Inmediatamente. Preferiblemente lo antes posible”. Se detuvo por un momento. Luego dijo: “Habr? un funeral para el sargento Clifford Worthing a las once horas. Espero que todos asistan”. Sin decir m?s, se levant? de la silla. Los agentes del comando se pusieron de pie y saludaron y el coronel Adams sali? de la sala. Riley estaba estupefacta. ?No hab?an venido aqu? para discutir el caso y qu? hacer a continuaci?n? Obviamente notando lo sorprendida que estaba, la coronel Larson le sonri?. “Generalmente no habla tanto”, dijo. “Tal vez le agradas”. Todo el mundo se rio ante su sarcasmo. Riley sab?a que un poco de humor era una necesidad en este momento. Las cosas se pondr?an bastante sombr?as muy pronto. CAP?TULO NUEVE Todos dejaron de re?rse, y Larson segu?a mirando a Riley, Bill y Lucy. Su expresi?n era penetrante y poderosa, como si estuviera evalu?ndolos de alguna manera. Riley se pregunt? si la comandante estaba a punto de hacer alg?n anuncio extremo. En su lugar, Larson pregunt?: “?Ya desayunaron?”. Todos dijeron que no. “Bueno, esa situaci?n es inaceptable”, dijo Larson con una sonrisa. “Vamos a remediarla antes de que se queden sin energ?a. Vengan conmigo. Yo les mostrar? lo acogedores que podemos ser en el fuerte Mowat”. Larson luego dej? a su equipo atr?s y procedi? a guiar a los tres agentes del FBI al club de oficiales. Riley vio de inmediato que la coronel no estaba bromeando. El comedor era como un restaurante de lujo y Larson no los dej? pagar por su comida. Discutieron el caso mientras desayunaron. Riley cay? en cuenta de que definitivamente hab?a necesitado el caf?. La comida fue agradable tambi?n. La coronel Larson comenz? a darles su opini?n del caso. “Las caracter?sticas m?s sobresalientes de estos asesinatos son el m?todo utilizado y los rangos de las v?ctimas. Rolsky, Fraser y Worthing eran sargentos. Todos fueron asesinados desde una larga distancia con un rifle de alta potencia. Y las v?ctimas fueron fusiladas de noche”. Bill pregunt?: “?Qu? m?s tienen en com?n?”. “No mucho. Dos de ellos eran blancos y uno era negro, as? que no es una cuesti?n racial. Estaban al mando de unidades separadas, as? que no ten?an reclutas en com?n”. Riley agreg?: “Supongo que ya buscaron los archivos de soldados amonestados por cuestiones disciplinarias o psicol?gicas. ?Ausentados sin permiso? ?Dados de baja en formas deshonrosas?”. “S?”, respondi? Larson. “Es una lista muy larga y ya terminamos de investigar a todos que figuraban en ella. Pero se las enviar? a ver qu? opinan”. “Me gustar?a hablar con los hombres de cada unidad”. Larson asinti?. “Por supuesto. Pueden hablar con algunos de ellos despu?s del funeral y puedo coordinar todas las reuniones que deseen”. Riley vio que Lucy estaba tomando notas. Asinti? con la cabeza para que la agente joven hiciera sus propias preguntas. Lucy pregunt?: “?De qu? calibre eran las balas?”. “De calibre OTAN”, dijo la coronel Larson. “7,62 mil?metros”. Lucy mir? a la coronel Larson con inter?s. Dijo: “Parece que el arma podr?a ser un rifle de francotirador M110. O posiblemente una Heckler y Koch G28”. La coronel Larson sonri? un poco, obviamente impresionada con los conocimientos de Lucy. “Debido a la distancia, suponemos que una M110”, dijo Larson. “Todas las balas parecen haber provenido de la misma arma”. A Riley le gustaba que Lucy participara mucho en las investigaciones Riley consideraba a Lucy su protegida y sab?a que Lucy la consideraba una mentora. “Est? aprendiendo r?pido”, pens? Riley con orgullo. Riley mir? a Bill de reojo. Sab?a por su expresi?n que tambi?n estaba satisfecho con Lucy. Riley ten?a sus propias preguntas, pero decidi? no interrumpir. Lucy le dijo a Larson: “Me imagino que est?n suponiendo que se trata de alguien con entrenamiento militar. ?Un soldado de la base militar?”