Êàêîå, â ñóùíîñòè, íåëåïîå çàíÿòèå ïèñàòü ñòèõè: ......................è "ãëàç ëóíû", è "ñîëíöà äèñê" êàê ìèð ñòàðû. ............................Äóøè øèðîêèå îáúÿòèÿ òîëïå íàâñòðå÷ó ðàñïàõíóòü... - ................................................ïîäîáíûé ðèñê ê ÷åìó òåáå? - ........................Ãëóõîé ñòåíîé - íåïîíèìàíèå; ðàçäàâëåí òÿæåñòüþ

Una Vez Atado

Una Vez Atado Blake Pierce Un Misterio de Riley Paige #12 ?Una obra maestra del g?nero de thriller y misterio! El autor hizo un trabajo magn?fico desarrollando a los personajes psicol?gicamente, tanto as? que sientes que est?s en sus mentes, vives sus temores y aclamas sus ?xitos. La trama es muy inteligente y te mantendr? entretenido durante todo el libro. Este libro te mantendr? pasando p?ginas hasta bien entrada la noche debido a sus giros inesperados. Books and Movies Reviews, Roberto Mattos (Sobre Una vez desaparecido) UNA VEZ ATADO es el libro #12 de la serie exitosa de misterio de Riley Paige, que comienza con UNA VEZ DESAPARECIDO (Libro #1), ?una descarga gratuita con m?s de 1. 000 opiniones de cinco estrellas! En este thriller emocionante, mujeres est?n siendo encontradas asesinadas en v?as de ferrocarril por todo el pa?s, obligando al FBI a actuar, encontr?ndose en una carrera contra el tiempo para atrapar al asesino en serie. La agente especial del FBI, Riley Paige, quiz? se encontr? con la horma de su zapato: un asesino s?dico, que ata a sus v?ctimas a v?as para ser asesinadas por los trenes que se aproximan. Un asesino lo suficientemente inteligente como para evitar ser capturado en muchos estados, y lo suficientemente encantador como para pasar desapercibido. Pronto aprende que tendr? que trabajar duro para poder entrar en su mente enfermiza, una mente en la que no est? segura que quiere entrar. Y todo llega a su cl?max de una forma tan estremecedora, que ni Riley lo pudo haber visto venir. Un thriller psicol?gico oscuro con suspenso emocionante, UNA VEZ ATADO es el libro #12 de una nueva serie fascinante, con un nuevo personaje querido, que te dejar? pasando p?ginas hasta bien entrada la noche. El Libro #13 de la serie de Riley Paige estar? disponible pronto. U N A V E Z A T A D O (UN MISTERIO DE RILEY PAIGE—LIBRO 12) B L A K E P I E R C E Blake Pierce Blake Pierce es el autor de la serie exitosa de misterio RILEY PAIGE que cuenta con trece libros hasta los momentos. Blake Pierce tambi?n es el autor de la serie de misterio de MACKENZIE WHITE (que cuenta con nueve libros), de la serie de misterio de AVERY BLACK (que cuenta con seis libros), de la serie de misterio de KERI LOCKE (que cuenta con cinco libros), de la serie de misterio LAS VIVENCIAS DE RILEY PAIGE (que cuenta con tres libros), de la serie de misterio de KATE WISE (que cuenta con dos libros), de la serie de misterio psicol?gico de CHLOE FINE (que cuenta con dos libros) y de la serie de misterio psicol?gico de JESSE HUNT (que cuenta con tres libros). Blake Pierce es un ?vido lector y fan de toda la vida de los g?neros de misterio y los thriller. A Blake le encanta comunicarse con sus lectores, as? que por favor no dudes en visitar su sitio web www.blakepierceauthor.com (http://www.blakepierceauthor.com/) para saber m?s y mantenerte en contacto. Derechos de autor © 2018 por Blake Pierce. Todos los derechos reservados. A excepci?n de lo permitido por la Ley de Derechos de Autor de Estados Unidos de 1976 y las leyes de propiedad intelectual, ninguna parte de esta publicaci?n puede ser reproducida o distribuida en cualquier forma o por cualquier medio, o almacenada en un sistema de bases de datos o de recuperaci?n sin el previo permiso del autor. Este libro electr?nico est? licenciado para tu disfrute personal solamente. Este libro electr?nico no puede ser revendido o dado a otras personas. Si te gustar?a compartir este libro con otras personas, por favor compra una copia adicional para cada destinatario. Si est?s leyendo este libro y no lo compraste, o no fue comprado solo para tu uso, por favor regr?salo y compra tu propia copia. Gracias por respetar el trabajo arduo de este autor. Esta es una obra de ficci?n. Los nombres, personajes, empresas, organizaciones, lugares, eventos e incidentes son productos de la imaginaci?n del autor o se emplean como ficci?n. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, es totalmente coincidente. Los derechos de autor de la imagen de la cubierta son de Photographee.eu, utilizada bajo licencia de Shutterstock.com. LIBROS ESCRITOS POR BLAKE PIERCE SERIE DE MISTERIO PSICOL?GICO DE SUSPENSO DE JESSE HUNT EL ESPOSA PERFECTA (Book #1) EL TIPO PERFECTO (Book #2) SERIE DE MISTERIO PSICOL?GICO DE SUSPENSO DE CHLOE FINE Al LADO (Libro #1) LA MENTIRA DEL VECINO (Libro #2) CALLEJ?N SIN SALIDA (Libro #3) SERIE DE MISTERIO DE KATE WISE SI ELLA SUPIERA (Libro #1) SI ELLA VIERA (Libro #2) SERIE LAS VIVENCIAS DE RILEY PAIGE VIGILANDO (Libro #1) ESPERANDO (Libro #2) ATRAYENDO (Libro #3) SERIE DE MISTERIO DE RILEY PAIGE UNA VEZ DESAPARECIDO (Libro #1) UNA VEZ TOMADO (Libro #2) UNA VEZ ANHELADO (Libro #3) UNA VEZ ATRA?DO (Libro #4) UNA VEZ CAZADO (Libro #5) UNA VEZ CONSUMIDO (Libro #6) UNA VEZ ABANDONADO (Libro #7) UNA VEZ ENFRIADO (Libro #8) UNA VEZ ACECHADO (Libro #9) UNA VEZ PERDIDO (Libro #10) UNA VEZ ENTERRADO (Libro #11) UNA VEZ ATADO (Libro #12) UNA VEZ ATRAPADO (Libro #13) UNA VEZ LATENTE (Libro #14) SERIE DE MISTERIO DE MACKENZIE WHITE ANTES DE QUE ASESINE (Libro #1) ANTES DE QUE VEA (Libro #2) ANTES DE QUE DESEE (Libro #3) ANTES DE QUE ARREBATE (Libro #4) ANTES DE QUE NECESITE (Libro #5) ANTES DE QUE SIENTA (Libro #6) ANTES DE QUE PEQUE (Libro #7) ANTES DE QUE CACE (Libro #8) ANTES DE QUE SE APROVECHE (Libro #9) ANTES DE QUE ANHELE (Libro #10) ANTES DE QUE SE DESCUIDE (Libro #11) SERIE DE MISTERIO DE AVERY BLACK UNA RAZ?N PARA MATAR (Libro #1) UNA RAZ?N PARA HUIR (Libro #2) UNA RAZ?N PARA ESCONDERSE (Libro #3) UNA RAZ?N PARA TEMER (Libro #4) UNA RAZ?N PARA RESCATAR (Libro #5) UNA RAZ?N PARA ATERRARSE (Libro #6) SERIE DE MISTERIO DE KERI LOCKE UN RASTRO DE MUERTE (Libro #1) UN RASTRO DE ASESINATO (Libro #2) UN RASTRO DE VICIO (Libro #3) UN RASTRO DE CRIMEN (Libro #4) UN RASTRO DE ESPERANZA (Libro #5) CONTENIDO PR?LOGO (#u6be285e2-85d4-5ac0-b1ec-2da8b626da2f) CAP?TULO UNO (#u9dd4500e-1b15-5445-beb8-589f53086f93) CAP?TULO DOS (#ub0b44cba-614d-52b6-99d8-1ac554e13b03) CAP?TULO TRES (#udbce7bb6-bb15-545f-a9a2-d4dc216a71b5) CAP?TULO CUATRO (#u7de40929-3ba2-5e18-a507-0dce553d97f5) CAP?TULO CINCO (#u560c217d-7b00-591c-bf6a-240133e8da04) CAP?TULO SEIS (#uf84bc626-fd88-5240-994e-ac063179de14) CAP?TULO SIETE (#ue3e360b9-2233-568a-951b-e23d8d12589e) CAP?TULO OCHO (#ud7416ceb-e025-5011-ae9d-b06e37066627) CAP?TULO NUEVE (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIEZ (#litres_trial_promo) CAP?TULO ONCE (#litres_trial_promo) CAP?TULO DOCE (#litres_trial_promo) CAP?TULO TRECE (#litres_trial_promo) CAP?TULO CATORCE (#litres_trial_promo) CAP?TULO QUINCE (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIECIS?IS (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIECISIETE (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIECIOCHO (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIECINUEVE (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTE (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTIUNO (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTID?S (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTITR?S (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTICUATRO (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTICINCO (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTIS?IS (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTISIETE (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTIOCHO (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTINUEVE (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y UNO (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y DOS (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y TRES (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y CUATRO (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y CINCO (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y SEIS (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y SIETE (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y OCHO (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y NUEVE (#litres_trial_promo) CAP?TULO CUARENTA (#litres_trial_promo) PR?LOGO Mientras recobraba el conocimiento lentamente, Reese Fisher se dio cuenta de que estaba muy adolorida. Le dol?a la nuca y su cr?neo se sent?a como si fuera a estallar de tanto palpitar. Ella abri? los ojos solo para ser cegada por la deslumbrante luz solar, as? que volvi? a cerrar los ojos con fuerza. «?D?nde estoy? —se pregunt?—. ?C?mo llegu? aqu??» Sent?a un hormigueo aparte del dolor, especialmente en sus extremidades. Trat? de mover sus brazos y piernas para deshacerse del hormigueo, pero descubri? que no pudo. Sus brazos, manos y piernas estaban inmovilizados de alguna forma. Se pregunt? si hab?a tenido un accidente. Tal vez hab?a sido atropellada por un auto. O tal vez hab?a sido despedida de su propio auto y ahora yac?a en el pavimento duro. No entend?a nada. ?Por qu? no pod?a recordar? ?Y por qu? no pod?a moverse? ?Su cuello estaba roto o algo as?? No, ella sent?a el resto de su cuerpo, solo que no pod?a mover nada. Tambi?n sent?a el sol caliente en su rostro, y no quer?a volver a abrir los ojos. Se esforz? en pensar... ?D?nde hab?a estado y qu? hab?a estado haciendo justo antes de esto sucediera? Record?, o crey? recordar, haberse subido al tren en Chicago, encontrado un buen asiento y estado en su camino de regreso a Millikan. ?Pero hab?a llegado a Millikan? ?Se hab?a bajado del tren? S?, cre?a que s?. Hab?a sido una ma?ana brillante y soleada en la estaci?n de tren, y estaba ansiando su caminata de casi dos kil?metros a su casa. Pero luego… ?Qu?? El resto estaba fragmentado, incluso on?rico. Era como una de esas pesadillas de estar en grave peligro pero no poder correr, no poder moverse en absoluto. Ella hab?a querido luchar, librarse de alguna amenaza, pero no pudo. Tambi?n record? una presencia maligna, un hombre cuyo rostro no pod?a recordar en este momento. «?Qu? me hizo este hombre? —se pregunt?