"От перемены мест..." - я знаю правило, но результат один, не слаще редьки, как ни крути. Что можно, все исправила - и множество "прощай" на пару редких "люблю тебя". И пряталась, неузнанна, в случайных точках общих траекторий. И важно ли, что путы стали узами, арабикой - засушенный цикорий. Изучены с тобой, предполагаемы. История любви - в далек

El Observador. El Genesis

El Observador. El Genesis Alberto Canen -Incluye nuevo material sobre nebulosas planetarias.- El G?nesis, los siete d?as, la Creaci?n... ?de d?nde procede el texto que compone la primera parte de La Biblia? ?Es su texto s?lo un poema introductorio... o es una narraci?n? ?Que hay detr?s de sus palabras? Alberto Canen ha encontrado un camino alternativo para dar respuestas a estas y a otras preguntas contenidas en el G?nesis. Ha hallado una ruta por la que nadie hab?a transitado antes e invita al lector a recorrerla y a realizar con ?l sus hallazgos. El autor ha descubierto que oculto en el fondo de la trama existe alguien. Alguien que observa, alguien que narra. Alguien que narra lo que observa. Y un lugar, un sitio desde el cual observa. La ubicaci?n del observador. La clave de un apasionante rompecabezas. -Incluye nuevo material sobre nebulosas planetarias.- El G?nesis, los siete d?as, la Creaci?n... ?de d?nde procede el texto que compone la primera parte de La Biblia? ?Es su texto s?lo un poema introductorio... o es una narraci?n? ?Que hay detr?s de sus palabras? Alberto Canen ha encontrado un camino alternativo para dar respuestas a estas y a otras preguntas contenidas en el G?nesis. Ha hallado una ruta por la que nadie hab?a transitado antes e invita al lector a recorrerla y a realizar con ?l sus hallazgos. El autor ha descubierto que oculto en el fondo de la trama existe alguien. Alguien que observa, alguien que narra. Alguien que narra lo que observa. Y un lugar, un sitio desde el cual observa. La ubicaci?n del observador. La clave de un apasionante rompecabezas. El G?nesis ha sido un misterio por miles de a?os. No se hab?a podido comprender de que hablaba el texto. Si era s?lo un poema introductorio a las Sagradas Escrituras, o si realmente conten?a informaci?n acerca de la Creaci?n. El texto del G?nesis dividi? las aguas de creacionistas y cientificistas durante mucho tiempo hasta el d?a de hoy. Con este libro espero que esta separaci?n entre cientificistas y creacionistas se diluya ya que he descubierto la clave que unifica ambos mundos. Creo que la clave del misterio de G?nesis es comprender que es narrado por alguien. Un narrador del G?nesis. El que observa la visi?n que Dios le entrega y a partir de all? narra lo que observa y lo observa desde su ubicaci?n humana y terrenal. Esta ubicaci?n terrenal y precisa es la llave para comprender el G?nesis. Alberto Canen El observador El G?nesis La ciencia detr?s del relato de la Creaci?n Ilustraciones de tapa e interiores realizadas por el autor. Agradecimientos A mi esposa que me apoya en todo. A mis hijos y sus preguntas. A Luis Heriberto Rivas por estar siempre disponible a mis consultas y por haberme permitido acceder a materiales muy interesantes. A Mercedes Bueto por sus correcciones y asesoramiento. A mi amigo Fabi?n Rodr?guez por tener la mente abierta y por sus grandes conocimientos. A mi cu?ado Pedro Diez por haberme ayudado a cotejar asuntos cient?ficos y astron?micos. Y a mi familia y amigos que se prestaron como lectores del “manuscrito” para ayudarme a mejorarlo. Copyright 2013 Canen, Alberto Tektime Edition El observador / Alberto Canen ; ilustrado por Alberto Canen. – Boulogne : el autor. E-Book. 1. Religi?n. 2. Espiritualidad. I. Castro, Pablo Rodolfo, ilus. II. T?tulo CDD 291.4 Fecha de catalogaci?n: 018-05-13 INTRODUCCI?N El relato de la Creaci?n del G?nesis ?s?lo una introducci?n a las escrituras b?blicas? ?Qu? esconden sus versos? ?Mito, invenci?n o realidad cient?fica? Este libro intenta abordar un tema que por lo general es inc?modo de ser tratado, tanto para el cient?fico como para el religioso. La ciencia descarta de plano el relato, primero con risas y luego con enojo, y la Iglesia Cat?lica lo ha relegado a una simple introducci?n a las sagradas escrituras. “El relato de la Creaci?n es un texto religioso con ense?anzas religiosas”, se dice. “No hay ciencia en ?l”, “no debemos buscar explicaciones cient?ficas”, claro, por supuesto. Pero… Debo reconocer que siempre he sido un duro cr?tico del G?nesis. Siempre estuve entre los que disimulaban la sonrisa y cambiaban de tema para no discutir. Hablar del G?nesis y de la Creaci?n en particular me resultaba impensable…, hasta hace unos meses. Ya va a ser un a?o desde que mi hijo menor me preguntara acerca de Dios con gran inter?s, m?s del que normalmente sol?a tener. En aquel momento charlamos, le expliqu? todo lo que pude dentro de mis conocimientos y acordamos leer los libros sagrados de las religiones principales para ampliar m?s los conceptos. As? que empezamos por leer, primero La Biblia [1], como principal libro del catolicismo-juda?smo-islamismo, para luego seguir con el Bhagavad Gita [2 (#ulink_7c3d2542-65da-59c7-91fa-53937289b2b6)] del hinduismo-budismo [3 (#ulink_bc6c8ecf-0f11-5135-b05a-36464cf6a5fd)]. Al leerle La Biblia, cuando est?bamos avanzando con el libro de Jos?, tuve -lo que podr?amos llamar- una revelaci?n. En un momento comprend? el porqu? de La Biblia, el porqu? de la creaci?n del Pueblo Elegido, el motivo de la venida del Mes?as, La Creaci?n, El Ed?n, las pol?ticas de la Iglesia Cat?lica, la tarea trascendental del pueblo jud?o, el polite?smo, el monote?smo, y mucho m?s. Fue tal la conmoci?n que me provoc? este descubrimiento que decid? escribirlo y lo volqu? en mi libro Un ?nico Dios. La explicaci?n del relato de la Creaci?n del G?nesis iba a ser parte de ese libro, pero luego de analizarlo con mi correctora y asesora literaria decidimos que era mejor separarlo en un libro independiente ya que ameritaba un trato especial. 