Âå÷íûé Øîïåí, â ýòîì âå÷åðå ñòðàçîâîì, ìåñÿö áàþêàåò, ñëîâíî äèòÿ. Ãëóïàÿ äåâî÷êà, â ïëàòüèöå ðÀçîâîì, ÷òî òû óñëûøàëà â «Âàëüñå äîæäÿ»? Øåï÷åò, ãëîòàþùå, ìîðå ãîëîäíîå. (ãäå ýòîé ëóæå Øîïåíà ïîñòè÷ü) Áàðíàÿ ñòîéêà, ñêîëüçÿùåõîëîäíàÿ. Ïîéëî äåæóðíîå - Sex on the Beach. Ôüþæí è êèò÷, êàêáûìîäà êðè÷àùàÿ, ïñåâäîýêëåêòèêà, íåäîëþáîâü, íî÷ü ñèëèêîíîâî

Las Investigaciones De Juan Marcos, Ciudadano Romano

Las Investigaciones De Juan Marcos, Ciudadano Romano Guido Pagliarino Copyright ?© 2017 Guido Pagliarino Todos los derechos reservados Libro publicado por Tektime Guido Pagliarino Las investigaciones de Juan Marcos, ciudadano romano Novela hist??rica Traducci??n del italiano al espa?±ol de Mariano Bas Publicado por Tektime 1a edici??n de la obra, en italiano, en formato papel, Copyright ?© 2007-2012 Prospettiva Editrice. Desde el 01-01-2013 los derechos de esta obra han retornado ?­ntegramente al autor. 2a edici??n de la obra, en italiano, revisada y corregida en e-book Copyright ?© 2015 Guido Pagliarino y en libro en papel Copyright ?© 2016 Guido Pagliarino La imagen que aparece en la portada es la reproducci??n de una t?©mpera de Rafael en papel, montada sobre lienzo, que se encuentra en el Museo Victoria and Albert de Londres. Bajo el t?­tulo ???St Paul before the Proconsul???, 1515; la obra tambi?©n se conoce en Italia como ???Elimas el mago es cegado por Saulo delante de Sergio Paulo??? o ???La conversi??n del proc??nsul??? refiri?©ndose a los Hechos de los Ap??stoles, 13: 8-11. ??ndice Guido Pagliarino ???Las investigaciones de Juan Marcos, ciudadano romano???, novela hist??rica (#ulink_980bca60-7abc-50bf-a0ea-bd48e023bd26) Notas del texto (#litres_trial_promo) Guido Pagliarino ???Peque?±o diccionario hist??rico esencial??? (#litres_trial_promo) Guido Pagliarino (#ulink_ffe63f38-ca7f-553f-8075-21b54bb27b91) Las investigaciones de Juan Marcos, ciudadano romano (#ulink_ffe63f38-ca7f-553f-8075-21b54bb27b91) Novela hist??rica (#ulink_ffe63f38-ca7f-553f-8075-21b54bb27b91) Cap?­tulo I El callej??n resultaba extra?±amente luminoso, aunque el cielo era plomizo. Juan Marcos caminaba a lo largo de una calle recta, empedrada como las calzadas romanas que le resultaban familiares y que descend?­an de Jerusal?©n a Cesarea Mar?­tima, pero no era una de ellas. El trazado se perd?­a en el horizonte, recorriendo un territorio desconocido, llano y casi desierto, con prunos amarillentos y podados y matas verdegris??ceas que se mov?­an con el ir y venir de v?­boras y circundadas por enjambres de moscardones cuyo zumbido continuo le molestaba en los o?­dos. No hab?­a ning??n ser humano, aparte de ?©l. De repente Marcos se hab?­a encontrado en una zona llena de fosas, como aquellas profundas que se excavan para enterrar inmundicias o carro?±a. Y en ese momento, sin haberlo advertido antes, hab?­a visto, en esa misma tierra, insepulto, el cad??ver ensangrentado de un perro moloso negro, con la lengua fuera y los ojos vidriosos y hab?­a o?­do un rumor proveniente de la fosa m??s cercana, como un pisoteo, un crujido, un frotamiento con las u?±as de un ser vivo que estuviera trepando penosamente: ??tal vez un animal herido y ca?­do en el fondo que estaba todav?­a vivo y trataba de salir? ??Otro temible perro de presa? ??Y si era una fiera al acecho? Hab?­a sentido un sudor grasiento y templado detr??s del cuello cuando otra posibilidad le hab?­a hecho sentir un escalofr?­o en la espalda: ??Y si en su lugar??¦ estaba all?­ a punto mostrarse un habitante del She??l? En ese mismo instante hab?­a asomado del hoyo la cabeza de un hombre. Era Jonat??n Pablo, su padre. Tras salir de la fosa, el difunto se hab?­a quedado en el borde de esta. Parec?­a tal cual Marcos le hab?­a visto por ??ltima vez muchos a?±os antes, cuando su padre hab?­a partido para el viaje a Perga del que ya no volver?­a: treinta y seis a?±os, alto, esbelto, cabello tupido y larga barba casta?±a con algunos pelos ya blancos. Llevaba la misma t??nica marr??n y la misma capa verde que llevaba en vida con una faja marr??n. Con los brazos apoyados a lo largo del cuerpo, tieso como una p?©rtiga, hab?­a empezado sin pre??mbulos uno de los sermones que sol?­a dirigir a su hijo: ???Querido Marcos, no est??s siguiendo la buena v?­a, sino el camino de la soberbia. Los nazarenos trabajan sin descanso para dar al mundo la buena nueva, mientras que t?? contin??as ocup??ndote solo de tus asuntos. S?­, es verdad que respetas los preceptos de la Ley, pero si esto bastaba para m?­, que no sab?­a, no puede valer para ti: ahora que la nueva est?? a tu alcance, debes recogerla y divulgarla, y m??s t??, al estar favorecido por la ciudadan?­a romana, que te da plenos derechos en el Imperio. Sigue por tanto el ejemplo de su primo, Jos?© Bernab?© y, cuando vaya a Perga a difundir la nueva, ve con ?©l. Una vez que hayas llegado, antes que nada, honra mi tumba y luego investiga: descubrir??s qui?©n me asesin?? y, gracias a ti, se har?? justicia. ?????Por qu?© no me dices t?? mismo qui?©n te mat??? El padre no le hab?­a respondido y, como si ni siquiera le hubiera o?­do, hab?­a empezado a subir lentamente hacia el cielo, mientras entre el gris de las nubes se hab?­a abierto lentamente una fisura de luz y Marcos se hab?­a despertado. Cap?­tulo II Hace diecisiete a?±os, en un d?­a de marzo del 781 a.U.c.1 (#litres_trial_promo) seg??n el calendario romano, Jonat??n, el padre de Marcos, fariseo, hab?­a entrado radiante en su hermosa morada en Jerusal?©n, de vuelta de Cesarea Mar?­tima, donde resid?­a el representante de Tiberio C?©sar para la provincia de Judea, Samar?­a e Idumea: despu?©s de mucho tiempo y dinero gastado en regalos a su protector, Marcos Pablo Rufo, ayudante del procurador Poncio Pilatos, finalmente se le hab?­a concedido la ciudadan?­a romana. Estaba contento porque sus negocios se ver?­an favorecidos y se enriquecer?­a todav?­a m??s, con la plena bendici??n del Alt?­simo. Jonat??n hab?­a nacido en Asiut, en el curso del Bajo Nilo, segundo hijo de una familia acomodada de agricultores. Al morir el padre, los terrenos pasaron al hermano mayor y por tanto ?©l se hab?­a dedicado al comercio de vino y d??tiles estableci?©ndose en Jerusal?©n, donde hab?­a frecuentado por entonces la casa de Hillel, maestro b?­blico originario de Babilonia. Durante esta estancia hab?­a hecho amistad con otro alumno de esa escuela farisaica, Samuel, m??s anciano y padre de su futura mujer, Mar?­a, de trece a?±os. Se trataba de una familia importante perteneciente a la tribu de Lev?­ y adem??s descendiente del sumo sacerdote Aar??n, hermano de Mois?©s. Mar?­a hab?­a recibido una buena formaci??n cultural de su padre, algo contrario a las costumbres de su tiempo para las hijas. Despu?©s del matrimonio, continuando con sus negocios comerciales, Jonat??n hab?­a trasladado su domicilio con su esposa a Salamina, donde resid?­a el hermano de esta, un levita propietario de una finca, que les hab?­a alojado provisionalmente. Pero meses despu?©s, en busca de mejores perspectivas, la pareja se hab?­a mudado a Kairu??n, en la Cirenaica, donde Jonat??n hab?­a comprado tierras a buen precio y donde hab?­a nacido Marcos. Sin embargo, algunos a?±os despu?©s, la regi??n hab?­a sido invadida por belicosas tribus ??rabes, obligando a huir a la familia. Sin perder el ??nimo, el fariseo hab?­a conducido a sus seres queridos a Jerusal?©n, cerca de los padres de la esposa. Con monedas y joyas que Mar?­a y ?©l llevaban escondidas hab?­a comprado un olivar en las cercan?­as de la ciudad, a la orilla del r?­o Cedr??n en Getseman?­, obteniendo as?­ de nuevo bienestar familiar. En pocos a?±os hab?­a agrandado la finca adquiriendo una vi?±a en la otra orilla, comprando una casa y un bazar de telas. ???Me ha parecido bien a?±adir a mi nombre el de la familia de mi patr??n ???hab?­a comunicado Jonat??n a su mujer Mar?­a y a su ??nico hijo en cuanto entr?? en su casa, antes de hacerse lavar los pies, sucios por las inmundicias de la calle???. A partir de ahora ser?© Jonat??n Pablo y tambi?©n tu nombre, querido hijo, ser?? latino, para que cuando te presentes ante los romanos puedan reconocerte como uno de ellos y favorecerte. Desde este momento eres Juan Marcos, ciudadano de Roma. El joven hac?­a poco que hab?­a cumplido trece a?±os, entonces era adulto, un Bar Mitzv??, Hijo de la Ley dedicado a leer y comentar en la sinagoga los rollos de la Sagrada Escritura. Sin embargo, el padre, como si fuera todav?­a un ni?±o peque?±o, no hab?­a dejado de recomendarle: ???Pero cuidado: aunque ahora seas un ciudadano romano, no olvides nunca que eres un jud?­o, ??sigue siempre los 613 Mitzvot, los santos Preceptos de la Ley! Y no adquieras nunca ninguna de las costumbres de nuestros dominadores. En este momento le hab?­a venido a la mente una sospecha. Se hab?­a callado y hab?­a mirado a su alrededor con circunspecci??n, como si en la casa o m??s all?? del muro exterior pudiera esconderse alg??n esp?­a de Poncio Pilatos. Una vez seguro, hab?­a continuado y se hab?­a dedicado por completo a una de sus habituales y redundantes ense?±anzas a su hijo, que iban de la ?