—. ?Y d?nde estoy yo?» Se dio cuenta de que al menos pod?a girar la cabeza. Se apart? de la deslumbrante luz solar y finalmente logr? abrir los ojos y mantenerlos abiertos. Vio unas l?neas curvas que se extend?an lejos de ella. Pero parec?an abstractas e incomprensibles. Entonces entendi? por qu? su nuca le dol?a tanto. Yac?a en un largo tramo curvado de acero color rojizo, caliente bajo la luz solar brillante. Se retorci? un poco y sinti? una rugosidad contra su espalda. Se sent?a como roca triturada. Poco a poco comenz? a ver las l?neas abstractas con nitidez y pudo descifrar lo que eran. A pesar del sol caliente, su cuerpo se congel? a lo que entendi?. Estaba en unas v?as f?rreas. Pero ?c?mo hab?a llegado all?? ?Y por qu? no pod?a moverse? Mientras luchaba, se dio cuenta de que s? pod?a moverse, al menos un poco. Pod?a retorcerse, girar su torso y tambi?n sus piernas, aunque no pod?a separarlas por alguna raz?n. El hormigueo que no hab?a podido sacudir ahora estaba convirti?ndose en oleadas de miedo. Estaba atada a las v?as f?rreas, su cuello amarrado a la v?a. «No —se dijo a s? misma—. Esto es imposible.» Ten?a que ser uno de esos sue?os en los que se encontraba inmovilizada e indefensa y en grave peligro. Ella cerr? los ojos de nuevo, esperando despertarse de la pesadilla. Pero entonces sinti? una vibraci?n fuerte en su cuello y un estruendo en sus o?dos. El estruendo estaba haci?ndose m?s fuerte. La vibraci?n se volvi? penetrante y aguada, y sus ojos se abrieron de golpe. No pod?a ver muy lejos por la curvatura de las v?as, pero sab?a cu?l era la fuente de esa vibraci?n y ruido. Era un tren que se aproximaba. Su coraz?n lat?a con fuerza y sinti? un terror que la inund? completa. Comenz? a retorcerse fren?ticamente, pero fue completamente in?til. No pod?a liberar sus brazos y piernas, y no pod?a alejar su cuello de la v?a. El estruendo era ahora un ruido ensordecedor, y de repente... ... entr? a la vista la parte delantera color naranja rojiza de un motor di?sel enorme. Solt? un grito, un grito que para ella fue demasiado fuerte. Pero entonces se dio cuenta de que no era su propio grito lo que hab?a o?do. Era el ruido ensordecedor del silbato del tren. Ahora sinti? una oleada extra?a de ira. El ingeniero hab?a sonado el silbato... «?Por qu? demonios no se detiene?», pens?. Pero obviamente no pod?a hacerlo lo suficientemente r?pido a la velocidad en que iba. Oy? un sonido chirriante cuando el ingeniero trat? de detener la monta?a de metal. El motor llenaba ahora todo su campo visual, y vio unos ojos mirando por el parabrisas... ... ojos que se ve?an tan aterrados como ella se sent?a. Era como mirarse en un espejo... y no quer?a ver lo que estaba viendo. Reese Fisher cerr? los ojos, sabiendo que esa ser?a la ?ltima vez que lo har?a. CAP?TULO UNO Cuando Riley oy? el auto detenerse frente a su casa urbana, se pregunt? si realmente ser?a capaz de hacer esto. Estudi? su rostro en el espejo de su ba?o, con la esperanza de que no pareciera demasiado obvio que hab?a estado llorando. Luego baj? las escaleras, donde su familia ya se hab?a reunido en la sala de estar: su ama de llaves, Gabriela, su hija de quince a?os de edad, April, y Jilly, la ni?a de trece a?os de edad que Riley estaba en tr?mites de adoptar. Y entre ellos, flanqueado por un par de maletas grandes, estaba el joven Liam de quince a?os de edad, sonri?ndole tristemente a Riley. «Realmente est? sucediendo —pens?— En este mismo momento.» Se record? a s? misma que esto era lo mejor. Aun as?, no pudo evitar sentirse triste. En ese momento se oy? el sonido del timbre y Jilly corri? a abrir la puerta principal. Un hombre y una mujer cincuentones entraron a la casa con grandes sonrisas en sus rostros. La mujer corri? a Liam, pero el hombre se acerc? a Riley. —Usted debe ser la se?ora Paige —dijo. —Riley, por favor —dijo Riley, su voz un poco entrecortada. —Soy Scott Schweppe, t?o de Liam. —Se volvi? hacia su mujer, quien estaba d?ndole un gran abrazo a Liam, y agreg?—: Y esta es mi esposa, Melinda. Pero supongo que ya lo sabe. De todos modos, estamos encantados de conocerla. Riley tom? la mano que le ofrec?a y vio que su apret?n de manos era c?lido y fuerte. A diferencia de Riley, Melinda no se molest? en contener sus l?grimas. Mirando a su sobrino, le dijo: —?Oh, Liam! ?Ten?amos tanto tiempo sin verte! Estabas tan peque?o la ?ltima vez que te vimos. ?Te has convertido en un joven tan apuesto! Riley respir? profundo varias veces. «Esto es lo mejor», se repiti? a s? misma. Sin embargo, hasta hace un par de d?as, era lo ?ltimo que hab?a esperado que sucediera. Parec?a que fue ayer cuando Liam se mud? con Riley y su familia. De hecho, hab?a estado aqu? menos de dos meses, pero Liam hab?a encajado a la perfecci?n y todos estaban muy apegados a ?l. Pero se hab?an enterado que el chico ten?a parientes que quer?an que ?l se fuera a vivir con ellos. Riley le dijo a la pareja: —Si?ntense, por favor. P?nganse c?modos. Melinda se sec? las l?grimas con un pa?uelo y ella y Scott se sentaron en el sof?. Todos los dem?s encontraron lugares para sentarse excepto Gabriela, quien se fue a toda prisa a la cocina para buscar refrigerios. Riley se sinti? un poco aliviada cuando April y Jilly comenzaron a charlar con Scott y Melinda sobre su viaje de dos d?as desde Omaha, pregunt?ndoles d?nde hab?an pasado la noche y c?mo hab?a estado el clima durante el viaje. Jilly parec?a estar de buen humor, pero Riley detect? tristeza detr?s de la actitud alegre de April. Despu?s de todo, ella es la que m?s hab?a estado apegada a Liam. Mientras Riley escuch?, observ? a la pareja de cerca. Scott y su sobrino se parec?an bastante. Igual de desgarbados, de pelo rojo brillante y tez pecosa. Melinda era robusta y parec?a un ama de casa bondadosa perfectamente convencional. Gabriela regres? r?pidamente con una bandeja con caf?, az?car y crema y ?unas deliciosas galletas caseras guatemaltecas llamadas champurradas. Les sirvi? a todos mientras hablaban. Riley se percat? de que la t?a de Liam la estaba mirando. Con una c?lida sonrisa, Melinda dijo: —Riley, Scott y yo no sabemos c?mo agradecerle. —Eh... fue un placer para m? —dijo Riley—. Es un chico muy encantador. Scott neg? con la cabeza y dijo: —No ten?a ni la menor idea de lo mucho que hab?an empeorado las cosas con mi hermano, Clarence. Llev?bamos mucho tiempo distanciados. La ?ltima vez que supe de ?l fue hace a?os, cuando la madre de Liam lo dej?. Debimos haber permanecido en contacto, aunque solo por el bien de Liam. Riley no sab?a qu? decir. ?Cu?nto les hab?a dicho Liam a sus t?os sobre lo que hab?a pasado? Ella recordaba todo con demasiada intensidad. April hab?a empezado a salir con Liam, y ?l le hab?a agradado a Riley de inmediato. Pero despu?s de una llamada desesperada de April, Riley se hab?a apresurado a la casa de Liam para encontrarlo siendo salvajemente golpeado por su padre borracho. Riley hab?a sometido al hombre, pero no dej? a Liam bajo su cuidado. Riley se llev? a Liam a su casa y acomod? un lugar para que durmiera en su sala familiar. Esta situaci?n de vivienda obviamente hab?a sido precaria. El padre de Liam sigui? llamando y envi?ndole mensajes de texto a su hijo con la promesa de que cambiar?a y no beber?a m?s, solo para chantajearlo emocionalmente. Y eso hab?a sido muy dif?cil para Liam. Scott continu?: —Me sorprendi? mucho cuando Clarence me llam? de la nada la semana pasada. Sonaba totalmente desquiciado. ?l quer?a mi ayuda para recuperar a Liam. Me dijo que... bueno, dijo bastantes cosas... Riley se imagin? algunas de las «cosas» que el padre de Liam hab?a dicho, incluyendo cu?n horrible y vil hab?a sido Riley por quitarle a Liam. —Clarence dijo que hab?a dejado de beber —dijo Scott—. Pero yo estaba seguro de que me hab?a llamado borracho. Ayudarlo a recuperar a Liam hubiese sido una locura. As? que me pareci? que solo hab?a una cosa por hacer. Riley sinti? una sacudida emocional ante esas palabras: ... que solo hab?a una cosa por hacer. Obviamente esa cosa no era dejar que Liam se quedara viviendo con la familia de Riley. Era sentido com?n. Deb?a irse a vivir con sus parientes m?s cercanos. Melinda apret? la mano de Scott y le dijo a Riley: —Nuestros hijos est?n independizados. Criamos a tres hijos, a dos varones y una hembra. Nuestra hija est? terminando su ?ltimo a?o en la universidad, y nuestros hijos son exitosos y ya est?n casados, listos para comenzar sus propias familias. As? que estamos solos en nuestra casa grande y echamos de menos o?r voces j?venes. Para nosotros, este es el momento perfecto. Una vez m?s, Riley sinti? una punzada de dolor. ... el momento perfecto. Por supuesto que era el momento perfecto. Lo que es m?s, estas eran las personas perfectas, o lo m?s perfectas que se podr?a esperar que fueran unos padres. «Probablemente son mucho mejores padres que yo», pens? Riley. A Riley a?n le costaba equilibrar los deberes de ser madre y los deberes a menudo contradictorios y a veces peligrosos de ser agente del FBI en su vida complicada. De hecho, a veces le parec?a casi imposible, y tener a Liam aqu? no le hab?a facilitado las cosas. A menudo sent?a que no estaba atendiendo a sus hijos como deb?a, incluyendo a Liam. Hab?a rebosado su vaso al acogerlo. Adem?s, ?c?mo podr?a seguir viviendo en esa sala familiar hasta que fuera a la universidad? ?C?mo podr?a pagarle la universidad de todos modos? No, esto realmente era lo mejor. Jilly y April mantuvieron viva la conversaci?n, haci?ndoles preguntas sobre sus hijos. Mientras tanto, la mente de Riley se estaba llenando de preocupaciones. Sent?a que hab?a llegado a conocer bien a Liam en este poco tiempo. Despu?s de a?os de distanciamiento de ?l y su padre, ?qu? sab?an estas personas de ?l? Ella sab?a que Scott era el due?o de una tienda de bicicletas pr?spera. Tambi?n parec?a estar en muy buena forma para su edad. ?Entender?a que Liam era torpe y no deportista por naturaleza? Cualquier cosa menos un atleta, a Liam le gustaba leer y estudiar, y ?l era el capit?n del equipo de ajedrez escolar. ?Scott y Linda sabr?an c?mo relacionarse con ?l? ?Les gustar?a hablar con ?l tanto como a Riley le gustaba? ?Compart?an alguno de sus intereses? ?O Liam terminar?a sinti?ndose solo y fuera de lugar? Pero Riley se record? a s? misma que no ten?a por qu? preocuparse por estas cosas. «Esto es lo mejor», se repiti? a s? misma. Pronto, demasiado pronto para Riley, Scott y Melinda se terminaron sus galletas y caf? y le agradecieron a Gabriela por los refrigerios deliciosos. Hab?a llegado el momento de irse. Despu?s de todo, ser?a un largo viaje de regreso a Omaha. Scott tom? las maletas de Liam y se dirigi? hacia el auto. Melinda tom? la mano de Riley. Ella dijo: —Una vez m?s, simplemente no sabemos c?mo agradecerle por haber estado all? cuando Liam lo necesitaba. Riley se limit? a asentir, y Melinda sigui? a su esposo afuera. Luego Riley se encontr? cara a cara con Liam. Sus ojos estaban muy abiertos, y miraba a Riley como si apenas se hubiera dado cuenta de que se iba. —Riley —dijo Liam, su voz chirriante—, nunca tuvimos la oportunidad de jugar una partida de ajedrez. Riley sinti? una punzada de remordimiento. Liam hab?a estado ense?ando a April a jugar, pero ella de alguna forma nunca lleg? a jugar con ?l. Ahora sent?a que nunca hab?a llegado a hacer demasiadas cosas. —No te preocupes —dijo—. Podemos jugar en l?nea. Digo, obviamente te mantendr?s en contacto con nosotras. Todos esperamos tener noticias tuyas. Y muchas. Si no, yo misma ir? a Omaha. No creo que querr?s al FBI tocando tu puerta. Liam se ech? a re?r y dijo: —No te preocupes. Me mantendr? en contacto. Y definitivamente jugaremos ajedrez. —Con una sonrisa traviesa, agreg?—: Te dar? una paliza. Riley se ech? a re?r, lo abraz? y le dijo: —En tus sue?os. Pero obviamente sab?a que ten?a raz?n. Era una muy buena jugadora de ajedrez, pero no lo suficientemente buena como para ganarle a un chico brillante como Liam. Vi?ndose como si estuviera al borde del llanto, Liam sali? corriendo de la casa. Se meti? en el auto con Scott y Melinda, y se alejaron conduciendo de la entrada. Mientras Riley se qued? mirando, oy? a Jilly y Gabriela limpiando en la cocina. Entonces sinti? a alguien apretar su mano. Se dio la vuelta y vio que era April, mir?ndola con preocupaci?n. —?Est?s bien, mam?? Riley no pod?a creer que April era la que estaba mostrando compasi?n en este momento. Despu?s de todo, Liam hab?a sido su novio cuando se mud? a su casa. Pero su romance hab?a quedado atr?s desde entonces. Hab?an tenido que ser hermanos solamente, seg?n las palabras de Gabriela. April hab?a lidiado con el cambio con gracia y madurez. —Estoy bien —dijo Riley—. ?Y t?? ?C?mo te sientes? April parpade? un poco, pero parec?a estar en control de sus emociones. —Estoy bien —dijo ella. Riley record? algo que April hab?a planeado hacer con Liam cuando se terminara la escuela. Le dijo a April: —?Todav?a est?s pensando ir al campamento de ajedrez este verano? April neg? con la cabeza y respondi?: —Sin Liam simplemente no ser?a igual. —Entiendo —dijo Riley. April apret? la mano de Riley un poco m?s y dijo: —Esto que hicimos fue muy bueno, ?cierto? Hablo de esto de ayudar a Liam. —Desde luego que s? —dijo Riley, apretando la mano de April. Luego se qued? mirando a su hija por un momento. Se ve?a tan crecida en este momento, y Riley se sinti? profundamente orgullosa de ella. Obviamente, como todas las madres, se preocupaba por el futuro de April. Le preocup? mucho cuando April le anunci? que quer?a ser agente del FBI. ?Ese era que el tipo de vida que Riley quer?a para su hija? Se record? a s? misma una vez m?s que lo que ella quer?a no importaba. Su trabajo como madre era hacer todo lo posible para hacer posible los sue?os de su hija. April se estaba empezando a inquietar bajo la mirada intensa y amorosa de Riley. —Eh... ?Te pasa algo, mam?? —pregunt? April. Riley se limit? a sonre?r. Hab?a estado esperando el momento adecuado para hablar de algo especial con April. Y si este no era el momento adecuado, entonces nunca lo ser?a. —Subamos —le dijo Riley a April—. Tengo una sorpresa para ti. CAP?TULO DOS Mientras Riley subi? las escaleras junto a April, se pregunt? si realmente hab?a tomado la decisi?n correcta. Pero sent?a que April estaba emocionada por lo que podr?a ser la «sorpresa». Pens? que April tambi?n se ve?a un poco nerviosa. «No m?s nerviosa que yo», se dio cuenta Riley. Pero supuso que ya no pod?a cambiar de opini?n. Ambas entraron en la habitaci?n de Riley. Un vistazo a la expresi?n en el rostro de su hija convenci? a Riley a no dar ninguna explicaci?n anticipada. Se fue a su cl?set, donde una nueva peque?a caja fuerte negra yac?a en el estante. Marc? los n?meros en el teclado num?rico y luego sac? algo y lo coloc? sobre la cama. Los ojos de April se abrieron de par en par ante lo que vio. —?Una pistola! —exclam?