2 Bh?gavad-guit?, el m?s importante texto sagrado hinduista. Se lo considera uno de los cl?sicos religiosos m?s importantes del mundo. El t?rmino Bh?gavad-guit? significa el canto de Bhagav?n (Dios, que posee [todas las] opulencias). Con frecuencia, el Bh?gavad-guit? es llamado simplemente Guit? (Gi-ta-). Aunque el sustantivo s?nscrito guit? es femenino (la “canci?n”), en espa?ol se puede ver muchas veces como masculino (el “canto”), y acentuado grave o llano (el Gu?ta). Es parte del texto ?pico Maj?bharata (posiblemente del siglo III a. C.) y consta de 700 versos. Su contenido es la conversaci?n entre Krisn? -a quien los hinduistas consideran una encarnaci?n de Visn? (mientras que los krisna?stas lo consideran el origen de Visn?), o tambi?n como la principal personalidad de Dios, y su primo y amigo ?ryuna en el campo de batalla en los instantes previos al inicio de la guerra de Kurukshetra. Respondiendo a la confusi?n y el dilema moral de ?ryuna, Krisn? explica a ?ste todos los misterios de la espiritualidad. Durante su discurso, Krisn? revela su identidad como el “mism?simo Dios” (suaiam Bhagav?n), bendiciendo a ?ryuna con una impresionante visi?n de su divina forma universal entre otras ense?anzas. 3 Aunque gran parte del Budismo niega que su doctrina tenga su esencia en el Bhagavad Gita -y por lo tanto en el hinduismo- es innegable que las ense?anzas de Buda est?n basadas o son las mismas que las de hinduismo: el dharma (la acci?n correcta) y el fin del samsara (ciclo de nacimientos) al alcanzar el nirvana (iluminaci?n). Al concluir con el libro Un ?nico Dios -en agosto de 2011- volv? sobre el relato de la Creaci?n del G?nesis y me aboqu? a resolverlo. Era claro para m? que el G?nesis era un relato real, eran hechos que pod?an haber ocurrido pero que estaban de alguna manera enmascarados. ?Cu?l era la clave?, ?cu?l era la piedra roseta que me permitir?a interpretar la narraci?n? La clave -descubr?-, era que el relato, el texto, era una narraci?n de alguien que contaba lo que ve?a. Esa era la clave, ese era el tablero -por decirlo as?- sobre el que hab?a que montar las piezas de este rompecabezas. En el texto de la Creaci?n exist?a un observador, un narrador. No eran s?lo versos, no, estaba claro que era un relato. El relato de un observador. Al introducir esta variable -el observador-narrador-, todo cobr? sentido. A partir de all? lo dem?s fue simplemente buscar las preguntas correctas: ?fue una visi?n o una revelaci?n?, ?o ambas?, ?qu? tiempo le llev? la visi?n?, ?qui?n era?, ?d?nde viv?a?, ?cu?l era su ubicaci?n? La ubicaci?n, la ubicaci?n era determinante. El observador y su ubicaci?n eran las piezas fundamentales para comprender el relato de la Creaci?n. Este libro describe el camino que deb? realizar desde La Biblia hacia la ciencia en un ida y vuelta permanente hasta lograr desentra?ar el misterio. Los animo a que me acompa?en en mi descubrimiento. Tomemos una taza de caf?, busquemos un sill?n c?modo, y dejemos de lado por un momento los preconceptos. Abramos nuestra mente y observemos que misterios han estado ocultos detr?s de los versos del G?nesis por m?s de tres mil a?os. La versi?n que he utilizado para esta comparaci?n es La Biblia de Jerusal?n. La Biblia de Jerusal?n (Bible de J?rusalem) es una versi?n de la Biblia publicada en fasc?culos entre los a?os 1948 y 1953 que luego la Escuela b?blica y arqueol?gica francesa de Jerusal?n public? fruto de la traducci?n de los manuscritos griego y hebreo, al franc?s. Posteriormente fue traducida a otras lenguas vern?culas, y finalizada integralmente a la lengua espa?ola. El criterio de su traducci?n fue la comparaci?n con los textos originales en hebraico-aramaico y griego. 1 LA BIBLIA, EL G?NESIS, LA CREACI?N ?Siete d?as? Qui?n no se ha preguntado: ?siete d?as? S?, ?qui?n no? -adem?s de mirarnos de reojo, con una media sonrisa maliciosa. Ciertamente, es as?, cada vez menos personas pueden creer que Dios haya creado los cielos y la tierra en siete d?as. ?Y los dinosaurios? Bueno, para el momento en que surge esa pregunta (meramente ret?rica, por supuesto) ya nos encontramos enzarzados en una discusi?n que posiblemente averg?ence hasta al barra brava m?s pintado. Por lo general hablar del G?nesis nos lleva, indefectiblemente, a una divisi?n irreconciliable entre ciencia y religi?n. Al parecer, una invalida la otra. Si el G?nesis dice siete d?as, y la ciencia ha probado que fueron seis mil millones de a?os, todo apunta a que algo est? mal, obviamente…, en La Biblia. Es dif?cil que podamos afirmar que el an?lisis de la ciencia est? mal, m?s all? de -posiblemente- cien millones de a?os m?s, o cien