. “Posiblemente”, dijo Larson. “O un ex soldado. Alguien con una excelente formaci?n. No es un tirador normal”. Lucy tamborile? el borrador de su l?piz contra la mesa. Sugiri?: “?Alguien que quiere vengarse de las figuras de autoridad? ?Especialmente de sargentos de instrucci?n?”. Larson se rasc? la barbilla pensativamente. “He estado consider?ndolo”, dijo. Lucy dijo: “Estoy segura de que tambi?n est?n considerando el terrorismo isl?mico”. Larson asinti?. “Esa es nuestra teor?a por los momentos”. “?Un ermita?o?”, pregunt? Lucy. “Tal vez”, dijo Larson. “Pero podr?a estar actuando en nombre de alg?n grupo, ya sea una peque?a c?lula cerca de aqu?, o algo internacional, como ISIS o Al Qaeda”. Lucy pens? por un momento. “?Cu?ntos reclutas musulmanes tienen actualmente en el fuerte Mowat?”, pregunt? Lucy. “En este momento, trescientos cuarenta y tres. Obviamente un porcentaje muy peque?o de nuestros reclutas. Pero tenemos que tener cuidado. En general, nuestros reclutas musulmanes han sido excepcionalmente dedicados. Nunca hemos tenido ning?n problema con el extremismo, si eso es lo que es esto”. Larson mir? a Riley y Bill y sonri?. “Ustedes dos est?n muy callados. ?C?mo quieren proceder?”. Riley mir? a Bill de reojo. Como de costumbre, sab?a que estaba pensando lo mismo que ella. “Vamos a echarles unos vistazos a las escenas del crimen”, dijo Bill. * Unos minutos m?s tarde, la coronel Larson conduc?a a Riley, Bill y Lucy por el fuerte Mowat. “?Qu? ubicaci?n quieren ver primero?”, pregunt? Larson. “En el orden en que ocurrieron”, dijo Riley. Mientras Larson condujo, Riley vio a soldados entrenando, corriendo carreras de obst?culos y practicando punter?a con varias armas. Se ve?a que lo que estaban haciendo era riguroso y exigente. Riley le pregunt? a Larson: “?Qu? tan avanzados en su formaci?n se encuentran estos reclutas?”. “Est?n en la segunda fase, la fase blanca”, dijo Larson. “Tenemos tres fases: roja, blanca y azul. Las dos primeras, la roja y blanca, duran tres semanas cada una, y estos reclutas est?n en su quinta semana. Pasar?n sus ?ltimas cuatro semanas en la fase azul. Esa es la m?s dif?cil. All? es cuando los reclutas descubren si tienen lo necesario para ser un soldado del ej?rcito”. Riley not? un poco de orgullo en su voz, el mismo orgullo que a menudo hab?a o?do en la voz de su padre cuando hablaba de su servicio militar. “Ella ama lo que hace”, pens? Riley. Tampoco ten?a duda de que la coronel Larson era excelente en lo que hac?a. Larson se estacion? cerca de un sendero que atravesaba el campo. Se bajaron del auto, y Larson los llev? a una mancha en el camino. Estaba en un ?rea abierta, sin ?rboles que podr?an bloquear la vista. “El sargento Rolsky fue asesinado aqu?”, dijo Larson. “Nadie vio ni lo oy? suceder. La herida ni la posici?n de su cuerpo nos dijeron de d?nde provino el disparo, excepto que debi? haber sido de una distancia considerable”. Riley mir? a su alrededor, estudiando la escena. “?A qu? hora fue asesinado?”, pregunt?. “A las diez de la noche”, dijo Larson. Se imagin? c?mo se ver?a este lugar a esas horas de la noche. Hab?a un par de l?mparas a unos nueve metros de la mancha. Aun as?, la luz aqu? habr?a sido bastante tenue. El tirador debi? haber utilizado una mira nocturna. Se volvi? lentamente, tratando de adivinar de d?nde provino el disparo. Hab?a edificios al sur y norte. Era poco probable que un francotirador tuviera la oportunidad de disparar desde dentro de cualquiera de esos lugares. Al oeste pudo ver el Oc?ano Pac?fico a una gran distancia. Hab?a colinas rugosas al este. Riley se?al? las colinas y dijo: “Mi conjetura es que el tirador se posicion? en alg?n lugar all? arriba”. “Esa es una buena conjetura”, dijo Larson, se?alando otro lugar en el suelo. “Encontramos la bala aqu?, y eso indica que el disparo debi? haber venido de alg?n lugar en esas colinas. Juzgando por la herida, dispar? desde unos setenta y cinco a unos noventa metros. Recorrimos la zona, pero no dej? atr?s ninguna evidencia”. Riley se qued? pensando por un momento. Despu?s le pregunt? a Larson: “?Es permitido cazar en el fuerte Mowat?”