×òî æå åñòü ó ìåíÿ? Äûðû â äðàíûõ êàðìàíàõ, Òðè ìîðùèíû íà ëáó, Äà èñò¸ðòûé ïÿòàê... Íî íå æàëêî íè äíÿ- Ìíå ñóäüáîþ ïðèäàííûõ, Õîòü ïîðîé ÿ æèâó Ïîïîäàÿ â ïðîñàê. Âñ¸ ÷òî åñòü ó ìåíÿ: Ñîâåñòü, ÷åñòü è óìåíüå. ß îòäàì íå ñêóïÿñü- Ïðîñòî òàê çà ïóñòÿê. Çà ïîñòåëü ó îãíÿ, Äîáðîòó áåç ñòåñíåíüÿ. È çà òî, ÷òî ïðîñòÿñü, Íå çàáûòü ìíå íè êàê... Âñ¸ ÷

Una Raz?n Para Rescatar

Una Raz?n Para Rescatar Blake Pierce Un Misterio de Avery Black #5 Una historia din?mica que te atrapa desde el primer cap?tulo y no te deja ir. Midwest Book Review, Diane Donovan (sobre ‘Una vez desaparecido’) Del autor exitoso de misterio Blake Pierce llega una nueva obra maestra del suspenso psicol?gico: UNA RAZ?N PARA RESCATAR (Un misterio de Avery Black, Libro 5), la ?ltima entrega de la serie de Avery Black. En el gran final de la serie de Avery Black, el asesino en serie Howard Randall ha escapado, y toda la ciudad de Boston est? tensa. Mujeres est?n apareciendo horriblemente asesinadas, y todo el mundo sospecha que Howard est? asesinando de nuevo. Cuando la detective de homicidios m?s brillante y controvertida de Boston, Avery Black, comienza a ser acechada y las personas cercanas a ella comienzan a ser brutalmente asesinadas, parece que los peores temores de la ciudad fueron confirmados. Pero Avery no est? tan segura. Los asesinatos la recuerdan a algo que vio en el pasado. La recuerdan a algo demasiado personal, a algo que ten?a que ver con un secreto que cre?a haber enterrado hace mucho tiempo.. El libro m?s fascinante e impactante de la serie, un thriller psicol?gico oscuro con suspenso emocionante, UNA RAZ?N PARA RESCATAR es el final que te dejar? pasando p?ginas hasta bien entrada la noche. Una obra maestra del thriller y el misterio. Pierce hizo un trabajo magn?fico desarrollando a los personajes psicol?gicamente, tanto as? que sientes que est?s en sus mentes, vives sus temores y aclamas sus ?xitos. La trama es muy inteligente y te mantendr? entretenido durante todo el libro. Este libro te mantendr? pasando p?ginas hasta bien entrada la noche debido a sus giros inesperados. Opiniones de libros y pel?culas, Roberto Mattos (Una vez desaparecido) U N A R A Z ? N P A R A R E S C A T A R (UN MISTERIO DE AVERY BLACK – LIBRO 5) B L A K E P I E R C E Blake Pierce Blake Pierce es el autor de la serie exitosa de misterio RILEY PAIGE que cuenta con trece libros hasta los momentos. Blake Pierce tambi?n es el autor de la serie de misterio de MACKENZIE WHITE (que cuenta con nueve libros), de la serie de misterio de AVERY BLACK (que cuenta con seis libros), de la serie de misterio de KERI LOCKE (que cuenta con cinco libros), de la serie de misterio LAS VIVENCIAS DE RILEY PAIGE (que cuenta con tres libros), de la serie de misterio de KATE WISE (que cuenta con dos libros), de la serie de misterio psicol?gico de CHLOE FINE (que cuenta con dos libros) y de la serie de misterio psicol?gico de JESSE HUNT (que cuenta con tres libros). Blake Pierce es un ?vido lector y fan de toda la vida de los g?neros de misterio y los thriller. A Blake le encanta comunicarse con sus lectores, as? que por favor no dudes en visitar su sitio web www.blakepierceauthor.com (http://www.blakepierceauthor.com/) para saber m?s y mantenerte en contacto. Derechos de autor © 2017 por Blake Pierce. Todos los derechos reservados. A excepci?n de lo permitido por la Ley de Derechos de Autor de Estados Unidos de 1976 y las leyes de propiedad intelectual, ninguna parte de esta publicaci?n puede ser reproducida o distribuida en cualquier forma o por cualquier medio, o almacenada en un sistema de bases de datos o de recuperaci?n sin el previo permiso del autor. Este libro electr?nico est? licenciado para tu disfrute personal solamente. Este libro electr?nico no puede ser revendido o dado a otras personas. Si te gustar?a compartir este libro con otras personas, por favor compra una copia adicional para cada destinatario. Si est?s leyendo este libro y no lo compraste, o no fue comprado solo para tu uso, por favor regr?salo y compra tu propia copia. Gracias por respetar el trabajo arduo de este autor. Esta es una obra de ficci?n. Los nombres, personajes, empresas, organizaciones, lugares, eventos e incidentes son productos de la imaginaci?n del autor o se emplean como ficci?n. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, es totalmente coincidente. Los derechos de autor de la imagen de la cubierta son de Adam Machovsky, utilizada bajo licencia de shutterstock.com. LIBROS ESCRITOS POR BLAKE PIERCE SERIE DE MISTERIO PSICOL?GICO DE SUSPENSO DE JESSE HUNT EL ESPOSA PERFECTA (Book #1) EL TIPO PERFECTO (Book #2) SERIE DE MISTERIO PSICOL?GICO DE SUSPENSO DE CHLOE FINE Al LADO (Libro #1) LA MENTIRA DEL VECINO (Libro #2) CALLEJ?N SIN SALIDA (Libro #3) SERIE DE MISTERIO DE KATE WISE SI ELLA SUPIERA (Libro #1) SI ELLA VIERA (Libro #2) SERIE LAS VIVENCIAS DE RILEY PAIGE VIGILANDO (Libro #1) ESPERANDO (Libro #2) ATRAYENDO (Libro #3) SERIE DE MISTERIO DE RILEY PAIGE UNA VEZ DESAPARECIDO (Libro #1) UNA VEZ TOMADO (Libro #2) UNA VEZ ANHELADO (Libro #3) UNA VEZ ATRA?DO (Libro #4) UNA VEZ CAZADO (Libro #5) UNA VEZ CONSUMIDO (Libro #6) UNA VEZ ABANDONADO (Libro #7) UNA VEZ ENFRIADO (Libro #8) UNA VEZ ACECHADO (Libro #9) UNA VEZ PERDIDO (Libro #10) UNA VEZ ENTERRADO (Libro #11) UNA VEZ ATADO (Libro #12) UNA VEZ ATRAPADO (Libro #13) UNA VEZ LATENTE (Libro #14) SERIE DE MISTERIO DE MACKENZIE WHITE ANTES DE QUE ASESINE (Libro #1) ANTES DE QUE VEA (Libro #2) ANTES DE QUE DESEE (Libro #3) ANTES DE QUE ARREBATE (Libro #4) ANTES DE QUE NECESITE (Libro #5) ANTES DE QUE SIENTA (Libro #6) ANTES DE QUE PEQUE (Libro #7) ANTES DE QUE CACE (Libro #8) ANTES DE QUE SE APROVECHE (Libro #9) ANTES DE QUE ANHELE (Libro #10) ANTES DE QUE SE DESCUIDE (Libro #11) SERIE DE MISTERIO DE AVERY BLACK UNA RAZ?N PARA MATAR (Libro #1) UNA RAZ?N PARA HUIR (Libro #2) UNA RAZ?N PARA ESCONDERSE (Libro #3) UNA RAZ?N PARA TEMER (Libro #4) UNA RAZ?N PARA RESCATAR (Libro #5) UNA RAZ?N PARA ATERRARSE (Libro #6) SERIE DE MISTERIO DE KERI LOCKE UN RASTRO DE MUERTE (Libro #1) UN RASTRO DE ASESINATO (Libro #2) UN RASTRO DE VICIO (Libro #3) UN RASTRO DE CRIMEN (Libro #4) UN RASTRO DE ESPERANZA (Libro #5) CONTENIDO PR?LOGO (#uf1a01df0-4472-5a5a-baea-1b0c505babcb) CAP?TULO UNO (#u30848079-de6a-59cf-92c1-fe972145c651) CAP?TULO DOS (#u952ec922-c99f-5642-9662-f7e53f241ec6) CAP?TULO TRES (#u19fccc7b-ddb3-5b1e-8415-d8d84e1859e5) CAP?TULO CUATRO (#uc8993593-5409-57a9-b8d1-e37b0a9138d0) CAP?TULO CINCO (#ufd207b30-8270-54bd-8956-ed361887fe62) CAP?TULO SEIS (#u2b7b30d6-b7e8-5fa2-92a8-f56f819e06f5) CAP?TULO SIETE (#u30a46857-4fc1-5f04-af0a-345b571a661f) CAP?TULO OCHO (#litres_trial_promo) CAP?TULO NUEVE (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIEZ (#litres_trial_promo) CAP?TULO ONCE (#litres_trial_promo) CAP?TULO DOCE (#litres_trial_promo) CAP?TULO TRECE (#litres_trial_promo) CAP?TULO CATORCE (#litres_trial_promo) CAP?TULO QUINCE (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIECIS?IS (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIECISIETE (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIECIOCHO (#litres_trial_promo) CAP?TULO DIECINUEVE (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTE (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTIUNO (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTID?S (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTITR?S (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTICUATRO (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTICINCO (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTIS?IS (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTISIETE (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTIOCHO (#litres_trial_promo) CAP?TULO VEINTINUEVE (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y UNO (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y DOS (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y TRES (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y CUATRO (#litres_trial_promo) CAP?TULO TREINTA Y CINCO (#litres_trial_promo) PR?LOGO Kirsten se prepar? para el fr?o de Bost?n, ajust?ndose la bufanda alrededor de su cuello antes de la caminata de cuatro calles que le esperaba. Pas? todos los bares cerrados, se dio cuenta de que era demasiado tarde para caminar y sinti? una punzada de miedo repentino. Mir? de nuevo a la puerta del complejo de apartamentos del que acababa de salir y consider? cambiar de opini?n. Tal vez debi? haberse quedado en casa de su amiga. Amy le hab?a insistido en que se quedara, que ya era demasiado tarde y hab?a mucho fr?o afuera. Y aunque ambas cosas eran ciertas, Amy las hab?a dicho con su cara acurrucada en el cuello de un hombre que hab?a conocido en el bar. Y las manos del hombre hab?an estado en otro lugar. Y, honestamente, Kirsten no quer?a dormir en el sof? de Amy y escuchar a su mejor amiga y un tipo follar toda la noche. Honestamente, ella tampoco quer?a estar all? en la ma?ana para ayudar a Amy a idear una raz?n inteligente para sacar al tipo de su casa. Adem?s, solo eran cuatro calles. Y en comparaci?n con el fr?o despiadado que hab?a arrasado a Boston hace aproximadamente un mes, esta noche parec?a de primavera. Eran casi las tres de la ma?ana. Ella y Amy hab?an salido con la intenci?n de embriagarse y hacer lo que sus cerebros de primates ebrios les sugirieran. Despu?s de todo, sus sue?os se hab?an hecho realidad este ?ltimo a?o en la universidad. De alguna manera, a pesar de todo, ambas hab?an sido seleccionadas de su clase de fotoperiodismo, dos de los ocho candidatos, para pasar el verano en Espa?a. Estar?an trabajando para una revista de naturaleza que atend?a espec?ficamente a los mercados educativos... y se les pagar?a m?s dinero por una asignaci?n que todo el dinero que la madre de Kirsten ganaba en un a?o. “Y eso la callar? de una vez por todas”, pens? Kirsten. Amaba a su madre, pero estaba muy cansada de escucharla decir que una carrera como fot?grafa era un sue?o imposible, una p?rdida de tiempo. Lleg? al final de la primera calle, mir? el paso de peatones, lo encontr? muerto y luego