—. ?Es...? —Tuya —interrumpi? Riley—. Bueno, legalmente sigue siendo m?a. La ley de Virginia dice que no puedes tener un arma de fuego hasta los dieciocho a?os. Pero puedes aprender con esta hasta entonces. Trabajaremos poco a poco hasta que lleguemos a esta pero, si aprendes a usarla bien, ser? tuya. April estaba boquiabierta. —?La quieres? —pregunt? Riley. April parec?a no saber qu? decir. «?Esto es un error?», se pregunt? Riley. Tal vez April no se sent?a preparada para esto. Riley dijo: —Dijiste que quer?as convertirte en agente del FBI. April asinti? con entusiasmo. Riley dijo: —Por eso pens? que podr?a ser una buena idea empezar a entrenarte para usar armas. ?Qu? te parece? —S?, me parece bien —dijo April—. Esto es maravilloso. Realmente incre?ble. Gracias, mam?. Estoy abrumada. Realmente no hab?a esperado esto. —Yo tampoco. O sea, no hab?a esperado hacer algo como esto a estas alturas. Tener un arma es una gran responsabilidad, una que muchos adultos no pueden manejar. —Riley sac? el arma del estuche y se la mostr? a April—. Esta es un Ruger SR22, una pistola semiautom?tica calibre 22. —?Una calibre 22? —pregunt? April. —Cr?eme, esto no es un juguete. No quiero que entrenes con m?s calibres a?n. Una calibre 22 puede ser tan peligrosa como cualquier otra arma, tal vez m?s. M?s personas mueren por este calibre que cualquier otro. Tr?tala con cuidado y respeto. Solo la vas a manejar para fines de formaci?n. La mantendr? en mi cl?set el resto del tiempo. Estar? en una caja fuerte que solo se puede abrir con una combinaci?n. Por los momentos, yo soy la ?nica que tendr? esa combinaci?n. —Por supuesto —dijo April—. No quiero que est? tirada por ah?. Riley a?adi?: —Y prefiero que no le menciones esto a Jilly. —?Y a Gabriela? Riley sab?a que era una buena pregunta. Lo de Jilly simplemente era una cuesti?n de madurez. Podr?a sentirse celosa y querer una pistola propia, lo cual no suceder?a. En cuanto a Gabriela, Riley sospechaba que podr?a alarmarse al enterarse de que April aprender?a a usar un arma. —Quiz? le diga. Pero todav?a no. —Riley sac? el cartucho vac?o y agreg?—: Siempre debes sabes si el arma est? cargada o no. Ella le entreg? el arma descargada a April, cuyas manos estaban temblando un poco. Riley estuvo a punto de decir en broma… —Lo siento, no encontr? una pistola rosa. Pero se lo pens? mejor. No se pod?a bromear sobre estas cosas. April dijo: —Pero ?qu? hago con ella? ?D?nde? ?Cu?ndo? —Ahora mismo —dijo Riley—. Vamos. Riley meti? la pistola en su estuche y se lo llev? con ella mientras bajaban las escaleras. Afortunadamente, Gabriela estaba trabajando en la cocina y Jilly estaba en la sala familiar, as? que no tuvieron que hablar de lo que hab?a en el estuche. April fue a la cocina y le dijo a Gabriela que ella y Riley iban a salir, y luego se dirigi? a la sala familiar y le dijo a Jilly lo mismo. La chica m?s joven parec?a estar fascinada por algo que estaban pasando en la TV, y ella se limit? a asentir. Riley y April salieron por la puerta principal y se subieron al auto. Riley las llev? a una tienda de armas llamada Armas Smith, donde hab?a comprado el arma hace un par de d?as. Cuando ella y April entraron, se encontraron rodeadas de armas de fuego de todo tipo y tama?o colgando de las paredes y en vitrinas. Fueron recibidas por Brick Smith, el due?o de la tienda. Era un hombre grande con barba que llevaba una camisa a cuadros y una sonrisa amplia y cordial. —Hola, Sra. Paige —dijo—. Me da gusto verla de nuevo. ?Qu? se le ofrece? Riley dijo: —Esta es mi hija, April. Vinimos para probar la Ruger que compr? aqu? hace unos d?as. Brick Smith se ve?a entretenido. Riley record? el d?a que trajo a su propio novio, Blaine, aqu? para comprarse un arma. En aquel entonces, Brick se hab?a visto un poco desconcertado por el hecho de que una mujer le estaba comprando un arma a un hombre. Su sorpresa se esfum? a lo que se enter? de que Riley era agente del FBI. No se ve?a ni un poco sorprendido ahora. «Se est? acostumbrando a m? —pens? Riley—. Excelente. No todo el mundo lo hace.» —Vaya, vaya, vaya —dijo, mirando a April—. No me dijo que el arma que estaba comprando era para su hijita. Esas palabras sacudieron a Riley un poco... ... su hijita. Se pregunt? si April se hab?a ofendido. Riley mir? a April y vio que todav?a se ve?a un poco abrumada. «Supongo que se siente como una ni?ita en este momento», pens? Riley. Brick llev? a April y a Riley al campo de tiro sorprendentemente grande que quedaba detr?s de la tienda, y luego las dej? solas. —Lo primero es lo primero —dijo Riley, se?alando una lista larga en la pared—. Lee estas reglas. Av?same si tienes una duda. Riley se qued? mirando a April leer las reglas, que por supuesto cubr?an todos los elementos esenciales de seguridad, incluyendo nunca apuntar el arma en ninguna direcci?n salvo el objetivo. Mientras April le?a con una expresi?n seria, Riley sinti? una extra?a sensaci?n de deja vu. Record? cuando hab?a tra?do a Blaine aqu? para comprar y probar su nueva arma. Era un recuerdo algo amargo. Durante el desayuno en su casa despu?s de su primera noche haciendo el amor, Blaine le hab?a dicho con vacilaci?n: —Creo que necesito comprar un arma. Para tener con qu? protegerme en mi casa. Obviamente Riley hab?a entendido la raz?n. Hab?a corrido peligro desde que la conoci?. Y result? que hab?a necesitado esa arma unos d?as despu?s, no solo para defenderse a s? mismo, sino tambi?n a toda la familia de Riley, de un convicto fugitivo peligroso, Shane Hatcher. Blaine casi hab?a matado al hombre. Riley volvi? a sentir una punzada de culpa por ese terrible incidente. «?Nadie estar? a salvo si formo parte de su vida? —se pregunt? a s? misma—. ?Todos los que conozco necesitar?n armas por m??» April termin? de leer las reglas, y ella y Riley se dirigieron a una de las cabinas vac?as, donde April se coloc? los equipos de protecci?n para sus ojos y o?dos. Riley sac? el arma del estuche y la coloc? enfrente de April. April se ve?a intimidada mientras la miraba. «Excelente —pens? Riley—. Deber?a sentirse intimidada.» April dijo: —Esta es diferente a la pistola que le compraste a Blaine. —Eso es correcto. Yo le compr? una Smith and Wesson 686, un rev?lver de calibre 38. Un arma mucho m?s poderosa. Pero sus necesidades son diferentes. Solo quer?a ser capaz de defenderse a s? mismo. No estaba considerando trabajar en las fuerzas del orden como t?. —Riley levant? el arma y se la mostr? a April—. Hay muchas diferencias entre un rev?lver y una semiautom?tica. Una semiautom?tica tiene un mont?n de ventajas, pero tambi?n varias desventajas: tiros errados ocasionales, doble alimentaci?n, balas atascadas. No quer?a que Blaine tuviera que lidiar con nada de eso, no en caso de una emergencia. Pero t?... Bueno, deber?as comenzar a aprender de ellas de inmediato, en un entorno seguro en el que tu vida no est? en peligro. Riley comenz? a mostrarle a April lo que necesitaba saber: c?mo meterle rondas al cartucho, c?mo colocar el cartucho en el arma y ??c?mo descargarlo de nuevo. —Ahora bien, esta arma puede ser utilizada tanto en simple acci?n o doble acci?n. Simple acci?n es cuando tienes que montar el martillo antes de apretar el gatillo. Luego el arma carga autom?ticamente una y otra vez. Puedes disparar r?pidamente hasta que el cartucho se vac?e. Esa es la gran ventaja de una semiautom?tica. —Riley toc? el gatillo y continu?—: Doble acci?n es cuando haces todo el trabajo con el gatillo. Mientras jalas, el martillo carga y luego el arma se dispara. Si quieres hacer otro tiro, tienes que volver a hacer lo mismo. Eso toma m?s trabajo, el dedo est? jalando en contra de la presi?n, y disparas m?s lento. Y eso lo que yo quiero que hagas para empezar. Ella apret? un bot?n para que el blanco de papel estuviera a seis metros y medio de la cabina y luego le mostr? a April c?mo pararse y d?nde colocar sus manos, as? como tambi?n c?mo apuntar. Riley dijo: —De acuerdo, tu arma no est? cargada. Vamos a hacer unos disparos en seco. Como lo hab?a hecho con Blaine, Riley le explic? a April c?mo respirar, a inhalar lentamente mientras apuntaba y luego exhalar lentamente mientras apretaba el gatillo de forma que su cuerpo estuviera quieto cuando el arma se disparara. April apunt? cuidadosamente a la forma vagamente humana en el blanco y luego apret? el gatillo varias veces. Luego, siguiendo las instrucciones de Riley, ella meti? el cartucho cargado en la pistola, volvi? a su posici?n y dispar? un solo tiro. April solt? un chillido. —?Acert?? —pregunt?. Riley se?al? el blanco y dijo: —Bueno, le diste al blanco. Nada mal para ser tu primer intento. ?C?mo se sinti?? April solt? una risita nerviosa y dijo: —Un poco sorprendente. Esperaba m?s... —?Retroceso? —S?. Y no fue tan fuerte como esperaba. Riley asinti? y dijo: —Esa es una de las ventajas de una calibre 22. No te estremecer?s ni desarrollar?s malos h?bitos. Mientras que avanzas a armas m?s poderosas, podr?s lidiar con su poder. Adelante, vac?a el cartucho. Mientras April dispar? lentamente las nueve rondas restantes, Riley not? un cambio en su rostro. Era una expresi?n feroz y determinada que Riley se dio cuenta hab?a visto en April en alg?n momento antes. Riley trat? de recordar... Luego el recuerdo le lleg? de golpe. Riley hab?a perseguido el monstruo llamado Peterson hasta la orilla del r?o. Ten?a a April cautiva, atada de manos y pies y con una pistola en la cabeza. Cuando el arma de Peterson fall?, Riley se lanz? sobre ?l y lo apu?al?, y lucharon en el r?o hasta que ?l empuj? su cabeza bajo el agua y estuvo a punto de ahogarla. Su rostro sali? a la superficie por un momento, y vio algo que nunca olvidar?a... Sus mu?ecas y pies todav?a atados, April estaba parada sosteniendo la escopeta que Peterson hab?a soltado. April golpe? a Peterson en la cabeza con ella... La lucha termin? unos momentos despu?s, cuando Riley le parti? la cara con una roca. Pero nunca se hab?a perdonado a s? misma por haber permitido que April corriera peligro. Y ahora aqu? estaba April, disparando al blanco con la misma expresi?n feroz en su rostro. «Se parece tanto a m?», pens? Riley. Y si April pon?a su coraz?n y su alma en esto, Riley estaba segura de que ella se convertir?a en tremenda agente del FBI, quiz? hasta mejor que ella. Pero ?eso era bueno o malo? Riley no sab?a si sentirse culpable u orgullosa. Sin embargo, durante la sesi?n de entrenamiento de media hora, April dispar? al blanco cada vez con m?s confianza y precisi?n. Para cuando salieron de la tienda de armas y condujeron a casa, Riley definitivamente se estaba sintiendo orgullosa. April estaba euf?rica y habladora, haciendo