millones de a?os menos. Por lo que -siguiendo esta l?gica-, tomaremos de base para realizar este an?lisis lo que la ciencia sostiene que fueron los primeros momentos del sistema solar y de nuestro planeta, la Tierra, en funci?n de los actuales descubrimientos. Bien, si el Sistema Solar y la Tierra llevan m?s de seis mil millones de a?os desde que eran apenas una nube de polvo y gas estelar flotando a la deriva en nuestra bella galaxia… ?c?mo es que llegamos a esos siete d?as? Claro, ya s?, no me lo digan: pura supercher?a, mitos, cuentos antiguos de mitolog?as varias. Bien, no los culpo, as? pensaba yo hasta que ley?ndole la Biblia a mi hijo menor descubr? que en los textos del G?nesis algo andaba mal, ?o bien…? Algo en los textos sagrados llam? mi atenci?n y por un momento me detuve a observarlos y pens?: ?y si el G?nesis tuviese sentido?, ?qu? pasar?a si la narraci?n coincidiera con la explicaci?n cient?fica?, ?qu? pasar?a si el texto del G?nesis fuese la visi?n de alguien que ha visto la creaci?n del Sistema Solar como en una pel?cula? Y record?, cu?ntos descubrimientos se han iniciado con esa simple frase: “?Y si…?”. Y s?, intentemos enfocar el tema desde esa perspectiva, ?total?... ?qu? podr?amos perder?... Por supuesto, debo aclarar en este punto que yo creo en Dios. Creo que Dios ha creado todo. Soy, lo que se llama, un creyente. Filos?ficamente me inclino m?s hacia el lado hinduista-budista, que hacia el cat?lico-jud?o-musulm?n, pero como el Dios es el mismo en ambos casos, no veo conflicto en leer los libros sagrados de ambas religiones, y analizar lo que Dios le ha dicho a los hombres, sean estos de la Mesopotamia, o del valle del Indo. Bien, vayamos entonces, a ver, que nos ha dicho Dios. 2 - MILES DE MILLONES Primero, reflexionemos sobre los “nunca bien ponderados” siete d?as. Por supuesto, los siete d?as b?blicos deb?an tener alg?n tipo de explicaci?n -pens?-, y me aboqu? a resolverlo. Lo primero que se me ocurri? fue que si Dios era infinito, posiblemente, un d?a de Dios podr?a durar mil millones de a?os, por lo que siete d?as de Dios bien podr?an ser seis mil millones de a?os. Ustedes dir?n ?por qu? seis mil millones de a?os? Bueno, porque actualmente se calcula, que desde la nebulosa original al presente han transcurrido seis mil millones de a?os, y cuatro mil seiscientos millones de a?os desde la consolidaci?n de la Tierra. Aunque Occidente no ha manejado cifras importantes -y al decir cifras importantes me refiero a guarismos tan grandes como de miles de millones de a?os- en sus mitolog?as, puede ser interesante observar que en India -para la ?poca en que se escribi? el G?nesis- ya estaban acostumbrados a pensar n?meros de esa magnitud. Por ejemplo: seg?n las escrituras v?dicas [4 (#ulink_3995eb3c-dd20-50a2-b5cd-3bf50b1b4623)], los cuatro yug?s (eras) forman un ciclo de 4.320.000 a?os (un Maj?-yug?, o ‘gran era’), que se repite una y otra vez. La primera es la Saty?-yug? o ‘era de la verdad’ de 1.728.000 a?os de duraci?n. En la que el promedio de vida de una persona era de 100.000 a?os. Es la Era de Oro, seg?n otra clasificaci?n. Luego, adviene la Duap?ra-yug? o ‘segunda era’ que abarca unos 1.296.000 a?os. Con un promedio de vida de 10.000 a?os; tambi?n denominada Era de Plata. La ‘tercera era’, Treta-yug? dur? unos 864.000 a?os; en ella el promedio de vida que ten?a un hombre era de 1.000 a?os; tambi?n es conocida como Era de Bronce (aunque no se pretende que coincida con la Edad de Bronce en la India). Finalmente, Kali-yug? o ‘era de ri?a’ de 432.000 a?os de extensi?n donde el promedio de vida de un ser humano era de 100 a?os (al comienzo de ella, hace 5100 a?os). Denominada Era de Hierro (tampoco se pretende que coincida con la Edad de Hierro en la India). 4 Se denomina Vedas (literalmente ‘conocimiento’, en s?nscrito) a cuatro textos muy antiguos, base de la religi?n v?dica, que fue previa a la religi?n hinduista. La palabra s?nscrita ved? proviene de un t?rmino del idioma indoeuropeo (weid), relacionado con la visi?n, del que surgieron el lat?n vedere (ver) y verit?s (verdad) y las palabras espa?olas “ver” y “verdad”. Los textos v?dicos se desarrollaron dentro de lo que se denomina la cultura v?dica, basada en castas (varna o ‘color’) y ?sramas (etapas de vida religiosa). Interesante, muy interesante. Hasta aqu? no encontr? inconvenientes en sopesar los “siete d?as”. Si uno cree en Dios, lo normal, a mi entender, ser?a creer que es infinito, por lo que la relaci?n miles o millones de a?os-d?as de Dios no me ha generado ning?n conflicto. Sigamos. Analicemos ahora la explicaci?n que nos brinda la ciencia acerca del nacimiento del Sistema Solar y de nuestro planeta Tierra para, de esta manera, luego poder compararla con el texto del G?nesis. Los invito a situarnos en el lugar y en el tiempo. Vayamos hasta ese momento en el que todo se inici? en nuestro peque?o rinc?n del universo. Hace seis mil millones de a?os, una nube de gas y polvo estelar -lo que se denomina una nebulosa planetaria-, flota a la deriva en el espacio. Esta nebulosa, esta nube de polvo y gas estelar es el producto residual de una estrella, que luego de su muerte como supernova [5 (#ulink_d50b9a64-db1f-593f-bb06-44fa3dec1547)] (estrella que explota en su muerte, su estad?o final) esparce en el espacio los materiales que ha producido en su interior a partir de elementos m?s simples. Los elementos creados en ese horno estelar -ahora m?s complejos- componen esta enorme nube de polvo, hielo y gas que flota pl?cidamente a la deriva. Nuestra nebulosa local. 