©tica a la historia y en las cuales comparaba las santas costumbres farisaicas con aquellas reprobables de los gentiles: ???Los hebreos, hijo m?­o, hemos sido elegidos por el Cielo, mientras que los romanos, como los griegos, no resucitar??n debido a sus costumbres corrompidas: nuestros conquistadores vieron la corrupta Grecia como cuna de valores a incluir en su civilizaci??n, pero junto con el saber entraron el Roma las costumbres morales nefandas de ese pueblo, que merecen el castigo del Se?±or ???Indudablemente no bastaba con la exclamaci??n maledicente. Hab?­a continuado???: El severo emperador Augusto se opuso en vano a esas costumbres: corre la voz en Cesarea Mar?­tima de que su heredero Tiberio se abandona a todos los vicios reunidos en su corte, sin diferenciarse en nada de los helenos, maestros del libertinaje. As?­ que estar junto a los gentiles es la abominaci??n de las abominaciones. ??Qu?© decir por otro lado de la cultura grecolatina en s?­ misma? Poes?­a, filosof?­a, derecho est??n reservados a unos pocos privilegiados que tratan a la plebe como una cosa, por no hablar de c??mo consideran a los jud?­os, que nos vemos obligados a comprar la ciudadan?­a de la Urbe para prosperar ???En el fondo, se sent?­a culpable por su reciente adquisici??n???. Y detr??s de los humanistas griegos y romanos, hasta donde alcanza la vista, hay una extensi??n de lugare?±os miserables, en Roma como en Corinto, en Alejandr?­a como en Atenas, a los cuales, en una gran mayor?­a de casos, ni siquiera se les ense?±a a leer ni a contar ???Se engall?? algo m??s???. Sin embargo, nosotros, los hebreos, ??ya con doce a?±os! somos instruidos en la sinagoga. Nosotros, hijos de Israel, somos todos de estirpe real, la del Creador, como sabemos por su Palabra, y no una masa como la plebe de la sociedad pagana. Y cualquiera de nosotros, como mi grand?­simo rabino Hillel de Babilonia, que era un simple le?±ador, puede continuar con sus estudios si un maestro le acoge como disc?­pulo y adem??s puede aspirar a convertirse ?©l mismo en rabino ???Una vez recuperado el aliento, hab?­a concluido por fin???: ??Que la justicia del Alt?­simo fulmine a los pecadores impenitentes por los siglos de los siglos! ???Am?©n, am?©n ???hab?­an respondido a coro hijo y esposa y finalmente esta, que hab?­a estado todo el rato con una palangana en la mano lista para atender a su esposo, hab?­a podido lavarle los pies. Un par de meses despu?©s, el 23 de mayo, durante un viaje de negocios en Perga, donde trataba de adquirir los apreciados tapices del lugar en uno de los mercados ciudadanos, para revenderlos a un mayor precio en Jerusal?©n, una ronda de polic?­a encontr?? el cad??ver de Jonat??n Pablo, desplomado en uno de los callejones de la ciudad, apu?±alado en el coraz??n. El asesino o los asesinos no hab?­an sido encontrados. No se hab?­a robado la bolsa, as?­ que era dif?­cil pensar en un atraco. ??Competencia inmoral en los negocios hasta llegar al homicidio? ??Una discusi??n banal en la calle que acab?? tr??gicamente? ??O tal vez hab?­a sido uno de esos fan??ticos patriotas hebreos: los zelotes? ??Le hab?­an castigado por haberse convertido en ciudadano de Roma? Estas eran las preguntas que se hab?­a hecho Marcos. Solo dieciocho a?±os despu?©s hab?­a obtenido la respuesta y el motivo que descubrir?­a no estar?­a entre los imaginados, sino que ser?­a otro absolutamente inesperado. Cap?­tulo III Tres d?­as antes de la muerte de Jonat??n Pablo, la nave proveniente de Cesarea Mar?­tima, donde se hab?­a embarcado el fariseo, hab?­a echado el ancla en el puesto de Salamina de Chipre, ciudad donde viv?­a su sobrino pol?­tico, el levita Jos?©, llamado Bernab?©, hijo del hermano de su mujer y agricultor como sus difuntos padres. Bernab?© hab?­a alojado al t?­o durante esa noche y, al tener la intenci??n de comprar en Perga en un futuro inmediato ciertas simientes preciadas, hab?­a decidido en ese momento unirse a ?©l para el resto del viaje. Hab?­an embarcado al d?­a siguiente en una nave m??s peque?±a que aquella que hab?­a llevado a Jonat??n Pablo a Salamina, embarcaci??n que, una vez cruzado el brazo de mar que separa a Chipre de la regi??n de Panfilia, al tener una l?­nea baja de flotaci??n pod?­a remontar el r?­o Cestro hasta el peque?±o fondeadero de Perga, en lugar de tener que quedarse en Atalia, el puerto marino de la ciudad. Una vez en su destino, tras bajar al peque?±o puerto, ambos hab?­an visto, a lo largo de la calle que llevaba al interior, mujeres de diversas edades y jovencillos imberbes, semidesnudos unos y otras, ofrecerse a los transe??ntes, tanto con palabras como toc??ndose el sexo o las caderas y moviendo estas simulando actos sexuales. El r?­gido fariseo, que por la experiencia de viajes precedentes lo hab?­a esperado, hab?­a estallado, se?±alando al cielo con el ?­ndice vengador de la mano derecha: ?????Oprobio para el se?±or! ??Oh, t?? que caminas sobre sobre la esfera de cristal del firmamento! ??Manda a tu ??ngel de la muerte sobre todos estos imp??dicos! ???Am?©n ???hab?­a concluido el sobrino, pero en voz baja y sin fuerza. Ese tono bajo hizo que el fariseo no quedara satisfecho con su pariente: ?????Pero Bernab?©! Lo ves ??verdad? Ves lo que tengo que sufrir cada vez que vengo aqu?­. Si no fuera porque en Perga encuentro las mejores telas, no vendr?­a aqu?­, ??sabes? ??Te has dado cuenta de se nos echan encima incluso los efebos sodomitas? El sobrino, entornando los ojos y haciendo con la boca una mueca de amargura, hab?­a asentido dos veces con la cabeza. Tranquilizado por fin, el t?­o hab?­a levantado la cara lo m??s alta posible y alzado su voz hac?­a la esfera celestial, o al menos esa hab?­a sido su intenci??n: ?????Abominaci??n de las abominaciones! ??Alt?­simo Se?±or, salva a los pecadores arrepentidos, pero descarga tus maldiciones sobre quienes no se arrepienten! ??Hazlos arder con tu ??ngel de la muerte con una tempestad de llamas, como sobre Sodoma y Gomorra! ???Am?©n ???hab?­a respondido de nuevo el sobrino, esta vez alzando mucho la voz. Pero luego no se hab?­a contenido y, sonriendo, hab?­a continuado???: La tempestad ardiente solo cuando nos hayamos ido, ??eh?, porque si alguna lengua de fuego no diera en su objetivo??¦ ???Bueno, bueno??¦ ya se entiende ???hab?­a aceptado Jonat??n Pablo, que no ten?­a ning??n sentido del humor. Dividiendo los gastos, hab?­an alquilado una habitaci??n en un peque?±o albergue donde el fariseo sol?­a alojarse, dirigido por el hebrero Mateo Bar Benjam?­n, quien, siguiendo las normas de pureza, serv?­a comida kosher muy bien cocinada a sus correligionarios de paso y tambi?©n a diversos clientes no hebreos que, aunque no sujetos a las reglas judaicas, apreciaban su magn?­fico sabor. Poco despu?©s de salir el sol en su ??ltimo d?­a de vida, Jonat??n Pablo hab?­a tomado el desayuno en la fonda en compa?±?­a de sobrino, luego se hab?­an separado para ocuparse cada uno de sus propios negocios, as?­ que en el momento de la agresi??n el t?­o hab?­a estado solo con su asesino. Hab?­an quedado en encontrarse por la tarde en la fonda, que no estaba lejos del callej??n donde una ronda de polic?­a hab?­a encontrado asesinado al padre de Marcos, para cenar y descansar hasta el alba, despu?©s de que el fariseo hubiera pagado y recogido sus telas y el levita sus sacos de simientes y, con las respectivas cargas, los parientes se habr?­an vuelto esa ma?±ana con la misma nave que los hab?­a llevado a Perga. Bernab?© hab?­a pasado el d?­a visitando algunos mayoristas de semillas, con una breve pausa a mediod?­a para una comida ligera a base de fruta consumida en pie junto al vendedor. Hab?­a elegido los granos apropiados en calidad y precio solo al final de la tarde. Tras dejar una fianza al suministrador, hab?­a vuelto a la pensi??n, llegando cuando el sol acababa de ponerse en el horizonte. En cuanto entr?? supo por el hotelero, sin ning??n pre??mbulo delicado, acerca del homicidio de su t?­o: Mateo Bar Benjam?­n, volviendo poco antes a casa de un encargo, hab?­a pasado por la callejuela donde yac?­a el cad??ver, rodeado de hombres de una ronda de polic?­a y hab?­a reconocido al muerto como su propio cliente: ???Le hab?­an matado hac?­a poco ???hab?­a precisado al at??nito levita???. Lo s?© porque uno de los guardias le estaba diciendo a sus colegas que le cuerpo segu?­a caliente. Luego lo subieron a una carretilla, imagino que inmediatamente ???Era habitual que las rondas de orden p??blico llevaran al cuartel todos los cad??veres desconocidos que se encontraban por la calle, algo no infrecuente, donde se manten?­an en dep??sito en un s??tano hasta la ma?±ana del d?­a siguiente, por si alg??n pariente se presentaba a reconocerlos y reclamarlos. Si no, el muerto era sepultado en las primeras horas del d?­a siguiente en la fosa com??n de Perga. Las funciones del organismo de polic?­a de la ciudad, compuesto por un centenar de hombres al mando de un centuri??n, eran similares a las de la Milicia de los Vigilantes de la Urbe, creada en el a?±o 7581 (#litres_trial_promo)bis (#litres_trial_promo) por Octavio C?