sigui? adelante. El fr?o empezaba a molestarla. Lo sent?a en su nariz como una presencia real, comenzando a pellizcarla. Se pregunt? si Amy y su chico ya estaban desnudos. Se pregunt? si el hombre era bueno para el sexo o si estar?a impedido por la gran cantidad de licor que hab?a ingerido. Ella no la hab?a pasado muy bien. Hab?a cenado en el bar en el que hab?an pasado toda la noche. No estaba segura si fueron los nachos que hab?an compartido o la pizza, pero su est?mago no se sent?a nada bien. Despu?s de cuatro cervezas, sab?a que su noche hab?a terminado, que no har?a m?s que hacerle compa??a a Amy mientras se aniquilaba a s? misma trago tras trago. Sab?a que Amy le contar?a todos los detalles morbosos ma?ana. Y pensando en esos detalles morbosos, as? como tambi?n en lo mucho que disfrutar?an de sus vacaciones de verano en Espa?a, Kirsten apenas not? el sonido detr?s de ella. Pasos. Los pelos de su cuello se le pusieron de punta, pero no se atrevi? a voltearse. Aceler? el paso. Solo faltaban dos calles. Y ahora el fr?o realmente estaba apretando. De repente, los pasos estaban justo detr?s de ella, y un hombre se le puso al lado. Parec?a estar borracho y, cuando Kirsten dio un salto del susto, el hombre se ech? a re?r, claramente entretenido. “Lo siento”, dijo. “No fue mi intenci?n asustarte. Solo estaba... bueno, ?puedes ayudarme? Estaba bebiendo con unos amigos y... ten?a que encontrarme con ellos en alg?n lugar despu?s del bar, pero no recuerdo d?nde. Soy de Nueva York... es mi primera vez en Boston. No tengo ni la menor idea d?nde estoy”. Kirsten no se atrevi? a mirarlo mientras negaba con la cabeza. Era algo m?s que estar inc?moda cerca de un hombre borracho extra?o a estas horas de la noche. Era saber que estaba tan cerca de estar en casa y solo quer?a que la noche terminara. “No, lo siento”, dijo ella. “?En serio?”, dijo el hombre. De repente no parec?a tan borracho. Curiosamente, sonaba entretenido por el hecho de que alguien estar?a tan a la defensiva por algo tan inocente como ayudar a un chico perdido en una ciudad con la que no estaba familiarizado. Eso le pareci? extra?o cuando empez? a darse la vuelta, con la intenci?n de acelerar el paso. Pero un peque?o movimiento le llam? la atenci?n y la hizo vacilar. El hombre estaba agarr?ndose el est?mago, como si fuera a vomitar. El brazo hab?a estado all? todo el tiempo, pero Kirsten estaba bastante segura de que era por otra cosa. Se meti? la mano en la chaqueta y fue entonces cuando vio que estaba sosteniendo algo. “Un arma”, pens? su mente aterrada. Sus m?sculos le exigieron que corriera. Mir? su cara por primera vez y vio que algo estaba mal. Hab?a estado fingiendo. Este no era un hombre borracho y perdido en absoluto. Sus ojos se ve?an demasiado sobrios y, ahora que estaba entrando en p?nico, tambi?n un poco dementes. Lo que parec?a un arma se acerc? a ella r?pidamente. Abri? la boca para gritar y pedir ayuda a lo que se dio la vuelta para correr. Pero entonces sinti? algo golpearla por detr?s, en el lado de su cabeza, justo debajo de la oreja, agudo e inmediato. Ella tropez? y cay?. Prob? sangre en su boca y luego sinti? unas manos encima. Sinti? otra sensaci?n punzante en su cabeza, peque?a pero estruendosa al mismo tiempo. El dolor era inmenso, pero no fue capaz de experimentarlo bien ya que todo pareci? oscurecerse. La calle se desvaneci?, al igual que la cara del hombre, y luego todo se puso negro. Su ?ltimo pensamiento fue que su vida hab?a resultado ser bastante corta, y que el viaje que cambiar?a todo jam?s tendr?a lugar. CAP?TULO UNO Avery se sent?a como si hubiera pasado las ?ltimas dos semanas en alguna extra?a c?mara de aislamiento. Hab?a entrado en ella por voluntad propia porque, francamente, no hab?a ning?n otro lugar en el que quer?a estar, salvo en las paredes est?riles de la habitaci?n de hospital en el que Ram?rez a?n se aferraba a la vida por los pelos. Su tel?fono sonaba cada cierto tiempo con llamadas o mensajes de texto, pero rara vez los miraba. Su soledad solo era interrumpida por las enfermeras, los m?dicos y Rose. Avery sab?a que probablemente estaba asustando a su hija. A decir verdad, tambi?n estaba empezando a asustarse a s? misma. Hab?a estado deprimida antes, durante sus a?os de adolescencia y despu?s de su divorcio, pero esto era algo nuevo. Esto iba m?s all? de la depresi?n, a un lugar en el que se la pasaba pregunt?ndose si la vida que estaba viviendo en realidad segu?a siendo suya. Sucedi? hace dos semanas, m?s bien trece d?as, para ser exactos. Ese d?a Ram?rez empeor? despu?s de una cirug?a para reparar los da?os causados por una herida de bala que estuvo a meros cent?metros de perforar su coraz?n. Los m?dicos dijeron que ahora ten?a insuficiencia card?aca. La situaci?n era delicada; podr?a llegar a recuperarse totalmente en cualquier momento o podr?a fallecer cuando menos se lo esperaban. No hab?a forma de saberlo con certeza. Hab?a perdido mucha sangre en el tiroteo, t?cnicamente estuvo muerto durante cuarenta y dos segundos despu?s de la insuficiencia card?aca, y las cosas no se ve?an bien. Todo eso hab?a sido seguido por las otras noticias terribles que recibi? tan solo veinte minutos despu?s de hablar con el m?dico. Howard Randall se hab?a escapado de prisi?n. Y ahora, dos semanas despu?s, a?n no hab?a sido capturado. Y si necesitaba un recordatorio de ese hecho terrible (que realmente no era el caso), lo ve?a por televisi?n cada vez que se dignaba a encenderlo. Se quedaba sentada como un zombi en la habitaci?n de Ram?rez viendo las noticias. Incluso cuando el escape de Howard no era el titular, aparec?a en el teletipo din?mico en la parte inferior de la pantalla. Howard Randall sigue pr?fugo. Las autoridades no tienen respuestas. Toda la ciudad de Boston estaba nerviosa. Era como estar al borde de la guerra con otro pa?s sin nombre y estar esperando que las bombas comenzaran a caer. Finley hab?a intentado llamarla varias veces y O’Malley incluso hab?a asomado su cabeza en la habitaci?n en dos ocasiones. Incluso Connelly parec?a estar preocupado por su bienestar, expres?ndolo en un mensaje de texto simple que todav?a miraba con una especie de apreciaci?n muda. T?mate tu tiempo. Llama si necesitas algo. Le estaban dando espacio y tiempo para hacer el luto. Ella lo sab?a y se sent?a un poco tonta debido al hecho de que Ram?rez a?n no estaba muerto. Pero este tiempo tambi?n era para permitirle procesar el trauma de lo que le hab?a sucedido durante el ?ltimo caso. A?n sent?a escalofr?os al pensarlo, al recordar la sensaci?n de casi haberse muerto de fr?o en dos ocasiones separadas, adentro de un congelador industrial y por caer en aguas casi congeladas. Pero tambi?n le atormentaba el hecho de que Howard Randall estaba pr?fugo. Se hab?a escapado de alguna manera, promoviendo a?n m?s su imagen ya enigm?tica. Hab?a visto en las noticias que personas de mala reputaci?n estaban elogiando a Howard por sus habilidades de escaparse de la c?rcel sin dejar rastro. Avery pens? en todo esto sentada en uno de los sillones reclinables que una enfermera amable hab?a colocado en la habitaci?n al darse cuenta de que pasar?a all? un buen rato. Sus pensamientos fueron interrumpidos por un ring de su tel?fono. Era el ?nico sonido que permit?a ?ltimamente, una se?al de que Rose quer?a comunicarse con ella. Avery mir? su tel?fono y vio que su hija le hab?a enviado un mensaje de texto. ?C?mo est?s, mam?? ?Sigues en el hospital? Ya no puedes seguir as?. Sal a tomarte un trago con tu hija. Por deber m?s que por cualquier otra cosa, Avery le respondi?. T? no tienes 21. La respuesta lleg? de inmediato: Ay mam?, qu? tierno. Hay muchas cosas que no sabes de m?. Y quiz?s te cuente algunos de esos secretos si sales conmigo. Solo una noche. ?l estar? bien sin ti. Avery coloc? su tel?fono a un lado. Sab?a que Rose ten?a raz?n, aunque no pudo evitar sentirse atormentada por la posibilidad de que Ram?rez podr?a despertar mientras que ella estaba ausente. Y nadie estar?a all? para darle la bienvenida, para tomar su mano y explicarle lo que hab?a sucedido. Se baj? del sill?n reclinable y se acerc? a ?l. Hab?a superado el hecho de que se ve?a d?bil, conectado a m?quinas y con un tubo delgado que recorr?a su garganta. Cuando recordaba por qu? estaba all?, cuando recordaba que hab?a recibido un disparo que quiz?s la habr?a alcanzado a ella, se ve?a m?s fuerte que nunca. Pas? sus manos por su cabello y le bes? la frente. Luego tom? su mano y se sent? en el borde de la cama. Aunque jam?s se lo dir?a a nadie, le hab?a hablado varias veces, con la esperanza de que pudiera o?rla. Lo estaba haciendo ahora, sinti?ndose un poco tonta al principio, como de costumbre, pero acostumbr?ndose poco despu?s. “Mira, no he salido del hospital en tres d?as. Necesito ducharme. Quiero comerme algo decente y tomarme una taza de buen caf?. Voy a salir un rato, ?de acuerdo?”, le dijo. Ella le apret? la mano, su coraz?n rompi?ndose un poco cuando se dio cuenta de que estaba esperando ingenuamente que ?l le apretara la suya. Le dio una mirada suplicante, suspir? y luego cogi? su tel?fono. Mir? el televisor antes de salir de la habitaci?n. Agarr? el control remoto para apagarlo y vio un rostro que hab?a pasado las ?ltimas dos semanas tratando de sacarse de la mente. Howard Randall la miraba, su foto policial en el medio de la pantalla mientras que un presentador de noticias serio le?a algo de un teleprompter. Avery apag? el televisor con disgusto y sali? de la habitaci?n r?pidamente, como si la imagen de Howard en la pantalla hubiera sido un fantasma que quer?a atormentarla. *** Saber que Ram?rez hab?a estado a punto de mudarse con ella (y, seg?n el anillo que hab?a sido descubierto en su bolsillo, tambi?n a punto de pedirle que se casara con ?l) hac?a que regresar a su apartamento fuera l?gubre. Observ? los alrededores a lo que entr?. El lugar se ve?a muerto. Se sent?a como si nadie hubiera vivido all? en mucho tiempo, un lugar que estaba esperando ser despojado, repintado y alquilado a otra persona. Pens? en llamar a Rose. Podr?an pasar el rato y pedir una pizza. Pero sab?a que