5 Supernova: Estrella que estalla y lanza a su alrededor la mayor parte de su masa a alt?simas velocidades. Luego de este fen?meno explosivo se pueden producir dos casos: o la estrella es completamente destruida, o bien permanece su n?cleo central que, a su vez, entra en colapso por s? mismo dando vida a un objeto muy macizo como una estrella de neutrones o un Agujero Negro. El fen?meno de la explosi?n de una supernova es similar al de la explosi?n de una Nova, pero con la diferencia sustancial que, en el primer caso, las energ?as en juego son un mill?n de veces superiores. Cuando se produce un acontecimiento catastr?fico de este tipo, los astr?nomos ven encenderse de improviso en el cielo una estrella que puede alcanzar magnitudes aparentes de -6m o m?s. Existen testimonios de hechos de este tipo: en 1054, se encendi? una estrella en la constelaci?n de Tauro, cuyos restos a?n pueden observarse bajo la forma de la espl?ndida Crab Nebula; en 1572, el gran astr?nomo Tycho de Brahe observ? una supernova brillando en la constelaci?n de Casiopea; en 1640, un fen?meno an?logo fue contemplado por Kepler. Todas ?stas son apariciones de supernovas que estallaron en nuestra Galaxia. Hoy se calcula que cada galaxia produce, en promedio, una supernova cada seis siglos. Una famosa supernova de una galaxia exterior es la aparecida en 1885 en Andr?meda. En determinado momento, esta calma, este flotar pl?cido, se ve alterado por la llegada de olas, olas-ondas de choque producidas posiblemente por la explosi?n de otra supernova, otra estrella que termina sus d?as en las cercan?as. Estas ondas de choque, estas olas que impactan y sacuden a nuestra apacible nebulosa desencadenan en ella su contracci?n, y al contraerse comienza a girar y a achatarse. Este disco achatado que es ahora nuestra nebulosa planetaria, conduce la mayor parte de la materia hacia el centro donde ?sta se acumula. Este enorme c?mulo de materia (en su mayor?a gas) hace que -bajo su propio peso y por efecto de la gravedad- colapse, iniciando as? la combusti?n de la incipiente estrella central, el Sol. La misma fuerza de gravedad -la misma fuerza gravitacional- que genera la acumulaci?n de materia en el centro y como consecuencia la creaci?n de una estrella, en nuestro caso el Sol, tambi?n produce remolinos y grumos en el disco de polvo, disco de polvo en el que se ha convertido la nebulosa original y que ahora gira lentamente alrededor del Sol. Estos grumos que giran como remolinos sobre s? y que contin?an su viaje en torno al centro, son los nodos que van a dar origen a los planetas. Estos planetas primigenios, estos nodos o remolinos de materia estelar, contin?an su camino en torno al Sol, pero no con un movimiento circular, sino en forma de espiral, cayendo hacia ?l, acerc?ndose un poco m?s en cada vuelta, en cada ?rbita. Por lo que se deduce que cuando iniciaron sus giros, los remolinos originales, se encontraban m?s lejos de lo que los planetas “terminados” se encuentran actualmente. ?Y cu?l fue la consecuencia de ese acercamiento al Sol por ese camino en espiral? Bien, lo que ocurri? fue que esos planetas beb?s -podr?amos decir-, fueron “limpiando” de escombros, polvo, y gas, el espacio por donde pasaron y, de esa forma, acrecentaron sus masas con la materia capturada. Entonces, recapitulemos y observemos el panorama general. Primero: surge una nube de polvo y gas ca?tica que flota en el abismo interestelar, fruto de la explosi?n previa de alguna supernova que desperdiga por el espacio su materia. Segundo: se genera un disco de acreci?n a partir de esa materia que va a dar origen, primero al Sol y luego a los planetas. Tercero: ese disco es en s? mismo una nube de polvo y gas, que los planetas al orbitar ir?n limpiando del espacio circundante. Al “barrer” ese material, al atraerlo hacia s?, los planetas incrementar?n su tama?o con el polvo y el gas capturado. Muchas de esas rocas, polvo y hielo, remanentes[6 (#ulink_517dbdbc-5fd1-518c-902b-972c9ec1413e)] de aquella nube, son los meteoritos que a?n hoy contin?an precipit?ndose a la Tierra, y que han dejado tan marcada la superficie de la Luna y de nuestro propio planeta. Tambi?n el viento solar, producto de la combusti?n nuclear del Sol, limpia el espacio circundante del material liviano y lo desaloja hacia los confines del sistema. Mientras esa ola de gas y polvo liviano es expulsada por el viento solar, vuelve a ser capturada en su camino por la gravitaci?n de los planetas que encuentra a su paso, acrecentando as? –un poco m?s- la masa de cada uno de ellos. 