©sar Augusto e imitada en diversas ciudades del Imperio. Ejercitaban funciones generales de polic?­a y se encargaban de la prevenci??n y extinci??n de incendios, as?­ como, en relaci??n con estas funciones, de la identificaci??n y arresto de quien los hubieran provocado intencionadamente o por negligencia. La base de la actividad de la centuria eran las rondas continuas por la ciudad de escuadras de diez hombres. Gayo Tulio, comandante de la decuria que hab?­a tropezado con el cuerpo de Jonat??n Pablo, despu?©s de haber interrogado brevemente a los habitantes de la zona, que hab?­an declarado no haber visto ni o?­do nada, hab?­a renunciado a investigar: en esos tiempos era normal que la mayor parte de los delitos quedara impune y encontrar a los culpables sin sorprenderles en flagrante delito era improbable, casi tanto como identificar a una hormiga en un hormiguero. El posadero hab?­a indicado tambi?©n a Bernab?© que hab?­a dicho al decuri??n que la v?­ctima era su cliente, a?±adiendo que avisar?­a al otro cliente, que compart?­a la habitaci??n con la v?­ctima y era pariente suyo, para que, si quer?­a, reclamara los restos. Esa misma noche, a pesar de la oscuridad, con una linterna conseguida del hotelero, el sobrino del muerto se hab?­a presentado en la sede de la milicia, que no estaba muy lejos, para reclamar el cuerpo de su t?­o. Hab?­a hablado con el decuri??n que estaba de servicio en el cuerpo de guardia. El suboficial le hab?­a llevado al comandante del cuartel, un joven centuri??n llamado Junio Marcelo. Este hombre, despu?©s de haber escuchado la solicitud de Bernab?©, hab?­a hecho llamar al decuri??n Gayo Tulio y, en su presencia, hab?­a dicho al levita: ???Bien, me has dicho que te llamas Jos?© Bernab?© y eres de Salamina. Ahora me gustar?­a saber qu?© hab?©is venido a hacer a Perga la v?­ctima y t??. ???Yo, a comprar semillas para mis campos, y el t?­o, telas para su bazar en Jerusal?©n. ???Hay una bolsa del muerto a recoger, dime c??mo puedes demostrar que eres su sobrino. ???Lo puede confirmar Mateo Bar Benjam?­n, due?±o de la posada donde mi t?­o y yo hemos alquilado juntos una habitaci??n. Gayo Tulio se hab?­a entrometido: ???Comandante, Mateo Bar Benjam?­n es la persona que he citado en mi informe, que ha reconocido a la v?­ctima del homicidio y me ha dicho que informar?­a al sobrino. ???Est?? bien, de todos modos comprobaremos enseguida si ese sobrino es precisamente este hombre ???Se hab?­a vuelto a Bernab?©???. T?? entretanto dime d??nde y con qui?©n has pasado hoy las ??ltimas horas de luz. Parec?­a que sospechaba de ?©l, como hab?­a deducido el levita con preocupaci??n y hab?­a dado el nombre del mayorista de granos. El centuri??n, una vez obtenidos los domicilios del comerciante y el posadero, hab?­a ordenado a Gayo Tulio llevarse una guardia y acompa?±ar al levita a las residencias de los dos testigos para un careo. El mayorista hab?­a declarado que ese cliente hab?­a estado con ?©l hasta el atardecer, el posadero que Bernab?© hab?­a llegado al albergue inmediatamente despu?©s de ponerse el sol, antes de que el cielo estuviera oscuro y que el d?­a anterior el hombre y el difunto se hab?­an presentado como parientes al tomar su habitaci??n. Una vez escuchado el informe de Gayo Tulio, el comandante hab?­a concedido al sobrino confirmado retirar, al alba, el cad??ver de su t?­o. Le hab?­a entregado de inmediato la bolsa, que conten?­a solo monedas de cobre, seis sestercios y dos dupondios, en uno de los dos compartimentos, el de la moneda fraccionaria, mientras que el otro, para las monedas de oro y los denarios de plata, estaba vac?­o. Bernab?© sab?­a que el pariente deb?­a haber tenido mucho dinero para pagar las telas y el viaje de vuelta y hab?­a pensado en un hurto, no por parte del homicida, sino de los guardias. ??Del propio centuri??n? Hab?­a razonado: ??por qu?© un ladr??n callejero se entretendr?­a en tomar las monedas de valor, dejando la calderilla, en lugar de quedarse simplemente con la bolsa como hacen todos los rateros y huir antes de que pudiera aparecer alguien? Despu?©s de una noche de sue?±o agitado, al abrir el bazar Bernab?© hab?­a comprado una s??bana, un sudario y ung??entos sepulcrales y llegado a un acuerdo con un par de griegos, alba?±iles, canteros y sepultureros que ten?­an una tienda en esa misma zona. Hab?­a ido al puesto de polic?­a con los dos sobre su carro, remolcado por una pareja de mulas, como hab?­a notado molesto el levita: las normas hebraicas de pureza prohib?­an cruzar diversas especies de animales y tambi?©n valerse de sus h?­bridos, pero Bernab?© no hab?­a tenido elecci??n en esa ciudad en su mayor parte pagana. Los enterradores, expertos tanto en funerales gentiles como hebreos, hab?­an cargado sobre su carro al interfecto para una sepultura jud?­a. El levita hab?­a ordenado a los dos operarios que lavaran el cuerpo de su t?­o y lo ungieran con los aceites. Luego, despu?©s de haber elevado una oraci??n, hab?­a ordenado envolver el cuerpo en la s??bana. Con el carro, los tres vivos y el muerto hab?­an llegado al cementerio, que se encontraba a media milla de Perga: se trataba de una ca?±ada cubierta de rocas, prunos y arbustos que pasaba, a lo largo de un tercio de milla y con un centenar de codos de anchura, entre dos paredes rocosas salpicadas de peque?±as cavernas a diversas alturas. Las tumbas se hab?­an creado a?±adiendo a la naturaleza el trabajo del hombre, aprovechando las grutas que aparec?­an al nivel del suelo. Despu?©s de que el levita, de pie junto al carro, hubo recitado las ??ltimas oraciones para el difunto, los sepultureros hab?­an llevado el cuerpo, con la s??bana que lo envolv?­a, a una gruta todav?­a vac?­a donde lo hab?­an depositado boca arriba. Luego hab?­an cerrado el espacio con piedras recogidas en el lugar, a modo de ladrillos naturales, uni?©ndolas con cal. Hab?­an dejado una apertura casi cuadrada a nivel de tierra de poco m??s de un codo y medio, desde la cual, arrastr??ndose, se habr?­a podido acceder al interior. Luego hab?­an excavado el terreno junto a la tumba, una gu?­a de cinco codos de larga y cerca de un palmo de ancha, la hab?­an recubierto con peque?±os guijarros planos y hab?­an colocado y hecho girar, para cerrar el acceso, una l??pida cil?­ndrica, poco m??s estrecha que la gu?­a y de un di??metro un poco mayor que la diagonal de apertura, rueda tumbal que hab?­an tomado en la tienda de entre otras trabajadas previamente y donde, sobre lo que ser?­a el lado externo, Bernab?© hab?­a hecho esculpir el nombre de su t?­o, tanto en arameo como traducido al alfabeto griego. El levita hab?­a dedicado los siete d?­as siguientes a purificarse de la contaminaci??n del cad??ver, seg??n la ley mosaica de pureza contenida en el libro de la Tor?? Bemidba: ?«El que toque a un muerto, cualquier cad??ver humano, ser?? impuro siete d?­as. Se purificar?? con aquellas aguas los d?­as tercero y s?©ptimo, y quedar?? puro. Pero si no se ha purificado los d?­as tercero y s?©ptimo, no quedar?? puro?».2 (#litres_trial_promo) Completado el rito, al octavo d?­a se hab?­a embarcado hacia Salamina con sus simientes. En casa hab?­a escrito y enviado una carta a la mujer y el hijo de Jonat??n Pablo con noticias detalladas sobre la tragedia. No les hab?­a pedido que le pagaran, tras deducir el poqu?­simo dinero del difunto que se hab?­a guardado, los costes de la sepultura y la estancia forzosa en Perga por siete d?­as m??s: a diferencia de su t?­o, Bernab?© consideraba el dinero como un mero instrumento y no como una gratificaci??n del Se?±or a los justos. Por otro lado, segu?­a los 10 mandamientos de Mois?©s, el precepto del diezmo al templo y las normas de pureza, pero, como muchos otros correligionarios, no descend?­a a menudencias intolerantes pese a que, seg??n los puntillosos doctores de la Ley, todos de origen fariseo, solo pod?­an considerarse justos quienes se esforzaran por respetar, como hab?­a hecho el padre de Marcos, todos los 613 preceptos de la Ley sin exclusi??n, entre los cuales se encontraban adem??s obligaciones como aquella de recitar, cada vez que se retiraba al ba?±o, esta oraci??n de bendici??n: ?«Seas t?? bendito, Se?±or nuestro rey del universo, que ha hecho al hombre con sabidur?­a y ha creado en ?©l muchos orificios y agujeros. Est?? revelado y se conoce delante del Trono de tu Gloria que, si se abre alguno de estos o se cierra uno de aquellos, ser?­a imposible vivir y permanecer delante de ti. Bendito seas Se?±or, que cuidas de todos los cuerpos y act??as magnificamente?».3 (#litres_trial_promo) Podemos entender c??mo afect?? la p?©rdida a la aflicci??n del joven Marcos y su madre. La viuda Mar?­a, cuando finalmente se tranquiliz??, vendi?? en nombre del hijo, ??nico heredero de Jonat??n Pablo, la tienda de telas, causa indirecta de la muerte del querido marido y padre, e invirti?? lo ganado en una buena parcela de terreno junto a la que ya pose?­an: hab?­a razonado que, as?­, Marcos no tendr?­a que hacer viajes largos y peligrosos para adquirir mercanc?­as. Prohibi?? adem??s a su hijo viajar a Perga a visitar la tumba paterna, porque ?