Rose querr?a hablar de lo que estaba pasando y Avery todav?a no estaba preparada para eso. Por lo general procesaba las cosas bastante r?pido, pero esto era diferente. El hecho de que Ram?rez estaba en peligro y que Howard Randall hab?a escapado... era demasiado para ella. Aunque el lugar realmente ya no se sent?a como su casa, anhelaba estirarse en ese sof?. Y su cama estaba llamando su nombre. “Sigue siendo mi hogar”, pens?. “Solo porque Ram?rez no sobreviva y no termine aqu? contigo no significa que este no sigue siendo tu hogar. No seas tan dram?tica”. Y all? estaba, tan claro como el agua. Hasta ahora hab?a logrado proteger sus pensamientos contra esa realidad pero, ahora que hab?a pensado en ello, era un poco m?s asombroso de lo que hab?a supuesto. Con los hombros ca?dos, se dirigi? al ba?o. Se desnud?, se meti? en la ba?era, cerr? la cortina y abri? el agua caliente. Se qued? all? durante varios minutos antes de tocar el jab?n o champ?, dejando que el agua relajara sus m?sculos. Cerr? la ducha cuando termino de asearse, meti? el tap?n en la ba?era y dej? que la ba?era comenzara a llenarse con agua caliente. Se sent? a lo que se llen?, permiti?ndose a s? misma relajarse un poco. Cuando el agua estaba en el borde, cerr? el grifo con la punta del pie y luego cerr? los ojos. El ?nico sonido en el apartamento era el goteo lento y r?tmico del exceso de agua del grifo y el sonido de su propia respiraci?n. Y poco despu?s, un tercer sonido: el llanto de Avery. Hab?a logrado mantenerse calmada, no queriendo mostrar ese lado de s? misma en el hospital y no queriendo que Ram?rez lo escuchara, si es que pod?a escuchar en absoluto. Aunque se hab?a metido en el ba?o de su habitaci?n unas cuantas veces para llorar un poco, esta era la primera vez que se desahogaba bien. Llor? en la ba?era y, justo cuando la idea de que Ram?rez posiblemente no sobrevivir?a finalmente pas? por su mente, su llanto se intensific? un poco. Sigui? llorando y no sali? de la ba?era hasta que el agua se volvi? tibia y sus pies y manos estaban arrugados. Cuando por fin sali?, oliendo como un ser humano normal y habi?ndose desahogado un poco, se sinti? mucho mejor. Despu?s de vestirse, incluso se tom? el tiempo para ponerse un poco de maquillaje y logr? arreglarse el cabello. Luego se aventur? a la cocina, se sirvi? un plato de cereal como una merienda vespertina y revis? su tel?fono, que hab?a dejado sobre la encimera de la cocina. Ten?a tres mensajes de voz y ocho mensajes de texto. Todos eran de n?meros que conoc?a. Dos eran de la comisar?a. Los otros eran de Finley y O’Malley. Uno de los mensajes de texto era de Connelly. Fue el ?ltimo que le hab?a llegado, hace siete minutos, y no fue nada sutil. El mensaje de texto dec?a: Avery, ?m?s te vale que contestes tu maldito tel?fono si valoras tu trabajo! Sab?a que solo quer?a asustarla, pero el hecho de que Connelly le hab?a enviado un mensaje de texto significaba que algo pasaba. Connelly rara vez enviaba mensajes. Algo grave ten?a que estar pasando. No se molest? en comprobar los mensajes de voz. En vez decidi? llamar a O’Malley. No quer?a hablar con Finley porque sol?a portarse extra?o en situaciones inc?modas. Y no quer?a hablar con Connelly ya que de seguro estaba de mal humor. O’Malley respondi? casi de inmediato. “Avery. Dios... ?d?nde demonios has estado?”. “En la ba?era”. “?Est?s en tu apartamento?”. “S?. ?Hay alg?n problema? Vi que Connelly me envi? un mensaje de texto. ?Un mensaje de texto! ?Qu? pasa?”. “Pas? algo grave y... si te sientes preparada, queremos que trabajes en ello. En realidad... incluso si no te sientes preparada, Connelly te quiere aqu?”. “?Por qu??”, pregunt?, intrigada. “?Qu? pas??”. “Solo... solo vente a la comisar?a”. Ella suspir?, d?ndose cuenta de que la idea de volver a trabajar realmente la hac?a sentirse bien. Tal vez le dar?a un poco de energ?a. Tal vez lograr?a sacarla de esta depresi?n terrible en la que hab?a estado durante las ?ltimas dos semanas. “?Qu? es tan importante?”, pregunt?. “Tenemos un asesinato”, dijo O’Malley. “Y estamos seguros de que fue obra de Howard Randall”. CAP?TULO DOS Avery se sinti? m?s atemorizada cuando lleg? a la comisar?a. Hab?a furgonetas de noticias por todas partes, con un mont?n de presentadores de noticias compitiendo por la mejor posici?n. Hab?a tanta conmoci?n en el estacionamiento y en el c?sped que hab?a agentes uniformados en las puertas delanteras, manteni?ndolos a raya. Avery condujo a la otra entrada, lejos de la calle, y vio que hab?a unas cuantas furgonetas estacionadas all? tambi?n. Vio a Finley entre los pocos oficiales en la parte posterior del edificio que estaban posicionados para mantener la paz. Cuando vio su auto, sali? de la multitud y le hizo un gesto para que se acercara a ?l. Al parecer, Connelly lo hab?a enviado para servir como guardia y asegurarse de que fuera capaz de entrar a pesar de toda la locura. Estacion? su auto y se fue tan r?pido como pudo a la entrada trasera. Finley se coloc? a su lado enseguida. Debido a su historial como abogado, as? como por los casos de alta repercusi?n medi?tica en los que hab?a trabajado como detective, Avery sab?a que algunos de los reporteros reconoc?an su rostro. Afortunadamente, gracias a Finley, nadie pudo verla bien. “?Qu? diablos est? pasando? ?Atrapamos a Randall?”, pregunt? Avery. “Me encantar?a contarte lo que sucedi?”, dijo Finley. “Pero Connelly me dijo que no te dijera nada. Quiere ser el primero en hablar contigo”. “Eso es justo, supongo”. “?C?mo est?s, Avery?”, pregunt? Finley mientras caminaban r?pidamente a la sala de conferencias cerca de la parte trasera de la sede de la A1. “Digo, ?con todo esto de Ram?rez?”. Trat? de no darle mucha importancia a todo. “Estoy bien. Lidiando con todo”. Finley percibi? que no quer?a seguir hablando de eso, as? que no le hizo m?s preguntas. Caminaron el resto del camino a la sala de conferencias en silencio. Esperaba que la sala de conferencias estuviera igual de llena como el estacionamiento. Supuso que algo relacionado con Howard Randall tendr?a a todo oficial disponible en la sala. En cambio, cuando entr? con Finley, solo vio a Connelly y O’Malley sentados en la mesa de conferencias. Los dos hombres que ya estaban en la habitaci?n ten?an expresiones opuestas en sus rostros; la mirada de O’Malley era una de preocupaci?n, mientras que la expresi?n de Connelly parec?a decir: “?Qu? demonios se supone que voy a hacer contigo ahora?”. Cuando tom? asiento se sinti? como un ni?o que hab?a sido enviado a la oficina del director. “Gracias por venir tan r?pido”, dijo Connelly. “S? que est?s pasando por algo muy terrible. Y cr?eme... solo te quiero aqu? porque supuse que querr?as estar involucrada en lo que est? pasando”. “?Howard mat? a alguien?”, pregunt?. “?C?mo lo saben? ?Lo atraparon?”. Los tres hombres compartieron una mirada inc?moda. “No, no exactamente”, dijo Finley. “Sucedi? anoche”, dijo Connelly. Avery suspir?. De hecho, hab?a estado esperando escuchar algo como esto en las noticias o por medio de un mensaje de texto de la A1. Sin embargo... el hombre al que hab?a llegado a conocer desde el otro lado de una mesa en la c?rcel no parec?a capaz de cometer asesinatos. Era extra?o... ella lo conoc?a bien de su pasado como abogada y sab?a que era capaz de asesinar. Lo hab?a hecho en numerosas ocasiones; once asesinatos estuvieron conectados a su archivo cuando fue a la c?rcel y se especul? que hab?a muchos m?s que podr?an atribuirse a ?l m?s adelante con m?s pruebas. Pero algo acerca de la noticia la sorprendi? a pesar de que sonaba completamente normal. “?Estamos seguros de que es ?l?”, pregunt? Avery. Connelly se puso inc?modo al instante. Dej? escapar un suspiro y se levant? de la silla, comenzando a caminar de un lado a otro. “No tenemos pruebas contundentes. Pero era una chica universitaria y el asesinato fue lo suficientemente horrible como para hacernos pensar que fue Randall”. “?Ya armaron un archivo?”, pregunt?. “Estamos en eso ahora mismo y...”. “?Puedo verlo?”. Connelly y O’Malley compartieron otra mirada. “No necesitamos que te adentres demasiado en el caso”, dijo Connelly. “Te consultamos porque conoces muy bien al desgraciado. Esta no es una invitaci?n para que te metas a lleno en el caso. Est?s lidiando con demasiado en este momento”. “Aprecio eso. ?Hay fotos de la escena del crimen?”. “S?”, dijo O’Malley. “Pero son bastante espantosas”. Avery no dijo nada. Se sent?a un poco molesta por el hecho de que la trataran as? a pesar de haberla llamado con tanta urgencia. “Finley, ?podr?as correr a mi oficina y agarrar el material que tenemos?”, pregunt? Connelly. Finley se levant?, tan obediente como siempre. Al verlo irse, Avery se dio cuenta de que las dos semanas que hab?a pasado en un estado de duelo incierto parec?an mucho m?s que eso. Amaba su trabajo y hab?a extra?ado mucho este lugar. Se sent?a mejor solo por estar alrededor de la m?quina bien engrasada, aunque fuera solo para ser un recurso para O’Malley y Connelly. “?C?mo est? Ram?rez?”, pregunt? Connelly. “La ?ltima actualizaci?n que obtuve fue hace dos d?as, y que sigue igual”. “Sigue igual”, dijo con una sonrisa cansada. “No hay malas noticias, no hay buenas noticias”. Casi les cont? sobre el anillo que las enfermeras hab?an encontrado en su bolsillo, el anillo de compromiso que Ram?rez hab?a estado preparado para ofrecerle. Tal vez eso los ayudar?a a entender por qu? hab?a decidido quedarse a su lado todo este tiempo. Antes de que la conversaci?n pudiera avanzar, Finley volvi? a entrar en la sala con una carpeta de archivos que no conten?a mucho. La coloc? frente a ella, obteniendo una se?al de aprobaci?n de Connelly. Avery abri? las im?genes y las examin?. Hab?a siete en total. O’Malley no hab?a exagerado. Las im?genes eran bastante alarmantes. Hab?a sangre por todas partes. La ni?a hab?a sido arrastrada a un callej?n y despojada de su ropa. Su brazo derecho parec?a estar roto. Ten?a el cabello rubio, aunque la mayor parte estaba manchada de sangre. Avery busc? heridas de bala o de arma blanca, pero no vio ninguna. No fue hasta que lleg? a la quinta imagen que un primer plano de la cara de la chica revel? el m?todo de matar. “?Clavos?”, pregunt?. “S?”, dijo O’Malley. “Y por lo que vemos, fueron colocados con tanta precisi?n y fuerza que el asesino tuvo que haberlo hecho con una de esas pistolas de clavos. El equipo de ciencias forenses est? trabajando en ello, as? que solo podemos especular por los momentos. Creemos que el primer disparo fue el que la alcanz? detr?s de la oreja izquierda. Debi? haber sido disparado desde lejos porque no perfor? por completo. Perfor? el cr?neo, pero eso es lo ?nico que sabemos hasta ahora”. “Y si ese no fue el que la mat?”, dijo Connelly, “el que entr? por debajo de su mand?bula desde luego lo hizo. Desgarr? la parte inferior de su boca, perfor? su paladar y entr? por su fosa nasal hasta llegar al cerebro”. “Parece obra de Howard Randall”, pens? Avery. “Eso no se puede negar”. Sin embargo, hab?a otras cosas en la imagen que no se alineaban con lo que sab?a sobre Howard Randall. Estudi? las im?genes, descubriendo que, de todos los casos en los que hab?a trabajado, estas im?genes estaban entre las m?s sangrientas e inquietantes. “Entonces, ?qu? es exactamente lo que necesitan de m??”