6 Polvo Zodiacal: Los astr?nomos han detectado polvo interplanetario, remanente y nuevo, -producto de la llegada de polvo interestelar y de los cometas-, en nuestro sistema solar. Se le llama polvo zodiacal y genera una luminiscencia que puede verse en el plano de los planetas, o sea, el plano de la ecl?ptica, all? donde estuvo -en el principio- el disco de acreci?n. Tambi?n se han descubierto varios sistemas solares en formaci?n en los que se puede apreciar el polvo protoplanetario existente entre los planetas que se est?n consolidando y la estrella central. Luego de 4.000 millones de a?os de vida del Sol y de su viento solar, a?n contin?a flotando polvo en el espacio interplanetario. El polvo remanente de la nebulosa original al que se suman permanentemente lo que sueltan los cometas y el que llega del espacio interestelar, o sea, el polvo que est? m?s all? del sistema solar y que arriba a nuestro sistema gracias a las corrientes de vientos de las estrellas, novas, ondas gravitacionales y toda la din?mica de la galaxia. Bien, ya tenemos entonces, planetas primitivos que giran en ?rbitas casi circulares en torno al Sol, porque al estabilizase el movimiento general del sistema, dichas ?rbitas han dejado de ser espiraladas. Estos planetas, que estuvieron recibiendo material del gas y polvo del espacio -posiblemente, muchas veces, en forma de colisiones violentas-, tienen que haber existido, en ese momento, en estado de lava fundida (en el caso de los planetas no gaseosos), porque la fricci?n genera calor, y las colisiones de esa materia produjeron much?sima fricci?n lo cual deriv? en un gran aumento de temperatura que derriti? las rocas y el polvo uniendo todo ello en masas ?nicas, por lo general, de forma casi esf?ricas. Los planetas, al recibir cada vez menos impactos, comenzaron a enfriarse, y al enfriarse generaron una c?scara, una costra, una superficie s?lida, la corteza terrestre sobre la que actualmente caminamos. No s?lo se form? la superficie, sino que adem?s, los gases que se liberaron y quedaron atrapados por la fuerza de gravedad dieron lugar a una atm?sfera, como es el caso de nuestro planeta Tierra y la atm?sfera cuyos gases hoy respiramos. Por su parte, el hielo de la nube original, tambi?n atrapado, origin? el agua y, por consiguiente su acumulaci?n generar?a los mares, los r?os, la lluvia. Bien, muy bien, ahora pensemos c?mo fue ese tiempo en que el planeta, aunque ya se hab?a enfriado bastante como para que la costra terrestre se formara, a?n era demasiado caliente como para que el agua lograra acumularse en forma l?quida sobre la superficie. En esa ?poca, el ciclo de: evaporaci?n–condensaci?n–lluvia era mucho m?s r?pido debido a las altas temperaturas de la superficie. En ese tiempo, la humedad era verdaderamente insoportable. Lluvias y tormentas el?ctricas se suced?an sin soluci?n de continuidad. La lluvia se evaporaba tan s?lo tocar la tierra. Un cielo impenetrable, mucha niebla, y la luz del Sol que apenas lograba filtrarse. Seguramente habr?a sido imposible para una persona, de haber podido estar en la superficie, haber visto las estrellas o el mismo Sol debido, por un lado, a lo cerrado de las nubes y la niebla, y por otro, a causa del polvo remanente que a?n flotar?a en el espacio entre los planetas en formaci?n. ?Suena muy complicado o dif?cil de imaginar? S?, es posible. Me parece que un buen ejercicio, para ubicarse en esa situaci?n, ser?a imaginarse estar en medio de una fuerte tormenta de arena y una vez all? intentar ver el Sol. Seguramente ver?amos la luz, el resplandor que nos rodea, pero dif?cilmente podr?amos identificar con exactitud la fuente, el origen de esa luz. El polvo, “la arena” que vuela en la tormenta, ese polvo en suspensi?n nos impedir?a ver el Sol. Por otra parte, mientras “afuera” se desarrolla esta “tormenta de arena” aqu? dentro, en la atm?sfera del planeta, nos encontrar?amos en medio de una lluvia hirviente torrencial, con nubes, rayos y rel?mpagos, adem?s de erupciones volc?nicas, lluvias de cenizas y vapores venenosos. Ciertamente todo un escenario, un tremendo escenario, un escenario muy distinto del actual. Este escenario, en el que hoy probablemente no durar?amos vivos ni un minuto, crear?a las condiciones ideales para iniciar el camino de la vida (humedad, temperatura, rayos c?smicos y radiaci?n solar -que impactaban sin casi ning?n impedimento). Condiciones ideales que crear?an los primeros amino?cidos, las primeras cadenas moleculares. Cadenas que luego dar?an origen a organismos m?s complejos. Ahora, que las condiciones est?n dadas, vamos a adentrarnos en el siguiente paso. La evoluci?n de la vida. 3 ?Y EN ESTE RINC?N… LA VIDA…! Ya vimos antes que la vida, como la conocemos en nuestro planeta, se inici? con y en el agua. El agua tiene un papel fundamental para nuestro tipo de existencia. Pensemos que nosotros, los humanos, estamos compuestos por un setenta por ciento de ese elemento, casi podr?amos decir que somos animales acu?ticos adaptados a la superficie. Bien, debemos situarnos en el lugar y pensar que, de manera simult?nea, el planeta se enfr?a, el agua permanece en estado l?quido por m?s tiempo, y se acumula en los lugares m?s bajos por simple efecto de la gravedad. Este oc?ano inicial -al parecer-, era uno s?lo y las tierras -como continentes- tambi?n. La ciencia llama hoy a ese s?per continente ?nico Vaalbar?-Pangea [7 (#ulink_bb3260fa-ede2-568d-befa-509ea40086ba)]. Pangea no permanece como ?nico continente sino que se fractura y sus segmentos derivan, navegan, por decirlo as?, sobre la lava fundida que est? debajo de la corteza y dan lugar a los continentes que hoy conocemos. 7 Pangea (Vaalbar?