. “Durante la temporada, con permisos”, respondi? Larson. “Ahora estamos en la temporada de pavo salvaje. Tambi?n se permite cazar cuervos de d?a”. Riley obviamente sab?a que estas muertes eran cualquier cosa menos accidentes de caza. Siendo la hija de un hombre que hab?a sido a la vez un marine y un cazador, sab?a que nadie podr?a utilizar un rifle de francotirador para matar a cuervos y pavos. Una escopeta era probablemente el arma de caza preferida alrededor del fuerte Mowat durante esta ?poca del a?o. Le pidi? a Larson que los llevara a la siguiente ubicaci?n. La coronel los condujo a unas colinas bajas en el extremo de una ruta de senderismo. Cuando todos se bajaron de su veh?culo de nuevo, Larson se?al? el lugar en un sendero que se abr?a paso cuesta arriba. “El sargento Fraser fue asesinado all?”, dijo. “Hab?a salido a caminar. El disparo parece haber provenido aproximadamente de la misma distancia que el anterior. Nadie oy? ni vio lo que pas?. Sin embargo, suponemos que fue asesinado a las once de la noche”. “Once de la noche”, pens? Riley. Se?alando otro lugar, Larson agreg?: “Encontramos la bala por aqu?”. Riley luego mir? en la direcci?n opuesta, hacia donde el tirador debi? haber estado. Vio m?s colinas, e innumerables lugares donde un tirador podr?a haberse escondido. Estaba segura de que Larson y su equipo hab?an recorrido el ?rea exhaustivamente. Finalmente se dirigieron a la zona de alojamiento de los reclutas. Larson los llev? detr?s de una de las barracas. Lo primero que Riley vio fue una enorme mancha oscura en la pared cerca de la puerta de atr?s. Larson dijo: “Aqu? fue asesinado el sargento Worthing. Parece que sali? a fumarse un cigarrillo antes del entrenamiento matutino de su pelot?n. El tiro fue tan limpio que el cigarrillo nunca cay? de sus labios”. Riley se sinti? m?s interesada. Esta escena era diferente a las dem?s, y mucho m?s informativa. Examin? la mancha y la otra mancha que se extend?a por debajo de ella. Ella dijo: “Parece que estaba apoyado contra la pared cuando la bala le alcanz?. Debieron haber sido capaces de obtener una mejor idea de la trayectoria de la bala aqu? que en las otras escenas”. “S?, mucho mejor”, concord? Larson. “Pero no la ubicaci?n exacta”. Larson se?al? al otro lado del campo, detr?s de las barracas, donde hab?a algunas colinas. “El tirador debi? haberse posicionado en alg?n lugar entre esos dos peque?os ?rboles”, dijo. “Pero dej? todo perfecto. No pudimos encontrar ni un rastro de ?l en cualquier lugar”. Riley vio que la distancia entre los peque?os ?rboles era de unos seis metros. Larson y su equipo han hecho un buen trabajo limitando su b?squeda a esa ?rea. “?C?mo estuvo el tiempo?”, pregunt? Riley. “Muy claro”, dijo Larson. “Hubo una luna cuarto menguante casi hasta el amanecer”. Riley sinti? un cosquilleo de emoci?n. Era una sensaci?n familiar que sent?a cuando estaba a punto de conectarse realmente con una escena del crimen. “Me gustar?a ir para all? y echarle un vistazo por mi cuenta”, dijo. “Por supuesto”, dijo Larson. “Yo te llevo”. Riley no sab?a c?mo decirle que quer?a ir sola. Afortunadamente, Bill habl? por ella. “Dejemos que la agente Paige vaya sola. Es lo suyo”. Larson asinti? con aprecio. Riley camin? por el campo. Con cada paso, ese hormigueo se volvi? m?s intenso. Finalmente se encontr? entre los dos ?rboles. Entendi? por qu? el equipo de Larson no hab?a sido capaz de encontrar el punto