. “Como ya dije... conoces a este tipo bastante bien. Bas?ndote en lo que sabes, yo quiero saber d?nde podr?a estarse quedando. Me atrevo a decir que se qued? aqu? en la ciudad bas?ndome en este asesinato”. “?No es peligroso asumir que esta es la obra de Howard Randall?”. “?Dos semanas despu?s de que se escap? de la c?rcel?”, pregunt? Connelly. “No. M?s bien me dice a gritos que fue Howard Randall. ?Necesitas volver a revisar las fotos de las escenas de los cr?menes de sus casos?”. “No”, dijo Avery enrabietada. “No es necesario”. “?Qu? puedes decirnos entonces? Hemos estado busc?ndolo durante dos semanas y hasta los momentos no tenemos nada”. “Pens? que no me quer?as en el caso”. “Necesito tu consejo y ayuda”, dijo Connelly. Le pareci? un insulto, pero no quiso discutir. Adem?s, le dar?a a su mente algo en qu? centrarse aparte de la condici?n de Ram?rez. “Nunca me daba respuestas directas cuando hablaba con ?l. Siempre me hablaba en acertijos. Lo hizo para meterse conmigo, para hacerme trabajar por la respuesta. Tambi?n lo hizo simplemente para divertirse. Creo que me consideraba una conocida. No una amiga, pero alguien con quien pod?a hablar de cosas intelectuales”. “?Y no estaba resentido por todo ese drama que vivi? contigo?”. “?Por qu? lo estar?a?”, pregunt? ella. “Yo logr? que saliera en libertad. Recuerden que, en esencia, ?l mismo fue el que se entreg? despu?s. Volvi? a matar solo para mostrar lo incompetente que yo era”. “Pero estas peque?as visitas en la c?rcel... ?le agradaban?”. “S?. Y, honestamente, nunca lo entend?. Creo que se trataba del respeto. Y aunque suene muy tonto, creo que hay una parte de ?l que siempre lament? el ?ltimo asesinato, de haberme hecho quedar mal en el proceso”. “?Y te habl? alguna vez de tratar de escapar?”, pregunt? O’Malley. “No. En todo caso, se sent?a c?modo all?. Nadie se met?a con ?l. Todo el mundo lo respetaba. Tambi?n lo tem?an. Pero era b?sicamente el rey de ese lugar”. “Entonces ?por qu? se escap??”, pregunt? Connelly. Avery sab?a a qu? quer?a llegar, lo que estaba tratando de hacerla decir. Y lo peor de todo era que ten?a sentido. “Howard solo se escapar?a si tuviera algo que hacer afuera. Alg?n asunto pendiente. O tal vez solo estaba aburrido”, pens?. “Es un hombre inteligente”, dijo Avery. “Muy inteligente. Tal vez quer?a ser desafiado de nuevo”. “O tal vez quer?a volver a matar”, dijo Connelly con disgusto, se?alando las im?genes. “Posiblemente”, concedi? ella. Luego mir? las fotos. “?Cu?ndo fue encontrada?”. “Hace tres horas”. “?Su cuerpo sigue all??”. “S?, acabamos de regresar de la escena. El m?dico forense llegar? a la escena en unos quince minutos. El equipo de ciencias forenses se qued? all? con el cuerpo mientras llegaba”. “Llama al equipo, diles a todos que esperen. Que no toquen el cuerpo. Quiero ver la escena”. “Te dije que no est?s en este caso”, dijo Connelly. “Eso es verdad. Pero si quieres que te diga en qu? tipo de estado mental se encuentra Howard Randall, si es que cometi? este asesinato, mirar las fotos no ser? suficiente. Y, a riesgo de sonar arrogante, sabes que soy la mejor investigadora de escenas del crimen”. Connelly maldijo por lo bajo. Sin decir nada m?s, se alej? de ella y sac? su tel?fono celular. Tecle? el n?mero y logr? comunicarse con alguien unos segundos m?s tarde. “Es Connelly”, dijo. “Miren. No muevan el cuerpo. Avery Black est? en camino”. CAP?TULO TRES Por extra?o que parezca, Connelly le encarg? a Finley la tarea de dirigirse a la escena del crimen con ella. Finley no habl? mucho en el camino, mirando por la ventana pensativamente. Sab?a que Finley nunca se hab?a metido en las profundidades de los casos de gran repercusi?n medi?tica. Sent?a l?stima por ?l si este era su primer caso. “Creo que se est?n preparando para lo peor, alguien necesita dar un paso adelante si Ram?rez no sobrevive. Finley es tan bueno como cualquiera. Mejor, tal vez”, pens?. Cuando llegaron a la escena del crimen, era evidente que el equipo de ciencias forenses y los investigadores de la escena del crimen hab?an terminado sus labores. Estaban pasando el rato, la mayor?a de ellos parados cerca de la cinta de la escena del crimen colocada alrededor de la entrada del callej?n. Uno de ellos ten?a una taza de caf? en la mano y eso hizo que Avery se diera cuenta de que ya era de d?a. Mir? su reloj y vio que solo eran las 8:45. “Dios”, pens?. “He perdido toda noci?n del tiempo en estos d?as. Llegu? a mi apartamento a las nueve anoche”. Esta idea la hizo sentirse cansada. Pero la ech? a un lado mientras ella y Finley se acercaban a los investigadores reunidos. Mostr? su placa y Finley asinti? a su lado. “?Est?s segura de que est?s lista para esto?”, pregunt? Finley. Se limit? a asentir cuando entraron en el callej?n, pasando por debajo de la cinta de la escena del crimen. Caminaron por el callej?n y luego giraron a la izquierda en el lugar donde el callej?n desembocaba en un ?rea peque?a llena de polvo, suciedad y grafiti. Hab?a unos contenedores de basura de la ciudad en una esquina. No muy lejos de ellos se encontraba la mujer que Avery hab?a visto en las fotos de la escena del crimen. Esas fotos no la hab?an preparado completamente para verla en la vida real. La sangre, por su parte, era mucho peor ahora. Sin el acabado brillante de las fotos, se ve?a mortal. La naturaleza sorprendente del asesinato la devolvi? a la realidad, alejando su mente por completo de la habitaci?n de hospital de Ram?rez. Dio un paso adelante con cuidado para no pisar la sangre y dej? que su mente hiciera lo suyo. “El sost?n y las pantis que llevaba no son sensuales o provocativas en absoluto”, pens?. “Esta chica no hab?a salido con intenciones de acostarse con nadie. Es muy probable que su atuendo tampoco es muy revelador”. Poco a poco le dio la vuelta al cuerpo, su mente analizando cada detalle. Vio la herida punzante donde el clavo hab?a perforado la parte inferior de su mand?bula. Pero tambi?n vio otras heridas, todas exactamente iguales, todas infligidas con una pistola de clavos. Una entre sus ojos. Una justo por encima de su oreja izquierda. Una en cada rodilla, una en su pecho, una por la mand?bula y una en la parte posterior de su cabeza. El flujo de la sangre y la descripci?n breve que Connelly le hab?a dado suger?a que hab?a heridas similares en la parte posterior del cuerpo de la chica, que se encontraba presionado contra la pared de ladrillos como una mu?eca de trapo. Toda la escena era brutal, excesiva y violenta. La guinda del pastel era el hecho de que su mano izquierda estaba ausente. El mu??n segu?a sangrando, sugiriendo que su mano hab?a sido cortada hace no m?s de seis horas. Llam? al pu?ado de investigadores por encima del hombro. “?Alguna se?al preliminar de violaci?n?”. “Nada visible”, respondi? uno de ellos. “No lo sabremos con certeza hasta que la saquemos de aqu?”. El comentario son? tajante, pero lo ignor?. Rode? la mujer poco a poco. Finley la observaba desde una distancia segura, vi?ndose como si prefiriera estar en cualquier otra parte del mundo. Estudi? el cuerpo, la naturaleza del mismo. Esto fue hecho por alguien que necesitaba demostrar algo. Eso era evidente. “Es por eso que quieren saltar directamente a Howard”, pens?. “?l acaba de escapar, fue encarcelado por sus cr?menes y ahora quiere demostrar que sigue siendo peligroso, a s? mismo y a la polic?a”. Pero eso no le parec?a correcto. Howard estaba demente, pero esto era casi brutal. No era digno de ?l. “A Howard no le importa matar, ni tampoco hacerlo de formas que capten la atenci?n de los medios. Despu?s de todo, dispersaba las partes de los cuerpos de sus v?ctimas por todo Harvard. Pero nada como esto. Esto es obsceno. Los asesinatos de Howard eran violentos, pero la evidencia sugiere que estrangul? a sus v?ctimas antes de cortarlas. Pero los cortes fueron muy precisos”. Cuando finalmente se apart? de la escena, registrando todo en su cabeza, Finley dio un paso adelante. “?Qu? opinas?”, pregunt?. “Tengo una idea”, dijo. “Pero s? que a Connelly no le gustar?”. “?Cu?l es tu idea?”. “Howard Randall no tuvo nada que ver con esto”. “Mierda. ?Y qu? de la mano? ?Qu? nos apostamos a que est? escondida en alg?n lugar en el campus de Harvard?”. Estaba haciendo una suposici?n justa, pero todav?a no se lo cre?a. Empezaron a caminar de regreso al auto pero, antes de que pudieran llegar a la cinta de la escena del crimen, vio a un auto frenar bruscamente en la acera de la calle. No reconoci? el auto, pero s? el rostro. Era el alcalde. “?Qu? est? haciendo este cretino aqu??”, se pregunt?. “?Y por qu? se ve tan molesto?”