-Pangea): Deriva del prefijo griego “pan” que significa “todo” y del t?rmino griego “gea”, “suelo” o “tierra”. De este modo, quedar?a una palabra cuyo significado es “toda la tierra”. Pangea es el resultado de la evoluci?n del primer continente Vaalbar?, que probablemente se form? hace unos 4.000 millones de a?os. Pangea se fracciona hace unos 208 millones de a?os en Laurasia y Gondwana. En la actualidad fragmentos de este antiguo continente forman parte de ?frica, Australia, India y Madagascar. Cronolog?a Supercontinentes Menores o Parciales: -Nena (Supercontinente, surge hace aproximadamente 1.800 millones de a?os). -Atlantica (Supercontinente, surge hace aprox. 1.800 millones de a?os). -Gondwana (Surge hace aproximadamente 200 millones de a?os). -Laurasia (Junto con Gondwana, Laurasia surge hace aproximadamente 200 millones de a?os). -Eurasia (Eurasia es el supercontinente actual conformado por Europa y Asia). Supercontinentes Mayores: -Vaalbar? (Surge hace aproximadamente 4 mil millones de a?os). -Ur (Supercontinente, surge hace aproximadamente 3 mil millones de a?os). -Kenorland (Surge hace aproximadamente 2.500 millones de a?os). -Columbia (Supercontinente, surge hace aproximadamente 1.800 millones de a?os). -Rodinia (Surge hace aproximadamente 1.100 millones de a?os). -Pannotia (Surge hace aproximadamente 600 millones de a?os). -Pangea (Surge hace aproximadamente 300 millones de a?os). Realicemos por un momento un racconto y pongamos todos estos hechos en perspectiva. Observemos que la vida, al evolucionar, surge primero en el mar y luego migra a la tierra, mientras el supercontinente Vaalbar?-Pangea se fractura y se desplaza por el globo terr?queo hasta ocupar los lugares que nos son familiares hoy. En el mar, donde la vida cre? animales, tambi?n se generaron las plantas, las que pasaron a la tierra y se convirtieron en la vegetaci?n terrestre -?rboles, pasto, etc.. Algunos de esos animales marinos que hab?an “salido” a la tierra, mientras evolucionaban, volvieron al mar donde continuaron su evoluci?n -por ejemplo: los cet?ceos (ballenas, delfines, etc.). Otros de estos animales primigenios, se habituaron a vivir en la superficie y dieron lugar a los famosos dinosaurios, quienes reinaron sobre el planeta durante unos ciento sesenta millones de a?os. No quiero abrumarlos ni agobiarlos con la historia de nuestro mundo -seguramente muchos est?n familiarizados con ella-, pero es importante que la refresquemos e intentemos notar determinados “detalles” porque son pistas imprescindibles para comprender el tema que nos ocupa. Sigamos, (con una peque?a acotaci?n). Los dinosaurios surgen unos doscientos treinta millones de a?os atr?s y desaparecen -se extinguen- hace aproximadamente sesenta y cinco millones de a?os. Si tomamos en cuenta que la especie humana, el primer Homo, aparece reci?n en los ?ltimos dos millones de a?os, comprenderemos, que dinosaurios y humanos nunca convivieron. Entre el ?ltimo dinosaurio y el primer Homo hubo un lapso de sesenta millones de a?os, lo suficiente como para no se hayan encontrado nunca. En este punto me gustar?a enfocar la atenci?n sobre algunos detalles de la evoluci?n de la vida que cuando analicemos el G?nesis van a cobrar cierta importancia. Es interesante se?alar que algunos dinosaurios fueron voladores -como el Pterosaurio-, y es posible que hayan tenido sus h?bitats en las playas. Pensemos que estos animales ten?an alas como las de los murci?lagos y que no eran aptas para carretear como un avi?n o como un pato, sino que necesitaban lanzarse desde alguna zona alta, alg?n risco elevado, para iniciar as? el vuelo; y para eso, qu? mejor que un acantilado sobre el mar. Algunos de ellos fueron animales muy grandes que llegaron a tener 12mts de envergadura, casi como una peque?a avioneta. Tambi?n -y muy importante- es recalcar que los seres humanos han sido los ?ltimos en aparecer en esta historia, la historia de la evoluci?n. Bien. Como habr?n notado el Sistema Solar tard? en formarse unos seis mil millones de a?os y el hombre hizo su aparici?n en los ?ltimos dos millones de a?os. Por lo general, es com?n, que se compare esos seis mil millones de a?os con un a?o de trescientos sesenta y cinco d?as, en el que la nebulosa empieza a colapsar el primero de enero y la especie humana hace su aparici?n a las once de la noche del treinta y uno de diciembre. El hombre tiene su momento al final, muy final de todo el proceso. Creo que este breve racconto de la historia de la Tierra nos permite contar con la base de informaci?n suficiente y necesaria para poder realizar nuestra comparaci?n, as? que, ?probemos! 4 He aqu?… EL G?NESIS [8 (#ulink_f3e50f1f-6e0f-52ad-9748-988f5da028f6)] «En el principio cre? Dios los cielos y la tierra. «La tierra era caos y confusi?n y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas. Dijo Dios: “Haya luz”, y hubo luz. Vio Dios que la luz estaba bien, y apart? Dios la luz de la oscuridad; y llam? Dios a la luz “d?a”, y a la oscuridad la llam? “noche”. Y atardeci? y amaneci?: d?a primero» (G?nesis 1:1-5). 