«muertos en casa, basta con uno?» y, m??s a??n, ir a buscar a los asesinos, como este habr?­a deseado: ???Una idea ???le hab?­a reprendido con dureza???, completamente absurda, que solo se le podr?­a ocurrir a un ni?±o como t??. Cap?­tulo IV Hab?­an pasado dos a?±os del homicidio y era el viernes 6 de abril de la semana de Pascua del a?±o de Roma de 783.4 (#litres_trial_promo) Hac?­a poco que se hab?­a puesto el sol y, con la primera oscuridad, se hab?­a iniciado el d?­a pascual tanto para el pueblo como para la cerrada secta de los esenios, que calculaban la fecha de la Pascua siguiendo el calendario solar. Por el contrario, para las sectas de los saduceos y los fariseos el gran d?­a solo ser?­a el d?­a siguiente, ya que establec?­an la ocasi??n seg??n el calendario lunar, en el que por tanto el 6 de abril solo era el parasceve, es decir, el d?­a de los preparativos.5 (#litres_trial_promo) Un rabino originario de Nazaret de Galilea y doce seguidores se hab?­an reunido en la primera planta de la casa amistosa de Marcos y su madre para celebrar la cena pascual en la ciudad santa de Jerusal?©n, como estaba prescrito para todos los hebreos hacer cuando fuera posible. El cordero tradicional de Pascua que ser?­a consumido por los trece al terminar el solemne convite lo hab?­a comprado el disc?­pulo del rabino y tesorero del grupo Judas Bar Sim??n, llamado el Iscariote,6 (#litres_trial_promo) y presentado en el templo, donde hab?­a sido degollado ritualmente por un ministro del culto. La viuda de Jonat??n Pablo hab?­a conocido al maestro nazareno en la cercana Betania en casa de las amigas Marta y Mar?­a y su hermano L??zaro y, fascinada por el carisma de ese hombre, se hab?­a convertido en su seguidora espiritual. Por simpat?­a, le hab?­a cedido su propio comedor para que pudiera celebrar con los suyos la cena pascual en la ciudad, a cubierto de ojos enemigos. Su vida estaba de hecho amenazada por los miembros del consejo supremo jud?­o de Jerusal?©n, el sanedr?­n, en el que se sentaban sacerdotes, escribas y algunos ancianos de la comunidad, ricos potentados que conspiraban para arrestarlo cuanto antes y enviarlo al tribunal romano con una acusaci??n susceptible de muerte, porque los hab?­a criticado e injuriado p??blicamente en la plaza delante del templo. Para esos poderosos no se trataba solo de venganza: le tem?­an porque sus ense?±anzas eran una amenaza continua para ellos. Ense?±aba de hecho, sin ambages, que en ning??n momento los jefes de la colectividad deben exigir ser alabados y servidos, sino que, por el contrario, deben estar a disposici??n del pueblo. Y afirmaba que el Eterno hab?­a establecido que la pureza o impureza de un ser humano no estaba en el cumplimiento o no de los preceptos formales de la Lay, ni en el encargo de sacrificios animales para la adoraci??n,7 (#litres_trial_promo) ni en las ofertas de primicias, ni en el desarrollo de los rituales inventados por los sacerdotes y doctores de la Ley para obtener prestigio y ganancias, sino en la elecci??n entre amor y odio hacia el pr??jimo. Si estas ense?±anzas hab?­an alarmado bastante a los jefes de Israel, por el contrario, hab?­an entusiasmado a muchos como la viuda Mar?­a. El joven Marcos no estaba entre los seguidores del rabino, pero al ser oficialmente el amo de la casa y religiosamente mayor de edad desde hac?­a dos a?±os,8 (#litres_trial_promo) habr?­a tenido el derecho a sentarse en el lugar de honor sobre las esteras de la mesa pascual junto a los invitados. Sin embargo, hab?­a renunciado a ello porque, siguiendo las costumbres farisaicas de su padre, ?©l, junto con su madre y sus servidores, festejar?­an la Pascua la tarde siguiente y de hecho se hab?­a sacrificado otro cordero en el templo para ellos. As?­ que se hab?­a dejado a los trece solos en el comedor, completamente libres para celebrar la fiesta entre ellos. Inesperadamente, en un cierto momento de velada, uno del grupo, ese Judas que hab?­a proporcionado el cordero, hab?­a descendido a la planta baja con una fea mueca en el rostro, las mejillas enrojecidas y se hab?­a dirigido a la puerta de la casa sin siquiera saludar a Marcos, que estaba en el vest?­bulo. El joven se hab?­a preguntado si ese hombre hab?­a recibido un encargo imprevisto y urgente del maestro y por su car??cter le agradaba mucho investigar sobre hechos oscuros. Evidentemente habr?­a querido ante todo descubrir a los asesinos de su padre, pero en ese momento lo consideraba inviable: faltaban varios a?±os para el sue?±o extraordinario que le incitar?­a a investigar. Al no ver volver a Judas, la curiosidad del joven hab?­a aumentado. Cuando el grupo del nazareno hab?­a dejado la casa siguiendo al maestro para irse a dormir, con autorizaci??n de Mar?­a, en la caba?±a del olivar llamado Getseman?­, que Marcos hab?­a heredado, el jovenc?­simo propietario hab?­a dicho a la madre que acompa?±ar?­a a los doce, se quedar?­a con ellos a pasar la noche y volver?­a con el alba: sospechaba interiormente que poco a poco averiguar?­a las razones de la salida imprevista del Iscariote y de la falta de su retorno. Mar?­a segu?­a protegiendo mucho a su hijo, como sol?­an hacer las madres hebreas, al menos en esos tiempos. Alarmada, hab?­a exclamado con tono acalorado, aunque sabiendo que sus palabras no servir?­an de nada contra la testarudez de joven: ?????Pero qu?© vas a hacer all?­ de noche? ??Es posible que siempre hagas que me preocupe? ??Por qu?© no escuchas por una vez a tu madre? Mar?­a ten?­a solo quince a?±os m??s que su hijo y era todav?­a una mujer bella, peque?±a, pero de rasgos finos y un cuerpo exuberante que gustaba mucho en esos tiempos, y una vez terminado el luto hab?­a recibido propuestas de matrimonio de varios viudos, tambi?©n porque heredar?­a otros bienes a la muerte de sus padres: propuestas todas rechazadas porque la mujer hab?­a decidido dedicarse enteramente a Marcos. Con el rostro triste, sin a?±adir m??s palabras, la madre hab?­a ordenado a los sirvientes preparar lo necesario, tres linternas para iluminar el camino y trece telas de lino en las que envolverse para dormir. Cuatro de los disc?­pulos hab?­an cargado la ropa blanca, tres hab?­an tomado cada uno una l??mpara encendida y el grupo se hab?­a ido detr??s del maestro, con Marcos a la cola, que se hab?­a ido ignorando a su madre. Mar?­a se hab?­a quedado justo fuera de la puerta y hab?­a seguido en silencio su paso, con los ojos humedecidos, acompa?±??ndolo solo con la mirada hasta que el grupo desapareci?? de la vista. El rabino nazareno estaba silencioso, sumido en graves pensamientos. Los suyos, para no molestarle, hablaban en voz baja y a Marcos le parec?­an inquietos: ??tal vez tem?­an un arresto? Sin embargo, razonaba el joven, era imposible que esos hombres fueran localizados en el olivar, fuera de la ciudad y en la oscuridad e indudablemente estar?­an a salvo si, antes de amanecer, dejaran la zona y se volvieran a su Galilea. M??s todav?­a, a?±ad?­a para s?­, porque, tras haber cumplido con la obligaci??n de la fiesta pascual en Jerusal?©n, no ten?­an ning??n otro motivo para quedarse. Marcos no hab?­a resistido mucho y hab?­a preguntado uno de ellos, algo menor que los dem??s, Juan Bar Zebedeo, que estaba a la cola del grupo a su lado y era el ??nico que parec?­a completamente tranquilo: ?????Por qu?© tu condisc?­pulo ha abandonado casi corriendo la cena y no ha vuelto? ???Ha recibido un encargo imprevisto del maestro ???hab?­a respondido el otro, confirmando su hip??tesis???, pero no sabr?­a decirte cu??l, porque le ha hablado en voz baja. S?© que, en un tono m??s alto, le ha exhortado finalmente dici?©ndole: ?«??Lo que tengas que hacer, hazlo r??pido!?». Hab?­a supuesto que le hab?­a enviado a buscar m??s provisiones, pero, visto que Judas no ha vuelto todav?­a, ahora no s?© qu?© pensar, ni me atrevo a pregunt??rselo al rabino. Hab?­a intervenido Jacobo Bar Alfeo, pariente del maestro, que marchaba justamente delante de los dos y, girando al cabeza hab?­a susurrado a su condisc?­pulo: ???No estoy en absoluto tranquilo desde que en la cena el rabino nos ha anunciado que uno de nosotros le traicionar?? y ?©l ser?? arrestado, mientras que nosotros huiremos. ?????No podr?­a ser Judas el traidor? ???hab?­a intervenido Marcos. ???No ???hab?­a considerado Bar Alfeo, siempre en voz baja???, ??le har?­a el maestro un encargo de confianza su hubiera sospechado de ?©l? Y, adem??s, solo despu?©s de que Judas se ha ido nos ha dicho que le abandonar?­amos, as?­ que pienso que el renegado est?? entre nosotros once, aunque sin duda no soy yo. ?????¦ ??Ni mucho menos yo! ???se hab?­a picado Juan, como si el otro hubiera sospechado de ?©l, y hab?­a proseguido???: Te has olvidado de a?±adir que el maestro tambi?©n ha dicho que uno de nosotros sin embargo no huir?? y estar?? con ?©l hasta su muerte y creo que ser?© ese disc?­pulo ???Su voz apasionada hab?­a atra?­do la atenci??n de todo el grupo, incluido el rabino, que se hab?­a detenido y girado hacia ?©l. En este momento hab?­a empezado un vocer?­o en torno al maestro, en primer lugar, por parte de un tal Sim??n Pedro, que hab?­a exclamado: ?????No te abandonar?