. El hombre se acerc? a los investigadores restantes, todos los cuales comenzaron a abrirse paso para dejarlo pasar. Avery pas? por debajo de la cinta de la escena del crimen. Supuso que podr?a impedirle el paso antes de que metiera la nariz en el caos sangriento detr?s de ella. La cara del alcalde Greenwald estaba roja de la rabia. “Avery Black, ?qu? demonios est?s haciendo aqu??”, espet?. “Bueno, se?or”, dijo ella, no del todo segura de qu? respuesta inteligente le dar?a. A la final no import?. Otro auto fren? bruscamente a lo largo de la acera, casi chocando con el auto del alcalde. Avery s? reconoc?a este auto. Connelly sali? del asiento del pasajero. O’Malley apag? el motor antes de bajarse, alcanzando a Connelly. “Alcalde Greenwald”, dijo Connelly. “Esto no es lo que cree”. “?Qu? fue lo que me dijiste esta ma?ana?”, dijo Greenwald. “Me dijiste que todas las se?ales apuntaban a que este asesinato fue obra de Howard Randall. Me aseguraste que manejar?as el asunto con cuidado y que la escena del crimen podr?a ofrecer pistas sobre d?nde se estaba escondiendo ese hijo de puta. ?O no fue as??”. “S?, se?or, s? fue as?”, dijo Connelly. “?Y ahora me dices que involucrar a Avery Black en el caso es encargarse del asunto? ?La misma detective que los medios de comunicaci?n saben se reun?a en privado con ?l?”. “Se?or, le aseguro que ese no es el caso. La llam? solo para consultar con ella. Despu?s de todo, ella conoce a Howard Randall mejor que cualquier otra persona en la fuerza”. “No me importa. Si los medios de comunicaci?n se enteran de esto... si siquiera piensan que la detective Black es la encargada de este caso, vivir?s para lamentarlo”. “S?, entiendo, se?or. Pero el...”. “Esta ciudad ya est? aterrada por el hecho de que Randall est? suelto”, continu? el alcalde. “Sabes tan bien como yo que estamos recibiendo al menos treinta llamadas al d?a de personas preocupadas que piensan que lo localizaron. Cuando se enteren de este asesinato, y seamos sinceros, solo es cuesti?n de tiempo, sabr?n que fue ?l. Y si Avery Black est? en el caso...”. “No importar?”, dijo Avery, despu?s de haber escuchado lo suficiente. “?Qu? dijiste?”, grit? el alcalde Greenwald. “Dije que no importar?. Howard Randall no lo hizo”. “Avery...”, dijo O’Malley. Connelly y el alcalde Greenwald la miraron como si hubiera dicho una locura. “?Est?s hablando en serio?”, pregunt? Greenwald. Y antes de que pudiera responder, Connelly se puso de su lado. “Black... sabes que esto es obra de Howard Randall. ?Por qu? diablos dices que no es as??”. “Solo busca los archivos”, dijo. Luego mir? a Greenwald y agreg?: “Usted tambi?n. Verifique los archivos de Howard Randall. Encuentre algo parecido a esto, tan exagerado y sangriento. El desmembramiento es una cosa. Pero esto es explotador. Howard primero estrangul? a sus v?ctimas. Lo que estoy viendo con esta ?ltima muerte es totalmente distinto”. “Howard Randall aplast? la cabeza de una mujer con un maldito ladrillo”, dijo Greenwald. “Yo dir?a que eso es bastante sangriento y brutal”. “Es verdad. Sin embargo, esa se?ora fue golpeada dos veces y el informe muestra que fue el segundo golpe el que la mat?, no el primero. Howard Randall no hace esto por emoci?n, violencia o explotaci?n. Hubo poca sangre incluso cuando dispers? las partes del cuerpo. Casi como si ?l le huyera a la sangre, a pesar de sus acciones. Pero este asesinato... es demasiado. Es arbitrario. Y aunque es un monstruo y un asesino, Howard Randall no es arbitrario”. Observ? un cambio en la expresi?n de Connelly. Al menos estaba consider?ndolo. Por otra parte, el alcalde Greenwald no le cre?a nada. “No. Esto es obra de Howard Randall y es rid?culo pensar lo contrario. En lo que a m? respecta, este asesinato pendre un fuego debajo de toda la divisi?n de la A1, ?m?s bien debajo de todos los oficiales de esta ciudad! Quiero a Howard Randall esposado o rodar?n cabezas. Y quiero a Avery Black fuera de este caso inmediatamente. ?No estar? involucrada en ning?n aspecto del caso!”. Con eso, Greenwald irrumpi? de nuevo a su auto. Avery hab?a sobrevivido otras reuniones con ?l en el pasado y estaba empezando a pensar que irrump?a en todas partes. Nunca lo hab?a visto caminar como una persona normal. “Ya enrabietaste al alcalde y apenas acabas de regresar al trabajo”, dijo O’Malley. “No estoy trabajando”, se?al? Avery. “?C?mo se enter? que estaba aqu? de todos modos?”. “Ni idea”, dijo Connelly. “Asumo que un equipo de noticias te vio salir de la comisar?a y que alguien le avis?. Tratamos de llegar aqu? antes que ?l, pero obviamente no pudimos”. Suspir?, recuper? el aliento, y agreg?: “?Qu? tan segura est?s de que Randall no cometi? este asesinato? ?Cien por ciento segura?”. “Obviamente no. Pero esto no encaja con ninguno de sus otros asesinatos. Este se siente diferente. Se ve diferente”. “?Crees que podr?a ser un imitador?”, pregunt? Connelly. “Supongo que s?. Pero ?por qu?? Y si est? tratando de copiar a Randall, lo est? haciendo muy mal”. “?Qu? tal un fan?tico a quien le gusta la cultura del crimen?”, pregunt? Connelly. “Uno de estos perdedores que se puso duro cuando Randall escap? y finalmente se arm? de valor para matar por primera vez”. “Me parece una exageraci?n”. “Tambi?n lo es no se?alar a Howard Randall por un asesinato muy parecido a sus asesinatos anteriores”. “Se?or, quer?as mi opini?n”. “Bueno”, dijo Connelly, “ya o?ste a Greenwald. No puedo permitir que nos ayudes en este caso. Aprecio que hayas venido esta ma?ana, pero... supongo que fue un error”. “Creo que tienes raz?n”, dijo ella, odiando la facilidad con la que Connelly se quebrantaba ante la presi?n ejercida por el alcalde. Era una costumbre y era una de las ?nicas razones por las que siempre se le hab?a hecho dif?cil respetar a su capit?n. “Lo siento”, le dijo O’Malley mientras se dirig?an hacia el auto. Finley caminaba detr?s de ellos despu?s de haber visto todo el enfrentamiento inc?modo. “Tal vez tiene raz?n. Incluso si el alcalde no hubiera presionado tanto, ?realmente crees que deber?as involucrarte en algo as? ahora mismo? Solo han pasado dos semanas desde tu ?ltimo gran caso... y estuviste al borde de la muerte. Y solo han pasado dos semanas desde que Ram?rez...”. “O’Malley tiene raz?n”, dijo Connelly. “T?mate un poco m?s de tiempo libre. Unas semanas m?s. ?Puedes hacerlo?”. “Es lo que es”, dijo ella, dirigi?ndose al auto con Finley. “Buena suerte con este asesino. Ustedes lo encontrar?n, estoy segura de eso”. “Black”, dijo Connelly. “No lo tomes personal”. Ella no respondi?. Se meti? en el auto y lo encendi? r?pidamente, d?ndole a Finley solo unos segundos para unirse a ella antes de alejarse de la acera y del cad?ver de una chica que estaba casi segura que Howard Randall no hab?a asesinado. CAP?TULO CUATRO Avery estaba demasiado molesta y llena de adrenalina como para volver al hospital. En su lugar, despu?s de dejar a Finley en la comisar?a y meterse en su propio auto, se dirigi? de nuevo a su apartamento. Hab?a varias cajas en la parte posterior de su cl?set que de repente sinti? la necesidad de sacar y estudiar. M?s que eso, con su mente un poco m?s activa y sintiendo la realidad del mundo a su alrededor, se dio cuenta de que tambi?n hab?a alguien a quien ten?a que llamar. Cuando Rose contest? su llamada, se mostr? feliz por la invitaci?n a venir m?s tarde para cenar y tomarse unas copas de vino, pasando por alto el hecho de que a Rose le faltaban seis meses para poder beber legalmente. Cuando lleg? a su apartamento justo antes de las 10 de la ma?ana, prepar? caf? y dos s?ndwiches. Aunque eran solo de jam?n, queso y mayonesa en pan blanco, sab?an mucho mejor que la comida de hospital que hab?a estado comiendo recientemente. Se comi? los s?ndwiches mientras se dirig?a a su habitaci?n. Luego abri? el armario y sac? las cajas que hab?a empujado hacia la parte de atr?s. Hab?a dos cajas, una llena de diversos archivos de su breve carrera como abogada de ?xito moderado. Tuvo la tentaci?n de revisar los archivos, ya que ella represent? a unas cuantas personas en casos de asesinato. En su lugar se dirigi? a la caja que sab?a le dar?a una percepci?n distinta de lo que hab?a visto esta ma?ana. La segunda caja estaba llena de los archivos de Howard Randall. El caso ten?a unos tres a?os de antig?edad, pero parec?a lejano, algo que otra persona hab?a vivido. Tal vez por eso le hab?a parecido tan f?cil y casi convencional buscar consejos de ?l; tal vez hab?a logrado alejarse lo suficiente del caso y lo que le hab?a hecho a su carrera de derecho. La pila de archivos contaba una historia que ella se sab?a de memoria, pero tocar las p?ginas e im?genes era como regresar al pasado y mirar hacia atr?s para aprender alguna lecci?n que quiz?s se perdi? antes. Los archivos contaban la historia de Howard Randall, que, de ni?o, hab?a sido golpeado por una madre abusiva. La historia del mismo chico que ser?a abusado en un ba?o de la escuela secundaria por un maestro de educaci?n f?sica, un ni?o que creci? hasta convertirse en un hombre que no solo exteriorizar?a la rabia que se hab?a desarrollado en su interior, sino que tambi?n la utilizar?a para moldear y definir una mente brillante que nunca se molest? en usar durante la escuela. No, m?s bien guard? su inteligencia para la universidad, comenzando en un colegio comunitario para subir sus notas y luego impresionando al departamento de admisiones de Harvard. Asisti? a Harvard, se gradu? y eventualmente comenz? a dar clases all?. Pero su brillantez no se hab?a detenido all?. Continu? a exhibirla, mostr?ndola de forma salvaje la primera vez que su mano agarr? un cuchillo. Cobr? la vida de su primera v?ctima con un cuchillo. Avery lleg? a las fotos de la escena del crimen de esa la primera v?ctima, una mesera de veinte a?os de edad. Una estudiante universitaria, al igual que todas sus otras v?ctimas. Randall raj? su garganta de oreja a oreja. Nada m?s. La chica se desangr? en la peque?a cocina del lugar en el que trabajaba. “Una sola raja”, pens? Avery mientras miraba la foto. “Una raja sorprendentemente limpia. Ning?n indicio de abuso sexual. Simplemente una raja”. Lleg? a la segunda foto y la mir?. Y luego a la tercera y la cuarta. Lleg? a la misma conclusi?n en cada una de ellas, marc?ndolas como una hoja de estad?sticas de alg?n deporte demente. “Segunda v?ctima. Estudiante de primer a?o de dieciocho a?os de edad. Un corte en el costado que parec?a accidental. Otra herida punzante