8 G?nesis. El nombre griego proviene del contenido del libro: el origen del mundo, el g?nero humano y el pueblo jud?o, la genealog?a de toda la humanidad desde el comienzo de los tiempos. Tambi?n “g?nesis” tiene el sentido de “pr?logo”, ya que la historia jud?a comienza propiamente con el ?xodo, del cual el G?nesis es simplemente un proleg?meno. Este t?tulo aparece en la Versi?n de los Setenta o Septuaginta Griega (LXX). En hebreo, el libro se llama “Bere’sch?th”: “En el Principio”, se toma de la primera palabra de la frase inicial. El texto que utilizo para el an?lisis pertenece a La Biblia de Jerusalem, Editions du Cerf, Par?s, 1973. Observemos detalladamente lo que nos relata este primer p?rrafo. En esta descripci?n, distingo claramente el caos original de aquella nebulosa de polvo c?smico que nos menciona la ciencia. Un “mar” de polvo, para alguien que tal vez lo est? viendo en la oscuridad, y que no tiene la m?s m?nima idea de que aquello que est? presenciando no es agua sino una nebulosa en la que ?l (nuestro posible observador) se encuentra “flotando”. Este individuo se halla en el lugar, en el sitio preciso, en el que cientos de millones de a?os despu?s se va a ubicar la Tierra en formaci?n. Adem?s, como a?n no pisa terreno s?lido lo ?nico que ?l puede vislumbrar o comprender, seg?n sus par?metros, es el abismo, el abismo del espacio. Luego, este mismo individuo (que contin?a su observaci?n y narra lo que ve) percibe que la luz brilla por primera vez y cree que Dios en ese preciso momento la crea -como luz-, ya que a?n no puede ver que es el sol el que la origina. Ve la luz, pero no de d?nde proviene. Para ?l es como si Dios hubiese “encendido” la luz. Es necesario aclarar que cuando hablo de un observador me refiero a alguien que en una ?poca reciente -digamos hace unos tres mil a?os atr?s-, recibe una visi?n o una revelaci?n de Dios y a trav?s de ella logra ver la creaci?n del Sistema Solar. No significa que el observador haya presenciado la creaci?n en el momento en que Dios la realizaba, sino que la vio o la capt? con posterioridad, a trav?s de alg?n tipo de visi?n extremadamente resumida. Entonces –al aparecer la luz pero no haber podido ver los astros- aparece el primer gran dilema t?pico del G?nesis: ?c?mo puede crearse la luz antes que los astros?, (esta pregunta -obviamente ret?rica- por lo general va acompa?ada de alg?n gesto esc?ptico, mirada c?mplice jactanciosa y la intenci?n de terminar la conversaci?n). S?, es cierto, no puede ser, pero -siempre hay un pero-, ?qu? pasar?a si situ?ramos al observador en el lugar exacto donde se encuentra el remolino primigenio?, el que va a dar lugar al planeta. Es obvio que nuestro observador podr?a ver la luz, pero ser?a incapaz de saber de d?nde procede, de d?nde viene esa luz, ya que como advertimos antes, la “tormenta de polvo” se lo impedir?a. Tambi?n, al estar “parado” (de pie) sobre el remolino, percibir?a el paso de d?a-noche, luz-oscuridad, debido a su rotaci?n. Esta persona, al estar parada, instalada, sobre el remolino, girar?a con ?l, y por ello, un momento estar?a de frente a la luz, y en el siguiente, de espalda a ella. Aqu?, ya podemos darnos cuenta de que es fundamental, fundamental, la existencia de un observador y -m?s a?n- su ubicaci?n, para poder comprender el G?nesis. Este individuo que observa, y luego relata lo que ha visto, lo contempla desde un sitio determinado, desde una ubicaci?n concreta. En alg?n lugar se encuentra apostado en el momento en que “ve”, en el momento en que recibe la visi?n, la revelaci?n. Y ese lugar, esa ubicaci?n en la que se halla, es la que hace la diferencia, eso es lo que nos da la pauta de que la descripci?n del G?nesis puede tener sentido, es la clave del acertijo. La clave que abre un mundo de posibilidades (?Y ahora?, ?el gestito jactancioso?...). Creo que el G?nesis nunca tuvo sentido para muchos. O al menos creo que no tuvo sentido porque la mayor?a de quienes lo analizan parten del presupuesto de que la informaci?n de la Creaci?n (el G?nesis) se le deber?a haber dado a la persona que escribi? La Biblia con el formato de un libro de ciencia, con datos cient?ficos, tablas y gr?ficos; o con la estructura de una revelaci?n detallada, que permitiera comprender lo ocurrido desde todos los ?ngulos. Espec?ficamente con esa posibilidad: la de poder ver los hechos desde todos los ?ngulos. Es posible, que el motivo de este preconcepto se encuentre, en que nuestra mente cientificista espera que los datos cient?ficos sean acompa?ados de gr?ficos, tablas, estad?sticas y -por supuesto- el formato correcto. Sin embargo, si nos remitimos a c?mo las personas que reciben visiones o revelaciones de Dios “ven” lo que ?l les revela, vamos a comprender mejor que esas manifestaciones divinas nunca ocurren seg?n los par?metros humanos. Por lo general, estas visiones o revelaciones son, justamente eso, visiones. Visiones semejantes a pel?culas muy cortas sobre las que el espectador no tiene ning?n control. Las visiones suelen ser similares a un sue?o. A veces, estas visiones son acompa?adas de una idea que se aclara tras la contemplaci?n ext?tica o, en algunos casos, hay alguien que le habla a la persona que tiene la experiencia y le explica algo en particular que puede -o no- estar relacionado con lo que ha visto. Bien. Avancemos un poco m?s con nuestro enfoque e intentemos desentra?ar este misterio. Si este individuo (nuestro observador) se hubiese encontrado flotando en el espacio por encima del Sistema Solar en formaci?n habr?a “visto” que la estrella nace junto con la luz, pero es claro que no fue as? ya que ?l percibe primero la luz y mucho despu?s