exacto. El terreno era muy irregular y hab?a una gran cantidad de arbustos m?s peque?os. Justo en esa zona hab?a por lo menos media docena de excelentes lugares para ponerse en cuclillas o tumbarse y disparar un tiro limpio hacia las barracas. Riley comenz? a caminar entre los ?rboles. Sab?a que no estaba buscando algo que el tirador pudo haber dejado atr?s, ni siquiera pisadas. Larson y su equipo no habr?an pasado por alto algo as?. Respir? lentamente y se imagin? a s? misma aqu? en las primeras horas de la ma?ana. Las estrellas estaban empezando a desaparecer y la luna todav?a proyectaba sombras por todas partes. La sensaci?n se intensific? cada segundo… la sensaci?n de la presencia del asesino. Riley sigui? respirando profundamente y se prepar? para entrar en la mente del asesino. CAP?TULO DIEZ Riley comenz? a imaginarse al asesino. ?Qu? hab?a sentido, pensado y observado cuando vino aqu? buscando el lugar perfecto desde donde disparar? Quer?a ser el asesino con el fin de seguirle la pista. Y pod?a hacerlo. Era su don. En primer lugar, sab?a que ten?a que encontrar ese lugar. Busc? a su alrededor, del mismo modo que ?l debi? haber buscado. Mientras se mov?a, sinti? una atracci?n misteriosa, casi magn?tica. Se sinti? atra?da a un arbusto de sauce rojo. A un lado del arbusto, hab?a un espacio entre sus ramas y el suelo. Hab?a un lugar un poco hueco en el suelo en ese mismo lugar. Riley se inclin? para mirar el suelo cuidadosamente. El suelo en ese lugar hueco estaba limpio y suave. “Demasiado limpio”, pens? Riley. “Demasiado suave”. El resto del suelo en esta zona era m?s rugoso, m?s irregular. Riley sonri?. El asesino hab?a llegado a tales extremos para poner todo en orden que hab?a traicionado su posici?n exacta. Imaginando la escena bajo la luz de la luna, Riley mir? por la pendiente y al otro lado del campo hacia la parte posterior de las barracas. Se imagin? lo que el asesino vio desde este lugar, la figura distante del sargento Worthing saliendo por la puerta de atr?s. Riley sinti? una sonrisa formarse en la cara del asesino. Pod?a o?rlo pensar... “?Justo a tiempo!”. Y, justo como el asesino hab?a esperado, el sargento encendi? un cigarrillo y se apoy? contra la pared. Era el momento de actuar, y ten?a que ser r?pido. El cielo comenz? a iluminarse donde el sol saldr?a pronto. Justo como el asesino debi? haber hecho, Riley se coloc? boca abajo en el lugar hueco en el suelo. S?, era el lugar perfecto, la forma perfecta para manejar un arma de alta potencia. Pero ?c?mo se sinti? el arma en las manos del asesino? Riley nunca hab?a manejado un rifle de francotirador M110. Pero hace algunos a?os hab?a entrenado un poco con el predecesor del arma, el M24. Totalmente cargado y montado, el rifle M24 pesaba unos ocho kilos, y Riley hab?a le?do que el M110 no era m?s ligero. Sin embargo, la mira nocturna a?ad?a a ese peso, haci?ndolo un poco m?s pesado. Riley imagin? la vista a trav?s de la mira nocturna. La imagen del sargento Worthing estaba granulada. Êîíåö îçíàêîìèòåëüíîãî ôðàãìåíòà. Òåêñò ïðåäîñòàâëåí ÎÎÎ «ËèòÐåñ». Ïðî÷èòàéòå ýòó êíèãó öåëèêîì, êóïèâ ïîëíóþ ëåãàëüíóþ âåðñèþ (https://www.litres.ru/pages/biblio_book/?art=43693807&lfrom=688855901) íà ËèòÐåñ. Áåçîïàñíî îïëàòèòü êíèãó ìîæíî áàíêîâñêîé êàðòîé Visa, MasterCard, Maestro, ñî ñ÷åòà ìîáèëüíîãî òåëåôîíà, ñ ïëàòåæíîãî òåðìèíàëà, â ñàëîíå ÌÒÑ èëè Ñâÿçíîé, ÷åðåç PayPal, WebMoney, ßíäåêñ.Äåíüãè, QIWI Êîøåëåê, áîíóñíûìè êàðòàìè èëè äðóãèì óäîáíûì Âàì ñïîñîáîì.
Íàø ëèòåðàòóðíûé æóðíàë Ëó÷øåå ìåñòî äëÿ ðàçìåùåíèÿ ñâîèõ ïðîèçâåäåíèé ìîëîäûìè àâòîðàìè, ïîýòàìè; äëÿ ðåàëèçàöèè ñâîèõ òâîð÷åñêèõ èäåé è äëÿ òîãî, ÷òîáû âàøè ïðîèçâåäåíèÿ ñòàëè ïîïóëÿðíûìè è ÷èòàåìûìè. Åñëè âû, íåèçâåñòíûé ñîâðåìåííûé ïîýò èëè çàèíòåðåñîâàííûé ÷èòàòåëü - Âàñ æä¸ò íàø ëèòåðàòóðíûé æóðíàë.