directamente en su coraz?n. Tercera v?ctima. Estudiante de ingl?s de diecinueve a?os de edad que tambi?n trabajaba como stripper. Encontrada muerta en su auto, una sola herida de bala en la parte posterior de su cabeza. Se descubri? luego que ?l le hab?a ofrecido quinientos d?lares para que le hiciera sexo oral, as? que ella lo invit? a su auto y ?l le dispar? all?. En su testimonio, Howard confirm? que ?l la mat? antes de que el acto se llevara a cabo. Cuarta v?ctima. Dieciocho a?os de edad. Golpeada en la cabeza con un ladrillo. Dos veces. El primer golpe no la mat?. El segundo aplast? su cr?neo y rasg? su cerebro. Quinta v?ctima. Otra degollada, una raja profunda de oreja a oreja. Sexta v?ctima. Estrangulada. Nada de huellas”, pens?. Y as? sucesivamente. Matanzas limpias. Solo encontraron grandes cantidades de sangre en tres de las escenas, y fueron cuestiones de circunstancia, no espect?culos. “Digamos que Connelly y el alcalde est?n en lo cierto. Si Howard est? matando de nuevo, ?por qu? cambiar sus m?todos? No para probar nada, ya que probar un punto es una mierda machista indigna de ?l. Entonces ?por qu? lo har?a?”, se pregunt?. “?l no lo har?a”, dijo en voz alta a la habitaci?n vac?a. Y aunque no era tan ingenua como para pensar que los tres a?os de prisi?n hab?an cambiado a Howard Randall y que ya no ten?a inter?s en asesinar, cre?a que era demasiado inteligente como para empezar a asesinar aqu? mismo en Boston. Si hab?a tenido dudas antes, estas definitivamente desaparecieron luego de leer los archivos. “No fue ?l. Otra persona lo hizo. Y los pendejos a quienes les reporto van a ponerse a buscar al hombre equivocado”. *** Avery se sinti? encantada y un poco preocupada a la vez por el hecho de que Rose no vacil? en beber delante de ella. Acept? el vaso de vino blanco con agradecimiento, tomando un poco inmediatamente. Avery aparentemente hab?a estado mir?ndola extra?o porque Rose le sonri? y neg? con la cabeza una vez que baj? su copa. “No es mi primera copa”, dijo. “Lamento arruinar tus sue?os de tener una hija virgen y santa”. “El vino nunca me har? eso”, dijo Avery con una sonrisa. “Algunos de tus novios anteriores, por el contrario...”. “Qu? r?plica tan ingeniosa, mam?”. Acababan de terminar una cena sencilla de pollo Alfredo y una ensalada griega que hab?an preparado juntas. Hab?a m?sica suave en el fondo, pop terrible que a Rose le gustaba. Sin embargo, la m?sica no arruin? el momento. Hab?a fr?o esa noche, las farolas brillando y el ruido suave del tr?fico en la calle un ruido blanco en el fondo. “Esto era exactamente lo que necesitaba”, pens? Avery. “?Por qu? estaba tratando de alejarla de nuevo?”. “Entonces ?no vamos a hablar de Ram?rez?”, pregunt? Rose. Avery sonri?. Era extra?o o?r su nombre de la boca de Rose... especialmente solo su apellido, como si lo hubiera conocido del trabajo tambi?n. “Simplemente no quiero pasar toda la noche sollozando”, dijo Avery. “En una situaci?n como esta, no tiene nada de malo quebrantarse un poco. Solo que no s? si lo mejor es que te la vivas encerrada en una habitaci?n de hospital. Es un poco deprimente”. “A veces”, admiti? Avery. “Pero quisiera creer que alguien har?a lo mismo por m? si yo estuviera luchando por mi vida”. “S?, creo que har?a lo mismo por ti. Y obviamente yo tambi?n estuviera all?. Pero, al mismo tiempo, sabes que ?l te rega?ar?a si supiera lo que estabas haciendo”. “Probablemente”. “?Ya...”, comenz? a preguntar Rose, pero luego se detuvo como si no le parec?a buena idea preguntar lo que estuvo a punto de salir de su boca. “Est? bien”, dijo Avery. “Me puedes preguntar lo que sea”. “?Ya has tenido un presentimiento de eso? Digo... ?tus instintos te han dicho si va a sobrevivir o no?”. Era una pregunta dif?cil de responder. En realidad no lo sab?a. Y tal vez por eso es que todo este asunto la estaba afectando tanto. No sab?a nada con seguridad. No sent?a ning?n impulso instintivo que le dec?a si iba a sobrevivir o no. “No, a?n no”. “Una ?ltima pregunta”, dijo Rose. “?Lo amas?”. La pregunta fue tan inesperada que, por un momento, Avery no estaba segura de c?mo responder. Era una pregunta que ella misma se hab?a hecho varias veces en el pasado, una pregunta para la que finalmente ten?a una respuesta clara y definida. “Si, lo amo”. Rose escondi? su sonrisa detr?s de su copa de vino. “?Cree que ?l lo sepa?”. “Creo que s?. Pero no es algo que...”. Fue interrumpida por el sonido de vidrio rompi?ndose. Fue tan repentino e inesperado que le tom? a Avery aproximadamente dos segundos ponerse de pie y analizar la situaci?n. Mientras lo hac?a, Rose dej? escapar un peque?o chillido. Se hab?a levantado del sof? de un salto y estaba retrocediendo hacia la cocina. La ventana de la pared opuesta a la izquierda del sof? hab?a sido destrozada. Una r?faga de aire fr?o inund? el apartamento. El instrumento utilizado para romper la ventana estaba tumbado en el suelo. Hab?a un viejo ladrillo en el suelo, pero Avery solo lo vio despu?s del gato muerto. El gato parec?a ser un callejero delgado y desnutrido. Hab?a sido atado al ladrillo con alg?n tipo de correa de caucho, como el tipo utilizado para atar marquesinas o toldos. Fragmentos de vidrio roto brillaban junto a ?l. “?Mam??”, pregunt? Rose. “Est? bien”, dijo Avery mientras corr?a a la ventana rota. Su apartamento estaba en el segundo piso, as? que era posible que alguien alcanzara su ventana. No vio a nadie en la calle directamente debajo. Pens? en salir y bajar las escaleras, pero la persona que hab?a tirado el ladrillo y el gato ya estar?a muy adelantada. Y con el ajetreo del tr?fico y los peatones de Boston a estas horas de la noche (solo eran las 9:35), de seguro ya hab?a escapado. Dio un paso hacia el gato, con cuidado de no pisar el vidrio con sus pies descalzos. Hab?a un peque?o pedazo de papel entre el gato y la correa de caucho. Se agach? para agarrar la nota, haciendo una mueca al sentir el cuerpo fr?o y r?gido del gato. “Mam?, ?qu? demonios?”, pregunt? Rose. “Hay una nota”. “?Qui?n har?a algo as??”. “No s?”, respondi? ella mientras sac? la nota y la desenroll?. Hab?a sido escrita en una hoja de papel para notas. La nota era muy simple, pero envi? escalofr?os por todo su cuerpo. ?Soy LIBRE! ?Y estoy LOCO por volverte a ver! “Mierda”, pens?. “Howard. Tiene que ser ?l”. Este fue el primer pensamiento que pas? por su cabeza y se encontr? tratando de echarlo a un lado enseguida. Al igual que la brutalidad del asesinato con la pistola de clavos, algo sobre una declaraci?n tan descarada como tirar un gato muerto por la ventana de un apartamento con una nota amenazadora no parec?a algo que Howard Randall har?a. “?Qu? dice?”, pregunt? Rose, acerc?ndose un poco. Parec?a estar al borde del llanto. “Es solo una amenaza rid?cula”. “?De qui?n?”. En lugar de responderle a Rose, agarr? su tel?fono celular del sof? y llam? a O’Malley. “?De qui?n?”, le hab?a preguntado Rose. Y cuando el tel?fono empez? a sonar en el o?do de Avery, al parecer solo hab?a una respuesta plausible. Howard Randall. CAP?TULO CINCO Bastantes cosas sucedieron en los doce minutos que le tom? a O’Malley llegar a su casa. Para empezar, la patrulla de la A1 no fue el primer veh?culo en llegar. Una furgoneta de noticias fren? bruscamente en frente del edificio de apartamentos de Avery. Vio a tres personas acercarse a su ventana rota: un reportero, un camar?grafo y un tipo que cargaba un cable que sal?a de la parte trasera de la furgoneta. “Mierda”, dijo Avery. El equipo de noticias estaba casi listo cuando O’Malley lleg?. Otro auto se detuvo detr?s del suyo, casi chocando contra la furgoneta de noticias. No le sorprendi? cuando vio a Finley bajarse. Connelly aparentemente estaba posicionando a Finley para ascender, tal vez incluso para ocupar el lugar de Ram?rez. Ella frunci? el ce?o a la furgoneta de noticias mientras observaba a Finley pegarle gritos al reportero. Hubo una breve disputa entre ellos antes de que Finley y O’Malley se alejaran de la vista, caminando hacia las escaleras que los llevar?an al apartamento de Avery. Avery les abri? la puerta cuando tocaron y no les dio la oportunidad de decir nada antes de dejar escapar sus preocupaciones y frustraciones. “O’Malley, ?qu? diablos? Te llam? directamente en lugar de llamar a la comisar?a para evitar los equipos de noticias. ?Qu? diablos les pasa?”. “Tienen la boca hecha agua con el escape de Howard Randall. Y saben que eres un rostro conocido en su historia. As? que te est?n vigilando. Supongo que este equipo en particular tiene un esc?ner”. “?De llamadas telef?nicas?”, pregunt? Avery. “No. Mira, he tenido que informar de esto a la comisar?a. Es demasiado importante. Supongo que se enteraron por eso”. Avery quer?a estar furiosa, pero sab?a lo dif?cil que era comunicarse de forma encubierta cuando medios de comunicaci?n fren?ticos estaban trabajando duro para anunciar una historia. Mir? al equipo de noticias, quienes estaban filmando un segmento. Mientras miraba, otro veh?culo de noticias se detuvo detr?s de los dem?s autos, esta vez un peque?o VUD. O’Malley y Finley miraron el ladrillo, el gato y los vidrios rotos. Avery hab?a dejado la nota en el suelo ya que no quiso colocar un papel que hab?a estado en el cad?ver de un gato sobre su mesa de cocina o mesa de centro. “No me gusta decirlo”, dijo Finley, “pero esto se ve acad?mico. Digo... ?soy libre? ?Qui?n m?s podr?a ser, Avery?”. “No lo s?. Pero... s? que es posible que les cueste creer esto, pero simplemente no me parece algo que Howard har?a”. “El viejo Howard Randall, tal vez”, dijo O’Malley. “Pero, ?qui?n sabe c?mo cambi? en la c?rcel?”. “Espera”, dijo Rose. “No entiendo. Mam? hizo que este tipo saliera en libertad. ?Por qu? vendr?a por ella? ?No deber?a estar agradecido?”