la existencia de los astros. Entonces, llegado a este punto me pregunt?: ?por qu??, ?por qu? no lo ve?, ?por qu? no ve algo tan evidente? Simplemente porque no puede. Es indudable, para m?, que su ubicaci?n -el sitio desde donde observa-, no se encuentra en el espacio sino a nivel del disco de acreci?n, en el nivel donde se crean los planetas, y es justamente por ello que los astros le quedan ocultos tras el polvo remanente. La clave, la llave de este misterio es la ubicaci?n del observador, y esa ubicaci?n tiene que ser -sin lugar a dudas- alg?n punto sobre la superficie del planeta. Por lo tanto, vamos a continuar nuestra comparaci?n bajo el supuesto que el observador se encuentra parado sobre lo que va a ser en alg?n momento la superficie de nuestro planeta, la Tierra. Leamos lo que ocurre en el segundo d?a: «Dijo Dios: «“Haya un firmamento por en medio de las aguas, que las aparte unas de otras”. E hizo Dios el firmamento; y apart? las aguas de por debajo del firmamento, de las aguas de por encima del firmamento. Y as? fue. Y llam? Dios al firmamento “cielos”. Y atardeci? y amaneci?: d?a segundo» (G?nesis 1:6-8). En este fragmento, nuestro observador se mantiene en el mismo sitio, la superficie de la Tierra (ahora ya formada), y desde all? cuenta lo que “ve”, es la visi?n que Dios le env?a. Para m? es obvio que est? observando el enfriamiento del planeta y, como consecuencia de ello, la condensaci?n del agua, el agua que se empieza a acumular en la superficie y la clara separaci?n de los gases de la atm?sfera que van a formar el firmamento, el cielo. Para ?l, antes de la separaci?n de las aguas, todo se encontraba mezclado, de ah? la “separaci?n”. Pero ?qu? es lo que est? mezclado? El agua y el aire (el firmamento). Es tal el vapor y la humedad existente, a la que se suman las nubes -posiblemente volc?nicas-, que su sensaci?n es que el firmamento est? mezclado con el agua de la lluvia y del mar. Para ?l esta situaci?n es muy confusa. Mas al enfriarse paulatinamente la Tierra (el planeta), la separaci?n de aguas -podr?amos decir- se hace evidente. La lluvia es lluvia, la tierra es tierra y el mar es mar. (?Ya capt? su atenci?n?, ?no?, ?todav?a no?) Bien. Tercer d?a: «Dijo Dios: «“Acum?lense las aguas de por debajo del firmamento en un s?lo conjunto, y d?jese ver lo seco”; y as? fue. Y llam? Dios a lo seco “tierra”, y al conjunto de las aguas lo llam? “mares”; y vio Dios que estaba bien. «Dijo Dios: «“Produzca la tierra vegetaci?n: hierbas que den semillas y ?rboles frutales que den fruto, de su especie, con su semilla dentro, sobre la tierra”. Y as? fue. La tierra produjo vegetaci?n: hierbas que dan semilla, por sus especies, y ?rboles que dan fruto con la semilla dentro, por sus especies; y vio Dios que estaban bien. Y atardeci? y amaneci?: d?a tercero» (G?nesis 1:9-13). Aqu? surge, nuevamente, lo que ya hab?amos observado en nuestro racconto acerca de lo que la ciencia dedujo sobre la evoluci?n del planeta, s?lo que en extremo resumido. No debemos olvidar que nuestro observador presencia estos hechos a un ritmo verdaderamente vertiginoso, tuvo que haber sido as?, ya que -como mucho- los seis mil millones de a?os, o al menos los cuatro mil seiscientos millones del planeta, le fueron resumidos en siete d?as. Analicemos un poco este tercer d?a. El agua se acumula en un s?lo oc?ano-mar y la tierra en un s?lo conjunto. Estoy convencido de que nuestro observador se refiere aqu? al supercontinente Vaalbar?-Pangea. Es demasiado coincidente la observaci?n que realiza el narrador acerca de una tierra y un mar, demasiado coincidente y casi innecesaria si no fuera porque realmente ocurri? de esa forma. Ahora bien, ?l no pudo verlo (estamos hablando de un s?per continente) por lo tanto tiene que haber sido una idea que capt? junto con la visi?n. Esto hace m?s interesante el hecho que lo mencione, casi llamativo. Luego, este individuo (el observador) ve crecer a su alrededor las plantas, a las que identifica con formas de vida conocidas para ?l: ?rboles, semillas, frutos, tal vez algas. Cuarto d?a: «Dijo Dios: «“Haya luceros en el firmamento celeste, para apartar el d?a de la noche, y valgan de se?ales para solemnidades, d?as y a?os; y valgan de luceros en el firmamento celeste para alumbrar sobre la tierra”. Y as? fue. Hizo Dios los dos luceros mayores; el lucero grande para el dominio del d?a, y el lucero peque?o para el dominio de la noche, y las estrellas; y los puso Dios en el firmamento celeste para alumbrar sobre la tierra, y para dominar en el d?a y en la noche, y para apartar la luz de la oscuridad; y vio Dios que estaba bien. Y atardeci? y amaneci?: d?a cuarto» (G?nesis 1:14-19). Y ahora nuestro observador -al fin- puede ver un cielo limpio, tanto de nubes, humedad y gases, como de polvo estelar. El polvo estelar remanente que ya hab?a desaparecido del espacio circundante capturado por los planetas y barrido por el viento solar. Al fin, ve el Sol, la Luna y las estrellas y, por supuesto, cree que ?se es el instante en que Dios los ha creado. Конец ознакомительного фрагмента. Текст предоставлен ООО «ЛитРес». Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию (https://www.litres.ru/pages/biblio_book/?art=40851189&lfrom=688855901) на ЛитРес. 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