© nunca, nunca, nunca! Su hermano Andr?©s, para no ser menos hab?­a dicho con furor: ?????¦ ??Y no pienses que yo me ir?©, rabbon?¬! ???Palabra que significa maestro m?­o e imprime la m??xima devoci??n posible hacia el propio rabino. De Jacobo Bar Alfeo hab?­a salido un grito, o casi: ?????No escuch?©is a Juan! Yo soy el que no le abandonar??. Uno de nombre Tadeo hab?­a dicho: ?????Y qui?©n podr?­a abandonar a un maestro como t??? En resumen, uno por uno, todos hab?­an prometido fidelidad absoluta, as?­ que, como si se hubieran puesto de acuerdo antes, hab?­an dicho al un?­sono: ?????Ninguno de nosotros te abandonar?? nunca, oh, rabbon?¬! ???Pedro, tu que has prometido el primero, has de saber que, antes de que el gallo cante dos veces, t?? me habr??s negado tres ???hab?­a profetizado el maestro???, y como os hab?­a anunciado, todos vosotros escapareis dentro de poco, salvo uno: y ahora os digo que este es el joven Juan ???Luego, tras dar la orden de no hablar m??s, el maestro se volvi?? a sumir en sus propios pensamientos. Llegados al terreno de Getseman?­, Marcos y ocho de los once hab?­an entrado en la amplia caba?±a de las herramientas y se hab?­an tumbado en el suelo, en las zonas libres de utensilios, para dormir. Por el contrario, los disc?­pulos Sim??n Bar Ion??, llamado Pedro y los hermanos Juan y Jacobo Bar Zebedeo, obedeciendo una orden del maestro, hab?­an intentado en vano mantenerse despiertos en oraci??n con ?©l entre los olivos. Apenas un par de horas m??s tarde, en el momento m??s oscuro de la noche, se hab?­a sabido que el traidor anunciado era Judas, como hab?­a sospechado Marcos. Entonces hab?­a aparecido el Iscariote a la cabeza de unos guardias del sanedr?­n que empu?±aban espadas y bastones y hab?­a identificado al rabino, que hab?­a sido arrestado. Sabiendo la intenci??n del maestro de subir al olivar por la noche, el malvado disc?­pulo deb?­a haber informado a los jefes de Israel, que hab?­an visto la posibilidad de poder arrestar secretamente al odiado y peligroso nazareno aprovechando la oscuridad y el aislamiento de la zona, sin correr el riesgo de una sublevaci??n de la gente que simpatizaba con ?©l. En realidad, al d?­a siguiente, sujeto como siempre a las ??ltimas sugerencias superficiales instigadas por los agentes del sumo sacerdote Caif??s, esta pedir?­a a Pilatos que el arrestado fuera eliminado.9 (#litres_trial_promo) A Judas, como se sabr?­a luego en Jerusal?©n, le hab?­an dado como recompensa treinta monedas de plata, el precio de un esclavo robusto o de un peque?±o terreno. La exhortaci??n que le hab?­a lanzado el maestro, ?«Lo que tengas que hacer, hazlo r??pido?», pod?­a tener adem??s un significado. Pod?­a tratarse, como hab?­a pensado Marcos, del deseo del nazareno de no estar mucho tiempo presa de la ansiedad: el rabino deb?­a haberse dado cuenta de que no ten?­a escapatoria, de que entonces, al ser muy odiado por los jefes de Israel por sus innumerables ataques contra ellos, aunque hubiese huido le habr?­an encontrado y, por tanto, que era inevitable su martirio. Una vez conocida la voluntad de Judas de denunciarlo, deb?­a haberla considerado una liberaci??n de la angustiosa espera y, por tanto, tras informar al disc?­pulo que sab?­a todo, deb?­a haberlo exhortado a no demorarse. Con el alboroto que hab?­a seguido a la llegada de los guardias, los nueve que reposaban en la caba?±a se hab?­an despertado y hab?­an corrido a ver qu?© pasaba. Marcos, que para estar m??s c??modo dorm?­a sin ropas envuelto en la tela, hab?­a salido en ese estado. Un soldado, temiendo que escondiera un arma bajo la s??bana, se la hab?­a arrancado violentamente y el joven, desnudo, hab?­a huido precipitadamente en la oscuridad. Se hab?­a parado algo m??s all?? para recuperar el aliento, junto a un olivo pluricentenario, rechinando los dientes por el fr?­o de la noche y maldiciendo su costumbre de dormir desnudo. Hab?­a o?­do pasar a muchos hombres huyendo: hab?­a sabido enseguida que se trataba de los disc?­pulos del arrestado, que, despu?©s de haberle prometido que no le abandonar?­an nunca, estaban escapando precipitadamente. Mucho tiempo despu?©s, cuando estuvo completamente seguro de que los guardias hab?­an abandonado el lugar del arresto y Getseman?­ hab?­a quedado desierto, el joven hab?­a vuelto a la caba?±a a recuperar sus ropas. Tras vestirse, se hab?­a dirigido a su casa con cautela. Una vez llegado, hab?­a relatado los ??ltimos acontecimientos a su madre, que, en cuanto se dio cuenta del peligro que hab?­a corrido marcos, le habr?­a gritado con gran severidad; ?????Has visto qu?© pasa cuando desobedeces a tu madre? ??S?© un buen hijo! ??Por qu?© eres tan malo conmigo? ???Solo despu?©s de desfogarse se hab?­a preocupado por el maestro arrestado. Madre e hijo hab?­an conocido el resto de los acontecimientos por los disc?­pulos del rabino Pedro y Juan: los once, como el propio Marcos, hab?­an huido en la oscuridad tras el arresto, pero nueve hab?­an vuelto r??pidamente uno a uno al comedor, mientras que los dos primeros hab?­an seguido a escondidas los acontecimientos hasta el alba. Luego Pedro se hab?­a refugiado en casa de Mar?­a y Marcos y les hab?­a referido lo que hab?­a visto, mientras que Juan hab?­a asistido adem??s a la muerte del nazareno en la cruz antes de volver y narrar el ??ltimo acto de la tragedia. En resumen: esa noche el rabino hab?­a sido condenado oficiosamente por aquellos miembros del sanedr?­n que hab?­a podido reunir en la oscuridad el sumo sacerdote en su propio palacio y luego, con las primeras luces, este hab?­a sido conducido atado ante el procurador Poncio Pilatos para obtener una sentencia oficial de muerte por sedici??n, condena capital que, seg??n los acuerdos con Roma, el sanedr?­n no pod?­a imponer nunca, ni reunido informalmente y sin todos sus miembros, como en ese caso, ni haci?©ndolo oficialmente y en sesi??n plenaria. Pilatos, para apaciguar a la multitud instigada por los sacerdotes, hab?­a hecho flagelar al prisionero horriblemente y luego le hab?­a condenado a la muerte en la cruz en el lugar de las ejecuciones, la peque?±a colina cerca del exterior de las murallas llamada Calvario. En la ma?±ana del tercer d?­a despu?©s de la muerte del maestro nazareno, algunas seguidoras que hab?­an participado en su sepultura y conoc?­an la ubicaci??n de su sepulcro se hab?­an acercado para rendir los honores f??nebres al cad??ver, ungi?©ndolo, algo que no hab?­a sido posible cuando estaba colgado en la cruz, antes de la puesta de sol del viernes y por tanto poco antes del s??bado, d?­a del sagrado reposo de los hebreos. De forma completamente inesperada, las valientes mujeres hab?­an encontrado abierta la tumba y, como testimoniar?­an luego, sin ser cre?­das, hab?­an visto a un hombre joven vestido de blanco, sentado sobre la piedra sepulcral, que se hab?­a vuelto hacia ellas afirmando que el crucificado hab?­a resucitado y pidiendo que dieran a los once la orden del maestro de volver a Galilea, donde le volver?­an a ver. Hab?­an quedado estupefactas y en lugar de obedecer hab?­an vagado sin rumbo por Jerusal?©n. Finalmente, una de ellas, una tal Mar?­a originaria de Magdala, al pasar por delante de la casa de Mar?­a la viuda, su amiga, se hab?­a decidido a entrar para contar lo acaecido. La madre de Marcos le hab?­a llevado hasta los once, a quienes finalmente la mujer magdalena hab?­a referido los ??ltimos hechos extraordinarios. Todos, salvo el joven disc?­pulo Juan, hab?­an permanecido incr?©dulos y se hab?­an dicho unos a otros algo as?­: ??C??mo se pod?­a confiar en las mujeres? Ni siquiera tienen derecho a dar testimonio en un juicio salvo sobre cosas banales, imaginaos si es posible creer esa noticia. ??Un mensajero del cielo? Histeria femenina. Tambi?©n Marcos se hab?­a mostrado esc?©ptico, aunque guardando en su mente las palabras de la mujer. Juan sin embargo hab?­a querido ir al sepulcro y Pedro, movido por la curiosidad, se hab?­a armado de valor y le hab?­a seguido. Les hab?­a guiado Mar?­a de Magdala, porque, al no haber participado en la sepultura, no conoc?­an la tumba. La hab?­an encontrado realmente abierta y vac?­a, salvo por las telas sepulcrales. ?????Un robo del cad??ver por parte del sanedr?­n? ???hab?­a propuesto Pedro a Juan. Despu?©s de haber reflexionado, hab?­an concluido que los jefes de Israel no habr?­an conseguido ninguna ventaja con la desaparici??n del cuerpo: por el contrario, no habr?­an querido que se diera cr?©dito a voces de prodigio. Los dos hab?­an razonado tambi?©n que habr?­a sido mucho m??s c??modo para los ladrones, y completamente natural, llevarse el cuerpo envuelto en la s??bana, no desenvolverlo primero y luego transportarlo. Y adem??s, hab?­an advertido que el tejido f??nebre de lino en el que se hab?­a envuelto el cad??ver no yac?­a en desorden, sino sencillamente arrugado, como si el cuerpo se hubiera desvanecido en su interior. Hab?­an concluido que, a menos que algunos desconocidos hubieran organizado una puesta en escena por motivos misteriosos, el crucificado deb?