todo tipo de preguntas sobre el entrenamiento. Riley dio las mejores respuestas que pudo, tratando de no mostrar su ambivalencia sobre el futuro que April parec?a querer tanto. Cuando se acercaron a casa, April dijo: —Mira qui?n est? aqu?. Se le cay? el alma a los pies cuando vio el BMW costoso que estaba estacionado frente a la casa. Sab?a que le pertenec?a a la ?ltima persona en el mundo que quer?a ver en este momento. CAP?TULO TRES A lo que Riley estacion? su propio veh?culo modesto detr?s del BMW, se dio cuenta de que las cosas se pondr?an bastante desagradables en su casa. Cuando apag? el motor, April tom? el estuche con la pistola y comenz? a bajarse del auto. —Es mejor que dejes eso aqu? por ahora —dijo Riley. Ciertamente no quer?a explicarle el arma al visitante no deseado. —Supongo que tienes raz?n —contest? April, empujando el estuche debajo del asiento delantero. —Y que no se te olvide… no le digas nada a Jilly sobre esto —dijo Riley. —No lo har? —dijo April—. Pero probablemente ya descubri? que me compraste algo, y comenzar? a hacer preguntas. Eh, bueno, el domingo le dar?s su propio regalo y se olvidar? de esto. «?Su propio regalo?», se pregunt? Riley. Entonces record? que el domingo era el cumplea?os de Jilly. Riley se sinti? alarmada. Casi hab?a olvidado que Gabriela hab?a planeado una fiesta familiar para el domingo por la noche. Y todav?a no le hab?a comprado un regalo a Jilly. «?Que no se te olvide!», se dijo a s? misma. Riley y April cerraron el auto con llave y caminaron a casa. Efectivamente, el propietario del auto de lujo, el ex esposo de Riley, estaba sentado all? en la sala de estar. Jilly estaba sentada en una silla frente a ?l, su expresi?n fr?a mostrando que su visita no le alegraba ni un poquito. —Ryan, ?qu? haces aqu?? —pregunt? Riley. Ryan se volvi? hacia ella con esa sonrisa encantadora que muchas veces hab?a debilitado su determinaci?n de sacarlo de su vida por completo. «Maldici?n, sigue siendo guapo», pens?. Ella sab?a que se esforzaba mucho para verse as? y que pasaba muchas horas en el gimnasio. Ryan dijo: —Oye, ?esa es manera de saludar a tu familia? Todav?a soy familia, ?o no? Nadie habl? por un momento. La tensi?n era palpable y la expresi?n que Ryan ahora ten?a en el rostro era una de desilusi?n. Riley se pregunt? qu? clase de saludo hab?a esperado recibir. Llevaba tres meses sin venir a verlas. Antes de eso, hab?an intentado reconciliarse. Hab?a pasado un par de meses aproximadamente viviendo aqu?, pero nunca se hab?a mudado por completo. ?l no hab?a vendido la casa c?moda que una vez hab?a compartido con Riley y April, antes de la separaci?n y el divorcio. Tenerlo cerca hab?a alegrado a las ni?as, hasta que ?l perdi? el inter?s y se volvi? a alejar. Eso hab?a destrozado a las chicas. Y ahora estaba aqu? de nuevo, de la nada y sin previo aviso. El silencio continu?. Luego Jilly se cruz? de brazos y frunci? el ce?o. Volvi?ndose a Riley y April, pregunt?: —?D?nde estaban ustedes? Riley trag? grueso. Odiaba mentirle a Jilly, pero este sin duda ser?a un mal momento para mencionar el arma de April. Afortunadamente, April dijo: —Fuimos a hacer un mandado. Ryan mir? a April y le dijo: —Hola, cari?o. ?No me merezco un abrazo? April no hizo contacto visual con ?l, sino que se qued? parada all? arrastrando los pies. Finalmente dijo: —Hola, pap?. Vi?ndose como si estuviera a punto de echarse a llorar, April se dio la vuelta y corri? por las escaleras hasta su cuarto. Ryan qued? boquiabierto. —?Qu? fue eso? —dijo. Riley se sent? sola en el sof?, tratando de decidir la mejor forma de manejar la situaci?n. Ella volvi? a preguntar: —?Qu? haces aqu?, Ryan? Ryan se encogi? de hombros y dijo: —Jilly y yo estamos hablando de sus tareas escolares. Bueno, estoy tratando hacerla hablar de eso. ?Sus notas han estado bajando? ?Eso es lo que no quiere decirme? —Tengo buenas notas —dijo Jilly. —Entonces cu?ntame todo sobre la escuela —dijo Ryan. —Todo est? bien en la escuela... se?or Paige —dijo Jilly. Riley se encogi?, y Ryan se ve?a herido. Jilly hab?a empezado a llamar a Ryan «pap?» justo antes de su partida. Antes de eso, lo hab?a llamado «Ryan». Riley estaba segura de que Jilly nunca lo hab?a llamado «se?or Paige» antes. La chica estaba expresando perfectamente c?mo se sent?a. Jilly se levant? de su silla y dijo: —Si no les molesta, tengo tarea por hacer. —?Quieres ayuda? —pregunt? Ryan. Jilly ignor? la pregunta y corri? por las escaleras. Ryan mir? a Riley. Se ve?a bastante afligido. —?Qu? est? pasando aqu?? —dijo—. ?Por qu? est?n tan molestas conmigo? Riley suspir? con amargura. A veces su ex era tan inmaduro como ambos hab?an sido cuando se casaron. —Ryan, ?qu? demonios esperabas? —pregunt? con toda la paciencia que pudo—. Cuando te mudaste a la casa, las chicas estaban m?s que encantadas de tenerte cerca. Especialmente Jilly. Ryan, el padre de esa pobre chica era un borracho abusivo. Estuvo a punto de convertirse en prostituta para alejarse de ?l, ?y apenas tiene trece a?os! Signific? mucho para ella tener una figura paterna como t? en su vida. ?No entiendes lo mucho que la destroz? tu partida? Ryan se limit? a mirarla con una expresi?n de desconcierto, como si no tuviera ni la menor idea de lo que estaba hablando. Pero Riley recordaba muy bien lo que Ryan le hab?a dicho por tel?fono: —Necesito un poco de espacio. Todo este asunto de familia... Pens? que estaba preparado para ello, pero no es as?. Y no hab?a mostrado mucha preocupaci?n por Jilly en ese momento. —Riley, Jilly fue tu decisi?n. Te admiro por ello. Pero yo nunca decid? asumir esa responsabilidad. Una adolescente con problemas es demasiado para m?. No es justo. Y ahora estaba aqu?, haci?ndose el herido porque Jilly ya no quer?a llamarlo «pap?». Era demasiado exasperante. A Riley no le hab?a sorprendido en nada que sus hijas se hab?an ido furiosas. Ella ten?a ganas de hacer lo mismo. Por desgracia, alguien ten?a que ser el adulto en esta situaci?n. Y como Ryan parec?a ser incapaz de eso, le tocaba a Riley. Antes de que pudiera pensar en qu? decir ahora, Ryan se levant? de su silla y se sent? a su lado. Se le acerc?, pero Riley lo empuj?. —Ryan, ?qu? haces? —?Qu? crees que estoy haciendo? La voz de Ryan sonaba amorosa ahora. La ira de Riley iba en aumento. —Ni se te ocurra —le dijo—. ?Cu?ntas novias has tenido desde que te fuiste? —?Novias? —pregunt? Ryan, obviamente tratando de parecer desconcertado por la pregunta. —Me o?ste bien. ?O se te olvid? que una de ellas llam? para la casa borracha cuando a?n no te hab?as ido? Me dijiste que se llamaba Lina. Pero s? que Lina no fue la ?ltima. ?Cu?ntas m?s has tenido? ?Siquiera lo sabes? ?Siquiera recuerdas sus nombres? Ryan no respondi?. Se ve?a culpable ahora. Todo estaba empezando a tener sentido para Riley. Esto hab?a pasado antes, y se sent?a est?pida por no haberlo esperado. Ryan no ten?a novia en este momento, y supuso que Riley ser?a suficiente por ahora, dadas las circunstancias. No le importaban las ni?as, ni siquiera le importaba su propia hija. No eran m?s que un pretexto para volver con Riley. Riley apret? los dientes y dijo: —Creo que ser? mejor que te vayas. —?Por qu?? ?Qu? pasa? No est?s saliendo con nadie, ?o s?? —De hecho, s? lo estoy. Ahora Ryan se ve?a totalmente desconcertado, como si no pudiera entender por qu? Riley se interesar?a en cualquier otro hombre. Luego dijo: —Dios m?o. No me digas que est?s con el cocinero ese. Riley solt? un gru?ido de rabia y le dijo: —Sabes muy bien que Blaine es un chef experto. Tambi?n sabes que es due?o de un buen restaurante y que April y su hija son mejores amigas. Es fenomenal con las chicas, todo lo que t? no eres. Y s?, estoy saliendo con ?l, y las cosas se est?n poniendo serias. As? que quiero que te vayas de aqu?. Ryan la mir? fijamente durante un momento. Finalmente dijo con amargura: —Hac?amos buena pareja. Ella no respondi?. Ryan se levant? del sof? y se dirigi? a la puerta. —Hazme saber si cambias de parecer —dijo al salir de la casa. Riley se sinti? tentada a decir... —No te hagas ilusiones. ... pero logr? contenerse. Solo se qued? quieta hasta que oy? el sonido del auto de Ryan alej?ndose. Luego respir? m?s tranquila. Se qued? sentada all? en silencio durante un rato, pensando en lo que hab?a sucedido. Jilly lo hab?a llamado «se?or Paige». Eso hab?a sido cruel, pero no pod?a negar que Ryan se lo merec?a. Aun as?, se pregunt? qu? deb?a decirle a Jilly sobre ese tipo de crueldad. «Ser madre es dif?cil», pens?. Estaba a punto de llamar a Jilly para que bajara a hablar de ello cuando su tel?fono son?. La llamada era de Jenn Roston, una joven agente con la que hab?a trabajado en casos recientes. Cuando Riley atendi? la llamada, se percat? de la tensi?n en la voz de Jenn. —Hola, Riley. Solo quise llamarte para… Cay? un silencio. Riley se pregunt? qu? ten?a Jenn en mente. Luego Jenn dijo: —Mira, solo quer?a agradecerles a ti y a Bill por… ya sabes… cuando yo… Riley estaba a punto de decirle: —No lo digas por tel?fono. Afortunadamente, la voz de Jenn se quebr? antes de que terminara la frase. Aun as?, Riley sab?a por qu? Jenn le estaba dando las gracias. Durante el caso que acababan de cerrar, Jenn hab?a desaparecido casi todo un d?a. Riley hab?a persuadido a Bill que deb?an cubrirla. Despu?s de todo, Jenn hab?a cubierto a Riley durante una situaci?n algo similar. Pero la ausencia de Jenn se hab?a debido a las exigencias de su ex madre de acogida quien tambi?n era una mente criminal. Jenn hab?a violado la ley para ayudar a la «t?a Cora» con un problema. Riley no sab?a exactamente lo que hab?a pasado, ya que no hab?a preguntado. Oy? a Jenn atragantarse un poco. —Riley, he pensado que tal vez deber?a entregar mi placa. Lo que ocurri? antes podr?a volver a ocurrir. Y podr?a ser peor la pr?xima vez. No creo que se haya terminado. Riley sent?a que Jenn no le estaba diciendo toda la verdad. «La t?a Cora la est? presionando otra vez», pens? Riley. No era nada sorprendente. Si el dominio de la t?a Cora era lo suficientemente fuerte, Jenn podr?a ser un recurso muy ?til desde dentro del FBI. Riley se pregunt? por un momento si Jenn deb?a renunciar. Sin embargo, se dijo a s? misma r?pidamente: «No». Despu?s de todo, Riley hab?a tenido una relaci?n similar con una mente criminal, con el convicto fugitivo brillante Shane Hatcher. Esa relaci?n hab?a llegado a su fin luego de que Blaine le disparara a Hatcher y Riley lo capturara. Hatcher estaba de vuelta en Sing Sing ahora, y no hab?a vuelto a hablar con nadie desde entonces. Jenn sab?a m?s sobre la relaci?n de Riley con Hatcher que nadie excepto el propio Hatcher. Jenn pudo haber destruido la carrera de Riley con lo que sab?a. Pero hab?a guardado silencio por lealtad a Riley. Ahora era el momento para que Riley le mostrara la misma lealtad. Riley dijo: —Jenn, ?recuerdas lo que te dije la primera vez que me hablaste de esto? Jenn no dijo nada, as? que Riley continu?: —Te dije que lidiar?amos con esto. T? y yo, juntas. ?No puedes renunciar! Tienes mucho talento. ?Me entiendes? Jenn sigui? sin decir nada. En su lugar, Riley oy? el pitido de su servicio de llamada en espera, indic?ndole que ten?a otra llamada. «Ign?rala», se dijo a s? misma. Pero volvi? a o?r el pitido. Los instintos de Riley le dijeron que la otra llamada era importante. Ella suspir? y le dijo a Jenn: —Mira, tengo que atender otra llamada. No cuelgues, ?vale? Tratar? de hablar r?pido. —Est? bien —dijo Jenn. Riley atendi? la llamada entrante y oy? la voz ronca de su jefe de equipo en la UAC, Brent Meredith. —Agente Paige, tenemos un caso. Un asesino en serie en el Medio Oeste. Necesito verte en mi oficina. —?Cu?ndo? —pregunt? Riley. —Ya mismo —dijo Meredith—. Lo m?s pronto posible. Riley supo por su tono que este era un asunto urgente. —Ya voy para all? —dijo Riley—. ?Qui?n m?s asignar?s al equipo? —Esa es tu decisi?n —dijo Meredith—. Trabajaste bien con el agente Jeffreys y la agente Roston