. “Deber?a”, dijo O’Malley. “Pero as? no funciona una mente criminal”. “Tiene raz?n”, dijo Avery. “Alguien como Howard considerar?a a todas las personas que estuvieron involucradas en el proceso amenazas, incluso a m?, la abogada que logr? ponerlo en libertad. Pero Howard... ?l no es as?. En las pocas veces que fui a pedirle ayuda fue... no s?... sociable. Si albergaba rabia en mi contra, lo ocultaba excepcionalmente bien”. “Por supuesto que lo hizo”, dijo O’Malley. “?Crees que su escape fue un accidente? Te apuesto a que este asqueroso llevaba meses plane?ndolo. Tal vez incluso desde su primer d?a all?. Y si plane? escaparse y venir tras de ti o por lo menos involucrarte en un plan desquiciado, ?por qu? diablos te lo har?a saber?”. Avery quer?a discutir, pero entend?a su punto. Ten?a muchas razones para pensar que esta nota era de Howard. Y tambi?n sab?a que el miedo inherente de la ciudad a su fuga le hac?a f?cil a ?l y a Connelly culpar a Howard por el asesinato con la pistola de clavos. “Mira, pongamos a Howard Randall de lado por un momento”, dijo. “Alguien tir? esto por mi ventana. Solo pens? que ser?a mejor acudir a los canales apropiados, ya que est? claro que Connelly me quiere tan lejos de cualquier cosa que pueda estar relacionada con Howard como sea posible”. “Entiendo eso”, dijo Finley. “Habl? con ?l antes de venir. Est? ocupado con el alcalde y la prensa en este momento”. “?Por Howard Randall?”. Finley asinti?. “Dios m?o”, dijo Avery. “Esto se est? poniendo rid?culo”. “Bueno, entonces no te gustar? lo que me orden? hacer”, dijo O’Malley. Ella esper? a que O’Malley se lo dijera. Ve?a que se sent?a inc?modo, que preferir?a tener a Connelly aqu? para que ?l mismo diera la orden. Finalmente suspir? y dijo: “?l quiere que te reubiquemos durante unos d?as. Incluso si Randall no lanz? este ladrillo, es evidente que eres el blanco de alguien, y que esa persona te est? amenazando. Y s?... es probablemente porque ?l se escap?. Odio decirte eso, pero esto no pinta bien. Lo pusiste en libertad... y luego ?l comenz? a matar a gente como loco. Muchas personas...”. “Eso es muy rid?culo”, espet? Rose. “?La gente cree que mi madre tuvo algo que ver con su fuga?”. “Hay algunos que lo han llevado a esos extremos, s?”, admiti? O’Malley. “Afortunadamente, solo ha habido rumores de eso en las noticias. ?No los has escuchado?”, pregunt?, mirando a Avery. Pens? en los momentos que pas? en las nubes en la habitaci?n de Ram?rez. La televisi?n hab?a estado encendida y hab?a visto la cara de Howard. Pero nunca hab?a visto su nombre, no hab?a esperado hacerlo. Finalmente neg? con la cabeza en respuesta a la pregunta de O’Malley. “Bueno, no s? c?mo te parezca a ti, pero creo que tiene toda la raz?n. Es necesario que te reubiques hasta que esto se esfume. Digamos que la persona que arroj? este ladrillo no es Howard. Eso significa que alg?n ciudadano desconocido lo arroj?. Alg?n idiota descontento que piensa que eres responsable de que un asesino est? pr?fugo. ?Ad?nde quieres ir? Pi?nsalo mientras empacas. Finley y yo estaremos encantados de llevarte”. “No necesito pensar”, dijo. “Ya tengo un lugar en mente”. *** Llegaron al apartamento de Ram?rez media hora m?s tarde. Avery hab?a tardado menos de diez minutos para empacar lo esencial. Rose tambi?n hab?a venido, por la insistencia de Avery y O’Malley. Despu?s de una breve discusi?n, Rose hab?a cedido, afirmando que se quedar?a con su madre por solo uno o dos d?as... para asegurarse de que estuviera bien. Cuando los cuatro entraron en el apartamento de Ram?rez, se sinti? un poco espeluznante. Aunque Ram?rez t?cnicamente hab?a acordado mudarse al apartamento de Avery, no tuvo la oportunidad de hacerlo. Todas sus cosas segu?an all?, esperando a que volviera a casa. Avery se movi? por el apartamento, fingiendo no estar afectada. Hab?a estado aqu? varias veces y siempre le hab?a parecido acogedor. No deber?a ser diferente ahora. “?Est?s segura de esto?”, dijo Finley. “Perd?n por decirlo, pero parece un poco triste”. “S?, pero es m?s triste que se quede en la habitaci?n de hospital”, dijo Rose. Avery quer?a sentirse c?moda en el lugar antes de decidir qu? m?s hacer. O’Malley estaba hablando por tel?fono cuando entraron, organizando la vigilancia del apartamento de Avery, as? como el de Ram?rez. Hab?an sido muy cuidadosos de no ser seguidos en el camino, pero ciertamente no quer?an correr ning?n riesgo. A lo que Avery coloc? su equipaje en el suelo de la sala de estar de Ram?rez, O’Malley finaliz? su llamada. Se tom? un momento, suspir? profundamente y mir? por la ventana. Las calles estaban un poco menos concurridas a esta hora. “Bueno, Black”, dijo O’Malley. “Durante los pr?ximos tres d?as, tendr?s vigilantes estacionados en la calle. Estar?n en veh?culos civiles, pero todos pertenecen a la A1”. “Eso no es necesario”, dijo Avery. Sent?a que todo esto se estaba descontrolando. “Creo que s? lo es”, respondi? O’Malley. “Llevas un buen rato sola. Se est? poniendo feo. Hay justicieros en las calles buscando a Randall. La gente est? empezando a profundizar en su historia y saben de ti”. “Que sigan adelante”, pens?. “Saben que soy la abogada que logr? entregarle su libertad, la libertad que utiliz? para matar a otra persona. Eso es lo que realmente quieres decir”. Pero no lo hizo. En lugar de ello, se qued? mirando por la ventana. “Los dos primeros ser?n Sawyer y Denison. Estar?n aqu? dentro de media hora. Hasta entonces... parece que somos Finley y yo”. Rose mir? a los dos oficiales y luego a su madre. “?Esto es realmente tan grave? ?Necesitamos protecci?n?”. “No”, dijo Avery. “Esto es una exageraci?n”. “Es para la protecci?n de tu madre. Y la tuya tambi?n. Dependiendo de qui?n es el culpable del asesinato con la pistola de clavos y de haber lanzado el ladrillo y el gato por la ventana, t? tambi?n podr?as estar en peligro. Depende de lo mucho que esa persona quiera vengarse de tu mam?”. “Dejemos tanto drama”, dijo Avery, con veneno en su voz. “No asusten a mi hija”. “Lo siento, mam?”, dijo Rose. “Pero acabo de ver a alguien arrojar un gato muerto por tu ventana con una nota amenazadora atado a ?l. Ahora estoy lejos de tu apartamento. Me acaban de ofrecer protecci?n policial durante las veinticuatro horas del d?a. Obviamente estoy asustada”. CAP?TULO SEIS Su noche tranquila hab?a llegado a su fin. Cuando O’Malley y Finley se despidieron, el apartamento qued? en silencio. Rose se hab?a estacionado en el sof? de Ram?rez. Estaba viendo las redes sociales y envi?ndoles mensajes de texto a sus amigos. “Creo que se sabes que no debes decirle a nadie lo que pas?”, dijo Avery. “Lo s?”, dijo Rose, un poco resentida. “Espera... ?y pap?? ?Debemos decirle?”. Avery pens? por un momento, sopesando las opciones. Si fuera solo ella, Jack no tendr?a que saberlo. Pero las cosas cambiaban ahora que Rose estaba involucrada. Aun as?... podr?a ser arriesgado. “No”, respondi? Avery. “Todav?a no”. Rose solo asinti? en respuesta. “Rose, no s? qu? decirte. Esto es una mierda. S?. Estoy de acuerdo. Esto apesta. Y lamento que tengas que lidiar con esto. No es exactamente f?cil para m?”. “Lo s?”, dijo Rose, colocando su tel?fono a un lado y mirando a su madre a los ojos. “Ni siquiera me molesta la incomodidad. No, no es eso. Mam?... no ten?a idea de que las cosas se hab?an vuelto tan peligrosas para ti. ?Siempre es as??”. Avery solt? una risita. “No, no siempre. Es solo que esta cosa con Howard Randall tiene a todos mirando por encima de sus hombros. Toda la ciudad est? asustada y necesitan un culpable mientras buscan respuestas y una manera de sentirse seguros”. “Mam?, ?vamos a estar bien?”. “S?, creo que s?”. “?En serio? Entonces, ?qui?n tir? ese ladrillo? ?Fue Howard Randall?”. “No lo s?. Personalmente, lo dudo”. “Pero hay algo raro... algo entre ustedes dos, ?cierto?”. “Rose...”. “No, quiero saberlo. ?C?mo puedes estar tan segura?”. Avery no vio ninguna raz?n para mentirle, sobre todo ahora que formaba parte de esto. “Porque tirar un gato muerto por una ventana es demasiado obvio. Es demasiado extravagante. Y a pesar de lo que puedan decir los m?todos de sus asesinatos, Howard Randall no har?a eso. Un gato muerto... es casi c?mico. Y no es algo que ?l har?a. Tienes que confiar en m?, Rose”. Avery mir? por la ventana al auto Ford Focus que estaba estacionado a lo largo del borde opuesto de la calle. Pod?a ver la forma b?sica del hombro izquierdo de Denison mientras estaba sentado en el asiento del conductor. Sawyer estar?a a su lado, probablemente comiendo semillas de girasol, como era conocido por hacer. Pensando en el ladrillo y el gato, comenz? a volver a su pasado. Entre su carrera como abogada y los pocos a?os que hab?a pasado como detective, la rueda de nombres y caras en su cabeza era larga. Trat? de pensar en qui?n m?s podr?a tener razones para lanzar el ladrillo y el gato por la ventana, pero era demasiado, demasiadas caras, demasiada historia. “Dios, pudo haber sido cualquiera...”. Se volvi? de nuevo al apartamento y trat? de imaginarse la ?ltima vez que Ram?rez hab?a estado aqu?. Camin? lentamente por la sala y la cocina, habiendo estado all? antes pero viendo todo como si fuera nuevo. Era un lugar peque?o, pero muy bien decorado. Todo estaba limpio y organizado, cada cosa en su lugar designado. Su nevera estaba decorada con varias fotos y postales, la mayor?a de familiares que Avery no conoc?a, pero de los cuales hab?a o?do hablar. “?Cu?ntos de ellos saben lo que pas??”, se pregunt?. Durante su estancia en el hospital, solo dos familiares hab?an ido a visitarlo. Sab?a que la familia de Ram?rez no era muy cercana, pero le parec?a triste que su familia no hab?a ido a verlo, a pesar de que lo m?s probable es que sucediera lo mismo si algo le pasara a ella. Se apart? de la nevera, las im?genes de esos extra?os de repente demasiado para ella. En la sala de estar, hab?a fotos de su vida: una de ?l y Finley en una barbacoa jugando herraduras; una de Ram?rez terminando un marat?n; una foto de ?l con su hermana cuando eran mucho m?s j?venes, pescando a lo largo de la orilla de un estanque. “No puedo”, dijo en voz baja. Se volvi? a Rose, con la esperanza de que no hab?a o?do su negativa audible. Lo que vio fue a Rose dormida en el sof?. Al parecer se hab?a quedado dormida durante los momentos que Avery hab?a pasado mirando las fotograf?as. Avery estudi? a su hija por un momento, sintiendo los primeros indicios de culpabilidad. Rose no deber?a estar aqu?... no deber?a estar involucrada en todo esto. “Tal vez estar?a mejor si jam?s la hubieses buscado para arreglar las cosas”, pens?. No era un pensamiento pasajero, de verdad se lo preguntaba a veces. Y ahora que estaban bajo vigilancia y que las personas estaban amenaz?ndola por los pecados de su pasado, era peor. “Tal vez no estoy siendo amenazada por los pecados de mi pasado”, pens?. “Tal vez fue Howard. Tal vez est? trastornado”. No pod?a simplemente descartar la posibilidad de que Howard hab?a matado a esa pobre chica con una pistola de clavos y luego, la noche siguiente, hab?a arrojado un gato muerto con un mensaje amenazador por su ventana. No ten?a ninguna evidencia que respaldaba que no lo hab?a hecho, as? que era l?gico que ser?a un sospechoso. “Lo conozco demasiado”, pens?. “He llegado a conocerlo de una forma que me hace tenerlo en alta estima. ?Hizo eso a prop?sito?”