­a haber resucitado de verdad. ???Hay suficiente oscuridad como para no creerlo, querido Juan, pero hay claridad bastante como para creerlo ???hab?­a dicho Pedro, m??s para s?­ que para su compa?±ero. Al d?­a siguiente los once hab?­an partido hacia Galilea, no solo por la posibilidad de que su maestro se les apareciera realmente, sino para evitar finalmente los peligros. En cuanto a Judas Iscariote, hab?­a corrido la voz en Jerusal?©n de que se hab?­a suicidado despu?©s de haber devuelto el precio del vendido y haber pedido en vano ser juzgado por el sanedr?­n como mentiroso acusador de un hombre justo. Marcos, al o?­r estos rumores y habiendo sabido por Juan que el traidor se hab?­a unido al entorno de los zelotes revolucionarios, hab?­a supuesto que habr?­a denunciado al nazareno pensando que el arresto habr?­a causado una sublevaci??n popular que habr?­a puesto al maestro en el trono de Israel y Judas se habr?­a reafirmado en su idea cuando el propio rabino no solo le hab?­a dicho que conoc?­a sus intenciones, sino que, adem??s, le hab?­a exhortado a no entretenerse. A la vista de lo opuesto del resultado, el traidor se habr?­a sentido culpable seg??n las leyes de Mois?©s por haber denunciado a un inocente y, como el sanedr?­n no le hab?­a querido procesar y condenar, se habr?­a ajusticiado a s?­ mismo. Marcos ten?­a un buen coraz??n, pero el juicio moral de muchos sobre Judas habr?­a sido de condena absoluta. Un d?­a los hechos recogidos por Marcos en esos d?­as y otras noticias sobre el maestro nazareno que habr?­a obtenido de Pedro se reunir?­an en su librito Evangelio de Jesucristo, hijo de Dios: ser?­a el propio Marcos el que inventar?­a el g?©nero literario del evangelio, es decir, la buena nueva. Pero eso ocurrir?­a muchos a?±os despu?©s, m??s all?? de nuestra historia. Dos semanas despu?©s de haber dejado Jerusal?©n, los once hab?­an vuelto y hab?­an llamado a la casa de Marcos y su madre. Les hab?­an contado que Jes??s de Nazaret se les hab?­a aparecido realmente en Galilea, orden??ndoles volver a Jerusal?©n a predicar la buena nueva de su resurrecci??n y de la salvaci??n eterna para los seres humanos, y de extenderla a continuaci??n a todas las naciones. Marcos se hab?­a mostrado incr?©dulo. Hab?­a sugerido a Pedro: ?????¦ ??Y si pura y sencillamente hab?©is sufrido alucinaciones? ???Estamos seguros de que no ???hab?­a respondido el jefe de los disc?­pulos???. Todos tenemos ahora luz m??s que suficiente para creer, aunque comprendo que para ti y para cualquiera que no haya visto al maestro resucitado haya oscuridad bastante como para no creer. ??Sabes? Creo que siempre ser?? as?­: luz y sombra, confianza y desconfianza en nuestro testimonio sobre Jes??s resucitado nos acompa?±ar??n hasta el fin del mundo. A diferencia de Marcos, Mar?­a hab?­a glorificado al maestro, completamente convencida de que hab?­a resucitado de verdad, aunque no le hubiera visto. Los ap??stoles, es decir, los enviados como, como ya se defin?­an los once, le hab?­an pedido que rogara al hijo que consintiera tenerlos como hu?©spedes. El joven, a pesar de su escepticismo personal, hab?­a aceptado por amor a su madre. As?­ que su casa se hab?­a convertido en la sede de la direcci??n de la reci?©n nacida Iglesia. Sin estas oportunidades y contactos, Marcos nunca se habr?­a encontrado en disposici??n de poder investigar sobre el asesino de su padre. Cap?­tulo V Cumplidos los veinte a?±os, el joven se hab?­a casado con la ??nica hija de Pedro, Ester, de catorce a?±os. El matrimonio hab?­a sido acordado por los respectivos padres, como entonces era habitual en Israel. Se trataba de una buena chica que, sometida al marido como era normal entre las esposas jud?­as en aquel tiempo, se ve?­a parcialmente recompensada, como todas ellas, ejercitando una autoridad f?©rrea sobre los hijos menores de edad y, a veces, tratando de influir sobre ellos posteriormente, igual que trataba de hacer Mar?­a con Marcos, aunque con poco ?©xito. Ester hab?­a aceptado las ense?±anzas religiosas de su padre y cre?­a en Jesucristo resucitado. A diferencia de su suegra, su cultura era casi nula, pero, en ese entorno antiguo, eso se consideraba normalmente como un m?©rito m??s que un defecto en una mujer. Iba a dar hijos a Marcos y, a causa de los muchos viajes que el marido emprender?­a a?±os despu?©s, estar?­a a menudo sin ?©l, en la sombra de su casa de Jerusal?©n. Ahora mismo podemos hacerla salir de nuestra historia. Cinco a?±os despu?©s del matrimonio, era el a?±o 793,10 (#litres_trial_promo) Marcos hab?­a cumplido finalmente la mayor?­a de edad y hab?­a pasado a ocuparse directamente de sus negocios. Segu?­a siendo esc?©ptico acerca de la resurrecci??n de Jes??s: era el ??nico del grupo que no hab?­a pedido el bautismo cristiano. Entretanto la Iglesia, compuesta al inicio por cerca de ciento veinte personas, hab?­a aumentado y ya sobrepasaba, solo en Jerusal?©n, el n??mero de treinta mil, a pesar de la hostilidad del sanedr?­n, lo que llevaba a persecuciones que causaban arrestos y a homicidios. Parte de los cristianos hab?­an por tanto abandonado la ciudad, iniciando la evangelizaci??n de Samar?­a y otras regiones. Se hab?­an fundado otras iglesias menores y comunidades importantes en Damasco y Antioqu?­a de Siria, todas tributarias de la de Jerusal?©n. El primo de Marcos, Bernab?©, al encontrar cristianos en Salamina, cuya m?­nima iglesia depend?­a de la de Antioqu?­a y estaba compuesta por inmigrantes de esa ciudad, se hab?­a visto afectado por su predicaci??n. Conociendo bien las Sagradas Escrituras, se hab?­a convencido de Jes??s era realmente el Mes?­as anunciado por los profetas y se hab?­a convertido. No teniendo hijos a los que dejar sus bienes, hab?­a vendido su propiedad, se hab?­a mudado con su mujer a Jerusal?©n y hab?­a donado lo ingresado a la Iglesia. Luego hab?­a empezado a colaborar con Pedro. Al hablar griego, la lengua internacional del imperio, y tener cultura b?­blica, hab?­a encontrado enseguida trabajo como enviado en diversas regiones. Entretanto, en el bando opuesto, un hombre natural de Tarso que se llamaba Saulo, que con Bernab?© y durante alg??n tiempo con Marcos iba a tener parte importante en nuestra historia, hab?­a empezado a perseguir a cristianos por encargo del sanedr?­n, consiguiendo ?©xitos relevantes. Saulo era ciudadano romano por nacimiento, bajo el nombre de Pablo, seguidor del gran maestro Gamaliel de Jerusal?©n. Era una persona muy inteligente y tambi?©n, gracias a sus estudios personales, hab?­a adquirido una profunda cultura. Disfrutaba de un gran vigor f?­sico y de una fortaleza mental que se desbordaba en una capacidad hipn??tica y su persona produc?­a una gran fascinaci??n a pesar de su fealdad: a diferencia de Bernab?© y Marcos, personas altas, delgadas, de rasgos finos y con mucho pelo y frondosas barbas, Saulo era calvo desde joven, gordo y peque?±o de estatura, ten?­a unas cejas muy pobladas y pelos ralos en el rostro, en que exhib?­a una nariz gigantesca. Ahora no importaban sus miserias f?­sicas, pero de joven no hab?­a sido as?­: hab?­an sido objeto de burlas y de apodos haciendo que su car??cter se volviera propenso a la ira. Sin embargo, gracias a largos ejercicios, la hab?­a vencido hac?­a mucho tiempo y cuando encontraba un obst??culo o, peor, un comportamiento hostil, en lugar de c??lera sab?­a extraer una indignaci??n constructiva en?©rgica pero tranquila. Viudo prematuramente, hab?­a decidido dedicar su vida a Dios y, considerando servirle, en el 787,11 (#litres_trial_promo) se hab?­a puesto a las ??rdenes de sanedr?­n, convirti?©ndose en cazador de cristianos, pero esa tarea durar?­a solo tres a?±os, pues luego Saulo entrar?­a ?©l mismo en el grupo de los perseguidos. En el 790,12 (#litres_trial_promo) mientras por encargo de sus superiores estaba dirigi?©ndose a pie a Damasco, con guardias, para identificar y capturar a seguidores de Cristo y estaba a la cabeza de los suyos, estando ya cerca de la ciudad hab?­a ca?­do de golpe al suelo13 (#litres_trial_promo) como golpeado por un rayo invisible. Hab?­a visto, solo ?©l, al Resucitado envuelto en un fulgor de luz cegadora, mientras que sus hombres solo hab?­an o?­do las palabras que Saulo iba pronunciando entretanto: Primero hab?­a dicho con voz potente, con los ojos cerrados, como si estuviera repitiendo involuntariamente lo que estaba oyendo: ???Saulo, Saulo, ??por qu?© me persigues? Luego hab?­a preguntado en un susurro, abriendo los ojos: ?????Qui?©n eres, Se?±or? Se hab?­a respondido, de nuevo con voz potente y con los ojos cerrados: ???Soy aquel a quien t?? persigues. Ahora lev??ntate y ve a Damasco y haz lo que te ser?? dicho que hagas. Se hab?­a levantado ciego, con los ojos ensangrentados y doloridos. Luego la sangre se hab?­a transformado en costra y le hab?­a llenado de dolor. Conducido de la mano a la ciudad por sus hombres, que hab?­an pensado que le hab?­a atacado e inmovilizado alg??n mal repentino, Saulo hab?­a sido alojado en la casa de un hebreo llamado Judas. Durante tres d?­as no hab?­a comido ni bebido a pesar de la insistencia del due?±o de la casa, que sab?­a que era un emisario importante de Jerusal?