en el caso del Hombre de Arena. Trabaja con ellos si quieres. Los quiero a todos en mi oficina ahora mismo. Sin decir nada m?s, Meredith finaliz? la llamada. Riley volvi? a la l?nea de Jenn. Ella dijo: —Jenn, entregar tu placa no es una opci?n. No en este momento. Te necesito en un caso. Nos vemos en la oficina de Brent Meredith. Y ap?rate. Sin esperar una respuesta, Riley finaliz? la llamada. Mientras marcaba el n?mero de su compa?ero Bill Jeffreys, pens?: «Tal vez otro caso es justo lo que necesita Jenn en este momento.» Riley esperaba que fuera as?. Mientras tanto, sinti? una intensificaci?n familiar de su propia alerta mientras se apresuraba para averiguar de qu? podr?a tratar este nuevo caso. CAP?TULO CUATRO Media hora m?s tarde, Riley se detuvo en el estacionamiento de Quantico. Cuando le hab?a preguntado a Meredith qu? tan r?pido la quer?a all?, hab?a detectado verdadera urgencia en su voz: —Ya mismo. Lo m?s pronto posible. Bueno, cuando Meredith llamaba a su casa, eso significaba que se estaba acabando el tiempo, a veces literalmente, como en su ?ltimo caso. El llamado Hombre de Arena hab?a utilizado relojes de arena para marcar las horas que transcurr?an antes de su siguiente asesinato despiadado. Pero hoy, algo en el tono de voz de Meredith le dijo que esta situaci?n era apremiante de una forma ?nica. Mientras se estacionaba, vio que Bill y Jenn tambi?n acababan de llegar en sus propios veh?culos. Se baj? de su auto y se qued? parada all?, esper?ndolos. Sin intercambiar muchas palabras, los tres caminaron hacia el edificio. Riley vio que, como ella, Bill y Jenn hab?an tra?do sus bolsos de viaje. No hab?an necesitado que se les dijera que probablemente estar?an volando de Quantico dentro de poco. Entraron al edificio y se dirigieron hacia la oficina del jefe Meredith. Tan pronto como llegaron a su puerta, el hombre afroamericano imponente y corpulento sali? al pasillo. Obviamente hab?a sido notificado de su llegada. —No hay tiempo para una conferencia —les gru?? a los tres agentes—. Caminaremos y hablaremos al mismo tiempo. Mientras corr?an junto con Meredith, Riley se dio cuenta de que se dirig?an directamente a la pista de aterrizaje de Quantico. «Realmente tenemos mucha prisa», pens? Riley. Era inusual no tener al menos una breve reuni?n para informarles sobre el nuevo caso. Caminando al lado de Meredith, Bill pregunt?: —?De qu? trata todo esto, jefe? Meredith dijo: —En este momento hay un cad?ver decapitado en una v?a f?rrea cerca de Barnwell, Illinois. Es una l?nea de tren que sale de Chicago. Una mujer estaba atada a las v?as y fue atropellada por un tren de carga, hace tan solo unas horas. Es el segundo asesinato en cuatro d?as y hay muchas similitudes sorprendentes. Parece que se trata de un asesino en serie. Meredith comenz? a caminar un poco m?s r?pido, y los tres agentes aceleraron el paso para no quedarse atr?s. Riley pregunt?: —?Qui?n llam? al FBI? Meredith dijo: —Yo recib? la llamada de Jude Cullen, el subjefe de la Polic?a Ferroviaria de Chicago. Dice que quiere perfiladores criminales all? enseguida. Le dije que dejara el cuerpo donde estaba hasta que mis agentes lo vieran. Eso es mucho pedir. Otros tres trenes de carga est?n programados a pasar por esas v?as hoy, as? como tambi?n un tren de pasajeros. Ahora todos est?n en espera y se est? armando tremendo l?o Necesitan ir para all? ahora mismo y echarle un vistazo a la escena del crimen para que el cuerpo pueda ser levantado y los trenes puedan empezar a andar. Y luego… Bueno, tienen un asesino que atrapar. Y estoy bastante seguro de que todos coincidimos en algo: volver? a matar. Aparte de eso, ahora saben lo mismo que yo del caso. Cullen tendr? que ponerlos al d?a respecto a otros detalles. El grupo sali? a la pista de aterrizaje, donde el peque?o avi?n a reacci?n estaba esperando, sus motores ya retumbando. Sobre el sonido, Meredith dijo: —Ustedes ser?n recibidos en O'Hare por unos polic?as ferroviarios quienes los llevar?n directamente a la escena del crimen. Meredith se dio la vuelta y se dirigi? de nuevo al edificio, y Riley y sus colegas subieron los escalones hasta el avi?n. La premura de su partida ten?a a Riley mareada. Meredith nunca los hab?a hecho salir tan r?pido. Pero esto no era sorprendente, teniendo en cuenta que el tr?fico ferroviario estaba paralizado. Riley no pod?a ni imaginarse las enormes dificultades que eso podr?a estar causando en este momento. Una vez que el avi?n estaba en el aire, los tres agentes abrieron sus port?tiles y entraron en Internet para buscar la poca informaci?n que podr?an encontrar a estas alturas. Riley vio que se estaba difundiendo la noticia del asesinato m?s reciente, aunque el nombre de la v?ctima actual a?n no estaba disponible. Pero vio que el nombre de la v?ctima anterior era Fern Bruder, una mujer de veinticinco a?os de edad cuyo cuerpo decapitado hab?a sido encontrado en una v?a f?rrea cerca de Allardt, Indiana. Riley no pudo encontrar mucho m?s sobre los asesinatos. Si la polic?a ferroviaria ten?a alg?n sospechoso o sab?a de cualquier m?vil, esa informaci?n no se hab?a filtrado al p?blico a?n. Y, para Riley, eso era bastante bueno. Aun as?, era frustrante no tener m?s informaci?n. Con tan poco para pensar en relaci?n con el caso, Riley se encontr? d?ndole vueltas a lo que hab?a sucedido hasta ahora. Todav?a se sent?a mal por haber perdido a Liam, aunque tambi?n se dio cuenta que «perder» no era exactamente la palabra correcta. No, ella y su familia hab?an hecho lo mejor para el chico. Y ahora todo hab?a resultado para mejor, y Liam estaba bajo el cuidado de personas que lo amar?an y cuidar?an bien de ?l. Aun as?, Riley se preguntaba por qu? se sent?a como una p?rdida. Riley tambi?n ten?a sentimientos encontrados acerca de haberle comprado un arma a April y haberla llevado al campo de tiro. La madurez de April hab?a enorgullecido a Riley, as? como tambi?n su buena punter?a. Riley tambi?n se sent?a profundamente conmovida por el hecho de que su hija quer?a seguir sus pasos. Pero igualmente no pudo evitar recordarse a s? misma que iba en camino a ver un cad?ver decapitado. Toda su carrera era una larga lista de horrores. ?Esta era la vida que quer?a para April? «No es mi decisi?n, sino suya», se record? Riley. Riley tambi?n se sent?a extra?a por esa conversaci?n telef?nica inc?moda que hab?a tenido con Jenn hace un rato. Mucho no se hab?a expresado, y Riley no ten?a ni la menor idea de lo que podr?a estar sucediendo en este momento entre Jenn y la t?a Cora. Y, por supuesto, ahora no era el momento de hablar del asunto, no con Bill sentado aqu? con ellas. Riley no pudo evitar preguntarse: «?Jenn est? en lo cierto? ?Deber?a entregar su placa?» ?Riley le estaba haciendo un favor al alentarla a seguir en el FBI? ?Y Jenn estaba en un estado mental correcto para trabajar en un nuevo caso en este momento? Riley mir? a Jenn, quien estaba sentada en su asiento, absorta en su port?til. Jenn se ve?a totalmente concentrada en este momento, hasta m?s que Riley. Los pensamientos de Riley fueron interrumpidos por el sonido de la voz de Bill. —Atada a v?as f?rreas. Parece... Riley vio que Bill tambi?n estaba mirando la pantalla de su port?til. Hizo una pausa, pero Jenn termin? su pensamiento: —Una de esas pel?culas mudas de anta?o. S?, estaba pensando lo mismo. Bill neg? con la cabeza y dijo: —No estoy tom?ndome esto a la ligera… pero no dejo de pensar en un villano con bigote y sombrero de copa atando a una joven damisela a las v?as f?rreas hasta que aparece un h?roe brillante para rescatarla. ?Eso no era lo que siempre pasaba en las pel?culas mudas? Jenn se?al? la pantalla de su port?til y dijo: —En realidad no. He estado investigando sobre eso. Es un tropo, un clich?. Y todos parecen creer que lo han visto en alg?n momento, como una especie de leyenda urbana. Pero nunca apareci? en las verdaderas pel?culas mudas, al menos no en serio. Jenn gir? la pantalla de su port?til para que Bill y Riley pudieran ver. Luego continu?: —El primer ejemplo ficticio de un villano atando a alguien a v?as f?rreas parece haber aparecido mucho antes de que las pel?culas se inventaran, en una obra de 1867 llamada Under the Gaslight. Pero oigan esto, el villano at? a un hombre a las v?as, y la protagonista tuvo que rescatarlo. Lo mismo pas? en otro cuento y en otras obras en esa ?poca. Riley ve?a que Jenn estaba bastante envuelta en lo que hab?a encontrado. Jenn continu?: —En cuanto a pel?culas de anta?o, hubo tal vez dos comedias mudas en las que ocurri? exactamente lo mismo: una damisela indefensa fue atada a las v?as por un villano ruin y fue rescatada por un h?roe guapo. Pero todo era por diversi?n, al igual que los dibujos animados del s?bado por la ma?ana. Los ojos de Bill se abrieron con inter?s y dijo: —Parodias de algo que nunca fue real. —Exactamente —dijo Jenn. Bill neg? con la cabeza y dijo: —Pero las locomotoras a vapor eran parte de la vida cotidiana en aquella ?poca, las primeras d?cadas del siglo veinte. ?No hubo ninguna pel?cula muda que retrat? a alguien en peligro de ser atropellado por un tren? —Claro —dijo Jenn. —A veces un personaje era empujado o ca?a en las v?as y tal vez perd?a el conocimiento cuando un tren se acercaba. Pero ese no es el mismo escenario, ?cierto? Adem?s, al igual que en esa vieja obra, ?el personaje de la pel?cula que corr?a peligro era generalmente un hombre que ten?a que ser rescatado por la hero?na! Riley se sinti? muy interesada en ese momento. Sab?a que Jenn no estaba perdiendo el tiempo investigando este tipo de cosas. Necesitaban saber sobre cualquier cosa que pudiera estar impulsando al asesino. Parte de eso podr?a ser comprender todos los antecedentes culturales de cualquier escenario con el que pudieran tener que lidiar, incluso aquellos que podr?an ser ficticios. «O en este caso, inexistentes», pens? Riley. Cualquier cosa que pudiera haber influido al asesino era de inter?s. Ella se qued? pensando por un momento y luego le pregunt? a Jenn: —?Esto quiere decir que nunca ha habido ning?n caso real de una persona que fue asesinada de esa forma? —S? ha pasado en la vida real —dijo Jenn, se?alando otra informaci?n en la pantalla del port?til—. Entre 1874 y 1910, al menos seis personas fueron asesinadas de esa forma. No he podido encontrar m?s casos desde esa fecha, excepto uno reciente. En Francia, un hombre at? a su esposa distanciada a las v?as f?rreas en su cumplea?os. Luego se puso delante del tren que se aproximaba, as? que muri? junto con ella, un asesinato-suicidio. De lo contrario, parece ser una forma rara de asesinar a una persona. Y ninguno de ellos fueron asesinatos en serie. Jenn volvi? la pantalla del port?til hacia ella y se qued? callada otra vez. Riley reflexion? sobre lo que Jenn acababa de decir... ... una forma rara de asesinar a una persona. «Rara, pero no inaudita», pens? Riley. Ella se pregunt? si esa cadena de asesinatos entre 1874 y 1910 hab?a sido inspirada por las viejas obras en las que los personajes hab?an sido atados a v?as f?rreas. Riley sab?a de casos m?s recientes de la vida imitando al arte de formas horribles, en los que asesinos hab?an sido inspirados por libros, pel?culas o videojuegos. Tal vez las cosas no hab?an cambiado mucho. Tal vez la gente no hab?a cambiado mucho. ?Y qu? del asesino que estaban a punto de buscar? Parec?a rid?culo imaginar que estaban cazando alg?n psic?pata que estaba emulando a un villano melodram?tico bigotudo que nunca hab?a existido, ni siquiera en las pel?culas. Pero ?qu? podr?a estar impulsando a este asesino? La situaci?n era muy evidente y muy familiar. Riley y sus colegas tendr?an que responder esa pregunta, o m?s personas ser?an asesinadas. Riley se qued? mirando a Jenn trabajar en su computadora. Era una vista alentadora. Por el momento, Jenn parec?a haberse librado de sus ansiedades sobre la misteriosa «t?a Cora». «Pero ?cu?nto tiempo durar? eso?», se pregunt? Riley. De todos