. Era un pensamiento aterrador, pero Howard era brillante. Y sab?a lo mucho que le gustaban los juegos mentales. ?La hab?a manipulado de una forma que todav?a no entend?a? Recogi? sus cosas y las llev? a la habitaci?n de Ram?rez. Hab?a metido lo esencial de la caja de expedientes de Howard Randall en una de sus maletas antes de salir de su apartamento. Sac? los archivos y los esparci? por la cama. Esta vez no perdi? tiempo mirando las fotograf?as. Solo necesitaba los hechos. Y los hechos dec?an que, ?rase una vez, Avery Black fue una abogada que represent? a un hombre que fue acusado de asesinato. Sospech? que ?l cometi? el acto, pero no hab?a evidencia y el caso fue derrotado en la corte. Ella gan? a la final. Howard Randall fue puesto en libertad. En el transcurso de los pr?ximos tres meses, universitarias de dieciocho a veinti?n a?os de edad fueron asesinadas de formas espeluznantes. A la final, Howard Randall fue capturado. No solo eso, sino que confes? haber cometido los cr?menes abiertamente. Avery hab?a visto todo en la televisi?n. Tambi?n hab?a dejado su trabajo como abogada y se hab?a sentido motivada por empezar a trabajar como detective, una carrera que casi todo el mundo le dijo estaba fuera de su alcance. Era una mujer que se sent?a perseguida por el fantasma de Howard Randall antes de sus asesinatos. Ten?a demasiado bagaje. Nunca lo lograr?a. “Pero aqu? estoy”, pens?, pasando por alto los detalles. “Tal vez por eso es que siempre estuvo tan abierto a hablar conmigo en la c?rcel. Tal vez tambi?n pensaba que era una causa perdida por tratar de convertirme en detective. Cuando me convert? en una, en una muy buena, tal vez me gan? su respeto”. Y tristemente esperaba que ese fuera el caso. Le gustar?a pensar que no le importaba si Howard Randall la respetaba o no, pero eso era mentira. Tal vez era su intelecto o el simple hecho de que nadie la hab?a desafiado como ?l. Pens? en esas reuniones mientras estudi? los expedientes minuciosamente y todo se conect? en su mente. “Pareci? alegrarle cada visita, con la excepci?n de una sola cuando pens? que estaba aprovech?ndome de ?l. Ten?a conexiones en la prisi?n, capaz de enterarse de lo que ocurr?a afuera. ?Esa informaci?n le revel? algo? ?Le dio alguna raz?n para escapar? Y ?qu? hizo despu?s? ?Qu? tipo de hombre es ahora? ?Es probable que se fue a vivir como un hombre libre muy lejos de aqu?? ?O es m?s probable que empez? a matar de nuevo? Se ha dicho que una vez que alguien comete un asesinato y supera el shock inicial, el segundo asesinato es m?s f?cil. Y luego el tercero es casi natural. Pero Howard no parece ser el tipo de hombre que se dejar?a llevar por sus instintos animales. Todos los asesinatos originales fueron limpios y simples. La ?ltima v?ctima fue asesinada grotescamente... como si el asesino estuviera tratando de demostrar algo. ?Howard tiene algo que demostrar?”. Y pod?a verlo en su mente, sentado en una mesa frente a ella en la prisi?n con una sonrisa siempre en su rostro. Confiado. Casi orgulloso. “Tengo que encontrarlo”, pens?. “O al menos averiguar si ?l es el asesino. Y debo comenzar hablando con aquellos que lo conocen igual que yo. Voy a tener que hablar con las personas con las que trabaj?, con los otros profesores de Harvard”. Su plan no era bueno, pero al menos era algo. Connelly no la quer?a en el caso, pero no ten?a que enterarse de lo que estaba haciendo. Mir? su tel?fono y vio que ya era medianoche. Con un profundo suspiro, coloc? los archivos en una pila sobre la mesita de noche de Ram?rez. Cuando se desnud? para irse a dormir record? la ?ltima vez que estuvo en esta habitaci?n quit?ndose la ropa. Cuando se meti? en la cama, opt? por dejar la luz encendida. No cre?a en la actividad paranormal, pero sent?a... algo. Durante un breve momento, pens? que sent?a a Ram?rez en la habitaci?n con ella. Y aunque Avery sab?a que no era posible, a?n no quer?a enfrentarse a la oscuridad. As? que dej? la luz encendida y logr? conciliar el sue?o con bastante rapidez. CAP?TULO SIETE Sin acceso a los recursos de la comisar?a, Avery tuvo que recurrir a las mismas herramientas b?sicas que cualquier otra persona en el planeta. Comenz? a buscar en Google con una taza de caf? y unos bollos rancios que encontr? en la despensa de Ram?rez. Por los expedientes que hab?a tra?do consigo, sab?a los nombres de los tres profesores que hab?an trabajado en estrecha colaboraci?n con Howard durante su tiempo en la Universidad de Harvard. Uno de ellos falleci? el a?o pasado, dejando solo dos fuentes potenciales. Tecle? sus nombres en Google, hizo clic hasta llegar a las p?ginas adecuadas y guard? sus n?meros en su tel?fono. Mientras trabajaba, Rose entr? a la cocina. Se dirigi? a la cafetera. “Caf?. Excelente”. “?C?mo dormiste?”, pregunt? Avery. “Mal?simo. Son las siete... y m?rate. No est?s de servicio, entonces ?qu? haces despierta?”. Avery se encogi? de hombros. “No estoy trabajando… t?cnicamente”. “?Lo que est?s haciendo te meter? en problemas con tu jefe?”. “No si no se entera. Saldr? un rato. Puedo dejarte donde quieras”. “En mi apartamento”, dijo Rose. “Como voy a pasar unos d?as metida aqu? contigo en el apartamento de otra persona, quiero buscar algo de ropa y mi cepillo de dientes”. Avery consider? esto por un momento. Sab?a que Sawyer y Denison todav?a estaban afuera y que ser?an sustituidos por otro d?o pronto. Probablemente estaban trabajando en turnos de doce horas. La seguir?an por todas partes para asegurarse de que se mantuviera a salvo. Eso podr?a complicar las cosas. Pero ya estaba ideando un plan en su mente. “Rose, ?d?nde estacionaste tu auto?”. “A una calle de tu apartamento”. Sawyer y Denison autom?ticamente llamar?an a O’Malley o Connelly si se dirig?a de nuevo a su apartamento. Pero si se dirig?a a otro lugar, ser?a m?s f?cil. “Est? bien”, dijo Avery. “Nos iremos a tu apartamento. Tengo que hacer una llamada y luego ver? si Sawyer y Denison nos pueden dar un avent?n a tu casa”. “Est? bien”, dijo Rose, obviamente esc?ptica, como si supiera que Avery estaba tramando algo. Antes de llamar a Sawyer y Denison para pedir un avent?n como si estuviera obedeciendo ?rdenes para mantenerse a salvo, llam? una compa??a de taxis y pidi? que el conductor la recogiera en la parte trasera del edificio de apartamentos de Rose en media hora. *** Fue demasiado f?cil. Y no era que Sawyer y Denison no eran buenos polic?as. Simplemente no ten?an ninguna raz?n para pensar que Avery desobedecer?a. Hab?a matado a dos p?jaros de un tiro. Al haberse escapado sin ser vista, ten?a unas horas de libertad para hacer lo que quisiera, sin temor a lo que Connelly pensar?a, mientras que Rose segu?a bajo vigilancia policial. Era una situaci?n ganar-ganar. El hecho de que ella hab?a llamado para solicitar que las llevaran al apartamento de Rose hab?a sido la guinda del pastel. El taxi la dej? en el campus de la Universidad de Harvard poco despu?s de las nueve de la ma?ana. Hab?a llamado a los dos profesores, Henry Osborne y Diana Carver, en camino a la universidad. Osborne no hab?a contestado, pero pudo hablar con Carver, quien le dijo podr?a recibirla a las diez de la ma?ana. Busc? un poco m?s en Google y logr? encontrar la ubicaci?n de la oficina de Osborne. Tratar?a de buscarlo en esa hora libre que ten?a antes de su reuni?n con Carver. Mientras hizo su camino a trav?s del campus, comprobando el mapa del campus en su tel?fono cada cierto tiempo, se tom? unos minutos para apreciar la arquitectura. Debido a que la mayor?a de la gente en el ?rea de Boston estaba tan acostumbrada a la presencia de la universidad, a menudo olvidaban la historia del lugar. Avery pod?a verla en la mayor?a de los edificios, as? como tambi?n en el ambiente hist?rico del lugar, el c?sped impecable, el ladrillo, madera y lugares emblem?ticos. Se concentr? en estas cosas mientras se acercaba al edificio de Estudios Filos?ficos. Henry Osborne era profesor en la escuela de filosof?a, cuya especializaci?n era ?tica aplicada y la filosof?a del lenguaje. Cuando entr? en el edificio, vio algunos estudiantes caminando con prisa, al parecer un poco atrasados para su clase de las nueve. Seg?n el horario de Osborne, no ten?a clases hasta las 9:45 y deber?a estar disponible en su oficina hasta entonces. Encontr? su oficina en el otro extremo del segundo pasillo. La puerta estaba entreabierta y, cuando ella asom? la cabeza, vio a un hombre mayor sentado en un escritorio, inclinado sobre una pila de papeles. Êîíåö îçíàêîìèòåëüíîãî ôðàãìåíòà. Òåêñò ïðåäîñòàâëåí ÎÎÎ «ËèòÐåñ». Ïðî÷èòàéòå ýòó êíèãó öåëèêîì, êóïèâ ïîëíóþ ëåãàëüíóþ âåðñèþ (https://www.litres.ru/pages/biblio_book/?art=43693687&lfrom=688855901) íà ËèòÐåñ. Áåçîïàñíî îïëàòèòü êíèãó ìîæíî áàíêîâñêîé êàðòîé Visa, MasterCard, Maestro, ñî ñ÷åòà ìîáèëüíîãî òåëåôîíà, ñ ïëàòåæíîãî òåðìèíàëà, â ñàëîíå ÌÒÑ èëè Ñâÿçíîé, ÷åðåç PayPal, WebMoney, ßíäåêñ.Äåíüãè, QIWI Êîøåëåê, áîíóñíûìè êàðòàìè èëè äðóãèì óäîáíûì Âàì ñïîñîáîì.
Íàø ëèòåðàòóðíûé æóðíàë Ëó÷øåå ìåñòî äëÿ ðàçìåùåíèÿ ñâîèõ ïðîèçâåäåíèé ìîëîäûìè àâòîðàìè, ïîýòàìè; äëÿ ðåàëèçàöèè ñâîèõ òâîð÷åñêèõ èäåé è äëÿ òîãî, ÷òîáû âàøè ïðîèçâåäåíèÿ ñòàëè ïîïóëÿðíûìè è ÷èòàåìûìè. Åñëè âû, íåèçâåñòíûé ñîâðåìåííûé ïîýò èëè çàèíòåðåñîâàííûé ÷èòàòåëü - Âàñ æä¸ò íàø ëèòåðàòóðíûé æóðíàë.