©n. Durante la tercera noche hab?­a so?±ado, u o?­do en el duermevela, la voz de Jes??s: le anunciaba que ser?­a visitado por el cristiano Anan?­as, que le impondr?­a las manos haci?©ndole recuperar la vista. A la ma?±ana siguiente se hab?­a presentado realmente un hombre llamado Anan?­as, que le hab?­a dicho: ???Mientras dorm?­a y so?±aba que estaba en bell?­simo jard?­n, he o?­do pronunciar: ?«Anan?­as?». Sintiendo con seguridad que la voz era la del Resucitado, he respondido de inmediato: ?«??Aqu?­ estoy Se?±or!?». ??l me ha ordenado: ?«Ve a la calle llamada Recta, entra en la casa de un tal Judas y pregunta por Saulo de Tarso, que en este mismo instante est?? oyendo tu nombre en su mente: est?? ciego, pero t?? le impondr??s las manos y ?©l ver???». ?«Se?±or?», respond?­ con aprensi??n, ?«s?© que ha hecho todo el mal que ha podido a tus seguidores en Jerusal?©n. Adem??s, se sabe que ha venido aqu?­ a Damasco para detenernos?». La voz del Se?±or me tranquiliz??: ?«Ve, es para m?­ un instrumento elegido para llevar mi nombre tanto a los hijos de Israel como los dem??s pueblos y a sus gobernantes y cuando sea bautizado le mostrar?© cu??nto tendr?? que sufrir por mi nombre?». Anan?­as hab?­a impuesto las manos sobre Saulo, a quien se le hab?­an desprendido de los ojos las escamas de sangre coagulada y de inmediato hab?­a recuperado la vista: hab?­a entendido que se hab?­a tratado de una se?±al divina de la oscuridad espiritual en la que hab?­a vivido al perseguir a los seguidores de Jes??s y de la luz en la que estaba entrando. D?­as despu?©s, en casa de Anan?­as, Saulo hab?­a sido bautizado. Luego se hab?­a dirigido al desierto de Arabia para un retiro espiritual. Durante d?­as hab?­a reflexionado sobre qu?© hacer y hab?­a orado a Dios para conseguir la iluminaci??n, pero sin obtener respuesta: ??Volver a Damasco y anunciar a Cristo con Anan?­as y los dem??s bautizados? ??Andar por el mundo predicando al Resucitado a quien encontrara? ??O bien dirigirse a Judea, a Jerusal?©n, donde estaban escondidos los jefes de la Iglesia, buscarlos, encontrarlos y presentarse arrepentido ante ellos, ofreci?©ndose a colaborar? ??Pero c??mo reaccionar?­an, no le considerar?­an tal vez un esp?­a del sanedr?­n? Una noche, habiendo ya decidido volver a la ma?±ana siguiente, hab?­a tenido un sue?±o revelador. Hab?­a subido hasta el tercer cielo y hab?­a llegado a conocer al trascendente, casi cara a cara con Dios: nunca iba a conseguir explicar claramente esta experiencia a otros, muy viva, aunque fuera dentro de un sue?±o, y que le hab?­a dado una alegr?­a inefable. Sin embargo, a pesar de la dicha inicial, se le hab?­a aparecido al durmiente un demonio espeluznante que le hab?­a abofeteado con violencia ambas mejillas. Ese diablo hab?­a desaparecido poco despu?©s, pero no el dolor: Saulo hab?­a sufrido dolores desgarradores en la carne, como si se le clavaran largas espinas y en ese momento hab?­a o?­do la voz de Jes??s: ???He aqu?­ las innumerables dificultades que encontrar??s en tu apostolado: abandono de amigos, malentendidos, persecuciones, c??rceles y dolencias y finalmente la muerte violenta en Roma por decapitaci??n. ???Se?±or ???le hab?­a rogado Saulo con palabras contritas por el dolor???, si quieres que sea tu ap??stol, dame la posibilidad de anunciar el evangelio hasta cuando muera: no me pongas obst??culos en el camino. ???Para cumplir con tu tarea te bastar??n mi amor y mi benevolencia. ??Yo te amo! No te preocupes y estate seguro de que, a pesar de los muchos sufrimientos, tendr??s ?©xito. Habr?? obst??culos que te impedir??n llevar a cabo esos proyectos que yo mismo te encargar?©, pero ??qu?© te importa? Piensa en mi amor sin l?­mites, que no solo se manifiesta en la fuerza absoluta de Dios, sino tambi?©n en la misteriosa disminuci??n de su poder, en mi dolor y en mi muerte para mi gloriosa Resurrecci??n. Que te sea suficiente ser amado por m?­, Dios, y ser hecho part?­cipe del misterio pascual de mi debilidad y mi fuerza. Y ser?? sobre todo este esc??ndalo aparente lo que predicar??s. Saulo hab?­a visto entonces en el abandono de los amigos, en la enfermedad y en los numerosos otros obst??culos que hab?­a encontrado su participaci??n en la debilidad del Dios-hombre crucificado y se hab?­a sentido tan amado y sostenido por ?©l como para poder cumplir, por voluntad divina, en su propia carne todo lo que faltaba a la Pasi??n de Jes??s, aunque al mismo tiempo hab?­a entendido perfectamente que el ??nico y verdadero salvador de la humanidad era Cristo y tambi?©n que el ??nico autor del ?©xito de su apostolado ser?­a ?©l, el Resucitado. Jes??s le hab?­a dicho entonces, justo antes de despertar: ???Haz todo lo que puedas, confiando plenamente en mi amor, que concluir?? tu obra. Y ahora ve a Damasco y empieza tu tarea all?­. El ap??stol hab?­a vuelto a la ciudad y, lleno de entusiasmo, hab?­a predicado all?­ durante un trienio. Pero con el tiempo hab?­a suscitado el odio religioso de los jud?­os ortodoxos. Hacia la mitad del a?±o 793,14 (#litres_trial_promo) estos hab?­an decidido, de buena fe, ?«para honrar al Se?±or?», matar a ?«Saulo el Hereje?». Advertido a tiempo por sus amigos hab?­a huido con su ayuda haci?©ndose bajar por la noche en una cesta de las murallas de la ciudad. Se hab?­a refugiado en Jerusal?©n, en la casa de una hermana casada con la cual hab?­a vivido cuando hab?­a enviudado, antes del viaje a Damasco. Luego se hab?­a dirigido a casa de Marcos, donde, como sab?­a desde antes de conocer a Anan?­as, viv?­an los dirigentes de la Iglesia: no ten?­a m??s que una carta que le recomendaba como muy buen y fiel cristiano. Hab?­a ofrecido su obra de evangelizador al jefe de los ap??stoles, Pedro, y a Jacobo Bar Alfeo, que se hab?­a afianzado como el principal en la direcci??n de los cristianos de Jerusal?©n, siendo a menudo el primero en ir a otros lugares de Palestina y a la ciudad de Antioqu?­a de Siria. A pesar de la recomendaci??n del buen Anan?­as, Saulo hab?­a encontrado mucha desconfianza: su referente era conocido por los directores de la Iglesia, pero la carta pod?­a haber sido falsa. Solo Bernab?© se hab?­a mostrado convencido y hab?­a intercedido con vigor, consiguiendo hacer desaparecer el recelo de los dem??s. Al hablar bien en griego, Saulo hab?­a empezado a predicar la nueva de la resurrecci??n de Jesucristo en los lugares de m??s tr??nsito, delante del templo, a aquellos jud?­os helenistas que ten?­an como ??nico idioma esa lengua. Sin embargo, no tuvo ?©xito. Peor a??n, suscit?? en ellos tal hostilidad que tambi?©n ellos, como los hebreos de Damasco, trataron de matarlo. No lo consiguieron porque el ap??stol, por un contratiempo, no hab?­a pasado ese d?­a por la calle en la que, ocultos, le esperaban armados. Sin embargo, alg??n hermano en la fe hab?­a o?­do noticias del fallido atentado y hab?­a advertido a Pedro. As?­ que Saulo hab?­a sido conducido en secreto, por Bernab?© y par de personas m??s en funci??n de escolta, a Cesarea Mar?­tima y de ah?­ embarcado a su ciudad natal, Tarso. All?­ hab?­a permanecido durante cuatro a?±os evangelizando, primero a los hebreos en la sinagoga y luego a los gentiles. Como todos sab?­an en la ciudad que era ciudadano romano, se hab?­a mantenido relativamente seguro: por lo menos aqu?­ nadie hab?­a tratado de matarlo. Algunos convertidos por Saulo, trasladados a Roma, hab?­an llevado all?­ el cristianismo, incluso antes de que llegara Pedro a?±os despu?©s. En el 798,15 (#litres_trial_promo) Bernab?© se hab?­a reunido con Saulo en Tarso y hab?­a partido con ?©l de vuelta a Antioqu?­a, cuya comunidad de seguidores de Jes??s, ya conocida com??nmente como ?«los cristianos?», coordinaba por encargo de Pedro. Cap?­tulo VI Hab?­an pasado diecisiete a?±os desde la muerte del padre de Marcos y quince desde el nacimiento de la Iglesia y al emperador Tiberio le hab?­an sucedido en el trono de Roma el mucho m??s abominable Cal?­gula y su t?­o Claudio. El deseo del joven de hacer justicia con el asesino de su padre, muy vivo en los primeros tiempos, se hab?­a atenuado poco a poco en el tiempo, que, aunque no induce al olvido de los seres queridos muertos, deja en cierto momento que los recuerdos afloren solo de vez en cuando y de forma atenuada. Fue entonces cuando inesperadamente, hacia el final del a?±o 798,16 (#litres_trial_promo) Marcos hab?­a tenido el inquietante sue?±o del padre que sal?­a de la fosa y le exhortaba a visitar su tumba y a buscar a quien le hubiera matado: ese sue?±o hab?­a sido tan real como para inducirle a considerarlo una visi??n enviada por Dios. El dolor por la p?©rdida del padre se hab?­a vuelto tan intenso casi como el d?­a en el que hab?­a llegado la carta de Bernab?© con la funesta noticia. En la Biblia y en la tradici??n oral jud?­a, el sue?±o, cualquier sue?±o, tiene una gran importancia: induce a ver la realidad bajo una luz m??s clara, revelando cosas que durante la vigilia aparecen en la penumbra o quedan encubiertas. Pero mucho m??s importante es el sue?±o en el que hablan, a veces visibles y a veces no, personajes ang?