modos, ver a Jenn tan concentrada en la investigaci?n record? a Riley que deber?a estar haciendo lo mismo. Nunca hab?a trabajado un caso relacionado con trenes, y ella ten?a mucho que aprender. Volvi? su atenci?n a su computadora. * Justo como Meredith hab?a dicho, Riley y sus colegas fueron recibidos en la pista del O'Hare por un par de polic?as ferroviarios uniformados. Todos se presentaron, y Riley y sus colegas se subieron a su veh?culo. —Ser? mejor que nos apuremos —dijo el polic?a en el asiento del pasajero—. Los peces gordos est?n presionando al jefe para que retire el cad?ver de las v?as. Bill pregunt?: —?Cu?nto tiempo tardaremos en llegar? El polic?a que conduc?a dijo: —Normalmente una hora, pero hoy no nos tardaremos tanto. Encendi? las luces y la sirena, y el auto comenz? a deslizarse por el tr?fico pesado de la tarde. Fue un viaje ca?tico y tenso a alta velocidad que cruz? el pueblito de Barnwell, Illinois. Despu?s de eso, atravesaron un paso a nivel. El polic?a sentado en el asiento del pasajero se?al? y dijo: —Parece que el asesino sali? de la carretera justo al lado de las v?as en alg?n tipo de veh?culo todoterreno. Condujo al lado de las v?as hasta que lleg? al lugar donde cometi? el asesinato. Se detuvieron en poco tiempo y se estacionaron junto a una zona boscosa. Hab?a otra patrulla estacionada all?, y tambi?n la furgoneta del m?dico forense. No hab?a tantos ?rboles. Los polic?as llevaron a Riley y sus colegas hasta las v?as f?rreas, que estaban a unos quince metros de distancia. Luego vieron toda la escena del crimen. Riley trag? grueso ante lo que vio. Las im?genes cursi de villanos bigotudos y damiselas en apuros desparecieron de su mente. Esto era demasiado real… y demasiado horrible. CAP?TULO CINCO Riley se qued? mirando el cuerpo en las v?as durante un rato. Hab?a visto cuerpos mutilados en todo tipo de formas terribles. Aun as?, esta v?ctima presentaba un espect?culo impactante y ?nico. La mujer hab?a sido decapitada por las ruedas del tren, casi como si hubiera sido obra de la cuchilla de una guillotina. A Riley le sorprendi? que el cuerpo sin cabeza de la mujer hab?a salido ileso de todo esto. La v?ctima estaba atada con cinta de embalar, sus manos y brazos pegados a sus costados, y sus tobillos atados juntos. Vestida en lo que hab?a sido un atuendo atractivo, el cuerpo estaba retorcido en una posici?n desesperada. En el lugar donde su cuello hab?a sido cortado, sangre estaba salpicada en las rocas trituradas, las traviesas de madera y las v?as. La cabeza hab?a salido despedida a unos dos metros por las v?as. Los ojos y la boca de la mujer estaban completamente abiertos, congelados en una expresi?n horrorizada. Riley vio a varias personas paradas alrededor del cuerpo, algunas de ellas uniformadas, otras no. Riley supuso que eran una mezcla de la polic?a local y ferroviaria. Un hombre uniformado se acerc? a Riley y sus colegas. ?l dijo: —Supongo que son los del FBI. Soy Jude Cullen, subjefe de la Polic?a Ferroviaria de Chicago. La gente me llama ‘Toro’ Cullen. Se ve?a orgulloso del apodo. Riley sab?a que as? les dec?an a los polic?as ferroviarios. De hecho, en la organizaci?n policial ferroviaria llevaban los cargos de agente y agente especial, al igual que en el FBI. Este polic?a aparentemente prefer?a el t?rmino m?s gen?rico. —Fue mi idea que ustedes vinieran —continu? Cullen—. Espero que el viaje valga la pena. Entre m?s pronto podamos sacar al cad?ver de aqu?, mejor. Mientras Riley y sus colegas se presentaron, comenz? a observar a Cullen. Se ve?a muy joven y era muy musculoso, sus brazos sobresaliendo de las mangas cortas de la camisa de uniforme que le quedaba apretada sobre su pecho. El apodo «Toro» le sentaba bastante bien, pero Riley nunca se encontraba atra?da por hombres que obviamente pasaban muchas horas en un gimnasio para verse as?. Se pregunt? c?mo un tipo musculoso como Toro Cullen ten?a tiempo para hacer otra cosa. Entonces se dio cuenta de que no llevaba un anillo de boda. Supuso que su vida consist?a en trabajar y hacer ejercicio, y no mucho m?s. Parec?a ser bondadoso y no se ve?a muy conmovido por la naturaleza macabra de la escena del crimen. Eso s?, ya llevaba unas cuantas horas all?, lo suficiente como para entumecerse ante los acontecimientos. Aun as?, el hombre le pareci? superficial y vanidoso. Ella le pregunt?: —?Ya identificaron a la v?ctima? Toro Cullen asinti? y dijo: —S?, su nombre era Reese Fisher, de treinta y cinco a?os de edad. Viv?a muy cerca de aqu? en Barnwell, donde trabajaba como la bibliotecaria local. Estaba casada con un quiropr?ctico. Riley mir? por las v?as. Este tramo estaba curvado, de modo que no pod?a ver muy lejos en cualquier direcci?n. —?D?nde est? el tren que la atropell?? —le pregunt? a Cullen. Cullen se?al? y dijo: —Aproximadamente a un kil?metro por all? abajo, exactamente en el mismo lugar donde se detuvo. Riley not? un hombre obeso con uniforme negro que estaba en cuclillas al lado del cuerpo. —?Ese es el m?dico forense? —le pregunt? a Cullen. —S?, te lo voy a presentar. Este es el forense de Barnwell, Corey Hammond. Riley se puso en cuclillas al lado del hombre. Se dio cuenta de que, a diferencia de Cullen, Hammond a?n estaba luchando por contener su shock. Su respiraci?n estaba entrecortada, en parte debido a su peso, y en parte debido al horror y repugnancia. Seguramente nunca hab?a visto nada parecido en su jurisdicci?n. —?Qu? puedes decirnos hasta ahora? —le pregunt? al m?dico forense. —No veo se?ales de agresi?n sexual. Eso concuerda con la autopsia del otro m?dico forense de la v?ctima de hace cuatro d?as, cerca de Allardt. —Hammond se?al? pedazos destrozados de cinta para embalar plateada alrededor del cuello y los hombros de la mujer—. El asesino la at? de manos y pies y luego peg? su cuello a la v?a e inmoviliz? sus hombros. La v?ctima debi? haber luchado mucho por soltarse. Pero no ten?a ninguna oportunidad. Riley se volvi? hacia Cullen y le pregunt?: —Su boca no estaba amordazada. ?Alguien habr?a o?do sus gritos? —No creemos —dijo Cullen, se?alando hacia unos ?rboles—. Hay unas casas al otro lado de esos ?rboles, pero est?n fuera del alcance del o?do. Algunos de mis hombres fueron de puerta en puerta preguntando si alguien hab?a o?do algo o ten?a alguna idea de lo que hab?a ocurrido en el momento del asesinato. Nadie supo nada. Se enteraron del asesinato por televisi?n o en Internet. Recibieron ?rdenes de mantenerse alejados de aqu?. Hasta ahora, no hemos tenido ning?n problema con curiosos. Bill pregunt?: —?Le robaron algo? Cullen se encogi? de hombros y dijo: —No creemos. Encontramos su cartera a su lado, y todav?a ten?a su identificaci?n, dinero y tarjetas de cr?dito. Ah, y un tel?fono celular. Riley estudi? el cuerpo, tratando de imaginarse c?mo el asesino hab?a colocado a la v?ctima en esa posici?n. A veces obten?a sensaciones poderosas y extra?as del asesino simplemente sintoniz?ndose a su entorno en la escena del crimen. A veces parec?a que pod?a meterse en sus pensamientos, saber lo que tuvo en mente mientras cometi? el asesinato. Pero no ahora. Hab?a demasiado movimiento y demasiada gente aqu?. Ella dijo: —Tuvo que haberla sometido de alguna forma antes de atarla. ?Y qu? del otro cad?ver, la v?ctima que fue asesinada antes? ?El m?dico forense local encontr? drogas en su sistema? —Se encontr? flunitrazepam en su torrente sangu?neo —dijo el forense Hammond. Riley mir? a sus colegas. Sab?a lo que era el flunitrazepam, y sab?a que Jenn y Bill tambi?n. Su nombre comercial era Rohypnol, y se conoc?a com?nmente como la droga para cometer violaciones. Era ilegal, pero muy f?cil de comprar en las calles. Y ciertamente habr?a sometido a la v?ctima, dej?ndola indefensa aunque quiz? no totalmente inconsciente. Riley sab?a que el flunitrazepam ten?a un efecto amn?sico una vez que sus efectos se desvanec?an. Se estremeci? al darse cuenta que quiz? sus efectos hab?an desvanecido aqu?, justo antes de morir. Si fue as?, la pobre mujer no habr?a tenido ninguna idea de c?mo o por qu? le hab?a sucedido esa cosa tan terrible. Bill se rasc? la barbilla mientras miraba el cuerpo y dijo: —As? que tal vez esto comenz? como una «violaci?n», con el asesino drogando su bebida en un bar o una fiesta o algo as?. El forense neg? con la cabeza y dijo: —Aparentemente no. No se encontraron rastros de la droga en el est?mago de la otra v?ctima. Debi? haber sido inyectada. Jenn dijo: —Eso es raro. El subjefe Toro Cullen mir? a Jenn con inter?s. —?Por qu?? —pregunt?. —Es un poco dif?cil de imaginar, eso es todo —dijo Jenn, encogi?ndose de hombros—. El flunitrazepam no hace efecto de inmediato, sin importar c?mo se administre. En una situaci?n de violaci?n, eso generalmente no importa. La v?ctima desprevenida tal vez se toma unos tragos con su futuro asaltante, empieza a sentirse mareada sin saber muy bien por qu? y dentro de pronto queda indefensa. Pero si el asesino le clav? una aguja, se habr?a dado cuenta de que estaba en problemas, y habr?a tenido unos minutos para luchar antes de que la droga hiciera efecto. No me parece tan... eficiente. Cullen le sonri? a Jenn coquetamente. —Tiene sentido para m? —dijo Cullen—. D?jame ense?arte. Se coloc? detr?s de Jenn, quien era mucho m?s bajita que ?l. Empez? a alcanzar alrededor de su cuello por detr?s. Jenn se apart? y le pregunt?: —Oye, ?qu? est?s haciendo? —Solo estoy demostrando. No te preocupes, no te har? da?o. Jenn resopl? y se mantuvo alejada de ?l. —Tienes toda la raz?n, no lo har?s —dijo ella—. Y estoy bastante segura de que s? lo que tienes en mente. Piensas que el asesino us? una llave. —Eso es correcto —dijo Cullen, aun sonriendo—. Espec?ficamente una llave al cuello. —Se retorci? el brazo para ilustrar sus palabras y explic?—: El asesino se le acerc? por detr?s, luego dobl? el brazo as? alrededor de la parte delantera de su cuello. La v?ctima todav?a pod?a respirar, pero sus arterias car?tidas estaban bloqueadas, cortando el flujo sangu?neo al cerebro. La v?ctima perdi? el conocimiento en cuesti?n de segundos. Luego fue f?cil para el asesino administrar una inyecci?n que la dej? indefensa por un per?odo m?s largo. Riley detect? la fricci?n que hab?a entre Cullen y Jenn. Cullen era obviamente un hombre condescendiente, cuya actitud hacia Jenn era tambi?n coqueta. A Jenn obviamente no le agradaba ni un poquito, y Riley se sent?a igual. El hombre era superficial, con un pobre sentido del comportamiento apropiado a la hora de tratar con una colega, y un sentido a?n peor de c?mo comportarse en una escena del crimen. Sin embargo, Riley ten?a que admitir que la teor?a de Cullen era s?lida. Era desagradable, pero no era est?pido. De hecho, podr?a ser de mucha ayuda trabajar con ?l. «Bueno, si es que podemos soportar estar cerca de ?l», pens? Riley. Cullen se baj? de las v?as y por la pendiente y se?al? un espacio donde la tierra hab?a sido acordonada. ?l dijo: —Encontramos unas huellas de neum?ticos, desde donde condujo por aqu? despu?s de girar en la carretera principal en el paso a nivel. Son huellas grandes, obviamente de alg?n tipo de veh?culo todoterreno. Tambi?n encontramos unas pisadas. Riley dijo: —Haz que tu gente les tome fotos. Las enviaremos a Quantico y haremos que nuestros t?cnicos las busquen en nuestra base de datos. Cullen puso los brazos en jarras por un momento, contemplando la escena con lo que le parec?a a Riley una sensaci?n de satisfacci?n. —Tengo que decir que esto es una nueva experiencia para m? y mis hombres. Estamos acostumbrados a investigar robos de carga, vandalismo, colisiones, y cosas por el estilo. Los asesinatos son escasos y aislados. Y algo as?... Bueno, nunca hemos visto algo as? antes. Supongo que esto no es nada especial para ustedes del FBI. Ya est?n acostumbrados. —Cullen no obtuvo respuesta y se qued? callado por un momento. Luego mir? a Riley y sus colegas y a?adi?—: Bueno, no quiero tomar mucho de su valioso tiempo. Solo denos un perfil y mi equipo se encargar?. Pueden regresar a casa hoy mismo, a menos que realmente quieran pasar la noche. Riley, Bill y Jenn intercambiaron una mirada sorprendida. ?Realmente cre?a que podr?an terminar su trabajo aqu? tan r?pido? —No estoy segura de lo que quieres decir —dijo Riley. Cullen se encogi? de hombros y dijo: —Estoy seguro de que ya han determinado algo en cuanto al perfil. Despu?s de todo, para eso es que est?n aqu?. ?Qu? pueden decirme? Riley vacil? por un momento y luego dijo: —Solo podemos decirte generalizaciones. Estad?sticamente, la mayor?a de los asesinos que dejan cad?veres en escenas de crimen tienen antecedentes penales. M?s de la mitad de ellos tienen edades comprendidas entre los quince y treinta y siete. Y m?s de la mitad son afroamericanos, empleados por lo menos a tiempo parcial y han completado su educaci?n secundaria. Algunos de esos asesinos han tenido problemas psiqui?tricos y algunos han estado en el ej?rcito. Pero... —Pero ?qu?? —pregunt? Cullen. —Trata de entender que nada de esto es informaci?n realmente ?til, al menos no a estas alturas. Siempre hay casos aparte. Y nuestro asesino est? empezando a parecer un caso aislado. Por ejemplo, el tipo de asesino del que estamos hablando generalmente tiene motivaciones sexuales. Pero ese no parece ser el caso aqu?. Supongo que no es t?pico de muchas formas. Tal vez no es t?pico en absoluto. Todav?a tenemos mucho trabajo por hacer. Por primera vez desde que hab?a llegado, la expresi?n de Cullen se oscureci? un poco. Riley agreg?: —Y quiero que su tel?fono celular sea enviado a Quantico, junto con el de la otra v?ctima. Nuestros t?cnicos tienen que ver si pueden extraerle informaci?n. Antes de que Cullen pudiera responder, su propio tel?fono celular son? y ?l frunci? el ce?o. ?l dijo: —Ya s? qui?n es. Es el administrador ferroviario, queriendo saber si ya puede poner los trenes en marcha. La l?nea tiene tres trenes de carga y un tren de pasajeros con retraso. Hay una nueva tripulaci?n lista para llevarse el tren que a?n est? en las v?as. ?Ya podemos mover el cad?ver? Riley asinti? y le dijo al forense: —Adelante, m?tela en tu furgoneta. Cullen se dio la vuelta y tom? la llamada mientras que el m?dico forense llam? a su equipo y se pusieron a trabajar en el cad?ver. Cuando Cullen colg? la llamada, parec?a estar de muy mal humor. Les dijo a Riley y sus colegas: —Supongo que se quedar?n por un tiempo. Riley crey? entender lo que lo estaba molestando. Cullen estaba ansiando resolver un caso sensacional, y no hab?a esperado que el FBI le robara los aplausos. Riley dijo: —Mira, estamos aqu? a petici?n tuya. Pero creo que nos vas a necesitar, al menos por un tiempo m?s. Cullen neg? con la cabeza y arrastr? los pies. Luego dijo: —Bueno, mejor nos vamos a la comisar?a de Barnwell. Tenemos que lidiar con algo bastante desagradable all?. Sin decir nada m?s, se volvi? y se alej?. Riley mir? el cuerpo, que ahora estaba siendo cargado en una camilla. «?M?s desagradable que esto?», se pregunt?. Se sent?a atontada mientras ella y sus colegas siguieron a Cullen de vuelta por donde hab?an venido. CAP?TULO SEIS Jenn Roston estaba enfurecida mientras se volvi? para seguir sus colegas. Camin? por los ?rboles detr?s de Riley y el agente Jeffreys mientras el subjefe Jude Cullen guiaba el camino hacia los veh?culos estacionados. «Se hace llamar ‘Toro’ Cullen», record? con desprecio. Le alegraba tener a dos personas entre ella y el hombre. Segu?a pensando: «?Trat? de hacerme una llave!» Estaba segura de que hab?a estado buscando una excusa para manosearla. Tambi?n era seguro que estaba buscando una oportunidad para demostrar su control f?sico sobre ella. Ya era bastante malo que sent?a la necesidad de explicarle la llave y sus efectos, como si ella ya no supiera todo esto. Pens? que los dos eran afortunados por el hecho de que Cullen en realidad no hab?a puesto su brazo alrededor de su cuello. Si eso hubiera pasado, Jenn quiz? no se habr?a podido controlar. Aunque el hombre era rid?culamente musculoso, probablemente habr?a acabado r?pidamente con ?l. Obviamente eso habr?a sido bastante indecoroso en una escena del crimen y no habr?a hecho nada para promover las buenas relaciones entre los investigadores. Jenn sab?a que lo mejor hab?a sido que las cosas no se hab?an descontrolado. Por sobre todo lo dem?s, ahora Cullen parec?a estar cabreado por el hecho de que Jenn y sus colegas no se iban a?n y porque no podr?a acaparar toda la gloria de resolver el caso. «Mala suerte, imb?cil», pens? Jenn. El grupo sali? de los ?rboles y se meti? en la camioneta policial con Cullen. El hombre se qued? callado durante el viaje a la comisar?a y sus compa?eros del FBI tampoco dijeron nada. Supuso que, como ella, estaban pensando en la escena del crimen espantosa y en el comentario de Cullen que tendr?an que lidiar con algo bastante desagradable en la comisar?a. Jenn odiaba los acertijos, tal vez porque la t?a Cora a menudo era tan cr?ptica y amenazante en sus intentos de manipulaci?n. Y tambi?n odiaba vivir con la sensaci?n de que algo de su pasado podr?a destruir su sue?o hecho realidad de ser agente del FBI. Cuando Cullen estacion? la furgoneta frente a la comisar?a, Jenn y sus colegas se bajaron y lo siguieron adentro. All?, Cullen los present? al jefe de polic?a de Barnwell, Lucas Powell, un hombre de mediana edad con un ment?n hundido. —Vengan conmigo —dijo Powell—. Todos est?n aqu?. Mi gente y yo no sabemos lidiar con este tipo de cosas. ?A qu? tipo de «cosas» se refer?a? El jefe de polic?a Lucas Powell llev? a Jenn, sus colegas y a Cullen directamente a la sala de entrevistas de la comisar?a. Adentro encontraron a dos hombres sentados en la mesa, ambos vistiendo chalecos amarillo ne?n. Uno era delgado y alto, un hombre mayor pero de aspecto vigoroso. El otro era m?s bajito, como de la altura de Jenn, y probablemente no mucho mayor que ella. Estaban bebiendo tazas de caf? y mirando la mesa fijamente. Powell introdujo primero al hombre mayor y luego al segundo hombre. —Les presento a Arlo Stine, el conductor de carga. Y ?l es Everett Boynton, su conductor auxiliar. Cuando el tren se detuvo, ellos fueron los que descubrieron el cad?ver. Los dos hombres apenas levantaron la mirada. Jenn trag? grueso. Seguramente estaban traumatizados. Sin duda tendr?an que lidiar con algo desagradable. Entrevistar a estos hombres no ser?a f?cil. Por si fuera poco, probablemente no aprender?an nada que los ayudar?a a atrapar al asesino. Jenn se apart? mientras Riley se sent? en la mesa con los hombres y habl? en voz baja. —Siento mucho que hayan tenido que lidiar con esto. ?C?mo lo est?n sobrellevando? El hombre mayor, el conductor, se encogi? de hombros y dijo: —Estar? bien. Lo crea o no, he visto este tipo de cosas antes. Me refiero a muertos en las v?as. He visto cuerpos a?n m?s mutilados. Nadie se acostumbra a eso, pero… —Stine asinti? con la cabeza hacia su auxiliar y agreg?—: Pero Everett nunca ha pasado por esto. El joven levant? la mirada de la mesa a las personas en la sala. —Estar? bien —dijo mientras asent?a la cabeza, obviamente tratando de sonar como si lo dec?a en eso. Riley dijo: —Siento preguntar esto, ?pero usted vio a la v?ctima justo antes de…? Boynton hizo un gesto de dolor y no dijo nada. Stine dijo: —Solo un vistazo. Los dos est?bamos en la cabina. Pero yo estaba en la radio haciendo una llamada de rutina a la siguiente estaci?n, y Everett estaba haciendo c?lculos para la curva que est?bamos tomando. Cuando el ingeniero comenz? a frenar y son? el silbato, levantamos la mirada y vimos algo… no est?bamos seguros de lo que era. —Stine hizo una pausa y luego agreg?—: Pero est?bamos seguros de lo que pas? cuando caminamos al sitio para echar un vistazo. Jenn estaba repasando mentalmente lo que hab?a investigado en el avi?n. Ella sab?a que las tripulaciones de los trenes de carga eran peque?as. Aun as?, parec?a que faltaba alguien. —?D?nde est? el ingeniero? —pregunt?. —?El maquinista? —dijo Toro Cullen—. Est? en una celda de custodia. Jenn qued? boquiabierta. Ella sab?a que «maquinista» era la jerga ferroviaria para un ingeniero. Pero ?qu? demonios estaba pasando aqu?? —?Lo metieron en una celda? —pregunt?. Powell dijo: —No tuvimos otra opci?n. El conductor mayor agreg?: —El pobre no quiere hablar con nadie. La ?nica palabra que ha dicho desde que ocurri? es ‘Enci?rrenme’. La repiti? una y otra vez. El jefe de polic?a local dijo: —As? que eso es lo que hicimos. Parec?a lo mejor. Jenn sinti? una punzada de ira. Ella pregunt?: —?No han tra?do a un terapeuta para que hable con ?l? El subjefe ferroviario dijo: —Hemos pedido que venga un psic?logo de la empresa desde Chicago. Son las reglas del sindicato. No sabemos cu?ndo va a llegar. Riley se ve?a sobresaltada ahora. —Ciertamente el ingeniero no se culpa a s? mismo por lo que pas? —dijo Riley. Al conductor mayor pareci? sorprenderle la pregunta. —Por supuesto que s? —dijo ?l—. No fue su culpa, pero no puede evitarlo. Era el hombre al volante. Es el que se sinti? m?s impotente. Lo est? carcomiendo. Odio que se haya encerrado tanto. Realmente trat? de hablar con ?l, pero ni siquiera me mira a los ojos. No debemos quedarnos esperando que llegue una maldita psic?loga ferroviaria. Reglas o no, alguien deber?a hacer algo ahora mismo. Un buen maquinista como ?l se merece algo mejor. Jenn se sinti? m?s enfurecida. Ella le dijo a Cullen: —Bueno, no puedes dejarlo en esa celda solo. No me importa si insiste en estar solo. No puede ser bueno para ?l. Alguien tiene que tratar de hablar con ?l. Todos en la sala la miraron. Jenn vacil? y luego dijo: —Ll?vame a la celda de custodia. Quiero verlo. Riley levant? la mirada hacia ella y le dijo: —Jenn, no estoy segura de que sea una buena idea. Pero Jenn la ignor?. —?Cu?l es su nombre? —les pregunt? Jenn los conductores. Boynton dijo: —Brock Putnam. —Ll?vame a ?l —insisti? Jenn—. Ahora mismo. El jefe de polic?a Powell condujo a Jenn fuera de la sala de entrevistas y al final del pasillo. Mientras caminaban, Jenn se pregunt? si Riley podr?a tener raz?n. «Tal vez esto no es una buena idea», pens?. Despu?s de todo, sab?a que su empat?a no era su mayor virtud como agente. Ella tend?a a ser cortante y franca, incluso cuando se necesitaba ser m?s sutil. Ciertamente no ten?a la capacidad de Riley de ser compasiva en los momentos apropiados. Y si ni Riley se sent?a a la altura de esta tarea, ?por qu? ella cre?a que deb?a hacerlo? Pero no pod?a dejar de pensar en que alguien deber?a hablar con ?l. Powell la llev? a la fila de celdas, todas con puertas s?lidas y ventanas peque?as. —?Quieres que entre contigo? —pregunt?. —No —dijo Jenn—. Creo que ser? mejor si tenemos privacidad. Powell abri? una puerta a una de las celdas y Jenn entr?. Powell dej? la puerta abierta, pero se apart?. Un hombre de unos treinta a?os estaba sentado en el borde de un catre, mirando directamente a la pared. Llevaba una camiseta com?n y corriente y una gorra de b?isbol hacia atr?s. Parada en la puerta, Jenn dijo en voz baja: —?Se?or Putnam? ?Brock? Mi nombre es Jenn Roston y soy del FBI. Lamento mucho lo que pas?. Solo me preguntaba si quer?a… hablar. Putnam no mostr? ning?n indicio de siquiera haberla escuchado. Parec?a decidido a no hacer contacto visual con ella, o con cualquier otra persona. Y de lo que hab?a investigado en el avi?n, Jenn sab?a exactamente por qu? se sent?a as?. Ella trag? saliva cuando sinti? un nudo de ansiedad en su garganta. Esto iba a ser mucho m?s dif?cil de lo que se hab?a imaginado. CAP?TULO SIETE Riley se qued? mirando la puerta con inquietud luego de que Jenn sali? de la sala. Mientras Bill les segu?a haciendo preguntas al conductor y su auxiliar, se encontr? preocupada por c?mo Jenn lidiar?a con el ingeniero. Estaba segura de que el ingeniero estaba muy mal. No le gustaba la idea de esperar mucho m?s tiempo por un psic?logo ferroviario, posiblemente alg?n funcionario