©licos o personas difuntas, todos considerados mensajeros de Dios: desde el sue?±o de Jacob de la escalera que un?­a Cielo y Tierra transitada por ??ngeles al prof?©tico de su hijo Jos?©, a los tambi?©n prof?©ticos de Daniel, hasta aquellos modernos de Jos?©, padre putativo de Jes??s y otros seguidores del Nazareno, entre los cuales estaba Saulo Pablo de Tarso. Los acontecimientos antiguos y los nuevos, la espera del Mes?­as y su venida estaban ligados por ese hilo on?­rico que, por otro lado, en la vida cotidiana, conectaba, seg??n el sentir general, la dura realidad terrena con la eterna Fiesta celestial, manifestando ense?±anzas y desvelando voluntades divinas para las cosas cotidianas. As?­ Marcos, convencido de que el padre le hab?­a hablado realmente por orden de Cristo, aunque no llegando a pedir el bautismo a su suegro ni a privarse de sus bienes como los cristianos, hab?­a empezado a trabajar con Pedro como secretario y, conociendo bien el griego y el lat?­n, como int?©rprete y escriba. Un par de semanas despu?©s del sue?±o se hab?­a producido otro hecho extraordinario que Marcos hab?­a considerado como anunciado por su visi??n on?­rica. Acababa de empezar el a?±o nuevo, siempre bajo el reinado del emperador Claudio, cuando hab?­a llegado una carta de Bernab?© en la que el ap??stol anunciaba su llegada junto a Saulo: vendr?­a con dos carros con vituallas provenientes de una colecta en especie realizada en Antioqu?­a en ayuda de la Iglesia madre, que en ese momento ten?­a grandes necesidades debido a una carest?­a general en todo el imperio y particularmente grave en Jerusal?©n, donde los alimentos en venta eran muy escasos. Manifestaba adem??s la intenci??n de emprender con Saulo una gira misionera que pasar?­a por diversas ciudades y la esperanza de que el primo Marcos, de quien conoc?­a sus capacidades pr??cticas, les siguiese a Antioqu?­a y de all?­ los acompa?±ase en el viaje como ayudante administrativo. Pedro hab?­a llamado a su yerno y le hab?­a dicho: ???Hijo m?­o, ??entones me privar??s de tu ayuda? ?????He hecho algo mal? ???Se hab?­a preocupado Marcos. ???No, todo lo contrario. En hecho es que Bernab?© har?? con Saulo una gira de evangelizaci??n en muchas ciudades, entre ellas Perga, donde est?? sepultado tu padre??¦ ?????¦ ??Perga? ???Bueno, s?­, y tu primo quiere que le acompa?±es junto a Saulo como secretario y administrador y tendr?­as la posibilidad de visitar la tumba de tu padre ???Pedro no conoc?­a el sue?±o de Marcos porque su yerno se lo hab?­a reservado para s?­ y, por tanto, considerando la gran fatiga y los graves peligros del viaje y temiendo que fuera reacio a aceptar, estaba tratando de convencerlo. Marcos, con el coraz??n agitado por la emoci??n, hab?­a entendido por el contrario la invitaci??n de Bernab?© como una se?±al del Cielo, en sinton?­a absoluta con lo que ahora se revelaba como una profec?­a. As?­, con enorme pasi??n, hab?­a aceptado de inmediato. ???Ah, no, ??eh? ???hab?­a escuchado sin embargo a su madre, cuando esta hab?­a sabido su pr??xima partida???: ??Es un viaje lleno de peligros! Sabes muy bien que no me hace ninguna gracia que des vueltas por el mundo: ??no te basta con lo que le sucedi?? a tu padre? ???Deber?© visitar tambi?©n el sepulcro antes o despu?©s, ??no te parece? ???le hab?­a respondido Marcos con tono severo???. ??Qu?© hijo ser?­a si lo ignorara toda la vida? Y adem??s deber?­as saber bien que Cristo no quiere cobardes. Mam??, deja de entrometerte. La mujer hab?­a inclinado la cabeza. Cap?­tulo VII La nave, que hab?­a zarpado de Seleucia, cerca de Antioquia, hacia la isla de Chipre, provincia senatorial romana, despu?©s de 155 millas de f??cil navegaci??n gracias a las corrientes normalmente d?©biles en esa zona del mar, hab?­a atracado en el puerto de Salamina, primera etapa del viaje misionero. Bernab?©, Saulo y Marcos se hab?­an alojado en casa de un hermano en la fe, miembro de la peque?±a comunidad cristiana en la que el primero de los tres hab?­a sido evangelizado en su momento. Los hebreos eran numerosos en la ciudad y hab?­a diversas sinagogas. Los dos ap??stoles y Marcos, siendo tambi?©n jud?­os, ten?­an libre acceso a estas. As?­ que Bernab?© y Saulo, acompa?±ados por el joven, hab?­an entrado el s??bado siguiente en una de ellas y, despu?©s de las oraciones en com??n con los dem??s participantes, hab?­an predicado a Jesucristo resucitado. Hab?­a empezado a hablar Bernab?©, al estar en su ciudad y conocer a muchos de los presentes. Tomando un rollo de la Tor?? que inclu?­a ense?±anzas del Lev?­tico, hab?­a le?­do este vers?­culo: ???El afectado por la lepra llevar?? los vestidos rasgados y desgre?±ada la cabeza, se cubrir?? la barba e ir?? gritando: ?«??Impuro, impuro!?» Todo el tiempo que dure la llaga, quedar?? impuro. Es impuro y habitar?? solo; fuera del campamento tendr?? su morada.17 (#litres_trial_promo) Luego hab?­a comentado: ???Hijos de Israel, fuimos ense?±ados por los sacerdotes y los escribas del templo de Jerusal?©n, no por el Alt?­simo, que el Se?±or es el omnipotente al que ni siquiera se puede citar por su nombre, la divinidad a la que se debe servir con temor y se nos dijo que cuando se traiciona este deber, ?©l castiga, no solo no concediendo la vida eterna, sino enviando desventuras y enfermedades al culpable y a sus descendientes. Y es por esto por lo que consider??is a los m??s graves de entre todos los enfermos los incurables e intocables leprosos, como pecadores imperdonables, a pesar de que el precepto que os acabo de leer tuviera originalmente solo un objetivo higi?©nico: evitar el contagio, sin ninguna condena moral del enfermo. Pues bien, hijos de Israel, ??Jes??s, el Mes?­as que predicamos, nos dio una inequ?­voca se?±al de que es de verdad el Alt?­simo, tocando y curando a un leproso! Seg??n la despiadada mentalidad difundida por sacerdotes y escribas, el Mes?­as habr?­a quedado de tal manera impuro en su coraz??n, aunque hubiera tocado al intocable por caridad a fin de demostrar, antes de sanarlo, que el pobre hombre, como todos sus iguales, no era un pecador castigado por el Cielo. Y fue precisamente gracias al amor de Jes??s hacia aquel enfermo por lo que el Esp?­ritu, que es el Amor absoluto, realiz?? el milagro de la curaci??n. ??Amigos! Durante toda su vida el Mes?­as del Padre celestial se dedic?? a cambiar el sentimiento de esclavos de nosotros, los hijos de Israel, desde hace mucho tiempo sometidos sumisamente al poder de los sacerdotes y de los doctores de la Ley, descuidando las ense?±anzas recibidas por medio de los Profetas del Se?±or. Jes??s ha revelado que, para el Alt?­simo, la pureza e impureza est??n en nuestras decisiones buenas o malas, no en los gestos del culto individual ni en los ritos religiosos colectivos inventados por los gobernantes de los jud?­os. Y ha desvelado que Dios, por amor, se pone al servicio de los hombres y no reclama en absoluto ser servido: nos pide por el contrario imitarle am??ndonos y ayud??ndonos los unos a los otros. Jes??s fue el primero en servir a su pr??jimo dando ejemplo: ?©l, el Ungido del Padre, se ha convertido en siervo ense?±ando que a la jefatura no debe corresponderle mandar y ser servida, como piensan por el contrario los sacerdotes y escribas, sino servir. Sabed, amigos, que en el curso de la ??ltima cena con los suyos, como atestiguan los propios disc?­pulos que estaban con ?©l en la mesa y que conocemos personalmente, antes de ser arrestado y asesinado, para dejar una se?±al indeleble de sus ense?±anzas, se levant?? y se quit?? la t??nica, s?­mbolo de autoridad, se puso la bata, se?±al de servicio, y lav?? y sec?? los pies de los suyos. Finalmente orden??: ?«Tambi?©n vosotros deb?©is lavaros los pies unos a otros. En realidad, os he dado ejemplo para que actu?©is como yo. Y vosotros tambi?©n deb?©is ser un ejemplo para el mundo?». Jes??s segu?­a siendo sin embargo el maestro y dio muestras de ello cuando se visit?? de nuevo con la t??nica: se volvi?? a sentar en la cabecera de la mesa y empez?? de ense?±ar. ??Pero cuidado, queridos hermanos! No se quit?? la bata y demostr?? as?­ que el propio Dios est?? siempre al servicio espiritual de los hombres. De hecho, Jes??s dijo poco despu?©s a los suyos: ?«El que me ha visto a m?­, ha visto al Padre?». S?­, hay que dar amor real a nuestros iguales: ??Es as?­ como se adora sobre todo al Alt?­simo! Êîíåö îçíàêîìèòåëüíîãî ôðàãìåíòà. Òåêñò ïðåäîñòàâëåí ÎÎÎ «ËèòÐåñ». Ïðî÷èòàéòå ýòó êíèãó öåëèêîì, êóïèâ ïîëíóþ ëåãàëüíóþ âåðñèþ (https://www.litres.ru/pages/biblio_book/?art=40851317&lfrom=688855901) íà ËèòÐåñ. Áåçîïàñíî îïëàòèòü êíèãó ìîæíî áàíêîâñêîé êàðòîé Visa, MasterCard, Maestro, ñî ñ÷åòà ìîáèëüíîãî òåëåôîíà, ñ ïëàòåæíîãî òåðìèíàëà, â ñàëîíå ÌÒÑ èëè Ñâÿçíîé, ÷åðåç PayPal, WebMoney, ßíäåêñ.Äåíüãè, QIWI Êîøåëåê, áîíóñíûìè êàðòàìè èëè äðóãèì óäîáíûì Âàì ñïîñîáîì.
Íàø ëèòåðàòóðíûé æóðíàë Ëó÷øåå ìåñòî äëÿ ðàçìåùåíèÿ ñâîèõ ïðîèçâåäåíèé ìîëîäûìè àâòîðàìè, ïîýòàìè; äëÿ ðåàëèçàöèè ñâîèõ òâîð÷åñêèõ èäåé è äëÿ òîãî, ÷òîáû âàøè ïðîèçâåäåíèÿ ñòàëè ïîïóëÿðíûìè è ÷èòàåìûìè. Åñëè âû, íåèçâåñòíûé ñîâðåìåííûé ïîýò èëè çàèíòåðåñîâàííûé ÷èòàòåëü - Âàñ æä¸ò íàø ëèòåðàòóðíûé æóðíàë.