esbirro que quiz? estar?a m?s preocupado por el bienestar de la empresa que por el del ingeniero. Pero ?qu? m?s se supon?a que deb?an hacer? ?Y la joven agente terminar?a empeorando las cosas para el hombre? Riley nunca hab?a visto ning?n indicio que indicara que Jenn era especialmente h?bil tratando con la gente. Si Jenn terminaba alterando a?n m?s al hombre, ?c?mo afectar?a eso su propia moral? Ya hab?a estado contemplando dejar el FBI debido a las presiones de su ex madre de acogida delictiva. Pese a sus preocupaciones, Riley se las arregl? para prestar atenci?n a lo que se dec?a en la sala. Bill le dijo al Stine: —Usted dijo que ha visto este tipo de cosas antes. ?Se refiere a asesinatos en v?as f?rreas? —Oh, no —dijo Stine—. Los asesinatos como ese son bastante raros. Pero gente perdiendo la vida en las pistas, eso es mucho m?s com?n de lo que te imaginas. Hay varios cientos de v?ctimas al a?o, algunas de ellas amantes de la adrenalina muy est?pidas, muchas m?s por suicidios. En el negocio, los llamamos ‘intrusos’. El joven se retorci? en su silla y dijo: —Les aseguro que m?s nunca quiero volver a ver algo como eso. Pero por lo que me dice Arlo… Bueno, supongo que es parte del trabajo. Bill le dijo al conductor: —?Est? seguro de que no hab?a nada que el ingeniero pudo haber hecho? Arlo Stine neg? con la cabeza y respondi?: —Muy seguro. Ya hab?a desacelerado el tren a cincuenta y seis kil?metros por hora por la curva en la que est?bamos. Aun as?, no hab?a forma de detener una locomotora di?sel con diez vagones de carga detr?s de ella lo suficientemente r?pido como para salvar a esa mujer. No se puede romper las leyes de la f?sica y detener a varios miles de toneladas de acero en movimiento en un instante. D?jame explic?rtelo... El conductor empez? a hablar de los mecanismos del frenado. Fue una charla muy t?cnica, y de ning?n inter?s o utilidad para Riley o Bill. Pero Riley sab?a que lo mejor era dejar que Stine siguiera hablando, por su propio bien. Mientras tanto, Riley todav?a se encontraba mirando hacia la puerta, pregunt?ndose c?mo le estaba yendo a Jenn con el ingeniero. * Jenn estaba de pie junto a la cama mirando ansiosamente la espalda de Brock Putnam mientras miraba la pared en silencio. Ahora que estaba con el hombre, descubri? que no ten?a idea de qu? hacer o decir ahora. Pero, por lo que hab?a investigado en el avi?n, entend?a por qu? era incapaz de mirarla a ella o a cualquier otra persona en este momento. Estaba traumatizado por un solo detalle que a menudo atormentaba a los «maquinistas» que hab?an vivido lo que ?l acababa de vivir. Hace unos momentos, el conductor hab?a dicho que ?l y su auxiliar solo le hab?an echado un vistazo fugaz a la v?ctima antes de morir. Pero este hombre hab?a obtenido mucho m?s que un vistazo fugaz. Hab?a visto algo horroroso desde la ventanilla de su cabina, algo que ning?n ser humano inocente merec?a ver. ?Lo ayudar?a decirlo en voz alta? «No soy psiquiatra», se record? a s? misma. Aun as?, se sent?a cada vez m?s ansiosa de comunicarse con ?l. Lentamente y con precauci?n, Jenn dijo: —Creo que s? lo que vio. Puede hablar conmigo de eso si desea. —Despu?s de una pausa, agreg?—: Pero no si usted no quiere. Cay? un silencio. «Supongo que no quiere», pens? Jenn. Cuando estaba a punto de irse, el hombre dijo en un susurro casi inaudible: —Yo me mor? all?. Las palabras calaron a Jenn hasta los huesos. Se volvi? a preguntar si siquiera deber?a estar haciendo esto. Ella no dijo nada. Supuso que lo mejor era esperar a ver si ?l quer?a decir algo m?s. Esper? durante muchos segundos, albergando una peque?a esperanza de que el hombre se mantendr?a en silencio y que pudiera irse sin decir m?s. Luego dijo: —Lo vi suceder. Yo estaba mir?ndome… en un espejo. —Hizo una breve pausa y luego agreg?—: Me vi a m? mismo morir. Entonces ?por qu?… por qu? estoy aqu?? Jenn trag? grueso. S?, lo que le hab?a sucedido era exactamente de lo que hab?a le?do en el avi?n. Cientos de personas mor?an en v?as f?rreas cada a?o. Y con demasiada frecuencia, los ingenieros viv?an un momento incre?blemente horrible. Hac?an contacto visual con la persona que estaba a punto de morir. Exactamente lo mismo le hab?a pasado a Brock Putman. La raz?n por la que no pod?a hacer contacto visual con nadie m?s era porque lo hac?a revivir ese momento. Y eso lo estaba carcomiendo. Estaba tratando de lidiar con eso negando que nadie m?s hab?a muerto. Con culpa, estaba tratando de convencerse a s? mismo que ?l, y solo ?l, hab?a muerto. Jenn habl? con a?n m?s cautela que antes. —Usted no muri?. Usted no se estaba mirando en un espejo. Otra persona muri?. Y no fue su culpa. No hubo forma de que pudiera evitar que sucediera. Usted sabe eso, incluso si le est? costando aceptarlo. No fue su culpa. El hombre segu?a mirando la pared, pero solt? un sollozo. Jenn se alarm? moment?neamente. ?Acababa de llevarlo al l?mite? «No», pens?. Ten?a un presentimiento de que esto era bueno, que era necesario. Los hombros del hombre temblaron un poco mientras sollozaba. Jenn le toc? el hombro y le dijo: —Brock, ?podr?a hacer algo por m?? Solo quiero que me mire. Sus hombros dejaron de temblar y dej? de sollozar. Entonces, muy lentamente, se dio la vuelta en la cama y mir? a Jenn. Sus ojos azules brillantes estaban bien abiertos y llenos de l?grimas, y estaban mirando directamente a los ojos de Jenn. Jenn tuvo que luchar para contener sus propias l?grimas. Aunque normalmente era cortante, brusca e insensible, cay? en cuenta de que nunca hab?a tenido este tipo de interacci?n con nadie, al menos no profesionalmente. Ella trag? saliva y luego dijo: —Usted no se est? mirando en un espejo en este momento. Usted me est? mirando a m?. Est? mir?ndome a los ojos. Y est? vivo. Usted tiene todo el derecho a vivir. Brock Putnam abri? la boca para hablar, pero no sali? ninguna palabra. En su lugar, asinti? con la cabeza. Jenn casi que jade? del alivio. «Lo logr? —pens?—. Lo hice hablar.» Luego dijo: —Pero usted se merece m?s que eso. Se merece averiguar qui?n hizo esta cosa tan terrible, no solo a esa pobre mujer, sino tambi?n a usted. Y se merece justicia. Usted se merece saber que el asesino nunca volver? a atacar. Le prometo que obtendr? justicia. Me asegurar? de ello. ?l volvi? a asentir con la cabeza, con solo un rastro de una sonrisa en sus labios. Jenn sonri? y dijo: —Ahora salgamos de aqu?. Sus dos amigos est?n preocupados por usted. Vayamos a verlos. Jenn se levant? de la cama, y Brock hizo lo mismo. Salieron de la celda juntos, donde el jefe de polic?a Powell segu?a esperando. Powell se ve?a sorprendido por el cambio en la actitud y el comportamiento de Putnam. Todos regresaron a la sala de entrevistas. Riley, Bill y Cullen todav?a estaban all?, as? como tambi?n los dos conductores. Stine y Boynton se quedaron boquiabiertos por un momento, luego se levantaron y abrazaron a Brock Putnam. Todos se sentaron en la mesa y empezaron a hablar en voz baja. Jenn mir? al subjefe ferroviario y dijo: —Haz algo para que la psic?loga ferroviaria llegue lo antes posible. —Luego, volvi?ndose hacia el jefe de polic?a local, dijo—: Ve a buscarle a este hombre una taza de caf?. Powell asinti? sin decir nada y sali? de la sala. Riley se llev? a Jenn a una esquina y le pregunt? en voz baja: —?Crees que alguna vez ser? capaz de volver a trabajar? Jenn se qued? pensando por un momento y dijo: —Lo dudo. Riley asinti? y dijo: —Probablemente pasar? toda su vida luchando con eso. Es terrible tener que vivir con algo as?. —Riley sonri? y agreg?—: Pero hiciste un buen trabajo. El alago de Riley alegr? mucho a Jenn. Record? de nuevo c?mo hab?a empezado su d?a, y la forma en que su comunicaci?n con la t?a Cora la hab?a dejado sinti?ndose insuficiente e indigna. «Tal vez s? soy ?til», pens?. Despu?s de todo, siempre hab?a sabido que la empat?a era una cualidad que carec?a y que necesitaba cultivar. Y ahora por fin parec?a haber tomado unos pasos para convertirse en una agente m?s emp?tica. Tambi?n se sent?a energizada por la promesa que acababa de hacerle a Brock Putnam: —Le prometo que obtendr? justicia. Me asegurar? de ello. Le alegraba haberle prometido eso. Ahora estaba comprometida a cumplir con lo dicho. «No lo defraudar?», pens?. Mientras tanto, los dos conductores y el ingeniero siguieron hablando en voz baja, compadeci?ndose sobre la terrible experiencia que todos hab?an vivido, pero que hab?a sido especialmente horrible para Putnam. De repente, la puerta de la sala se abri? y el jefe de polic?a Powell entr?. Les dijo a Cullen y los agentes del FBI: —Ser? mejor que vengan conmigo. Un testigo acaba de llegar. Jenn sinti? una sacudida de emoci?n mientras ella y los otros siguieron a Cullen por el pasillo. ?Estaban a punto de obtener la pista que necesitaban? CAP?TULO OCHO Mientras Riley segu?a a Powell por el pasillo junto con los otros agentes del FBI y Toro Cullen, se pregunt?: «?Un testigo? ?De verdad obtendremos una buena pista tan r?pido?» Sus a?os de experiencia le dec?an que eso no era probable. Aun as?, no pudo evitar albergar la esperanza de que esta vez podr?a ser diferente. Ser?a maravilloso resolver este caso antes de que otra persona fuera asesinada. Cuando el grupo lleg? a una peque?a sala de reuniones, encontraron a una mujer robusta de unos cincuenta a?os caminando de un lado a otro. Llevaba mucho maquillaje y su cabello era de un color rubio antinatural. La mujer se acerc? a ellos. —Ay, esto es horrible —dijo—. Vi su foto en las noticias hace un rato, y la reconoc? de inmediato. Qu? muerte tan horrible. Pero ten?a un presentimiento sobre ella, una mala sensaci?n. Incluso podr?an llamarlo una premonici?n. Riley se sinti? un poco desilusionada en ese momento. Generalmente no era una buena se?al cuando los testigos comenzaban a hablar de «premoniciones». Bill guio a la mujer a una silla. —Si?ntese, se?ora —le dijo—. T?melo con calma y empecemos desde el principio. ?Cu?l es su nombre? La mujer se sent?, pero comenz? a retorcerse en la silla. Bill se sent? en una silla cercana, gir?ndola un poco para hablar con ella. Riley, Jenn y los otros tambi?n se sentaron alrededor de la mesa de la sala de reuniones. —?Su nombre? —volvi? a preguntar Bill. —Sarah Dillon —dijo ella, sonri?ndole—. Vivo aqu? en Barnwell. Bill le pregunt?: —?Y c?mo conoc?a a la v?ctima? La mujer lo miraba como si la pregunta la hab?a sorprendido. —Bueno, realmente no la conoc?a. Intercambiamos palabras de vez en cuando. Bill pregunt?: —?La vio esta ma?ana, antes de que fuera asesinada? Sarah Dillon se ve?a m?s sorprendida que antes. —No. Llevo un par de semanas, quiz? m?s, sin verla. ?Qu? importa eso? Riley intercambi? miradas con Bill y Jenn. Ella sab?a que estaban pensando lo mismo. ?Un par de semanas o m?s? Por supuesto que importaba mucho. Cuando Powell les hab?a dicho que hab?a llegado un testigo, Riley hab?a supuesto que era que conoc?a a la v?ctima personalmente o que hab?a visto algo verdaderamente esencial para el caso, quiz? hasta el secuestro en s?. Sin embargo, ella sab?a que ten?an que hacerle seguimiento a todas las pistas posibles. Hasta el momento, no ten?an nada m?s con qu? continuar. Êîíåö îçíàêîìèòåëüíîãî ôðàãìåíòà. Òåêñò ïðåäîñòàâëåí ÎÎÎ «ËèòÐåñ». Ïðî÷èòàéòå ýòó êíèãó öåëèêîì, êóïèâ ïîëíóþ ëåãàëüíóþ âåðñèþ (https://www.litres.ru/pages/biblio_book/?art=43693751&lfrom=688855901) íà ËèòÐåñ. Áåçîïàñíî îïëàòèòü êíèãó ìîæíî áàíêîâñêîé êàðòîé Visa, MasterCard, Maestro, ñî ñ÷åòà ìîáèëüíîãî òåëåôîíà, ñ ïëàòåæíîãî òåðìèíàëà, â ñàëîíå ÌÒÑ èëè Ñâÿçíîé, ÷åðåç PayPal, WebMoney, ßíäåêñ.Äåíüãè, QIWI Êîøåëåê, áîíóñíûìè êàðòàìè èëè äðóãèì óäîáíûì Âàì ñïîñîáîì.
Íàø ëèòåðàòóðíûé æóðíàë Ëó÷øåå ìåñòî äëÿ ðàçìåùåíèÿ ñâîèõ ïðîèçâåäåíèé ìîëîäûìè àâòîðàìè, ïîýòàìè; äëÿ ðåàëèçàöèè ñâîèõ òâîð÷åñêèõ èäåé è äëÿ òîãî, ÷òîáû âàøè ïðîèçâåäåíèÿ ñòàëè ïîïóëÿðíûìè è ÷èòàåìûìè. Åñëè âû, íåèçâåñòíûé ñîâðåìåííûé ïîýò èëè çàèíòåðåñîâàííûé ÷èòàòåëü - Âàñ æä¸ò íàø ëèòåðàòóðíûé æóðíàë.